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La relación existente entre la osteonecrosis de los maxilares asociada al uso de los bifosfonatos
Autores
Natalia Castaño Díaz, Carlos Adrián Gutiérrez y Daniela Guerrero Ramírez
Asesores
Temático: Manuel Guillermo Loaiza González
Metodológico: Jorge Luis Muñoz Montaño
La relación entre la osteonecrosis asociada con el uso de Bifosfonatos (Bf) es una patología poco
frecuente, pero con serias complicaciones ante el desconocimiento de los médicos y los
odontólogos sobre las reacciones adversas medicamentosas. Esto produce un deterioro de la
calidad de vida de los pacientes y un impacto negativo en los indicadores y costos en salud. La
osteonecrosis (muerte del hueso), conocida también como necrosis avascular o aséptica, es una
consecuencia dada por el proceso final de la disminución severa o ausencia de irrigación del
hueso, lo que produce la muerte ósea y de los tejidos circundantes. Existen múltiples causas, tales
como medicamentos antiresortivos (Bf), esteroides a dosis techo y por tiempo prolongado, cáncer,
radio y quimioterapia, enfermedades autoinmunes, genéticas, osteolíticas y osteoblásticas,
alcoholismo, lesiones traumáticas, entre otras. La Asociación Americana de Cirugía Maxilofacial
(AAOMS), en el año 2007, define la osteonecrosis asociada a Bf (ONAB) como la exposición
ósea por más de 8 semanas en pacientes con tratamiento de Bf y exentos de radioterapia en la
región maxilofacial. En este documento se presenta una revisión documental acerca de los
avances de la literatura desde que se evidenció la relación entre los Bf y la osteonecrosis de los
maxilares en el año 2003 hasta la actualidad. Así, se verificó la brecha todavía existente de
estudios que guíen el desarrollo de protocolos claros para la promoción de la salud, prevención de
las complicaciones, diagnóstico temprano y tratamiento efectivo. Palabras claves: bifosfonatos,
osteonecrosis, maxilares, antiresortivos
Abstract
The relationship between osteonecrosis associated with the use of bisphosphonates is a rare
pathology, but with serious complications due to the lack of knowledge of physicians and dentists
about drug-induced reactions. This produces a deterioration in the quality of life of the patients
and a negative impact on health indicators and costs. Osteonecrosis (bone death), also known as
avascular or aseptic necrosis, is a consequence of the final process of severe reduction or absence
of irrigation of the bone, resulting in bone and surrounding tissue death. There are multiple
causes, such as antiresorptive medications (bisphosphonates), high steroid therapy, cancer, radio
and chemotherapy, autoimmune, genetic, osteolytic and osteoblastic diseases, alcoholism,
traumatic injuries, among others. The American Association of Maxillofacial Surgery (AAOMS),
in 2007, defines osteonecrosis associated with bisphosphonates (ONAB) as bone exposure for
more than 8 weeks in patients with treatment of bisphosphonates (Bf) and free of radiotherapy in
the maxillofacial region. This document presents a literature review about the progress of research
since the relationship between bisphosphonates and osteonecrosis of the jaws was observed in
2003 until the actuality. Thus, the still existing gap of studies that guide the development of clear
protocols for the promotion of health, prevention of complications, early diagnosis and effective
treatment was verified. Keywords: bifosphonates, osteonecrosis, antirresorpts, jaw.
Tabla de Contenido
Resumen 2
Abstract 3
Introducción 7
Tema de Investigación 9
Metodología 10
Resultados 11
Alendronato 19
Risedronato 20
Ibandronato 20
Fármacos asociados a la osteonecrosis maxilar 24
Factores de riesgo 25
Manifestaciones clínicas 26
Estadios clínicos 26
Exámenes clínicos 27
En las líneas siguientes se presentan los exámenes clínicos disponibles. 27
Diagnóstico diferencial 29
Tratamiento de la osteonecrosis de los maxilares 31
Justificación 36
Conclusiones 38 Referencias 40
Lista de Tablas
Introducción
La presente monografía presenta el desarrollo conceptual y teórico sobre la relación existente entre
el uso de los Bf y la osteonecrosis de los maxilares. Esto tiene la finalidad de establecer las
discusiones y las aproximaciones teóricas elaboradas sobre el tema, de verificar las variables
asociadas a dicha relación y, finalmente, de identificar los avances científicos acerca del
tratamiento de la osteonecrosis de los maxilares y las barreras para la prevención de la patología.
La prescripción de estos medicamentos está dada por especialidades como la reumatología,
la endocrinología, la medicina interna y la fisiatría, las cuales realizan abordaje integral para el
tratamiento de problemas osteoarticulares. Principalmente, abordan tratamientos para la
osteoporosis, entendida desde el origen funcional y generalidades del hueso, el cual es un órgano
complejo que sirve como estructura de sostén para los músculos y tejidos blandos, y protege las
cavidades que contienen órganos importantes como cerebro, corazón, pulmón, hígado, entre otros.
