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Leer, meditar, rezar, actuar: La

lectio divina en cuatro pasos


fáciles
Tercer artículo de una serie de tres
escritos por el Padre James Martin,
S.J.

Cuando primero me encontré con el término lectio divina


(que signifi ca “lectura sagrada”), se me vino a la mente
la idea de monjes ya mayores recluidos en un cuarto
silencioso muy concentrados estudiando unos
manuscritos medievales, mientras la luz del sol se
proyecta a través de hermosos vitrales de colores
iluminando las páginas de libros antiquísimos, y pensé
que no sería algo que llegaría a mi experiencia personal.
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Pero después de entrar en el noviciado jesuita tuve la


oportunidad de conocer aquella antigua práctica de la lectio
divina de una manera que la hacía no solo accesible sino
comprensible. En las comunidades monásticas todavía se usa
este método de oración, claro está, pero también lo puede usar
incluso el más ocupado y el menos monástico de nosotros.
Un método sencillo. La lectio divina es una forma de tener un
encuentro con Dios a través de la Sagrada Escritura, y se hace
normalmente tomando un pasaje determinado de la Biblia para
hacer la oración. Hay diversos métodos para la lectio divina,
pero el más fácil que he encontrado es el que me sugirió mi
profesor de Nuevo Testamento, el Padre Daniel Harrington, SJ.
Él me aconsejó dividir la oración en cuatro pasos. Para hacerlo
más fácil, usaremos el relato de cuando Jesús predica en la
sinagoga de Nazareth en el Evangelio según San Lucas (4,16-
30).
Paso 1. Leer: ¿Qué dice el texto? En primer lugar, se lee el
texto. Al nivel más básico, uno se pregunta: ¿Qué sucede en este
pasaje del Evangelio? A veces, conviene usar un comentario
bíblico o leer la explicación de la propia Biblia para entender
mejor el contexto.
En este pasaje recordamos que Jesús está en la sinagoga de
Nazaret, y que lee las Escrituras hebreas. Aquí, al principio de
su ministerio público, el Señor revela tanto su identidad como su
misión a los pobladores de su ciudad. ¡Qué impresionante debe
haber sido para ellos escuchar que “un joven del pueblo”
comenta una lectura del profeta Isaías, que luego dice: “Hoy
mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír.”
En otras palabras ¡Yo soy el cumplimiento de la Escritura!
Al principio, seguramente la gente pensaba que era agradable
escuchar la lectura que hacía Jesús, pero luego se vuelven contra
Él y casi lo matan. De alguna manera, el Señor pasa en medio de
ellos y se va. No es de extrañar, pues, que a este pasaje lo llamen
“el rechazo en Nazaret.”
Paso 2. Meditar: ¿Qué me dice Dios a mí en este texto? En este
punto, uno ve si hay algo que Dios quiere darle a conocer en este
pasaje. Casi siempre uno puede relacionarlo con algún suceso o
experiencia de su vida.
Por ejemplo, ¿ha habido situaciones o lugares en los que uno se
ha sentido llamado a hablar “en nombre de Dios”, incluso
aunque alguien lo rechace? En el pasaje del Evangelio, Jesús
seguramente sabía que su mensaje sería polémico, pero así y
todo lo proclamó. ¿Hay algo en tu vida que te pide adoptar una
postura muy fi rme e incluso arriesgada? Quizás algo como esto
es lo que Dios quiere comunicarte.
Paso 3. Rezar: ¿Qué le quiero decir yo a Dios sobre el
texto? Después de meditar en este pasaje, tal vez uno sienta
temor por lo que cree que el Señor le pide hacer. Si esto signifi
ca defender a alguien que ha sido maltratado, o incluso
defenderse uno mismo, quién sabe si la idea pueda asustarle. Tal
vez uno tema ser rechazado, y más aún, ser rechazado por los
conocidos y amigos cercanos, como lo fue Cristo en su propia
ciudad.
Pero también uno puede sentirse animado por el ejemplo de la
confi anza de Jesús, y recordar que todos los profetas
probablemente sintieron algo de temor cuando tuvieron que
cumplir una misión profética. Así y todo, tanto Jesús como los
profetas actuaron a pesar del miedo, siempre confi ando en Dios.
Usa esta parte de tu oración para decirle al Señor cómo te sientes
al respecto. Sé honesto y no te preocupes: ¡A Dios no le
sorprende ninguna emoción!
Paso 4. Actuar: ¿Qué hacer como resultado de la
oración? Finalmente, uno actúa. La oración debe movernos a
actuar, aunque esto solamente signifi que ser más compasivos y
fi eles.
Ahora que uno ha leído la narración de lo que hizo Jesús en la
sinagoga, ha refl exionado sobre lo que Dios le dice y le ha
