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1.

LA ONDA SONORA

Audio es la primera persona del presente de indicativo del


verbo latino “audire” (oír), y en tal sentido se define el objeto de
este libro: la parte de la electrónica relacionada con lo que
oímos. De todas formas, para una mejor y más completa com­
prensión del tema, en el análisis se da entrada también a muchos
aspectos “no-electrónicos”, pues la comunicación audio rara­
mente tiene efecto sin ellos; la simple transmisión de la onda
sonora en el aire y los efectos de los espacios cerrados en el
comportamiento de las ondas sonoras son sólo dos ejemplos.
En este primer capítulo llegaremos a conocer la onda sonora,
pero sin olvidar que no se convierte en sonido hasta que entra en
el oído y produce dentro una sensación.

1.1 LA VIBRACION

La vibración no necesita ninguna introducción: es simple­


mente cualquier movimiento de ida y vuelta rápido. Las ondas
sonoras surgen casi invariablemente de vibraciones mecánicas.
La palabra “vibración” significa oscilación o vaivén, y al vaivén
del péndulo de un reloj recurrimos siempre para representarnos
el movimiento armónico simpleS2/hl) El periodo del movimiento

15
de vaivén de un péndulo depende de su longitud; en tal sentido,
en la figura 1.1 se ha dado al péndulo la longitud precisa para que
tarde un segundo en describir una oscilación completa.
La gráfica dibujada debajo del péndulo es la que trazaría una
punta, sujeta a la lenteja del péndulo, sobre una hoja de papel en
movimiento uniforme (a velocidad constante). Se trata de la
conocida onda senoidal, y por eso la oscilación del péndulo
recibe el nombre de movimiento armónico simple, simplemente
porque su gráfica constituye la forma de onda menos compleja.
En la figura se muestran también la amplitud y el periodo (T)
de la onda. Como en este caso T = 1 segundo, la frecuencia de la
onda, es decir, el número de movimientos de vaivén completos
que describe en un segundo, es:

f = — Hz, en este caso 1 Hz.


T

La oscilación del péndulo no se oye porque el aire circula


acompañando al péndulo. Sólo cuando la frecuencia de oscila­
ción es suficientemente alta (pongamos que por encima de 20
Hz), el aire no tiene tiempo de circular y sus partículas son
comprimidas y enrarecidas alternativamente. Elevemos la fre­
cuencia de la vibración hasta, por ejemplo, la de un diapasón (la
frecuencia de un diapasón “A” es 440 Hz). Al golpear el diapa­
són, la vibración producida puede no ser evidente visualmente,
pero se puede sentir tocando cualquiera de sus varillas. El
diapasón constituye un ejemplo de sistema mecánico vibratorio,
y como tal tiene una resonancia natural que hace que vibre
mejor a una determinada frecuencia. Como nos vamos a encon­
trar muy a menudo con el fenómeno de la resonancia mecánica,
es importante entender sus causas; afortunadamente, dispone­
mos de un fenómeno paralelo en la resonancia eléctrica(2/3-7)’
que nos servirá de guía.
Las piezas con movimiento mecánico tienen elasticidad,
rigidez y masa. Si ésta es la primera vez que se oye hablar de estos

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parámetros, es conveniente familiarizarse con los conceptos de
masa y elasticidad leyendo el Apéndice 1 (A l.l y A l.2). Los
muelles y los demás materiales elásticos tienen elasticidad, que
es el grado en que ceden ante una fuerza aplicada. Lo contrario
es la rigidez, el grado en que no ceden. Podríamos tomar como
ejemplo la diferencia entre los muelles de los colchones y los
muelles de la suspensión de los coches. Los muelles de coche

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Fig. 1.2. Sistema vibrador mecánico simple
son menos elásticos porque tienen que aguantar un peso mayor,
y por lo tanto tienen mayor rigidez (las características concretas
de ambos tipos de muelles son elegidas en función del peso a
soportar). El diapasón constituye también un buen ejemplo,
porque las varillas gruesas tienen mayor rigidez que las delgadas.
En la figura 1.2 se muestra un muelle helicoidal aguantando
un peso. En reposo, el grado de extensión del muelle depende
del tamaño del peso. Si se levanta el peso y se le deja caer, bajará
y subirá y continuará moviéndose así durante un tiempo: el
sistema está en resonancia pero a una frecuencia muy baja. Con
un muelle blando (baja rigidez) el peso se mueve lentamente
pero recorre una distancia considerable, y con un muelle duro o
rígido el movimiento es más rápido pero sus excursiones son
más pequeñas; se pasa por lo tanto de alta amplitud/baja fre­
cuencia a baja amplitud/alta frecuencia. La frecuencia es por lo
tanto proporcional a la rigidez del muelle. No hace falta tener
mucha imaginación para ver que si el peso o la masa aumenta, la
amplitud aumenta y la frecuencia disminye. En la figura se
muestran los análogos eléctricos de la rigidez y la masa; obsérve­
se que el equivalente de la capacidad es la elasticidad, no la
rigidez. La elasticidad se mide por el recorrido del movimiento
provocado por una fuerza determinada, y se expresa en metros
por newton (m/N). En acústica nos encontramos con algunos
valores relativamente pequeños, por ejemplo los 0,01 m /N (10 5
cm/dina) de las agujas de tocadiscos. La masa encuentra su
equivalente en la inductancia. Llevando la analogía un poco más
lejos, vemos que el requisito para tener una frecuencia de reso­
nancia alta es:

electricidad: un producto L x C bajo

.'. mecánica: un producto masa x elasticidad bajo

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20
Fig. 1.3. Generación de una onda sonora
masa
que también se puede expresar diciendo que la relación ^
rigidez
debe ser baja o la relación ---------- alta. Estos parámetros son
masa
importantes en el diseño de los diafragmas de micrófono o de
altavoz (capítulo 5).

