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Papeles del Psicólogo

ISSN: 0214-7823
papeles@correo.cop.es
Consejo General de Colegios Oficiales de
Psicólogos
España

Galán Rodríguez, Antonio


RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES SERIAMENTE DISRUPTIVOS: APORTACIONES
TÉCNICAS A UN DEBATE SOCIAL E INSTITUCIONAL
Papeles del Psicólogo, vol. 34, núm. 1, enero, 2013, pp. 23-31
Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77825706003

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Papeles del Psicólogo, 2013. Vol. 34(1), pp. 23-31 Artículos
http://www.papelesdelpsicologo.es

RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES SERIAMENTE DISRUPTIVOS:


APORTACIONES TÉCNICAS A UN DEBATE SOCIAL E INSTITUCIONAL
Antonio Galán Rodríguez
Servicio de Familias, Infancia y Adolescencia de Extremadura

Los centros para menores con graves conductas transgresoras son recursos muy cuestionados a nivel social e institucional, pero han
recibido poca atención desde contextos académicos. Analizamos las dificultades que implica su definición, implementación y ges-
tión, y abordamos especialmente los problemas ligados a una definición basada en criterios clínicos. Se defiende la conveniencia
genérica de su adscripción al entorno sanitario, pero también al ámbito de la protección a la infancia cuando se trata de menores
desprotegidos; para estos casos se sugiere el uso de conceptos y modelos diferentes a los clínicos: los déficits de autorregulación co-
mo problema básico, y la intervención socioeducativa como eje del tratamiento. Analizamos otros aspectos conflictivos como el uso
de la contención, los modelos de intervención, o la relación con el Sistema de Justicia Juvenil. Finalmente, planteamos algunas reco-
mendaciones en relación a la definición y funcionamiento de estos centros.
Palabras clave: Trastorno de conducta, Trastorno del comportamiento, Acogimiento residencial, Autorregulación.

Residential treatment for minors with severe conduct problems has been questioned from a social and institutional point of view, but little
attention has been paid from academic contexts. Difficulties in definition, implementation and management are analyzed, including
problems caused by clinical-based definitions. Management by the Healthcare System is considered the best choice in most cases; never-
theless, Child Protection Services could run these centers for children in foster care. If so, a number of concepts and models different from
clinical ones should be used: deficits in self-regulation as the core problem, and psycho-educational intervention as the axis of the treat-
ment. Other controversial topics are analyzed, such as restraint methods, intervention models, or the relationship with the Juvenile Justice
System. Finally, some recommendations related to the definition and functioning of these facilities are provided.
Key words: Conduct disorder, Behavior disorders, Residential care, Self-regulation.

os modelos actuales de atención en Salud Mental social y profesional, y se enfrentan a diversos proble-

L infanto-juvenil y en Protección a la Infancia com-


parten el énfasis en la búsqueda de normalización
mas conceptuales, prácticos y jurídico-administrativos.
El estudio de estos apenas ha sido abordado en con-
en su intervención (utilización de recursos comunitarios, textos académicos, restringiéndose su análisis al ámbito
permanencia del niño en la familia, escolarización ordina- institucional, o a debates sociales espoleados por los
ria…). No obstante, algunos menores requieren una aten- medios de comunicación a partir de sucesos desafortu-
ción muy específica que no se ajusta totalmente a ese nados.
modelo. Entre ellos podrían encontrarse algunos adoles- Frecuentemente se han dirigido las críticas al Sistema
centes y jóvenes cuyas dificultades personales conllevan un de Protección a la Infancia y Adolescencia (SPIA a par-
patrón de conductas transgresoras muy graves que dificul- tir de ahora), puesto que éste gestiona el grueso de di-
tan seriamente la convivencia cotidiana (en su familia, o chos recursos. En efecto, y aunque los trastornos del
en un centro de acogida ordinario). Aunque para la ma- comportamiento constituyen una de las principales cau-
yoría de estos menores las intervenciones comunitarias y sas de solicitud de atención en equipos de Salud Men-
familiares constituyen la respuesta indicada, persiste un tal, pocos servicios sanitarios han optado por asumir
reducido grupo que requiere una intervención intensiva en esta atención residencial. Una muestra ilustrativa la en-
un contexto de convivencia cotidiana, es decir, un recurso contramos al revisar el Plan de Salud Mental de la Co-
residencial de media-larga estancia. munidad de Madrid (Consejería de Sanidad de la
Son numerosos los centros específicos diseñados para Comunidad de Madrid, 2010), que no incluye ningún
atenderlos, con formatos y denominaciones muy varia-
dispositivo de este tipo, limitándose a señalar la conve-
das. Se trata de dispositivos muy cuestionados a nivel
niencia de “estudiar la necesidad de un Centro Tera-
péutico Residencial para ofrecer tratamiento intensivo a
Correspondencia: Antonio Galán Rodríguez. Servicio de Familias, In-
fancia y Adolescencia. Avda. Reina Sofía, 30. 06800 Mérida. España. niños y adolescentes con trastornos mentales graves y
E-mail: antonio.galan.rodriguez@juntaextremadura.es de conducta” (p. 126). En cambio, el Instituto Madrile-

