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LA OBSESIÓN DE OBIANG NGEMA POR EL PODER (I)

Por Tomás Edjang Nsue

Hoy, día 3 de agosto, se celebra el aniversario de la toma del poder por los militares en Guinea
Ecuatorial en 1979. Cuarenta años después conviene analizar la evolución que ha tenido nuestro
país en el orden político, económico y social.

El Comunicado emitido por los militares el día 3 de agosto de 1979 comenzaba así: “ El pueblo de la
República de Guinea Ecuatorial, desde hace casi 11 años, viene soportando la situación caótica impuesta
por el régimen dictatorial del Presidente Macías Nguema Biyogo, que ha sumido al País bajo un estado de
total anarquía, terror, asesinatos, mala administración, miseria; con la violación sistemática y persistente
de los derechos fundamentales del ciudadano guineano y extranjero”.

Estos son los hechos por los que se justificó la acción militar iniciada el día 3 de agosto de 1979.
Ahora bien la pregunta que cabe hacer, para la reflexión, cuarenta años después, es: ¿al día de hoy,
cómo ha evolucionado la situación descrita?

Sumido en la euforia por la caída del anterior dictador, el pueblo de Guinea Ecuatorial tardó
bastante tiempo en darse cuenta de la naturaleza del régimen actual. Muchos compatriotas
participaron en las operaciones militares para derrocar al dictador Mesee M´Ngema movidos por los
ideales que se anunciaron en el ya aludido Comunicado: “la imperiosa necesidad de restaurar la
moral, la personalidad, la dignidad y la recuperación de los valores del pueblo”. Pero para un
buen analista, el dictador Obiang tardó muy poco en mostrar su verdadera cara, con la eliminación
paulatina y sistemática de todos aquellos que realmente tomaron parte activa y decisiva para acabar
con el régimen del anterior dictador, de suerte que al día de hoy se puede afirmar que prácticamente
los verdaderos artífices del 3 de agosto han sido reducidos a la nada: los primeros afectados fueron
dos de las personas claves para el éxito de las operaciones del 3 de agosto, Florencio Meyé M´Elá y
Felix Mbá Ntsama, cesados pocos meses después de sus funciones de Vicepresidente y Comisario
de Asuntos Exteriores y Comisario de Interior del Consejo Militar Supremo, respectivamente; luego
le tocó el turno al segundo Vicepresidente y Comisario Economía, Salvador Elá Zeng, más adelante,
al jefe de la columna que subió a Mongomo desde Bata, Eulogio Oyó Riquesa y así poco a poco fue
apartándolos; muchos han muerto asesinados vilmente por Obiang, otros han muerto o están en una
situación de indigencia a la que los ha sometido y el resto, dos o tres personas a lo sumo, siguen en
la administración y en mayor o menor medida marginados.

Como se ha señalado arriba, muchos compatriotas participaron en las acciones del 3 de agosto de
1979 efectivamente para cambiar el rumbo político de nuestro país, en el sentido de promover la
instauración de un Estado que fuese capaz de impulsar un desarrollo político económico y social en
beneficio de todos los habitantes de Guinea Ecuatorial. Pero, por desgracia para todos, el único que
no tenía nada de esto en su mente era precisamente la persona a la que sus compañeros de armas
pusieron al frente del gobierno militar que estaba llamado a pilotar un periodo de transición política
que debía acabar con la devolución del poder a los civiles. Evidentemente Obiang tomó el poder
para quedarse y no para volver al cuartel.

