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Resumen: En este trabajo se analizan las Abstract: This paper analyzes the sym-
, México. representaciones simbólicas con relación bolic representations of the feminine
al cuerpo femenino contenidas en algu- body contained in various 19th century me-
nos textos médicos del siglo XIX. Dicho dical texts. This scientific discourse is
ultura mazateca" , en Sim- discurso científico es importante porque important because it inscribes certain
nadora, CONACyT /Plaza inscribe ciertas marcas en los cuerpos de marks on the bodies of men and women,
hombres y de mujeres, además de que nos besides it allows us to recover the image
permite recuperar la imagen que de estos that a certain sector of 19th century so-
cuerpos tenía un sector de la sociedad ciety had of these bodies.
ú entre los naltuns de Ia sie- decimonónica.
ra, Vera cruz.
I Las fuentes consultadas para este trabaio fueron las siguientes: tesis para obtener el título de Médico Ci-
rujano de la Escuela de Medicir¡a de México; libros de texto nac¡onales y extranieros que formaban parte dcl
acervo de la biblioteca de la Escuela de Medicina durante el periodo estudiado; artÍculos publicados en La
Gaceta Médic¡ dc Móxico (GMM), principal órgano de difusión de la Academia Nacional de Medicina de México,
en la Reoista Médica de México (RMM) y en el Bolctln dc la Socícdad Mcxicana de Geogrnfía y Estndística.
Todas las fuentcs pertenecen al siglo XIX y fueron seleccionadas dc acuerdo con dos criterios: la necesidad
de acercarnos al discurso médico oficial para conocer la representación simbólica de los médicos decimonó-
nicos mexicanos en torno al cuerpo femenino y la dificultad para acceder a algunos materiales.
* CIESAS
Qricuilco volumen 7, núrnero 18, encro-abril, 2000, México, ISSN 1405-7778. 185
186 oLrvA Lót'g.z sÁt ¡ctIez (UCCIÓN SIM I}ÓLICA
representaciones y los imaginarios relacionados con el cuerpo femenino que ope- corresPondencias, etcéte
ran al nivel de la técnica.2 ficado y usado la socied¿
El cuerpo como tema de estudio posibilita un acercamiento a lo simbólico y al La noción de cuerpo
poder ya que es el primer lugar en el que se materializan los discursos, las normas, cómo entiende su mund
la moral, lo legítimo, etcétera. Intentar el análisis de los simbolismos presentes cultura y a su vez la cul
en la práctica ginecológica nos posibilita una comprensión del trato desigual ha- nino, en el mundo occi(
cia las mujeres. sujeción de las mujeres.
Evidentemente tenemos que partir de una premisa: el cuerpo es una cons- ron el lugar de la religi
trucción social, es decir, cada sociedad tiene su propia manera de recrearlo y de ha estado condicionado ¡
usarlo. Esto es posible a través de lo que Mauss ha denominado técnicas corporales. Es así que la medicina s
Mauss define las técnicas corporales como la forma tradicional en que los cuerpo que ha sido di
hombres, en cada sociedad, hacen uso de su cuerpo. Asegura que basta con una mente, aunque la medici
descripción detallada, a partir de lo concreto, para llegar a lo abstracto. A esta por el cuerpo, por la er
definición podemos agregar que en cada sociedad existen grupos legítirnamen- sales de la biología (in
te reconocidos cuya función es vigilar el funcionamiento del cuerpo a través forma diferente según e
del discurso y de la sanción moral, y aplicar su consecuente medida correctiva. Esta parcelación de los
Estas medidas correctivas se instrumentan de diferentes formas: pueden ir des- cina occidental, amén dr
de meras prescripciones hasta imposiciones materiales sobre el cuerpo tales co- crito marcas sociales que
mo el uso de una prenda de vestir, de una sortija, de un uniforme, etcétera. Para las mujeres la s
Los discursos condicionan los cuerpos no sólo en el espacio público, como distanciando de sus pr(
menciona Mauss (el caminar, el moverse, etcétera), sino también en las formas ción y la menopausia, y
de sentir, en las formas de expresión de los individuos hasta en los actos más complejas les ha impur
íntimos como hacer el amor, excretar, comer/ parir, etcétera. Mauss sostiene que hombres qomo de mujer
las técnicas corporales varían según la sociedad, la edad, el sexo, la raza y la funciones, a. gr. la sexu¡
clase social del individuo. de las mujeres. Podemc
Estas técnicas corporales se introyectan a tal grado que devienen ritos. Los ritos negar la función del sujr
posibilitan la construcción de horizontes desde los cuales los actores se hacen histórical
-determinado
visibles y se muestran ante los demás. Los rituales también propician la conti- La ubicación de los cr
nuidad de los valores de una sociedad y la fortalecen. El cuerpo es el medio de sujetos a través de técnir
expresión de los actos religiosos, mágicos, morales y jurídicos. De igual mane- trica se ha encargado de
ra el cuerpo es el sitio en el que se inscriben los cambios. discurso que busca con
Existen diferentes formas de construcción del cuerpo humano, como lo naturalizados por las mt
mencionamos anteriormente: "Cada sociedad esboza, en el interior de su visión garantizaría la compren
del mundo, un saber singular sobre el cuerpo: sus constituyentes, sus usos, sus las llamadas patologías I
ducción de la sociedad n
2
Las estrategias médicas constituyen simultáneamente hechos técnicos y sociales inherentes a sus prácticas
y representaciones, sin cmbargo la racionnlidad ideológico-técnica convierte en técnicos estos aspectos I "En el pensamiento occiden
socioculturales incluso en la relación médico-paciente. constituyó la forma dominante de
ollvA LópEz sÁNcuEz UNA ItEcONSTHuccIÓru s¡vuÓ¡-ICA DE LAS EXPLICACIONES GINECO-OI}STE]'IIICAS 787
rpo femenino que ope- correspondencias, etcétera" (Le Breton). Cuando el cuerpo es nombrado, signi-
ficado y usado la sociedad le otorga sentido y valor.
