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CARTA DE PRESENTACIÓN

Queridos jóvenes: con mucha alegría y confianza en el Señor de la


Historia, seguimos avanzando en este camino de discernimiento vo-
cacional. La visita de este mes será a Cafarnaúm, uno de los lugares
preferidos de Jesús, ícono de su predicación y ministerio apostólico.
Y es por este motivo que elegimos esta ciudad para rezar. Quere-
mos ver a Jesús “en acción”, en su ministerio a pleno. Leemos en los
Evangelios jornadas repletas de actividades: predicación, llamados,
exorcismos, curaciones, visitas a enfermos, perdón a los pecadores,
etc. Y creemos que el poder contemplar a Jesús en su apostolado,
puede darnos alguna luz importante en nuestro camino de discerni-
miento.
Recordemos que venimos trabajando algunos temas transversales
a toda vocación. En Tabor vimos lo fundamental de la vida orante
y en Betania la importancia de la madurez humana. Aspectos ne-
cesarios para toda opción de vida. Con Cafarnaúm entramos en la
misma lógica entonces que los temas anteriores: todo cristiano debe
anunciar el Evangelio, todos estamos llamados a una misión y a un
compromiso con el mundo, todos estamos llamados entonces a ser
hijos de esta Iglesia que no se cansa de anunciar la buena noticia.
Seguramente que dependerá de cada vocación el modo en que este
compromiso y anuncio se lleva a cabo, y ese será el desafío para
trabajar en este mes.
El Documento de Aparecida hace algunos años nos invitaba “Co-
nocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier perso-
na; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en
la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro
gozo” (n 29). En este mes queremos hacer memoria de este Encuentro
que cambió nuestras vidas, pero sobre todo queremos centrarnos en
este “Anuncio” de la Buena Noticia que seguramente poco a poco
se convirtió en un pilar fundamental de nuestra vida de fe y en una
fuente auténtica de gozo y alegría.
El subsidio mantiene la estructura de los anteriores. Algunas ideas
sobre la ciudad que este mes visitaremos; como lectura espiritual su-
gerimos tres testimonios sobre el tema que nos compete; momentos
de oración para el dialogo y nuestra intimidad con el Maestro; y por
último algunas cuestiones para conversar con nuestro acompañante.
Cafarmaúm: un poco de su geografía. Algo de su
Las orillas del lago Tiberiades nos trasladan a una de las ciudades
más históricas y antiguas de todo Israel. Denominada por los más antig-
geografía
uos como “la Ciudad de Jesús”, esta localización está muy presente en
diferentes pasos en la vida pública de Jesucristo, descritos en el Nuevo
Testamento. Nos estamos refiriendo a la ciudad de Cafarnaúm.
En su tiempo, era una población de reducido tamaño y habitantes,
la mayoría de ellos de origen judío. Fundamentalmente era una ciu-
dad de pescadores, algunos de los cuales conoció y acogió Jesucristo
como discípulos suyos, como era el caso de Santiago y Juan. Muy rep-
resentativa era la vida social de Jesús es Cafarnaúm.
Pero dentro de la ciudad podemos encontrar otros lugares descu-
biertos a raíz de las diferentes excavaciones arqueológicas que se
iniciaron en el siglo XX. Lugares como las distintas formaciones de las
calles de la ciudad. Calles rectas y perpendiculares que databan de la
época romana. Las casas que se podían encontrar estaban fabricadas
con piedra basáltica negra y con el piso empedrado. Además, el en-
contrar bastantes molinos de mano para el grano da a entender que
Cafarnaúm poseía un actividad agrícola importante.
El edificio que más destaca en estas ruinas es la sinagoga, denomina-
da Sinagoga Blanca por el color blanco de la piedra caliza que se uso en
su construcción. Edificio que data del siglo IV A.C, fue edificada sobre las
ruinas de una antigua sinagoga de basalto negro. Con unos magníficos
adornos de motivos vegetales en sus frontones y cornisas, la sinagoga es,
sin duda, el edificio más representativo de las ruinas de Cafarnaúm.
Otro lugar descubierto corresponde a una basílica cristiana del siglo
V, denominándose a posteriori como la Casa de Pedro y siendo visitada
por los cristianos desde las primeras peregrinaciones. De planta octogo-
nal, resaltan sus suelos en mosaico, donde encontramos uno destacado
en el centro con la figura de un pavo real, símbolo de la inmortalidad.
En las paredes hay inscripciones en griego, latín, arameo y siríaco, así
como restos de pinturas con motivos vegetales y graffitis con alusiones
a Jesús, a Pedro y a diferentes expresiones litúrgicas.
Impresiona sobremanera el pisar un suelo sagrado que data de la
época anterior al nacimiento de Cristo. Sin duda que, las ruinas de Ca-
farnaúm, simbolizan otra parte más de la historia, no sólo del pueblo
de Israel, sino también de toda la humanidad creyente y no creyente.
Un lugar de visita para descubrir una antigua ciudad con un gran sig-
2 nificado histórico y religioso.
PARA LA Testimonios
LECTURA Como les adelantábamos en la carta de presentación, les sug-
erimos para una lectura orante estos testimonios. Los tres buscan
ESPIRITUAL responder a la cuestión de “la vida apostólica, el sentido de Iglesia
DEL MES y el compromiso con el mundo” desde distintas perspectivas: un
matrimonio, una religiosa y un sacerdote perteneciente a una con-
gregación religiosa.
¡Que la vida de estos hermanos nos ilumine y aliente a nuestras
propias búsquedas!

