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XIII.

Juicios éticos y estructura social

1. Motivos, intenciones y actos hacen referencia al carácter y al bienestar de se-


res vivos, no a la calidad y los usos de los obje-
En los dos últimos capítulos tratamos de tos inanimados. Sin embargo, la manera en que
descubrir el significado de dos palabras claves en un hombre trata a sus herramientas revela su ca-
ética: "correcto" y "bueno". Notamos una seme- rácter tanto como lo revela la manera en que tra-
janza fundamental en las nociones que estas pa- ta a sus semejantes, aunque los rasgos revelados
labras transmiten; ambas se refieren no a una en su trato con éstos parecen tener una mayor im-
cualidad que podríamos descubrir en un acto o portancia moral. Nuestro bienestar y nuestra feli-
una cosa que estuviera sola en el espacio infini- cidad ciertamente dependen en algún grado de la
to, sino a sus relaciones con un todo mayor. "Co- calidad de los instrumentos que hacemos y de
rrecto" y "bueno" son adjetivos que designan el cómo los empleamos, aunque no tanto como del
ajuste armónico con un contexto. En general, temperamento de nuestras mentes. Aunque algu-
aplicamos "bueno" a entidades que se acoplan nos de los enunciados en los que usamos los tér-
armónicamente a sus alrededores, así como a los minos "correcto" y "bueno", o sus opuestos, pa-
fines de la acción; mientras que "correcto" está recen más pertinentes al esfuerzo moral que
reservado a pensamientos y actos que conducen otros, todos estos enunciados son en algún grado
a fines aprobados. Sin embargo, en el habla coti- pertinentes a la moral; y casi es imposible trazar
diana no se mantiene rigurosamente esta distin- una clara frontera entre los usos éticos y no éti-
ción, pues a menudo hablamos de un "buen acto" cos de estas palabras. Si nosotros y nuestro mun-
o de un "fin correcto"; y siempre que designa- do estuviéramos constituidos de forma tal que
mos una acción como correcta o incorrecta, o cada acto fuera en sí mismo una expresión ade-
una entidad como buena o mala, estamos hacien- cuada del motivo que lo produjo y un medio efi-
do un juicio ético. ciente para alcanzar un fin deseado, sin duda rea-
Podría objetarse que no toda afirmación de lizaríamos un único juicio sobre los aspectos in-
que algo es correcto o incorrecto, bueno o malo, terno y externo de la conducta, sin molestamos
es un juicio ético, sino sólo cierta clase de estos por distinguir los elementos que la componen.
enunciados. Decir que una persona es buena cier- Pero en la inmensa complejidad de la vida, tal
tamente es hacer un juicio moral, pero afirmar modo sumario de juzgar no sólo sería frecuente-
que un alimento o una herramienta es buena no mente injusto para nuestros vecinos, sino que no
pareciera tener pertinencia moral. Similarmente, podría entrenar adecuadamente nuestra discrimi-
decir que el tratamiento que alguien le dé a su hi- nación moral. A menudo pasa que un motivo dig-
jo o a su caballo es correcto, parece ser un enun- no de alabanza conduce a un resultado lamenta-
ciado de tipo diferente a decir que la manera en ble, ya sea por haber elegido pobremente los me-
que alguien maneja sus herramientas es correcta. dios o por desarrollos imprevisibles; e inversa-
Se mantiene comúnmente que los juicios éticos mente, ocasionalmente sucede que un motivo

