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laboral

laboral

La colección «Laboral» es una ambiciosa iniciativa de la Editorial «Tirant


lo blanch» y un equipo de expertos en Derecho Laboral que puntualmen-
te acercarán al profesional en la materia temas de interés y actualidad en
el siempre cambiante mundo del Derecho del Trabajo. Adrián Todolí Signes

La economía colaborativa trae profundos cambios al modo en el que se 239


trabaja. La prestación de servicios a través de plataformas virtuales se

EL TRABAJO

Adrián Todolí Signes


concibe como un nuevo capitalismo llamado a sustituir el capitalismo
empresarial –tradicional-. Esta nueva forma de trabajar presenta grandes

EN LA ERA DE
retos para el mercado de trabajo. En este libro se analiza el nuevo capita-
lismo y sus características para luego estudiar si las nuevas formas de
trabajar descentralizadas encajan o no en el concepto de contrato de
trabajo. Con ello, en este libro se presentan nuevos indicios de laborali-
dad inexistentes hasta ahora derivados de la utilización de la tecnología LA ECONOMÍA
en la prestación del trabajo.
La economía colaborativa también permite poner en el mercado bienes COLABORATIVA laboral
propios infrautilizados convirtiendo a los particulares en pequeños
empresarios. Desde esta perspectiva, se detalla en qué punto estos

EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA


particulares se convierten en profesionales con obligación de cotizar en
el Régimen especial de trabajadores autónomos.
Por último, se consideran las oportunidades y las amenazas de los
sistemas reputacionales online para los trabajadores y profesionales. Un
sistema que permite evaluar el trabajo, para posteriormente publicarlo en
internet, puede mejorar la trasparencia del mercado laboral a la vez que
puede mermar el derecho a la protección de datos.

laboral

239
Colección Laboral
(Fundada por IGNACIO ALBIOL MONTESINOS)

Consejo científico:
JOSÉ MARÍA GOERLICH (Director)
ÁNGEL BLASCO PELLICER
JESÚS R. MERCADER UGUINA
FRANCISCO PÉREZ DE LOS COBOS ORIHUEL
REMEDIOS ROQUETA BUJ

Procedimiento de selección de originales, ver página web:

www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
EL TRABAJO EN LA
ERA DE LA ECONOMÍA
COLABORATIVA
La clasificación jurídica de trabajadores y
autónomos y los efectos de la reputación online
en la economía de las plataformas virtuales

ADRIÁN TODOLÍ SIGNES


Profesor Ayudante Doctor
Área de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
Universidad de las Islas Baleares

Valencia, 2017
Copyright ® 2017

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro


puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento elec-
trónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o
cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación
sin permiso escrito de autor y del editor.

En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch


publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com.

© Adrián Todolí Signes

© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant.com
www.tirant.com
Librería virtual: www.tirant.es
ISBN: 978-84-9143-147-3
MAQUETA: Tink Factoría de Color

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empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.
INTRODUCCIÓN1
La economía colaborativa permite actualmente intercambios que hace
unos años eran impensables. Quién podría imaginar lo sencillo que re-
sulta ahora irse de vacaciones a cualquier ciudad del mundo quedándose
en casa de un completo desconocido (Airbnb) o tener acceso al coche
de otra persona por unos días o una semanas (Drivy) e incluso ir a co-
mer a casa de un extraño y compartir la cena con otros desconocidos
(Chefly), compartir gastos de gasolina en un viaje entre ciudades con un
desconocido (Bla Bla Car) acceder a su ropa y accesorios (StyleLend) o
a su plaza de parquin (Parquo). Por otra parte, gracias a las plataformas
virtuales es muy sencillo ofrecer tus servicios como limpiador de casas
(Getyourhero), cuidador de personas dependientes (CUIDUM), profesor
particular (Sharing academy) o para realizar pequeñas tareas como elec-
tricista, pintor, fontanero (Etece), entre otras. Cualquier ciudadano puede,
con un “click”, contratar a alguien para que le traiga cualquier cosa desde
cualquier lugar (Postmates), para que vaya a su casa y empaquete y envíe
sus cosas (Shyp), para que recoja su ropa sucia, la lave y se la devuelva a
casa (Washio), pasee a su perro (Wag), le traiga comida a casa (Muchery)
o bebidas (Drizly), entre muchas otras. No es de extrañar que la revista
Wall Street Journal el año pasado sacara un artículo titulado “Hay un
Uber para todo”2.
A pesar de la ampliación de oportunidades ofrecidas por la nueva
economía, en realidad, ninguna de estas tareas o actividades descritas es
realmente nueva. La clave de la economía colaborativa no está en que
permita realizar nuevas funciones para la sociedad, sino en la sencillez con
la que se puede acceder al servicio ahora. “Sencillez” que lo cambia todo.
Más adelante se analizará esa sencillez qué significa en términos económi-
cos, pero por ahora quedémonos con la idea de que “sencillez” es lo que
permite que estos servicios, que ya existían antes, sean ofrecidos, no sólo
por empresas, sino principalmente por particulares. Empresas de alquiler
de coches han existido desde hace mucho tiempo, sin embargo, las empre-
sas de economía colaborativa lo que ofrecen es poner en el mercado tu
propio coche particular para que un tercero, desconocido, lo pueda usar
durante un tiempo pactado. Por supuesto, el ofrecimiento no será gratuito
sino remunerado y ahí es donde aparece la primera revolución. Prestar tu

1 Trabajo financiado por el proyecto titulado “La regulación de la economía colabora-


tiva” del Ministerio de Economía y competitividad, nº DER2015-67613-R.
2 FOWLER G., “There is an Uber for everything now”, WSJ, 5 de mayo de 2015.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

coche particular a un amigo (un muy buen amigo) siempre se ha podido


hacer, pero las razones de este préstamo han sido normalmente benévolas
o de buena vecindad, sin embargo, cuando se interactúa con un extraño la
misma acción suele realizarse con algún tipo de ánimo de lucro. Por esta
razón, algún gurú de la economía ha empezado a vislumbrar un cambio
en el modelo económico entendiendo que con la aparición de la economía
colaborativa se está pasando de un capitalismo empresarial a un capita-
lismo de los particulares3 (aunque más bien se debería llamar capitalismo
de trabajadores autónomos).
Con ello se hace referencia a una disminución de la importancia de las
empresas a la hora de ofrecer ciertos productos o servicios y un aumento
de la relevancia de los servicios ofrecidos entre particulares. Esta nueva
forma de entender el capitalismo se prevé que trasformará radicalmente
lo que significa tener un trabajo y la forma con la que el sistema vincula
todas las protecciones laborales y sociales a la existencia de un empleo
laboral. Y es que si en el futuro se prevé que desaparezca el capitalismo
empresarial —las empresas— difícilmente podrá haber trabajadores —su-
bordinados en las empresas—. De esta forma, el nuevo capitalismo estará
formado por pequeños “emprendedores” que ofrecerán sus servicios o sus
bienes en el mercado a través de las plataformas virtuales que permitirán
poner en contacto la oferta y la demanda. Desaparecidas las empresas
como centros de provisión de bienes y servicios solamente quedarán los
emprendedores, sujetos que no tendrán asegurado unos ingresos mínimos,
sin formación (excepto la que se puedan pagar ellos mismos) y sin posibi-
lidades de carrera profesional. En realidad, ni siquiera sabrán si tendrán
trabajo en la siguiente hora.
De hecho, ese “futuro” puede estar más cerca de lo que pensamos.
Según la revista Time Magazine, alrededor de 14 millones de personas tra-
bajan actualmente en la llamada economía colaborativa (o “on demand
economy”)4.

1. Objetivo y estructura
El objetivo de este trabajo será conocer las consecuencias jurídico-
laborales de la economía colaborativa en el mercado de trabajo. No obs-

3 SUNDARARAJAN A., The Sharing economy. The end of employment and the rise of
crowd-base capitalism, Cambridge, MIT press, 2016, p. 17 (ejemplar en PDF).
4 STEINMERTZ K., Exclusive: See how big the Gig economy really is, Time, 6 Enero
2016.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

tante, antes de realizar ese análisis, se debe advertir que dentro del término
“Economía colaborativa” existen muchas diferencias entre modelos y pla-
taformas. A los efectos que aquí interesan es necesario dividirlos en dos;
por una parte las plataformas dedicadas a la venta o alquiler de bienes; ii)
por otra las plataformas dedicadas a la provisión de servicios.

1.1. Venta o alquiler


La economía colaborativa es una subsección de las empresas que fun-
cionan a través de una plataforma virtual. Este tipo de empresas buscan
explotar bienes personales infrautilizados —una habitación, un coche,
una cocina, salas de reuniones— convirtiendo a los propietarios en mi-
croemprendedores, aumentando de esta forma la competencia en los mer-
cados y proveyendo a los usuarios con mayores opciones. De esta forma,
en las empresas de economía colaborativa, los individuos se ofrecen a
“compartir” sus bienes personales con potenciales consumidores a través
de las plataformas virtuales. Lo que diferencia la economía colaborativa
—de las otras dos formas de “on demand economy”— será que centra
su mercado en el bien compartido, siendo la prestación del servicio, del
sujeto propietario del bien, una cuestión accesoria.
Por ejemplo, en Airbnb, una empresa a nivel mundial que se califica
a sí misma como el mayor proveedor de servicios de alojamiento tempo-
ral del mundo, no cuenta con ningún alojamiento en propiedad5. Por el
contrario, confía en que los usuarios de su plataforma ofrezcan su casa
—o solo una habitación— para que los clientes (usuarios) de la empresa
puedan encontrar alojamiento en cualquier parte del mundo. En el mismo
sentido, la empresa Bla Bla Car, busca compartir asientos vacíos en los
vehículos en los viajes en automóvil que el propietario del vehículo vaya a
realizar. Como se puede comprobar, en estos supuestos, la prestación del
servicio es accesoria, mientras que lo relevante es el bien compartido. Por
ello, en más de una ocasión, a la economía colaborativa se le ha llamado,
de forma más precisa, simplemente como “economía del alquiler”6. En
estos supuestos, obviamente, existe una prestación de servicios, dado que

5 VV.AA., Airbnb, proveedor oficial de servicios de alojamiento alternativo en los Juegos

Olímpicos de Río 2016, 2015. (en línea) http://www.tecnohotelnews.com/2015/03/


airbnb-proveedor-oficial-de-servicios-de-alojamiento-alternativo-en-los-juegos-olim-
picos-de-rio-2016/# [consulta 1 de octubre de 2015]
6 RAVENELLE, A., “Microentrepreneur or Precariat? Exploring the Sharing Economy
through the Experiences of Workers for Airbnb, Taskrabbit, Uber and Kitchensur-
fing.” First International Workshop in Sharing Economy (4-5 junio 2015). Copernicus
Institute of Sustainable Development, Utrecht University, Netherlands, 2015.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

los propietarios del vehículo conducen y los propietarios de la casa deben


acomodar a sus huéspedes, sin embargo, estas actividades son completa-
mente secundarias en comparación al alquiler del bien7.
La economía colaborativa entendida como aquel modelo de negocio
basado principalmente en el alquiler de un bien por parte de su propieta-
rio cuya prestación de servicios realizada por el propietario es accesoria o
residual, no parece que necesite protección laboral. De hecho, en el caso
del alquiler de vivienda, las normas protectoras, históricamente, suelen
diseñarse para proteger al inquilino. Se entiende que el poseedor del bien
que se va a alquilar se encuentra en una posición de poder que no requiere
de medidas de salvaguarda. Por ello, una primera observación consistirá
en distinguir cuándo se está ante un verdadero negocio “colaborativo”,
donde el bien es el elemento principal del negocio jurídico, de cuándo el
intercambio gira en torno a la prestación de servicios. En el primer su-
puesto, la legislación laboral no sería aplicable, ni parece necesario que lo
fuera, dado que no existe desequilibrio de las posiciones.
Sin embargo, como se estudiará en el tercer capítulo, aquellas perso-
nas que realizan ventas o alquileres de sus bienes personales a través de
plataformas virtuales pueden verse sometidas a la legislación de Seguri-
dad Social, concretamente, a la obligación de cotizar como autónomos.
Efectivamente, a pesar de que los economistas hablen de “economía entre
particulares”, la realidad es que los negocios se hacen en el mercado y a
cambio de un precio, por ello, resulta necesario conocer cuándo se estará
ante un particular y cuando la ley considerará ese particular un profe-
sional del negocio obligándole a cotizar como autónomo (como lo haría
cualquier otro profesional).

1.2. Prestación de servicios


Si se ha definido la economía colaborativa como empresas que buscan
explotar bienes infrautilizados, difícilmente esto será aplicable a la presta-
ción de servicios. Con el objetivo de integrar a los prestadores de servicios
a través de plataformas virtuales dentro de la economía colaborativa, se
ha pretendido argumentar que la prestación de servicios se hace con el
objetivo de permitir a las personas dar uso a su tiempo “infrautilizado”.

7 Por ejemplo, en el caso de Bla Bla Car, el propietario del vehículo va a realizar el viaje
igualmente, con o sin alquiler de asientos. Por esta razón, no nos encontramos ante
un servicio de transporte, donde el cliente decide el destino y el conductor presta el
servicio, sino ante la infrautilización del vehículo —por quedar asientos libres— para
un viaje que se iba a realizar igualmente.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

Sin embargo, en mi opinión, el tiempo “infrautilizado” es simplemente


tiempo libre que la persona puede decidir ofrecerlo en el mercado si lo
cree conveniente. De esta forma, a mi juicio, cuando hablamos de presta-
ción de servicios difícilmente se puede hablar de colaboración entre par-
ticulares, puesto que el sujeto que realiza la prestación no está poniendo
en el mercado un bien infrautilizado (esencia de la economía colaborativa)
sino ofreciendo su tiempo a cambio de dinero —como cualquier profesional
o trabajador—. Por ello, cuando se habla de plataformas donde se ofrecen
servicios, no se estaría ante la economía colaborativa sino ante la llamada
“on demand” o “Gig” economy. Esta segunda cuestión es la que más va a
afectar al ámbito laboral. Por ello, se dedicarán el primer y segundo capítu-
lo de este libro. El primer capítulo se dedicará a las causas y explicación del
funcionamiento económico de este nuevo modelo de negocio y al estudio de
las diferencias entre los trabajadores clásicos y los trabajadores de la nueva
economía. El segundo capítulo entrará de lleno en la cuestión de la clasifica-
ción legal de los trabajadores de la nueva economía, con objeto de conocer
si estos trabajadores entran en el concepto legal de trabajador laboral.
El cuarto capítulo se dedicará a una cuestión que afecta en general a
los trabajadores y autónomos (a todas las personas físicas) que presten
servicios u ofrecen sus bienes a través de una plataforma virtual. Para con-
seguir que se produzcan intercambios económicos entre desconocidos es
necesario establecer sistemas de confianza entre unos y otros. Difícilmente
los ciudadanos aceptarían tener en su casa desconocidos durante unos
días sin un sistema que cree la oportuna confianza. Las plataformas vir-
tuales para crearla utilizan los llamados “sistemas de reputación online”.
Estos sistemas permiten evaluar, tras una interacción con un desconocido,
la prestación recibida. Esta evaluación (puntuación o comentarios) queda
anexada al perfil del prestador de servicios y es de público conocimiento
para cualquier otro usuario. De esta forma, los clientes o empresarios
pueden predecir el resultado del negocio antes de realizarlo en base a las
evaluaciones del prestador de servicios establecidas por la comunidad.
Sin embargo, a pesar de las ventajas de estos sistemas de reputación
online, los peligros también son manifiestos. Concretamente, y solo por
nombrar algunos, el ejercicio de derechos colectivos puede verse amena-
zado si dicha información puede quedar registrada públicamente para el
acceso de cualquier empresario o potencial cliente8. En este sentido, es ne-

8 DAGNINO, E., “Uber law: perspectiva jurídico-laboral de la sharing / on-demand


economy”. Revista Internacional y Comparada de Relaciones Laborales y Derecho
del Empleo. 3 (3), 2015.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

cesario encontrar herramientas de protección en el sistema jurídico actual


y conocer cuáles son los límites legales a la hora de ceder información en
una relación jurídica con trabajadores o autónomos.
Por último, la economía colaborativa está en construcción actualmen-
te por lo que es difícil poder establecer cuáles son los campos de interac-
ción de este nuevo modelo de negocio con la normativa laboral. Por ello,
en el quinto capítulo, a modo de conclusión, se dejarán apuntadas algunas
cuestiones sobre el futuro de la economía colaborativa y sus posibles efec-
tos en el mercado de trabajo y en la legislación laboral.
Capítulo I
EL MERCADO DE TRABAJO EN EL S. XXI: ON-
DEMAND ECONOMY, EL CROWDSOURCING
Y OTRAS FORMAS DE DESCENTRALIZACIÓN
PRODUCTIVA QUE ATOMIZAN EL MERCADO
DE TRABAJO
1. El trabajador en el S. XXI: La migración hacia el ciberespacio
Hasta hace unos años, no se concebía hablar del capitalismo sin hacer
referencia al mercado de trabajo y mucho menos se concebía la crítica al
capitalismo sin considerar la posición de explotación de los empleados.
Ahora parece que las preferencias hayan cambiado. El famoso libro de
Thomas Picketty, titulado El Capital en el S.XXI, contiene un análisis
y crítica del sistema capitalista, de unas seiscientas páginas, sin hacer la
menor referencia al mercado de trabajo. ¿Acaso ha terminado la “ex-
plotación” del obrero y ya no es necesario disertar sobre ello? ¿Acaso el
nuevo capitalismo ya no se basa en la “explotación” del trabajador? En
muchos casos el desequilibrio sigue existiendo, sin embargo, sus formas
de manifestación están cambiando. El modelo de relaciones laborales del
S. XIX ha sido diferente a la del S. XX y parece que, en el futuro, lo será
mucho más, si las predicciones se cumplen. En los inicios del S. XXI se
vislumbran nuevos métodos de organización laboral, conforme el sistema
económico se transforma, que requieren de herramientas muy distintas a
las que se tiene actualmente para poder proteger a la persona que vive de
su trabajo.
En los últimos veinte años, los expertos en Derecho del Trabajo han
estado muy preocupados sobre como las nuevas tecnologías de la informa-
ción y la comunicación afectan al puesto de trabajo. Decenas de estudios
se han realizado alarmados por la privacidad de los trabajadores —moni-
torización del ordenador, cámaras, GPS, redes sociales—9 por el aumento
de carga de trabajo fuera del horario de trabajo —teletrabajo, emails—10,

9 SAN MARTÍN MAZZUCONI, C., “Navegar por Internet en horas de trabajo


¿Quién? ¿Yo?”. AS, 19, 2, 2010.
10 BAYLOS GRAU A., “Teletrabajo y legislación social”, en VVAA. (coord. Rafael Casa-
do Ortiz), Trabajar en la sociedad de información: el teletrabajo: problema o solución:
cómo contratarlo, San Sebastián de los Reyes, Fundación Universidad Empresa, 1999,
(pp. 183-188); THIBAULT ARANDA J., “Aspectos jurídicos del teletrabajo”, Revista
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

etc. Todas estas inquietudes vienen, principalmente, por el incremento del


poder de vigilancia y control del empresario sobre el trabajador. Sin em-
bargo, en los últimos dos años, parece que las nuevas tecnologías están
afectando a los trabajadores de otra manera: provocando su desaparición.
Desde el ludismo, los trabajadores han estado recelosos de la posi-
bilidad de que las máquinas y, en general, la tecnología pudiera sustituir
totalmente a los empleados. Por lo que esta cuestión no parece demasiado
nueva, ni digna de un estudio que se plantea los desafíos del mercado de
trabajo en el nuevo siglo. Lo que ocurre es que la forma en que la tecnolo-
gía está “acabando” con los “trabajadores” no es exactamente la temida.
Las nuevas tecnologías están permitiendo una disminución de los cos-
tes de transacción inimaginable hasta hace unos pocos años. Los costes de
transacción son la principal razón por la que las empresas prefieren reali-
zar el trabajo por sí mismas, dentro de una organización preparada para
prestar servicios al mercado11. En los siglos anteriores, las empresas eran
conscientes de que realizar el trabajo mediante personal independiente a
la empresa era caro. La información viajaba lentamente y se perdía gran
parte de la productividad controlando a posteriori la calidad del trabajo
realizado. Por ello, las empresas siempre han preferido contar con perso-
nal propio —dependiente o subordinado— que realizara el trabajo; perso-
nal formado por la empresa que asegure la calidad del producto o la pres-
tación del servicio ofrecido por la compañía; personal sujeto a controles
de entrada —entrevista de trabajo y procesos de selección—; controles de
calidad del trabajo —supervisión por mandos intermedios—; control de
salida —poder disciplinario—. Ahora bien, todo esto cambia cuando las
nuevas tecnologías reducen los costes de transacción a niveles casi nulos.
De esta forma, con la reducción de los costes de transacción, la em-
presa no tiene ningún incentivo para poseer grandes estructuras organi-
zativas. En efecto, cualquier observador de la realidad puede percatarse
que la descentralización está aumentando, creándose redes de producción
dispersas. Con la reducción de los costes de transacción, la especializa-
ción de la empresa pasa a ser el principal objetivo. Lo importante para
una empresa ya no es la capacidad de ofrecer varios servicios que com-
parten sinergias entre sí, sino que lo relevante será la especialización en

del Ministerio de Trabajo e Inmigración, 11, 1998; THIBAULT ARANDA J., “Teletra-
bajo forzado a domicilio”, AL, 4, 2006.
11 COASE R. H., “The Nature of the Firm”. Economica, New Series. 16 (4), 1937, pp.
386-405. Recientemente también han sido llamados costes externos o costes de coor-
dinación, SUNDARARAJAN A., The Sharing economy, op. cit., p. 85 (ejemplar en
PDF).
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

un sector o producto, descentralizando el resto. No obstante, conforme


mejoran las tecnologías y los costes de transacción se reducen aún más, se
está empezando a observar, en algunos sectores, que la descentralización
no es suficiente. Por el contrario, las empresas están dando paso a una
balcanización del mercado, donde las empresas no contratan trabajado-
res —excepto los más imprescindibles—, sino que su modelo de negocio
consiste en poner en contacto el demandante del servicio con el proveedor
del este. La novedad proviene en que el proveedor del servicio no será una
empresa, como lo hubiera sido hasta ahora, sino que directamente será la
persona individual que prestará el servicio —un autónomo independien-
te—. La descentralización, pues, se lleva a su extremo: a la atomización
del mercado12.
De esta forma, sin que las máquinas sustituyan en absoluto la presta-
ción personal de los servicios13, la figura del trabajador o empleado —de-
pendiente— creada en los albores de la revolución industrial parece estar
acercándose a su fin14.
Jeff Howe, fue uno de los primeros en identificar este nuevo modelo
de negocio15. Este autor relata cómo la industria de los proveedores de
imágenes ha colapsado por la emergencia de iStockphoto y otros “mi-
croproveedores” de imágenes. Las empresas clásicas de proveedores de
imágenes contrataban laboralmente fotógrafos profesionales para realizar
los encargos que los clientes solicitaban. Sin embargo, iStockphoto no
posee ningún fotógrafo en nómina, sino que dispone de una larga lista
de fotógrafos —profesionales y aficionados— que realizan el trabajo por
una mínima parte de lo que lo haría una empresa convencional. Estos
fotógrafos inscritos en iStockphoto compiten por realizar el trabajo, con

12 Como señala el Prof. Valdés Dal-Ré, no todas las empresas están en crisis. La gran em-
presa como organización de integración vertical y jerárquica se está desmantelando,
sin embargo la gran empresa como centro de concentración de capital saldrá robus-
tecida, en VALDÉS DAL-RÉ, F., “Descentralización productiva y desorganización del
derecho del trabajo”. Sistema: Revista de Ciencias Sociales., 2002 p. 61. Esta empresa
robustecida será aquella que controle las tecnologías —portales virtuales— y el know-
how del negocio.
13 En cualquier caso, aunque en este trabajo no se estudie la “sustitución de trabajadores
por maquinas”, ello no significa que no sea un tema también preocupante, al respecto
ver MARTÍN G Y PLASENCIA A., “Digitalización y desaparición de empleos”, Cla-
ves, Noviembre, 2013, pp. 90 y ss.
14 HINES A., “The end of work as we know it”. Career Planning and Adult Develop-
ment Journal, 10, 2015; CEFKIN, M. et al., “A perfect Storm? Reimagining work in
the Era of the End of the Job”, Ethnographic Praxis in Industry Conference Procee-
dings, 2014, p. 3-19.
15 HOWE, J., “The rise of Crowdsourcing”, Wired, June 2006.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

el resto de inscritos en la página web, empujando de esta manera el precio


de su trabajo a la baja. Por el contrario, la web “iStockphoto”, en 2009,
se convirtió en el tercer proveedor más grande de imágenes fotográficas
del mundo (y sigue creciendo) sin tener que contratar un solo fotógrafo16.
En definitiva, estas plataformas virtuales, crean una infraestructura
invisible que conecta oferta y demanda, facilitando la interacción de los
prestadores de servicios y aquellos que necesitan de uno. Sin embargo,
estas plataformas no consiguen su éxito de la nada, sino que su triunfo
pasa por aprovechar una legislación menos protectora de los autónomos
y una libertad de fijación de precios —subasta a la baja— que no existe
cuando se está en el campo de protección laboral —SMI—. En efecto, una
empresa tradicional no va a poder competir con una empresa que provee
todos sus servicios mediante autónomos, dado que la legislación impone
un salario mínimo para los primeros, pero no existe retribución mínima
alguna para los autónomos17. De esta forma, en una economía de merca-
do, si no hay intervención estatal, los modelos tradicionales de negocio es-
tán abocados a su desaparición18. En fin, estas plataformas virtuales están
provocando profundos cambios sociales, dado que los modelos tradicio-
nales de empleo, y las estructuras laborales, están siendo desmantelados19.

2. El nuevo modelo de negocio: “on demand economy” (econo-


mía bajo demanda)
2.1. La diferenciación tipológica y la confusión terminológica
Lo que se viene describiendo hasta ahora se ha llamado “on-demand
economy” o economía bajo demanda20. El término hace referencia a un
modelo de negocio donde las nuevas tecnologías en internet permiten que

16 DARYL L., iStock: We’ll Clear $200M This Year (en línea), 2009, www.pdnoline.com.
[consulta 22 de Septiembre de 2015].
17 HARRIS S., KRUEGER A., “A proposal for modernizing labor laws for twenty-first-
century work: The “Independent Worker”, The Hamilton Project, diciembre, 2015, p.
5.
18 Las bajas barreras de entrada y los bajos costes de entrada de los nuevos negocios
aseguran su rápida expansión FRANZETTI, A., “Risks of the Sharing Economy”,
Risk Management. April 2015, p. 10.
19 ALOISI, A., “Commoditized Workers. The Rising of On-Demand Work, a Case Study
Research on a Set of Online Platforms and Apps”, SSRN, July 2015: 1-38, 2015, p. 3.
20 Término que empezó a acogerse a raíz del artículo Workers on tap, The Economist, 3
de enero de 2015; posteriormente ha sido popularizado por otros autores FRANZET-
TI, A., “Risks of the Sharing Economy”, op. cit., p10 y DAGNINO, E., “Uber law:
perspectiva jurídico-laboral…”, op. cit, p. 3.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

las plataformas virtuales dispongan de grandes grupos de prestadores de


servicio, los cuales están a la espera de que un consumidor solicite un
servicio. Como se observa, la economía bajo demanda se define precisa-
mente en contraposición con el concepto tradicional de trabajador fijo
comprometido con una empresa individual21. Una primera crítica que se
puede realizar proviene del poco acierto en la nomenclatura. Con anterio-
ridad a la aparición de las plataformas virtuales, la economía ya era “bajo
demanda”. Ningún servicio se proveía sin que un consumidor/cliente lo
hubiera solicitado primero. Por lo que, el término “economía bajo deman-
da” no es válido para diferenciar los anteriores modelos de negocio de los
nuevos. No obstante, es el término que la doctrina parece haber acogido
mayoritariamente.
Algunos otros autores apuestan por el término “peer to peer eco-
nomy” o “economía de igual a igual”. Este término también se centra en
la desaparición de la empresa como tal, entendiendo que el consumidor
acude directamente al prestador del servicio, estando ambos en igualdad
de condiciones. Sin embargo, como se verá, este término puede ser enga-
ñoso, ya que parte de la idea de que existe una idéntica posición entre
el prestador del servicio y el que lo solicita y paga. Como ha ocurrido
tradicionalmente en el mercado de trabajo, el prestador de servicios, por
el carácter perentorio de su trabajo22, se encuentra, habitualmente, en una
situación de desequilibrio con respecto al que solicita el servicio23. En fin,
por estas razones considero que “prestación de servicios a través de pla-
taformas virtuales” sería un término mucho más descriptivo, y neutro, de
llamar a este nuevo modelo de negocio.
Por otra parte, la economía bajo demanda (o economía basada en la
prestación de servicios a través de plataformas virtuales) es un término-
paraguas que recoge un conjunto de negocios bastante diferentes entre

21 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law in the Crowd-
sourcing Industry”. Berkeley Journal of Employment and Labor Law. 32 (1), 2011,
143-204.
22 El trabajo que no se vende hoy no puede venderse mañana, mientras que el dinero
tiene un carácter duradero incluso llegando a aumentar con el paso del tiempo. Ello
provoca una debilidad inherente a toda prestación de servicios, pero luego existen
otras características, específicas de la clase trabajadora, como son la debilidad econó-
mica que suele tener el que vende su trabajo en comparación al que lo compra.
23 ALOISI, A., “Commoditized Workers…”, op. cit., p. 9. No es de extrañar que los CEO
—directores ejecutivos— de las empresas sean los que más estén apostando por llamar
a su modelo de negocio economía de igual a igual, También resulta interesante la en-
trevista a la CEO the Zipcar, RAFTER, M., “Share and share she likes”, Workforce,
June 2015.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

sí —aunque todos compartan la idea de la utilización de una plataforma


virtual donde oferta y demanda se encuentran—. La tecnología puede uti-
lizarse de muchas maneras, y dar como resultado diferentes modelos de
negocio, donde las repercusiones —sociológicas, económicas y jurídicas—
para el mercado de trabajo son distintas. De esta forma, en principio, por
sus características, se pueden observar al menos cuatro tipos de negocio
diferentes: i) Crowdsorcing online vs. Crowdsorcing offline; ii) Corwdsor-
cing genérico vs Corwdsorcing específico.

2.2. Crowdsourcing24
El llamado Crowdsourcing (o también llamado Crowdwork) consiste
en tomar una prestación de un servicio, tradicionalmente realizada por un
trabajador, y descentralizarla hacia un indefinido y, normalmente, gran
número de personas en forma de llamamiento o convocatoria25. El mode-
lo cuenta con tres elementos; i) por una parte, los “solicitantes”, que son
empresas o particulares que requieren que se realice en su beneficio una
prestación de un servicio; ii) los trabajadores que prestan los servicios; iii)
y, en tercer lugar, las plataformas virtuales que se encargan de utilizar las
tecnologías de la información para unir oferta y demanda y que perciben
un porcentaje por cada prestación de servicios realizada. Este modelo de
negocio puede utilizarse para prácticamente cualquier tipo de servicio,
especializado o no especializado. Algunos ejemplos de servicios que se
pueden prestar con esta modalidad pueden ser; los servicios de transporte
(“taxi”); reparto a domicilio; lavandería; entrenadores personales; mon-
taje de muebles; diseño gráfico: fotografía; formación; guías turísticos;
traducción; cocina, etc. Como se ve, prácticamente cualquier empleo ac-
tual puede verse transformado.
Ahora bien, es importante ver que no todos los servicios enumera-
dos responden a las mismas características ni se enfrentan a los mismos
riesgos. En este sentido, cabe diferenciar dos grandes grupos. De un lado,
aquellas actividades que pueden realizarse de forma completamente vir-
tual y, de otro lado, aquellas que requieren un trabajo físico. Esta diferen-
ciación es significativa desde el momento en el que las actividades que son
virtuales cuentan, normalmente, con un menor riesgo y con unos menores
costes para el que realiza la actividad. Por ejemplo, el diseño gráfico de

24 Crowdsourcing y crowdwork será utilizados como sinónimos en este trabajo, mien-


tras que “on demand economy” será el modelo de negocio en el que se basa la nueva
forma de prestación de servicios del crowdsourcing.
25 HOWE, J., “The rise of Crowdsourcing”, Wired, June 2006
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

un cartel o rótulo puede ser realizado simplemente con un ordenador en


cualquier parte del mundo por un trabajador que tenga los conocimientos
necesarios. Por el contrario, la toma de fotografías requiere el desplaza-
miento físico de la persona hasta el lugar que se desea que se retrate. Este
desplazamiento puede llevar consigo unos costes y unos riesgos —de acci-
dente, multas de tráfico etc.,— que no son compartidos por las actividades
virtuales.
Por otra parte, otra diferenciación importante —dentro de los tipos de
crowdwork— consiste en distinguir entre aquellas actividades que pueden
ofertarse de forma global y aquellas que requieren una ejecución local. En
el caso de que la oferta pueda ser global, es decir, la prestación de servicios
no tenga por qué realizarse en ningún lugar en concreto, los trabajadores
de todas las partes del mundo podrán acometer la prestación. En estos ca-
sos, las leyes laborales de todos los países del mundo estarán compitiendo
entre sí, dado que los trabajadores de países más protectores quedarán au-
tomáticamente fuera de la “subasta” para poder ejecutar el servicio. Con
estas plataformas, los trabajadores de todas las partes del mundo, pueden
competir para realizar estos trabajos virtuales en una especie de subasta
en la que solamente los trabajadores que estén dispuestos a realizar un
trabajo a menor precio podrán tener empleo. De esta forma, los derechos
locales (nacionales) de los trabajadores pasan, directamente, a ser un im-
pedimento para poder entrar en el mercado laboral mundial. Ello debe
cambiar el foco de atención de las reivindicaciones sociales hacia una lu-
cha global, dado que mientras exista un país con menores protecciones —
ej. SMI— este presionará a la baja los derechos de todos los demás países.
En el caso de los trabajos que deben, necesariamente, ejecutarse en un
lugar determinado, la competencia será menor. Los trabajadores compe-
tirán en igualdad de condiciones —mismos derechos laborales— que los
otros posibles prestadores de servicios.
Por último, desde el punto de vista de las empresas que sostienen la
plataforma virtual, donde se cruza la oferta y la demanda, hay que dis-
tinguir dos tipos. De un lado las plataformas genéricas y, por otra, las
específicas. En el primer tipo encontramos, por ejemplo, Amazon Turk,
Microtask, Clickwork, TaskRabbit, Fild Agent, donde los “solicitantes”
pueden requerir cualquier tipo de trabajo. En el segundo tipo, encontra-
mos plataformas específicas de un sector de actividad como Uber —para
transporte de pasajeros—; Sandeman —para guías turísticos—; FlyClea-
ners —lavandería personal—; Myfixpert —reparación de aparatos elec-
trónicos—; Chefly —cocinero a domicilio—; Helpling —limpieza del ho-
gar—; Sharing acamdemy —profesores particulares—. En este capítulo se
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

analizará el crowdsourcing online (genérico y específico) mientras que el


siguiente se dedicará, concretamente, al crowdsourcing específico.
La diferencia es importante dado que las plataformas que se atienen
a una actividad concreta, en la mayoría de casos, ejercen un control mu-
cho mayor sobre sus trabajadores. Es decir, como lo haría una empresa
tradicional, una compañía que se dedica al transporte de pasajeros desea
mantener su marca en alta consideración, para ello debe proveer de un
buen servicio y asegurarse de que sus trabajadores/microempresarios así
lo hagan. Por el contrario, las plataformas virtuales genéricas funcionan
más bien como un tablón de anuncios donde cualquier actividad puede
ser publicitada y donde la reputación de la empresa no depende de cómo
se realice esa actividad (puesto que la empresa no está vinculada a ningu-
na actividad en concreto). Esto hará que las plataformas virtuales ejerzan
un menor control sobre como los prestadores de servicios realizan sus
actividades —menor subordinación—. En este sentido, se podría decir que
las plataformas genéricas estarían actuando como una agencia de coloca-
ción que provee de mano de obra a terceros.

2.3. Crowdwork online


El Crowdwork online se basa en la existencia de una plataforma vir-
tual que permite a las empresas conectar con un enorme número de tra-
bajadores y distribuir las tareas entre un conjunto de individuos todos
sentados enfrente de su ordenador26. Como se ha visto, la principal carac-
terística consiste en que puede realizarse todo el trabajo de forma virtual
sin necesidad de un trabajo físico por parte del proveedor de servicios.
Ello lleva a que no exista un lugar de trabajo físico, sino que se realiza
y se retribuye completamente en el ciberespacio, muchas veces de forma
anónima y gobernado principalmente por acuerdos privados impuestos
por la plataforma. En efecto, las plataformas obligan a todos los partici-
pantes —tanto trabajadores como solicitantes— a aceptar las condiciones
de uso de la plataforma, que en multitud de casos incluyen descargas de
responsabilidad para la empresa que dirige la plataforma virtual27.

26 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
145.
27 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
146.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

La forma de compensación típica es el destajo. Es decir, se paga por


tarea realizada con independencia del tiempo utilizado28. Sin embargo, no
siempre el trabajo es remunerado. También se está extendiendo el Crowd-
sorcing voluntario —es decir, no retribuido—. La creación de la enciclope-
dia online Wikipedia ha revolucionado el mundo editorial de las enciclo-
pedias sin que detrás del proyecto exista un solo trabajador retribuido. La
confección de artículos enciclopédicos para Wikipedia se realiza por vo-
luntarios que contribuyen a su creación sin percibir retribución alguna29.
Por otra parte, también existe el Crowdwork basado en concursos.
En este caso, el solicitante ofrece retribución solamente al que primero
complete la tarea. Hasta ahora, esta forma de Crowdwork se ha utili-
zado para resolver complejas ecuaciones matemáticas y algoritmos. Las
empresas, en vez de contratar un equipo de expertos para que resuel-
van una cuestión, deciden ponerla en una plataforma virtual en forma de
llamamiento, permitiendo que todos aquellos interesados trabajen en la
cuestión, obteniendo el premio solamente el primero que consiga resolver
el problema. Con anterioridad a las plataformas virtuales, estas formas de
trabajo eran inviables, dado que no era posible acceder a un número tan
grande de personas interesadas en el anuncio —y el coste de la trasmisión
del anuncio era muy alto—. Sin embargo, con las nuevas plataformas vir-
tuales el reclamo puede fácilmente llegar a todos los expertos del mundo
consiguiendo, de esta manera, suficientes interesados en resolver la cues-
tión a cambio del premio30.

28 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
146.
29 El Crowdsorcing voluntario se ha mostrado muy capaz de atraer poderosas redes
de participantes comprometidos en cuestiones de interés general llevadas a cabo por
el Gobierno, grupos de interés público o organizaciones caritativas. Por ejemplo, la
NASA emprendió un proyecto basado en voluntarios online con el objetivo de iden-
tificar estructuras topográficas en Marte a través de fotos. La tarea se pudo terminar
en un tiempo récord por la cantidad de participantes que donaron voluntariamente su
tiempo, en MICHAEL, S., “ Clickworkers on Mars”, American Scientist, May-june,
2002. También, para la búsqueda de un aviador perdido en el desierto de nevada,
muchos trabajadores online donaron su tiempo para comprobar las imágenes toma-
das por los aviones de rescate, en FOSSET, S.,”The Search for Steve Fossett: Turk and
Rescue”, The Economist, 22 de septiembre 2007. Como siempre las cuestiones éticas
pertenecen al uso y no a la existencia de la tecnología. Blue Servo creado en 2008 por
el sheriff de la frontera de Texas estableció una red de cámaras en la frontera con Mé-
xico solicitando la ayuda de voluntarios online para que vigilaran cualquier entrada
“sospechosa” a través de la visualización de las cámaras; se puede ver en BlueServo.
net.
30 También llamado Crowdsorcing competitivo, ver, por ejemplo, Innocentive.com
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Retomando el crowdsourcing online retribuido, a diferencia del em-


pleo tradicional, que se basa en una relación entre un empresario y mu-
chos trabajadores, en el crowdsourcing, el trabajo está caracterizado por
una relación entre muchos empleadores y muchos trabajadores cuyos
trabajos pueden durar uno o dos minutos31. Comentando sobre la des-
centralización productiva, el Prof. Valdés, observa “el paso del empresario
único a la pluralidad de poderes y responsabilidades empresariales” como
característica de la nueva economía32. Sin embargo, esa trasformación del
modelo productivo ya es cuestión del pasado. Con las nuevas plataformas
virtuales, no se está ante una multiplicidad de actores que actúan como
empresario de una única relación laboral, sino que se está, en el mejor
de los casos, ante una multiplicidad de contratos de trabajo, de duración
irrisoria, con multitud de empresarios.
Ello no sería motivo de estudio si fuera una realidad aislada. Sin em-
bargo, muy al contrario, esta nueva forma de producción puede aplicarse
a cualquier sector. Efectivamente, las tareas complejas pueden dividirse,
utilizando la tecnología, para que el trabajador finalmente se encuentre
con una tarea simple, repetitiva y de corta duración. Con la utilización de
la tecnología, los procesos se están simplificando para que cualquier tra-
bajador sin formación pueda realizar tareas que, habitualmente, requerían
trabajadores bien formados.
Un ejemplo de ello es la empresa SpunWrite (spunwrite.com). Esta
empresa crea duplicados de artículos —incluido científicos— existentes.
Para ello, disgrega el artículo en frases y ofrece a los trabajadores de las
plataformas virtuales que modifiquen esa frase, para posteriormente vol-
ver a montar el artículo con una nueva forma. Modificar todo un texto sin
cambiarle el sentido puede ser trabajo de un experto filólogo, contratado
expresamente para ello, sin embargo, modificar una única frase es una
tarea mucho más sencilla que cualquiera puede realizar. En este caso, el
experto en la materia quedaría, como mucho, como un supervisor del
trabajo realizado33. Se estaría ante una especie de Taylorismo del S. XXI.

31 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
146.
32 VALDÉS DAL-RÉ, F., “Descentralización productiva y desorganización del derecho
del trabajo”, op. cit., 2002.
33 Por esta razón, desde la doctrina se ha considerado que nos encontramos ante un
nuevo taylorismo, MARVIT, M., “How Crowdworkers became the ghosts in the digi-
tal machine” (en línea), 2014, https://www.thenation.com/article/how-crowdworkers-
became-ghosts-digital-machine/ [consulta 25 de septiembre de 2015].
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

La “organización científica del trabajo” de Federick Taylor (1911), se


basaba precisamente en dividir la producción en pequeñas tareas asig-
nadas a cada uno de los asalariados. Por su parte, los supervisores de-
bían controlar el proceso entero asegurando la calidad del trabajo y el
cumplimiento de los tiempos. Con la nueva tecnología, la subdivisión del
trabajo lleva a una especie de cadena de montaje virtual, donde las tareas
se dividen para ser simplificadas quedando el trabajador formado como
supervisor. Además, en el neotaylorismo los tiempos de trabajo son irrele-
vantes dado que se paga por tarea ejecutada y no por tiempo. De la misma
manera, al pagar por tarea y no por tiempo, la forma en que se ejecuta
el trabajo no merece atención puesto que, en vez de controlar el proceso
productivo, —es decir, cómo se realiza la tarea— se realiza un control
ex-post, pudiendo rechazar el trabajo si no es de calidad suficiente, y un
control ex-ante, no contratando a los trabajadores que no tiene buenas
evaluaciones en el sistema de reputación online34.
Así, empresas como Elance (elance.com), ofrece todo tipo de servicios
profesionales, incluyendo soporte administrativo para empresas, diseño,
ingeniería, redacción de textos y diseño web. Una vez más, esta empre-
sa no cuenta con trabajadores propios que realizan el trabajo, sino que
dispone de una larga lista de profesionales —autónomos— adscritos dis-
puestos a realizar el trabajo.
Por su parte, la empresa Live Ops (liveops.com) ofrece servicios de
atención al consumidor y márquetin telefónico sin contratar teleopera-
dores propios. Por el contrario, su negocio consiste en poner en contacto
empresa que requieran teleoperadores con trabajadores de este tipo. El
teleoperador trabaja desde su casa y cobra por llamada efectuada o re-
cibida —no por tiempo trabajado—. De este modo, el teleoperador es
libre de elegir en cuantas llamadas interviene y en qué horario. Dado el
gran número de trabajadores que se ofrecen a través de la plataforma, las
empresas no temen quedarse sin teleoperadores, por lo que no tiene la ne-
cesidad de contratar a tiempo completo ni necesitan garantías de que los

34 Con ello, además, se puede estar poniendo fin a la prometida “economía del conoci-
miento”. Algunos autores argumentaban que en la actualidad las cadenas de mon-
taje se habían terminado, y que en la nueva economía se valoraba los trabajadores
competentes, bien formados inteligentes y creativos, en STONE, K., From widgets to
digits Employment. Regulation for the Changing Workplace, Cambridge, Cambrid-
ge University Press, 2004, p. 5. Sin embargo, la atomización de la economía puede
revertir completamente esta tendencia volviendo a requerir únicamente trabajadores
sin formación quedando los trabajadores formados como simples supervisores esca-
samente necesitados CHERRY, M., “Working for (virtually) minimum wage…”, op.
cit., p. 1095.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

teleoperadores vayan a trabajar un mínimo de horas cada uno. Además,


los teleoperadores pueden intervenir en llamadas para varias empresas a
la vez, conforme elijan en cada momento, sin que, en principio, exista una
relación duradera con ninguna de las empresas —excepto con la platafor-
ma virtual que siempre se utiliza la misma de intermediadora—. Por su
parte, las empresas pueden aumentar la oferta de trabajo o disminuirla
según las necesidades —a tiempo real— de la empresa. No requiere plani-
ficación en la contratación, ni pagar tiempos improductivos de los traba-
jadores, ni realizar despidos por reducción en las necesidades, ni si quiera
pagar a los trabajadores para que estén “a la espera” de ser llamados35. En
fin, la flexibilidad se lleva a su máximo exponente.

