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ÍNDICE
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CREER O NO CREER EN DIOS
CONFESIONES
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Quiero terminar con una historia tan real como
enternecedora que sucedió en nuestro Arciprestazgo. Una
mujer de cuarenta años era consciente de que se moría al dar
a luz y mandó ir a buscar al sacerdote que vivía a varios
kilómetros y que sólo podía hacer el camino a caballo. Pues
bien, como sabía que el cura no iba a llegar a tiempo escribió
los pecados en un papel y se los entregó a una vecina para
que se los entregara al cura cuando llegase. Ciertamente ya
había muerto cuando éste llegó. ¡Qué fe tan grande! ¡Qué
amor por el sacramento de la Penitencia!.
VALLE DE LÁGRIMAS
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Si intentamos ponernos en el lugar de quienes padecen
todas estas desgracias, como si nos ocurrieran a nosotros, tal
vez podríamos hacernos una pequeña idea de lo que ese
sufrimiento significa. Pero también nos puede servir de
consuelo en el sentido de que, al compararnos con ellos,
podemos comprobar que con frecuencia nos quejamos de
vicio.
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JUZGAR A TODOS POR LA FALTA DE ALGUNOS
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las personas especialmente consagradas? Que se sepa, lo que
nos hace miembros de la Iglesia no es la ordenación
sacerdotal o la profesión religiosa, sino el Bautismo. Por tanto
no parece justo que un bautizado intente echar balones fuera,
señalando a los demás y no aplicándose a sí mismo lo que
aplica alegremente a los otros. Y si es que ya ha dejado de
ser cristiano por pereza o por abandono de la fe, ¿cómo se
atreve a juzgar a los que, a pesar de sus debilidades, intentan
seguir siendo fieles?
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como esta: “¿por qué la Iglesia no respeta la libertad de las
personas y nos obliga a creer en Jesucristo?”. Como pueden
ver la pregunta ya no necesita respuesta ni comentario.
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acaso en la oración -muy importante también- hecha en
comunidad, junto con otras personas. Pero Jesucristo cuando
nos invita a hacer oración dice que entremos en nuestra
habitación y que allí, en secreto, podemos hablar con Dios y
que Dios nos escucha. Es como una invitación a la intimidad,
a hablar a solas con Él. Por eso aquellas personas que no se
atreven a rezar, ni siquiera a asistir, en lugares públicos no
deberían echar en saco roto esta posibilidad de hablar a solas
con Dios, con sus propias palabras, en el lugar más recóndito.
Por ahí se empieza y por ahí debería terminar la oración de
quienes también rezamos en público.
EL CRISTO DE LA TOLERANCIA
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gitanos”... con mayor razón se puede hablar del “Cristo de la
tolerancia”.
Por eso nos viene muy bien el mirar a Jesús, que nunca
trataba de imponer sus ideas. Invitaba a que le siguieran,
pero nunca coaccionaba a nadie. Cuando terminaba de hablar
solía decir: “el que tenga oídos para oír, que oiga”. Más bien
Él fue víctima de la intolerancia de los sacerdotes, escribas y
fariseos, a quienes criticaba por estar demasiado aferrados a
la letra de la ley. Mientras éstos todo lo arreglaban con el
cumplimiento estricto de las normas, Jesús dice que no ha
sido creado el hombre para la ley, sino la ley para el hombre.
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Y así Jesús “violaba el sábado”, curando enfermos en días en
que la ley lo prohibía; era criticado porque a veces no
cumplían ni él ni sus discípulos las normas del ayuno; aunque
respetaba el templo, lo relativizó (Para orar enciérrate en tu
cuarto, adora a Dios en espíritu y en verdad); consideró
injusta la ley que castigaba a la adúltera, daba más
importancia al amor al prójimo que a ciertas leyes rituales (
Véase la parábola del Buen Samaritano). Cuando algunos de
sus discípulos se celaban de que otros expulsaran demonios
en su nombre, Él les reprendió. Otro tanto ocurrió cuando le
pidieron que mandase fuego del cielo y consumiera a aquellos
que no les quisieron recibir en una aldea de Samaría.
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IMPOTENCIA
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Hay momentos en la vida en los que uno necesita hablar
con alguien, compartir una alegría o una pena, pedir ayuda o
sencillamente buscar que alguien nos escuche. Rezar significa
buscar en Dios ese interlocutor que nos hace falta, esa
persona que nos eche una mano. Y son muchas las veces que
por estos motivos nos acordamos de Dios. La diferencia de
hablar con Dios respecto de hacerlo con otras personas está
en que Dios nos comprende siempre, nos quiere, lo puede
todo, inspira confianza.
