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Recuperar la pedagogía, Meirieu

El capítulo gira en torno a bajo qué “paradigma” puede un educador “tratar” a un niño y la tensión
que hay entre estos, en casos como el siguiente:

El pibe/la piba llega tarde a clase, porque desde que sus viejos se quedaron sin laburo, nadie se
levanta temprano (acá puede pensarse cualquier ejemplo de los mantenidos o de entre horas)

 ¿qué haces?

1) lo comprendes, haces un llamado a la casa, alguna institución social, porque él “no tiene la
culpa de nada”

2) lo sancionas “para que aprenda”, porque si hubiera querido llegar temprano, “tiene la libertad
para hacerlo a pesar de todo”

Si elegiste 1, sos…

1. Postura comprensiva: Niño víctima y la “comprensión benevolente”

Verlo como un sujeto determinado por sus propias condiciones.

Esta supone que “respetar” al niñe supone la necesidad de comprender su situación y actuar sobre
su situación a fin de ofrecerle mejores condiciones para su desarrollo; no haría falta castigar
injustamente un psiquismo en construcción, menor de edad, que todavía no tiene plena
autonomía.

Si elegiste 2, sos…

2. Postura moralista: Niño culpable y el “enderezamiento moral”

Verlo como un sujeto de plena libertad.

Pensás que ninguna libertad puede emerger de la consideración, por desconsolada que sea, de los
determinismos, por poderosos que sean.

Philip dice que ambas posturas son legítimas (1 porque es absurdo hacer que las situaciones
concretas no existen y no modifican; y 2 porque ese voluntarismo puede arrancar a alguien de sus
determinaciones, y desmentir así los pronósticos sociológicos de un sujeto) y también peligrosas (1
porque caes en una compasión bienpensante pero ineficaz y 2. porque sancionando todo el
tiempo tampoco cambiás algo). La posta es ir alternando.

La postura moralista viene de Descartes, que funda al sujeto moderno y postula su libertad bajo la
única verdad que tiene  su propia capacidad de pensar por sí mismo
 Por lo tanto, para que el sujeto sea sujeto es necesario suponerlo libre y considerarlo
como tal, es decir, suponer que si es sujeto siempre conserva la posibilidad de decir “no”,
y si dice “si”, lo hace libremente (podemos llamar a esto la “nolontad” del sujeto) 
entonces, no debe consentírsele ninguna excusa a quien cede a los determinismos de
todos los órdenes puesto que, en términos absolutos, existía la posibilidad de negarse
 La tarea del educador sería… ¿imputarle sistemáticamente la responsabilidad de sus actos
a pesar de todas las influencias que soporta?  una cosa es que las historias personales y
sociales entorpecen el aprendizaje, pero que por ello no podamos apelar a su libertad para
permitirles aprender y pensar por sí mismos es otra muy distinta.
 Estrategia: interpelar su libertad

Crítica a esta postura  la filosofía clásica fija un ideal educativo ambicioso  ¿como exigirle
a un ser en formación lo que se le exige a un adulto? ¿no estaríamos cayendo en el sueño del
niño perfecto, frente a la realidad con niñes concretes?

Respuesta de Philip  “permitir que emerja el sujeto y formarlo para la libertad”

Toma la experiencia de Deligny, quien avanza hacia una pedagogía exigente, que no le cabe la
cólera absurda contra el niño culpable como las facilidades de la piedad ante el niño victima.
Ninguna de estos dos sirve porque…

 el niño identificado como víctima se termina plegando sobre sí mismo para acurrucarse en los
lamentos del adulto cuando tendría que hacer frente a su destino  interpelar para permitirle
movilizarse (salir del fatalismo del propio destino)

el juicio brutal contra el niño culpable suscita al repliegue, el llamamiento al enderezamiento
moral se vive como una negación de la historia de la persona  no enquistar en el pasado, sino
comprometerlo con su futuro

Asimilar lo que nos hizo lo que somos hoy para poder hacernos nosotros mismos mañana.
Articular, desarticular y rearticular la propia historia.  formación para la libertad

Una pedagogía piola debería ofrecer…

- condiciones de superación de su propia historia (articular y desarticular pasado)

- compromiso con su libertad (asumir la responsabilidad de sus actos en un colectivo)

Estrategias que propone para llegar a esto:

1) para construirse un niño necesita ser escuchado, sin ser necesariamente aprobado

La escucha del adulto es lo que le permite enunciar progresivamente lo que siente y piensa, lo
ayuda entrar en un lenguaje articulado e inteligible; gracias a esa escucha un sujeto se va
construyendo, transformando hechos en acontecimientos, construyendo una narrativa de sí,
construyendo un “yo”  para eso hay que contarles incansablemente lo que les pasó, también
escuchar sus historias y leerles historias.

Construir una “escucha educativa”:

- consiste en empatía (entrar en el otro sin perderse en él), congruencia (continuar siendo
una mismo, y no renunciar a expresarse con el fin de que el otro lo haga), consideración
positiva incondicional (no excusar sistemáticamente al otro, ni tampoco perdonarle todo,
entender que por algo hace lo que hace, y tiene motivos para ello, pero esto tampoco
implica aprobar esos motivos)
- Traduce en la práctica de la reformulación (el psicólogo de Entre Horas lo hace todo el
fuckin tiempo)  decirle “a ver si entendí bien: esto es lo que creo que defendés, esto es
lo que buscás, así lo demostrás”… la persona puede decirte no coincido, y ahí tiene que
formularlo de otro modo (cree clarificar cuando en realidad se está construyendo!)

2) Para construirse, un niño necesita que se lo acompañe en la búsqueda obstinada de sus


márgenes de libertad

Frente a un fracaso o una falta, no se trata de solo marcar la falta, sino de revisar la ruta que
tomó, qué otras opciones podría haber tomado, etc.

Esto se llama “situación de metacognición” o “imaginación moral”:

 es repensar el contexto y explorar ocasiones malogradas para identificar las posibles


soluciones futuras
 esto da lugar a la reflexión, abre una puerta para la decisión

Todo el tiempo ir construyendo una educación para la decisión (desde lo más boludo como decir
“pueden elegir entre los ejercicios 34 y 35” o “para responder esta pregunta pueden elegir una de
estas 3 lecturas”). La tarea del pedagogo es acompañar al niño en la decisión que tome.

3) Para contruirse, un niño tiene necesidad de sanciones

No hay que tomar “sanción” como castigo. La sanción no tiene que ser el punto de llegada, sino
propiciar un punto de partida para esa persona, tanto para lo que hace bien o mal.

La sanción tiene el fin de que la persona perciba su responsabilidad (¿me di cuenta que hacía esto?
¿lastimé a otros, al grupo, por lo que hice?), interpelar su propia libertad (¿quiero seguir haciendo
esto?), que se reconozca como sujeto (¿quiero yo ser así?).

En principio la sanción “excluye” del grupo, pero la idea es sancionar para que la persona misma
luego por decisión propia reencuentre su lugar, reparando lo que haya hecho.

Lo que sí una sanción nunca puede despojar de sus derechos a un adolescente, en todo caso debe
ser una manera de darle nuevos derechos: el derecho a reflexionar ante sus actos, hacer uso de su
razón, derecho a apartarse del destino social que le esperaba para construir su propia histora.

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