De hecho, desde el 3 de agosto de 1979 a la fecha de hoy vivimos en un régimen militar, a pesar de
los maquillajes de todo tipo que ha llevado a cabo el dictador para aparentar que Guinea Ecuatorial
es un Estado democrático. Tal afirmación está corroborada, entre otros, por los siguientes hechos: 1)
Obiang asciende al poder con la graduación militar de Teniente Coronel, disuelve el Consejo Militar
Supremo siendo ya Coronel. Al asumir la presidencia de la República en 1982, cuando teóricamente
los militares traspasan el poder a los civiles, debía pasar la situación de retirado del ejército, pero en
el año 1986 se auto-asciende a General de Brigada. Y la cosa no termina aquí, en el año 1991 se
adopta una nueva Constitución para introducir el pluralismo político y como consecuencia de ello se
promulga una ley, en enero de 1992, que regula la creación y funcionamiento de partidos políticos;
dicha ley prohíbe taxativamente la afiliación a partidos políticos de miembros de las fuerza armadas
y de la seguridad del Estado. Sin embargo, desde la adopción de dicha ley el presidente del PDGE
firmó su propio ascenso a General de División en 1996, a Teniente General en 1999 y a Capitán
General en 2004. 2) En la misma línea podemos citar el caso de su hijo, vicepresidente de su partido
y vicepresidente de su padre, sin formación militar alguna, al que en octubre del año pasado
ascendió al grado de General de División. 4) En un país como el nuestro, con apenas 1 millón de
habitantes, para el régimen es un escándalo que existan 16 o 18 partidos políticos (muchos de ellos
prefabricados por el propio régimen) y consideran normal que en las fuerzas armadas y de la
seguridad del Estado hayan más de 70 Oficiales Generales. 5) Todos los militares están afiliados al
PDGE y atropellan a la población civil con toda impunidad. 6) Aquí el uniforme militar en lugar de
inspirar confianza en el ciudadano, inspira miedo. Es muy elocuente, en este sentido, constatar la
diferencia salarial entre civiles y militares: un soldado raso, después de seis a nueve meses en una
academia militar, tiene un salario base superior a un doctor en cualquiera materia; quien ha
conducido en las ciudades de Malabo y Bata habrá observado que para los militares no existe el
código de circulación, los semáforos sólo existen para conductores civiles.

Como ya lo hemos señalado, Obiang Ngema subió al poder para quedarse y no fue una casualidad.
Puso en marcha su plan desde mucho antes de 1979, se granjeó primero la confianza de su tío
Mesee M´Ngema con inventos de golpes de estado, técnica mediante la cuál consiguió eliminar a
varios políticos que él consideraba un obstáculo para sus aspiraciones, con lo que logró una
ascensión vertiginosa en el escalafón militar; en el mismo sentido provocó la caída en desgracia de
la práctica totalidad de todos sus compañeros de la academia militar de Zaragoza, a lo largo del
régimen anterior y últimamente la eliminación y/o anulación de todos los verdaderos artífices de la
acción militar del 3 de agosto de 1979.

Cuando se produce el golpe de estado de 1979, Guinea Ecuatorial estaba en el punto de mira del
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. La cuestión de violación de derechos
humanos en Guinea Ecuatorial se plantea por primera vez en la Comisión de Derechos Humanos de
dicha institución en 1974, por una denuncia de la Unión Belga para la Defensa de la Paz. En años
sucesivos, grupos de exiliados guineanos multiplicaron dichas denuncias; el gobierno siempre
esgrimía el argumento de que los informes que llegaban a la Comisión eran informaciones de
grupos financiados por los colonialistas en su intención de re-colonizar el país y a pesar de los
múltiples llamamientos no se prestó a colaborar con la Comisión para esclarecer el contenido de las
acusaciones.

A la vista de la situación señalada, en su 35º periodo de sesiones, el Consejo Económico y


Social adoptó, en marzo de 1979, la resolución por la que se decidió dejar de tratar
confidencialmente el caso de violación de los derechos humanos en Guinea Ecuatorial y se designó
un Relator Especial, para que estudiara a fondo la situación de nuestro país y rendir posteriormente
el correspondiente informe. Es así que dicho Relator llega a Guinea Ecuatorial a principios del mes
de noviembre de 1979, tres meses después del golpe de estado. Y a partir de aquí ya se pone de
manifiesto la verdadera personalidad del designado presidente del Consejo Militar Supremo.

La visita del Relator era una buena oportunidad para que el presidente y el gobierno del Consejo
Militar Supremo reafirmaran su voluntad de obrar para que en el país no se diera más la situación de
violación de los derechos humanos que había propiciado el régimen anterior y que, como ya se ha
señalado justificó el golpe de estado. Sin embargo, llama mucho la atención la notable falta de
colaboración de los responsables del gobierno, desde el propio presidente que ni siguiera se dignó
recibir en audiencia al Relator.
Por la señalada actitud del presidente, es fácilmente comprensible que después hiciera caso omiso a
las recomendaciones del Relator en relación a una transición política, porque no cuadraba con sus
ambiciones.

