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UNIDAD 3. TEORIA DEL DELITO.

TEMA 1. CONCEPTO Y CLASIFICACION DEL DELITO.

OBJETIVOS.

a) Analizar el concepto de delito;


b) Describir la clasificación del delito;
c) Analizar el concepto delito en función de los sujetos, del objeto,
presupuestos, elementos y circunstancias.

DESARROLLO.

Análisis del concepto de delito.

A lo largo de la historia de la humanidad la conducta considerada como delito, es


un hecho humano contrario al orden ético social, que fue castigado, para limitar al
hombre, con una sanción represiva.

La filosofía menciona que el delito es una violación de un deber, necesario para el


mantenimiento del orden social, cuyo cumplimiento se encuentra la garantía en la
sanción penal.

Para la Sociología al delito se le identifica con una acción antisocial y dañosa.

Francisco Carrara, considera al delito como: La infracción de la Ley del Estado,


promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un
acto externo del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable y
políticamente dañoso.

La palabra delito proviene del latín delinquere, que significa aparatarse del buen
camino, alejarse del sendero señalado por la Ley.

Para Franz Von Liszt, el delito es un acto humano, culpable, antijurídico y


sancionado con una pena.

Ernesto Von Beling, define al delito como una acción típica, antijurídica, culpable
subsumible bajo una sanción penal adecuada y que satisfaga las condiciones de
punibilidad.

Jiménez de Asúa, considera al delito como un acto típicamente antijurídico,


culpable, sometido a veces a condiciones objetivas de penalidad, imputable a un
hombre y sometido a una sanción.

El Código Penal para el Distrito Federal en su artículo 7, indica que el delito es un


acto u omisión que sancionan las leyes penales.
En el Estado de México el Código Penal en su artículo 6 indica que el delito es una
conducta típica, antijurídica, culpable y punible, pero anteriormente en ese mismo
artículo refería que el delito puede ser realizado por acción, omisión y comisión por
omisión.

Un concepto sustancial de delito, solo puede obtenerse dogmáticamente, del total


ordenamiento jurídico penal, del cual se desprende que el delito es la conducta o
hecho típico, antijurídico, culpable y punible, siendo esto un criterio pentatonico,
porque son cinco los elementos que lo integran.

A saber son positivos los siguientes:

a) Una Conducta o un hecho,


b) La Tipicidad,
c) La Antijuricidad,
d) La Culpabilidad y
e) La Punibilidad.

Y los elementos negativos son:

a) Ausencia de conducta o de hecho,


b) La Atipicidad,
c) Causas de Justificación,
d) Inculpabilidad, y
e) Excusas absolutorias.

Clasificación del delito.

Los delitos se clasifican tomando en cuenta varios aspectos como son:

a) En función de su gravedad, en base a la gravedad de la infracción penal.


Graves y no graves.
b) Según la conducta del Agente, de Acción o de Omisión.
Acción, cuando se comete mediante el comportamiento positivo y se viola una
ley prohibitiva.
Omisión, cuando no se ejecuta lo ordenado por la ley, violándose una ley
dispositiva.
Hay delitos de simple omisión, que son aquellos que se sancionan por la misma
omisión.
Así como delitos de comisión por omisión, que son aquellos que se cometen
cuando se decide no actuar y con esa conducta se produce un resultado
material.
c) Por el resultado que producen. Formales y materiales.
Formales son los delitos de mera conducta ( Falso Testimonio, Portación de
Arma Prohibida)
Materiales con aquellos que su integración se requiere la producción de un
resultado objetivo o material.
d) Por el daño causado, de Lesión y de Peligro.
Lesión se dan cuando se consuman causando algún daño directo a los intereses
protegidos por la norma que se viola (Homicidio, Fraude).
Peligro en donde no se causa ningún daño directo a los intereses protegidos,
pero los pone en peligro.
e) Por su duración, Instantáneos, Instantáneos con efectos permanentes,
Continuados y Permanentes.
f) Por el elemento interno o culpabilidad, dolosos, culposos,
preterintencionales.
g) Delitos simples y complejos.
h) Delitos Unisubsistentes y plurisubsistentes.
i) Delitos Unisubjetivos y Plurisubjetivos.
j) Por su forma de persecución, privados o de querella y perseguibles de oficio.
k) Delitos Federales, Comunes, Oficiales, Militares y políticos.
l) Clasificación Legal.

Análisis del concepto de delito en función de los sujetos, objeto,


presupuestos, elementos y circunstancias.

En función de los sujetos , en cuanto al pasivo son:


a) Personales cuando recae en la persona física,
b) Impersonales, cuando la lesión recae en una personal moral, el Estado la
Sociedad.

Con referencia al sujeto activo, puede ser:


a) Delitos de sujeto común o indiferente, en donde la Ley no destaca algún
carácter , permite su comisión por cualquier persona.
b) Delitos exclusivos, propios de sujeto calificado, en donde los sujetos tienen
determinada calidad o relación persona.

En razón del número de sujetos:

a) Monosubjetivos, en donde es una la persona que puede delinquir, porque


así lo indica la Ley.
b) Plurisubjetivos, cuando en la comisión delictiva intervienen varios sujetos.

De acuerdo a las condiciones del sujeto activo son:


a) Delitos ocasionales, los cometidos por personas normales,
b) Delitos de habito, son los que cometen personas que se inclinan fácilmente
a repetir el delito.

Concepto del delito en función al objeto.

En la doctrina se ha distinguido entre objeto jurídico y objeto material, siendo el


primero como el bien jurídico tutelado por la Ley, mediante una sanción; mientras el
objeto material es la persona o cosa dañada o que sufre el peligro derivado de la
conducta delictiva.
Concepto del delito en razón a los presupuestos.

A partir de Manzini la doctrina a tratado de elaborar una autentica noción sobre los
presupuestos, ya que sin estos no existiría el delito, dicho autos considera como
presupuestos los elementos positivos y negativos anteriores al hecho.

Massari, señala como presupuestos generales:

a) El precepto penal sancionado,


b) La existencia de una sanción.

Para Riccio, los presupuestos del delito son:

a) El sujeto activo,
b) El sujeto pasivo,
c) El bien lesionable, y
d) La norma descriptiva considerada en si misma.

Para Porte Petit, el presupuesto del delito, lo considera como la existencia de estos,
es así como la conducta o del hecho, los presupuestos son los antecedentes
jurídicos y previos a la realización de la conducta o del hecho descritos en el tipo y
de cuya existencia depende el título del delito respectivo, mencionando que pueden
ser generales o especiales.

TEMA 2. LA CONDUCTA Y SU AUSENCIA.

OBJETIVOS.

a) Describir el concepto de conducta.


b) Describir los conceptos de acción y omisión,
c) Analizar la Causalidad en la acción y en la omisión.
d) Especificar el lugar y el tiempo de la conducta.
e) Analizar la ausencia de conducta.

DESARROLLO.

Describir el concepto de conducta.

Se entiende por conducta al comportamiento humano voluntario, positivo o


negativo, encaminado a un propósito.
Jiménez Huerta, dice que la conducta es siempre una manifestación de voluntad
dirigida hacia un fin.
Jiménez de Asúa, refiere que al hablar de acto o de conducta, siendo elementos
uno del otro, la manifestación y el resultado, estos de unen en causa y efecto, por
la existencia de un nexo causal.
De tal forma que la conducta al momento de exteriorizarse, adopta varias
denominaciones como Acción, Omisión y esta ultima se le divide en Omisión simple
y omisión impropia o comisión por omisión; siendo que la acción consiste en la
conducta positiva, expresada mediante un hacer, una actividad un movimiento
corporal voluntario, violación de una norma prohibitiva.
La omisión es una conducta negativa, que es inactividad voluntaria con violación de
una norma preceptiva.
Varios autores sostienen que en la conducta ha coeficiente Físico y Psíquico, como
elementos de esta, indicando que el coeficiente físico se identifica con el movimiento
corporal del sujeto, pero este principio no se actualiza para la omisión en la que no
se desarrolla ninguna conducta o movimiento corporal, por lo que no se acepta
como valido, pero no deja de estar alejada de la verdad, pues para el Derecho es la
omisión misma que manifiesta la voluntad de dejar de cumplir el mandato.

Describir los conceptos de acción y omisión.

Concepto de acción en sentido lato, se considera como movimiento corporal,


representado en su fase externa por el dominio sobre el cuerpo a través de la
voluntad, como el no hacer o inactividad.
Al respecto Jiménez de Asúa expresa que el acto, término substitutivo del de acción,
es la manifestación de voluntad que mediante acción u omisión causa un cambio en
el mundo exterior.
Para Beling, la acción positiva comprende la fase externa (objetiva), y la interna
(subjetiva), en cuanto a la objetiva es el movimiento corporal y a la segunda con la
voluntariedad, más el no hacer u omisión.
Cuello Calón, considera a la acción, en sentido amplio, como la conducta exterior
voluntaria encaminada a la producción de un resultado, comprendiendo en esta
acepción tanto la conducta activa, como la conducta negativa u omisión.
Resulta que la acción consta de tres elementos:

a) Manifestación de voluntad;
b) Resultado;
c) Relación Causal.

Para Francisco Pavón Vasconcelos difiriendo de lo anterior menciona también que


hay dos elementos que son:

a) Una actividad o movimiento corporal;


b) La voluntad o el querer realizar dicha actividad, que a su vez esta se integra
de las siguientes fases:
1.- La concepción;
2.- La deliberación;
3.- La decisión y
4.- La Ejecución.

Mientras la omisión que es una conducta negativa o inacción, consistente en no


hacer, en la inactividad voluntaria frente al deber de obrar consignado en la
norma penal.

La omisión presenta dos formas:

a) La omisión simple o propia, que origina delitos de simple omisión, y


b) La omisión impropia, que da nacimiento a los delitos de comisión por
omisión.

Los autores al dar el concepto de omisión, aluden también a los elementos


integrantes que son la inactividad y voluntariedad.

Cuello Calón, menciona que la omisión es la conducta negativa, más no toda


inactividad es omisión, esta es inactividad voluntaria, puede por tanto definirse la
omisión como la inactividad voluntaria, cuando la norma penal impone el deber de
ejercitar un hecho determinado.

Cavallo nos indica, que omisión puede definirse como la abstención del
cumplimiento de una acción que se tenía la obligación de realizar, que se expresa
en una conducta que realiza una situación distinta de la querida por la norma.

Los elementos que integran la omisión son:

a) Voluntad;
b) Conducta inactiva o inactividad, y
c) Deber Jurídico de obrar.

Porte Petit al tratar sobre los elementos de la omisión simple afirma que son:

a) Voluntad o no voluntad (olvido), y


b) Inactividad o no hacer.

En consecuencia en la omisión, puede existir al igual que en la acción un elemento


psicológico, querer la omisión, o un olvido.

La esencia de la omisión impropia, también denominada comisión por omisión, se


encuentra en la inactividad voluntaria que al infringir un mandato de hacer acarrea
la violación de una norma prohibitiva o mandato de abstenerse, produciéndose un
resultado tanto típico o jurídico como material, es así que los elementos que la
integran son:

a) Voluntad;
b) Inactividad o no hacer; y
c) Un deber de obrar y un deber jurídico de abstenerse que resultan violados.

Analizar la Causalidad en la acción y en la omisión.

Debemos recordar que el hecho se integra con la conducta, el resultado y el nexo


de causalidad, entre la primera y la segunda la ausencia de cualquiera de estos
elementos impide el nacimiento del hecho, resultado indispensable el nexo causal
para poder atribuir un resultado a la conducta del hombre.

Por lo que el nexo o relación de causalidad, es la relación mediante el cual se hace


posible la atribución material de esta aquella como a su causa, el concepto de
acción se sugiere la idea de una relación existente entre la conducta, positiva o
negativa y el resultado, entendiéndose en un hacer o no hacer que producen un
cambio en el mundo exterior.

Al respecto hay varias teorías como son:

Teoría de la equivalencia de las condiciones, que fue creada por Von Buri,
también conocida como conditio sine qua non, la cual dice que por causa se
entiende la suma de todas las condiciones positivas o negativas que producen
resultado y como todas las condiciones son equivalentes entre sí, por tener el mismo
valor causal, cada una de ellas a su vez debe considerarse como causa del
resultado.

Para Porte Petit considera esta teoría confusa, puesto que existen dos criterios:

a) Que toda condición es causa del resultado;


b) Que el conjunto de todas las condiciones son causa del resultado.