Testimonio ¡Hola! Somos Gabriela y Matías, tenemos 31 años, llevamos 5


Gabriela y Matías años de casados y tenemos un Fede de un año y medio que es
nuestro sol. Cuando nos conocimos, unos 9 años atrás, Dios y la Igle-
sia ya eran una parte importante en nuestras vidas, los dos éramos
animadores en distintos grupos de la Parroquia Nuestra Señora de
Lourdes, lo cual influyó mucho en nuestro noviazgo y matrimonio.
Vivir el noviazgo como vocación cristiana, hacer a Dios una par-
te esencial de nuestra relación, y en especial contar con un guía
espiritual, nos permitió profundizar el noviazgo, tomarlo como un
tiempo de discernimiento y plantearnos temas que muchas vec-
es las parejas no se plantean. Un hecho anecdótico, cuando le
contamos a nuestro párroco que habíamos empezado a salir, nos
dijo que el noviazgo era una “responsabilidad”, eso nos causó un
gran impacto puesto que, conforme la educación que habíamos
recibido en nuestra familia, el noviazgo era justamente una distrac-
ción de las responsabilidades. Estamos convencidos de que haber
vivido nuestra relación en Dios, la ha convertido en lo que es hoy,
una relación donde prima el respeto, el compañerismo, la caridad,
la armonía, la confianza y la alegría, y tenemos esperanza de que
esa forma de relacionarnos se haga extensiva a toda la familia a
medida que vaya creciendo.
Y así como uno recibe tanto de Dios, surge la necesidad de que
el agradecimiento tome forma de acciones concretas, y también
un gran deseo de que otros conozcan a Dios y puedan experimen-
tar el don de su amor. Con el tiempo nos hemos ido dando cuenta
que la forma e intensidad en la que uno colabora y participa de
las actividades de la Iglesia van variando conforme se van sucedi-
endo las distintas etapas de la vida. Cuando nos conocimos tenía-
mos mucho tiempo y disponibilidad para dedicar a la Iglesia, cada
uno participaba de un grupo, y veces ayudábamos al otro en la
actividad de su grupo. Cuando nos casamos, quisimos buscar una
tarea que pudiéramos realizar como matrimonio, puesto que las ac-
tividades que veníamos realizando individualmente nos quitaban
mucho tiempo del que disponíamos para estar juntos, y así fue que
un día nos invitaron a formar parte del Equipo Vocacional, en el que 3
intentamos contribuir de la mejor manera posible dentro de nuestra
poca experiencia (por lo general en lo que más podíamos colaborar
era en el lavado de cacerolas jaja). Luego llegó Fede, y ahí se nos
empezó a complicar un poco. Últimamente hemos estado un poco
ausentes y nos hace sentir algo mal, pero meditando al respecto,
llegamos a la conclusión de que este es tiempo para dedicar a
nuestro pequeño y a los que, por la gracia de Dios, vengan después,
lo que no quita que podemos seguir colaborando con la construc-
ción del Reino a través de nuestro testimonio de familia cristiana y
por supuesto, fundamental, la educación en la fe de nuestros hijos.
Pensamos que la primer tarea del cristiano es profundizar su re-
lación con Dios y trabajar día a día para crecer en santidad, de
manera de ser cada día mejores personas y desempeñar mejor el
rol que nos toque cumplir en la sociedad, en la familia, en el estu-
dio, el trabajo, en el barrio, en nuestra comunidad… siendo perso-
nas buenas y felices contribuimos con a la construcción del Reino
a través de nuestro testimonio. Y luego está en cada uno buscar
una tarea concreta que se adapte a sus dones y posibilidades con-
forme la etapa de la vida que esté atravesando.
La Iglesia es esta gran “familia” que Dios nos regala para cami-
nar juntos este peregrinar que es la vida, con sus virtudes y defec-
tos, aciertos y errores, la queremos y aceptamos tal cual es y somos
aceptados tal cual somos, porque es así como Dios nos ama. Es
don y tarea… algunas veces nos toca recibir y otras dar, y siem-
pre recibimos cuando pensamos que estamos dando, pero al fin
de cuentas, como la familia particular de cada uno, es la que nos
acompaña en las buenas y en las malas.

