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INMUNODEFICIENCIAS SECUNDARIAS

INTRODUCCIÓN

Existen muchos factores intrínsecos y extrínsecos que pueden afectar negativamente


el desarrollo de la respuesta inmune, produciendo estados de inmunodeficiencia
secundaria (IDS) que incrementan el riesgo de padecer infecciones con mayor
frecuencia y severidad que lo observado en sujetos inmunocompetentes. Estas
inmunodeficiencias, que se encuentran con mucha frecuencia en la práctica clínica
habitual, se pueden originar por una amplia gama de condiciones heterogéneas que
van desde la malnutrición, los tratamientos con glucocorticoides e
inmunomoduladores, el trauma y las cirugías, hasta las enfermedades metabólicas, el
cáncer y las infecciones crónicas.

Clasificación de las inmunodeficiencias secundarias


La causa más frecuente de IDS es la malnutrición, que en el mundo afecta muchas
comunidades que tienen acceso restringido a una alimentación completa. Sin
embargo, la frecuencia de las diferentes IDS varía según la presencia de múltiples
factores, como las condiciones raciales y geográficas. Por ejemplo, en países en
desarrollo las IDS son más frecuentes que en los del primer mundo; esto se debe a la
alta prevalencia de enfermedades como la malnutrición proteico calórica, las carencias
de vitaminas y oligoelementos, y las enfermedades infecciosas. En los países
desarrollados, la causa más frecuente de IDS son las enfermedades metabólicas, los
tumores, las enfermedades infecciosas y diversos tratamientos farmacológicos (drogas
citotóxicas y glucocorticoides, fundamentalmente).

Los defectos inmunes observados en las diversas IDS usualmente conducen a


manifestaciones clínicas muy heterogéneas, y el pronóstico depende la severidad de
la deficiencia. Las IDS de menor gravedad son las que suelen ocurrir después de las
enfermedades infecciosas agudas, especialmente de origen viral; estas deficiencias
son transitorias y revierten espontáneamente. Un caso de mayor gravedad es la IDS
que acompaña a las enfermedades proliferarías malignas; aunque en todos los casos
de cáncer se acaba produciendo una inmunodeficiencia secundaria, aquellos que
afectan a las células del propio sistema inmune (leucemias y linfomas) son los que
ocasionan un trastorno más severo, y esa gravedad aumenta como consecuencia de
los tratamientos de quimioterapia que reciben estos pacientes. En general, el
tratamiento de una IDS va dirigido a corregir el trastorno original que causa la
inmunodeficiencia; sin embargo, en ocasiones esto no es posible (síndromes
genéticos, asplenia congénita o adquirida) y el riesgo de infecciones se puede reducir
por medio de la vacunación, la terapia inmunológica (como las citocinas
recombinantes) y la profilaxis con antibióticos.

IDS POR MALNUTRICIÓN

La carencia de un aporte adecuado de micronutrientes (carbohidratos, proteínas,


grasas) o de micronutrientes específicos, particularmente zinc, selenio, hierro y las
vitaminas antioxidantes, puede llevar a una deficiencia inmune clínicamente
significativa, con predisposición a infecciones principalmente en los niños. Las
relaciones entre la malnutrición y la susceptibilidad a las infecciones son complejas y
de reforzamiento mutuo: un niño desnutrido se infecta con mayor facilidad y un niño
infectado puede evolucionar a una desnutrición más rápidamente.

Malnutrición proteico-calórica

Una parte importante de la alta mortalidad asociada con la malnutrición proteico


calórica se debe a una respuesta inmune ineficiente contra las infecciones; en los
desnutridos severos, la concentración de anticuerpos séricos está relativamente
conservada, pero hay un deterioro notable de la producción de anticuerpos específicos
en las mucosas, con pérdida de los linfocitos B y las células plasmáticas productoras
de IgA, lo que explica en parte la prevalencia elevada de infecciones entéricas y
respiratorias.