2.3.1. Amazon Mechanichal Turk


El referente clásico del Crowdsorcing online —y genérico— es la pla-
taforma Amazon Mechanical Turk. MTurk se inició en 2005. El objetivo
de la plataforma consistía en obtener mano de obra “virtual” para realizar
tareas sencillas para un ser humano, pero que los ordenadores todavía no
eran capaces de llevar a cabo36.
Actualmente, existe más de medio millón de “Turkers” (como se lla-
man a los trabajadores en MTurk) en el mundo37. El funcionamiento es el
siguiente. Los solicitantes, a través de la plataforma MTurk, ofrecen una

35 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
152.
36 Precisamente esta es la idea que se encuentra detrás del nombre de la plataforma.
Mechanical Turk es el nombre de un aparato de madera del siglo XVIII con forma
de humanoide, adornado con un turbante, que competía con humanos al ajedrez.
Se dijo que era el primer “robot” de la historia, sin embargo, resultó que dentro del
humanoide de madera se encontraba una persona que sufría enanismo, que era quién
realmente manejaba el “robot”. Esta analogía, que puede parecer una simple curio-
sidad, responde a una filosofía mucho más preocupante. Los trabajadores que desa-
rrollan las funciones se encuentran totalmente deshumanizados a la otra parte del
cableado del ordenador, donde realizan tareas completamente repetitivas, monótonas
y troceadas, alejadas del producto final, sin que exista, en muchos casos, ningún cono-
cimiento en lo que se está trabajando, en MARVIT, M., “How Crowdworkers became
the ghosts in the digital machine”. En concreto, esta cuestión ha levantado algunas
críticas respecto a las implicaciones éticas. Los trabajadores, sin tener conocimiento,
podrían estar trabajando para el beneficio de dictadores que utilizan este tipo de tra-
bajo para oprimir a su pueblo. Por ejemplo, podría utilizarse MTurk para identificar
manifestantes en fotografías tomadas durante unas protestas, sin conocimiento del
trabajador que realiza la comparativa entre fotos, en ZITTRAIN, J. “Work the New
Digital Sweatshops”, Newsweek, 9 de diciembre de 2009 p. 41.
37 Aunque existen muchas otras plataformas del mismo estilo como CrowdFlower, Clic-
kworker, CloudCrowd, por lo que el número de trabajadores en la industria perma-
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

tarea y establecen una retribución. Estos pueden fijar las condiciones de


aceptación, por lo que, ningún trabajador que no cumpla estas condicio-
nes puede realizar el trabajo. El precio ofrecido por la tarea no es negocia-
ble. Además, Amazon —el dueño de la plataforma— permite al solicitante
rechazar la tarea, una vez completada y entregada, sin obligación alguna
de pagar al trabajador ni de devolver la tarea. Y sin tener que justificar
el rechazo. Los solicitantes pueden evaluar a los trabajadores y esta in-
formación será pública para el resto de solicitantes38. Por el contrario,
la plataforma no permite que los trabajadores evalúen a los solicitantes.
Por último, Amazon se reserva la posibilidad de cerrar una cuenta de un
trabajador impidiéndole que vuelva a trabajar a través de su plataforma39.
Todas estas condiciones, incluyendo que los trabajadores se conside-
ran autónomos (microemprendedores) y no empleados de Amazon ni de
ninguna compañía para la que trabajen, deben ser aceptadas por los tra-
bajadores antes de poderse inscribir en la plataforma virtual. Amazon, a
través de estas condiciones generales de obligado cumplimiento, también
prohíbe que el trabajador realice su tarea utilizando “robots, scripts u
otros métodos automáticos”. También se prohíbe que las partes contra-
tantes puedan concretar acuerdos fuera de la plataforma de Amazon, li-
mitando con ello su libertad contractual. El precio mínimo que permite
Amazon que se pague por tarea es de 1 céntimo, sin embargo, también es
posible que el solicitante pague en dinero que solo puede gastarse en Ama-
zon o incluso restringir más las posibilidades de uso de ese dinero, por
ejemplo limitándolo a la compra de videojuegos40. Amazon cobra el 10%
de lo transferido en concepto de comisión y específicamente se inhibe de
mediar en cualquier disputa entre las partes41.
Como se puede observar, incluso en el crowdsorcing online y genéri-
co, las plataformas ejercen algún tipo de control sobre los trabajadores.
En este caso, Amazon no provee un servicio concreto —ej. Transporte de
pasajeros—, sino que solamente suministra la mano de obra en general.
Aun así, existen ciertas instrucciones dadas por Amazon al trabajador. En

nece desconocido, en MARVIT, M., “How Crowdworkers became the ghosts in the
digital machine”, op. cit.
38 KITTUR, A et al., “The Future of Crowd Work”. 16th ACM Conference on Computer
Supported Coooperative Work, 2012, p. 1303.
39 ALOISI, A., “Commoditized Workers…”, op. cit., p. 11.
40 Esto ha sido criticado por la doctrina al entender que el objetivo claramente es atraer
mando de obra infantil MARVIT, M., “How Crowdworkers became the ghosts in the
digital machine”, op. cit.
41 Para más información se puede visitar Amazon.com Requester Website FAQs; y Ama-
zon.com, Worker website FAQs.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

este caso, quién específicamente controla la prestación de servicios es el


solicitante, quien puede establecer requisitos de aceptación, comprobar
las evaluaciones pasadas de cada trabajador, dictar instrucciones sobre el
trabajo a realizar y, finalmente, controlar el trabajo realizado, pudiendo
incluso no pagarlo sin tener que justificar causa. Parece que se está ante
una especie agencia de colocación temporal sin regulación alguna42 que
permite saltarse todas las garantías para la parte débil de la relación.
En efecto, del propio modo de funcionamiento de la plataforma se ob-
serva un profundo desequilibrio entre el solicitante y el trabajador. Como
es obvio, la plataforma desea atraer a “solicitantes” de trabajo, que son
aquellos que poseen el capital. Por esta razón, —y sin legislación que lo
impida— el funcionamiento está diseñado completamente para que resul-
te atractivo para este último. El caso más claro proviene de la existencia
de la “satisfaction clause”, por la cual, ningún solicitante está obligado a
pagar por un servicio si no lo considera satisfactorio, ni a tener que jus-
tificar las razones —tampoco se le obliga a devolver el trabajo calificado
como no satisfactorio—. En fin, este desequilibrio, sumado a que no pare-
ce existir regulación alguna aplicable, provoca que las ganancias medias
de un trabajador de MTurk sean de 1.25 $ por hora de trabajo efectivo43.

2.4. Crowdwork Offline


El Crowdwork que requiere una ejecución local y física por parte del
trabajador comparte muchas de las anteriores características. Ambos, se
basan en la existencia de una plataforma virtual que permite a los clien-
tes conectar con un enorme número de trabajadores. Sin embargo, dado
que el crowdsorcing offline requiere de una ejecución física del trabajo es
necesario que la persona se encuentre en el lugar preciso en el momento
oportuno. Ello, de un lado, vendrá a reducir la competencia de traba-
jadores —empujando los sueldos hacia arriba— y, de otro, permitirá la
actuación de las normativas laborales. El Derecho del Trabajo del lugar
de ejecución de la prestación no podrá ser omitido dado que todos los tra-
bajadores de ese territorio estarán sometidos a la misma legislación44. No
obstante, la ejecución física del trabajo implica unos costes para el traba-

42 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
145.
43 FELSTINER, A., “Working the Crowd: Employment and Labor Law…”, op. cit., p.
167.
44 Hay que pensar que la mayoría de problemas actualmente vienen porque tenemos una
normativa basada en territorios “nacionales” que regula mercados mundiales.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

jador —gastos de desplazamiento— y unos riesgos —accidente, etc.— que


no existen en el caso del crowdsorcing online.

3. Los microempresarios y el concepto legal de trabajador ¿res-


ponden a realidades distintas?
3.1. La subordinación como elemento esencial para la protección
A efectos de lo que interesa en el presente estudio, una de las caracte-
rísticas más relevantes a efectos laborales del modelo de negocio descrito
es la independencia o falta de subordinación del prestador de servicios45.
En todos los casos, el prestador personal de servicios va a poder elegir
en qué momento presta servicios —horario—, y durante cuánto tiempo
—jornada—, e incluso parece haber bastante libertad en el modo de ejecu-
ción del trabajo. De esta forma, estos negocios abandonan la idea del con-
trol en la ejecución del trabajo para evaluar solamente los resultados de la
prestación. Este cambio de paradigma no es baladí. En todo el mundo46,
la principal característica que da pie a la protección de las leyes laborales
es la existencia de una relación subordinada. En efecto, el modelo de pro-
tección actual gira en torno a la existencia de dependencia en la prestación
de los servicios como característica principal del contrato de trabajo47.
Esta menor dependencia provoca que no se les esté clasificando como
trabajadores, sino como autónomos o microempresarios. Se entiende que
el microempresario responde a una realidad distinta del trabajador y, por
tanto, no requiere la protección clásica del contrato de trabajo.

45 En el próximo capítulo se analizará si esa independencia es real o aparente.


46 Recomendación de la OIT núm. 198 sobre la relación de trabajo de 2006, específica-
mente en el artículo 4.a) que los estados miembros deben “proporcionar a los (…) a
los empleadores y los trabajadores, orientación sobre la manera de determinar eficaz-
mente la existencia de una relación de trabajo y sobre la distinción entre trabajadores
asalariados y trabajadores independientes”.
47 En España, art. 1 del ET recoge la dependencia y también la ajenidad, pero con el paso
del tiempo la primera de las dos ha aumentado de importancia, RODRÍGUEZ PIÑE-
RO, M., “La dependencia y la extensión del ámbito del Derecho del Trabajo” RPS, 71,
1966. En EEUU, los Tribunales aplican, mayoritariamente, el “right to control test”
para descubrir si existe subordinación y calificar como laboral SPRAGUE, R., “Wor-
ker (Mis)Classification in the Sharing Economy: Square Pegs Trying to fit in Round
Holes”, 31 A.B.A. Journal of Labor & Employment Law, Wyoming. University of
Wyoming, 2015, p. 16. En Italia, art. 2094 del Código Civil que regula el contrato
ordinario de trabajo hace referencia al trabajo subordinado. En los Países Bajos, el
contrato de trabajo se encuentra regulado en el art. 7:610, párrafo 1, del Código
Civil, donde la puesta a disposición de otra persona para prestar servicios es el único
elemento calificativo.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

En caso del crowdsourcing específico, en el siguiente capítulo se ana-


lizará, concretamente, si los trabajadores que prestan servicios a través
de estas plataformas virtuales son realmente independientes o, por el
contrario, solamente se está ante un nuevo tipo de dependencia. Sin em-
bargo, antes de realizar el análisis jurídico, considero conveniente reali-
zar una pregunta de mayor alcance. Una cuestión de índole sociológico,
económico y ético: esto es, ¿Los “microempresarios” y los trabajadores
clásicos responden realmente a realidades distintas? O dicho de otra ma-
nera ¿la protección a personas que prestan servicios personalmente de-
bería, realmente, condicionarse a que exista una relación jurídicamente
subordinada?48
El contrato de trabajo, nacido al albor de la revolución industrial,
tenía como objetivo proteger a los trabajadores de las grandes fábricas49.
Trabajadores que se identificaban principalmente por dos características.
La primera, la subordinación, entendida, por una parte, como la perte-
nencia a una estructura organizativa propiedad del empresario y, por otra,
como la dependencia jerárquica del trabajador al empresario o en quién
delegara. La segunda particularidad era la ajenidad. Esta característica
posee varias facetas: i) ajenidad en los medios de producción, dado que
el trabajador no era propietario de la fábrica, ni de la maquinaria; ii) La
ajenidad en los riesgos, entendiendo que el trabajador quedaba aislado
a la fortuna que sufra la empresa, siendo el empresario el que asume las
pedidas y percibe los beneficios del negocio50; iii) ajenidad de los frutos,
siendo el resultado del trabajo del empleado propiedad del empresario51;
iv) ajenidad en el mercado, entendida como la imposibilidad del trabaja-

48 Recuérdese que tal y como se ha visto hasta ahora, este nuevo modelo productivo
pivota precisamente en no tener trabajadores protegidos por la normativa sino micro-
emprendedores. De hecho se puede afirmar que la diferente regulación se utiliza co-
mo ventaja comparativa respecto a los negocios clásicos. No contratar trabajadores
protegidos permite ofrecer los servicios a menores precios dada la reducción de costes
resultado de la no aplicación de las protecciones laborales. Por ello, este modelo de
negocio no parece estar triunfando por crear redes más eficientes y productivas de
trabajo sino, simplemente, por evitar la aplicación de normas protectoras.
49 VALDÉS DAL-RÉ, F., “Descentralización productiva y desorganización del derecho
del trabajo”, op. cit., p. 45.
50 BAYÓN CHACÓN, G Y PÉREZ BOTIJA, E., Manual de Derecho del Trabajo, Ma-
drid, Marcial Pons, 1976, p. 16.
51 ALONSO OLEA, M., Introducción al Derecho del Trabajo, Madrid, Revista de Dere-
cho Privado, 1968, pp. 18-19.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

dor de ofrecer su trabajo directamente a los clientes, es decir, los clientes


pertenecen al empresario52.
Puesto que esos trabajadores del S. XIX, que se querían proteger en
aquél momento, tenían esas dos características distintivas, el sistema de
protección se construyó en base a ello53. En el caso español solo es necesa-
rio observar el art. 1 del ET que define al trabajador como aquella persona
“que voluntariamente presten sus servicios retribuidos por cuenta ajena
y dentro del ámbito de organización y dirección de otra persona, física
o jurídica, denominada empleador”. No obstante, esto no quiere decir
que los “nuevos trabajadores”, que tiene características diferentes dada
la evolución del modelo productivo, no sufran los mismos riesgos ni sean
merecedores de similar protección por parte del legislador.

3.2. Razones que justifican la protección a los trabajadores que pres-


tan servicios a través de plataformas virtuales
Una de las razones básicas de la existencia de protección de los tra-
bajadores es la desigualdad del poder de negociación, y la falta de una
verdadera autonomía de la voluntad a la hora de aceptar las condiciones
de trabajo54. En efecto, en la revolución industrial el trabajador no podía
negociar sus condiciones contractuales libremente, dada la diferencia de
poder ante el capitalista, propietario de la fábrica. Hoy en día, se está ante
la misma situación cuando hablamos de los “microemprendedores” en las
plataformas virtuales. Los prestadores personales de servicios de Amazon
MTurk no pueden negociar sus condiciones para formar parte de la pla-
taforma, sino que solamente pueden aceptarlas o rechazarlas55. Lo mismo
ocurre con el resto de plataformas.
Este desequilibrio es el principal causante de todos los riesgos a los
que se someten, tanto el antiguo tipo de trabajadores como el nuevo; los
bajos salarios, el exceso de “flexibilidad”, la transferencia de los riesgos
inherentes al negocio desde el empresario al trabajador, el “secuestro”
de la clientela, etc. Hoy en día, el propietario de la plataforma fija las

52 ALARCÓN CARACUEL, M.R., “La ajenidad en el mercado: Un criterio definitorio


del contrato de trabajo”, Civitas, 28, 1986.
53 PÉREZ AMORÓS, F., “El trabajador como sujeto del Derecho del Trabajo Español”.
Revista de Política Social. 133, 1982, p. 87.
54 VALDÉS DAL-RÉ, F., “Descentralización productiva y desorganización del derecho
del trabajo”, op. cit., p. 45.
55 MURRAY, A., “Uber-nomics” Fortune, 2014, (en línea) http://fortune.com/2014/12/29/
uber-nomics/ (consultado el 1 de octubre de 2015); HILLMAN, R. Y RACHLINSKI,
J., “Standard-Form Contracting in the Electronic Age”, NY Law Review, 77 (2), 2002.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

condiciones —en su beneficio— y los trabajadores deben aceptarlas o


no trabajar. Por ello, el contrato de trabajo se basa fundamentalmente
en normas imperativas no disponibles para las partes. La norma laboral
debe imponerse a la voluntad de las partes, desde el momento en el que
se comprueba que el desequilibrio de poder provoca que no exista una
verdadera libertad contractual para el trabajador. En efecto, la legislación
laboral, en su momento, impuso límites a la capacidad de aceptación de
ciertas condiciones laborales por parte de los trabajadores, al entender
que estos no las aceptaban voluntariamente sino que les eran impuestas
por la contraparte.
Sumado a ello, el derecho del trabajo no tiene solamente por objetivo
proteger a la parte contractualmente más débil sino que muchos de los
preceptos aplicables a la relación laboral de trabajo responden a intereses
generales de la economía. Pasamos ahora a ver algunos ejemplos.

3.2.1. Salario mínimo y temporalidad


En el S.XIX los trabajadores se amontonaban a la entrada de la fábri-
ca —o en el campo— cada mañana a la espera de tener trabajo ese día56.
Los contratos eran diarios —sin ningún tipo de compromiso de fijeza o
indemnización por despido— y el empresario podría elegir en cada mo-
mento el número de trabajadores con los que contar. Del mismo modo, el
empresario podía realizar una subasta con el empleo, ofreciendo trabajo
solo a los que estuvieran dispuestos a percibir menor cantidad en forma
de retribución. Pues bien, todas estas características se parecen bastante
al modelo descrito. En las plataformas virtuales, los oferentes de trabajo
pueden contratar, no ya por días, sino por tareas que pueden durar minu-
tos o segundos, adaptando totalmente la mano de obra a las necesidades
de cada momento. Ello deja totalmente desprotegido al trabajador que
desconoce cuánto va a trabajar o si al minuto siguiente va a tener trabajo.
Sumado a ello, el gran número de participantes en las plataformas
provoca una subasta a la baja del valor del trabajo57. La inmensa compe-
tencia creada entre los trabajadores —que supera de forma inimaginable
la que pudiera existir en el S. XIX— irremediablemente conlleva que el

56 CHERRY, M., “Working for (virtually) minimum wage: Applying the fair labors sa-
tandards act in cyberspace”. Alabama Law Review, 60 (5) 2009, p. 1083.
57 DE STEFANO V., “The rise of the “just-in-time workforce”, on-demand work,
crowdwork and labour protection in the “gig-economy”, Conditions of work and
employment series, 71, 2016, p. 6 y en EUROFOUND “Self-employed or not self-
employed? Working conditions of “economically dependent workers”, Background
paper, Dublin, 2013.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

precio del trabajo caiga al mínimo de subsistencia o incluso por deba-


jo. En concreto, se han realizado estudios que demuestran que en estas
plataformas, los trabajadores, con independencia de la retribución por
tarea, van a trabajar hasta que obtengan las ganancias que se proponen
(mínimo de subsistencia). Es decir, dado que tampoco se aplican reglas so-
bre jornada máxima, los trabajadores, aunque estén percibiendo salarios
por dejado del mínimo de subsistencia, aceptarán la tarea y, simplemente,
continuarán trabajando, las horas que sean necesarias, hasta que alcancen
las mínimas ganancias que les permiten sobrevivir58.
Por otra parte, cabe mencionar que la normativa sobre salarios mí-
nimos no solo pretende proteger a los trabajadores, sino al mercado en
general. Los bajos salarios de los trabajadores impiden que exista capa-
cidad de compra en la sociedad perpetuando una espiral negativa de de-
crecimiento y desempleo59. Por lo que, el salario mínimo es la respuesta
legislativa necesaria que detiene esa espiral60. Si, a través de la figura de los
autónomos, sacamos a la mayoría de la ciudadanía de dicha regulación,
volverán los peligros de una débil demanda interna derivada de un escaso
poder de compra de los ciudadanos.

3.2.2. Jornada máxima de trabajo


No es necesario recordar que hasta la imposición de la jornada 8 horas
diarias de trabajo las jornadas de los trabajadores eran muy superiores.
Hoy en día, las estadísticas confirman que gran parte de los participantes
en este tipo de plataformas virtuales tienen otro empleo a tiempo comple-
to, pero necesitan trabajar más para obtener unos ingresos suficientes61.
Se observa que conforme los salarios han ido disminuyendo en el empleo
tradicional, los trabajadores necesitan complementar sus ingresos con
otras formas de trabajo alternativas, en este caso, recurriendo a trabajos
“flexibles” donde pueden prestar servicios solamente en el “tiempo libre”.
Sin embargo, esta “flexibilidad” no pude verse como ventajosa para los
trabajadores desde el momento en el que muchos de ellos cuentan con
jornadas completas de trabajo a lo que, además, deben sumar más horas
de trabajo. Por ello, estas personas no están libremente eligiendo este tipo

58 HORTON, J. J. Y CHILTON. L. B., “The Labor Economics of Paid Crowdsourcing”


Proceedings of the 11th ACM conference on Electronic commerce, 2010, p. 216.
59 EDSFORTH, R., The new deal: America’s response to the great depression, Oxford:
Blackwell Publishers, 2000.
60 CHERRY, M., “Working for (virtually) minimum wage…”, op. cit., p. 1105.
61 TEODORO, R. et al., “The Motivations and Experiences of the On-Demand Mobile
Workforce”, CSCW’14, New York, 2014, p. 5.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

de trabajo, sino que los bajos salarios “fuerzan” a aceptar este tipo de
situaciones.
Por otra parte, la existencia de jornada máxima no solamente benefi-
cia a los trabajadores, sino que beneficia a la sociedad en general. En pri-
mer lugar, las extensas jornadas laborales provocan mayores problemas
de salud que acaba pagando, en muchos casos, la sociedad en general.
Pero, además, las jornadas máximas también responden a una cuestión de
reparto del trabajo con objetivo de reducir el desempleo. Existen intereses
sociales, detrás de estas legislaciones, que siguen siendo aplicables con
independencia de la forma en la que se organice el trabajo —subordinada
o independiente—.

3.2.3. Retribución en especie


Las legislación laboral también tuvo que impedir que los empresarios
pagaran a sus trabajadores en vales —en vez de en dinero— que solo
pudieran gastar en las tiendas y economatos del empresario62. Hoy en
día, en algunos casos, se vislumbra el mismo tipo de comportamiento. La
plataforma de Amazon permite que los solicitantes de trabajo paguen a
sus trabajadores con dinero que solamente puede gastarse para comprar
en Amazon. Obviamente, no se está en la misma situación que hace dos
siglos, puesto que el que paga puede elegir limitar las posibilidades de
gasto del trabajador en favor de una tercera empresa y no de sí mismo.
Sin embargo, sin una regulación que lo impida, no será de extrañar que
ahora —o en un futuro próximo— ese tercero, que es el propietario de la
plataforma, ofrezca reducir su comisión —u otros incentivos— para que
el oferente del trabajo decida retribuir al prestador personal de servicios
con esta opción restringida.
Una vez más, la permisibilidad de esta situación no solo perjudica a los
trabajadores sino al mercado en general. La restricción en la capacidad de
compra de los ciudadanos hacia una sola compañía reduce el mercado y la
competencia provocando clientelas cautivas y aumentando los mercados
monopolísticos.

3.2.4. Trabajo infantil


Con anterioridad ya se ha comentado como algunas empresas retribu-
yen el trabajo en “crédito” que puede gastarse solamente en videojuegos.
Esto ha preocupado a parte de la doctrina, dado que esta forma de retri-

62 Ver Convenio de la OIT nº 95 sobre la protección del salario de 1949


EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

bución puede incentivar el trabajo infantil63. En efecto, algunos estudios


ya han mostrado que parte de los “microempresarios” en las plataformas
virtuales online son menores de edad que prestan servicios en su tiempo
libre64. No considero necesario profundizar en por qué el trabajo infantil
es perjudicial para la sociedad en general.

3.2.5. Mora accipiendi


El desequilibrio de la posición negociadora de las partes puede fácil-
mente provocar que ciertos riesgos o errores sean trasladados a la parte
de abajo de la cadena: al trabajador. En concreto, en las fábricas, o en el
campo, cuando se remuneraba a destajo, o según el rendimiento, los tra-
bajadores sufrían la carga de los retrasos, la falta de aprovisionamiento o
cualquier otro tipo de desajuste administrativo causado por la empresa.
De esta forma, cuando no se podía producir en la fábrica, debido a estos
“errores” de la parte empresarial, el trabajador se encontraba a disposi-
ción del empresario, pero sin percibir remuneración. Con el tiempo, la
ley reguló este tipo de situaciones impidiendo que se pudiera hacer recaer
sobre el trabajador los errores o ineficiencia de la empresa (art. 30 ET).
Ahora, con la economía “on-demand” se vuelve a hacer recaer los costes
provocados por este tipo de ineficiencias sobre la parte vulnerable. Tén-
gase en cuenta que estas normativas —que impide que se haga recaer los
costes sobre el trabajador—, no solo benefician a los propios trabajado-
res, sino también a la productividad nacional. Si la empresa puede hacer
recaer sus riesgos y sus errores sobre los trabajadores, no tendrá incentivo
alguno para mejorar su organización, ni su productividad, ni invertir en
mejoras.

3.2.6. Variabilidad del salario


A vueltas con el tema salarial, los estudios económicos demuestran
que es mucho más eficiente para la sociedad en general que el trabajador
perciba una parte del salario de forma fija o invariable. Por las siguientes
razones:
i) La aversión al riesgo de los trabajadores; la primera razón es que
los trabajadores (considerados personas individuales) no soportan bien el
riesgo, es decir, las variaciones en los ingresos les provocan mayores costes
que a los empresarios. Para los trabajadores la variabilidad en el salario

63 ALOISI, A., “Commoditized Workers…”, op. cit., p. 9.


64 TEODORO, R. et al., “The Motivations and…”, p. 240.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

implica grandes costes basados en la necesidad de mantener a la familia,


pagar la hipoteca, etc65. Así pues, derivado del papel “cuasialimenticio”
del salario66 las variaciones en éste complican sumamente la vida del tra-
bajador.
ii) Limitaciones en el mercado del crédito para los trabajadores; la
teoría económica establece que un agente económico que se enfrenta a
variaciones en sus ingresos durante su vida acude al mercado de capital
para coger prestado hoy lo que en un futuro espera tener. Y al revés, si es
en el presente cuando tiene un excedente de dinero, éste lo ahorrará para
cuando tenga menos. Pues bien, esta teoría funciona en mercados de ca-
pital perfectos, donde existe información perfecta, pero en la realidad los
mercados de capital suelen estar cerrados para la mayoría de trabajadores
—autónomos y subordinados—, lo que hace que no puedan reducir la
volatilidad en sus ingresos a través del uso de estos mercados financieros.
Por su parte, las empresas tiene mayor facilidad de acceso al crédito, por
lo que ellos sí pueden hacer frente a las variaciones en los ingresos con
mayor comodidad.
iii) Limitaciones a la hora de asegurar el riesgo. Otra opción que tie-
nen los agentes que son adversos al riesgo es auxiliarse en los seguros. El
agente social, que conoce que sus ingresos pueden sufrir grandes variacio-
nes que no desea, puede recurrir a asegurar tal riesgo. Pero, una vez más,
los trabajadores —incluidos los microempresarios— difícilmente podrán
asegurar ese riesgo en el mercado, por lo que deben recurrir a su emplea-
dor para que los provea de ese seguro67.
iv) Facilidad en la diversificación del riesgo: El empresario puede fácil-
mente reducir el total del riesgo que asume a través de la diversificación
de sus inversiones en diferentes proyectos, cosa que es bastante más com-
plicada para el trabajador, el cuál concentra todos los ingresos obtenidos
en su capacidad de trabajo, por lo que no puede diversificar el riesgo de
un salario variable68.
Pues bien, todas estas cuestiones vistas siguen siendo aplicables a los
llamados “microemprendedores”. Estos colaboradores de las plataformas

65 STIGLITZ, J. E., “The design of labor contracts: The economics of incentives and
risk sharing” en VVAA. (ed. Nalbantian Haig R.) Incentives, cooperation, and risk
sharing: Economic and psychological perspectives on employment contracts, Totowa,
New Jersey: Roman & Littlefield, 1987, p. 48.
66 RÍOS SALMERÓN, B., “Inembargabilidad del salario”, en Montoya Melgar, A. (dir.,
Enciclopedia Jurídica Básica, vol. III, Madrid: Civitas, 1995, p. 3549
67 STIGLITZ, J. E., “The design of labor contracts…”, op. cit., p. 48.
68 STIGLITZ, J. E., “The design of labor contracts…”, op. cit., p. 10.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

virtuales, por mucho que se quiera, económicamente no son empresarios.


Por el contrario, son individuos cuya realidad es mucho más cercana a
la de los trabajadores. Los llamados “microempresarios” son adversos al
riesgo, tienen limitaciones para acceder a los mercados financieros y de
seguros, y, dado que dependen directamente de su fuerza de trabajo para
subsistir, no pueden diversificar el riesgo.
En fin, económicamente, los “microempresarios” y los trabajadores
tradicionales responden a la misma realidad y requieren también protec-
ción legislativa frente el desequilibrio existente entre las partes. Por esta
razón, a mi juicio, puede que no tenga demasiado sentido debatir sobre si
los trabajadores del S.XXI, jurídicamente encajan o no en la definición de
contrato de trabajo del S.XIX, sino que la verdadera cuestión futura a de-
batir será saber si la realidad, sobre la que pivota la protección ofrecida, es
la misma. Con las características vistas en este epígrafe se puede avanzar
una respuesta afirmativa: las necesidades de protección siguen existiendo
en los nuevos trabajadores se llamen estos trabajadores o microempresa-
rios, sean estos dependientes o independientes.

3.3. Planteamientos doctrinales que amplían el ámbito subjetivo de


protección del derecho del trabajo
El problema de la exclusión de los trabajadores de la protección del
derecho del trabajo y de la Seguridad Social, sin duda no es exclusiva de
este nuevo modelo de negocio. Es cierto que la aplicación de la tecnología
puede, exponencialmente, agravar la situación, además de poseer particu-
laridades dignas de estudio, no obstante, sería ingenuo pensar que se está
ante un problema completamente nuevo. Con la evolución del mercado de
trabajo de los últimos años se ha constatado un aumento de la sustitución
de mano de obra laboral por mano de obra “autónoma”. De hecho, la
extrema flexibilidad en la utilización de la mano de obra y la trasferencia
de los riesgos desde la empresa al prestador de servicios mediante la uti-
lización de la figura de los autónomos se ha convertido en una realidad
para una gran parte de la fuerza de trabajo que va mucho más allá de la
“on demand economy”69. Por ello, sería lógico pensar que el crowdwork
y la prestación de servicios a través de plataformas virtuales son solo parte
de una mayor tendencia hacia la utilización del trabajo autónomo.

69 DE STEFANO V., “The rise of the “just-in-time workforce”, op. cit., p. 6.


ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Dado que el crowdwork no es una cuestión aislada, sino que se en-


cuentra dentro de una tendencia generalizada, se podría argumentar que
la solución difícilmente puede provenir del estudio particularizado de esta
cuestión. Por el contrario habría que conectar la falta de protección de
los trabajadores a través de plataformas virtuales con las soluciones plan-
teadas para reducir los riesgos que asumen, en general, los trabajadores
autónomos que actualmente tampoco están protegidos por el derecho del
trabajo. En definitiva, dado que el problema analizado no es totalmente
nuevo, cabe analizar las soluciones doctrinales que se han planteado hasta
ahora.
En este sentido, las propuestas doctrinales de modernización del dere-
cho del trabajo elaboradas en los últimos años pasan todas, por ampliar
del ámbito subjetivo del derecho del trabajo. Ello no significa, en todos los
casos, ampliar la definición de contrato de trabajo, sino por el contrario
librar al Derecho del trabajo del anclaje del contrato de trabajo como
ámbito de aplicación. En efecto, de una forma u otra, todas las propuestas
apuestan porque el Derecho del trabajo no esté constreñido por la defini-
ción del contrato de trabajo, sino que su ámbito debería ampliarse a todo
el “mundo del trabajo”70. Ello tendría como primera consecuencia que
el trabajo personal, esté formulado bajo dependencia o independencia,
estaría seguiría sujeto al Derecho del trabajo.
Las posiciones doctrinales, obviamente, difieren en cómo realizar la
ampliación y en el tipo de protecciones debieran tener las relaciones per-
sonales de trabajo que entraran dentro del Derecho del trabajo, pero no
dentro del contrato de trabajo.
La Comisión Europea, en un informe realizado bajo la dirección de
Alain Supiot, tuvo como objetivo reformular el derecho del trabajo de tal
forma que se liberara de las restricciones del trabajo subordinado bajo el
contrato de trabajo71. La idea central en el “informe Supiot” fue la de re-
conocer y concienciar sobre la existencia de una amplio rango de situacio-
nes en las que los ciudadanos están trabajando a pesar de no encontrarse
bajo un contrato de trabajo. De hecho, el informe Supiot no se limitaba a
ampliar el ámbito subjetivo de la disciplina al “trabajo no subordinado”
sino también al “trabajo no remunerado” (ej., cuidados dentro de la fami-
lia o tareas domésticas sin retribución). La ambiciosa propuesta configu-
raba un “statut professionnel” o estatuto profesional donde se incluirían

70 FREEDLAND M y KOUNTOURIS N., l., The legal construction of personal work


relations, Oxford, 2011, p. 21
71 SUPIOT A., et al., Beyond Employment –Changes in work and the Future of Labour
Law in Europe, Oxford, 2001.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

todos aquellos que prestaran servicios de mano de obra. No obstante, en


dicha propuesta este estatuto se limitaría a conceder derechos de Seguri-
dad Social. Esto es, Supiot proponía desligar la protección de Seguridad
Social de la existencia de un contrato de trabajo. Efectivamente, uno de
los primeros problemas con los que se encuentran los trabajadores au-
tónomos es su desprotección en materia de Seguridad Social respecto a
sus homólogos trabajadores. Por su parte, este es el campo donde más se
avanzado en los últimos años —a pesar de seguir existiendo importantes
diferencias—72.
También Lyon-Caen73, en su momento, propuso integrar en el Dere-
cho del trabajo relaciones personales de trabajo distintas al contrato de
trabajo. En este sentido, propuso “un derecho del trabajo para trabajado-
res distintos de los existentes en el modelo del derecho del trabajo”, a su
vez, describió qué principios legales debían ser aplicables a trabajadores
distintos de los trabajadores subordinados74.
En una línea similar, es interesante la reciente propuesta realizada por
Freedland y Kountouris75. Estos autores también proponen el abandono
de la noción de subordinación como definidor del ámbito del Derecho del
trabajo. Se debe notar que estos autores no proponen la modificación del
ámbito subjetivo del contrato de trabajo —que seguiría limitándose a la
subordinación—, sino que su propuesta es incluir dentro del ámbito del
Derecho del trabajo otras relaciones de trabajo personales que actualmen-
te se encuentran en el derecho privado76.
Se parte de la idea de que actualmente se está ante un sistema binario
en las prestaciones personales de trabajo; por una parte el contrato de
trabajo —regulado por el derecho del trabajo— y, por otra, el resto de
prestaciones de trabajo que caben todas dentro del derecho privado. Sin
embargo, esta división imputa una falsa idea de que todas las prestaciones
de trabajo reguladas por el derecho civil son idénticas. Este argumento
viene reforzado por el hecho de que el derecho civil, en su regulación, no
distingue entre la prestación de servicios personales y los no personales77.
En efecto, la regulación aplicable a un contrato de prestación de servicios

72 Un ejemplo de ello es la posibilidad de cotizar y posteriormente percibir prestación


de desempleo para los autónomos establecida por la Ley 32/2010, de 5 de agosto, de
Protección por Cese de Actividad Trabajadores Autónomos.
73 LYON-CAEN G., Le droit du trevail non salarié, Sirey, Paris, 1990.
74 LYON-CAEN G., Le droit du trevail non salarié, op. cit., p. 7-9 (traducción propia).
75 FREEDLAND M y KOUNTOURIS N., l., The legal construction of personal work
relations, op. cit., pp. 1-446.
76 Ibíd., p. 38.
77 Ibíd., p. 289.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

entre una empresa y un trabajador autónomo será la misma que entre una
empresa y otra empresa. Ante ello, estos autores proponen que el derecho
del trabajo debería ampliar su ámbito a todas las prestaciones de trabajo
realizadas personalmente. Con ello, se pretende que el derecho del trabajo
deje de centrarse en el contrato de trabajo para pasar a centrarse en “la
persona que trabaja”78.
Por su parte, esta propuesta doctrinal no propugna una equiparación
en los derechos y deberes de todos “las personas que trabajan” con los
derechos y deberes del contrato de trabajo, sino que habría que realizar
diferenciaciones respecto al contenido obligacional según las necesidades
de cada relación jurídica. En definitiva, estos autores proponen una am-
pliación del ámbito subjetivo del Derecho del trabajo a través del esta-
blecimiento, de lo que podría llamarse, una lista de relaciones laborales
especiales que no se limitarían a las relaciones laborales dependientes sino
que se incluirían las no realizadas bajo dependencia79. Con ello, a modo
orientativo, los autores establecen una lista de prestaciones personales de
trabajo que deberían estar insertas dentro del derecho del trabajo como
por ejemplo; las profesiones liberales, los autónomos, los consultores ex-
ternos, los agentes comerciales, etc80.
A pesar del interés de esta propuesta doctrinal, que de hecho será uti-
lizada en el próximo capítulo para respaldar una propuesta normativa,
sigue teniendo sus inconvenientes.
i) El primero, el clasificatorio. En efecto, si existen diferentes mode-
los regulatorios y de protección dependiendo de la profesión —tipo de
prestación personal realizada—, siempre habrá problemas para clasificar
“correctamente” el trabajo realizado con el tipo de relación elegida por
las partes.
ii) En segundo lugar, y más relevante a mi juicio, es que la existencia de
un catálogo de negocios jurídicos predeterminado, por muy extenso que
sea, siempre podrá ser sobrepasado por la realidad. Que exista un listado
de profesiones, aunque se incluyan prestaciones personales no sujetas a
subordinación, no impedirá que aparezcan nuevos modelos productivos
o distintas maneras de hacer las cosas que permitan que la prestación

78 Ibíd., p. 316.
79 Los autores ponen como ejemplo que ciertos negocios jurídicos, donde existe pres-
tación personal de trabajo, que son de corta duración, no deberían tener derecho a
indemnización por despido improcedente dado que esta solo tiene sentido cuando
existen una continuidad en la prestación, Ibíd., p. 317.
80 Ibíd., p. 285.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

personal de servicios caiga fuera de una de las zonas delimitadas por las
diferentes regulaciones.
iii) En tercer lugar, al ampliar de esta forma el ámbito subjetivo del
Derecho del trabajo daría como resultado que entraría dentro muchos
sujetos que no requieren realmente protección. El principal inconveniente
que tendría esta extralimitación en los sujetos cubiertos por el Derecho
del trabajo sería que, irremediablemente, la protección concedida se vería
rebajada. Con ello, se correría el riesgo de que el Derecho del trabajo per-
diera de vista su intención protectora.

3.4. El desequilibrio en las posiciones como verdadero justificante de


la protección
En este trabajo se parte de la idea de que, además de regular el conflic-
to social y proteger los intereses generales de la economía, el Derecho del
trabajo tiene como principal objetivo proteger a la parte contractual débil
en una prestación de servicios81. De esta forma, cuando se define el tra-
bajo subordinado (art. 1.1 ET) se debe hacer con el objetivo de alcanzar
al económicamente más débil, esto es, a aquél prestador de servicios cuya
autonomía de la voluntad está mermada debido a su debilidad negocial.
Sin embargo, en la definición actual de trabajador laboral, el prototipo
social ha quedado totalmente marginado suprimiendo en la construcción
de la figura contractual cualquier referencia económica social o política82.
Por ello, parte de la doctrina, sostiene que debe volver a existir una corre-
lación entre la “condición social” de trabajador, su subordinación econó-
mica y social y la “trasposición jurídica” de esta condición en un sistema
de reglas de tutela del contratante débil83. En este sentido, se defiende
que el contrato de trabajo debe aplicarse a todo prestador de servicios
sometido a una desigualdad en el poder negociador con independencia
de la forma en la que se ejecute la prestación —sujeta a dependencia o
independencia—84

81 VALDÉS DAL-RÉ, F., “Descentralización productiva y desorganización del derecho


del trabajo”, op. cit., p. 45; FREEDLAND M y KOUNTOURIS N., l., The legal cons-
truction of personal work relations, op. cit., p. 20.
82 RODRÍGUEZ-PIÑERO, M., “Contrato de trabajo y autonomía del trabajador…” op.
cit., p. 24.
83 BAYLOS GRAU, A., “La “huida” del derecho del trabajo. tendencias y límites de la
deslaborización”, op. cit., p. 48-49.
84 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 14, 25; En nuestro país
han defendido la idea de aplicar el ordenamiento laboral a todo tipo de trabajo cual-
quiera que sea la forma jurídica en la que se presta, CABRERA BAZÁN, J., “Limites
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

En este contexto, quizá no sería descabellado, como propuesta de lege


ferenda, añadir en el art. 1.1 del ET una cláusula de escape en la norma-
tivización del contrato de trabajo por la cual se adicione la posibilidad de
que otras prestaciones personales de trabajo entren dentro del concepto
de trabajador —y protegidos por el Derecho del trabajo— en aquellos
casos en los que exista una desigualdad negocial en detrimento de pres-
tador personal de trabajo —con independencia de que encaje o no en el
concepto legal de contrato de trabajo—.
El objetivo, en definitiva, sería incluir en la protección del contrato
de trabajo a aquellos prestadores personales de servicios que, con inde-
pendencia de la forma de prestar servicios, tienen su autonomía de la
voluntad mermada debido a su débil posición negocial. De esta forma, to-
dos aquellos prestadores personales de servicios que se encontraran ante
contratos de adhesión —imposibilidad de negociar realmente condiciones
de contratación en la prestación personal de servicios— resultarían prote-
gidos por la normativa laboral.

4. Conclusión
La tecnología, en los próximos años, va a modificar completamente
la forma en que muchos tipos de empresas interactúan en el mercado
haciendo al trabajador subordinado innecesario. En ciertos sectores —
principalmente de servicios— las empresas no van a necesitar dirigir y su-
pervisar el trabajo realizado. Por el contrario, las empresas, a través de la
tecnología, van a confiar en las evaluaciones realizadas por sus clientes de
los resultados del trabajo. Con esas mismas evaluaciones se seleccionarán
a los futuros trabajadores (control ex ante y control ex post). Ni siquiera
las empresas tendrán razones para formar a sus trabajadores pues estos,
si desean trabajar, tendrán que estar formados y listos para el trabajo. El
trabajo moderno, a través de redes virtuales, se configura con una menor
subordinación y una mayor libertad para el trabajador a la hora de rea-
lizar su trabajo. Lo que puede conllevar que no encaje con la definición
de contrato de trabajo existente. El fin del trabajador subordinado está
a la vuelta de la esquina. No obstante, ello no debería implicará que este
nuevo tipo de trabajadores no necesiten protección.

materiales y formales de aplicación del Derecho del Trabajo, nº 71, RPS, 1966, pp.
37 y ss; En términos similares, LUJÁN ALCARAZ, J., “Reflexiones sobre el papel del
Derecho del Trabajo en la actual revitalización del trabajo autónomo” AS, 15, 2001,
p. 1; APILLUELO MARTÍN, M., Los derechos sociales del trabajador autónomo:
especialmente del pequeño y del dependiente, Tirant lo Blanch, Valencia, 2006, p. 14.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

El trabajador subordinado es el centro de la protección laboral, por


lo que de no cambiar nada, el Derecho del Trabajo puede quedarse sin
sujeto jurídico que proteger. Como dijo Romagnioli “en los años 60 y 70
el derecho del trabajo italiano entró en la fábrica (…), pero las fábricas
se han vaciado. De improvisto y bastante deprisa”85. Ahora mismo, nos
enfrentamos al mismo fenómeno, pero llevado a su máximo exponente.
En el futuro, la tecnología hará prácticamente innecesario el traba-
jador subordinado, sin embargo, se está ante un modelo basado, no en
mejorar la competitividad y la eficiencia productiva, sino en reducir costes
disminuyendo las protecciones sociales y permitiendo la competitividad en
retribuciones entre trabajadores. Todo ello, llevará a que aquellas empre-
sas que no deseen entrar en el juego desaparezcan por ineficientes. Desde
el momento en el que se permita que ciertas empresas aprovechen dichas
“ventajas comparativas”, el resto, o se unen al modelo o desaparecerán.
Por ello, parece necesaria una intervención legislativa que imponga tam-
bién estándares mínimos de protección para los “nuevos” trabajadores.
No se debería aceptar que el nuevo modelo productivo se base en un
paradigma de explotación y degradación de la dignidad humana en el
trabajo. Debe permitirse que la tecnología mejore las formas de organiza-
ción y la productividad empresarial. No obstante, la legislación no puede
permitir que las ventajas competitivas de los modelos de negocio del S.
XXI provengan de explotar agujeros legales para no tener que aplicar las
protecciones a los trabajadores obtenidas en los últimos siglos86.
Los llamados “microempresarios” no son emprendedores que pueden
negociar en igualdad de condiciones y que usan su iniciativa para maxi-
mizar sus beneficios. Son mano de obra fungible dentro de una larga lista
virtual de demandantes de trabajo. Si no encajan en la definición legal de
trabajador no es porque no se enfrenten a la misma realidad social, sino
porque tenemos una legislación anticuada que no se amolda bien a los
nuevos modelos de prestación de servicios.

85 ROMAGNOLI, U., “Globalización y Derecho del Trabajo”. Revista de Derecho So-


cial, 5, 1999, p. 10.
86 En palabras del informe de expertos de la Comisión Europea “el desarrollo del trabajo
autónomo no es concebible si tiene como objeto o como efecto mermar los ingresos de
los regímenes de Seguridad Social; y, a la inversa, el estatuto del trabajador autónomo
no es atractivo si a las incertidumbres económicas que no inevitables en el mismo hay
que sumar la perspectiva de una mala protección social”. (Trabajo y empleo. Trans-
formaciones del trabajo y futuro del Derecho del Trabajo Europeo, 1999)
Capítulo II
LA CALIFICACIÓN LEGAL DE TRABAJADOR
EN LA ECONOMÍA DE LAS PLATAFORMAS
VIRTUALES
1. Las nuevas formas de prestación de servicios en la era digital
1.1. La “Uber economy”
El Crowdsourcing específico consiste en coger una prestación de un
servicio y descentralizarla hacia un indefinido y, normalmente, gran nú-
mero de personas en forma de llamamiento87 realizado a través de una
plataforma que provee servicios de un concreto tipo de negocio (tam-
bién llamado “Uber economy”, precisamente porque este es el tipo de
Crowdwork que utiliza esta empresa). Las empresas de la Uber economy
pertenecen, cada una de ellas, a un sector concreto y sus clientes, cuando
recurre a ellas, buscan obtener una prestación de servicios específica. No
se trata de empresas que poseen un tablón de anuncios donde cualquier
usuario puede hallar cualquier tipo de trabajador, sino ante un definido
y concreto tipo de negocio. La diferencia es importante dado que las pla-
taformas que se atienen a una actividad concreta, en la mayoría de casos,
ejercen un control mucho mayor sobre sus trabajadores. Es decir, como lo
haría una empresa tradicional, una compañía que se dedica al servicio de
lavandería personal desea mantener su marca en alta consideración, para
ello debe proveer de un buen servicio y asegurarse de que sus “colabora-
dores” así lo hagan. A pesar de ello, las empresas siguen calificando como
autónomos a este nuevo tipo de trabajador que presta servicios a través
de una plataforma virtual.
Los posibles negocios del sector terciario afectados por este nuevo tipo
de empresas son casi infinitos. Actualmente, a modo de ejemplo, se pue-
de nombrar; Uber —para transporte de pasajeros—; Sandeman —para
guías turísticos—; FlyCleaners —lavandería personal—; Myfixpert —re-

87 HOWE J., “The rise of Crowdsourcing”, Wired, June 2006, p. 176-179. Estas nuevas
empresas de base tecnológica, en principio, se limitan a poner en contacto al cliente
—solicitante de una prestación de servicios— con la persona que realiza finalmente la
prestación —el trabajador o autónomo—. Tal nivel de descentralización productiva
no había sido posible hasta el desarrollo de la tecnología actual. Las empresas dedican
su negocio a la creación de una plataforma virtual (página web, apps, etc.,) donde los
clientes pueden localizar directamente a una persona individual que realice la presta-
ción de servicios demandada.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

paración de aparatos electrónicos—; Chefly —cocinero a domicilio—;


Helpling —limpieza del hogar—; Sharing academy —profesores particu-
lares—.
Como exponente del Crowdsorcing offline se debe resaltar el caso
Uber. La empresa Uber es propietaria de una plataforma virtual donde
se pueden obtener servicios de transporte de pasajeros en ciudad88. La
mecánica es sencilla. Cualquier usuario, mediante la aplicación móvil que
Uber ofrece gratuitamente a cualquier persona, puede acceder automáti-
camente, vía GPS, al conductor Uber en activo más cercano y solicitar, a
través de la aplicación, un viaje. No obstante, Uber no contrata conduc-
tores ni posee una flota de automóviles; por el contrario, Uber cuenta
con que sus “socios” conductores hagan el trabajo. Dichos colaboradores,
deben enviar una solicitud y superar con éxito el proceso de autorización
para formar parte de la flota. El proceso incluye enviar a Uber la licencia
de conductor, el registro del coche y el seguro. En algunos casos, depen-
diendo de la ciudad, se puede solicitar superar un test de conocimiento
geográfico del lugar y tener una entrevista con un empelado de Uber. Uber
requiere al conductor que el vehículo que se utilice sea de menos de 10
años de antigüedad.
El coste del servicio viene fijado por Uber89. Además, Uber cambia las
tarifas dependiendo de la oferta y la demanda incentivando a los conduc-
tores para que presten servicios en determinadas zonas o a determinados
horarios90. Las propinas al conductor están prohibidas por Uber. Uber
obtiene sus beneficios por cada viaje realizado donde cobra entre 10 y
el 30% de cada transacción. Los clientes pueden evaluar al conductor y
estas evaluaciones son públicas para el resto de clientes91. Uber no permite
a los conductores recoger menores sin acompañamiento de un adulto92.

