Para esta leyenda nos trasladamos a principios del siglo XX a las costas de
Colastiné, prov. De Sta. Fe, lugar donde estaba emplazado un bullicioso
puerto del cual hoy, solo quedan sus ruinas.
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Seguramente fue lo que paso con este hombre que encontraron muerto en
un pajonal, entre chilcas…en verdad, nadie lo sabe. Se dice que era un
embarcado y que lo habían matado, lo descuartizaron y tiraron al agua
dentro de una bolsa arpillera. Cuando lo encontraron ya se había hechado a
perder.
¿Y saben lo que paso?...no faltó el que le rezo y le pidió cosas, o el que juro
verlo en apariciones fugaces.
Sus restos descansan en una tumba en San José de Rincón, donde hay
plaquitas que dicen…¡¡¡ Gracias Embolsao!!!... flores, ofrendas, hasta una
casillita le hicieron…
LA FLOR DEL LIROLAY.
Este era un rey ciego que tenía tres hijos. Una enfermedad
desconocida le había quitado la vista y ningún remedio de cuantos le
aplicaron pudo curarlo. Inútilmente habían sido consultados sabios más
famosos. Un día llegó al palacio, desde un país remoto, un viejo mago
conocedor de la desventura del soberano. Le observó, y dijo que sólo
la flor del lirolay, aplicada a sus ojos, obraría el milagro. La flor del
lirolay se abría en tierras muy lejanas y eran tantas y tales las
dificultades del viaje y de la búsqueda que resultaba casi imposible
conseguirla. Los tres hijos del rey se ofrecieron para realizar la hazaña.
El padre prometió legar la corona del reino al que conquistara la flor del
lirolay. Los tres hermanos partieron juntos. Llegaron a un lugar en el
que se abrían tres caminos y se separaron, tomando cada cual por el
suyo. Se marcharon con el compromiso de reunirse allí mismo el día en
que se cumpliera un año, cualquiera fuese el resultado de la empresa.
Los tres llegaron a las puertas de las tierras de la flor del lirolay, que
daban sobre rumbos distintos, y los tres se sometieron, como
correspondía a normas idénticas. Fueron tantas y tan terribles las
pruebas exigidas, que ninguno de los dos hermanos mayores la
resistió, y regresaron sin haber conseguido la flor.
El menor, que era mucho más valeroso que ellos, y amaba
entrañablemente a su padre, mediante continuos sacrificios y con
grande riesgo de la vida, consiguió apoderarse de la flor extraordinaria,
casi al término del año estipulado. El día de la cita, los tres hermanos
se reunieron en la encrucijada de los tres caminos.
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LA FLOR DEL LIROLAY (2da. Parte)
Cuando los hermanos mayores vieron llegar al menor con la flor de lirolay, se
sintieron humillados. La conquista no sólo daría al joven fama de héroe, sino que
también le aseguraría la corona. La envidia les mordió el corazón y se pusieron
de acuerdo para quitarlo de en medio. Poco antes de llegar al palacio, se
apartaron del camino y cavaron un pozo profundo. Allí arrojaron al hermano
menor, después de quitarle la flor milagrosa, y lo cubrieron con tierra. Llegaron
los impostores alardeando de su proeza ante el padre ciego, quien recuperó la
vista así que pasó por los ojos la flor de lirolay. Pero, su alegría se transformó en
nueva pena al saber que su hijo había muerto por su causa en aquella aventura.
De la cabellera del príncipe enterrado brotó un lozano cañaveral. Al pasar por allí
un pastor con su rebaño, le pareció espléndida ocasión para hacerse una flauta y
cortó una caña. Cuando el pastor probó modular en el flamante instrumento un
aire de la tierra, la flauta dijo estas palabras: No me toques, pastorcito, ni me
dejes tocar; mis hermanos me mataron por la flor de lirolay. La fama de la flauta
mágica llegó a oídos del Rey que la quiso probar por sí mismo; sopló en la flauta,
y oyó estas palabras: No me toques, padre mío, ni me dejes tocar; mis hermanos
me mataron por la flor de lirolay.
Mandó entonces a sus hijos que tocaran la flauta, y esta vez el canto fue así: No
me toquen, hermanitos, ni me dejen tocar; porque ustedes me mataron por la flor
de lirolay.
Llevando el pastor al lugar donde había cortado la caña de su flauta, mostró el
lozano cañaveral. Cavaron al pie y el príncipe vivió aún, salió desprendiéndose de
las raíces. Descubierta toda la verdad, el Rey condenó a muerte a sus hijos
mayores. El joven príncipe, no sólo los perdonó sino que, con sus ruegos,
consiguió que el Rey también los perdonara. El conquistador de la flor de lirolay
fue rey, y su familia y su reino vivieron largos años de paz y de abundancia.