Sin embargo, en los casos de desnutrición proteica y/o calórica severa (clínicamente
correspondiente a un Kwashiorkor o un marasmo, respectivamente) la alteración más
relevante se observa en la respuesta inmune celular. Una dieta pobre en proteínas
conlleva a involución del timo, linfopenia y disminución de los linfocitos en las zonas T
dependientes del tejido linfoide secundario. Los linfocitos obtenidos de sangre
periférica de los sujetos desnutridos tienen respuestas disminuidas, tanto in vivo como
in vitro. Además, en la desnutrición se presenta anergia (ausencia de respuesta) en las
reacciones de hipersensibilidad retardada. La desnutrición crónica compromete la
producción de citocinas y altera el tráfico de los linfocitos. De otro lado, la desnutrición
proteico-calórica y la deficiencia de zinc activan el eje hipotálamohipófsis-adrenal,
aumentando los niveles séricos de glucocorticoides que causan atrofa tímica y afectan
la hematopoyesis. En la desnutrición proteico-calórica también se observan
alteraciones en las barreras naturales, particularmente en la capacidad de contención
microbiana de la piel y las mucosas, y deficiencias en la respuesta inmune innata. Lo
más interesante es que todas estas alteraciones aparentemente revierten por
completo al corregir la desnutrición.

Deficiencias de vitaminas

Las deficiencias por la ingesta adecuada de vitaminas, minerales y otros oligoelementos


también se han asociado con defectos en el desarrollo de la respuesta inmune contra los
microorganismos. Sin embargo, es muy raro encontrar la carencia aislada de una vitamina o un
oligoelemento en un individuo en particular, y la mayoría de las veces estas deficiencias se
encuentran asociadas con una desnutrición proteico-calórica crónica.

La riboflavina y la piridoxina tienen un efecto positivo en la defensa contra las infecciones,


aunque el mecanismo no está claro todavía; así mismo, las vitaminas antioxidantes A, E y C, y
los betacarotenos son cofactores importantes en la respuesta inmune. La vitamina A tiene un
amplio rango de efectos inmunológicos y su deficiencia se asocia con una mayor severidad en
muchas infecciones de la niñez, como el sarampión, la diarrea por rotavirus y las infecciones
del tracto respiratorio. Además, una deficiencia de vitamina A altera las barreras mucosas y
disminuye la función de los neutróflos, macrófagos y células NK.

La vitamina C es un regulador de la óxidoreducción y controla la activación y supervivencia de


las células inmunes; además, influye selectivamente en la producción de citocinas, aumenta la
producción de óxido nítrico por los macrófagos activados y regula la explosión respiratoria y la
producción de especies reactivas de oxígeno por las células fagocíticas.

La vitamina D, además del papel en el metabolismo óseo, afecta la expresión de más de 200
genes en una gran variedad de tejidos; tiene propiedades antiinflamatorias y moduladoras
tanto en la inmunidad innata como adaptativa. La vitamina D afecta el fenotipo y la activación
de las células presentadoras de antígeno, particularmente las células dendríticas, y regula
positivamente la producción del péptido antimicrobiano catelicidina. Adicionalmente, modula
la función de las células T reguladoras y la producción de la IL-10, favoreciendo el desarrollo de
tolerancia inmune. La deficiencia de vitamina D se ha asociado con una mayor susceptibilidad a
las enfermedades autoinmunes e infecciones crónicas, como aquellas por micobacterias; más
recientemente se ha postulado que influye en la evolución clínica de la infección por el VIH.

La vitamina E es un antioxidante potente que favorece las respuestas mediadas por los
monocitos y macrófagos; además, influye en la función de las células T al regular
negativamente la síntesis de prostaglandina E2. En los sujetos atópicos, la vitamina E mejora el
eccema y reduce los niveles séricos de IgE.

Deficiencias de oligoelementos

Muchos minerales hacen parte de la estructura de algunas macromoléculas y de


complejos sistemas enzimáticos (la hemoglobina, las peroxidasas), mientras que otros
contribuyen en la interacción entre diferentes moléculas orgánicas, como la interacción
entre dos proteínas entre sí, o entre una proteína y un ácido nucleico (una RNA
polimerasa y el DNA genómico). La deficiencia de estos elementos, como el zinc, el
selenio, el hierro y el cobre, entre otros, reduce la proliferación y activación de los
linfocitos, así como la actividad funcional de las células de la inmunidad innata y la
estructuración de las barreras anatómicas epiteliales.