88 Por tanto, estamos ante un Crowdsorcing específico. No obstante, también existen


plataformas web de Crowdsorcing offline genérico, que ponen a disposición trabaja-
dores para cualquier tipo de trabajo. Ver TaskRabbit.com o Gigwalk.com, donde se
pueden contratar trabajadores para repartos a domicilio, para montajes de muebles,
tareas domésticas, auditorías de almacenes, comprobación de precios, “phantom cos-
tumer”, entre otras.
89 Uber fija un precio máximo que puede cobrar el conductor pero permite a las partes
negociar un precio inferior (Uber partner agreement Sección 4.1 2016)
90 ROSENBLAT A., y STARK L., “Uber’s drivers: information asymmetries and control
in dynamic work”, Paper prepared for the Labour in the on demand economy at
CEPS, 2015, p. 5.
91 AVI ASHER-SCHAPIRO, “Against Sharing”, Jacobinmag. https://www.jacobinmag.
com/2014/09/against-sharing/
92 ROSENBLAT A., y STARK L., “Uber’s drivers: information asymmetries…”, op. cit.,
p. 4
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

En caso de obtener evaluaciones negativas, Uber puede deshabilitar el ac-


ceso a la aplicación del conductor impidiéndole trabajar más con ellos.
Uber también puede retirar el acceso a la aplicación por otras razones;
como criticar a la empresa en las redes sociales93. Además, Uber recopila
información de cada una de los viajes realizados, para mejorar el servicio
ofrecido por todos sus conductores (ej. rutas con atascos)94.
Por otra parte, el conductor puede elegir cuándo trabajar y cuándo
no, además de poseer la potestad de no aceptar los encargos que no desee
realizar con la única salvedad de que una vez aceptado un viaje debe ser
realizado95. Sumado a ello, el “Manual del conductor” de Uber señala que
se espera que los conductores acepten todos los viajes y que se investigará,
con la posibilidad de desactivar al conductor, si se rechazan demasiados
viajes. En caso de que no se trabaje como conductor durante un periodo
de tiempo, Uber desactiva al conductor (aunque solamente tiene que soli-
citar volver a estar de alta, para volver a poder prestar servicios de nuevo).
El manual —que no es vinculante, sino que se presenta como meras suge-
rencias— también invita a los conductores a vestir de forma profesional,
así como, propone que la radio esté apagada o con música suave de Jazz.
También dentro de las recomendaciones al conductor, se sugiere que abra
la puerta de su cliente para que entre en el vehículo96 y que se tenga prepa-
rado un paraguas en caso de lluvia para que el cliente no se moje al entrar
o salir del vehículo97.
Sumado a lo anterior, el conductor debe pagar por los gastos —ga-
solina, seguro impuestos—, proveerse de vehículo y asume los riesgos de
accidente. No obstante, Uber ofrece un seguro a todos sus conductores, a
mejor precio que el mercado, a través de una aseguradora con la que tiene
un convenio.

93 HUET, E., “Uber Deactivated A Driver For Tweeting A Negative Story About Uber”.
Forbes http://www.forbes.com/sites/ellenhuet/2014/10/16/uber-driver-deactivated-
over-tweet/
94 ROSENBLAT A., y STARK L., “Uber’s drivers: information asymmetries and control
in dynamic work”, op. cit., p. 6.
95 Uber Terms and Conditions www.uber.com/legal/usa/terms
96 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept” Legal Studies Reasearch Papers Se-
ries, Temple University, 2015, p. 11.
97 Recogido en los hechos probados del auto por el que se admite a juicio una demanda
de los trabajadores contra Uber por calificación errónea como autónomos —indepen-
dent contractors—, ver O’connor v. Uber Technologies, Inc., No C-13-3826 EMC,
2015.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

1.2. Características del modelo negocio


Con la descripción del funcionamiento de Uberpop se pretende rea-
lizar un análisis del nuevo modelo de negocio que sea extrapolable con
independencia de cuál sea el sector productivo. De esta forma, se pueden
obtener las siguientes características:
1) Menor dependencia: La principal característica, y la que conlleva a
que se realice el presente estudio, es que este nuevo tipo de empresas no
van a necesitar dirigir y supervisar directamente el trabajo realizado. Las
empresas, a través de la tecnología, van a confiar en las evaluaciones rea-
lizadas por sus clientes de los resultados del trabajo para tomar decisiones
en materia de selección de futuros trabajadores y de despidos (control ex
ante y control ex post). Ni siquiera las empresas tendrán razones para
formar a sus trabajadores pues estos, si desean trabajar, tendrán que estar
formados y listos para el trabajo. El trabajo moderno, a través de redes
virtuales, se configura con una menor subordinación y una mayor liber-
tad para el trabajador a la hora de realizar su trabajo. A pesar de ello, se
observa que la plataforma virtual retiene gran parte del control sobre el
trabajador y sobre la forma en la que se presta el servicio. En efecto, en las
plataformas que se dedican a un negocio concreto, la empresa propietaria
de la plataforma, y la marca, tiene interés en que el servicio se preste co-
rrectamente, dado que su marca distintiva depende de ello.
2) Economías de escala o necesidad de una masa crítica: El negocio se
basa principalmente en acumular una gran cantidad de trabajadores y de
usuarios. Precisamente, el hecho de que se cuente con una gran cantidad
de trabajadores es lo que hará innecesario a la empresa contratar traba-
jadores y señalarles un determinado horario de trabajo o una jornada. La
empresa cuenta con que el gran número de trabajadores asociados haga
que los clientes siempre encuentren un prestador personal de servicios
disponible. Derivado de esta necesaria masa crítica el mercado tiende al
monopolio no pudiendo existir más de dos o tres empresas que se dedi-
quen al mismo sector.
3) Negocio global: Una vez creada la plataforma, expandirla por todo
el mundo tiene relativamente poco coste, por lo que también estas empre-
sas tenderán a ser globales y prestar servicios en todas partes del mundo98.
Además, la expansión de la marca por todo el mundo permitirá apro-
vechar claras economías de escala posibilitando obtener la confianza de

98 Una idea similar se desprende de ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…”


op. cit., p. 10 y 30.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

los clientes en todas partes del mundo, haciendo más sencillo alcanzar la
masa crítica necesaria.
4) Algo más que una base de datos: Una de las cuestiones clave, to-
davía abiertas a debate, es la propia naturaleza de las nuevas empresas.
En este sentido, se discute si son empresas de índole tecnológica, esto es,
una mera base de datos o, por el contrario, son empresas dedicadas a la
prestación de servicios en el sector en el que actúan99. En el primer caso,
si se considera que la empresa propietaria de la plataforma virtual se li-
mita a la confección de una base de datos donde los actores —clientes
y prestadores de servicios— pueden encontrarse, la propia empresa no
podría ser declarada responsable por la mala calidad de la ejecución del
servicio, ni por daños causados durante la prestación del servicio. De la
misma forma, no tendría obligación de cumplir con la normativa vigente
aplicable a las empresas del sector100. Además, a efectos laborales, sería
difícil considerar que aquellas personas que prestan servicios a través de
sus plataformas virtuales sean trabajadores de estas empresas. Sobre esta
cuestión ha tenido oportunidad de pronunciarse un Tribunal en EEUU
declarando que Uber no puede ser considerada una “empresa tecnológi-
ca” dado que una empresa de este tipo se abstendría de intervenir en la
prestación del servicio101.
En efecto, como se ha visto, este nuevo tipo de empresas no se dedican
exclusivamente a conectar oferentes con demandantes sino que exige una
serie de requisitos a los conductores con objeto de conseguir una buena
prestación del servicio para el cliente. Además de este control sobre la
prestación de servicios, se debe advertir que los ingresos de Uber, no pro-
vienen del “acceso” a la base de datos, sino que Uber percibe sus ingresos
por cada trayecto realizado102. En fin, en mi opinión, los consumidores no
acuden a Uber porque tenga un listado de personas que pueden proveer

99 Uber en su clausulado general de términos y condiciones establece que no son una


empresa que provea de servicios de transporte y por tanto renuncia a cualquier tipo
de responsabilidad por los servicios prestados por sus conductores, ver Uber Terms
and Conditions, www.uber.com/legal/usa/terms
100 Por ejemplo, en el caso de Uberpop, si se considera una simple empresa de base tecno-
lógica no tendría responsabilidad alguna al incumplir las ordenanzas municipales del
servicio de Taxi.
101 O’connor v. Uber Technologies, Inc., No C-13-3826 EMC, 2015.
102 Una empresa que solamente se dedicara a construir una base de datos cuyo negocio
se dedicara exclusivamente a permitir su acceso, sus ingresos provendrían precisa-
mente de este acceso. Por el contrario, Uber permite el acceso libre a la base de datos,
cobrando únicamente cuando se realiza una prestación de servicios (exactamente có-
mo funcionaría una empresa dedicada el transporte de pasajeros). En este sentido se
pronuncia también ALOISI, A., “Commoditized Workers. The Rising of On-Demand
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

diferentes servicios, sino que acuden a Uber para obtener un servicio de


transporte. Ello deriva en que la reputación de la empresa dependa de que
sus conductores hagan correctamente su trabajo. Esa es la razón que jus-
tifica que Uber desactive a todos los conductores que no mantengan alta
las evaluaciones de los clientes.

2. El impacto del nuevo modelo de negocio sobre las relaciones


laborales
Ante el surgimiento de esta nueva forma de interactuar en el mercado
se plantean dos cuestiones fundamentales. La primera, de orden jurídico,
consiste en analizar si el concepto tradicional de trabajador subordinado
sigue amparando esta nueva forma de trabajar. La segunda es una cues-
tión de política del derecho y radica en considerar la posibilidad de que la
protección requerida por este nuevo tipo de prestadores de servicios sea
diferente a la de los trabajadores comunes teniendo que diversificar el tipo
de tutelas ofrecidas por el ordenamiento laboral.

2.1. Encaje del “nuevo” tipo de trabajador dentro del Derecho del
Trabajo
La delimitación del campo de aplicación subjetiva del ordenamiento
laboral ha resultado, desde sus albores, un problema permanentemente
debatido por todas las instancias implicadas en esta disciplina. No se
pretende en este trabajo rehacer el intenso debate en el que se sumió la
doctrina laboralista en los años 60103, sino aplicar las teorías clásicas de

Work, a Case Study Research on a Set of Online Platforms and Apps”. SSRN. 2015,
p. 17.
103 El debate histórico se ha fundamentado en buscar qué elementos califican de forma
genérica al contrato de trabajo. En este sentido, RODRÍGUEZ PIÑERO, M., “La
dependencia y la extensión del ámbito del Derecho del Trabajo”, RPS, nº 71, 1966,
p. 159, defiende la “dependencia” como elemento calificativo central, siendo que el
trabajador está enmarcado en una estructura organizativa y productiva decidida por
el empresario el elemento calificativo central. Por su parte, la “ajenidad en los riesgos”
como elemento calificativo se puede encontrar en BAYÓN CHACÓN y PÉREZ BO-
TIJA, Manual de Derecho del Trabajo, Marcial Pons, Madrid, 1976 p. 16; y en DE
LA VILLA GIL, L.E., El trabajo a domicilio, Aranzadi, Madrid, 1966, p. 135. Por otra
parte, ALONSO OLEA., Introducción al Derecho del Trabajo, ed. Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1968, pp. 18 y 19, se decanta por defender la “ajenidad en los fru-
tos” como elemento que distingue a la relación laboral de otros contratos civiles. En
un sentido parecido, pero con la ventaja de poder ser aplicado también a prestaciones
de servicio —y no solamente a trabajo industrial—, MONTOYA MELGAR “El poder
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

la clasificación del contrato de trabajo a esta nueva realidad económica.


Como la doctrina ha puesto de manifiesto en más de una ocasión, el di-
namismo del sistema productivo y ocupacional, así como la propia men-
talidad social, irremediablemente provocan un constante replanteamiento
sobre quiénes deben ser considerados trabajadores por cuenta ajena y, por
tanto, tutelados por el ordenamiento laboral104.
Tradicionalmente, se ha considerado autónomo a aquel que trabaja
directamente para el mercado, ofreciendo su trabajo a uno o varios em-
presarios sin integrarse en el ámbito de organización de estos. El autóno-
mo, para ser considerado como tal, debe tener una organización propia e
independencia para decidir cómo prestar servicios con libertad para acep-
tar o no encargos, aportando medios de producción —materias primas,
maquinaria, herramientas, etc.—, sin ceder anticipadamente el fruto de
la prestación de servicios y ateniéndose al resultado económico favorable
o adverso del negocio105. De esta forma, el nuevo tipo de trabajador —
que presta servicios a través de una plataforma virtual—, que aporta sus
propios medios de producción, elige cuándo trabajar —libertad de hora-
rio— y cuánto —libertad de jornada— e incluso que tiene una relativa
autonomía para elegir cómo prestar sus servicios, no parece encajar con
la definición tradicional de trabajador.
Ante situaciones similares, la respuesta tradicional ha tendido a tratar
de expandir la calificación de trabajador dependiente a nuevas formas de
empleo que, por definición, habrían de entenderse como no subordina-
das106. En este sentido, se ha dicho que un trabajo organizado, determina-
do, utilizado y aprovechado por el empresario no es incompatible con la
existencia de un ámbito de autonomía del trabajador en el desarrollo de
la prestación laboral debida, sin que lo convierta en un trabajador autó-

de dirección del empresario”, IEP, Madrid 1965, p. 72, se decanta por la “ajenidad en
la utilidad patrimonial” No obstante este autor reconoce, matizadamente, también la
“dependencia” como característica clasificatoria del contrato de trabajo. Finalmente,
ALBIOL MONTESINOS I., “Entorno a la polémica ajenidad-dependencia”, CCDT,
nº1, 1971, p. 41, describe la “ajenidad en los medios de producción” y ya, posterior-
mente, ALARCÓN CARACUEL MR., “La ajenidad en el mercado: Un criterio defi-
nitorio del contrato de trabajo” Civitas, nº 28, 1986. introduce en derecho español la
noción de “ajenidad en el mercado” como calificativo del contrato de trabajo.
104 SALA FRANCO T., LÓPEZ MORA F., “Contrato de trabajo”, Comentarios a las
leyes laborales. El Estatuto de los Trabajadores, Tomo I, 1990, p. 29.
105 MARTÍNEZ BARROSO, M.R., “Trabajo autónomo y trabajo subordinado. Delimi-
tación, Análisis y Propuestas de Reforma”, Estudios Financieros, n.º 273, p. 122.
106 MARTÍNEZ BARROSO, M.R., “Trabajo autónomo y trabajo subordinado…” op.
cit., p. 106
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

nomo107. Por ello, la cuestión central será conocer si los trabajadores que
prestan servicios en estas nuevas plataformas virtuales (uber economy)
siguen, de alguna forma, dentro del ámbito de dirección y control o, por el
contrario, la libertad concedida para la prestación del servicio es suficiente
para convertirles en trabajadores independientes y, por tanto, autónomos.
En EEUU, donde se están planteando los primeros conflictos, la doc-
trina mayoritaria se inclina por defender que este nuevo tipo de empresas
están calificando erróneamente a sus “colaboradores” y, por tanto, se con-
sidera que son trabajadores por cuenta ajena108. Aquí algunos argumen-
tos que apoyan esta tesis:

2.1.1. Nuevas formas de control


Las formas tradicionales de vigilancia y control de la calidad de la
prestación de servicios por parte de los trabajadores consistían en dar
formación específica de la empresa al trabajar y dictar instrucciones con-
cretas sobre cómo realizar el trabajo, unido a un sistema de vigilancia que
aseguraba el cumplimiento de dichas instrucciones. En la uber economy
nada de esto existe, no obstante, se defiende que ello no significa que
las formas de control de la prestación del servicio hayan desaparecido
sino que simplemente se han transformado109. Las empresas confían en
las evaluaciones de los clientes para asegurarse unos estándares altos de
prestación de servicios. De esta forma, las empresas, en vez de dar ins-
trucciones y controlar el proceso de ejecución para asegurar su calidad,

107 RODRÍGUEZ-PIÑERO, M., “Contrato de trabajo y autonomía del trabajador” en


Trabajo subordinado y trabajo autónomo en la delimitación de fronteras de derecho
del trabajo: estudios en homenaje al profesor José Cabrera Bazán, 1999, p. 21
108 En nuestro país, la inspección de trabajo, ante la denuncia presentada el 20 de octubre
de 2014 por los representantes legales de tres organizaciones sindicales de taxistas de
Barcelona ante la ITSS contra la empresa Uber Systems Spain, por incumplimiento de
las obligaciones de cotización en el Régimen General de la Seguridad Social, considera
que los conductores de Uber son trabajadores por cuenta ajena, ver http://economia.
elpais.com/economia/2015/06/12/actualidad/1434135569_865496.html
109 En el mismo sentido en el trabajo a distancia se ha mantenido que el haz de indicios
tradicional resulta ser totalmente ineficaz para reconocer nuevas formas de “depen-
dencia jurídica”. Se afirma que los rasgos de integración productiva —en el teletrabajo
actual— son muy diferentes a los que identificaban la prestación laboral en el modelo
fordista de la producción. Al respecto ver, RODROGUEZ SAÑUDO, F., “La integra-
ción del teletrabajo en el ámbito de la relación laboral”, en Trabajo subordinado y
trabajo autónomo en la delimitación de fronteras del Derecho del trabajo, Tecnos;
Madrid, 1999, p. 104; SELMA PENALVA A., “Propuestas y reconsideraciones sobre
el teletrabajo”, Anales de Derecho, 28, 2010, p. 24.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

delegan estas funciones en los clientes, utilizando posteriormente dicha


información para tomar decisiones sobre despidos110.
En efecto, aunque las empresas solamente establezcan “recomenda-
ciones” sobre cómo prestar servicios, aquellos profesionales que no las
sigan, pueden fácilmente verse despedidos por unas malas evaluaciones
de los clientes que esperan que dichas recomendaciones —que son de co-
nocimiento público— se cumplan111. De hecho, se razona que el nivel de
monitorización del trabajo que reciben los trabajadores en este tipo de
plataformas es mucho mayor que los trabajadores tradicionales dado que,
desde la perspectiva de los clientes, el trabajo es observable en todo mo-
mento112 y sin coste alguno para la empresa. En las estructuras producti-
vas tradicionales, los mandos intermedios eran costosos para las empresas
por lo que tendían a mantener un nivel “óptimo” de vigilancia y no un ni-
vel “máximo”. En definitiva, la inexistencia de instrucciones por parte del
empresario solo significa que el trabajador estará ahora sometido a obli-
gaciones de resultado y no de medios113 y, de hecho, la vigilancia sobre el
trabajador ahora es mucho mayor que en las empresas tradicionales114.

2.1.2. El control necesario


Otra parte de la doctrina se inclina por defender que, aunque realmen-
te haya habido una disminución del control por parte de la empresa, ello
no significa que el trabajador deje de ser subordinado. Es decir, que exista
cierta libertad en la ejecución de forma inherente al tipo de trabajo ello no
va a desvirtuar la relación subordinada115. En este sentido, lo importante
no será cuánto control el empresario ejerce, sino cuánto control el empre-
sario se reserva el derecho a ejercer.

110 BENJAMINE SACHS, Uber and Lyft: Customer Reviews and the Right-to-Control,
On Labor, http://goo.gl/RvT6iv
111 ALOISI, A. “Commoditized Workers…” op. cit. p. 18.
112 SPRAGE, R., “Worker (Mis)Classification in the Sharing Economy: Square Pegs

Trying to fit in Round Holes”, A.B.A. Journal of Labor & Employment Law, 31,
2015, p. 18.
113 La doctrina española también ha observado, con anterioridad, esta transformación de
las formas de control. En concreto, los nuevos métodos de dirección participativa el
poder empresarial se ejerce diferente: mediante una evaluación de los productos del
trabajo y no mediante una prescripción de su contenido, ver RODRÍGUEZ-PIÑERO,
M., “Contrato de trabajo y autonomía del trabajador…” op. cit., p. 37.
114 En este sentido, se dice que las plataformas han descentralizado sus funciones de

vigilancia y control a sus usuarios CHERRY M., “Beyond misclassification: the digital
trasformation of work”, Comparative labor law & Policy Journal, 2, 2016, p. 6.
115 SPRAGE, R., “Worker (Mis)Classification in the Sharing Economy:…” op. cit. p. 15.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

De esta forma, que las plataformas virtuales decidan permitir que los
trabajadores elijan su jornada de trabajo y su horario —dado que las
nuevas tecnologías hacen innecesario dictar instrucciones en este respec-
to— no implicará que el trabajador pase a ser independiente. La empresa
podría en cualquier momento dictar nuevas instrucciones y los trabajado-
res deberían obedecer, por ello, que la empresa decida no ejercer ese poder
de dirección no va a querer decir que no lo posea.
En definitiva, que la empresa dicte solamente las “instrucciones nece-
sarias” no querrá decir que el trabajador deje de estar subordinado a la
empresa116. Lo relevante será saber si el empresario ha dictado las instruc-
ciones suficientes para —y con el objetivo de— mantener el control sobre
el proceso productivo. El problema que plantea la presente concepción de
subordinación es que no queda claro cuándo la empresa estará dictando
las instrucciones necesarias para controlar el proceso y cuándo no. Sin
embargo, la idea está muy enlazada con la desigualdad en el poder de
negociación, dado que un alto desequilibrio conllevará a que la empresa
pueda elegir qué instrucciones dar y cuáles no.

2.1.3. Desequilibrio del poder negociador


Como ya se ha planteado en el capítulo anterior, la doctrina ha defen-
dido que el Derecho del Trabajo en su vertiente protectora debe alcanzar
al económicamente más débil, tendiendo a su aplicación a personas en
una situación socioeconómica muy similar a los trabajadores dependien-
tes aunque no posean tal característica117. Sin embargo, en los últimos
años, el prototipo normativo ha acabado marginando el tipo social, a
través de una construcción de un concepto jurídico de dependencia que
suprime a la figura del contrato de trabajo de cualquier referencia econó-
mica, social o política118. En este contexto, parte de la doctrina sostiene
que debe volver a existir una correlación entre la “condición social” de
trabajador, su subordinación económica y social y la “trasposición jurí-
dica” de esta condición en un sistema de reglas de tutela del contratan-
te débil119. De esta forma, se defiende que el contrato de trabajo debe

116 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 13


117 RODRÍGUEZ-PIÑERO M., “La dependencia y la extensión del ámbito del Derecho
del Trabajo, RPS, nº 71, 1969 pp. 59-63; GONZÁLEZ ORTEGA, S. “La difícil co-
yuntura del Derecho del Trabajo”, RL, II, 1987, p. 278.
118 RODRÍGUEZ-PIÑERO, M., “Contrato de trabajo y autonomía del trabajador…” op.
cit., p. 24.
119 BAYLOS GRAU, A., “La “huida” del derecho del trabajo. tendencias y límites de la
deslaborización”, op. cit., p. 48-49.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

aplicarse a todo prestador de servicios sometido a una desigualdad en el


poder negociador con independencia de la forma en la que se ejecute la
prestación —sujeta a dependencia o independencia—120. En el capítulo
anterior, se ha defendido un cambio normativo que permitiera aplicar,
en todo caso, las protecciones laborales a los contratantes más débiles,
sin embargo, en este caso, lo que se ha propuesto, por parte de la doctri-
na americana, es una interpretación extensiva —sin necesidad de cambio
normativo— del concepto de trabajador que permita esta ampliación de
los sujetos protegidos121.

2.1.4. Integración en organización ajena


Otros autores, más apegados a la literalidad del concepto clásico de
trabajador, entienden que la dependencia no debe buscarse en la existen-
cia de instrucciones directas sobre la forma de ejecutar el trabajo, sino en
la integración en la organización del empresario; o, en sentido contrario,
en la falta de una organización empresarial propia por parte del traba-
jador122. De esta forma, se ha considerado que solamente puede ser un
auténtico trabajador autónomo cuando se cuenta con su propia organiza-
ción y se asumen los riesgos y beneficios de la actividad123. Por el contra-
rio, desde el momento en el que se integra en “territorio ajeno” donde el
empresario ejerce su libertad de empresa en la vertiente funcional, estable-
ciendo la organización y sus reglas, se está ante un trabajador dependien-
te. La aplicación de la presente doctrina al nuevo tipo de empresa, deja
pocas dudas de que la plataforma es la que dicta las normas organizativas
de obligado cumplimiento que considera necesarias, mientras que el tra-
bajador solo puede aceptarlas o no trabajar. No nos encontramos ante
el paradigma de la “coordinación de actividades” entre empresarios124,
sino ante una serie de normas impuestas por la empresa propietaria de la
plataforma virtual que el trabajador que quiera sumarse ha de cumplir.

120 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 14, 25


121 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 14, 25
122 MONTOYA MELGAR, A., “Sobre el trabajo dependiente como categoría delimita-
dora del Derecho del Trabajo” en Civitas. Revista española de derecho del trabajo, Nº
91, 1998.
123 RODRÍGUEZ-PIÑERO, M.”La huida del Derecho del Trabajo”, RL, 12, 1992, p. 7.
124 MARTÍN VALVERDE, A., “El discreto retorno del arrendamiento de servicios “, en
AAVV., Cuestiones actuales de Derecho del Trabajo. Estudios ofrecidos por los cate-
dráticos de Derecho del Trabajo en homenaje al Profesor Manuel Alonso Olea, Ma-
drid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1990, p. 227.
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2.1.5. Falta de oportunidades empresariales


Otro argumento esgrimido, por gran parte de la doctrina, para en-
tender que se está ante un trabajador subordinado, es la inexistencia de
oportunidades empresariales. Los trabajadores que prestan servicios a tra-
vés de una plataforma virtual solamente están aportando puro trabajo o
mano de obra sin que exista posibilidades de desarrollo empresarial125. En
efecto, se entiende que un trabajador autónomo debe aportar experiencia,
formación y habilidades que la propia empresa no posee y, por ello, debe
recurrir a un tercero independiente que se la provea126. Por el contrario,
estas nuevas empresas confían toda su mano de obra a terceros, personas
que no aportan un especial valor añadido a la empresa más allá de su
trabajo.
El propio know-how, si es en algún caso necesario, es aportado por
la propia empresa127 y trasmitido en forma de “recomendaciones” o
instrucciones necesarias. En realidad, se observa que la única ventaja
comparativa con los trabajadores tradicionales es la menor protección
social y, derivado de ello, los menores costes a los que puede la empresa
ofrecer el servicio: no parece que esta sea el objetivo principal de la
existencia de la figura del autónomo128. Por el contrario, un autónomo
para considerarlo empresario debe prestar servicios en una actividad
donde pueda existir un desarrollo profesional, obteniendo sus propios
clientes, a través de una buena prestación del servicio, que le permitan
desarrollarse como empresa129. No sería muy coherente calificar como
empresario independiente a aquél que solamente ofrece su trabajo y no
tiene posibilidades —ni siquiera potenciales— de obtener los beneficios
inherentes a un emprendedor130.

125 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 5


126 SPRAGE, R., “Worker (Mis)Classification in the Sharing Economy:…” op. cit., p. 15,
19.
127 LUJÁN ALCARAZ, J., La contratación privada de servicios y el contrato de trabajo:
contribución al estudio del ámbito de aplicación del Derecho del Trabajo, Murcia,
Universidad de Murcia, 1991, p. 605-606.
128 Tal y como expone el informe de expertos de la Comisión Europea Trabajo y empleo.
Transformaciones del trabajo y futuro del Derecho del Trabajo Europeo, 1999.
129 SPRAGE, R., “Worker (Mis)Classification in the Sharing Economy:…” op. cit., p. 10
130 MARVIT, M., “How Crowdworkers became the ghosts in the digital machine”, The
Nation, 2014 https://www.thenation.com/article/how-crowdworkers-became-ghosts-
digital-machine/
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

2.1.6. Irrelevancia de ciertas características de la prestación a la hora


de calificar contrato de trabajo
Existen ciertas cuestiones que la doctrina entiende que no son rele-
vantes a la hora de decidir que se está ante un contrato de trabajo o ante
un trabajador autónomo. En primer lugar, los materiales aportados por
los trabajadores tienen relativamente poco valor como para entender que
existe una verdadera ajenidad. De la misma forma, los riesgos o costes
asumidos por el trabajador son de poca importancia como para afirmar
que el trabajador está asumiendo los riesgos del negocio. El contrato de
trabajo, cuando fue definido, y hablaba de ajenidad en los medios de pro-
ducción, hacía referencia a las grandes fábricas donde el trabajador nunca
podría llegar a ser propietario. No obstante, hoy en día, un vehículo o
un carro de limpieza puede ser adquirido por cualquier persona y ello no
debería ser determinante para su exclusión del ámbito de protección131.
De hecho, en las empresas descritas en este trabajo, los verdaderos
medios de producción son los tecnológicos. La inversión en la tecnología
que crea la plataforma virtual es realmente la parte costosa de los medios
de producción, por ello, en comparación, los materiales aportados por el
trabajador son insignificantes132.
De la misma forma, modalidades contractuales como el trabajo a dis-
tancia se basan en una vigilancia del resultado y no del modus operandi de
la prestación, sin que ello impida su calificación como relación laboral133.
El concepto de trabajo subordinado lleva años adaptándose a las nuevas
realidades, sin que el hecho de que el trabajador tenga libertad para elegir
cuándo realiza el trabajo —o cómo— sea relevante para su calificación
jurídica. Es precisamente la elasticidad del concepto la que permitirá su
adecuación a la “realidad social del tiempo” en el que ha de ser interpre-
tado134.

131 STS 19 de julio de 2002 (rec 2869/2001).


132 ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept…” op. cit., p. 15.
133 MARTÍNEZ BARROSO, M.R., “Trabajo autónomo y trabajo subordinado…” op.
cit., p. 115.
134 PÉREZ DE LOS COBOS, F., “El trabajo subordinado como tipo contractual”, Docu-
mentación Laboral, Nº39, 1993, p. 39.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

2.1.7. La prestación de servicios bajo una marca ajena como criterio


delimitador del contrato de trabajo
Por último, a mi juicio, sumadas a los anteriores indicios de laborali-
dad hay otro que tiene gran relevancia en el marco de la uber economy: la
ajenidad en la marca135.
La evolución del mercado tiende cada vez más a la utilización de una
marca o signos distintivos comunes descentralizando todo lo demás —in-
cluyendo la prestación del servicio concreto objeto de la marca—. En el
mundo globalizado, tan competitivo como el actual, sin duda el activo
más importante de toda empresa es la clientela. Los pequeños empresarios
luchan por hacerse un hueco en el mercado, algo que difícilmente pueden
conseguir cuando compiten contra grandes marcas de reconocido presti-
gio que utilizan economías de escala en publicidad y marketing, así como
su tamaño les permite obtener grandes dosis de información que facultan
una reducción del coste —y una mejora de la calidad— del producto o
servicio ofrecido.
El pequeño empresario se ve obligado a trabajar bajo el membrete de
otra empresa para poder continuar en el mercado; su supervivencia de-
pende de que los clientes, los cuales prefieren una marca conocida —y una
determinada forma estandarizada de hacer las cosas—, les elijan sobre
otras empresas. El pequeño empresario podrá mantenerse en este mundo
globalizado a costa de pagar un precio muy grande: su anonimato en el
mercado.
Especialmente, el problema surge cuando este “pequeño empresario”
en realidad solo aporta mano de obra; es decir, es una persona que vive de
su trabajo. En este sentido, un trabajador individual que presta servicios
de forma personal bajo el paraguas de una marca que le es ajena y siguien-
do un “manual de instrucciones” impuesto por la empresa principal, tiene
serios visos de considerarse un trabajador laboral.
Los expertos en teoría general de la empresa mantienen, desde princi-
pios del siglo XX, que la organización empresarial nace con el objetivo de
aprovechar las economías de escala en dos sentidos: i) una marca conoci-
da permite reducir los costes de búsqueda y elección de los consumidores

135 En otras ocasiones la Jurisprudencia ya ha considerado como indicio de laboralidad la


prestación de servicios utilizando la marca y los signos distintivos del principal (STS
de 19 de diciembre de 2005 rec. ud. 5381/2004), sin embargo, considero que cada vez
deberá tener mayor relevancia.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

al poder prever de antemano la calidad de la transacción136; ii) la gran es-


cala permite trasferencia de información ascendiente (del trabajador hacia
la empresa) que reducen los costes del producto o servicio prestado y me-
joran su calidad. Lo trabajadores subordinados nacen precisamente para
asegurar una estandarización —mediante las debidas instrucciones— del
producto o servicio ofrecido por una misma marca que puede llegar a
muchos —potenciales— consumidores137 y para trasmitir información
derivada de sus experiencias a favor de la empresa.
Por ello, con la utilización de una marca común viene siempre la es-
tandarización de los procedimientos, los manuales operativos de obligado
cumplimiento y la supervisión y control en el cumplimiento de los están-
dares de calidad exigidos por el propietario de la marca: en definitiva la
dependencia jurídica. En este sentido, las nuevas “fórmulas” jurídicas que
contratan mano de obra personal —bajo una marca común— en forma
de trabajadores independientes solo viene a sustituir al trabajador tradi-
cional. El indicio más claro de ello, será que estos trabajadores cumplen
escrupulosamente con las funciones económicas básicas del empleado la-
boral —dependencia y trasmisión de información a favor de la empresa
propietaria de la marca138—. En concreto, facilitando a la empresa pro-
pietaria de la marca extender su mercado permitiendo las economías de
escala.
No se le escapa a este autor que “permitir las economías de escala a
través de la utilización de una marca ajena”, no se encuentra entre las
características del contrato de trabajo enumeradas en el art. 1.1 del ET.
Sin embargo, no se debe olvidar que un prestador de servicios que ac-
túa bajo la marca ajena se encuentra dentro de una de las facetas de la
ajenidad. El trabajador, aunque trate directamente con los clientes, si lo
hace bajo el paraguas de una marca ajena estará beneficiando —o perju-
dicando— dicha marca —como lo haría un trabajador laboral— y no su
negocio —como lo haría un autónomo—. Alarcón139 definió la ajenidad
del mercado como una faceta de la ajenidad, por la cual al trabajador se le
vetaba el acceso al mercado pudiendo prestar servicios solo a través de su

136 RUBIN J., “The theory of the firm and the structure of the franchise contract”, op. cit.,
p. 225.
137 COASE R., “The nature of the firm”, Economica, New Series. 16, 4, 1937, pp. 386-
405
138 Recuérdese la cláusula de retorno que obliga a los franquiciados a trasmitir las mejo-
ras productivas a sus franquiciadores.
139 ALARCÓN CARACUEL MR., “La ajenidad en el mercado: Un criterio definitorio del
contrato de trabajo” op. cit.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

empresario. Precisamente, con la interposición de una marca ajena entre el


prestador de servicios y el cliente, se impide que el prestador de servicios
actúe en nombre propio en el mercado. Siendo la empresa propietaria de
la marca la que será reconocida como actuante en el mercado.
Además, recordemos que las pequeñas inversiones que el trabajador
deba realizar para poder prestar servicios bajo la marca ajena, serán pro-
bablemente de un valor insignificante si lo comparamos con el valor de
la marca140. La propiedad industrial, además, será el verdadero medio
de producción que permitirá al negocio funcionar (con ello se vislumbra
también la ajenidad patrimonial clásica). Conseguir clientes hoy en día es
la parte más importante de cualquier negocio —y proceso productivo de
una empresa—, por lo que el propietario de la marca, muy probablemen-
te, sea a su vez el propietario del medio de producción más importante.
Quizá en el pasado, en sociedades fordistas —donde todo lo fabricado
se vendía— lo importante era la fábrica, pero actualmente, derivado del
aumento de la competitividad, la marca pasa a ser el medio de producción
más importante de cualquier negocio141.
Por otra parte, respecto a la exigencia de dependencia, recordemos
que actuar bajo una marca ajena implica seguir sus directrices e instruc-
ciones dado el interés del empresario propietario de la marca de mantener
su buen nombre —como lo haría con trabajador laboral—142.
En definitiva, prestar servicios bajo una marca ajena —como ocurre en
la uber economy— parece que, a priori, cumpliría las dos características
distintivas del contrato de trabajo; la ajenidad (mercado y patrimonio) y
la dependencia143.

140 En el mismo sentido, ver, ROGERS, B., “Employment as a Legal Concept”, Legal
Studies Research Papers Series, Temple University, 2015.
141 En este sentido, es oportuno recordar la necesidad de interpretar el concepto de con-
trato de trabajo en adecuación a la realidad social del momento en el que se está,
PÉREZ DE LOS COBOS, F., “El trabajo subordinado como tipo contractual”, Docu-
mentación Laboral, Nº39, 1993, p. 39.
142 TODOLÍ SIGNES, A., “El impacto de la “uber economy” en las relaciones laborales:
los efectos de las plataformas virtuales en el contrato de trabajo”, IUSLabor, nº 3,
2015, pp. 1-25.
143 Para ver la aplicación de este indicio a otro contrato donde se actúa bajo marca ajena
se puede ver, TODOLÍ SIGNES, A., “ Los falsos autónomos en el contrato de franqui-
cia:
La importancia de la prestación de servicios bajo una marca ajena como indicio de
laboralidad en el contrato de trabajo.”, RDS, 75, 2016.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

2.2. Aplicación del test de laboralidad a los trabajadores de la uber


economy
A pesar de que, como se ha visto, la doctrina se inclina por entender
que nos encontramos ante una nueva forma de dependencia, que en tér-
minos generales es aplicable a todas las empresas de la uber economy, la
realidad siempre es mucho más compleja. Efectivamente, cada plataforma
opera de manera diferente y habrá que estar al caso concreto para saber si
se dan los indicios de laboralidad (para lo cual sí serán útiles las nuevas y
clásicas tesis sobre la dependencia y ajenidad). En este sentido, considero
interesante establecer una lista de indicios de laboralidad obtenidos —no
del modelo productivo clásico, sino específicamente de las posibilidades
que tiene las plataformas para operar—. Esta lista podrá servir para, en
conjunto, poder distinguir cuándo se está ante una plataforma que sola-
mente intermedia en el mercado a cuándo se está ante una plataforma que
interviene en el mercado organizando y controlando el proceso producti-
vo donde los trabajadores (laborales) se integran.
Indicios de laboralidad de los prestadores de servicios en las platafor-
mas virtuales:
1) La plataforma provee de formación, adestramiento, guía, entre-
namiento a los trabajadores respecto al servicio que prestan o sobre la
utilización más productiva de la plataforma o sobre cómo mejorar sus
ingresos en la plataforma. También, si la plataforma interviene en cómo
los proveedores de servicios se “aconsejan” entre ellos, puesto que esa
intervención puede convertirse en una formación indirecta —la interven-
ción de la plataforma podría asemejarse a la situación por la que unos
trabajadores forman a otros bajo directrices de la empresa—.
2) La plataforma dicta instrucciones (directas) o recomendaciones (in-
directas) a los proveedores de servicios sobre cómo realizar la prestación
de servicio.
3) La plataforma trasmite información o datos al proveedor del servi-
cio para mejorar su trabajo.
4) La plataforma elige o limita el precio que el prestador del servicio
puede percibir.
5) La plataforma realiza funciones de inventario o logística en benefi-
cio del proveedor de servicios.
6) La plataforma ofrece servicio de atención al cliente respecto a la
prestación de servicios (ej. Uber ofrece de forma centralizada un servicio
de objetos perdidos).
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

7) La plataforma recoge información sobre la prestación de servicios


para mejorar el servicio prestado por otros prestadores de servicios (ej.
recoger información del tráfico de un conductor para informar al resto de
conductores de la plataforma)144.
8) La plataforma establece controles de entrada en la plataforma (exi-
gencia de requisitos mínimos o procesos de selección).
9) La plataforma desactiva a los prestadores de servicios por razones
de rendimiento o disciplinarias.
10) La plataforma establece posibilidades de evaluar al prestador de
servicios.
11) La plataforma no permite que el prestador de servicios comparta
su reputación online en otras plataformas.
12) La plataforma limita las posibilidades de los proveedores de ser-
vicio de elegir a sus clientes (ej. amenazando con desactivar en caso de
rechazo de clientes)
13) La plataforma entrega al proveedor de servicios algún elemento
productivo necesario para realizar la labor (ej. móviles, aplicaciones para
el móvil, etc.).
14) El pago del servicio se realiza a través de una plataforma de pago
ofrecida por la empresa de economía colaborativa.
15) La plataforma exige exclusividad al prestador de servicios.
16) La plataforma provee de financiación para adquirir los elementos
productivos necesarios o “recomendables” para prestar los servicios en la
plataforma.
17) La plataforma provee de seguro o cualquier otro elemento que
reduzca el riesgo al prestador de servicios.
18) La plataforma gestiona los impuestos en nombre del prestador de
servicios.
Sin duda esta es solamente una lista orientativa de indicios a la que
habría que sumar todos los indicios clásicos (ej. si hay una remuneración
asegurada) así como otros indicios de laboralidad que van implícitos en
todas las plataformas virtuales (ej. ajenidad en la marca). Además, por
supuesto, no todos los elementos de la lista tendrán la misma importancia
siendo algunos elementos más decisivos que otros a la hora de determinar

144 La esencia del taylorismo siempre ha sido utilizar la vigilancia y el control del trabaja-
dor para crear nuevas eficiencias y mejores flujos de trabajo, el respecto ver, ZUREIK,
E., “Theorizing survillance: the case of workplace, Lyon Survilance as Social Sorting”,
Privacy, Risk and Digital Discrimination London Routledge, 2003 pp. 31-56.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

la laboralidad145. No obstante, en términos generales, la lista elaborada


puede servir para que las empresas de la “Uber economy” decidan cómo
establecer su plataforma virtual y su modelo de negocio, siendo conscien-
tes de que cuantos más elementos coincidan con los de la lista, a grandes
rasgos, mayor riesgo existirá de que el prestador de servicios sea conside-
rado trabajador laboral de la empresa propietaria de la plataforma.

2.3. Problemas del encaje del nuevo tipo de trabajadores en el concep-


to tradicional de contrato de trabajo
De lo visto hasta ahora, parece que existen argumentos suficientes
para que un juez pudiera calificar a este nuevo tipo de prestadores per-
sonales de servicios a través de plataformas virtuales como trabajadores
tradicionales cuyo empresario es la plataforma. En efecto, la mayoría de
la doctrina entiende que se está ante un nuevo tipo de subordinación de-
rivado de las nuevas tecnologías donde la forma de controlar el trabajo es
distinta, pero el resultado sigue siendo el mismo —la subordinación—. En
EEUU, varios pronunciamientos judiciales, incluido algún precedente leja-
no del Tribunal Supremo146, apuntan hacia esta dirección147. En este país,
se está extendiendo la idea de aplicar el contrato de trabajo a toda pres-
tación de servicios donde exista un desequilibrio del poder negociador de
las partes148. Esto es, con una interpretación teleológica del contrato de
trabajo, los Tribunales buscan proteger a todos los prestadores de servi-
cios cuya autonomía de la voluntad está mermada —debido su debilidad
negocial—, con independencia de si existe subordinación o si las nuevas
plataformas utilizan “nuevas” formas de subordinación.

145 Por ejemplo, de acuerdo con la comunicación de la Comisión Europea en materia de


economía colaborativa, que la plataforma fije el precio al cual el prestador de servicios
puede vender su trabajo parece suficiente por sí mismo, para entender que se está ante
un trabajador laboral de la plataforma virtual y no un autónomo. Ver EUROPEAN
COMISION, A European agenda for the collaborative economy, 2016.
146 SUPREME COURT NLRB v JONES & LAUGHLIN STEEL CO 301. U.S 1, 33-34
(1937).
147 También parte de la doctrina defiende que la única razón por la que no se están
aplicando las garantías del contrato de trabajo a los nuevos trabajadores es por la
novedad e incomprensión de lo que ocurre en el trabajo virtual, CHERRY, M. A.,
“Working for (virtually) minimum wage: Applying the fair labors standards act in
cyberspace”. Alabama Law Review. Nº 60, Vol. 5, 2009, p. 1106
148 PATRICK COTTER v. LYFT 13-cv-04065-VC, Auto denegando la moción de desis-
timiento para abertura de juicio (N.D California 11 Marzo de 2015); Basándose en
un precedente antiguo en S.G. BORELLO & SONS, INC., V. DEPARTAMENT OF
INDUSTRIAL RELATIONS, 48, California, 3d 341, 351 (1989).
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Los problemas de esta opción, en mi opinión, son dos. De un lado, el


encaje judicial de esta nueva forma de prestación de servicios dentro del
concepto tradicional de contrato de trabajo tendría como consecuencia
jurídica la aplicación de toda la normativa laboral en bloque, resultando
muchas de estas clásicas prescripciones incompatibles o incluso perjudi-
ciales para este nuevo trabajador. Los jueces, con esta interpretación, no
podrían elegir qué normativas tradicionales se aplican y cuáles no, ni tam-
poco qué nuevas soluciones se podrían desarrollar sino que, directamente,
las plataformas virtuales se verían sometidas a todas y cada una de las
normativas laborales incluidas aquellas que son manifiestamente incompa-
tibles. Por poner algunos ejemplos, los propios trabajadores probablemente
prefieran mantener cierta independencia técnica respecto a cómo y cuándo
realizar su trabajo como ocurre ahora en su empleo. Una sentencia que los
considerara empleados comunes del Estatuto de los Trabajadores podrían
fácilmente llevar a las empresas principales a aumentar las instrucciones
dictadas a sus empleados incluyendo el fin de la libertad de horarios que
disfrutan ahora y de la independencia técnica. Del mismo modo, en caso
de ser calificados legalmente como empleados finalizaría la libertad que
tienen, actualmente, los empleados para decidir cómo ejecutar su trabajo.
Por otro lado, esta solución, venida de la mano de la jurisprudencia,
implicaría que hasta el momento de la resolución judicial las empresas
vendrían actuando al margen de la legalidad. Es decir, si un Tribunal dic-
tamina que la correcta clasificación es la de trabajador laboral ello impli-
ca, a su vez, que la clasificación como trabajador autónomo hasta dicho
momento fue ilegal, con todas las sanciones y responsabilidades que ello
implicará para la empresa. Por estas razones, y entrando en el ámbito
de la política del derecho, quizá se deberían estudiar otras posibilidades
partiendo del análisis de qué tipo de protección requieren los nuevos tra-
bajadores.