ento a lo simbólico y al La noción de cuerpo de cada sociedad nos da cuenta de una cosmogonía, de
idiscursos, las normas, cómo entiende su mundo y bajo qué lógica opera. El cuerpo es un reflejo de la
simbolismos presentes cultura y a su vez la cultura marca y da significado al cllerPo. El cuerpo feme-
r del trato desigual ha- nino, en el mundo occidental, ha sido el lugar desde el que se ha validado la
sujeción de las mujeres. Con la secularización las disciplinas científicas toma-
I cuerpo es ulla cons- ron el lugar de la religión en la vigilancia del buen uso del cuerpo. Este uso
rnera de recrearloy de ha estado condicionado por los principios de higiene, de normalidad y de salud.
rdo técnicas corporales. Es así que la medicina se ha convertido en un saber oficial sobre el cuerPo, un
tradicional en que los cuerpo que ha sido diferenciado y distinguido según su sexo. Paradójica-
;ura que basta con una mente, aunque la medicina sigue siendo fiel a la herencia de Vesalio (se interesa
a lo abstracto. A esta por el cuerpo, por la enfermedad, pero no por el enfermo), las leyes univer-
t grupos legítimamen- sales de la biología (insumos teóricos de la medicina moderna) operan en
o del cuerpo a través forma diferente según el sexo, la clase social y el origen étnico del individuo.
nte medida correctiva. Esta parcelación de los cuerpos se antoja para ser analizada Porque la medi-
'ormas: pueden ir des- cina occidental, amén de haber separado al individuo de su cuerpo, le ha ins-
bre el cuerpo tales co- crito marcas sociales que han validado dicha separación.
riforme, etcétera. Para las mujeres la separación ha sido atroz porque la medicina las ha ido
lspacio público, como distanciando de sus procesos fisiológicos como la menstruación, la procrea-
también en las formas ción y la menopausia, y al medicalizar estas experiencias que de suyo son muy
tasta en los actos más complejas les ha impuesto un significado restringido. El cuerPo/ tanto de
:a. Mauss sostiene que hombres como de mujeres, ha sido medicalizado en casi todos sus procesos y
[, el sexo, la raza y la funciones, u. gr.la sexualidad, aunque se advierte un mayor énfasis en el caso
de las mujeres. Podemos decir que la medicina tiene "por objeto reprimir y
evienen ritos. Los ritos negar la función del sujeto en su cuerpo, a fin de hacer reinar un cierto orden
s los actores se hacen históricamente- sobre el cuerpo y los sujetos" (Achard: 25).
-determinado
én propician la conti- La ubicación de los cuerpos en un orden social supone la dominación de los
cuerpo es el medio de sujetos a través de técnicas de control.3 En este sentido la práctica gineco-obsté-
dicos. De igual mane- trica se ha encargado de regular el comportamiento de las mujeres mediante un
discurso que busca controlar los excesos sexuales, patológicos y neuróticos
,o humano, como lo naturalizados por las mujeres del siglo XIX. El género recreaba el método que
ü interior de su visión garantizaría la comprensión del funcionamiento del cuerPo de la mujer y de
uyentes, sus usos, sus las llamadas patologías femeninas. Todo esto con el fin de garantizar la repro-
ducción de la sociedad moderna a través de cuerpos dóciles (Foucault, 1'976).