El zinc es un cofactor esencial para todas las especies y es necesario para la actividad
de más de 1300 enzimas; es requerido por las células con alta proliferación,
especialmente de las superficies epiteliales y del sistema inmune, tanto innato como
adaptativo. El zinc es un cofactor vital para las hormonas tímicas; promueve la
maduración, activación y función de las células T, incluyendo la producción de IL-2, la
citotoxicidad y las funciones supresoras. También modula la liberación de otras
citocinas, y el consumo adecuado de zinc se ha asociado con mejor desarrollo de
respuestas tipo T1, mientras ayuda a mantener la integridad de la piel y de las
membranas mucosas. Además, las sales de zinc han demostrado tener actividad
contra más de 40 virus, ya sea directamente o a través de sus efectos
inmunomoduladores.

La deficiencia de zinc es un componente frecuente de la desnutrición proteico-calórica,


pero también se observa en la deficiencia de IgA, la infección por el HIV, el síndrome
del feto alcohólico, la anemia de células falciformes, las enteritis, la enfermedad
celíaca y muchas formas de diarrea. Bajas concentraciones de zinc en la sangre
también se han encontrado en pacientes con tuberculosis, enfermedad de Crohn, y
durante el embarazo. Defectos en el transporte de zinc hacia la leche materna también
puede causar deficiencia de zinc en los lactantes. El declive de la inmunidad
observado en las personas mayores podría deberse en parte a una deficiencia
marginal de zinc, ya que la ingesta inadecuada de zinc es frecuente en este grupo de
población.

La deficiencia de zinc se asocia con una mayor susceptibilidad a las infecciones, sobre
todo en la infancia; altera la respuesta inmune innata al afectar la actividad de los
macrófagos (fagocitosis, actividad lítica intracelular), de los neutróflos (quimiotaxis y la
explosión respiratoria), y de las células NK, así como la actividad del complemento. En
la deficiencia de zinc también existe linfopenia por una disminución en el número de
los linfocitos T y B, se suprimen las respuestas de hipersensibilidad retardada, la
actividad citotóxica y la producción de anticuerpos.

Una deficiencia exclusiva de zinc se observa en la acrodermatitis enteropática, un


defecto genético autosómico recesivo de la absorción del zinc que se causa por
mutaciones en el gen SLC39A4 que codifica para una proteína transportadora del zinc.
La acrodermatitis se presenta en la infancia como lesiones superficiales (dermatitis
aguda o placas hiperqueratósica), diarrea, alopecia, y un aumento en la incidencia de
infecciones causada por la deficiencia inmune severa. Los defectos inmunes van
desde atrofa tímica severa y linfopenia profunda, con desarrollo de anergia y pérdida
de la actividad de las células asesinas naturales.

IDS POR ENFERMEDADES ÓRGANO-ESPECÍFICAS

Enfermedades renales

Tanto el síndrome nefrótico como la insuficiencia renal crónica son causa de


inmunodeficiencia secundaria. El síndrome nefrótico se caracteriza por un aumento en
la permeabilidad de los glomérulos renales, lo que lleva a pérdida de proteínas por la
orina y a su disminución en la sangre, con hipogamaglobulinemia; inicialmente la
membrana glomerular deja escapar inmunoglobulinas pequeñas como la IgG, y
posteriormente las de mayor peso molecular como la IgM. Lo anterior se asocia con
susceptibilidad a infecciones pulmonares, cutáneas y urinarias, y en casos más graves
a la septicemia. La uremia, independientemente de la nefropatía que la produce,
afecta negativamente la respuesta inmune mediada por los linfocitos T, así como los
mecanismos microbicidas de los neutróflos. Por otro lado, la hemodiálisis también
altera los mecanismos de defensa al activar el complemento y afectar la adherencia de
los neutróflos.

Enteropatía perdedora de proteínas

La pérdida entérica de proteínas se observa en:

I. Enfermedades que dañan la mucosa intestinal como la colitis ulcerativa, el


esprue tropical, el edema angioneurótico y las fístulas gastrocólicas;
II. En las enfermedades que producen obstrucción de los linfáticos intestinales
como la linfangiectasia intestinal, la enteritis regional, el taponamiento cardíaco
y las neoplasias;
III. En las infecciones como el HIV, la disentería por Shigella, la estrongiloidiasis y
la tuberculosis.

La pérdida masiva de proteínas por el intestino produce hipoproteinemia y edema; el


edema altera aún más los mecanismos de defensa intestinal. Suele haber
hipogamaglobulinemia, la cual llega a ser tan significativa que amerita terapia de
sustitución con gamaglobulina intravenosa. Sin embargo, en la enteropatía perdedora
de proteínas también se afecta la inmunidad celular, debido a una profunda linfopenia.

