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1992: ¿(TODAVÍA) UN KILOGRAMO PATRÓN?

Tiempo, longitud y masa son tres de las magnitudes básicas en Física, a partir
de las cuales se definen y miden todas las otras. El metro y el segundo están
hoy inequívocamente definidos a partir de leyes físicas, basadas en la
Relatividad restringida y en la Mecánica Cuántica. Cualquier laboratorio bien
equipado puede calibrar sus instrumentos de medida por los patrones
internacionalmente establecidos, de longitud y de tiempo, sin tenerles que
desplazar a una institución donde los prototipos de ese patrón estuviesen
guardados.

¿Y la masa? Pues bien, el kilogramo continua definiéndose como la masa de


un pequeño cilindro en platino e iridio, guardado dentro de dos plataformas de
vidrio en el Departamento Internacional de Pesos y Medidas, en Sevres, cerca
de París (Fig. 1.15). Existen otras copias dispersas por el mundo, que, de vez
en cuando, es necesario calibrar con el prototipo de Sevres. Por ejemplo, en
1984 el prototipo americano viajó a París en una caja especial, llevado por dos
personas no fuese que una sola lo dejase caer.

El Ideal sería establecer el patrón de masa a partir de leyes físicas. Pero


ninguna ley física establece que la masa sea una magnitud inalterable.
Podemos entonces, al menos, usar como referencia la masa de una átomo
estable y abundante por ejemplo el Carbono 12. Esta idea que tiene más de
100 años, era hasta hace bien poco tiempo impracticable. Si definimos el
kilogramo como la duodécima parte de la masa de 6,022 x 10 átomos de
Carbón 12, ¡tenemos el problema práctico de «contar» todos esos átomos! El
número de Avogadro (número de átomos existentes en un mol de una
sustancia) sólo se conoce con un error relativo de una parte en 'cien millones,
lo que en 6,022 x 1023 representa cerca de 1015 átomos. Esto representa un
error todavía del orden dé magnitud del error del prototipo de Sevres (una parte
en cien millones).

Cuando consigamos perfeccionar los procesos de «contar» átomos, el prototipo


de Sevres continuará dentro de sus plataformas, no ya como patrón para todas
las medidas de masa, sino como un simple objeto de museo. Será siempre útil
para recordamos que las medidas comenzaron por ser comparaciones con
objetos simples: reglas, relojes y masas marcadas.

1998: EL PATRÓN DE SEVRES ¿SE PUEDE DESTRONAR?

En la era de las exploraciones espaciales, para sondear las atmósferas y


suelos de las lunas de Saturno, y de la vulgarización de satélites para tejer
redes de 'telecomunicaciones, es importante que los dos patrones básicos, de
distancia y de tiempo, sean definidos, como hemos visto, a partir de fenómenos
naturales invariables. La velocidad de la luz y la frecuencia de una raya (luz) de
emisión del átomo de Cesio 133 definen inequívocamente, en cualquier lugar y
en cualquier instante, el metro y el segundo. Sin embargo, en contraste con la
precisión y universalidad de reproducción de los patrones de distancia, no ha
sido todavía posible dar el mismo estatuto al patrón de masa. Y esto es, porque
el contaje de partículas está técnicamente en la barrera de error de 10 átomos
en 109 (un kilogramo corresponde, a grosso modo – ¡depende del material que
estemos hablando!- a 10 átomos, lo que implica un error mínimo monumental
de 10 átomos).

En este fin de siglo existe sin embargo, metrologistas, físicos e ingenieros, que
recurren a procesos basados en la gran revolución técnica que la Mecánica
Cuántica generó en el universo de lo «muy pequeño». Así, el Instituto de la
Comisión Europea para los Patrones de Materiales y Medidas obtuvo algunos
progresos a través de un método que se basa en contar el número de átomos
contenidos en una esfera de silicio. El diámetro de la esfera se mide usando un
interferómetro de láseres, que tiene errores inferiores a 10-11 m. Después de
(¡bien!) determinado el diámetro, se calcula el volumen directamente. Por otra
parte, las distancias entre átomos vecinos que constituyen la esfera se miden a
través de la difracción de rayos X -los rayos incidentes sufren interferencias con
los rayos reflejados en los diversos planos del cristal, formándose un patrón de
máximos y mínimos de intensidad que revela el interior del cristal. Se obtiene
así una medida también rigurosa del volumen ocupado por cada átomo.
Dividiendo el volumen de la esfera por el espacio ocupado por cada átomo
tenemos el número de átomos en la esfera y el problema de contarlos está
resuelto. Las esferas usadas son de silicio, debido a la perfección con que
estos cristales se organizan -la misma razón por la cual se usa silicio en los
chips de las computadoras-. ¿El patrón de Sevres podrá ser substituido por un
patrón de Silicon Valley? No tan de prisa, porque todavía hay problemas: a
pesar de la perfección, los cristales de las esferas de silicio presentan defectos
-átomos que faltan o que no están en la posición exactamente correcta-. Pero,
peor todavía: los porcentajes con que cada uno de los tres isótopos de silicio
están presentes en los cristales son muy inciertos, a la luz de los criterios
exigidos por la Metrología.

Figura 1.15 El patrón de Sevres

Otros métodos para definir la masa exploran otra propiedad esencial de la


materia, que es la carga. La carga se puede determinar con precisión a partir
de procesos de la Mecánica Cuántica, como son los efectos de Josephson y de
Hall. Ionizando átomos de oro, éstos transportan una carga que se puede medir
utilizando esos dos efectos. Como la corriente eléctrica es proporcional al
número de portadores de carga, es posible «contar» el número de iones
midiendo la corriente. En este intento de destronar al patrón de Sevres el
problema de hecho es que no todos los iones alcanzarán la «pantalla» de
detección, sufriendo desviaciones en el camino.

Finalmente, el tercer intento viene del Laboratorio Nacional Británico de Física


y se basa en el mismo principio que los motores eléctricos: una corriente
eléctrica en la presencia de un campo magnético sufre la acción de una fuerza.
Esta última se puede usar para equilibrar la fuerza de la gravedad y levantar un
cilindro metálico cualquiera. El kilogramo patrón se podría definir entonces
como la masa que puede ser suspendida por la fuerza electromagnética, para
una corriente dada.

Las objeciones, aquí residen en el hecho de que la relación entre la corriente y


la fuerza depende de varios factores de difícil control -detalles de la geometría
de la bovina y del campo magnético--. Quizás invirtiendo el método, es decir
levantando la masa con una velocidad dada y generando, consecuentemente,
corriente eléctrica (el proceso inverso del anterior, y que es el principio de
funcionamiento de los generadores eléctricos), que se puede medir con
precisión, se resuelva el problema. La investigación continúa y se aproxima el
día en que el patrón de Sevres será destronado. La masa de un kilogramo se
podrá entonces establecer con todo rigor en cualquier laboratorio de la galaxia,
recurriendo a un conjunto de leyes universales de la Física

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