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Artículos RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES DISRUPTIVOS

ño del Menor y de la Familia, ofrece en Mayo de 2012 Por limitaciones de espacio nos limitaremos a breves
un listado de nueve recursos bajo el rótulo de “Centros referencias sobre un reducido número de documentos
específicos para menores con trastornos de Salud Men- especialmente valiosos o ilustrativos para ofrecer una
tal, de conducta y/o consumo de sustancias tóxicas”. panorámica. Muchas de estas iniciativas surgieron a
Posiblemente, los SPIA comenzaron asumiendo esta partir del informe presentado por el Defensor del Pue-
atención residencial especializada por la necesidad de blo en 2009, en relación a los centros para “menores
ofrecer soluciones a menores acogidos en sus propios re- con trastornos de conducta y en situación de dificultad
cursos, ante la falta de una respuesta adecuada desde social”. Sus conclusiones generaron un importante re-
otros lugares de la red asistencial. De esta manera, se vuelo social; pero más allá de su proyección mediática,
consideró a estos menores como un nuevo perfil de po- y de su concepción excesivamente ingenua del proble-
blación acogida, que necesitaba un modelo de atención ma, tuvo el efecto beneficioso de promover iniciativas
especializada (Bravo y del Valle, 2009a). Como resulta- destinadas a ordenar y clarificar el funcionamiento de
do, se ha creado una red de recursos y se ha acumulado estos recursos. El Informe mostraba la variedad de dis-
un bagaje profesional, que han convertido a los SPIA en positivos, que quedaba ilustrada por la diversidad de
la principal referencia para este tipo de atención resi- denominaciones: centros para trastornos de conducta,
dencial. De hecho, en la actualidad es frecuente que el unidades de régimen especial, centros u hogares de so-
resto de la red trate de derivarle casos, o que las propias cialización o de asistencia terapéutica, centros educati-
familias soliciten ingresos de menores; y todo ello sin que vo-terapéuticos… Esa variedad reflejaba la dificultad
aún se haya abordado debidamente a nivel institucional para definirlos, y la ausencia de una regulación estatal
y técnico la pertinencia de esta adscripción institucional. que unificase las respuestas autonómicas. Además, este
Encontramos por tanto una precaria definición acerca Informe recogía la difícil realidad de algunas familias
de quién y cómo debe atender a esta población tan en las que hay niños con graves conductas disruptivas,
vulnerable. Considerando la necesidad de un trabajo o con ciertos trastornos mentales, porque no reciben
de reflexión y definición, en el que los profesionales una respuesta adecuada desde instancias educativas o
vinculados a la atención a la infancia sean parte acti- sanitarias, y finalmente acaban recurriendo a la enti-
va, este documento es elaborado como una contribu- dad pública de protección de menores para solicitar un
ción al esfuerzo por delimitar algunos aspectos que centro específico.
deben ser tenidos en consideración a la hora de abor- Fueron precisamente las quejas sobre la atención pro-
dar esta polémica realidad. porcionada por los dispositivos públicos (educativos, sa-
nitarios, sociales) las que ya habían motivado un informe
UNA INQUIETUD INSTITUCIONAL del Defensor del Menor de Andalucía en 2007. Éste con-
Son escasas las aportaciones desde ámbitos académi- cluía que si un menor con trastornos del comportamiento
cos o específicamente técnicos de nuestro país, que presenta dificultades leves, éstas se detectan con pronti-
aporten análisis y propuestas en relación a estos recur- tud y la familia demanda con rapidez la intervención, los
sos, de modo que gran parte de las referencias actua- recursos en los sistemas sanitario, educativo y social son
les proceden de instituciones implicadas en la defensa suficientes para abordarlos; pero que si el trastorno es
de la infancia. No obstante, el principal interés de és- grave, el problema tarda en detectarse, o se acude tarde
tas se ha situado en la salvaguarda de garantías jurídi- a los recursos públicos, es muy posible que la familia no
cas para los menores ingresados; de ahí las continuas encuentre respuestas adecuadas. Un elemento específico
referencias a los mecanismos de control frente a prácti- de este Informe es que para el Defensor del Pueblo An-
cas abusivas (propuesta de que se exija autorización daluz el problema central es una categoría clínica (el
judicial para los ingresos o se respete la Ley Básica Re- trastorno de conducta), y como tal requeriría una aten-
guladora de la Autonomía del Paciente en cuanto a ción primariamente sanitaria. Su estudio mostró que el
prescripciones farmacológicas…) o las demandas de Sistema de Salud no ofrece la respuesta adecuada: tarda
cambios legislativos (fundamentalmente, una normativa en detectar, derivar y diagnosticar, a veces aporta una
estatal con rango de ley orgánica). En este contexto, respuesta exclusivamente médica, y no cuenta con recur-
los aspectos más técnicos han ocupado un lugar secun- sos específicos para los casos más graves (cuando se re-
dario. quiere un internamiento de media-larga estancia); en

