Вы находитесь на странице: 1из 8

HABÍA una vez unos principes que estaban muy enamorados, para ellos todo era amor y felicidad,

vivian en un castillo hermoso rodeado de lindos y hermosos paisajes.

Todo funcionaba de lo mejor hasta que un día al pueblo LLEGÓ una extraña mujer con la aparencia
de ser INFELIZ. Al pasar el tiempo se fue acercando de a poco al castillo, HASTA conseguir trabajar
en aquél.

Los principes tenian la IMPRESIÓN QUE ella era mala, esta mujer era una bruja ambiciosa y celosa
de la felicidad de los demas.

Por lo tanto, DECIDIÓ hacer un brebaje QUE desintegrara el amor de estos dos principes. UN día
dio de beber esta pocima a la princesa ISIDORA HACIÉNDOLE creer que era una rica limonada para
la calor, Isidora se la TOMÓ con confianza,

nunca IMAGINÓ que aquella bruja la queria matar para así ella quedarse con el principe FELIPE.

*******************

Los sábados, cuando termino mi clase de baile, tomo el autobús para ir a mi casa. Me subo, me
siento y me dedico a mirar por la ventana.

Me entretengo viendo la gente y los coches que pasan.

Un día estaba tan distraída mirando por la ventana, que no supe cuándo se sentó a mi lado un
señor común y corriente. Faltaban unas dos o tres paradas para llegar a mi casa cuando, de
repente, el señor ese común y corriente, empezó a tocarme las piernas disimuladamente.

No sabía qué hacer del susto. Como pude, me levanté; le pedí que se moviera para poder salir, y al
pasar frente a él puso sus manazas en mi trasero.

Sentí una rabia terrible, pero salí corriendo. Pulsé el timbre varias veces. Por suerte, el autobús se
detuvo enseguida.

Salté y empecé mi carrera loca hasta llegar a casa. Sentía que aquel señor me venía persiguiendo.

Cuando llegué, mi madre estaba en la puerta con la bolsa de la compra. Ella que me saluda, y yo
que me pongo a llorar con todas mis fuerzas.

— Hija, ¿qué te pasa? — No llores. Habla, por favor…


— ¡Ha sido terrible, mamá…!

— ¿Qué ha pasado, hija? ¡Cuéntame!

— Un señor, mamá, un señor…

— Un señor ¿qué, hija? ¿Qué te hizo?

— Me tocó las piernas y el trasero.

— ¡Desgraciado!

— Yo salí corriendo tan pronto pude.

— Fuiste muy valiente, hija.

— Mientras corría, pensaba que no le iba a contar esto a nadie… me daba vergüenza.

— ¿Vergüenza? Es él quien debería sentir vergüenza. Fue él quien cometió un abuso. Tú hiciste
muy bien en huir del lugar y en contármelo todo. Gracias por confiar en mí.

Mi madre dice que ojalá todas las niñas y los niños que sufren abusos hicieran lo que yo hice:
correr para pedir ayuda. Nadie, ni siquiera mis familiares y amigos, tiene derecho a tocar mi
cuerpo contra mi voluntad.

¡Nadie!
Fin

****************************

Amarte otra vez

En la oscuridad de la noche te presentas tu, tras un claro de luna llena, imaginándote a mi lado me
encuentro como diario, espero volverte a ver y tenerte entre mis brazos quiero besar tus dulces
labios quiero amarte otra vez.

Recordar tu nombre es volver a la noche en que prendiste tu viaje mas allá de la distancia, es
recordar tu último aliento y tus tristes ojos cansados, llenos de odio y de rencor, bebiste aquella
copa de vino en nuestro último aniversario mientras en mi rostro se dibujaba la sádica y culpable
sonrisa de tu muerte.......

Fueron tantos días contigo tantas andome de discuciones sin fondo, qué planeé tan perfecto tu
majestuosa muerte liberándome de ti tras una dulce locura que escondía mis mas profundos
deseos.....

Y sigo pensando en ti

en nuestro amor

y...... en nuestra dulce

ocasión.

