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La serpiente, el primer animal

del largo bestiario de la Biblia

© Fred de Noyelle / Godong

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Philippe-Emmanuel Krautter | Ago 01, 2019

La serpiente está omnipresente en la Biblia, empezando por el célebre


episodio del Génesis. Unas veces malvada y otras beneficiosa, es
protagonista de maldiciones o de curaciones, según los pasajes. Este
primer animal del bestiario bíblico presenta una inestimable riqueza
a lo largo de todo el Antiguo y del Nuevo Testamento, de la serpiente
tentadora pasando por la serpiente de bronce y sin olvidar el símbolo
de Satán… ¡un tema muy apropiado a la entrada de la Cuaresma!

Un animal tentador. Si existe un animal próximo al hombre, este es,


paradójicamente, ¡la serpiente! Esta cercanía puede sorprender al lector,
pero si entendemos literalmente la Biblia, es la serpiente el primer animal
que aparece en el largo bestiario de la historia sagrada, junto a Eva en el libro
del Génesis.
Aparece como un animal complaciente, astuto y tentador, no como un reptil
peligroso que evitar, como podrá aparecer más adelante. El Génesisexpresa,
en efecto, que “la serpiente era el más astuto de todos los animales del campo
que el Señor Dios había hecho”.

Y precisamente con un ardid invita el animal a Eva a comer del fruto del
árbol del conocimiento que Dios había prohibido bajo pena de muerte. La
serpiente, maliciosa y pérfida, sembró la duda: “No, no morirán. Dios sabe
muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y
serán como dioses, conocedores del bien y del mal”, dando comienzo así al
gran relato…
TITIAN; La caída de la humanidad
Public Domain

La serpiente condenada
Después de este episodio, al juicio contra la serpiente no cabía apelación:
“Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y
entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y
comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la
mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el
talón”.

Después, la imagen de la serpiente quedó asociada a la del pecado, la


tentación y el diablo. Este animal, cuya astucia lo aproxima al hombre, se
convertirá también en su principal enemigo. El diablo se encarnará en este
reptil que se arrastra por el suelo, oculto en los recovecos, siempre dispuesto
a sorprender y a morder.

Aunque el animal gozó de una mejor imagen la mayor parte del tiempo en el
mundo antiguo, como animal sanador entre los griegos y los romanos,
símbolo también de la vida y de la Madre Tierra, su destino funesto había
quedado sellado con el relato del Génesis… o bueno, no del todo.
La serpiente de bronce protectora
Y es que, curiosamente, surgirá una imagen del todo favorecedora de la
serpiente en dos episodios del Antiguo Testamento asociados a la vida de
Moisés. El primero, cuando reclama en varias ocasiones al Faraón la
liberación de su pueblo de la esclavitud.

Entonces, se produce una batalla de magia, según relata el libro del Éxodo,
durante la cual el cayado de su hermano Aarón se transforma en serpiente y
se enfrenta a los otros bastones de los magos del Faraón, convertidos a su vez
también en serpientes por las artimañas de los hechiceros. Sin embargo, la
serpiente de Aarón devoró a todas las demás, como signo de protección y
omnipotencia de Dios hacia Israel.

El segundo episodio se evoca en el libro de los Números. El pueblo, ya


liberado de la esclavitud, erraba por el desierto y terminó por protestar
contra Dios y Moisés, añorando Egipto. “Entonces el Señor envió contra el
pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así
murieron muchos israelitas”, cuenta la Biblia.
Arrepentidos, los israelitas imploraron a Moisés que intercediera ante el
Señor, que le ordenó: “Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un
asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado”.

Desde entonces la serpiente ya no es solamente el animal por el que se


muere, sino que se convierte también en aquel por el que se revive, un
emblema de hierro, o bronce, antaño asociado al dios Mercurio y que
encontramos a día de hoy en el símbolo del caduceo médico.

Imagen de "Moisés y Aarón ante el faraón", también conocida como


Domaine Public

"Moisés cambiando la serpiente del personal de Aarón", por Nicolas Poussin,


1647.

Una representación ambigua


Como ya hemos visto, el destino de la serpiente en la Biblia tiene más
matices de lo que parecía a primera vista. Además, tampoco era extraño verla
decorar muchas cruces de obispos de la Edad Media, envolver una cruz o
figurar en un lugar de honor como el de la basílica de San Ambrosio en
Milán.

La serpiente sería a veces incluso el símbolo de Cristo y ya no del demonio


con un culto que llega a adorar al animal durante las ceremonias de ciertas
sectas gnósticas. Y aunque continuemos llamando “lengua viperina” –es
decir, de víbora– a alguien que maldice o habla con mordacidad, el animal
rastrero no ha dejado de lograr que se hable de él…. ¡para bien o para mal!

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