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ANTONIO GALÁN RODRÍGUEZ Artículos

cambio, el Sistema de Protección sí ha creado esos re- cíficos para atender graves trastornos del comportamien-
cursos residenciales, pero como dispositivos específica- to y situaciones de crisis, porque éstas requieren un con-
mente dirigidos a sus menores. texto muy estructurado, junto con un abordaje educativo
Estos debates sociales y profesionales llegaron a su má- y psicoterapéutico, que sólo se puede ofrecer en un pro-
ximo nivel institucional cuando el Senado destinó una se- grama específico. Además, ofrecía indicaciones concre-
rie de sesiones (del 7 de marzo al 20 de septiembre de tas sobre diversos aspectos de su funcionamiento
2011) de la “Comisión Especial de Estudio de la Proble- cotidiano.
mática de la Adopción Nacional y Otros Temas Afines”,
para analizar la situación de los centros especializados LAS DIFICULTADES CON SU DEFINICIÓN
para trastornos del comportamiento. En las comparecen- En la actualidad no existe una definición inequívoca de
cias de distintos profesionales y responsables institucio- estos centros, ni a nivel administrativo ni técnico. Así, no
nales (pueden consultarse los diarios de sesiones en existe una regulación a nivel estatal que les dé una enti-
www.senado.es) pudo apreciarse la magnitud del pro- dad específica; y a nivel asistencial resulta difícil encontrar
blema y las incertidumbres que le acompañan. De esta criterios operativos (y que soporten un cuestionamiento crí-
Comisión surgieron propuestas destinadas a regular le- tico) que permitan definir la población a atender. De ahí
galmente algunos aspectos del funcionamiento de estos las variopintas propuestas de perfil de menor y de requisi-
centros, si bien la finalización de la legislatura impidió la tos de ingreso, o la diversidad de denominaciones que re-
completa tramitación de la Ley. ciben los recursos (centros residenciales de educación
Otra institución implicada en esta problemática es la intensiva, terapéuticos, para trastornos de conducta, de
Fiscalía de Menores, en cuanto que supervisa las inter- socialización…); bajo esta variedad subyace, entre otras,
venciones protectoras de las Entidades Públicas y sus re- la cuestión clave de si la orientación básica de estos recur-
cursos residenciales. Por ello, ha generado cierta sos será sanitaria o de otro tipo (de protección a la infan-
producción reglamentaria, como la Circular 8/2011 de cia, socio-educativa…).
la Fiscalía General del Estado (FGE) sobre criterios para Una de los elementos más polémicos en este sentido es
la unidad de actuación especializada del Ministerio Fis- el papel que deben jugar los conceptos de “trastorno
cal en materia de Protección de Menores. La Fiscalía po- mental” y “trastorno de conducta” en la definición del re-
ne un gran énfasis en evitar vulnerar los derechos de los curso y en los criterios de ingreso. Su presencia es inne-
menores, especialmente al considerar la indefinición le- gable, pero lo que inicialmente parece una buena
gal en que se encuentran estos recursos (no funcionan opción (recurrir a diagnósticos clínicos), nos introduce en
como centros ordinarios, pero tampoco pueden ser tipifi- un terreno fangoso. Las clasificaciones de trastornos
cados como centros especiales según el artículo 271 del mentales ofrecen descripciones bien operativizadas de
Código Civil). Finalmente, el necesario uso de medidas un perfil de menor que encaja bien en estos recursos (so-
de contención constituye otro importante factor de riesgo bre todo el diagnóstico de trastorno disocial). Ahora
de prácticas abusivas. Frente a estos peligros, la Fiscalía bien, definir los recursos según estos criterios conlleva
demanda una regulación estatal, y mientras ésta llega, una serie de problemas.
opta por las soluciones más garantistas respecto a los A. La mayoría de estos centros no son catalogados como
derechos de los menores. dispositivos clínico-sanitarios, sino de protección a la
Por su parte, las entidades públicas de protección a la infancia; por tanto, definir el perfil de residente a par-
infancia llevaron a cabo una aportación común en Mayo tir de diagnósticos clínicos lleva a plantearse la cues-
de 2010, cuando la Comisión Interautonómica de Direc- tión de por qué ese menor concreto no es atendido
tores Generales de Infancia consensuó el “Protocolo Bá- por la institución sanitaria.
sico de Actuación en Centros y/o Residencias con B. Algunos profesionales (y documentos) definen estos
Menores Diagnosticados de Trastornos de Conducta” centros como recursos para “trastornos de conducta”,
(Dirección General de Política Social, de las Familias y al mismo tiempo que señalan que no se debería aten-
de la Infancia, 2010). A pesar de sus limitaciones a nivel der patología mental; se hace esta afirmación pensan-
normativo, adquirió una gran relevancia al convertirse do que no tienen cabida ciertos trastornos mentales
en una guía de actuación con cierto respaldo institucio- (esquizofrenia, trastornos bipolares, ciertas evolucio-
nal. En efecto, justificaba la existencia de recursos espe- nes de trastornos generalizados del desarrollo, tras-