1.1.1 Generación de una onda sonora

La secuencia de dibujos de la figura 1.3 muestra la genera­


ción de una onda sonora. El hecho de que los arcos sean equidis­
tantes, como en (i), indica que la presión del aire a lo largo de la
distancia 1 es constante. En (ii), una varilla de diapasón en
vibración ha comprimido el aire adyacente, y los arcos dibujados
más apretados así lo muestran. El aire ha sido comprimido
porque al tener inercia (incapacidad para moverse rápidamente),
no puede circular acompañando a la varilla del diapasón. A
título de ejemplo, baste decir que el tiempo que tarda una varilla
de un diapasón de 440 Hz en desplazarse desde su posición
central de reposo a la mostrada en la figura es —— x —-— se-
4 440
gundos, algo más de medio milisegundo. Todos los gases, y el
aire es uno de ellos, se oponen al cambio de volumen, de ahí que
la bolsa de aire comprimido se expanda comprimiendo el aire
que hay a su derecha, y como éste hace a su vez lo mismo, la
comprensión se desplaza hacia la derecha. Por efecto de su
elasticidad, la varilla se mueve ahora hacia la izquierda, redu­
ciendo con ello la presión del aire hasta el punto de dar lugar a
una bolsa de enrarecimiento, como muestra (iii).
La continuación de este proceso origina una serie de ondas
alternativamente comprimidas y enrarecidas que se desplazan
desde la varilla del diapasón hacia afuera. Las partículas de aire
que se encuentran en el camino de la onda son desplazadas
rápidamente hacia adelante y hacia atrás; queda así impresa en
ellas la vibración original. Como las partículas se mueven hacia
adelante y hacia atrás en la dirección del desplazamiento de la

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onda, este tipo de onda recibe el nombre de longitudinal (que
corre a lo largo). Merece la pena destacar dos puntos de especial
interés: (1) Que las partículas de aire no se desplazan junto con la
onda, porque el aire está quieto; simplemente vibran alrededor
de sus posiciones de reposo; (2) que para la transmisión de las
ondas sonoras se necesita un medio\ no pueden viajar en el
vacío.

El diapasón puesto como ejemplo en la sección anterior


tiene una frecuencia natural de oscilación. Como las varillas
metálicas tienen elasticidad, si se desplaza una de su posición de
reposo y se la suelta después, volverá a su posición normal, y,
como consecuencia de su momento de inercia, la rebasará.
Cuanto mayor es esa sobre-elongación mayor es la tensión
restauradora del metal, luego la sobre-elongación es limitada y
la varilla llega a un punto de equilibrio; pero vuelve inmediata­
mente hacia atrás, hacia la posición normal, y su momento de
inercia la empuja hacia adelante en el sentido del desplazamien­
to inicial. La continuación de este proceso es la vibración, pero
sin ayuda exterior la vibración se extingue inevitablemente.
Analizando este fenómeno con mayor profundidad surge la
evidencia de que el diapasón (o cualquier cosa en vibración)
tiene una energía, impartida por la fuerza que produjo el despla­
zamiento inicial, por lo que podemos considerar que tal sistema

vibratorio tiene una cierta Q<2/3-4), siendo — la fracción de


Q
energía perdida en cada ciclo por la fricción del material y por el
trabajo realizado para mover las partículas de aire contiguas. La
similitud con el circuito oscilador eléctrico empieza a aparecer,
porque también aquí la Q está relacionada con la pérdida de
energía. Si se pierde una cierta fracción de la energía del diapa­
són por ciclo, la cantidad total de energía que queda en un
determinado momento es proporcional a la que había al princi­
pio del ciclo. He aquí una razón suficiente para sospechar que
estamos ante una función exponencial(1/A4 En la figura 1.4
se muestra una gráfica que ilustra lo que puede pasar en un

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Fig. 1.4. Vibración amortiguada
diapasón; recibe el nombre de oscilación o vibración amortigua­
da. En este ejemplo concreto, la amplitud del movimiento de las
varillas desciende desde su nivel máximo hasta aproximada­
mente la décima parte en algo menos de 5 segundos. Está claro
que en un dibujo de este tipo no se puede reproducir totalmente
una vibración de 440 Hz; nos tenemos que conformar con unos
cuantos ciclos. La amplitud de la vibración cumple la ecuación
de dos variables coswt, que es la onda normal (de frecuencia
f = —— multiplicada por el factor de decaimiento e-fT (y es la
2 n
letra griega gamma), y es un parámetro complejo, pero lo que
nos importa ahora es saber que es inversamente proporcional a
Q, luego si Q aumenta, y disminuye y e-^ aumenta(2/A4-2), lo
que significa sencillamente que una Q alta da lugar a una veloci­
dad de decaimiento más baja y viceversa; un resultado inespera­
do sobre todo en vista de nuestra experiencia con la Q de los
circuitos eléctricos.

