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El maestro creativo

¿Puede un profesor ser creativo en su trabajo?

Mucho se ha hablado de músicos, pintores, escultores, arquitectos y demás creativos


del mundo de las artes, campo que siempre ha estado vinculado a la creatividad, e incluso
a veces ha parecido que era el único al que se le podía dar el adjetivo de creativo. Es a
partir de medidos del siglo pasado, al reconocer la importancia del estudio de la
creatividad, cuando se empieza a hablar con más insistencia de la creatividad en otros
campos como pueden ser: las matemáticas, la política, la economía, la educación… Se
empezaba a plantear dudas sobre la creatividad y dónde se encontraba ésta, lo que
favorecía el surgir de estudios como los de Torrance, Logan y Logan o Lagemann,
estudios donde se empezó a hablar del maestro creativo. Al mismo tiempo que surgían
estos estudios la labor docente se ha ido sobrecargando con más demandas y complejidad
que en etapas anteriores. Esto no ha cambiado hoy día y nos encontramos con que estas
demandas son en ocasiones contradictorias, suelen cambiar con rapidez y dotan a la
profesión docente y a la escuela de cierta incertidumbre (Hargreaves, 1996). Se le añaden
nuevas tareas administrativas y burocráticas a su perfil, tanto individuales como colectivas,
que implican mayor tiempo y esfuerzo.

En el último Informe P.I.S.A. (Programa para la Evaluación Internacional de los


Alumnos de 2006) América Latina sufría un suspenso rotundo obteniendo resultados
por debajo del promedio de la O.C.D.E. (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico), del resto de comunidades españolas evaluadas y de la media
española en general en las tres materias evaluadas: lectura, ciencias y matemáticas
(teniendo en cuenta que dicho promedio también se encontraba por debajo del
promedio de la O.C.D.E.). No entraremos a discutir si no sería más enriquecedor la
evaluación de otros indicadores de la calidad educativa, como pueden ser las
infraestructuras, la participación de la comunidad escolar en la vida de laescuela o incluso
analizar cómo se evaluaron dichas materias, lo que sí es verdad es que estos resultados
conllevaron un debate mediático y social que dio lugar al nacimiento del Programa de
calidad y mejora de los rendimientos escolares de los centros docentes públicos, con el
que se perseguía además de mejorar el rendimiento escolar del alumnado, fomentar las
buenas prácticas docentes y la preocupación por la innovación y la formación
permanente por parte del profesorado, diciéndonos en su preámbulo:

Para poder alcanzar estos objetivos y mejorar la calidad del sistema educativo
andaluz, se debe partir del compromiso de los equipos docentes en la mejora
del rendimiento escolar. Es necesario destacar que en educación, además de
los resultados, los procesos son también importantes. Tratando de atender a
esta complejidad inherente al hecho educativo, se han incluido en este
programa de calidad y mejora de los rendimientos escolares en los centros
docentes públicos diversos indicadores que pretender valorar las actuaciones
del centro, el clima de convivencia y la implicación de las familias.

De aquí podemos extraer la importancia que la figura del maestro tiene en la respuesta de
esa complejidad y de las nuevas demandas de la sociedad.
Como ya hemos visto en páginas anteriores, la importancia de la búsqueda de un maestro
creativo es esencial. Torre (2006d) describe al profesor que necesita la escuela del siglo
XXI como un profesional innovador y creativo, pero no sólo requiere de él la creatividad
únicamente, sino que además sea un profesional: capaz, competente, colaborador,
creativo y con calidad (las cinco c) y que promueva el desarrollo de todas las
potencialidades humanas.

Cómo definir al maestro creativo

Creatividad y persona creativa van siempre unidos, son realidades inseparables. Al


hablar de creatividad nos sobreviene la persona que hace posible la misma o, en otros
casos, el conjunto o red de personas. Como afirma Gardner (citado por Goleman,
Kaufmann y Ray, 2000, p. 37): Una persona no es creativa en general, no se puede decir
que una persona sea “creativa”. Debemos decir que es creativa en x cosa, ya sea en
escribir, enseñar o dirigir una organización. La gente es creativa en algo, y ese algo puede
ser la enseñanza, como no. Por ello cuando hablamos de creatividad en la escuela
aparece en nuestro pensamiento la figura del maestro creativo. Si queremos saber como
la creatividad tiene cabida en la escuela y como fomentarla es necesario no abandonar al
docente como profesional creativo.

Gervilla (2003 y 2006) habla del educador pensante-creativo que sería aquel que no
sólo piensa sino que hace, ayuda, a pensar bien a otros; lo cual es complementado con la
definición de Torre (2000c y 2006c) en la que ve la necesidad de preparar al docente que
no sólo piense y haga pensar sino que sienta y que a su vez haga sentir y pensar a los
alumnos (sentipensar). Pero también es necesario que actúe creativamente y que se
convierta en un creador de ambientes, climas, situaciones, contextos, entornos
estimulantes; transformándose en un facilitador del aprendizaje y la creatividad.

