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Respecto de los contenidos que forman el entramado de la misma y la manera en que el docente
entiende la Historia como ciencia, y, a su vez, el quehacer docente, un aspecto es esencial: la
cátedra no niega otras posturas historiográficas. Puede no estar de acuerdo con ellas, por
supuesto, pero las comprende e interpela. Por este motivo y a mi entender, desde este espacio
de formación docente se construyen otras miradas, que no temen ver más allá de ellas mismas.
El adscripto: ¿qué?
He tenido la oportunidad de observar, en mi paso por el ISP N°6 como estudiante, a diversos
adscriptos. Al observarlos no tenía certeza de cuál era su labor, pero si estaba seguro qué no
haría yo estando en su lugar. La adscripción debe ser un espacio de intercambio, pero también
de crecimiento. No se trata de una cuestión romántica ligada a los filósofos griegos, aquella idea
de ‘superar al maestro’, nada más alejado que ello. Pero tampoco de colocarse en una posición
de mero oyente, sin posibilidad de crítica para con el docente, la cátedra y todo lo que conlleva.
Si durante la formación docente uno se pasó cientos de horas internalizando la premisa de que
es menester ejercer una visión crítica, ¿cómo mantenerse estático?
Desde mi lugar de adscripto he intentado participar activamente de las clases y considero que
en cierta medida lo he logrado. Realizar intervenciones en diversas clases: un comentario, la
mención de un análisis alternativo sobre un tema particular, la precisión de algún concepto, la
pregunta. También he llevado a cabo un seguimiento, personal y grupal, de asistencias al
cursado y aportes de los estudiantes: pese a que el cursado fue un poco inconstante, se
generaron marcados momentos de reflexión en donde la pregunta fue el motor.
La experiencia:
Tengo algunas ideas para la cátedra, que no quiero dejar de expresar por más mínimas que
parezcan: pensar la posibilidad de potenciar la problematización de algunos contenidos desde
las fuentes iconográficas y por qué no desde fragmentos de discursos. También quiero señalar
otra cuestión, referida al manejo de la bibliografía. Creo que debería plantearse un ritmo de
lectura más exigente, aunque comprendo que éste ha sido un año particular, bien es cierto que
muchos de los estudiantes que asistían a las clases no disponían de las lecturas propuestas y por
tanto no jugaban con todas las cartas. Estas ideas, abiertas a la crítica, sólo intentan aportar algo
a la cátedra. Thomas Elliot no se equivocaba, la experiencia no reemplaza al significado, se
complementan.