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"Los Justos" de Alberto Sarlo

Somos el otro. El otro es el que no es. No somos.


No somos porque los justos dijeron que no podemos ser. Los justos
inventaron las normas y las normas de los justos dicen que nosotros
debemos vivir en el mundo del otro. El mundo del otro es un mundo
sucio. El mundo del otro es un mundo que tiene color. Nuestro mundo
tiene color negro. El mundo del otro es un mundo que tiene olor.
Nuestro mundo huele a muerte. No nos gusta la muerte.
Pero los justos dicen que no podemos abandonar nuestro mundo. No
lo podemos abandonar hasta tanto nos ganemos el derecho a
ingresar al mundo de los justos. Mientras tanto debemos vivir en el
margen. En el margen del mundo de los justos. Somos el margen.
Somos los marginales.
Los justos delimitan las fronteras. Debemos respetar las fronteras de
los justos. Los justos levantaron muros para ayudarnos a respetar las
fronteras. Pero nuestro lado de la frontera es de color negro y huele a
muerte, les decimos a los justos. Esas son las reglas y las reglas son
para ser cumplidas, nos contestan los justos. No nos gusta nuestro
lado de la frontera.
Pero los justos nos ayudan. Nos ayudan para que no trepemos el
muro. Nos ayudan con educación en escuelas que no enseñan. Nos
ayudan con salud en Hospitales que no funcionan. Nos ayudan con
justicia de jueces que hablan otro idioma y viven del otro lado de la
frontera. Nos ayudan con seguridad a base de balas. Balas que
matan. Porque los justos también matan. Matan por justicia. Nosotros
no. Nosotros matamos por codicia. Eso dicen los justos.
Los justos también nos esconden. Nos esconden para educarnos. Para
educarnos a no lastimar y para no desear ser parte del mundo de los
justos. Los justos necesitan seguridad. Nosotros, los otros, también
necesitamos seguridad, pero los justos dicen que primero tienen que
solucionar la seguridad de los justos para después poder abocarse a
la seguridad de los otros, de nosotros. Esas son las reglas y las reglas
son para ser cumplidas.
Los justos nos escondieron. Ahora estamos escondidos. Escondidos
para ser educados. Estamos escondidos en buzones de dos por dos.
Los buzones son baños. Vivimos en baños. En baños de dos por dos.
Somos tres, cuatro o cinco personas viviendo en baños de dos por
dos. Vivimos diez, quince o veinte años en baños de dos por dos.
Comemos, dormimos, cagamos, matamos y morimos en baños de dos
por dos.
Pero vamos a salir. Tenemos que salir. Porque las condenas que
imponen los justos en algún momento finalizan. En algún momento,
los que no morimos, salimos. En algún momento, los que
sobrevivimos diez, quince o veinte años en baños de dos por dos, los
que comimos, dormimos, cagamos y matamos en baños de dos por
dos, salimos. Tenemos que salir. Salir para volver a vivir del otro lado
de la frontera. Del lado negro y con olor a muerte. Tenemos que
volver rehabilitados, reeducados y reinsertados. Tenemos que salir de
los baños y volver a vivir en la oscuridad y la muerte rehabilitados,

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reeducados y reinsertados porque esas son las reglas y las reglas son
para ser cumplidas. Eso dicen los justos.
Ese es el mundo de los justos. El otro es nuestro mundo.
Somos el otro. El otro es el que no es. No somos.

