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CONSERVATORIO JUAN JOSÉ CASTRO

HISTORIA DE LA MÚSICA III

TRABAJO PRÁCTICO II
Maurice Ravel

Profesora: Bravo, María Dolores

Alumnas: Pieklo, Gabriela

Caputo, Susana

Fecha de entrega: 02-05-2019


Biografía y breve reseña histórica

Joseph Maurice Ravel (1875, Ciboure, Francia - 1937, París, Francia) fue un
compositor francés considerado como uno de los maestros de la orquestación. Se
caracterizó por la simplicidad, la claridad y el refinamiento técnico y nos ha dejado
música de una gran belleza y expresión. En su obra abarcó distintos géneros, desde la
música vocal a la de cámara y orquestal.
La vida de Ravel comienza en Europa de fines del siglo XIX, momento en que las
tensiones internacionales estaban en relativa paz. Los descubrimientos científicos y
técnicos generaron una mayor productividad, la industrialización continuó creciendo;
transporte, comunicación, atención médica y servicios públicos mejoraron
considerablemente y las distancias entre las distintas naciones y sus culturas se
acortaron aún más.
La primera guerra mundial (1914-1918) marcó el final de todo este progreso y
sus efectos fueron devastadores a nivel mundial. En cuanto a la ideología, se encasilló
a cada persona en una posición determinada y el pensamiento creativo fue duramente
perseguido.
Por otro lado, en el ámbito musical, la corriente impresionista musical que
surge a finales del siglo XIX permitía la libertad armónica y rítmica, respetando ciertos
parámetros, y la experimentación. La atmósfera sonora que caracteriza a este
movimiento es imprecisa y envolvente, como la línea en la pintura en la corriente
análoga pictórica y presenta cambios rítmicos constantes.
A su vez, en el campo de las artes, los pintores de finales del siglo XIX
comenzaron a buscar la inspiración en sus propias experiencias psicológicas internas y
sus obras, en lugar de ser un reflejo objetivo de los objetos exteriores y de los
acontecimientos, se movieron hacia un estado de abstracción. Esto dio paso al
expresionismo: “una tendencia a distorsionar la realidad objetiva en favor de una
visión más personalizada y emocionalmente implicada”1. Esto se puede ver con artistas
expresionistas como Edvard Munch. Dentro de la música, este movimiento
expresionista comenzó con Arnold Schönberg, un compositor y pintor austríaco. Esta
corriente se centró en la expresión de la emoción y fue la pérdida de la tonalidad lo
que permitió mayores libertades musicales. Con sus colores violentos y su temática de
soledad y miseria, el expresionismo reflejó la aflicción que invadió a la sociedad de la
época de la primera guerra mundial.
Durante el siglo XIX se experimenta un gran cambio de actitud ante la creación
musical que se prolongará durante todo el siglo XX, donde se cuestionan todas las
premisas, las reglas escritas y no escritas de la música.
Nacido en el país vasco francés, Ravel heredó de su padre, un ingeniero suizo,
su apego por los artilugios mecánicos y de su madre, de origen vasco, su atracción
por España, fuente de inspiración de muchas de sus obras. Comenzó sus estudios de
piano en el conservatorio de París a los seis años pero en 1895 abandonó el
conservatorio. Más tarde volvió a ingresar en él para continuar su formación con André
Gédalge con quien aprendió sobre orquestación y contrapunto y con Gabriel Fauré en
la asignatura de composición. Siendo alumno de Fauré aprendió la fuerza del
pianissimo que se puede apreciar en toda su obra. En aquellos tiempos de aprendizaje
1
La música del siglo XX, Robert P. Morgan

1
compuso obras “donde la melodía es como una corriente de música y cantos que se
derrama apaciblemente”2, esta característica de sus melodías se encontrará en toda su
música.
En la primera década del siglo XX Ravel ingresó en el grupo artístico llamado Les
Apaches, un grupo de intelectuales integrado por compositores como Stravinsky, Falla,
el pianista y amigo Viñes y poetas como Arthur Leclere. Allí discutían distintas
cuestiones concernientes a la música contemporánea. Estos compositores fundaron
una sociedad de música independiente para organizar conciertos en los cuales
estrenaban sus obras, fuera de los circuitos académicos que les cerraban sus puertas
como la Sociedad Nacional de Música francesa. Esta nueva sociedad revolucionó la
música francesa e hizo de París una vanguardia en los primeros años de este siglo.

