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Zigmunt Bauman – La globalización: consecuencias humanas – Cap.

1. Después del Estado nacional...qué?


La economía -el capital- se mueve a una velocidad mucho mayor que la que puede tener el control
ejercido por cualquier estado territorial. Esta velocidad, producto del avance tecnológico, que
incluso puede llevar el tiempo de comunicación a cero con el servicio de mensajería instantánea,
prácticamente derrumba cualquier tipo de limitación proveniente de las restricciones territoriales de
los países. Este poder de proyección por fuera de las fronteras nacionales, provoca que las empresas
pierdan su significación como representantes de un país concreto porque su capital y su
movimientos financieros no tienen un domicilio establecido. Las fuerzas que extinguen el Estado
son transnacionales.

El mundo moderno y globalizado se encuentra en “desorden” dice Bauman, y lo que sucede es que
nos encontramos ante la añoranza de la posesión del control. Estamos ante una virtual “extinción”
de los estados nacionales. Según su exposición, este mundo desordenado está padeciendo la caída
de la política de bloques que antes daba cierto marco de referencia. El mundo dividido de la Guerra
Fría daba la sensación de totalidad, ordenaba el pensamiento y hacía que las naciones supieran hacia
que lugar orientarse. Una vez superado el Cisma, el mundo se ha vuelto un lugar disperso. Lo que
sucede ahora es que nadie controla ese mundo, dice el autor, y tampoco no hay nadie que se atreva a
tomar el estandarte para dirigir al resto.

2. ¿Universalizar o ser globalizado?


La globalización implica la desaparición de un centro y el “caracter indeterminado, ingobernable y
autopropulsado de los asuntos mundiales...”. El concepto de globalización viene a sustituir el
antiguo concepto de universalización utilizado por el discurso de la modernidad. Esta idea, se
orientaba hacia la sistematización de una forma de pensamiento ya que apuntaba a la construcción
de un orden: dar iguales oportunidades a todos, crear condiciones de vida similares e incluso, la
igualdad.
La globalización se refiere a acciones que no tienen un punto de partida determinado pero que nos
afectan a todos en tanto su carácter es global, por tanto, dichas acciones son imprevisibles y se
encuentran al margen de la capacidad de planificación de cualquier individuo. La globalización es
una especie de segundo momento en la historia de la dominación del mundo, donde aquellas
naciones que de alguna manera “domesticaron” a las sociedades que se hallaban al margen de la
civilización comienzan a perder el control sobre sus pretensiones universales. El Estado constituyó
la agencia privilegiada para la construcción del orden que mediante reglas y normas ordenaría el
caos. A su vez la imposición de este orden le daba pie al Estado para construir su soberanía.
Siguiendo a Castoriadis, Bauman entiende por Estado, a una organización jerárquica, separada de la
colectividad, que ejerce la administración y control sobre un territorio determinado, y que posee una
burocracia civil, clerical o militar. Es un aparato burocrático jeráquico. La política global era
entendida como la reafirmación de los derechos de cada estado a ejercer el control sobre su
territorio.
La política de bloques llevó a la superposición de entidades de tipo supraestatal dando lugar a un
escenario de coexistencia y competencia de bloques de estados. Este hecho minó las posibilidades
de los estados de llevar adelante una política de autosuficiencia militar, económica y cultural. Y una
vez que el mundo bipolar cayó, apareció una desesperación por obtener la calidad de Estado en el
seno de muchas comunidades.

3. La nueva expropiación: esta vez, el Estado


La soberanía estatal dice Bauman, es un trípode; cuyas patas están compuestas por la
autosuficiencia militar, económica y cultural. De acuerdo a él, la pata económica es la más
seriamente afectada y eso deja a los estados a merced de los grandes mercados globales que
imponen su lógica de una manera despiadada sobre el planeta, siendo la globalización una
manifestación de este autoritarismo, dejando en último término a los países con un escaso margen
de acción donde unos pocos eventos concatenados pueden llevar a la caída de instituciones e
incluso, los Estados mismos. La consecuencia última de esto es que los estados pueden perder toda
su soberanía y quedar como simples títeres de las megaempresas.