********************************

Calaveritas de azúcar

Mis cuatro abuelos están sepultados en el mismo cementerio. Para ser más preciso, en la misma
fosa, uno sobre otro. Es por eso que en Día de Muertos tenemos una gran reunión familiar para
visitar la tumba de nuestros ancestros, pero también aprovechamos el encuentro para realizar
actividades recreativas.

Coincidió que en noviembre del año pasado, recibí la sugerencia de un amigo para ir en esas
fechas a una vieja hacienda en Morelos que hoy es hotel. Él era el gerente y me aseguró que toda
mi familia la pasaría muy bien ya que la diversión, el descanso y la buena comida de la región
estaban garantizados.

Llegamos por la tarde-noche a la extensa propiedad que tenía albercas, áreas de juego y jardines
que, extrañamente, lucían desiertos. Ningún empleado salía a nuestro encuentro hasta que se
apareció una mujer ya mayor que nos dio la bienvenida. Se identificó como el ama de llaves y
sonriente nos dijo que las instalaciones serían para nuestro uso exclusivo debido a que no había
más huéspedes.

De inmediato nos instaló en nuestras habitaciones, las cuales quedaban dentro de lo que fue la
casa grande de la Hacienda de Beltrán. Más tarde, la señora tocó puerta por puerta para avisar
que la cena estaba servida, por lo que nos dimos cita en el rústico comedor, donde saboreamos
una rica cecina fresca de Yecapixtla y tlacoyos rellenos de frijol.

Después de la cena, la señora nos invitó a salir al jardín para prender una fogata y cuando todos
estuvimos en torno a la pira, les relaté la historia de las viejas haciendas porfirianas de Morelos,
muchas de ellas, como en la que estábamos, se especializaban en la producción de azúcar.

Justo cuando les comentaba que en el Estado hubo cerca de 40 haciendas azucareras,
repentinamente se escuchó la voz de un anciano decir: “37 para ser exactos”. Sorprendidos, todos
volteamos hacia el lugar de donde provino la voz y vimos a un hombre envuelto en un sarape,
agachado, cortando el pasto con unas tijeras. Se incorporó y nos dijo: “Buenas noches, soy
Jerónimo, el jardinero, pero todos me llaman Don Jero.

El hombre se acercó a la luz de la fogata y pudimos observar lo ajado de su rostro y lo famélico de


su cuerpo. Dijo entonces: “Sí señores había 37 haciendas que estaban en manos de 18 familias
muy ricas”.

Como si estuviéramos todos bajo un transe hipnótico, escuchábamos al anciano que continuó: “el
azúcar y sus derivados, como el alcohol de caña y el aguardiente, eran productos muy rentables.
Pero todo ese progreso -dijo con lamentación- se acabó cuando los revoltosos derrocaron en 1910
a Don Porfirio”.
Su relato fue interrumpido cuando se abrió el portón principal y vimos las luces de un auto. Era mi
amigo que iba a supervisar nuestra estancia. Me adelanté para saludarlo y a comentarle sobre el
misterioso jardinero que, cuando volteamos hacia la fogata, había desaparecido.

El rostro de mi amigo se descompuso y dijo: “volvió a hacerlo”. Ante mi sorpresa, confesó: “aquí
no hay jardinero, se trata de un aparecido, Don Jerónimo Beltrán, el dueño de la Hacienda, que
murió violentamente un siglo antes, junto con su esposa, por defender la propiedad de las fuerzas
zapatistas”.

Con lujo de detalle, me relató el funesto desenlace de Don Jero, pero me pidió no contar nada
pues necesitaba el trabajo y las apariciones estaban ahuyentando a los vacacionistas y al personal
del hotel.

Regresé sobresaltado a mi habitación, hilvanando los extraños sucesos acaecidos desde nuestra
llegada; pero también con la disyuntiva de contar la inverosímil historia a mi familia o guardar
silencio con la expectativa de que no siguieran ocurriendo más hechos sobrenaturales.

A duras penas concilié el sueño, pero de madrugada, me despertó un ruido. Me asomé por la
ventana y en la penumbra de la noche vi a Don Jero, de espaldas, que barría la hojarasca del
jardín; en ese momento giró, lentamente comenzó a avanzar hacia mí y a medida que se acercaba
podía distinguir su rostro desfigurado y sangrante que terminó azotando en el cristal para
decirme: “lárguense de aquí”. De golpe cerré las cortinas y, aterrado, comprendí que teníamos
que salir cuanto antes de ese lugar.