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Artículos RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES DISRUPTIVOS

tornos de la conducta alimentaria), que deberían ser 3. La precariedad que presenta en muchos lugares la red
atendidos en otro tipo de recurso. Con ello, el concep- asistencial sanitaria a la hora de atender a esta pro-
to de “trastorno mental” se convierte en confuso, y blemática cuando se trata de casos graves, introduce
obliga a establecer una difícil distinción entre tipos de mucha confusión en relación al papel que realmente
patología mental. De alguna manera, pareciera que juega. A pesar de sus recursos conceptuales e institu-
se hace una diferenciación no explicitada entre “au- cionales (modelos teóricos, instrumentos de interven-
téntica enfermedad mental” y “trastorno de conducta”, ción, diseño de dispositivos de atención…), la
reservando aquélla para cuadros de mayor gravedad realidad asistencial más frecuente ante casos graves
(la “patología pesada” que configura el bagaje más es que la respuesta resulta limitada:
tradicional de la clínica psiquiátrica). Esto se corres- ✔ La psicofarmacología supone una importante ayu-
ponde con la existencia de dos perfiles diferenciados da en el tratamiento de muchos menores (Robb,
de menores que todo profesional puede intuir pero 2010), pero no deja de ser una respuesta dirigida
que no terminan de ser operativizados de una forma al síntoma (en cuanto reducción de ansiedad e im-
adecuada, quizá porque los diagnósticos clínicos en pulsividad), y que por tanto resulta insuficiente en
solitario no son suficientes para ello, y se requieren solitario.
criterios de un carácter diferente (necesidades asisten- ✔ La psicoterapia ambulatoria se enfrenta a serias li-
ciales, capacidades de contención del entorno, niveles mitaciones: la frecuente negativa de los menores a
de organización psíquica…). participar en una intervención de este tipo, y la ne-
Estas incoherencias nos están remitiendo a dificultades cesidad de una frecuencia y regularidad de sesio-
propias del ámbito clínico, que se amplifican a la hora nes que la agenda saturada de muchos recursos de
de trasplantarlos a este contexto particular: Salud Mental no puede aportar.
1. La debilidad de los sistemas de clasificación de tras- ✔ Las intervenciones domiciliarias aparecen como
tornos mentales en la infancia. Así, el modelo de una importante herramienta del enfoque comunita-
psicopatología infantil defendido en las clasificacio- rio de la Salud Mental, pero en la realidad asisten-
nes internacionales de trastornos mentales podría cial apenas está presente.
ser inadecuado, porque supone una traslación a la ✔ Los Hospitales de Día aparecen a priori como un
infancia del modelo adulto. Las características del recurso especialmente interesante para este tipo de
enfermar psíquico infantil (inespecificidad sintoma- menor: desarrollan espacios de convivencia con un
tológica, capacidad de autorregulación, de reversi- componente terapéutico, despliegan una interven-
bilidad y mutabilidad, patología cronodependiente, ción integral, y respetan la obligatoriedad de esco-
diferenciabilidad individual, comorbilidad, psicopa- larización. No obstante, éste es un tipo de recurso
toplastia del contexto) (Rodríguez-Sacristán, 1995) poco implantado, y que salvo contadas excepcio-
dan a éste una especificidad que demandaría una nes (véase p.e. Bertrán et al., 2011) se reservan
forma diferente de clasificación. A un nivel teórico para pacientes con otros perfiles clínicos (por ejem-
esto se ha traducido en formulaciones diferentes, plo, trastornos de la conducta alimentaria) o para
como la psicopatología del desarrollo (Lemos, aquellos en los que la conducta disruptiva forma
2003). Y a un nivel práctico del día a día, lo encon- parte de problemas clínicos más amplios (trastor-
traremos en la resistencia de muchos profesionales nos generalizados del desarrollo, cuadros psicóti-
sanitarios a formular diagnósticos cuando atienden cos en la adolescencia…).
a niños. ✔ Respecto a dispositivos de internamiento de larga
2. La debilidad de la categoría nosológica “trastorno duración, el ámbito clínico-sanitario ha realizado
de conducta”, como entidad clínica controvertida importantes aportaciones a nivel teórico (p.e. Ji-
por su heterogeneidad sintomática, multicausalidad ménez, 2004). No obstante, en la actualidad son
y alta comorbilidad (Fernández et al., 2010). De he- muy escasos los recursos de este tipo implementa-
cho, recoge tal heterogeneidad de situaciones, que dos por las administraciones sanitarias y, como
frecuentemente resulta poco útil para caracterizar a ocurre con los Hospitales de Día, atienden prefe-
los menores cuando se diseña una intervención psi- rentemente a casos diferentes a los menores que
cológica. nos ocupan.