dicho a Dios lo que piensa, es hora de entrar en acción. Tal vez
se decida a realizar alguna acción concreta para defender con
más decisión y valentía a quien se encuentre oprimido, o bien
decida que quiere perdonar a alguien que le ha hecho algún mal,
o incluso piense que quiere rezar más sobre lo que ha de hacer.
Sea lo que sea, es hora de dejar la oración y pasar a la acción.
Saborear y escuchar. Hay otro modo de rezar la lectio
divina ligeramente diferente, en el cual uno se queda meditando
sobre una idea, una sola palabra o una frase que uno escoge del
pasaje leído. De esta manera uno puede “saborear” el texto,
como decía San Ignacio de Loyola. Esto resulta muy bien con
los salmos.
Por ejemplo, uno puede leer el Salmo 23, que comienza con la
frase “El Señor es mi pastor.” Cuando llegue a la frase “En
verdes praderas me hace descansar,” quizá se sienta inclinado a
meditar en lo agradable que sería experimentar un apacible
descanso en aquella verde pradera. Si usted es una persona muy
ocupada, tal vez aproveche la oportunidad simplemente para
reposar junto a Dios, o bien puede pensar en aquellos lugares o
situaciones que en su vida podría comparar con “verdes
praderas” y darle gracias a Dios por ellos. De esta forma, su
lectio divina se limitaría nada más que a una oración
concentrada o un descanso apacible, una gratitud sin palabras.
Dios tiene muchos modos de actuar en la vida de sus hijos y
muchos modos de comunicarse con nosotros. La oración de la
lectio divina es apenas uno de ellos. El Señor también nos puede
hablar a través de la Santa Misa y los sacramentos, así como por
nuestras experiencias y amistades y también a través de la
naturaleza, la música y el arte.
En todos estos momentos, la voz de Dios viene a nosotros; por
eso, cuando usted rece y sienta que Dios le habla, ¡ponga
atención y escuche!
El P. James Martin, S.J., es sacerdote jesuita y autor del libro
Mi vida con los santos (Loyola Press).
Éste es el tercer artículo de la serie de tres escritos por el Padre
James Martin, S.J. Para leer los dos artículos previos visite:
Parte 1: La oración más fácil: Mirar hacia atrás para avanzar
Parte 2: La iluminación de la imaginación: El camino de la
contemplación
1° Invocación al Espíritu Santo
Entrégale al Jesús todas tus preocupaciones, es decir, todas aquellas espinas y abrojos que
pueden ahogar Su Palabra en tu vida e invoca al Espíritu Santo como quien va a recibir un
gran regalo en su corazón diciendo:
Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón
de María, tu amadísima Esposa.
2° Lectio (lectura)
¿Qué dice el texto?
Lee detenidamente el texto. Al leer, deja que esas palabras vayan entrando en tu
corazón pues Dios no nos pide nuestras fuerzas, nos pide que seamos dóciles. Te
recomendamos leer alguno de los textos que la Iglesia presenta en las Lecturas del
día.
3° Eco
¿Qué palabra o frase resuena en mi corazón?
Es aquella palabra o frase a través de la cual Dios te quiere hablar. Deja que el
Espíritu Santo ponga esa frase en tu corazón y cópiala. Para ello, no te preocupes si
necesitas releer varias veces el texto.
4° Meditatio (meditación)
¿Qué me dice el Señor a través de este ECO?
En la meditación se trata de dejarte interpelar, es decir, dejarte moldear por la Palabra
de Dios, específicamente a través del ECO que el Espíritu Santo te regale, por eso es
importante que te centres en él. Te recomendamos escribir qué es lo que el Señor te
quiere decir a ti, en tu vida, en tu situación concreta (no al vecino).
5° Collatio (compartir)
Edifica a los demás.
Compartir es un acto de generosidad para la edificación de la Iglesia. Por eso, no
dudes en compartir lo que te ha dicho el Señor a un amigo y si estás haciendo esta
oración en comunidad, entre las personas que la están realizando.
6° Oratio (oración)
¿Qué le respondo a Dios a partir de lo que Él me ha dicho?
A través de la oración, respóndele al Señor, con sencillez, con tus palabras, ya sea
como alabanza, acción de gracias, petición, adoración o perdón; a lo que Él te ha
dicho a través de su Palabra. También te recomendamos que escribas tu oración.
7° Contemplatio (contemplación)
Me dejo amar por Dios, ya sin palabras…
La contemplación no es un esfuerzo humano, se trata más bien de dejarse amar por
Dios, dejar que su Palabra anide en el corazón para que dé fruto abundante, en unos
el ciento, en otros el sesenta y en otros el treinta por uno.
nvitación a orar con la "Lectio Divina"
Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá
cambiando.

