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Signos Filosóficos

ISSN: 1665-1324
sifi@xanum.uam.mx
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Iztapalapa
México

Pérez Cortés, Sergio


Reseña de "Metáforas del poder" de José M. González García
Signos Filosóficos, vol. I, núm. 2, julio-diciembre, 1999, pp. 214-220
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34300212

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lucha efectiva contra la ideología patriar-
cal, La autora hace hincapié en Víc tor Hugo Méndez Aguirre
sidad de incidi~en la educación de las Instituto de Investigaciones
mujeres para que deje Filológicas, UNAM
mesticación", un mero adiestramiento
para la maternidad y cuidados de la casa González Garcia, José M., Metáforas del
como h i c a opcián, y se convierta en una poder, Madrid, Alianza Editorial, 1998.
verdadera educa
copernicana en la Imagine usted un libro en el que, condu-
jeres debe contemplar tanto la formación cidos por la metáfora, sea posible aso-
practica que les permita integrarse pro- ciar dominios como la literatura, el teatro,
ductivamentea la sociedad como un cam- la emblemática, la sociología y la politi-
bio de actitudes y valores que fomenten ca, que no suelen coexistir juntos en los
la convivencia armónica e igualitaria en- trabajos de filosofía politica. Un libro así
tre las mujeres y tos hombres. promete altas dosis de placer. De ahí que
En conclusi0n, y para formularlo en e1 libro que nos ocupa resulte altamente
términos actuales, podria decirse que el recomendable para espíritus vagabundos
cuerpo humano con su sexo y Útil, aunque quizá menos atrayente, para
nuestro haráware; el género, las cons- espíritus más austeros.
trucciones sociales impuectas sobre el Metlforas del poder, de José Ma.
cuerpo sexuado, son nuestro software. González García es un libro que se coloca
Pero éste se encuentra infectado por di- en un terreno que,
ferentes c'virus"patriarcales: machismo, diciones filosófi
sexismo, violencia intrafamiliar, doble mucho menos atención en lengua espafio-
jornada, devaluación del trabajo domés- la: la manera en que la métáfora, esa com-
tico, etc. Tales virus generan dolor e in- pleja operación lingüistica y retórica, ha
felicidad a Io largo de toda la red; incluso participado (y continúa participando) en
sus programadores, los patriarcas, sufren la filosofía politica,
en alguna medida. Pero existen vacunas no abundan los tratad
contra ellos, y una de las más efectivas y las publicaciones que en el futuro pro-
es precisamente el libro de Graciela Hie- mete el doctor González continuarán
rro .&ticayfeminismo, cuya segunda edi- ocupando un espacio inexplo
ción, la a&ualización 1998, ofrece un tromedio.
Desde luego, como problema bién cambian los asedios y
rio y lingüístico, la metáfora no ha cesa- ciones de cada sociedad). El libro sigue
do de ser tematizada, incluida la reflexión esta vida omnipresente pero variada de
filosófica que hace del lenguaje el cen- la metáfora, ofreciendo una serie de en-
tro de sus preocupaciones. Pero es me- sayos que examinan tropos de diversas
nos frecuente preguntarse acerca de la épocas y circunstancias: así se encuen-
intervención de la metáfora en la repre- tran en 61 las celebres metáforas de
sentación política, y más especialmente Thomas Hobbes; las métáforas visuaIes
en la representación del poder (imágenes verbales las llama el autor)
Este es un terreno promisorio para la me- que, bajo el nombre de Emblemas, tuvie-
táfora. Si la filosofí ron un uso político en Saavedra Fajardo,
flexión distanciada que o simplemente conmemorativo en Sor
hacer sobre su contin Juana Inés de la Cruz; y no faltan metá-
es normal que elabo foras enteramente contemporáneas como
misma que le posib las que Charles Taylor ofrece a propósi-
flexión. Ahí es donde se localiza la me- to de la identidad.
táfora. Naturalmente, no todos los autores
Quizá se explica de ese modo su cons- hacen el mismo uso de la metáfora. Al-
tante presencia en filosofía política. gunos de ellos hacen un uso deliberado,
Como si la sociedad, en su esfuerzo por consciente y productivo.
pensarse a sí misma, no pudiera evitar a la metáfora en sus diferentes aspectos,
hacer transposiciones, analogías, yuxta- se detienen a examinarla, persiguen sus
posiciones con toda clase de organismos múltiples asociaciones y se diría que no
vivos, teatros, máquinas, relojes, o dis- dejan de acompañarla por los intrincados
positivos meciinicos y marítimos. Pero senderos que les ofrece.Normalmente, esos
esa presencia constante no debe ocultar autores no presentan sus metáforas como
que las metáforas (además de matar y sustitutos de una explicación conceptual,
votar, corno escribe el doctor González) pero sí la consideran una representación
tienen una historia propia. En primer lu- cuya feliz similaridad con el modelo les
gar, por el sitio que las filosofías políti- permite descubrir, descifrar y manipular
cas les reservan (y en este sentido nuestro significados que el original no manifies-
tiempo recela más que ninguno otro de ta. Estos autores no rehuyen la metifora,
los usos metaftiricos); en segun sino que la tratan como discurso p
por los temas que la metáfora p lo, como vía indirecta de acceso
lizar (porque en el plano simbó ellos, la semejanza misma es ya persua-
siva; la proximidad debe convencer. Qui- en su propio detrimento, la sospecha de
zh en el fondo subyace la idea de que un que existe una r e i a c i h referencial,
mismo orden lo gobierna todo, puesto que primigenia y transparente con las cosas,
lo disimil ayuda a explicar lo cotidiano, y luego viene la irresponsable retórica.
lo familiar. Otros autores en cambio des- Se la desdeña porque se considera que
confían enteramente del empleo sus sentidos figurados ocultan algún sig-
metáfora, El caso mas llamativo es el de nificado literal, éste sí, verdadero. Por eso
Thomas Hobbes, en lo que el doctor la metáfora ha sido siempre colocada del
Conzátez llama una "incoherencia". lado del no-conocimiento,
Hobbes, que probablemente ha legado a La metafora produce convicciones
la filosofía política el mayor número de instanthneas, es decir, justo lo opuesto a
metáforas, y de las más persistentes, la parsimonia en el balance de los argu-
declaraba completamentehostil al uso mentos y las cadenas demostrativas, que
ese tropo retórico, Su propósito de desa- (suponemos) debe seguir la razbn.
rrollar un método científico en el campo plano sernántico la methfora es re
de la política tomando como modelo la diza; en eso consiste su encanto y su fres-
geometría y las matemhticas no podía cura. Ella pasa por el oído, o por !a vista,
sino contraponerlo a ese artefacto dudo- y se instala en el afecto; ella puede hacer
so y escurridizo que es la metáfora. odioso lo apetecible, o a la inversa. Pero
El rechazo de Wobbes a la metáfora entonces, ¿cámo controlar ese exceden-
es tajante, pero tambidn es paradigmáti- te de sentido? ¿Cómo privilegiar sólo una
co de una cierta concepción de la filoso- entre la serie de significacionesposibles?
fia política. No podría ser de otro modo. A diferencia de la inmediatez del refe-
¿Que podía significar para la fi rente, los rodeos retóricos de la metáfora
tropo que no busca demostrar sino per- son numerosos: elipsis, analogía, susti-
suadir? Si demostrar quiere decir esta- tución, yuxtaposición, fusión, transferen-
blecer significados invariablesy precisos, cia, o traslación del sentido. Al menos
¿qué lugar puede tener una operación una cosa ha sido admitida recienternen-
cuyo fundamento consiste precisamente te: que no existo la posibilidad de que
en el número potencialmente inagotable pueda haber una única paráfrasis privi-
de significados que pueden serle asocia- legiada de la métafora. Es porque la de-
dos? La' metáfora no sefíala al referente tención del sentido representa el "grado
sino al lenguaje mismo, porque el enun- cero" de la metafora. La definición de
ciado metafórico no puede explicarse diccionario para iza (así sea de manera
sino al interior del lenguaje. Ella suscita, momentánea). La metáfora por el con-
eseñas 217