La economía, dice Bauman, se define como el “área de lo no político”. El resto de las actividades se
presentan abiertas a la intervención del Estado, pero la economía parece tener una lógica propia que
ejerce un poder coercitivo sobre aquel ya que difícilmente pueda resistir más que unos días las
presiones especulativas de los mercados en la medida que sus reservas bancarias son exiguas.

El sistema económico globalizado basado en el libre mercado, además necesita de la existencia de


estados débiles. De hecho, para que se pueda dar la libre circulación de capitales es necesario evitar
que estos estados puedan darse una política económica autónoma y dejar que únicamente se
dediquen a una vigilancia policial que garantice el correcto flujo de los negocios, sin afectar los
intereses de las grandes compañías globales.
La clave en todo esto es que la agenda política no detenga a la economía en su accionar dado que
ese el camino por donde la globalización actúa más eficazmente. De esa forma, se erosionan las
jerarquías, las fronteras desaparecen y el poder instituido se vacía.
Finalmente, la globalización crea una especie de estratificación mundial decidida por la circulación
de capitales y la libertad de los mercados, que provoca que los inversores actúen autónomamente,
controlando la instauración de regímenes políticos favorables a sus intereses económicos. La
diferenciación entre estados fuertes y débiles en el contexto de la posmodernidad es el producto de
esa estratificación que menciona Bauman y que se decide de manera prácticamente aleatoria al no
entrar en la discusión las presiones de tipo político sino que es la simple circulación de los bienes y
de los capitales los que en buena medida deciden los gobiernos que se instalan en las naciones.

Michael Hardt – Antonio Negri – Imperio -


Los autores parten de la premisa de que existe una nueva fuerza que gobierna el mundo: el Imperio.
Este imperio es producto de la globalización del mundo moderno y de la caída de las restricciones
económicas que un mundo polarizado le imponía al comercio y las relaciones internacionales. Este
imperio, que tiene su base en la potencia de los intercambios económicos y culturales, se ha
constituido a si mismo como un nuevo sujeto político que se ha empezado a imponer por sobre las
soberanías nacionales. Dicen los autores que la soberanía en si, no ha desaparecido como entidad,
pero que frente al proceso de globalización, la soberanía de los estados nacionales ha perdido el
vigor que antaño tenía. Este debilitamiento se puede ver en la mayor movilidad a través de los
límites nacionales de factores como tecnología, dinero, gente y bienes. Dicen entonces Hardt y
Negri:

“Nuestra hipótesis básica es que la soberanía ha tomado una nueva forma, compuesta por una serie
de organismos nacionales y supranacionales unidos bajo una única lógica de mando. Esta nueva
forma global de soberanía es lo que llamamos Imperio”. (Hardt, Negri, 2000, p.2)

La idea de “imperio” que nos traen los autores, no implica necesariamente “imperialismo”. Esto se
debe a que el imperialismo en su forma clásica se creó a partir de la afirmación de la soberanía de
los estados europeos que se lanzaron a la conquista del mundo, y por lo tanto sus imperios fueron
extensiones de sus propias metrópolis. En cambio, el imperio del que aquí se habla es más
abstracto, y se basa en el principio contrario, que es el resquebrajamiento de la soberanía de los
estados-nación. Su aparato está descentralizado y deterritorializado. Tiene fronteras abiertas y
expansivas. Sus identidades son híbridas y sus jerarquías flexibles. Existen quienes alegan que los
EE.UU son quienes han tomado las riendas del imperialismo perdido por las potencias europeas
decimonónicas. Se plantea que si el siglo XIX fue europeo, el XX fue americano. Sin embargo, el
nuevo proceso imperial no tiene que ver con la proyección de la soberanía de un estado-nación
dicen los autores.

El concepto de Imperio tiene las siguientes características:

1. Es trascendente a las fronteras territoriales. Gobierna sobre todo el mundo “civilizado”.


2. Es un régimen histórico atemporal, eterno. Fija su mando por fuera de la historia, o en el fin
de la historia.
3. Se extiende a las profundidades del mundo social e intenta regir sobre la naturaleza
humana. En ese sentido es que su dominación adopta la forma del biopoder.
4. La práctica del Imperio se dirige hacia el establecimiento de la paz perpetua y universal,
fuera de la historia.

