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LÓPEZ SERRANO ANA LAURA ,CORTES JIMÉNEZ HUGO CESAR , RAMÍREZ LÓPEZ
JOCELYN ARIADNA Y OLEA LÓPEZ SARA MONTSERRAT
ACER
CODEPENDENCIA E INFIDELIDAD EN PERSONAS HOMOSEXUALES Y HETEROSEXUALES
Capítulo I. La infidelidad
1. Definición
La infidelidad puede ser percibida como un apego excesivo hacia otra persona,
actividades sexuales con otra persona sin llegar al coito, o enamoramiento (Fisher, 1992).
Para Romero Palencia (2007) infidelidad significa hacer algo fuera de lo que dos
personas han acordado como fidelidad, ya sea tener sexo con otra persona o bien involucrar
energía emocional en otra relación.
La infidelidad se define como un abuso o mal uso de confianza que se deposita en la otra
persona cuando se está en una relación y puede llevar a la ruptura de la misma. Desolación,
traición, confusión, tormento por lo celos, inseguridad y baja autoestima son algunas de las
características que se experimentan cuando se sufre de infidelidad (Allen, 2005).
CODEPENDENCIA E INFIDELIDAD EN PERSONAS HOMOSEXUALES Y HETEROSEXUALES
2. Tipos de infidelidad
Por ello la infidelidad se divide en varios tipos los cuales son: infidelidad sexual e
infidelidad emocional, no obstante, se debe tomar en cuenta que también existe el deseo de
infidelidad sexual y emocional (Buss y Shakelford 1997; Wiederman y Allgeier, 1993).
3. El valor de la infidelidad
Habitualmente la infidelidad se asocia más con el género masculino que con el femenino.
Los varones en todas las culturas y en todos los tiempos fueron más infieles que las mujeres.
Estos datos son muy importantes para evaluar el factor social en la infidelidad del varón.
Clásicamente se sostiene que el varón es infiel por naturaleza y que sólo le interesa
diseminar por el mundo sus genes y tratar de que se perpetúen sus características.
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Si bien esto puede ser cierto en un sentido, también es verdad que la aceptación social
y la permisividad que ciertas sociedades tienen con respecto a la infidelidad del varón
promueven la misma. cada vez es más común la infidelidad femenina.
Por otro lado, en cuanto a las causas de la infidelidad masculina, se ha reportado que
ellos presentan con más frecuencia esta conducta debido casi de manera exclusiva a eventos de
tipo biológico, pues se hace referencia a la gran cantidad de células sexuales que producen, y a
la necesidad de aparearse con más hembras, como una medida que favorece la sobrevivencia y
la conservación de la especie (Buss, 2005; Giusti, 1982; Punset, 2007).
Lo interesante de este argumento de corte biológico es que ofrece una explicación para
entender la infidelidad masculina, que se ve apoyado por la permisividad y aceptación velada o
incluso abierta de esta conducta en las más variadas psicosocioculturas, donde al varón (ubicado
como macho) se le permite, en contraste con las mujeres a las cuales se les limita y castiga por
presentar el mismo tipo de conducta (Strean, 1986; Valdez-Medina, Díaz-Loving & Pérez,
2005).
Habitualmente se cree que las mujeres son más fieles que los varones, si bien esto está
cambiando y en sociedades urbanas occidentales se nota que los porcentajes se tienden a
emparejar, todavía los niveles de engaños e infidelidades son menores en las mujeres.
En general las mujeres no suelen tener aventuras fugaces, pero en el caso de que esto
ocurra tienden a ocultarlo porque tienen temor de ser señaladas o juzgadas por sus conductas,
con mucho más rigor que los varones.
Algunos dicen que las mujeres son tan infieles como los varones, pero que ellas hacen
menos alarde que nosotros. Y el motivo es que los varones en general nos vanagloriamos de las
conquistas y las mostramos orgullosos como trofeos, en cambio las mujeres no las suelen exhibir
por temor o pudor a que las juzguen críticamente.