(Pequeña Hermana de la Sagrada Familia). Testimonio


Es una alegría poder compartir con todos ustedes parte de mi Hna. Miriam
camino de seguimiento de Cristo. Mi nombre es Miriam Gladys Car-
mona, nací en el departamento de Junín en 1970. El Señor me re-
galo una hermosa familia, lugar donde pude experimentar el amor
de Dios que me llamo a seguirlo más de cerca. Sin embargo no ha
sido fácil dar el paso de dejarlo todo para vivir sólo para él. Con
apenas 18 años pude sentir fuertemente en mi corazón que Dios
me llamaba. Al inicio, el camino fue solitario, las preguntas y los
interrogantes eran muchas y en mi oración pedía el poder tener
el valor y la fortaleza para asumir el regalo de la vacación que iba
creciendo en mi corazón.
Casi toda mi vida viví en Las Violetas Lavalle, donde no tenía la
posibilidad de compartir mi fe con una parroquia cercana, pero
Dios se encargó de guiar mi camino de manera concreta. Expe-
riencias de oración y acción como la progresiva participación en
4 un grupo de jóvenes y la invitación a vivir experiencias de anuncio
concreto del evangelio a los hermanos, fueron llenando mi vida de
alegría y fortaleciendo el llamado.
De a poco fui descubriendo y experimentando que la Iglesia es
madre y forjadora de comunidad. Ella me fue regalando espacios
donde conocí a otros jóvenes que disfrutaban el poner todos sus do-
nes con alegría y desprendimiento al servicio de la evangelización.
Todas esas experiencias me ayudaron abrirme a nuevos horizontes
y a asumir el compromiso de ser parte activa de una Iglesia que
camina y edifica el Reino con el testimonio alegre del evangelio.
Con el tiempo fui descubriendo que el lugar donde Dios me quería
era con las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, mi espiritu-
alidad es contemplar a la Sagrada Familia en Nazaret lugar de la
cotidianidad de Jesús María y José. Mi fundador P. José Nascim-
beni y Madre María Dominga Mantovani nos regalaron pertenecer
a la Tercera orden regular de San Francisco, por lo cual vivimos el
evangelio al estilo del pequeño de Asís.
Mi espiritualidad está marcada por el desafío de trascender la
cotidianidad dándole sentido trascendente al tiempo y al espacio
atendiendo con preferencia a los más pobres y postergados de
nuestra sociedad, es por eso que mi carisma se hace presente en
la Iglesia en variadas obras, hospitales, escuelas, pastorales varias,
según la diócesis donde nos encontramos insertas.
La familia con todos sus integrantes y en todas sus etapas son
nuestro desafió diario. Me siento feliz de poder abrazar este carisma
que me invita todos los días a ser reflejo de una Iglesia familia que
acoge y sale al encuentro del hermano con gestos llenos de sencil-
lez, calidez y ternura.
Agradezco a Dios por tantas personas que han sido luz en mi
camino y por tantas otras que siguen siendo hoy signo claro del
amor misericordioso de Dios, que abraza, anima y sostiene.

Testimonio Padre (Misionero de la Consolata)


Thomas John Ishen- Oriundo de Tanzania, África. Párroco de Nuestra Señora de la
goma
Misericordia, Las Heras.
¿Qué significa la Iglesia en mi ministerio Sacerdotal?
La Iglesia en mi vida sacerdotal significa tres cosas: es mi Madre,
es un compromiso de mi vida y finalmente como parte de ella es-
toy llamado a difundir la Misericordia de Dios sobre todos aquellos
que se reconocen pecadores.
La Iglesia como madre: me ha visto nacer, en la familia de mi
pueblo. Poco a poco fui creciendo, llegando a mi consagración
religiosa y luego en la ordenación sacerdotal entendí que la Iglesia 5
es un sacramento universal de salvación. En Ella gozamos la miseri-
cordia de Dios que es eterna y el perdón incondicional de Dios.
Por lo tanto, como sacerdote de la Santa Madre Iglesia, ésta me
ha dado un estilo de vida particular y una forma concreta de pen-
sar, de ser y de actuar, de hablar: el estilo de Jesús. Diariamente
busco a ser otro Cristo entre mis hermanos, formar éste pequeña
comunidad de Jerusalén que se reunía diariamente a rezar, a com-
partir el pan… (Hch 2, 42-47)
En segundo lugar, la Iglesia es mi compromiso por vida. Busco
a cumplir los deberes que tengo con mi comunidad religiosa, mi
comunidad eclesial y humana en general. Para cumplir bien los
compromisos implica renunciar a todo lo que se opone a las ense-
ñanzas y ejemplo de Jesús.
Finalmente como sacerdote fiel a mi Iglesia estoy llamado a di-
fundir la Misericordia sobre todos aquellos que se reconocen peca-
dores, que se sienten necesitados de perdón. La Iglesia no está en
el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese
amor visceral que es la misericordia de Dios.

¿Cómo sentís que colaboras con la construcción del Reino con tu


ministerio?
El Reino de Dios es algo grande y maravilloso. Me siento privile-
giado a ser uno de tantos constructores del Reino de Dios. Al mis-
mo tiempo me siento pobre. No pobre por haber abandonado el
propio “yo africano”: es decir, esa posibilidad de quedarme con
mi cultura, con mi lengua, de casarme, de tener hijos, una cuenta
bancaria, un título universitario. No es a esta pobreza a la que me
estoy refiriendo! Me siento pobre en asumir y vivir con plena confi-
anza en Dios las debilidades y miserias de lo que soy. No tengo, ni
puedo tener, más que lo que soy, porque eso es lo que me confió
Dios al crearme. Pretender tener más deforma y falsea sustancial-
mente mi propio ser y me cierra toda capacidad de acceso al
ser constructor del Reino de Dios aquí en América. Me siento total-
mente realizado en mi ministerio sacerdotal. No me falta nada. Dios
me ha dado todo y a muy temprana edad sin merecerlo; Dios ha
salvado mi vida en peligro de muerte en una forma extraordinaria
y milagrosa; Dios me ha puesto en mi camino gente valiosa que
nunca había imaginado tener como mis compañeros del camino;
me siento acompañado por un pueblo sacerdotal Argentino que
nunca lo había imaginado; me siento con ganas de trabajar fuerte-
mente en construcción del Reino de Dios, hasta la muerte.