EL CARPINCHO BLANCO.
Si continuamos con las leyendas santafesinas, hay un districto
costero, muy cercano a la ciudad de Santa Fe, Alto Verde, donde
investigaste personalmente una leyenda.
Mburucuyá
Mburucuyá, planta que resume la selva y el misterio. Celebra el verde
prístino de la sagrada esperanza y el rojo santo de la redención humana.
Cuando rodea los tejados o paredes con sus delgados brazos esmeralda
La tradición cuenta que era un hombre bueno y feliz, que vivía en el monte
en compañía de su esposa, ambos, se profesaban un profundo amor.
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Pasaron días, meses, años….el soldado no volvía y su esposa, día tras día
esperaba su regreso. Había prometido que regresaría y no podía faltar a su
palabra. Una mañana de verano, cuando las flores adornaban el rancho con
su gama de colores, y el follaje aprisionaba la enramada con su urdimbre, la
mujer vio un pájaro extraño posarse sobre un árbol cercano, un pájaro que
la contemplaba fijamente y luego comenzó a cantar tristemente. Tenía los
colores del uniforme, copete rojo, como el gorro, alas negras como los
brazos, pecho blando como la camisa y la chaqueta y muslos rojos como los
pantalones. Comprendio que era su esposo muerto. No pudo sobrevivir y al
poco tiempo murió de pena, la mujer se convirtió en un pájaro, compañera
de aquel, desde entonces, viven juntos en el bosque y jamás se separan…
LA LEYENDA DE LA IGUANA.
La iguana era una mujer muy pobre, que no tenía nada más que una
frazadita vieja. Era tan pobre porque era muy haragana. Con esa frazadita se
tapaba todas las noches, en verano andaba bien, pero en invierno sufría
mucho el frio.
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Así paso un tiempo hasta que solo le quedaron hilos de la vieja frazada. Dios
la castigó y la convirtió en ese animal desnudo, feo y haragán. Entonces tuvo
que buscar abrigo en las cuevas del monte y esconderse de todos los que la
conocían.
LAS VIZCACHAS.
Si hablamos de leyendas Santafesinas, en esta ocasión es necesario
viahar al dpto. San Cristóbal, para encontrarnos con el relato de un
hombre nacido en 1888, oriundo de esta localidad, Don Francisco
Galván, capataz de estancia, quién a mediados del siglo 20, más
precisamente en 1953 contaba esta leyenda…
Como ven, las vizcachas están rodeadas de palos, ramas y otras
cosas. ¿Saben por qué es? Porque dicen que las vizcachas eran muy
pobres en los tiempos cuando el tata dios andaba por estos
mundos. Resulta que andaba visitando las casas y una vez fue a la
casa de esta gente y no tenían nada para darle, ni siquiera donde
hacerlo sentar al tata dios…
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Esta situación les genero tanta vergüenza q pidieron ser animales,
para no sufrir. Entonces desde ese tiempo estos bichos acarrean
cosas, todo lo que encuentran y lo van poniendo cerca de las bocas
de sus cuevas, de sus vizcacheras. Así, cuando vuelva el tata
dios…no las va a encontrar desprevenidas…
EL TIMBÓ
Si hablamos de leyendas santafesinas hay una que no podía faltar. Si bien esta
fue recopilada en el dpto. San Javier, se ha transmitido a través de muchas
generaciones en toda nuestra provincia. Esta es, la leyenda del Timbó.
Saguaá era un cacique muy fuerte y respetado por toda su tribu. Tacuareé, cuyo
nombre en Güaraní significa ‘’caña de azúcar’’, era una niña muy hermosa, tan
hermosa como 100 orquídeas, y sentía un profundo amor y compañerismo para
con su padre. Saguaá celaba mucho a su hija, pero esto no impidió que Tacuareé
se enamore de alguien que no pertenecía a su tribu y finalmente se marche
junto a su amor, aunque el joven muchacho no era aceptado por Saguaá y su
tribu.
Para el cacique los días era eternos sin saber nada de su hija, se consolaba
pensando que a pesar de la distancia, Tacuareé era muy feliz.
Tiempo después, en el lugar donde murió Saguaá, nació un frondoso árbol al que
llamaron ‘’TIMBÓ’’, que en Güaraní significa OREJA NEGRA, ‘’CAMBA NAMBI’’.
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Cuentan los paisanos que su canto, una melodía suave y poco audible, simboliza
el eterno llanto…