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En contraste, Romero (2012), encontró que las mujeres jóvenes con alta escolaridad y
un medio urbano competitivo, son más proclives a cometer una infidelidad, debido a que tienen
una personalidad sexual abierta, mostrada en el deseo de tener un mayor número de parejas, una
mayor diversidad en la práctica sexual y una actitud positiva hacia la infidelidad, lo cual, habla
de un cambio importante respecto de las razones de fondo que subyacen a la conducta de
infidelidad femenina, puesto que ya no se llegaría a ella exclusivamente por venganza, sino por
una decisión personal.
Tales cambios que dan fundamento a las razones que llevan a las mujeres a la infidelidad,
bien pueden deberse a las modificaciones culturales que se han venido presentando en los
diversos contextos sociales (Aguilar, Valdez-Medina, González-Arratia & González, 2013). Al
respecto, Valadez (2011), reporta que en los últimos años se ha ido observando un notable
incremento de las relaciones extramaritales de infidelidad por parte de las mujeres.
Existen infinidad de formas de relacionarse y hacer una clasificación puede resultar una
tarea ardua, simplemente intentaré esbozar una mera clasificación a los fines de pensar cómo
puede influir una infidelidad en cada tipo distinto de relación.
Es importante señalar que como establecemos diferencias entre los diferentes tipos de
infidelidades, también debemos hacer esta distinción con las distintas relaciones de pareja.
Lo que varía en los diferentes tipos de pareja, además de la profundidad del vínculo, el
afecto y el tiempo, son los tipos de contratos que se establecen entre los miembros de la misma,
igualmente en general, en la mayoría de las relaciones existe la cláusula de exclusividad afectiva
y sexual.
Esta teoría plantea la infidelidad como parte de nuestra táctica evolutiva. Según Fisher,
afirma que las relaciones sexuales extramaritales son con frecuencia un componente secundario
y complementario de nuestra táctica mixta de apareamiento: debido a que las criaturas que
cambian con regularidad son bilógicamente menos vulnerables a las bacterias, virus y demás
parásitos que las atacan, el tener varias parejas sexuales implicaría descendencia con diferente
carga genética y por lo tanto una mayor probabilidad de trascender de generación en generación
(como se citó en Romero, 2007). De esta postura evolutiva han surgido dos nuevas teorías muy
relacionadas tanto con la conducta sexual de los seres humanos como la infidelidad en hombres
y mujeres: la Teoría de la inversión Parental y la Teoría de las Estrategias Sexuales.
Generalmente las personas invierten una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para ser
padres, enseñándoles habilidades sociales, valores, conocimientos que los ayuden a ser mejores
personas y cuidados emocionales. Sin embargo los hombres invierten menor cantidad de tiempo
y esfuerzo en la crianza y enseñanza de los hijos, en comparación a la inversión y tiempo que le
dedican las mujeres a sus hijos. Esto es porque los hombres tienen menor inversión fisiológica
debido a que únicamente proporcionan su carga genética, siendo así, la mujer es la que lleva
mayor responsabilidad en el proceso de la reproducción humana que incluye: fertilización
interna, placentación, gestación y lactancia para poder reproducirse (Romero, 2007).
Se plantea que los hombres son más promiscuos ya que de manera más o menos
independiente los hombres pueden ser menos selectivos que las mujeres para escoger a su pareja
para tales encuentros casuales en comparación con las mujeres, quienes son más meticulosas al
elegir a su pareja esto por una necesidad absoluta de producir recursos que ayuden a que
sobreviva su descendencia.
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Por otra parte algunos psicólogos evolutivos sugieren que de alguna manera las mujeres
buscan involucrarse y fertilizarse de hombres bajo ciertas condiciones, fuertes y competitivos
para incrementar el status y calidad de los genes aun cuando estas relaciones sean extramaritales.