BORGES HABLA EL SILENCIO


EXPERIMENTOS FICCIONALES DE ESCRITORES DEL PABELLÓN
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ENNEGRECER A BORGES
Alberto Sarlo
Al igual que Borges los escritores del pabellón 4 no viajaron al
extranjero, al igual que Borges no salieron de nuestro ámbito
espacial que no es la ciudad de Buenos Aires, sino un mugriento
depósito de carne humana. A diferencia de Borges nuestro ámbito
creativo está ubicado en un baño de dos por tres llamado celda.
Nosotros nos resistimos a que se tome como natural vivir por
décadas en baños nauseabundos. Nosotros practicamos y pensamos
la resistencia contra la tortura. Pensar una resistencia implica no
sólo generar praxis y relatos que rompan las del poder, sino también
las de esas resistencias que el propio poder genera para su
funcionalidad. He conocido en profundidad más de quince cárceles
provinciales. Luego de más de una década metido en esos centros de
hacinamiento puedo dar un resumido bosquejo teórico y práctico de
la esencia de los mismos. El proceso de deshumanizar efectuado por
la provincia de Buenos Aires consta de tres instancias. La primera es
quitarle personería jurídica al preso torturándolo y metiéndolo en
celdas diminutas donde se defeca en el mismo lugar donde se lavan
los platos, donde la comida está podrida por los constantes cortes de
luz, donde las cloacas se taponan con cada lluvia y por ende se debe
caminar esquivando excrementos humanos, en donde no existen los
remedios, en donde el preso es condenado a sufrir insultos y
agresiones de compañero y guardiacárceles, donde lo más factible es
contagiarse HIV e infinidad de enfermedades evitables que el Estado
no evita. En ese ámbito todo lo que el pre-so pueda conseguir para
sobrevivir se rige por cómo se adecúa a la coacción del Servicio
Penitenciario, coacción que implica intercambio de dinero o favores
sexuales, principal ingreso monetario de muchos funcionarios
penitenciarios y judiciales vinculados al mundo carcelario. La
segunda instancia es quitarle la personería moral, hecho que ocurre
naturalmente con el paso del tiempo en un ámbito físico como lo es
un centro de tortura. La tercera y última etapa es quitarle la indi-
vidualidad, en donde el preso se transforma en muerto o en hacedor
de muertos. Esos tres momentos no los inventé yo, los aprendí al leer
a Hannah Arendt en un libro que recomiendo a todos: “Los orígenes
del totalitarismo”. Arendt establece los tres períodos de todo estado
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totalitario para erradicar una minoría. Los marginales son una mino-
ría y son una minoría que la pasa mal, muy mal. Siguiendo a Arendt
puedo afirmar sin lugar a dudas que desde hace décadas se vive en
un estado totalitario en países como Argentina, Brasil, México,
Estados Unidos de Norteamérica, Rusia y la cuenta sigue. Explico el
caso Argentino trasladable a muchos otros: Para menos de dos
terceras partes de la sociedad se vive en una república democrática,
inmadura y con problemas institucionales, pero república
democrática al fin de cuen-tas. Para un poco más del tercio de la
sociedad, comúnmente catalogados antropológicamente como
negros, o negros de mierda (escoja el lector la terminología que
prefiera para describir a más de catorce millones de personas), se
vive sin Estado. Y afirmo esto porque el ne-gro no es ciudadano, por
ende no tiene derechos constitucionales, lo que conlleva que no haya
garantía legal por defender para quien no las tiene. Esa es la crisis
que describe Hannah Arendt y que actualmente se sufre desde los
organismos de derechos humanos. El sistema de derecho existe sólo
para los ciudadanos. Las defensas y garantías liberales no fueron
pensadas para seres humanos, fueron constituídas para ciudadanos.
En Argentina tenemos millones de personas categorizadas como no
ciudadanos y contra ellos se ejerce la violencia en infinidad de
modalidades. Porque el dispositivo totalitario del Estado nacional y
provincial no se ejerce sólo contra el preso. El totalitarismo y la
tortura se ensaña mucho más con la familia y el barrio del preso, que
con el preso. Y dentro de la familia del preso a quien más se castiga
es a la mujer, a la madre y a la hija del preso. Porque el hombre
marginal es minoría sin derechos ni garantías constitucional, pero la
mujer (marginal o no), muchas veces es muchísimo menos que eso.
Si siguen con dudas los invito a la cárcel un día de visita. Argentina
es totalitaria desde hace décadas y los primeros en ocultar el
totalitarismo somos los privilegiados del sistema, los profesionales,
los exitosos, los ciudadanos, o sea, los blancos del sistema. Los
ciudadanos son parte del mundo de los blancos. Los ciudadanos son
adoradores de la religión “Meritocracia”. Los ciudadanos tienen un
mesías. El mesías de los blancos es el “emprendedor”. El blanco
utiliza cualquier neologismo que se le cruce para mantener los
privilegios que le otorga la categoría de ciudadano. Esos neologismos
son parte de su cultura. Su cultura conforma su sentido común,
sentido común que afirma sin vergüenza alguna que somos una
república democrática con respeto a las instituciones, pero que por
razones de seguridad margina a más de un tercio de su población a
una situación de no ciudadanía. A eso llamamos democracia.