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVIII (95-96), 193-208,2000


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despreciable tenga un resultado feliz. Para poder nar el intento de rastrear las consecuencias de
evaluar con justicia, no sólo es necesario distin- nuestro acto hasta sus últimos y quizá infinita-
guir entre el motivo del acto y el acto mismo, si- mente remotos límites; y los mejores de entre no-
no que es conveniente analizar el motivo y la in- sotros no podemos sino esperar que nuestras ac-
tención en el preludio subjetivo de la acción. ciones más cuidadosamente pensadas produci-
El motivo es, en el sentido más estricto, el rán, en conjunto, mayor bien que mal en el mun-
impulso psíquico o la fuente de la acción, tal co- do. ASl, en la práctica, de todas las consecuencias
mo el apetito, la avaricia, la generosidad, la com- del acto cuya realización contemplamos, debe-
pasión, la curiosidad, o la vengatividad, las cua- mos separar esa pequeña parte que más o menos
les ponen en movimiento al agente tras ganar el podemos prever, y fijar en ella nuestro análisis
control sobre su mente, haciéndose en ese mo- mientras decidimos si debemos o no seguir el
mento su voluntad. En toda actividad deliberada, curso de acción en cuestión. Quienes escriben so-
este impulso psíquico se da en íntima asociación bre ética llaman "intención" al conjunto de con-
con una idea definida que corresponde a él y pro- secuencias previstas de una decisión, la cual
mete su cumplimiento; por ejemplo, cuando es- siempre incluirá el objetivo, y frecuentemente
tamos hambrientos a veces nos imaginamos sen- mucho más que eso.
tados a comer en cierto lugar y tiempo. Esta Si el mundo estuviera ordenado de forma
atracción sobre la que se fija la mente es común- tal que aislando nuestro objetivo de su contexto
mente llamada el motivo de un acto, pero sólo es pudiéramos hacerlo equivalente con nuestra in-
un aspecto del motivo, el cual, por razones de tención, nos sería mucho más fácil llevar vidas
claridad, llamaremos el "objetivo". El motivo to- buenas y felices. Pero no rara vez pasa que un ob-
tal, o preludio interior de la acción, consiste así jetivo recomendable es inseparable de una inten-
de: 1, el impulso psíquico o fuente de la acción, ción malvada; como, por ejemplo, cuando un in-
que es afectivo y no conceptual; y 2, el objetivo, vestigador cuya meta es descubrir cómo curar
que es la imagen mental de la actividad que cum- cierta enfermedad que aflige a sus semejantes,
plirá o satisfará el impulso psíquico. Podemos planea experimentos diabólicamente crueles con
hacer notar que algunas veces el objetivo des- animales como el único medio que puede imagi-
pierta el impulso, mientras que otras es el impul- nar para realizar su propósito. Incluso los crimi-
so el que suscita el objetivo. Contemplar un teso- nales persiguen a veces objetivos que no son en
ro desprotegido, y saber que podemos ganar po- sí mismos malvados. El objetivo del bandido que
sesión de él, puede incitar un impulso de codicia roba un banco es igual al del banquero mismo:
en una mente que sólo un momento antes estaba adquirir riqueza; pero dado que él prevé que sólo
libre de esta afección. Como ejemplo de una podría lograrlo mediante la violencia, y despo-
fuente de acción produciendo un objetivo, pode- jando a otras personas de sus bienes, y quizá ma-
mos tomar el caso familiar del hambre, cuando tando a un cajero o a un guarda, todo esto es par-
nos produce visiones de alimentos, o el del odio te de su intención; de modo que al decidir robar
cuando nos hace pensar que le hacemos daño a el banco se hace responsable de estos resultados,
nuestro enemigo. incluso si gustosamente prefiriera evitarlos para
Pero este fin contemplado de la acción casi obtener el dinero apetecido.
nunca ocurre aislado. Frecuentemente es parte Aunque para convertirse en objetivo un ac-
del complejo mayor de consecuencias previstas to imaginado siempre debe ejercer una atracción
de una acción; y estas esperadas consecuencias positiva sobre la mente, la intención muy fre-
se convierten en efectos imprevisibles, algunos cuentemente contiene elementos adicionales que
de los cuales -si hacemos un esfuerzo mayor- la repelen, o que disminuyen la ansiedad por rea-
podemos rastrear un poco más, pero que siempre lizar el acto contemplado. A menudo, estos as-
fluyen sin cesar hacia regiones distantes, adonde pectos repelentes o disuasivos son tan fuertes
la mente humana lucha en vano por llegar. Para que inhiben nuestra entrega a un objetivo que
poder actuar, tarde o temprano debemos abando- nos atrae con fuerza. Nos hacemos seres morales
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justo en la medida en que le damos su debido pe- queñas transgresiones infantiles, y pedirles que
so a los aspectos moralmente indeseables de al- juzgaran la relativa culpabilidad de los persona-
gún curso de acción cuyo objetivo nos atrae fuer- jes principales. Encontró que los niños más jóve-
temente. Pero este retrato tiene un lado contrario: nes que pudo interrogar, de seis o siete años de
la sensibilidad hacia los efectos colaterales y re- edad, tendían a darle mayor importancia a los re-
motos de cada curso de acción puede disuadimos sultados externos de un acto que a su motivación
de llevar a cabo algún deber que tenemos toda la o intención. Así, un niño que muy inocentemen-
obligación de realizar. te había quebrado quince copas, parecía merecer
Más aún, mientras estemos efectuando una un castigo más fuerte que un niño que, mientras
intención, pueden surgir oportunidades u obstá- tomaba alimentos prohibidos, quebró una sola
culos imprevistos que nos hagan cambiar nuestro copa; y la enormidad de una mentira era propor-
plan de acción, de modo que el acto mismo casi cional al grado en que divergiera de la probabili-
nunca es exactamente como nosotros original- dad, sin que importaran mucho los motivos que
mente queríamos que fuera. Este acto es el que la provocaran. Al avanzar en edad, los niños se
contemplan otras personas, de modo que forma hicieron cada vez más sensibles a la intención del
la base de su juicio sobre nosotros, y provee un personaje; de modo que un niño que al tratar de
ejemplo que puede influir su conducta para bien ayudar descuidadamente provocaba un gran da-
o para mal. Cuando nuestro acto ha sido realiza- ño, dejó de ser considerado más travieso que uno
do, nosotros mismos podemos estudiarlo con cal- que, por desobediencia, causara un pequeño da-
ma, y bajo su luz pasar sentencia sobre la resolu- ño. Aunque en todas las edades, desde los seis
ción que lo produjo. Dado que nuestra intención hasta los diez años, se encontraron individuos
casi nunca puede incluir todas las consecuencias que juzgaron según el criterio de responsabilidad
directas y colaterales de nuestra acción, éstas, al objetiva y otros según el criterio de responsabili-
desarrollarse con el paso del tiempo, llegan a ser dad subjetiva, los últimos se hicieron más nume-
el objeto de estudios posteriores, mediante los rosos mientras más avanzaba la edad. Al hacerse
cuales ponderamos cuán sabia fue la decisión mayores los niños ponían cada vez mayor aten-
que llevó hasta ellas. Mediante tal examen mul- ción a los motivos y las intenciones'.
tilateral se corrigen a veces algunos errores de Estos niños, como reconoció Piaget, apren-
juicio. Por lo tanto, el análisis ético completo de dieron a evaluar sus fallas a partir del daño mate-
la conducta incluye juicios separados sobre el rial que causaron, observando las reacciones de
motivo, la intención, el acto mismo, y todas sus sus padres o protectores. Dado que generalmente
consecuencias explícitas, a cualquier distancia los padres se molestan más mientras mayor sea la
que estén del agente primario. pérdida que sufre su hogar por la desobediencia
o el descuido de los niños, y tienden a hacerlos
sentirse más incómodos en proporción a su pro-
2. El orden para juzgar motivos y actos pio desagrado, el niño aprende a juzgar su culpa
según la magnitud de los daños materiales por los
Es de interés -y quizá de alguna importan- que es responsable y por la severidad de la cen-
cia en la educación de los niños- descubrir en sura o castigo que reciba. En definitiva, es el
qué orden aprendemos a hacer los distintos tipos efecto que su propia transgresión tenga sobre él
dejuicios morales, si es que examinamos los mo- mismo, en las reprimendas paternas, en la priva-
tivos antes que los actos, o los actos antes que los ción de ciertas gratificaciones, o en castigo cor-
motivos. Aunque los filósofos ya han especulado poral, lo que hace consciente al niño de que ha
sobre este problema, quedó para el profesor Jean hecho mal, y lo que proporciona la escala que uti-
Piaget de Ginebra intentar resolverlo directa- lizará para medir sus fecharías.
mente interrogando a niños pequeños. Su méto- Esto sugiere que los niños, si nunca fueran
do era contarle a los niños relatos sencillos, en reprendidos y castigados, si su viva simpatía ni
pares, donde cada relato incluía variantes de pe- siquiera detectara tristeza o desagrado en los
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adultos que aman y a quienes han dañado o mo- manera, nos parecen nobles o ruines, inferimos
lestado con sus travesuras o torpezas, formarían que las de otras personas que realizan acciones
sus primeras nociones morales observando en similares son dignas de admiración o de censura.
ellos mismos los efectos de las acciones de quie- En conformidad con esto, si nuestro desa-
nes los rodean. Hasta que no hayan sido golpea- rrollo moral siguiera su curso natural, nos haría-
dos, no pueden imaginar las dolorosas conse- mos críticos de actos antes que de motivos, y de
cuencias de un golpe. Hasta que sus propios sen- los actos de otras personas antes que de los pro-
timientos no hayan sido heridos por una voz ás- pios. Luego, empezaríamos a prestar atención a
pera, difícilmente podrán saber cuánto pueden los motivos y las intenciones, y juzgaríamos los
dañar a sus compañeros los fuertes tonos de su propios antes que los ajenos. Las investigaciones
propia voz. Hasta que una valiosa posesión no les de Piaget revelaron que en ciertos casos el niño
haya sido robada, no pueden tener conocimiento revelaba mayor percatación de las intenciones al
alguno del dolor que puede causar el robo. Hasta revisar su propia conducta que cuando evaluaba
que no hayan sido incomodados por una mentira la de algún personaje ficticio, y que tenía en
no podrán imaginar las malvadas consecuencias cuenta la rectitud de sus propias intenciones aun
de la falsedad. Similarmente, hasta que la amabi- mientras hacía una dura evaluación objetiva so-
lidad y la generosidad de otros no les hayan brin- bre la torpeza de sus compañeros de juego/.
dado gozo, no tendrán indicio del valor de estas Esta capacidad de distinguir entre los de-
cualidades. Es principalmente a través de las in- terminantes internos de la conducta y sus efec-
teracciones con sus contemporáneos que se ha- tos externos es la marca de un juicio moral refi-
cen conscientes de las consecuencias de la con- nado, y sin embargo es fácil distorsionar los va-
ducta correcta e incorrecta. lores relativos de estos dos aspectos de la con-
De esta manera, sin la complicación del ducta. Aunque es casi universalmente reconoci-
ejemplo y la represión por parte de los adultos, es do que, sin importar lo favorable de-sus efectos,
probable que nuestros primeros juicios morales la actividad que no provenga de intenciones co-
se realizarían respecto de los actos ajenos, según rrectas carece de valor moral, es menos común-
el modo en que éstos nos afectaran. De allí, con mente admitido que las intenciones loables que
una mayor simpatía y un creciente sentido de res- nunca se conviertan en acciones efectivas ten-
ponsabilidad, juzgaríamos los actos de los otros gan poco más valor que las primeras. Aunque a
según su impacto sobre terceros, y quizá al mis- veces la mejor de las intenciones se malogra, de-
mo tiempo nuestras acciones, según el modo en bido a obstáculos insuperables o a imprevistos
que afectaran a quienes nos rodean. Pasarían al- giros en los eventos del mundo externo, muy a
gunos años más antes de que una creciente inte- menudo los impulsos benévolos son inefectivos
riorización del pensamiento nos preparara para por su propia debilidad, o por una elección im-
analizar los motivos y las intenciones de nuestros prudente de los medios para llevada a cabo. Si
actos y a clasificarlos como vergonzosos o elo- nuestros buenos impulsos fueran más fuertes y
giables. Conocemos los motivos directamente, y nuestras intenciones más claras, haríamos ma-
su calidad es sentida sólo al experimentarlos den- yores esfuerzos por hacemos nosotros mismos y
tro de nosotros mismos. Inferimos los motivos de a nuestros medios, adecuados para el logro del
otras personas a partir de su conducta pública; y fin deseado.
en la medida en que sus actos se asemejen a los Estar satisfechos porque nuestros motivos
nuestros cuando somos llevados por un impulso son nobles y puros incluso si nuestros procedi-
particular, conjeturamos que también ellos están mientos son disparatados e inefectivos, es juzgar
impelidos por motivos similares. Por tanto, debe- mal el valor total de un ser humano. La inteligen-
mos formar el hábito de analizar nuestros propios cia, la perseverancia, y la fuerza necesarias para
motivos antes de empezar a juzgar los de nues- darle sustancia a nuestras aspiraciones morales
tros vecinos. De la forma en que nuestras propias son productos del mismo proceso creador, así co-
afecciones, cuando nos comportamos de cierta mo las aspiraciones mismas, y sostener que
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aquéllas se pueden descuidar en cornparacion Otra razón para evaluar el carácter, los mo-
con éstas es subestimar el logro total de la armo- tivos y los actos de los otros es que con ello afi-
nización. Si las intenciones correctas hacen espí- namos nuestra sabiduría moral y damos una for-
ritus bellos, los actos correctos crean un mundo ma más definida a nuestros ideales. Pero juzgar a
bello, el cual a su vez provee el medio ambiente los personajes de la historia, e incluso los de fic-
más favorable para la producción de espíritus be- ción, sirve a este propósito tanto como la crítica
llos. Como siempre han reconocido los sabios, el de nuestros íntimos, y quizá incluso mejor; pues
éxito del esfuerzo moral depende por igual de re- en la perspectiva del tiempo o del arte, vemos
soluciones correctas y de acciones correctas. completo lo que en las escenas cotidianas sólo
De manera similar, al juzgar a otra persona, vislumbramos fragmentariamente, sin todavía
parece tan injusto prestar atención sólo a sus mo- detectar las consecuencias más remotas de las ac-
tivos e intenciones como ponderar sólo sus actos ciones que debemos conocer para poder dictar
y sus efectos, pues en ambos casos descuidamos una sentencia equilibrada. Ciertamente es éste el
componentes importantes de un ser humano método más caritativo de ejercer nuestra facultad
completo. Pero creo que en general haremos un de juzgar. Pero tal crítica de los motivos y los ac-
estimado más fiel de una persona analizando lo tos de los otros es saludable sólo si nos ayuda a
que realiza y no escuchando sus disculpas; pues hacer más sabia la formación de los juicios que
sin duda, como la mayoría de nosotros, frecuen- para nosotros y para los otros seres son de mayor
temente estará influida por una mezcla de moti- importancia: los que determinan los fines que
vos que actúan simultáneamente; de modo que buscamos y los cursos de acción a los que nos de-
incluso sin deliberada falsedad puede tratar de dicamos. El presente capítulo está dedicado prin-
hacer aumentar la estima que le tengamos enfati- cipalmente a los juicios de este tipo. ¿Mediante
zando motivos que generalmente son aprobados cuál proceso los formamos? ¿Son todos los jui-
y omitiendo otros menos recomendables. Más cios éticos, tal como ha sido sostenido, meramen-
aún, no es una práctica sana estar constante y mi- te expresiones de emoción o deseo, o hay acaso
nuciosamente analizando a nuestros vecinos en el una distinción válida entre un juicio ético verda-
esfuerzo por discernir en ellos sus intenciones de dero y una simple afirmación de preferencia? Si
su conducta pública. Si somos capaces de perdo- podemos resolver este punto, adquiriremos una
nar sus ofensas, es casi tan fácil perdonar un mo- comprensión más clara de la naturaleza del es-
tivo malvado como la ejecución disparatada y de- fuerzo moral.
sastrosa de un motivo bueno, especialmente si en
ambos casos sufrimos lo mismo. Cualquier de-
fecto puede frecuentemente rastrearse a fallas en 3. Características de los juicios éticos
la herencia o a faltas en la educación.
Si nunca llegamos a castigar vengativamen- Los juicios éticos tienen varios aspectos, in-
te, nos ahorraremos la dificultad de decidir si ha- cluyendo la evaluación de los motivos y las in-
ber tenido buenas intenciones habiéndolas efec- tenciones que subyacen a la conducta, y sus efec-
tuado mal merece una pena más severa que haber tos sobre uno mismo y sobre los demás. Pero la
tenido la intención de realizar una acción ruin ha- clase más típica e importante de juicios incluye
biéndola llevado a cabo hábilmente. Al parecer, aquellos relativos a la solución de los problemas
la habilidad para distinguir los aspectos subjetivo que surgen siempre que dos seres entran en con-
y objetivo de la conducta asume gran importan- flicto mientras se esfuerzan por perfeccionarse o
cia principalmente cuando somos responsables por realizar algún valor. Dado que para la perso-
de aplicar medidas reparadoras a un delincuente; na moralmente madura, la segunda entidad no es
pues los correctivos que usemos variarán en gran necesariamente otro individuo de su propia raza
medida si alguien ha querido hacer un bien pero o incluso otro ser humano, sino que puede ser
ha actuado con ineptitud, o si fue competente en cualquier cosa que presente, o que tienda hacia,
la ejecución de una intención malvada. alguna forma armónica, llamaremos a estas dos
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entidades A Y B. Cuando sufren una colisión, hay narse el cielo, no es lo que mejor sirve a los inte-
tres métodos posibles para resolver la dificultad. reses de la comunidad viviente.
l. A, si es el más poderoso o astuto, puede impo- La única solución que podemos aprobar co-
ner su voluntad a B sin interesarse por sus senti- mo moralmente sólida es la segunda, que requie-
mientos, aspiraciones, o la perfección de su for- re que tanto A como B traten de comprenderse
ma. 2. A Y B, si son seres inteligentes o al menos entre sí y alcancen un arreglo que les haga justi-
adaptables, pueden tratar de resolver la dificultad cia a ambos, permitiéndoles a los dos realizarse
de una manera que les permitirá a ambos realizar al máximo grado y de manera compatible con el
sus aspiraciones de la manera más compatible continuo crecimiento del otro; o bien, que algu-
con una realización igual en el otro; o el más in- no de estos seres, si es más inteligente que el
teligente de ellos puede hallar una solución que otro, trace un curso que sea favorable a ambos.
cumpla los intereses de ambos. 3. A puede ceder Esta es la solución ética, pues se esfuerza por
voluntariamente, negándose a sí mismo, de modo ajustar patrones conflictivos con el mínimo de
que B pueda alcanzar su objetivo sin resistencia distorsión o constricción para el otro; y nos ve-
por parte de A. mos llevados a preferirla porque es la única com-
En la primera de estas soluciones, donde A patible con esa persistente demanda de creci-
ignora las demandas de B, éste puede sufrir seve- miento y armonía que nos hace seres morales.
ramente pero A también pierde. B se ve frustrado De esto es evidente que la moralidad es frecuen-
y puede ser destruido. Pero A, si es un ser inteli- temente una autolimitación practicada en benefi-
gente capaz de sentir simpatía, pierde la oportu- cio de la armonía y de la realización de la mayor
nidad de comprender a B, y de crecer espiritual- perfección para el mayor número posible de se-
mente a través de esa comprensión. A se hace frío res; pero sólo excepcionalmente es autoaniquila-
y mecánico, un ser absorto en sí mismo y fuera ción. Los seres buenos y morales son aquellos
de armonía con los seres circundantes. Ha toma- que crean un ambiente favorable para el otro; y
do el curso defendido por algunos de los que pre- para lograr este fin, el primero no debe ni des-
dican sobre el superhombre; pero si siguiéramos truir al segundo ni permitir que éste se dañe a sí
sus doctrinas, lo que desarrollaríamos no sería un mismo en beneficio de aquél.
superhombre -si por hombre entendemos un Así como un juicio ético se hace necesario
animal de profunda comprensión y amplias sim- siempre que la búsqueda de nuestras legítimas as-
patías- sino un supermonstruo. piraciones nos hace entrar en conflicto con otros
La tercera solución, mediante la cual A ce- seres, así, también, requerimos un modo similar
de completamente a B, es casi tan insatisfactoria de razonamiento siempre que dos o más de nues-
como la primera; pues priva a B, si es un ser in- tros deseos o aspiraciones compitan entre sí. Es
teligente, de la oportunidad de crecer por com- casi tan inmoral suprimir algún aspecto de la pro-
prender y simpatizar con A, el cual voluntaria- pia naturaleza, sin haberle dado siquiera una au-
mente renuncia a sus legítimas aspiraciones y diencia, como aniquilar la vida de otra criatura sin
puede no llegar a completar su crecimiento. Si A considerar sus derechos a existir. La mayoría de
sucumbe debido a esta abnegación, el mundo nuestros deseos, si no todos, brotan originalmen-
perdería al ser más moralmente avanzado de los te de profundas fuentes vitales, las cuales los ha-
dos; pues B, que permite este sacrificio, eviden- cen dignos de nuestro respeto. Son la presión mis-
temente no es capaz de ser tan generoso como ma que ejerce la vida sobre la mente; y sin al me-
demostró ser A. Los sacrificios repetidos de este nos algunos de ellos permaneceríamos para siem-
tipo resultarían en el empobrecimiento moral del pre inertes, por carecer de todo incentivo para la
mundo mediante la eliminación prematura de sus acción. Quizá ningún apetito natural sea absoluta-
más valiosos habitantes, y retardarían con ello el mente malvado, a pesar de lo mucho que haya si-
progreso de la armonización. Este es el curso que do distorsionado o viciado por una educación de-
parece recomendar el Sermón de la Montaña. fectuosa, una sociedad indisciplinada, o las extra-
Aunque puede mejorar las probabilidades de ga- vagancias de una imaginación fuera de control.
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Probablemente ningún par de deseos de una distintos o de grupos de individuos. En el caso