¡Cházaro profr,rndiza en el tema de la incorporación del nrétodo numérico a la medicina para convertirla William I{obertson fueron bien
en una práctica científica. tran fray Servando Teresa de N
5 Las tesis de la degeneración de la raza indígena sostenidas por Buffon, Cornelius de Pauw, Reynal y María Luis Mora, entre otros.
t
$
ottvA t-ópez sÁrucnez
Figura 1
%rdicador,
%e3
serias limita-
icina.' La obser-
dades a partir
idos a lo lar-
ietados por los
, €s decir, por
to teórico €X-
ihaciendo visible %az
liban construyen-
na para convertirla Wiltiam Robertson fueron bien. acogidas por la mayorfa de los intelectuales criollos, entre los que se encuen-
'tran fray Servando Teresa de Mier, Carlós María de Bustarnante, Lucas Alamán, Lorenzo de Zavala y José
de Pauw, Reynal y Ma¡ía Luis Mora, entre otros.
190 OI,IVA LÓPT.Z SÁNCIIIlZ U NA IiECONSI-I{UCCIÓN SIMBÓLI
La medición de la pelvis de las mujeres mexicanas fue otro de los estudios primera conclusión a I
que atrajo Ia atención de los galenos. Con ella se pretendía establecer su grado pretar los datos obt
de anormalidad. Las dimensiones de la pelvis de las mujeres europeas fueron el abarrotamiento, era la
punto de referencia para establecer que Ia estrechez de la pelvis de las mexica- taban en México:
nas era Ia causa más importante de Ia muerte de los niños en el momento del
nacimiento, pues se Ies dificultaba pasar a través de un canal tan pequerio. natural es inquirir
nas una disposicion
Deformidades o vicios en la conformación de la pelvis mexicana esqueleto en las po
distinguidos han c
Los estudios de pelvimetría son una evidencia de cómo operaban las técnicas describir el canal q
corporales en el siglo XIX, pues los médicos pretendían Ia homogeneización de- y dará á las futuras.
Ias formas de parir entre los cliferentes grupos étnicos y sociales. La pelvimetría
también demuestra la relación entre el cuerpo y los símbolos morales y raciales. Las medidas de la
Naturalizar ciertas características corporales es intentar un control sobre el plimiento regular de la
cuerpo qlre se instituye sin ningún adversario. cos mexicanos fueron i
Estudiar la constitución de la pelvis de Ia mujer representaba adentrarse "al contr-rndente. Por el co
conocimiento c-iel verdadero mecanismo del parto y de las dificultades lnas o turas e intuiciones care
rnellos notables que pueden cornplicarle algunas veces" (Maygrier: 1). Cada mé- del campo de la rczón
dico tenía su estilo de hacer la investigación pélvica, no obstante los pasos a se- Varios eran los médi
guir eran los mismos: iniciaban con una descripción y procedían a su división mediciones de la pelvis
general y particular para obtener sus dimensiones; después realizaban el aná- tiérrez, entre otros) y to
lisis de su articulación identificando la existencia de deformidades o de vicios se ajustaban a las obter
de conformación. Los médicos mexicanos tomaron corno patrón las medidas ofre- ban el tipo normal. La n
cidas por sus pares europeos, sin embargo la variabilidad en las medidas pélvicas así qr-re llegaron a la co
estaba en furrción del método empleado. Así, las medid¿rs ofrecidas por Pless- ul1 vicio de conformació
mann, Schróeder, Cruveilhier, Baudeloque, Playfair, Caxeauz, Naegele y Sappey Posteriormente Juan
constituyeron el tipo ideal con el que se compararon las dimensiones de la pelvis vieran pelvis acorazada
de las mujeres mexicanas y fue esta literatura extranjera la que en su mayor parte decir, de una estrechez
proporcionó sus medidas "verdaderas" (Flores: 1889a). Estas rnedidas habían si- dad originada en la me
do obtenidas de rrrujeres anglosajonas alemanas-, y Pese a nos se Pronunciaron er
-particularmelrte ósea de cad a raza. Al ig
que se aceptaba un rango de variabilidacl en las dimensioues de la estrttctur¿r
pélvica rrormal, las pelvis mexicanas raras veces se ajustaron a esas medidas. ticulares en las difer€ntr
En el año de 1889 el médico mexicano Francisco Flores se dio a la tarca cle tne- de la pelvis de las mui(
dir 26 pelvis obtenidas del anfiteatro del Hospital San Andrés; siete de las pelvis do de que el partero no
pertenecían a mujeres indígenas y las 19 restantes corresp'rondían a mujeres mesti-
zas. 17 de las mrrjeres habían parido. Los datos registrados prueban qtte esta mues-
tra no empató con l.1s medidas promedio exhibidas en la literatura t-le ultrarnar,
por lo tanto l.r pelvis de las mexicanas aparecía con vicios de colrformación. La ó
Parto difícil o excepcionalm
.ót,Ez sÁr.¡curz UNA lrEcoNsTnuccrótr¡ srrr¿sót-rcA DE LAS EXpLrcAcroNES ctNEcct-ousrÉTRtcAs 191
e otro de los estudios primera conclusión a la que llegaron los médicos mexicanos después de inter-
ía establecer su grado pretar los datos obtenidos fue que este vicio de estrechez, denominado
res europeas fueron el abarrotamiento, era la causa de la alta tasa de partos distócicos6 que se Presen-
pelvis de las mexica- taban en México:
os en el momento del
tal tan pequeño. natural es inquirir las causas que determinan en nuestras mujeres mexica-
nas una disposicion que no está en armonía con la que ofrece esta porcion del
exicana esqueleto en las poblaciones cultas del viejo mundo, donde los hombres más
distinguidos han consagrado una parte de sus elucubraciones á conocer y
operaban las técnicas describir el canal que ha dado paso á las generaciones pasadas y presentes,
r homogeneización de y dará á las futuras. ¿De qué dependen estas peculiaridades? (1889b: 313).
