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Sanidad Apícola

Objetivos de aprendizaje

• Introducir a los participantes a la actividad agropecuaria denominada “Apicultura”


abordando generalidades sobre la producción y el comercio de productos
obtenidos de las colmenas
• Describir como es la conformación de una colonia de abejas, colmena y apiario
• Describir las principales patologías que afectan a las abejas
• Comprender el rol del veterinario en el abordaje de las enfermedades

Introducción

En todo el mundo, la apicultura es una parte integral de la producción agropecuaria. Se


practica como una actividad principal para el medio de vida de algunas familias o bien como
una actividad secundaria a tiempo parcial. Se debe rescatar que además de contribuir
desde el punto de vista productivo con el arraigo y el desarrollo de las comunidades, la
apicultura realiza un singular aporte a la biodiversidad ya que garantiza la continuidad en
el tiempo de la naturaleza a través de la polinización de las plantas silvestres y cultivadas.
Las plantas en flor y las abejas tienen una relación de perfecta armonía: las unas no pueden
existir sin las otras. Las abejas recogen sus sustancias nutritivas de las flores y, con la
polinización, garantizan futuras generaciones de plantas, de abejas y de personas por su
contribución con la producción de alimentos. Es una simbiosis perfecta que debemos asistir
y proteger.

Los beneficios de la apicultura:

• Polinización de las plantas en flor, silvestres o cultivadas, es indispensable para que


la vida continúe sobre la tierra. Este proceso esencial es de un valor inestimable,
muchas veces superior que el valor de los productos apícolas obtenidos.
• La miel, principal producto de la colmena. A la gente de todo el mundo le gusta la
miel, el más popular de los productos de la apicultura. Tradicionalmente, en casi
todas las sociedades, la miel ha tenido una función medicinal y nutritiva.
• La cera de abeja es otro de los productos importantes de la apicultura. La cera se
recicla y reutiliza en la misma producción apícola o se destina a la industria
farmacéutica o de adornos naturales.
• los demás productos de la apicultura, como el polen, propóleos, veneno y la jalea
real pueden ser producidos y comercializados aunque se necesitan técnicas y
materiales específicos para ello.
• los productos de la apicultura son usados para la apiterapia en muchas sociedades
como alternativa a la medicinal tradicional.
• Producción de abejas reinas. La forma más usual para el mejoramiento genético es
la introducción de abejas reinas fecundadas de probada calidad.
• Conformación y comercialización de paquetes de abejas. Muchos países, ante la
demanda creciente de abejas requeridas por la polinización de cultivos, deben
importar paquetes de abejas.

Actividad apícola

La miel es entonces el principal producto obtenido de la actividad apícola y el de mayor


comercialización mundial. Entre todos los países del mundo se produce poco más de 1
millón de toneladas de miel. El consumo de este producto está íntimamente relacionado
con el mejoramiento de los niveles de vida y el poder adquisitivo de las poblaciones, lo que
lleva a los países más industrializados a la necesidad de importar miel para satisfacer sus
demandas. Esto significa una fuente importante de divisas para los países en vías de
desarrollo exportadores de miel. Los principales exportadores son Argentina y China. Cada
uno de estos países tiene una gran industria apícola, que juega un papel importante en su
economía agrícola. Todos los países en vías de desarrollo pueden exportar miel si la
producción excede sus demandas internas. Ya que la apicultura no utiliza terrenos, la
producción de miel para la exportación no entra en conflicto con la cosecha de otros
productos para el consumo interno.

Producción Mundial de miel – Año 2011

Fuente: FAOSTAT - Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura


Fuente: FAOSTAT - Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

Exportaciones de Miel – Año 2010


Fuente: FAOSTAT - Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

Colonias de abejas productivas

La abeja es un individuo que presenta las funciones esenciales de cualquier otro animal,
pero no es capaz de vivir solo. Por eso lo hace en una estructura compleja conformada por
miles de individuos, lo que llamamos colonia. Cada colonia de abejas está conformada por
miles de abejas estériles llamadas obreras, una abeja sexualmente madura y productiva
llamada reina y según el momento del año, por reproductores masculinos llamados
zánganos. Dependiendo de varios factores, pero principalmente del climático y por
consiguiente de la oferta floral, cada colonia puede contener entre 8 mil y 70 mil abejas.