1.1.2 Resonancia

Como en los circuitos electrónicos, la resonancia aparece


cuando se imparte a un material en vibración a la frecuencia
natural suficiente energía para reponer las pérdidas. La energía
debe ser suministrada, preferiblemente pero no necesariamen­
te, en cada ciclo y, como vimos al estudiar la resonancia eléctri­
ca, debe estar en faseí2/3-7\ porque en caso contrario amortigua
la vibración en vez de ayudarla. Los tubos del órgano proporcio­
nan un buen ejemplo; ya veremos en la sección 3.2.1 que el
volumen de aire encerrado en un tubo tiene su propio periodo
de vibración particular (es decir, su propia frecuencia natural), y
por eso da la nota particular de ese tubo. En consecuencia, al
aplicar variaciones de presión al aire del tubo a su frecuencia
natural se refuerza la vibración del aire, hay resonancia, y la nota
suena.

24
Los estudios de este fenómeno se remontan a los principios
del siglo dieciocho, cuando Hermon von Helmholtz, un físico y
matemático alemán, hizo una gama de “globos sonoros” con
pequeñas aberturas. No sólo vio que cada uno respondía a su
frecuencia particular, sino que además detectó la presencia de
vibraciones armónicas. Desde entonces se utiliza con frecuencia
el término resonador de Helmholtz para definir una caja con aire
resonando en su interior.

1.1.3 El espectro acústico

El espectro acústico es, en pocas palabras, la gama de fre­


cuencias que podemos oír, desde 20 hasta 20.000 Hz aproxima­
damente. Algunos individuos tienen oídos que no responden a
toda la gama de frecuencias, pero en cualquier caso el estudio de
nuestras deficiencias auditivas se reserva para el capítulo si­
guiente. La figura 1.5 muestra el espectro acústico y su relación
con el teclado del piano. Incluimos la escala del piano para dar
un toque de realismo; se explica con más detalle en la sección
8 . 1. 2 .

1.2 VELOCIDAD DE LAS ONDAS

Las ondas de radio y la luz tienen una velocidad de propaga­


ción fija, independiente del medio por el que se desplazan. No
ocurre así con las ondas sonoras, cuya velocidad es variable, con
la particularidad de que son las propiedades físicas del medio las
que la determinan. Cuanto más resiliente es el medio (que tiene
elasticidad, ver A1.2) a mayor velocidad viajan las ondas sonoras
por él; por el contrario, los medios densos o compactos reducen
la velocidad. Aunque nos interesa sobre todo la velocidad de
propagación en el aire, la fórmula básica para cualquier gas es:

velocidad de propagación, c = ZUL.


/ P

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26
Fig. 1.5. Espectro acústico
donde y es la relación entre el calor específico a presión cons­
tante y el calor específico a volumen constante,
p es la presión permanente del gas en N /m 2,(1/A9-2ty
p (la letra griega ro) es la densidad del gas en kg/m3.
(Para más información relativa a fuerzas y presiones, ver A l. 1).

El parámetro y necesita una pequeña explicación. El calor


específico es la cantidad de calor necesaria para elevar en una
cuantía determinada la temperatura de una masa de una sustan­
cia en comparación con la cantidad de calor necesaria para una
masa igual de agua. Los gases se expanden considerablemente
cuando se calientan, luego si se mide el calor específico con el
gas encerrado en un recipiente cerrado, al subir la temperatura
sube la presión del gas. Ese es el calor específico medido a
volumen constante, y luego está el calor específico medido a
presión constante, designados por Cvy Cp, que son de hecho dos
valores distintos. Los círculos de la figura 1.6, que representan
los efectos de las dos formas de medición en un volumen
determinado de gas, ayudan a apreciar la diferencia. Si midiéra­
mos Cpy Cvveríamos que el primero es mayor que el segundo; la
diferencia es el trabajo externo (en forma de calor) necesario
para que el gas se expanda desde V hasta V’, o, a la inversa, el
calor que sería generado por la compresión de V’ hasta V. y es la
Cp
relación de los dos calores específicos, —— y en cierta forma es
V-"v

la medida de la compresibilidad del gas. De la fórmula se deduce


que cuanto mayor es el valor de y mayor es la velocidad de la
onda sonora. Para el aire y es 1,403, y asignando a p, la presión
permanente “normal” en la superficie terrestre, el valor 101333
N /m 2(igual a 760 mm de mercurio), y a p, la densidad del aire a
0°C, el valor 1,2927,
1,403 x 101333
c= = 331 m/s.
1,2927
Este es un valor de referencia a 0°C. Para otras temperaturas
se han deducido y comprobado experimentalmente otras fór-

27
muías, como c = 331,45 + 0,607T m/s, donde T es la temperatu­
ra en °C por encima de 0 (hasta 20°C); de aquí se deduce que a
20°C c = 344 m/s, una cifra media para uso general.
Hay que tener en cuenta que la densidad de un gas es
proporcional a la presión y, por lo tanto, al cambiar p cambia
también p, luego la velocidad es menos sensible a los cambios de
presión que a los cambios de temperatura.
El caso del hidrógeno es interesante, pues aunque tiene una
y del mismo orden que el aire, tiene una densidad extremada­
mente baja, aproximadamente 0,09 kg/m3, luego c = 1270 m/s a
0°C, casi cuatro veces la velocidad de propagación en aire.
Para la mayoría de los líquidos hay un valor de “compresibili­
dad” constante, K, utilizable en la fórmula general

c= m/s, donde K = 47,9 x 10-8.