En adición, los huesos aportan homeostasis, puesto que son el depósito de ciertas sales de calcio y
fósforo, corresponden al reservorio de minerales e iones del organismo, producen células
sanguíneas y almacenan grasas de reserva que aportan energía química al cuerpo.
Las mujeres, a causa de la menopausia y, en efecto, por la caída de los niveles de
estrógeno, son más susceptibles a la aceleración de la pérdida de masa ósea en comparación con
los hombres, a la menor absorción de calcio por los huesos y a la tendencia de vivir más años que
el sexo masculino. Esto expone la población femenina a una mayor formulación de Bf y, en
general, a medicamentos antirresortivos, lo que establece claramente una relación costobeneficio.
Este último, en la mayoría de los casos, es evidente ante las complicaciones que puede tener una
fractura derivada de la pérdida de la mineralización ósea y ante el impacto en el deterioro de vida
de los pacientes.
Cabe resaltar que, aproximadamente, desde los 30 años de edad se inicia la pérdida de
masa ósea, lo que es un factor normal del envejecimiento celular. Empero, existen factores que
pueden ayudar a que el proceso se desencadene de manera más rápida como son: avitaminosis D,
falta de consumo de calcio en la alimentación por trastornos como la anorexia, cigarrillo, alcohol,
desequilibrios hormonales, hipertiroidismo, consumo a largo plazo de medicamentos como
corticoesteroides, inhibidores de bomba de protones (por la disminución de absorción de calcio),
entre otros. Factores como el género, la edad, la raza, la genética, la menopausia, la contextura, o
las comorbilidades no son susceptibles de control o modificación.
Entendiendo el contexto de la patología es pertinente aclarar que los medicamentos
llamados Bf hacen parte tanto del manejo inicial como de la prevención y el tratamiento de
enfermedades de resorción ósea como la osteoporosis, especialmente la osteoporosis
postmenopáusica, cáncer con metástasis óseas, y, en general, enfermedades osteolíticas y todas
aquellas patologías que en algún momento puedan provocar fragilidad ósea. La función principal
de los Bf, según Giribone y Catagnetto (2013), consiste en que “incrementan la resistencia del
hueso, preservan su micro-arquitectura e inducen un balance positivo en la unidad de remodelado”
(p. 48), reduciendo así el intercambio óseo en lugares de remodelado activo donde existe mayor
resorción.
El conocimiento y el abordaje monográfico de este tema, desde el punto de vista médico,
odontológico y farmacológico, ayudan a enfocar desde las diferentes áreas de la ciencia la
generación de adelantos al momento del desarrollo de la osteonecrosis de maxilares durante el uso
de los Bf. Asimismo, señalan la necesidad imperante de uso de medicamentos, pudiendo
restringirse su uso a protocolos estandarizados y consensuados por personal idóneo. Esto es
necesario, dado que, en los últimos años, emergen fármacos nuevos que, como la teriparatida, no
tienen conocidos hasta el momento el efecto de los Bf y, además, su tiempo de acción en el cuerpo
es menor, dejando trazas más rápidas de eliminación. La importancia de establecer un balance
entre riesgo-beneficio siempre se ha convertido en una incertidumbre y una dificultad, dado que
las complicaciones de la osteoporosis, del cáncer y, en general, de las enfermedades osteolíticas,
pueden ser más devastadoras que la reacción adversa medicamentosa.
Tema de Investigación
Los Bf son el tipo de medicamento utilizado con mayor frecuencia para tratar la osteoporosis.
Estos ayudan a mantener la arquitectura interna de los huesos al disminuir la velocidad con la que
se deteriora la masa ósea. Adicionalmente, reducen el riesgo de fracturas, principalmente de la
columna vertebral y cadera, las cuales son más devastadoras para los pacientes, pues requieren
intervenciones invasivas y agresivas, además de rehabilitación prolongada.
La osteoporosis es una enfermedad en la que los huesos se debilitan, lo que aumenta el
riesgo de fracturas (huesos rotos). Durante toda la vida, el cuerpo continuamente elimina tejido
óseo viejo y lo reemplaza por nuevo. Este proceso se va haciendo más lento con el transcurrir de
los años, debido a que va variando la velocidad en la que los cambios se van dando, llevando a
degeneración normal de órganos y sistemas. Sin embargo, no quiere decir que estos cambios no se
produzcan, dado que, en este caso, si el cuerpo no puede producir tejido óseo lo suficientemente
rápido, los huesos se debilitan y se pueden fracturar fácilmente con una caída, golpe o trauma leve,
sin motivo alguno (lo que se denomina fractura por fragilidad). Las fracturas de huesos pueden ser
graves y afectan la capacidad de movimiento, el desplazamiento y el autocuidado (Haugen,
Hennessey, & Wartofsky, 2011).