trario, no cesa de circular. Es por eso que dos, los pensadores políticos (incluidos
para Hobbes, y para muchos mis, la me- los más analiticos) han recurrido a la
táfora es una usurpacibn metáfora, Es por eso que en Metáforas
en la credibilidad del qu del poder aparecen incluidos clásicos
que lee). como Maquiavelo, Weber, Kant, Rawls
Ante la cuestión, el doctor González o Taylor, pero también comentaristas más
adopta una posición de equilibrio. Des- lejanos como Galdós o Sor Juana. Es
de el inicio advierte que no desea hacer a methfora no fuera sólo una
pasar a las metáforas por equivalentes de excrecencia, sino parte del proceso en el
argumentos: "en filosofía, lo esencial son que el discurso de la filosofía política se
los argumentos racionales" (pag. 14). Se ha constituido. Habría que admitir, a mi
declara, pues, partidario de un enfoque juicio, que el pensamiento no puede evi-
racionalista de la metáfora, sin duda bajo tar el recurso a representaciones, imáge-
la convicción de que la metáfora, que es nes o figuraciones, en el tránsito que lo
seducción, ha mostrado también una alta conduce de lo que ignora a lo que cono-
peligrosidad. Pero simultáneamente, el ce. Desde una perspectiva histórica, la
libro intenta mostrar la eficacia de la metáfora es también el índice de un com-
metáfora, el hecho de que más allá de los bate, porque todo discurso conceptual (al
usos estéticos a persuasivos a que se ia menos en las ciencias humanm) ha debi-
reduce, la metáfora tiene una función do constituirse desde en, y en oposición
constitutiva (como de hecho la tiene todo a, el lenguaje ordinario. La metáfora no es
el Ienguaje). Quiere decir qué, a pes $610 constitutiva, es tambitfn productiva:
todo, la metáfora orienta, detennin ella dice más que el enunciado original, y
ganiza la experiencia y los actos politi- es ese "más" el que puede convertirse en
60s. Entre las formas de insertarse en fa punto de fuga a la ignorancia, Quizá esta
experiencia, los seres humanos incluyen sea la razón principal de una cierta
una comprensi~nfigurada e imaginativa revaloración reciente de la mettifora en
de su mundo: "El hecho de que los argu- la historia de la ciencia y en la filosofía
mentos racionales tengan un contenido de la religión, La metáfora no es una tra-
inevitablemente metafórico no nos dice, ducción sino una transposición creativa,
en principio, nada contra ellos, no los aunque por supuesto puede estar sólo
priva de su valor como vehícu provisionalmente en escena. Todos reco-
tendimiento" (p. 15). nocemos fácilmente cuando estamos en
La cuestión es relevante, porque pue- presencia de una metáfora, pero resulta
de mostrarse que todos, literalmente to- mucho más dificil decidir cuhles son los
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limites entre la comprensión que aporta, ción. El largo plazo es, pues, otro aspec-
y las reminiscencias y falsedades que to productivo de la metáfora, localizable
suscita, esta vez en el imaginario colectivo en el
Algunas de las figuras metafóricas epositándose, aca
contenidas en el libro se han convertido se en un Iugar común, al punto que po-
en parte de la memoria colectiva y no es dría decirse que ya no hay distancia entre
un gran atrevimiento afirmar que difícil- la representación y lo representado, que
mente abandonarán el discurso politico. el signo lingüístico ya no es nada más la
Una de esas figuras está contenida en el unidad de signifícante y significado, sino
frontispicio (y en el texto) del libro de la unidad de ambos lograda por el tropo
Hobbes, el Leviatbn, Se trataen realidad metafórico. ¿O acaso puede imaginarse
de una enorme alegoría, porque se dedi- de otro modo al Estado?
ca a engarzar una metáfora tras otra, tra- Por lo demás, el libro del doctor
ykndolas de los dominios simbólicos más Gonzalez nos recuerda que dentro del
dispares: las hay de naturaleza orgánica, orden político, una noci6n que se presta
por ejemplo, la idea de un "cuerpo polí- de manera admirable a la metafora es la
tico" dotado de corazón, memoria, ner- idea de poder. En buena parte porque el