¿Cómo sacerdote, cómo colaboras con las distintas problemáticas


de la sociedad?
6
Al inicio de mi vida sacerdotal en Colombia en los años 1997
y 2001, trabajé con los Indígenas Paéces de Cauca. Allí descubrí
que las personas en comunidad aparentemente humilde, tienen
grandes potencialidades para salir adelante, si son bien acompa-
ñados. En estos años vi cómo se levantaron: construyeron escuelas
propias, una universidad, centros maternos para garantizar un buen
desarrollo de todos los niños de resguardo indígena. Así superaron
la violencia generada por grupos de guerrilleros.
Estando en África, en Tanzania concretamente, en cincos años,
con mis seminaristas de filosofía, iniciamos un proceso educativo
que generó después la única escuela primaria en la zona. Estamos
hablando de una escuela de 600 alumnos en este momento. La
vida de la gente era preocupante: alcoholismo,muertes de niños
desnutridos, la violencia en familias.
Ahora me encuentro en una parroquia hermosa: Nuestra Señora
de la Misericordia, en Las Heras. Veo una respuesta interesante de
parte de los padres a la catequesis familiar, a la invitación a poner
en práctica las obras de misericordia, los jóvenes responden favor-
ablemente a las invitaciones de misiones juveniles.
Me niego a creer que las comunidades humildes, como la nues-
tra, no tienen posibilidades para salir adelante. La peor actitud que
puede tomar es la de concebirlas desde la etiqueta de “Pobreci-
tos”, desde lástima, porque eso inhabilita al otro en sus capacid-
ades y potencialidades. Mucha gente se tapa los ojos y prefiere no
saber lo que pasa. Por eso vale la pena trabajar en zonas humildes
para despertar esta potencialidades dormidas en nuestra gente.

¿Qué lugar tienen los excluidos, los pobres y los enfermos en tu


misterio diario?
Ellos tienen el primer puesto como lo he demostrado desde el ini-
cio de mi reflexión. Ahora participo al servicio sacerdotal nocturno
una vez al mes. Me invitó padre Pedro, un hermano mayor de mi
comunidad. Respondí con un cierto miedo. La primera noche fue
tremenda porque vistamos más de diez enfermos. Regresando casi
a las tres de la madrugada no podía dormir. Ahora llevo un año
no quiero falta ni un día que me toca. En cada enfermo que visito
me veo yo mismo y veo Jesús y María. Está cambiando mi percep-
ción de la enfermedad y muerte. Ya no tengo miedo a estas dos
realidades. A los excluidos y pobres son rostros concretos de Jesús
Misericordioso que me llama a servirles. Son materia prima de mi
oración diaria y dan sustancia a las diarias celebraciones eucarísti-
cas que celebro.

7
Todos somos discípulos misioneros Algunos puntos de la
119. En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, Evangelii Gaudium de
actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. nuestro Papa Fran-
El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible «in cisco:
credendo». Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque
no encuentre palabras para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la
verdad y lo conduce a la salvación[96]. Como parte de su misterio
de amor hacia la humanidad, Dios dota a la totalidad de los fieles
de un instinto de la fe —el sensusfidei— que los ayuda a discernir
lo que viene realmente de Dios. La presencia del Espíritu otorga a
los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas y
una sabiduría que los permite captarlas intuitivamente, aunque no
tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión.
120. En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo
de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada
uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y
el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería
inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado ad-
elante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea
sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe im-
plicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta
convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano,
para que nadie postergue su compromiso con la evangelización,
pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios
que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir
a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas
instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se
ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos
que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «dis-
cípulos misioneros». Si no nos convencemos, miremos a los primeros
discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada
de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado al Me-
sías!» (Jn 1,41). La samaritana, apenas salió de su diálogo con Jesús,
se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús
«por la palabra de la mujer» (Jn 4,39). También san Pablo, a partir
de su encuentro con Jesucristo, «enseguida se puso a predicar que
Jesús era el Hijo de Dios» (Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros?
121. Por supuesto que todos estamos llamados a crecer como
evangelizadores. Procuramos al mismo tiempo una mejor for-
mación, una profundización de nuestro amor y un testimonio más
claro del Evangelio. En ese sentido, todos tenemos que dejar que
los demás nos evangelicen constantemente; pero eso no significa
que debamos postergar la misión evangelizadora, sino que encon-
tremos el modo de comunicar a Jesús que corresponda a la situ-
ación en que nos hallemos. En cualquier caso, todos somos llama-
dos a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico
8
del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su
cercanía, su Palabra, su fuerza, y le da un sentido a nuestra vida. Tu
corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Él; entonces eso que
has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que te da una esperan-
za, eso es lo que necesitas comunicar a los otros. Nuestra imperfec-
ción no debe ser una excusa; al contrario, la misión es un estímulo
constante para no quedarse en la mediocridad y para seguir creci-
endo. El testimonio de fe que todo cristiano está llamado a ofrecer
implica decir como san Pablo: «No es que lo tenga ya conseguido
o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera [...] y me lanzo
a lo que está por delante» (Flp 3,12-13).