rciales. La pelvimetría
los morales y raciales. Las medidas de la pelvis de las mexicanas vuelven a Poner en jaque el cum-
un control sobre el plimiento regular de las leyes de la sabia naturaleza. Ante tal situación los médi-
cos mexicanos fueron incapaces de dar respuestas con un fundamento científico
entaba adentrarse " al contundente. Por el contrario, sus abigarradas explicaciones, resultado de conje-
rs dificultades lnas o turas e intuiciones carentes de un sustento científico, alejaban el trabajo médico
laygrier: 1). Cada mé- del campo de la razón para colocarlo más cerca del camPo del arte.
rstante los pasos a se- Varios eran los médicos mexicanos que se habían preocupado por realizar las
ccedían a su división mediciones de la pelvis (Juan María Rodríguez, Nicolás San ]uan, Rosendo Gu-
tés realizaban el aná- tíérrez, entre otros) y todos coincidían en que las medidas obtenidas por ellos no
rmidades o de vicios se ajustaban a las obtenidas en el viejo mundo, cuyas dimensiones representa-
frón las mediclas ofre- ban el tipo normal. La naturaleza no podía presentar rangos tan grandes de error
t las medidas pélvicas así que llegaron a la conclusión de que la pelvis mexicana estaba afectada por
; ofrecidas por Pless- un vicio de conformación: correspondía, entonces, a la pelvis acorazada.
tz, Naegele y Sappey Posteriormente juan María Rodríguez negó que las mujeres mexicanas tu-
rensiones de la pelvis vieran pelvis acorazada, dijo que se trataba más bien de un abarrotamiento, es
lue en su mayor parte decir, de una estrechez general que por su.frecuencia constituía una peculiari-
ls medidas habían si- dad originada en la mezcla de razas. Basándose en Vrolik los médicos mexica-
alemands-, y pese a nos se pronunciaron en favor de las diferencias constitutivas de la estructura
)nes de la estructur¿r ósea de cada raza. Al igual que los cráneos, la pelvis presentaba caracteres Par-
n a esas medidas. ticulares en las diferentes razas. Finalmente consideraron que el abarrotamiento
rdio a la tarea de me- de la pelvis de las mujeres mexicanas dificultaba los partos Pero nunca al gra-
:és; sietede las pelvis do de que el partero no pudiera salir avante con las maniobras del arte.
ian a mujeres mesti-
eban que esta mlles-
teratura de ultrarnar,
de conformación. La 6
Parto difÍcil o excepcionalmente doloroso. Los médicos emplearon el término cómo sinónimo de anormal.
Figura 2
%eI
%eg
Ufíe 3
estuvo dada
acompañaban a r
u lar.
,u/ar.
estuvo dada por la estructura pélvica euroPea. Además las ilustraciones que
acompañaban a los manuales y demás literatura obstétrica pertenecían a cuer-
pos ajenos al contexto mexicano.
En segundo lugar se confunde Ia relación interior-exterior. Según los teóricos
0rme.
de la época la enfermedad, la lesión o el padecimiento provenían del exterior,
es decir, eran agentes externos los que provocaban un desequilibrio en la fisio-
logía humana. Sin embargo en el caso de los vicios de conformación pélvica se
yables para nuestro rompía con este principio y las mujeres aparecían como constitutivamente
;to orden natural cu- anormales, disonantes del orden natural. En tercer lugar, con la identificación
uquías sociales ni a de la supuesta deformidad pélvica la obstetricia sólo podía Prever de un modo
redida de lo normal más seguro el término del parto pero no podía curar tales deformaciones.
t94 OLIVA LÓPEZ SÁNCHEZ
UNA I{ECONSTRUCCIÓN SIMBÓLICI
rabajo la cual se presenta tig.o d" enfermedacl. El síntoma se vuelve un elemento significante de la enfermedad por medio del escruti-
la primera transcripción nio corporal, que a partir de la comparación establece el supuesto fr¡ncionamiento normal de los organismos:
lcurrir, anamnesia lo qtre "El síntoma se convierte por lo tanto en signo bajo la mirada sensible a la diferencia, a la simultaneidad, o la su-
gno indica lo más lejano, cesión, y a la frecuencia" (137).
