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INTRODUCCIÓN: Dios nos creó y nos diseñó para asumir

responsabilidades. Nadie nace teniéndolo todo para toda la vida. Desde


pequeños tenemos que dedicar 6 años en la primaria, 3 años en la
secundaria, y luego otros años para una carrera técnica, o 7 años más para
una carrera profesional, y entonces tener un trabajo que deje resultados
económicos suficientes para sostener a la familia y conseguir nuestra
vivienda. Primero tenemos que ser responsables en estudiar, luego
tenemos que ser responsables en trabajar, luego tenemos que ser
responsables en ahorrar, luego tenemos que ser responsables en invertir,
luego tenemos que ser responsables en administrar bien, y a medida que
asumimos nuestras responsabilidades podemos disfrutar los beneficios.
Hoy, la familia de nuestra hermana Marbella, ya puede ver el fruto de la
responsabilidad. Paso a paso, con mucho sacrificio y esfuerzo han
conseguido construir su vivienda, pero sin duda alguna, gracias a Dios
quien ha estado detrás de toda la historia familiar preparando este
beneficio para demostrar de esta manera su amor incondicional para toda
la familia.
Hay un cuadro que he visto en muchos hogares cristianos que es muy
significativo, y qué bueno que desde hace más de 40 años ha estado a la
venta en librerías cristianas, y que dice: DIOS BENDIGA NUESTRO HOGAR.
Ojalá que ustedes puedan conseguirse un cuadro como ese. Recuerdo que
durante mi niñez, hace casi 40 años, mis papás tenían ese cuadro en
nuestra casa. Actualmente en nuestra casa como familia tenemos uno con
las mismas palabras, que nos recuerda que no estamos solos en nuestras
ocupaciones de cada día para obtener lo que es necesario y digno para
nuestra familia.

En el mensaje de esta ocasión, deseo compartirles a través de diversos


pasajes de las Sagradas Escrituras, la verdad de que DIOS BENDICE LOS
HOGARES. / Pero, ¿cómo Dios bendice los hogares? / De manera breve,
me propongo explicarles tres maneras como Dios bendice los hogares, por
lo que este mensaje no solamente aplica para la familia que hoy agradece a
Dios por su vivienda que ha sido construida, sino para cada uno de los que
aquí estamos presentes.

La primera manera como Dios bendice hogares, es:

I.- PROVEYENDO TRABAJO PARA OBTENER RECURSOS.


Desde que Dios creó al ser humano, lo puso a trabajar. Moisés quien nos
narra la revelación de la historia de la creación del hombre, dice
que: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de
Edén, para que lo labrara y lo labrase” (Génesis 2:15). Dios le puso
ciertos árboles, pero por lo demás tenía que labrarlo. Ese sería el medio de
subsistencia cotidiana para él y su esposa. Pero desde que ellos decidieron
desobedecer comiendo del fruto de un árbol que no les fue autorizado
comerlo, se constituyeron en pecadores o infractores de un mandato de
Dios, y desde entonces, recibieron no la maldición de trabajar, porque
trabajar siempre fue una bendición, sino la maldición de lo difícil que sería
realizar sus trabajo, pues le fue dicho a Adán “Con el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,…” (Génesis 3:19a). Esa
es la razón por el que trabajar, a veces es visto como una maldición, pero
no, el trabajar es una bendición, un privilegio que no le fue quitado al
hombre pecador. Lo difícil que es para cada uno de nosotros, conseguir
mediante el trabajo, los recursos que necesitamos, es la evidencia que nos
acompaña, para recordarnos que somos pecadores a quienes de todas
maneras Dios ama concediéndonos algún trabajo para obtener los recursos
que necesitamos para las necesidades básicas de cada día como el
alimento, la salud, la ropa, etc…
Amados hermanos, aunque con peligros y dificultades, el padre de familia
de esta casa, tuvo que irse al extranjero para trabajar y obtener con más
rapidez y más de lo que aquí es posible; pero hoy gracias a su trabajo y
ganancias, somos testigos de que Dios ha estado y está con ustedes, al
concederles durante estos últimos años, bendiciones que nunca antes
habían tenido, como el tener una casa bastante grande. Al mismo tiempo,
Dios les ha provisto de la bendición de obtener todos los muebles y
productos para poder instalar una tienda en la que ustedes seguirán
trabajando para obtener más recursos para que la familia siga saliendo
adelante. Esto es lo que les dije al principio, que Dios bendice hogares
como lo está haciendo con el hogar de ustedes, proveyendo trabajo para
obtener recursos económicos para salir adelante como familia. Que Dios
les siga bendiciendo mucho más.

La segunda manera como Dios bendice hogares, es:

II.- PROVEYENDO UN LUGAR DÓNDE VIVIR.