1° Momento: Lc 4,31-32 ; 40
Antes de leer el texto, invoco al
Espíritu Santo, le pido que me asis-
ta y me dé su luz para entrar en la
oración descubriendo lo que Dios
quiere decirme a mí, en particular
Lectio Leo varias veces el texto tratando
de introducirme en él, viendo lo que
describe: Jesús baja a Cafarnaún, enseña, la gente se asombra,
cura,…etc. Me quedo en las frases o imágenes que me resuenan, que
dicen algo a mi corazón…Voy gustando interiormente lo que leo…
Abro mi corazón para “rumiar”, gustar y meditar lo que me ha
Meditatio quedado sonando en el corazón y me pregunto por qué me re-
suenan algunas palabras o frases:
“Jesús enseña”: ¿En mi vida cotidiana, en mi tarea pastoral: imito
a Jesús en esta misión de enseñar, de transmitir lo que he apren-
dido de mi fe?
“Todos estaban asombrados…” ¿Me dejo interpelar y asombrar
por lo que Dios me va mostrando en mi proceso de búsqueda?
¿Disfruto de las sorpresas de Dios?
“Hablaba con autoridad”¿La Palabra de Jesús tiene para mí la
autoridad suficiente que me lleve a actuar de acuerdo a ella? ¿Su
Palabra encuentra mi corazón abierto y receptivo?
“Todos los que tenían enfermos… se los llevaban” La gente con-
fiaba en Jesús, creía en su capacidad de hacer algo por sus enfer-
mos... ¿Creo realmente en que Jesús es capaz de tomar mi vida y 9
hacer de ella algo nuevo? ¿Cómo es mi confianza? ¿Le ofrezco, le
llevo a Jesús mis dolencias y limitaciones? ¿Le presento el dolor de
mis hermanos para que él lo tome en sus manos? ¿Llevo el mensaje
del Señor a otros, llevo a otros hacia Jesús?
“Imponiendo las manos…sobre cada uno de ellos… los curaba”
¿Qué significa para mí este gesto de imponer las manos? ¿Tengo
en mi acción pastoral la delicadeza de preocuparme por “cada
uno” como hace Jesús, o bien, no dedico el suficiente tiempo para
ver, entender, ayudar, a cada persona con lo que ella es? ¿Me
dejo curar por Jesús?
Luego de dejarme interpelar por el Señor, meditar con su Pa- Oratio
labra, reconocer en mi interior lo que este pasaje del Evangelio
deja en mi corazón, dialogo con Jesús y le pregunto qué me qui-
ere decir, por qué hace resonar en mi alma esta o esa frase, esta o
esa imagen…Hago silencio y hablo con el Señor “como un amigo
habla a un amigo”
Hago silencio interior para escuchar lo que Jesús quiera decir a Contemplatio
mis preguntas o lo que simplemente él desee decir a mi corazón…
Con mucha sinceridad reviso mi vida y veo en qué debo mejorar Actio
mi compromiso pastoral y social, a qué me llama el Señor, qué me
dice…e intento hacer

Lc 5,1-11 2° Momento:
Antes de iniciar la lectura del pasaje del Evangelio, invoco
al Espíritu Santo…Puedo hacerlo serena, silenciosa y pausada-
mente con estas palabras:
Promesa de Dios Padre, Ven a mi corazón
Autor de todo bien. Ven a mi corazón
Espíritu de amor y de verdad. Ven a mi corazón
Espíritu de paz y de mansedumbre, Ven a mi corazón

Te presentamos algunas sugerencias para tu oración con


este texto, pero recuerda que son sólo SUGERENCIAS, lo más
importante es que te dejes llevar por el Señor…