3. Las diferencias en la protección requerida por el nuevo tipo de


trabajador
3.1. Una nueva protección para un nuevo modelo de relaciones labo-
rales
Que se pueda interpretar el contrato de trabajo de tal forma que que-
pan en ella relaciones cuasi-independientes, no significa, que la protección
otorgada por el legislador deba ser de las mismas características que la
tradicional.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

La protección de las condiciones laborales existentes actualmente no


parece que se adapten completamente a los nuevos modelos de negocio
descritos. La flexibilidad horaria para el trabajador es una de las carac-
terísticas principales del nuevo tipo de negocio. El trabajador va a poder
elegir cuándo desea trabajar, algo incompatible con las viejas regulaciones
sobre jornada, horarios, descansos y vacaciones existentes. Por otra parte,
el salario mínimo, también parece incompatible con un modelo de nego-
cio basado en que el trabajador puede elegir cuántas horas trabaja149. La
contratación fija, también, parece poco compatible con las plataformas
virtuales genéricas que se dedican exclusivamente a poner en contacto al
consumidor con el proveedor de servicios. Si se obliga a las plataformas
virtuales a contratar de forma indefinida a todos los trabajadores, el mo-
delo de negocio perdería su principal atractivo, consistente en la existen-
cia de largas listas de trabajadores dispuestos a prestar servicios.
Sumado a ello, ni siquiera las regulaciones sobre bolsas de trabajo o
los derechos de preferencia para trabajar (ej. en los contratos “a llamada”
o fijos discontinuos) parecen compatibles con este nuevo modelo de nego-
cio que confiere la potestad al cliente para elegir quién presta el servicio
(mediante la publicación de las evaluaciones que realizan otros clientes
sobre los prestadores de servicios). De esta forma, el cliente, confiando en
estas evaluaciones, preferirá a un trabajador o a otro.
La negociación colectiva, tal y como existe actualmente, es otra regu-
lación complicada de aplicar en los nuevos modelos de negocio. Conocer
las unidades de negociación es muy complejo en un mercado virtual don-
de es difícil computar cuanta gente está realmente activa. Además, pueden
trabajan a la vez para diferentes plataformas virtuales150. De hecho, en un
negocio donde los trabajadores no se conocen entre sí, ni tienen trato di-
recto entre ellos, es muy complejo crear relaciones de confianza suficientes
para elegir representantes al modo tradicional151.

149 FISHER, D., “Uber Says Drivers Oppose Lawsuit That Would Make Them Emplo-
yees”. Forbes. 2015 http://www.forbes.com/sites/danielfisher/2015/07/09/uber-says-
its-drivers-want-no-part-of-lawsuit-to-make-them-employees/; WEBER, P. M y TUR-
CIOS, E. N., “Uber Hits a Speed Bump in California: Labor Commissioner Rules
Driver is an Employee” Employee Benefit Plan Review, September 2015. p. 12.
150 FELSTINER, A. “Working the Crowd: Employment and Labor Law in the Crowdsou-
rcing Industry”. Berkeley Journal of Employment and Labor Law. Nº 32, Vo. 1, 2011,
pp. 183-185
151 BEYER J.L., “Expect Us: online Communities and Political Mobilization”, Oxford
University Press, 2014; SALEHI, N. et al. “We Are Dynamo: Overcoming Stalling and
Friction in Collective Action for Crowd Workers”. CHI’15, 2015 p. 1621
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Por último, en la regulación laboral actual todos los gastos sufridos


por el trabajador con ocasión de su prestación de servicios deben ser re-
embolsados por el empresario. No obstante, esto es poco acomodable a
un modelo de negocio que confiere tanta libertad al trabajador —es decir,
sin subordinación al empresario—. En principio, este nuevo modelo de
negocio se basa en que los trabajadores aportan al trabajo, material o pa-
trimonio que ya tienen —bienes “infrautilizados” ej., ordenador, conexión
a internet, teléfono, cámara, coche—, por lo que exigir, posteriormente,
que el empresario sufrague dicho material no parece la mejor solución.
Por otra parte, existen otros gastos que sí parecen merecedores de reem-
bolso, sobre todo, aquellos gastos que se realizan exclusivamente como
consecuencia de la prestación de servicios.

4. Fórmulas para alcanzar la necesaria protección


4.1. La autoregulación
Parte de la doctrina argumenta que las propias dinámicas de estos
nuevos mercados llevarán al desarrollo de la democracia en las nuevas in-
dustrias en internet aumentando los salarios y reduciendo las horas de tra-
bajo. De hecho, estos autores defienden que, en cualquier caso, el legisla-
dor no debería intervenir hasta que la actividad económica en internet sea
clara. Entienden que una intervención regulatoria prematura podría, sin
pretenderlo, impedir el desarrollo de dicha industria, acabando con opor-
tunidades de negocio e innovación que desconocemos152. Básicamente, se
propone que no exista intervención pública que marque la regulación del
nuevo sector. Sin embargo, en realidad, siempre va a existir ordenación en
el sector, solamente que sin intervención pública la reglamentación exis-
tente será dejada a la libre autonomía de las partes153.
En este contexto, cabría señalar que cualquier autoregulación debería
poder contar con la voz —y aprobación me atrevería a añadir— de todos

152 TROTTER HARDY, “The Proper Legal Regime for “Cyberspace”, University of
Pittsburgh Law Review, V. 55, 1994 p. 993 y ss http://scholarship.law.wm.edu/fac-
pubs/656. En un sentido similar, BRESCIA R., “Regulating the sharing economy: New
and old insights into an oversight regime for the peer-to-peer economy”, Nebraska
law review, 95, 2016.
153 También se ha propuesto que se constituyan agencias públicas de regulación de la
economía colaborativa como existen en otros sectores como el sector eléctrico, ban-
cario, o incluso como los colegios profesionales. SUNDARARAJAN, A., “Trusting the
‘Sharing Economy’ to Regulate Itself”, The New York Times, 2014, http://economix.
blogs.nytimes.com/2014/03/03/trusting-the-sharing-economy-to-regulate-itself/
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

los intervinientes: incluido los trabajadores154. El problema surge por la


dificultad de obtener una correcta representación. Las dinámicas de estas
empresas hacen difícil la existencia de una representación unificada. Nue-
vos trabajadores se unen diariamente a las plataformas y algunos se que-
dan solamente por unos días o semanas155. Sumado a ello, actualmente,
las plataformas no ponen a disposición de los trabajadores ningún medio
técnico para ayudar a que esa voz unificada exista. Por el contrario, las
primeras manifestaciones de unión se han tenido que realizar en platafor-
mas virtuales paralelas, creadas por algunos trabajadores, donde anóni-
mamente se puede evaluar a los empresarios, realizar recomendaciones
para otros trabajadores y recolectar información que les ayude e incluso
donde se ha planteado alguna acción colectiva menor156. Sin embargo, el
simple hecho de que estos trabajadores presten servicios de forma indivi-
dual y aislada dificulta que se creen redes de confianza entre los trabaja-
dores y que el movimiento gane visibilidad157.
En cualquier caso, excepto que se encuentre una manera de obtener la
representación de los trabajadores rápidamente, cualquier forma de auto-
regulación vendrá a significar una regulación unilateral por parte de las
plataformas virtuales (empresa).
Desde la perspectiva contraria, se argumenta que procrastinar en la
regulación puede tener consecuencias extremadamente negativas para la
efectividad de la protección laboral. Efectivamente, si el modelo de nego-
cio se crea en base a una regulación, difícilmente con posterioridad esta
normativa podrá ser cambiada. En primer lugar, porque la efectividad del

154 DE STEFANO, V., “The Rise of the ‘Just-in-Time Workforce’”, Conference en


RDW2015, http://slideplayer.com/slide/5283210/
155 SALEHI, N. et al. “We Are Dynamo…” op. cit. p. 1624
156 Ver Turkopticon. Esta plataforma es un foro que permite a los trabajadores evaluar a
los solicitantes e intercambiar importante información para evitar a los empleadores
que más explotan. MARVIT, M., “How Crowdworkers became…” op. cit.; IRANI LI-
LLY y SILBERMAN SIX., “Turkopticon: interrupting worker invisibility un Amazon
Mechanical Turk”, Changing Perspectives, Paris, 2013, pp. 611-620.
157 De hecho, el modelo de negocio de las plataformas virtuales se base fundamentalmen-
te en la desunión de los trabajadores. Piénsese que las plataformas no son las grandes
fábricas del S.XIX cuyo capital estaba en manos del empresario y era inaccesible para
el trabajador. Hoy en día las plataformas virtuales están constituidas por un algorit-
mo y una marca, esto es lo único que aportan a parte de los trabajadores. Por ello,
la unión de los trabajadores podría fácilmente acabar con el modelo capitalista de
las plataformas virtuales conviertendolo en una cooperativa donde los trabajadores
fueran socios propietarios de la plataforma. Obviamente esta es una idea más utópica
que realista dado que, desde que el momento en el que la sociedad funcionara como
una cooperativa con sueldos dignos, esa cooperativa dejaría de ser competitiva en un
mercado desregulado. SALEHI, N. et al. “We Are Dynamo…” op. cit. p. 1625
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Derecho del Trabajo muchas veces proviene de la propia auto-imposición,


o respecto a la ley, más que de un efectivo control público del cumpli-
miento. Por lo que unas “malas” costumbres pueden resultar imposibles
de modificar vía legislación158. Piénsese en la temporalidad en España. La
permisividad con esta forma contractual durante una pequeña época en
los años 80, se convirtió en una forma de actuar de los empresarios espa-
ñoles que en la actualidad todavía pasa factura.
En segundo lugar, si se deja que el tiempo pase y se construya una
industria en base a unos costes laborales bajos, es posible que cuando se
quiera actuar, la industria tradicional haya desaparecido bajo la implaca-
ble mano invisible del mercado.
En tercer lugar, una vez establecida la industria como lobby va a ser
mucho más complicado realizar cualquier tipo de regulación. De hecho,
es posible que una reglamentación realizada cuando el sector esté “madu-
ro” no pretenda realmente mejorar la situación de los trabajadores, sino
controlar el mercado e imponer barreras de entrada. Por todo ello, la re-
gulación de la “Uber economy” puede ser una cuestión de ahora o nunca.

4.2. La intervención legislativa


La tercera opción proviene de un cambio legislativo que proteja a los
trabajadores pero, a su vez, tenga en cuenta las particularidades y necesi-
dades del nuevo modelo productivo. Con un cambio legislativo, además
de permitir una mejor adaptación de la legislación laboral a las singula-
ridades de la nueva industria, se impediría (o se dificultaría) que se san-
cionara a la emergente industria por las actuaciones realizadas en materia
laboral hasta el cambio legislativo. En caso de que el legislador tuviera
que modificar la normativa para incluir a los trabajadores cuasi-indepen-
dientes en el contrato de trabajo, y en la normativa protectora, se estaría,
implícitamente, convalidando su exclusión hasta ese momento. Con ello,
desaparecerían los peligros de sanciones y otras consecuencias negativas.
A este respecto, parte de la doctrina defiende la creación de una nueva
figura contractual donde se proteja este tipo de trabajadores159.

158 FELSTINER, A. “Working the Crowd…” op. cit. p. 198


159 SACHS, B., “A New Category of Worker for the On-Demand Economy?”, On labor,
2015, http://onlabor.org/2015/06/22/a-new-category-of-worker-for-the-on-demand-
economy/; DAVIS, K., “A New Class Of Worker Could Fix The On-Demand Eco-
nomy”, The Crunch, 2015, http://techcrunch.com/2015/07/17/a-new-class-of-wor-
ker-could-fix-the-on-demand-economy/#.xj6brj:FmSu. En EEUU parte de la doctrina
defiende la incorporación de los TRADE (dependent contractor) como forma de de-
fender este colectivo. Sin embargo, como acertadamente señala Davis, la figura de los
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

4.2.1. El TRADE y los trabajadores que prestan servicios a través de


plataformas virtuales
Antes de continuar con la proposición de la creación de una nueva figu-
ra contractual que proteja estos sujetos se hace necesario analizar, aunque
sea brevemente, la figura del TRADE y su encaje con este nuevo modelo de
negocio. Adelantando la conclusión debo decir que, a mi juicio, la figura del
TRADE no resuelve la cuestión aquí en conflicto. Como se ha visto, el con-
flicto jurídico surge porque las plataformas virtuales alegan, en la mayoría
de casos, que son meros intermediarios que solamente ponen en contacto la
persona que desea un servicio con la persona que lo provee. De esta forma,
aceptando esta versión de la situación, el trabajador no tendría un cliente
mayoritario, sino que prestaría servicios a cientos de clientes sin que exis-
tiera una dependencia económica con ninguno de ellos. Si por el contrario
se entiende que la plataforma virtual interviene en la prestación de servicios
a través de instrucciones se estaría ante un trabajador común. A mi juicio,
en este nuevo modelo de negocio, el camino en el cual, el trabajador presta
servicios para la plataforma virtual, pero de forma autónoma —aunque
económicamente dependiente— parece bastante poco probable160.
Además, téngase en cuenta que la figura del TRADE no es una “figura
intermedia” entre el trabajador laboral y el autónomo, sino que es una
subcategoría de trabajador autónomo. Por ello, los perfiles de clasificación
clásicos entre trabajador laboral y autónomo (dependencia y ajenidad)
siguen plenamente vigentes. La figura del TRADE únicamente permite
una pequeña protección para aquellos trabajadores que siendo autóno-
mos (cumpliendo las características de los autónomos), además, sufren
dependencia económica de un solo cliente.

4.2.2. Relación laboral especial de trabajadores que prestan servicios


a través de plataformas virtuales
Por las razones antes vistas, de las posibilidades existentes para una
intervención legislativa, considero que la creación de una relación laboral

TRADE no encaja, ni protege, este nuevo colectivo, dado que precisamente se basa en
tener una variedad de clientes y también en pertenecer a varias plataformas virtuales
para tener en todo momento ocupación. Por el contrario, la legislación de los TRADE
solamente protege a los autónomos cuya facturación proviene mayoritariamente de
un solo cliente.
160 Téngase en cuenta que admitir esta posibilidad seguiría implicando que se está ante
una empresa que presta todos sus servicios a través de trabajadores externos, porque
recordemos que el TRADE sigue siendo un trabajador autónomo.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

especial es la más apropiada acogiendo la idea, ya vista, de extender el


ordenamiento laboral a todo tipo de trabajo, cualquiera que sea la forma
jurídica en que se preste161. De hecho, esto no es desconocido para nues-
tro ordenamiento jurídico, donde el propio Estatuto de los Trabajadores
establece un buen número de relaciones laborales especiales. En este tipo
de normativa se modifica el régimen jurídico de la relación laboral, para
adaptarlo a las particularidades de una determinada profesión162. De esta
forma, sería relativamente sencillo incluir a los trabajadores de la “Uber
economy” en el contrato de trabajo, pero modificando aquellos preceptos
que son incompatibles con este nuevo modelo de relaciones laborales y
adaptándolos a las especialidades de la nueva industria.
La relación laboral especial debería partir de su aplicación a aquellos
trabajadores que prestaran servicios a través de plataformas virtuales es-
pecíficas como las aquí descritas. A partir de ahí, vistas las características
del modelo de negocio, habría que proteger aquellos derechos básicos y
aquellos otros que no impidieran el desarrollo normal de la industria,
garantizando especialmente procedimientos de representación de los tra-
bajadores con el objetivo de permitir, en definitiva, la autorregulación vía
negociación colectiva.
Algunas de las cuestiones, sin pretender ser exhaustivo, que debería
contener dicha regulación serían las siguientes:
1) Independencia técnica: En mi opinión, la dependencia del traba-
jador ha dejado de ser un buen delimitador del objeto del contrato de

161 CABRERA BAZÁN, J., “Limites materiales y formales de aplicación del Derecho del
Trabajo, nº 71, RPS, 1966, pp. 37 y ss; En términos similares, LUJÁN ALCARAZ, J.,
“Reflexiones sobre el papel del Derecho del Trabajo en la actual revitalización del tra-
bajo autónomo” AS, 15, 2001, p. 1; APILLUELO MARTÍN, M., Los derechos socia-
les del trabajador autónomo: especialmente del pequeño y del dependiente, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2006, p. 14; GUERRERO VIZUETE E., “La (¿acertada?) regulación
del…”, op. cit., p. 5.
162 El juez estadunidense que vió el caso Cotter et al v. Lift ya apuntaba hacia esta direc-
ción cuando sugirió que “quizá los conductores de Lyft deberían ser considerados una
nueva categoría de trabajadores requiriendo un conjunto diferente de protecciones”
(traducción propia). Parte de la doctrina, (ver HARRIS S., KRUEGER A., “A proposal
for modernizing labor laws for twenty-first-century work: The “Independent Wor-
ker”, The Hamilton Project, diciembre, 2015) apoya crear una categoría intermedia
entre laborales y autónomos aproximando la regulación a la de los autónomos. Otra
parte de la doctrina (ver DE STEFANO V., “The rise of the “just-in-time workforce”,
op. cit., p. 19) defiende que una categoría intermedia entre trabajadores y autónomos
no solucionaría el problema, algo que comparto, sin embargo, se debe tener en cuenta
que con la propuesta aquí realizada de establecer una relación laboral especial, no se
aboga por una categoría intermedia sino por una relación laboral pero con una regu-
lación adaptada a las nuevas formas de subordinación.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

trabajo. Por el contrario, considero que los nuevos trabajadores de las


plataformas virtuales —sean dependientes jurídicamente o independien-
tes— son igual de merecedores de protección que aquellos trabajadores
subordinados a la manera tradicional163.
Por ello, también con objeto de cerrar el debate y dar seguridad jurídica,
una hipotética nueva normativa, que regulara la relación laboral de los traba-
jadores que prestan servicios a través de plataformas virtuales, debería aclarar
en su ámbito de aplicación, que la relación se presta con independencia u
autonomía técnica164. Ello significaría que las empresas solamente podrían
dictar las instrucciones que fueran estrictamente necesarias o imprescindibles
para la ejecución del trabajo. Con ello, se dejaría en manos del trabajador la
forma en la que se presta el servicio. A su vez, con esta delimitación se conse-
guiría que si una plataforma virtual desea dictar instrucciones precisas sobre
como ejecutar el trabajo, ya no se estaría ante esta relación laboral especial
sino ante un trabajador común del Estatuto de los Trabajadores.
La menor dependencia jurídica, como característica de una relación
laboral especial, no es cuestión nueva. La doctrina defiende que el trabajo
a distancia es incompatible con una limitación temporal de la jornada de
trabajo “pues la libertad de que goza en la ejecución del trabajo quien
actúa a domicilio debe reflejarse fundamentalmente en la elección de las
horas —comienzo y término— que se dediquen a la realización de la co-
rrespondiente tarea”165. Del mismo modo, los representantes de comercio,
el personal de alta dirección o los artistas que interviene en espectáculos
públicos se identifican precisamente por el menor control de su actividad
que puede realizar el empresario166.

163 Sobre la posibilidad de que exista una relación laboral sin existencia de dependencia
jurídica parte de la doctrina se ha mostrado reacia. Se aboga más bien por una solu-
ción intermedia en la que sin considerarse trabajador se apliquen ciertas normativas
protectoras. CRUZ VILLALÓN, J., “El proceso evolutivo de delimitación del trabajo
subordinado” en VVAA., Trabajo subordinado y trabajo autónomo en la delimitación
de fronteras de derecho del trabajo: estudios en homenaje al profesor José Cabrera
Bazán, Tecnos, 1999, p. 185
164 Esta independencia será respecto a las instrucciones relativas a cómo realizar el traba-
jo, el resto de elementos de la dependencia como son la integración en organización
ajena, la utilización de la marca del principal, el control del trabajo, el poder discipli-
nario, etc., seguirían siendo parte de esta relación laboral especial.
165 DE LA VILLA GIL, L.E. y GARCÍA NINET, J.I., “Contrato de trabajo a domicilio” en
Borrajo Da Cruz, Efrén (dic.), El Estatuto de los Trabajadores, Tomo III, Arts. 8 a 13,
Edersa, Madrid, 1990.
166 GUERRERO VIZUETE E., “La (¿acertada?) regulación del trabajador autónomo eco-
nómicamente dependiente: Análisis del artículo 11 del Estatuto del Trabajo Autóno-
mo”, AS, 20, 2010 (BIB 2009/2329), p. 4.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

En fin, el ámbito de aplicación de la relación laboral especial que se


propone recaería en dos cuestiones. La primera prestar servicios indivi-
dualmente a través de una plataforma virtual. En segundo lugar, la presta-
ción de servicios se realiza de forma independiente, pudiendo la empresa
solamente dictar las instrucciones imprescindibles para el buen funciona-
miento de su negocio.
2) Libertad de horarios y jornada: La regulación debería contemplar
la libertad del trabajador para fijar su horario y su jornada como carac-
terística especial de esta nueva forma de trabajo. El empresario, sin em-
bargo, debería poder fijar un número máximo de horas —pero no un mí-
nimo— de trabajo semanal. A su vez, la regulación debería establecer un
máximo imperativo de jornada semanal con objeto de evitar sobrecarga
de trabajo e incentivar el reparto del trabajo y la reducción del desempleo.
Este límite máximo de jornada debería ser global, es decir, se aplicaría
por trabajador, computando todas las horas trabajadas en las diferentes
plataformas virtuales en las que prestara servicios.
3) Libertad para trabajar en varias plataformas: Con objeto de promo-
cionar la libertad de entrada en el mercado, la regulación debería impedir
que se pudieran firmar acuerdos de exclusividad con estos trabajadores.
En caso de inexistencia de una regulación como la propuesta sería muy
fácil que las empresas existentes en el mercado monopolizaran a todos
los trabajadores de un sector impidiendo que prestaran servicios en otras
plataformas. A su vez, los consumidores de este tipo de servicios también
se verían limitados en sus posibilidades de encontrar un prestador de ser-
vicios si cada trabajador solamente puede estar en una plataforma virtual.
4) Responsabilidad por daños de los trabajadores: Como resultado
de la falta de subordinación en la ejecución del trabajo, las empresas no
podrían ser consideradas responsables de las acciones de los trabajadores.
Por ello, alejándose del criterio clásico, los trabajadores deberían respon-
der por las negligencias cometidas durante su prestación de servicios, in-
cluyendo aquí accidentes de trabajo o daños a los clientes e incluso daños
a la marca o reputación de la plataforma virtual.
5) Salario mínimo por el tiempo que prestan servicios: Una de las cues-
tiones más complejas de regular sería la cuestión del derecho a un salario
mínimo. En una forma de trabajo en la que el empleado elige cuántas
horas quiere trabajar, y en qué horario, la existencia de un salario míni-
mo garantizado podría llevar al traste con las predicciones de costes de
cualquier empresa. Por otra parte, la empresa no tendrá inconveniente en
pagar un salario mínimo por el tiempo que efectivamente se esté prestan-
do un servicio a un cliente. La controversia se encuentra en los tiempos
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

de espera. ¿Qué ocurre en el tiempo que el trabajador está buscando un


cliente a través de la plataforma? Por ejemplo, en Uber, los conductores
deben estar activos —y en movimiento— para encontrar clientes. Una
solución equitativa para este tiempo es considerarlo tiempo a disposición
del empresario pero improductivo (mora accipiendi). Este tiempo, según
el art. 30 ET, debe ser retribuido como tiempo de trabajo, no obstan-
te, la normativa especial podría mantener vigente esta regulación, pero
permitiendo que la negociación colectiva la modificara. De esta forma,
los acuerdos colectivos podrían reducir la retribución de los tiempos de
espera por debajo del mínimo o incluso eliminar toda retribución si lo
consideran conveniente.
6) Compensación de gastos: La normativa especial debería permitir
que las empresas establecieran unos requisitos de bienes no consumibles
que el trabajador debe poseer para poder formar parte de la plataforma.
De esta forma, se podría exigir poseer teléfono, coche, ordenador, etc., y
estos bienes no deberían ser pagados por la empresa. Sin embargo, los bie-
nes consumibles que son necesarios para la ejecución de trabajo deberían
ser costeados por la compañía. Del mismo modo, cualquier gasto relacio-
nado exclusivamente con la prestación del servicio debería ser costeado
por la plataforma.
7) Subsidiariedad del Estatuto de los Trabajadores: Por último, para
todo lo no contemplado en dicha regulación se debería observar las pres-
cripciones del Estatuto incluyendo la preferencia por la contratación in-
definida.

5. Conclusiones
En el presente capítulo, se analiza un nuevo modelo de negocio. Un
nuevo tipo de empresas que reclaman ser simples bases de datos donde
conectar un prestador individual de servicios directamente con el cliente.
Estas empresas argumentan que no existe control alguno sobre los pres-
tadores de servicios y, por ello, no los califican de trabajadores sino de
autónomos. Sin embargo, aunque indudablemente sea cierto que existe
una mayor flexibilidad en la forma de ejecución del trabajo y un incre-
mento de la libertad en la elección del horario y la jornada de trabajo,
la doctrina mayoritaria sigue considerando que la posición del prestador
de servicios en estas nuevas empresas es de trabajador subordinado. Lo
contrario vendría a significar que el Derecho del Trabajo dejaría de pro-
teger al sujeto que pretendió proteger desde su nacimiento. La necesidad
de interpretar el Derecho conforme a la realidad del momento en el que
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

se debe aplicar, hace necesario encontrar diversas fórmulas que permitan


seguir entendiendo que aquél que vive de su trabajo estará protegido por
esta disciplina.
No obstante, en este estudio, no se considera oportuna la aplicación
en bloque de toda la normativa laboral para este nuevo tipo de trabaja-
dor. El trabajador que presta servicios en una plataforma virtual sufre
unos riesgos diferentes al trabajador común y requiere una protección a
medida. Por ello, se propone la creación de una relación laboral especial
que contenga las particularidades observadas, modificando aquellos pre-
ceptos que son incompatibles con el nuevo modelo de relaciones laborales
y adaptándolo a las especialidades de la nueva industria.
La inacción del legislador vendrá a significar que las nuevas empresas
se impondrán en el mercado. El simple hecho de que puedan actuar sin
los costes derivados de la aplicación del Derecho del Trabajo les asegu-
rará poder prestar los servicios en mejor posición que las empresas de la
competencia que sigan el modelo tradicional. De esta forma, las ventajas
competitivas del nuevo modelo de negocio no nacen de una mejor orga-
nización ni de una mayor productividad, sino de la simple inaplicación de
las normativas laborales.
En este sentido, el objetivo perseguido con la creación de una nor-
mativa laboral especial para este nuevo tipo de trabajadores cuasi-inde-
pendientes será doble: i) por una parte proteger a los que viven de su
trabajo167 y evitar la competencia desleal y el dumping social168 que, de
lo contrario, acabará con todas las empresas que intenten mantener el
modelo clásico, dejando únicamente unas pocas empresas en cada sector
que actuarán de forma monopolística; ii) por otro lado, adaptar la regu-
lación laboral a las especialidades del nuevo modelo productivo a través
de plataformas virtuales.

167 PÉREZ DE LOS COBOS, F., “El trabajo subordinado como tipo contractual…”, op.
cit., p. 48
168 RODRÍGUEZ-PIÑERO, M., “Contrato de trabajo y autonomía del trabajador…” op.
cit., p. 27.
Capítulo III
LA ECONOMÍA DE LAS PLATAFORMAS
VIRTUALES Y LA COTIZACIÓN EN EL
RÉGIMEN DE AUTÓNOMOS. CUESTIONES
CONTROVERTIDAS EN EL ÁMBITO
SUBJETIVO DEL RETA
1. Los particulares entran en el mundo de los negocios
Las características de la economía colaborativa permiten que cual-
quiera pueda convertirse en un pequeño emprendedor para obtener cierto
rendimiento a sus bienes infrautilizados o a su tiempo libre. Esta nueva
forma de producción se basa en una relación triangular entre el consu-
midor del bien o servicio, el oferente del bien o servicio y la plataforma
virtual que intermedia con el objetivo de poner en contacto oferta y de-
manda.
Las personas pueden dedicarse a vender sus objetos de segunda
mano en internet (wallapop o ebay), a alquilar habitaciones que no uti-
liza de su casa (Airbnb o Bemate), su segundo coche los fines de semana
(Social car o drivy), la plaza de aparcamiento cuando no lo necesita
(parquo) o a realizar pequeñas tareas contratadas través de internet en
su tiempo libre con objeto de complementar sus ingresos (etece). En
este sentido, este nuevo modelo de negocio se concibe precisamente en
contraposición con la economía tradicional donde los bienes y servi-
cios existentes en el mercado eran provistos por empresas. Actualmente,
cualquier ciudadano puede ofrecer sus bienes o servicios directamente
al mercado a través de la plataforma virtual sin estar inserto en una
organización empresarial. De hecho, algunos autores han preferido bau-
tizar este nuevo modelo de negocio como “peer to peer economy” o
“economía de particular a particular” haciendo hincapié en la desapari-
ción de le empresa como tal, entendiendo que la característica principal
de este modelo de negocio es que el consumidor acude directamente al
prestador del servicio o vendedor sin intervención de los profesionales
del sector. Incluso, otros autores hablan de que este nuevo modelo de
negocio cambia un paradigma en nuestro sistema económico pasando
de un capitalismo empresarial —donde la empresa es el centro de la eco-
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

nomía— a un capitalismo de los particulares —donde los particulares


pasan a ser el centro—169.
No obstante, la diferenciación legal entre un particular y un profesio-
nal no es tan sencilla. ¿Puede un particular que ofrece bienes al mercado
y hace negocios seguir siendo un particular? Sin duda los particulares al
intervenir en el mercado están aumentando la competencia y beneficiando
al consumidor final, sin embargo, permitir una regulación diferente para
particulares y profesionales cuando ambos actúan en el mercado puede
significar el mantenimiento de una competencia injusta en perjuicio de la
profesionalización. En este sentido, las directrices emitidas por la Comi-
sión Europea en materia de economía colaborativa establecen que los Es-
tados Miembros deberían aplicar las mismas obligaciones tributarias a los
intervinientes en la economía colaborativa y a las empresas tradicionales
cuando se prestan servicios comparables170.
Por su parte, las empresas propietarias de las plataformas virtuales no
distinguen entre si sus usuarios son profesionales, que se dedican plena-
mente a realizar negocios a través de su plataforma o, por el contrario,
realizan solamente unas pocas operaciones. Las plataformas obtienen sus
ingresos con un porcentaje del negocio en el que intermedia, por lo que
cada operación le es valiosa. Es cierto que estas plataformas requieren una
masa crítica importante para funcionar, confiando en muchos casos en
esos pequeños usuarios que realizan pocas operaciones, pero aportan una
gran visibilidad a su plataforma, además de contribuir a la diversidad de
productos ofrecidos por la plataforma. Sin embargo, como no podría ser
de otra manera, las empresas propietarias de las plataformas dejan plena
libertad para que también los profesionales del sector vendan sus produc-
tos u ofrezcan sus servicios a través de su plataforma virtual.
En fin, la incursión en el mercado de estos usuarios o particulares
plantea verdaderos retos para nuestra legislación de la Seguridad Social.
El legislador cuando estableció el concepto de autónomo, concebido hace
más de 45 años, y sin apenas variaciones, no pudo contemplar esta nueva
realidad económica en ningún caso. De esta manera, se plantean cuantio-
sas incógnitas sobre las obligaciones de cotizar de muchos de los pequeños
participantes en estos modelos de negocio. Incógnitas que pueden afectar
potencialmente a millones de usuarios y, en general, a toda la nueva in-
dustria naciente, la cual necesita atraer particulares que aporten valor a la

169 SUNDARARAJAN A., The Sharing economy. The end of employment and the rise of
crowd-base capitalism, Cambridge, MIT press, 2016, p. 17 (ejemplar en PDF).
170 EUROPEAN COMISION, A European agenda for the collaborative economy, 2016,
p. 13.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

plataforma virtual a través de sus bienes en propiedad o sus actividades.


La inseguridad jurídica o, en su caso, las obligaciones de cotizar como si
se fuera un profesional pueden fácilmente desincentivar que los particu-
lares pongan en el mercado sus bienes infrautilizados o presten pequeños
servicios en su tiempo libre convirtiéndose en una verdadera barrera de
entrada. Sin estos pequeños usuarios (usuarios que realizan operaciones
de poca relevancia), la nueva industria basada en plataformas virtuales
carecería de sentido.
En el presente trabajo, se intentará, desde la perspectiva del análi-
sis jurídico de la economía171, determinar las obligaciones de cotizar al
régimen especial de trabajadores autónomos a los usuarios que realizan
actividades económicas en estas plataformas virtuales.

1.1. Diversidad en el tipo de negocio intermediado por las platafor-


mas virtuales
Como ya se ha dicho, este nuevo modelo de negocio de intermediación
en el mercado, aunque se ha intentado simplificar por la doctrina econó-
mica en un solo concepto —economía colaborativa— la verdad es que
este término esconde una gran diversidad de realidades.
De esta forma, en principio, por sus características, se pueden observar
al menos tres tipos de negocio diferentes: i) Marketplace (venta de pro-
ductos) ii) Economía colaborativa (alquiler de bienes) iii) Crowdsorcing
(prestación de servicios (ver supra)).

1.1.1. Marketplace
El Marketplace consiste en la venta de productos a través de internet.
Existen varias modalidades. La primera opción es la venta de productos a
través de una web propia, en la cual el titular del negocio coloca a la ven-
ta productos de su propiedad. La segunda modalidad consiste en poner
productos propios a la venta a través de webs de terceros que permiten
ofrecer sus productos. La ventaja de esta segunda modalidad es que el
vendedor se beneficia de los clientes de la web principal, de su marca y de
su infraestructura de venta, la cual es cedida al vendedor a cambio de una
comisión por cada venta realizada. En este trabajo, se analizará el segundo
modelo dado que el primero ofrece menos dudas respecto a la existencia
de un verdadero trabajo profesional de venta al ser el vendedor titular de

171 Para ver más sobre esta metodología ver, TODOLÍ SIGNES, A., Salario y productivi-
dad. Tesis doctoral, Valencia, 2015, p. 381.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

la infraestructura necesaria para realizar el negocio —en este caso la web,


el diseño, la marca, entre otros—.
En el segundo modelo, venta a través de una plataforma virtual de
propiedad ajena, el vendedor no es el propietario de los medios de pro-
ducción necesarios para la venta, por el contrario, la plataforma virtual
cede su marca y su infraestructura incluyendo los métodos de pago y las
tecnologías de búsqueda y posicionamiento en internet e incluso en algu-
nos casos la utilización de los medios de envío y logística de la empresa
propietaria de la plataforma, para que cualquier usuario pueda poner
a la venta sus productos en ella. De esta forma, el vendedor podrá ser
un profesional, que desea externalizar los elementos del negocio de la
venta o podrá ser un particular que solamente desea realizar unas pocas
ventas. En este segundo caso, queda claro que al particular, en ningún
caso, le sería rentable ser propietario de dichos elementos del negocio
para realizar unas pocas ventas online. Empresas como eBay, Amazon
Marketplace o Wallapop, son empresas propietarias de plataformas vir-
tuales que permiten la venta de sus productos a profesionales y también
a particulares a cambio de una comisión por cada negocio en el que
intervienen.
Sumado a ello, será relevante conocer que estas plataformas, en mu-
chos casos, se utilizan para vender productos de segunda mano cuando
el vendedor no quiere seguir usándolas. De esta forma, la venta a precio
inferior al de compra puede ser relevante a la hora de encajar dicha acti-
vidad económica en el concepto de trabajador autónomo.

1.1.2. Economía colaborativa


La economía colaborativa está formada por aquellas empresas que
buscan explotar bienes personales infrautilizados —una habitación, un
coche, una cocina, salas de reuniones— convirtiendo a los propietarios
en microemprendedores, aumentando de esta forma la competencia en
los mercados y proveyendo a los usuarios con mayores opciones. De
esta forma, en las empresas de economía colaborativa, los individuos
ofrecen “compartir” sus bienes personales a potenciales consumidores
a través de las plataformas virtuales. La economía colaborativa se basa,
no en la venta de un bien a través de una plataforma virtual, sino en
su alquiler.
Como se ha comentado ya, Airbnb, una empresa a nivel mundial que
se califica a sí misma como el mayor proveedor de servicios de alojamien-
to temporal del mundo, no cuenta con ningún alojamiento en propiedad.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

Por el contrario, confía en que los usuarios de su plataforma ofrezcan


su casa —o solo una habitación— para que los clientes (usuarios) de la
empresa puedan encontrar alojamiento en cualquier parte del mundo. En
el mismo sentido, la empresa Bla Bla Car, busca compartir asientos vacíos
durante los viajes en automóvil que el propietario del vehículo vaya a
realizar. Como se puede comprobar, en estos supuestos, la prestación del
servicio es accesoria, mientras que lo relevante es el bien compartido. Por
ello, en más de una ocasión, a la economía colaborativa se le ha llama-
do, de forma más precisa, simplemente como “economía del alquiler”172.
Otros ejemplos pudieran ser Drively o Socialcar —alquiler de vehículos
particulares—; Parquo —alquiler de plazas de aparcamiento—; Bemate
—alquiler habitacional con servicios de hotel—; Spacebee —alquiler de
salas de reuniones—.
En todos estos supuestos, obviamente, existe una prestación de ser-
vicios, dado que los propietarios del vehículo conducen y los propie-
tarios de la casa deben acomodar a sus huéspedes, sin embargo, estas
actividades son completamente secundarias en comparación al alquiler
del bien173.
Ello plantea complicadas cuestiones respecto al concepto de trabaja-
dor autónomo conforme no queda claro si la obtención de un rendimiento
patrimonial de un bien en propiedad entra dentro del concepto de acti-
vidad económica o incluso si se puede entender que el usuario no busca
obtener un lucro o beneficio, sino solamente cubrir gastos generados por
el bien que está siendo infrautilizado.

1.1.3. Crowdwork
El llamado Crowsorcing o Crowdwork consiste en tomar una pres-
tación de un servicio, tradicionalmente realizada por un trabajador, y
descentralizarla hacia un indefinido y, normalmente, gran número de per-
sonas en forma de llamamiento o convocatoria174. El modelo cuenta con

172 RAVENELLE, A., “Microentrepreneur or Precariat? Exploring the Sharing Economy


through the Experiences of Workers for Airbnb, Taskrabbit, Uber and Kitchensur-
fing.” First International Workshop in Sharing Economy (4-5 junio 2015). Copernicus
Institute of Sustainable Development, Utrecht University, Netherlands, 2015.
173 Por ejemplo, en el caso de Bla Bla Car, el propietario del vehículo va a realizar el viaje
igualmente, con o sin alquiler de asientos. Por esta razón, no nos encontramos ante
un servicio de transporte, donde el cliente decide el destino y el conductor presta el
servicio, sino ante la infrautilización del vehículo —por quedar asientos libres— para
un viaje que se iba a realizar igualmente.
174 Howe, J., “The rise of Crowdsourcing”, Wired, June 2006, pp. 176-179.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

tres elementos; i) por una parte, los “solicitantes”, que son empresas o
particulares que requieren que se realice en su beneficio una prestación de
un servicio; ii) los trabajadores que prestan los servicios; iii) y, en tercer lu-
gar, las plataformas virtuales que se encargan de utilizar las tecnologías de
la información para unir oferta y demanda y que perciben un porcentaje
por cada prestación de servicios realizada. Este modelo de negocio puede
utilizarse para prácticamente cualquier tipo de servicio, especializado o
no especializado. Algunos ejemplos de servicios que se pueden prestar con
esta modalidad pueden ser; los servicios de transporte (“taxi”); reparto a
domicilio; lavandería; entrenadores personales; montaje de muebles; dise-
ño gráfico: fotografía; formación; guías turísticos; traducción; cocina, etc.
Como se ve, prácticamente cualquier empleo actual del sector servicios
puede verse transformado.
La diferencia entre el crowdwork y la economía colaborativa (y el
marketplace) es que en el primero la prestación de servicios es el elemento
central del negocio jurídico mientras que en el segundo es el bien. Como
ya se ha comentado en los capítulos precedentes, cuando el negocio jurí-
dico es una prestación de servicios retribuida el principal problema clasifi-
catorio será entre si el trabajador es un trabajador laboral o un autónomo.
Sin embargo, también es posible imaginar un trabajador independiente y
por cuenta propia que realice ocasionalmente trabajos a cambio de re-
muneración. En este caso, el conflicto provendría de su clasificación entre
“particular” o “autónomo”.

2. Concepto de trabajador autónomo y la obligación de cotizar


En este epígrafe se va a analizar cuando un particular que actúa en el
mercado a través de estas plataformas virtuales se convertirá legalmente
en un profesional a efectos de la obligación de cotizar a la Seguridad So-
cial como trabajador autónomo.
La reciente aprobación del nuevo texto refundido de la Ley General
de la Seguridad Social, que entró en vigor el pasado 2 de enero de 2016,
incorporó en su art. 305 el concepto de trabajador autónomo en los si-
guientes términos:
“Estarán obligatoriamente incluidas en el campo de aplicación del
Régimen Especial de la Seguridad Social de los Trabajadores por Cuenta
Propia o Autónomos las personas físicas mayores de dieciocho años que
realicen de forma habitual, personal, directa, por cuenta propia y fuera del
ámbito de dirección y organización de otra persona, una actividad econó-
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

mica o profesional a título lucrativo, den o no ocupación a trabajadores


por cuenta ajena…”.
A pesar de la novedad de la incorporación del concepto, y obligación
de cotizar, de los trabajadores autónomos al nombrado texto refundido, la
definición es mucho más antigua. El texto refundido viene a replicar lo ya
contenido en el art. 2.1 del Decreto 2530/1970, de 20 de agosto. Así pues,
sin grandes variaciones, el concepto de trabajador autónomo en nuestro
ordenamiento tiene una antigüedad de más de 45 años.
La definición está compuesta por una serie de características divididas
en dos grupos; características subjetivas —edad mínima, nacionalidad y
residencia— y otras objetivas —desarrollo de una actividad económica,
lucrativa, no asalariada, de forma habitual, personal y directa—175.
De esta manera, la normativa establece que todos aquellos que cum-
plan los requisitos arriba descritos tendrán obligación de estar incluidos
en el RETA —estarán obligatoriamente— y sobre las personas que cum-
plan todos los requisitos subjetivos y objetivos recaerá la obligación de
cotizar. Por ello, con objeto de conocer en qué momento un particular que
use las plataformas virtuales para realizar ventas, alquileres o prestación
de servicios pasa a ser un profesional a efectos legales, se hace ineludible
analizar el alcance de estas, de por sí genéricas, imprecisas176 y ambi-
guas177 características.

2.1. Características subjetivas: nacionalidad y residencia


2.1.1. Ejercer actividad en territorio nacional
El art. 7.1 de la LGSS establece, de forma genérica, los requisitos para
poder formar parte del Sistema nacional de Seguridad Social. En este caso,
será aplicable a los españoles que residan en España o subsidiariamente a
los extranjeros que residan o se encuentre legalmente en España, siempre
y cuando, en ambos supuestos, ejerzan su actividad en territorio nacional.
De esta manera, el primer requisito es doble, de un lado ser nacional —in-

175 Como señala la doctrina lo sustancial del concepto legal de trabajador por cuenta
propia o autónomo será como se desarrolla la actividad económica, es decir, a título
lucrativo, de forma habitual, personal y directa y sin sucesión a un contrato de trabajo
BLASCO LAHOZ J.F., Sujetos incluidos en el régimen especial de trabajadores autó-
nomos, Tirant lo Blanch, 1996, p. 35, siendo las características subjetivas
176 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, Civitas, 2005, p. 19.
177 BALLESTER PASTOR I., “¿Existe una medida de “habitualidad” objetiva que obligue
al encuadramiento de los trabajadores autónomos en el RETA?”, AS, 2002, p. 1 en su
versión digital (BIB 2003/115).
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

cluyendo a los comunitarios europeos y otros sujetos asimilados confor-


me a la Ley de extranjería 4/2000178—; de otro lado ejercer su actividad
en territorio nacional.
La determinación de que la actividad se realiza en el territorio na-
cional, en muchos casos, puede ser una cuestión compleja para los nego-
cios realizados a través de plataformas virtuales. Estas plataformas tienen
naturaleza global lo que puede dificultar la determinación de dónde se
presta la actividad, especialmente en el caso de la venta de productos o
prestación de servicios online. En estos casos, la plataforma virtual, y su
empresa propietaria, muy probablemente sean extranjeros y los usuarios
—compradores o beneficiarios de los servicios— también pueden serlo.
Sin embargo, a mi juicio, estos no serán los elementos esenciales a
valorar, por el contrario, el requisito de ejercer la actividad en territorio
nacional provendrá más bien de la prueba del lugar de residencia del “po-
sible” autónomo. Si el sujeto reside en territorio nacional, aunque preste
servicios a través de una plataforma virtual de dominio informático ex-
tranjero, se podrá entender que sus actividades —las que sean necesarias
para ejercer dicho negocio— son realizadas en territorio español dado
que es su lugar de residencia. De esta forma, aunque un vendedor venda a
través de una web situada en EEUU a un comprador de Suecia, si el ven-
dedor es residente en España se entenderá que la actividad está ejercida en
nuestro territorio incluso aunque la mercancía estuviera desde un primer
momento situada también fuera del territorio nacional, dado que, en este
caso, la gestión del negocio, al menos, se realizará desde nuestro país (su
lugar de residencia). Esta conclusión parte del objetivo protector de la
propia institución de la Seguridad Social española: establecer un sistema
de protección para los residentes en nuestro territorio179.