IDS POR ENFERMEDADES CRÓNICAS

Neoplasias malignas

El cáncer representa un modelo muy particular de inmunodeficiencia secundaria; por


una parte, para que un tumor maligno se desarrolle debe haber escapado de la
vigilancia inmunológica, ejercida fundamentalmente por las células NK y los linfocitos T
citotóxicos. De otro lado, en la medida que el tumor crece, evade y deprime la función
del sistema inmune. Los pacientes con cáncer diseminado son más susceptibles a las
infecciones pues en esa etapa tienen alterados los mecanismos inmunes efectores,
tanto celulares como humorales. Adicionalmente, los tumores pueden producir
sustancias inmunosupresoras como el TGF-β e inducir la expresión de Fas-L,
promoviendo la apoptosis de células inmunes que expresen Fas.

IDS RELACIONADAS CON LA EDAD

IDS del prematuro y lactante

En condiciones normales la inmunidad del feto y del neonato se considera


funcionalmente inmadura, pues no ha tenido el entrenamiento adecuado (la exposición
a los antígenos extraños) para aprender a desplegar oportunamente las respuestas
necesarias para controlar los intentos de invasión por los microorganismos. En la vida
fetal no se produce o se producen muy pocos anticuerpos de los isotipos IgA, IgG e
IgE; sin embargo, se desarrollan los linfocitos B naturales (B-1) que secretan
anticuerpos naturales del isotipo IgM, y hay transferencia de IgG materna al feto en el
último trimestre de la gestación. Los factores del complemento y otros reactantes de
fase aguda son escasos en el plasma del feto y el neonato, en comparación
con los lactantes mayores y los adultos.

En los prematuros se presentan alteraciones en la respuesta inmune humoral y en la


función de las células fagocíticas, particularmente los neutróflos. La infección
bacteriana es la mayor causa de muerte y morbilidad en los neonatos prematuros, a
pesar de la terapia antibiótica eficaz; estas infecciones se semejan en gravedad y
frecuencia a las que se observan en los pacientes con neutropenias severas. Además,
la producción de TNF-α por los monocitos de los neonatos pre término está reducida
en un 75% cuando se compara con la observada en los neonatos a término y en los
adultos. En cuanto a la deficiencia humoral, el parto anticipado impide que el paso de
la IgG materna a través de la placenta se realice adecuadamente.

Los neonatos nacidos a término exhiben mayores deficiencias en la fase temprana de


la respuesta innata de resistencia antiviral y en la respuesta inmune celular adaptativa.
La actividad citotóxica de las células mononucleares, los monocitos y las células NK se
encuentra alterada en el neonato a término, en especial contra una serie de blancos
como las células infectadas con el virus de herpes simplex. El déficit en la función de
las células NK neonatales se relaciona probablemente con una actividad citolítica
disminuida de esas células, la cual es aproximadamente el 50 por ciento de la
observada en las células NK de los adultos. Muchos estudios han demostrado un
retraso en el desarrollo de las respuestas específicas de antígeno de las células T,
valoradas por la proliferación de los linfocitos neonatales en respuesta a virus, como al
herpes simplex, fenómeno que estuvo asociado con un retraso en la producción de
IFN-γ. Estas alteraciones en la adquisición de células T maduras antígeno-específicas
y en la producción de citocinas pueden ser factores importantes en la mayor
susceptibilidad del neonato a infecciones.

IDS en la edad avanzada

En los adultos mayores se observa una mayor incidencia de infecciones y procesos


malignos, lo que particularmente se ha asociado con una disminución de la respuesta
inmune celular; se ha observado un repertorio limitado de linfocitos T y dificultad para
producir células T vírgenes, afectando principalmente la respuesta a antígenos
nuevos. Los linfocitos B también exhiben una menor diversidad, y se observa dificultad
para generar una respuesta inmune protectora frente a vacunas, a pesar de que
existen más células B de memoria. Como es de esperarse, las barreras naturales y
algunos mecanismos efectores de la inmunidad innata también se van alterando con la
vejez; el proceso de cicatrización y reparación de la piel y mucosas se hace más lento,
probablemente como consecuencia de cambios endocrinos y metabólicos asociados
con la edad. Adicionalmente, se ha postulado que con la edad avanzada se disminuye
la producción de factores de crecimiento hematopoyéticos, necesarios para la
producción y diferenciación de las células del sistema inmune.

