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La venta es una consecuencia. Es el resultado de ganarse la confianza de los clientes. Todos los días.
La venta no la generan las fastuosas campañas publicitarias o los irresistibles descuentos. Esos
estímulos van y vienen. Las relaciones permanecen.
Por más “racional” que sea su comprador, es un ser humano, aunque no todos luzcan así. Es cierto
que algunos clientes harán lo posible por no dejar ver su lado afectivo, incluso muchos contra su
propia voluntad, enfrentando una titánica lucha interna contra su jefe que solo quiere que haga lo
que él no es capaz de hacer. La buena noticia para el vendedor es que las emociones son difíciles de
controlar. Luz al final del túnel.
Pero sorprendentemente, las compañías invierten más en atraer clientes que en mantener los
actuales. Y no un poco, ¡55 veces más! De acuerdo a Genesys, compañía especialista en experiencia
del cliente, en el mundo por cada US$55 que se invierten en marketing, se invierte US$1 en servicio
a cliente. Vergonzoso.
Las compañías están más interesadas en los clientes que no tienen. Ofrecen más incentivos por la
consecución de clientes que por la retención. Incluso en industrias donde “la única forma de crecer
es quitándole clientes a la competencia”, no tiene mucho sentido. Sigue siendo más costoso.
Cultivar relaciones con clientes actuales es mucho más rentable.
Daniel Goleman, autor del concepto de inteligencia emocional, lo describe de la siguiente manera,
“Los mejores vendedores utilizan la preocupación empática, donde usted siente y se preocupa por
las necesidades de las personas. En lugar de persuadir a alguien de comprar algo incorrecto, estas
estrellas de ventas se aseguran de encajar las necesidades del cliente con lo que ofrecen, incluso si
esto implica enviarlos a otro lugar. Esto construye duraderas relaciones basadas en la confianza, y
un cliente que regresa una y otra vez”.
El que un cliente adquiera un buen producto o servicio es parte de la ecuación. Lo que gira alrededor
del beneficio funcional llega a ser tanto o más importante.
Pensando en la poca diversidad de los estudiantes y en ver la forma de prepararlos para un mundo
diverso, durante una conversación informal con su hermano, Skip encontró la respuesta:
estudiantes internacionales. No incurriría en nuevos costos porque ya contaban con la
infraestructura en la escuela y las familias del pueblo alojarían a los estudiantes. Y así sucedió. En
cinco años, Newcomb Central School recibió 61 estudiantes de 25 países, incluidos Alemania,
Francia, China, Suiza, Brasil, Serbia, Israel, Líbano, Australia, Japón, Finlandia, Tailandia, Vietnam,
Rusia, Armenia, España y Uruguay. Esta iniciativa ha llevado a esta pequeña escuela rural al
escenario global, habiendo aparecido en medios como la BBC, Reuters y la Associated Press.
No solo compramos un producto o un servicio. No solo se vende educación. Se vende todo lo que
está alrededor. Experiencias y relaciones. La mera satisfacción no basta.
Son los principios de las relaciones estables y confiables. Es cultivar para poder cosechar.
Cultive relaciones antes que las necesite
Las relaciones comerciales se basan en el mismo principio de las relaciones personales. Son
relaciones humanas.
Especialmente para adquisición de clientes, la preparación es fundamental. Las relaciones se
construyen mucho antes de que esas personas se conviertan en clientes potenciales. Las
renovaciones anuales de los clientes se construyen durante el año, no justo en la fecha de
vencimiento. Vaya abonando a la cuenta corriente antes de “retirar”.
No desaparezca
La diferencia entre vender y construir relaciones está en la permanencia, en la profundidad y
significancia de la relación. No desaparezca del radar. Si sólo se comunica con el cliente cada vez
que debe hacer una venta, no está cultivando una relación; es una simple transacción. No hay
relacionamiento, sólo intercambio.
Nunca desayune o almuerce solo. Aproveche cada oportunidad para renovar la relación con alguno
de sus clientes. Aproveche cada oportunidad para “depositar” en su cuenta bancaria generadora de
confianza. (Vea 45 ideas para sorprender y enamorar a un cliente).
Al final, lo único que importa son las relaciones
El psiquiatra Robert Waldinger, director del estudio más extenso que se ha realizado de manera
ininterrumpida sobre el comportamiento humano, encontró la respuesta a una pregunta
fundamental, ¿Qué hace una buena vida? Diferente a lo que podríamos pensar, no es el dinero o la
fama. Por 75 años han estudiado 724 personas. Año tras año conociendo su trabajo, su vida familiar
y su salud. Aún siguen con vida 60 personas y todavía participan en el estudio, la mayoría de más de
90 años. Ahora están estudiando los más de 2000 hijos de estas personas.
El estudio se dividió en dos grupos contrastantes. Uno conformado por graduados de Harvard y otro
por jóvenes de los barrios más pobres de Boston. Estos últimos seleccionados por venir de familias
desfavorecidas y con grandes problemas. La mayoría de ellos vivían hacinados y sin agua en sus
casas. En los dos grupos, a través de los años hubo todo tipo de evolución. Algunos escalaron
socialmente hasta la cima, mientras otros descendieron hasta lo más bajo.
¿Qué lecciones surgen de estudiar por tanto tiempo la vida de estas personas? El mensaje más claro
de estos 75 años de estudio es: Las buenas relaciones nos mantienen felices y saludables. Punto.
1. Las relaciones sociales nos hacen mucho bien. Y la soledad nos mata. Las personas más
conectadas socialmente con la familia, los amigos y la comunidad, son más felices,
físicamente más saludables y viven más.
2. Es la calidad de las relaciones lo que importa. Matrimonios conflictivos sin mucho afecto,
son más nocivos que divorciarse. Vivir relaciones buenas y cálidas nos protege.
3. Las buenas relaciones no solo protegen nuestro cuerpo, también protegen nuestro cerebro.
Quienes están en relaciones donde pueden confiar en la otra persona, mantienen su buena
memoria por más tiempo.
La gran conclusión es que las relaciones cercanas son buenas para el bienestar y la salud. La buena
vida se construye con buenas relaciones.
Disfrútelo
Aunque tiene sus excepciones, relacionarnos con los de nuestra misma especie es (o debería ser)
algo agradable. Cultivar genuinas relaciones humanas es lo que nos mantiene vivos y le da sentido
a lo que hacemos.
Disfrútelo. Construir sólidas relaciones con otras personas nos alimenta y nos ayuda a crecer.
Conviértase en la mejor versión de sí mismo.