Teoría de la ultima condición, o de la causa próxima, o de la causa inmediata,


para esta teoría se sostiene que entre las causas productoras del resultado, solo es
relevante la ultima, es decir la mas cercada al resultado, tal teoría es inadmisible
por desechar las demás concausas.

Teoría de la condición más eficaz, para esta teoría considera como verdadera
causa del resultado la condición normalmente adecuada para producirlo, al igual
que la anterior al negar las demás condiciones no es aceptada.

Teoría de la adecuación o de la causalidad adecuada, esta considerada como


única la condición normalmente adecuada para producirlo. Si el resultado se aparta
de lo común no hay relación de causalidad entre él y la conducta.

La causalidad en los delitos de omisión, sobre todo en los delitos de omisión simple
no hay un resultado material, por tal motivo no hay un nexo de causalidad,
solamente existe tal nexo causal en los delitos de comisión por omisión, porque se
producen en el mundo exterior.
Lugar y tiempo de comisión del delito.

En la mayor parte de los hechos, la actividad o la omisión (conducta positiva o


negativa), se realiza en el lugar donde se comete la conducta antisocial, misma que
produce un resultado, en ocasiones la conducta y el resultado no coinciden, pero
estamos en presencia de los llamados delitos a distancia, que dan lugar a problemas
de aplicación de ley en función a un Derecho Internacional o Derecho Interno, para
esto hay varias teorías, como son:

a) Teoría de la actividad, se da cuando el delito se comete en el lugar y al


tiempo de la acción o de la omisión;
b) Teoría del resultado, se da cuando el delito se realiza en el lugar y al tiempo
de producción del resultado;
c) Teoría del conjunto o de la actividad, en donde el delito se comete tanto
en el lugar y al tiempo de realización de la conducta, como en donde y cuando
se produce el resultado.

Esta ultima teoría se encuentra inmersa en el artículo 5 del Código Penal para el
Distrito Federal.

La ausencia de la Conducta.

Recordaremos que el comportamiento del hombre se traduce en una actividad o


conducta positiva o negativa, de ahí la conveniencia de insistir en que la conducta
consiste exclusivamente en una actividad o movimiento corporal o bien una
inactividad, una abstención , un no hacer, tiene intima conexión con un factor de
carácter psicológico que se identifica con la voluntad de ejecutar la acción o de no
verificar la actividad esperada.

La acción consiste en un movimiento corporal, pero no de todo movimiento muscular


es una acción, igual razonamiento de la omisión consiste en una actividad de no
hacer, pero no toda inactividad, es un no hacer, por consiguiente, no toda inactividad
es una omisión.

Hay ausencia de conducta e imposibilidad de integración del delito cuanto la acción


u omisión son involuntarias, a para decirlo con más propiedad, cuando el
movimiento corporal o la inactividad no pueden atribuirse al sujeto, no son suyos
por faltar en ellos voluntad.

En la actualidad se considera en la Ley sustantiva como en la dogmática, cuando


se esta en ausencia de conducta como es:

I.- La Bis absoluta, llamada violencia, constreñimiento físico o fuerza irresistible.


II.- La Fuerza Mayor. (Bis Mayor).
Jiménez de Asúa indica las siguientes categorías:

a) El sueño y el sonambulismo.
b) La sugestión, la hipnosis y la narcosis.
c) La inconsciencia y los actos reflejos, y
d) La fuerza irresistible.

La Bis Absoluta, se encuentra plasmada en el artículo 15 fracción I, del Código


Penal del Distrito Federal.

La Fuerza Mayor.

Se presenta en forma similar a la Bis Absoluta, pues es una actividad o inactividad


involuntaria, por actuación sobre el cuerpo del sujeto, de una fuerza exterior a él,
de carácter irresistible originada en la naturaleza o en seres irracionales, se
diferencia de la Bis Absoluta, en que ésta la fuerza impulsora proviene
necesariamente del hombre y mientras que en la fuerza mayor encuentra su origen
en una energía distinta ya natural o subhumana.

López Gallo define a la fuerza mayo, como una energía no humana física irresistible
padecida por un sujeto que se ve arrollado en la producción de un hecho cuyo
resultado no es posible atribuir a tal sujeto, por ser patente de su conducta.

El sueño.

Al ser un estado fisiológico normal de descanso del cuerpo y de la mente, puede


originar movimientos involuntarios del sujeto con resultados dañosos.

El Sonambulismo.

Es similar al sueño, pero en este el sujeto deambula dormido, en donde hay


movimientos corporales inconscientes y por ello involuntarios.

El hipnotismo.

En el cual hay una serie de manifestaciones del sistema nervioso producidas por
una causa artificial, la exclusión del delito, lo es en razón a que se encuentra ausente
la conducta el factor psicológico pues no hay voluntad de cometer el delito.

TEMA 3. LA TITPICIDAD Y SU AUSENCIA.


OBJETIVOS.

1.- Análisis de noción de tipo y tipicidad.


2.- Análisis de la función de la tipicidad.
3.- Análisis de Clasificación del tipo.
4.- Análisis de ausencia de tipicidad.

DESARROLLO.

Análisis de nociones de tipo y tipicidad.

Mezger, dice que el tipo en el sentido propio jurídico penal, significa más bien el
injusto descrito concretamente por la Ley en sus diversos artículos y cuya
realización va ligada la sanción penal.

Jiménez de Asúa, lo define como la abstracción concreta que ha trazado el


legislador, descartando los detalles innecesarios para la definición del hecho que se
cataloga en la Ley como delito.

Ignacio Villalobos, menciona que tipo es la descripción del acto o del hecho injusto
o antisocial, en su aspecto objetivo y externo.

Jiménez Huerta lo define, como el injusto recogido y descrito en la Ley penal.

De tal forma que el tipo legal, es la descripción concreta hecha por al ley de una
conducta a la que en ocasiones se suma su resultado, reputada como delictuosa el
conectarse a ella, una sanción penal.

La noción de tipicidad, se define como la conducta realizada por el infractor, que


constituye o materializa todos los elementos que conforma un tipo penal
(actualmente el Cuerpo del Delito), es así que la tipicidad es la adecuación de una
conducta concreta con la descripción legal formulada en abstracto.

Función de la Tipicidad.

La tipicidad desempeña una función predominante descriptiva y tiene su principal


importancia en las características de delito y se relaciona con la antijuricidad por
concretarla en el ámbito penal, representando una pieza técnica.

Clasificación del tipo.

a) Normales y anormales.
Los normales se integran con elementos objetivos, de aprehensión cognoscitiva
material ( Homicidio ).

Los anormales son aquellos que incluyen elementos normativos y subjetivos, cuyo
conocimiento implica un juicio valorativo por el aplicador de la Ley .

b) Fundamentales o básicos, son aquellos que por sus elementos integrantes,


son la esencia o fundamento de otros tipos legales, así tenemos que el Código
Penal agrupa los tipos penales en grupos, como Delitos contra el patrimonio,
Delitos contra la vida, Delitos sexuales, cuyos tipos son básicos.
c) Especiales son los formados por el tipo fundamental y otros requisitos,
excluyéndose la aplicación del básico, obligándose a subsumir los hechos bajo
el tipo especial.
d) Complementados, estos se integran con el fundamental y una circunstancia o
peculiaridad distinta ( Homicidio Calificado ).
e) Autónomos e independientes, son los que tienen vida propia, sin depender de
otro tipo ( robo simple ).
f) Subordinados, son los que dependen de otro tipo ( Homicidio en Riña ).
g) De formulación casuística, con los que el legislador no describe una
modalidad única, sino varias formas de ejecutar el ilícito que son: Los
alternativamente formados, en los que se prevén dos o más hipótesis comitivas
y el tipo se colma con cualquiera de ellas ( Adulterio ); Los acumulativamente
formados, en donde se requiere el concurso de todas las hipótesis para la
existencia del tipo ( Vagancia y Malvivencia).
h) De formulación amplia, en donde se describe una hipótesis, en la que caen
todos los modos de ejecución.
i) De Daño y de peligro, de daño cuando el tipo tutela o protege la destrucción o
disminución y de peligro cuando la Ley penal protege el bien contra la posibilidad
de ser dañado (disparo de arma de fuego, de Omisión de auxilio).

Ausencia de tipicidad o atipicidad.

La atipicidad se da cuando se esta en la ausencia de la conducta al tipo, esta supone


la falta de previsión en la Ley de una conducta o hecho, pues la conducta
desplegada no encuentra perfecta adecuación en el precepto legal, por estar
ausente algún o algunos de los requisitos constitutivos del tipo y las causas de
atipicidad pueden ser:

a) Cuando hay ausencia de la calidad exigida por la ley en cuanto a los sujetos
activos y pasivo.
b) Cuando hay ausencia de objeto o bien existiendo éste no se satisfacen las
exigencias de la Ley por cuanto a sus atributos.
c) Cuando no se dan las referencias temporales o especiales requeridas en el
tipo.
d) Al no realizarse el hecho por los medios comisitos específicamente
señalados en la Ley;
e) Si faltan los elementos subjetivos del injusto legalmente exigidos.
f) Por no darse la antijuricidad especial.

TEMA 4. LA ANTIJURICIDAD Y LAS CAUSAS DE JUSTITIFACIÓN.

OBJETIVOS.

1.- Analizar el concepto de antijuricidad.


2.- Analizar las principales teorías de la antijuricidad.
3.- Analizar la clasificación de la antijuricidad.
4.- Analizar noción de justificación.
5.- Analizar la razón de ser de la justificación.
6.- Analizar las causas de justificación.

DESARROLLO.

Analizar el concepto de antijuricidad.

Javier Alba Muñoz, nos indica que el contenido ultimo de la antijuricidad que interesa
al Jus-penalista, es lisa y llanamente, la contradicción objetiva de los valores
estatales, en el núcleo mismo de todo fenómeno penal, existe solo el poder punitivo
del Estado valorando el proceso material de la realización prohibida implícitamente.

Cuello Calón, nos refiere que la antijuricidad presupone un juicio, una estimación
de la oposición existente entre el hecho realizado y una norma jurídico pena. Tal
Juicio es objetivo, por solo recaer sobre una acción ejecutada.

La antijuricidad radica en la violación del valor o bien protegido a que se contrae en


tipo penal respectivo.

Analizar las principales teorías de la antijuricidad.

Carlos Binding, refiere, era frecuentísimo que el delito es contrario a la ley; así
Carrara lo definía como la infracción de la Ley del Estado, pero Carlos Binding,
descubrió que el delito no es contrario a la ley, sino más bien el acto que se ajusta
a lo previsto en la Ley penal.

Máx Ernesto Mayer, dice que la antijuricidad es la contradicción a las normas de


cultura reconocidas por el Estado, para este autor la norma cultural comprende
costumbres, valoraciones medias, sentimientos patrios, religiosos entre otros.

Existe critica a las concepciones de Carlos Binding y de Mayer, pues si observamos


que lo antijurídico aparece aún cuando no se contradigan las normas, se derrumban
la tesis sostenidas por estos autores, por cuanto hace a la concepción de Mayer, si
la antijuricidad consiste en la contradicción a las normas culturales reconocidas por
el Estado y no todas, la antijuricidad no es sino oposición objetiva al Derecho, sin
ser exacto que toda conducta antijurídica viole las normas, puede haber actos
formalmente antijurídicos que como se vio, no infringen los valores colectivos, pero
con tales acepciones dichos autores se refirieron al doble contenido de la
antijuricidad, que lo es formal y material, admitiendo dos antijuricidades uno de
forma y otro de fondo.

Al respecto Ignacio Villalobos escribe, que el Derecho Penal no se limita a imponer


penas, como guardián del orden público es el mismo el que se señala los actos que
deben reprimirse, llevando implícito en sus preceptos un mandato a una prohibición
que es lo substancial y lo que resulta violado por el delincuente.

Analizar la clasificación de la antijuricidad

La antijuricidad es un concepto unitario ya que resulta de un juicio substancial, sin


embargo Franz Von Liszt, refiere que es dualista la antijuricidad:

a) Formal, se da cuando el acto antijurídico implique una transgresión a una


norma establecida por el Estado, siendo una oposición a la Ley;
b) Material, se da cuando la acción antijurídica signifique una contradicción a
los intereses colectivos.

Analizar noción de justificación.

Las causas de justificación, son aquellas condiciones que excluyen la antijuricidad


de una conducta típica y las causas de justificación también las llamamos
eliminatorias de la antijuricidad, causas de licitud.

Analizar la razón de ser de la justificación.

