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Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba
a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó
hasta la locura y desato en mí unas ganas profundas de golpearlo hasta que quedara en el suelo, tendido ante mí, inmóvil,
y sin ganas de ronronear o brindarme alguna muestra de cariño, así que agarre el hacha, cerré los ojos y con toda la fuerza
lo quebré, o la quebré? , así fue, esa enorme hacha reposo en la cabeza de mi hermosa esposa, ¿qué karma estaría pagando
para hacer esto?, corrí hacia ella pero ya era demasiado tarde, quebré su cráneo y en un solo instante ella se fue, colapse,
llore y pensé por unas horas que hacer con el cuerpo, no quería ir a la cárcel por algo que jamás hubiese deseado. Después
de unas cuantas horas reposando en unos ladrillos se me ocurrió enterrar el cadáver en mi sótano, al fin y al cabo la casa
era vieja y nos habíamos acabado de mudar, nadie sospecharía… espero.
El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente, ahí podría enterrar el cuerpo y a
la vez tener a mi amada cerca, a Plutón lo odiaba pero en ese momento él era mi única compañía y me traía a la mente
recuerdos sobre mi esposa. En el sótano existían los restos de una vieja chimenea, ahí podría esconder su cadáver y sin
lugar a dudas el espacio en el que menos buscarían pistas sobre su desaparición. Ante la policía me haría la víctima, colocaría
un denuncio de desaparición y los confundiría a todos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de
colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna. Luego enladrille nuevamente la chimenea, limpie los charcos de
sangre, el hacha, y las herramientas, ya quería dar por terminado todos los hechos que sucedieron este día, subí al primer
piso y me topé con la bestia salvaje que había provocado en mi tanta furia hasta el punto de matar a mi esposa, ¿que haría
con el? Matarlo sería una buena idea si me provoco tal desdicha, lo haría una y mil veces más, y yo no podría ser un asesino
en serie. Prefería matarlo a él y acabar con esta tortura de una vez.
Pero aquella noche el animal no se apareció, así por tres días más y mi alma no podía sentir más dicha, pero al quinto día
todo se arruino ya que empezaron algunas averiguaciones y la policía iba una y otra vez a mi casa, yo actuaba y expresaba
confianza, pero ellos eran más astutos que yo y comenzaron a descubrir la inseguridad que había dentro de mí. Así como
una película encontraban más y más pistas y yo temiendo cada vez el desenlace de esta historia, al fin y al cabo ¿qué podía
ser peor? Ya había perdido al amor de mi vida, a Plutón y así mismo mis ganas de vivir. Pero ese día tuve suerte ellos
agradecieron la colaboración, se dieron la vuelta dirigiéndose a la puerta pero he aquí lo más extraño de esta historia. Si no
es por un leve lloriqueo que emite mi esposa, ¿estaba viva o era el alma de ella penando por toda la casa?
Así es, como te lo imaginas, el alma de ella penando y ahora Plutón libre causándole desgracias a todos y yo en la cárcel
hasta que llegue a mí la suerte de morir.