vios, razón, voluntad, que atraviesa poder gusta de manifestarse en una cas-
periodos de salud, enfermedad o muerte; cada de imágenes y símbolos. La enor-
las hay también de naturaleza rneca- midad que significa fa existencia de
nicista, títiles para representar Ia dinámi- jerarquías y formas de subordinación
ca o la estática de la vida comunitaria, sociales no podría ser aceptada sólo por
Seguramente Hobbes no es el creador de argumentos racionales, y requiere de una
tales metáforas, pero quizá sea el que trama de formas simbólicas de diferen-
mejor las ha expresado, y muy probable- ciación, reales o imaginarias, que la
mente nos resulte difícil evadir la idea hagan aceptable. El poder recurre alegre-
del estado como la imagen gigantesca del mente a Ias metáforas porque, como 4s-
rey formada por un hormigueo de indivi- tas, no quiere argumentar sino seducir,
duos que lo constituyen, con sus paisa- no busca convencer sino atemorizar y, por
jes idilicos producto de una paz tanto, no vacila en asociarse a los domi-
literalmente impuesta por ese monstruo. nios más dispares con tal que le asegu-
Su fuerza le viene de que en filosofía po- ren una aceptabilidad y una legitimidad
lítica predominan las metáforas de susti- colectivas. Esto, para responder a una
tución sobre las methforas de pregunta que en nuestro libro se formu-
contigüidad, o de unión, o de combina- la: es decir, lo poco que quedaría del po-
der si le arrebatáramos su ropaje me- es también una forma de evasión. Como
tafórico. lo muestra nuestro autor, la metáfora
Pero si algunas metáforas permane- implicita en la idea de la vida como es-
cen en el imaginario colectivo, otras en cenario permanece hasta nuestros días,
cambio están más ancladas en su tiem- pero a costa de enormes transformacio-
po. Es que, como parte del horizonte sim- nes y desplazamientos, Es quizá en los
bólico, artístico, literario y lingüístico, la momentos de mayor abatimiento perso-
metáfora tiene su propia historia y obe- nal, de gran desencanto político, y de
dece a leyes y mecanismos que la trans- mayor decaimiento social (corno lo era
forman, y pueden aniquilarla. Las la Víena de fines del siglo xrx), que la
metáforas envejecen, se fosilizan y representación de la vida como mascara-
eventualemente mueren (¿quién piensa da vuelve a atribulamos. Pero son ya mo-
ya que al decir "la pata de la silIaWestá mentos especificas que no dominan la
empleando una metáfora?). El libro del vida cotidiana, tal vez porque la idea de
doctor GonzaIez nos ofrece de ello va- la vida como un tránsito enmascarado,
rios ejemplos, pero uno que le merece una con su cauda de hipocresia, doblez y fin-
atencibn cuidadosa es la idea típicamen- gimiento coincide mal, y quizá hasta en-
te barroca de la vida como un escenario: tra en colisión con la individualidad
el theatrum rnupldi Naturalmente, la idea contemporknea, educada en los valores
de que la vida es una comedia puede de autonomía moral, sinceridad, autenti-
rastrearse hasta la antigüe cidad y autoconocimiento.
Epicteto, pero son las Un ejemplo más extremo de una me-
eriodo barroco las que táfora eiivejecidh lo ofrece el ensayo "La
llevan esta idea a su realización más aca- política como pacto con el diablo", que
bada, y la hacen desbordar a todos los en el libro del doctor González permite
ámbitos de la vida pública y privada. asociar el peqsamiento d e M. Weber con
Ningún otro momento ha ido tan lejos en el mito de Fausto, especia!, pero no Úni-
concebir al mundo como un inmenso tea- camente en Goethe. No hay duda de que
tro donde cada uno representa un papel, el pacto con el diablo por el cual el hom-
No es casual que sea entonces que se acu- bre hace un convenio con el mal para ob-
mulan grandes nombres: Calderbn y su tener un bien, es una alegoría que no se
gran Tearro del mundo, o Vélez de extingue ni se agota definitivamente. Y
Guevara con su DiabIo cojuelo. Es natu- también es verdad que bajo ciertas
ral, porque la metáfora, que evita la ne- refuncional izaciones, puede reaparecer
cesidad de aludir a la cosa directamente, en autores tan próximos a nosotros como
220 Reseñas

