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Este caso fue preparado por Francés Korten y John C. Icikis, Profesor Titular, INCAE,
con la cooperación de una compañía que prefiere permanecer anónima. Fue escrito
para servir como base de discusión en clase, más bien que como ilustración del manejo
eficaz o ineficaz de una situación administrativa.
Prohibida su preproducción.
Solamente utilizada para ilustrar el proceso de Toma de Decisiones.
La Panificadora Ideal fue fundada en 1977 por Miguel Rosales, conocido empresario de
la república latinoamericana de Rivadavia, cuando éste compró una moderna fábrica
situada en las afueras de Camargo, la ciudad capital. Pronto llegó a ser la panificadora
más grande de la ciudad. Producía veinte variedades de pan y las distribuía a través de
canales comerciales, institucionales y directos a los consumidores (datos sobre el
consumo de pan y tortillas, que era la alimentación tradicional en Camargo, aparecen
en el Anexo 1).
La fábrica contaba con equipo automatizado y dos hornos para la producción de pan,
con una capacidad total de 20,000 libras por día, con un valor de ventas de 80.000
pesos (US$8.000). El espacio de piso de la fábrica permitía una expansión al doble de la
capacidad actual, sin inversión en ladrillos y mortero.
El Sr. Rosales seguía siendo presidente de la empresa en 1998, con tres gerentes
reportando a él. Jorge Rivas, jefe de mantenimiento, supervisaba tres mecánicos
responsables del mantenimiento de equipo de fábrica. Carlos López, gerente de
producción, dirigía las operaciones de la fábrica y además tenía a su cargo los 20
camioneros y 20 ayudantes que repartían el producto. Finalmente, un gerente
financiero y tres contadores ocupaban la oficina contigua a la del Sr. Rosales. Estos
gerentes, contadores y mecánicos trabajaban de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.
La Panificadora Ideal crecía rápidamente durante los años ochenta y para principios de
los noventa había captado el 15% del mercado de pan en Camargo, porcentaje que se
había mantenido durante los últimos años. Había otras cinco panificadoras de tamaño
mediano y numerosos productores de pequeño tamaño. (Datos sobre las ventas de
estas empresas aparece en el Anexo 2. El estado de ganancias y pérdidas de la
Panificadora Ideal se presenta en el Anexo 3).
Había unas 4.500 tiendas (comercios de vecindad) en Camargo y la Panificadora Ideal
vendía a 1.500 de éstas, las cuales estaban esparcidas en toda la ciudad y en unas
cuantas aldeas cercanas. El Sr. Rosales estimaba que el 75% de las ventas de la
empresa se realizaba a través de este canal, pero él había observado que el 30% de las
tiendas daban razón a sólo 10% de las ventas]. La mayoría de las tiendas, aún las más
pequeñas, le compraban a más de un productor a fin de ofrecer a sus dientes una
amplia selección y asegurarse de un abastecimiento constante. La decisión de compra
parecía estar basada en alto grado en la relación personal entre el camionero v el
dueño de la tienda.
Después de completar su ruta, cada camionero regresaba a las tiendas para hacer los
cobros y tomar los pedidos para el día siguiente. Ocasionalmente el dueño de la tienda
le reclamaba al camionero, diciendo que le faltaba pan en el pedido. Generalmente el
tendero estaba durmiendo a la hora de entregarse el pan y no podía verificar si la
entrega estuviese completa en ese momento. Esta situación había causado algunos
roces entre tenderos y camioneros.
Carlos López había pasado por la oficina del Sr. Rosales el día anterior para hablar
sobre algunos de estos problemas de distribución. El Sr. López mencionó que casi
todos los días había alguna falla mecánica en uno de los camiones. Se quejó de los
descuidados que eran los camioneros en el mantenimiento de los vehículos, hasta el
punto de ni siquiera revisar el aceite. Para el Sr. Rosales esto era muy difícil de
comprender porque él consideraba que las políticas de recursos humanos de la
empresa eran muy favorables a cada camionero y a su ayudante se les pagaba salarios
relativamente altos para Rivadavia — 100 y 50 pesos por día, respectivamente.