Por ejemplo, para agua fría p = 1, luego

Por lo tanto, las ondas sonoras se desplazan más rápidamen­


te en agua fría que en aire, y más rápidamente todavía en agua de
mar (1.500 m/s aproximadamente), un hecho de especial interés
en los sistemas de sonar (detección submarina mediante ondas
sonoras). En el caso de los sólidos, su forma puede ser importan­
te, porque se pueden elegir sus dimensiones en función de la
longitud de onda A = y j, como en el caso de las ondas de
radio, lo que complica el asunto considerablemente. En el caso
del acero en barra, la velocidad de propagación de las ondas es
del orden de 5.000 m/s, ciertamente alta en comparación con la
del aire. En el caso del plomo, la velocidad es de aproximada­
mente 1.250 m/s, un efecto claro de su mayor densidad.

28
1.2.1 El efecto Doppler

El efecto Doppler (llamado así en honor del físico y matemáti­


co austríaco Christian Doppler) describe el cambio aparente de
la frecuencia de un sonido cuando la fuente y el receptor están
en movimiento relativo mutuo, algo que podemos ya ver en
nuestra vida diaria. (En el siguiente capítulo veremos que debe­
ríamos hablar realmente de variación del tono del sonido, pero
esto es de menor importancia en este momento). El efecto
Doppler es más evidente cuando los sonidos están generados
por vehículos en movimiento, por ejemplo, el pitido de un tren,
la sirena de un coche de policía o de una ambulancia, etc., casos
en que la fuente está en movimiento pero el receptor está
inmóvil. Cuando la fuente se acerca al receptor, las crestas de las
ondas sonoras llegan un poco antes de lo que cabría y la frecuen­
cia aparente aumenta, y cuando la fuente se aleja la frecuencia
aparente disminuye. Supongamos que la fuente está emitiendo

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una onda sonora a una frecuencia de f hercios. Si es estacionaria,
habría f ondas en la distancia recorrida por el sonido en un
segundo, que serían c metros. Sin embargo, si la fuente se está
moviendo a una velocidad, v m/s, recorre v metros hacia el
receptor en un segundo, luego las f ondas quedan comprimidas
en una distancia c - v metros.

c —V
.'. Longitud de onda aparente, Aa = ------- m, de donde,

c c
Frecuencia aparente, fa = — ------------- f Hz
K c- v

Paralelamente, si la fuente se aleja del receptor;

fa = - 9— • f Hz
c+ v

Para apreciar este fenómeno de una forma práctica, supongamos


que un coche de policía se acerca a nosotros a 70 km/h haciendo
sonar la sirena;

70 y lo 3
entonces, 70 km /h = — = 19,44 m /s (=v)
3600

y el aumento fraccional de la frecuencia es

c 344
1,0598
c —v 344 — 19,44

que, como veremos después (sección 8.1.2 y figura 8.1), corres­


ponde casi con exactitud a una subida de un semitono (en la
escala musical, el paso de B a C, de E a F o al agudo de cualquier
nota). Obsérvese, sin embargo, que cuando el coche se aleja de
nosotros a la misma velocidad, el descenso de la frecuencia es
menor.

30
1.3 CANTIDADES ACUSTICAS

En electrónica, donde la corriente circula normalmente por


un hilo, es fácil dirigirla y manipularla, y fácil también hacerla
llegar precisamente donde se desea. La onda sonora es un
mundo completamente distinto, porque aunque la ciencia acús­
tica está erigida en torno al mismo marco de frecuencia y ampli­
tud, la onda es libre y si se la deja se expande siempre en todas
direcciones. La medición de los parámetros de la onda sonora es
por lo tanto mucho más complejo, pero no demasiado difícil si
pensamos en algunos equivalentes eléctricos con los que esta­
mos familiarizados. Dos parámetros de la onda sonora que
tienen paralelos en la electrónica y son de gran utilidad a efectos
de evaluación de la onda son la presión sonora, p, y la intensidad
sonora, I.

1.3.1 La presión sonora

Es obvio que las compresiones y los enrarecimientos de una


onda sonora pueden ejercer una fuerza alterna sobre una m em ­
brana o diafragma. Ahora bien, la fuerza no actúa en un punto
sino en una superficie, y por eso se expresa la presión sonora
como la fuerza ejercida por superficie, de un plano generalmen­
te perpendicular a la dirección de desplazamiento de la onda. En
la actualidad, la unidad utilizada es el Newton por metro cuadra­
do (N/m2). Al ser una cantidad alterna, hay que decir también si
el valor medido es pico, eficaz, o dar alguna otra descripción de
la forma de onda, lo que dependerá en gran medida de las
características de las ondas sonoras: si son de amplitud constan­
te o si, como en el caso del habla o de la música, su forma, su
amplitud y su frecuencia varían constantemente. No complica­
remos esta sección con las características citadas en último
lugar; nos limitaremos a analizar los hechos de una forma general.
La presión sonora es la fluctuación de la presión atmosférica
producida por la onda sonora. Su paralelo en electrónica es la