I Estos datos fueron extraídos de un texto francés de 1828, sin embargo los médicos mexicanos emplearon
cualquier síntoma es un
estas categorías en su práctica obstétrica ya que formó parte del acervo de la Academia de Medicina.
796 oLIVA LÓ!'EZ SÁrr¡Ct lrZ UCCIÓN SIMBÓ1
cada se llevaba a cabo únicamente cuando se corría el riesgo de que el infante las mujeres? A str frag
muriera porque no podía pasar por el canal uterino. Estas maniobras eran por los médicos decil
francamente violentas. to de las patologías
En Europa la operación cesáreae era común pese a que se conocían los ries- ejemplo, tenía su etia
gos: "se considera como un medio violento, como una operacion muy peligrosa, de esta idea llevó a lt
pero como el último y único recurso que queda al arte para salvar a la madre y mento de la consulta I
a la criatura, y liberarlos de una muerte cierta" (Maygrier: 64). En México las res- El reemplazo del r
tricciones para su empleo fueron tales que sólo se practicaba en mujeres muertas útero no liberó a las n
para extraer al infante cuando se presumía que estaba con vida. El principal ries- afirmación de que I
go de la operación cesárea eran las hemorragias que seguían a la sutura del representación emble
vientre porque lá mayoría de las veces el útero no era cosido, y en ocasiones cer un control sobre s
tampoco el abdomen. En 1876 un médico italiano, Porro de Milán, convencido colocó en el lugar de r
de que lo más peligroso de la operación cesárea era que el útero se quedara sin Las interpretacion
suturar, propuso quitar el útero y sus anexos: de esta forma se eliminaría el ries- idea del útero coÍro r
go que la cesárea representaba en el método antiguo. La mayor parte de los mé- Porque está asegurab
dicos europeos vieron con buenos ojos la histerectomía propuesta por Porro, mujer (Carmona).
sin embargo durante el úItimo tercio del siglo XIX practicaron la sutura del úte- Jamás se planteó, s
ro con diferentes materiales; lo que necesitaban era un material cuya absorción lud femenina. La ausr
asegurara su resistencia al mismo tiempo que la ausencia de cualquier infec- froditas masculinos,
ción (Fichtnez). Fue en el año de 1884 que los obstetras mexicanos llevaron a comportamiento de all
cabo por primera vezla cesárea en una mujer viva (Porro). Portarse como mujer:
bre (San Juan).
La imagen del útero La castración fue, r
tación tuvo entre los n
Los conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo femenino se apoyaban Pero la misma accién
más en las nociones y las representaciones sociales de los géneros que en los fun- blemente válidos. Miel
damentos de la biología. Como ejemplo tenemos el funcionamiento del útero. conseguir la cura de
El discurso de la medicina cambió la explicación judeocristiana sobre el condena eterna que lc
comportamiento de las mujeres. Ésta las había clasificado como seres sin alma,
presas de sus pasiones sexuales cuya voluptuosidad se manifestaba ante cual- Si á un individuo
quier insinuación erótica, por ello siempre terminaban sucumbiendo al pecado pérdida del pene (
de la carne; representación de eternas enfermas cuyo temperamento frugal las preferiría quedars
hacía mentir. ¿Pero a qué causas se podía atribuir la naturaleza patológica de toy seguro de que
ojos por conservar
es el que observa e
Numa Pompilius, segundo rey de Roma (715-ó73 a. C.), ordenó se le abriera el abdomen a una mujer preñada
e sabe lo que vale sr
que estaba moribu¡rda a causa de un parto atrasado, para poder asistir al niño. Al niño le llarnaron César y esta neutralidad, ó lo r
operación fue llamada cesárea. No se tiene el dato exacto (Schmidt).
La primera cesárea reportada en La Gacetn Médica de México aparece en el artÍculo de Juan MarÍa Rodríguez. desterrado teme c
oLtvA Lót,t:z sÁNct ruz UNA RECoNS.rnucc¡ór.¡ sr vr uóucA DE r-AS EXpLICACIoNES GINEco-ousrÉTRtcAs 1,97
riesgo de que el infante las mujeres? A su fragilidad y al órgano que las controlaba: el útero. Éste fue visto
Estas maniobras eran por los médicos decimonónicos como un espacio quimérico, como causa y efec-
to de las patologías padecidas por las mujeres. Una cefalalgia constante, por
ue se conocían los ries- ejemplo, tenía su etiología en las desviaciones uterinas (Fuertes). La expansión
reracion muy peligrosa, de esta idea llevó a los ginecólogos a incluir la auscultación del útero en el mo-
)ara salvar ala madre y mento de la consulta clínica sin importar la localización física de la enfermedad.