La necesidad de los hombres de la novedad sexual radica en que si engendran hijos con
diferentes mujeres multiplican su participación en la siguiente generación.
De acuerdo a la postura evolutiva, en las mujeres existen tres razones de que el adulterio
sea biológicamente adaptativo (Romero, 2007):
b) Una póliza de seguro: si un compañero muero o abandona el hogar, existe otro varón
al que se le puede convencer de ayudar en las tareas domésticas.
De acuerdo a esta perspectiva el adulterio está bien visto aunque en la actualidad está
comprobado que el tener varias parejas sexuales se vuelve más vulnerable una persona a contraer
algún tipo de enfermedad de trasmisión sexual.
Otra estrategia dentro del repertorio es la de relaciones a acorto plazo, definidas como
un breve encuentro sexual como los encuentros de “una sola noche”. Entre la estrategia breves
romances, y la de relaciones a largo plazo se encentran algunas intermedias.
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En las relaciones a corto plazo también existirían diferencias dada la inversión parental
que podría tener una relación tan corta, ya que las mujeres tendrían poco que ganar, mientras
que los hombres obtendrían grandes beneficios de reproducción (Baras y Lipton, 2001; Buss y
Shmitt, 1993). Por tanto, en este tipo de relaciones las mujeres se centrarían mucho más en
obtener hombres con altos estatus o una gran calidad genética, siendo mucho más selectivas que
los hombres.
Esta teoría plantea así tres postulados principales, que han sido comprobados a lo largo
del mundo (Buss et al en prensa):
1. Los hombres poseen un mayor deseo de variedad sexual de parejas que las mujeres.
2. Los hombres requieren menos tiempo que las mujeres para consentir en un
intercambio sexual.
3. Los hombres tienden más a buscar varias relaciones a corto plazo que las mujeres.
8. Teoría de la atribución
El modelo de la atribución plante que los eventos son filtrados por las atribuciones o
explicaciones que se hacen de ellos (Heider, 1958; Weiner, 1980). Las experiencias negativas
vividas pueden ser atribuidas a otra persona, a la situación o a sí mismo, y son más propensas a
e licitar respuestas agresivas, cuando son atribuidas a un agente personal (Heider, 1944).
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Tabla 1
Interno Externo
Estable Habilidad Dificultad
de la tarea
Inestable Esfuerzo Suerte
El cuadro muestra las distintas atribuciones que se pueden hacer de acuerdo con estas
dimensiones.
Además de las dimensiones de la atribución que se han mencionado aparece una más la
de Global – Especifica. Cuando un individuo percibe un resultado como incontrolable se
preguntan si sus causas se aplican a muchas situaciones de la vida (global) o a una sola
circunstancia (especifica). Se admite que las dimensiones en las que se realiza esta atribución
(Weiner, 1980) son:
Externa-interna
Global-específica
Estable- inestable
Buunk (1987) encontró que, entre las parejas casadas y en unión libre que
experimentaron infidelidad, aquellos individuos que terminaron después de la infidelidad
reportaron más que su propia infidelidad y la de sus parejas fue motivada por una agresión
(venganza) o carencia (alejamiento en la relación primaria) (atribuciones externas) o carencia
(alejamiento en la relación primaria) (atribuciones externas) más que los individuos que se
reconciliaron después de la infidelidad.
9. Teoría motivacional
Debido a que estas cinco necesidades se encuentran comúnmente incluidas como parte
de las relaciones románticas, parecería probable que un vacío en alguna de estas áreas pudiera
acarrear problemas a la relación tales como una alta susceptibilidad a la infidelidad
Lewandowky y Ackerman, (2006). Esto es que cuando la relación primaria es incapaz de llenar
ciertas necesidades del individuo, él o ella se encontrarán más motivados a buscar llenar este
vacío o necesidad a través de alguna relación extradiádica. Ya que de acuerdo con Pittman
(1994) en la mayoría de las situaciones de infidelidad, no se busca una alternativa al matrimonio,
sino un suplemento.
