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Bolívar regresó de la capital a Aux Cayes con una carta que le abrió
todas las puertas que pudiesen significar una ayuda en la provincia. Su
misión consistía en preparar el ataque sobre el continente. De inmediato
nombró su cuerpo de generales. Sin embargo, todo ataque al régimen
español en Sudamérica constituía un acto político tanto como militar.
Bolívar convocó a una sesión para delinear el nuevo Gobierno de
Venezuela. Concurrieron a esta reunión los hombres más influyentes de
la revolución: Mariño, Bermúdez, Piar, Leandro Palacios, Brion, Aury, el
escocés Mac Gregor, el francés Ducoudray Holstein y Zea.
Bolívar inauguró este «parlamento» de los desposeídos con un discurso.
Señaló que el objetivo que tenía a la vista era la liberación del
continente. No ocultó a sus colegas los peligros de la expedición, pero
proclamó su fe implícita en el triunfo final de la libertad. Declaró que el
requisito previo de la victoria era la creación de un Gobierno cuyos
poderes no tuvieran límite. Un solo hombre debía administrar el Estado.
Era el viejo plan de Bolívar: una dictadura en tiempos de necesidad. La
asamblea no mostró su acuerdo sin presentar alguna resis tencia. Aury
propuso la formación de un triunvirato. Bolívar replicó que, aunque nada
había en su propia persona que sugiriese que era el hombre más capaz
para erigirse en dictador, jamás consentiría en una división de poderes
que pusiese fácilmente en peligro el éxito de cualquier empresa militar.
Brion puso fin al apasionado debate. Ofreció los servicios de su flota a
condición de que Bolívar fuese designado jefe indiscutido de la expedición.
Y así se convino en esto.
Bolívar tenía que sortear los buques de guerra que guard aban Puerto
Rico. Sin embargo, encontró tiempo y oportunidad para embarcar a la
mujer de su corazón, Josefina Machado. Esta acción demoró
considerablemente el viaje. Brion se vio obligado a realizar en treinta y
dos días un recorrido que tomaba por lo general diez. El 2 de mayo los
patriotas llegaron a aguas venezolanas.
Tal era la situación en la mañana del 14 de julio. Cuando las tropas que
habían sido derrotadas por Morales regresaron a Ocumare, todo fue
terrible confusión. Había que resolver dos puntos: ¿qué hacer con el
ejército y qué con los irreemplazables pertrechos? Morales estaba sobre
los talones de los patriotas. Se reunió un consejo de guerra y resultó
evidente para todos que los tres pequeños barcos no tenían capacidad
suficiente para llevar a salvo al ejército a través del mar. Los oficiales
habían decidido no zarpar; no querían abandonar, a sus hombres.
Pensaron que podrían abrirse paso entre las líneas españolas y
refugiarse luego en los llanos, donde tendrían oportunidad de unirse a
las pequeñas bandas de guerrilleros que luchaban allí. Sin embargo, no
deseaban que Bolívar los acompañase porque los peligros que
entrañaba este plan eran tremendos. En el caso de que Bolívar pudiese
salvarse, siempre quedaría enhiesta la esperanza de liberar el suelo
natal. La conferencia se desarrollóen el alojamiento de Bolívar. Los
oficiales le suplicaron que zarpara, pero Bolívar no quiso oírlos. Envió al
puerto su pesado equipaje y preparó una pequeña caja, para poder
acompañar al ejército en su marcha.
Había indicios en Haití que confirmaban que la domin ción española sobre
Sudamérica se estaba extinguiendo. Bolívar se encontró con el español
Javier Mina, que había luchado por la libertad de los americanos en
México. Tuvo noticiasde Jamaica en el sentido de que uno de los
pioneros más viejos de la revolución, el canónigo Cortés Madariaga,
había buscado refugio allí. Sin más demora, Bolívar lo invitó a cooperar
en el restablecimiento del orden político en Venezuela. En el ínterin,
solicitó ayuda a Pétion, que precisamente por ese entonces había sido
electo Presidente vitalicio de Haití. Para retornar a Venezuela, Bolívar
necesitaba la flota de Brion, quien había zarpado precisamente para los
Estados Unidos en busca de material de guerra y de ayuda. La demora
consiguiente significó, no obstante, una ventaja para Bolívar. En el
campamento patriota establecido en el continente se había producido
una reacción a favor del Libertador. Los malos tratos y el oprobio de
que había sido objeto en Guiria eran bien conocidos. Los hombres más
reflexivos consideraron que esto sólo implicaba el aumento de las
desgracias y la confusión que afligían al país. Los oficiales que no habían
participado en el levantamiento se negaban a reconocer a cualquier otro
caudillo. En octubre de 1816 un consejo de guerra presidido por Piar
llamó otra vez a Bolívar para que asumiese el mando en jefe. Los
habitantes de la isla Margarita y Arismendi apoyaron esta demanda. El
colombiano Francisco Antonio Zea fue enviado a Haití como portavoz de
los patriotas.