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Alfonso Abraham Villa Figueroa

Textos filosóficos VI

Ensayo final

LA IMAGINACIÓN TRASCENDENTAL Y SU IMPORTANCIA PARA LA SÍNTESIS DEL

ENTENDIMIENTO EN LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

INTRODUCCIÓN

La Crítica de la razón pura es un proyecto monumental cuyo propósito es definir claramente los

límites del entendimiento. Para alcanzar dicho objetivo, Kant hizo una rigurosa descripción de las

todas las facultades que entran en el proceso de la producción de conocimiento. Cada una

desempeña un papel singular y fundamental. La organización de todas ellas permite la formulación

de juicios sintéticos a priori. El propósito de este ensayo es delimitar la función de una facultad en

particular, la imaginación, y describir su papel dentro de la producción del conocimiento. Con ello,

se tiene como objetivo presentar al lector una exposición general del papel de la imaginación en la

producción del conocimiento, a la vez que se intenta contribuir, con una mínima parte, a la

comprensión cabal de la Crítica de la razón pura. Así pues, la pregunta que guía esta investigación

es la siguiente: ¿cuál es el papel que desempeña la imaginación en la producción del conocimiento,

según lo expone Kant en la Crítica de la razón pura?

Las hipótesis a demostrar son las siguientes: 1) la imaginación lleva a cabo una síntesis entre

las categorías y la intuición mediante la aplicación de esquemas trascendentales; 2) la imaginación,

mediante los esquemas trascendentales, otorga contenido a las representaciones de los conceptos del

entendimiento; y 3) la imaginación posibilita los juicios sintéticos a priori.

LA SENSIBILIDAD COMO INTUICIÓN DE LO DIVERSO

Kant define las intuiciones de la siguiente manera:


1
Sean cuales sean el modo o los medios con que un conocimiento se refiera a objetos, la intuición es

el modo por medio del cual el conocimiento se refiere inmediatamente a dichos objetos y es aquello

a que apunta todo pensamiento en cuanto medio.1

La intuición corresponde a la objetividad del conocimiento, pues es el caso que éste se refiere

siempre a un objeto y dicho objeto es siempre la intuición. Con esta definición, Kant se asegura de

que todo conocimiento, en la medida en que se refiere a objetos, debe referirse a algo dado en la

intuición. No hay conocimiento de objetos que no entren en el dominio de lo que puede ser intuido.

Ello es de especial importancia porque unas líneas más adelante, Kant señala que: “Tal intuición

únicamente tiene lugar en la medida en que el objeto nos es dado”.2 Entonces, el conocimiento sólo

se ocupa de cosas que están al alcance de la receptividad humana, cuya faculta de la sensibilidad es

definida de la siguiente forma:

La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos, se llama

sensibilidad. Los objetos nos vienen, pues dados mediante la sensibilidad y ella es la única que nos

suministra intuiciones.3

Sin embargo, la mera sensibilidad es sólo el primer paso en la obtención de conocimiento. El

problema de las intuiciones es que por sí mismas no contienen una forma que nos permita darles

sentido: “Las sensaciones sólo pueden ser ordenadas y dispuestas en cierta forma en algo que no

puede ser, a su vez, una sensación”.4 Ello se explica por el carácter particular de las intuiciones, las

cuales aparecen sin una disposición determinada a la receptividad. Y es que si queremos ordenar y

clasificar las intuiciones, no podemos basarnos en la particularidad, sino que debemos hablar de la

1 Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, A19


2 Idem.
3 Idem.

4 Ibid., A20.

2
forma general de las intuiciones. Así pues, las intuiciones y la sensibilidad por sí mismas no nos

permiten disponer de conceptos generales. Pero también sucede lo contrario, los conceptos

generales no pueden darse en la sensibilidad, pues si tal fuera el caso y hubiera intuiciones de

conceptos generales, éstas serían particulares y el concepto sería particular, no general.5 El

problema de la sensibilidad es que, puesto que sus insumos siempre son particulares, no puede

proveer de una forma que de unidad a lo diverso.