2.2. Características objetivas


2.2.1. Actividad económica
La variedad y tipología de actividades objeto de los trabajos autóno-
mos se ve reflejada necesariamente en la vaguedad y laxitud del término

178 Una lista exhaustiva de los países se puede consultar en BLASCO LAHOZ J.F., Sujetos
incluidos en el régimen especial de trabajadores autónomos, op. cit., p. 18.
179 Ello no quita que para otro tipo de impuestos que tengan objetivos diferentes quizá el
activador del tipo impositivo no debiera la residencia del profesional o prestador de
servicios sino el lugar de residencia del consumidor o usuario.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

“actividad económica”180. Un término omnicomprensivo que permite


la inclusión de cualquier actividad de producción de bienes y servicios
para el mercado181. En un sentido técnico, se ha definido la expresión
“actividad económica” como aquella actuación positiva de una persona,
transformadora de bienes o servicios encaminada a la obtención de bienes
económicos. La vaguedad del término ha llevado, a parte de la doctrina, a
defender que dicho término por sí solo no restringe en absoluto el ámbito
de aplicación del RETA, sino que la realización de una actividad econó-
mica es tan general que, prácticamente, en sí misma nada significa182; es
decir, cualquier actividad de trasformación o producción de bienes o ser-
vicios debe considerarse incluida.
No obstante, la amplitud y ambigüedad183 del término no impide que
pueda tener efectos. La doctrina entiende que al exigirse la realización de
una actividad económica, las actividades benevolentes, recreativas o de
mero entretenimiento, las dirigidas a la formación personal del individuo
y aquellas que no impliquen trasformación alguna de bienes o servicios
no encajan en el concepto de autónomo184. En este sentido, la mera per-
cepción de ingresos, no constituye sin más una actividad económica185,
tampoco la explotación de un derecho patrimonial186, la conservación
del patrimonio o la inversión de dinero en una sociedad para obtener
dividendos187.
De esta manera, en la economía colaborativa, donde el alquiler del
bien es el principal negocio, surge la cuestión de si se debe considerar, a
efectos de esta normativa, como actividad económica. La STSJ de Valla-

180 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, Lex nova, 2004, p. 56.
181 CAVAS MARTÍNEZ F., “Articulo 23 El derecho a la seguridad Social”, AAVV Co-
mentarios al Estatuto del Trabajo Autónomo, Aranzadi, 2010, p. 413.
182 ALARCÓN CARACUEL y GONZÁLEZ ORTEGA, Compendio de Seguridad Social
(4 ed.), Tecnos, 1991, p. 328.
183 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 56.
184 LÓPEZ ANIORTE, M., “El ámbito subjetivo del régimen de autónomos: Problemas
actuales, con especial referencia a la “redefinición” jurisprudencial de la nota de habi-
tualidad”, DL, 69, 3, 2003, p. 34.
185 La STSJ de Valladolid, Castilla y León de 22 de enero de 2001 (rec. 2670/2000) esta-
blece que la mera percepción de rentas de alquiler no constituye sin más una actividad
susceptible de encuadramiento en el RETA.
186 El extinto Tribunal Central de Trabajo venía manteniendo que la simple conservación
de una cartera de clientes era tan solo un derecho patrimonial y no una actividad
económica, ver por toras STCT 27 de enero de 1977.
187 BARRIOS BAUDOR G., y APILLUELO MARTÍN M., Introducción al Estatuto del
Trabajo Autónomo, Valencia, Tirant lo Blanch, 2007, p. 37.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

dolid, Castilla y León de 22 de enero de 2001 (rec. 2670/2000) condena al


actor al encuadramiento en el régimen del RETA por realizar actividades
cercanas a la “gestión hotelera” en el alquiler de una vivienda vacacio-
nal. Concretamente, el actor alquilaba por habitaciones una casa rural
y tenía contratada a una limpiadora dos horas a la semana. El tribunal
entiende que no puede considerarse un simple arrendamiento de vivienda
puesto que provee servicios de limpieza y que, además, se debe considerar
actividad económica puesto que es el “actor quien ha de concertar los
alojamientos, enseñarles si hay demanda y recibir a los clientes”. De esta
manera, la doctrina judicial entiende que se considerará actividad econó-
mica simplemente el concertar el negocio del alquiler y recibir a los clien-
tes. Actividades que todo negocio de alquiler a través de las plataformas
virtuales requiere188.
Por último, de cara al análisis respecto el encaje del concepto de autó-
nomo en la economía colaborativa se debe partir de una paulatina expan-
sión del término “actividad económica” en los últimos años189 con objeto
de abarcar, como regla general, cualquier tipo de actividad, por lo que
habrá que contemplar como muy posible una interpretación expansiva
del concepto por parte de los tribunales.

2.2.2. Ánimo de lucro


Esta característica —necesaria del trabajador autónomo— ha sido
principalmente utilizada para descartar las actividades benéficas o al-
truistas. En este sentido, se ha dicho que la actividad realizada por un
autónomo no es benévola o filantrópica sino que ofrece sus servicios en
el mercado pretendiendo obtener una remuneración a cambio190. No obs-
tante, aunque parte de la doctrina hace equivaler el ánimo de lucro con la
prestación de servicios a cambio de unos ingresos191, la doctrina mayori-
taria se decanta por exigir que la intención del trabajador autónomo debe

188 Cuestión diferente será si esta actividad se realiza con habitualidad o no.
189 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 23.
190 SAGARDOY BENGOECHEA J.A., y GIL y GIL J.L., “Artículo 1”, en AAVV, Comen-
tarios al Estatuto del Trabajo Autónomo, Aranzadi, 2010, p. 36. Se debe apreciar que
por remuneración no se debe entender solamente percepciones monetarias sino tam-
bién en especie; de esta forma la STS de 7 de mayo de 2004 (rec. Ud 1683/2003) en-
tiende que existe ánimo de lucro cuando se busca el aumento del patrimonio propio.
En este caso, era un administrador de una sociedad que no percibía remuneración, no
obstante, era propietario de más de la mitad de las participaciones de la sociedad, por
lo que su gestión iba encaminada a aumentar el valor de su propio patrimonio.
191 BALLESTER PASTOR I., “El trabajador autónomo de la industria…”, op. cit., p. 84.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

ser obtener beneficios192, esto es, unos rendimientos que superen los costes
de producción193. Con ello, se podría sostener que cuando la intención de
un prestador de servicios a través de las plataformas virtuales sea simple-
mente cubrir gastos (o compartir gastos) quedarán excluidos del concepto
de trabajador autónomo194.
En efecto, hasta ahora se ha venido manteniendo que las actividades
dedicadas al autoconsumo propio (incluso familiar195) quedan excluidos
del concepto de trabajador autónomo196, dando a entender que el em-
presario es aquél que busca obtener un rendimiento de su actividad por
encima de la cobertura de las necesidades propias y familiares197, esto es,
aquél que tiene intención de obtener unos medios económicos más allá de
la subsistencia198.
La complejidad vendrá por conocer qué costes son admisibles y en qué
punto abandonamos la intención de cubrir unos gastos y pasamos a que-
rer obtener unos rendimientos por nuestro trabajo. Por ejemplo, ¿cabría
incluir como gasto la amortización del bien que estamos arrendando? ¿O
los gastos de un seguro de responsabilidad civil?
En este sentido, se debe partir de que la normativa de la contabilidad
empresarial no pueden considerarse válidas para determinar si estamos
ante un trabajador autónomo. Estas reglas son aplicables a los empresa-

192 GARCÍA NINET J.I. (Dir.), Comentarios a la Ley del Estatuto del trabajo autónomo,
CISS, 2007, p. 58.
193 BLASCO LAHOZ J.F., Sujetos incluidos en el régimen especial de trabajadores autó-
nomos, op. cit., p. 26; LÓPEZ ANIORTE, M., “El ámbito subjetivo del régimen de
autónomos: Problemas actuales…”, op. cit., p. 34; CAVAS MARTÍNEZ F., “Articulo
23 El derecho a la seguridad Social”, p. 413.
194 En este sentido la STCT 1 de marzo de 1982 (RTCT 1982 1280) descartó que una
actividad se considerara a título lucrativo puesto que el esfuerzo no iba dirigido a
obtener un lucro, en el sentido económico de lograr una ganancia entre el costo de
producción y de venta en el mercado”.
195 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 57.
196 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 25; BALLESTER PASTOR I.,
“¿Existe una medida de “habitualidad” objetiva que obligue al encuadramiento de los
trabajadores autónomos en el RETA?”, op. cit., p. 1; DESDENTADO BONETE A.,
y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los trabajadores autónomos, op.
cit., p. 57; GARCÍA NINET J.I. (Dir.), Comentarios a la Ley del Estatuto del trabajo
autónomo, op. cit., p. 58.
197 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 56.
198 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 23
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

rios que persiguen un ánimo de lucro y, precisamente, en este supuesto


lo que se desea dilucidar —en un estadio previo— es si se está ante este
supuesto.
De esta forma, no existirá ánimo de lucro si solamente se pretenden
compensar los gastos que habitualmente sufre un particular que no nego-
cia en el mercado. Esto incluirá cualquier gasto —ordinario o extraordi-
nario— de mantenimiento por el uso ordinario del bien (no por un uso
intensivo199), así como, los gastos de amortización del bien o su deprecia-
ción por el paso del tiempo200.
Por otra parte, cualquier coste orientado a mejorar dichos rendi-
mientos o aumentar el número de negocios concretados por el trabaja-
dor dejarían de ser costes admisibles para un no comerciante. Como, por
ejemplo, los gastos en publicidad o márquetin. Tampoco parece que sería
computable los gastos como consecuencia de poner el bien o servicio en
el mercado, es decir, gastos que realmente no tendría en caso de que no
ofreciera dichos servicios a través de la plataforma virtual: como puedan
ser seguros de responsabilidad civil profesional, seguros a todo riesgo es-
pecíficos para bienes arrendables, etc. En el mismo sentido, las inversiones
realizadas en los bienes, no con objeto de mantenerlos en un estado de
conservación habitual, sino con el objetivo de mejorar las prestaciones de
cara a obtener más clientes, tampoco entrarían en la idea de “compartir
gastos”, dado que revelarían una intención de obtener lucro.
Por último, no parece que puedan computar en los gastos considera-
dos “a compartir” los servicios prestados por el propio trabajador. Dado
que el tiempo invertido por las personas no se considera un gasto sino
que precisamente se remunera con el llamado “beneficio industrial”. De
esta forma, en caso de que existieran ingresos relacionados directamente
como contraprestación de la prestación de servicios del titular, ello podría
denotar ánimo de lucro.
En el plano subjetivo cabe remarcar que lo relevante para la existencia
de ánimo de lucro será la voluntad con la que se realiza la actividad, no
siendo necesario que el trabajador autónomo realmente obtenga esos be-
neficios, sino solamente con que los busque201. Es perfectamente posible
la existencia de empresario que obtiene pérdidas. Esta cuestión complica

199 El uso intensivo denotaría per se una intención de obtener lucro con su explotación.
200 Ello viene justificado porque la infrautilización de un bien es un coste para el propie-
tario reflejado en el precio de compra.
201 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los tra-
bajadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 23; SAGARDOY BEN-
GOECHEA J.A., y GIL y GIL J.L., “Artículo 1”, op. cit., p. 56.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

más el asunto, dado que la existencia de ánimo de lucro no vendrá so-


lamente como resultado de la realización de una operación matemática
donde se detraigan los gastos de los ingresos. Por el contrario, la presencia
de ánimo de lucro se revelará del comportamiento del particular en la
realización de su actividad. De un lado, incurrir en ciertos gastos; mejoras
y acondicionamiento del bien para su arrendamiento, inversiones, seguros
y otros gastos necesarios para poner el bien en el mercado, evidenciará la
existencia de un interés crematístico. De otro lado, el establecimiento de
un precio por encima del coste revelará una intención de obtener benefi-
cios con independencia de que se realicen ventas o no.
En este sentido, el uso de plataformas como Bla Bla Car, que orientan
los precios de los particulares hacia la simple cobertura de gastos, difi-
cultando a sus usuarios establecer un precio que les otorgue beneficios,
estarían con ello excluyendo la posibilidad de considerarlos trabajadores
autónomos. No obstante, en otras plataformas como Socialcar o drively
que permiten la libertad en el precio, cabría estudiar caso por caso, el pre-
cio fijado, en comparación con los gastos sufridos por mantener infrauti-
lizado el vehículo. Se debe tener en cuenta que un coche tiene unos gastos
fijos que el usuario debe sufragar, utilice o no el vehículo, por lo tanto el
alquiler del coche a través de plataformas virtuales puede simplemente
tener como objetivo cubrir dichos gastos —seguro, revisiones ITV, amor-
tización vehículo, impuesto circulación, entre otros—. Lo mismo puede
ocurrir con otros bienes que tienen altos costes fijos como las viviendas
—gastos de comunidad, IBI, seguros, consumos mínimos de luz, agua, gas,
o amortizaciones del bien— o las plazas de aparcamiento.
Por su parte, en el marketplace, cuando los usuarios venden productos
de segunda mano a precio inferior del de venta, se podría fácilmente ar-
gumentar que no existe ánimo de lucro, dado que no existe lucro alguno,
sino solamente recuperación de parte del gasto realizado en la compra.
Por último, en el crowdsourcing —o plataformas de prestación de servi-
cios— todos los participantes parecen orientados al ánimo de lucro dado
que lo que ponen a la venta estas plataformas son prestaciones de servi-
cios con objetivo de obtener un rendimiento económico o lucro.

2.2.3. Trabajo personal y directo


En orden a poder ser considerado trabajador autónomo es necesario
que se participe en el negocio de que se trate202 aportando su propio es-

202 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 25.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

fuerzo a la actividad productiva203. En sentido contrario, no será traba-


jador autónomo el que simplemente sea propietario del bien o titular del
negocio sin participación de forma activa en el desarrollo de la actividad
correspondiente204.
Se debe advertir que la existencia de trabajadores laborales subordi-
nados al titular del negocio (o colaboradores mercantiles), que realicen
las actividades intrínsecas al negocio, no impedirá que el titular pueda
seguir considerándose autónomo. En este sentido, se ha estimado que es
trabajador autónomo el que realiza simplemente funciones de gestión em-
presarial205 u “operaciones de organización y racionalización, en sentido
amplio, en el proceso productivo”206. Como ejemplo se puede citar al
titular de la licencia de autotaxi que contrata un conductor; en este caso,
se entiende que el titular debe cotizar como autónomo solamente por rea-
lizar funciones de gestor del negocio —proceso de selección del conductor,
contabilidad, etc—.
No obstante, cabría preguntarse si en caso de “descentralizarse”, in-
cluyendo las funciones de gestión, para pasar a ser un mero perceptor de
rentas, excluiría la obligación de cotizar en el régimen de autónomos al
titular del bien objeto del negocio207.
En las plataformas virtuales, el titular del bien vendido o alquilado,
probablemente, sea el que conteste los emails, suba fotografías a la plata-
forma, el que lleve la contabilidad necesaria, en su caso, el que seleccione
a los trabajadores (ej. limpieza habitación). Por tanto, teniendo en cuenta
la interpretación amplia de “trabajo personal y directo” realizada por los
tribunales; la simple gestión del negocio, a través de la plataforma, impli-
cará que se cumple este requisito. Aunque, sin duda, habrá que estar al
caso concreto.

2.2.4. No sujeto a contrato de trabajo


El concepto de trabajador autónomo —ex art. 305 LGSS—, que se
viene analizando, establece que será trabajador autónomo aquél que pres-
te servicios “por cuenta propia y fuera del ámbito de dirección y organi-
zación de otra persona”. Con ello, el art. 305 LGSS remite directamente

203 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 57.
204 SAGARDOY BENGOECHEA J.A., y GIL y GIL J.L., “Artículo 1”, op. cit., p. 27.
205 LÓPEZ ANIORTE, M.C., “Acerca del encuadramiento en el Régimen Especial de
Autónomos del inválido absoluto”, Aranzadi Social, 3, 1996, pp. 2641 y ss.
206 STCT 6 de marzo de 1982 (RTCT 1982 1407).
207 STSJ de Cataluña de 26 de septiembre de 2000 (rec. 1340/2000).
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

al art. 1.1 del ET, indicando que no podrán ser trabajadores autónomos
aquellos que deban ser clasificados conforme a la normativa laboral como
trabajadores subordinados. Por esta razón, lo primero que se debe hacer
en el análisis identificativo de un trabajador autónomo es comprobar si
cumple las características de un trabajador laboral (art. 1.1 ET) puesto que
de ser así, esto impedirá su clasificación como trabajador autónomo208.
No es este el momento de analizar las características definitorias del
trabajo por cuenta ajena —ni cómo distinguir a un prestador de servicios
autónomo de un trabajador laboral—, puesto que ello ya se realizó en el
capítulo anterior—. No obstante, es interesante señalar la manifestación
de un claro interés contrapuesto, en este punto, entre la empresa propieta-
ria de la plataforma virtual y aquellos que realizan actividades económi-
cas en ellas. En efecto, un profesional que realiza habitualmente activida-
des a través de una plataforma virtual tendrá incentivos para considerarse
trabajador laboral con objeto de no ser clasificado como autónomo (en
caso de que no desee pagar la cuota de autónomo o enfrentarse a posibles
sanciones por no haberlo hecho).
De esta manera, en los supuestos de plataformas de Crowdsorcing que
se dedican a un sector específico, como son Uber o Getyourhero, es po-
sible que no nos encontremos ante verdaderos autónomos, no porque no
realicen una actividad económica con ánimo de lucro, sino porque pueden
encajar dentro del concepto de trabajador laboral. Hecho que excluye,
por mor de la ley, ser autónomo.

2.2.5. Habitualidad
La actividad económica lucrativa encuadrable en el RETA será aquella
realizada con habitualidad. El propio lenguaje común evoca a la habitua-
lidad en la realización de la actividad para distinguir a un profesional del
sector de un mero particular. Por esta razón, en la gran mayoría de activi-
dades será la presencia de la habitualidad en la realización del negocio la
que conllevará la adscripción del sujeto en el régimen de autónomos. De
esta forma, el trabajador autónomo deberá realizar la actividad con perio-
dicidad y cierta dedicación209. Desarrollar la actividad de forma aislada
u ocasional excluirá de la consideración de autónomo210. Efectivamente,

208 BALLESTER PASTOR I., “El trabajador autónomo de la industria…”, op. cit., p. 91.
209 BALLESTER PASTOR I., “El trabajador autónomo de la industria…”, op. cit., p. 85.
210 STSJ Castilla-la Mancha de 19 de junio de 2000 la Rioja de 11 de diciembre de 1997.
EN la doctrina, SALA FRANCO T., y BLASCO PELLICER, A., “La nueva regulación
del RETA”, Actualidad Laboral, 8, 2004, p. 917.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

el nivel de dedicación es lo que distingue al profesional del particular, la


cuestión vendrá por cómo medir ese nivel de dedicación y dónde trazar la
línea de separación.
Parece razonable entender que el nivel de dedicación que permitirá
revelar la presencia de habitualidad se debe medir por unidades tempora-
les211, en contraposición a medir la dedicación en unidades monetarias o
beneficios obtenidos212. De esta forma, el desarrollo cotidiano a jornada
completa de la actividad identificará sin duda a un trabajador autónomo,
mientras que ejecutar la actividad por una única vez la descartará. Sin
embargo, la facilidad con la que las nuevas plataformas virtuales permiten
realizar negocios hará incrementar, sin lugar a dudas, el número de repeti-
ciones. De hecho, como se ha expuesto, el objetivo principal de estas pla-
taformas será incrementar el nivel de negociación en el que intermedian
para incrementar sus ganancias. De esta forma, el particular difícilmente
va a abstenerse de realizar negocios más de una vez a través de la plata-
forma provocando, ciertamente, una zona gris de indeterminación entre la
figura del particular y del profesional213.
La legislación difícilmente puede ayudarnos a determinar claramen-
te la línea de separación. No solamente porque el término “habitual” es
un término jurídicamente indeterminado que los jueces deben interpretar,
sino porque es complejo que la legislación concrete más. Dada la amplia
variedad de formas de trabajo que están amparadas bajo la denomina-
ción de “empleo autónomo” y teniendo en cuenta que, por definición, el
trabajador autónomo no está sometido a limitación horaria alguna en el
ejercicio de su actividad, será siempre difícil la cuantificación objetiva del
número de días a la semana, semanas al mes o meses al año que deben
haberse dedicado para ser considerado autónomo214.
Por su parte, la existencia de habitualidad no exige la realización de
un trabajo durante toda la jornada laboral diaria, ni durante todos o la
mayor parte, de los días laborables del año: basta con que se desarrolle
una actividad de cierta entidad —en contraposición a marginal o espo-

211 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 28.
212 Aunque existen algunos ejemplos de uso de los ingresos como determinante de la
habitualidad.
213 Téngase en cuenta que se ha considerado “habitual” una publicación semanal en el
mismo periódico STJS de Asturias de 11 de marzo de 1999 (rec. 1106/1996).
214 CERVILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad” exigida a los trabajado-
res autónomos a la luz de su estatuto y de las resoluciones jurisprudenciales”, AL, 16,
2011, p. 1881.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

rádica— de forma constante y con la intensidad que la naturaleza de la


actividad requiera215.
Una cuestión interesante, planteada respecto a la concurrencia de la
habitualidad, consiste en conocer si para exigir la cotización en el régimen
de autónomos, la actividad por cuenta propia debe ser la principal activi-
dad del trabajador.
En efecto, parte de la doctrina ha entendido que del requisito de habi-
tualidad en el trabajo lucrativo se desprende la idea de que el trabajo au-
tónomo debe ser el medio fundamental de vida del trabajador para poder
exigirse su encuadramiento en el RETA216. De acuerdo con este criterio,
si el trabajador presta servicios por cuenta ajena —de donde obtiene la
mayoría de sus ingresos—, no existiría obligación de cotizar como autó-
nomo por el hecho de realizar otras actividades secundarias con intención
de complementar esos ingresos.
De hecho, esta línea doctrinal también ha sido mantenida por el Tri-
bunal Supremo en algunas resoluciones217. El máximo Tribunal señaló en
su momento que la habitualidad en el desarrollo de la actividad autónoma
había de conectarse con la realización del resto de trabajos, estableciendo
que un trabajo sería habitual —a efectos de encuadramiento en el RETA—
cuando fuera cotidianamente la principal actividad productiva que el tra-
bajador desempeñaba. Y que la nota de habitualidad, salvo excepciones,
no se compagina con actividades secundarias o complementarias de otra
principal, que forma el núcleo central de la actividad productiva, con la
que el trabajador complementa los ingresos necesarios para sufragar sus
atenciones personales o familiares.
Esta tesis, pues, no analiza la habitualidad en sí misma, sino que la
pone en relación con el resto de actividades que desarrolla el autónomo
para saber si constituye la principal actividad productiva que el traba-
jador desempeña218. A su vez, el Tribunal, con esta doctrina, aportó un
elemento de juicio más y es que para entender cuál es la ocupación prin-
cipal recurre a los beneficios obtenidos por cada una de las actividades.

215 LÓPEZ ANIORTE, M., “El ámbito subjetivo del régimen de autónomos: Problemas
actuales…”, op. cit., p. 38.
216 ORDEIG FOS, J.M., “Socios administradores de las empresas. Problemática de su
afiliación al Régimen General o al de Autónomos”, TS, 39, 1994, p. 12 y BLASCO
LAHOZ J.F., Sujetos incluidos en el régimen especial de trabajadores autónomos, op.
cit., p. 27.
217 SSTS —Sala 3ª— 21 de diciembre de 1987; 2 de diciembre de 1988; (RJ 1988/9310)
22 de diciembre de 1992 (rec. 6275/1990).
218 BALLESTER PASTOR I., “¿Existe una medida de “habitualidad” objetiva que obligue
al encuadramiento de los trabajadores autónomos en el RETA?”, op. cit., p. 6.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Efectivamente, el Tribunal entiende que la ocupación principal del tra-


bajador será aquella que le proporciona la mayoría de los rendimientos
económicos para sustentarse, siendo la otra accesoria o complementaria.
Añadiendo, además, que en caso de que la complementaria sea el trabajo
autónomo, no existirá obligación de cotizar.
Es indudable la seguridad jurídica que aporta esta doctrina especial-
mente en el caso de las plataformas virtuales. Con esta doctrina, aquellos
usuarios que hicieran de su trabajo a través de la plataforma virtual su
principal medio de vida deberían cotizar como autónomos, mientras que
aquellos que pretendieran, simplemente, completar sus ingresos de forma
accesoria a otras actividades por cuenta ajena no deberían cotizar.
No obstante, a pesar de las ventajas que aporta esta interpretación, en
la actualidad la doctrina y la jurisprudencia parece haberla descartado.
Efectivamente, en estos momentos, para exigir el encuadramiento en el
RETA, no será necesario que el trabajo por cuenta propia constituya la
principal actividad productiva que desarrolle el trabajador, —y tampoco
será relevante de donde proviene la mayoría de sus ingresos—219.
De hecho, hoy en día —en sentido opuesto a la doctrina arriba seña-
lada— se admite una sensible reducción del nivel de dedicación exigible
para ser considerado autónomo, cuando se compatibilizan dos activida-
des. En este sentido, se afirma que es razonable que en caso de tener un
trabajo por cuenta ajena, a la actividad por cuenta propia no se dediquen
jornadas completas de trabajo, sino algunas horas al día, y posiblemente,
no todos los días de la semana220. Téngase en cuenta que la doctrina judi-
cial ha considerado “habitual” simplemente la realización de una publica-
ción semanal en el mismo periódico (STJS de Asturias de 11 de marzo de
1999 (rec. 1106/1996)).
En este sentido, la STS —Sala 3ª— de 20 de diciembre de 1996 (rec.
10005/1992) ante el argumento de que la titular de un gimnasio no rea-
lizaba actividades habitualmente por ser profesora funcionaria con dedi-
cación exclusiva, el Tribunal sentenció que esta circunstancia “no es óbice
para que se dedique a otra actividad profesional por cuenta propia”. En
el mismo sentido, la STS —Sala 3ª— de 24 de septiembre de 1999 (rec.
5379/1992) respecto al titular de una papelería que, además, trabajaba
como gerente por cuenta ajena para otra empresa, el Tribunal determinó

219 LÓPEZ ANIORTE, M., “El ámbito subjetivo del régimen de autónomos: Problemas
actuales…”, op. cit., p. 38.
220 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los trabaja-
dores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 30; LÓPEZ ANIORTE, M., “El
ámbito subjetivo del régimen de autónomos: Problemas actuales…”, op. cit., p. 38.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

que de este dato “no cabe inferir la consecuencia necesaria de que no


realizara también la actividad personal, directa, habitual económica y a
título lucrativo…” que exige el encuadramiento en el RETA. Esta doctrina
adoptada actualmente por los Tribunales se basa en dos argumentos:
1) El primero es que la propia normativa de desarrollo del RETA sos-
tiene que la inclusión en el mismo será obligatoria aun cuando se realice
“simultáneamente otras actividades, por cuenta ajena o propia, que den
lugar a su inclusión en alguno o algunos de los restantes Regímenes de la
Seguridad Social”221. De esta manera, la normativa contempla la posibi-
lidad de realizar varias actividades económicas simultáneas y dictamina
expresamente su compatibilidad.
2) El segundo argumento para descartar la tesis, por la que solamente
en caso de que la actividad económica sea el medio fundamental de vida
del trabajador puede exigirse el alta como autónomo, proviene de una
interpretación sistemática de todos los Régimen especiales de la Seguridad
Social. Y es que, a diferencia con el Régimen de autónomos, en las normas
reguladoras del encuadramiento del autónomo en el Régimen Especial
de Trabajadores del Mar sí se condiciona el alta del trabajador al hecho
de que la actividad del autónomo constituya su medio fundamental de
vida222. De esta forma, se entiende que si el legislador hubiera querido
exigir esta condición en el RETA lo hubiera hecho, de la misma manera
que sí lo hace para los trabajadores del Mar.
También la Sala Cuarta del Tribunal Supremo ha llegado a la mis-
ma conclusión exigiendo el alta, en más de un Régimen, cuando exista
pluriactividad. En este sentido, la STS de 22 de diciembre de 1992 (rec.
86/1992) exige el alta en el RETA a un farmacéutico municipal que tam-
bién tenía una farmacia abierta al público por cuenta propia entendiendo
la necesidad de la doble afiliación por existir una pluriactividad.
En cualquier caso, es conveniente señalar que en todos los asuntos
analizados por la jurisprudencia de pluriactividad, se estaba ante un su-
puesto en el que existía un establecimiento abierto al público. Este hecho
es sumamente relevante dado que la propia normativa establece una pre-
sunción —que más adelante se analizará— de que concurre la condición

221 Art. 2.2 de la OM de 24 de septiembre de 1970.


222 Anteriormente la normativa reguladora del encuadramiento de los trabajadores en
Régimen Especial de Trabajadores Agrarios también exigía esta condición, sin em-
bargo, actualmente, la regla tercera del art. 2 de la Ley del Régimen Agrario señala
que hay obligación de encuadramiento cuando de la actividad agraria el trabajador
obtiene ingresos “para atender sus propias necesidades o, en su caso, las de la unidad
familiar, aun cuando con carácter ocasiona o permanente realice otros trabajos…”
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

de trabajador autónomo en los titulares de un establecimiento abierto al


público. Sin embargo, no es claro que la solución jurisprudencial no hu-
biera sido la misma en caso de que no existiera establecimiento abierto al
público, dado que sin duda, toda presunción legal tiene un peso específico
importante en la resolución de conflictos cuando es aplicable.
En fin, si bien es cierto que, de acuerdo con esta jurisprudencia, el
mero desempeño simultáneo de otra actividad no puede ser obstáculo
para el alta en el RETA223, también lo es que para el encuadramiento es
necesario que exista habitualidad. De esta manera, cuando exista otra ac-
tividad paralela será necesario analizarla con detalle pues pudiera llegarse
a constatar que esta última exige tanta dedicación que apenas permite de-
sarrollar las labores por la que se pretende el encuadramiento en el RETA,
resultando éstas, necesariamente residuales224.
Sumado a la cantidad de tiempo dedicado, la habitualidad ha de co-
nectarse con la continuidad en la realización de la actividad profesional225
dado que lo habitual es aquello que existe de modo constante o muy
frecuente226. La falta de hábito o la discontinuidad implicaría la exclu-
sión del trabajador del RETA. No obstante, la propia normativa indica
que con los trabajos de temporada, la habitualidad quedará referida “a la
duración normal de ésta”227. Ello significa que para las actividades econó-
micas de temporada, la realización de actividades de forma discontinua,
desarrollando la actividad únicamente durante dichos periodos, no impe-
dirá la existencia de habitualidad228.
De esta forma, debemos distinguir, de un lado, los negocios de tem-
porada donde existirá habitualidad aunque se realicen las actividades
solamente durante la temporada, de otro lado, los negocios que no son
de temporada donde la discontinuidad en el desarrollo del negocio será
causa de inexistencia de “habitualidad”. En general, se puede concluir que

223 Por su parte, téngase en cuenta que la exclusividad en la realización de la actividad


puede ser un indicio a considerar para entender que una actividad por cuenta propia
es habitual, CERVILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad”…, op. cit.,
p. 1885.
224 LÓPEZ ANIORTE M y FERRANDO GARCÍA F., La Seguridad Social de los traba-
jadores autónomos: Nuevo régimen jurídico, op. cit., p. 30.
225 BALLESTER PASTOR I., “El trabajador autónomo de la industria y de los servicios
en el ordenamiento jurídico de la Seguridad Social”, Revista de Trabajo y Seguridad
Social, Enero-Marzo, 1995, p. 85.
226 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 62.
227 Art. 1.2 OM 24 de septiembre de 1970.
228 CERVILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad”…, op. cit., p. 1880.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

para ser considerado profesional no puede exigirse mayor habitualidad


que la deducible de la clase de industria de la que se trata229, por lo que,
en estos términos, la habitualidad o su falta provendrá de la comparación
con las actividades de otros profesionales del sector concreto.
Es necesario aclarar que realizar la actividad de “forma continua” no
significa tener clientes de “forma continua”, esto es, la existencia de oferta
en el mercado de “forma continua” por parte del sujeto puede revelar la
habitualidad aunque realmente no se haya producido ningún negocio por
falta de clientes230. La requerida continuidad es especialmente notable en
la prestación de servicios a través de plataformas virtuales donde la oferta
del particular permanecerá activa y visible 24 horas al día, 365 días a la
semana, salvo requerimiento consciente del particular de su eliminación.
Esta oferta ininterrumpida puede que no sea correspondida por falta de
clientes, no obstante, la falta de demanda, a mi juicio, no implicará dis-
continuidad en el desarrollo de la actividad mientras la oferta al público
siga abierta.

2.2.5.1. El salario mínimo interprofesional como indicio de habitua-


lidad
Por último, se debe analizar una doctrina, relativamente reciente, que
parece haber modificado el panorama jurisprudencial a la hora de consi-
derar la existencia de “habitualidad”. Me estoy refiriendo a la atención
al volumen de ingresos como determinante de la habitualidad231. Con-
cretamente, la STS de 29 de octubre de 1997 (rec. 406/1997), inicia una
doctrina que asimila la habitualidad a la obtención de ingresos superiores
al salario mínimo interprofesional en cómputo anual232. De acuerdo con
este criterio, en caso de no percibir dichas cantidades en forma de ingresos
como resultado de la actividad, se podría concluir que no existe habituali-
dad, desapareciendo la obligación de cotizar. Este criterio resulta un cam-
bio sustancial en la doctrina que se venía manteniendo, dado que se pasa
de computar la habitualidad en términos de dedicación horaria a cuanti-
ficarla en términos de retribución. Esta equiparación entre habitualidad y

229 STCT 18 de mayo de 1990 (RTCT 1990 1925).


230 En este sentido, los Tribunales han entendido que el alquiler de un local sin limitación
temporal se ha considerado indicio de habitualidad, STSJ de Castilla-La Mancha de
10 de junio de 2000 (rec. 1245/1999)
231 BLASCO LAHOZ J.F., Sujetos incluidos en el régimen especial de trabajadores autó-
nomos, op. cit., p. 27.
232 Linea confirmada posteriormente por las SSTS de 14 de febrero de 2002 (rec.

1349/2001); 20 de marzo de 2007 (rec. 5006/2005).


ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

superación del SMI ha sido criticada por la doctrina entendiendo que el


legislador no vincula la condición de trabajador autónomo al volumen de
ingresos obtenido233, por lo que la jurisprudencia con esta solución toma
un papel cuasi-legislativo que no le es propio234.
No obstante, es importante no simplificar excesivamente la cuestión
e intentar comprender el verdadero alcance de dicha posición jurispru-
dencial. El Tribunal en la Sentencia arriba mentada resuelve aplicar esa
doctrina bajo unos supuestos muy concretos, siendo que, a mi juicio, el
criterio no es extrapolable a todos los supuestos sino a solo los que cum-
plen unos requisitos. De esta forma, la habitualidad en la realización de
la actividad vendrá determinada por el módulo de los ingresos, en mi
opinión, solamente cuando concurran los siguientes extremos:
1) Dificultad de concreción de las unidades temporales: El Tribunal
señala que el criterio del SMI solo es operativo dada “las dificultades vir-
tualmente insuperables de concreción y de prueba de las unidades tempo-
rales determinantes de la habitualidad”. De esta manera, en los supuestos
en los que se pueda comprobar la dedicación temporal del trabajador
a ella habrá que estar, sin poder recurrir entonces al criterio monetario.
Concretamente, es especialmente interesante tener en cuenta que, en la
realización de actividades económicas a través de plataformas virtuales, la
prueba de la dedicación horaria puede ser relativamente sencilla.
En internet todo queda registrado, por lo que la prueba de la dedi-
cación horaria será relativamente sencilla no siendo necesario recurrir al
criterio crematístico por “dificultades virtualmente insuperables de con-
creción…”. Esto es, siendo el criterio monetario subsidiario, no parece
aplicable al supuesto de las plataformas virtuales dónde toda actividad
queda registrada.
2) Correlación entre tiempo de trabajo y rendimientos: El Tribunal
advierte que aplica el criterio de los ingresos en ese supuesto dado que en
la actividad enjuiciada —subagente de seguros— existe una alta correla-
ción entre los ingresos y el tiempo de trabajo dedicado. De esta forma, la
correlación es lo que justifica apartarse de la regla temporal para utilizar
el criterio monetario. Es decir, dada la dificultad de demostrar la dedica-
ción temporal del trabajador, el Tribunal decide sustituir este criterio por
los ingresos obtenidos, dado que a juicio del Tribunal, en esa profesión
concreta existe una alta relación entre un elemento y otro. Por ello, en

233 CERVILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad”…, op. cit., p. 1884.


234 DESDENTADO BONETE A., y TEJERINA ALONSO J.I., La Seguridad Social de los
trabajadores autónomos, op. cit., p. 65.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

realidad el Tribunal no cambia la forma de computo de la habitualidad


—que seguirá siendo las unidades temporales—, solamente advierte que
el rendimiento económico y la dedicación, en esa profesión, son correla-
tivas, por lo que la apreciación de una se equipara a la apreciación de la
otra. De esta forma, en actividades donde con muy poca dedicación se
puede obtener unos ingresos muy altos (ej. alquiler o venta) este criterio
no parece admisible.
En cualquier caso, los tribunales vienen aceptando que existe esta
correlación en vendedores ambulantes235, vendedores de libros a domi-
cilio236, titulares de licencia autotaxi237, colaboradores literarios238, mo-
distas sin establecimiento abierto al público239, masajistas240 y titulares de
explotación de engorde y cría de ganado241 (todo productos de pequeño
valor). A pesar de ello, en general, la doctrina mantiene que el criterio
monetario para valorar la “habitualidad” no es directamente aplicable a
otro tipo de actividades ejercidas por cuenta propia242.
3) Un indicio más: En tercer lugar, solamente será aplicable este mó-
dulo económico en caso de que no existan otros datos que por sí solos
permitan apreciar la existencia de habitualidad y no como una regla esen-
cial y básica definitoria de la misma. Esto es, la doctrina jurisprudencial
nombrada exige una valoración global y circunstanciada de todos los ele-
mentos enjuiciables, y no solo de los ingresos percibidos.
4) El criterio no sirve para negar la existencia de habitualidad solo para
afirmarla: Como señala la STS de 14 de febrero de 2002 (rec. 1349/2001)
“lejos de establecer una equiparación conceptual entre habitualidad y un
determinado nivel de ingresos, lo que aplica es ese nivel o como indica-
dor de la existencia de aquélla”. Del contenido de esta sentencia se dedu-
ce que, en cualquier caso, obtener mayores ingresos que el SMI será un
indicador de la existencia de habitualidad, sin que lo contrario parezca
igualmente defendible.
En cualquier caso, se debe señalar que en el supuesto de que se quisie-
ra hacer una equiparación entre obligación de cotizar como autónomo y

235 STS 20 de marzo de 2007 (rec. 5006/2005).


236 STSJ de Extremadura de 5 de noviembre de 1998 (núm. 728/1998).
237 STSJ de Cataluña de 26 de septiembre de 2000 (rec. 1340/2000).
238 STSJ de Cataluña de 6 de junio de 2003 (rec. 7180/2002).
239 STSJ de Navarra de 18 de febrero de 1998 (rec. 43/2004).
240 STSJ del País Vasco de 3 de junio de 2003 (rec. 872/2003).
241 STSJ de Castilla y León, Burgos de 11 de noviembre de 2003 (rec. 1010/2003).
242 BALLESTER PASTOR I., “¿Existe una medida de “habitualidad” objetiva que obligue
al encuadramiento de los trabajadores autónomos en el RETA?”, op. cit., p. 9; CER-
VILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad”…, op. cit., p. 89.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

rendimientos obtenidos por la actividad económica, el módulo a valorar


no debería haber sido el de los ingresos percibidos sino el de los beneficios
obtenidos243. En muchas actividades, como por ejemplo en la compraventa,
los ingresos pueden ser elevados, si el valor del producto vendido es alto, a
pesar de que exista muy poca dedicación. Por ejemplo, la venta de una única
casa superará sin duda los ingresos del SMI sin que ello permita afirmar que
existe dedicación habitual a la venta de casas. En estos casos, la dedicación
no podrá ser medida por los ingresos sino, en su caso, por los beneficios
obtenidos —ingresos menos costes— o también llamados ingresos netos244.
La aplicación de la doctrina vista a las plataformas virtuales arroja
varias conclusiones:
1) En primer lugar, que la plasmación de la oferta a través de un medio
público activo continuamente será un indicio para entender que existe ha-
bitualidad. No obstante, la mera existencia de este anuncio u ofrecimiento
no puede ser suficiente para entender que la actividad se realiza habitual-
mente. Por el contrario, habrá que estar a la dedicación dada por el titular.
Para ello, se tendrá en cuenta con cuánta periodicidad el particular contesta
emails de posibles clientes, cuántas veces realiza servicios, cuánto tiempo
dedica a cada servicios, etc. Para ello se deberá tener en cuenta que si el
particular realiza otra actividad por cuenta ajena, los Tribunales suelen vis-
lumbrar con mayor facilidad la habitualidad. Por su parte, en actividades
de temporada —como el alquiler vacacional— la existencia de periodos sin
prestación de servicios no excluirá de habitualidad en la actividad.
2) La segunda conclusión será que, de acuerdo con la jurisprudencia
que estableció el criterio crematístico como forma de evaluar la habituali-
dad, esta no parece aplicable a las plataformas virtuales. En primer lugar,
porque en los negocios de compraventa y alquiler, la dedicación y los
ingresos obtenidos no son criterios correlativos. En segundo lugar, porque
en los negocios realizados por plataformas virtuales existe un registro cla-
ro que permite analizar la habitualidad en términos de dedicación horaria,
haciendo inaplicable el criterio monetario por ser subsidiario.

243 En este sentido, STSJ Comunidad Valenciana 21 de junio de 2000 (rec. 2711/2000) es-
tablece que deben tenerse en cuenta los ingresos y también los gastos. Dice el Tribunal
“ si puede ser un indicio el cúmulo de ingresos también puede serlo el montante de los
gastos (…)dado que la generación de los ingresos puede estar exigiendo de facto unos
gastos de gran consideración que hacen utópicas las cifras de ingresos. En este sentido,
se impone valorar los ingresos reales”.
244 En este sentido, GARCÍA NINET J.I. (Dir.), Comentarios a la Ley del Estatuto del
trabajo autónomo, op. cit., p. 56; BALLESTER PASTOR I., “¿Existe una medida de
“habitualidad” objetiva que obligue al encuadramiento de los trabajadores autóno-
mos en el RETA?”, op. cit., p. 13.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

3. La presunción de ser trabajador autónomo por ser titular de un


establecimiento abierto al público aplicada a las plataformas
virtuales
Como complemento a las características requeridas para ser conside-
rado trabajador autónomo el art. 2 del RD 2530/1970 dispone que:
“Se presumirá, salvo prueba en contrario, que en el interesado concu-
rre la condición de trabajador por cuenta propia o autónomo, a efectos
de este Régimen Especial, si el mismo ostenta la titularidad de un estable-
cimiento abierto al público como propietario, usufructuario, arrendatario
u otro concepto análogo”.
De esta forma, se establece una “presunción legal” en virtud de la cual
a través de un dato objetivo fácilmente constatable —“la titularidad de un
establecimiento abierto al público”— se deduce otro distinto —concurre
la condición de trabajador autónomo—. En este sentido, aquella persona
que sea titular de un establecimiento abierto al público se entenderá que
es un trabajador autónomo salvo que sea capaz de demostrar que sobre él
no recaen las características objetivas o subjetivas antes vistas. En fin, esta
presunción facilita la actividad probatoria de la Inspección de Trabajo a
la hora de determinar el encuadramiento en el régimen de autónomos de
los trabajadores.
La jurisprudencia, históricamente, no parece haber dedicado demasia-
da atención a definir qué es un “establecimiento abierto al público”, con
excepción de alguna divergencia respecto a si un trasporte público o un
vehículo comercial se considera “establecimiento” o no245. No obstante,
con la aparición del mundo virtual y de una nueva industria completa-
mente basada en internet, se hace necesario reflexionar sobre el alcan-
ce del concepto “establecimiento abierto al público”. Es necesario, pues,
analizar si una web de compraventa —o para realizar cualquier otro ne-
gocio— a través de internet puede considerarse un establecimiento abierto
al público, esto es, si un establecimiento puede ser un espacio virtual o,
por el contrario, debe ser necesariamente un espacio físico.
Para realizar el análisis debe partirse de qué funciones cumple un
“establecimiento abierto al público”. En este caso, cumple tres funciones
principales;

245 La STSJ de Cataluña de 26 de septiembre de 2000 (rec. 1340/2000) considera un taxi


un establecimiento abierto al público; mientras que la STS —Sala 3ª— 4 de mayo de
1996 (rec. 4805/1993) considera que el trasporte de mercancías con vehículo propio
no es un “establecimiento” puesto que la actividad se realizaba a través de un soporte
móvil.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

1) La primera, como lugar fijo o estable de realización de la actividad;


2) En segundo lugar, como elemento publicitario o de puesta en cono-
cimiento en la sociedad de que ahí se realiza determinada actividad con
objetivo de obtener clientes246;
3) A su vez, a efectos de la presunción que se pretende analizar, se
debe señalar que el titular de un establecimiento abierto al público ha
debido necesariamente realizar ciertas inversiones y concurrir en ciertos
gastos (en caso de arrendamiento o usufructo) que denotarán su carácter
empresarial.
De esta manera, la titularidad de una web para realizar negocios pa-
rece cumplir todas las características. En efecto, la actividad realizada a
través de una plataforma virtual tiene un lugar fijo de realización el cuál es
la propia plataforma. Además, esta plataforma es accesible a todo el mun-
do y cumple la función publicitaria —“abierto al público”—. Téngase en
cuenta que aunque no suele ser común, una web se puede “desindexar”247
para que deje de estar “abierta al público” y que solo puedan acceder a
ella aquellas personas que previamente conozcan de su existencia y que
conozcan cómo llegar a ella. De esta manera, solamente en caso de “des-
indexación” de la web se podrá entender que no está “abierta al público”.
Por último, un establecimiento virtual requiere un desembolso inicial
de la misma forma que un establecimiento físico. En caso de que el traba-
jador sea propietario de la web para realizar el negocio es indudable que
habrá incurrido en ciertos gastos: la creación de la web, su dominio, el
almacenamiento de la web, posicionamiento de la web, entre otros. Que
serán mayores o menores dependiendo de la calidad de la web, el diseño,
el posicionamiento, etc., de la misma forma que los gastos de un estableci-
miento físico dependerán de su ubicación, tamaño, decoración.
Por otra parte, en el caso de la economía de las plataformas virtuales
donde se utiliza una web ajena es más complejo vislumbrar los gastos. No
obstante, hay que tener en cuenta que la presunción legal establece que la
titularidad se puede ostentar “como propietario, usufructuario, arrenda-
tario u otro concepto análogo”. De esta manera, la normativa deja amplio

246 La normativa mercantil que también establece una presunción de ejercicio habitual
del comercio en el art. 3 del CC., también hace referencia a estos dos conceptos en los
siguientes términos “Existirá la presunción legal del ejercicio habitual del comercio,
desde que la persona que se proponga ejercerlo anunciare por circulares, periódicos,
carteles, rótulos expuestos al público, o de otro modo cualquiera, un establecimiento
que tenga por objeto alguna operación mercantil”.
247 Procedimiento mediante el cual una web deja de ser accesible para los buscadores
como Google, por tanto no será posible acceder a ella salvo que se conozca expresa-
mente su dominio.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

margen a la formulación jurídica con la que se detenta la posesión del


establecimiento abierto al público incluyendo una cláusula final abierta
para situaciones asimiladas. En fin, el particular o profesional que realiza
actividades económicas a través de una plataforma de economía colabo-
rativa está arrendando un espacio ajeno donde establecer su producto a
cambio de una renta. Siendo la renta pactada, las comisiones cobradas
por cada negocio realizado, supuesto que parece encajar en la previsión
normativa analizada (dada su amplitud).