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ANTONIO GALÁN RODRÍGUEZ Artículos

Vemos por tanto que el grueso de la atención residen- LAS DIFICULTADES PARA SU ADSCRIPCIÓN
cial y de la intervención en contextos informales (el do- A partir de algunas cuestiones planteadas pueden en-
micilio, los espacios de socialización…) son gestionadas tenderse las dudas en torno a la delimitación entre las
por servicios sociales, tanto genéricos como especializa- instituciones de protección a la infancia y las sanitarias,
dos, más que por los clínico-sanitarios. E incluso parte en cuanto que existe un importante solapamiento, soste-
de la respuesta psicoterapéutica es aportada también nido sobre cuestiones teóricas pero también sobre negli-
desde recursos sociales (programas de intervención fa- gencias institucionales.
miliar, unidades de psicoterapia concertadas por los Evidentemente, podemos definir los problemas de estos
Servicios de Protección de Menores…). Nos encontramos menores en términos clínicos, adscribir sus síntomas a
así con la paradoja de que un problema es definido des- categorías nosológicas, y hacer uso del bagaje concep-
de los parámetros de un espacio asistencial ajeno al que tual y técnico propio del ámbito sanitario para atender-
asume una parte importante de la intervención. Es decir, los. Si se asumiera esta perspectiva clínico-sanitaria, el
que los conceptos clínico-sanitarios (como “trastorno de Sistema de Salud debería contar con todo el rango co-
conducta”) son los que definen la intervención en un es- rrespondiente de recursos asistenciales, incluyendo los
pacio profesional diferente. Esto introduce un notable residenciales de media-larga estancia para los casos
factor de confusión en la ciudadanía y en los profesiona- graves inabordables a nivel ambulatorio. Este modelo
les respecto a quién debe asumir esta responsabilidad. Y resulta indiscutiblemente el más adecuado para cierto
desde un punto de vista técnico, frecuentemente asistimos perfil de menor cuyas dificultades demandan de forma
en este ámbito psico-socio-educativo a un trasplante po- primaria conceptos, técnicas e instrumentos asistenciales
co reflexivo de conceptos y modelos procedentes de propios de la Psiquiatría y la Psicología Clínica. Así, an-
otros contextos asistenciales, y a la consecuente desvalo- te trastornos psicóticos, ciertas evoluciones de trastornos
rización del bagaje del propio ámbito de pertenencia. Es generalizados del desarrollo, patologías afectivas gra-
por ello que consideramos recomendable que si los ser- ves… la intervención socio-educativa ocupa un lugar cla-
vicios sociales especializados continúan asumiendo esta ramente secundario en el programa de intervención para
responsabilidad asistencial, avancen en la elaboración estos menores. Curiosamente, incluso centros dirigidos a
de un modelo de comprensión del problema que sea co- estos perfiles son frecuentemente asumidos por servicios
herente con los principios y herramientas propios de su sociales especializados en lugar de sanitarios (véase por
ámbito de trabajo. Nuestra propuesta en este sentido se- ejemplo el Decreto 355/2003 de Acogimiento Residen-
ría abordar estos problemas desde dos presupuestos bá- cial en Andalucía).
sicos: Incluso excluyendo estos perfiles, y salvo excepciones
✔ Los problemas de autorregulación (emocional, conduc- puntuales, la realidad asistencial actual para gran parte
tual, cognitiva), como manifestación comportamental de nuestro país es que la red sanitaria no ofrece una res-
clave y como elemento definitorio (en lugar de basarse puesta adecuada para los casos graves. En este sentido,
en diagnósticos clínicos). Se parte de la conceptuación parece situarse en una tendencia en muchos sistemas sa-
de la autorregulación como uno de los principales or- nitarios del mundo a prescindir del tratamiento residen-
ganizadores del desarrollo psicológico, tal como se cial a largo plazo para niños y adolescentes (Leventhal y
plantea desde algunas formulaciones de la teoría del Zimmerman, 2004). Y así, en nuestro país se dispone de
apego (Sroufe, 2005), o en algunas visiones de ciertas pocos recursos de este tipo, y sólo excepcionalmente se
dificultades comportamentales (p.e. Mas, 2009) opta por la derivación a centros privados; además, se
✔ La necesidad de una intervención socio-educativa co- tiende a asumir estos ingresos sólo cuando la conducta
mo eje central de la atención al menor, enfatizando su disruptiva aparece ligada a un trastorno mental de ma-
carácter intensivo y el hecho de constituir el eje sobre yor entidad, con lo que nos remitimos a un perfil de me-
el que girarían las actuaciones complementarias. De nor diferente al que estamos considerando en este
esta manera, la atención a los menores se asentaría artículo. Esto resulta especialmente visible cuando algu-
en el importante bagaje técnico y profesional acumu- nos padres solicitan centros residenciales para sus hijos;
lado en el ámbito de la protección a la infancia a lo la respuesta negativa de la instituciones sanitarias lleva a
largo de los últimos años, y que constituye uno de sus estos padres a recurrir al SPIA, a pesar de que éste ha
signos de identidad (Bravo y Del Valle, 2009b). sido creado para atender a menores abandonados, de-