Por: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net

Te invitamos a meditar la Palabra de Dios según el método de la “lectio


divina” o “lectura orante de la Palabra”.

La Lectio Divina puede ayudarte a saborear en la oración la Palabra de


Dios según el Evangelio de cada domingo.

¿Qué es la “lectio divina” o lectura orante de la Palabra?

La Lectio Divina es la lectura de la Sagrada Escritura de un modo no


académico, sino espiritual, lo que nos permitirá “conocer a Jesús de un
modo cada vez más personal, escuchándolo, viviendo con él, estando
con él, siendo sus amigos, en una comunión de pensamiento que “no es
algo meramente intelectual, sino también una comunión de sentimientos
y de voluntad, y por tanto también del obrar”.

El Papa Benedicto XVI nos recomienda esta antigua práctica que


literalmente quiere decir «lectura de Dios»:

La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración


permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha
a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una
confiada apertura del corazón.

Esta propuesta ha recibido en los últimos cuarenta años un nuevo


impulso en toda la Iglesia tras la publicación de la constitución
dogmática «Dei Verbum» del Concilio Vaticano II (18 de noviembre de
1965).

Si se promueve esta práctica con eficacia, estoy convencido de que


producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia.

No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para


nuestros pasos y luz en nuestro camino

Cómo orar con la Palabra de Dios

La lectura orante de la Palabra, más que una reflexión, es una


experiencia de encuentro personal e íntimo con Dios, que te ama y sale
a tu encuentro. Estos pasos te van llevando al mismo interior de la
Palabra.

1. Invoca… al Espíritu Santo. Pídele que te ilumine y te abra a la


comprensión de la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.

2. Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también


algún comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto.
Dale tiempo al Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta
Palabra.

3. Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez
que hayas captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta
pregunta: qué me dice esta Palabra.

4. Ora… respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la Palabra


meditada. Tu actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu
Palabra.

5. Contempla… quédate impresionado, fascinado, en silencio, en


calma. Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el
calor del sol.

6. Actúa…. Haciendo un compromiso que brote de este encuentro con


el Señor. Es el salto a la vida. Animado e invadido por la Palabra,
regresa a la vida con otra actitud.

Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá


cambiando. La Palabra te hará confrontar tus criterios, valores,
sentimientos, actitudes y conducta con lo que ella misma te vaya
inspirando. Ama la Palabra, estúdiala, déjala que moldee tu
personalidad. Te lo deseo vivamente.

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