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Universidad de la República

Facultad de Psicología

Trabajo final

Autoras: Sambran Alonso, Alejandra Carolina C.I. 4.240.882-2


Vera Pulpeiro, María del Rosario C.I. 3.802.456-5

Instituto: ​Psicología, Educación y Desarrollo Humano


Seminario optativo: Corresponsabilidad de género y cuidados tempranos.
Perspectiva pedagogía de la crianza
Código: OG814
Docente: Akar Moreno, Alejandra Teresita
Semestre Impar 2019
ÍNDICE

Resumen……………………………………………………………….Pág. 2

Introducción y problemática a abordar………………………………...Pág. 2

Contextualización y fundamentación………...………………………...Pág. 3

Análisis………………………………………………………………....Pág. 6

Conclusiones…………………………………………………………...Pág. 10

Bibliografía……………………………………………………………..Pág. 12

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Resumen

Ya que la maternidad siempre ha sido considerada como función primaria e innata en


la crianza del niño, asignándole a esta la función del cuidado y relegando a un segundo plano
la función paterna como simple proveedora es que nos proponemos analizar, problematizar y
deconstruir esta visión abordándola desde una perspectiva de género donde se puedan pensar
y contextualizar dichas significaciones.

Para ello nos planteamos el presentar primeramente y de forma cronológica un


recorrido histórico donde se haga visible la mutación que estos términos han sufrido a lo
largo de los años. Para desembocar en una visión contemporánea de estos términos, donde se
pueda abordar la articulación de estos conceptos en yuxtaposición al diario vivir y en
conjunto a la perspectiva y trabajos de diversos autores.

Palabras clave: ​maternidad, paternidad, género.

Introducción y delimitación de la problemática a abordar

Partiendo del entendido que la maternidad, como lo expone Cigarroa (2011) “fue
considerada durante mucho tiempo como una función de carácter instintivo, arraigada en la
estructura biológica de la mujer” (p.65), es que nos proponemos analizar la otra cara de este
proceso. La paternidad como función fundante y constitutiva en el proceso de maduración del
niño. Tomando como punto de partida la inquietud de develar y lograr construir un relato en
torno a ​¿​Cómo vive el hombre su paternidad en el siglo XXI?

Se podría afirmar de manera simplista que la paternidad es la condición del hombre


que ha sido padre, pero no se puede dejar de lado que esta (al igual que la maternidad) es una
construcción socio-histórica que ha ido variando con el transcurso de los años y las diferentes
épocas. En la actualidad se puede asentir que “​la paternidad es una institución humana cuya
función excede lo instintual de la reproducción” (Peusner, 2009).

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Entonces, ¿cómo pensar este proceso enmarcado en la organización de un nuevo
modelo de masculinidad que se va entramando vertiginosamente en el tejido social
produciendo nuevas subjetividades, que llevan consigo nuevas formas de vivir, sentir, pensar
y actuar este momento? Ya que si bien se puede decir que se ha avanzado mucho en lo que a
cuestiones de género se refiere, aún sigue bastante arraigado el modelo patriarcal en las
entrelíneas de un discurso de igualdad y equidad de ǵenero.

Por lo que es pertinente afirmar que el pensamiento y accionar masculino está


estrechamente ligado a las características sociales y culturales en las cuales vivimos. Puesto
que el modelo tradicional de paternidad es asociado con otras opiniones de como ejercer el
poder y representación de la autoridad familiar y social. Puesto que “nos construimos como
mujeres y como varones en un complejo entramado cuyos hilos refieren a aspectos
socioculturales, históricos, políticos, económicos, familiares.” (López y Guida, 2000)

Contextualización y fundamentación

La primera concepción que hace referencia a este término se remonta a la antigüedad,


donde el dios Zeus creador de todo lo existente, era por ende el padre de toda la humanidad.
Padre sin función reproductora, basado simplemente en una función omnipotente creadora.
Más adelante encontraremos referencias a este concepto en los clanes, tribus, donde el líder
oficiaba como jefe de toda la manada. Cabe resaltar que el concepto de padre ha ido
evolucionando conjuntamente con el de familia. Por lo tanto encontraremos al padre cuando
este pueda tener hijos con una mujer, creándose al unísono ambos conceptos (padre y
familia).