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Artículos RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES DISRUPTIVOS

satendidos, maltratados… Y de hecho, la incorporación conceptos y técnicas propias del ámbito clínico (técni-
de un menor a este Sistema implica la asunción de una cas psicoterapéuticas, categorías diagnósticas, psico-
medida de protección, lo que conlleva una descalifica- fármacos, etc.), de ahí que externamente puedan
ción legal de los progenitores. Se desemboca así en una parecer centros sanitarios, y con ello aumentar la con-
situación anómala a la que no se está dando la relevan- fusión en torno a su identidad.
cia pública que merece (con algunas excepciones, como Este planteamiento establece una continuidad entre
en el ya mencionado informe del Defensor del Pueblo los recursos ordinarios y los especializados, y es cohe-
Andaluz). rente con una concepción de la atención residencial
Ahora bien, para aquellos menores que ya están en la basada en un modelo de diversidad de recursos (Del
red de protección y que presentan problemas graves de Valle y Fuertes, 2000), que apuesta por la existencia
autorregulación, ¿cuál sería la respuesta adecuada? de dispositivos especializados que cubran necesidades
¿Derivarlos al ámbito de Salud Mental, o continuar apor- específicas que no puedan ser abordadas desde pro-
tando la respuesta desde el propio SPIA? Consideramos gramas genéricos.
que las dos opciones son viables y coherentes. Acaba- Vemos por consiguiente que ambas adscripciones
mos de justificar que el Sistema Sanitario asuma esta (recursos sanitarios versus servicios de protección a la
atención, pero también sería coherente que el propio infancia) pueden resultar coherentes con los principios
SPIA asuma esa responsabilidad con los menores des- que sostienen a estos dos ámbitos asistenciales. Sería
protegidos. por tanto una decisión institucional la que debiera op-
El principal argumento nos remite a las necesidades tar por el desarrollo integral de una respuesta sanita-
de gran parte de estos menores. Todos los adolescen- ria para toda la población (incluyendo a los menores
tes y jóvenes que forman parte del Sistema de Protec- en desprotección) o el mantenimiento de dos redes di-
ción requieren un cuidado que sustituya al familiar, y ferentes, cada una de ellas con su especificidad asis-
una intervención socio-educativa que favorezca su de- tencial. Para algunos casos incluso se podría formular
sarrollo personal; la conducta seriamente disruptiva no como opción ideal una doble adscripción, en la que
anula esa necesidad de atención, y de hecho la inter- ambas instituciones compartan la responsabilidad, y
vención frente a los comportamientos problemáticos cada una aplique su bagaje específico ante proble-
hace uso de los mismos conceptos y técnicas que se mas tan complejos. Incluso podríamos ampliar esa
aplican a la hora de aportar ese cuidado sustituto y adscripción institucional para incluir al Sistema Edu-
favorecedor del crecimiento. Es decir, gran parte de cativo. De hecho, existen centros que han hecho uso
los menores en situación de desamparo con serios pro- de esta múltiple dependencia administrativa (véase
blemas de autorregulación, requieren una intervención por ejemplo Gausachs, 2004). No obstante, debemos
cuyos dos elementos clave (el cuidado sustituto y la in- aceptar que siempre resulta difícil lograr una sinergia
tervención socio-educativa) constituyen la especialidad adecuada entre instituciones cuyas prioridades o re-
propia del Sistema de Protección. De hecho, este mo- cursos pudieran no ir parejos. Por ello, y sin olvidar
delo de intervención podría ser tomado en muchos as- que es un ideal al que se debe avanzar, deberíamos
pectos como modelo por parte de recursos optar provisionalmente por la solución más modesta
residenciales que quieran atender a menores no des- de buscar definiciones conjuntas y de asegurar la co-
protegidos. Desde este argumento, cuando un menor ordinación institucional frente a los casos.
acogido en un recurso residencial requiere un centro
especializado, está demandando un tipo de atención ASPECTOS CONFLICTIVOS
muy similar a la que ya está recibiendo; lo que requie- Son muchos más los aspectos delicados que requieren
re es introducir algunos cambios cualitativos y, sobre cierto análisis, como el referente a la contención. En el
todo, un importante incremento en la intensidad de la contexto que nos ocupa, éste ha adquirido connotacio-
intervención; y sobre este objetivo básico tendrán que nes negativas, ligándolo a inmovilización física, mal-
girar las necesarias intervenciones complementarias, trato o vejaciones, de ahí que se intente eludir el
muchas de las cuales podrían situarse en ámbitos insti- término. No obstante, una realidad ineludible es que el
tucionales diferentes al de la Protección a la Infancia. cuidado de un menor conlleva la necesidad de poner
De hecho, algunos de estos centros han incorporado un límite a conductas destructivas; por ello, debemos

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ANTONIO GALÁN RODRÍGUEZ Artículos

