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En primer lugar, me parece muy importante tomarme tiempo para observar cómo se
maneja el niño y, paulatinamente, poder encontrar patrones que lo han llevado a
aprender. Creo que los niños buscan una forma de hacerse entender, tanto a través del
lenguaje verbal como con gestos, conductas como uso instrumental del adulto o a
través del llanto o rabietas.
En general, los niños se muestran motivados por alguna situación, juguete, canción,
juego, etc. Como terapeutas, primero, deberíamos promover la motivación y luego,
conseguir una “actitud expectante” por parte del niño, aunque sea por un período
breve.
En niños con TEA es importante descubrir el canal a través del que pueden “recibir
mejor” la información que se les brinda, y de qué manera toman del medio dicha
información. Si es a través del canal visual, hay que tener en cuenta si es de manera
estática, con movimiento, más color o menos color, entre otras opciones. Dentro del
canal auditivo, podemos considerar el volumen, la frecuencia, entonación, rimas,
canciones, música, etc. Tal vez sea a través del movimiento en donde se sienten más a
gusto: podría ser con juegos corporales, estimulación vestibular, o elementos con
vibración, entre otros.
Además, es necesario propiciar situaciones en las que sea necesario utilizar las
herramientas proporcionadas, modelando y utilizando las mismas. Un ejemplo
puede ser buscar un juguete de su agrado: “¿Dónde está? ¿Acá, allá?
¡¡¡Uh!!!, Mmmmmm, ¿acá? No, sí, yo, ¡¡acá está !!”
En conclusión, así como no poder hablar no significa no tener nada para decir, oír nos
permite saber que la música está sonando, pero escuchar permite entender qué dice la
canción. Hay momentos en los que oímos pero olvidamos escuchar.
Por ROMINA DASCOLI