Estilo musical

Fue un admirador de Mozart, Saint Saens y Debussy. Pero desde sus comienzos
Ravel manifestó un firme carácter y un espíritu musical muy independiente. Tomó
algunos rasgos del expresionismo, compuso música impresionista y finalmente,
evolucionó hacia un estilo neoclasicista. El movimiento impresionista surge primero en
el ámbito pictórico donde encontramos a representantes como Claude Monet que con
su cuadro Impression soleil levant de 1872 marca el inicio de esta corriente. Nace en el
ámbito musical de la mano de Claude Debussy, compositor que influyó mucho en la
música de Ravel.
En cuanto al impresionismo musical, uno de sus rasgos distintivos es que la
armonía adquiere un nuevo papel: se convierte en un medio estático que produce
efectos de atmósfera y de color en la sonoridad. Así, las armonías son elegidas por su
color dentro de una paleta armónica, por la calidad de resonancia y efectos sonoros, y
ya no puramente por su funcionalidad dentro de una secuencia armónica, pudiéndose
generar así grandes disonancias dentro de las obras. Este nuevo estilo permite
la amalgama de técnicas clásicas y modernas, de armonía funcional y no funcional y de
ámbitos tonales y modales sonando todos a la vez. El ritmo es más libre y surgen
nuevos timbres. En cuanto a la estructura formal, si bien se componen obras como
sinfonías, poemas sinfónicos, oberturas, rondós, romanzas, variaciones sinfónicas,
suites, sonatas y preludios, estas formas son adaptaciones más libres.
En Ravel, la música presenta un ritmo más claro y firme, la armonía, es clara y
direccional, rasgo que lo diferencia de su contemporáneo, Debussy. Incorpora escalas
pentatónicas y modales por su color, tenía una predilección por los modos dórico y
frigio. Utiliza notas pedales que generan grandes disonancias; podemos encontrar un
carácter bitonal en sus obras. Como ejemplo de esto último podemos citar el Concierto
en Sol mayor en donde la mano derecha del piano está tocando una serie de arpegios
en Sol mayor mientras que la izquierda se encuentra tocando arpegios en Fa# mayor.
El uso de estos acordes en simultáneo genera gran disonancia y tensión.

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Ravel, el músico y su obra, Vladimir Yankelevitch

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Maurice Ravel, Concierto en Sol mayor

Manipulaba un amplio repertorio de acordes complejos; a pesar de que ya se


utilizaba la novena de dominante con Weber, fue con Ravel que el acorde encontró su
empleo consciente, constante y espontáneo. En su obra hay gran cantidad de
apoyaturas que se resuelven en otras apoyaturas y su acorde predilecto era el de
séptima disminuida con apoyatura superior.
En cuanto a la estructura, sus formas son más ligadas a la tradición; existen
evocaciones a formas antiguas, utiliza formas musicales del pasado como el minuet o
la zarabanda, entre otras, lo que le da un carácter neoclásico a su obra. Su música
presenta una gran claridad formal, melódica y rítmica, se basa en modelos rítmicos
regulares y repetitivos. Las armonías se eligen por su color pero no deja de lado su
funcionalidad y presenta una clara organización tonal. Toma de la escuela tradicional
sus formas y las usa como base para crear algo nuevo, incorporando distintos matices
y armonías innovadoras.
La música transcurre como una sucesión de impresiones en continuo
movimiento y se insinúan en ella las distintas ideas al igual que sucedía en la
equivalente corriente pictórica. Debussy habla de la música impresionista y refiere
que “no existe una teoría. Sólo tienes que escuchar. El placer es la ley. Me gusta la
música con pasión. Y porque me gusta trato de liberarla de las tradiciones estériles que
la ahogan.”
En cuanto a Debussy, existe una relación estilística con el mismo debido a que
el interés de Ravel en elaborar distintas texturas y el uso de una armonía más compleja
fueron gracias a la influencia de Debussy. De él toma también la selección de ideas
melódicas breves que desarrolladas principalmente por medio de la repetición y de
sutiles modificaciones. Otra de las características que compartían era el uso de ritmos
de danzas, la fascinación por lo antiguo, el uso de modos de la música medieval. La
gran distinción entre ambos es el respeto por las tradiciones que presentaba Ravel. En
su música a diferencia de Debussy, recurre a formas y géneros del pasado, con un
dirección tonal más fuerte y un ritmo más marcado y regular.
Dentro de su estilo, Ravel incorporó distintas características de compositores
que influyeron en su desarrollo como Fauré, Chabrier, de los rusos principalmente
Borodin (compone el valse A la maniere de Borodine), Satie, Debussy, Couperin,