De acuerdo con Haugen et al. (2011), las mujeres que han pasado por la menopausia corren
mayor peligro de tener osteoporosis. La osteoporosis es más común en mujeres que en los
hombres. Ahora bien, en la literatura y experiencia clínica se han reportado serios efectos
secundarios de los Bf, tales como la Osteonecrosis Mandibular, la cual consiste en un deterioro
severo del hueso de la mandíbula tras un procedimiento dental importante, usualmente.
La osteonecrosis de los maxilares es definida como: “área de hueso en la región
maxilofacial que permanece expuesta al menos 8 semanas, siempre que los pacientes hayan sido
prescriptos con Bf en ausencia de terapia radiante” (Khan et al., 2008, 1393). Normalmente, este
padecimiento comienza con una alveolitis postexodoncia (aunque hay casos espontáneos)
refractaria a tratamiento, que progresa hacia una osteomielitis, con secuestros óseos, exposición
ósea, inflamación y supuración. Con frecuencia se realizan biopsias para descartar metástasis
óseas mandibulares o tumores maxilares óseos primarios. Al intentar cubrir esas áreas se fracasa,
aunque se haya llevado a cabo una meticulosa regularización o resección ósea y cierre con
colgajos mucosos locales. Clínica y radiológicamente, las lesiones recuerdan las de la
osteoradionecrosis, con secuestros (formados espontáneamente o tras procedimientos invasivos)
que pueden complicarse con infecciones secundarias (Ruggiero, Mehrotra, Rosenberg, & Engroff,
2004). En los últimos años se ha evidenciado que no solo la osteonecrosis está asociada al uso de
los Bf, sino, en general, a los antirresortivos de los cuales hace parte el grupo de medicamentos
que se analizan en esta monografía.
Metodología
Este estudio se inscribe en el marco de los enfoques cualitativos, con predominancia de un método
de revisión y recolección documental, evaluando la osteonecrosis asociada al consumo de los Bf,
con la finalidad de evidenciar dicha relación. Sobre el desarrollo de la temática, su alcance es
descriptivo, retrospectivo y, en algunos apartados, es explicativo.
La recolección de datos se realizó a través de la documentación bibliográfica de artículos
de revisión tanto nacionales como internacionales, en idioma español e inglés, que tuvieran como
tema principal la relación entre el uso de Bf y la osteonecrosis de los maxilares, y las
generalidades que llevan al consumo de dichos medicamentos. A partir de los artículos revisados
se seleccionaron los más relevantes según nivel de evidencia, seguridad y año de publicación,
excluyéndose los de menor impacto para la monografía de acuerdo con la calidad de la
información y con la fuerza de recomendación de cada artículo. Se estableció la búsqueda siempre
que se tuviera acceso al texto completo del documento científico.
La utilización de las bases de datos científicas para la recolección de los documentos se
fundamentó en buscadores como Science direct, Ebscohost, Google académico, SciELO,
Cochrane y otros documentos relevantes como el Consenso Colombiano de Osteonecrosis,
publicado recientemente.
Resultados
A partir del año 2003, se han publicado casos donde se evidenciaron la exposición de hueso en los
maxilares y el daño subsecuente de los mismos como factores comunes con gran impacto
biopsicosocial. A razón de esto, se iniciaron estudios acerca de la problemática que se presenta a
nivel mundial, aportada por pacientes con morbimortalidades asociadas con el consumo de los Bf
y éstos con la osteonecrosis de maxilares que generan inquietudes sobre el conocimiento, signos
de alarma, indicaciones, contraindicaciones y complicaciones de dichos medicamentos
antirresortivos.
Giribone y Catagnetto (2013) revisaron el estudio que se realizó en 2005 donde se
describían 200 millones de prescripciones de Bf a nivel mundial. De éstas, 39 millones fueron
consumo por vía oral. Durante los 7 años anteriores al estudio fueron reportados más de 4000
casos de osteonecrosis de maxilares (ONMB), desconociendo hasta ese momento el
desencadenante y sabiendo que no todos los casos son informados y que existe un sub-registro
muy grande secundario al desconocimiento que se tiene a nivel mundial por los médicos y
odontólogos de la reacción adversa de estos medicamentos. Es claro y determinante que, si no se
conoce y se aprende a identificar el padecimiento mencionado, no se hará un diagnóstico acertado
y, por ende, terminará siendo parte de la estadística de otras patologías asociadas con la ONMB,
teniendo en cuenta que también podría darse un diagnóstico en etapas tardías, donde el tratamiento
es resección total o parcial del hueso.
