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ISSN: 1665-1324
sifi@xanum.uam.mx
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Iztapalapa
México
trario, no cesa de circular. Es por eso que dos, los pensadores políticos (incluidos
para Hobbes, y para muchos mis, la me- los más analiticos) han recurrido a la
táfora es una usurpacibn metáfora, Es por eso que en Metáforas
en la credibilidad del qu del poder aparecen incluidos clásicos
que lee). como Maquiavelo, Weber, Kant, Rawls
Ante la cuestión, el doctor González o Taylor, pero también comentaristas más
adopta una posición de equilibrio. Des- lejanos como Galdós o Sor Juana. Es
de el inicio advierte que no desea hacer a methfora no fuera sólo una
pasar a las metáforas por equivalentes de excrecencia, sino parte del proceso en el
argumentos: "en filosofía, lo esencial son que el discurso de la filosofía política se
los argumentos racionales" (pag. 14). Se ha constituido. Habría que admitir, a mi
declara, pues, partidario de un enfoque juicio, que el pensamiento no puede evi-
racionalista de la metáfora, sin duda bajo tar el recurso a representaciones, imáge-
la convicción de que la metáfora, que es nes o figuraciones, en el tránsito que lo
seducción, ha mostrado también una alta conduce de lo que ignora a lo que cono-
peligrosidad. Pero simultáneamente, el ce. Desde una perspectiva histórica, la
libro intenta mostrar la eficacia de la metáfora es también el índice de un com-
metáfora, el hecho de que más allá de los bate, porque todo discurso conceptual (al
usos estéticos a persuasivos a que se ia menos en las ciencias humanm) ha debi-
reduce, la metáfora tiene una función do constituirse desde en, y en oposición
constitutiva (como de hecho la tiene todo a, el lenguaje ordinario. La metáfora no es
el Ienguaje). Quiere decir qué, a pes $610 constitutiva, es tambitfn productiva:
todo, la metáfora orienta, detennin ella dice más que el enunciado original, y
ganiza la experiencia y los actos politi- es ese "más" el que puede convertirse en
60s. Entre las formas de insertarse en fa punto de fuga a la ignorancia, Quizá esta
experiencia, los seres humanos incluyen sea la razón principal de una cierta
una comprensi~nfigurada e imaginativa revaloración reciente de la mettifora en
de su mundo: "El hecho de que los argu- la historia de la ciencia y en la filosofía
mentos racionales tengan un contenido de la religión, La metáfora no es una tra-
inevitablemente metafórico no nos dice, ducción sino una transposición creativa,
en principio, nada contra ellos, no los aunque por supuesto puede estar sólo
priva de su valor como vehícu provisionalmente en escena. Todos reco-
tendimiento" (p. 15). nocemos fácilmente cuando estamos en
La cuestión es relevante, porque pue- presencia de una metáfora, pero resulta
de mostrarse que todos, literalmente to- mucho más dificil decidir cuhles son los
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limites entre la comprensión que aporta, ción. El largo plazo es, pues, otro aspec-
y las reminiscencias y falsedades que to productivo de la metáfora, localizable
suscita, esta vez en el imaginario colectivo en el
Algunas de las figuras metafóricas epositándose, aca
contenidas en el libro se han convertido se en un Iugar común, al punto que po-
en parte de la memoria colectiva y no es dría decirse que ya no hay distancia entre
un gran atrevimiento afirmar que difícil- la representación y lo representado, que
mente abandonarán el discurso politico. el signo lingüístico ya no es nada más la
Una de esas figuras está contenida en el unidad de signifícante y significado, sino
frontispicio (y en el texto) del libro de la unidad de ambos lograda por el tropo
Hobbes, el Leviatbn, Se trataen realidad metafórico. ¿O acaso puede imaginarse
de una enorme alegoría, porque se dedi- de otro modo al Estado?
ca a engarzar una metáfora tras otra, tra- Por lo demás, el libro del doctor
ykndolas de los dominios simbólicos más Gonzalez nos recuerda que dentro del
dispares: las hay de naturaleza orgánica, orden político, una noci6n que se presta
por ejemplo, la idea de un "cuerpo polí- de manera admirable a la metafora es la
tico" dotado de corazón, memoria, ner- idea de poder. En buena parte porque el
vios, razón, voluntad, que atraviesa poder gusta de manifestarse en una cas-
periodos de salud, enfermedad o muerte; cada de imágenes y símbolos. La enor-
las hay también de naturaleza rneca- midad que significa fa existencia de
nicista, títiles para representar Ia dinámi- jerarquías y formas de subordinación
ca o la estática de la vida comunitaria, sociales no podría ser aceptada sólo por
Seguramente Hobbes no es el creador de argumentos racionales, y requiere de una
tales metáforas, pero quizá sea el que trama de formas simbólicas de diferen-
mejor las ha expresado, y muy probable- ciación, reales o imaginarias, que la
mente nos resulte difícil evadir la idea hagan aceptable. El poder recurre alegre-
del estado como la imagen gigantesca del mente a Ias metáforas porque, como 4s-
rey formada por un hormigueo de indivi- tas, no quiere argumentar sino seducir,
duos que lo constituyen, con sus paisa- no busca convencer sino atemorizar y, por
jes idilicos producto de una paz tanto, no vacila en asociarse a los domi-
literalmente impuesta por ese monstruo. nios más dispares con tal que le asegu-
Su fuerza le viene de que en filosofía po- ren una aceptabilidad y una legitimidad