PSICOLOGIA › EL SENTIDO DE LA DELINCUENCIA PARA EL SISTEMA

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El porqué de las prisiones
El sistema de control policial necesita de la delincuencia para justificarse, a partir de los
miedos que genera en la población.
En 1976, ante la pregunta que se le formulara a Michel Foucault en una conferencia
que dictó en Brasil (publicada en la revista Barbarie Nº 4 y 5), respecto a ¿qué tipo de
productividad pretende lograr el poder en las prisiones?, esta fue la respuesta:
Por Michel Foucault*
"Esa es una larga historia: el sistema de la prisión, quiero decir de la prisión represiva,
de la prisión como castigo, fue establecido tardíamente prácticamente al fin del siglo
XVIII. Antes de esa fecha la prisión no era un castigo legal: se aprisionaba a las
personas simplemente para retenerlas antes de procesarlas y no para castigarlas, salvo
en casos excepcionales. Bien, se crean las prisiones como sistema de represión
afirmándose lo siguiente: la prisión va a ser un sistema de reeducación de los
criminales. Después de una estadía en prisión, gracias a una dosmesticación de tipo
militar y escolar, vamos a poder transformar a un delincuente en un individuo obediente
a las leyes. Se buscaba la producción de individuos obedientes.
Ahora bien, inmediatamente, en los primeros tiempos de los sistemas de prisiones quedó
en claro que ellos no producían aquel resultado sino, en verdad, su opuesto: mientras
más tiempo se pasaba en prisión menos se era reeducado y más delincuente se era. No
sólo productividad nula, sino productividad negativa. En consecuencia, el sistema de las
prisiones debería haber desaparecido. Pero permaneció y continúa, y cuando
preguntamos a las personas qué podríamos colocar en vez de las prisiones, nadie
responde.
¿Por qué las prisiones permanecieron a pesar de esta contraproductividad? Yo diré que
precisamente porque, de hecho producían delincuentes y la delincuencia tiene una cierta
utilidad económico-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada
podemos revelarla fácilmente: cuantos más delincuentes existan, más crímenes
existirán; cuántos más crímenes hayan, más miedo tendrá la población y cuanto más
miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial.
La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de
aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porqué en los periódicos, en la
radio, en televisión, en todos los países del mundo, sin ninguna excepción, se concede
tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad cada nuevo día. Desde
1830 en todos los países del mundo se desarrollaron campañas sobre el tema del
crecimiento de la delincuencia, hecho que nunca ha sido probado, pero esta supuesta
presencia, esta amenaza, ese crecimiento de la delincuencia es un factor de aceptación
de los controles.
Pero eso no es todo, la delincuencia posee también una utilidad económica; vean la
cantidad de tráficos pefectamente lucrativos e inscritos en el lucro capitalista que pasan
por la delincuencia; la prostitución; todos saben que el control de la prostitución en
todos los países de Europa es realizado por personas que tienen el nombre profesional
de proxenetas y que que son todos ellos ex presidiarios que tienen por función canalizar
los lucros recaudados sobre el placer sexual. La prostitución permitió volver oneroso el
placer sexual de las poblaciones y su encuadramiento permitió derivar para
determinados circuitos el lucro sobre el placer sexual. El tráfico de armas, el tráfico de
drogas, en suma, toda una serie de tráficos que por una u otra razón no pueden ser legal

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y directamente realizados en la sociedad pueden serlo por la delincuencia, que los
asegura.
Si agregamos a eso el hecho de que la delincuencia sirve masivamente en el siglo XIX y
aún en el siglo XX a toda una serie de alteraciones políticas tales como romper huelgas,
infiltrar sindicatos obreros, servir de mano de obra y guardaespaldas de los jefes de
partidos políticos, aún de los más o menos dignos. Aquí estoy hablando precisamente de
Francia, en donde todos los partidos políticos tienen una mano de obra que varía desde
los colocadores de afiches hasta los aporreadores o matones, mano de obra que está
constituida por delincuentes. Así tenemos toda una serie de instituciones económicas y
políticas que opera sobre la base de la delincuencia y en esta medida la prisión que
fabrica un delincuente profesional posee una utilidad y una productividad.
* Extraído de la Mesa de Café "Dudemos del Progreso"