Entendiendo el contexto de la patología, es importante aclarar que los medicamentos
llamados Bf hacen parte tanto del manejo inicial como del mantenimiento para la prevención y el
tratamiento de enfermedades de resorción ósea como la osteoporosis (especialmente la
postmenopáusica), cáncer con metástasis óseas y, en general, las enfermedades osteolíticas y todas
aquellas patologías que en algún momento puedan provocar fragilidad ósea. La función principal
de los Bf es definida por Giribone y Catagnetto (2013), de la manera siguiente: “incrementan la
resistencia del hueso, preservan su micro-arquitectura e inducen un balance positivo en la unidad
de remodelado” (p. 48). Consecuentemente, se produce el intercambio óseo en lugares de
remodelado activo donde hay mayor reabsorción.
Medicamentos comúnmente conocidos como el alendronato, el risedronato, el ácido
zolendronico y el denosumab, llamados Bf, la terapia de reemplazo hormonal (estrógenos equinos
conjugados), y hasta el calcio y la vitamina D son considerados medicamentos antirresortivos,
que, según la dosis, la vía de administración y el tiempo de exposición, pueden ser determinantes
y desencadenantes en la osteonecrosis de los maxilares, aunque según la literatura consultada, los
más estudiados son los Bf, pero el abordaje inicial y la prevención del uso de los medicamentos
nombrados debe ser universal y para todos los antirresortivos.
La aparición de la osteonecrosis de los maxilares asociada con el uso de Bf emerge de la
necesidad de utilización de fármacos antirresortivos para el manejo de pacientes con patologías y
complicaciones (ejemplo Osteoporosis), entendida ésta como una enfermedad propia de los huesos
en la que se produce una disminución de la densidad de la masa ósea, volviéndolos más porosos y
aumentando las celdillas que tienen en su interior, consecuencia de una diversidad de procesos
biológicos anormales. Esto produce como resultado final la pérdida neta de tejido óseo
mineralizado.
La conectividad trabecular es el factor determinante para que el tejido óseo ejerza sus
propiedades, tales como la absorción de energía, la tolerancia a la comprensión, la plasticidad y la
fuerza tensil. Para conservarse en estado pleno, el tejido óseo realiza cambios dinámicos a lo largo
de toda la vida, lo que implica remover, renovar y restaurarse a través del proceso que se lleva a
cabo mediante las unidades de remodelado óseo o URO. Éstas se componen por: (1) osteoblastos,
las cuales son células de hueso encargadas de sintetizar la matriz ósea, por lo que están
involucradas en el desarrollo y el crecimiento de los huesos; (2) osteoclastos, que son las células
responsables de la resorción de la matriz ósea; y (3) osteocitos, que corresponden a células óseas
maduras derivadas de los osteoblastos y que constituyen la mayor parte del tejido óseo. Su función
esencial es mantener las actividades celulares del tejido óseo como el intercambio de nutrientes y
productos de desecho.
Principalmente, la osteonecrosis afecta las mujeres después de la menopausia, con una
prevalencia del 25% (1 de cada 4), siendo la causante de más de 25.000 fracturas al año en
España, según la Fundación Española de Reumatología. En Colombia, según la International
Osteoporosis Foundation se estima que, actualmente, 2.069.858 y 1.423.559 mujeres de más de 50
años viven con osteopenia y osteoporosis, respectivamente. Estos números podrían aumentar para
el año 2020 en más de 200.000 y 100.000 mujeres, con osteopenia y osteoporosis, respectivamente
. En estas mujeres la síntesis de estrógenos disminuye, lo que es directamente proporcional a la
disminución de síntesis de calcio y, por ende, a la pérdida de densidad de masa ósea. En efecto, los
cambios hormonales generan disminución de factores protectores como la fijación del calcio a los
huesos, la disminución de la vitamina D corporal, la pérdida de masa muscular, y aceleración entre
la reabsorción formacion de hueso, entre otros, y en ocasiones esta pérdida sucede sin una causa
conocida.
Normalmente, el “pico de masa ósea” se alcanza entre los 30 a los 35 años de edad. Esto
significa que se presenta la máxima cantidad de esta masa y, a partir de ese momento de la vida,
existe una pérdida natural de la misma. Otras veces, la pérdida de hueso puede ser a cualquier
edad por factores hereditarios, patologías que pongan el paciente en una posición de postración,
enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, esclerosis
múltiple, enfermedad renal crónica o Paget óseo. Sobre ésta última enfermedad se desconoce la
causa que la desencadena, la cual podría estar ligada a algunas alteraciones genéticas, así como a
infección viral, tema aún de discusión. Este padecimiento produce interrupción en el reemplazo
del tejido óseo viejo por nuevo, siendo éste última más grueso y débil, lo que provoca fracturas
frecuentes.