IDS POR TERAPIAS INMUNOSUPRESORAS

Algunas IDS aparecen por el tratamiento con agentes inmunosupresores; los


principales afectados son los receptores de trasplantes de órganos y los que padecen
de enfermedades autoinmunes. En la categoría de medicamentos supresores de la
respuesta inmune se encuentran los glucocorticoides, la ciclosporina, el tacrolimus, la
rapamicina, y los fármacos utilizados como antineoplásicos y para el tratamiento de
algunas enfermedades autoinmunes, como el metotrexato, la ciclofosfamida, el
micofenolato y la azatioprina. También inducen inmunodeficiencia la globulina anti-
linfocítica, la radiación utilizada para el tratamiento del cáncer y diferentes anticuerpos
monoclonales que bloquean selectivamente algunas moléculas importantes durante la
respuesta infamatoria (anticuerpos anti TNF, anti IL-6 o IL-1) o que contribuyen a la
eliminación de su poblaciones específicas de células inmunes (rituximab, un
anticuerpo anti CD20 que contribuye a la eliminación de los linfocitos B).

La administración de esos tratamientos inmunosupresores en distinto tipo de


pacientes, tiene como objetivo producir una inmunodeficiencia de grado variable, en
particular inhibir la proliferación y actividad funcional de los linfocitos T. El efecto
supresor depende de la dosis y de la duración del tratamiento. Esta supresión inmune
predispone a esos individuos a padecer de infecciones producidas principalmente por
microorganismos intracelulares, como el citomegalovirus, entre otros.

IDS POR INFECCIONES

Existen evidencias de diversas alteraciones inmunológicas presentes en los individuos


afectados por infecciones bacterianas, virales, parasitarias y fúngicas. Son múltiples
los mecanismos por los cuales un microorganismo patógeno puede interferir con la
respuesta inmune del hospedero; puede haber una infección directa de las células
participantes en la respuesta inmune (caso típico de la infección con el HIV-1), con
destrucción de ellas o modificación de su función. Adicionalmente, puede existir una
expansión exagerada de subpoblaciones de linfocitos T supresores o la producción de
factores solubles que pueden suprimir o alterar la respuesta inmune.

Entre los agentes infecciosos cuya acción inmunosupresora está mejor documentada
se destacan:

1. Virus: HIV-1, sarampión, Epstein-Barr, citomegalovirus, herpes simplex,


varicela zoster, hepatitis B y C, influenza, rabia, rubéola, adenovirus y rinovirus.
2. Bacterias: cualquier infección bacteriana grave puede asociarse con profundos
trastornos del sistema inmune; componentes de la pared de las mico bacterias
son capaces de suprimir in vitro la respuesta de los linfocitos T ante los
antígenos. Otros gérmenes producen superantígenos que conducen a una
activación descontrolada de los linfocitos T CD4+.
3. Hongos: hay evidencias in vitro del efecto inmunosupresor de extractos de
Candida albicans y de Histoplasma.
4. Parásitos: un efecto supresor de la respuesta inmune se ha observado
asociado con la infección producida por el T. cruzi.

Sin embargo, el HIV es el caso mejor caracterizado de inmunodeficiencia debida a una


infección; la patogénesis de la infección por el HIV depende de la interacción de este
virus con diversos componentes del sistema inmune del hospedero, lo que afecta
diferentes células como consecuencia directa de la infección o indirectamente por
múltiples mecanismos.

IDS POR ENFERMEDADES Y NEOPLASIAS DE MÉDULA ÓSEA

Múltiples factores pueden hacer que se altere la función hematopoyética de la médula


ósea y se genere una inmunodeficiencia secundaria: la aplasia medular, la
mielofbrosis, las infecciones medulares crónicas, la toxicidad por medicamentos o
agentes químicos y las neoplasias hematológicas, entre otras.

