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En los últimos 35 años, México fue una especie de laboratorio para demoler los derechos
sociales, desmontar los ya reducidos espacios de justicia social, negar la democracia y
convertirla en simulación y reducir a casi nada la soberanía nacional. del los Estados en
América Latina. Se desmanteló el cuerpo constitucional,1 se desmantelaron los pilares
básicos de la economía y la soberanía (minas, petróleo, aguas, tierras y agricultura, entre
otros). Se entregaron las principales empresas nacionales y riquezas a los más poderosos del
mundo y se firmaron todo tipo de tratados que empujaron la economía mundial capitalista
a formas cada vez mas intensas de saqueo y depredación.
No sin pugnas, los oligarcas locales lograron adaptarse a esos cambios, ser copartícipes del
saqueo y se fortalecieron al grado de convertirse en empresarios trasnacionales con fuerte
peso en toda América Latina (Telmex, Grupo México, FEMSA, Bimbo, Peñoles, entre
otros), pero siempre dominados por los grandes Estados, principalmente Estados Unidos,
pero también Canadá y la Unión Europea. La economía, en términos macroeconómicos no
estuvo tan mal. Aunque la pobreza y desigualdad llegó a ser de las más grandes en el mundo.
México es la doceava economía del mundo. El 10% más rico de México concentra el 64.4%
del total de la riqueza del país; el 1% más privilegiado recibe el 21% de ingresos de la nación.
Hay más de 56 millones de mexicanas(o)s en trabajo informal; 23 millones que no alcanzan
a cubrir la canasta básica; 8 millones en el desempleo y entre 12 y 20 millones de expulsados
económicos (migrantes) en Estados Unidos.2
Pero esa historia no fue nada tersa. La riqueza y posición geoestratégica de México que
empujaron la ambición de los más ricos y poderosos del mundo tuvo que enfrentarse a uno
de los pueblos más rebeldes, con una acumulación cultural de lucha y con muy diversas
experiencias de combates y poderes populares que se fueron gestando a lo largo de más de
500 años de combates contra la dominación colonial y neocolonial.
1 Más del 80% de la Constitución fue modificada consúltese: “Desmantelamiento de la Constitución”, Nueva
Constituyente Ciudadana Popular. Más sobre el tema constitucional se puede consultar en el artículo
“Constitución y revolución. Encuentros y traiciones” en este mismo número.
2 Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización
Los datos de esa forma de guerra arrojan más de 40,000 desaparecidos y más de 300,000
asesinatos entre 2006 y 2018. Tan sólo entre enero y noviembre de 2018, ocurrieron 30.499
homicidios dolosos y 786 feminicidios. Hasta ahora, la cifra se acrecentar diariamente -y no
hay indicios de cambio- con 15 desapariciones y 90 asesinatos en promedio. Se suman a estas
cifras del horror los más de 500 presos políticos -sólo 196 están en contemplados en la nueva
ley de amnistía- y los más de 8 mil homicidios de Estado en contra de luchadores sociales
que se tienen contabilizados por el Comité 68 en los últimos 50 años.
Desde su triunfo AMLO sostiene una gran expectativa social favorable. Su discurso
centrado en el combate a la corrupción impone por completo, día a día, la agenda política
nacional. No existe, por ahora, una oposición que tenga capacidad para enfrentarle. Las
voces opositoras que han cuestionado sus proyectos han sido ferozmente atacadas. La
campaña en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional cuando se pronunció en
El mayor impacto conseguido por AMLO ha sido colocar en el imaginario social -con ayuda
de los grandes medios y aun de sus críticos- que él encabeza una transformación del tamaño
de la Independencia, la Reforma y la Revolución: La Cuarta Transformación (4T). Ésta, a
diferencia de los procesos que dice secundar, no pretende hacer cambios estructurales, que
le quiten poder a los grandes empresarios, al Ejército y a los que se beneficiaron del gran
desastre. No busca la reconstrucción de los pilares constitucionales atacados. Se niega hacer
nacionalizaciones y sobre todo, cambios para el acceso efectivo en el poder de los más
humildes.
Lo que se desarrollará en estos años es clave para pensar el tiempo histórico de México más
allá de un Presidente y su sexenio. Una transformación profunda necesariamente trasciende
la figura y tiempos de un Ejecutivo. El protagonismo y la movilización popular, también
necesarios, están ausentes. Mientras los viejos operadores políticos y oligarcas se
encuentran muy activos en el ejercicio del poder.
En consonancia con lo que ha ocurrido con América Latina, queda claro que de no ocurrir
cambios profundos que desmonten la configuración del poder y de las dinámicas de saqueo
y reviertan la destrucción del Estado, lo que vendrá será peor que lo que se vivió antes del
triunfo de AMLO.