Dado el doble carácter de la antijuricidad solo puede ser eliminada por una
declaración expresa del legislador, por lo que el Estado excluye la antijuricidad,
cuando no existe interés que se trata de proteger o cuando existiendo dos intereses
jurídicamente tutelados, el Derecho opta por la conservación del más valioso, de ahí
que la exclusión de la antijuricidad se funda:

a) En la ausencia de interés, y
b) En función del interés preponderante.

Las causas de justificación.

Las causas de justificación de acuerdo a los estudiosos del derecho son las
siguientes:

a) Legitima Defensa,
b) Estado de Necesidad,
c) Cumplimiento de un deber,
d) Ejercicio de un Derecho,
e) Obediencia jerárquica,
f) Impedimento legitimo.

Dichas causas de justificación, en los Código Penales tanto del distrito Federal como
en los demás Estados de la República, de una forma o de otra hacen alusión a
estas, tan es así que en el Estado de México, en el artículo 15 del Código Penal
vigente, refiere como causas que excluyen el delito y la responsabilidad penal.

Legitima Defensa.

Esta es de mayor importancia dentro de las causas de justificación, pues esta


representa la necesidad de rechazar una agresión actual inminente e injusta,
mediante un acto que lesiones bienes jurídicos del agresor.

Franz Von Liszt, indica a la legitima defensa cuando se repele una agresión actual
y contraria al Derecho mediante una agresión contra el atacante.

Jiménez de Asúa, menciona que la legitima defensa es la resulta de una agresión


antijurídica, actual o inminente, por el atacado o tercera persona contra el agresor,
sin traspasar la necesidad de la defensa y dentro de la racional proporcionalidad de
los medios.

Para la Escuela Clásica la legitima defensa descansa en la necesidad, ante la


imposibilidad de que en un momento dado el Estado acuda en auxilio del
injustamente atacado, para evitar la consumación de la agresión, es licito y justo
que él que se defienda, así la defensa privada es substituida de la pública.

Los Positivistas refieren, si el agresor muestra su temibilidad al atacar justamente ,


resultara licito cuando se haga para rechazarlo, por tratarse de un acto de justicia
social, el sujeto que se defiende no es peligroso.

Los elementos de la legitima defensa son:


a) Una agresión injusta y actual,
b) Un peligro inminente de daño, derivado de la agresión, sobre bienes
jurídicamente tutelados, y
c) Una repulsa de la agresión.

La presunción de legitima defensa es Juris tamtum, pues se admite prueba en


contrario, y el sujeto cuya conducta encuadre en esta tiene a su favor la legal
presunción de que actuó con derecho, ante esto el Ministerio Público será el
encargado de aportar los elementos necesarios para demostrar que el inculpado no
obro en legitima defensa.
También dentro de esta causa de justificación encontramos la figura de exceso en
la legitima defensa, pues esta representa a la intensificación innecesaria de la
acción inicialmente justificada, existiendo exceso cuando el agredido va más allá de
lo necesario para repeler la agresión,. Atendiendo a la necesidad racional del medio
empleado para repeler la agresión, atendiendo a la necesidad racional del medio
empleado para repeler la agresión que se fue objeto así como también que el daño
que causaría el agresor era fácilmente reparable.

Estado de Necesidad.

Representa el peligro actual o inmediato para bines jurídicamente protegidos, que


solo puede evitarse mediante la lesión de bienes también jurídicamente tutelados,
pertenecientes a otra persona.

Cuello Calón, nos refiere al respecto que es una situación de peligro para un bien
jurídico, que solo puede salvarse mediante la violación de otro bien jurídico.

Von Liszt, afirma que es una situación de peligro actual PATRA los intereses
protegidos por el Derecho, en el cual no queda otro medio que la violación de los
intereses de otro, jurídicamente protegidos.

Para Carranca y Trujillo, el estado de necesidad difiere de la legitima defensa en


razón a que esta implica una reacción contra el ataque y la figura de estado de
necesidad, representa una acción o ataque.

Los elementos de estado de necesidad son:

a) Una situación de peligro, real grave e inminente,


b) Que la amenaza recaiga sobre cualquier bien jurídicamente tutelado, propio
o ajeno,
c) Una ataque por parte de quien se encuentra en estrado necesario, y
d) Ausencia de otro medio practicable y menos perjudicial.

Como ejemplos de esta justificante, los encontramos en el Aborto terapéutico, el


robo famélico, tal y como se precisan en los artículos 251 del Código Penal vigente
en el Estado de México ( aborto ) y 293 fracción III del Código en cita.

Cumplimiento de un deber. Ejercicio de un Derecho, Obediencia jerárquica y


Impedimento legitimo.

Tales causas de justificación, se encuentran inmersos en lo que establece el artículo


15 del Código Penal para el Estado de México, normalmente las encontramos en
las lesiones y el homicidio cometidos en los deportes o como consecuencia de
tratamientos médicos quirúrgicos, así como las lesiones inferidas con motivo de l
ejercicio del derecho de corregir, así como la obediencia jerárquica, ay que al
obedecer al superior jerárquico se elimina en forma directa el elemento de
culpabilidad.

Con respecto a las lesiones y al homicidio que acontecen en las actividades


deportivas, donde los sujetos no tienen la intención de causar alguna lesión o de
privar de la vida, aunado a que el Estado al regular estas actividades deportivas
funda la justificación de la ausencia de antijuricidad.

Con respecto a las lesiones inferidas en el ejercicio del Derecho de corregir que
tenían los padres sobre sus hijos o ejercían la tutela, a nivel del Distrito Federal se
encuentra derogado el artículo que refería esta circunstancia, pues a la fecha al
igual que en el Estado de México dichas lesiones se encuentran agravadas de
acuerdo a lo que establece el artículo 238 fracción VII del Código Penal.

Por cuanto hace las lesiones consecutivas de tratamiento Médico- quirúrgicos, se


sostienen diferentes criterios, algunos las justifican por el consentimiento de los
pacientes o de algún familiar (responsiva médica), otros indican que no existe dolo,
concluyendo que se trata de un estado de necesidad y al reconocer la actividad
profesional por el Estado se destruye la antrijuricidad.

Por cuanto hace al Impedimento legitimo, en el inciso b), de la fracción IV,


correspondiente al artículo 15 del Código Penal para el Estado de México, que
refiere que son causas de inculpabilidad, si se realiza la acción o la omisión bajo el
error invencible, sobre alguno de los elementos esenciales que integrar el tipo penal,
cuando el sujeto desconozca el alcance de la Ley o porque crea que esta justificada
su conducta, esta circunstancia se da en el ejercicio profesional del abogado, del
sacerdote en ejercicio sacerdotal, como es el secreto de confesión, así también
tenemos que se exceptúa de declarar ante el Ministerio Público o ante la autoridad
Judicial, según lo que establece el artículo 197 del Código de Procedimientos
Penales vigente en el Estado de México, entre otros al tutor curador, cónyuge o
concubina o concubinario del inculpado, a sus parientes por consaguinidad o
afinidad en línea ascendente y descendente sin limitación de grados y en la colateral
hasta el cuarto grado, a los abogados, a los ministros de cualquier culto respecto de
los hechos que se hubieren conocido en el ejercicio de su ministerio.

TEMA 5 LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS DE INIMPUTABILIDAD.

DESARROLLO.

La imputabilidad, la debemos de entender como la capacidad de entender y de


querer el hecho o la conducta desplegada.
Siendo la imputabilidad un elemento de la culpabilidad, ya que para ser culpable un
sujeto necesita ser imputable.
Carranca y Trujillo refiere que será imputable, todo aquel que posea, al tiempo de
la acción, las condiciones psíquicas exigidas, abstracta e indeterminante por la Ley
para poder desarrollar su conducta socialmente, todo el que sea apto e idóneo
jurídicamente para observar una conducta que responsa a las exigencias de la vida
en sociedad humana.

La imputabilidad, es el conjunto de condiciones mínimas de salud y desarrollo


mentales en el autor, en el momento del acto típico penal, que lo capacitan para
responder del mismo el cual se encuentra representado por la edad y otro de
carácter psíquico, consistente en la salud mental.

La responsabilidad, se debe entender como el deber jurídico que tiene el individuo


que ha desarrollado una conducta típica, de dar cuenta a la sociedad de esa
conducta antisocial, normalmente se utiliza el término de responsabilidad para
significar la situación jurídica, en que se coloca el autor de un acto contrario a
Derecho, de ahí que la responsabilidad resulta una relación entre el sujeto y el
Estado, en donde se declara que obro culpablemente y se hace acreedor a las
consecuencias que señala la Ley.

La inimputabilidad, es la calidad del sujeto, referido al desarrollo y a la salud mental,


que resulta el aspecto negativo de la imputabilidad y las causas de inminputabilidad
son capaces de anular o neutralizar la imputabilidad, en cuyo caso el sujeto carece
de aptitud psicológica para que se sancione por el Estado.

Las Causas de inimputabilidad, son tres:

a) Estados de inconsciencia (permanente y transitoria);


b) El miedo grave, y
c) La Sordomudez.

Dichas causas se encuentran contendidas en el artículo 16 Código Penal para el


Estado de México, ya que en sus tres fracciones nos indica:

I.- Alineación u otro trastorno similar o permanente,


II.- Trastorno mental transitorio producido en forma accidental o involuntaria; y
III.- Sordomudez, careciendo totalmente de instrucción.
Estos padecimientos deber tener como consecuencia la ausencia de la capacidad
de comprender la antijuricidad o ilicitud de su acción y omisión, antes o durante la
comisión del ilícito.

Dentro de los trastornos permanentes tenemos a los locos, idiotas, imbeciles o


aquellos que sufran enfermedad o anomalía mental.

Los trastornos mentales transitorios, se da cuando el acusado al momento de


cometer la infracción se encuentra en un estado de inconsciencia por el empleo de
substancias toxicas, de embriagues o estupefacientes.
El miedo grave o temor fundado, se establece como excluyente de responsabilidad,
en donde hay un mal inminente y grave en la persona que comete el delito.

La sordomudez , de acuerdo a lo que establece el Código Penal es requisito


indispensable que el sujeto carezca totalmente de instrucción.

Con respecto a los menores de edad, en el Derecho Penal, son considerados como
inimputables, pues no tienen la capacidad de ejercicio y ante esta razón se
consideran infractores, los cuales serán sometidos a un procedimiento relativo a los
menores en los artículos 415 a 419 del Código de Procedimientos Penales para el
Estado de México.

Por otra parte también hay un procedimiento para inimputables a que se refieren el
artículo 16 del Código Penal, que lo rigen los artículos 410 a 414 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de México.

TEMA 6 LA CULPABILIDAD Y LAS CAUSAS DE INCULPABILIDAD.

OBJETIVOS.

a) Analizará la noción de culpabilidad.


b) Analizará las teorías de la culpabilidad.
c) Analizará los formas de culpabilidad.
d) Analizará el concepto de inculpabilidad.

DESARROLLO.

Analizará la noción de culpabilidad.

La culpabilidad es un elemento constitutivo del delito, sin el no es posible concebir


su existencia.

En amplio sentido la culpabilidad ha sido estimada como el conjunto de


presupuestos que fundamentan la reprochabilidad personal de la conducta
antijurídica.

En sentido estricto, es la reprochabilidad , siendo esta la calidad de desvalor que


convierte el acto de voluntad en un acto culpable.

En épocas antiguas, la punición del hecho dañoso atendió al nexo objetivo existe
entre la conducta del autos y el resultado de ella. Por tanto la responsabilidad, tuvo
un carácter exclusivamente objetivo, siendo la lesión o daño causado la legitimación
de su punibilidad.

Analizará las teorías de la culpabilidad.


Posteriormente, para reprimir y castigar el hecho, para fincar la responsabilidad, un
elemento psicológico se relacionaba tonel daño y su autor, el cual se hace consistir
en la previsión del evento y la voluntariedad de su causación, en esta etapa se
castigaba con independencia de la realización integral del hecho lesivo o de su
proceso de ejecutividad.

En épocas recientes, surgió una corriente conocida como concepción psicológica,


cuya meta, descansa en el reconocimiento de la relación psicológica existente entre
el hecho concreto antijurídico y su autor que hace posible la aplicación de las
consecuencias penales.

Seuffert, elabora una teoría mixta, en la cual el dolo entre a formar parte de lo
psicológico, mientras la culpa pertenece a la ética y el Derecho.

Reinhart Frank, da inicio a una corriente normativa, que implica posición diversa en
el enfoque de la culpabilidad, hace de la misma su objeto, en donde el concepto de
reprochabilidad es su esencia.