Además, él había contratado a varios maestros por períodos de dos a tres meses, para
darles clases nocturnas en alfabetización, y había establecido un fondo de servicio
social que se podría usar para la educación de los hijos de empleados.
El Sr. López continuó informando al presidente con respecto a los incidentes cada vez
más numerosos de vandalismo que involucraban a vehículos de la compañía. Justo una
semana antes se habían registrado dos casos en que los neumáticos fueron cortados y
un parabrisas fue quebrado de tal manera que el vehículo no se podía conducir. El día
anterior uno de los camioneros dijo que había ahuyentado a dos hombres que estaban
a punto de cortar las llantas de su vehículo. El camionero se había quejado con López
diciendo que el nombre de la empresa pintado en el costado del camión fomentaba et
sabotaje de parte de los competidores, pero López respondió que era importante
desplegar el nombre de La Ideal ante el público. Sin embargo, López admitió que quizá
alguno de los competidores de La Ideal fuera responsable del vandalismo — no de las
panificadoras formales, pero sí quizá algunos de los más desesperados entre los
pequeños productores.
El Sr. López había captado otros problemas al escuchar algunas conversaciones entre
camioneros desde Ia ventana abierta de su oficina. Un día escuchó que Esteban Vélez
(camionero #9, ver Anexo 5) discutía con Javier Delgado (camionero #1) acerca de si
era o no posible vender más pan en sus rutas. Esteban dijo que no había suficiente
tiempo antes de las 7:00 a.m. para visitar tiendas nuevas, pero que a menudo era
posible convencer a los tenderos para que hicieran pedidos más grandes. Opinaba que
muchos camioneros, especialmente los más jóvenes, sencillamente no hacían el
esfuerzo. Javier alegó que la mayoría de las tiendas en su ruta ya estaban comprando
tanto que al día siguiente les sobraba el pan, y algunas veces él había recomendado a
los tenderos reducir el tamaño de sus pedidos para que no perdiesen dinero. Cuando
el Sr. López repitió esta conversación, el Sr. Rosales exclamó: "¡Queremos aumentar las
ventas, no reducirlas!".
El Sr. López agregó que había escuchado a otro camionero, Hernán Ríos (#17),
jactándose del bellísimo camión que había conducido antes de llegar a trabajar a La
Ideal. Este camión había pertenecido a su hermano, pero él lo había tratado como si
fuese propio. Aquí en esta compañía, decía Hernán, los camiones estaban
destartalados y nadie los cuidaba. Había dos camiones nuevos en buenas condiciones,
pero eran casi siempre asignados a los camioneros de mayor antigüedad. Para no
perder tiempo en la salida, los camioneros usaban vehículos distintos todos los días.
"El problema con nuestros camioneros es que no tienen educación", dijo el Sr. Rosales
al Sr. López después de escuchar sus narraciones. "Quizás las clases que ofrecemos a
los empleados deberían ser obligatorias."
PREGUNTA # 1:
Frente a lo mencionado, cuáles deben ser las decisiones que habría que tomarse para
superar el problema que afronta Panificadora Ideal. Haga un análisis y comente.
Anexo 1
(millones de libras) 11 14 20 27 32
Vendido en:
Tiendas nd* nd 16 20 21
Supermercados nd nd 1 4 7
Otros nd nd 3 3 4
Consumo de tortillas de
maíz
(millones de libras) 66 68 65 62 59
Vendido en:
Tiendas nd nd 54 51 49
Supermercados nd nd 0 2 2
Otros nd nd 11 9 8
nd = no disponible.
Anexo 2
Precio: US$75,000
Crédito: en US$ a 12% anual.
Capacidad: hasta 10,000 libras hora
Costos de operación fijos 150,000 pesos / año
Costos de operación variable 0,2 pesos / libra
Vida útil 10 años.
Anexo 5: Datos básicos sobre camioneras