Entre las neoplasias hematológicas que se asocian con inmunodeficiencia secundaria


se destaca la enfermedad de Hodgkin, en la que los pacientes presentan anergia en
las reacciones de hipersensibilidad retardada cutánea, lentitud en el rechazo de
injertos, y poca o nula respuesta in vitro de los linfocitos T frente a los antígenos. Las
deficiencias inmunes también pueden estar relacionadas con la enfermedad primaria;
por ejemplo, la neutropenia asociada con muchas neoplasias hematológicas, o las
disgamaglobulinemias en pacientes con mieloma múltiple o con leucemia linfoide
crónica de células B.

IDS A TRAUMA Y DOLOR

Proporcional a la intensidad del trauma y el dolor, la respuesta neuroendocrina y


hemodinámica aguda produce depresión de la respuesta inmune por varios
mecanismos. El más común es el estrés físico agudo, que lleva a la descarga de
catecolaminas y cortisol, moléculas que tienen un efecto inmunosupresor bien
documentado. Además, en el trauma se encuentran alteraciones metabólicas e
hidroelectrolíticas secundarias a una lesión tisular importante, fenómenos que impiden
una adecuada respuesta inmune.

A estos mecanismos se les agrega la alteración de las barreras mecánicas (piel y


mucosas), que permite un mayor paso de los gérmenes hacia el compartimiento
intersticial. Lo anterior conlleva al desarrollo de una respuesta infamatoria a
consecuencia de la activación de células de la inmunidad innata, con producción de
citocinas proinflamatorias tipo IL-6, TNF-α y de quimiocinas que aumentan el
reclutamiento de células inmunes y el daño tisular.

Los pacientes que sufren trauma severo pueden presentar una respuesta infamatoria
sistémica y síndrome respiratorio infamatorio del adulto, y hasta desarrollar falla
multiorgánica; la activación celular inespecífica observada en estas condiciones induce
muerte celular por activación y un estado de anergia que genera parálisis
inmunológica.

IDS A OTRAS ENFERMEDADES

Diabetes mellitus

Los pacientes diabéticos son más susceptibles a las infecciones, especialmente a la


tuberculosis, la candidiasis mucocutánea y a la celulitis piógena. Se han documentado
alteraciones sutiles de la respuesta infamatoria en los pacientes diabéticos, incluso en
aquellos que tienen un control terapéutico adecuado. En particular, se han demostrado
alteraciones de la quimiotaxis de los polimorfonucleares y de los macrófagos,
acompañadas de una menor capacidad de la ingestión de partículas y
microorganismos, y de deficiencias en la actividad bactericida.

La función del sistema inmune depende de una división y diferenciación celular muy
efectiva, y de una síntesis proteica constante y activa; esta característica hace que el
sistema inmune sea altamente dependiente de un suministro de energía, enzimas y
moléculas esenciales como los aminoácidos. Por lo tanto, la función inmunológica se
puede deteriorar cuando existe un trastorno del metabolismo energético o una
carencia de una enzima o sus cofactores. En este grupo, las causas más importantes
de inmunodeficiencia secundaria son las deficiencias enzimáticas; aunque son raras,
se han descrito inmunodeficiencias secundarias con compromiso predominante de la
inmunidad celular específica en la galactosemia, la deficiencia de G-6-P translocasa
microsomal (glicogenosis tipo I b) y la anemia de células falciformes.

Asplenia congénita y adquirida

El bazo es un órgano linfoide secundario periférico, esencial para el desarrollo de la


respuesta inmune humoral contra los microorganismos que evaden la fagocitosis y
logran alcanzar el torrente circulatorio, como por ejemplo los gérmenes capsulados.
Así, la ausencia del bazo o de su función se asocia con una inmunodeficiencia
secundaria de tipo humoral, con deficiencia principalmente de anticuerpos contra los
polisacáridos.

Las principales causas de asplenia son: la ausencia congénita; la extirpación


quirúrgica por causa médica (hiperesplenismo, trombocitopenia severa, etc.) o por un
trauma (estallido esplénico); los microinfartos recurrentes que llevan a asplenia
funcional como en la anemia de células falciformes. La siembra peritoneal de tejido
esplénico, práctica quirúrgica habitual, busca solucionar esta inmunodeficiencia.
Además, se recomienda que todo paciente que esté programado para una
esplenectomía electiva, reciba vacunas contra neumococos, Haemoflus influenzae tipo
b y meningococos.