Para estructurar el concepto de culpabilidad en la doctrina penalista, hay dos


posiciones:

a) La Teoría Psicologista, para esta teoría la culpabilidad consiste, en el nexo


psíquico entre el agente y el acto exterior o bien en la relación psicologista
del autor con su hecho, su posición psicológica frente a él, por lo que el dolo
como la culpa son formas de vinculación, que admite la ley.

Soler al respecto afirma que la culpabilidad se da cuando un sujeto capaz obra, no


obstante la valoración que el mismo esta obligado a recoger como súbdito del orden
jurídico, de esto se deduce que hay dos términos, el primero lo es la vinculación del
sujeto con el orden jurídico y en segundo término lo es, la vinculación subjetiva del
propio sujeto con su hecho.

Para esta teoría la culpabilidad es la posición subjetiva del sujeto frente al hecho
realizado, la cual supone una valoración normativa.

b) La Teoría Normativa, para esta teoría la culpabilidad existe cuando hay una
conducta o hecho antijurídico.

Welsel agrega otro elemento a la culpabilidad, que lo es el reproche por no haber


omitido la acción antijurídica, a pesar de haber podido omitirla.

La culpabilidad para la concepción normativa, no consiste en una pura relación


psicológica, pues esta sólo representa el punto de partida, pues teniendo presente
un hecho psicológico concreto, deben precisarse los motivos del mismo para ubicar
la conducta del sujeto dentro de los ámbitos del dolo o la culpa. La culpabilidad,
cosiste en el reproche hecho al autor sobre su conducta antijurídica.
Para Mezger, la culpabilidad es un conjunto de presupuestos fácticos de la pena
situados en la persona del autor, para que alguien pueda ser castigado no basta
que haya procedido antijurídicamente y típicamente sino que es preciso también
que su acción pueda serle personalmente reprochada.

Para la teoría normativa has tres elementos de culpabilidad que son:

a) La imputabilidad,
b) Las formas de culpabilidad, dolo y culpa (para algunos autores estas son
partes integrantes de la culpabilidad),
c) La ausencia de causas de exclusión de culpabilidad.

Analizará los formas de culpabilidad.

La culpabilidad tradicionalmente acepta dos formas, que es el dolo y la culpa y


algunos autores también consideran la preterintencionalidad, una mixtura de dolo y
culpa, cuando el resultado sobrepasa la intención del sujeto que comete el delito.

El dolo para Cuello Calon, consiste en la voluntad consciente dirigida a la ejecución


de un hecho delictuoso o simplemente es la intención de ejecutar un hecho
delictuoso.

Luis Jiménez de Asúa, refiere como la producción de un resultado antijurídico, con


conciencia de que se quebranta el deber, cono conocimiento de las circunstancias
del hecho y del concurso esencial de la relación de causalidad existente entre la
manifestación humana y el cambio en el mundo exterior, de ahí que el dolo tenga
un elemento ético o emocional, en donde el ético es la conciencia de que se
quebranta el deber y el volitivo consiste en la voluntad de realizar el acto.

Especies de dolo, los tratadistas nos hablan en doctrina de dolo directo, indirecto,
simplemente indirecto, eventual, indeterminado, alternativo, genérico, especifico,
calificado, siendo los más importantes los siguientes:

Dolo directo, es aquel que esta penalmente tipificado y lo quiere, en donde hay
voluntad de conducta y de querer el resultado.

Dolo eventual, ( para algunos indeterminado ), existe cuando el agente se


representa como posible un resultado delictuoso y a pesar de tal determinación o
representación, no renuncia a la ejecución del hecho, aceptando sus
consecuencias, en donde hay voluntad y representación del resultado, este no se
quiere directamente, pero tampoco se deja querer, se menosprecia, que ultima
instancia equivale aceptarlo.
Villalobos define al dolo directo, como aquel en el cual la voluntad del agente se
encamina directamente al resultado o al acto típico, define al simplemente indirecto,
cuando el sujeto se propone un fin y sabe ciertamente que se producirán otros
resultados típicos y antijurídicos, los cuales no son objeto de su voluntad, pero
seguro acaecimiento no lo hace retroceder con tal de lograr el propósito rector de
su conducta, define al indeterminado, cuando el agente tiene la intención genérica
de delinquir, sin proponerse causar un delito en especial, define al eventual cuando
el sujeto se propone un evento determinado, previendo la posibilidad de otros daños
mayores y a pesar de ello no retrocede en su propósito.

Actualmente en el Código Penal vigente en el Estado de México, en su artículo 8,


fracción I, establece que los delitos pueden ser dolosos, definiendo que se debe
entender como delito doloso en su párrafo primero .

El delito es doloso cuando se obra conociendo los elementos del tipo penal o
previendo como posible el resultado típico queriendo o aceptando la realización del
hecho descrito por la ley.

Por cuanto hace a la culpa como forma de culpabilidad, la debemos de entender


cuando se obra sin intención y sin la diligencia debida, causando un resultado
dañoso, previsible y penado por la Ley.

Edmundo Mezger, refiere que delito culposo es cuando se infringe un deber de


cuidado que personalmente le incumbe y cuyo resultado puede prever.

Para lo cual hay varias teorías que nos sirven para determinar la naturaleza de la
culpa, que son:

a) La Previsibilidad.
b) La previsibilidad y evitabilidad, y
c) Defecto de la atención.

La previsibilidad, es sostenida por el Clásico Carrara, que indica que la esencia de


la culpa consiste en la previsibilidad del resultado no querido, en donde hay una
voluntaria omisión.

La previsibilidad y evitabilidad, expuesta por Binding y seguida por Brusa, acepta la


previsibilidad, pero añade el carácter de evitable o prevenible para integrar la culpa,
de tal manera que no hay lugar de juicio de reproche cuando el resultado, siendo
previsible, resulta inevitable.

Del defecto de la atención, es sostenida por Angliolini, en donde la esencia de la


culpa en la violación, de un deber de atención impuesto por la Ley.

Los elementos de la culpa son cuatro:


a) La conducta que es el actuar voluntario, positivo o negativo,
b) Que la conducta voluntaria se realice sin las cautelas o precauciones exigidas
por el Estado,
c) Que los resultados del acto han de ser previsibles y evitables y típicamente
penalmente, y
d) Que haya una relación de causalidad entre el hacer o no hacer iniciales y el
resultado no querido.

Hay dos especies de culpa, que es la consciente, con previsión o con representación
e inconsciente, sin previsión o sin representación.

Hay una distinción entre culpa consciente y dolo eventual, pues en los dos hay
voluntariedad de la conducta causal y representación del resultado delictivo, pero la
diferencia se encuentra que el dolo eventual se asume indiferencia ante el resultado
y en la culpa consciente no se quiere, se abriga la esperanza de que no se producirá.

Al igual que el dolo, la culpa se encuentra regulada en el artículo 8 fracción II, del
Código Penal para el Estado de México, pues este define que debe de entenderse
por culposo.

El delito es culposo cuando se produce un resultado típico que no se previó siendo


previsible o confiando en que no se produciría, en virtud de la violación a un deber
de cuidado, que debía y podía observarse según las circunstancias y condiciones
personales.

Analizará el concepto de inculpabilidad.

Para Jiménez de Asúa, la inculpabilidad es la absolución del sujeto en el juicio de


reproche, pues la inculpabilidad opera cuando esta ausentes los elementos
esenciales de la culpabilidad, que con conocimiento y voluntad, así como cuando
haga falta uno de los elementos del delito o la imputabilidad del sujeto, pues si el
delito se integra con un todo, sino existe los caracteres del delito, no se encuentra
constituida la culpabilidad, de ahí que son eximentes putativas:

a) Defensa putativa;
b) Estado de necesidad putativa;
c) Ejercicio de un derecho putativo; y
d) Cumplimiento de un deber putativo.

Así mismo en el Código Penal para el Estado de México, en su artículo 16 , que nos
indica a quienes se considera como inimputables.

I Alineación u otro trastorno similar permanente;


II Trastorno mental transitorio producido en forma accidental o involuntaria; y
III Sordomudez, careciendo totalmente de instrucción.
Estos padecimientos deben tener como consecuencia la ausencia de la capacidad
de comprender la antijuricidad o ilicitud de su acción y omisión, antes o durante la
comisión del ilícito.

TEMA 7 LA PUNIBILIDAD Y LAS EXCUSAS ABSOLUTORIAS.

OBJETIVOS.

a) Concepto de punibilidad.
b) La condicionalidad objetiva de la punibilidad.
c) Las causas de excusas absolutorias.
d) Especies de excusas absolutorias.

DESARROLLO.

Concepto de punibilidad.

Al definir el delito, se expreso, que era una conducta o hecho típico, antijurídico,
culpable y punible, por tanto la punibilidad es un elemento substancial del mismo,
en consecuencia la punibilidad, es la amenaza de pena que el Estado asocia a la
violación de los deberes consignados en las normas jurídicas, dictadas para
garantizar la permanencia del orden social.

De acuerdo a las definiciones de los autores se desprende su elemento y


consecuencia, como se observa en las siguientes definiciones:

Frank Von Liszt, al define el delito, lo estima como un acto culpable contrario al
Derecho y sancionado con una pena, siendo en esta definición el último carácter el
que se otorga su carácter especifico.

Bettiol, al referirse al delito como un hecho humano lesivo de interés penalmente


tutelados, expresando que la punibilidad es una nota genérica de todo delito, dando
a la pena el tratamiento de una consecuencia jurídica del mismo.

Cuello Calon al definir el delito indico que es una acción punible, por tal razón la
punibilidad es requisito esencial de la formación del delito.

Jiménez de Asúa, precisa que lo característico del delito es ser punible, siendo la
punibilidad el carácter especifico del crimen, pues solo es delito el hecho humano
que al describirse en la Ley recibe una pena.

Hay opiniones en contrario, que refieren que la punibilidad no es un rasgo esencial


del delito, entre estos tenemos a Sebastián Soler, que nos indica que delito es una
acción típicamente antijurídica, culpable y adecuada a una figura legal conforme a
las condiciones objetivas de ésta y al indicar que delito es un acto punible, se incurre
en el error lógico de incluir en los elementos de la definición, refiriendo que la
punibilidad es una consecuencia de la reunión de los elementos.

Ignacio Villalobos refiere que el delito es oposición al orden jurídico, tanto objetiva
(antijuricidad), como subjetiva (culpabilidad), mientras que la pena es la reacción de
la Sociedad, constituyendo una consecuencia ordinaria, indicando además que un
acto es punible porque es delito, pero no es delito porque esa punible, invocando la
existencia de delitos no punibles conforme a la Ley, cuando esta otorga una excusa
absolutoria.

La condicionalidad objetiva de la punibilidad.

Son caracteres o partes integrantes de un tipo penal, si faltan en el, se tratara de


meros requisitos ocasionales , accesorios o fortuitos.

Son exigencias ocasionalmente establecidas por el legislador para que la pena


tenga aplicación, para Guillermo Colín Sánchez considera que hay identidad entre
las cuestiones prejudiciales y las condiciones objetivas de punibilidad, así como los
requisitos de procedibilidad, refiriendo además, que quienes hablan de condiciones
objetivas de punibilidad lo hacen desde el punto de vista del Derecho Penal y los
que aluden a cuestiones prejudiciales enfocan el problema desde el punto de vista
procesal.

Las causas de excusas absolutorias.

Las causas de impunidad de la conducta o del hecho típico, antijurídico y culpable,


son las excusas absolutorias, que constituye el aspecto negativo de la punibilidad
originando con ello la inexistencia de delito.

Jiménez de Asúa las define, que con causas de impunidad o excusas absolutorias,
las que hacen que un acto típico, antijurídico, imputable a un autor y culpable, no se
asocie pena alguna por razones de utilidad pública.

Especies de excusas absolutorias.

En el Código Penal para el Estado de México, como para el Distrito Federal, dentro
de su redacción se establecen las excusas absolutorias.

En el delito de Rebelión, en su artículo 112 del Código Penal para el Estado de


México, refiere que no se impondrá pena a los que depongan las armas antes de
ser tomados prisioneros, sino hubiesen cometido algún otro delito además del de
rebelión, por su parte en igual término refiere el artículo 138 del Código Penal para
el Distrito Federal.
En el Delito de Encubrimiento el Código Penal para el Estado de México, en su
artículo 153, refiere que esta exentos de las penas impuestas a los encubridores,
los que sean cónyuge, concubino, ascendientes y descendientes consanguíneos o
afines, parientes colaterales por consanguinidad hasta el cuarto grado y por afinidad
hasta el segundo, o los que estén ligados con el responsable por respeto, gratitud
o estrecha amistad, siempre que no lo hiciere por un interés ilegitimo, no empleare
medio delictuoso. Esto no se aplicará en el caso del artículo anterior, de igual forma
el artículo 400 del Código para el Distrito Federal en su fracción V, párrafo segundo,
inciso a), b) y c), establece estas circunstancias.