persona bondadosa y de mente sana, sean intrín- más simple, requiere del conocimiento de mis
secamente incompatibles, aunque llegan a serio propios deseos y aspiraciones y de los de algún
por limitaciones de tiempo, de fuerza y de recur- otro ser cuyas necesidades estén en conflicto con
sos, o por los obstáculos que los ordenamientos las mías, para tratar de alcanzar una solución que
sociales oponen a su satisfacción. Por lo tanto, armonice estas demandas, y que nos permitirá a
para evitar una repetida frustración, y todas esas ambos realizar nuestras legítimas metas en la más
perturbaciones que surgen de no poder integrar completa medida de modo compatible con la na-
los distintos aspectos de nuestra naturaleza, de- turaleza de la situación. Este criterio distinguirá
bemos esforzamos por reconciliarlos en un pa- con precisión entre un juicio ético y una decisión
trón coherente. Para lograrlo, debemos primero de actuar que se origine en un único deseo perso-
decidir cuál tiene mayor valor, de modo que su nal, que puede o no ser malvado o perjudicial.
realización sea para nosotros la más preciada. Es Dada nuestra deficiencia en conocimiento y
afortunada la persona que posee alguna aspira- sabiduría, un juicio ético genuino puede no ser la
ción imperiosa, como la santidad, el conocimien- mejor solución de una dificultad. Puede ser una
to, o las satisfacciones de una vida ordenada en solución muy imperfecta; pero si se hace después
medio de su familia, a la cual puede asignarle pri- de un esfuerzo sincero por reconciliar y hacer
macía en la compañía de sus deseos, acomodan- justicia a todas las demandas en competencia, es
do los demás hacia abajo en una escala descen- entonces un verdadero juicio ético. En conse-
dente. Tal meta dominante facilitará enormemen- cuencia, una proposición ética es más que una
te, por regla general, el ordenamiento de los pro- afirmación de deseo, preferencia o aversión, y no
pios deseos y la unificación de la vida. Sin em- es un imperativo hipotético. Es una afirmación
bargo, de vez en cuando se hará necesario ponde- del hecho de que, en una situación dada, un ser
rar, respecto del motivo imperante, las demandas moral y racional ha decidido, mediante una for-
de algún impulso descuidado o despreciado; y ma especial de razonamiento, actuar de cierta
para alcanzar un juicio ético esto requerirá del manera, o que otra persona debe actuar de cierta
ejercicio de la razón, empleando casi el mismo manera.
procedimiento que seguimos cuando queremos Podemos de paso observar que la forma en
ajustar las demandas de dos individuos. El uso que llegamos a un juicio ético casi no difiere de
deljuicio en la unificación de la vida personal es la forma en que hacemos un juicio honesto sobre
el preludio necesario para el establecimiento de cualquier asunto difícil o controvertido, incluso
relaciones satisfactorias con quienes nos rodean; uno cuyo beneficio sea puramente teórico. En el
pues, hasta que no seamos armónicos en nuestro primer caso, ponderamos demandas en compe-
ser, muy difícilmente podemos alcanzar la armo- tencia y tratamos de llegar a un acuerdo entre
nía con los seres a nuestro alrededor. ellas. En el segundo caso, ponderamos argumen-
Un examen del método por el cual llevamos tos contrarios, e iluminados por ellos, si contie-
a cabo una solución satisfactoria de un conflicto nen al menos una pizca de verdad, modificamos
nos revela la naturaleza de un juicio ético de la nuestra conclusión. Dado que hay una moralidad
clase más importante: aquel mediante el cual lle- de pensamiento tanto como una de acción, todos
gamos a una decisión que le da forma al curso del los juicios concienzudos se alcanzan esencial-
ptogreso moral. Es un juicio que, hecho bajo la in- mente por el mismo método.
fluencia de la fuerza integradora o moral dentro de
nosotros, se esfuerza por hacerle justicia a dos o
más demandas en competencia. Éstas pueden ser 4. La solución moral de conflictos
dos demandas de nuestra propia naturaleza, como necesita una estructura social
nuestra sed de crecimiento intelectual y nuestra
necesidad de preservar la salud y la fuerza corpo- Toda solución moral de un conflicto entre
rales, o pueden ser las demandas de individuos individuos impone a cada uno la necesidad de
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respetar ciertas restricciones con respecto al otro. mayor de seres en una sociedad ordenada. Me-
Ninguno puede seguir su curso como si el otro no diante el proceso que forma nuestros cuerpos
estuviera allí o como si, estando allí, no fuera uniendo una innumerable cantidad de partículas
digno de consideración. Si ambos individuos se discretas en un todo coherente, y asimismo nues-
mantienen cerca durante un período considera- tras mentes al combinar incontables impresiones
ble, deben desarrollar ciertos modos habituales distintas en un sistema coherente de pensamien-
para tratarse entre sí; y sus interacciones serán en to, nos vemos guiados a preferir el patrón más
general recíprocas; pues, como se aclaró en el amplio al más estrecho y a hacer enérgicos es-
Capítulo V, entre seres finitos sólo pueden ser du- fuerzos para lIevarlo a cabo.
raderas las relaciones recíprocas, porque una lar- Las características de las sociedades -que
ga permanencia de tendencias desequilibradas serían el crecimiento necesario de nuestro esfuer-
llevaría al agotamiento de uno de ellos. Pero dos zo moral incluso si la naturaleza no las hubiera
seres forman una sociedad rudimentaria cuando dado a luz antes de que los humanos apareciéra-
están vinculados por relaciones recíprocas, mu- mos en la Tierra- deben tomarse en considera-
tuamente beneficiosas. En un mundo tan poblado ción al alcanzar nuestros juicios morales, los cua-
como el nuestro, estos seres casi inevitablemente les muy frecuentemente se descarrían por pasar
entran en contacto con otros; y mediante la solu- por alto algunos de sus peculiares rasgos. Una
ción moral de los conflictos que de ello surgen, sociedad no es un conglomerado de individuos
se añadirán más miembros a la sociedad. De aquí carente de estructura, sino que exhibe un patrón
resulta que la formación de sociedades, que definido y usualmente intrincado. Incluso un pa-
muestran patrón y estructura por las definidas re- trón que, al ser revisado externamente, parece
laciones que existen entre los individuos que las simple y homogéneo, adquiere un aspecto más
componen, es la consecuencia necesaria del es- complejo si es visto desde adentro. Para alguien
fuerzo moral. No es cierto, como han pensado al- que mire una hoja de papel cubierta de puntos es-
gunos, que toda moralidad es social': pues dos paciados uniformemente, todos los puntos, ex-
seres que sólo se encuentran momentáneamente cepto los marginales, parecerán estar en la misma
para luego separarse para siempre, pueden exhi- relación con los otros. Pero si nos imaginamos en
bir una conducta moral el uno hacia él otro, y el lugar de uno de los puntos, la situación asume
más aún, hay una moralidad de la vida personal, un aspecto diferente, pues algunos puntos esta-
incluso si uno vive en total aislamiento; pero es rían más cerca de nosotros y algunos más lejos.
cierto que la moralidad tiende a hacerse cada vez Los más cercanos serían especialmente relevan-
más social. tes para nosotros. Por lo tanto, incluso si imagi-
El hecho de que tantas sociedades hayan namos una sociedad compuesta de unidades
crecido en el mundo, mucho antes de que la hu- idénticas, el principio de asociación armónica no
manidad brindara sus peculiares dones intelec- podría implicar que cada individuo esté en la
tuales a la solución de problemas morales, es una misma relación con todos los demás individuos.
prueba adicional del carácter moral que impreg- Mucho menos podrían prevalecer relaciones
na el cosmos desde sus primeros fundamentos. idénticas entre los miembros de cualquier socie-
Las sociedades animales están, por regla general, dad real de organismos vivos, compuestas de in-
compuestas de individuos de una única especie, dividuos de edad, fuerza, habilidad y descenden-
pero este hecho de historia natural no impone lí- cia muy distintas.
mites a la organización social. Parece necesario Cada una de las relaciones especiales en
que seres de una única clase aprendan a vivir en una sociedad tiene su propia y peculiar estructu-
concordia antes de expandir su asociación armó- ra. Existe el patrón familiar, que define las rela-
nica a otros seres. Pero la marcha progresiva de ciones entre marido y esposa, padres e hijos, her-
la armonización tiende a expandir los patrones manos y hermanas. Existe el sistema industrial,
coherentes indefinidamente en todas las direccio- que define las relaciones entre patrón y emplea-
nes, integrando con ello a una diversidad siempre dos, entre los trabajadores, entre acreedores y
JUICIOS ÉTICOS Y ESTRUCTURA SOCIAL 201