Como las abejas sólo pueden existir y sobrevivir como una colonia, desde el punto de vista
biológico y clínico - veterinario, la colonia en su conjunto es considerada como el animal y
el apiario (grupo de colmenas conteniendo colonias) como una única unidad
epidemiológica.

El avance tecnológico permitió estandarizar el manejo productivo de colmenas confinando


a las colonias a estructuras de madera en cuyo interior se ubican cuadros de madera
móviles, en los cuales las abejas labran los panales de cera con las características celdas
hexagonales en las que se acopia el néctar que luego transformarán en miel; el polen y
donde las reinas colocarán sus huevos que una vez eclosionados darán a luz a las crías de
abejas.

Este sistema de panales móviles permite a los apicultores y veterinarios, revisar las cámaras
de cría en busca de signos clínicos compatibles con patologías a las que son susceptibles
las abejas y sus crías, recolectar muestras de abejas para el diagnóstico de enfermedades
o para administrar los tratamientos terapéuticos apropiados.

En la naturaleza, las abejas construyen sus nidos en troncos de árboles y en otros espacios
huecos. De hecho, en algunos países, aún se produce de este modo, colocando estructuras
con espacios adecuados para que las abejas se alojen y produzcan miel que luego se
recolecta mediante métodos artesanales.

Una colmena está conformada por cajones de madera (alzas), un piso, techo y otras
estructuras complementarias como la entretapa que permite aislar el último cajón del
techo y por una rejilla excluidora (opcional) que impide el paso de la reina desde el primer
cajón hacia los subsiguientes. El cajón inferior llamado cámara de cría es el que apoya
sobre el piso. En éste, la abeja reina lleva a cabo la ovoposición y las abejas nodrizas (abejas
obreras jóvenes) alimentan y cuidan a las crías. Por encima de la cámara de cría, que a
veces puede ser doble, se encuentran las alzas melarias, cajones sucesivos iguales a los
otros, pero que en su interior se acopia básicamente miel. Luego de la última alza melaria,
se coloca la entretapa y el techo de la colmena.
Sociedad Argentina de Apicultores. Manual de Iniciación Apícola

Especies de abejas

A nivel mundial existen miles de especies de abejas entre las que se incluyen las abejas
sociales:

• Apis (abejas),
• Bombus (abejorros) y
• Meliponini (abejas sin aguijón).

En el género Apis hay cinco especies reconocidas de abejas que anidan en cavidades (A.
mellifera, A. cerana, A. nigrocincta, A. koschevnikovi y A. nuluensis), dos especies de abejas
enanas (A. florea y A. andreniformis) y al menos dos especies de abejas gigantes (A.
dorsata y A. laboriosa).

Las colonias de Apis mellifera, Apis cerana, varias especies de Bombus,


muchos Meliponines y algunas especies nidificantes comunes (Osmia spp) son gestionados
por la polinización de cultivos comerciales y para la obtención de productos apícola.
El Código Terrestre de la OIE considera principalmente las plagas y enfermedades de Apis
mellifera por ser la más difundida con fines productivos, y en menor medida las de Apis
cerana, Apis dorsata, Bombus spp. y otros, porque pueden servir como reservorios o
contener las plagas nuevas y emergentes. Los abejorros (Bombus) ahora también pueden
reproducirse artificialmente y el comercio internacional de esta especie puede contribuir a
la propagación de patógenos de las abejas. Los agentes patógenos y plagas de A.
mellifera pueden afectar otras especies de abejas, un ejemplo es el pequeño escarabajo
(Aethina tumida) de la colmena que puede invadir nidos de abejorros y colonias de abejas
sin aguijón.

La abeja occidental (Apis mellifera) es originaria de los continentes de Europa y África, y es


la más importante de las abejas que anidan en cavidades. Se encuentra en casi todos los
países del mundo. Hay 24 razas de A. mellifera. Al menos dos subespecies de A.
mellifera son motivo de preocupación para la apicultura comercial: La abeja africana, A.m.
scutellata, la cual ha sido introducida accidentalmente en América del Sur y es conocida por
su comportamiento defensivo; y la A.m. capensis, que puede ser un problema importante
para las otras razas de A. mellifera, ya que es un parásito social grave de las razas
comerciales.