En cuanto al Delito de Falso Testimonio únicamente el Código Penal para el Distrito


Federal en su artículo 247 fracción IV, que lo prevenido en esta fracción no
comprende los casos en que la parte sea examinada sobre la cantidad en que se
estime una cosa o cuando tenga el carácter de acusado, mientras el del Estado de
México no contempla nada.

En lo que respecta al delito de Evasión el Código Penal para el Estado de México,


en su artículo 159, establece que no se aplicara pena alguna a los ascendientes,
descendientes , cónyuge, concubino o hermanos del evadido, sus parientes por
afinidad hasta el segundo grado, excepto en el caso de que hayan proporcionado la
fuga por medio de violencia en las personas o fuerzas en las cosas o fueran los
encargados de conducir o custodiar al prófugo.

En cuanto al delito contra el respeto a los muertos y violación a las leyes de


inhumación y exhumación, por lo que hace al Estado de México no regula nada,
pero el del Distrito Federal en su artículo 280 fracción II párrafo segundo, establece
que no se aplicará sanción a los descendientes, ascendientes, cónyuge o hermanos
del responsable del homicidio.

En cuanto al delito de Aborto el Estado de México en su artículo 251 fracciones I a


IV, establece que no es punible la muerte dada al producto de la concepción, cuando
sea por motivo de una acción culposa de la mujer embarazada, cuando sea
resultado de una violación, cuando sea resultado de una violación, cuando a juicio
del médico que la asista la mujer embarazada corra el peligro de muerte, cuando a
juicio de médicos (dos), refieran que existen alteraciones genéticas del producto. Al
igual que el artículo 333 del Código Penal del Distrito Federal lo contiene.

En cuanto al Delito de Difamación, el Código penal para el Estado de México, en su


artículo 280 fracciones I a IV, establece que no se procederá o se impondrá pena
alguna al inculpado de difamación, cuando este manifieste técnicamente su parecer
sobre alguna producción literaria, artística, científica o industrial, al igual que el
Código Penal del Distrito Federal establece iguales parámetros.

En cuanto al Delito de Robo, la Ley sustantiva en su artículo 293 fracciones I a IV


establece que no será punible el delito de robo, cuando por primer vez se apodera
de objetos estrictamente indispensables para satisfacer sus necesidades
personales o familiares del momento, cuando el valor de lo robado no exceda de
veinte veces el salario mínimo vigente en la zona económica en donde se cometió,
se restituya el bien espontáneamente, se peguen los daños y perjuicios
ocasionados, que no se ejecuten con alguna circunstancia que establecen las
fracciones II a V del artículo 290 del Código Penal y aún no tome conocimiento del
delito la autoridad cuando se cometa por un ascendiente en contra de su
descendiente o viceversa, por un cónyuge contra el otro, por el concubino contra la
concubina o viceversa o por el adoptante contra el adoptado o viceversa y cuando
se prueba la buena fe en la tenencia o propiedad del vehículo.

TEMA 8 PROCESO EJECUTIVO DEL DELITO.

OBJETIVOS.

a) El proceso ejecutivo del Delito (Iter-Criminis).


b) Las fases del Iter-criminis.
c) El concepto de tentativa.
d) Las formas de tentativas.

DESARROLLO.

El proceso ejecutivo del Delito (Iter-Criminis).

La realización del delito a lo largo de los años, se le identifica con la frase Iter-
criminis ( camino del crimen ), ya que el delito nace como idea del sujeto activo del
delito, hasta su terminación o total agotamiento.
Los delitos culposos no pasan por las estadías, por que en estos la voluntariedad
no se dirige a la producción del hecho típico penal, sino a la realización de la
conducta inicial, pues el delito culposo surge cuando el sujeto descuida las cautelas
o precauciones para evitar la alteración o lesión del orden jurídico.

Las fases del Iter-criminis.

El iter-criminis comprende el estudio de las diversas fases recorridas por el delito


desde su ideación hasta su agotamiento, tradicionalmente a esta frase se le conoce
como el camino del delio, teniendo este una fase interna y otra fase externa.

La fase interna o subjetiva, se da cuando no se ha exteriorizada, no ha salido de la


mente del autor, colocándose dentro de esta fase:

a) La ideación,
b) La deliberación, y
c) La resolución.

La ideación, consiste en que en la mente del activo del delito, nace la tentación de
delinquir, que puede ser aceptada o no por el sujeto y al aceptarla en la mente puede
surgir de la deliberación.

La deliberación, consiste en el meditación sobre la tentación o idea delictiva siendo


esta una ponderación o valoración afirmativa o negativa, en esta hay conflicto
interno en cometer el delito y las fuerzas morales, religiosas o sociales que se
contraponen a dicha ideación.

La Resolución, a esta corresponde la intención y voluntad de delinquir, es donde el


sujeto al decidir cometer el delito, su voluntad aunque firme, aún no sale al exterior.

La fase externa, comprende desde el instante en que el delito se hace de manifiesto


y dentro de esta se encuentra:

a) Manifestación,
b) Preparación, y
c) Ejecución.

La Manifestación, esta se da cuando la idea criminosa sale al exterior , dejando así


el reino de las ideas.

La Preparación, son los actos provenientes después de la manifestación y antes de


la ejecución.

Jiménez de Asúa dice, que los actos preparatorios no constituyen la ejecución del
delito proyectado, pero se refieren a él en la intención del agente.

Sebastián Soler los define como aquellas actividades por si mismas insuficientes
para mostrar su vinculación con el propósito de ejecutar un delito determinado y
para poner en peligro efectivo un bien jurídico dado.

La Ejecución, es la consumación de la idea criminosa o momento pleno de ejecución


del delito, el cual tiene dos aspectos:

a) La tentativa, y
b) La Consumación.

El concepto de tentativa.

Entendemos por tentativa a los actos ejecutivos (todos o algunos), encaminados a


la realización de un delito, si ese no se consuma por causas ajenas al querer del
sujeto.
Jiménez de Asúa define a la tentativa como la ejecución incompleta de un delito.

Para Impallomeni, es la ejecución frustrada de una determinación criminosa.

Al respecto en el Estado de México, dentro del Código Penal Vigente establece en


sus artículos 9 y 10, la tentativa, al referir: “...; y en caso, su comisión en grado de
tentativa como lo establece este Código y los previstos en las leyes especiales,
cuando la pena máxima exceda de diez años de prisión ( parte infine del artículo 9).

Artículo 10. Además del delito consumado es punible la tentativa y ésta lo es cuando
la intención se exterioriza ejecutando la actividad que debería producir el delito u
omitiendo la que debería producir el delito u omitiendo la que debería evitarlo, si por
causas ajenas a la voluntad del agente, no hay consumación pero si pone en peligro
el bien jurídico.

Si la ejecución del delito quedare interrumpida por desistimiento propio y


espontáneo del inculpado, solo se castigara a éste con la pena señalada a los actos
ejecutados que constituyan por si mismo delitos.

Las formas de tentativas.

Son dos las formas que tiene la tentativa:

a) Tentativa acabada o delito frustrado, y


b) Tentativa inacabada o delito intentado.

La tentativa acabada, se da cuando el agente emplea todos los medios adecuados


para cometer el delito y ejecuta los actos encaminados directamente a ese fin, pero
el resultado no se produce por causas ajeas a ese fin.

La tentativa inacabada, se da cuando se verifican los actos tendientes a la


producción del resultado, pero por causas extrañas omite alguno o varios, por ese
el evento no surge, hay una incompleta ejecución.

UNIDAD 3. TEMA 9

PARTICIPACION DELICTUOSA.

OBJETIVOS:

1.- Concepto de participación delictuosa.


2.- La naturaleza de la participación delictuosa.
3.- Los requisitos de la participación delictuosa.
4.- Reglas especiales de la participación delictuosa.
DESARROLLO.

1.- Concepto de participación delictuosa.

Es la voluntaria cooperación de varios individuos en la realización de un delito, sin


que el tipo requiera esa pluralidad.

Es así como se reconoce que el hombre con su conducta, puede vulnerar varias
normas, dando origen al concurso de delitos, igualmente se acepta que varios
hombres, con sus actividades, pueden infringir una sola norma. En el primer caso
hay pluralidad de delitos; en el segundo, unidad en el delito con concurso de sujetos.

Para comprender el problema de la participación se empieza por distinguir entre


delitos individuales, unisubjetivos o monosubjetivos y delitos colectivos o
plurisubjetivos, en razón de la exigencia típica referida a los sujetos activos del
delito, éste es unisubjetivo cuando el tipo permite su comisión se realice de
ordinario por una persona, aunque eventualmente puedan realizarlo varias, es
plurisubjetivo cuando la descripción legal de la conducta o del hecho solo admite la
comisión del delito por una pluralidad de personas.

Debemos distinguir entre concurso necesario, que es cuando el tipo penal exige la
participación de varias personas, de concurso eventual, que es cuando sin que lo
exija el tipo penal, intervienen varios sujetos.

Para la existencia de la participación o concurso eventual de sujetos, se requiere:

a).- Unidad en el Delito, y b).- Pluralidad de personas, solo con estos dos requisitos
se elabora el concepto de participación criminal.

2.- La naturaleza de la participación delictuosa.

Normalmente se identifica a la participación con el problema de la causalidad, pues


la intervención de varias personas, sea directa o indirectamente, en la producción
del delito, colocan su particular actuar en el rango de condiciones que, en conjunto
producen el resultado típico, es así que existen tres teorías:

a).- Teoría de la Causalidad, que fuera abordada cuando se estudio elemento


objetivo del delito, pues el hecho se integra por una conducta, un resultado y nexo
causal, en base a ese nexo se pretende dar respuesta a la participación delictuosa,
al considerar como codelincuente a quienes contribuyeron en mayo o menor grado
la causa del evento delictivo. Considera Von Buri, que la verdadera unión entre los
participes en el delito, que los hace responsables, es su concurrencia para la
causación del hecho penalmente tipificado.
b).- Teoría de la autonomía, para esta el delito que se produce por varios individuos
pierde su unidad al considerar que los concurrentes a la producción del evento
delictivo realizan comportamientos autónomos y surgen así distintos delitos, cada
uno con vida propia, quienes intervienen ya no son participes, por la autonomía de
su conducta, a esta corriente también se le denominan pluralistica, por admitir varios
delitos.
c).- Doctrina de la accesoriedad, en esta se considera el autor del delito a quien
realiza los actos u omisiones, descritos en el tipo penal; la responsabilidad de los
participes depende de los auxilios prestados al autor principal, respecto del cual se
tiene como accesorios; las conductas dependientes siguen la suerte de la principal.
El delito que se produzca por varios sujetos, es resultante de una actuación principal
y de otra u otras accesorias que corresponden a los participes.

3.- Requisitos de la participación delictuosa.

De acuerdo al tratadista Cavallo, existen dos elementos como requisitos


indispensables para materializar la participación:

a).- Un elemento material, que se identifica con el hecho ejecutado, que se integra
con la conducta, resultado y nexo causal, en donde intervienen varias personas en
la comisión del delito, pues las conductas de cada una de estas personas
constituyen un resultado.

b).- Un elemento subjetivo o psíquico, que constituye en la convergencia de las


voluntades respecto a la producción del resultado, sin ser necesario a éste un
momento determinado dentro del proceso ejecutivo, lo fundamental es que quienes
participan tengan coincidencia y voluntad de cooperar al acaecimiento del evento,
este elemento se estructura bajo el resultado o hacia las conductas asociadas y
cooperantes.

Santaniello estima, como requisitos de la participación:


a).- Pluralidad de agentes;
b).- Realización de la acción prevista en la norma;
c).- Nexo causal entre acción de cada concurrente y el resultado, y
d).- Voluntad de cooperar a la comisión del delito.

De ahí que las formas o grados de participación se clasifiquen en:

a).- Según su calidad;


b).- Según su grado;
c).- Según el tiempo; y
d).- Según su eficacia.