A partir de esta teoría motivacional general se han desarrollado otras, tales como la teoría
de la inversión y la teoría del intercambio social.
estables cuando los resultados para cada miembro de la pareja (costos y beneficio) son más o
menos equitativos. Así, como se puede observar esta teoría se relaciona fuertemente con las
teorías del intercambio social y la equidad.
La teoría del intercambio social y la interdependencia asume que los individuos forman
y continúan relaciones con base a la reciprocidad de costos y beneficios e estas relaciones
(Burgess y Huston, 1979; Thiabaut y Kelley, 1959).
Bajo esta perspectiva se predice que aquellos sujetos que perciban más costos que
beneficios dentro de su relación actual se involucran con mayor facilidad en relaciones
extradiadicas cuando perciban en una pareja potencial más beneficios que costos (Buunk y
Dijkstra, 2000). De la misma forma de acuerdo con esta teoría tanto el sobre-beneficio como la
privación son predictores para ambos sexos los amoríos extramaritales y su temprana aparición.
Las mujeres que se sientan sobre-beneficiadas y las mujeres que se sientan sub-
beneficiadas en sus relaciones tienen relativamente fuertes deseos de involucrarse en relaciones
sexuales extradiadicas y tienen más relaciones de este tipo, mientras que entre los hombres ni la
fuerza del deseo de sexo extradiadico ni la frecuencia de los amoríos se relaciona con el grado
de reciprocidad en la relación primaria. (Prins, Buunk y Van Yperen, 1992.
equitativas parecen estar más felices, más satisfechas con su relación y más confiadas en su
relación que con sus contrapartes no equitativas.
De acuerdo con esta postura Brown (1991), plantea que una infidelidad es una posible
adaptación a la relación primaria. De acuerdo con esa autora, una infidelidad indica que un
elemento emocional importante está faltando: la habilidad para sostener intimidad con alguien
o para resolver conflictos sin perder la autoestima. Muchas parejas no hablan acerca de sus
vacíos en la relación primaria, por tanto un amorío, cuando se usa para llenar el vacío, puede
hacer factible que la relación continúe como hasta el momento, o puede ser el impulso que
felicite el cambio. En algunos casos la infidelidad es destructiva, tanto como para la pareja como
para sus miembros. No obstante de acuerdo con esta postura, sus resultados y el esfuerzo que
implica, la infidelidad siempre es un intento de resolver el problema.
La definición de infidelidad puede variar dependiendo el grupo cultural debido a que las
tradiciones socio-culturales realmente inciden en la definición y la actitud de las personas
respecto al adulterio (Fisher, 1992). Términos como adulterio, infidelidad, y engaño reflejan la
transgresión normativa que usualmente implica una relación sexual con una tercera persona
(Buunk y Bringle, 1991).
De acuerdo con McGodrick, Preto, Hines y Lee “las normas culturales y los valores
prescriben las reglas bajolas cuales operan las personas”. Bajo esta condición, la infidelidad no
se trata de una relación tríadica, sino que es un cuarteto formado por el rival, el miembro de la
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Así durante todos estos procesos de socialización de acuerdo con Yela, (2002),
aprendemos cómo debemos sentirnos cuando estemos enamorados, cuándo debemos
enamorarnos, qué características son deseables en el otro para enamorarnos de él (sexo, edad,
clase social, estado civil, atractivo físico, actitudes y aptitudes en general), cuáles son las pautas
y el ritmo de seducción adecuados, qué se espera de la gente cuando se enamora (a corto, medio
y largo plazo), cuáles son los lugares apropiados para enamorarse, etc. Aprendemos cuáles son
las pautas normativas y cuáles las desviadas, y a la vez soportamos y ejercemos el control social,
colaborando a la modificación paulatina de una o varias normas amorosas que la sociedad
probablemente hará suyas. Claro ejemplo es que en nuestra cultura los matrimonios
convencionales asumen, junto con la exclusividad sexual, una serie de supuestos socialmente
condicionados: una aventura, de ocurrir, no ha de ser descubierta; si es descubierta esto debe
significar que la relación de pareja es un completo fracaso, por otra parte, el miembro fiel de la
pareja, debe sentirse absolutamente traicionado. Existe también una diferencia genérica tácita:
bajo los supuestos convencionales los varones son menos monógamos que las mujeres, por tanto
las transgresiones masculinas son más esperables y por tanto más perdonables (Zumaya, 1994).