Veterinaria y apicultura

La medicina veterinaria, históricamente ha concentrado sus intervenciones en animales


vertebrados. Pero el avance de la producción apícola mundial y el rol de la abeja en los
ecosistemas de todo el mundo, obliga a esta ciencia a abordar las problemáticas sanitarias
que recaen sobre este insecto, que si bien presenta enormes diferencias anatómicas y
morfológicas con las especies animales de intervención tradicional, no muestra grandes
diferencias en sus funciones corporales.

Las abejas son susceptibles a enfermedades causadas por parásitos, hongos, bacterias y
virus. Las colonias de abejas también pueden verse afectadas por diversas plagas,
depredadores y factores ambientales adversos. Debido a que muchas enfermedades de las
abejas tienen una distribución cosmopolita y otras no tienen un impacto significativo en la
salud de las abejas o en la economía, en este momento, el Código Terrestre considera sólo
6 plagas y enfermedades de las abejas: Loque americana y Loque europea, Varroosis,
Acarapisosis, Tropilaelaps spp., Aethina tumida, Nosemosis.

Enfermedades de las abejas

Loque americana y Loque europea: son patologías que afectan exclusivamente a las crías
de las abejas. Son causadas por agentes bacterianos (Paenibacilus larvae y Mellisococus
pluton, respectivamente) y se consideran de gran importancia, ya que se pueden propagar
a través de muchos productos apícolas, incluso por la miel.
Varroosis: causada por el ácaro Varroa destructor, enfermedad que se distribuye
prácticamente en todo el mundo y causa gran impacto económico por la afección fatal de
las colonias A. melliferas y la mermas productivas.

Acarapisosis también es causada por un ácaro (Acarapis woodi) y, aunque no se describe


como una enfermedad de alta incidencia en los principales países productores, puede
causar importantes daños económicos afectando a las abejas adultas.

Tropilaelaps spp.: Se trata de infestaciones de las crías de abejas causadas por ácaros que
provocan graves daños económicos. Por el momento, la parasitosis está confinada en las
regiones de Asia, pero el comercio de las abejas podría favorecer su propagación a otros
continentes.

Aethina tumida es un escarabajo que afecta directamente al entorno de las colonias al


consumir el polen y la cría de abejas e interfiere indirectamente con la producción apícola.
Desde su lugar de origen, África al sur del Sahara, se introdujo en otros continentes, debido
probablemente al movimiento de las abejas melíferas vivas y de productos que pueden
vehiculizarlo tales como suelo, plantas y frutas.

La Nosemosis (Nosema apis y Nosema ceranae), es una importante patología de las abejas
adultas que afectan su sistema digestivo provocando lesiones en los tejidos y consecuentes
trastornos de absorción de nutrientes, lo que desencadena la muerte de abejas adultas, el
desequilibrio de la colonia y grandes daños económicos. Desde el año 2004 la OIE ha
excluido a esta patología del listado de enfermedades de denuncia obligatoria debido a que
la distribución de la enfermedad es cosmopolita. No obstante, se debe considerar a la
Nosemosis entre las principales patologías apícolas en el momento de intervenir
sanitariamente un apiario.

Importancia para la salud pública

Ninguna de las enfermedades mencionadas puede afectar al ser humano. Es posible


comercializar y consumir miel con esporos de Paenibacilus larvae o con
microsporidios Nosema spp. sin ningún riesgo para las personas.

Es importante destacar que los Servicios Veterinarios y otros actores clave del sector apícola
en cada país deben participar y apoyar la implementación de las medidas y actividades
relacionadas con la salud de las abejas melíferas, para lo cual la OIE, a través del Capítulo
4.14. del Código Terrestre, ofrece recomendaciones de suma utilidad. Esto requiere un
marco normativo apropiado, basado en principios científicos, que debe adaptarse por cada
país de acuerdo con sus características particulares para el control de las enfermedades y
el intercambio seguro de los productos apícolas.
Diagnóstico y control

El diagnóstico y el control de las enfermedades de las abejas melíferas a nivel de la colonia


son complejos. Las posibilidades y los métodos para la observación clínica y el diagnóstico
dependen del momento del año en que se quiera realizar. Esto se ve agravado
principalmente en las regiones con una reducción de la cría en ciertas épocas del año,
normalmente en invierno, y la producción temporal de los productos de las colmenas.
Tanto la incidencia de los patógenos como las estrategias de control posibles, dependen de
este ciclo. La administración de productos veterinarios y la utilización de desinfectantes
sobre el material inerte, debe realizarse con suma prudencia ya que dichos tratamientos
pueden contaminar los productos alimenticios obtenidos de las colmenas.