Leo pausadamente el texto cuantas veces sea necesario, tratan- Lectio


do de entrar en él, imaginar la escena, hacerme parte de ella…Y
voy descubriendo qué es lo que va resonando de lo que el pasaje
dice, para llegar a “lo que me dice”.
Imagino el lago, la gente que se amontona para ver a Jesús, el
ansia de escuchar sus palabras…Yo mismo/a trato de imaginarme
yendo al encuentro del Señor para oírle y permitir que sus palabras
10 llenen mi corazón. Me sitúo en el lugar y observo todo cuanto pu-
edo de lo que me relata el Evangelio, tratando de sacar provecho
interior de todo ello.
Meditatio Me quedo con algunas imágenes, frases, palabras del pasaje
del Evangelio y descubro en ellos la riqueza que encierran:
Imágenes:
Jesús enseñando desde la barca, los pescadores limpiando las
redes, la multitud ansiosa de oír a Jesús, Pedro desconcertado ante
las palabras del Señor…Sorpresa de Pedro y sus compañeros ante
la cantidad de peces recogidos…
Palabras:
*“Navega mar adentro, echen las redes”, ¿Qué significa para mi
navegar mar adentro? ¿A qué me desafía Jesús? ¿Qué puede ser
en mi vida adentrarme, navegar, ir mar adentro?¿A qué me invita
el Señor con echar las redes? ¿Qué redes debo echar, qué accio-
nes debo emprender en mi tarea en la Iglesia? ¿Hay algo más…
hay otras redes para echar?
*”Hemos trabajado la noche entera…” No hemos sacado nada”
¿Han habido momentos de desilusión en mis apostolados? ¿Por
qué? ¿Siento que a veces el trabajo no tiene frutos y me desanimo?
*”Si tu lo dices…” ¿Confío en Jesús? ¿Su Palabra es capaz de
cambiar mis planes, animarme cuanto me siento desilusionado/a,
darme fuerzas en la misión?…¿O más bien mi fe es débil y no sé
percibir las llamadas de Jesús?
*Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que
fueran aayudarlos”. ¿Pido ayuda cuando me siento sin fuerzas en
mi tarea en la Parroquia, movimiento, etc? ¿Cuento los demás o mi
tarea apostólica y social es en solitario?
* “Aléjate de mi Señor porque soy un pecador”. ¿Soy capaz de
reconocer mis limitaciones y pecados?, ¿Confío en la misericordia
del Señor que me recibe, abraza y perdona?
* “No temas, de ahora en adelante…” ¿Siento miedo ante el
proyecto que Dios tiene para mi? ¿Por qué? ¿Qué es lo que vislum-
bro para mi vida de ahora en adelante…? ¿Qué dice Jesús a mi
corazón?
*”Abandonándolo todo, lo siguieron” ¿Qué tengo que aban-
donar para seguir el camino que Jesús me muestra como mejor
para mi?
Oratio Respondo con transparencia en diálogo con el Señor. Hablo
sobre lo que me inquieta, lo que resuena dentro de mi en esta
oración…

11
¿Cómo interiorizo el mensaje?. Escucho de los labios del Se- Contemplatio
ñor, con los oídos de la fe, lo que Él quiere decirme en este
pasaje. Escucho sus palabras como dirigidas a mi en particular.
¡No temas!
¿A qué me comprometo? ¿Qué paso hacia adelante puedo Actio
dar para vivir la invitación de Jesús de navegar mar adentro, echar
las redes, desde ahora serás pescador…?
“EL REINO1”

OBJETIVO:
Examinar en mi vida concreta cómo estoy realizando el Reino a
través de los siete valores cristianos que caracterizan la “empresa”
o el Reino a que Cristo me llama.

DESARROLLO:
Dijo en una ocasión Oscar Wilde que “vivimos en una socie-
dad que sabe muy bien el precio de todo y no conoce el valor de
nada”.Precios y valores. Una sociedad en la que nos preocupamos
tanto de las listas de precios que tenemos el peligro de olvidar las
tablas de valores.
“Precio” es el valor pecuniario en que se estima, se tasa, una cosa.
“Valor” es el alcance de la significación o importancia de una cosa.
Vivimos en una sociedad de precios, que se olvida o se enfrenta
a una sociedad de valores. Mientras esgrimimos nuestras tarifas de
precios, se nos están olvidando los verdaderos valores, que son los
únicos que pueden dar sentido a nuestra vida.
Estamos buscando más el gusto que el sentido. Estamos vivien-
do en una civilización de los “cómo” que está desatendiendo los
“porques”.
Y por eso se ha dicho que “nunca una sociedad caminó tan
aprisa hacia ningún sitio”. Porque estamos preocupados de cómo
vivimos, pero no nos preocupamos por qué vivimos.
Pero, si nuestra vida no tiene sentido, un sentido que sea profun-
do y coherente, de poco nos sirve el mejorarla. De poco nos sirve
el atender con esa insistencia a los “cómo”, si nos hemos olvidado
de los “porque”.
Nuestra sociedad se queda en el aire. Se convierte en una socie-
dad sin valores, que es una sociedad vacía.
Estamos ganando en confort, en rapidez, en abundancia, en
fuerza, pero estamos “perdiendo nuestra alma”, es decir, el sentido
profundo de la vida y de las cosas.
12 1 Tomado de los ejercicios espirituales del Pp. Juan Pablo Cárcamo s,j –
“Los que más se querran afectar” (EE 97).
Hemos llegado a la Luna, pero no sabemos llegar a los que viven
con nosotros.
El sentido de la vida lo dan los valores, no los precios. Porque
los valores son los que dan peso y orientación seria a lo que hac-
emos, a lo que tenemos y a lo que somos.
Y por eso, para poder vivir con seriedad y con intensidad,
necesitamos todos una tabla de valores.
Los cristianos tenemos nuestra tabla de valores. Esos valores
que querríamos ver realizados en el mundo.
La realización de esos valores es nuestra tarea, nuestra em-
presa. Ésta es la empresa a la que nos invita Jesús, nuestro Rey: lib-
erar al mundo de su mentira, de su pecado, restaurando todas las
cosas en Cristo.
¿Y cuál es esa tabla de valores cristianos? Las características
del Reino de Cristo tal como aparecen, creo que preciosamente
repetidas, en el prefacio de la misa de Cristo Rey (domingo anterior
al primero de Adviento), que nos indica que el Reino de Cristo es:

◘◘ Un Reino de verdad y de vida,


◘◘ un Reino de santidad y de gracia;
◘◘ un Reino de justicia, de amor y de paz.

