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Sus principales opositores argumentan que este esquema se está dando en un solo
sentido, desde el primer mundo hacia el tercer mundo, pero no viceversa. Los
países poderosos quieren una apertura de mercados para sus productos en el
tercer mundo pero, a la vez, aplican medidas proteccionistas para las materias
primas del tercer mundo en sus mercados. No es equitativo el intercambio y solo
agranda más la brecha entre uno y otros: el 75 por ciento del comercio mundial
está concentrado en solamente ocho países, dato que confirmará las observaciones
de los antiglobalistas.
Esto atenta contra rasgos individuales de algunas culturas con desarrollo político,
económico y cultural diametralmente opuestos a occidente. Este choque entre
individualismos y globalización cultural genera lo que magistralmente Huntington
llamó "el choque de las civilizaciones".
Es una arrogancia política y cultural pretender que las demás culturas, la mayoría
con más historia que la Occidental, deban convivir con sistemas políticos y
económicos alejados de su idiosincrasia y tradición porque occidente (EE. UU.)
Cree, unilateralmente, que es lo mejor para ellos.
El problema radica en que el mundo tras la Guerra Fría se uniformó, por lo menos
en occidente, frente a ciertos principios que parecen inamovibles, como la
democracia, los derechos humanos y la economía de mercado. Pero qué
porcentaje de la población podría ser considerada de Occidente. Si consideramos
las culturas milenarias de la India y China, ambas con más de 2.500 millones de
habitantes, y a eso anexamos el mundo musulmán, nos daremos cuenta de que
Occidente pretende globalizar culturalmente siendo minoría.
¿Por qué ellos estarían equivocados? ¿Quién nos dio a nosotros el monopolio de la
verdad? ¿Acaso Occidente es el promotor de todo el desarrollo moderno? ¿Es que
el cálculo y la trigonometría, instrumentos fundamentales de la ingeniería
moderna, no fueron obra de la civilización árabe?
Es obvio, entonces, que no se puede uniformar culturalmente ni pretender pensar
que la globalización, si bien positiva en algunos aspectos, debe neutralizar otras
culturas.