No obstante, muchas de las patologías apícolas, principalmente aquellas que afectan a las
crías, pueden diagnosticarse a campo, pues presentan manifestaciones clínicas bien
evidentes. De todos modos, es aconsejable confirmar los diagnósticos clínicos mediante
pruebas de laboratorio. En este sentido, la OIE, a través del Manual de estándares
diagnósticos y vacunas para Animales Terrestres (Manual Terrestre), recomienda varias
técnicas de laboratorio para llevar a cabo el diagnóstico de las distintas enfermedades de
las abejas.

Cuando se deben obtener muestras de abejas o panales con cría para su remisión al
laboratorio, se utilizarán conservantes comunes como el alcohol puro o diluido, o bien
simplemente la refrigeración de las muestras para evitar la proliferación de bacterias y/u
hongos que puedan alterarla y entorpecer el trabajo de laboratorio.

Bioseguridad

Una gran diferencia de la apicultura con otros tipos de producciones animales es que las
abejas se mantienen normalmente en un entorno donde algunas poblaciones de abejas
silvestres también están presentes. Especialmente en regiones con grandes poblaciones
silvestres, como África, Asia, América Central y del Sur, hay un intercambio más o menos
permanente entre las poblaciones bajo producción y aquellas de vida silvestre. Esto
complica gravemente y a menudo impide la aplicación de las medidas veterinarias, como el
control de las enfermedades y los programas de vigilancia. Incluso sin las abejas salvajes,
es muy difícil evitar la propagación de enfermedades ya que las colonias de abejas tienen
un gran radio de vuelo de al menos tres kilómetros. Por otra parte, las colonias de abejas
se multiplican por un enjambre cuando una parte de la colonia deja el nido viejo para
buscar una nueva vivienda. Dependiendo de la disponibilidad de alimentos y la densidad
de la población de abejas en el lugar, recorren distancias de muchos kilómetros. Estos
enjambres también pueden instalarse en depósitos transportables como contenedores y
de esta manera, las abejas pueden llegar a otras regiones por camión o tren e incluso, llegar
en barco hasta otros continentes.
Las abejas obreras son integrantes exclusivos de una determinada colonia. Cuando salen
de la colmena para recolectar agua, polen o néctar, regresan a la misma colmena de la que
salieron. Sin embargo, a veces, se producen situaciones que por algún motivo las abejas se
introducen en otras colmenas. A este fenómeno se le llama “deriva” y es uno de los factores
de dispersión de enfermedades. Otro de estos factores es el “pillaje”, que se produce
cuando no hay fuentes de néctar disponibles y las abejas, en una especie de crisis de
abstinencia, buscan mediante cualquier medio obtener nutrientes en otro lado, aunque sea
en una colmena vecina. Es así que se producen grandes batallas de abejas queriendo robar
la miel de otras colonias. Este contacto entre las abejas de un apiario o entre apiarios
vecinos también puede contribuir con la difusión de agentes patógenos.

La imposibilidad de retener a las abejas en un lugar delimitado, o de evitar la introducción


de vida silvestre o proveniente de otros apiarios comerciales, restringe la posibilidad de que
los productores y veterinarios apliquen medidas de bioseguridad. Por este motivo, la OIE
ha decidido no aplicar el concepto de compartimentación (establecimiento productivo o
grupo de establecimientos con un estatus sanitario diferencial con respecto al resto de la
región) para todas las enfermedades apícolas.

Intervención veterinaria en un apiario

Cuando se presenta un problema sanitario en un apiario, la primera medida que debemos


adoptar es impedir el ingreso y egreso de colmenas para evitar una eventual dispersión del
problema.

El veterinario actuante debe contar con el equipamiento necesario para su protección, para
realizar el trabajo de inspección clínica y para la recolección y acondicionamiento de
muestras: ropa de apicultura, guantes, ahumador, pinza o palanca para maniobrar los
cuadros, agujas o algún otro elemento que permita analizar las larvas operculadas, frascos
de boca ancha, alcohol, papel de embalaje, cintas adhesivas y marcadores. Además, deberá
procurar planillas de inspección sanitaria o alguna otra metodología para el registro de
hallazgos.