Éstos son nuestros siete valores fundamentales; te invitamos a re-


flexionarlos:

1.
Frente a un mundo en el que reina la mentira o, al menos, la
apariencia; en el que se valora a las personas, no por lo que son,
sino por lo que hacen y ostentan; en un mundo en el que se da
LA VERDAD: una continua pugna por ver quién tiene más y quién sabe presumir
mejor; en un mundo en el que la palabra está perdiendo su valor
de verdad, porque, a fuerza de querer engañarnos, de sentirnos
engañados (sea por la palabra política, sea por la palabra publici-
taria...), hemos acabado realmente por recelar de toda palabra y
no creyéndonos nada; en este mundo de apariencia y mentira, los
cristianos decimos que la verdad es para nosotros un valor y que
queremos hacer descansar nuestra vida en ese valor de la verdad.
Y por eso tú, ahora, en los Ejercicios, meditando esta meditación
de la empresa, del Reino de Cristo, tienes que examinar a ver cuán-
to de mentira queda todavía en ti. A ver cuánto de apariencia
queda todavía en tu vida. Y a ver cuánto de verdad estás tú in-
tentando llevar al mundo.

2.
LA VIDA:
Frente a un mundo en el que tantas veces se desprecia la vida,
en el que cada día nos enteramos, casi impasibles, de la muerte de
tantos hermanos nuestros; en el que cada cinco minutos muere de 13
hambre una persona, o herida por algún tipo de bomba uniperson-
al...; en este mundo de la carrera armamentista, del lujo superfluo
(insulto a la miseria de muchos), del consumo desmesurado...
Es un mundo donde la vida se minusvalora, se manipula, se com-
ercia con ella, se gasta en deshacerla... ese mundo terrible y mortal
de la droga, en donde se vierten continuamente opiniones pesi-
mistas y negativas sobre el valor de la misma vida... en ese mundo
donde reinan las mafias diversas..., nosotros, los cristianos, decimos
que la vida es un valor para nosotros y que no se puede condenar
a nadie a morir ni a malvivir.
Y tienes que examinar hoy cómo valoras tu vida. Es decir, cómo
la vives, con qué intensidad, con qué sentido. Con qué aprove-
chamiento.

3.
Frente a un mundo que se ríe de los buenos, de los inocentes,
de los ingenuos; un mundo en el que triunfan los espabilados y los
pícaros, los que saben abrirse paso en la vida, aunque sea a fuerza
de codazos o de zancadillas a los demás... LA SANTIDAD:
Frente a un mundo donde lo que cuenta es el placer o el propio
provecho; y los que quieren ser buenos quedan marginados y los
que son generosos o desinteresados se abusa de ellos, nosotros,
cristianos, venimos a decir, con nuestra palabra y nuestro ejemplo,
que también para nosotros la santidad es un valor.
La santidad, la bondad, la generosidad, la misericordia y el pen-
sar bien de los demás, aunque nos engañen. Y el dar siempre una
segunda oportunidad al que se equivoca. Y el perdonar “setenta
veces siete” al que nos hiere o nos engaña.
Tienes que examinar tu santidad. Tu santidad de cada día, que
no será una santidad de altar o aureola, sino tu esfuerzo diario por
ser generoso, bondadoso, tolerante, leal, fiel y lleno de misericor-
dia. Eso quiso decirte Jesús cuando dijo: “Sed santos como vuestro
Padre del cielo es Santo.”

4.
Frente a un mundo autosuficiente, que piensa que no necesita
recibir nada de fuera, nada de Dios. Frente a un mundo que ha
perdido la conciencia de pecado. Frente a un mundo indiferente
a los valores y agarrado únicamente a las tarifas, a los precios... LA GRACIA:
Frente a un mundo en el que lo que únicamente cuenta es lo
que se puede tocar y lo que se puede tener: un mundo encerrado
en sus cuatro paredes, que no quiere ni le interesa ver más allá de
sus ojos. Este mundo nuestro de patas para arriba, un mundo sin
cielo, sin esperanza, sin un Dios vivo que intervenga y sea una reali-
dad concreta en la vida... venimos los cristianos a decir que para
nosotros la gracia es un valor.
14 Es un valor que reconocemos y proclamamos con valentía. Es un
valor que deseamos y pedimos.
Examina tu vida, a ver si la gracia es algo importante en la reali-
dad de tu día. A ver si no es un concepto abstracto. A ver si Dios no
es una imagen, no es un concepto, no es una idea en tu vida, sino
algo vivo que actúa e interviene en ella.