Thomas Mann. Pero también es cierto otro modo, Pero si es una ayuda, tam-
que "a pesar de todas sus versiones, pa- bién puede ser un obstaculo, o al menos
receda que (ese mito) se nos ha hecho una parte de la filosofía que
extraño y ajeno, como si estuviera ins- desea erradicarla por completo. Queda m
crito en caracteres ininteligibles y con una pie la cuestión de si es efectivamente
simbología pasada de moda" (p. 206). El erradicable. Por ahora queda claro que,
doctor González atribuye ese desgaste al se le aprecie o no, la metáfora es uno de
derrumbamiento moral del indidivuo, a los instrumentos con que los hombres
un estado de ánimo "nietzcheano" que piensan, pero tambih imaginan, fanta-
nos ha llevado "'más allá del bien y del sean, se hacen ilusiones o expresan sus
mal" o que, en todo caso, ha mitigado desencantos acerca de sus condiciones de
cualquier tensión moral en el indidivuo, existencia.
a lo cual quizá sólo habría que agregar
os componentes adicionales: p r i m o , Sergio Pérez Cortés
que nuestras almas han perdido valor y
ya no hay quien se interese en perderlas
a cambio de beneficios tangibles, y en ¿De que hablamos cuando habfamos de
segundo lugar porque hemos extraviado Dios? Reseiia del libro Filosofía de la
los mapas del infierno: ya nadie está se- religibn, de A. T~masini.~
guro de su existencia, ya no nos atomen-
ta ese teatro de agonías y ni siquiera
sabemos cuál es su acceso principal. os filósofos de la religión, segui-
En breve, Metáforas delpoder es una dores de Wittgenstein, han afirmado que
investigación acerca de la presencia cons- no es correcto interpretar el lenguaje re-
tante, pero cambiante, de las representa- ligioso de manera literal; en particular,
ciones en la política en general, y en la que no ha de verse como un lenguaje
filosofía política en particular. Con todo, descriptivo, i.e. que verse sobre una rea-
este examen muestra que la metáfora no lidad trascendente. Según estos autores,
está sólo presente como artefacto de em- cuando un creyente afirma, e.g., "creo en
bellecimiento, ni como artimafía de per- Dios todopoderoso", no dice, en realidad,
suasión, sino como un dispositivo eficaz, que cree en un ser todopoderoso sino que
que permite organizar la experiencia, que
impulsa la comprensicin y que sefíala la Agradezco a Ramiin del Castillo por las intere-
irrupción de un problema, que quizá no santes discusiones que sostuvimos sobre estos
puede temporalmente ser planteado de temas en calles y bares de Madrid.

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