Esa visión de modo inmediato demuestra la pobre condición de cierto tipo de teóricos
ansiosos siempre de ir detrás de los grandes sucesos para intentar convertirse en sus mejores
exponentes. Pero, más allá de la pobreza intelectual de estos teóricos-propagandistas ¿Qué
está ocurriendo en América Latina hoy que el otrora invisible México se promueve como
paradigma de cambio en un tiempo que se anuncia una invasión militar en Venezuela?
Salvo Cuba, Bolivia y Venezuela, los países que no fueron golpeados, la oligarquía y las
fuerzas pro imperio se lograron recuperar y, luego de periodos en que se favorecieron los
sectores populares vino una contraofensiva muy brutal. La violencia contra los movimientos
Es en esa historia que hay que comprender la “sorpresa” mexicana, donde triunfó un
un gobierno que se creía imposible de ser aceptado por las oligarquías y el imperio. Aún no
quedan claros todos los factores que confluyeron en este giro particular de México, pero al
menos resulta evidente que la explosividad social quedó neutralizada -aunque no había
dirigencias que en lo inmediato pudieran llevar al triunfo una lucha por fuera de AMLO- y
que el cambió se hizo bajo el acuerdo de no desmontar en lo fundamental el “exitoso”
laboratorio que fue México para la dominación imperial.
8El análisis nos impide concentrarnos en el caso nicaragüense. Consideramos que, sin negar los ataques de
oligarcas e imperio, en gran medida es el propio Daniel Ortega el responsable de la dilapidación de un
proceso popular.
El intento de golpe de Estado que se fragua en Venezuela, la posible invasión militar yanqui
y expansión del conflicto a toda la región es una cuestión urgente. Sin duda, más allá del
alarde, la confrontación puede llevar a una derrota del Imperio, a pesar de su poderío, no
sólo por el rol que tome Rusia en apoyo a Venezuela (algo que resultaba impensable luego
de la caída de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas), sino también por la sólida
alianza cívico militar -gran creación de Chávez- que Nicolás Maduro ha logrado sostener y
que se demuestra con la lealtad y disposición de combate de las Fuerzas Armadas
Nacionales Bolivarianas y la voluntad popular de luchar hasta vencer ¡Un nuevo Vietnam a
menos de 3 mil km del imperio!
Pareciera ocurrir una crisis de todo en AL. Pero la palabra crisis confunde más que aclarar
la incertidumbre constante del tiempo histórico. Pero sin duda, de la mano del temor por
la guerra y la aniquilación humana, el quiebre de los paradigmas de transformación social
son parte de eso que llamamos crisis humanitaria, civilizatoria, etc. es parte de esa nueva
situación.
9 Enzo Traverso, Melancolía de izquierda. Marxismo, historia y memoria. México: FCE, 2018.
Pero la historia, fuerzas y acumulado cultural de la izquierda ontológica -de los pueblos-
anida aun capacidades de transformación radical poderosísimas. Para despertarlas requiere
poner en el centro una práctica social que genere un nuevo -y no tan nuevo- paradigma de
las izquierda, volver a llamar a las cosas por su nombre: Socialismo, la palabra más
abarcante para hablar de los más grandes sueños de liberación y justicia de los pueblos.
Recuperar la rebeldía vinculada al proyecto de cambio. Trascender la apoliticidad de las
“resistencias” y movimientos y convertirlos en una fuerza política eficaz. Se necesita pasar
al plano de la acción y de recuperar, en un nuevo contexto el debate en torno a las vías y
carácter de las revoluciones. Hablamos de la necesidad de desatar una batalla cultural que
devenga en estrategia política revolucionaria.
Ocupar el vacío político- social con un ideal de cambio basado en la identidad nacional,
rescatando la historia y el patriotismo popular. Generar un lenguaje atrayente y un
liderazgo poderoso. Asumir una clara visión de poder político , de toma, ejercicio y
conservación de poder. Crear un proyecto revolucionario con viabilidad histórica que
opere como idea movilizadora para la sociedad en que se unan la liberación nacional con la
liberación social radicalmente. Desatar una fuerza social muy poderosa capaz de revertir
cualquier revés y estar dispuesta a combatir en cualquier escenario sin moralismos ni
prisiones ideológicas. Hacer que el pueblo haga política en las calles y campo y forjar la
unidad son los elementos más sobresalientes que hace 60 años llevaron al triunfo a la
Revolución en Cuba y desde hace 18 años han sostenido a la Revolución Bolivariana en
Venezuela. Por esa línea tiene que venir la batalla cultural de la que hablamos.