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personas.

En el mundo wixarika, lo que existe son personas-jícara y personas-fle-


cha. Uno nace jícara, o de una jícara y, eventualmente, uno deviene flecha. Pensar
estas identificaciones es un reto, pues, ni siquiera se puede separar los conceptos
de la práctica (véase Henare et al., 2007). Además, la relación entre jícaras y
flechas es complicada. No es simplemente una progresión de a a b. Ser jícara o
ser flecha implica diferentes modos de ver y diferentes maneras de relacionarse.

Jícara y flecha en los clásicos de la etnografía del Gran Nayar

Por su complejidad y dinamismo, la documentación de los rituales huicholes


es un reto y uno se pierde fácilmente en detalles. Es necesario enfocarse en los
elementos más recurrentes de las ceremonias, o en secuencias rituales relati-
vamente invariables que aparecen en contextos diversos, aunque siempre en
combinaciones distintas. Una de estas “constelaciones” que emergen del apa-
rente caos del material etnográfico es el depósito de flechas [+r+te] y jícaras
[xukurite]. Estos objetos se elaboran durante varios días previos a la ceremonia y
el etnógrafo muchas veces es invitado a ayudar. Luego son velados durante una
noche de canto chamánico. En la madrugada se les unta con sangre sacrificial
para posteriormente depositarlos en diversos lugares sagrados del paisaje. En
esta parte, los etnógrafos con vehículo muchas veces son invitados a ofrecer un
rito a los peregrinos que entregan las ofrendas... He observado y participado en
estos rituales muchas veces.
Antes de presentar mi material quisiera revisar cómo se planteó este a princi-
pio del siglo xx, durante la primera oleada de estudios sobre la cultura material
que, como veremos, ya tenía planteamientos sofisticados sobre agentividad y
materialidad. Desde el principio existían perspectivas muy divergentes sobre los
objetos rituales huicholes, algunas sorpresivamente cercanas a lo que se plantea
hoy día. Mi posición no es sumarme a una corriente, aunque parece importante
formular un argumento más complejo que se enfoque en la articulación entre
los diferentes puntos de vista.
De la generación de pioneros, fue Carl S. Lumholtz (1851-1921) quien mos-
tró el mayor interés en los objetos votivos y en el arte ritual. Jícaras y flechas
forman parte del “arte simbólico” que se presenta en el tratado Simbolism of the
Huichol Indians (1900), y que contrasta con el “arte decorativo” de los huicholes:
los textiles tejidos y bordados (Lumholtz 1904). Su trabajo tiene los alcances y
limitaciones de un enfoque que considera el arte ritual como sistema de comu-
nicación. Lo que jamás se le ocurriría a un naturalista como Lumholtz es pre-
guntar por el estatus ontológico de las personas y de las cosas, o si en la cultura

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J O H A N N E S N E U R AT H

tecnología de los márgenes.indb 182 12/06/15 12:13

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