buscar conceptuaciones y prácticas que permitan ha- búsqueda de calidad, que se reflejaría en la cualifica-
cerlo de forma eficaz y respetuosa. Una forma produc- ción y formación del personal, en el diseño e implemen-
tiva de entender la contención es incluirla en un tación de los programas educativos, o en el desarrollo
continuo que comienza con la autorregulación, conti- de protocolos específicos. De la misma manera, aposta-
núa con la regulación ordinaria y que, ante el fracaso ríamos por la existencia de equipos técnicos especializa-
de las anteriores, demanda un procedimiento extraor- dos encargados de la valoración de los ingresos y del
dinario. Es entonces cuando “contención” sí se identifi- seguimiento de los casos (Observatorio de la Infancia en
ca con inmovilización física, aislamiento, o el uso de Andalucía, 2012).
fármacos que calmen la angustia y la agitación. De es- Otra garantía de buen trabajo es asegurarse de que el
ta manera, la contención: ingreso forme parte de un Plan de Caso más amplio,
✔ Es situada dentro del espacio de las necesidades del que abarque de forma integral y longitudinal la aten-
niño. ción al menor. Estos centros no deberían convertirse en
✔ Incluye dos dimensiones básicas: a) responde a una lugares residuales, o en espacios ajenos al Sistema. Pa-
demanda urgente y actual (impedir un desborde afec- ra evitarlo, la incorporación de un menor debe ser co-
tivo, bloquear una agresión, evitar una auto-lesión); y herente con un plan general de intervención. Y esto va a
b) tiene como objetivo final el desarrollo de la capaci- implicar que dicho ingreso aparezca ligado a la formu-
dad de auto-contención. Sólo sería buena la conten- lación de objetivos concretos y al establecimiento de
ción que busca ofrecer una seguridad básica y que al plazos temporales; por otra parte, aceptar que se trata
mismo tiempo contribuye a la construcción de esa ca- de un recurso temporal obligará a trabajar desde el pri-
pacidad de regulación interna. mer momento con el objetivo de un retorno del menor al
✔ Incluye como idea básica la de que cuanto más exter- hogar familiar o a su recurso residencial de origen.
no es el recurso utilizado, más difícil es su interioriza- Además, debemos señalar que el énfasis actual en los
ción. Esto implica que cuanto más pasivo sea el niño modelos comunitarios tiene uno de sus orígenes en la
en ese proceso, mayores dificultades tendrá para de- constatación (tanto en recursos sanitarios como en los
sarrollar su propia capacidad de regulación. Por ello, de protección a la infancia) de que las institucionaliza-
un diálogo reflexivo es más productivo que una suje- ciones prolongadas conllevan diversos efectos pernicio-
ción física, y la búsqueda de estrategias personales sos (pérdida de autonomía, empobrecimiento personal,
para evitar un desborde conductual (una actividad, un estigmatización); todo ello abunda aún más en la nece-
juego…) es más constructiva que un fármaco. De ahí sidad de considerar los recursos residenciales (incluso
que las estrategias más impositivas (contención farma- de larga estancia) como una etapa transitoria dentro de
cológica o mecánica) sean muy eficaces para ofrecer una intervención más amplia.
seguridad inmediata (de donde viene su necesidad) Por otra parte, encontramos una amplia variedad de
pero que contribuyan poco al desarrollo de mecanis- diseños en los programas de intervención, como recogía
mos de autorregulación. Encontrar el punto óptimo en- Zimmerman (2004) al clasificarlos en cinco tipos (mode-
tre seguridad inmediata y proceso de construcción los de ambiente terapéutico, de creación de una cultura
personal, es una decisión que debe ser tomada de for- positiva entre iguales, conductual, psicoeducativo, y cog-
ma individual en cada caso. nitivo-conductual) a los que se podría añadir algún otro
Otro aspecto que genera debate es el referente a la su- (como el enfoque médico-psiquiátrico, o los “modelos de
pervisión de estos recursos, especialmente por el riesgo desafío”). Los estudios de evidencia se han centrado fun-
de prácticas abusivas. Su especificidad obliga a maximi- damentalmente en modelos de intervención ambulatoria
zar algunos aspectos de control y vigilancia, por ejemplo (p.e. Moreno y Meneres, 2011) o en centros para meno-
en lo referente a espacios físicos y de seguridad. Igual- res delincuentes (p.e. Le Blanc, 2004), de modo que la
mente, el control institucional debería ser mayor que pa- efectividad del tratamiento residencial para los menores
ra un recurso ordinario, y debería quedar claramente que estamos abordando aquí aún no ha sido debida-
especificado qué incidencias concretas deben ser comu- mente evaluada; en parte, esto podría responder a la
nicadas por los centros (ausencias injustificadas, intentos heterogeneidad de los centros y de las poblaciones aten-
de autolisis, medidas de contención o aislamiento, etc.). didas. Evidentemente algunos modelos son inadecuados,
En general, plantearíamos una mayor exigencia en la porque no se muestran útiles o porque resultan inacepta-

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Artículos RECURSOS RESIDENCIALES PARA MENORES DISRUPTIVOS