31
presión eléctrica, la tensión. Es más conveniente usar en este
caso la unidad logarítmica, el decibelio^2-') para cuantificar las
presiones sonoras (el oído tiene tendencias logarítmicas), y por
lo tanto se necesita partir de un nivel de referencia, p0, aceptado
por todos. Utilizamos como nivel de referencia la presión sonora
que coincide aproximadamente con el umbral de la audición
correspondiente a sonidos de 1.000 Hz, que sería la presión
mínima ejercida por una onda sonora de 1.000 Hz en el tímpano
del oído pero suficiente para que el sonido sea audible (la
audición se analiza con más detalle en el capítulo siguiente). La
acústica auditiva ha considerado que esa presión de referencia es
2 x 10'5N /m 2, un valor aceptado ya internacionalmente, aunque
todavía es posible encontrar en algunas publicaciones un valor
ligeramente distinto, 2,04 x 10_5N /m 2. Para dar cierto sentido a
este valor de referencia cabe decir que un cuchicheo producido a
una distancia de uno o dos metros crearía en el oído del receptor
una presión sonora por lo menos diez veces mayor.
Los lectores que hayan estudiado ya este tema recordarán
posiblemente otra unidad de presión sonora, la dina por centí­
metro cuadrado; con esa unidad la presión de referencia, p0,
sería de 2 x 10~4dinas/cm2, es decir, 0,0002 dinas/cm2 (ver tam­
bién A l.l).
El nivel de presión sonora se define por lo tanto como

20 log10 dB

donde p es la presión y p0 la presión de referencia, ambas en


N /m 2. Obsérvese que la fórmula es 201og en vez de lOlog, pues
la presión está emparentada con la tensión, no con la potencia.
Su uso frecuente en acústica ha hecho que se generalice la
utilización de las siglas SPL (Sound Pressure Level) para hablar
de nivel de presión sonora.
En la sección 1.3.3 analizaremos los niveles de presión sono­
ra prácticos típicos.

32
1.3.2 La intensidad sonora

La intensidad de una onda sonora es la energía o potencia


acústica que atraviesa una superficie determinada; como en el
caso de la presión, se considera que la superficie está en un plano
perpendicular a la dirección de la onda sonora. Al igual que en
los circuitos eléctricos, donde la potencia varía en función del
cuadrado de la tensión, también la potencia acústica varía en
función del cuadrado de la presión sonora. La relación entre
ambas magnitudes viene dada por la fórmula Intensidad sonora,
p2
I = ------ vatios por metro cuadrado (W /m2), donde
pe
p es la presión sonora en N /m 2
p es la densidad del medio en kilogramos por metro cúbico
(kg/m3)
c es la velocidad de propagación en ese medio particular, en
metros por segundo (m/s).
La intensidad sonora en el umbral de la audición, I0, es
10-|2W /m 2, luego

Nivel de intensidad sonora = 10 log10 dB

donde I es la intensidad y I0la intensidad de referencia en W /m 2.


Como p0 e I0 se refieren ambas a la misma referencia (el umbral
de la audición), la medición de cualquier onda sonora concreta
da numéricamente el mismo resultado para el nivel de intensi­
dad que para el nivel de presión: un nivel de presión sonora de x
dB es equivalente a un nivel de intensidad sonora de x dB. Un
ejemplo puede ayudar a poner las cosas en claro. Supongamos
que la intensidad sonora generada por un coche es de 10^ W /m 2
(10_5W /m 2); en decibelios por encima del nivel de referencia (0
dB = 10 l2W /m 2), serían,
10 5
Nivel de intensidad sonora = 10 log 10 log 107 = 70 dB
10-'2

33
(Casi siempre resultan valores positivos, porque por debajo
de 0 dB no se oye nada).
De aquí se puede deducir la presión sonora, p, porque el SPL
es también 70 dB.

Por lo tanto, como SPL = 20 log — dB


Po
P P
.'. 70 = 20 log
2x lO"5 2x 10-5
P
.'. antilog 3,5 =
2xl0-5

.-. p = 3162 x 2 x 10“5 N /m 2 = 0,06324 N /m 2.

También podríamos utilizar la fórmula que relaciona la in­


tensidad y la presión. Considerando que el medio es el aire:

pe

Siendo I en este caso 10‘5W /m 2.p para el aire « 1,2 kg/m3,


y c ~ 344 m/s.
Luego, p = -j/Ipc N /m 2= y ^ lO ^ x 1,2 x 344 = 0,06425 N/m 2
Las respüestas no coinciden exactamente debido a las apro­
ximaciones de partida.

1.3.3 Niveles sonoros prácticos

Para poner en relación las fórmulas de esta sección 1.3 y dar


un toque de realismo a lo que de otra forma puede parecer una
serie de cifras carentes de significado, la figura 1.7 hace una
presentación compuesta de los niveles de presión sonora, de
intensidad y de decibelios de varios ejemplos prácticos. Este

34
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P* CO O) T- T-
O °. o o o b ó ó ó ó ó
«- «- o o
Fig. 1.7 . Niveles sonoros

CO M CO M C0 M

Zi u / M bjo uo s pep|S 0iu |

35
último muestra en cierta medida la realidad, aunque en ningún
caso es exacto pues incluso los umbrales de la audición y del
dolor (analizados en el capítulo 2) varían considerablemente de
una persona a otra. De todas formas, es muy útil ir familiarizán­
dose con las cifras, especialmente con las del nivel de presión
sonora porque es el de uso más extendido.