Durante muchos siglos la figura del padre ocupó un lugar hegemónico, teniendo este
la autoridad total sobre la mujer y los hijos. Es recién a partir del siglo XIX que empieza a
tener ciertas limitaciones. Por un lado, comienzan a ejercer presión las reivindicaciones de las
mujeres y los hijos, por el otro, el Estado comienza a ejercer una mayor tutela como forma de
proteger a los hijos de la negligencia paterna. Es así que el hijo empieza a tener derechos y el
padre obligaciones para con él.

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Esto conllevaría a un debilitamiento del status del padre en el ámbito social e
histórico, pero es de destacar que aunque a través de las intervenciones que el Estado realiza,
limitando los poderes del padre, no sucede así en el imaginario social, donde su figura seguirá
siendo asimilada a la de padre terrible, padre tirano.

Con el advenimiento de los años 70 donde las mujeres ganaron en autonomía y


reconocimiento, la paternidad comienza a resonar en la mesa de las inquietudes sociales.
Recibiendo a los años 80, con una figura femenina que tiene responsabilidades profesionales,
donde el modelo de familia patriarcal parece estar superado, llevando esto a que el niño deba
separarse de su madre cada vez más a edades más tempranas. Reconfigurando de este modo
los conceptos de familia, infancia, maternidad y por ende el de paternidad.

En las sociedades actuales, la maternidad y la paternidad se encausan a partir


de tres aspectos: 1) la reelaboración de las ideas acerca de las identidades
masculinas y femeninas; 2) Los cambios en los modos de producción; y 3) las
transformaciones en las relaciones entre hombres y mujeres (Micolta, 2008).

En base a lo expuesto se puede afirmar a ciencia cierta que el concepto de paternidad


ha tenido diferentes miradas según la época en que se encuentra la sociedad. En la
hipermodernidad, época contemporánea que nos interesa analizar, en la que se desarrollan las
relaciones familiares con sus diferentes vínculos entre sus integrantes y la sociedad toda,
tiene diferentes características.

La sociedad que ingresa al siglo XXI no es menos moderna que la ingresó al siglo
XX, a lo sumo se puede decir que es moderna de manera diferente. Lo que la hace tan
moderna como un siglo atrás es lo que diferencia a la modernidad de cualquier otra
forma histórica de cohabitación humana: la compulsiva, obsesiva, continúa,
irrefrenable y eternamente incompleta modernización; la ​sobrecogedora.inextirpable e
inextinguible sed de creación destructiva (o de creatividad destructiva, según sea el
caso:” limpieza del terreno” en nombre de un “diseño nuevo y mejorado”;

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“desmantelamiento”, “eliminación”, “discontinuación”, “fusión” o “achicamiento”
todo en aras de una capacidad de hacer más de lo mismo en el futuro -aumentar la
producción de competitividad-). (Bauman, 2004, p.33)

De este modo, se puede observar como el autor describe sintéticamente lo que es para
él la época postmoderna. La compara con la modernidad, diciendo que en esta tiene sus
bases en la época actual, pero más completa, con más impetuosidad, energía, velocidad de
cambio, con procesos de creación pero con otros de destrucción. Dice que sus procesos
pueden ser antagónicos, creativos o destructivos sucediéndose de forma muy acelerada.

Por su lado la tecnología tiene un papel preponderante en estos cambios bruscos y


acelerados que se producen en todos los ámbitos de la sociedad: económicos, políticos y
culturales. Parecería que los sujetos de este contexto histórico somos víctimas y cómplices
del goce narcisista, del hiperconsumo, de la macrocompetencia, del ​zapping del placer, de la
autoexigencia laboral, internalizando así el mandato productivista del poder y del capital.
Araújo y Cardozo (2016).

​En el aspecto económico, hay una uniformidad en cuanto al mínimo de lo que cada
persona necesita para “pertenecer” a la sociedad en la cual vive, se relaciona y desarrolla. A
esto corresponde que en la sociedad actual se exija que sus integrantes tengan determinadas
condiciones de vida, ya sean materiales o no pero que hacen que las personas se sientan
discriminadas.

Bauman (2004) dice que la vida está organizada en torno al productor y consumidor.
El productor usa todas las formas posibles para seducir con sus productos así el consumidor
no puede escapar al deseo y placer de comprar.