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Rameau, Chopin, Liszt, Schubert, Schöenberg y Mozart. Ravel tenía la habilidad de
realizar en su obra una síntesis de corrientes muy variadas e imponerle su estilo
propio.
Su música es mayormente programática, estuvo fuertemente ligado al mundo
de la literatura de donde obtuvo la fuente de inspiración para muchas de sus obras.
En su música abarca géneros de la danza e incorpora elementos folklóricos
populares. Podemos encontrar una clara herencia española ligada a su madre, el ritmo
es acentuado y simétrico.
La música de Ravel muestra una gran perfección técnica, cuidado y
meticulosidad. Ravel se consideraba a sí mismo como un melodista; sus líneas
melódicas eran de contornos amplios, claras, se regía por la exactitud, aunque a veces
el compositor destruía esa nitidez en algunas obras usando polirritmia como en las
Chansons madécasses. También utilizaba como recurso rítmico la acentuación en
tiempos débiles.
En cuanto a su orquestación, es más compacta y brillante, se lo considera uno
de los grandes orquestadores del siglo XX, destacándose en la manera en que combina
los diferentes instrumentos y genera nuevos timbres orquestales. Estudió
minuciosamente la capacidad de cada instrumento orquestal para determinar su
potencial, exponer su color y timbre individuales al máximo. Ravel supo trascender
numerosas obras originales generalmente escritas para piano y otorgarles una nueva
dimensión, tanto obras suyas como Pavane pour une infante défunte, Valses Nobles et
Sentimentales, entre otras, como así también distintas obras de compositores como
Schumann, Chabrier, Debussy y Chopin. Pero sería la orquestación de los célebres
Cuadros de una exposición de Mussorgsky la que sentó definitivamente la reputación
internacional de Ravel en la orquestación. Su versión sigue siendo referencial y
ensombrece la de otros compositores que lo han intentado.
Podemos dividir la composición de Ravel en tres períodos.

Primer período (1875-1905)

Tres obras centrales de su producción durante este período fueron el Menuet


Antique, la Pavane pour une infante défunte y Jeux d’eau.
Nos centraremos en la Pavane pour une infante défunte (1899), dedicada a su
patrona, la princesa de Polignac. Fue compuesta para piano y se han realizado
numerosas adaptaciones para distintos instrumentos, incluso un arreglo orquestal.
Aquí aparece una de las características de las composiciones de Ravel: esta obra debe
su título a que la sucesión de sonidos de las palabras le resultaba agradable al
compositor, sin que respondan a una intención de describir el tema al que alude el
título.
En esta obra se puede ver las características de su estilo en sus comienzos
donde se centra en la expresión musical con un estilo sobrecargado de apoyaturas, con
notas de paso, una atmósfera fina y cristalina similar a la de Mozart, con delicados
pianissimos, crescendos y decrescendos en cada respiración de las frases y un ligero
cromatismo. Tiene preferencias por los modos antiguos, séptimas de sensible y
novenas de dominante sin resolución que son yuxtapuestas por el solo placer que

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producen al oído. En cuanto a la estructura, se trata de una forma ABACA. La música
no presenta cambios abruptos sino que transcurre continuamente de una sección a la
otra.
Jeux d’eau es una obra para piano que fue inspirada en la impresión que genera
el ruido del agua y los sonidos musicales que sugieren el desliz de las aguas,
las cascadas, y los arroyos. Se la considera como uno de los primeros ejemplos de
impresionismo musical donde la música sugiere y dibuja ideas que fluyen
continuamente.
En ella podemos encontrar un gran cromatismo, ráfagas de notas, pedales
disonantes. Ravel recibió una formación pianística con modelos tradicionales y en esta
obra explora y transgrede lo habitual compuesto para piano hasta aquel entonces.
En Jeux d’eau se puede apreciar una atmósfera generada por las distintas
armonías elegidas por su color y la presencia de distintas texturas unidas que
mantienen una gran claridad lo cual caracteriza a la obra de Ravel. Se basa en dos
temas, como el primer movimiento de una sonata clásica pero sin las ataduras
estrictas de esta forma.