Capítulo 1
El Imperio existe por el simple hecho de que hay un orden mundial, el cual se expresa mediante una
formación jurídica. Pero hay que hacer dos puntualizaciones: primero, este orden no surge
espontáneamente, no es neutral ni natural. Segundo, no es producto de una teoría de la conspiración
de la globalzación impulsado por un solo poder. Tiene varios centros neurálgicos.

Relacionando las ideas de Z. Bauman con las de M. Hardt y A. Negri


Las líneas de análisis de los autores que aquí enfrentamos tienen bastantes puntos en común. Es
claro que los tres se posicionan en el contexto de un mundo pos Guerra Fría, donde la desaparición
del sistema bipolar dio rienda suelta al poder de los grandes intereses económicos que antes se
encontraban, tal vez, frenados por la fuerza política de los antiguos bloques comunista y capitalista.
Tanto Bauman, como Hardt y Negri, concuerdan en que la liberalización de los mercados que antes
se encontraban retenidos por la fuerza ideológica, provocó un intenso proceso de globalización en el
ámbito financiero, tecnológico e ideológico, que empezó a socavar las antiguas formas de
dominación que ejercían los estados nacionales. De hecho, la afirmación de que la globalización va
en detrimento de la capacidad afirmativa de las soberanías nacionales, tiene sentido al considerar
que esa globalización es mayoritariamente de carácter económico, financiero y bursátil. Esto
significa, que elemento político de los estados-nación, pasa a estar en un segundo plano porque las
fuerzas que dirigen el nuevo mundo globalizado son literalmente intangibles y escapan al control
directo de los gobiernos. Esto es especialmente importante a la hora de analizar aquellos lugares en
donde las grandes empresas multinacionales deciden instalar sus filiales. Como hemos visto que se
desprende de el análisis de Hardt y Negri, el Imperio es característicamente inmaterial y trasciende
a las fronteras físicas, por ello para comprender este mundo globalizado, debemos redefinir la idea
de soberanía que subyace a esta cuestión. Ya no hablamos de la soberanía emanada de la política.
Ahora la soberanía la ejerce el capital que no sabe de fronteras que se le impongan. La idea de
Imperio no implica imperialismo a la manera clásica. El Imperio es atemporal y pretende situarse
por fuera de la historia. Ello no significa que no sea un producto histórico, sino que esa es su
pretensión. Aún así, lo que se necesita para que el Imperio funcione adecuadamente es una
conjugación de libertad de movimiento de los capitales y el resquebrajamiento de la noción de
soberanía política territorial. El imperio funcionará mejor en aquellos países que como menciona
Bauman, revisten cierta vulnerabilidad que no les permita hacer frente a los embates de las
tendencias globalizadoras del capital y de la información. Además estos estados deberán limitarse a
ser eficaces jueces y gendarmes que provean un ambiente propicio para los intercambios
económicos.
Entonces, la cuestión es que en un mundo cada vez más interconectado, con mayores posibilidades
de acceso a la información, con menores restricciones a las fuerzas del capital y en un contexto de
redefinición de las soberanías nacionales; se plantea la pregunta de quienes son realmente los que
están ejerciendo el poder. Claramente, existe una alianza entre las clases políticas de cada país y los
grupos de empresarios que aleatoriamente se instalan en una u otra nación, y estas alianzas crean
grupos aún más herméticos de poder, que muchas veces no pueden ser fácilmente identificables
pero que en última instancia son quienes elaboran los pronósticos, las perspectivas de desarrollo y
distribuyen los recursos que llegan (o no) al grueso de la población. Esto entraña el peligro de estar
presenciando la escalada inevitable de un poder que se retroalimenta y que de ninguna forma puede
ser detenido, ya que paralelamente estos individuos son quienes manejan los ámbitos de producción
de la información que llega a la población y realizan los informes donde se estipulan las previsiones
a futuro y las perspectivas de desarrollo, donde claro está, se dice cómo y en función de qué se
promoverán acciones puntuales en ese sentido.

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