De esta forma se podría hipotetizar, que el concepto infidelidad así como los motivos
que llevan a ella, han sido construidos por la cultura y se han mantenido en ella de generación
en generación a través de los procesos de socialización; la infidelidad no existiría como se
conoce hoy en día, pues, es la resultante de una serie de regulaciones que la cultura ha creado y
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ha ido transformando a lo largo del tiempo (Hunt, 1959); dado estas circunstancias la infidelidad
como fenómeno psicológico simple y sencillamente no se podría estudiar sin abarcar a su vez
los procesos de socialización que la contextualizan y le dan el sentido y la importancia que
requiere su estudio.
En otras culturas se consideraría que un hombre comete infidelidad por el simple hecho
de caminar con otra mujer que no sea su pariente o invitarle una bebida (Fisher, 1992).
Wright, 1985). Allen et al. (2005) explicaron estas diferencias en términos de los roles de género
y el factor socialización. Mediante la simbolización que los seres humanos hacemos de la
diferencia sexual (el género), la sociedad construye las ideas de lo que se supone es “propio” de
cada sexo (Navarro y Stimpson, 1999; Butler, 2001; Rubin, 1996). Así para Bourdieu (1991) la
división del mundo basada en las diferencias biológicas actúa como la “mejor fundada de las
ilusiones colectivas”, estructurando la percepción y la organización concreta y simbólica de toda
la vida social.
Este aspecto no es algo nuevo, la doble moral o doble estándar atribuida a la infidelidad
de hombres y mujeres surge desde tiempo atrás, en el siglo XVII por ejemplo, Schopenhauer
afirmaba que la fidelidad en el matrimonio era artificial para el hombre y natural en la mujer, y
por consiguiente (causa de sus consecuencias y por ser contrario a la Naturaleza), el adulterio
de la mujer debía ser mucho menos perdonable que el del hombre.
Este cambio surge a partir de la liberación femenina comenzada en el siglo XX. Destaca
la asociación entre la liberación de la persona y la liberación de su sexualidad, el control y
disfrute de esta. Para ser igual que el hombre, la mujer debía participar de un rol semejante en
su vida sexual. La separación entre sexualidad y fertilidad marcan la clave, la sexualidad de la
mujer no iba unida a la maternidad. Se desarrolla el conocimiento del cuerpo y su valoración.
Los años 60, marcan un cambio sustancial de la actitud de las sociedades hacia la sexualidad y
sus manifestaciones, se extiende una asociación entre el amor y el sexo, el sexo como
manifestación libre, como forma de comunicación, la igualdad entre los géneros
(Morales,2004).
Con respecto a la exclusividad, algunos jóvenes piensan hoy que el asunto de la fidelidad
es más una cuestión a lo interno del vínculo amoroso que algo para ser enjuiciado desde lo social
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y que los grados de fidelidad dentro del vínculo deberían decidirse sólo en su interior. Por
supuesto que este tema requiere de una perspectiva de género para su comprensión pues la
infidelidad masculina siempre ha sido mejor tolerada. No es el caso de la infidelidad femenina,
la cual, aunque está apareciendo con más frecuencia en los últimos tiempos, no deja de ser vivida
con culpas. No obstante, en la cuestión de la fidelidad perduran los matices distintivos desde lo
genérico, lo individual y sus especificidades de expresión según el contexto sociocultural
(Fernández Rius, 2004).