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El síndrome del intestino irritable (SII) y


la enfermedad intestinal inflamatoria (EII)

El síndrome de intestino irritable, SII (IBS, por sus siglas en inglés) con frecuencia se
refiere erróneamente como "colitis" y "colitis mucosa". Pero, el sufijo "itis" en el nombre
de una afección médica indica inflamación, que no es una característica del SII. Más que
inflamar el colon, el SII sensibiliza los nervios responsables de las contracciones (llamadas
peristaltismo) que impulsan el alimento parcialmente digerido a través del órgano. Como
resultado, el interior de la pared muscular reacciona de manera exagerada a estímulos
suaves como los productos lácteos y el estrés emocional y produce un espasmo. El
síndrome de intestino irritable produce dolores de tipo cólico y episodios de diarrea o
estreñimiento.

Los trastornos más graves, la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, son dos formas de
la enfermedad intestinal inflamatoria, EII. (IBD, por sus siglas en inglés). La EII daña el
tejido del intestino delgado y del intestino grueso, respectivamente, mediante el proceso de
inflamación. Como respuesta del cuerpo a una lesión, la inflamación se caracteriza por
glóbulos blancos transportados por la sangre que combaten infecciones y se desplazan
rápidamente al sitio de la lesión. Su presencia explica la hinchazón dolorosa, el calor y el
enrojecimiento asociados con una reacción inflamatoria.

Entre los niños, la enfermedad de Crohn es dos veces más frecuente que la colitis ulcerosa.
Mientras que la colitis ulcerosa sólo afecta el revestimiento interior del intestino y se limita
a una sola sección; "la enfermedad de Crohn puede penetrar la pared intestinal
completamente y tiende a producirse en más de una sección", explica el Dr. Alan Lake,
pediatra y gastroenterólogo pediátrico en de la Facultad de Medicina de la Universidad
Johns Hopkins en Baltimore. Sin embargo, en la colitis ulcerosa se forman úlceras en los
lugares donde la inflamación destruyó el tejido. Las llagas abiertas supuran sangre, moco y
pus.

Todavía no se ha descubierto la causa de la enfermedad intestinal inflamatoria, aunque hay


muchas teorías. Una es el factor hereditario: del 15 al 30 por ciento de las personas que
padecen la EII tienen un familiar con alguno de estos trastornos.
Los síntomas que sugieren la existencia del síndrome de
intestino irritable pueden ser, entre otros:
 Dolor de tipo cólico y espasmos en la parte inferior del abdomen
 Náuseas
 Hinchazón y gases
 Dolor de cabeza
 Dolor rectal
 Dolor de espalda
 Pérdida del apetito
 Episodios de diarrea y estreñimiento que se alternan
 Fatiga
 Depresión
 Ansiedad
 Dificultad para concentrarse

Los síntomas que sugieren la existencia de la enfermedad


intestinal inflamatoria pueden ser, entre otros:
Enfermedad de Crohn

 Dolor abdominal de tipo cólico y dolor, especialmente después de las comidas


 Náuseas
 Diarrea
 Malestar general
 Fiebre
 Pérdida del apetito que puede producir bajo peso
 Heces con sangre
 Inflamación, dolor, rigidez en las rodillas y los tobillos
 Aftas (ampollas) en la boca.
 Inflamación de los ojos
 Irritación o hinchazón en el área del recto
 Fatiga
 Depresión
 Ansiedad
 Dificultad para concentrarse
 Retraso en el crecimiento y desarrollo sexual de los preadolescentes, debido a la
falta de nutrición

Colitis ulcerosa

 Dolor y cólicos en el costado izquierdo del abdomen


 Episodios intermitentes de heces con sangre y mucosidad
 Inflamación, dolor, rigidez en las rodillas y los tobillos
 Aftas (ampollas) en la boca
 Fatiga
 Depresión
 Ansiedad
 Dificultad para concentrarse
 Retraso en el crecimiento de los preadolescentes, debido a la falta de nutrición

Los ataques agudos pueden incluir:

 Hasta veinte deposiciones blandas con sangre por día


 Necesidad urgente de defecar
 Cólicos fuertes y dolor rectal
 Sudoración profusa
 Deshidratación
 Náuseas
 Pérdida del apetito
 Bajar de peso
 Hinchazón abdominal.
 Fiebre de hasta 104 °F (40 °C).

Puede ver que muchos de los síntomas se superponen, por lo que el diagnóstico a veces
resulta difícil. En general, dice el Dr. Lake, "el paciente con colitis ulcerosa tiene más
deposiciones con sangre y el paciente con enfermedad de Crohn siente más dolor".
Continúa diciendo que, mientras que la colitis ulcerosa se suele detectar rápidamente, "con
la enfermedad de Crohn, pueden pasar muchos meses entre la aparición de los síntomas y el
momento del diagnóstico". Los síntomas no sólo son sutiles, sino que pueden minimizarse
al comer menos. Así que puede ser difícil para los padres darse cuenta cuál es el problema.

"Con frecuencia, se diagnostica a los niños porque tienen una inflamación en algún lugar,
como los ojos, la boca y el recto. Si su hijo tiene irritación o inflamación en el recto, nunca
dé por sentado que se trata de hemorroides, que es algo sin precedentes en los niños",
aconseja. "La preocupación debería ser que tenga la enfermedad de Crohn".