Efectivamente en su informe, el Relator señala que el gobierno de Guinea Ecuatorial no parece


prestarle la debida atención al problema de la promoción y defensa de los derechos humanos, lo que
induce a pensar que el presidente tenía recelos que saliera a relucir su nombre como autor de las
múltiples tropelías cometidas. No obstante, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas
se volcó para prestar el apoyo necesario al gobierno del Consejo Militar Supremo para que el país
pudiera lograr el restablecimiento efectivo de los derechos humanos y las libertades fundamentales;
para lo cuál elaboró, previa conformidad de las autoridades nacionales, un programa de acción para
lograr dicho objetivo.

El calendario de dicho plan abarcaba de 1981 a 1984, periodo en el que se programó una serie
de acciones para dotar al país de normas jurídicas democráticas que posibilitasen la conformación
de instituciones fuertes. El plan contemplaba como prioridad la elaboración de la legislación básica,
para llenar el vacío legal existente; la organización de la administración pública y de un sistema
judicial adecuado; la elaboración de una nueva Constitución, su aprobación por una Asamblea
Constituyente y su ratificación mediante referéndum popular y finalmente iniciar los procesos
electorales necesarios para dotar al país de las instituciones de gobierno y administración
necesarias.

Todo lo referente al plan señalado no cuadraba con las aspiraciones de Obiang Ngema, porque
suponía la posibilidad de que el pueblo recuperase su soberanía y la instauración de una democracia
real en Guinea Ecuatorial. Razón por la cuál no le interesó a su gobierno llevar a cabo la ejecución
de dicho plan.

El plan se presentó al gobierno en agosto de 1981 y ya en mayo de 1982 Obiang pide expertos al
Secretario General de la Naciones Unidas que ayudaran en la elaboración de una Constitución, los
que efectivamente llegaron, aunque para simplemente emitir algunas observaciones sobre una
Constitución que ya había sido elaborada a la medida del dictador. Dicha Constitución se promulgó
por el gobierno del Consejo Militar Supremo el día 3 de agosto de 1982 y adoptada en referéndum
el día 15 del mismo mes, consagrando a Obiang Ngema presidente de Guinea Ecuatorial por un
periodo de 7 años, según lo dispuesto en la disposición adicional del texto sometido a votación.

El plan de las Naciones Unidas daba vigencia al gobierno del Consejo Militar Supremo hasta el año
1984, pero Obiang preferió quemar etapas para lograr su objetivo. Efectivamente se le dota a
Guinea Ecuatorial de una Constitución elaborada no por un Poder Constituyente, que hubiera
supuesto la muestra de una voluntad de lograr el mayor consenso posible, sino por unas
personalidades designadas a dedo por el propio dictador, que trabajaron bajo sus instrucciones hasta
darse el hecho anecdótico de que el texto que se les puso a disposición no lo podían llevar fuera de
la sala de sesiones, es decir, fuera de los comisionados nadie más debía tener conocimiento del
borrador que les fue sometido a examen, al puro estilo del régimen anterior.

No existía libertad de expresión, ni medios de comunicación sin censura que hubieran permitido la
discusión útil del Proyecto de Constitución, con la participación de un amplio sector de la
población. No se había elaborado una Ley de Asociaciones, que hubiera permitido iniciar la
organización de la sociedad civil que permitiera una participación inteligente y responsable en los
asuntos públicos. Guinea Ecuatorial no disponía de una Ley Electoral.

El engaño de Obiang al pueblo, que no tenía experiencia real de participación en la vida política,
fue que con la adopción de la nueva Constitución se entregaba el poder a los civiles.
La Constitución de 1982 fue la piedra angular que cimentó la dictadura de Obiang. Con la misma,
asume de facto todos los poderes del Estado: es presidente del ejecutivo, nombra y separa
libremente a todo el personal del poder judicial incluso con la facultad de revisar las sentencias
dictadas por los tribunales (disposición transitoria segunda); asume de pleno derecho las funciones
legislativas contempladas en la Constitución, hasta que se ponga en marcha el órgano legislativo
(disposición transitoria primera), que no se constituyó sino más de un año después. Especial
mención cabe hacer del hecho de que Obiang nunca hizo posible la puesta en marcha del Consejo
de Estado, recogido en la Constitución y que se contemplaba como órgano que debía ejercer la
fiscalización del desarrollo democrático de la vida política y social de Guinea Ecuatorial y velar
por la constitucionalidad de las leyes.

Con las premisas descritas, y como veremos más adelante, Obiang tuvo las manos libres para hacer
y deshacer a su antojo todo lo relacionado al desarrollo político, social y económico de Guinea
ecuatorial. (CONTINUARÁ)

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