deudores; existe la compleja estructura política; de una sociedad organizada, pues sólo ellos pue-
existe el patrón de amistades y el de asociaciones den brindar amabilidad y belleza a nuestros con-
voluntarias. Una sociedad es, por tanto, un patrón tactos con seres con quienes nuestras relaciones
de patrones. Lejos de verse debilitado por esta no estén reguladas por la ley y la costumbre. La
multiplicidad de relaciones especiales, todo el te- compasión es ciertamente necesaria en nuestra
jido social se ve inmensamente reforzado por interacción con otros seres humanos; en su au-
ellas; pues las unidades distantes frecuentemente sencia, sin embargo, a nuestros impulsos crueles
están vinculadas por lazos especiales que se en- y egoístas en mucho se les mantiene a raya por la
trelazan con' lazos más generales. Donde se for- ley y la censura social; de modo que incluso sin
man patrones más amplios por la articulación ar- el más mínimo matiz de simpatía o piedad, el
mónica de dos o más sociedades, la organización egoísta calculador cumplirá con algunas restric-
total se hace todavía más compleja. La conside- ciones al tratar con otras personas. Pero más allá
ración de estos patrones en toda su complejidad del seno de la sociedad, la compasión y otros sen-
es de fundamental importancia para hacer juicios timientos afines son frecuentemente las únicas
éticos, pues cada tipo de relación produce sus de- influencias capaces de mitigar el tratamiento que
beres y privilegios peculiares. le damos a criaturas más débiles, de forma tal que
sin ellas la moralidad colapsaría; y en su lugar
surgiría una anarquía sin paralelo incluso entre
5. Cualidades morales de relevancia los animales sin habla, cuyos modos innatos de
socialmente limitada y de relevancia comportamiento no sólo regulan sus relaciones
ilimitada con otros de su propia especie sino que en mu-
chos casos ejercen una influencia moderada so-
Algunas cualidades morales se muestran bre el tratamiento que dan a miembros de otras
principalmente al tratar con miembros de la so- especies.
ciedad a la que uno pertenece, mientras otras son Otra cualidad moral, muy a menudo pasada
significativas en relación con seres ajenos a una por alto, que eleva sin medida nuestra conducta
sociedad organizada. Así, la veracidad es de im- en regiones donde la ley y la costumbre imponen
portancia sólo dentro de los límites de una aso- poco o ningún control, es el respeto por la forma
ciación de seres entre los que haya mutuo enten- en cuanto tal. Cada forma organizada, no sólo la
dimiento y alguna forma de cooperación basada de cada criatura viviente sino asimismo la de los
en el intercambio de información; pues, obvia- cristales y las formaciones geológicas, es una ex-
mente, para alguien que no me entiende no haría presión de la misma energía creadora que nos hi-
ninguna diferencia si le digo una verdad o una zo seres morales. Por lo tanto, el respeto por la
mentira. Los contratos y las promesas de todo ti- forma es realmente una expresión de reverencia
po sólo tienen importancia cuando están hechas hacia la fuente de nuestra naturaleza moral; y tra-
por personas pertenecientes a una estructura so- tar las formas organizadas, y especialmente las
cial que pueda llevar a su cumplimiento, o al me- bellas, con un descuidado desdén, revela una de-
nos por seres vinculados por un sentido del ho- ficiencia en sabiduría moral. Una creciente reve-
nor. Dado que hasta ahora no ha habido una ma- rencia por la forma en cuanto tal transforma y en-
quinaria adecuada para hacer cumplir esos con- noblece los contactos que tengamos con el mun-
tratos internacionales llamados tratados, y algu- do natural.
nas naciones se han mostrado lamentablemente La caridad es otra virtud cuya principal es-
deficientes en cuestiones de honor, los tratados fera de acción parece yacer no dentro sino más
son, cuando mucho, de valor dudoso. allá de una sociedad organizada. Incluso en
Otros atributos morales entran en nuestras nuestra interacción con aquellos más cercanos a
relaciones con criaturas externas a la sociedad a nosotros, siempre habrá lugar para la caridad que
la que pertenecemos; y algunos parecen adquirir modera la censura e irradia buena voluntad; pero
mayor importancia cuando pasamos los límites esa beneficencia compasiva que frecuentemente
202 ALEXANDER F. SKUTCH