EL PROBLEMA DE LA APLICACIÓN DE LAS CATEGORÍAS A LAS INTUICIONES

SENSIBLES

Para que el entendimiento sea capaz de unificar las intuiciones por medio de formas que den lugar a

conceptos generales, necesita escabullirse del registro sensible, pues éste sólo puede proveer de

intuiciones particulares:

Por el contrario, la forma del fenómeno debe estar completamente a priori dispuesta para el

conjunto de las sensaciones en el psiquismo y debe, por ello mismo, ser susceptible de una

consideración independiente de la sensación.6

Las formas puras que sirven para ordenar los fenómenos son llamadas por Kant categorías. El

conocimiento nace de la unidad de las categorías con las intuiciones, por lo que ambas desempeñan

un papel indispensable en la producción del conocimiento, al grado de que es igualmente ridículo

que los conceptos generales tengan valor epistemológico si no hay intuiciones que puedan ordenar:

5 Cfr. Robert Greenberg, Kant’s Theory of A Priori Knowledge, p. 38.


6 Kant, op. cit., A20.
3
Por tanto, tampoco las categorías nos proporcionan conocimiento de las cosas a través de la

intuición pura sino gracias a su posible aplicación a la intuición empírica, es decir, sólo sirven ante la

posibilidad de un conocimiento empírico. Este conocimiento recibe el nombre de experiencia.7

Añadir categorías no resuelve el problema del conocimiento si éstas se disocian de la intuición, por

lo que es necesario dar una explicación a la forma en que la intuición y las categorías se relacionan

para dar lugar a la experiencia. Puesto en otras palabras, es necesario demostrar cómo es que la

experiencia no sólo contiene intuiciones particulares y desordenadas, sino que ella misma implica

ya la presentación de las intuiciones bajo la forma de una categoría.8

El principal problema que se interpone en una explicación adecuada de la participación de

las categorías en la experiencia es que la sensibilidad excluye por sí misma a toda forma general,

mientras que las categorías, puesto que son a priori, no pueden contemplan un lugar para lo

particular:

Queda clara la necesidad de un tercer término que sea homogéneo con la categoría, por una parte, y
con el fenómeno, por otra, un término que haga posible aplicar la primera al segundo. Esta
representación mediadora tiene que ser pura (libre de todo elemento empírico), y a pesar de ello,
debe ser intelectual, por un lado, y sensible, por otro. Tal representación es el esquema
trascendental.9

Puesto que el entendimiento provee categorías y la sensibilidad, intuiciones, ninguna de estas

facultades es apta para producir el tipo de representaciones mediadoras. Aquí es donde la facultad

de la imaginación entra en escena, pero antes de tratarla en particular, hay que explicar el concepto

de ‘esquema trascendental’.

EL ESQUEMATISMO TRASCENDENTAL

7 Ibid., B147.
8 Cfr. Paul Guyer, Kant, p. 94.
9 Kant, op. cit., A138.

4
El conflicto entre las categorías y entre las intuiciones se resuelve si aceptamos que hay ciertas

formas puras de intuición que determinan la presentación de las intuiciones para la consciencia y

posibilitan que ésta aplique sus categorías para producir conceptos generales. La filosofía

trascendental de Kant acepta dicho supuesto porque es la única manera en que los conceptos pasan

de ser meras formas lógicas a ser conceptos objetivos —es decir, que se refieren a un objeto:

La filosofía trascendental debe, más bien, exponer, a la vez (utilizando características generales, pero

suficientes), las condiciones bajo las cuales pueden darse objetos concordantes con tales conceptos.