::64). En México las res- El reemplazo del concepto de Ia mujer macho imperfecto por el de la mujer-
aba en mujeres muertas útero no liberó a las mujeres del determinismo biológico (Galager y Laqueur). La
r vida. Elprincipal ries- afirmación de que la mujer estaba controlada por su útero conllevó una
ieguían a la sutura del representación emblemática mujer-útero- que no sólo le imposibilitó ejer-
cosido, y en ocasiones
-la
cer un control sobre su cuerpo/ su comportamiento y sus emociones sino que la
I de Mil¿in, convencido colocó en el lugar de eterna enferma.
el útero se quedara sin Las interpretaciones úterocentristas ofrecidas por la medicina, es decir, la
na se eliminaría el ries- idea del útero como órgano de naturaleza patológica, validaron su extirpación
mayor parte de los mé- porque está aseguraba la recuperación de la salud y la normalidad moral de la
I propuesta por Porro, mujer (Carmona).
caron la sutura del úte- famás se planteó, sin embargo, que la ausencia de este órgano socavara la sa-
naterial cuya absorción lud femenina. La ausencia del útero, como se presumía en el caso de los herma-
cia de cualquier infec- froditas masculinos, ofrecía los elementos para explicar la desviación del
i mexicanos llevaron a comportamiento de alguien que por sus rasgos sexuales secundarios debería com-
). portarse como mujer: frágil, dependiente, temperamental, sttmisa y fiel a su hom-
bre (San ]uan).
La castración fue, de todos los trata,nientos ginecológicos, el que mayor aceP-
tación tuvo entre los médicos del siglo XIX para combatir las patologías del útero.
femenino se apoyaban Pero la misma acción podía tener resultados totalmente opuestos e incuestiona-
géneros que en los fun- blemente válidos. Mientras que la castración significaba una alternativa viable para
rnamiento del útero. conseguir la cura de las mujeres, para el varón significaba el comienzo de una
udeocristiana sobre el condena eterna que lo llevaría a la infelicidad:
o como seres sin alma,
manifestaba ante cual- Si á un individuo obligado por fuerza mayor se le pusiera á escoger entre la
ucumbiendo al pecado pérdida del pene ó de los testículos y la de la vista, en tan terrible angustia
nperamento frugal las preferiría quedarse ciego no obstante lo mucho que se aprecia la vista y es-
turaleza patológica de toy seguro de que no habría persona que tachara de necio al que diera sus
ojos por conservar los órganos de la generación (Olvera: 0 ). [. . . ] que contraste
es el que observa en un eunuco, que empezó á serlo en una edad en la que se
rlabdomen a una mujer preñada sabe lo que vale ser hombre y lo que es pasar repentinamente á un estado de
\l niño le llarnaron César y esta
neutralidad, ó lo que es lo mismo, ser á perpetuidad un infeliz que sin ser
ículo de Juan María Rod ríguez. desterrado teme continuamente entrar en sociedad, pues cree que todo el
198 oLlvA LópEz sÁNcHEz iUCCIÓN SIMBÓL
mundo está al tanto de su desgracia y le parece que los hombres lo despre- dicos no terminaban
cian y las mujeres lo burlan; no teniendo la posibilidad de gozar carnal- del útero coincidían
mente, aunque haga esfuerzos, no puede extirpar de su imaginación las ideas los diferentes padecin
de los placeres que lo torturan cruelmente y lo impelen a la misantropía, barazo, el parto y el p
cayendo pronto en un estado de degradación moral por la falta del estímulo... Ante la imposibilir
(Olvera:406).10 la posición normal de
clasificación de las car
Por un lado los principios sobre el origen externo de las enfermedades vuel- Recurrió a las matem
ven a evidenciar, en relación con las atribuciones hechas al útero, que las explica- dicos suponían que c(
ciones médicas no apuntaban al rigor científico sino a la eficacia de la práctica tribución de las posi<
moral; y por el otro, que las leyes biológicas no actuaban de manera general sino esperado el método n(
que su discurso dejaba intersticios al imaginario social de lo femenino. En un primer mon
Después de todo "la medicina ha reconocido una anatomía, una fisiología y la posición normal. S
una patología específicamente femeninas" y con ello ha legitimado la creación los médicos por lo qu
de una rama destinada exclusivamente a la atención de las mujeres: la gineco- ca y una patológica.
logía (Berriot-Salvadore: 141). Al elegir al útero como el órgano causante de los da. Existía una confus
padecimientos femeninos la medicina pretendía cumplir con el imperativo ra- El debate sobre la eti,
cional cuya lógica precisaba de un objeto accesible a la mirada: el útero fue el confusión del todo co
signo y el síntoma de la enfermedad de las mujeres. que generaba la antef
ba el debilitamiento y
¿Tiene el útero una posición normal? El debilitamiento g,
primitiva fueron las p
El discurso médico secularizó la idea teológica y moralista de que la mujer es- ma surgía la interrog¡
taba sometida por la animalidad de su sexo. El útero dejó de ser esa entraña o punto de reunión o la
víscera que como una bestia se agitaba en el cuerpo de las mujeres: no se ponían de acuel
bilitamiento de los teji
El primer síntoma que permite al médico establecer su diagnóstico consis- tes; la segunda y la tr
te precisamente en esos movimientos extraordinarios del útero que, como un un punto intermedio,
animal, se agita de un lado a otro, presa de violentas convulsiones (Berriot- para la anteflexión.