Aunado a lo anterior, en el campo de la oncología la metástasis óseas, la hipercalcemia
tumoral y del mieloma múltiple, presentan comúnmente disminución de masa ósea y la absorción
de calcio por el hueso, colocándolo en una situación de fragilidad y susceptibilidad a fracturas. Por
su parte, el hiperparatiroidismo y los trastornos alimentarios, que disminuyan el ingreso de calcio
y fosforo al cuerpo, hacen que la reserva del organismo sea el hueso y, por lo tanto, en el momento
indicado, es tomado para usarlo en otros procesos fisicoquímicos de las células. Esto puede
producirse a causa de situaciones como: ausencia de periodos menstruales por tiempos
prolongados, alcoholismo, tabaquismo, antecedentes familiares de osteoporosis, bajo peso
corporal, entre otras.
En general, para la osteoporosis no suelen encontrarse síntomas iniciales y, cuando estos se
presentan ocasionalmente, la enfermedad debuta con dolor lumbosacro y osteoarticular migratorio.
En muchos casos, los pacientes tendrán una fractura antes de saber que padecen la enfermedad.
Las fracturas de los huesos de la columna pueden causar dolor en casi cualquier lugar de la
columna vertebral a causa de aplastamiento. A menudo ocurren sin una lesión previa conocida. El
dolor se produce de manera súbita por compresión de los canales vertebrales o cauda equina, y/o
de manera insidiosa con el paso del tiempo, los movimientos y el envejecimiento.
En adición, a razón de la enfermedad puede darse una pérdida de estatura con el tiempo
(hasta de 1.5 centímetros) por disminución de hidratación de las vértebras y el acortamiento de los
espacios intervertebrales. Como resultado, se podría desarrollar una postura encorvada o una
afección conocida como joroba de viuda. Las fracturas más frecuentes se presentan en las
vertebrales, la cadera y las muñecas, siendo las de la cadera las más críticas, pues requieren
intervención quirúrgica para estabilización. Esto incrementa el empobrecimiento de la calidad de
vida y, muchas veces, la dependencia de los pacientes, aunque en la mayoría de los casos sea por
tiempo limitado, pero con secuelas para la marcha y con la necesidad de dispositivos médicos para
dar apoyo (bastones, caminadores, muletas, entre otros).
El gold estándar para la identificación de la osteoporosis es la densitometría ósea (DEXA)
radio absorción métrica de doble energía por sus siglas en inglés, en la cual se utilizan dosis bajas
de radiación, basada en la atenuación que tiene un doble haz de rayos X, al atravesar el tejido
óseo, con la finalidad de escanear para comparar la densidad de minerales, principalmente del
calcio en el cuerpo. De este modo, se valora el riesgo de fracturas y se establece la intervención de
manera oportuna. Se mide mediante análisis estadísticos donde se compara la cantidad máxima o
pico que tendría el hueso en condiciones de salud en una persona similar en un momento concreto
de la vida (clasificación T-score: se mide en unidad de desviaciones estándar (DE). Escala:
puntuación mayor a -1(DE): normal; puntuación entre -1 y -2,5 (DE): osteopenia (densidad ósea
menor de lo normal); y puntuación mayor a -2,5 (DE): osteoporosis).
Como se mencionó, enfermedades que produzcan fragilidad ósea son susceptibles de inicio
de medicamentos antirresortivos, que, según Erviti (2003), “actúan sobre los osteoclastos
inhibiendo o retrasando el proceso de reabsorción ósea por lo que estabilizan o incluso aumentan
discretamente a masa ósea” (p. 114). Dentro de este grupo de medicamentos se encuentran los más
comúnmente utilizados que son los Bf.
El primer bifosfonato sintetizado fue introducido en el mercado por químicos alemanes
con fines terapéuticos en 1960, observándose una gran afinidad de la droga con el tejido óseo y su
capacidad para detener y disolver cristales de calcio. Se halló que los Bf inhiben la diferenciación
de los osteoclastos y su función, y aumentan la apoptosis, lo cual lleva a la disminución de la
resorción ósea y la remodelación. La diferenciación de los osteoclastos y su función juegan un
papel vital en la curación del hueso y en la remodelación en todas las zonas del esqueleto,
actuando a nivel físico-químico en la inhibición de la conversión de fosfato de calcio amorfo a
hidroxiapatita, donde el carbono y el fosfato dan la denominación a estos fármacos (fosfonatos).