5. Frente a un mundo lleno de desigualdades escandalosas, de


privilegios injustos; un mundo que es, a un tiempo mundo de lujo y
mundo de hambre. Frente al mundo de la falta de libertades, de la
LA JUSTICIA: opresión y represión; de la tortura, de las discriminaciones raciales,
de la explotación del débil...
Frente a un mundo que fabrica marginados, donde los que
tienen no comparten, y los que pueden no reparten. Es una socie-
dad que discrimina al débil, a la mujer, al gitano, al minusválido, al
indígena...
Frente a una sociedad que durante tanto tiempo no ha sabido unir
la fe con la justicia, y ha proclamado una fe viviendo en la injusticia,
venimos nosotros, los cristianos, a proclamar tajantemente que fe y
justicia no se pueden separar, que creemos que la justicia tiene que
ser el valor fundamental sobre el que se cimiente nuestra sociedad.
Y por eso, por ser sincero, tienes que examinar tú también tu justicia.
Tienes que examinar y arrepentirte de tus pequeñas y grandes
injusticias de cada día.

6. Frente a un mundo que se nos está volviendo cada día más frió;
un mundo de indiferencia, de frialdad calculada, de indiferencia
, en el que los jóvenes, que tendrían que ser los más ardientes, los
EL AMOR: más generosos, “ni ahí” con todo... Como decía Bernanos, “cuan-
do la juventud se enfría, el mundo entero se pone a tiritar”...
Frente a un mundo que insiste en la incomunicación, en la im-
posibilidad de un amor sincero, generoso, no egoísta..., venimos
nosotros, a decir que el amor es nuestro “mandamiento nuevo”,
nuestro mandamiento central, y que él es el que da sentido a nues-
tra vida. Y que sobre él, y sólo sobre él, podemos construir un mun-
do nuevo, un mundo mejor.
Examina tus frialdades. Tus relaciones con quienes no te son
agradables. Examina tus cálculos. Examina también tus “ni ahí”; tu
falta de interés. A ver si realmente estás siendo un testigo del amor
de Cristo que viene a hacer arder el mundo.

7.
Frente a un mundo de la discordia. De la discordia entre blo-
ques, la discordia entre naciones, la discordia dentro de los pro-
pios países; la discordia dentro de las propias familias; la discordia
LA PAZ: dentro del corazón de cada hombre..., venimos a traer un mundo
de paz, un mundo de armonía y de unidad, un mundo en el que 15
el hombre pueda sentirse interna y externamente en paz. Consigo
mismo y con los demás.
Éste es nuestro valor. Nuestro valor tal vez incomprendido.
Nuestro valor tantas veces pisoteado, marginado. Pero seguimos
incansablemente hablando en contra de la violencia, hablando a
favor de la paz.
Y tienes que examinarte, a ver si eres testigo pacífico en este
mundo. A ver si creas paz a tu alrededor o estás creando tensión y
discordia.

Éstas son nuestras tablas de valores. Estos siete valores son los que
conforman el Reino de Cristo. Ésta es la empresa a la que Cristo,
cada día, nos sigue llamando.
¿Cómo los estás viviendo?
¿Cómo sentís que Dios te pide que los vivas?

Textos que te pueden ser útiles:


Juan 8,32.
Lucas 6,36.
Juan 1,14.
Lucas 16,15.
Juan 15,12.
Juan 14,27.

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PARA Este mes te quisimos presentar algunos temas que consideramos
muy importantes para el discernimiento vocacional. Los podríamos
DIALOGAR sintetizar en los siguientes puntos:
CON EL a. Misión Apostólica y compromiso por el mundo: para ello no
ACOMPA- sirvió ver a Jesús en Cafarnaum y leer el testimonio de nuestros her-
manos, que por medio de una vocación consagrada o laical bus-
ÑANTE can día a día con la gracia de Dios, la construcción del reino. Tam-
ESPIRITUAL bién en la última propuesta para la oración, veíamos los “valores”
de este Reino y rezábamos con la invitación que Dios nos hace a
vivirlos.
a.¿Qué lugar ocupa el trabajo apostólico hoy en tu vida?
¿Qué significa la misión en tu vida de fe?
b.¿Desde dónde te imaginas construyendo el Reino el día de
mañana?
c.¿Con cuál valor del Reino te sentís fuertemente identificado?
d.¿Has pensado en una consagración total a la misión?
¿Cómo crees que lo podrías vivir desde una vida matrimonial
y laical? ¿Y desde una vida consagrada?
b. Sentido de pertenencia eclesial: algo presente en los tres tes-
timonios, es el acompañamiento materno por parte de la Iglesia
en todo el proceso vocacional. Todo cristiano, desde su vocación
debe sentirse miembro de ésta, debe quererla y amarla como su
propia familia en la fe.
a.¿Qué significó y qué significa la Iglesia en tu camino de fe y
vocacional?
b.Para un consagrado la Iglesia es Madre, pero también espo-
so/esposa; ya que es un pueblo concreto al que se le entrega
la vida ¿Has considerado alguna vez esta relación exclusiva
con la Iglesia?
c.¿Qué es lo que más te llama la atención de matrimonios
o noviazgos que ven y sienten la Iglesia “como su segunda
casa”?

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