Logan y Logan (1980, p. 23) lo identifican como una persona capaz de realizar un
trabajo continuo e intensivo; es muy abierto y flexible. Es una persona impredecible, pero
con gran valor y fe en sí misma y en la importancia de la profesión que ha elegido. Es
capaz de organizar, sintetizar, modificar y actuar. Es sin duda un profesional abierto a la
experiencia y que disfruta y hace disfrutar con su trabajo. Caracterizándose por ser
sensible, enérgico, flexible, imaginativo y con un deseo continúo de salirse de los caminos
trillados. A su vez se caracteriza por su buen humor. Su capacidad de buscar las partes
positivas, agradables y bellas que la vida nos ofrece, el saber reírse de uno mismo y de las
situaciones, lo que hace acercarse a la realidad desde otras perspectivas. Como decía
Malaguzzi (2001): nada sin alegría. Este maestro hace del aprendizaje una actividad
placentera y llena de gozo y emociones. Como defiende Maturana (López Melero y
otros, 2003), el niño aprende de los maestros y no de los temas de los que habla el
maestro, por lo que si el docente disfruta con lo que hace y convierta en interesante lo
que lleva al aula el alumnado lo verá interesante.

El maestro creativo podría verse como aquel profesional que facilita el fluir de la
creatividad en el aula y, utilizando el término utilizado por Csikszentmihalyi, Torre y
Gardner, deja huella en sus alumnos y, por que no, en los padres de estos e incluso en
sus propios compañeros. Pero ser creativo en esta profesión, como en muchas otras,
también puede acarrear “problemas”, al ser percibidos, sobre todo por compañeros,
como presumidos y/o arrogantes, debido a su carácter transgresor e inconformista.

En definitiva, un maestro creativo es aquel maestro que


desarrolla un estilo propio y se caracteriza por lo que hemos
denominado como un eterno cuestionamiento. Es un profesional
que no deja de preguntarse el porqué de las cosas, su práctica
educativa, cómo mejorar y lo establecido como pedagógicamente
correcto (lo obvio), busca ir más allá desde el punto de vista ético y
transformador. A su vez es capaz de contagiar su gozo y amor por
lo enseñado y el aprendizaje (no puede ser un profesor pasivo) y
fomenta el espíritu investigador en los niños, usando la curiosidad
como semilla estimuladora.

Podemos decir que el mejor modo de fomentar la creatividad es proporcionar


modelos de rol creativos, ya que en muchas de las ocasiones las cosas más importantes
que aprendemos son aquellas que no se enseñan directamente. Lo que implica que es
necesario medir en todo momento nuestra actuación y convertirnos, como decíamos al
principio, en un modelo a seguir, pero no a imitar. Para ello el profesor debe cultivar su
propia creatividad.

El papel del profesor en el aula es esencial en el reconocimiento de la necesidad y la


importancia de educar en y para la creatividad (Olaves Rios, 2009). Lo importante es
darse cuenta de ello y, en cierta forma, ha de ser creativo o preocuparse por serlo
(Sternberg, 1997, Navarro, 2003, Giraldo, Rubio Ortiz, Fernández Ortega, 2009 y Gil
Frias, 2009). Para que todo esto se convierta en una realidad se requiere de la autocrítica
y la reflexión diaria, tanto a nivel individual como colectivo (con técnicas tan simples
como puede ser el diario de campo); todo ello en un estado de distensión donde el estrés
no merme el proceso de crecimiento personal y profesional.

La tarea del profesor creativo consistirá en ser capaz de combinar todos los principios
que considere válidos en una nueva combinación que se acomode a las circunstancias del
grupo, así como a sus necesidades y aptitudes, con el fin de facilitar y procurar que la
capacidad creativa del niño se vea estimulada (Lowenfeld y Brittain, 1980 y Calzabilla,
2009), al mismo tiempo que reconocida. Si el profesor no valida esa innovación poco
ayuda prestará al fomento de la creatividad.
Para ello es necesario (López Melero y otros, 2003, p. 67) abrir la mirada para saber
que se tiene. Como nos dice Maturana, el saber es enemigo de la reflexión, aunque
ciertamente el que no sabe no reflexiona, pero a veces este saber se convierte en su
enemigo al dar por sentado que lo sabemos todo, ya que si sé como es para que voy a
pensar cómo es. Por ello la reflexión se nos hace esencial en el docente. El querer
conocer las recetas o manuales de cómo se enseña hace que éste no reflexione y se
convierta en el esclavo de métodos y libros de texto, siendo estos los que usan al docente
y no al contrario; e igual ocurre cuando decimos basarnos en un paradigma o una teoría
de la enseñanza, si no reflexionamos sobre sus principios y sobre su propia filosofía esa
teoría nos usará a nosotros o simplemente haremos cualquier cosa menos lo que decimos
que hacemos

El actuar en el aula requiere por parte del profesor una actitud heurística que busque
las claves que caracterizan al aula. De esta manera el maestro debe actuar como…

… el clínico que diagnóstica permanentemente la situación y elabora


estrategias de intervención específicas y adaptabas a la situación concreta del
aula, comprobando la reacciones, esperadas o no, lógicas o irracionales, de
los alumnos y evaluando el significado de los intercambios que se han
producido en consecuencia (Gimeno y Pérez Gómez, 1992, p. 100).