4. Compatibilidades con el RETA


Una cuestión de especial importancia es que el Régimen de autónomos
es incompatible con ciertas situaciones. Ello significa que la diferencia
entre ser un particular o un autónomo no solo vendrá por tener la obliga-
ción de cotizar a la Seguridad Social como autónomo, sino que en muchos
casos ser considerado trabajador autónomo vendrá a significar la pérdida
del derecho a obtener ciertas prestaciones de la Seguridad Social; como la
pensión de jubilación, la prestación de desempleo o determinadas ayudas
asistenciales. Efectivamente, a rasgos generales, la persona que se encuen-
tra jubilada o en situación de desempleo no puede realizar actividades
económicas lucrativas. No obstante, son precisamente las personas jubi-
ladas o desempleadas las que más tiempo libre disponen y, normalmente,
más necesidades económicas sufren, por los que sus incentivos para rea-
lizar actividades a través de una plataforma virtual son mayores. De esta
forma, es necesario analizar las consecuencias jurídicas que pueden sufrir
estos colectivos en caso de realizar actividades a través de una plataforma
virtual.

4.1. Incompatibilidades con la prestación por desempleo248


El art. 282 de la LGSS establece la incompatibidad en los siguientes
términos:
“La prestación y el subsidio por desempleo serán incompatibles con el
trabajo por cuenta propia, aunque su realización no implique la inclusión
obligatoria en alguno de los regímenes de la Seguridad Social”.

248 Siguiendo a TATAY PUCHADES C., “Salidas al extranjero y realización de trabajos:


¿Suspensión, extinción delito o compatibilidad con la protección por desempleo?, en
AAVV (ROQUETA BUJ Dir.), Puntos críticos en la protección por desempleo y el cese
de la actividad autónoma, Thomson Reuters, 2015, p. 86.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

De esta manera, la regla general será la incompatibilidad de la presta-


ción, y de los subsidios de desempleo, con cualquier tipo de trabajo por
cuenta propia. De hecho, se debe tener en cuenta que la norma especifíca
que existe incompatibilidad incluso aunque la realización de ese trabajo
no implique su inclusión en un régimen de Seguridad Social. En este senti-
do, no se vincula la incompatibilidad con la obligación de alta en el RETA,
sino que el trabajo por cuenta propia, aunque no reúna los requisitos de
encuadramiento en el RETA, será incompatible.
Concretamente, el art. 6bis.1 RPD, indica que “se considerará trabajo
toda actividad que genere o pueda generar retribución o ingresos económi-
cos, por cuenta ajena o propia…”. En este sentido, la nota de habitualidad
no parece ni siquiera necesaria para que aparezca la incompatibilidad. No
obstante, las notas de actividad económica lucrativa y trabajo personal y
directo sí parecen necesarias a la hora de establecer la incompatibilidad.
Así, la STS de 13 de marzo de 2000 (rec. ud. 654/1999) entendió que no
procedía la incompatibilidad al cotitular de una finca rústica de donde
obtenía ingresos por su explotación, dado que la administración de la
finca era realizada por su hermana, sin que él realizara actividad alguna.
De esta manera, la incompatibilidad no nace por la simple percepción de
ingresos económicos sino por la realización de una actividad económica
lucrativa de forma personal y directa249.
En este sentido, el legislador establece que realizar trabajos por cuenta
propia o ajena constituye causa de “suspensión” del derecho a la percep-
ción de prestaciones o subsidios por desempleo (art. 271 LGSS), mientras
que en caso de que los trabajos se prolonguen en el tiempo, daría causa a
la “extinción” del derecho (art. 272 LGSS).
A mayor abundamiento, en este argumento —de que la habitualidad
no es requisito necesario para causar la suspensión del derecho— el art.
15.1.b RPD establece que “la prestación y el subsidio por desempleo serán
incompatibles” con los trabajos por cuenta propia “con independencia
del número de horas que se dediquen a la actividad y de los resultados
obtenidos”. Efectivamente, la jurisprudencia así lo ha entendido, no exi-
giendo unos ingresos mínimos en la actividad para causar suspensión de
la prestación. Concretamente, la STS de 4 de noviembre de 1997 (rec. Ud.
212/1997) confirmó la incompatibilidad entre el subsidio de desempleo

249 Es cierto que la STS de 30 de abril de 2001 (rec. Ud 1789/2000) admite la incompati-
bilidad entre la prestación por desempleo y la actividad económica aunque esta no se
demuestre lucrativa. No obstante el negocio era un bar dado de alta en el IAE por lo
que el negocio se entiende con intención lucrativa con independencia de las verdade-
ras ganancias.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

con la explotación de una parcela agrícola propia aunque en esta activi-


dad se obtuvieron unos ingresos inferiores al 75% del SMI250.
En caso de que la realización de la prestación no sea habitual, a ni-
vel reglamentario el art. 15.1.b.2ª in fine establece que “cuando no sea
posible determinar el número de días a los que se extiende la actividad
desarrollada por cuenta propia sin obligación de alta y baja en el régimen
correspondiente de la Seguridad Social (…) se estará a los declarados y
acreditados documentalmente por el trabajador”; y si el número de días
no queda probado, “se estará al que resulte de dividir las percepciones
íntegras derivadas de la actividad entre el importe de la base máxima de
cotización” del RETA.
Por ello, hay que distinguir dos situaciones diferentes:
1) Por un lado, la realización de la actividad sin habitualidad, en cuyo
caso no se suspenderá ni se extinguirá el derecho a la prestación ni al
subsidio de desempleo, pero sí se reducirá del derecho a la prestación, en
el número de días en los que se acredite que se ha realizado la actividad. Y
si no se puede acreditar los días, se estará a las cantidades percibidas por
la realización de la actividad para averiguar la reducción del derecho a la
que se enfrenta el trabajador.
2) De otro lado, la realización de la actividad con habitualidad, en
cuyo caso se estará ante la suspensión o extinción del derecho a presta-
ción o subsidio de desempleo251. No obstante, la extinción del derecho
a la prestación también puede derivar como resultado de una infracción
muy grave. Concretamente, en caso de “Compatibilizar la solicitud o el
percibo de prestaciones o subsidio de desempleo (…) con el trabajo por
cuenta propia” (art. 26.2 LISOS). Además de la extinción de la presta-
ción o subsidio, también se contempla la obligación de “reintegro de las
cantidades indebidamente percibidas (art. 47.3 LISOS)”. Incluso, en caso
de calificación de falta muy grave, se podría excluir al infractor “del de-
recho a percibir cualquier prestación económica y, en su caso, ayuda de
fomento del empleo durante un años, así como del derecho a participar
durante ese período en formación profesional para el empleo (art. 47.1 c)
LISOS)”. Por último, señalar que la percepción indebida de la protección
por desempleo ocultando datos que deberían haberse informado, permite
considerar que se ha cometido el delito especial tipificado en el art. 307,
ter.1 CP.

250 En el mismo sentido, STS de 29de enero de 2003 (rec. 1614/2002).


251 La suspensión o extinción del derecho dependerá de la duración de la actividad con-
forme a los arts. 271 y 272 de la LGSS.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

Esto viene a significar que en caso de no comunicar la actividad, cuan-


do existe obligación —y obligación de comunicar que existe haya habi-
tualidad o no— podrá significar la extinción de derecho a desempleo y la
obligación de reintegro de las cantidades indebidamente percibidas.

4.2. Incompatibilidades con la prestación de jubilación


Las reglas de compatibilidad de la jubilación con la realización de ac-
tividades económicas parte de la misma regla general: la incompatibilidad
(art. 213.1 LGSS). No obstante, el mismo artículo establece una excepción
para el trabajo por cuenta propia. En este sentido, el art. 213.4 LGSS, de-
termina que “El percibo de la pensión de jubilación será compatible con
la realización de trabajos por cuenta propia cuyos ingresos anuales totales
no superen el salario mínimo interprofesional, en cómputo anual. Quienes
realicen estas actividades económicas no estarán obligados a cotizar por
las prestaciones de la Seguridad Social. Las actividades especificadas en el
párrafo anterior, por las que no se cotice, no generarán nuevos derechos
sobre las prestaciones de la Seguridad Social.”
De esta manera, la pensión de jubilación será compatible con las ac-
tividades por cuenta propia (habituales o no) siempre que no superen en
ingresos252 anuales totales el SMI.
Por su parte, superar el SMI con las actividades realizadas por cuen-
ta propia no implicará una incompatibilidad absoluta con la pensión de
jubilación sino solamente una incompatibilidad parcial en los siguientes
términos:
“La cuantía de la pensión de jubilación compatible con el trabajo será
equivalente al 50 por ciento del importe resultante en el reconocimiento
inicial, una vez aplicado, si procede, el límite máximo de pensión pública,
o del que se esté percibiendo, en el momento de inicio de la compatibili-
dad con el trabajo, excluido, en todo caso, el complemento por mínimos,

252 En este caso, la literalidad de la norma no parece dejar dudas respecto a que el cóm-
puto será de los ingresos y no de los beneficios. Esto podría ser criticado dado que
dependiendo de la actividad realizada es posible que con muy poca dedicación se
alcance rápidamente dichos ingresos (ej. Compraventa o alquiler). No obstante, se
debe tener en cuenta que la dedicación horaria puede no ser tan importante cuando
hablamos de compatibilizar la pensión de jubilación como lo pueda ser los ingresos
percibidos. En un Sistema de Seguridad Social basado en la solidaridad, el legislador,
se esté de acuerdo o no, opta por que aquellos que realicen una actividad de la que
perciban ingresos importantes sufran algún tipo de incompatibilidad con la pensión.
En cualquier caso, el legislador no va a imponer una incompatibilidad absoluta sino
parcial.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

cualquiera que sea la jornada laboral o la actividad que realice el pensio-


nista.” (Art. 214.2 LGSS). Teniendo en cuenta que “Finalizada la relación
laboral por cuenta ajena o producido el cese en la actividad por cuenta
propia, se restablecerá el percibo íntegro de la pensión de jubilación” (art.
214.5 LGSS)
De esta manera, la compatibilidad de las actividades realizadas en pla-
taformas virtuales con la pensión de jubilación dependerá de las rentas
percibidas.
1) De un lado, compatibilidad total si se perciben ingresos menores del
SMI en cómputo anual.
2) De otro lado, compatibilidad parcial si se perciben ingresos superio-
res al SMI en cómputo anual. En este segundo supuesto, se deberá infor-
mar de la actividad y la pensión percibida se reduciría al 50% del importe
resultante en el reconocimiento inicial. Una vez terminada la actividad, o
si los ingresos se reducen por debajo del SMI, el jubilado tendría derecho
a restablecer el percibo íntegro de la pensión.

5. Conclusiones
De lo observado en este análisis, se puede concluir que la realización
de actividades en este nuevo modelo de negocio llamado economía co-
laborativa o economía de las plataformas virtuales no parece en absolu-
to excluido del Régimen de trabajo autónomo ni de las obligaciones de
cotización. Efectivamente, en los últimos años, vía jurisprudencial, se ha
ampliado el ámbito subjetivo del trabajador autónomo para incluir en él
una gran variedad de actividades dejando poco margen en la exclusión.
Los Tribunales entienden que la simple gestión —contabilidad y ad-
ministración— de una actividad económica es suficiente considerar que
se realiza un trabajo personal y directo incluyendo aquí las actividades
de gestión de bienes en alquiler. De la misma forma, la habitualidad nece-
saria para estar incluido en el RETA es cada vez menor. Se ha pasado de
requerir que la actividad por cuenta propia fuera la principal actividad o
medio de vida del trabajador para exigir la cotización, a entender que hay
obligación de encuadramiento, con mayor facilidad, cuando existen otras
actividades realizadas por el trabajador a tiempo completo. De esta mane-
ra, la habitualidad podría vislumbrarse incluso en actividades realizadas
pocas horas a la semana y no todas las semanas al mes.
Ello vendrá a significar que aunque los economistas hablen de una
nueva industria que fomenta las relaciones entre particulares, jurídica-
mente estos particulares, desde el momento que realicen actividades eco-
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

nómicas con las características arriba descritas, pasen a convertirse en


profesionales autónomos. Posiblemente, se podría decir que ello sea con-
secuencia directa de un concepto legal de autónomo poco flexible.
Actualmente, la legislación no permite el trabajo por cuenta propia a
tiempo parcial ni tampoco permite nada parecido al concepto sociológico
de los microemprendedores. Por el contrario, la legislación solo estable-
ce dos posibilidades; se es particular o se es autónomo. Es obvio que la
realidad es mucho más rica que esta ficticia bipolaridad legal. De ahí los
posibles problemas.
En este sentido, existen dos propuestas de lege feranda que merecen
la pena ser nombradas253. Por una parte, actualmente la cantidad paga-
da como cuota de cotización a la Seguridad Social del RETA está com-
pletamente separada de la capacidad económica —los beneficios obte-
nidos254— del autónomo. De esta forma, se propone que la cuota sea
progresiva; conforme aumentan los beneficios —no los ingresos— el au-
tónomo o profesional debería pagar más255.
De otro lado, la flexibilidad debería provenir respecto a la dedicación
horaria. De esta forma, se ha propuesto la regulación del autónomo a
tiempo parcial256. No obstante, como se ha visto, la figura del autónomo
es difícilmente compatible con un límite horario, de esta forma, con ob-

253 Como tercera opción se podría recurrir al art. 7.5 de la LGSS, donde se establece que
“el Gobierno, a propuesta del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y oídos las
organizaciones sindicales más representativas o el colegio oficial competente, podrá, a
instancia de los interesados, excluir del campo de aplicación del régimen de la Seguri-
dad Social correspondiente, a las personas cuyo trabajo por cuenta ajena, en atención
a su jornada o a su retribución, pueda considerarse marginal y no constitutivo de
medio fundamental de vida”.
254 GARCÍA NINET J.I. (Dir.), Comentarios a la Ley del Estatuto del trabajo autónomo,
op. cit., p. 56; BALLESTER PASTOR I., “¿Existe una medida de “habitualidad” obje-
tiva que obligue al encuadramiento de los trabajadores autónomos en el RETA?”, op.
cit., p. 13.
255 CUBAS MORALES, A., “Por un nuevo Régimen de Seguridad Social para los traba-
jadores autónomos: cuatro bases y una cuestión de principios”, Revista de Trabajo
y Seguridad Social, 20, 1995, p. 162. Este autor además vincula la necesidad de la
progresividad con el principio de capacidad económica en el pago de los impuestos
establecida en la propia Constitución Española. Efectivamente, siendo la cuota de au-
tónomo un impuesto tiene sentido que sobre ella recaigan el principio constitucional
de progresividad.
256 De hecho, la DF 10º de la Ley 27/2011 modificaban la LETA con el objetivo de per-
mitir el trabajo por cuenta propia a tiempo parcial, sin embargo, la entrada en vigor
de esta normativa ha sido aplazada.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

jetivo de evitar fraudes se propone que el autónomo a tiempo parcial se


admitiera solamente en dos supuestos257:
1) Cuando se compatibilice con actividades ejercidas por cuenta ajena
a tiempo completo258, donde sería sencillo entender que existe una dedi-
cación parcial.
2) En caso de que la actividad autónoma fuera la única ejercida, se
debería admitir el autónomo a tiempo parcial si la actividad tiene unas
características que permiten marcar horas de inicio y finalización de la
jornada o que por su naturaleza sea fácil probar la dedicación parcial,
como es el caso de las actividades a través de plataformas virtuales donde
toda la actividad queda registrada.
Por su parte, también cabría considerar la cotización-día, por la cual,
se permite estar asegurado únicamente los días en que se realiza la activi-
dad productiva. O volver a la idea de que solamente se debiera cotizar por
la actividad principal. Todo esto son posibles propuestas que cabría deba-
tir para mejorar el sistema que, por supuesto, requerirían una exhaustiva
memoria económica antes de decantarse por una sobre otra. No obstante,
lo que es probablemente más necesario, y seguro económicamente viable,
será reducir los requerimientos de obligaciones formales para los autóno-
mos, puesto que si triunfa la economía colaborativa es, principalmente,
por la sencillez de su uso (ver supra)259. Por lo que no tiene sentido que esa
sencillez se vea ensombrecida por una excesiva complejidad burocrática y
de obligaciones formales respecto a la administración pública.
Se pretende con estas propuestas evitar que una regulación demasiado
rígida impida la creación de un mercado entre particulares donde los ac-
tores no son profesionales ni pretenden serlo. Donde la parte que realiza
la actividad económica no lo ve como un negocio propiamente dicho,
sino como una forma de complementar otras rentas. Un nuevo sujeto ar-
quetípico que en el pasado difícilmente podría existir, dado que los cos-
tes de transacción hacían necesario que uno se dedicara plenamente a un
negocio puesto que no era posible realizar pocas transacciones de forma
competitiva. Hoy en día, gracias a la tecnología, es perfectamente posible

257 CERVILLA GARZÓN M. J., “Revisión de la “habitualidad”…, op. cit., p. 1886.


258 CUBAS MORALES, A., “Por un nuevo Régimen de Seguridad Social para los trabaja-
dores autónomos: cuatro bases y una cuestión de principios”, op. cit., p. 152.
259 En este sentido, se ha pronunciado la directiva de EUROPEAN COMISION, A Euro-
pean agenda for the collaborative economy, 2016, p. 14, dedicando un apartado espe-
cífico a la reducción de la carga administrative en los impuestos, siempre mantienendo
el principio de disciminación entre modelos empresariales. Esto es que la disminución
de la burocracia impositiva debe aplicarse tanto para los prestadores de serivico a
través de la economía colaborativa como los tradicionales.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

realizar pequeños negocios en el mercado sin dedicarse profesionalmente


a ello y sin pretender serlo.
En fin, gravar estos nuevos microemprendedores, como si fueran pro-
fesionales, no parece que fuera el objetivo protector con el que nació el
Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos.
Capítulo IV
LA REPUTACIÓN ONLINE Y LOS DERECHOS
DE PROTECCIÓN DE DATOS EN LA
ECONOMÍA COLABORATIVA
1. La reputación online como catalizador de la economía colabo-
rativa
La dificultad de distinguir la buena calidad de la mala es inherente a
todo tipo de transacciones comerciales, se esté hablando de compraventas,
alquileres o prestaciones de servicios260. En particular, en las transacciones
realizadas a través de internet —plataformas virtuales— donde el comer-
cio suele ser típicamente anónimo, disperso geográficamente y de ejecu-
ción secuencial, los problemas de confianza en la contraparte se maximi-
zan261. De esta forma, es necesario configurar elementos internos, dentro
de las plataformas virtuales, que permitan a los usuarios confiar unos en
otros de forma barata y simple. Las empresas de economía colaborativa
optan todas por establecer sistemas reputacionales. Estos sistemas permi-
ten, de una forma u otra, obtener puntuaciones y evaluaciones —positivas
o negativas— de los usuarios con los que se ha realizado un negocio jurí-
dico. Esas evaluaciones se publican —en abierto o para la red de inscritos
en la plataforma— y son accesibles a otros potenciales usuarios.
El principal problema que pretende solventar estos sistemas es el de
la asimetría informativa. Esta asimetría puede ser descrita como el poder
que sostiene una de las partes en un negocio jurídico al poseer más infor-
mación que la contraparte respecto a la calidad del producto o servicio
ofrecido. Esta asimetría se puede dar en cualquier circunstancia; en la
compra de un coche, de un televisor, de un ordenador o en la contratación
de un abogado o un trabajador. El hecho de que una parte desconozca
los resultados que va a obtener tras la relación jurídica dificulta su toma
de decisión, y puede hacerle reacio a contratar, haciendo el mercado más

260 THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet, the sha-
ring economy, and reputational feedback mechanisms solve the “Lemons Problem”,
Working paper, 2015, p. 7.
261 BOLTON G., GREINER B., OCKENFELS A., “Engineering Trust. Reciprocity in the
production of reputation information, Management science: journal of the Institute
for operations research and the management sciences, 59, 2, 2013, p. 265.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

ineficiente262. En el mercado laboral, particularmente, cuando se realiza


una entrevista de trabajo, precisamente, lo que se pretende es eliminar la
asimetría informativa. El trabajador es conocedor de su propia produc-
tividad, pero la empresa no, por ello, la empresa deseará obtener todos
los datos —CV, entrevista, referencias— posibles antes de proceder a la
contratación263.
En este sentido, la economía colaborativa pretende solucionar este
problema a través de la publicación de las evaluaciones y experiencias de
los anteriores usuarios —empleadores o clientes— con el objetivo de ayu-
dar a tomar mejores (y de forma más barata) decisiones de contratación.
Empresas como Ebay o Amazon permiten que sus clientes valoren los
productos vendidos a través de su plataforma, así como dejen comenta-
rios sobre la fiabilidad del vendedor, la rapidez en la entrega y la atención
postventa. Por su parte, en EEUU, plataformas como Zocdoc o Health-
grades, se han especializado en permitir valorar a los médicos por parte de
sus pacientes con objeto de realizar recomendaciones no solo a conocidos
y a amigos sino a cualquiera que quiera escucharlas a través de internet.
En España la web Worktoday basa su negocio en poner en contacto tra-
bajadores del sector servicios —camareros, cocineros, limpiadores— con
empresas, para realizar contratos temporales (un día, una semana, un
mes…). La web, además, faculta a la empresa para evaluar al trabajador
tras la finalización del contrato de trabajo temporal. Esa evaluación es
pública para todo el resto de empresas que se inscriban en la aplicación.

1.1. Funciones de los sistemas de reputación online


Los sistemas de reputación online, en los que se basa la economía
colaborativa para generar confianza en el mercado creado, —además de
permitir tomar decisiones mejor informadas— consiguen una serie de ob-
jetivos:
1) En primer lugar, reduce los costes de transacción dado que las em-
presas de economía colaborativa facilitan ellas mismas esa información
—de manera gratuita— por lo que el consumidor/empleador/cliente no

262 AKERLIF G.A., “The Market for “Lemons”: Quality uncertainty and the market Me-
chanism”, Quarterly Journal of Economics, 84, 3, 1970, pp. 488-500.
263 SLEE T., “Some obvious things about internet reputation systems”, http://tomslee.net/
wordpress/wp-content/uploads/2013/09/2013-09-23_reputation_systems.pdf accedi-
do el 29 de mayo de 2016, p. 2.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

necesita incurrir en costes específicos para buscarla264 (ej. Reducción de


costes en procesos de selección).
2) En segundo lugar, disminuye los riesgos de la transacción, al poder
predecir el comportamiento que tendrá el trabajador/vendedor/profesio-
nal en el negocio que se realice basándose en sus actuaciones anteriores265.
3) En tercer lugar, otorga voz a los consumidores en el mercado266.
Con sus evaluaciones los que pagan por un bien o servicio pueden mos-
trar sus preferencias hacia el futuro (ej, pueden establecer instrucciones
indirectas).
4) En cuarto lugar, el aumento de la información y la trasparencia
incentiva la mejora del comportamiento. El trabajador o profesional,
sabiendo que su rendimiento puede ser utilizado por futuros clientes o
empleadores para tomar decisiones, tendrá incentivos para mejorar su
rendimiento y aumentar el esfuerzo267.
5) En quinto lugar, las evaluaciones también servirán de mecanismo de
control en una relación jurídica triangular. De esta forma, la plataforma
web podrá desactivar a aquellos profesionales o trabajadores que no ob-
tengan suficientes evaluaciones positivas268 (control de calidad ex-post).
6) En sexto lugar, la posibilidad de establecer una evaluación incre-
menta la satisfacción del consumidor269.
7) Por último, faculta a los buenos profesionales o trabajadores des-
tacados distinguirse del resto, permitiéndoles, incluso, percibir mayores
ingresos270.

264 THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet…”, op.
cit., p. 9.
265 SLEE T., “Some obvious things about internet reputation systems”, op. cit., p. 2.
266 THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet…”, op.
cit., p. 4.
267 THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet…”, op.
cit., p. 16.
268 Por ejemplo, la empresa de trasporte Lyft establece reglas por las que si un conductor
tiene una media por debajo del 4.6 (de 5) puede ser desactivado. También se toman
otras decisiones como, por ejemplo, si un usuario puntúa con menos de un 3 a un
conductor, la plataforma impedirá que ese conductor vuelva a ser contratado por ese
cliente. Ver al respecto, “We go extra mile for safety”, www.lyft.com/safety accedido
en 29 de mayo de 2016.
269 HOFFMAN K., ZAGE D., NITA-ROTARU C., “A survey of Attack and defense Tech-
niques for reputation systems, ACM computing survey, 42, 1, 2009, p. 2.
270 SLEE T., “Some obvious things about internet reputation systems”, op. cit., p. 2.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

1.2. Tipos de sistemas reputacionales


Dentro de la economía colaborativa no todas las empresas utilizan los
mismos sistemas de reputación online. Estos se pueden distinguir en base
a una serie de características.
1) Dependiendo de quién establece la reputación se pueden encontrar
sistemas centralizados y descentralizados. En los primeros, la reputación
o la calidad es fijada desde la empresa de economía colaborativa a través
de la solicitud de datos, verificaciones de identidad, referencias o cualquier
otro procedimiento que se considere. Por ejemplo, Airbnb exige verifica-
ción de identidad de todos los que ofrecen sus apartamentos, exige un
seguro de daños, etc… En los sistemas descentralizados, que son los más
comunes, la reputación es fijada por la comunidad, esto es, los anteriores
empleadores o clientes con sus evaluaciones y puntuaciones fijarán la re-
putación de determinado profesional, trabajador o particular.
2) Dependiendo de quién puede realizar las evaluaciones entre los
usuarios de una plataforma se pueden distinguir los sistemas recíprocos o
unilaterales. Los sistemas recíprocos son aquellos que permiten evaluarse
mutuamente. Es decir, el cliente podrá evaluar al profesional y el profesio-
nal al cliente. Por su parte, los sistemas unilaterales solo permiten que uno
de los dos sujetos que ha participado en una transacción evalúe al otro,
sin permitir que el otro sea evaluado.
3) Dependiendo de la visibilidad de la evaluación respecto a la con-
traparte, las evaluaciones pueden ser ciegas. Las evaluaciones ciegas serán
aquellas que no permiten al evaluado tener conocimiento de cuál ha sido
el resultado hasta que la contraparte también haya realizado su evalua-
ción. Con ello, se pretende evitar la alineación de evaluaciones a través
del cual una parte establece una alta evaluación a la contraparte, bien
esperando reciprocidad, bien por temor a recibir una mala evaluación
como represalia.
4) También se puede distinguir entre evaluaciones abiertas o cerradas
dependiendo de si el resultado de la evaluación puede ser consultado por
cualquier persona en internet —ej. las evaluaciones de Amazon— o sola-
mente por usuarios registrados en la plataforma web —ej. Uber—.
5) Por último, las evaluaciones pueden consistir en una puntuación
—ej. del 1 al 10— que se utilizará para hacer media con todas las demás
puntuaciones o en un comentario donde se describa la experiencia en la
transacción. Lo más habitual es que se den ambos sistemas conjuntamen-
te.
De lo visto hasta ahora no cabe duda de las ventajas que aporta la
existencia de estos sistemas de reputación online a la economía y, par-
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

ticularmente, de lo necesarios que son para el éxito de la prestación de


servicios a través de plataformas virtuales. Unos sistemas que permiten a
desconocidos ponerse en contacto a través de la plataforma e intercam-
biar bienes y servicios sin conocerse271. De hecho, estos sistemas reputa-
cionales son tan importantes que, en algunos casos, el principal servicio
ofrecido por la plataforma virtual será permitir el acceso a los perfiles de
las empresas, profesionales o trabajadores allí existentes (ej. booking o
tripadvisor). Es decir, que la principal aportación realizada por estas em-
presas será la sistematización de datos y evaluaciones realizadas por los
usuarios para el beneficio de otros consumidores.

1.3. Problemas y derechos en juego en los sistemas reputacionales


Los sistemas reputacionales, como forma de infundir confianza en un
mercado, presentan una serie de inconveniente. Como es lógico toda eva-
luación responde a una experiencia subjetiva que a su vez es evaluada con
parámetros subjetivos que pueden no ser extrapolables para otra persona.
En efecto, la evaluación individual de un cliente o un empleador estará
impregnada de emociones propias y preferencias particulares donde difí-
cilmente el rendimiento profesional será analizado objetivamente. Igual-
mente, no siempre será posible diferenciar rendimiento del trabajador de
otras percepciones subjetivas. Ello puede dar pie a la plasmación de dis-
criminaciones en las evaluaciones272, puntuando más bajo —o exigiendo
más— a cierto tipo de personas por razones basadas en estereotipos his-
tóricos273. Igualmente, las evaluaciones plantean una serie de sesgos que
pueden perjudicar injustamente al afectado, como pueda ser el sesgo de
autoselección274 o la represalia en sistemas recíprocos275
De la misma forma, dichas evaluaciones pueden constituir una ame-
naza a la privacidad y al honor del afectado. Por último, la posibilidad
de publicar cualquier información sobre los trabajadores o profesionales

271 Y también como forma de control indirecto de los trabajadores o forma de establecer
instrucciones indirectas (ver infra).
272 THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet…”, op.
cit., p. 41.
273 Un estudio demuestra que en los arrendadores, las personas blancas reciben un 12%
más de ingresos que los arrendadores de color por el alquiler de habitaciones de
similares características, ver EDELMAN B., LUCA M., SVIRSKY D., “Racial Dis-
crimination in the Sharing Economy: Evidence from a Field Experiment”, Working
paper, 2016, p. 1 y ss http://www.benedelman.org/publications/airbnb-guest-discrimi-
nation-2016-01-06.pdf consultado el 28 de mayo de 2016.
274 KRAMER M., “Self-selection bias in reputation Systems”, IFIP, 238, pp. 255 y ss.
275 SLEE T., “Some obvious things about internet reputation systems”, op. cit., pp. 6-7.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

que quede accesible para futuros empresarios o clientes puede amenazar


directamente el ejercicio de derechos por parte de estos. Un trabajador
que desee ejercer un derecho que pueda “molestar” a su empresario se lo
pensará más de dos veces si además de poder ser despedido por ello, dicha
información puede pasar a ser de conocimiento público para todo el resto
de empresarios (doble sanción).
De esta forma, en la configuración de estos sistemas reputacionales
colisionan tres derechos a la vez. Por una parte, la libertad de mercado de
las empresas de economía colaborativa que buscan constituir su negocio
en base a mejorar la eficiencia y trasparencia del mercado, de otro lado, el
derecho de los clientes o empresarios de trasmitir información y expresar
sus opiniones y, por último, el derecho al honor y a la intimidad de los
trabajadores y profesionales como derecho instrumental que permite el
ejercicio del resto de derechos (ej. el derecho al trabajo, a la justicia efec-
tiva, etc…).
De esta forma, en este capítulo se analizará la licitud y los límites
de los sistemas reputacionales que evalúen a trabajadores y profesionales
dentro de una plataforma web en la economía colaborativa.

2. Derecho de autodeterminación informativa


El estudio de los sistemas reputacionales parte, necesariamente, del lla-
mado “derecho de autodeterminación informativa”. La doctrina lo define
como el control de todo individuo sobre la información que le concierne
personalmente, sea íntima o no, para preservar de este modo y en último
extremo la propia identidad, la dignidad y libertad. En su formulación
como derecho, implica necesariamente conceder al ciudadano poderes
que permitan definir los aspectos de su vida que desea que no se conoz-
can. Así como facultades que le aseguren que los datos de su persona que
manejan terceros informáticamente son exactos, completos actuales y que
se han obtenido de modo leal y lícito276.
Este planteamiento doctrinal fue acogido por jurisprudencia del Tri-
bunal Constitucional277 elevándolo a rango de Derecho Fundamental

276 MURILLO DE LA CUEVA, Informática y protección de datos personales (estudio


sobre la Ley Orgánica 5/1992 de Regulación del Tratamiento Automatizado de los
Datos de Carácter Personal), Cuadernos y Debates, Centro de Estudios Constitucio-
nales, 1993, pp. 32 y 51; en sentido similar, HEREDERO HIGUERAS, Ley Orgánica
5/1992 de Regulación del Tratamiento Automatizado de los Datos de carácter Perso-
nal: comentario y textos. Madrid, Tecnos, 1996.
277 STC 292/2000, de 30 de noviembre de 2000.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

donde se diseña con nitidez el contenido del derecho a la protección de


datos. En este sentido el Tribunal define el alcance del derecho en los si-
guientes términos:
“La protección de datos no se reduce sólo a los datos íntimos de la
persona, sino a cualquier tipo de dato personal, sea o no íntimo, cuyo
conocimiento o empleo por terceros pueda afectar a sus derechos, sean
o no fundamentales, porque su objeto no es sólo la intimidad individual,
que para ello está la protección que el art. 18.1 CE otorga, sino los datos
de carácter personal. Por consiguiente, también alcanza a aquellos datos
personales públicos, que por el hecho de serlo, de ser accesibles al cono-
cimiento de cualquiera, no escapan al poder de disposición del afectado
porque así lo garantiza su derecho a la protección de datos. También por
ello, el que los datos sean de carácter personal no significa que sólo tengan
protección los relativos a la vida privada o íntima de la persona, sino que
los datos amparados son todos aquellos que identifiquen o permitan la
identificación de la persona, pudiendo servir para la confección de su per-
fil ideológico, racial, sexual, económico o de cualquier otra índole, o que
sirvan para cualquier otra utilidad que en determinadas circunstancias
constituya una amenaza para el individuo”
De esta manera conforme al derecho establecido por el Tribunal Cons-
titucional, y positivizado en la LOPD, las evaluaciones publicadas sobre
trabajadores o profesionales en webs, foros o plataformas virtuales de
economía colaborativa, estarán, como regla general, bajo la disposición
y el control del trabajador o profesional afectado278, permitiendo la po-
sibilidad de dejar en manos del interesado el borrado de cualquier infor-
mación que le pudiera afectar y no fuera de su agrado279. De esta forma,
de acuerdo con el derecho fundamental a la intimidad y a la dignidad
personal, para poder proceder al tratamiento de datos de una persona será
necesario haber obtenido su consentimiento, concediendo la normativa el
derecho a revocar el consentimiento, a oponerse al tratamiento o ejercitar

278 ÁLVAREZ HERNANDO J., y CAZURRO BARAHONDA, V., “El ejercicio de de-
rechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición (arco) derecho al olvido en
internet”, Practicum Protección de Datos, 2015 (BIB 2014/3509), p. 1.
279 Cuestión ya alertada por la doctrina con anterioridad, ver ARIAS MAÍZ V., “Una
excepción al principio de consentimiento informado no contemplada en el artículo
6 LOPD: el uso de datos personales por medios de comunicación”, en Troncoso Re-
igada (Dir.), Comentarios a la LOPD, Civitas, pp. 560-575; también BOIX PALOP
A., “El equilibrio entre los derechos del artículo 18 de la constitución, el “derecho al
olvido” y las libertades informativas tras la sentencia Google”, Revista General de
Derecho Administrativo, 38, 2015, p. 19.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

los derechos de rectificación y cancelación280. Ello implica que aquellos


trabajadores o profesionales en desacuerdo con las evaluaciones publica-
das en una web puedan simplemente revocar su consentimiento —si algu-
na vez lo hubo—, oponerse a dicha evaluación —en los casos en los que
no se requiere consentimiento— o solicitar la rectificación o cancelación
de las evaluaciones negativas. No obstante, antes de adelantar conclusio-
nes se debe estudiar si estas evaluaciones realizadas sobre trabajadores y
autónomos pueden encajar en el concepto de dato personal a efectos del
derecho fundamental.

2.1. Concepto de dato personal efectos de la aplicación de la LOPD


2.1.1. Las publicaciones en plataformas virtuales
A primera vista, las evaluaciones realizadas por empresarios de sus
trabajadores o por los clientes a profesionales liberales no parecen encajar
en lo que sociológicamente se entiende por “datos personales”. Las eva-
luaciones son hechos ocurridos en la relación jurídica que vincula a dos
sujetos, pero mezclado con opiniones, críticas y juicios de valor personales
del sujeto que las realiza. Sin embargo, de acuerdo con el Real Decreto
1720/2007, de 21 de diciembre, por el cual se aprueba el reglamento de
desarrollo de la LOPD (en adelante RDLOPD), se debe entender como
dato personal “cualquier información numérica, alfabética, gráfica, foto-
gráfica, acústica o de cualquier otro tipo concerniente a personas físicas
identificadas o identificables”. De esta forma, cualquier información que
se refiera a la vida de una persona, sea un documento, la voz o una foto-
grafía, será considerada como dato personal si permite su identificación.
Por otra parte, en referencia a las publicaciones de información en in-
ternet se ha considerado tratamiento de datos cualquier publicación en
redes sociales, blogs, foros o webs en general281 desde el momento en que
todo lo que existe en internet son bits sujetos a tratamiento automatizado
(STJEU de 6 de noviembre de 2003 Caso Lindqvist). De acuerdo con esta
Sentencia “difundir información en un página web implica, de acuerdo
con los procedimientos técnicos e informáticos que se aplican actualmen-
te, publicar dicha página en un servidor, así como realizar las operaciones
necesarias para que resulte accesible a las personas que están conectadas

280 PALACIOS GONZÁLEZ M.D., “El poder de autodeterminación de los datos perso-
nales en internet”, IDP, 14, 2012, p. 64.
281 Así lo entiende la Agencia Española de Protección de Datos en la resolución

R/01408/2014 respecto a información publicada en Facebook o en la resolución


R00896/2011 respecto un Blog.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

a Internet. Estas operaciones se efectúan, al menos en parte de manera


automatizada”282.
A nivel interno, la AEPD ha establecido que las expresiones, informa-
ciones y comentarios vertidos en un foro son cuestiones de su competen-
cia por cuanto una web es un fichero sujeto al régimen de protección de
datos. Añade, además, que el titular de la web o el operador telecomu-
nicaciones que aloja el foro será el responsable del cumplimiento de la
normativa sobre protección de datos aunque no responda ni controle sus
contenidos283.
En definitiva, la marcada amplia conceptualización del concepto de
“dato” realizada por la legislación (confirmada por nuestra doctrina y
jurisprudencia284) lleva a considerar que la publicación en Internet de eva-
luaciones realizadas en base al rendimiento laboral o el comportamiento
profesional, la actitud o aptitud de las personas físicas serán informacio-
nes susceptibles de ser protegidas bajo la LOPD285.

2.1.2. Los datos profesionales de trabajadores y autónomos como su-


jetos protegidos por la LOPD
Otra cuestión, quizá de mayor enjundia, concierne a la diferenciación
entre datos personales y datos profesionales. En primer lugar, la LOPD
en su art. 1 y 2.1 establece que las personas jurídicas no son titulares del
derecho a la protección de datos286. En el mismo sentido, el art. 2.3 de la
RDLOPD establece la exclusión de “los datos relativos a empresarios in-
dividuales, cuando hagan referencia a ellos en su calidad de comerciantes,
industriales o navieros”. De esta forma, para no aplicar la normativa de
protección de datos será necesario dos requisitos287; i) que los datos del
comerciante sometido a tratamiento haga referencia únicamente al mismo
en su condición de comerciante, industrial o naviero, es decir, a su acti-

282 En el mismo sentido, COTINO HUESO L., “Nuestros jueces y tribunales ante inter-
net y la libertad de expresión: el estado de la cuestión”, en (Cotino Hueso Coord.)
La libertad en internet. La red y las libertades de expresión e información, Tirant lo
Blanch, 2007, p. 146.
283 AEPD R/00598/2001 respecto T-Online Telecomunications Spain, SAU.
284 La doctrina ya ha señalado en alguna ocasión que el Derecho europeo y el Derecho
español manejan una noción excesivamente amplia de dato personal al hacerla equi-
valer a “cualquier información”, ver BUISÁN GARCÍA, N., “El derecho al olvido”, El
Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho, nº 46, 2014, pp. 22-35.
285 En este sentido, AEPD R/00598/2007 y AEPD R/01871/2008.
286 Expresamente, también el RDLOPD en su artículo 2.2 excluye a las personas jurídicas
del ámbito de aplicación de la protección de datos.
287 Informe jurídico AEPD 2008/0371.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

vidad empresarial; ii) los datos aparezcan exclusivamente vinculados a la


actividad empresarial del sujeto, es decir, que el sujeto “propietario” del
dato tratado sea la empresa, no el empresario individual.
Respecto al primero de los requisitos, a pesar de que ha habido algu-
nos vaivenes en la doctrina judicial288, se entiende que solamente están
excluidos del ámbito de aplicación de la LOPD aquellos profesionales que
ejercen su actividad bajo la forma de empresa289. En efecto, la Sentencia
de la Audiencia Nacional de 21 de noviembre de 2002 (rec. 881/2000)
considera que la publicación de los datos identificativos de los arquitec-
tos están protegidos por LOPD puesto que son datos que “se refieren a
profesionales que no ejercen su actividad bajo forma de empresa, no os-
tentando en consecuencia la condición de comerciante a la que se refieren
los artículos primero y siguientes del Código de Comercio”. En el mismo
sentido, la SAN de 11 de febrero de 2004 (rec. 119/2002) señala que “en
el caso examinado el dato del afectado, aunque se refiera al lugar de ejerci-
cio de su profesión es un dato de una persona física con una actividad pro-
fesional, cuya protección cae en la órbita de la Ley Orgánica 15/1999”.
También el Tribunal Supremo —Sala 3ª— en Sentencia de 20 de febrero
de 2007 (rec. 732/2003) es del mismo parecer al establecer que “Es claro
que los Arquitectos y Promotores a que se refiere el litigio participan de la
naturaleza de personas físicas y que no dejan de serlo por su condición de
profesionales o agentes que intervienen en el mercado de la construcción,
por lo que los datos personales relativos a los mismos, quedan amparados
y sujetos en cuanto a su tratamiento informatizado a las previsiones de la
LORTAD; y es que desde este punto de vista subjetivo la exclusión del
ámbito de aplicación de la LORTAD no viene determinado por el carácter
profesional o no del afectado o titular de los datos objeto de tratamiento,
sino por la naturaleza de persona física o jurídica titular de los datos, en

288 SAN de 29 de marzo de 2006 (rec. 348/2004) establece que “no debe concluirse (…)
que los empresarios individuales y profesionales estén en su conjunto excluidos del
ámbito de la LOPD, sino que se hace necesario diferenciar (y la línea divisoria es con-
fusa y difusa) cuando un dato del empresario o profesional se refiere a la vida privada
de la persona y cuando a la empresa o profesión, pues solo en el primer caso cabe
aplicar la LO 15/1999”. No obstante, también es cierto que esta Sentencia es anterior
al RDLOPD donde ante las dudas que se habían planteado en orden a la aplicación
o no de la legislación de protección de datos a los datos profesionales, el Reglamento
opta por considerarlos datos personales y en consecuencia no excluidos de su ámbito
de aplicación. En este sentido, PIÑAR MAÑAS J.L., “Concepto de dato de carácter
personal”, en Troncoso Reigada (Dir.) Comentarios a la ley orgánica de protección de
datos de carácter personal, Civitas, 2010, p. 198.
289 AEPD R/00598/2007.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

cuanto sólo las personas físicas se consideran titulares de los derechos a


que se refiere el art. 18.4 de la Constitución”. De esta forma, los datos
profesionales de los trabajadores autónomos —en cuanto que son perso-
nas físicas— estarán amparados por la LOPD290.
Por su parte, permanece la exclusión para aquellas personas físicas
que actúen como empresarios individuales (bajo la forma jurídica de em-
presa) siempre que concurra también el segundo requisito, esto es, que
los datos aparezcan exclusivamente vinculados a la actividad empresarial.
En este sentido, los datos de la empresa o de la actividad empresarial
quedarán excluidos de la aplicación de esta normativa, pero no los datos
de los profesionales (persona física) que se encuentren integrados en la
organización291.

2.1.3. Datos públicos


Por último, a los efectos de este estudio es importante conocer que la
protección de datos no se limita a las informaciones privadas o secretas.
Por el contrario, el Tribunal Constitucional ha señalado que el hecho de
que las informaciones a proteger sean públicas o notorias no exime del
respeto al derecho fundamental a la protección de datos292. Este derecho
tiene por objetivo conceder el poder de disposición de los datos personales
a su titular con independencia de que dicha información haya salido del
ámbito privado293. De esta forma, que cierta información sea conocida
por terceros —como puedan ser el empresario o los clientes— no im-
pedirá que la persona se oponga al tratamiento informatizado de dicha
información o su publicación.

290 PIÑAR MAÑAS J.L., “Concepto de dato de carácter personal”, op. cit., p. 198. En
este sentido, el Tribunal Supremo ya se ha manifestado en múltiples ocasiones estable-
ciendo que la protección del honor incluye el prestigio profesional SSTS 15 de diciem-
bre de 1997 (rec 1/1994); 27 de enero de 1998 (rec 471/1997); 22 de enero de 1999
(rec. 1353/1994); 15 de febrero de 2000 (rec. 1514/1995); 26 de junio de 2000 (rec
2072/1095); 13 de junio de 2003 (rec 3361/1997); 8 de julio de 2004, rec 5273/1999);
19 de julio de 2004 (rec 3265/2000); 19 de mayo de 2005 (rec 1962/2001); 18 de julio
de 2007 (rec 5623/2000); 11 de febrero de 2009 (rec. 574/2003); 3 de marzo de 2010
(rec. 2766/2001) y 29 de noviembre de 2010 (rec 945/2008).
291 Informe jurídico AEPD 2008/0371.
292 STC 292/2000, de 30 de noviembre.
293 GUERRERO PICÓ M. C., El impacto de internet en el Derecho fundamental a la
protección de datos de carácter personal, Civitas, 2006, p. 237.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

2.2. Contenido de los derechos sobre protección de datos


Las facultades de control sobre las informaciones personales se divi-
den en dos tipos. De un lado, la necesidad de obtener el consentimiento
del titular para el tratamiento o cesión de los datos. De otro lado, la dis-
posición de dicha información mediante los llamados derechos ARCO —
acceso, rectificación, cancelación y oposición—.