Clasificación según Maggiore.

a).- Según su calidad, la participación puede ser moral y física, comprendiendo la


primera tanto la instigación, la determinación o provocación; a su vez la instigación
abarca el mandato, la orden, la coacción, el consejo y la asociación.
b).- Según el grado, la participación puede ser principal y accesoria, mientras la
principal se refiere a la consumación del delito, la segunda atiende a su preparación.

c).- En razón al tiempo, la participación es anterior, si el acuerdo es previo a la


comisión del delito y en tal momento se precisa la intervención que en él lleva cada
participe; concomitante,.si la temporalidad esta referida al instante mismo de la
ejecución del delito; y posterior, cuando se comprenden actos que se ejecutan
después del evento, pero con acuerdo previo.

d).- Según su eficacia, la participación es necesaria, de acuerdo con la naturaleza


del delito, ya que se exija o no para su comisión, el concurso de personas.

4.- Reglas especiales de la participación delictuosa.

Estas se encuentran establecidas en los Códigos Penales, como puede observarse


en el del Estado de México, en sus artículos 11, 12, 13 y 14, donde se establecen
reglas especiales para cuando se lleve a cabo un delito querido o diverso al
determinado.

Por su parte el Código para el Distrito Federal, en materia penal, establece las reglas
de participación en sus artículos 13 y 14, como puede observarse.

UNIDAD 3 TEMA 10.

EL CONCURSO DE DELITOS.

OBJETIVOS:

1.- Noción de concurso de delitos.


2.- Clasificación de concurso de delitos.
3.- Conceptos de acumulación, reincidencia y habitualidad.

DESARROLLO.

1.- Noción de concurso de delitos.

El concurso de delitos se da cuando un sujeto activo del delito, con una conducta
viola varios preceptos legales, o bien cuando realiza varias infracciones derivadas
de actuaciones independientes cuando no ha recaído sentencia por alguna de ellas,
esta la conocemos como concurso.

2.- Clasificación de concurso de delitos.

De acuerdo al carácter finalista de la conducta, la meta es factor esencial en


realización del delito, aún cuando se presentes varios resultados, pues la finalidad
perseguida por el autos juega un trascendental papel en la comprensión del
concepto de la conducta, con un contenido doloso, pues es la expresión de la
voluntad del hombre, ante esta circunstancia en función de la conducta y de la lesión
jurídica, se consideran las siguientes hipótesis:

a).- Unidad de Conducta y delito.


b).- Pluralidad de conductas y unidad de delito (Delito Continuado).
c).- Unidad de Conducta y Pluralidad de delitos I Concurso ideal o formal).
d).- Pluralidad de conductas y de delitos (Concurso real o material).

En la Unidad de conducta y de delito, la transgresión del orden jurídico, se produce


con una conducta singular.
En el delito continuado, se da cuando existe unidad de propósito delictivo, pluralidad
de conductas e identidad de sujeto pasivo o se viola el mismo precepto legal.
En la unidad de conducta y pluralidad de delitos, es donde se da el concurso ideal
o formal, pues con una sola conducta delictiva se transgreden varios preceptos
legales, al respecto el Código Penal para el Estado de México en su artículo 18
establece, en su párrafo primero que: “EXISTE CONCURSO IDEAL, CUANDO
CON UNA SOLA ACCIÓN U OMISIÓN SE COMETEN VARIOS DELITOS”.

En la pluralidad de conductas y de delitos, se da cuando un sujeto activo de delito,


mediante varias actuaciones independientes, sin haber recaído una sentencia por
algunos de ellos, se esta en lo que se conoce como concurso real o material, esto
es que un sujeto a través de su vida delictiva cometiera varios delitos, en diferente
tiempo, pero aún no ha sido sentenciado por estos, al respecto el artículo 18 del
Código Penal para el Estado de México, en su párrafo segundo nos indica: “EXISTE
CONCURSO REAL, CUANDO CON PLURALIDAD DE ACCIONES U OMISIONES
SE COMETEN VARIOS DELITOS”.

Por lo que al estar en el concurso ideal o real, para los efectos de la pena, a lo que
establece el artículo 68 del Código Penal para el Estado de México; “ se impondrá
una pena correspondiente al delito que merezca la mayor, la que deberá
aumentarse inclusive hasta la suma de las penas de los demás delitos, sin que
el total exceda de setenta años.”

3.- Conceptos de acumulación, reincidencia y habitualidad.

La acumulación, la debemos de entender como un instituto procesal, por medio del


cual dos o más procesos, iniciados separadamente y pendientes de resolver, se
reúnen en uno solo, a efecto de ser decididos en una sentencia.

Al respecto encontramos esta figura jurídica en el concurso real o material, ya que


una persona realiza dos o más conductas independientes, si no ha recaído
sentencia irrevocable respecto de dichos procesos y la acción para perseguirlos no
esta prescrita y para los efectos de acumulación se dará con los siguientes
requisitos:

a).- Que exista identidad en el sujeto activo.


b).- Que el sujeto haya realizado dos o más conductas delictivas,
c).- Que esas conductas se hayan realizado en tiempos diferentes, y
d).- Que no se haya condenado por dichas conductas delictivas.

La reincidencia,

Artículo 19.- Será reincidente quien cometa un nuevo delito después de haber sido
condenado por sentencia ejecutoriada. Si ésta fue dictada por un órgano jurisdiccional del
país o del extranjero, será menester que la condena sea por un delito que tenga ese
carácter en este código. No habrá reincidencia si ha transcurrido desde la fecha de la
sentencia ejecutoria un término igual al de la prescripción de la pena.

Octava Época
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XV, Enero de 1995
Tesis: I.3o.P. 137 P
Página: 299

REINCIDENCIA; EFECTOS DE LA. Las consecuencias jurídicas de la reincidencia que


prevé el artículo 65 del Código Penal para el Distrito Federal en Materia Común y para toda
la República en Materia Federal, después de las reformas publicadas en el Diario Oficial de
la Federación, del diez de enero de mil novecientos noventa y cuatro, que entraron en vigor
el primero de febrero del mismo año, consisten en considerar a tal figura jurídica únicamente
para efectos de la individualización de la pena y no como anteriormente se hacía, para
imponer una más, diversa o autónoma a las que se señalaban para el delito básico; lo que
significa que ahora debe tomarse como un elemento adicional para que el órgano
jurisdiccional competente determine el grado de culpabilidad al sentenciado, en
concordancia con el numeral 52 del citado ordenamiento legal, y de este modo se pueda
aumentar la pena por el delito que se juzga, así como para negar o conceder los beneficios
a que pudiese tener derecho el sentenciado.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 1463/94. Hugo Gerardo Mariel Castillo. 29 de septiembre de 1994.


Unanimidad de votos. Ponente: Carlos de Gortari Jiménez. Secretaria: Martha Yolanda
García Verduzco.
Amparo directo 495/94. José Ramírez Martínez. 29 de abril de 1994. Unanimidad
de votos. Ponente: Carlos de Gortari Jiménez. Secretaria: Martha Yolanda García
Verduzco.

Amparo directo 491/94. Jimmy Alberto Guzmán Sánchez. 29 de abril de 1994.


Unanimidad de votos. Ponente: Carlos de Gortari Jiménez. Secretaria: Martha
Yolanda García Verduzco.

Amparo directo 479/94. José Rodríguez Olguín. 15 de abril de 1994. Unanimidad de votos.
Ponente: Guillermo Velasco Félix. Secretario. Ignacio Manuel Cal y Mayor García.

Octava Época

Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO SEGUNDO CIRCUITO.


Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 82, Octubre de 1994
Tesis: XXII. J/2
Página: 71

APERCIBIMIENTO, FACULTAD DE INCREMENTAR LAS MEDIDAS EN CASO DE


REINCIDENCIA. Por la denostación que los quejosos y/o los abogados autorizados,
demuestren, hacia las autoridades encargadas de ejercer la función jurisdiccional, cabe
aplicarles un apercibimiento, con apoyo en lo dispuesto por los artículos 54 y 55, fracción I,
del Código Federal de Procedimientos Civiles, de aplicación supletoria, por conducto de la
autoridad responsable, a efecto que en lo subsecuente, se abstengan de incurrir en
manifestaciones similares, que en la práctica jurídica a nada conducen, puesto que, tener
o no la razón jurídica, no significa tenerla para denostar a quienes imparten dicha función
jurisdiccional, en el entendido que en caso de reincidencia, se procederá en su contra, en
términos de la fracción II, del artículo 55 invocado, medida que se incrementará de acuerdo
con lo dispuesto por el artículo 59, del mismo ordenamiento legal, esto es, si los quejosos
o sus autorizados persisten en su conducta, no obstante el apercibimiento decretado con
anterioridad.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo en revisión 143/93. Jovita Marcela Morín Guzmán. 13 de mayo de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Augusto Benito Hernández Torres. Secretario: Samuel
Alvarado Echavarría.
Amparo directo 303/93. Suc. a bienes de Gregorio Martínez Guevara, por conducto de su
albacea definitivo Juan Martínez Serrano. 1 de junio de 1993. Unanimidad de votos.
Ponente: Augusto Benito Hernández Torres. Secretario: Ramiro Rodríguez Pérez.

Amparo directo 349/93. Ma. del Refugio Amézquita de Cabrera y otro. 26 de agosto de
1993. Unanimidad de votos. Ponente: Augusto Benito Hernández Torres. Secretario: Rafael
Sánchez Acosta.

Amparo en revisión 267/93. Mueblería el Roble, S.A. 2 de septiembre de 1993. Unanimidad


de votos. Ponente: Hugo Sahuer Hernández. Secretario: E. Nicolás Lerma Moreno.

Amparo en revisión 21/94. Marcelo Garza Lagüera. 23 de junio de 1994. Unanimidad de


votos. Ponente: Julio César Vázquez-Mellado García. Secretario: Arturo Rafael Segura
Madueño.

Octava Época
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Mayo de 1994
Página: 536

SANCIONES, LA NO REINCIDENCIA INFLUYE EN LA TEMIBILIDAD DEL SUJETO Y


EN LA APLICACION DE LAS. (LEGISLACION DE JALISCO). En la especie, la Sala
responsable consideró que no contaba con datos suficientes para estimar a la acusada
como reincidente y sólo se concretó a suprimir el incremento de la sanción aplicada por el
a quo, pero siguió considerándola de una temibilidad igual, lo que afecta la esfera jurídica
de la sentenciada, pues si arribó a la conclusión de que no era reincidente, debió efectuar
una nueva individualización de la pena, acorde a los lineamientos establecidos por los
artículos 40 y 41 del Código Penal para el Estado de Jalisco, y apreciar una nueva
peligrosidad, menor a la que se consideró en primera instancia.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER CIRCUITO.


Amparo directo 13/94. Gloria Limón García. 6 de febrero de 1994. Unanimidad de
votos. Ponente: Homero Ruiz Velázquez. Secretario: José Guadalupe Hernández
Torres.

Octava Época
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL CUARTO CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 74, Febrero de 1994
Tesis: IV.3o. J/33
Página: 61

REINCIDENCIA. INFORME DE ANTECEDENTES PENALES ES INSUFICIENTE PARA


JUSTIFICAR LA. Si la autoridad responsable para acreditar la reincidencia del acusado,
tomó en base al informe de antecedentes penales, en el que se asentó que al procesado
se le impuso una pena corporal por haberlo encontrado responsable por un delito diverso,
documento que si bien alcanza el rango de público, dicho informe no es apto ni suficiente
para justificar la reincidencia del sentenciado, en virtud de que el medio eficaz para acreditar
tal extremo lo constituye la copia autorizada de la sentencia anterior, así como el auto que
la declare ejecutoriada, por ser los únicos testimonios apropiados para dilucidar si en el
asunto sometido a juicio se cumple con las exigencias que hacen operantes la figura jurídica
de la reincidencia; de modo que si el órgano acusador omitió aportar los indicados medios
de prueba, es claro concluir que no debe tenérsele al acusado como reincidente.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL CUARTO CIRCUITO.

Amparo directo 143/90. Erasmo Cruz Chávez. 16 de mayo de 1990. Unanimidad de votos.
Ponente: Ramiro Barajas Plasencia. Secretario: Jesús María Flores Cárdenas.

Amparo directo 129/90. Mónico Gutiérrez Salazar. 14 de noviembre de 1990. Unanimidad


de votos. Ponente: Juan Miguel García Salazar. Secretario: Ángel Torres Zamarrón.

Amparo directo 453/92. Miguel de la Paz Urizar Martínez. 10 de febrero de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Enrique Cerdán Lira. Secretario: Oscar Barrera Garza.
Amparo directo 640/92. Sergio Ventura Reyes. 6 de abril de 1993. Unanimidad de votos.
Ponente: Juan Miguel García Salazar. Secretario: Hilario Zarazúa Galdeano.

Amparo directo 256/90. Manuel Ramírez Téllez. 7 de julio de 1993. Unanimidad de votos.
Ponente: Enrique Cerdán Lira. Secretario: Raúl Alvarado Estrada.