La presencia de dos radicales de fosfonato (Bf) reduce la velocidad de disolución de los
cristales óseos, siendo potentes inhibidores de la actividad y las funciones de los osteoclastos. Los
Bf fueron los primeros fármacos que demostraron de manera inequívoca la disminución en la
incidencia de fracturas en estudios bien controlados y prospectivos. En 1990 se introducen en el
mercado dichos fármacos como una alternativa con respecto a las terapias de reemplazo hormonal
para el tratamiento de la osteoporosis posmenopáusica y/o ciertas patologías osteolíticas. En la
actualidad, estos fármacos se indican para el tratamiento de: (1) la osteoporosis en las mujeres
posmenopáusicas; (2) como forma de aumentar la masa ósea en hombres con osteoporosis y en
osteoporosis inducida por glucocorticoides; (3) se administran para el tratamiento de la
enfermedad de Paget; (4) hipercalcemia tumoral maligna; (5) en metástasis óseas; y (6) en
lesiones osteolíticas como el mieloma múltiple. Se debe considerar que estas enfermedades se van
presentando con el envejecimiento, por lo que los seres humanos son susceptibles de padecerlo en
algún momento de la vida.
A pesar de que estos fármacos se han utilizado en la práctica clínica por más de tres
décadas, el conocimiento sobre sus propiedades farmacocinéticas y fármaco-dinámicas todavía es
incompleto. Se ha encontrado que los Bf, a través de técnicas especiales de cromatografía,
fluorometría y espectrometría, son compuestos absorbidos pobremente por el estómago e intestino
(0,6 a 3%). Sólo el 50% de la dosis absorbida y captada rápidamente por el hueso se elimina a
partir de allí de una forma muy lenta, donde inhiben de manera notable la resorción ósea y el resto
es excretado sin cambios por vía urinaria, lo que les da duración de acción más prolongada, con
vida media de meses a años (Isaza, Isaza, Fuentes, & Marulanda, 2008). La potencia mayor de los
Bf se debe a su capacidad para inhibir la enzima Farnesil Pirofosfato Sintetasa (FPS), que
participa de manera crítica en la síntesis de colesterol y diversos lípidos (Isoprenoides) por la
célula y, en especial, por osteoclastos, los cuales: − Regulan la función y morfología de los
osteoclastos.
− La estructura del citoesqueleto.
− La membrana con borde en “cepillo”.
− El tráfico de lisosomas.
− El reclutamiento.
Figura 1. Estructura tridimensional de los pirofosfatos y los Bf. El oxígeno es sustituido por el
carbón haciéndola más resistente a la ruptura enzimática.
Fuente: Cortés-Mota & Fernández-Grisales, 2016.
Los bisfosfonatos administrados por vía intravenosa (IV) son usados principalmente en el
ámbito hospitalario para tratamientos oncológicos, hipercalcemias malignas de las metástasis
óseas de los tumores del cáncer de mama, próstata y pulmón, y en las lesiones del mieloma
múltiple. Primero se utilizó el Pamidronato y, en 2002, se empezó a usar también el Ácido
Zolendrónico. También se usa por (IV), aunque de manera menos extendida, el Clodronato
(Jiménez & Vara, 2008).
Los bisfosfonatos administrados por vía oral (VO) están indicados en la osteoporosis
generalmente relacionada o que es consecuencia de la menopausia. También se indican en la
enfermedad de Paget, osteoporosis y osteogénesis imperfecta en niños y osteopenia. Los Bf del
grupo de los antirresortivos son capaces de suprimir el remodelado óseo entre un 40% y 80%, lo
cual se traduce en cambios favorables detectables por densitometría en la densidad mineral ósea
(DMO). Todos los Bf orales disminuyen notablemente su ya limitada absorción cuando se
ingieren con alimentos y otros fármacos, por lo que los preparados orales siempre deben ingerirse
en ayunas, de 45-60 minutos antes del desayuno (Barreira, 2010).
En Colombia, de los Bf disponibles, los de uso más común son el alendronato, risedronato,
ibandronato y el ácido zoledronico (zoledronato). Estos se presentan a continuación.
Alendronato
El alendronato sódico, al igual que otros bisfosfonatos, es un análogo estructural del pirofosfato
en el que sustituye el enlace P-O-P por un enlace P-C-P más resistente a la hidrólisis enzimática.
Debido a esta similitud, el alendronato presenta gran actividad para unirse a la hidroxiapatita del
hueso. Una vez fijado al hueso, éste impide tanto la disolución de los cristales de hidroxiapatita
como la resorción ósea por los osteoclastos, al disminuir su actividad. Se desconoce su
mecanismo de acción (Jiménez & Vara, 2008).
Los efectos indeseables que se han observado del Alendronato son escasos y el riesgo,
aunque bajo, existe en relación con la esofagitis y las ulceraciones esofágicas. Por ende, el riesgo
debe considerarse en todos los casos, especialmente en pacientes con hernia hiatal, reflujo
gastroesofágico y sintomatología ácido péptica (Barreira, 2010).