toma la forma de limosna o servicio a los enfer- tar de sus vecinos. Y donde los intereses privados
mos y heridos, que es lo que hoy en día principal- de uno estén en riesgo, la verdadera caridad casi
mente queremos decir con "caridad", se extende- no es posible.
rá más allá de los límites de una sociedad organi- Más allá de los límites de la sociedad real
zada justo en la medida en que esta sociedad se más comprehensiva, hay criaturas vivientes a
perfeccione. Veremos la razón de esto cuando re- quienes nuestro impulso moral nos ordena inte-
cordemos que la caridad es una actividad no-re- grar en nuestro sistema de relaciones organizadas
cíproca, mientras que una sociedad moral se fun- y recíprocas; pero hasta hoy hemos encontrado
da sobre relaciones recíprocas. El acto verdade- imposible realizarlo. Sin embargo, al menos po-
ramente caritativo es ordenado por el amor, la demos ayudarlas cuando estén en problemas, por
compasión, la generosidad, o algún sentimiento ejemplo rescatándolos de los estanques u hoyos
afín; y no busca recompensas ni en esta Tierra ni en los que a veces caen, alimentándolos cuando
más allá, excepto la satisfacción que surge direc- estén hambrientos hasta donde alcancen nuestro
tamente de la realización del acto mismo. En medios, y quizá de vez en cuando curando sus
consecuencia, la caridad no es algo que pueda ser heridas. Esta es la caridad más verdadera, porque
obligado, pues ordenarla es destruirla. de ella nunca podemos esperar una recompensa
Pero ningún miembro meritorio de una so- extrínseca y ni siquiera algún provecho económi-
ciedad bien organizada debería dejarse a merced co indirecto. Cuando contemplamós la vasta can-
de los impulsos espontáneos de otros para la sa- tidad de mutilaciones, sufrimiento y muerte que
tisfacción de sus necesidades vitales. Al contra- a cada hora ocurre entre las criaturas vivientes de
rio, mediante sus servicios a la comunidad él se este planeta, y las complejas relaciones que nos
gana lo que requiere; de modo que no es caridad hacen imposible ayudar a una de ellas sin quizá
sino equidad lo que lleva a sus vecinos a abaste- indirectamente perjudicar a otra, a veces sospe-
cerlo con lo necesario. En su segunda república, chamos que nuestro esfuerzo más devoto por be-
Platón prohibió la limosna, declarando que en el neficiar a las criaturas no humanas es apenas al-
estado que proponía crear en Magnesia ninguna go más que un gesto. Y sin embargo es un gesto
persona virtuosa o moderada sería reducida a que simboliza la sociedad comprehensiva que as-
mendigar", Por supuesto que ninguna sociedad·, piramos crear.
por más sabia que sea, puede eliminar la enfer-
medad y la indefensa senilidad sólo mediante le-
yes, de modo que siempre habrá individuos de- 6. Algunos principios del juicio
pendientes de la buena voluntad de otros; pero es
cruel dejarlos a merced de los sentimientos es- La consideración de la estructura de las re-
pontáneos de sus vecinos. Podemos decir que por laciones morales sugiere unos pocos principios
su disposición a realizar la parte que les corres- generales que deberían ayudar a la hora de hacer
ponde del trabajo comunitario, hasta donde les juicios éticos en casos difíciles. Una unidad ar-
sea posible, se ganan el derecho de ser manteni- mónicamente ajustada de una sociedad coherente
dos por la comunidad cuando las circunstancias que lo incluya a uno mismo parece tener -en
ajenas a su control impidan el desempeño de sus igualdad de circunstancias- un derecho mayor a
obligaciones; y que todo miembro de la comuni- reclamar nuestra atención que una criatura exter-
dad, al estar de acuerdo con este orden, se asegu- na a la sociedad o meramente fronteriza, o bien
ra para sí mismo los mismos beneficios si de al- una criatura ajustada imperfectamente a ella.
guna manera quedara incapacitado. Más aún, to- Siempre que surja entre dos o más seres un con-
dos los miembros de una sociedad están vincula- flicto tan grave y urgente que sólo pueda resolver-
dos por tantos lazos que la presencia en ella de se hiriendo o destruyendo a uno de los dos, y uno
mucho sufrimiento tendrá consecuencias desfa- de estos está incluido en nuestra sociedad mien-
vorables sobre el conjunto total, de modo que to- tras que el otro no, el primero debe ser defendido
dos deben interesarse por salvaguardar el bienes- en contra del segundo. Por lo tanto, parecemos
JUICIOS ÉTICOS Y ESTRUCTURA SOCIAL 203