El trabajo de las personas y el tiempo que se dedica al mismo está muy relacionado
con el sistema económico en el que vivimos. La remuneración se ha convertido en uno de los
mayores estímulos para trabajar, relegando el fin ético del trabajo. Se utilizan muchas horas
más de las que una persona podría realizar con gusto, pues excede su condición física y

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psíquica. ¿Qué papel cumple la familia en esta forma de vida? ¿Cómo hacen para combinar
los tiempos para realizar su rol de madre, padre, hijo?

“La obsesión moderna por el tiempo ya no se materializa sólo en la esfera laboral


sometida a los criterios de la productividad: ha conquistado todos los aspectos de la vida"
(Lipovetsky,2006). En concordancia Pérez (2010) señala la importancia del tiempo en todas
las esferas y como repercute en los vínculos de todas las personas. La familia, ya sea de
estructura tradicional o ensamblada vive intensamente esos cambios que se registraron a
través del tiempo y siguen registrándose de forma muy acelerada.

Esto implica entre otras cosas, la creación de un nuevo modelo de hombre más
colaborador no sólo con las tareas del hogar, sino también en lo que a prácticas de crianza
respecta. En relación a esto y en base a la ​Encuesta nacional sobre representaciones
sociales del cuidado ​donde se observa que si bien tanto hombres como mujeres consideren
relevante compartir el cuidado de los menores con su pareja, son los hombres quienes opinan
así en su mayoría “esta opinión es más pronunciada en los varones, ya que prácticamente la
totalidad de estos se manifestó de acuerdo, mientras que 9 de cada 10 mujeres opina de esta
forma”. (Batthyany, ​Genta y Perrotta ​2012, p.30). De todos modos aún hoy “Se evidencia la
división sexual del trabajo, que otorga a las mujeres el rol de cuidadoras y a los varones el de
proveedores económicos del hogar.” (Batthyany, et al, 2012, p. 32)

Análisis

Ya que tanto la maternidad como la paternidad son fenómenos que requieren de un


tercero en cuestión :el hijo o hija. Es necesario abordar como se produce su desarrollo de en
esta relación. Schlemenson (2004) nos plantea que la subjetividad de los niños comienza a
cultivarse en los comienzos de la construcción del psiquismo. Se va construyendo según el
entorno donde se encuentre, a partir de los vínculos con las personas que lo rodean.

Por su lado el niño expresa su incomodidad ante algo o por algún motivo por medio
del llanto. Quién está generalmente junto a él para atender a estas demandas en sus primeros
días de vida fuera del cuerpo de su progenitora, es ella, su madre. Puede suceder que sea

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otra persona que esté en ese lugar, atendiendo sus primeras manifestaciones de placer o
incomodidad.

Las experiencias individuales o sociales vividas por la madre son muy importantes en
el proceso de creación del vínculo madre - hijo; ya que las relaciones son determinantes en la
construcción del psiquismo del niño. Ya sean las relaciones de la madre con el padre de su
hijo, y las relaciones del padre con el niño y con todas las personas que los rodean. Según
como sean esas relaciones y la importancia que tengan será como incidan en la construcción
de su psiquismo.

El encuentro piel a piel y el amamantamiento son los primeros encuentros, las


primeras manifestaciones de expresiones placenteras que coadyuvan a la formación psíquica
y por ende a establecer un fuerte vínculo con la madre. Lo que conlleva a que cuando la
madre se ausenta, el niño encuentra en las fantasías nuevas formas de sobrellevar la pérdida y
de este modo hace funcionar su psiquismo. Este proceso se lo conoce con el nombre de
proceso primario.

Así mediante este proceso el niño o la niña encuentran en las fantasías una forma de
no extrañar aquello que ama y no pueden tener, aprenden a esperar y a reconocer a otras
personas que lo rodean y le brindan afecto. Todos ellos forman la cuna psíquica (Eiguer et al,
como se citó en Schlemenson 2004)

En la llamada cuna psíquica el niño o niña toma conciencia de que no solo la madre
está junto a ellos, sino otros integrantes de la familia también, entre ellos, su padre. Padre -
hijo encuentran otra comunión que también crea vínculos de cariño y placer.