2.2.1. La necesidad de consentimiento informado


Como regla general, y dejando al margen de posibles conflictos con
otros derechos fundamentales, el tratamiento de datos de carácter per-
sonal depende de la voluntad de la persona concernida294. El objetivo es
que esa persona decida qué parcelas de su vida laboral, familiar, hábitos,
gustos, etc., puedan ser registradas, tratadas, cedidas, etc., bien porque
considera que no son una amenaza para su privacidad o bien porque le
compensa el sacrificio295. De esta forma, el tratamiento de los datos exige
que exista consentimiento del interesado entendido como la manifesta-
ción de voluntad libre, específica, voluntaria, informada y explícita, por
la que el interesado acepta por una declaración o un acto positivo inequí-
voco que los datos de carácter personal que le conciernen sean objeto de
tratamiento (art. 3 h, 5 y 6 LOPD). De esta forma, la legislación concreta,
muy detalladamente, cómo debe ser el consentimiento para que sea válido.
1) Libre: En primer lugar el consentimiento deberá haber sido obteni-
do sin la intervención de vicio alguno del consentimiento en los términos
regulados en el Código Civil296.
2) Específico: En segundo lugar, el consentimiento será válido para
una concreta operación de tratamiento de datos y con una finalidad deter-
minada que deberá ser explícita y legítima (art. 4.2 LOPD). En este senti-
do, los consentimientos generales no serán válidos, sino que el interesado
tendrá que poder conocer qué se va a hacer con los datos y para qué van
a ser los mismos sometidos a tratamiento, pues si el interesado no conoce
ambas circunstancias, no podrá prestar su consentimiento en los términos
requeridos por la Ley.

294 MURILLO DE LA CUEVA, Informática y protección de datos personales…, op. cit.,


p. 57.
295 GUERRERO PICÓ M. C., El impacto de internet en el Derecho fundamental…, op.
cit., p. 257.
296 PUENTE ESCOBAR A., “Consentimiento del afectado y deber de información”, en
Martinez Martinez R., (Coord.) Protección de datos. Comentarios a la LOPD y su
Reglamento de desarrollo, Tirant lo Blanch, 2009, p. 38.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

3) Inequívoco: En tercer lugar, la prestación del consentimiento no


podrá suponerse, ni será admisible deducirla de meros actos realizados
por el interesado (consentimiento presunto), sino que el consentimien-
to deberá ser expreso. No obstante, el art. 5.4 LOPD acepta el silencio
como forma de manifestar el consentimiento, al establecer que, en caso de
que el responsable del tratamiento haya recabado datos de un tercero, el
responsable del fichero está obligado a informar al interesado de forma
expresa, precisa e inequívoca del contenido, la procedencia de los datos,
etc., entendiendo que existe consentimiento tácito si tras dicha comunica-
ción el interesado no ejercita su derecho de cancelación u oposición. De
esta forma, no será necesario que tenga carácter expreso, en el sentido
de que deba haber una declaración al efecto —verbal o tácita—297, sino
que la omisión de ejercer los derechos de cancelación u oposición será
suficiente298. En definitiva, aunque no se acepte deducir el consentimiento
por meros actos realizados por el afectado, será suficiente, para que exista
aprobación, que el interesado no cancele o se oponga a su tratamiento, eso
sí, tras ser informado debidamente.
4) Informado; En definitiva, dada la posibilidad del consentimiento
tácito, la obligación básica del responsable del tratamiento de datos será
la de informar “correctamente” al interesado respecto del alcance y fina-
lidades del mismo299. Para entender que el consentimiento ha sido válida-
mente otorgado será necesario comunicar al interesado de lo que se va a
hacer con esa información (finalidad del tratamiento). Además, será nece-
sario avisar del carácter obligatorio o facultativo de la cesión requerida de
determinados datos personales así como de las consecuencias de prestar o
no el consentimiento300. Es decir, al solicitar el consentimiento se deberá
indicar si la cesión de esos concretos datos es necesaria para la ejecución
del contrato o la prestación del servicio y también de las consecuencias

297 Informe AEPD 49/2007 sobre tratamiento de datos a través de páginas web. Consul-
tar en https://www.agpd.es/portalwebAGPD/canaldocumentacion/informes_juridicos/
consentimiento/common/pdfs/2007-0049_Tratamiento-de-datos-a-traves-de-p-aa-
ginas-web.pdf Consultado el 29 de mayo de 2016,
298 PUENTE ESCOBAR A., “Consentimiento del afectado y deber de información”, op.
cit., p. 38.
299 Como indica la doctrina no habrá consentimiento si no es informado, en este sentido
se ha dicho que en caso de incumplimiento de la obligación de información o de
mal cumplimiento se aplicará la teoría general sobre los vicios de la voluntad, ORTI
VALLEJO, Derecho a la intimidad e informática (Tutela de la persona por el uso de
ficheros y tratamientos informáticos de datos personales. Particular atención a los
ficheros de titularidad privada), Comares, Granada, pp. 136-138.
300 GUERRERO PICÓ M. C., El impacto de internet en el Derecho fundamental…, op.
cit., p. 252.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

en caso de negativa (ej. denegación de la prestación del servicio o desistir


en la contratación del trabajador)301. En concreto, el art. 15 del RDLO-
PD establece que “Si el responsable del tratamiento solicitase el consen-
timiento del afectado durante el proceso de formación de un contrato
para finalidades que no guarden relación directa con el mantenimiento,
desarrollo o control de la relación contractual, deberá permitir al afectado
que manifieste expresamente su negativa al tratamiento o comunicación
de datos”302.

2.2.2. Excepciones a la necesidad de consentimiento


No obstante lo dicho anteriormente, el art. 6.2 LOPD excepciona el
requisito de consentimiento, entre otras, cuando los datos recogidos se
refieran a las partes de un contrato o precontrato en una relación jurídica
negocial o laboral cuando sean necesarios para su mantenimiento o cum-
plimiento. Aunque la LOPD lo establece como una excepción al principio
del consentimiento, la doctrina mayoritaria entiende que no se está ante
una verdadera excepción, sino ante consentimiento presunto303. Es decir,
bajo la existencia de una relación jurídica laboral el consentimiento se
entenderá otorgado siempre que los datos tratados sean necesarios para el
cumplimiento de este304. Ello viene a significar que el tratamiento de datos
sin consentimiento debe limitarse al objeto del contrato305 y se entenderá
revocado cuando la relación jurídica se extinga.
De la misma manera, el consentimiento necesario para dar validez
a una cesión de los datos también se considera prestado cuando dicha

301 En este sentido, es interesante poner de manifiesto que en caso de que la empresa
estableciera como consecuencia de la no prestación del consentimiento en el trata-
miento de los datos, la no contratación del trabajador —o su despido en caso de que
la solicitud del consentimiento se realizará en una relación ya vigentes— se podría
argumentar que se está ante un no contratación o un despido por ejercer un derecho
fundamental con las consecuencias jurídicas que deriva de ello (art. 55.5 ET).
302 Aquí, la pregunta clave será conocer si las evaluaciones publicadas en la web guardan
o no “relación directa con el mantenimiento, desarrollo o control de la relación” labo-
ral (ver infra).
303 BETES DE TORO, A., “El derecho de información y los principios legitimadores del
tratamiento automatizado de los datos de carácter personal en la Directiva 95/96” Ac-
tualidad informática Aranzadi, nº25, 1997, p. 7; APARICIO SALOM, Estudio sobre
la Protección de Datos, Aranzadi, 4 ed, 2013 p. 62.
304 GUERRERO PICÓ M. C., El impacto de internet en el Derecho fundamental…, op.
cit., p. 263.
305 La STC 202/1999, de 8 de noviembre, establece que para la aplicación de la excepción
al consentimiento debe alegar y probar un “interés contractual suficiente” siendo ilíci-
to en caso contrario.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

cesión responda a la libre y legítima aceptación de una relación jurídica


cuyo desarrollo, cumplimiento y control implique necesariamente la ce-
sión (art. 11.2 c) LOPD)306. De esta forma, tanto el tratamiento y recogida
inicial de datos, como su cesión en el contexto de una relación contractual
dependerá enteramente del objeto del contrato. Si el tratamiento de da-
tos y su cesión es necesario para el buen fin del contrato o de la relación
jurídica el consentimiento se entenderá concedido. No obstante, con bue-
na lógica, la doctrina mantiene que el afectado debe ser consciente en el
momento de suscripción del contrato de que el tratamiento de los datos
o la cesión resultan necesarios307. Efectivamente, si el interesado no pudo
prever, en el momento de aceptar la relación jurídica, que sus datos iban
a ser cedidos —o publicados—, difícilmente se podrá defender que dicha
cesión es “necesaria” para el buen fin de la relación.
En fin, respecto a la cuestión del consentimiento, en lo que respecta a
la publicación de las evaluaciones, lo relevante será que el trabajador o
autónomo conozca y acepte el tratamiento de datos. Esto se podrá hacer
bien mediante una cláusula contractual concreta donde se solicite el con-
sentimiento del trabajador o profesional para dicho tratamiento (consen-
timiento expreso) o bien mediante la especificación en el contrato de que
la cesión y publicación de las evaluaciones es parte esencial de la ejecución
del contrato (consentimiento presunto)308.
En el mismo sentido, la doctrina laboralista viene estableciendo que,
aunque la recogida de datos por parte del empresario entra dentro de sus
facultades del contrato de trabajo, es necesario informar al trabajador de
los métodos que se vayan a utilizar. Por ejemplo, la utilización de cáma-
ras, el posible registro de los ordenadores, exigen como regla general la
información previa309. De esta forma, se debe entender que la cesión y
publicación en páginas web de las evaluaciones del rendimiento laboral
y la capacidad profesional de los autónomos para que futuros empleado-
res o potenciales clientes la conozcan excede sobre manera el contenido

306 En caso de evaluaciones del empresario o clientes concernientes a trabajadores —la-


borales o autónomos— la cuestión gira realmente respecto a la cesión de los datos. En
efecto, para la publicación de las evaluaciones en portales web el cliente o empresario
siempre va a tener que ceder dichas informaciones al titular del portal.
307 PUENTE ESCOBAR A., “Legitimación para en tratamiento”, en Martinez Martinez
R., (Coord.) Protección de datos. Comentarios a la LOPD y su Reglamento de desa-
rrollo, Tirant lo Blanch, 2009 p. 30.
308 Esta afirmación también viene sustentada por el principio de adecuación (art. 4.2
LOPD) por el cual, el tratamiento de datos para que sea válido debe ser adecuado a la
finalidad autorizada.
309 Ver por ejemplo, STS de 26 de septiembre de 2007 (Rec. Ud 966/2006).
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

esencial de un contrato bilateral. Por ello, siempre será necesario que se


informe al interesado de dicha finalidad. No pudiendo presuponerse que
la cesión de los datos (y su eventual publicación en una web) entra dentro
del poder de dirección del empresario o de los clientes de un profesional
persona física310.
Parte de la doctrina ha entendido que, en determinados supuestos, es
posible defender que la cesión de los datos de los trabajadores del em-
presario a un tercero entra dentro del contenido del contrato de trabajo.
Son los supuestos de relaciones triangulares entre una ETT, la empresa
usuaria y el trabajador, donde se entiende legítima la trasferencia de in-
formación sobre el trabajador entre las dos empresas sin necesidad de
consentimiento, debido a que el desarrollo de la relación jurídica implica
necesariamente la conexión de los ficheros311. También en el marco de
una contrata entre empresas, se considera válido que la contratista ceda
a la principal (sin consentimiento del interesado) información relativa a
los trabajadores que van a desemplear las tareas concretas para el recto
y normal desarrollo de la relación312. Incluso en el caso de las agencias
privadas de colocación se argumenta que, en su misión de intermediación
entre trabajadores y empresas, cedan ciertos datos a las empresas oferen-
tes de empleo pues se estima que el trabajador al acudir a una agencia de
colocación lo hace con esta intención313.
A este respecto se debe señalar que las empresas de economía cola-
borativa funcionan, en algunos casos, como empresas de intermediación
online no solo para trabajadores laborales sino también para profesiona-
les, cuya publicación de las evaluaciones tiene como objetivo permitir una
mayor trasparencia en la selección del trabajador o profesional con objeto
de asegurar la satisfacción en la consecución del negocio jurídico que se va
a realizar. De esta forma, siguiendo la línea de pensamiento expuesta, no

310 En este sentido, FERNÁNDEZ VILLAZÓN, L.A., “Tratamiento automatizado de


datos personales en los procesos de selección de trabajadores”, RL, 11, 1994, p. 25;
CASTRO ARGÜELLES, M.A., El régimen disciplinario en la empresa. Infracciones
y sanciones laborales, Pamplona, (Aranzadi), 1993, pp. 41 y ss; VILLAVERDE ME-
NÉNDEZ, “Principios de la protección de datos”, en TRONCOSO REIGADA (Dir.)
Comentarios a la ley orgánica de protección de datos de carácter personal, Civitas,
2010, p. 518, respecto a las infracciones laborales indican que las infracciones no
pueden ser trasmitidos, ni mucho menos hacerlas públicas, al exceder, con mucho, de
las limitaciones impuestas por el principio de pertinencia en el tratamiento de datos y
resultar contrario a la intimidad del trabajador.
311 CARDONA RUBERT, Mª. B., Informática y contrato de trabajo, Tirant lo Blanch,
1999, p. 264 y ss.
312 STSJ Comunidad de Madrid 30 de junio de 2008 (rec. 2351/2008).
313 VILLAVERDE MENÉNDEZ, “Principios de la protección de datos”, op. cit., p. 527.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

parece descabellado que se pudiera entender que la publicación de las eva-


luaciones en las webs forma parte “inherente” al negocio de la economía
colaborativa, no siendo necesario, por ello, obtener la solicitud del con-
sentimiento previo. No obstante, a mi juicio, estando en juego un derecho
fundamental (protección de datos) considero que exigir el consentimiento
expreso del trabajador o profesional en la publicación de las evaluaciones
recogidas por terceros es un requisito proporcionado y no excesivo.
De esta manera, las empresas de economía colaborativa antes de per-
mitir el alta en su plataforma de un trabajador o profesional deberán soli-
citar el consentimiento, concretamente, para que terceros puedan evaluar
su rendimiento laboral o profesional; a su vez, deberán informarles de
las finalidades concretas que tendrán esas evaluaciones y de quién ten-
drá acceso a ellas (red abierta o cerrada)314; de sus derechos de acceso,
rectificación, cancelación y oposición; e informarles de cuáles serán las
consecuencias de no prestar el consentimiento (normalmente impedir el
acceso a la plataforma) (art. 5.1 LOPD).
Téngase en cuenta de que en caso de que la plataforma web de eco-
nomía colaborativa no solicitara el consentimiento para la publicación de
las evaluaciones realizadas por el empresario o cliente, la responsabilidad
pasaría a ser del propio el empresario o cliente que debería solicitar el
consentimiento para que las evaluaciones resultantes de la relación nego-
cial sean cedidas y publicadas por el titular de la web. Lo que no parece
tener sentido es tener que solicitar el consentimiento por duplicado; o
bien la hace la plataforma web o bien cada empresario o cliente que desee
plasmar su evaluación en una web deberá solicitarlo.

2.2.3. Principio de calidad y adecuación de los datos


Con independencia de si el interesado ha autorizado el tratamiento de
sus datos o existe una habilitación legal para ello, la normativa impone
unos límites respecto la recopilación de informaciones315. En este sentido,
el art. 4.1 LOPD establece que “los datos de carácter personal solo se
podrán recoger para su tratamiento cuando sean adecuados, pertinentes

314 La normativa exige que el consentimiento para la cesión de los datos sea sobre ce-
sionarios determinados. No obstante, se admite que aunque los cesionarios no sean
determinados puedan claramente ser determinables, indicando qué características
tendrán que tener los que tengan acceso a la información. Ej. Aquellos que estén de
alta en la plataforma o si es en abierto todo aquél que tenga acceso a internet. En
este sentido, FERNÁNDEZ VILLAZÓN L.A., “Tratamiento automatizado de datos
personales en los procesos de selección de trabajadores”, RL, 1, 1994, p. 531.
315 VILLAVERDE MENÉNDEZ, “Principios de la protección de datos”, op. cit., p. 511.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

y no excesivos en relación con el ámbito y las finalidades determinadas


explícitas y legítimas para las que se hayan obtenido”. Ello impone ciertas
obligaciones a la persona que trate los datos, a saber:
En primer lugar, este precepto vuelve a recordarnos la necesidad de
que se informe al interesado de las finalidades para las que se recogen sus
datos, puesto que exige que dichas finalidades sean determinadas y explí-
citas. De ahí, que, como se ha indicado anteriormente, el responsable del
tratamiento deba comunicar al trabajador o autónomo que sus evalua-
ciones serán publicadas, pues lo contrario implicaría que se han recogido
ciertos datos sin determinar la finalidad de forma explícita, algo contrario
al art. 4.1 LOPD.
En segundo lugar, los datos deberán ser adecuados y pertinentes. La
adecuación hace referencia a la proporcionalidad razonable entre los da-
tos recogidos y la finalidad perseguida, mientras que la pertinencia ha-
ría referencia a la idoneidad de los datos recogidos para conseguir las
finalidades expresadas316. De esta forma, la legislación impide tratar los
datos que no sean idóneos ni proporcionados a la finalidad determinada y
explicita. Obviamente, este balance se deberá realizar en el caso concreto,
siendo difícil sacar conclusiones de carácter general.
En el caso de evaluaciones de trabajadores y profesionales, se puede
avanzar que cualquier dato no relacionado con la conducta o rendimiento
profesional incumpliría estos criterios317. Ello implica que las informa-
ciones no relacionadas con las aptitudes y con la capacidad profesional
del trabajador u autónomo no podrían ser recogidas, ni cedidas, ni pu-
blicadas318. La prohibición de discriminación (art. 14 CE y 17 ET) no
solamente recoge una tutela sancionadora —declarando la nulidad de los
actos discriminatorios— sino también una tutela preventiva. Esta tutela
preventiva se había puesto de manifiesto en la prohibición del empresario
de realizar averiguaciones sobre la vida privada del trabajador. Averigua-

316 GUERRERO PICÓ M. C., El impacto de internet en el Derecho fundamental…, op.


cit., p. 239.
317 La doctrina parece unánime en rechazar la relevancia de obtener datos personales
del trabajador ajenos a su aptitud en base a un carácter intuitu personae o una visión
comunitaria de la empresa, GOÑI SEIN, J.L., El respeto a la esfera privada del traba-
jador, Civitas, Madrid, 1988, p. 50. Por ello, derivado de los riesgos de discriminación
y la protección otorgada por el art. 17.1 ET, se entiende ilegítimo cualquier indagación
sobre aspectos ajenos a la aptitud del trabajador, ver, FERNÁNDEZ VILLAZÓN
L.A., “Tratamiento automatizado…”, op. cit., p. 512.
318 Respecto a las posibilidades de utilización de las redes sociales en los procesos de
selección ver, CARDONA RUBERT M.B., “La utilización de las redes sociales en el
ámbito de la empresa”, RDS, 52, 2010, p. 71 y ss.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

ciones que se consideran ilegítimas cuando carecen de relación inmediata


y directa con el puesto de trabajo319. Pues bien, con fundamento a esta
tutela preventiva, también debe considerarse ilegítimo el tratamiento y
publicación en las evaluaciones en los sistemas reputacionales de cual-
quier dato o información no relacionada directamente con el puesto de
trabajo. Conocer en qué ocupa el aspirante su tiempo libre o sus aficiones,
la manera en que conduce su vida social o privada serán, en principio,
cuestiones intrascendentes. Se debe rechazar como válidas las argumen-
taciones que pretenden enlazar la fidelidad de un cónyuge con su fideli-
dad en la empresa o aquellas otras que intentan identificar las aficiones
del trabajador con su laboriosidad o su tendencia al absentismo320. Tal
y como ha señalado la doctrina todo dato no relacionado con la estricta
capacidad laboral es susceptible de provocar “verdaderas listas negras de
trabajadores”321.
En fin, toda publicación de valoraciones que, directa o indirectamente,
utilicen factores no relacionados con el trabajo debe considerarse no ade-
cuada ni pertinente a efectos de la LOPD.
A este respecto es importante recordar que aquí no se está en el pla-
no del consentimiento, sino en el plano una prohibición de origen legal.
Por ello, ni el autónomo ni el trabajador podrán prestar válidamente su
consentimiento a efectos de permitir la difusión de otros datos personales
alejados de los estrictamente necesarios para evaluar sus capacidades pro-
fesionales en el contexto de un contrato de trabajo o de prestación de ser-
vicios. Dado que, con independencia de que se prestara el consentimiento
o no, la publicación de unos datos alejados de las cuestiones de índole
profesional no serían adecuadas a los fines perseguidos por el contrato de
trabajo o la relación jurídica cliente-profesional en los términos exigidos
por el art. 4.1 LOPD322. De la misma manera, en la relación triangular en
la que se basa la economía colaborativa, el objetivo sigue siendo realizar
contratos de prestación de servicios donde la empresa propietaria de la
plataforma intermedia. Por ello, el objeto de la relación triangular sigue
siendo la prestación de servicios —laborales o independientes— para los

319 GOÑI SEIN, J.L., El respeto a la esfera privada del trabajador…, op. cit., p. 49.
320 GOÑI SEIN, J.L., El respeto a la esfera privada del trabajador…, op. cit., p. 48.
321 CARDONA RUBERT, Mª. B., Informática y contrato de trabajo…, op. cit., p. 248.
322 En este sentido, pero desde la perspectiva de la selección de personal, FERNÁNDEZ
VILLAZÓN L.A., “Tratamiento automatizado…”, op. cit., p. 513, indica que de la
legislación se extrae el principio de prohibición de toda indagación del empresario
sobre aspectos personales del solicitante de empleo que no influyan en la valoración
de su capacidad profesional para el puesto que aspira a ocupar. En el mismo sentido,
GOÑI SEIN, J.L., El respeto a la esfera privada del trabajador…, p. 47.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

cuales cualquier información que exceda dicho ámbito difícilmente puede


considerarse adecuada o pertinente con sus finalidades.
En tercer lugar, la finalidad perseguida en el tratamiento de datos debe
ser legítima. Una vez más, la normativa exige que los datos recogidos —y
en su caso su cesión y publicación— debe tener una finalidad legítima.
La legitimidad viene a suponer la imposibilidad de recoger datos con una
finalidad contraria a la normativa incluyendo especialmente los derechos
fundamentales. De esta forma, toda información que persiga una finalidad
discriminatoria (ideología, religión, creencias, afiliación sindical, naciona-
lidad) no podrá recogerse (y mucho menos cederse o publicarse) ni siquie-
ra aunque puedan entenderse relevantes a efectos de juzgar el rendimiento
laboral. En el mismo sentido, informaciones sobre reclamaciones hechas
por el trabajador o un profesional contra su empresario o autónomo no
podrían publicarse a estos efectos, por ser un potencial vulnerador (al
perseguir una finalidad disuasoria o coaccionadora) del derecho a la jus-
ticia efectiva (art. 24 ET). En general, la información sobre que un sujeto
a ejercido un derecho —especialmente si es fundamental— no debería
poderse publicar, cuando dicha evaluación persiga un objetivo disuasorio
del ejercicio de ese derecho. De lo contrario, además de ponerse en peligro
los derechos fundamentales, nos encontraríamos una doble sanción para
el trabajador o profesional, de un lado la sanción contractual y de otro la
sanción social.
En definitiva, solamente se podrán publicar informaciones relaciona-
das con la capacidad profesional del trabajador (pertinentes), que sean
útiles para la comprobación de dicha capacidad (adecuadas), que no sean
excesivas —es decir que no sean reiterativas o innecesarias— y que sean
legítimas, esto es, que no sean susceptibles de afectar a un derecho fun-
damental.

2.2.4. La exactitud de los datos


En cuarto lugar, el art. 4.3 de la LOPD obliga a que los datos sean
“exactos y puestos al día de forma que respondan con veracidad a la
situación actual del afectado”. De esta forma, cualquier falta de veraci-
dad en la evaluación publicada proscribiría dicho principio. De hecho, el
art. 4.4 de la LOPD impone la obligación al responsable del tratamiento
de cancelar y sustituir de oficio todos los datos que resulten inexactos o
incompletos. Es decir, no solo estamos ante la imposibilidad de registrar,
tratar, ceder y publicar datos carentes de veracidad, sino que también se
impone la obligación de cancelar los datos incompletos. De esta forma,
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

si la evaluación, a pesar de no faltar a la verdad, omite datos relevantes


para conocer la situación en su conjunto o datos justificativos de la ac-
tuación del profesional, el responsable de los datos deberá asegurarse de
completarlos.
No obstante, el art. 4.4 de la LOPD no debe interpretarse en términos
tan estrictos que hagan recaer sobre el titular de la web la carga de com-
probar continuamente la calidad de la información que trata, pero sí que
obliga al responsable del tratamiento de datos a atender las solicitudes o
rectificaciones que pueda hacer el interesado sobre determinada informa-
ción (art. 16.2 LOPD). Concretamente, esta obligación de exactitud en los
datos, aplicada a la dinámica de la economía colaborativa, obligaría titu-
lar del portar web que recibe una evaluación, al menos, a trasmitir dicha
evaluación al afectado con objeto de que realice las objeciones o complete
la información que considere oportuna.

2.2.4.1. Derechos de rectificación y réplica


El principio de exactitud en los datos viene a corresponder, en parte,
al clásico principio de veracidad establecido en Ley Orgánica 1/1982, de 5
de mayo, de protección civil del derecho al honor. Concretamente, la falta
de veracidad de determinados hechos publicados permitirá al interesado
ejercer el derecho de rectificación establecido en la Ley Orgánica 2/1984,
de 26 de marzo, reguladora del derecho de rectificación. La doctrina judi-
cial viene manteniendo sin demasiados problemas la aplicación de dicha
normativa a las redes sociales o a internet en general323. No obstante, se
debe establecer que la normativa del derecho de rectificación, tal y como
está planteada en dicha ley, no está pensando en absoluto en las posibi-
lidades que internet ofrece. La normativa citada obliga a los medios de
comunicación a “publicar o difundir íntegramente la rectificación, dentro
de los tres días siguientes al de su recepción, con relevancia semejante a
aquella en que se publicó o difundió la información que se rectifica” (art.
3), sin que ninguna obligación se imponga sobre la información original.
Esta normativa tiene sentido en un contexto físico o material, donde los
periódicos vendidos —o los programas emitidos— difícilmente pueden
recuperarse, sin embargo, en el contexto digital las informaciones que no

323 En este sentido, SAP Asturias de 3 de junio de 2002; Juzgado de Primera Instancia
nº37 de Madrid de 22 de enero de 2004. En contra, SAP León de 19 de diciembre
2005.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

sean veraces podrán desaparecer para ser substituidas por la información


veraz comunicada por el interesado324.
De esta forma, en la búsqueda del respeto a la veracidad y al derecho
al honor en internet habría dos derechos distintos que podrían ser ejerci-
dos por el afectado. Por una parte el derecho a la rectificación y por otro
el derecho de réplica325.
El derecho de rectificación, conforme al art. 16 LOPD, vendrá a supo-
ner la sustitución de los datos erróneos o inexactos —que incumplan el
principio de veracidad—, por los datos aportados por el afectado. Este de-
recho se ejercitará ante el titular de la web —la empresa de economía co-
laborativa— y para el ejercicio de este derecho la LOPD no exige ningún
requisito, no obstante, se entiende que deberá acreditarse o aportar un
principio de prueba de que los datos son erróneos, incompletos o inexac-
tos. La web, analizada la situación, publicará la nueva versión en el lugar
en el que se encontraba la anterior —eliminando la anterior por faltar a
la verdad— e indicando que ha habido una rectificación326. Para realizar
este procedimiento la empresa titular de la plataforma de evaluaciones
dispone de10 días327. En caso de que la plataforma deniegue o ignore la
petición de rectificación, el afectado podrá recurrir a la protección de la
AEPD.
No obstante, las evaluaciones no son solamente informaciones sino
que incluyen siempre opiniones y juicios subjetivos. De esta manera, aun-

324 Recordemos que, de acuerdo con el Tribunal Constitucional, el derecho de informa-


ción no recoge el derecho a trasmitir informaciones que no sean veraces, por tanto, no
parece posible defender el derecho del trasmisor de información a mantener su versión
cuando esta no es veraz.
325 La doctrina ya señalaba en su momento que aunque la ley se refería al derecho de
rectificación era más bien un derecho a réplica, puesto que la información no era
rectificada sino que se concedía el derecho al afectado a responder lo que considerara
oportuno y obligaba al medio de comunicación a publicarlo, al respecto ver, CARRI-
LLO M., La libertad de expresión y derecho de rectificación en la CE de 1978, Revista
de Derecho Político, 23, 1986, pp. 56 y ss.
326 De esta forma, se daría cumplimiento a la obligación fijada en el art. 16.4 LOPD que
establece que si la información “hubieran sido comunicados previamente, el responsa-
ble del tratamiento deberá notificar la rectificación o cancelación efectuada a quien se
hayan comunicado”.
327 Debe tenerse en cuenta que el art. 18 del Reglamento general sobre protección de
datos recoge el “derecho a la limitación del tratamiento de datos”. El ejercicio de
este derecho implica limitar el tratamiento a su simple conservación —es decir, im-
pidiendo su publicación, mientras el responsable de los datos verifica la exactitud de
los mismos. De esta forma, estamos ante una especie de medida cautelar de obligada
concesión, por la que el titular de la web deberá ocultar los datos mientras verifica la
exactitud de los mismos.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

que se pueda ejercer el derecho de rectificación de la LOPD sobre infor-


maciones, no será tan sencillo cuando estas evaluaciones o comentarios
incluyan opiniones o juicios de valor. Efectivamente, el derecho de rec-
tificación, en su versión de la LOPD y en su versión de la Ley 2/1984,
en principio solo se aplica a informaciones328, por lo que un trabajador
o profesional afectado difícilmente podría exigir la rectificación de una
opinión o juicio de valor, quedando solamente la posibilidad de exigir su
cancelación329.
En este contexto, es relevante apreciar que a las empresas de economía
colaborativa lo que menos les interesa es la cancelación de informaciones
puesto que su negocio, precisamente, se basa en acumular información
que pueda ser relevante para la contratación de trabajadores o profesio-
nales. De esta forma, una alternativa a la cancelación —y a las dificultades
de rectificar opiniones subjetivas— es ofrecer al afectado el derecho de ré-
plica. Este derecho se constituiría como la oportunidad concedida al afec-
tado de dar su propia versión completando de esta manera la situación o
alegando lo que considere, para de esta forma poner en contexto lo ocu-
rrido. Está réplica debería ser publicada junto con la evaluación original.
De hecho, lo que parece permitir la Ley 2/1984 es precisamente un de-
recho de réplica más que un derecho de rectificación330, puesto que la ley
obliga al editor a publicar la versión de afectado sin obligarle a modificar
la versión anterior. Además, se debe añadir que el límite que impone la
jurisprudencia —cuando limita el derecho de rectificación a replicar infor-
maciones y no opiniones— quizá no tenga sentido cuando el contexto es
virtual331. En efecto, el derecho de réplica en un mundo físico es costoso
para el medio de comunicación, el cual debe utilizar su espacio limita-
do para publicar la réplica332, además dar difusión a la réplica también
tiene un coste. Sin embargo, en el mundo virtual, el espacio no implica

328 La propia Ley 2/1984 hace referencia a “informaciones” recogiendo un derecho de


rectificación limitado.
329 Derecho de cancelación que en principio solo se podría ejercer si la evaluación publi-
cada no cumple con los requisitos anteriormente vistos —pertinencia, adecuación, no
excesividad y finalidad legítima.
330 Ver, CARRILLO M., “La libertad de expresión y derecho de rectificación en la CE de
1978”, op. cit., pp. 56 y ss.
331 La doctrina ya ha criticado en otras ocasiones que se tenga, en nuestro país, un dere-
cho de rectificación restringido solamente a informaciones, ver FERNÁNDEZ SAL-
MERÓN M., “Rectificación y réplica. Reflexiones sobre su proyección en la web”,
en Cotino Hueso (ed.) Libertades de expresión e información en internet y las redes
sociales: ejercicio, amenazas y garantías, PUV, Valencia, 2011, pp. 363 y ss.
332 De ahí que la normativa establezca un máximo al espacio de la réplica
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

coste perceptible alguno, ni tampoco la difusión conjunta del original y


la réplica aumenta los costes. De esta forma, el derecho de réplica quizá
no debería limitarse a informaciones sino que debería configurarse tam-
bién como el derecho a contestar a opiniones subjetivas o juicios de valor
vertidos sobre un sujeto333. En cualquier caso, y siendo consciente que la
ampliación de este derecho quizá requeriría una modificación legal o al
menos una decisión del alto tribunal, mientras las empresas de economía
colaborativa podrían ofrecer la posibilidad de réplica como sustituto a la
más costosa cancelación de la evaluación.
En definitiva, los derechos de exactitud y de rectificación conjunta-
mente analizados vendrán a obligar a la plataforma web a notificar perso-
nalmente —por ejemplo a través del correo electrónico— la publicación
de determinada evaluación al afectado. Posteriormente, el afectado podría
ejercer sus derechos de rectificación o cancelación (art. 16 LOPD) o répli-
ca si se le ofrece.

2.3. Límites al ejercicio de los derechos de cancelación


Como es lógico, todo afectado por una evaluación negativa tendrá
interés en hacerla desaparecer de su registro de evaluaciones publicado,
dejando solamente las positivas. Para obtener este resultado los afectados,
dentro del derecho de autodetermianción informativa, podrán ejercer los
derechos de cancelación u oposición que les permiten obligar al titular de
la web —como titular del tratamiento de datos— a eliminar o restringir
el acceso a dicha información. Sin embargo, el ejercicio libre e indiscrimi-
nado de este derecho sin sujeción a límite alguno vendrá a eliminar toda
utilidad a estas evaluaciones; pues de poco sirve la publicación solamente
de evaluaciones positivas. Por ello, el ejercicio de estos derechos requiere
un estudio más en profundidad en concreto dos cuestiones: a) ¿en qué
casos se puede ejercer el derecho de cancelación? b) ¿Qué opciones de
reacción tiene la plataforma web?

2.3.1. El ejercicio del derecho de cancelación


Siguiendo el art. 16 de la LOPD, la cancelación de los datos se produ-
cirá, de oficio o a solicitud del interesado, cuando los datos no se ajusten
a las disposiciones de la LOPD y en particular cuando sean inexactos o

333 Así lo entiende por otra parte la normativa francesa e italiana, ver CARRILLO M.,
“La libertad de expresión y derecho de rectificación en la CE de 1978”, op. cit., pp. 56
y ss
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

incompletos. De esta manera, el afectado por la publicación de una eva-


luación negativa podrá solicitar su eliminación si no se han cumplido las
exigencias que se viene describiendo. Es decir, el afectado podrá ejercer
su derecho de cancelación; i) si los datos se recogieron, se cedieron o se
publicaron sin que el afectado hubiera sido informado correctamente; ii)
si no se hubiera informado de las finalidades determinadas y explícitas
para los que se recogían, cedían y publicaban los datos; iii) cuando los
datos recogidos, cedidos y publicados no sean adecuados y pertinentes o
sean excesivos respecto a las finalidades del contrato firmado; iv) en caso
de que la finalidad perseguida no fuera legítima; v) y, por último, en caso
de que los datos sean inexactos o incorrectos o no veraces.
Se debe tener en cuenta que es potestad del trabajador o profesional
ejercer el derecho de rectificación o cancelación libremente, sin que se le
pueda imponer uno por encima del otro. De esta forma, en caso de que
las evaluaciones publicadas no cumplieran los requisitos anteriormente
citados, la empresa de economía colaborativa —como titular de la web
o aplicación donde se recogen las evaluaciones— tendría un plazo de 10
días, desde la solicitud del derecho, para eliminar dicha evaluación334.
Además, el art. 16.4 LOPD establece que si los datos hubieran sido cedi-
dos previamente a la cancelación el titular de los datos deberá informar
de la cancelación. En mi opinión, una forma de cumplir esta obligación
sería establecer en la web de evaluaciones, en el mismo lugar donde se
encontraba la evaluación cancelada, que el titular ha ejercido el derecho
de cancelación.
Por el contrario, en caso de que la empresa de economía colaborativa
considerara que las informaciones cumplen todos los requisitos podría
denegar la cancelación de la evaluación. No obstante, el afectado tendrá
derecho a recurrir a la AEPD para que resuelva sobre el ejercicio de su
derecho.

2.3.2. El interés general


Por otra parte, existe otro límite al derecho de cancelación que merece
la pena estudiar: que la información sea de interés general. Hasta ahora se
ha estudiado las evaluaciones realizadas por clientes o empresarios desde
la perspectiva del interesado o afectado en su protección de datos, no

334 Durante este tiempo, si el titular ha ejercido conjuntamente al derecho de cancelación


el derecho de limitación del tratamiento, el titular de la web parece que vendrá obli-
gado a dejar de publicar la evaluación mientras verifica la ilicitud en el tratamiento de
datos alegada por el interesado (art. 18 Reglamento general de protección de datos.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

obstante, existe otra perspectiva: el derecho de libertad de expresión y de


información del que emite la evaluación. En efecto, existen más derechos
fundamentales afectados que deben tenerse en cuenta a la hora de analizar
la posibilidad de publicar las valoraciones de trabajadores y autónomos
en internet. En primer lugar, la libertad de expresión como protectora de
la difusión de ideas y opiniones, la libertad de información como derecho
a comunicar hechos e incluso la libertad de información, en su vertiente
pasiva, como derecho de la ciudadanía a ser informada y recibir informa-
ción335.
Efectivamente, la LOPD no aborda prácticamente la cuestión de la
divulgación de datos con finalidades informativas336. Para encontrar re-
ferencias a esta cuestión es necesario acudir al artículo 9 de la Directiva
sobre protección de datos donde se establece que cuando “el tratamiento
de datos personales (se realiza) con fines exclusivamente periodísticos o
de expresión artística o literaria los Estados Miembros (…) establecerán
exenciones y excepciones solo en la medida en que resulten necesarias
para conciliar el derecho a la intimidad con las normas que rigen la liberta
de expresión”337. De esta manera, la libertad de expresión e información
tiene un ámbito muy específico: la finalidad periodística.
La doctrina señala que, dada la normativa europea, se debe abandonar
un criterio subjetivo respecto a la libertad de expresión para pasar a un
criterio objetivo. Es decir, la libertad de información no quedará restringi-
da a los periodistas o a los medios de comunicación institucionalizados338,

335 Al respecto se puede consultar SSTC 105/1983; 51/1985; 20/1992; 223/1992;


123/1993; 34/1996.
336 COTINO HUESO L., “La colisión de derecho a la protección de datos personales y
las libertades informativas en la red: pautas generales y particulares de solución”, en
Cotino Hueso (coord.), Libertad de expresión e información en internet y las redes
sociales: ejercicio, amenazas y garantías, PUV, Valencia, 2010, p. 391 y TRONCOSO
REIGADA A., “El derecho al olvido en internet a la luz de la propuesta de Reglamento
general de protección de datos personales de la Unión Europea”, Revista de Derecho,
comunicaciones y nuevas tecnologías, 8, 2012, p. 20.
337 También los considerandos 17 y 37 de la directiva señalan que los principios de la
misma deben ser aplicados de forma restringida o pueden justificarse excepciones
cuando el tratamiento de datos personales sea aplicado con fines periodísticos o de
expresión literaria o artística (…) siempre que esto sea necesario para conciliar los
derechos fundamentales de la persona con la libertad de expresión y, en particular, la
libertad de recibir o comunicar informaciones garantizados en el art. 10 del CEDH.
338 Como así lo ha interpretado nuestro Tribunal Constitucional, que a pesar de recono-
cer que la libertad de información no corresponde exclusivamente a los profesionales
de la información sino a todos, establece que el derecho va a alcanzar su máximo nivel
cuando es ejercitada por profesionales de la información a través del vehículo institu-
cionalizado de formación de la opinión pública que es la prensa (STC 165/1987).
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

sino que abarcará a todo ciudadano siempre que cumpla las funciones pe-
riodísticas con independencia del medio que se emplee339. En este sentido,
el TJUE entiende que es necesario interpretar ampliamente la noción de
“periodismo” dada la importancia de la libertad de expresión340.
De esta forma, partiendo de la base de que cualquier ciudadano —a
través de un blog, web o foro— puede convertirse en un “periodista”341, el
balance entre derecho a la intimidad —protección de datos— y el derecho
a la libertad de expresión —e información— se deberá realizar, bajo el
principio de proporcionalidad, en base al interés general de la informa-
ción342.
Respecto a la relevancia pública o el interés general de la información
se está ante un concepto indeterminado que deberá analizarse caso por
caso. No obstante, se puede avanzar que, habitualmente, no se observa
relevancia pública en las evaluaciones de los trabajadores o profesiones.
Solamente se observará interés general cuando la información divulgada
favorezca la opinión pública de la ciudadanía. Concretamente, se mantie-
ne que habrá interés general cuando las informaciones estén relacionadas
con personas que ejerzan cargos públicos o una profesión de notoriedad
o proyección pública.
En este sentido, se puede encontrar la SAN de 25 de mayo de 2012
(rec. 639/2010) que deniega el ejercicio del derecho de cancelación a un
interesado que pretendía suprimir todos los datos referidos a su persona
publicados en un periódico digital en las que se criticaba diferentes aspec-
tos de su conducta, en su condición de funcionario de un Ayuntamiento.
La Sentencia alude a la proporcionalidad de la utilización de sus datos
con la finalidad que se pretende, puesto que su utilización constituye un
instrumento imprescindible sin el cual la crítica o la información carecería
de sentido y se vaciaría de contenido343. Las informaciones vertidas sobre

339 TRONCOSO REIGADA A., “El derecho al olvido en internet…”, op. cit., p. 22.
340 STJUE de 16 de diciembre de 2008 C-73/07.
341 COTINO HUESO L., “La colisión de derecho a la protección…”, op. cit., p. 389.
342 STJUE 13 de mayo de 2014 C-131/12, criterios utilizados por la famosa sentencia
sobre el “derecho al olvido”.
343 Así, en la SAN de 25 de mayo de 2012, se dirá, “Es por ello que la utilización de los
datos del denunciante estaba amparada por el ejercicio de la libertad de expresión e
información sin que pueda utilizarse el derecho de cancelación para evitar la publica-
ción de noticias o informaciones relacionadas con una o varias personas concretas”.
También se puede ver la STS de 16 de febrero de 2016 (rec. 334/2015) donde se
entiende que hay interés general al denunciar a un arquitecto funcionario contra el
que se alega que “adjudicaba los contratos a dedo, incumpliendo la legislación aplica-
ble…”.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

funcionarios se entienden de interés general, probablemente porque su


sueldo es sufragado por los impuestos de todos. Así se refleja también en
la STS Sala 1º de 11 de febrero de 2009 (rec. 574/2003) donde se conside-
ra de interés general las informaciones vertidas sobre una funcionaria en
situación de bajas reiteradas.
A su vez, se ha encontrado “interés público” en sucesos aparejados a
intervenciones médicas y sobre la actuación de los médicos intervinientes,
“dada la alta probabilidad de someterse a este tipo de tratamientos que
tiene cualquier persona o sus familiares”344. Incluyendo informaciones so-
bre alergólogos345 y odontólogos346
También en caso de peritos judiciales donde se criticaba la falta de
acierto e imparcialidad en su actuación. No obstante, es este supuesto el
caso sobre el que se pronunciaban los peritos era, propiamente, de interés
general347. Por lo que es posible que la solución hubiera sido distinta si
la información peritada hubiera sido de carácter mundano. En el mismo
sentido, se entiende de interés general las críticas a un arquitecto, puesto
que la construcción, a la que se refieren en los comentarios, es de interés
general348.
No obstante, en la mayoría de supuestos, la AEPD considera que no
existe interés general, así;
1) En el caso de un foro en internet349, en el que cualquiera podía
realizar las reflexiones o verter las opiniones que considerara, la AEPD
obligó a retirar comentarios vertidos sobre un abogado a petición de este
(derecho de cancelación). En este caso, la plataforma alegó ser solamente
una mera prestadora de servicios técnicos y que, en ningún momento, era
responsable de los contenidos del foro. Por el contrario, la AEPD entendió
que el foro, como cualquier web en internet, es un fichero de datos, y la
titular de la web es el responsable del fichero conforme el art. 3.b) de la
LOPD. De esta forma, el titular de los datos personales actuó conforme a
derecho exigiendo la cancelación ante el titular del foro —en este supues-
to no existía consentimiento del abogado infringiendo por tanto el art.
4.1 LOPD—.
Respecto al fondo del asunto, la AEPD, confirma que los profesionales
como comerciantes individuales quedarán bajo el ámbito de aplicación

344 STS —Sala 1º— de 3 de abril de 2012 (rec. 172/2010).


345 STS —Sala 1º— de 19 de mayo de 2005 (rec. 1962/2001).
346 STS —Sala 1º— de 27 de enero de 1998 (rec. 471/1997).
347 STS —Sala 1º— de 3 de marzo de 2010 (rec. 2766/2001).
348 STS —Sala 1º— de 22 de enero de 1999 (rec. 1353/1994).
349 AEPD R/00598/2007.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

de la LOPD cuando no tuvieran organizada su actividad profesional en


forma de empresa. Por último, en el balance entre libertad de expresión y
protección de datos, en este caso, se entiende que “aunque la información
pueda ser veraz, no se refiere a asuntos públicos de interés general por lo
que, en este caso, resulta preferente el derecho fundamental a la protec-
ción de datos”350.
2) La divulgación mediante correo electrónico del censo electoral rea-
lizado por un sindicato antes de unas elecciones sindicales se entiende
que no es un hecho público de interés general, sino un hecho de interés
meramente laboral en el marco de unas elecciones sindicales. Por ello, no
puede considerarse una cuestión de interés general para la formación de
la opinión pública de los ciudadanos351.
3) Concretamente, la publicación en el blog de una empresa informa-
ción sobre el rendimiento laboral de uno de sus exempleados tampoco
se ha entendido de interés general. En este caso, la empresa identifica al
trabajador, establece las funciones que realizaba y posteriormente critica
su trabajo, alega que realiza labores para su propio beneficio, alude a una
baja por estrés laboral, que sufría depresión, y que fue despedido a los
cuatro meses de baja por incompetencia y mala fe abonándole indemni-
zación. Pues bien, ante la difusión de estos datos, la AEPD establece que,
además de no encontrarnos ante informaciones de relevancia pública, la
reputación ajena constituye un límite del derecho a expresarse libremen-
te (STC 297/2000). Sumado a ello, la AEPD entiende que esta conducta
entra dentro de una infracción del tipo agravado, del art. 44.3 g), que
sanciona la incorporación de datos de carácter personal “suficientes para
obtener un evaluación de la personalidad del individuo”. En este caso, se
perfila negativamente al individuo en el ámbito laboral.
En definitiva, la AEPD entiende que las expresiones y manifestacio-
nes vertidas en internet están amparadas, en principio, por la libertad de
expresión y, por ello, habrá que dilucidar qué derecho es preferente —
protección de datos o libertad de expresión— siendo el ratio decidendi la
existencia de interés público. En caso de existir interés público no habría

350 No obstante, se debe tener en cuenta que en este caso el abogado pudo ejercer el
derecho de cancelación puesto que el foro estaba tratando sus datos personales sin
su autorización y sin una habilitación legal. En el caso de la economía colaborativa,
bajo el paraguas de una relación jurídica triangular, el consentimiento podría haberse
recabado en el contrato, o no ser necesario, si se entiende presuntamente concedido
al contratar a través de la plataforma virtual de la que es propietaria la empresa de
economía colaborativa.
351 AEPD R/00767/2008.
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

obligación de cancelar ni suprimir las evaluaciones a pesar de no cumplir


con la normativa de protección de datos.
No obstante, en las evaluaciones de trabajadores y profesionales di-
fícilmente se podrá encontrar el interés general o público requerido por
la jurisprudencia y la AEPD para permitir la difusión de opiniones sobre
personas ajenas —incluyendo su conducta profesional o su rendimiento
laboral—, pero habrá que estar al caso concreto.
Por otra parte, aunque no exista un interés público suficiente para sos-
tener la prevalencia de la libertad de expresión en estos casos, la necesidad
de ponderar entre libertad de expresión y la protección de datos sí tendrá,
de acuerdo con la propia AEPD, efectos jurídicos importantes. Concre-
tamente, la AEPD en alguna ocasión ha entendido que aunque no exista
interés público, en las expresiones opiniones e informaciones vertidas en
internet no cabe exigir filtros, o consentimiento previo, pues ello supon-
dría censura. Además, si la difusión fuera ilegítima, por falta de interés
general, partiendo del ejercicio de la libertad de expresión o información,
no habría que sancionar o en caso de hacerlo habría que aminorar las
consecuencias de la sanción de forma muy sensible352. De esta forma, de
manera bastante razonable, a mi juicio, la AEPD pretende eliminar los
efectos perniciosos de una posible autocensura excesiva producida por el
temor a las sanciones pudiera provocar. Dejando solamente el derecho del
afectado a solicitar la cancelación de los datos y a exigir daños a través de
los tribunales (pero no sanciones administrativas).