estar justificados al expulsar o matar a un animal Nadie es capaz de juzgar si él mismo es de ma-
salvaje, cuya relación con nosotros no está defi- yor o menor valor que su vecino; y es dudoso que
nida, si con ello preservamos un animal domésti- incluso un tercero imparcial pudiera poseer el co-
co que habita en armonía con nosotros. Similar- nocimiento de las personas y la sabiduría moral
mente, parece permisible, en casos extremos, he- necesarias para dar un veredicto infalible sobre la
rir o matar a un criminal para proteger a un cuestión. De aquí que cuando dos o más personas
miembro de la sociedad que cumple la ley, pues están en circunstancias similares, prácticamente
por su mismo ataque el criminal se ha puesto más es imposible decidir cuál debería sacrificarse por
allá del patrón en el que vivimos. las demás.
Dentro de una sociedad disciplinada, nunca La tarea sería suficientemente difícil inclu-
debería ser necesario recurrir a la fuerza para re- so si nos viéramos llamados -al hacer un juicio
solver una diferencia, pues entre personas los ético-- a considerar sólo dos pretensiones de
métodos para conciliar disputas están estableci- nuestra naturaleza que estuvieran en competen-
dos por la ley y la costumbre, mientras que ani- cia, o las demandas conflictivas de dos seres dis-
males de distintos tipos resuelven sus querellas tintos, abstrayéndose uno mismo o bien abstra-
mediante comportamientos innatos y no violen- yendo a estos otros seres de los alrededores. Pe-
tos. La armonía sería destruida en la ausencia de ro tanto nosotros como ellos somos partes de un
tales disposiciones, poniendo a la sociedad en mundo complejo y desconcertante, y nuestra de-
riesgo de disolverse. Cuando en una disputa una cisión no sería alcanzada sabiamente si confiná-
de las partes recurre a la violencia, al menos tem- ramos nuestra atención a los actores principales,
poralmente se coloca por fuera de la estructura perdiendo de vista la complejidad circundante.
social, y debería ser sometida a la fuerza que más Es sin duda porque es muy difícil dar el debido
suavemente pueda reprimir sus indóciles impul- peso a todas las circunstancias involucradas, que
sos. La justificación definitiva de estos principios las personas tan frecuentemente siguen ciega-
es que siguiéndolos salvaguardamos esos patro- mente cualquier mandato moral aislado que pa-
nes coherentes mediante los cuales, únicamente, rezca pertinente a su problema actual. De allí sur-
puede incrementarse la cantidad total de armohía gen soluciones de Procusto que violentan los de-
en el mundo. licados matices de la situación real. Para evitar
Incluso dentro de una sociedad coherente, tales crudezas, es necesario ver las cuestiones
ocasionalmente confrontamos dilemas morales morales en términos de los patrones que crea el
que parecen poder resolverse sólo sacrificando a esfuerzo moral, es decir, ver cada problema en su
uno de los miembros. Es deplorable cualquier re- contexto total -un método que a menudo provee
solución de una dificultad que involucre la elimi- claras soluciones a dilemas éticos que descon-
nación de un elemento concordante, y en lo posi- ciertan las vías más estrechas de pensamiento--.
ble debe evitarse. Sacrificar la propia vida o la Esta es una práctica fructífera que puede reco-
salud por otros nunca es la solución ideal de un mendarse para toda dialéctica moral.
problema moral, aunque puede estar justificado
cuando varios o muchos puedan ser salvados en
detrimento de uno solo. Cuando una persona sa- 7. La veracidad considerada en relación
crifica la salud o la vida para salvaguardar la sa- con la estructura social
lud o la vida de otra, siempre es cuestionable si el
mundo no pierde más de lo que gana. Por tanto, Como ejemplo del método anterior para to-
si dos hombres de aproximadamente la misma mar decisiones al respecto de problemas morales,
edad van a la deriva en un pequeño bote con ali- consideremos el mandato de Veracidad, y algu-
mentos insuficientes, y uno se deja morir de nas limitaciones posibles para su aplicación.
hambre para que el otro viva, es probable que el ¿Debemos invariablemente "decir la verdad aun-
hombre que muere sea de mayor valor moral que que caigan los cielos", o hay acaso circunstancias
el que permite que el primero sacrifique su vida. en las que podemos mentir con una conciencia
204 ALEXANDER F. SKUTCH