12/09/2012
Alcira Daroqui: “La cárcel es una máquina política para producir subjetividades
degradadas”

Así lo aseguró la socióloga del equipo del Registro Nacional de Casos de Torturas.
Además de describir los contextos de encierro de los hombres, la investigadora contó la
realidad de los penales de mujeres
Alcira Daroqui habla con la seguridad de quien describe lo que conoce. No toca de
oído, porque lejos está de ser una improvisada. La socióloga y también coordinadora de
la Facultad de Ciencias Sociales en el programa UBA XXII de educación en cárceles,
habla porque trabaja y además analiza las particularidades de los contextos de encierro.
Y a diferencia de muchos otros, básicamente teóricos, Daroqui lo hace visitando
penales, entrevistando a presos y cuestionando, desde un sentido de realidad, al Estado y
su institución penitenciaria. Ella sabe, y lo reconoce, que es poco lo que se puede hacer
para cambiar, pero así y todo, recomienda seguir intentándolo.
Por eso propone resignificar el concepto de seguridad, y hacerlo extensivo a las
personas que están alojadas tras los muros de las cárceles bonaerenses y federales. Si
bien no se ocupa, ni se ocupará -como dijo- de estudiar el fenómeno de la
inseguridad, Daroqui entiende que es fundamental garantizar la integridad física de las
personas detenidas.
“En términos de seguridad democrática, estamos exigiendo que la seguridad sea para
todos. Porque yo creo que no hay sujeto más inseguro que un tipo que está preso. La
incertidumbre es la violencia más dura. Y que alguien salga vivo de la cárcel es
realmente toda una prueba de resistencia”, definió la profesional en diálogo
con Crítica Penal, programa que se emite todos los jueves de 21 a 23 por FM De la
Azotea 88.7 Radio Comunitaria.
Lo que sigue es la descripción de ese contexto carcelario que lleva a Daroqui a pedir
seguridad también para las personas detenidas en el territorio nacional.
-¿Qué diferencias existen entre los penales bonaerenses y las cárceles del sistema
federal?
-Me gustaría hablar primero de lo que se parecen, porque son iguales. En las dos se
tortura, en las dos se violan sistemáticamente los derechos de los detenidos. Ahora, cada