Lo primero que quiero que leamos en las Sagradas Escrituras es la
explicación que el apóstol Santiago consignó en su epístola universal en la
que afirma que “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación” (Santiago 1:17). Con estas palabras deducimos
que una de las buenas dádivas de Dios que hoy ya es una realidad para
ustedes, es la vivienda que hoy ustedes ocupan como familia, y que el
origen de todo recurso que necesitaron no provino del solo esfuerzo
humano de quienes aportaron dinero, ni de solamente quienes trabajaron
en su construcción, sino que toda la provisión que fue necesaria
descendió “de lo alto, del Padre de las luces,…”. Como dice el escritor
del Salmo 127, es Jehová quien edifica la casa, con su provisión, pues ni
siquiera es quien pone el dinero, ni el albañil quien sabe colocar muy bien
piedra sobre piedra, o block sobre block.
Amados hermanos, hoy cada miembro de esta familia debe reflexionar
muy profundamente como lo hiciera el autor del Salmo 103 que en lo
profundo de su alma se decía a sí mismo: “Bendice, alma mía, a Jehová,
y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). Permítanme
decirles que bendecir a Dios sin olvidar sus beneficios, no es suficiente con
este culto de acción de gracias que se está llevando a cabo en estos
momentos, sino que es un asunto de profunda gratitud a Dios cada día
desde que despertamos hasta que nos acostamos a dormir. Dios ha sido
muy misericordioso con ustedes dándoles una vivienda grande que incluso
parte de ella utilizarán como tienda, por lo que razón suficiente tienen para
bendecir a Dios no solo ahora mismo sino todos los días.
.

La tercera manera como Dios bendice hogares, es:

III.- OFRECIENDO EL REINO DE DIOS A CADA PERSONA QUE HABITE


EN LA CASA.
Otra de las maneras la encontraremos entre las instrucciones que Jesús
daba cuando comisionaba a sus discípulos para que vayan a ciudades y
aldeas a predicar acerca del reino de Dios. Él les decía: “En cualquier
casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. / Y
si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si
no, se volverá a vosotros. / Y posad en aquella misma casa,
comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de
su salario. No os paséis de casa en casa. / En cualquier ciudad
donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; / y
sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado
a vosotros el reino de Dios” (Lucas 10:5-9). Además de las
descripciones de cómo debe comportarse un predicador del evangelio del
reino de Dios, el mensaje que tenían que decir y explicar en cada hogar es
que “Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”. Y hasta el día de
hoy ese es el mensaje que debe ser predicado cuando cada hogar es
visitado por otro creyente en Jesucristo. La instrucción de Jesús nos deja
muy claro que Dios desea bendecir cada hogar haciéndolos partícipes del
reino de Dios. ¿De qué sirve que solamente tengamos un techo donde
vivir, y allí acabemos todos nuestros días, y no pertenezcamos al reino de
Dios? Al mismo tiempo que es importante que tengamos una vivienda
propia, también es importante que nos apropiemos del mensaje del reino de
Dios que Jesús envió a predicar en aquel tiempo en las ciudades y aldeas de
Judea y toda Palestina, pero que desde el día que él regresó al cielo,
encargó que se predique “a todas las naciones” (Mateo 28:19), “por
todo el mundo, y […] a toda criatura”(Marcos 16:15), lo que implica
que también en cada hogar para cada familia (Cf. Efesios 3:14-16).
Amados hermanos, es necesario que hoy mismo todos los que viven en
esta casa tomen en consideración la enseñanza de Jesús que dice: “¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su
alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo
26:16; Marcos 8:36). Será una lástima si solamente se preocupan de las
cosas terrenales que aunque son necesarias no son las más importantes
para nuestra vida, pues nuestra alma necesita a Jesucristo como su
Salvador para que pertenezcamos al reino de Dios desde el presente hasta
la eternidad. Lo principal mis amados hermanos, es lo que Jesús mismo dijo
en una ocasión: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Les
pido en el amor del Señor que no dejen de buscar primeramente el reino de
Dios. Se los digo, porque muchas personas (afortunadamente no todas),
cuando han conseguido de Dios lo que necesitan, entonces, siguen
buscando primeramente otras cosas que incluyen hasta lo que no
necesitan, y del reino de Dios lo dejan de segundo, o de último, o lo
olvidan. Deseo de todo corazón que esto no les pase a ninguno de ustedes.
.

CONCLUSIÓN: Amados hermanos, ante todas estas bondades de Dios que


ya son una realidad en esta familia, ustedes tienen suficientes motivos para
dar gracias a Dios; primero, porque trabajo no les hace falta, teniendo de
esta manera de dónde recibir el pan de cada día, a través del padre de
familia que está en los Estados Unidos de América, y por medio de la tienda
que ya han instalado en este lugar; segundo, porque ahora ya tienen un
mejor lugar donde vivir como familia, los mejores seres queridos que
podemos tener en esta vida, por quienes nos esforzamos a trabajar y dar
todo de nuestra parte; y tercero, porque el reino de Dios ha llegado a sus
corazones y está produciendo frutos de arrepentimiento, de gratitud, y de
servicio para la gloria de Dios.
Pero, aprovecho invitar de esta misma familia y de entre todos los
presentes, a quienes todavía no han aceptado para sus vidas el mensaje
salvador del glorioso evangelio de Jesucristo, que no dejen que el tiempo
siga pasando sin Cristo en sus corazones. Ahora mismo, díganle a Jesús
que se reconocen como pecadores infractores de los mandamientos de
Dios; díganle que se han dado cuenta de que él les amó desde que dio su
vida en la cruz; díganle que también se dan cuenta que tanta bendición que
ahora están recibiendo les está haciendo entender cuánto les ama; díganle
que quieren ser beneficiarios de la salvación que ofrece gratuitamente;
díganle que le reciben como su único y suficiente salvador; y finalmente
díganle que desean que él tome el control y gobierno de sus vidas. Esto es
lo principal que todos debemos hacer, pues no solo contaremos con cosas
materiales sino que también contaremos con el beneficio de la salvación y
de la vida eterna.

Que Dios bendiga a cada uno de ustedes.

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