2.3.3. La desconexión del usuario que ejerce el derecho de cancela-


ción
La segunda de las cuestiones planteadas pasa por analizar las posibili-
dades de reacción que tiene la plataforma web ante el ejercicio del derecho
de cancelación. Ya se ha visto que si los datos cumplen la normativa para
su tratamiento, el titular de la web no tendrá obligación de eliminarlos
puesto que en dichos casos no cabe el derecho de cancelación. No obstan-
te, lo que aquí se plantea es la posibilidad, por parte de la empresa titular
de la plataforma, de suprimir completamente el perfil de un trabajador
o profesional que ha ejercido el derecho de cancelación. Como se ha co-
mentado hasta ahora, un perfil que solamente tiene evaluaciones positi-
vas —mientras que las negativas son canceladas— no aporta información

352 AEPD R/01871/2008 y R/00386/2008. En este sentido, COTINO HUESO, L., “Dis-
posiciones generales”, en TRONCOSO REIGADA (Dir.) Comentarios a la ley orgáni-
ca de protección de datos de carácter personal, Civitas, 2010, p. 319.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

útil a los usuarios. De hecho, puede entenderse como un falseamiento de


la realidad. De esta forma, las empresas de economía colaborativa, con
objetivo de proteger a los usuarios, podrían optar por eliminar el acceso
a los servicios de intermediación ofrecidos por la plataforma de forma
terminante. Incluso las plataformas podrían establecer en su política de
funcionamiento que cualquiera que ejerza el derecho de cancelación será
desactivado de la plataforma con objeto de no falsear la realidad.
El análisis de la licitud de esta reacción parte de la idea asentada por
el Tribunal Constitucional de que el trabajador o profesional cuando so-
licita el derecho de cancelación está ejerciendo un derecho fundamental.
De esta forma, la eliminación del perfil —y la finalización de la relación
contractual entre la plataforma y el trabajador o profesional— no podrá
hacerse lícitamente si es como reacción al ejercicio lícito de un derecho
fundamental. Es más, téngase en cuenta que el derecho de cancelación
solo puede ejercerse si existe algún ilícito previo en el tratamiento de da-
tos, por ello, al usuario desconectado se le estaría “castigando” por reac-
cionar ante un ilícito cometido, en primer lugar, por la plataforma.
En este sentido, la eliminación del perfil completo como reacción al
ejercicio del derecho de cancelación —y también de rectificación— ten-
dría como consecuencia jurídica la posibilidad de reclamar los daños y
perjuicios que se les haya causado por dicha eliminación.
Ello no obsta a que la plataforma pueda informar a sus usuarios de
que cierta evaluación ha sido eliminada, sin publicar ninguna información
más. De hecho, el art. 16 de la LOPD obliga a los responsables del tra-
tamiento a comunicar la cancelación de los datos a los destinatarios que
a los que se haya comunicado previamente los datos353. De esta forma,
no solo es un derecho de la plataforma informar de la supresión de una
evaluación sino que es una obligación.

3. La portabilidad de la reputación online


Hasta ahora se ha analizado los derechos del afectado en caso de que
una evaluación vulnere los derechos de la protección de datos o sus de-
rechos al honor y a la intimidad. No obstante, no todas las evaluaciones
serán negativas, por el contrario, muchos trabajadores y profesionales se
pueden ver recompensados de tener una reputación online positiva. Los
profesionales o clientes con una reputación positiva tendrán mejores posi-

353 También el art. 19 del Reglamento General de protección de datos.


ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

bilidades de interactuar en el mercado o incluso podrán solicitar mejores


retribuciones por sus servicios gracias a una buena reputación.
Las ventajas que aportan estos sistemas reputaciones pueden hacer
que los sujetos quieran exportar esas evaluaciones positivas a otras plata-
formas. Actualmente, los sistemas de reputación online están vinculados
a una concreta plataforma web, por lo que al cambiar de plataforma web
la nueva no dispondrá de las evaluaciones de la anterior. Un trabajador en
Uber, con una buena reputación online, probablemente quiera podérsela
llevar si cambia de plataforma de intermediación incluso si cambia de
sector. Sin embargo, esto entrará en conflicto con el interés de la plata-
forma a conservar de forma monopolística esos datos. En efecto, si las
evaluaciones fueron cedidas originariamente por el empresario o cliente a
la plataforma, esta puede tener el derecho a no verse obligado a cederlas.
Sumado a los derechos de propiedad sobre los datos, la portabilidad
de la reputación online también afecta a la competencia en determinado
sector. Los trabajadores o clientes que tengan una reputación online po-
sitiva puede verse “capturados” por determinada plataforma web, dado
que buscar clientes o empresarios en otra implicaría empezar de cero a
elaborar una reputación. De esta forma, la regulación de los derechos
sobre la reputación online no es solamente un conflicto que concierne a
la plataforma y al usuario sino que también afecta a la competencia en el
mercado.
Por esta razón, la CNMV354 y la Comisión Europea355 se han manifes-
tado a favor de que las plataformas permitan la portabilidad de los datos,
incluyendo las evaluaciones, a solicitud del interesado. Incluso algunas
plataformas web como Airbnb permiten incrementar o consolidar su re-
putación enlazando su perfil con otras plataformas de mayor extensión,
como Facebook. Sin embargo, encontrar esta potestad en el derecho posi-
tivo no parece tan sencillo.
El recientemente aprobado Reglamento General para la protección
de datos, concede, en su art. 20, el derecho a la portabilidad de los datos.
Este derecho permite que el interesado reciba los datos que le incumban
y trasmitirlos a otro responsable de tratamiento. Incluso establece que el
interesado tendrá derecho a que los datos se trasmitan directamente de

354 CNMC, Conclusiones preliminares sobre los nuevos modelos de prestación de servi-
cios y la economía colaborativa, p. 46 y ss.
355 COMMUNICATION FROM THE COMMISSION, Online Platforms and the Digi-
tal Single Market Opportunities and Challenges for Europe, p. 14 https://ec.europa.
eu/digital-single-market/en/news/communication-online-platforms-and-digital-single-
market-opportunities-and-challenges-europe accedido el 29 de mayo de 2016.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

responsable a responsable cuando sea técnicamente posible. Sin embargo,


la normativa, sin que se comprenda muy bien ni se explique, limita el
derecho a la portabilidad a, solamente, aquellos datos que el interesado
haya facilitado. El considerando 68 del mismo texto legal de nuevo esta-
blece que el derecho a la portabilidad de datos se limita a “los interesados
que hubieran facilitado datos que les conciernan”. De esta manera, dado
que las evaluaciones están realizadas y cedidas por terceros, no parece
que el trabajador o profesional tenga derecho a exigir la portabilidad de
su reputación online a otra plataforma. De hecho, se puede argumentar
que el legislador europeo estableciendo que el derecho de portabilidad se
refiera solamente a los datos que el interesado hubiera facilitado, está, a
sensu contrario, excluyendo el derecho de portabilidad para los datos que
el interesado no hubiera aportado.
No obstante, a pesar de la literalidad del precepto hay argumentos
para la solución contraria. En primer lugar, el derecho a la libertad de
empresa (art. 38 CE) y el derecho a la libre elección de profesión (art. 35
CE) difícilmente serán compatibles con un sistema que impida la circula-
ción de la reputación online. En segundo lugar, para el concreto caso de
los trabajadores, el art. 76.5 de la Ley del contrato de trabajo de 1944
—vigente con rango reglamentario— establece la obligación del empre-
sario de entregar al trabajador a instancias de este un certificado acre-
ditativo del tiempo y la clase de trabajo prestado. De esta forma, en una
relación triangular como en la economía colaborativa se podría entender
que dicha información también es exigible a la empresa propietaria de la
plataforma web. Respecto al contenido del certificado la normativa, con
objetivo de proteger a los trabajadores establece que “únicamente hará
constar el tiempo servido en la empresa y la clase de trabajo prestado”,
sin embargo, a instancia del trabajador no parece que sea difícil ampliar
el contenido a las evaluaciones, y más si ya han sido publicadas en la
web. En tercer lugar, impedir la trasferencia de los datos puede conside-
rarse una práctica desleal (art. 4 LCD). Es decir, impedir la trasferencia
—cuando es solicitada por el afectado— de las evaluaciones que, a pesar
de estar en posesión de la plataforma web hacen referencia al interesado,
con objetivo de retenerle e impedir que trabaje para otra empresa, podría
considerarse contrario a las exigencias de la buena fe en el mercado.
En fin, el legislador europeo ha perdido una gran oportunidad de re-
gular este derecho y solucionar una incertidumbre jurídica importante,
de esta forma, serán los ordenamientos nacionales los que deberán suplir
este vacío o en su caso habrá que esperar a las decisiones judiciales sobre
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

el asunto que deberán responder a un delicado equilibrio entre derechos


de las partes.

4. Conclusiones
Los sistemas reputancionales han sido considerados un bien público
que ayuda a reducir el riesgo en las contrataciones mejorando la confianza
entre las partes e incrementando la eficiencia del mercado356. Histórica-
mente, los problemas de asimetría informativa han causado situaciones
ineficientes. De un lado, existen transacciones que se hubieran realizado
de existir mejor información. De otro lado, pueden realizarse transaccio-
nes que de tener mayor información no se hubiesen efectuado. De esta for-
ma, los sistemas reputacionales se han constituido como elemento esencial
de la economía colaborativa dada su capacidad de general mayor confian-
za entre las partes involucradas. Confianza que surge, habitualmente, sin
una que exista relación anterior. De manera, casi siempre de forma gratui-
ta estos sistemas reputacionales facilitan información a los usuarios sobre
las características de un servicio o producto reduciendo los problemas de
asimetría en la información.
De hecho, incluso se argumenta que los sistemas reputacionales son
capaces de hacer innecesaria la intervención legislativa de protección al
consumidor357. Desde esta perspectiva se ha argumentado que el legisla-
dor no necesita establecer requisitos de calidad en un servicio o producto
dado que el incremento de trasparencia conseguido por los sistemas re-
putacionales permite que el mercado, por si solo, cribe a los “buenos” de
los “malos”. Se entiende, en este sentido, por ejemplo, que no es necesario
que el legislador establezca regulación alguna para la calidad de la comida
en los restaurantes puesto que aquellos que no cumplan con los mínimos
exigidos por el mercado se quedarán sin clientes al estar la información
visible para todos.
Sin embargo, antes de desmantelar el sector público, se debe ser cons-
ciente de que los sistemas reputacionales presentan por sí mismos algunos
problemas. De un lado, en los sistemas que se permite la reciprocidad en
la evaluación, esto es, ambos usuarios pueden evaluarse mutuamente, los
estudios encuentran una alta correlación entre ambas puntuaciones. Esta

356 BOLTON G., GREINER B., OCKENFELS A., “Engineering Trust…”, op. cit., p. 260.
357 BOLTON G., GREINER B., OCKENFELS A., “Engineering Trust…”, op. cit., p. 260
y THIERER A., KOOPMAN C., HOBSON, A., KUIPER C., “How the internet…”,
op. cit., p. 5.
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

alta correlación responde a la existencia de acuerdos tácitos o explícitos


para intercambiarse puntuaciones elevadas sin aportar valor o trasparen-
cia al mercado358. También, en los sistemas reputacionales recíprocos, se
ha encontrado que muchas de las evaluaciones son positivas por miedo a
obtener una evaluación negativa en represalia359. De otro lado, la libertad
de evaluar o no provoca la existencia de un sesgo de autoselección, por
el cual las opiniones vertidas en el sistema estarán realizadas por un sub-
grupo determinado —el qué elige valorar— no siendo representativo de la
totalidad360. Y por descontado, los peligros de la propia subjetividad en
las evaluaciones y las posibilidades de caer en la arbitrariedad a la hora
de establecerlas por parte de los clientes y empleadores. A su vez, pueden
existir características esenciales para realizar correctamente la evaluación
de un producto o servicio que no sean observables desde la perspectiva del
usuario (ej. limpieza en la cocina de un restaurante) para lo que seguirá
siendo necesaria la intervención pública. Y, también, en los casos en los
que puedan existir efectos externos negativos que no afecten al usuario
—y que por tanto no se plasmen en las evaluaciones— pero que sí afecten
negativamente a terceros que no pueden realizar la evaluación (ej. elevado
ruido en apartamentos turísticos).
Sumado a ello, los sistemas reputancionales pueden poner en peligro
derechos de los trabajadores y profesionales. El miedo a que el ejercicio de
ciertos derechos por parte de los trabajadores sea de conocimiento públi-
co y, con ello, se reduzca las posibilidades de encontrar trabajo en el futu-
ro, puede fácilmente desincentivar el uso de ese derecho. De esta forma, es
necesario controlar el uso de esta nueva forma de general confianza en el
mercado puesto que los derechos de los ciudadanos pueden quedar rápi-
damente devaluados en pro de obtener las mejores evaluaciones posibles.
Con este objetivo habrá que poner en valor el derecho a la protección
de datos. El ejercicio de la autodeterminación informativa es el meca-
nismo que, actualmente y a falta de uno mejor, permite al trabajador o
profesional defenderse de evaluaciones injustas o ilegítimas que pongan
en peligro otros derechos fundamentales, como el derecho a trabajar, el
derecho a no ser discriminado, la libertad sindical, entre otros.
En un estado social y democrático de derecho es necesario poder se-
parar la vida privada de la vida laboral o profesional teniendo derecho
los ciudadanos a que una no influya en la otra. Un derecho que queda en

358 BOLTON G., GREINER B., OCKENFELS A., “Engineering Trust…”, op. cit., p. 256
y ss.
359 SLEE T., “Some obvious things about internet reputation systems”, op. cit., pp. 6 y 7.
360 KRAMER M., “Self-selection bias in reputation Systems”, op. cit., pp. 256 y ss.
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riesgo si cualquier aspecto de la vida puede ser utilizado —y publicado—


con objeto de que los ciudadanos sean evaluados. De la misma forma,
debe garantizarse que los individuos puedan exigir sus derechos sin temor
a que esa información sea utilizada negativamente a la hora de ejercer una
profesión o encontrar un trabajo.
CONCLUSIONES: EL FUTURO DEL TRABAJO.
OPORTUNIDADES Y AMENAZAS DE LA
PRESTACIÓN DE SERVICIOS A TRAVÉS DE
PLATAFORMAS VIRTUALES
A lo largo de este trabajo se ha descrito un nuevo modelo económico:
un nuevo capitalismo. Una forma diferente de producir bienes y servicios
para el mercado donde la empresa deja de ser el centro del modelo para
pasar a serlo los particulares —del capitalismo empresarial al capitalismo
de los trabajadores autónomos—. En este modelo, los que proveen bienes
y servicios para el mercado no son las empresas, sino directamente las
personas físicas —de particular a particular—. Se dice que las pocas em-
presas que subsistirán —en esta trasformación de modelo económico (en
el sector terciario)— serán las empresas dueñas de las plataformas virtua-
les —y de la marca— donde se pone en contacto la oferta y la demanda.
Se describe un nuevo paradigma económico donde las personas físicas se
verán empoderadas en su trabajo; capaces de elegir su jornada de traba-
jo, sus horarios, su forma de realizar el trabajo, capaces de labrarse una
reputación (online) mediante su esfuerzo que les permita asegurarse tener
clientes suficientes, un mercado trasparente donde cualquiera que provea
un servicio valorado por el mercado puede convertirse en empresario de
forma sencilla.
Efectivamente, las plataformas virtuales de la economía colaborativa,
además de crear un espacio virtual donde la oferta y la demanda se cru-
zan, también funcionan de facilitadoras del “emprendedurismo”. Estas
empresas ofrecen al particular todos los medios de producción más costo-
sa para que pueda poner en el mercado su bien o servicios. La plataforma
virtual cede su marca (sus clientes y usuarios), su infraestructura, inclu-
yendo los métodos de pago y las tecnologías de búsqueda y posiciona-
miento en internet, e incluso en algunos casos, la plataforma pone a dispo-
sición del “emprendedor” los medios de envío y logística necesarios para
el intercambio. A su vez, mediante los sistemas de reputación online la
plataforma virtual proveerá a los clientes de toda la información necesaria
para realizar el negocio jurídico. Incluso la plataforma se encargará de dar
formación al “emprendedor” para mejorar la prestación de los servicios.
De esta forma, el trabajador solamente deberá encargarse de realizar su
trabajo, teniendo la tranquilidad de que la plataforma virtual se encargará
de todo lo demás. En definitiva, las plataformas virtuales están haciendo
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

innecesarias las empresas como centro de aprovisionamiento de bienes y


servicios, por el contrario, las personas físicas pueden directamente reali-
zar el trabajo externalizando todo lo demás.
En este sentido se prevé que poco a poco los modelos tradicionales
de negocios irán desapareciendo derivado de la irrupción de las nuevas
empresas basadas en plataformas virtuales. Por ejemplo, en un futuro
próximo será difícil encontrar academias de repaso o idiomas en nuestro
barrio. Normalmente el dueño de las academias ofrecía sus cursos para lo
que contrataba laboralmente a profesores que impartieran las clases. Sin
embargo, plataformas virtuales como Sharing academy ofrecen poner en
contacto directamente al profesor particular con el alumno. Estos profe-
sores particulares no son contratados laboralmente por Sharing academy,
sino que son autónomos pudiendo proveer los servicios de forma mucho
más barata. Este ahorro en costes —que permiten disminuir los precios—
y las economías de escala que obtiene una plataforma virtual al actuar a
gran escala, asegurará su penetración en el mercado.
En definitiva, estas plataformas virtuales, crean una infraestructura
invisible que conecta oferta y demanda, facilitando la interacción de los
prestadores personales de servicios y aquellos que necesitan de uno. Sin
embargo, estas plataformas no consiguen su éxito de la nada, sino que
su triunfo pasa por aprovechar una legislación menos protectora de los
autónomos y una libertad de fijación de precios —subasta a la baja— que
no existe cuando se está en el campo de protección laboral —SMI—. En
efecto, una empresa tradicional no va a poder competir con una empresa
que provee todos sus servicios mediante autónomos, dado que la legisla-
ción impone un salario mínimo para los primeros, pero no existe retribu-
ción mínima alguna para los autónomos. De esta forma, en una economía
de mercado, si no hay intervención estatal, los modelos tradicionales de
negocio están abocados a su desaparición.
La tecnología, en los próximos años, va a modificar completamente
la forma en que muchos tipos de empresas interactúan en el mercado
haciendo al trabajador subordinado innecesario. En ciertos sectores —
principalmente de servicios— las empresas no van a necesitar dirigir y su-
pervisar el trabajo realizado. Por el contrario, las empresas, a través de la
tecnología, van a confiar en las evaluaciones realizadas por sus clientes de
los resultados del trabajo. Con esas mismas evaluaciones se seleccionarán
a los futuros trabajadores (control ex ante y control ex post). Ni siquiera
las empresas tendrán razones para formar a sus trabajadores pues estos,
si desean trabajar, tendrán que estar formados y listos para el trabajo. El
trabajo moderno, a través de redes virtuales, se configura con una menor
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

subordinación y una mayor libertad para el trabajador a la hora de reali-


zar su trabajo. Lo que puede conllevar a que no encaje con la definición de
contrato de trabajo existente. De ahí que en este trabajo se sostenga que el
fin del trabajador subordinado está a la vuelta de la esquina.
Puesto que esos trabajadores del S. XIX, que se querían proteger en
aquél momento, tenían unas características distintivas concretas, el sis-
tema de protección de los trabajadores se construyó en base a ello. En el
caso español sólo es necesario observar el art. 1 del ET que define al tra-
bajador como aquella persona “que voluntariamente presten sus servicios
retribuidos por cuenta ajena y dentro del ámbito de organización y direc-
ción de otra persona, física o jurídica, denominada empleador”. No obs-
tante, esto no quiere decir que los “nuevos trabajadores”, que tiene carac-
terísticas diferentes dada la evolución del modelo productivo, no sufran
los mismos riesgos ni sean merecedores de similar protección por parte del
legislador. A su vez, en este estudio se analiza cómo esa desprotección no
es únicamente perjudicial para la persona que vive de su trabajo, sino que
es una amenaza para el sistema económico en su conjunto. Por ejemplo, el
salario mínimo no tiene por objetivo únicamente asegurar una retribución
digna, sino que además tiene por objetivo asegurar una redistribución de
la renta mediante el trabajo que pueda mantener la demanda interna. Por
lo que una economía basada en autónomos provocaría un hundimiento
general de la economía de un país
En este contexto, en este estudio, tras analizar las diferentes posibili-
dades de solución, de lege ferenda, se propone añadir en el art. 1.1 del ET
una cláusula de escape en la normativización del contrato de trabajo por
la cual se adicione la posibilidad de que otras prestaciones personales de
trabajo entren dentro del concepto de trabajador —y protegidos por el
Derecho del trabajo— en aquellos casos en los que exista una desigualdad
negocial en detrimento de prestador personal de trabajo —con indepen-
dencia de que encaje o no en el concepto legal de contrato de trabajo—.
El objetivo, en definitiva, sería incluir en la protección del contrato
de trabajo a aquellos prestadores personales de servicios que, con inde-
pendencia de la forma de prestar servicios, tienen su autonomía de la
voluntad mermada debido a su débil posición negocial. De esta forma, to-
dos aquellos prestadores personales de servicios que se encontraran ante
contratos de adhesión —imposibilidad de negociar realmente condiciones
de contratación en la prestación personal de servicios— resultarían prote-
gidos por la normativa laboral.
Por otra parte, las plataformas virtuales reclaman ser simples bases de
datos donde conectar un prestador individual de servicios directamente
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

con el cliente. Estas empresas argumentan que no existe control alguno


sobre los prestadores de servicios y, por ello, no los califican de trabajado-
res sino de autónomos. Sin embargo, aunque indudablemente sea cierto
que existe una mayor flexibilidad en la forma de ejecución del trabajo y
un incremento de la libertad en la elección del horario y la jornada de
trabajo, la doctrina mayoritaria sigue considerando que la posición del
prestador de servicios en estas nuevas empresas es de trabajador subordi-
nado —ello es, conforme a la definición legal de trabajador—.
Dos son las razones de mayor peso para alcanzar esta conclusión; 1) la
primera es que la vigilancia y control del empresario sigue existiendo sólo
que se delega en los clientes. En efecto, con los sistemas de reputación on-
line, que permiten al cliente evaluar el servicio prestado por el trabajador,
las plataformas virtuales controlan el trabajo —y tomas decisiones disci-
plinarias—. La segunda es la prestación de servicios bajo marca ajena. En
este sentido, todos los que prestan servicios a través de plataformas vir-
tuales lo hacen bajo el paraguas de la marca de la plataforma virtual y en
la mayoría de casos recibiendo instrucciones —directas o indirectas— por
parte de la empresa dueña de la plataforma con el objetivo de uniformizar
el servicio prestado bajo su marca.
En cualquier caso, sin pretender generalizar, en este trabajo, se elabora
una lista de indicios aplicados expresamente a la prestación de servicios
a través de plataformas virtuales, que ayudará a deslumbrar cuando la
plataforma interviene en el mercado como empresario de los trabajadores
y cuando se limita a poner en contacto oferta y demanda.
Dicho lo anterior y entrando en la política del derecho, en este trabajo,
no se considera oportuna la aplicación en bloque de toda la normativa
laboral para este nuevo tipo de trabajador. El trabajador que presta servi-
cios en una plataforma virtual sufre unos riesgos diferentes al trabajador
común y requiere una protección a medida. Por ello, se propone la crea-
ción de una relación laboral especial que contenga las particularidades
observadas, modificando aquellos preceptos que son incompatibles con
el nuevo modelo de relaciones laborales y adaptándolo a las especiali-
dades de la nueva industria. En este trabajo se vislumbra las principales
reglamentaciones que debiera contener un hipotético Real Decreto que
regulara la relación laboral especial de prestación personal de servicios a
través de plataformas virtuales.
Por otra parte, el nuevo modelo productivo no se basa sólo en proveer
de servicios al mercado sino también en facilitar que los particulares al-
quilen sus bienes infrautilizados a otros consumidores o vendan produc-
tos a través de estas plataformas virtuales. Estos particulares —utilizando
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

la infraestructura de la plataforma virtual— podrán de forma muy sen-


cilla y barata realizar unas pocas operaciones en el mercado. Unas pocas
operaciones, para cada uno de los intervinientes, que en suma se convierte
en un verdadero mercado. Los hoteles son los primeros que se han visto
afectados por este nuevo modelo donde a través de plataforma virtual
cualquier ciudadano puede fácilmente ofrecer en arrendamiento una ha-
bitación de su casa para unos días. Las dudas jurídicas aparecen respecto
a cuándo un particular, que ofrece servicios al mercado, pasa a ser un
profesional. Aunque los “gurús” de la economía hablen de un capitalismo
entre particulares, la realidad es que desde el momento en que los sujetos
intervienen en el mercado ofreciendo sus bienes y servicios sobre ellos
pueden recaer las obligaciones legales de los comerciantes. En concreto,
la obligación de cotizar a la Seguridad social en el régimen de autónomos
(como si de un profesional se tratase) puede fácilmente desincentivar que
los particulares pongan en el mercado sus bienes infrautilizados o presten
pequeños servicios en su tiempo libre convirtiéndose en una verdadera
barrera de entrada.
Esta cuestión es analizada en este trabajo llegando a la conclusión
de que, vista la regulación actual y la jurisprudencia, hay altas probabi-
lidades de considerar a los particulares que ofrecen alquilar sus bienes a
través de plataformas virtuales, sujetos obligados a cotizar en el régimen
de autónomos. Los Tribunales entienden que la simple gestión —conta-
bilidad y administración— de una actividad económica es suficiente para
considerar que se realiza un trabajo personal y directo incluyendo aquí las
actividades de gestión de bienes en alquiler. De la misma forma, la habi-
tualidad necesaria para estar incluido en el RETA es cada vez menor. Se ha
pasado de requerir que la actividad por cuenta propia fuera la principal
actividad o medio de vida del trabajador para exigir la cotización, a enten-
der que hay obligación de encuadramiento, con mayor facilidad, cuando
existen otras actividades realizadas por el trabajador a tiempo completo
—llegando a entender que una publicación a la semana en un periódico
es una actividad económica habitual—. De esta manera, la “habitualidad”
podría vislumbrarse incluso en actividades realizadas pocas horas a la
semana y no todas las semanas al mes.
No obstante, una vez más se aboga por un cambio legislativo que
adapte el régimen legal al nuevo modelo productivo. Se pretende, con las
propuestas realizadas, evitar que una regulación pensada para un modelo
productivo diferente impida la creación de un mercado entre particulares
donde los actores no son profesionales ni pretenden serlo. En las platafor-
mas virtuales, la parte que realiza la actividad económica, en la mayoría
ADRIÁN TODOLÍ SIGNES

de los casos, no lo ve como un negocio propiamente dicho, sino como una


forma de complementar otras rentas. Un nuevo sujeto arquetípico que en
el pasado difícilmente podría existir, dado que los costes de transacción
hacían necesario que uno se dedicara plenamente a un negocio puesto que
no era posible realizar pocas transacciones de forma competitiva. Hoy en
día, gracias a la tecnología, es perfectamente posible realizar pequeños ne-
gocios en el mercado sin dedicarse profesionalmente a ello y sin pretender
serlo. Y la regulación debería contemplar dicha posibilidad.
Una de las mayores ventajas que trae este nuevo modelo económico es
la existencia de la llamada reputación online. Estos sistemas permiten (de
forma rápida y barata) conocer de antemano los resultados de una tran-
sacción económica, permitiendo realizar negocios de forma satisfactoria
con desconocidos. El mecanismo es tan sencillo como permitir que empre-
sas y clientes evalúen a trabajadores y profesionales en sus intercambios o
negocios, publicando esas evaluaciones en la plataforma virtual a dispo-
sición de otras empresas y clientes. Ello permite a los empresarios y clien-
tes tomar decisiones mejor informadas sobre contrataciones —ej., sobre
rendimiento laboral del trabajador, puntualidad, profesionalidad, etc.,—
Sin embargo, la querida trasparencia en el mercado implica someter a
trabajadores y profesionales a un escrutinio constante en su trabajo. Una
observación de su trabajo que puede llevar a niveles orwellianos (desde la
perspectiva del cliente el trabajo es observable de forma constante) y que
en el peor de los casos la evaluación puede no responder a lo observado
sino a prejuicios, discriminaciones o arbitrariedades. En efecto, toda eva-
luación es fruto de una experiencia particular de cada individuo que pue-
de no responder a la realidad. A su vez, los sistemas reputacionales pueden
poner en peligro derechos de los trabajadores y profesionales. El miedo
a que el ejercicio de ciertos derechos por parte de los trabajadores sea de
conocimiento público y, con ello, se reduzca las posibilidades de encontrar
trabajo en el futuro, puede fácilmente desincentivar el uso de ese derecho.
En definitiva en este trabajo, a pesar de ser consciente de las ventajas
para el mercado que aportan los sistemas reputacionales, se concluye que
es necesario controlar el uso de esta nueva forma de generar confianza
en el mercado puesto que los derechos de los ciudadanos pueden que-
dar rápidamente devaluados en pro de obtener las mejores evaluaciones
posibles. Con este objetivo habrá que poner en valor el derecho a la pro-
tección de datos. El ejercicio de la autodeterminación informativa es el
mecanismo que, actualmente y a falta de uno mejor, permite al trabajador
o profesional defenderse de evaluaciones injustas o ilegítimas que pongan
EL TRABAJO EN LA ERA DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA

en peligro otros derechos fundamentales, como el derecho a trabajar, el


derecho a no ser discriminado, la libertad sindical, entre otros.
En un estado social y democrático de Derecho es necesario poder se-
parar la vida privada de la vida laboral o profesional teniendo derecho
los ciudadanos a que una no influya en la otra. Un derecho que queda en
riesgo si cualquier aspecto de la vida puede ser utilizado —y publicado—
con objeto de que los ciudadanos sean evaluados. De la misma forma,
debe garantizarse que los individuos puedan exigir sus derechos sin temor
a que esa información sea utilizada negativamente a la hora de ejercer una
profesión o encontrar un trabajo.
Sumado a las cuestiones vistas en este trabajo, se quieren dejar apunta-
das algunas otras que en un futuro próximo se convertirán en verdaderos
retos de la regulación del mercado de trabajo.
Un claro ejemplo es el sindicalismo y la negociación colectiva en el
mundo virtual. Conocer las unidades de negociación es muy complejo en
un mercado virtual donde es difícil computar cuanta gente está realmente
activa. Además, pueden trabajar a la vez para diferentes plataformas vir-
tuales. De hecho, en un negocio donde los trabajadores no se conocen en-
tre sí, ni tienen trato directo entre ellos, es muy complejo crear relaciones
de confianza suficientes para elegir representantes al modo tradicional. De
esta forma, la regulación de la representatividad y de la negociación co-
lectiva plantea un reto importante. De hecho, un curioso efecto está ocu-
rriendo en EEUU. No hace mucho un grupo muy numeroso de trabaja-
dores —clasificados como autónomos— demandó a la plataforma virtual
entendiendo que eran realmente trabajadores y, por ello, tenían derecho
a la aplicación del salario mínimo y a compensación de gastos sufridos.
Todos estos trabajadores se juntaron para realizar una demanda conjunta,
para posteriormente llegar a un acuerdo en sede judicial —también de
forma conjunta—. La solución no deja de ser, al menos curiosa. Concreta-
mente, los trabajadores aceptaron retirar la demanda y seguir considerán-
dose trabajadores autónomos a cambio de mejores condiciones laborales
—salarios, compensación de ciertos gastos, etc…—. De esta forma, a la
postre se contempló una negociación colectiva donde los trabajadores se
juntaron para exigir mejores condiciones laborales. Lo irónico es que fue
necesaria la intervención de los juzgados para llegar a dicho acuerdo al no
estar reconocida la negociación colectiva para los autónomos. En efecto,
el ordenamiento civil no está pensado para los conflictos colectivos, como
si lo está el ordenamiento laboral.
La regulación de las ETTs y de las agencias de colocación es otro de
los retos a los que se enfrenta el ordenamiento laboral derivado de la
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aparición de este nuevo modelo económico. Como ya comentaba hace


algún tiempo en mi blog (adriantodoli.com), las empresas de trabajo tem-
poral tienen por objetivo suministrar mano de obra preparada y formada
a las empresas que lo necesiten para trabajos temporales. Las diferencias
entre una ETT y una agencia de colocación, además de la supuesta tem-
poralidad de la colocación, se basa en que la ETT provee trabajadores
contratados por la propia ETT que ya están formados para el concreto
trabajo para el que se les requiere. De esta forma, la empresa receptora de
los trabajadores no requiere formar a los trabajadores ni prepararlos para
el trabajo. Además, las ETTs también mantienen el poder disciplinario de
los trabajadores, esto es, las ETTs se aseguran de que si un trabajador no
cumple, será despedido por ella y no será enviado de nuevo a las empresas
que contraten con esa ETTs. O sea que básicamente las ETTs ofrecen un
control de calidad de los trabajadores temporales para que no lo tengan
que hacer las empresas. Un control de calidad que se basa en tres actua-
ciones que realizan las ETTs: La selección de trabajadores —control de
entrada— la formación de los trabajadores —control de resultados— y el
poder disciplinario —control de salida—.
Sin embargo, las plataformas virtuales, a través de sus sistemas reputa-
cionales, consiguen realizar esas tres funciones que se acaban de describir
de forma muy barata. Es decir, un conductor de Uber que tenga una pun-
tuación de 5 estrellas, asegura al cliente que ese conductor es de “calidad”
(control de entrada), a la vez, los conductores que tengan bajas puntua-
ciones serán “desactivados” por la plataforma impidiendo que se realicen
negocios con ellos a través de esa plataforma (control de salida). Por últi-
mo, si los conductores desean obtener buenas puntuaciones tendrán que
estar formados y preparados para el trabajo, por lo que Uber no necesita
formarlos porque el sistema crea los incentivos suficientes (transparencia
del mercado y amenaza de despido) para que los trabajadores tengan que
formarse por ellos mismos si quieren trabajar.
Pues bien, extrapolando esto a cualquier servicio, las funciones clási-
cas de una ETT parece que en un futuro serán realizadas por los sistemas
reputacionales sin necesidad de que exista una interposición de la ETT
entre el trabajador y la empresa.
De hecho, ya existen plataformas virtuales en España, que ofrecen
poner en contacto a empresas con empleados para trabajos temporales en
el sector servicios, donde se permite que la empresa evalúe al trabajador
tras la realización de los servicios. Esa evaluación es pública para todo el
resto de empresas que estén en la aplicación. De esta forma, las empresas
sabrán, antes de la contratación, de la calidad de este trabajador para rea-
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lizar determinado servicios. Imaginemos un restaurante que necesita un


camarero extra para un día concreto —porque otro ha caído enfermo—,
esta empresa podrá ir a la aplicación y “encargar” un trabajador, que
por los sistemas de geolocalización se encuentre cerca del restaurante, y
esté disponible, además, el restaurante sabrá de la calidad de ese trabaja-
dor gracias a las puntuaciones y comentarios recibidas por los anteriores
restaurantes donde haya trabajado. Como si estuviéramos hablando de
recomendar un libro en Amazon o una película en Filmaffinity.
Dado que en este nuevo modelo de negocio no existe interposición en
el mercado de trabajo —la plataforma no contrata para ceder al trabaja-
dor— estas nuevas plataformas no estarán sometidas a la regulación de
las ETTs. De hecho, las plataformas podrían ni siquiera estar sometidas
a la regulación de las agencias de colocación si no realizan funciones de
“valoración de los perfiles, aptitudes, conocimientos y cualificación pro-
fesionales de las personas trabajadoras que requieran sus servicios para la
búsqueda de empleo y los requerimientos y características de los puestos
de trabajo ofertados” (art. 2 Real Decreto 1796/2010, de 30 de diciembre,
por el que se regulan las agencias de colocación). Es decir, dado que la nor-
mativa de las agencias de colocación está pensando en un tipo concreto de
agencia de colocación —al modo tradicional— definido en su ámbito de
aplicación, no queda claro si las nuevas plataformas se verán sometidas a
sus preceptos o no.
Lo que es seguro es que, una vez más, la intermediación a través de
empresas de economía colaborativa están llamadas a sustituir a las tra-
dicionales ETTs y agencias de colocación, sobre todo, si se les permite
actuar en el mercado sin regulación limitativa alguna —a diferencia de
las ETTs y agencias de colocación tradicionales que sí tienen regulaciones
limitativas en su actuación—.
En fin, como se ha mantenido a lo largo de este trabajo, la econo-
mía colaborativa, la “on demand economy” y todas las nuevas formas
de intervenir en el mercado a través de plataformas virtuales, presentan
grandes ventajas para la sociedad. La posibilidad de crear un mercado
entre particulares antes inexistente sin duda aumentará la competencia en
el mercado; la posibilidad para los empresarios de ofrecer sus productos
y servicios a una comunidad mucho mayor; la posibilidad de conectar
oferta y demanda de trabajo de forma rápida y barata; el aumento de la
trasparencia en el mercado gracias a los sistemas de evaluación online, etc.
Todo lleva a una mejora de la eficiencia.
Sin embargo, igual que en el pasado hizo la introducción de la cadena
de producción fordista, que junto con las ventajas para la eficiencia trajo
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amenazas para la economía y para los ciudadanos, el nuevo capitalismo


basado en plataformas virtuales también los trae.
Así pues, lo que no parece que tenga mucho sentido es dejar que la
historia de desregulación del mercado de trabajo y conflicto social del S.
XIX se repita en el S. XXI. No parecería coherente —dentro de un Estado
Social, democrático y de Derecho— exigir que los derechos laborales ob-
tenidos durante los últimos siglos se tengan que volver a “ganar” simple-
mente porque el modelo económico y productivo ha cambiado.
No se debería aceptar que la nueva economía se basase en un para-
digma de explotación y degradación de la dignidad humana en el trabajo
como lo fue el modelo del S. XIX. Sin duda, debe permitirse que la tecno-
logía mejore las formas de organización y la productividad empresarial.
No obstante, la legislación no debería permitir que las ventajas competi-
tivas de los modelos de negocio del S. XXI provengan de explotar vacíos
legales para no tener que aplicar las protecciones a los trabajadores obte-
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otros títulos de esta colección

179. Los aspectos laborales de la ley de igualdad 195. La reforma laboral en la Ley 35/2010
Ignacio Albiol Montesinos Carlos L. Alfonso Mellado
Carlos L. Alfonso Mellado Ángel Blasco Pellicer
José Blasco Lahoz Luis M. Camps Ruiz
Luis M. Camps Ruiz José Mª Goerlich Peset
Mª Amparo García Rubio 196. La nueva regulación del proceso laboral
Guillermo Rodríguez Pastor Carlos L. Alfonso Mellado
180. Tratamiento convencional de la política de Beatriz Lleó Casanova
empleo Guillermo E. Rodríguez Pastor
Natalia Tomás Jiménez 197. Los instrumentos económicos de fomento
181. Las zonas de frontera del campo de aplica- del empleo
ción de la seguridad social Daniel Pérez del Prado
Iván Antonio Rodríguez Cardo 198. La participación financiera de los trabaja-
182. Nueva pensión de viudedad y orfandad en dores en la empresa
el RGSS Patricia Nieto Rojas
María Antonia Pérez Alonso 199. Pensiones de viudedad y orfandad
183. Nuevas prestaciones de incapacidad tempo- Juan José Fernández Domínguez
ral, incapacidad permanente y jubilación en María de los Reyes Martínez Barroso
el RGSS 200. El “empleo sumergido”
María Antonia Pérez Alonso Antonio V. Sempere Navarro
Guillermo Emilio Rodríguez Pastor Rodrigo Martín Jiménez
184. El acoso moral en el trabajo 201. Los desplazamientos transnacionales de
Vicente-Antonio Martínez Abascal trabajadores en el derecho español
185. Huelga en servicios esenciales Javier Gárate Castro
Erik Monreal Bringsvaerd 202. El trabajo autónomo económicamente
186. Reestructuraciones socialmente responsa- dependiente
bles Eduardo Martín Puebla
Àngels López Caballero 203. La reforma de la jubilación
187. La protección de la lactancia en el ordena- Juan López Gandía
miento laboral español Daniel Toscani Giménez
Elena García Testal 204. El despido colectivo y sus elementos con-
188. Protección por desempleo figuradores tras las recientes reformas
Raquel Poquet Catalá José Luis Monereo Pérez
189. Las medidas de acción positiva 205. Legitimación negocial en el banco empre-
Gemma Fabregat Monfort sarial del convenio colectivo sectorial
190. La víctima de violencia de género y su David Lantarón Barquin
modelo de protección social 206. La acumulación en la jurisdicción social
José Luis Monereo Pérez Irene Bajo García
Luis Ángel Triguero Martínez 207. La reforma laboral en el Real Decreto-Ley
191. La reforma laboral en el Real Decreto-Ley 3/2012
10/2010 Ángel Blasco Pellicer
Carlos L. Alfonso Mellado Luis M. Camps Ruiz
Ángel Blasco Pellicer José María Goerlich Peset
Luis M. Camps Ruiz Remedios Roqueta Buj
José Mª. Goerlich Peset Tomás Sala Franco
192. Flexibilidad de la jornada laboral 208. La reestructuración de las plantillas labo-
Beatriz Rodríguez Sanz de Galdeano rales en las administraciones públicas (2ª
193. La limitación de los salarios de tramitación edición)
ex art. 56.2 del Estatuto de los Trabajadores Remedios Roqueta Buj
Amparo Esteve Segarra 209. Tiempo de trabajo y permisos del trabajador
194. Igualdad y no discriminación de las personas por motivos personales y sindicales
con discapacidad en el mercado de trabajo Carolina Blasco
Vanessa Cordero Gordillo
210. La protección por cese de actividad en el ré- 224. Trabajo a tiempo parcial y seguridad social
gimen especial de trabajadores autónomos Susana Barcelón Cobedo
José Francisco Blasco Lahoz 225. La relación laboral especial del servicio del
211. La aplicación de las previsiones sobre hogar familiar
transmisión de empresas en el ámbito de Vanessa Cordero Gordillo
las contratas 226. El periodo de prueba en el contrato de
Luis Enrique Nores Torres trabajo
212. La compatibilidad del trabajo con la protec- Óscar Fernández Márquez
ción por desempleo 227. Las últimas reformas en materia de pres-
DanielPérez del Prado taciones contributivas del sistema de
213. Las modalidades de contratación en la seguridad social
reforma laboral de 2012 José Ignacio Tejerina Alonso
Eva López Terrada 228. La relación laboral especial de los estiba-
214. La flexibilidad interna tras la reforma laboral dores portuarios
Remedios Roqueta Buj Inmaculada Ballester Pastor
215. Las diligencias finales en el proceso laboral 229. Derechos de las trabajadoras víctimas de la
Francisco Andrés Valle Muñoz violencia de género
216. La competencia del juez del concurso en Elena García Testal
material laboral: una revisión crítica a la 230. El arbitraje obligatorio en materia de
luz de las últimas reformas laborales y inaplicación de convenios colectivos
concursales Juan Bautista Vivero Serrano
Juan Antonio Altés Tárrega 231. La compatibilidad del trabajo con protección
217. Alternativas a la subasta judicial en el proce- por desempleo
so de ejecución dineraria en la jurisdicción Daniel Pérez del Prado
social 232. El nuevo régimen jurídico de la prestación
Antonio Valenciano Sal por cese de actividad
218. Régimen de la negociación colectiva e Eduardo E. Taléns Visconti
inaplicación del convenio colectivo en la 233. Conciliación y seguridad social
reforma de 2012 Carmen Grau Pineda
José María Goerlich Peset Sarai Rodríguez González
219. La extinción del contrato de trabajo en la 234. Los derechos de participación de los traba-
reforma laboral de 2012 jadores en el nuevo escenario del derecho
Ángel Blasco Pellicer del trabajo en españa
220. La coordinación de las actividades preven- Federico Navarro Nieto
tivas en el sector de la construcción 235. Acuerdos marco internacionales
Mª Carmen Salcedo Beltrán Manuel Correa Carrasco
221. Los procedimientos de despido colectivo, 236. Cuestiones actuales de la negociación
suspensión de contratos y reducción de colectiva en España
jornada Jordi García Viña
Jesús R. Mercader Uguina 237. La conciliación de la vida laboral y familiar
Ana de la Puebla Pinilla en las administraciones públicas
222. Detectives y vigilantes privados en el Remedios Roqueta Buj
ámbito laboral 238. Cláusulas de cesión de derechos de propie-
Juan Miguel Díaz Rodríguez dad intelectual en los convenios colectivos
223. La impugnación del despido colectivo laborales
Fernando Ballester Laguna Sergio Yagüe Blanco

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