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Introducción
Los siete locos ha sido citada a menudo como la novela que inaugura la literatura moderna en
Argentina. Escrita por Roberto Arlt (1900 – 1942) cuando contaba apenas 28 años, es la
primera novela argentina (y de las primeras en castellano) que muestran al sujeto urbano como
un ser enajenado. En un país y una ciudad que se soñaba y se sentía en plena expansión, aun
con los avatares políticos de entonces (crisis del 29, auge del fascismo y el nacionalismo), la
novela de Arlt estaba casi obligada a pasar desapercibida. Era demasiado incómoda, demasiado
realista y a la vez demasiado delirante. Pero es justamente esa doble condición lo que le
terminó otorgando su carácter de texto visionario.
Según Ricardo Piglia, Los siete locos mezcla dos novelas: por un lado, la novela de
Erdosain, que sería “el relato de la queja, el relato del intento de pasar al otro lado, zafarse de la
opacidad de la vida cotidiana”; mientras que la novela del Astrólogo “trabaja sobre los mundos
posibles, sobre la posibilidad que tiene la ficción de transmutar la realidad” (Piglia, 1986). En
realidad, y aunque el Astrólogo sea el único que intenta llevarlo a la práctica con un plan y un
método, todos los personajes se preguntan lo mismo a cada rato: ¿Cómo trabaja la ficción
sobre la realidad? Ya Erdosain al principio de la novela, cuando camina por el centro, se dedica
a fantasear con las vidas de la casas de los ricos, o imagina que una doncella lo manda llamar; o
Hipólita, que mientras trabajaba de sirvienta se imaginaba una vida de esposa de un hombre
que la valorara y la consintiera. Siempre siguiendo a Piglia, podríamos decir que se trata de un
“quijotismo negativo”, ya que la lectura y la consecuente locura no lleva al altruismo sino a la
perdición, a la destrucción, a la transgresión. Aunque no hay una reivindicación de la locura
como tal, sí hay una defensa (que es a la vez una crítica) de la capacidad del discurso de ficción
para interpretar y manipular la realidad, que en el caso concreto de Arlt, está fuertemente
vinculado a las ideas industrialistas y capitalistas (el dinero es una obsesión constante en su
obra).
La propuesta de lectura que hacemos, entonces, consiste en intentar ver de qué manera
el Astrólogo utiliza la locura como discurso para cambiar la realidad, a través de la ficción.
La locura en Arlt. La esquizofrenia como trastorno de la modernidad.
Con su segunda novela, Arlt inaugura definitivamente el período de madurez de su obra. Si El
juguete rabioso (1926) es en lo esencial una novela de aprendizaje, una suerte de picaresca porteña
con algunas líneas que ya anticipan lo que vendrá, es a partir del díptico Los siete locos /Los
lanzallamas (1929 – 1931) que crea su mundo y sus personajes emblemáticos: seres enajenados
por un espacio urbano que los expulsa y los niega, que hace ostentación de riqueza y
prosperidad pero sólo para unos pocos. Frente a esa angustia existencial, Arlt propone la
locura como respuesta. En efecto, haciendo un sucinto recorrido por un puñado de textos (“El
traje del fantasma”, cuento de El jorobadito; Saverio el cruel, obra de teatro) es posible rastrear
cómo Arlt ensaya variaciones en torno a la locura, pero manteniendo ciertas recurrencias: la
locura como respuesta al absurdo o la enajenación del mundo, y la locura como posibilidad de
mimetizarse, influir o reemplazar a lo real. Este concepto de origen cervantino fue muy
recurrido y elogiado en nuestra literatura por Borges, pero es notable que cuando éste se
encontraba escribiendo ensayos que después repudiaría, Arlt ya utilizaba la misma idea en
novelas, sólo que lo hace de forma desmesurada, muy alejada del altruismo de Alonso Quijano
o la fascinación por los límites entre ficción y realidad que caracterizó al autor de Inquisiciones.
En el caso de la novela que nos ocupa, el acento está puesto fuertemente en una idea
muy en boga entre las corrientes artísticas e intelectuales de la época: la ciudad como espacio
alienante y deshumanizador, subrayando su carácter inhumano a través de imágenes y
descripciones industrialistas. Esta alienación o escisión del ser humano que empieza a
expresarse en las artes, también tiene su correlato en el campo de la psiquiatría y la psicología,
no sólo por la revolución que significó la enunciación de la teoría psicoanalítica de Sigmund
Freud, sino por los avances que se hacen en torno al estudio de la esquizofrenia (Novella y
Huertas, 2010). Según Novella y Huertas, la esquizofrenia es un trastorno que ha sido
caracterizado en el transcurso del siglo pasado de diferentes formas en busca de un diagnóstico
que permita identificarla de manera terminante, algo que todavía no se ha logrado; sin
embargo, dos rasgos distintivos de la esquizofrenia son una profunda psicología interna (es
decir, una intensa reflexión sobre sí mismo) y una percepción fragmentada del mundo externo y
del propio ser. Esta percepción distorsionada de la realidad, que a grandes rasgos podríamos
definir, por un lado, como hipersensible, y al mismo tiempo, como una visión distorsionada, en
la obra de Arlt no aparece tal cual. Excepto tal vez el personaje de Ergueta, ningún personaje
presenta una escisión tal de la realidad al punto de alucinar o confundir la fantasía con la
realidad, más bien, se trata de lo contrario, de esa tensión entre los sueños y una realidad que
los repele, los expulsa, los aliena. En Erdosain, este rechazo por la realidad parece oscilar entre
ideales de pureza casi platónicos y fantasías de perversión y ruindad que delatan, sino un
sadismo, una cierta perversión (al principio de la novela, fantasea con casarse con una joven
rica con la que no tendría contacto físico de ningún tipo, para después pasar a fantasear con ser
un proxeneta). La locura del Astrólogo, en cambio, está más vinculada a un elemento
conspirativo y nihilista, y es por eso el único personaje dispuesto a llevar a cabo sus ideas de
destruir la sociedad occidental y construir una nueva civilización, como veremos a
continuación.
Conclusión
Los siete locos es una novela que, como sostiene Piglia, se pregunta todo el tiempo por el poder
de la ficción para incidir en la realidad (Piglia, 1986). Dentro de esta tradición cervantina, la
obra de Arlt le agrega por primera vez en la literatura castellana un componente conspiracional
y de rechazo frontal a una sociedad que se busca no cambiar, sino destruir por completo. Ya
no estamos ante una locura noble o altruista, sino que se trata de una locura fermentada por un
sentimiento de marginación, de sentirse un alienado tanto de la ciudad como del propio ser,
una locura violenta que empuja a la destrucción de todas las estructuras, construyendo otras a
partir de discursos de ficción.
Bibliografía
- Arlt, Roberto, Los siete locos, Buenos Aires, Losada, 1985.
- Novella, Enric J., y Huertas Rafael, “El síndrome de Kraepelin-Bleuler-
Schneider y la Conciencia Moderna: Una Aproximación a la Historia de la
Esquizofrenia”, en Clínica y Salud, vol. 21, núm. 3, 2010, pp. 205-219.
- Piglia, Ricardo, Crítica y ficción, Anagrama, Barcelona, 2001.
- Saítta, Sylvia, “Vientos de conspiración en Los siete locos. Los lanzallamas de
Roberto Arlt”. Cervantes virtual.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vientos-de-conspiracion-en-los-
siete-locos-los-lanzallamas/html/0eb1c9e7-e569-482a-b24d-
a71db09954d9_4.html