1.3.3.1 Efectos de la distancia

Para mayor simplicidad hemos estudiado la intensidad y la


presión sonora de la zona plana. La onda se puede considerar
plana a cierta distancia de la fuente, pero a distancias cortas la
onda es, en la práctica, más esférica que plana; de hecho, la onda
generada por una fuente puntual y transmitida sin obstrucciones
(en lo que se llama radiación a campo libre) es realmente esféri­
ca, hecho que se puede apreciar mejor en la figura A l.l del
apéndice A l.3. El apéndice muestra también que la potencia
(W) varía en razón inversa al cuadrado de la distancia cuando la
energía se transmite en todas las direcciones a partir de una
fuente puntual, una observación de gran valor porque demues­
tra cuán rápidamente se atenúa una onda sonora a lo largo de su
recorrido. Sin embargo, como W «p2 y por lo tanto p^^/W ,
si se deduce que p-*-^-, lo que quiere decir que la
presión sonora no sigue la ley del inverso del cuadrado (de la
distancia) sino la ley del inverso de la distancia.
La prueba de que estamos en lo cierto se puede conseguir
aplicando estas dos leyes cuando la distancia es, por ejemplo, la
mitad. En este caso:
(i) la intensidad sonora, I, aumenta cuatro veces, y el nivel
de intensidad sonora en decibelios aumenta por lo tanto 10 log4
decibelios = 10 x 0,6020 = 6,02 dB.
(ii) la presión sonora, p, se dobla, luego el nivel de presión
sonora (SPL) aumenta 20 log2 = 20 x 0,3010 = 6,02 dB.

36
Permanece intacta por lo tanto la equivalencia de niveles de
la figura 1.7.

1.3.4 Desplazamiento y velocidad de las partículas

En la sección 1.1.1 dijimos que la acción de una onda sonora


a su paso por un gas consistía en imponer un movimiento
oscilatorio a las moléculas o partículas del gas(1/1-1-)- Una medi­
da del efecto de una onda sería por lo tanto la velocidad que
imprime a las partículas. La existencia de una relación entre la
velocidad de partícula y la presión sonora se deriva del hecho de
que es precisamente el movimiento o velocidad de las partículas
el que crea la presión, porque sin movimiento no hay presión.
Por lo tanto, la velocidad y la presión están directamente relacio­
nadas, como veremos en las fórmulas que encontraremos. La
figura 1.8 muestra la relación entre ambas magnitudes en un
ciclo de una nota pura; no debemos olvidar que estamos hablan­
do de velocidad de las partículas, no de velocidad de la onda. En
la parte superior de la figura hay siete pequeños diagramas que
muestran las fases de la oscilación de una sola partícula con
respecto a su posición “normal” (indicada por una línea de
trazos vertical). Las fases están identificadas por la notación (i) a
(vii) y suceden según una secuencia temporal que es función de
la frecuencia de la onda sonora que pasa.

Partimos de la suposición de que la partícula está ya en


movimiento, y en (i) está desplazándose por su posición normal,
que corresponde en la oscilación del péndulo al paso por su
posición de reposo, cuando de hecho es mayor la velocidad. Lo
mismo ocurre en (v) y en (vii), aunque en (v) el sentido del
desplazamiento es el contrario.
La posición (iii) es equivalente a la posición del péndulo en
su carrera máxima, donde debe hacer una pausa para cambiar de
sentido. En la pausa su velocidad es cero; como se ve, la partícu­
la ha recorrido una distancia máxima pero tiene una velocidad

37
38
Fig. 1.8. El desplazamiento de las partículas y la presión sonora
cero. La posición (vi) es similar, y las posiciones (ii) y (iv)
muestran la situación en puntos intermedios. La gráfica de línea
continua inferior representa a la vez la velocidad y la presión
sonora; al compararla con la de trazos, correspondiente al des­
plazamiento, se ve claramente la diferencia de fase de 90°. La
fórmula que las relaciona es:

velocidad de partícula, u = —— m/s


pe

donde p = presión sonora en N /m 2


p = densidad del gas en kg/m3
c = velocidad de la onda en m/s.
Pongamos un ejemplo. Sea una onda de SPL = 70 dB,
equivalente a una presión sonora de 0,063 N/m 2(figura 1.7), que
se desplaza en aire a 20° (p = 0,063 N /m 2, p = 1,2 kg/m3, c = 344
m/s). En este caso,

u = — ------- = 1,526 x 10~4 m/s,


1,2x344

que es, en efecto, una fracción pequeña de 1 mm por segundo.


El desplazamiento de partícula, llamado también amplitud de
partícula, es el producto de la velocidad de partícula por el
tiempo. Como el periodo de una onda es inversamente propor­
cional a su frecuencia, también lo es el desplazamiento. La
fórmula es

Desplazamiento, d = — —
2 ni

donde u = velocidad de partícula en m/s


f = frecuencia en hercios.
La transmisión de las frecuencias bajas exige por lo tanto
desplazamientos mayores.