Segundo período (1905-1918)

Durante este período compone grandes obras vocales. Les grands vents venus
d'outre-mer (1906), Trois beaux du paradice (1914) e Histories naturelles (1906).
Ravel compone un ciclo de canciones en base a los relatos de Histories
naturelles del autor Jules Renard, textos en prosa en la que aparecen retratos breves,
llenos de humor, de distintos animales que no son más que reflejos de defectos
humanos. Las canciones fueron compuestas para piano y canto; en ellas incorpora una
gran cantidad de onomatopeyas que nos permiten encontrar al grillo, al pavo real y a
otros animales representados por la orquesta. En cuanto a la composición, podemos
encontrar gran cantidad de séptimas disonantes, notas repetidas, staccatos agresivos,
mordentes y glissandos, la aparición de modos como el hipolidio y de sextas agregadas.
En 1907 compuso La hora española, al ser en un solo acto y de corta duración,
Ravel pedía que no la llamen ópera sino fantasía lírica. Sus personajes carecen de vida
y alma, la declamación del texto hace que los personajes tengan una impresión
artificial, mecánica y fría, pero la orquesta en cambio es seductora, brillante, con
timbres sutiles y sonoridades innovadoras. Compuesto por 21 escenas en miniatura
que terminan en un quinteto brillante, esta fantasía lírica a menudo se combina con
otras obras debido a su corta duración.
En 1908 compone Gaspard de la nuit, una suite para piano donde se encuentra
la cumbre del virtuosismo pianístico de Ravel. La obra está inspirada en los poemas de
Aloysius Bertrand a quien Ravel conoció posiblemente en sus años jóvenes a través de
su amigo Viñes. El tema de la gota de agua, Ondine, que se enamora de un mortal, le
cautivó tanto a Ravel que trata de plasmar su movimiento en notas musicales. Del
mismo modo que trata de reflejar en Gibet el tintineo de la campana y el suspiro del
ahorcado enrojecido por el sol poniente y agitado por el viento. El propio Ravel
comentó sobre la obra: "mi ambición es decir con notas lo que un poeta expresa con
palabras".

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Rapsodie espagnole es una rapsodia para orquesta compuesta entre los años
1907 y 1908. Es una de sus primeras grandes obras para orquesta, se estrenó en París
en 1908 y rápidamente entró en el repertorio internacional. La pieza se basa en la
herencia española del autor y es un claro reflejo del folklore español. Se refiere la
danza flamenco, originaria de Málaga. Como muchas obras del repertorio de Ravel,
muestra la incorporación de elementos folklóricos dentro de sus obras.
Menuet sur le nom d’Haydn, compuesta para piano en 1909, fue escrita para la
celebración del centenario de la muerte de Haydn. Este minueto muestra los rasgos
del estilo neoclásico que comienzan a tener sus obras de posguerra donde presenta
una máxima claridad formal, melódica y rítmica, utiliza armonías complejas con un fin
claramente funcional además de por su color y es extremadamente meticuloso en el
los detalles. Se retorna a las premisas clásicas aunque con una armonía más rica y
disonante, la rítmica es regular y las melodías son sencillas y definidas. Se busca una
mayor riqueza tímbrica y de texturas.
Valses nobles y sentimentales fueron compuestos en 1911 en homenaje a Franz
Schubert, quien había escrito dos series de valses: los Valses sentimentales, de 1823, y
los Valses nobles, en 1826. Armónicamente compleja y repleta de disonancias no
resueltas, esta obra se encuentra muy lejos de la paleta armónica que encontramos
en Jeux d’eau de su primer período compositivo.
En 1914 se produce la primera guerra mundial: fue un conflicto bélico global
centrado en Europa. Muchos compositores se lanzaron a la guerra con el mismo
nacionalismo entusiasta; Ravel consiguió enrolarse al ejército francés aunque tiempo
después tuvo que abandonar la contienda por enfermarse. En 1917 se enteró de la
muerte de su madre. A pesar de la profunda tristeza que le dejó la muerte de su madre
y la guerra, su actividad creativa continuó: terminó seis piezas para piano agrupadas
bajo el título de Le Tombeau de Couperin, suite de seis piezas en el estilo neobarroco
francés, que dedicó a sus amigos muertos en la guerra.
Luego de la guerra su producción musical se retrasó pero la intensidad creadora
se amplió y la inspiración se encontró liberada.