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una tiene sus singularidades. Ese despliegue de violencia institucional en las unidades
federales se expresa más, sobre todo en prácticas como la bienvenida a cada preso que
entra a la cárcel. Se expresa también un sistema de régimen de vida, ya no de sanción,
de aislamiento de 18, 22, 24 horas. En el sistema provincial está empezándose a
observar eso, aunque no está tan expandido como en el Federal. En la provincia de
Buenos Aires está muy presente la cuestión de los traslados gravosos, de la famosa
calesita por las cárceles. En el sistema Federal, este sistema de tortura y violación de
derechos es menor aunque está presente, porque el 70% de los encerrados en Chaco,
Rawson y Neuquén son del conurbano. Hay una lógica de confinamiento muy fuerte. El
sistema federal es más violento en términos institucionales. Las requisas de pabellón se
hacen entre 30 y 40 penitenciarios a golpes, patadas y balazos de goma. En el sistema
provincial, hay más una delegación de la violencia en los propios presos. Es
escandaloso que en una cárcel como Olmos, que tiene más de 2000 presos, un turno de
guardia esté compuesto por 14 penitenciarios. Eso demuestra, claramente, como el
gobierno lo gestionan los propios presos en términos de sobreviviencia y esa
sobreviviencia es violenta.
Pero esa delegación, de ninguna manera, quita la responsabilidad y la práctica violenta a
la institución.
-¿Cómo se da en la práctica esa delegación del gobierno de la cárcel?
-Hay distintos sistemas de delegación. Un sistema es por medio de los regímenes que
nosotros llamamos evangélicos penitenciarios, donde más del 50% de la población de la
provincia de Buenos Aires está alojada.
Otro es el famoso sistema del “limpieza”, que es el preso que coordina y gestiona el
pabellón, que es muy móvil y endeble. Hay quienes estudian y dicen, y yo no lo puedo
creer, que hay casi una horizontalidad entre el servicio penitenciario y estos “limpieza”.
Uno dice: es cierto, hay una delegación en los “limpieza” para que gestionen el
pabellón, pero el día que se rompió la relación con el servicio, se dispone de esa
persona, se la manda a cualquier lado. Qué horizontalidad. La horizontalidad se termina
en un segundo. Y otra forma que también hay de delegación tiene que ver con los actos
más violentos, que gestiona el propio servicio, que son las famosas muertes o el mandar
a lastimar, que en la jerga carcelaria, en el caso de los hombres, se le dice “coche
bomba”, y en el caso de las mujeres, “gato bomba”. Tiene que ver con negociar con una
persona detenida alguna situación límite por la cual la persona detenida acepta a cumplir
esa orden. Pero más allá de esas lecturas, desde nuestro enfoque político y de
investigación, la responsabilidad siempre es de la institución. No hay que focalizar en si
el preso es más o menos violento. La cárcel se tiene que sobrevivir. Y una diferencia que
me parece importante, que se está empezando a dar también en el sistema Federal, es
que en la Provincia hay producción de la degradación.
-¿Qué supone esa práctica?
-Son las condiciones materiales, las condiciones de vida, que en el Federal se dan por
sectores. Pero en la Provincia, en cambio, es una forma de gobierno: producir
permanente degradación. Están en celdas inundadas, con materia fecal, orinando en una
botella, y así viven días y días, con sus colchones mojados, con bichos. Y de la
alimentación, ni hablar. La animalización de los detenidos se da con obscenidad en las
cárceles bonaerenses. Y uno se pone a ver cuánto le sale al Estado cada preso, y se da
cuenta que la degradación no sólo tiene una finalidad política, sino que hay una
propensión a partir de una corrupción de los recursos. Hay apropiación y eso marca una
cuestión más compleja que la asimetría de poder y la voluntad política de producir
sujetos vulnerados y degradados, que ya vienen de afuera y que la cárcel concluye con
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el proceso. A la expansión de la tortura no hay que resumirla en la agresión física,
porque es otro peligro. Constatamos once tipos de torturas. En la provincia de Buenos
Aires, que los presos son extremadamente pobres, detectamos el robo de pertenencias
como un método de tortura. Les roban las cosas. Hemos encontrado gente sin un riñón,
sin la dentadura, y así y todo, para mí, que le roben lo poquito que pueden tener, me
parece un acto de salvajismo.
-Los traslados son también una forma de ejercitar la tortura sobre los detenidos…
-De los presos que trasladan nosotros decimos que tienen una especie de prisión
ambulatoria; se desconoce dónde están. Lo desconoce la familia, hasta lo desconoce él
mismo. Y eso nos remite a una práctica que hay que repensarla en función de otras
épocas: es un preso que no está en ningún lado, hasta que cae en algún momento en
algún lugar. El concepto de traslado siempre tuvo una simbología muy fuerte para todos
nosotros. Los traslados eran la muerte. Y los presos tienen mucho miedo de morir en los
traslados, porque los meten en el camión con gente que desconocen o que a veces son
sus enemigos de la cárcel o fuera de ella. Además, hemos detectado que en ocasiones
los bajan del camión y los someten a simulacros de fusilamiento. Lo ha dicho uno, lo
han dicho dos, lo han dicho en distintos penales distintos presos.
LAS MUJERES EN EL ENCIERRO
-¿La realidad del sistema carcelario masculino se extiende también al de mujeres?
-Hay cosas que son comunes para hombres y mujeres. Pero primero hay que decir que
es cierto que las mujeres son un porcentaje muy menor al de los hombres encarcelados.
Lo cual también hace que uno generalice la cuestión carcelaria en relación a los varones
porque realmente el porcentaje de mujeres no llega al 8 o 9 por ciento de la población.
Hay singularidades, de todos modos. En la mujer hemos detectado menos ejercicio de la
violencia física. Aunque hay casos, y sobre todo cuando las chicas son jóvenes. Para
ellas hay dos prácticas habituales. El ejercicio de alguna violencia física por parte del
servicio penitenciario y el alojamiento en buzones, es decir, en la celda de castigo. Pero
en general, no hay tanta aplicación del golpe físico.
-¿Y cuáles son las formas alternativas y particulares de degradarlas?
-Tienen que ver con el lugar de la mujer en la sociedad. Las requisas vejatorias, la
desnudez, mostrar los genitales, mostrar el ano, mostrar los senos. Hacerlo con sus
hijos, hacerlo en las visitas de sus hijos, hacerlo con sus hijos alojados en las cárceles.
Las mujeres se quejan mucho de la falta de asistencia a sus problemas de salud. Y es ahí
que detectamos que es una práctica deliberada. No existen los exámenes ginecológicos.
Mujeres con hemorragias, con problemas de salud. La mujer tiene una relación con el
cuerpo distinta a la que tiene el hombre y es ahí a donde apuntan. Y después hay
trabajos de dañosidad psicológica muy fuerte. A la mujer se la culpabiliza en el discurso
permanentemente. Se la hace cargo de cómo abandonó a sus hijos, por ejemplo.
Entonces, en las cárceles de mujeres hay una búsqueda del deterioro psíquico. Y en
algunos casos lo logran. En el año 2010, en la cárcel de Ezeiza, en la Unidad 3, hubo
cuatro suicidios, y de alguno podemos dudar, pero hubo cuatro suicidios y tres o cuatro
intentos. Y todas de chicas jóvenes. Eso habla de los quiebres. Y las mujeres, a las
condiciones de los traslados las sufren peor que los hombres en la Provincia. Hay un
sector en el camión que se llama la latita, y en el que sólo podría ir una persona van
entre tres y cuatro mujeres.
SIN SOLUCIÓN