tranquila? Si tomamos el decir la verdad como que se mantiene unido mediante la confianza mu-
imperativo categórico, se sigue que incondicio- tua entre sus miembros. No desbarato ningún pa-
nalmente debemos creer que mentir es incorrec- trón coherente si le miento a un forajido; con el
to. Esto es conferir una especie de santidad mís- acto mismo de exigirme información mediante el
tica a la correspondencia entre el pensamiento en cañón de su pistola, se ha puesto en una relación
la mente y la palabra en los labios. conmigo que cancela toda obligación de dirigir-
Cuando deliberadamente decimos una me a él con veracidad. Mi deber es preservar el
mentira, insertamos en la consciencia una barre- orden social en el que la justicia y la veracidad
ra o aviso de precaución, separando este enun- son respetados, y no ayudar al hombre que se ha
ciado de nuestro cuerpo aceptado de informa- hecho enemigo de la sociedad que emprende la
ción "verdadera". De vez en cuando lo hacemos, tarea de salvaguardar a sus miembros contra tales
por nuestro disfrute e incluso por nuestra ins- desafueros. El único interés que puedo tener por
trucción, como cuando inventamos una fábula o él es redimirlo de su malevolencia. Si, por adhe-
leemos sabios sinsentidos como Alicia en el país rirme con una rigidez fanática a mi código de ve-
de las maravillas. Con seguridad, una única racidad, ayudo al forajido a encontrar algún bo-
mentira no incapacita nuestra habilidad para dis- tín, haría de su modo de vida algo aún más atrac-
tinguir la verdad; aunque el decir mentiras habi- tivo para él, disminuyendo la probabilidad de que
tualmente puede llegar a hacerlo, tal como lo re- vuelva a los hábitos honestos; mientras se man-
conoce el refrán que dice: "Di una mentira con tenga en su carrera ilegal, seguirá siendo una
suficiente frecuencia y terminarás creyéndote- constante amenaza para muchas de las cosas que
la". No podemos condenar categóricamente el valoro, incluyendo la honradez, la seguridad de
decir mentiras en situaciones que probablemen- la propiedad y la vida, y el gozo de los frutos del
te no ocurrirán frecuentemente, basándonos en trabajo. Con toda claridad mi deber es confundir-
que hacerlo distorsionará nuestro patrón interno lo con mentiras, si es que no puedo frustrar de
de ideas verdaderas. otra manera sus malvadas intenciones.
La importancia de la veracidad es clara ¿Deberíamos mentirle a alguien que esté
cuando consideramos el patrón externo o social. desesperadamente enfermo, para ocultarle infor-
El lenguaje, en sus formas hablada y escrita, fue mación desagradable que podría disminuir sus
desarrollado para comunicar información de una oportunidades de recuperación? La persona en-
mente a otra en una comunidad fundada sobre la ferma, pensamos, está temporalmente en un pa-
cooperación y la confianza mutuas. La sociedad trón diferente del que nosotros estamos viviendo
se desintegraría si no pudiéramos confiar en lo -un patrón ya no equitativamente social sino
que nos dicen nuestros compañeros de trabajo. centrado alrededor del individuo doliente-. Si
Una única mentira dicha a un miembro de la co- se inquietara por no poder realizar sus tareas
munidad, incluso para protegerse uno mismo del acostumbradas, le diríamos: "No tienes tareas; tu
dolor o la vergüenza, disminuye la confianza único deber es recuperar tu fuerza." Si persisti-
que cada hombre tiene en las palabras de su ve- mos en decirle al inválido una verdad que podría
cino, y es una amenaza para el orden según el ser perjudicial para su salud, estaríamos adhirién-
cual vivimos. donos con una rigidez estúpida a una regla hecha
Pero supongan que un bandido me apunta con referencia a una situación que ya no existe.
con una pistola y amenaza con dispararme si no Cuando el inválido se recupere y reanude su re-
le doy cierta información de valor. ¿Debo decirle lación normal con su comunidad, lo trataremos
la verdad, cuando puedo salvaguardar mi propie- con nuestra usual veracidad.
dad o eximir a un hombre honesto de un perjui- Parece un error aducir argumentos similares
cio o pérdida si invento alguna historia? Pienso a los anteriores para justificar mentirle a los ni-
que el bandido ya no forma parte de mi sociedad; ños, como, por ejemplo, para ocultarles ciertos
por su conducta ilícita se ha colocado fuera del hechos biológicos que a menudo se consideran
sistema en que vivo, más allá de ese tejido social impropios para mentes inmaduras. Los niños no
JUICIOS ÉTICOS Y ESTRUCTURA SOCIAL 205

están fuera del patrón social, ni deliberadamente Esta equivocación persistió incluso en Kant, pen-
como los bandidos ni involuntariamente como sador de gran fuerza y originalidad, quien mantu-
los inválidos. Son un componente normal de to- vo que mentir es incondicionalmente incorrecto,
da sociedad duradera, y nada podría ser más im- incluso en el intento de salvar a un amigo de ser
portante para ellos que tener una inquebrantable asesinado. Pero si decidimos modelar nuestra
confianza en la veracidad de sus guardianes y de- conducta según las "leyes de la naturaleza", imi-
sarrollar el más alto aprecio por la verdad. Cuan- temos la naturaleza como realmente es, no como
do hacen preguntas embarazosas, si no podemos es simplificada para la instrucción escolar. Nin-
desviar su atención hacia temas más apropiados gún objeto natural es insensible a ninguna de las
para su edad y entendimiento, lo mejor será de- fuerzas a las que se ve expuesto, y, mientras esté
cirles los hechos tal como los entendemos, tan libre para moverse, sigue el curso que resulte de
simple y delicadamente como podamos. todas ellas. Similarmente, un ser moral sensible a
El método común para enseñarle a los niños todas las complicaciones de su situación real fre-
reglas morales en la forma de simples e incondi- cuentemente encuentra imposible actuar en es-
cionales imperativos tiene ventajas pedagógicas tricta conformidad con una única máxima, y más
y mnemónicas evidentes, y quizá sea ésta la úni- bien debe adaptar su conducta a la luz de todas
ca manera en que tales reglas pueden enseñarse a las condiciones pertinentes.
los más jóvenes y a los adultos con retraso men- De hecho, debemos considerar la veracidad
tal. Pero crea la falsa imagen de que todas son como una obligación universal; pero salvar seres
igualmente universales en su aplicación, imagen inocentes de cualquier daño, especialmente cuan-
que -así como tantos otros hábitos y prejuicios do podemos hacerlo sin infligir dolor a cualquier
que adquirimos en nuestro período más impre- otra criatura, es un principio de conducta que
sionable de la vida- incluso las personas más también debe ser universal; y cuál de estas dos
racionales sólo pueden eliminar con dificultad en reglas tiene la autoridad superior me parece ob-
los años posteriores. Asimismo, tiende a sustituir vio. Cuando estas dos máximas nos lleven en di-
la autonomía moral por una heteronomía moral, recciones contrarias, deberemos escoger -si se-
y el ejercicio de una inteligencia cultivada e ins- guimos el ejemplo de la naturaleza- un curso
pirada en una amplia benevolencia que surge del que establezca un equilibrio entre ellas. Si mien-
ser más íntimo de uno mismo por el ciego segui- to para salvar a un amigo de un bandolero, no le
miento de reglas recibidas de otros. Más aún, al hago daño ni al amigo ni al forajido, pues nada
dar la impresión de que estas simples reglas abar- podría ser en definitiva más dañino para éste que
can todos los puntos esenciales de la moralidad, tener éxito en sus trabajos ilícitos, y nada más sa-
este método de instrucción tiende a excluir de la ludable que descubrir su vida ilegítima tan poco
consciencia moral campos enteros de actividad lucrativa como para decidir abandonarla. Pero si
en los que seguramente están involucradas consi- entrego la información que exige, o si me quedo
deraciones éticas, aunque la complejidad de las callado cuando podría despistarlo, hago que la
situaciones puede hacer imposible proveer una verdad sirva a la causa de la injusticia, y por tan-
guía en forma de imperativos incondicionales. to la degradaría. En este caso, los derechos de la
Dado que las reglas morales muy a menudo justicia y la veracidad, tomados en conjunto, me
son enseñadas en la misma forma incondicional hacen confundir al forajido con información fal-
que las más universales "leyes" naturales, y dado sa, y luego rectificar mi necesaria infidelidad a la
que cuando niños nos dicen que es incorrecto verdad dándole a los guardianes de la ley un re-
mentir así como nos dicen que el agua fluye ha- lato preciso de mi conducta, que es a quienes se
cia abajo, descuidadamente concluimos que estas les debe.
son por igual afirmaciones de hecho, que ningu- Debemos evitar por todos los medios una
na admite excepciones, y que una máxima moral mentira que nos veamos forzados a sobrellevar
debe participar de la misma universalidad de en secreto, pues corroerá la mente. Una mentira
aplicación que tiene una "ley de la naturaleza". tal, dicha con fines deshonestos o vergonzosos,
206 ALEXANDER F. SKUTCH

es en un sentido absoluta, y difícil de eliminar. como la solución de problemas matemáticos o de