Tercer período (1918-1937)

Luego de la guerra compone La Valse, poema sinfónico con ritmo de vals


vienés, sobre el cual Ravel escribió el siguiente prólogo “de tiempo en tiempo, a través
de huecos que se abren entre las nubes turbulentas, se pueden observar a varias
parejas bailando el vals. Las nubes se dispersan gradualmente y se descubre un gran
salón de baile lleno de una multitud de bailarines que giran.” Podemos apreciar un
gran crescendo desde un pianissimo misterioso que nos sorprende con torbellinos de
frases melódicas. Concluye con una tensión creciente que finaliza súbitamente.
Su música ofrece un claro avance del desarrollo neoclásico que dominaría
durante los años de la posguerra. Los años de la guerra reflejan simplemente un deseo
de remarcar aún más las características que siempre habían aparecido en sus obras:
simplicidad, claridad y refinamiento técnico. El neoclasicismo desea volver a la claridad
formal de estilos como el Barroco o el Clasicismo sin abandonar algunas innovaciones
que se habían adoptado durante el siglo XX. Se prefieren los grupos instrumentales
pequeños y se retorna a las premisas clásicas aunque con una armonía más rica y

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disonante. La rítmica es regular y las melodías son sencillas y definidas. Se busca una
mayor riqueza tímbrica y de texturas.
Durante este período, Ravel comienza un proceso de simplificación musical que
se puede ver en la Sonata para violín y violonchelo (1922). Compone los conciertos
para piano de 1930 y 1931 donde continuó puliendo su estilo de una forma cada vez
más económica. Ocasionalmente experimentó con técnicas armónicas modernas,
como la bitonalidad como aparece en la ópera de un solo acto L'Enfant et les sortileges
(1925) y que contiene una serie de pasajes escritos en dos claves diferentes pero todas
estas novedades permanecieron como elaboraciones de temas que se aplicaron a unas
bases que aún eran sólidamente tonales.
L'Enfant et les sortileges es una ópera para niños que aspira a introducirles en
un género que es capaz de aunar el lenguaje de la música con el lenguaje literario,
dramático y plástico. El argumento se identifica directamente con la vida del niño, en
él están presentes las dificultades e inconvenientes del control de los sentimientos así
como aprender a superar sus problemas. El contexto del período de entreguerras en el
que está escrita refleja a un Ravel que pasa de desear participar en la guerra a
comprender que la paz y el respeto por la naturaleza son la única vía hacia la salvación.
Una moraleja para niños que en nuestros días aún sirve como reflexión para los
mayores.
En 1922 realizó la orquestación de Cuadros de una exposición de Mussorgski la
cual es admirada hasta nuestros tiempos.
Realizó una gigantesca gira de conciertos por Estados Unidos y Canadá con un
gran éxito. De regreso en Francia, Ravel comenzó a trabajar en su obra más famosa e
interpretada mundialmente. La bailarina y coreógrafa Ida Rubinstein le encargó en
1927 un ballet de carácter español, para el cual el músico adoptó una antigua danza
andaluza: el bolero. Así es como surge el famoso Bolero de Ravel; la obra cuenta con
dos temas y un ritmo ostinato incansablemente repetido, una melodía obsesiva que se
acompaña de distintos efectos orquestales que le otorgan variedad a la obra. En cada
repetición del tema no sólo aumentan los instrumentos, sino también la intensidad. En
el clímax de la obra el tema cambia hasta que termina repentinamente en un acorde.
Fue concebida originalmente como una especie de experimento en cuanto a sus
efectos orquestales y rápidamente se convirtió en su obra más conocida.
En 1927 compone Rêves, una obra escrita para voz y piano utilizando la poesía
de Léon-Paul Fargue. La música es progresivamente disonante, logra captar la fluidez y
la distorsión de las imágenes del sueño.
En 1932 estrenó los dos conciertos para piano y orquesta: el Concierto para la
mano izquierda y el Concierto en sol mayor. El Concierto en sol mayor está compuesto
por un Allegramente, Adagio assai y Presto. La mayor claridad tonal de este concierto
sigue los modelos de Mozart y Saint-Saëns, junto con el uso de temas inspirados en el
jazz.
En el primer movimiento el piano comienza inmediatamente con un serie
de arpegios floridos en el registro agudo, que le lleva a melodías inspiradas en el jazz,
en parte recordando los viajes del compositor por Estados Unidos. Esto mismo sucede
en el tercer movimiento, una pieza extremadamente virtuosística. Pero es en el
segundo movimiento donde encontramos la música claramente impresionista de
Ravel. Es una composición contemplativa, íntima, que llegar a tocar el alma de los
oyentes.