IDS ASOCIADA A SÍNDROMES GENÉTICOS

El desarrollo que se ha presentado en las últimas décadas en la biología y la genética


moleculares, ha permitido la caracterización de una amplia variedad de síndromes de
origen genético que se asocian con alteraciones, en diverso grado, de la respuesta
inmune. Hasta el presente, en la mayoría de estos síndromes no se han definido
daños en los genes directamente relacionados con el desarrollo y función de los
componentes de la respuesta inmune (celulares y humorales), por lo que se continúan
considerando como IDS. Sin embargo, no se descarta que, como ha sucedido
con otras enfermedades de origen genético, en el futuro mediato se identifiquen
alteraciones en el sistema inmune debidos primariamente a esos defectos genéticos y
se reclasifiquen como inmunodeficiencias primarias.

Síndrome de Down

Hasta una tercera parte de los pacientes afectados por este defecto cromosómico
presenta infecciones recurrentes desde moderadas a severas, con presencia
significativa de auto anticuerpos en el suero y aumento en la frecuencia de neoplasias
(especialmente leucemias).

Se han documentado anormalidades inmunológicas en el síndrome de Down tales


como linfocitos B disminuidos en sangre periférica y concentraciones bajas en suero
de IgM, IgG total y subclases de IgG (que se normalizan después de los 5 años de
vida); adicionalmente, la producción de anticuerpos específicos es deficiente en
respuesta a diversos antígenos. El mayor compromiso inmunológico en este síndrome
está en la inmunidad celular; si bien existe un incremento en el número de células NK
circulantes, su fenotipo y respuesta funcional es deficiente. Además, aunque el
número de linfocitos T totales es normal, se observan alteraciones en el recuento de
los linfocitos T CD4+ y/o CD8+, con inversión de la relación CD4:CD8, respuesta
proliferativa deficiente y disminución en la respuesta cutánea de hipersensibilidad
retardada. En el timo, hay disminución en el número de timocitos corticales y
corpúsculos de Hassall grandes, con maduración anormal de los linfocitos T.

Finalmente, en los pacientes afectados por el síndrome de Down las células


fagocíticas también son disfuncionales, particularmente por disminución de la
respuesta quimiotáctica, la fagocitosis y la explosión respiratoria, tanto de los
neutróflos como de los monocitos, fenómeno asociado con una incapacidad para
destruir bacterias in vitro. (Guarín & López, 2015)

Bibliografía

Guarín, C. J., & López, M. T. (2015). Inmunodeficiencias secundarias. En W. Rojas, u.-


M. Anaya, L. E. Cano, B. H. Aristizábal, L. M. Gómez, & D. Lopera, Inmunología de
Rojas (págs. 405-412). Medellín, Colombia: Legis S.A.
Deficiencias de vitaminas. Las deficiencias por la ingesta adecuada de
INMUNODEFICIENCIAS Existen muchos factores intrínsecos y IDS POR MALNUTRICIÓN vitaminas, minerales y otros oligoelementos también se han asociado
extrínsecos que pueden afectar con defectos en el desarrollo de la respuesta inmune contra los
SECUNDARIAS negativamente el desarrollo de la microorganismos.
respuesta inmune, produciendo estados
Malnutrición proteico-calórica. Una parte Deficiencias de oligoelementos. Muchos minerales hacen parte de la
de inmunodeficiencia secundaria (IDS)
importante de la alta mortalidad asociada con estructura de algunas macromoléculas y de complejos sistemas
la malnutrición proteico calórica se debe a una enzimáticos, mientras que otros contribuyen en la interacción entre
respuesta inmune ineficiente contra las diferentes moléculas orgánicas
infecciones; en los desnutridos severos

Enfermedades renales
IDS POR ENFERMEDADES Enteropatía perdedora de  Enfermedades que dañan la mucosa intestinal como la colitis ulcerativa, el esprue
Tanto el síndrome nefrótico como la tropical, el edema angioneurótico y las fístulas gastrocólicas;
ÓRGANO-ESPECÍFICAS insuficiencia renal crónica son causa
proteínas
de inmunodeficiencia secundaria.  En las enfermedades que producen obstrucción de los linfáticos intestinales como
la linfangiectasia intestinal, la enteritis regional, el taponamiento cardíaco y las
neoplasias;
Neoplasias malignas. El cáncer representa un modelo muy particular de  En las infecciones como el HIV, la disentería por Shigella, la estrongiloidiasis y la
inmunodeficiencia secundaria; por una parte, para que un tumor maligno tuberculosis.
IDS POR ENFERMEDADES se desarrolle debe haber escapado de la vigilancia inmunológica, ejercida
CRÓNICAS fundamentalmente por las células NK y los linfocitos T citotóxicos. De otro
lado, en la medida que el tumor crece, evade y deprime la función del
sistema inmune.