Salvadore: 122). La movilidad del r
convertirse en la pie
La medicina moderna no se refirió más al útero voraginoso, cambió la expli- empleados en la clasil
cació¡ teológica por los principios mecanicistas; aquellos movimientos anteflexión, retroflexi,
desordenados ahora respetaban los principios de la geometría. Las causas de carga moral judeocris
la facilidad con que el útero modificaba su posición ante los más leves cambios menino en desventaja
de estado de los órganos vecinos podían ser conocidas (Fuertes). Aunque los mé-
¡r La estadística empleada
ro El subrayado es nuestro. objetividad de la que presuml
OLIVA LÓI'EZ SÁNCHEZ uNA REcoNsrnuccróru srN,rgór-rcA DE LAs EXpLICActoNES GINECo-ogsIÉTRICAS 199
los hombres lo despre- dicos no terminaban de ponerse de acuerdo sobre cuál era la posición normal
ilidad de gozar carnal- del útero coincidían en señalar que esta permanente modificación provocaba
iu imaginación las ideas los diferentes padecimientos de las mujeres durante el periodo menstrual, el em-
pelen a la misantropía, barazo, el parto y el puerperio.
tr la falta del estímulo. . . Ante la imposibilidad de establecer un criterio anatómico preciso acerca de
la posición normal del útero la gineco-obstetricia reconoció la variabilidad en la
clasificación de las causas, de la sintomatología y del tratamiento de su posición'
las enfermedades vuel- Recurrió a las matemáticas para intentar dar cuenta de tal fenómeno. Los mé-
rl úteror Que las explica- dicos suponían que con la aplicación de la estadística se podría explicar la dis-
a eficacia de la práctica tribución de las posiciones del útero sin cometer errores. Contrariamente a lo
de manera general sino esperado el método no resolvió el problema'11
I femenino. En un primer momento los datos obtenidos revelaron que la anteflexión era
rtomía/ una fisiolo gía y la posición normal. Sin embargo esta clasificación no fue aceptada por todos
r legitimado la creación los médicos por lo que se reestructuró y se reconoció una anteflexión fisiológi-
las mujeres: la gineco- ca y una patológica. La anteflexión patológica podía ser congénita o adquiri-
órgano causante de los da. Existía una confusión en la identificación del antecedente y del consecuente.
r con el imperativo ra- El debate sobre la etiología de la anteflexión patológica estaba marcado por la
mirada: el útero fue el confusión del todo con la parte: ¿era la imperfección del cuerpo de la mujer lo
que generaba la anteflexión del útero o era la anteflexión del útero lo que crea-
ba el debilitamiento y las enfermedades de la mujer?
El debilitamiento general, la predisposición de los tejidos del útero y la atrofia
primitiva fueron las posibles causas de la anteflexión congénita. Ante esta últi-
sta de que la murer es- ma surgía la interrogante: ¿la anteflexión se debía a una atrofia primitiva en el
jó de ser esa entraña o punto de reunión o la anteflexión misma era la causa de la atrofia? Los médicos
s mujeres: no se ponían de acuerdo, aceptar la primera causa significaba reconocer un de-
bilitamiento de los tejidos, lo que implicaba que en estado normal eran muy fuer-
su diagnóstico consis- tes; la segunda y la tercera no quedaban bien demostradas. Entonces se aceptó
del útero que, como un un punto intermedio, el debilitamiento general creaba condiciones favorables
i convulsiones (Berriot- para la anteflexión.
La movilidad del útero dejó de ser significada desde una lógica moral para
convertirse en la piedra angular del diagnóstico ginecológico. Los nombres
;inoso, cambió laexpli- empleados en la clasificación de las desviaciones del útero (prolapsos uterinos,
quellos movimientos anteflexión, retroflexión, retroversión y retroposición) se habían liberado de la
rmetría. Las causas de carga moral judeocristiana pero seguían perpetuando la noción del cuerpo fe-
los más leves cambios menino en desventaja con resPecto al del varón.
tertes). Aunque los mé-
tr La estadística empleada por los médicos mexicanos del siglo XIX estaba llena de errores y carecía de la
obietividad de la que presumían. sobre el tema puede consultarse el trabaio de cházaro.