Sin embargo, me sorprendió el amanecer buscando la manera de cómo convencer a mis familiares
de irnos sin mencionarles lo ocurrido. Me hice el firme propósito de que nunca sabrían que el
jardinero era un fantasma y que se me había aparecido de madrugada; pero por sobre todas las
cosas, jamás se enterarían de que, la noche anterior, una muerta nos había servido la cena.

*****************************

La dama de luto
Era una noche fría de invierno había mucho viento y nevaba, ya eran alrededor de las 23:30 no
había mucha gente recorriendo las calles a esa hora, camine un tiempo hasta que me decidí entrar
a un bar que me llamaba poderosamente la atención, al entrar noté que era un lugar oscuro y
sobrecogedor con un estilo algo antiguo, no había nadie excepto yo y el cantinero.

Me senté en un lugar frente al espejo que daba hacia a la calle, pedí una cerveza y luego me quede
mirando la ciudad vacía e inquietantemente tranquila. Recuerdo estar mirando cosas triviales
como los árboles moviéndose incesantemente, los carteles de publicidad, la sombra de los
edificios grises y las calles vacías con un aire de triste abandono. A todo esto llamo mi atención
una mujer parada sobre una esquina al otro lado de la calle mirando de frente hacia el bar, miraba
fijamente y sin moverse, me pareció raro que aquella mujer estuviera afuera a la intemperie bajo
las inclemencias del tiempo, además de que por esos lugares no circulaba ningún vehiculo ni
transporte debido que en las noticias se informo sobre la tormenta de nieve que azotaría durante
todo el día la ciudad. Pero lo que mas poderosamente llamo mi atención fue que esta dama estaba
vestida completamente de negro.

Observe minuciosamente a la mujer durante un largo tiempo, tanto que me decidí a salir en busca
de aquella, pero cuando salí del bar ella desapareció, me quede durante un largo tiempo
pensando en lo que había contemplado hasta que me convencí de que era mi imaginación y volví a
entrar al bar. Pedí otra cerveza, pasado un tiempo la imagen de la dama volvió a aparecer, me
resolví a salir corriendo de ahí e ir en busca de aquella silueta, cuando llegué a la esquina donde
estaba exactamente parada ella desapareció.

Me apresure a entrar otra vez al antro y de inmediato indagué al cantinero de forma apremiante
sobre si el percibía aquella figura de la muchacha de luto y el me respondió:

Cantinero:-Aquella chica era la mujer de un hombre muy adinerado, el cual la amaba demasiado y
muy intensamente, el magnate logro conquistarla, no se si con su dinero o con su parecido, pero al
poco tiempo contrajeron matrimonio. El señor era feliz con su esposa y llevaba una vida a la cual
casi todo su tiempo lo ocupaba ella.

Pero los vicios empezaron a corromperlo tanto así que se tornó un hombre lúgubre, ermitaño y
que se encolerizaba con facilidad.

Posteriormente decidió adquirir un crematorio el cual manejaba el mismo, además de que la


inversión era buena el disfrutaba de ese espectáculo grotesco.

El esposo le consagraba mucho tiempo al negocio, tanto que podría decirse que se torno en su
obsesión.
Un día llegó temprano de su trabajo, cuando entro a su casa observo una escena que lo trastorno,
vio a su mujer con otro hombre en su cama, al presenciar esto en un arrebato tomo la decisión de
asesinar a ambos. Consumado el acto se propuso llevarlos a la crematoria, allí quemo primero al
amante, luego vistió a su mujer de luto y se preparo para quemarla también. El se coloco al lado
de su mujer y gritando frenéticamente se dispuso a quemarse vivo junto con ella prometiendo que
volvería en busca de su alma ya que al quemarse, ambos se harían inmortales, al hacer esto todo
el lugar se torno en llamas quedando solo las ruinas del crematorio.

Yo:-Pero ¿Cómo sabes todo eso?

Cantinero:-Porque esto es “el bar las almas perdidas” o el limbo o como quieras llamarle aquí es
donde vienen a parar los espíritus en busca de amparo y deambulando hasta encontrar aquello
que no les permite descansar.