IDS del prematuro y lactante. En la vida fetal no se produce o se producen IDS en la edad avanzada. En los adultos mayores se observa una mayor incidencia de infecciones y
IDS RELACIONADAS CON muy pocos anticuerpos de los isotipos IgA, IgG e IgE; sin embargo, se procesos malignos, lo que particularmente se ha asociado con una disminución de la respuesta inmune
desarrollan los linfocitos B naturales (B-1) que secretan anticuerpos celular; se ha observado un repertorio limitado de linfocitos T y dificultad para producir células T vírgenes,
LA EDAD naturales del isotipo IgM, y hay transferencia de IgG materna al feto en el afectando principalmente la respuesta a antígenos nuevos.
último trimestre de la gestación.

Algunas IDS aparecen por el tratamiento con  Virus: HIV-1, sarampión, Epstein-Barr, citomegalovirus, herpes simplex, varicela zoster,
IDS POR TERAPIAS agentes inmunosupresores; los principales hepatitis B y C, influenza, rabia, rubéola, adenovirus y rinovirus.
IDS POR
INMUNOSUPRESORAS afectados son los receptores de trasplantes de  Bacterias: cualquier infección bacteriana grave puede asociarse con profundos trastornos
INFECCIONES del sistema inmune; componentes de la pared de las mico bacterias son capaces de
órganos y los que padecen de enfermedades
suprimir in vitro la respuesta de los linfocitos T ante los antígenos.
autoinmunes.
 Hongos: hay evidencias in vitro del efecto inmunosupresor de extractos de Candida
albicans y de Histoplasma.
 Parásitos: un efecto supresor de la respuesta inmune se ha observado asociado con la
Múltiples factores pueden hacer que se altere la función hematopoyética infección producida por el T. cruzi.
IDS POR ENFERMEDADES Y de la médula ósea y se genere una inmunodeficiencia secundaria: la
NEOPLASIAS DE MÉDULA ÓSEA aplasia medular, la mielofbrosis, las infecciones medulares crónicas, la
toxicidad por medicamentos o agentes químicos y las neoplasias
hematológicas, entre otras.

Proporcional a la intensidad del trauma y el dolor, la respuesta neuroendocrina y hemodinámica aguda produce
IDS A TRAUMA Y DOLOR depresión de la respuesta inmune por varios mecanismos. El más común es el estrés físico agudo, que lleva a la
descarga de catecolaminas y cortisol, moléculas que tienen un efecto inmunosupresor bien documentado. Además,
en el trauma se encuentran alteraciones metabólicas e hidroelectrolíticas secundarias a una lesión tisular
importante, fenómenos que impiden una adecuada respuesta inmune
IDS A OTRAS ENFERMEDADES Diabetes mellitus. Los pacientes diabéticos son Asplenia congénita y adquirida. Las principales
más susceptibles a las infecciones, causas de asplenia son: la ausencia congénita; la
especialmente a la tuberculosis, la candidiasis extirpación quirúrgica por causa médica
mucocutánea y a la celulitis piógena. Se han (hiperesplenismo, trombocitopenia severa, etc.)
documentado alteraciones sutiles de la o por un trauma (estallido esplénico); los
respuesta infamatoria en los pacientes microinfartos recurrentes que llevan a asplenia
diabéticos, incluso en aquellos que tienen un funcional como en la anemia de células
control terapéutico adecuado. falciformes.

La mayoría de estos síndromes no se han


definido daños en los genes directamente Síndrome de Down. Se han documentado anormalidades inmunológicas en
IDS ASOCIADA A SÍNDROMES el síndrome de Down tales como linfocitos B disminuidos en sangre
relacionados con el desarrollo y función de
GENÉTICOS los componentes de las respuestas periférica y concentraciones bajas en suero de IgM, IgG total y subclases de
inmunes (celulares y humorales), por lo IgG (que se normalizan después de los 5 años de vida); adicionalmente, la
que se continúan considerando como IDS. producción de anticuerpos específicos es deficiente en respuesta a diversos
antígenos.

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