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Junto a las tres canciones de Don Quijote a Dulcinea, compuestas en 1932
sobre la obra de Cervantes, los conciertos marcan un punto final en la producción
musical de Maurice Ravel. Desde el verano de 1933, Ravel comenzó a presentar los
síntomas de una enfermedad neurológica y en 1937 moriría a los 62 años de edad en
París.

A lo largo de su música recibió influencias de sus contemporáneos: en sus


comienzos fue Satie y los rusos, luego de la primera guerra mundial, el jazz, Stravinsky
y la politonalidad. Fue contemporáneo y gran admirador de Satie; compartieron un
espíritu de disconformidad y de independencia que los mantuvieron al margen de los
honores y condecoraciones.
Más que un innovador importante, Ravel fue un maestro en modificar las
técnicas composicionales tradicionales a través del uso de procedimientos modernos.
Con Maurice Ravel desaparecía el último representante de una generación de músicos
que supo renovar la escritura musical sin renunciar a los principios heredados del
clasicismo pero cuestionándolos. En su obra lo barroco y lo romántico, el post-
romanticismo y el impresionismo aparecen junto con lo antiguo y lo nuevo, las formas
arcaicas de las pavanas o sonatinas son reunidas de una forma muy coherente.
No fueron su punto fuerte las obras sinfónicas a larga escala: obras como
Daphnis et Chloe, escrita para los ballets rusos de Diaghilev y los conciertos para piano
contienen movimientos de bastante longitud, pero Ravel se sentía más cómodo en los
contextos formales más restringidos. Estuvo fuertemente ligado al mundo de la
literatura de donde obtuvo la fuente de inspiración para muchas de sus obras
programáticas.
Su talento fue esencialmente lírico con una belleza refinada y una elegancia
técnica que lo diferenciaron del resto de los compositores de su generación. Se
caracterizó por la simplicidad, la claridad y el refinamiento técnico, fue reconocido
como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso en los detalles, trabajando la
perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo muy humano y expresivo.

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Selección de audios

Jeux d’eau
Trois beaux oiseaux du paradis
Gaspard de la nuit (Ondine)
Vocalise en forma de Habanera
Concierto para piano en sol mayor - Adagio Assai

Bibliografía
García de Mendoza, Adalberto: Antología de obras musicales. Bloomington, Palibrio,
2013.

Grout, Donald J. Palisca, Claude V.: Historia de la música occidental. Madrid, Alianza,
1996.

Morgan, Robert P: La música del siglo XX. Madrid, Akal, 1999.

Ocampo, Estela: El impresionismo: pintura, literatura, música. Barcelona, Montesinos,


1988.

Salvetti, Guido: Historia de la música: el siglo XX. Madrid, Turner música, 1986.

Suarez Urtubey, Pola: Historia de la música. Buenos Aires, Claridad, 2003.

Yankelevitch, Vladimir: Ravel, el músico y su obra. Buenos Aires, Losada S.A., 1952.

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