De los contrario, éstos carecerían de todo contenido y, consiguientemente, serían meras formas

lógicas, no conceptos puros del entendimiento.10

Una vez supuestas las formas de la intuición pura, el próximo paso es determinar cuales son las

condiciones en que las formas puras de la intuición se relacionan con las categorías. Las formas

puras de la intuición, que son el espacio y el tiempo, se relacionan con las categorías de manera que

dan a éstas contenido, pues hacen que, por ejemplo, la categoría de ‘substancia’ ya no sea

simplemente una abstracción que refiere a la idea abstracta y general de esencia, sino que ahora

denota un objeto en particular que persiste en ciertas coordenadas espacio-temporales.11 Kant dice

al respecto:

Hemos visto, por fin, que los conceptos puros a priori deben contener a priori, aparte de la función

realizada por el entendimiento en la categoría, condiciones formales de la sensibilidad (sobre todo,

del sentido interno) que incluyan la condición universal sin la cual no podemos aplicar la categoría a

ningún objeto. Llamaremos a esa condición formal y pura de la sensibilidad, a la que se halla

restringido el uso de los conceptos del entendimiento, esquema de esos conceptos y denominaremos

10 Ibid., A136.
11 Cfr. Julian Wuerth, “The Paralogisms of Pure Reason”, p. 218.
5
esquematismo del entendimiento puro al procedimiento seguido por el entendimiento con tales

esquemas.12

El esquematismo es lo que hace el entendimiento con las formas puras de la intuición para dar lugar

a conceptos. En otras palabras, es la aplicación de las funciones de las categorías a las formas de la

intuición.

Los esquemas dan lugar a representaciones que hacen referencia a intuiciones al mismo

tiempo que aplican las funciones de las categorías, lo cual tiene como resultado la aparición de

conceptos generales. Dichos conceptos no se refieren a una cosa en particular, sino a la forma de esa

clase de cosas. Por ejemplo, la intuición de un árbol siempre es una intuición particular, por lo que

se refiere a un árbol en particular. Por medio del esquematismo, el entendimiento relaciona la

categoría de substancia con los particulares espacio-temporales de las intuiciones de árboles, lo que

produce un concepto general de los árboles cuyas representaciones no coinciden con ninguna

representación particular dada por la sensibilidad y tampoco es una forma lógica general.

Kant hace señala una importante diferencia entre la imagen y el esquema. Si la imagen es

simplemente una representación cuyo contenido es tomado de una intuición producto de la

sensibilidad, tal representación remite a la sensibilidad y no es un esquema. Si, por el contrario, la

imagen que se da la conciencia para representar un concepto no tiene su origen en la intuición sino

en el concepto mismo, el procedimiento que da lugar a dicha representación es el esquema de dicho

concepto.13 Así pues, el esquema es lo que permite que la conciencia se presente a sí misma

imágenes de conceptos sin que la intuición determine el contenido de tales imágenes.

Lo que no queda claro todavía es de dónde proviene la representación proveída por los

esquemas. En la medida en que dicha representación no se tiene origen en la intuición, la

sensibilidad queda descartada. En entendimiento, por su parte, provee formas lógicas que no tienen

12 Kant, op. cit., B179-A140.


13 Cfr ibid., B180.
6
una representación particular, pues son mas bien reglas que determinan la generalidad abstracta. Las

representaciones de los conceptos generales son particulares en la medida en que se refieren a un

tipo singular de cosa y son generales en la medida en que se refieren a las forma en que una cosa se

da en la intuición. Ni el entendimiento ni la sensibilidad pueden proveer a la razón de esquemas.

Ello es tarea de la imaginación.

LA IMAGINACIÓN TRASCENDENTAL

Para Kant, la imaginación es:

[…] la facultad de representar un objeto en la intuición incluso cuando éste no se halla presente.