Se procederá siguiendo las siguientes recomendaciones:

1. El veterinario debe estar correctamente vestido con su equipo y guantes


desechables, velo y zapatos limpios, al igual que el ahumador y pinza para alzar los
marcos. Los elementos de trabajo tales como pinza y ahumador, es conveniente que
sean suministrados por el propietario de las colmenas. De lo contrario, se asegurará
la correcta desinfección de los mismos entre una inspección y otra.
2. Se procederá a la inspección general de cada apiario (emplazamiento de las
colmenas, orientación de piqueras, calidad y estado del material inerte, orden e
higiene, presencia de material apilado sin utilizar, control de malezas entre las
colmenas, etc.). Observar atentamente esos aspectos y recolectar otra información
de interés conversando con el productor: recambio de reinas y panales, si
monitorea las poblaciones de varroosis, si realiza inspecciones para enfermedades
bacterianas, si reconoce los signos clínicos de las enfermedades, etc.
3. Observación general de la población de abejas, registrando cuántos panales cubren.
De este modo se puede clasificar a la colmena según el tamaño de su población que
deberá ser acorde al momento del año de la inspección.
4. Revisión de todos los cuadros de la cámara de cría y los cuadros donde exista o
existió postura, en busca de signos clínicos de enfermedades bacterianas. Cada
cuadro será extraído de la cámara de cría y se observará de ambos lados en busca
de larvas muertas o con coloración y disposición anormal. Ante signos clínicos
compatibles con enfermedades bacterianas, se tomarán muestras. La muestra debe
estar constituida por uno o dos marcos de las colmenas sospechosas o un trozo de
panal de cría de 5x20 cm., que contenga larvas con signos clínicos. Cada marco debe
ser envuelto en papel madera o kraft y depositado en cartuchos de papel madera o
cajas de cartón resistente, el panal nunca debe estar en contacto directo con plástico
o nylon. Este tipo de muestras se remitirá al laboratorio correctamente rotulada y
refrigerada.
5. Se observará con atención la cámara de cría en busca de ejemplares de Aethina
tumida, pequeño escarabajo de las colmenas. Se desopercularán y observarán
celdas de cría en busca de ejemplares de Tropilaelaps spp.
6. Observación de signos clínicos de infestación por Varroa destructor y Nosema spp.
7. La muestra para varroosis debe estar constituida por unas 300 abejas vivas,
tomadas de la cámara de cría, de ambas caras de 3 cuadros diferentes, de al menos
6 colmenas de cada apiario elegidas al azar (o del 10% cuando esté conformado por
más de 60 colmenas). Las abejas deben estar contenidas en un recipiente de
paredes rígidas (envase plástico o de vidrio de boca ancha y tapa a rosca). Las abejas
se mantendrán conservadas en partes iguales de alcohol y agua.
8. La muestra para nosemosis debe estar constituida por unas 100 abejas
pecoreadoras (abejas recolectoras que salen al campo), tomadas en la piquera, que
se dispondrán en un frasco plástico o de vidrio, conservadas en alcohol puro. Las
muestras serán obtenidas de 6 colmenas de cada apiario elegidas al azar (o del 10%
cuando esté conformado por más de 60 colmenas) para la determinación de
abundancia de esporos de Nosema spp.
9. Confección del protocolo de toma de muestras que acompañará las muestras de
cada apiario
10. Identificación del envase contenedor de muestras con el número de la colmena
muestreada (si no tiene, escribirle uno con el marcador indeleble), los datos del
apiario (nombre) y la localidad donde fue recolectada y fecha.
11. Entre un apiario y otro, se deben eliminar los materiales desechables y desinfectar
los instrumentales con los cuales se trabajó. Teniendo en consideración que lo
óptimo es trabajar con las herramientas del propio apicultor.

Cuando se sospecha o confirma la presencia de una enfermedad infectocontagiosa o de


una exótica, se debe proceder a la inmediata notificación del caso a las autoridades
sanitarias del país. Dadas las mencionadas dificultades que se presentan en esta actividad
productiva para mantener medidas de bioseguridad, es importante actuar con mucha
celeridad para evitar la dispersión del evento.

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