bles para los principios básicos de nuestro sistema asis- judicial constituyen elementos significativos en la confi-
tencial (por ejemplo los populares “boot camps” esta- guración personal y psicosocial del menor, pero no son
dounidenses, cuyas prácticas se considerarían el elemento nuclear a la hora de plantearse si este tipo
inapropiadas, e incluso ilícitas, en nuestro país). Pero de centro especializado puede ayudarle. En cambio, sí
contamos con pocas referencias de validez para otros influirán en la forma en que se implementen las estrate-
modelos. Esto no impide que deba exigirse una estricta gias de intervención, ya sea en los aspectos administra-
fundamentación teórica de su funcionamiento, en cuanto tivos o en los interpersonales. Así, el hecho de estar
que una intervención improvisada conlleva un grave sujeto a una medida judicial va a introducir elementos
riesgo de fracaso, o la posibilidad de que el recurso se como el carácter coercitivo de la intervención, la exis-
convierta en un mero instrumento de contención sobre tencia de una serie de plazos a cumplir, la presencia
conductas antinormativas. Esos modelos deben contem- de ciertas restricciones en su funcionamiento cotidiano,
plar una concepción específica del ser humano, de la fa- o las consecuencias que puede acarrear la falta de co-
milia, del funcionamiento grupal y de la conducta laboración en el programa de intervención.
transgresora, que debe ser explicitada y constituir la ba-
se sobre la que se asienten la organización y funciona- CONCLUSIONES
miento cotidiano. Obviamente, esos principios y su En nuestro esfuerzo por iniciar un debate en el ámbito
aplicación deben ser objeto de control por parte de las técnico y profesional sobre estos centros especializados,
entidades que supervisen estos recursos. podemos concluir con estas valoraciones finales:
Finalmente, debemos señalar que muchos menores sus- ✔ Existe una clara necesidad asistencial de contar con
ceptibles de estos recursos llevan a cabo conductas delic- recursos residenciales específicos para menores con
tivas, y por tanto les será de aplicación la Ley Orgánica graves dificultades de autorregulación emocional y
5/2000 de responsabilidad penal del menor. Esto va a conductual, y las instituciones deberían asumir este
significar que dos sistemas institucionales (Protección a la compromiso ético con una población especialmente
Infancia y Reforma) van a confluir en un mismo caso, y vulnerable.
es posible que entonces surjan discrepancias en cuanto a ✔ Cuando estos menores se encuentran en una situación
sus respectivos objetivos y procedimientos. La casuística de desprotección, su atención podría ser asumida tan-
nos muestra que estas diferencias existen, que han dado to desde dispositivos sanitarios como desde la red de
lugar a múltiples conflictos institucionales, y que hay dis- acogimiento residencial del Sistema de Protección a la
paridad de criterios entre diferentes administraciones. Infancia y Adolescencia. No obstante, habría que de-
Con algunas de estas cuestiones se haría necesario un finir perfiles y establecer marcos de comunicación que
pronunciamiento claro de las distintas instituciones impli- permitan situar a los menores en la red que mejor res-
cadas (Fiscalía, Juzgados de Menores, Servicios de Pro- ponda a sus necesidades.
tección a la Infancia), especialmente en algunos aspectos ✔ Situar parte de estos recursos en el ámbito de la pro-
polémicos en torno a los cuales existe diversidad de po- tección a la infancia demanda el uso de conceptos y
sicionamientos. Pensemos por ejemplo en si los recursos técnicas propias de este campo asistencial, de modo
adscritos a la red de protección a la infancia podrían que el diseño y funcionamiento cotidiano resulten co-
atender a menores que cumplen la medida judicial de herentes con su pertenencia institucional. Por ello, los
convivencia en grupo educativo. Un tema diferente es el recursos deberían ser definidos en función de criterios
relativo a qué recursos permitirían el cumplimiento de los diferentes a los diagnósticos clínicos.
internamientos terapéuticos, si bien su análisis escapa a ✔ Las especiales características de los menores y de la
los objetivos de este documento. atención que estos requieren, obliga a enfatizar la ne-
A un nivel puramente técnico estimamos que la impo- cesidad de control y supervisión de la atención que se
sición de una medida judicial no constituye en sí un cri- presta en el recurso.
terio de exclusión. El elemento determinante para ✔ La excepcionalidad de estos dispositivos hace reco-
valorar la pertinencia de estos recursos son las dificul- mendable considerar la estancia en ellos como un re-
tades del menor que le impiden desarrollar unos meca- curso temporal, sujeto al cumplimiento de unos
nismos básicos de regulación emocional y conductual; objetivos y plazos temporales, que serían coherentes
la comisión del delito y la imposición de una medida con un Plan de Caso más amplio.

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ANTONIO GALÁN RODRÍGUEZ Artículos

✔ El carácter tan especializado del trabajo técnico a rea- de conducta en la adolescencia. Investigación comi-
lizar con los menores obliga a mantener unas mayores sionada. Vitoria-Gasteiz: Departamento de Sanidad y
exigencias de calidad, que se reflejarían en la forma- Consumo-Gobierno Vasco.
ción de los profesionales, la rigurosidad de los Proyec- Gausachs, R. (2004). Estructura y organización del cen-
tos Educativos, y la fundamentación de los modelos tro de menores “Can Rubió”: un modelo de abordaje.
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✔ La complejidad de los casos y la variedad de necesida- MAPHRE Medicina (Comp.), Trastornos del Compor-
des asistenciales a cubrir, hacen aconsejable la colabo- tamiento en Niños y Adolescentes (pp. 313-320).
ración activa de distintas instituciones relacionadas con Madrid: Editorial MAPHRE.
la atención a la infancia y adolescencia. Esto podría Jiménez, A.M. (2004). Dispositivos de internamiento te-
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