La atracción que haya entre los padres, su trato, su relación, serán recogidos por el
niño y de allí se nutrirá para realizar sus acciones en el futuro. Esa relación paternal será
inspiración de actitudes, valores, creencias, sentimientos, acciones que formarán la
personalidad de ese ser en construcción.

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El padre que atrae a la madre fija términos identificatorios en una suerte de contrato a
futuro definido por Piera Aulier como el contrato narcisístico que prevé referentes a partir de
los cuales el proceso identificatorio se define y extrae sus suministros simbólicos.

Por lo tanto como lo expone Cigarroa (2011, p. 65)” la maternidad es un proceso


biológico, psicológico y sociocultural”. Es una construcción que abarca un período de tiempo
donde se distinguen varias etapas: gestación, embarazo, parto, amamantamiento,
incorporación del niño o la niña al hogar. De acuerdo a la cultura en que viva la mujer será
ese proceso y como lo viva ella y su pareja o familia. Influye también como haya sido el
proceso de maternidad de su progenitora y el vínculo que tuvo con ella. Al embarazarse es
como una confirmación de adultez y demostración de su fertilidad.

En el embarazo normal la mujer experimenta cambios físicos y emocionales muy


importantes que quedan grabados en su mente. Para algunas mujeres es una etapa hermosa y
muy disfrutable, para otras es un período atemorizante, estresante, con sentimientos
negativos.

En cada una de estas etapas la subjetividad de la mujer y la familia tiene grandes


cambios pues el nuevo integrante llega al hogar con demandas nuevas que inestabilizan las
costumbres y horarios de la casa. El rol del padre en este proceso es de suma importancia,
como ayuda en la crianza y actividades del hogar para que la madre no sea recargada en sus
tareas y como apoyo psicológico.

Ese apoyo psicológico que el padre tendría que ofrecerle a su cónyuge consiste en
acompañar, escuchar, fortalecer, comprender a la mujer en esos primeros tiempos de
maternidad, que es una época tan especial, y durante todo el transcurso de la vida de su hijo.

Asimismo el padre como tal, también requiere de apoyo y acompañamiento en esta


nueva etapa y rol que comienza a desarrollar. Lo que muchas veces no se da, y muy por el
contrario se lo desplaza, o se le sobre exige que como figura masculina que es, el deber actuar
de soporte, sostén, necesitando el también ser sostenido y apoyado en esta etapa.

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Ahora bien, para poder pensar estas cuestiones y atravesar el concepto de paternidad
con el de masculinidad debemos recurrir a un modelo de la estructura de género que nos
plantea Connell, del cual rescatamos dos dimensiones: poder y producción. Consideradas de
vital importancia al momento de intentar esbozar con mayor claridad este asunto, ya que
“para entender el género, entonces, debemos ir constantemente más allá del propio género.”
(Connell, 1997, p.10)

El eje principal del poder en el sistema del género (...) es la subordinación general de
las mujeres y la dominación de los hombres -estructura que la Liberación de la Mujer
denominó patriarcado. Esta estructura general existe a pesar de muchas reversiones
locales (las mujeres jefas de hogar, las profesoras mujeres con estudiantes varones).
Persiste a pesar de las resistencias de diversa índole que ahora articula el feminismo y
que representan continuas dificultades para el poder patriarcal. Ellas definen un
problema de legitimidad que tiene gran importancia para la política de la
masculinidad. ( Connell, 1997, p. 8)

En cuanto a lo que relaciones de producción se refiere Connell (1997) plantea que


“una economía capitalista que trabaja mediante una división por género del trabajo, es,
necesariamente, un proceso de acumulación de género.” (p. 9) Dando como resultado que no
sea un error estadístico, “sino parte de la construcción social de la masculinidad, que sean
hombres y no mujeres quienes controlan las principales corporaciones y las grandes fortunas
privadas.” (p. 9)

Por otro lado como lo plantea (Blázquez) es de destacar que en el ámbito mundial se
ve instalada la necesidad de desarrollar estrategias para la inclusión y posterior participación
de los hombres en la paternidad.