Risedronato
El Risedronato incrementa la densidad mineral ósea (DMO) en todas las regiones analizadas y
ayuda a reducir la incidencia de las fracturas vertebrales y de cadera, aunque algunos estudios
indican que de forma algo menor que el Alendronato (Jiménez & Vara, 2008). En general, es
tolerado y con escasos efectos indeseables. Los efectos en el tubo digestivo tienen una frecuencia
considerablemente menor que la observada en otros compuestos.
Este compuesto está aprobado por la FDA para el tratamiento de la enfermedad de Paget,
la osteoporosis postmenopáusica y la osteoporosis inducida por glucocorticoides. Este fármaco se
ha estudiado especialmente en mujeres de edad avanzada, mayores de 70 y con hasta 80 años, con
osteoporosis en el cuello de fémur y fracturas vertebrales previas, en las que se demostró una
reducción en la incidencia de fracturas entre el 39 % y el 58% (Barreira, 2010).
Ibandronato
Antirreabsorbentes
Bf:
− Alendronato.
− Pamidronato.
− Risedronato.
− Zelendronato.
− Denusumab (Inhibidor de anticuerpos RANKL).
Antiagiogenicos
Inhibidores de la tiroxina cinasa:
− Sorafenib.
− Sunitinib.
− Bevacizumab (inhibidor del factor de crecimiento endotelial vascular).
− Rapamicina.
Factores de riesgo
Manifestaciones clínicas
La osteonecrosis de maxilares por Bf tiene tres manifestaciones clínicas características, que son:
haber recibido tratamiento con Bf; tener zona de hueso expuesto por más de ocho semanas; y no
tener historia de radioterapia de la zona de los maxilares. Los pacientes pueden ser asintomáticos
por periodos largos de tiempo (semanas o meses). La primera manifestación es la exposición ósea
del maxilar o la mandíbula, la cual se puede tornar dolorosa si existen infección o traumatismos.
En adición, puede haber tumefacción dolorosa y también evidentes secuestros óseos, osteolisis y
osteoclerosis.
Estadios clínicos
Exámenes clínicos
O’Connell., Ikeagwani y Kearns (2012) sugieren que, al analizar los resultados de los
estudios donde se implementó este estudio, ninguno de los pacientes desarrolló OMIB. Concluyen
en su estudio que el CTX no fue predictivo para el desarrollo de OMIB, luego de la cirugía oral.
Además, no fue concluyente apoyarse en la prueba de CTX para iniciar o detener un tratamiento.
Por lo tanto, la eficacia de la prueba CTX en pacientes que utilizan estas modalidades de terapia
aún no se ha determinado (Bugueno & Migliorati, 2017).
Se debe tener en cuenta que los resultados de este examen pueden variar dependiendo de
factores como: edad, el género, el estado de fumador, la ovulación, el uso simultáneo de drogas, el
ejercicio, los ritmos circadianos, la función renal y los estados de ayuno (Pasoff, 2013).
Diagnóstico diferencial
La radiación ionizante, posiblemente, conduce a una lesión tisular al crear una inflamación local,
proceso que causa la muerte de los osteoblastos y previene la repoblación de componentes
celulares de hueso. Estos eventos resultan en un hueso fibrótico con una reducción número de
células vascularizadas y viables. Este tejido debilitado tiene un alto riesgo potencial de desarrollar
osteoradionecrosis (ORN) y la ocurrencia de un trauma químico o físico mínimo puede
desencadenar una respuesta inflamatoria tardía que conduce a la necrosis del tejido.
Sin embargo, como lo mencionan Rollason et al. (2016), en su estudio, la ORN puede
ocurrir espontáneamente sin trauma o infección local. Las altas tasas de radiación a las que se
someten los pacientes con cáncer de cabeza y cuello son suficientes para la aparición de necrosis
ósea. Por lo tanto, los autores enfatizaron la importancia de identificar ORN en etapa temprana.
Además, las prótesis y los implantes dentales deben considerarse. Un factor de riesgo potencial
para el desarrollo de ORN, puesto que el área irradiada sufre daños celulares y tisulares graves. La
condición del huésped para recibir un implante no solo es desfavorable, sino que también
contraindica tales procedimientos invasivos.