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otros viven en ese mismo instante, también ante Dios, que lo
tiene todo presente, una situación dramática y angustiosa. En
este sentido nuestra oración sincera debe llevarnos a ser
solidarios con los que sufren.
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Alguien ha dicho que la oración siempre es útil, incluso
aunque Dios no existiera, porque el que ora de alguna manera
ya se está desahogando, liberando una tensión; y al mismo
tiempo el que pide algo es que tiene la esperanza de
encontrar respuesta y de alguna manera ello le lleva también
a poner algo de su parte para alcanzar la solución. Si,
además, podemos afirmar que Dios es Padre todopoderoso,
nos sobran razones para orar sin desfallecer.
Pocas cosas hay más duras para una madre que ver
cómo asesinan de manera tan cruel a su hijo
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derribando a los poderosos de sus tronos y encumbrando a
los pobres. Dios es el verdaderamente importante y famoso.
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tuvo un gran respeto. Puedo decir, y no porque sea su madre,
que era un muchacho ejemplar.
ENTREVISTA A JESUCRISTO
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con nosotros, en el sagrario de nuestros templos. Cuando
entramos en el templo hemos de tener en cuenta esta
presencia. Podemos hablar, dialogar con él, con la seguridad
de que nos escucha. ¿Será entonces posible escuchar sus
respuestas? Pienso que sí, y por eso me he atrevido a hacer
esta entrevista.
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llegar a casa. Yo no pueblo obligar a nadie a que me visite,
pero sí puedo decir que no me canso de esperarlos.
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LAS GRANDES PREGUNTAS Y SUS RESPUESTAS
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1. Los gozos y las sombras La Iglesia quiere dar luz y
esperanza a la humanidad, no solo a los católicos, sino a
todos los hombres y mujeres del mundo.
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11. Grandeza y miseria de nuestra cultura Cada día que
pasa es más fácil conocer las culturas del pasado así como las
distintas culturas del mundo de hoy.
ALZHEIMER JUVENIL
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Mi buena feligresa y conocida poetisa Carmen Busmayor
ha publicado recientemente un libro sobre la enfermedad del
Azheimer basado en la triste experiencia de su madre, mujer
cordial y extrovertida, que poco a poco fue desconectándose
mentalmente de este mundo hasta perder totalmente la
memoria.
-Desconocen el pasado
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-Se olvidan fácilmente los compromisos adquiridos.
Muchos niños una vez que hacen la primera comunión, ya se
olvidan de Jesús y no vuelven a pasar por la Iglesia. Otro
tanto ocurre con los que se confirman, que una vez
confirmados caen en aquello de "si te he visto no me
acuerdo". Digamos otro tanto del matrimonio. "Ya no te
quiero" le dice la mujer al marido, o viceversa. Han perdido la
memoria de cuando prometieron que serían fieles en las
alegrías y en las penas, todos los días de su vida,
convirtiéndose en objetos de usar y tirar.
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Tal vez muchos se pregunten a qué viene todo ésto. Por
una parte se trata de advertir sobre la existencia de un mal
que afecta a mucha gente que aún no es anciana. Y por otra,
de subrayar la importancia de luchar contra ella.
Por eso los griegos, que eran muy listos empleaban tres
palabras diferentes para hablar del amor: eros, filos y agape.
Y pensamos que para que el amor matrimonial sea perfecto
deben estar presentes las tres modalidades.
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En el primer caso con la palabra eros se hace referencia
al amor físico, a la atracción corporal. No deja de ser algo
imprescindible como motor de arranque. Si no existiera esta
dimensión del amor, el matrimonio se haría muy poco
apetecible y un poco cuesta arriba. Pero evidentemente esto
no lo es todo e incluso a veces resulta muy engañoso, de tal
manera que si sólo existe este tipo de amor, una vez que se
acaba esta emoción parece que se acaba todo.
Pero hay una tercera palabra para hablar del amor que
no podemos olvidar de ninguna manera y que en griego se
dice ágape y traducido al castellano caridad. Quizá alguien
pueda pensar que caridad es solamente algo así como dar una
limosna o compadecerse del necesitado y que tiene poco que
ver con el amor de pareja. Pero la verdadera muerte del amor
matrimonial es cuando desaparece la caridad con el otro
miembro de la pareja; cuando uno ya no es capaz de amar
sin esperar nada a cambio, cuando uno no es capaz de
perdonar, de entregarse, de sufrir por la otra persona. Es el
verdadero amor cristiano, como diría San Pablo, semejante al
que Cristo siente por su Iglesia hasta dar la vida por ella. Por
cierto que aquí no puede uno dejarse llevar simplemente por
un impulso instintivo, sino por un acto de voluntad, solo
posible en la medida en que exista calidad humana y
espiritual en la persona.
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para fortalecer este amor. Como aperitivo transcribimos algún
versículo:
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