Los argumentos que se esgrimen son los siguientes: i) la des-responsabilización de los


hombres en el ámbito de la sexualidad y la reproducción, ii) los beneficios para salud
de las mujeres, los hijos/as y los propios hombres derivados de su participación; iii) el

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desarrollo de nuevos modelos de masculinidad basados en la comunicación.
(Blázquez, s/f, p.4)

Esto, como lo refiere la autora se ha visto reflejado en las últimas décadas, donde se han ido
estableciendo “una serie de pautas socialmente deseables que guíen la acción humana en el
proceso de paternidad, y en las que se incluye la expresión de determinadas emociones
acordes con este posicionamiento sobre el parentesco” (Blázquez y Montes, como se citó en
Blázquez, s/f).

Esas pautas exponen que a lo que experiencia de paternidad se refiere, esta debe
contar con tres aspectos totalmente indisolubles, lo cuales son “la responsabilidad, la
participación y la comunicación con su pareja y sus hijas e hijos.” (Blázquez, s/f). Alentando
y delineando de este modo la construcción de otros modelos de paternidad.

Conclusiones

Considerando que el embarazo tiene lugar en el cuerpo de la mujer, y que es ella


quien sufre los cambios tanto físicos como hormonales y emocionales, es de entenderse que
ella necesite sostén, apoyo y acompañamiento. Pero generalmente no se piensa lo mismo
cuando se trata de los hombres y su paternidad.

Podría decirse que los hombres quedan relegados a un segundo plano, generalmente
no se considera que ellos vivan la experiencia con la misma intensidad que la mujer, por el
hecho que no es su cuerpo el que experimenta cambios. Pero se puede afirmar que el rol
paterno ha variado considerablemente a través de las épocas.. Generalmente el hombre actual
vive más intensamente su paternidad, se involucra más emocionalmente y en las tareas
referentes antes y después del parto, acompaña más a la mujer.

A nivel legislativo, a partir del año 2016 ​la ley 19161, que fue sancionada el 1°de
noviembre de 2013, entrando a regir el 25 de noviembre de 2013, establece un subsidio por
paternidad. Consiste en una licencia por paternidad con subsidio a cargo de BPS.

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Los trabajadores dependientes por razones de paternidad tienen derecho a trece días
de licencia, diez de los cuales están cubiertos por BPS y los trabajadores no dependientes
tienen derecho a diez días a partir del parto. Sin duda es un beneficio con el que cuentan los
padres para estar más tiempo junto a la mujer y la familia. .

Por otro lado, y como se expuso anteriormente, tanto las sociedades como las familias
han ido transformándose y por lo tanto y como consecuencia de ello el modelo de la figura
paterna también. Asimismo los roles del hombre y la mujer como tal, han ido cambiando,
conllevando a que los hombres puedan y deban estar más comprometidos en la crianza de los
hijos.

Anteriormente, el Padre se limitaba a la función de proveer, era la figura de autoridad,


teniendo un papel principalmente externo en la dinámica familiar y en la crianza y desarrollo
de los hijos. En la actualidad esa visión ha cambiado bastante radicalmente, ya que hoy en día
la mujer/madre sale a trabajar, desencadenando esto en la necesidad de compartir los roles y
funciones familiares, creando así un modelo de padre más comprometido e involucrado en el
cuidado diario de sus hijos.

Del mismo modo cabe aclarar que en la actualidad se entiende el concepto de paternar
como una función en la crianza de los/as niños/as y no como algo necesariamente vinculada a
los hombres-padres biológicos. A esto se le suma que la reproducción ya no es el resultado
necesariamente de una relación sexual, teniendo en cuenta las nuevas técnicas reproductivas
existentes.

“Las proyecciones del imaginario colectivo se proyectan con los referentes culturales
obligados, mediante los cuales van erigiendo su identidad genérica y replanteando, según su
capacidad reflexiva, cada faceta de su masculinidad” (Montesinos, 2004)

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Bibliografía

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Persistencias de un mandato de género Encuesta nacional sobre representaciones
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http://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/10893/1127/7/Prospectiva%2013%2
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Pérez, C.(2010)Revoluciones tecnológicas y paradigmas tecnoeconómicos.(34), 4 - 6

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Hornstein, L. (2004). (comp). ​Proyecto terapéutico. De Piera Auglanier al
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psicoanálisis actual. B

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