39
Para la misma presión sonora que antes, un tono puro de
1.000 Hz producirá un desplazamiento de partícula
1 x 10‘4
d = —---------------- = 2,4 x 10-8 m ó 2,4 x 10-5 mm.
2 /rx 1000
La presión sonora con la que estamos operando es eficaz,
pero muchas veces nos interesa conocer el desplazamiento cres­
ta a cresta para mostrar la oscilación máxima de las partículas,
que es por lo tanto 2,4 x 10_s x 2-J~2 {-/2 es la relación valor
pico/valor eficaz de una onda senoidal*221 3-3), es decir, 6,8x 10-5
mm, menos de una diezmilésima de un milímetro. El desplaza­
miento no siempre es tan pequeño; en el extremo superior de la
escala de la figura 1.7, correspondiente al umbral del dolor a 40
Hz, el desplazamiento cresta a cresta es superior a medio
milímetro.
La velocidad de partícula tiene en el campo de la electricidad
cierta similitud con la intensidad, por lo que el producto de la
presión sonora, p, por la velocidad de partícula, u, da la potencia
sonora;

I = p.u

que nos hace retroceder a la fórmula correspondiente a la inten­


sidad o potencia sonora, a saber:

P2
I
pe

de donde, como u ----- , 1 = p.u


pe

Siguiendo el paralelismo con la Ley de Ohm, que dice que


voltios2 .
vatios = — :— , pe se conoce a veces como ¡mpedancia caracte-
ohmios
rár/ca*526-1-2) del medio, siendo la unidad el ohmio acústico, pe

40
es sensible a la temperatura y la presión del aire, pero ha sido
aceptado por todos un valor de 407 ohmios acústicos para el aire
en condiciones normales. El valor aproximado de 400 ohmios es
más importante, porque con él la intensidad sonora de referen­
cia, 10~(i)l2W /m 2, y la presión sonora de referencia, 2 x 10“5N /m 2,
coinciden exactamente, porque

pe

(2 x 10~5)2 4 x 10-'°
10-'2 W /m 2.
400 400

1.3.5 Resumen

Los elementos de acústica presentados en esta sección 1.3


son de un valor inestimable para comprender la mecánica de los
transductores y de los generadores de sonido, por lo que es de
suma utilidad centrar aquí algunos de los puntos más sobresa­
lientes.
(i) La velocidad de propagación de una onda sonora varía en
función del medio por el que viaja la onda. Suele ser el aire, y en
el aire la velocidad en condiciones normales es 344 m/s.
(ii) La presión sonora es análoga a la tensión de los circuitos
eléctricos. Se define en términos de fuerza por unidad de super­
ficie, en la actualidad en newtons por metro cuadrado (N /m 2).
Para mayor comodidad se utiliza generalmente una escala loga­
rítmica de niveles de presión sonora, que da el nivel en decibe-
lios por encima del nivel de referencia de 2 x 10_5N /m 2(O dB).
(iii) La intensidad sonora es la potencia acústica que pasa por
una superficie, en vatios por metros cuadrado (W /m2). Varía en
función directa del cuadrado de la presión sonora y en función
inversa de la densidad del gas (o el material) y de la velocidad de

41
propagación. Como en el caso de la presión sonora, se utiliza
una escala logarítmica.
(iv) Lo que crea presión sonora es la velocidad de las partícu­
las generada por una onda sonora. La velocidad varía en función
inversa de pe, el producto de la densidad del gas por la velocidad
de la onda. En la analogía con los circuitos eléctricos, pe tiene
cierta equivalencia con la impedancia, y como la presión sonora
tiene cosas en común con la tensión, la velocidad de partícula se
puede considerar equivalente a la intensidad, porque, como se
ha visto en la sección 1.3.4, la velocidad, operando con la
impedancia acústica del medio, da lugar a la presión (por la Ley
de Ohm, I x Z = V).
(v) El desplazamiento de partícula o amplitud de partícula
es proporcional a la velocidad de partícula y a la longitud de
onda, y es, por lo tanto, inversamente proporcional a la frecuen­
cia de la onda.
La figura 1.8 representa gráficamente la presión, la velocidad
y el desplazamiento. En este momento no podemos ver todavía
la relevancia práctica de parámetros como la velocidad de partí­
cula, por ejemplo, pero más adelante quedará clara (cabe decir, a
título de ejemplo, que hay un tipo determinado de transductores
llamados micrófonos de velocidad).

1.4 LOS EFECTOS DE UN OBSTACULO

Las condiciones de campo libre no se dan normalmente. En


uno u otro momento, la onda sonora encuentra alguna barrera u
objeto en su camino; surgen entonces la absorción, la reflexión y
la difracción. A causa de las variables no-cuantificables involu­
cradas, no es posible tratar aquí el tema con cierto grado de
precisión o profundidad, pero, de todas formas, con un estudio
basado en el sentido común quedarán suficientemente claros
sus principios generales.