Esto le obligará a interpretar la riqueza educativa de la vida del aula que se produce
por las propuestas del propio docente como las del grupo clase, observando cuales son
las reacciones, sentimientos y creaciones que se ponen en juego. “La enseñanza debe ir
ligada a un profesorado comprometido con su profesión, que investiga y reflexiona sobre
su práctica, que la teoriza y actúa de manera activa y creativa en determinado contexto de
gran complejidad.

El aula como espacio de aprendizaje

El espacio debe entenderse como un territorio de vida y de comunicación que abarca


más que el propio aula y es éste (el mobiliario, las paredes, su distribución, etc.) el que
nos habla de la comunicación y de las interacciones que en él se dan, lo que lleva consigo
que el espacio, los entornos, jamás se presentan como neutros (Cano y Lledó, 1990).

cualquier actividad humana necesita un espacio y de tiempos determinados.


Así sucede con elenseñar y el aprender, con la educación. Resulta de eso que
la educación posee una dimensión espacial y que, también, el espacio sea,
junto con el tiempo, un elemento básico, constitutivo, de la actividad
educativa (Frago y Escolano, 1998, p. 61).

La diferencia entre espacio y ambiente es explicada de la siguiente forma por Forneiro


(1996, pp. 238-239). Mientras que el espacio se refiere al espacio físico, estos son, los
objetos, el mobiliario, la decoración, el material didáctico, etc.; el ambiente es entendido
como al conjunto formado por el espacio físico y las relaciones que en él se establecen.
Según esta apreciación el ambiente sería como un todo indisociado de objetos, olores,
formas, colores, sonidos, y personas que habitan y se relacionan en un determinado
marco físico que lo contiene todo y al mismo tiempo es contenido por todos estos
elementos que laten dentro de él como si tuvieran vida (Op. cit., p. 239). La organización
del ambiente escolar es por tanto un concepto amplio que influirá en la vida cotidiana del
aula, por lo que es necesario que se faciliten escenarios ricos y estimulantes llenos de
posibilidad y retos que permitan a los niños explorar y vivenciar a partir del mismo como
centro de aprendizaje. De ahí podemos ver la importancia de los criterios que utilicemos
para la elección del espacio y la construcción del ambiente.

Para poder comprender y entender la conducta y las relaciones que se dan entre el
alumno y el profesor dentro del aula es necesario conocer y reconocer las características
del ambiente en el que se relacionan y con el que interaccionan. Esta premisa se hace aún
más notable cuando hablamos de conocer el ambiente creativo y su influencia en los
individuos que en él se mueven. Lo que no podemos hacer es desligar e ignorar el
contexto o contextos en los que nace y crece el niño, ya que esa cultura, esa comunidad,
forma parte del niño. Es prioritario que la escuela sea permeable al sistema social que la
enmarca, integrando el entorno escolar, el familiar y el social, yendo más allá de la simple
relación dentro del aula.

El ambiente influye de forma significativa en aquellos que lo ocupan. La escuela


constituye un contexto en el que se producen influencias tanto sociales como culturales
que participan en el desarrollo integral de los alumnos y, aunque se haya hablado poco,
en el desarrollo y construcción del perfil profesional del docente. Por todo ello, el
ambiente educativo, la escuela, se puede convertir en un multiplicador de la creatividad o
en un inhibidor de la misma, tanto del alumno como del maestro como profesional, ya
que ciertos medios nutren la creatividad, mientras otros la aplastan (Sternberg y Lubart,
1997, p. 25). Como esté configurada espacialmente un aula nos hablará de una intención
educativa u otra. De ahí la importancia de reconocer el ambiente creativo en la institución
escolar.

La escuela y el aula se tienen que convertir en algo más que en un mero lugar donde
se acumulen libros, mesas, sillas y materiales didácticos, ya que influye tanto en la
conducta del niño como en la propia metodología de aula (Loughlin y Suina, 1987, p.
16). Podemos decir que el refrán dime con quién andas y te diré quién eres puede
extrapolarse al aula pudiéndose decir: dime cómo estructuras el espacio del aula y te diré
que metodología utilizas.

La búsqueda de un ambiente creativo es en verdad una aproximación constructivista,


es crear un ambiente de aprendizaje en el que el docente y el discente puedan moverse
activamente y verse envueltos en la construcción del conocimiento sobre el mundo físico
y las formas de vida que se encuentran a su alrededor.

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