Ahora bien, teniendo en cuenta que toda intuición nuestra es sensible, la imaginación, debido a

nuestra condición subjetiva, sin la cual no podría suministrarse a los conceptos del entendimiento la

intuición correspondiente, pertenece a la sensibilidad. No obstante, en la medida en que su síntesis es

una acción de la espontaneidad (no es meramente determinable, a la manera del sentido, sino

determinante y puede, por tanto, determinar a priori el sentido con respecto a la forma de éste y de

acuerdo con la unidad de la apercepción), la imaginación es una facultad que determina a priori la

sensibilidad; la síntesis de las intuiciones efectuada por esa facultad tiene que ser una síntesis

trascendental de la imaginación de acuerdo con las categorías.14

La intuición libera a la subjetividad de la influencia de lo sensible y le permite, por medio de la

espontaneidad, determinar el contenido de representaciones que tienen su origen en formas a priori

de la intuición y en las categorías. Ello implica que las representaciones psicológicas de la

imaginación son producidas por la imaginación, pero tampoco hay que confundir dichas

representaciones con la imaginación misma. El esquema es a priori y, por lo tanto, distinto a

cualquier contenido psicológico determinable en la temporalidad del sentido interno. La

imaginación, que es la capacidad de producir dichas representaciones, es entonces trascendental,

14 Ibid., B151-152.
7
pues no desempeña un papel en la formación de hecho de las representaciones de los conceptos

generales, sino que delimita las condiciones de posibilidad de éstas. Debido a ello, la síntesis que la

imaginación lleva a cabo entre las categorías y las intuiciones no es psicológica, sino que responde

únicamente a los propósitos del entendimiento trascendental en general.

Puesto que la síntesis que lleva a cabo la imaginación trascendental permite producir

conceptos generales, ella desempeña un papel fundamental en el proceso del conocimiento. Sin

embargo, los esquemas de tales conceptos no pueden ser descritos, pues no hay algo semejante a

una forma pura del esquematismo que pudiera determinar características generales para los mismos.

Así, el mayor problema con la teoría del esquematismo de Kant es que parece imposible dar una

explicación detallada de el funcionamiento a priori del esquema de los conceptos generales.15

Puesto que la síntesis entre las categorías y las formas puras de la intuición sucede en el esquema, la

falta de descripción de éste implica la imposibilidad de descripción de la síntesis en general. Al

respecto Kant efectivamente señala:

El esquema de un concepto del entendimiento puro, por el contrario no puede ser llevado a imagen

ninguna. Es simplemente la síntesis pura, conforme a un regla de unidad conceptual —expresada por

la categoría— y constituye un producto trascendental de la imaginación, producto que concierne a la

determinación del sentido interno en general (de acuerdo con las condiciones de la forma de éste, el

tiempo) en la relación con todas las representaciones, en la medida en que éstas tienen que hallarse

ligadas a priori en un concepto, conforme a la unidad de la apercepción.16

Si el esquema es síntesis pura, se encuentra disociado de todo tipo de saber conceptual, pues los

conceptos son producto de la síntesis y no síntesis ellos mismos, ya que en ellos hay una unidad de

lo diverso y lo general. El esquema sería entonces simplemente dicha unidad, la cual es necesaria

15 Gary Banham, Kant’s Trascendental Imagination, p. 161.


16 Kant, op. cit., A142.
8
para que haya conceptos, pero no puede ser ella misma concepto porque entonces tal concepto

tendría como objeto algo que no es una intuición —pues los esquemas son dispuestos por una

facultad distinta a la sensibilidad. El resultado de ello es que los esquemas no pueden ser descritos o

definidos. La pregunta que hay que hacerse en este caso es si ello representa un error, falta o

insuficiencia del sistema de Kant.

La pregunta inicial de la Crítica de la razón pura es si son posibles los juicios sintéticos a

priori. Definir dicha posibilidad implica, en principio, dar cuenta de la forma en que tales juicios

suceden y cómo se justifican. La síntesis trascendental de la imaginación da cuenta de los juicios

sintéticos a priori porque señala la posibilidad de la síntesis sin que ésta se lleva a cabo a partir de

una intuición. Dicha síntesis se basa en la presentación en de formas de intuición a priori que

determinan las formas de toda intuición y adquieren unidad gracias a la apercepción, que Kant

define en estos términos:

Toda la diversidad de la intuición guarda, pues, una necesaria relación con el Yo pienso en el mismo

sujeto en que se halla tal diversidad. Pero esa representación es un acto de espontaneidad, es decir,

no puede ser considerada perteneciente a la sensibilidad. La llamo apercepción pura para distinguirla

de la empírica, o también apercepción originaria, ya que es una autoconsciencia que, al dar lugar a

la representación Yo pienso (que ha de poder acompañar a todas las demás y que es la misma en cada

consciencia), no puede estar acompañada por ninguna otra representación.17

Son ciertas formas de continuidad temporal en las representaciones sensibles que, por medio de

dicha continuidad, se unifican y se objetivizan, y permiten relacionarlas con las formas de la

intuición a priori. Lo cual a su vez provee a los esquemas de formas de intuición que luego elevar a

conceptos generales por medio de la aplicación de las categorías. Así pues, si se acepta la

apercepción trascendental, hay que aceptar que la objetividad como tal —que no las intuiciones—

17 Ibid., B132.
9
es proveída por el entendimiento y no por la imaginación, por lo que todos los productos de la

imaginación serían ajenos a toda forma de objetividad.

Es posible pensar objeciones a la afirmación de Kant según la cual toda percepción está

ligada a una representación del Yo pienso. Piénsese por ejemplo, en la objeción de Russell a

Descartes según la cual lo más que se podría decir en ese caso es que Algo piensa, no

necesariamente el yo. Entonces habría que replantear todo el argumento de Kant sobre la

posibilidad de la unidad trascendental de las intuiciones y, con ello, la veracidad de todo el sistema.

Pero eso no nos incumbe aquí. Lo que habría que preguntarnos para determinar si es valido que

Kant afirme que los esquemas no tienen descripción es si la imaginación no posee cierto grado de

objetividad, es decir, hay que preguntar si la imaginación no implica a la objetividad en sí misma.

Pues si tal es el caso, la imaginación podría acceder a cierta forma de objetividad sobre la cual

aplicar los mismos procedimientos que aplica el entendimiento y, así, producir conceptos. El

problema es que, a diferencia de lo que sucede con el entendimiento, la imaginación no puede

disponer de una representación que otorgue unidad trascendental aa todos sus esquemas, como sí

hace el entendimiento con la apercepción pura. Sin dicha unidad, es imposible extraer formas de

esquema a priori que asociar con las categorías. Por ello, no resulta absurdo postular que los

esquemas carecen de conceptos ellos mismo y, por lo tanto, son indescriptibles.

CONCLUSIÓN

Podemos afirmar que se han probado las tres hipótesis. Pues, efectivamente, 1) la imaginación lleva

a cabo la producción de esquemas, los cuales son una asociación entre las categorías y las formas de

intuición producto de la unidad trascendental y permiten producir conceptos generales, que son una

síntesis entre la intuición y las categorías; además, 2) el contenido de dichos conceptos generales es

determinado por la imaginación, pues ésta hace que el contenido de las representaciones de los

conceptos generales sea determinado por el concepto mismo y no por la intuición sensible; y, por
10
último, 3) al llevar a cabo en los esquemas la síntesis de las categorías y la intuición, la imaginación

posibilita los juicios sintéticos a priori, cuyo fundamento es justamente la posibilidad de que haya

una síntesis de los diverso fundada en un ámbito ajeno al de la intuición.

BIBLIOGRAFÍA

Banham, Gary, Kant’s Trascendental Imagination, London, Palgrave McMillan, 2005.

Greenberg, Robert, Kant’s Theory of A Priori Knowledge, Pennsylvania, University Press,

2001.

Guyer, Paul, Kant, New York, Routledge, 2014.

Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, trad. Pedro Ribas, Madrid, Gredos, 2010.

Wuerth, Julian, “The Paralogisms of Pure Reason”, en P. Guyer (ed.), The Cambridge

Companion to Kant’s Critique of Pure Reason, USA, Cambridge University Press, 2010, pp.

210-244.

11

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