Por otro lado, los pacientes en riesgo (terapia con BF) también pueden presentar
condiciones clínicas asociadas que pueden ser confundidas con: osteítis alveolar, también llamada
alveolo seco, que se produce posterior a la exodoncia, principalmente de los terceros molares
inferiores en los cuales se presenta mayor incidencia. En teoría se puede tratar de una ausencia de
coagulo o la formación del mismo, pero con lisis posterior a su aparición, siendo los principales
factores etiológicos las infecciones bacterianas y la pobre higiene oral (Morales, 2010). Sinusitis
dada por la inflamación de los senos paranasales, los cuales son cavidades huecas donde se puede
acumular moco de manera crónica y éste es drenado hacía la cavidad nasal, pero se supera la
homesostasis, se condensan y se acumulan provocando infección ya sea por bacterias, virus u
hongos, generando dolor irradiado a la cavidad oral y estructuras de la cara. Finalmente,
gingivitis, periodontitis, caries, patología periapical y disfunción temporomandibular,
osteorradionecrosis, tumores óseos, metástasis de los mismos, los cuales deben usarse como
diagnósticos diferenciales (Prado, Carrasco, & Prado, 2011).
Tratamiento de la osteonecrosis de los maxilares
Justificación
Marx et al. (2005) publicaron una serie de 36 casos de exposición ósea maxilar o mandibular por
Bf. Desde entonces se han comunicado numerosos casos y todavía resta esperar muchos más, dada
la amplia difusión de estos fármacos entre la población.
Giribone y Catagnetto (2013) afirman que “cuando el médico tratante decide comenzar un
tratamiento con éstos fármacos, es fundamental que los pacientes sean derivados al odontólogo,
para comenzar con el protocolo preventivo” (p. 56). Todo lo anterior se realiza con la finalidad de
eliminar focos infecciosos y, así, evitarle al paciente una complicación cuando comience el
tratamiento con Bf, pues los resultados en salud son devastadores cuando se presentan estas
reacciones adversas y no se identifican tempranamente los signos y síntomas, no solo por lo que
implica a nivel estructural al perder tejido óseo, sino por el deterioro de la calidad de vida y
desarrollo de las actividades básicas cotidianas.
Surgen muchos interrogantes cuando se trata un paciente con secuelas tanto funcionales
como estructurales importantes y secundarias al uso de Bf, y todo lo que se debe realizar frente a
este paciente que produce un costo social, psicológico y económico para la población y, en
general, su incidencia en el personal de salud. Y aún más teniendo en cuenta el aumento del
consumo de los mismos para las enfermedades que producen fragilidad ósea, ya sea por desgaste,
por la edad, o por historia natural de la enfermedad secundaria a patológicas ostelíticas, siendo los
Bf los medicamentos considerados como Gold estándar para el manejo de dichas enfermedades.
Cada vez se tiene una población más envejecida, lo cual genera un fenómeno de inversión de la
pirámide poblacional, lo que finalmente se traduce en un mayor número de personas que pueden
contar con enfermedades crónicas, emergentes y dadas por la misma edad como la osteoporosis.
Giribone y Catagnetto (2013) revisaron un estudio que se realizó en 2005 donde se
describían 200 millones de prescripciones a nivel mundial, de las cuales 39 millones fueron
consumo por vía oral y, que, además, durante los últimos 7 años anteriores a su estudio, fueron
reportados más de 4000 casos de osteonecrosis de maxilares (ONMB), sabiendo que algunos de
los casos son informados y que existe un subregistro muy grande y secundario sobre el
desconocimiento que se tiene a nivel mundial por los médicos y odontólogos de la reacción
adversa hacia estos medicamentos. Es claro y determinante que, si no se conoce y se aprende a
identificar, nunca se hará un diagnóstico acertado y, por ende, terminará siendo parte de la
estadística de otras patologías asociadas a la ONMB, teniendo en cuenta que también podría darse
un diagnóstico en etapas tardías donde el tratamiento es resección total o parcial del hueso.
Otro factor determinante y que genera discusión desde todos los puntos de vista y para
todas las patologías, es el cambio de los estilos de vida como sedentarismo, consumo de sustancias
psicoactivas, cigarrillo, enfermedades crónicas como HTA y DM, así como Obesidad (enfermedad
del nuevo siglo), entre otras, hacen que se incrementen los factores de riesgo para fragilidad ósea.
Allais, Oliveros, Ingberg, Juncosa y Maurette (2015) afirman en su estudio que, si los
especialistas tuvieran un dominio absoluto de la acción y las consecuencias de estos
medicamentos, se podrían prevenir tratamientos invasivos por el odontólogo tratante o, en su
defecto, realizar dichos tratamientos previos a la medicación con Bf, así como debe existir una
interconsulta previa entre el médico especialista y el odontólogo, para mejorar la calidad de
tratamiento del paciente. Por lo anterior, es de vital importancia los estudios que se puedan
realizar y que amplíen el conocimiento de la patología, pues si se desconoce la existencia de la
asociación entre el consumo de Bf con la osteonecrosis de los maxilares, nunca podrá ser
diagnosticada y, en efecto, no será tratada oportunamente.
Conclusiones
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