42
1.4.1 Absorción

Es una suerte indudable que todos los sonidos se extingan


como consecuencia de la absorción. Si una onda sonora se topa
con una superficie porosa, pone en movimiento el aire del
interior de las diminutas cavidades y la energía se disipa en sus
paredes. Si el material es fibroso, no sólo disipan energía las
cavidades, sino que las fibras, si son forzadas a entrar en vibra­
ción, absorben también energía de la onda. Además, también
pueden vibrar superficies enteras, por ejemplo, las de un panel
de madera delgado. La energía acústica se disipa tanto en forma
de calor como en forma de la energía mecánica necesaria para
poner los materiales en movimiento. En la figura 1.9 se dan
datos relativos a materiales absorbentes de sonido. El coeficiente
de absorción expresa el valor del material como absorbedor de
sonido; un coeficiente 1,0 indica que absorbe toda la onda
sonora y un coeficiente 0 significa por el contrario que no
absorbe nada. En la figura se puede observar que el coeficiente
de absorción de algunos materiales varía significativamente con
la frecuencia, y que son grandes las diferencias entre las pocas
curvas mostradas. A título de ejemplo, en la gama de frecuencias
medias la espuma de poliuretano absorbe casi toda la onda
sonora que llega a ella, mientras que el cristal no absorbe prácti­
camente nada, lo que era de esperar porque la superficie lisa de
un cristal no es ni porosa ni fibrosa. Con curvas características
como éstas se seleccionan los materiales más eficaces para el
amortiguamiento acústico de locales (ver capítulo 4).

1.4.2 Reflexión

Si la energía de una onda sonora no es transmitida a un


objeto que encuentre en su camino ni tampoco absorbida, se
deduce que debe ser reflejada. Hay un paralelismo con la trans­
misión por línea, donde una señal que se desplace por una línea
mal terminada no es absorbida completamente y por lo tanto se

43
44
uopjosqe ap eiuepjjsoQ
Fig. 1.9. Coeficientes de absorción
pierde por reflexión<5/6-1 4) El análisis matemático de la línea
eléctrica es exacto, pero si intentáramos hacer lo mismo en el
caso de la transmisión acústica nos encontraríamos con proble­
mas, porque aunque también aparecen ondas estacionarias y
hay nodos y antinodos de presión y de desplazamiento, la onda
sonora que, por ejemplo, produce un eco contra un acantilado,
choca contra el obstáculo en una gran superficie y es reflejada en
todas las direcciones. Estas condiciones son menos explícitas
que las de las líneas eléctricas, donde la onda reflejada sólo
puede discurrir por el mismo camino que la onda incidente. De
todas formas, se puede hacer una demostración práctica del caso
acústico proyectando una onda sonora de un tono puro contra
un objeto del que resulta reflejada a lo largo del camino inciden­
te. Un oyente podría entonces percibir las características de la
onda a lo largo del camino por las subidas y bajadas de la
sonoridad que notaría el oyente al desplazarse entre la fuente y
el reflector. Con un micrófono y un aparato de medida se
eliminarían los errores subjetivos.

1.4.3 Difracción

En esta sección y la siguiente estudiaremos los efectos de los


objetos dispuestos en un campo sonoro y descubriremos la
importancia de las dimensiones del objeto con respecto a la
longitud de onda del sonido. Para ver los resultados de una
forma práctica, merece la pena recordar que a una velocidad de
344 m/s

una frec. de 100 Hztiene una long. de onda de 3,44 m


” ” ” 1.00 Hz ” ” ” ” ” ” 34 cm
” ” ” 10.000 Hz ” ” ” ” ” ” 3,4 cm

La difracción se puede analizar de la forma simplificada, pero no


por ello menos instructiva. Considérese un obstáculo cuyas
dimensiones son del orden de la longitud de onda de la onda

45
sonora incidente. Hay algo de reflexión, que en estas condicio­
nes concretas tiene lugar en todas las direcciones, y el resultado
final es un aumento de la presión frente al objeto, porque ahí
están presentes tanto la onda incidente como la reflejada, y una
consiguiente distribución anormal de la presión sonora a los
lados del objeto y detrás de él. El objeto interfiere por lo tanto la
dirección original de propagación de la onda por su efecto en la
distribución de presiones. Este fenómeno se conoce con el
nombre de difracción, y es de sumo interés porque afecta a los
micrófonos, y a los altavoces, e incluso a nosotros mismos
cuando escuchamos, porque se da una difracción alrededor de la
cabeza.

1.4.4 El efecto obstáculo

Una vez sobrepasado un objeto, la distribución irregular de


la presión tiende a igualarse, pero, de todas formas, justo detrás
del objeto no hay prácticamente ninguna onda. Adueñándonos
de la terminología de la luz, decimos que el objeto ha arrojado
una sombra, en este caso una sombra acústica. Ahora bien,
cuando se trata de una onda de baja frecuencia, el tiempo que
tarda una zona de compresión o enrarecimiento en pasar un
punto determinado es relativamente largo (10 ms a 100 Hz),
luego la dispersión de la onda a uno y otro lado de la zona en
sombras se realiza con más facilidad que en el caso de una onda
de alta frecuencia, en la que las compresiones y enrarecimientos
se suceden con mayor rapidez. El resultado es que la longitud de
la sombra formada detrás del objeto es despreciable para longi­
tudes de onda considerablemente superiores a las dimensiones
del objeto pero significativa cuando la longitud de onda es igual
o menor que esas dimensiones. En este caso, la presión sonora
que hay detrás del objeto es muy baja hasta cierta distancia del
objeto, donde la dispersión lateral a estas frecuencias “rellena”
la sombra. Este fenómeno se conoce con el nombre de efecto
obstáculo.

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