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Existen diferencias que afectan a los riesgos a los que se enfrentan los hombres y las
mujeres, con frecuencia estas diferencias no están reconocidas en la práctica de salud y
seguridad, es más, con frecuencia se subestima la carga de trabajo y los riesgos
relacionados con el trabajo para las mujeres en el lugar de trabajo. Esta presencia
creciente de la mujer despierta una serie de interrogantes relacionadas con cuestiones
de género, en función a los diferentes riesgos que pueden enfrentar hombres y mujeres
en materias como: exposición a substancias peligrosas; impacto de los agentes
biológicos en la salud reproductiva; demandas físicas del trabajo pesado; diseño
ergonómico de los lugares de trabajo y la extensión de la jornada laboral, según datos
del INEC en el Ecuador la mujer trabaja en la semana 77,39 horas, en cambio los hombres
lo hacen 59,57 horas, por lo tanto la mujer trabaja 22,40 horas más que el hombre, este
trabajo no es reconocido de manera remunerativa, pues las mujeres reciben su
remuneración por 45,15 horas frente a las 51,36 horas que reciben los hombres, por ello
a la mujer, esta situación la convierte en una trabajadora “especialmente sensible”, es
más vulnerable a los riesgos derivados de su trabajo, siendo susceptible de especial
vigilancia y control ocupacional, la identificación del riesgo y demás consideraciones en
el ámbito laboral es responsabilidad de la empresa, hay que tomar en cuenta de qué
enferman las mujeres trabajadoras y, sobre todo, trabajar con criterio médico
ocupacional en la prevención, es decir, adaptar el trabajo a la persona, y no a la inversa.
Pero la realidad es otra como lo demuestra la gráfica, que se transforma en un círculo
vicioso que no termina.
Los riesgos laborales son fruto de las características del empleo, los trabajos que
desempeñan, segregación de tareas horizontal y vertical, menores salarios,
posibilidades de promoción-formación y características de la vida extralaboral, los
daños a la salud más frecuentes en mujeres trabajadoras están relacionados con
trastornos músculo-esqueléticos, sintomatología relacionada con estrés, acoso y
discriminación laboral, caracterizándose por ser procesos más crónicos que agudos, un
sinnúmero de mujeres de los países llamados subdesarrollados realizan tareas físicas
extremas como recorrer largas distancias cargando más de 35 kilos sobre sus cabezas y
espaldas, o trasladar cargamentos extremadamente pesados. En promedio, las mujeres
en estos países pasan tres horas por día transportando agua y combustible para uso
hogareño, por esta causa suelen sufrir trastornos osteomusculares o reproductivos,
como por ejemplo abortos espontáneos, nacimientos sin vida, entre otros efectos
adversos para su salud.