Yo:-¿Pero lo que estas diciendo es que yo soy aquel esposo?.

Cuando me voltee a mirar al cantinero vi que todo el lugar estaba completamente quemado y en
ruinas.

**************************

Lo desconocido

Dos de la mañana, desperté casi desesperado, necesitaba fumar un cigarrillo. Desde hace tiempo
intento dejar esta adicción sin éxito alguno. El balcón resultaba un lugar muy atrayente. La vista
hermosa de mi ciudad de noche, silenciosa e iluminada. Un cierto dejo de nostalgia se hace sentir
dentro de mí, recordando la infancia, la juventud y la gente que ya no se ve.

Relajado, casi volando con cada bocanada de nicotina inhalada. La calle vacía sin niños jugando en
la cancha cerca de la vieja toma de gas.

A lo lejos puedo ver la silueta de una persona alta, fantasmagórica – ¿será real o efecto del
insomnio abrumador que me aquejaba?-
La figura apuntaba al suelo con un largo brazo teñido de negro, mucho más negro que la noche
estrellada en el balcón de mi departamento. El temor parece apoderarse de mí. -¡insomnio
quizás!- me dije.

Encendí otro cigarrillo, quedaban solo dos. No dejé de mirar al horizonte, la figura siniestra trataba
de meterse en mi cabeza. Recuerdos y más recuerdos de vidas que parecen ser pasadas, memorias
escondidas en el fondo de mi cabeza. Decisiones que no se tomaron, riesgos que no se corrieron.
Recuerdos de aquel verano en la playa o el invierno exquisito en la nieve se mezclaban dejándome
con el corazón frió y el alma hirviendo.

Una luz despampanante emerge desde el suelo, justo bajo la vieja escotilla de la toma de gas. -¿Es
posible que exista alguien ahí? ¿Alguien que en su encierro máximo pueda ser capaz de confinarse
en tan pequeño espacio?- -¿Podría suponer que esta persona está en algún tipo de peligro?- He
vivido en este sector por muchos años, que no parecen tantos, pero lo son, y nunca había visto
aquella luz encenderse.

Con el correr de los segundos la luz parecía hacerse más intensa, su fulgor plateado parpadeaba
como enviando señales. ¿Pero a quien? –Me pregunte- , quizás al espacio, quizás al otro lado del
mundo, o quizás a mí.

La noche parecía cambiar, la oscuridad se intensificaba, algo cubría la maravillosa luna llena, noté
que la figura negra y fantasmagórica se había multiplicado por cientos o quizá miles y se paseaban
a gran velocidad flotando entre los edificios del block. Algunas tan lejanas como el horizonte.

Ya no sentía temor si no una inmensa curiosidad. La luz plateada se reflejaba ahora en la oscuridad
del cielo cubierto por las ánimas. Me incitaba a bajar las escaleras y a despojarme de mis miedos,
conocer, la necesidad de conocer aún cuando el resultado de la empresa pueda no ser favorable.

Mire hacia el interior del departamento buscando algo o alguien, tal vez si alguien estuviese ahí,
esperando, dormitando, pero la cama estaba vacía y fría y lo había estado desde hace un tiempo.
La soledad era la culpable de mi locura, de esta locura nocturna, de las visiones paranoicas.-cerré
los ojos un momento - saqué un cigarrillo, solo quedaba uno. Lo encendí mientras podía escuchar
el sonido de las almas negras flotando por todos lados y ver la luz plateada titilando en lo
profundo de la noche.

Lleno de decisión, giré, caminé hacia la puerta grande y antigua. Logré abrirla rechinando. La
escalera se extendía por cuatro largos pisos. Mire al primer escalón – un paso a la vez – pensé-. Al
mover mi pie izquierdo, sentí un destello helado subir por mi espalda y la sensación de duda se
apodero de mi, carcomiendo cada uno de mis sentidos, de un de repente la cama fría y vacía
parecía ser un refugio aislado de las presiones, de las dudas y lo trucos mentales. ¡Insomnio quizás
¡- me dije -. Guardé mi último cigarro para la mañana y cerré la puerta del balcón.

Вам также может понравиться