Pero una mentira que no nos avergonzaríamos de acertijos es para otras. Existe una fascinación in-
confesar a todos los hombres honestos -por finita por articular nuestros sanos deseos en pa-
ejemplo una que hayamos dicho para ocultarle a trones cada vez más incluyentes, o en mezclar las
un inválido información que podría retardar su policromas aspiraciones de los miembros de una
recuperación, o una dicha para desconcertar a un sociedad en un cuadro armónico. De ahí nuestra
criminal desesperado-- sólo es relativa; y la lim- inveterada tendencia a moralizar; de ahí las inter-
piamos de nuestras mentes cuando admitimos las minables discusiones provocadas por los proyec-
circunstancias frente a aquellos que respetamos. tos de reforma social. Y aquellos a quienes una
Esta regla puede ser de mucha ayuda al decidir si inclinación más pura los lleva a tejer una tapice-
es permisible separarse de la estricta veracidad, ría de Arras tan brillante o delicada que no podría
pero dudo que pueda mantenerse en todos los ca- soportar el uso, el hollín y la mugre de nuestro
sos sin excepción. En la moral, como en la agri- marco social real, la colocan en las nubes o en
cultura y la medicina, las reglas rígidas nunca utópicas y fértiles islas en medio de apacibles y
son un sustituto adecuado para un juicio cultiva- azulados océanos.
do y para el sano sentido común. Es por esta ra- El reconocimiento de que el esfuerzo moral
zón que la savia de la moralidad es la benevolen- es, por encima de todo, el intento de ordenar a
cia universal y la voluntad de hacer lo correcto. los seres vivientes y a sus actividades en un pa-
El ser moral difícilmente puede vivir si elimina- trón coherente, da cuenta de su atractivo estético.
mos esta rica savia de sus arterias y las llenamos Desde la antigüedad, el bien ha sido identificado
con el agua fría de las máximas; a lo sumo ten- con lo bello, y más recientemente el Conde de
dríamos una máquina más o menos eficiente. Y Shaftesbury declaró que "no hay bien más real
sin embargo, cuando carecen de instrucción, las que el disfrute de lo bello"5. Así como hay belle-
. buenas intenciones son peligrosas. Lo que hace a za en una nota aislada de puro sonido, un color
una persona verdaderamente moral es la combi- único, una curva suspendida libremente en el es-
nación de sentimientos correctos, conocimiento pacio, así, también, reconocemos el valor y la
correcto, y un juicio cultivado. belleza en un acto visto aisladamente, como dar-
le agua a un extranjero sediento, u ofrecerle una
pajilla a una hormiga que se ahoga, como hizo la
8. El atractivo estético de la moral paloma en la fábula de La Fontaine. Pero la ma-
yoría de nuestros continuos esfuerzos por crear
Los motivos y valores que conciernen a la belleza implican la construcción de patrones: así
ética no son tanto creados por la razón como re- con las notas en una sinfonía, las líneas y los co-
conocidos por ella. La formación de juicios éti- lores en una pintura, las masas y formas en un
cos, sin embargo, es un proceso racional: una edificio, o las flores y el follaje en un jardín. La
función de la llamada razón práctica. El proble- vinculación de deseos, necesidades y actividades
ma que se le presenta no es sólo vincular en un humanas en un patrón armónico es un esfuerzo
único patrón coherente el mayor número posible creativo semejante a estos ejemplos, lo cual atrae
de seres vivientes, sino hacerla de forma tal que nuestro sentido estético de forma similar. Inclu-
estos seres puedan realizar el máximo número de so resolver estos problemas morales teóricamen-
valores positivos, mientras son excluidos, en lo te es profundamente satisfactorio para el espíri-
posible, todos los disvalores. Este patrón debe tu; y si pudiéramos ver nuestros ideales realiza-
construirse dentro del marco propuesto por el dos en la práctica, con criaturas realmente vivas
ambiente, y debe ser factible. Un error en el cál- moviéndose e interactuando armónicamente en-
culo de las condiciones de su existencia puede tre las formas y colores y sonidos del mundo na-
llevar al desastre. A pesar de los peligros que en- tural, nos sentiríamos en presencia de una belle-
traña esta práctica, el ejercicio del juicio ético es za que trascendería en mucho a aquella belleza
tan fuertemente atractivo para algunas mentes creada por cualquier arte -una armonía que, por
JUICIOS ÉTICOS Y ESTRUCTURA SOCIAL 207

combinar las contribuciones de todas las artes en por una multitud de estímulos frente a los cuales
una unidad orgánica, les daría un sentimiento reacciona positivamente, repelido quizá por otros
más fresco y profundo-. tantos ante los cuales sus reacciones son negati-
En primera instancia, nuestra estructura vas. A menudo se ve solicitado por más oportuni-
moral es autocentrada. Nuestras propias necesi- dades de autorealización de las que puede utilizar,
dades y deseos son los puntos de partida de nues- o amenazado por más peligros potenciales de los
tros juicios prácticos, y entretejemos los intereses que podría huir o prepararse para resistir. En un
ajenos con nuestro creciente tejido sólo cuando animal social, la necesidad de hacer múltiples y
reconocemos, su pertinencia para nuestras ambi- complejos ajustes a sus compañeros se sobrepone
ciones privadas. Este patrón está estrechamente a su necesidad de equilibrar sus intercambios con
limitado en espacio y tiempo, no va más lejos el ambiente. La vida difícilmente sería posible sin
que nuestras metas egoístas; no dura más que una la capacidad de evaluar, coordinar y ajustar en un
única vida; colapsa cuando el individuo es desa- patrón suficientemente coherente las incontables
lojado de su centro. Por su propia naturaleza, un atracciones y repulsiones, y las tensiones internas
patrón egocéntrico no puede inspirar un esfuerzo y externas, a las que se ve sujeto un organismo.
heroico; dado que tiene sentido sólo para un mor- Esta coordinación de las respuestas de un
tal, sería una locura sacrificarse para preservar el organismo a los múltiples estímulos que lo em-
patrón. El más grandioso esfuerzo moral puede bisten se logra por el mismo proceso integrador
ponerse de manifiesto sólo mediante un ideal éti- que en primer lugar construyó su cuerpo. A una
co que prometa sobrevivir al individuo. Puede criatura sensible, el hecho de tener éxito al fundir
existir en Dios o en el cielo de las ideas platóni- en un patrón coherente todos sus impulsos, ape-
cas: pero para que fuera más convincente, debe- titos y respuestas a seres vivos e inertes que lo ro-
ría establecerse con firmeza en la sociedad a la dean, le da un sentimiento de unidad y plenitud
cual es leal el individuo. En ausencia de un pa- que sin duda es satisfactorio y es con toda segu-
trón moral que trascienda el ser individual, uno ridad el fundamento indispensable de toda felici-
actuaría irracionalmente si no fuera egoísta. dad duradera. Cuando finalmente el animal llega
Sin embargo, incluso la persona egoísta, si a ser reflexivo, el éxito al incluir en un patrón ar-
es sabia y prudente, será fiel a sus estándares de mónico todos los diversos seres, actividades y
conducta personal, sin reparar en el precio; pues, valores en los que se interesa, y el sentimiento de
como enseñaron los antiguos, la vida, la salud, la integridad que de ello surge, se convierte en su
riqueza y la fama, no dependen únicamente de criterio de realización moral.
nuestra voluntad, sino que nos pueden ser arreba-
tadas mañana por cualquiera de mil contingen-
cias sobre las que no tenemos control. Sólo nues-
Notas
tro propósito moral y los actos voluntarios están
completamente bajo nuestro control. Sería una
1. lean Piaget. The Moral Judgement of the
locura sacrificar aquello que estamos seguros que
Child. London: Routledge & Kegan Paul, 1932.
poseemos, por alguna otra ventaja que sólo ob-
2. Op. cit. Capítulo I1, p. 13l.
tendremos precariamente. 3. i.e. John Dewey. Human Nature and Conduct:
Cuando hacemos un juicio ético, llevamos a An lntroduction to Social Psychology. New York: Mo-
cabo en el plano de la reflexión consciente un pro- dem Library, 1930.
ceso tan antiguo y diseminado como la vida mis- 4. Plat6n. Leyes, XI, 936 B, C.
ma. Prácticamente cada ser viviente -animal y 5. Citado por Martineau, Types of Ethical Theo-
vegetal- está, en condiciones naturales, atraído ries, 11,p. 498.

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