Octava Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 71, Noviembre de 1993
Tesis: 1a./J. 6/93
Página: 14

REINCIDENCIA. REGLA GENERAL Y ESPECIAL DE LA FIGURA DE LA. EN LA


LEGISLACION PENAL DEL ESTADO DE JALISCO. El artículo 16 del Código Penal para
el Estado de Jalisco, define una regla general del concepto reincidencia, al afirmar que debe
asignarse este carácter a un acusado, cuando se demuestre que tiene el antecedente de
una sentencia condenatoria por delito doloso, asimismo, que la conducta motivo de la nueva
condena también fuese dolosa y se haya concretado en el lapso comprendido entre el cabal
cumplimiento de la anterior condena, o bien cuando en relación a la misma se le hubiese
otorgado el indulto por gracia, y antes de fenecido un término igual al de la prescripción de
la sanción impuesta; por otra parte, el precepto 71 fracción II del preinvocado ordenamiento
punitivo, conceptúa una regla especial sobre el tema, donde al retomar el presupuesto de
la regla general consistente en la nueva comisión de un ilícito doloso, adiciona como
elemento novedoso que, en la previa condena, se haya otorgado al sentenciado el beneficio
de la suspensión condicional de la pena, además, que la nueva conducta delictiva se haya
realizado entre la concesión del citado beneficio y la prescripción de la pena suspendida en
su ejecución. En forma consecuente, para aplicar la regla general, es indispensable la
determinación de la fecha en que el reo compurgó su sentencia anterior, o bien, en que se
le otorgó el indulto por gracia, con la finalidad de hacer factible el cómputo a que se refiere
el artículo 16 enunciado; en tanto que, para actualizarse la hipótesis de la regla especial,
es relevante el momento en que se otorgó el beneficio de la suspensión condicional de la
pena, para estar en aptitud de computar el plazo establecido en la citada fracción II del
numeral 71 también referido.

Contradicción de tesis 10/92. Entre las sustentadas por el Primer (antes único) y Segundo
Tribunales Colegiados en Materia Penal del Tercer Circuito, con residencia en la ciudad de
Guadalajara, Jalisco. 3 de mayo de 1993. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Luis
Fernández Doblado. Ponente: Victoria Adato Green. Secretaria: Idalia Peña Cristo.

Tesis de Jurisprudencia 6/93. Aprobada por la Primera Sala de este alto Tribunal, en sesión
del nueve de agosto de mil novecientos noventa y tres, por unanimidad de cinco votos de
los señores Ministros: Presidente Ignacio M. Cal y Mayor Gutiérrez, Luis Fernández
Doblado, Victoria Adato Green, Samuel Alba Leyva y Clementina Gil de Lester.

Octava Época
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEPTIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XII, Agosto de 1993
Página: 546

REINCIDENCIA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE VERACRUZ). En términos del artículo


25 del Código Punitivo vigente en la entidad, basta para que exista reincidencia que el
sancionado por sentencia ejecutoria dictada por cualquier tribunal de la República o del
extranjero cometa otro delito que indique tendencia antisocial.

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo directo 290/93. Pablo Romero Soto. 17 de junio de 1993. Unanimidad de votos.
Ponente: Rosa María Temblador Vidrio. Secretario: Benito Andrade Ibarra.

Amparo directo 245/93. Miguel García Hernández. 8 de junio de 1993. Unanimidad de


votos. Ponente: Luis Alfonso Pérez y Pérez. Secretaria: María de Lourdes Juárez Sierra.

Octava Época
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Marzo de 1993
Página: 358

REINCIDENCIA. SU PROCEDENCIA. Para que válidamente se pueda tener a un acusado


como reincidente, es requisito indispensable que la sentencia por la que se le condenó haya
causado ejecutoria, previamente a la comisión del nuevo delito.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 644/92. Jorge Islas Vergara. 24 de septiembre de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: María del Carmen Sánchez Hidalgo. Secretaria: Edith Alarcón
Meixueiro.

Véase:

Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1988, Segunda Parte,


Jurisprudencia 1596, página 2575.

Octava Época
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Febrero de 1993
Página: 316

REINCIDENCIA. LAS COPIAS AUTORIZADAS DE LAS SENTENCIAS, ASI COMO


LA DE LOS AUTOS QUE LAS DECLARAN EJECUTORIADAS SON LOS UNICOS
MEDIOS PARA ACREDITAR LA.
El medio eficaz para acreditar la reincidencia del acusado lo constituyen las copias
autorizadas de las sentencias anteriores, así como la de los autos que las declararon
ejecutoriadas, por ser los únicos testimonios apropiados para dilucidar si en el asunto
sometido a juicio se cumplieron con las exigencias que hacen operante la figura jurídica en
comento; por tanto, si el órgano técnico de acusación no aportó tales elementos de
convicción, es evidente que la resolución pronunciada en ese sentido es conculcatoria de
garantías.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.

Amparo directo 511/92. Rodrigo Moreno Pacheco. 29 de octubre de 1992. Unanimidad de


votos. Ponente: Francisco A. Velasco Santiago. Secretario: José Gabriel Clemente
Rodríguez.

Nota: Este criterio ha integrado la jurisprudencia XX. J/38, publicada en el Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo V, Enero de 1997, pág. 349,
de rubro: "REINCIDENCIA, LAS COPIAS AUTORIZADAS DE LAS SENTENCIAS, ASÍ
COMO DE LAS DE LOS AUTOS QUE LAS DECLARAN EJECUTORIADAS SON LOS
ÚNICOS MEDIOS PARA ACREDITAR LA (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE CHIAPAS).".

Octava Época
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: X, Septiembre de 1992
Página: 351

REINCIDENCIA, PRESCRIPCION DE LA, APLICACION RETROACTIVA EN BENEFICIO


DEL REO. (LEGISLACION DEL ESTADO DE SONORA). El artículo 17 del Código
Procesal Penal del Estado de Sonora, reformado mediante Decreto publicado en el Boletín
Oficial del Gobierno del Estado, el seis de agosto de mil novecientos noventa, que entró en
vigor quince días después de su publicación, establece que los antecedentes penales
prescriben con todos sus efectos, si el condenado no incurre en un nuevo delito en un
término igual al de la pena impuesta, que no será menor de tres ni mayor de quince años,
y contará a partir del cumplimiento de la sanción o del otorgamiento de cualquier beneficio
de libertad, por lo que dicha reforma sí resulta aplicable en forma retroactiva, pues es en
beneficio del reo y no en su perjuicio.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Amparo directo 108/92. Miguel Angel Mejía Soto. 22 de abril de 1992. Unanimidad
de votos. Ponente: Lucio Antonio Castillo González. Secretaria: Gloria Flores
Huerta.
Véase: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, número 44, Agosto de 1991, Tesis
relacionada, número 13, página 42.

Octava Época
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: VIII, Agosto de 1991

Tesis: V.1o. J/13


Página: 133

REINCIDENCIA. PRESCRIPCION DE LA. APLICACION RETROACTIVA EN BENEFICIO


DEL REO. (LEGISLACION DEL ESTADO DE SONORA). El artículo 17 del Código
Procesal Penal del Estado de Sonora, reformado mediante decreto publicado en el Boletín
Oficial del Gobierno del Estado, el seis de agosto de mil novecientos noventa, que entró en
vigor quince días después de su publicación, establece que los antecedentes penales
prescriben con todos sus efectos, si el condenado no incurre en un nuevo delito en un
término igual al de la pena impuesta, que no será menor de tres ni mayor de quince años,
y contará a partir del cumplimiento de la sanción o del otorgamiento de cualquier beneficio
de libertad; por lo que dicha reforma sí resulta aplicable en forma retroactiva, pues es en
beneficio del reo y no en su perjuicio.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Amparo directo 249/90. Ramón Martínez Domínguez. 5 de octubre de 1990. Unanimidad


de votos. Ponente: José Enrique Moya Chávez. Secretario: Raúl Méndez Vega.

Amparo directo 260/90. Mauricio Acosta Anaya. 11 de octubre de 1990. Unanimidad de


votos. Ponente: José Enrique Moya Chávez. Secretario: Raúl Méndez Vega.

Amparo directo 19/91. Sergio Espinoza Yucupicio. 31 de enero de 1991. Unanimidad de


votos. Ponente: Hugo Ricardo Ramos Carreón. Secretario: Humberto Bernal Escalante.
Amparo directo 22/91. Marco Antonio García García. 31 de enero de 1991. Unanimidad de
votos. Ponente: Juan Manuel Arredondo Elías. Secretario: Francisco Martínez Hernández.

Amparo directo 228/91. César Rodríguez Arredondo. 28 de junio de 1991. Unanimidad de


votos. Ponente: Hugo Ricardo Ramos Carreón. Secretaria: Elsa Navarrete Hinojosa.

NOTA: Esta tesis también aparece publica en la Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, Número 44, de Agosto 1991, pág. 42.

Octava Época
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: VII, Junio de 1991
Página: 396

REINCIDENCIA, IMPROCEDENTE AUMENTO DE LA PENA POR. SI LA DEL DELITO


ANTERIOR FUE CONMUTADA POR MULTA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE
SONORA). La Sala Penal responsable omitió cumplir con lo dispuesto en el artículo 309
del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Sonora, al no suplir la deficiencia
de los agravios expresados por los defensores de oficio asignados al hoy quejoso, en
relación con el incremento de la pena impuesta por la reincidencia, supuesto que para que
sea procedente tal incremento, en los términos del artículo 65 del Código Penal para el
Estado de Sonora, se requiere que la pena impuesta por el delito anterior sea también
privativa de libertad. Así, no es dable aplicar los aumentos previstos en el referido precepto,
si la pena impuesta por el anterior delito es de carácter económico, como en el caso en que,
aun cuando inicialmente se fijó una privativa de libertad, ésta fue conmutada por multa y el
reo se acogió a dicho beneficio, tal y como se advierte de las constancias que obran a fojas
50 y 60 del proceso.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Amparo directo 196/90. Trinidad Esquer Cota. 29 de agosto de 1990. Unanimidad


de votos. Ponente: Julio César Vázquez- Mellado García. Secretaria: Lidia Amanda
Castañón Reyes.

Amparo directo 62/89. Ariel Reyes Parra. 7 de abril de 1989. Unanimidad de votos. Ponente:
Pablo Antonio Ibarra Fernández. Secretario: Secundino López Dueñas.
Octava Época, Tomo III, Segunda Parte-2, página 657.

Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEGUNDO CIRCUITO.

Fuente: Semanario Judicial de la Federación


Tomo: V, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1990
Página: 332

PENA, LA REINCIDENCIA NO DEBE TOMARSE EN CUENTA PARA LA


INDIVIDUALIZACION DE LA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA
SUR). No puede tenerse como válida la sentencia que al individualizar las sanciones
procedentes, tenga en cuenta como antecedentes o dato revelador de mayor peligrosidad
la reincidencia del amparista, pues esta circunstancia no se encuentra prevista dentro de
los elementos que para individualizar la sanción señalan los artículos 61 y 63 del Código
Penal de Baja California Sur.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 369/89. Juan Manuel Cadena Núñez. 8 de febrero de 1990. Ponente: Eliseo
Gustavo Araujo Arriaga. Secretaria: Ana María Arce Becerra.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: II, Segunda Parte-2, Julio a Diciembre de 1988
Página: 468

REINCIDENCIA, INDEBIDAMENTE CONSIDERADA PARA AGRAVAR LA


PELIGROSIDAD SI SE PUNIO AUTONOMAMENTE LA. La Sala resolutora al confirmar
en la sentencia reclamada todo lo relativo al capítulo de penas, sancionó el error en que
incurrió el juez instructor, de castigar doblemente al aquí quejoso en función de su
reincidencia, en tanto que, impuso a éste específicamente por ese concepto, la pena de
dos meses de prisión ordinaria y, no obstante que la reincidencia había sido ya penalizada,
fue tomada en cuenta también para graduar la peligrosidad del sentenciado, lo cual implica
una doble agravación de pena, en razón de una sola causa.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Amparo directo 160/88. Dagoberto Castro Ochoa. 9 de septiembre de 1988. Unanimidad


de votos. Ponente: Pablo Antonio Ibarra Fernández. Secretario: Mario Octavio Vázquez
Padilla.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 205-216 Segunda Parte
Página: 33

REINCIDENCIA, INOPERANCIA DE LA, SI EL NUEVO DELITO SE COMETE DURANTE


LA RECLUSION POR EL ANTERIOR. Si en el período en que el inculpado cumplimenta
una pena privativa en libertad, incurre en la comisión del delito por el que se le encausa,
claramente se advierte que no se satisface el requisito legal previsto para que opere la
reincidencia, la cual sólo puede presentarse, de acuerdo con el texto del artículo 20 del
Código Penal del Distrito Federal, siempre que no haya transcurrido, desde el cumplimiento
de la condena o desde el indulto de la misma, un término igual al de la prescripción de la
pena; esto es, que si el inculpado está recluido en el penal compurgando la pena impuesta
en el diverso juicio por el delito anterior, no puede ser reincidente si en ese lapso comete
un nuevo ilícito, pues la referida sanción debía haber sido cumplimentada para que, ya
liberado y durante el término marcado por la legislación penal, de recaer en la comisión de
un nuevo ilícito se le tuviera por reincidente.