200 OLIVA LÓI'EZ SÁNCHEZ :UCCIÓN SIMBÓI
El contenido del discurso médico revela claramente los obstáculos que éste femenina pone al de
tiene que superar para emanciparse de los presupuestos culturaleF que lo pre- descubrimientos cier
ceden. Después de todo, como afirma Berriot-Salvadore, "el discurso cientí- mentadu y enferma si
fico es tributario de un orden del mundo que conviene legitimar, mostrando
que el papel de cada uno de los sexos se inscribe en la naturaleza" (119); y el Archivos consultado
médico, cuya dramatización de las descripciones busca mantener el orden so-
cial, se erige en el moralista que ha de vigilar el cumplimiento de dicho orden. Hemeroteca de la An
Hemeroteca Nacional
A manera de conclusión: el discurso médico, un nuevo encierro
Bibli ografía y hemet
Estas explicaciones de las supuestas patologías femeninas nos han permitido
Achard, Pierre
comprobar que la representación que los médicos del siglo XIX tenían del cuer- 1980 Discurso biol
po femenino así como de su funcionamiento es una construcción que se alimenta
del imaginario social de un tiempo y de un espacio específicos, cuyas coordenadas Alvarado, Ignacio
simbólicas están otorgadas por las valoraciones que de los individuos se hacen 1,869- "Sobre algu
según su edad, sexo, raza y clase social, más que por evidencias científic as per se. 7870 dadas en la
El discurso médico redujo a las mujeres a su cuerPo, el cual fue concebido co- y redactadal
mo patológico. Esa patología representó un vacío sobre el que la ciencia médica Mota", en E
del siglo XIX no tenía más explicación que las interpretaciones cargadas de va- cencia de lor
loraciones, de normas y de preceptos morales e incluso mágicos. La explicación Imprenta de
que la medicina ofrecía acerca del funcionamiento del cuerpo de las mujeres, car- resPectivam
gada del imaginario social de lo femenino, impidió el cumplimiento del anhela- Berriot-Salvadore, Ev
do objetivismo promovido por el discurso médico. La subjetividad acerca de lo 1,993 "El discurso
femenino ofreció el contenido de las inscripciones impuestas sobre el cuerpo de Perrot (coorr
las mujeres y fue más contundente que las explicaciones científicas, que por lo Madrid, pp.
demás carecían de un sustento teórico sólido (Foucautl, 1996). La mirada del
Canguilhem, George
médico simbolizó al cuerpo femenino como fragmentado, enfermo y Preso de las
1,971, Lo normal y
irregularidades de (su) la naturaleza. Estas irregularidades lo hacían singular
impidiendo que se cumpliera el fin último de la ciencia, la generalización, es de- Carmofra, Manuel
cir, el imperativo de las leyes naturales. 1865 "Quiste mu
El discurso de la medicina se esforzó por naturalizar la supuesta patología México, tom
femenina y le otorgó un carácter atemporal al signar a las mujeres como eternas Cházaro, Laura
enfermas. Esta noción pesó tanto que surgió una rama de la ciencia médica des- 1,996 "La observ¿
tinada exclusivamente al estudio de las enfermedad'es padecidas por las mujeres. de la ciencia
El discurso de la medicina legitimó el trato diferencial entre hombres y mujeres Anthropos I
y logró consolidar los estereotipos sociales valiéndose de los estudios anatómi- Clavreul, |ean
cos. El contenido del discurso médico destinado a dar cuenta de la patología
1983 El orden méd
\ LÓPEZ SÁNCHEZ
UNA RECoNSTnucc¡óN srrvrsólrcA DE LAs EXpLrcAcroNES crNECo-ossrErRrcAS 201
Bibliograf ía y hemerografía
us nos han permitido
lo XIX tenían del cuer- Achard, Pierre
ucción que se alimenta 1980 Discurso biológico y orden social, Nueva Imagen, México.
cos, cuyas coordenadas Alvarado, Ignacio
os individuos se hacen 1,869- "Sobre algunos puntos de medicina experimental y fisiología general,
rncias científicas per se. 1.870 dadas en la Escuela de Veterinaria por el profesor D. Ignacio Alvarado,
cual fue concebido co- y redactadas y compendiadas por el preparador de la cátedra, D. José E.
Ique la ciencia médica Mota", en El Poruenir, periódico de la Sociedad Filoiátrica y de Benefi-
ciones cargadas de va- cencia de los alumnos de la Escuela de Medicina, tomos I y II, núms. 5-8,
tágicos . La explicación Imprenta de I. Escalante y C", México, pp.68-74,83-87,97-1,02 y 11,3'120,
po de las mujeres, car- respectivamente.
nplimiento del anhela-
Berriot-Salvadore, Evelyne
rjetividad acerca de lo 1993 "El discurso de la medicina y la ciencia", en f)uby, Georges y Michelle
itas sobre el cuerpo de Perrot (coordinadores), Historia de las mujeres, tomo 6, 2" edición, Taurus,
científicas, que por lo Madrid, pp. 109-150.
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les lo hacían singular 1971. Lo normal y lo patológico, Siglo XXI editores, México.
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