Cómo se diagnostica el síndrome de intestino irritable:


Con un examen físico y antecedentes médicos completos, además de uno o más de los
siguientes procedimientos:

 Análisis de orina
 Cultivo de orina
 Hemograma (conteo sanguíneo) completo
 Análisis de sangre para determinar la velocidad de sedimentación eritrocitaria
(velocidad de sedimentación)
 Análisis para detectar sangre en las heces
 Sigmoidoscopia
Cómo se diagnostica la enfermedad intestinal
inflamatoria:
Con un examen físico y antecedentes médicos completos, además de uno o más de los
siguientes procedimientos:

 Hemograma (conteo sanguíneo) completo


 Análisis de sangre para determinar el tiempo de protrombina
 Análisis de sangre para determinar la velocidad de sedimentación eritrocitaria
(velocidad de sedimentación)
 Análisis para detectar sangre en las heces
 Análisis de orina
 Sigmoidoscopia o colonoscopia
 Serie gastrointestinal superior (también conocida como deglución de bario)

De todos modos, es posible que se requieran otras pruebas de laboratorio.

Cuáles son los tratamientos para el síndrome de intestino


irritable (SII) y la enfermedad intestinal inflamatoria
(EII)
Todas estas afecciones crónicas son incurables pero tratables, lo que significa que se
pueden tomar medidas en varios frentes para reducir la frecuencia y gravedad de los
síntomas.

 Cambios en la dieta: los niños y las niñas con SII o EII pueden comer en forma
relativamente normal cuando la enfermedad está en remisión, lo que sucede la
mayor parte del tiempo. Sin embargo, durante las crisis, deben ser conscientes de la
necesidad de evitar ciertos alimentos. Su pediatra, junto con un nutricionista o un
gastroenterólogo elaborarán un plan de alimentación adecuado para su hijo.
En el síndrome de intestino irritable, quizás solo sea necesario incorporar fibra a la
dieta para aliviar los cólicos y ablandar las heces endurecidas o eliminar la diarrea.
Sin embargo, los alimentos de alto contenido en fibras provocan el efecto contrario
en un adolescente con enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa, que debería ajustarse
a alimentos fáciles de digerir y con pocos residuos como caldo, gelatina, carne de
ave sin piel, pescado, arroz, huevos y pastas. Los alimentos fritos y los productos
lácteos también están prohibidos cuando la enfermedad está activa.
Nota para mamá y papá: una manera de evitarle a su hijo algunas de las
consecuencias indeseables de la EII es servir cinco o seis comidas frugales
(livianas) al día en lugar de las tres comidas abundantes habituales.
 Farmacoterapia: si la dieta por sí sola no alivia un intestino irritable,
ocasionalmente un pediatra recetará un agente antiespasmódico para disminuir su
actividad. Generalmente se recetan medicamentos para la enfermedad de Crohn o la
colitis ulcerosa; los fármacos más utilizados son, entre otros, los corticoesteroides
como la prednisona ("la piedra angular del tratamiento", según el Dr. Lake), y los
agentes 5-ASA sulfasalazina, olsalazina y mesalamina. Si tales fármacos no logran
detener la inflamación, su pediatra podría recetar uno de los siguientes
inmunomoduladores: azatioprina, ciclosporina, metotrexato o 6-
mercaptopurina, que se encargan de alterar la respuesta inmunitaria del cuerpo. Por
lo general, el botiquín de un paciente con EII también contiene antibióticos y
medicamentos antidiarreicos.
 Suplementos dietarios: desde el punto de vista de un niño, uno de los efectos más
molestos de la enfermedad inflamatoria intestinal es la inhibición del crecimiento y
de la madurez sexual. Las grandes dosis de prednisona pueden desacelerar el
desarrollo físico; por lo tanto, los pediatras disminuyen la dosis o dejan de
administrar el fármaco gradualmente a los jóvenes una vez que se ha controlado la
inflamación.
Sin embargo, la causa principal del retraso en el crecimiento es la nutrición
insuficiente. Los adolescentes con EII a veces caen en el hábito de comer poco en el
desayuno y el almuerzo para evitar las frecuentes idas al baño durante el horario
escolar. Como resultado, es posible que carezcan de calorías, nutrientes, vitaminas y
minerales. Las proteínas son especialmente importantes para el crecimiento.
Su pediatra controlará los patrones de alimentación de su hijo. La mayoría de las
deficiencias nutricionales se pueden corregir con ajustes en la dieta. Sin embargo, si
es necesario, se pueden recetar suplementos orales o fórmulas líquidas de altas
calorías.
 Cirugía: en los casos de enfermedad intestinal inflamatoria resistente a la
farmacoterapia o que presenta con complicaciones puede ser necesario extirpar una
parte o todo el colon. Es poco habitual que se practique este procedimiento durante
la adolescencia.
 Asistencia de salud mental: el estrés emocional no provoca el SII ni la EII, pero
puede agravar cualquiera de las afecciones. Por lo tanto, los pacientes pueden
beneficiarse mucho de la atención de un profesional de salud mental que les enseñe
técnicas para reducir el estrés como la relajación muscular progresiva y las
imágenes guiadas progresivas. Como sucede con otras enfermedades crónicas, la
enfermedad intestinal inflamatoria puede ser frustrante para los adolescentes. Con
frecuencia, las crisis los hacen depender más de sus padres de lo que quisieran y los
hacen sentir diferentes de sus amigos. Pueden sentirse traicionados por sus cuerpos.
Si sospecha que a su hijo o hija le resulta difícil superar esta situación, pídale a su
pediatra que lo derive (recomiende) un consejero adecuado

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