lítica predominan las metáforas de susti- colectivas. Esto, para responder a una
tución sobre las methforas de pregunta que en nuestro libro se formu-
contigüidad, o de unión, o de combina- la: es decir, lo poco que quedaría del po-
der si le arrebatáramos su ropaje me- es también una forma de evasión. Como
tafórico. lo muestra nuestro autor, la metáfora
Pero si algunas metáforas permane- implicita en la idea de la vida como es-
cen en el imaginario colectivo, otras en cenario permanece hasta nuestros días,
cambio están más ancladas en su tiem- pero a costa de enormes transformacio-
po. Es que, como parte del horizonte sim- nes y desplazamientos, Es quizá en los
bólico, artístico, literario y lingüístico, la momentos de mayor abatimiento perso-
metáfora tiene su propia historia y obe- nal, de gran desencanto político, y de
dece a leyes y mecanismos que la trans- mayor decaimiento social (corno lo era
forman, y pueden aniquilarla. Las la Víena de fines del siglo xrx), que la
metáforas envejecen, se fosilizan y representación de la vida como mascara-
eventualemente mueren (¿quién piensa da vuelve a atribulamos. Pero son ya mo-
ya que al decir "la pata de la silIaWestá mentos especificas que no dominan la
empleando una metáfora?). El libro del vida cotidiana, tal vez porque la idea de
doctor GonzaIez nos ofrece de ello va- la vida como un tránsito enmascarado,
rios ejemplos, pero uno que le merece una con su cauda de hipocresia, doblez y fin-
atencibn cuidadosa es la idea típicamen- gimiento coincide mal, y quizá hasta en-
te barroca de la vida como un escenario: tra en colisión con la individualidad
el theatrum rnupldi Naturalmente, la idea contemporknea, educada en los valores
de que la vida es una comedia puede de autonomía moral, sinceridad, autenti-
rastrearse hasta la antigüe cidad y autoconocimiento.
Epicteto, pero son las Un ejemplo más extremo de una me-
eriodo barroco las que táfora eiivejecidh lo ofrece el ensayo "La
llevan esta idea a su realización más aca- política como pacto con el diablo", que
bada, y la hacen desbordar a todos los en el libro del doctor González permite
ámbitos de la vida pública y privada. asociar el peqsamiento d e M. Weber con
Ningún otro momento ha ido tan lejos en el mito de Fausto, especia!, pero no Úni-
concebir al mundo como un inmenso tea- camente en Goethe. No hay duda de que
tro donde cada uno representa un papel, el pacto con el diablo por el cual el hom-
No es casual que sea entonces que se acu- bre hace un convenio con el mal para ob-
mulan grandes nombres: Calderbn y su tener un bien, es una alegoría que no se
gran Tearro del mundo, o Vélez de extingue ni se agota definitivamente. Y
Guevara con su DiabIo cojuelo. Es natu- también es verdad que bajo ciertas
ral, porque la metáfora, que evita la ne- refuncional izaciones, puede reaparecer
cesidad de aludir a la cosa directamente, en autores tan próximos a nosotros como
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Thomas Mann. Pero también es cierto otro modo, Pero si es una ayuda, tam-
que "a pesar de todas sus versiones, pa- bién puede ser un obstaculo, o al menos
receda que (ese mito) se nos ha hecho una parte de la filosofía que
extraño y ajeno, como si estuviera ins- desea erradicarla por completo. Queda m
crito en caracteres ininteligibles y con una pie la cuestión de si es efectivamente
simbología pasada de moda" (p. 206). El erradicable. Por ahora queda claro que,
doctor González atribuye ese desgaste al se le aprecie o no, la metáfora es uno de
derrumbamiento moral del indidivuo, a los instrumentos con que los hombres
un estado de ánimo "nietzcheano" que piensan, pero tambih imaginan, fanta-
nos ha llevado "'más allá del bien y del sean, se hacen ilusiones o expresan sus
mal" o que, en todo caso, ha mitigado desencantos acerca de sus condiciones de
cualquier tensión moral en el indidivuo, existencia.
a lo cual quizá sólo habría que agregar
os componentes adicionales: p r i m o , Sergio Pérez Cortés
que nuestras almas han perdido valor y
ya no hay quien se interese en perderlas
a cambio de beneficios tangibles, y en ¿De que hablamos cuando habfamos de
segundo lugar porque hemos extraviado Dios? Reseiia del libro Filosofía de la
los mapas del infierno: ya nadie está se- religibn, de A. T~masini.~
guro de su existencia, ya no nos atomen-
ta ese teatro de agonías y ni siquiera
sabemos cuál es su acceso principal. os filósofos de la religión, segui-
En breve, Metáforas delpoder es una dores de Wittgenstein, han afirmado que
investigación acerca de la presencia cons- no es correcto interpretar el lenguaje re-
tante, pero cambiante, de las representa- ligioso de manera literal; en particular,
ciones en la política en general, y en la que no ha de verse como un lenguaje
filosofía política en particular. Con todo, descriptivo, i.e. que verse sobre una rea-
este examen muestra que la metáfora no lidad trascendente. Según estos autores,
está sólo presente como artefacto de em- cuando un creyente afirma, e.g., "creo en
bellecimiento, ni como artimafía de per- Dios todopoderoso", no dice, en realidad,
suasión, sino como un dispositivo eficaz, que cree en un ser todopoderoso sino que
que permite organizar la experiencia, que
impulsa la comprensicin y que sefíala la Agradezco a Ramiin del Castillo por las intere-
irrupción de un problema, que quizá no santes discusiones que sostuvimos sobre estos
puede temporalmente ser planteado de temas en calles y bares de Madrid.