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-El informe del Comité contra la Tortura habla de un sistema carcelario de la
crueldad. La descripción que hiciste no hace más que llenar de contenido esa idea.
Ahora, ¿qué posibilidad concreta hay de gestar transformaciones genuinas en los
contextos de encierro?
-No hay nada que hacer. Porque no es un problema que funciona mal. La cárcel hace su
trabajo correctamente.
-Iñaki Rivera Beiras dice que la cárcel existe gracias a su propio fracaso, no
gracias a su éxito…
-Claro. Y yo lo aclaré hoy cuando di clases. Yo soy pesimista y los pesimistas somos los
que cambiamos la vida. Lo optimistas no. Yo creo que hay que seguir. Pero que se
piense que esto tiene… por qué debería cambiar. Esa es la pregunta. Por qué. Porque no
es que el Estado incumple. Hasta ahora ejerce prácticas concretas de incapacitación, de
neutralización de determinados sujetos. Y esta es una práctica política. La cárcel es una
maquinaria política de producción de subjetividades, de subjetividades degradadas,
precarias y sometidas, a través de la violencia institucional del Estado. Eso es la cárcel.

La violencia. Agarrate Catalina


https://www.youtube.com/watch?v=tUo5wazQyYQ
Vengo de las cabezas soy una banda descontrolada,
hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón.
Son todos unos putos,unos amargos, unos buchones,
llaman a los botones, vinieron todos se quedan dos.
Hoy vas a correr, porque sos cagón,
con el culo roto, porque mando yo.
Voy a salir de caño, ya estoy re duro, estoy re pasado,
como ya estoy jugado me chupa un huevo matarte o no.
Mi vida es un infierno, mi padre es chorro, mi madre es p***,
vos me mandás la yuta y yo te mando para el cajón.
Yo soy el error de la sociedad,
soy el plan perfecto, que ha salido mal.
Vengo del basurero que este sistema dejó al costado,
las leyes del mercado me convirtieron en funcional.
Soy un montón de mie*** brotando de las alcantarillas,
soy una pesadilla de la que no vas a despertar.
Vos me despreciás, vos me buchonéas,
pero fisurado, me necesitás.
Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan,
en la ruleta rusa y yo soy la bala que te tocó.
Cargo con un linaje acumulativo desmisiadora,
y un alma que supura veneno de otra generación.
Yo no sé quien soy, yo no sé quien sos,
el tren del rebaño se descarriló.
Ya escucho las sirenas la policía me está encerrando,
uno me está tirando me dio en la gamba, le di a un botón.
Pasa mi vida entera como un tornado escupiendo sangre,
manga de hijos de p*** me dieron justo en el corazón.

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