Amparo directo 6110/78. Dionisio Castillo Mondragón. 4 de septiembre de 1986. Cinco


votos. Ponente: Luis Fernández Doblado. Secretaria: María Edith Ramírez de Vidal.

Nota: En el Informe de 1986, la tesis aparece bajo el rubro "REINCIDENCIA.".


Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 193-198 Segunda Parte
Página: 33

REINCIDENCIA, PRUEBA DE LOS REQUISITOS PARA LA. El artículo 20 del Código


Penal para el Distrito Federal, prevé que hay reincidencia, cuando el condenado por
sentencia ejecutoria, cometa un nuevo delito, si no ha transcurrido, desde el cumplimiento
de la condena o el indulto de la misma, un término igual al de la prescripción de la pena; en
tales condiciones, un Juez sólo estará en aptitud de emitir una declaratoria de reincidencia,
cuando cuente no sólo con prueba plena indubitable de que se ha cometido el ilícito anterior,
sino que además requiere la constancia relativa al tiempo en que se cumplimentó la
condena; lo que si se ignora, da lugar a que el sentenciador carezca de elementos
probatorios bastantes para determinar si una vez sufridas las sanciones, ha corrido un
término igual al de la prescripción de la pena, y que los hechos ilícitos que dan lugar a la
nueva sentencia, se hayan perpetrado en ese lapso, y en consecuencia, es improcedente
la declaratoria de reincidencia.

Amparo directo 8832/84. Carlos Soriano Hernández. 27 de febrero de 1985. Cinco votos.
Ponente: Luis Fernández Doblado. Secretaria: María Edith Ramírez de Vidal.

Nota: En el Informe de 1985, la tesis aparece bajo el rubro "REINCIDENCIA.".

La habitualidad.

Artículo 20.- Será considerado delincuente habitual el reincidente que cometa un


nuevo delito, siempre que los tres delitos anteriores se hayan cometido en un
periodo que no exceda de quince años.

Al Respecto la Dra. Luisa Fuencisla Martín Castaños, realiza un estudio


legislativo de España.

Según el tenor del artículo 153 del Código Penal, la violencia doméstica ha de
ejercerse "habitualmente", para que el responsable de la misma pueda ser
sancionado al amparo de lo dispuesto en el precepto en cuestión. Sin embargo, este
concepto de "habitualidad" no esta concretado, ni definido, de modo alguno por la
susodicha norma que lo recoge, por ello, y ante esa falta de concreción, tal
concepto, en su desarrollo, ha tenido que ser creado por la doctrina jurisprudencial
en su función complementadora, llegándose a la conclusión de que es un concepto
fáctico, no sujeto a requisitos formales, como sucede, por el contrario, con la
reincidencia (Ss.T.S. de 12 de septiembre de 1991, 27 de enero de 1992, 25 de abril
y 14 y 26 de diciembre de 1994 y 22 de diciembre de 1995), de modo que para la
apreciación de aquélla se atenderá, según la reforma llevada a cabo por la Ley
Orgánica 14/1999, de 9 de junio, a los siguientes aspectos:

1º) Número de actos de violencia que resulten acreditados. Al respecto hay que
señalar que, como bien observa DEL ROSAL BLASCO (1), la doctrina se "ha
resignado" a aceptar el viejo criterio jurisprudencial, desarrollado sobre todo en
relación con el delito de receptación de exigir, al menos, la realización de tres actos
para apreciar la habitualidad (así, las Ss.T.S. de 10 de marzo, 10 de mayo y 29 de
septiembre de 1989; 20 de marzo, 11 de abril, 12 de septiembre, 16 de octubre y 11
de diciembre de 1991; 27 de enero, 17 de octubre y 3, 21 y 30 de diciembre de
1992; 16 y 25 de junio y 29 de noviembre de 1993; 25 de abril, 14 de octubre y 26
de diciembre de 1994 y 20 de abril, 18 de noviembre y 22 de diciembre de 1995).

Un sector de la doctrina, sin embargo, así como la jurisprudencia más reciente, aún
sin negar que pueda concurrir habitualidad cuando se hayan realizado tres actos,
adopta una posición crítica, y considera, con razón, que dicho criterio no puede
asumirse matemáticamente, ni operar tampoco de un modo automático, y que para
fundamentar la habitualidad debe procederse a realizar otras comprobaciones
adicionales, que podrán confirmar o desvirtuar la habitualidad, se requiere, en
consecuencia, -como declara la Sentencia de 23 de abril de 1999 de la Sección 2ª
de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife-, "una investigación minuciosa
que permita deducir, aparte de ese elemento objetivo de la realización de una serie
de actos de violencia física por parte del sujeto activo, esa inclinación o tendencia a
repetición de actos, en que radica el peligro que está en la "ratio legis" del subtipo,
a que representa un factor de riesgo para los bienes jurídicos tutelados y cuya
valoración corresponde, como un dato fáctico mas, a la categoría de lo injusto...";
debiendo de mencionar además, de otro lado, que es copiosa la Jurisprudencia que
declara que la habitualidad es de apreciar por el Tribunal de instancia en atención
a los elementos de prueba con los que se hubiese contado para formar convicción
sobre su concurrencia (S.T.S. de 20 de mayo de 1997 y en análogo sentido Ss. de
9 de mayo de 1996, 25 de abril de 1994 y 27 de enero de 1992), pero debe tenerse
en cuenta que, como advierte QUERALT (2), "el probar la habitualidad no supone
probar todas y cada una de las agresiones", pues "lo que la Ley quiere" –continúa
QUERALT- "es salir del estado de cosas en que el sujeto activo se convierte en el
tirano familiar", por lo que "para ello bastará con probar dicho estado de cosas,
siendo alguna de las violencias en concreto" –concluye QUERALT- "las muestras
de tal estado, pero no viceversa".
2º) Elemento cronológico. La doctrina (3) exige que los hechos estén ligados
temporalmente por una determinada continuidad. Igualmente la jurisprudencia
requiere una proximidad temporal entre los actos (en este sentido, Ss.T.S. de 17 de
octubre de 1992; 14 de octubre y 26 de diciembre de 1994; 20 de abril, 18 de
noviembre y 22 de diciembre de 1995). Así, la Sentencia de 20 de diciembre de
1996 de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, entiende por habitualidad "la
repetición de actos de idéntico contenido, con cierta proximidad cronológica, siendo
doctrinal y jurisprudencialmente consideradas como tal siempre que existan al
menos agresiones cercanas", definición de la que se puede concluir, con la
Sentencia de 5 de junio de 1998 de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de
Gerona, que no basta con que concurran varias situaciones de violencia física
comprobadas, sino que es preciso que estas se concentren en un determinado
lapso temporal necesariamente breve que habrá de examinarse caso por caso,
desechando todo aquello que pudiera calificarse como esporádico, ocasional o
puntual; apuntando la S.T.S. de 29 de abril de 1999 que la acreditación de "palizas"
en "varias ocasiones" dentro de un mismo año se considera suficiente para que
pueda hablarse de malos tratos habituales. "Se requiere, pues, la probanza de una
continuidad y conexión temporal o cronológica entre los diversos actos violentos..."
(Sentencia de 15 de noviembre de 1999 de la Sección 1ª de la Audiencia Provincial
de Burgos).

3º) El objeto material del delito está representado por el cuerpo del sujeto o de los
sujetos que sean objeto inmediato de los actos de violencia física. Ahora bien, se
plantea el interrogante relativo a si cabe estimar que concurre el requisito de la
habitualidad no sólo cuando la pluralidad de actos violentos reveladores del hábito
haya recaído sobre una única y la misma persona –por ejemplo sobre el cónyuge-,
sino también cuando aquéllos se hayan proyectado sobre distintos sujetos; así: una
vez sobre el cónyuge, otra sobre uno de los hijos, otra sobre otro hijo, una cuarta
sobre un ascendiente, etc.

Algunos autores como ARROYO/MUÑOZ resuelven que como, desde la


perspectiva del bien jurídico, se trata de "un hecho jurídico esencialmente individual
y eminentemente personal", como dice la Circular 2/90 de la Fiscalía General del
Estado, entonces, y por esa razón, "aunque se trate de un delito de ámbito familiar,
cuando se causen malos tratos aislados a distintos sujetos de los enunciados en el
precepto, dichos malos tratos aislados no pueden ser tenidos en cuanta en su
conjunto para concluir que, atendida dicha circunstancia, concurre el requisito de la
habitualidad exigido por el tipo penal" (4). Otros, por el contrario, muestran su
disconformidad con que en tales casos haya que negar la tipicidad de la conducta
reiterada del autor (5).

La habitualidad es una característica personalísima del autor, y su constitución –en


cuanto hábito o inclinación a la realización de determinados hechos- no puede
hacerse depender, evidentemente, de los eventuales y fungibles objetos concretos
sobre los que aquél proyecte sus actos en momentos determinados, de ahí que la
reforma considere irrelevante el que los diferentes actos de violencia recaigan sobre
un mismo y único sujeto o que recaiga cada uno de ellos en sujetos diferentes.
Ahora bien, en estrecha relación con el problema que acaba de resolverse emerge
el que se plantea en los casos en que no sea ya sólo que la pluralidad de actos
individuales que hayan dado lugar a la constitución de la tipicidad haya recaído
sobre distintos sujetos, sino que sean varios los sujetos del grupo de convivencia
los que hayan sido objeto, cada uno sobre su persona, de una repetición de actos
violentos del autor; así el padre ha realizado varios actos violentos sobre su cónyuge
y también, en el mismo o en distintos momentos, otros varios actos violentos sobre
uno de sus hijos, etc. Para estos supuestos, autores como ARROYO/MUÑOZ,
consideran que "parece ocioso advertir que... existirán tantos delitos como sujetos
víctimas de dichas violencias y no un solo delito del art. 425 con pluralidad de sujetos
pasivos", opinión que fundamentan en que como, según ellos con acierto, hace
notar la Circular 2/90 de la Fiscalía General del Estado "el bien jurídico protegido es
la indemnidad de la persona y tratase por ello de un hecho jurídico esencialmente
individual y eminentemente personal" (6). Así mismo, CUELLO CONTRERAS
mantiene que "cuando el autor ejerce violencia habitual sobre más de una víctima,
el padre, por ejemplo, maltrata a la madre y a varios hijos, la relación será la del
delito continuado del artículo 69 bis" (7).

Considero que debe apreciarse un único delito aunque hayan sido varios los sujetos
sobre los que el autor haya practicado una pluralidad de actos violentos, pues el
hábito o inclinación del autor a la comisión de tales actos es una característica
personal del mismo que se constituye con independencia de cuál sea la concreta
víctima de cada uno de sus actos violentos singulares, siendo lo que constituye el
fundamento del tipo precisamente el hábito del autor en cuanto factor de riesgo
indiscriminado para la integridad y la salud personales de cualquiera de los
miembros del grupo de convivencia que sean potenciales sujetos pasivos de su
conducta violenta habitual. Factor de riesgo que, obviamente, se constituye con
independencia de que el autor fije su objeto de agresión siempre y exclusivamente
en una y la misma persona del grupo o que lo haga sobre varias de ellas. En mi
opinión, el dato de la pluralidad de víctimas deberá ser valorado como factor de
medición judicial de la pena (artículo 66.1ª del Código Penal), pero no puede
determinar la apreciación de una pluralidad de delitos. Por otro lado, al ser el hábito
una circunstancia total que se constituye unitariamente, y ser independiente de los
actos concretos que sean manifestación del hábito, la apreciación de un concurso
de delitos supondría una penalización plural del hábito y, con ello, una infracción del
non bis in idem.

4º) En el ámbito del problema concursal se plantea el caso en que los actos
singulares que constituyen el delito habitual sean por sí mismos constitutivos de otro
delito, que hubieran sido ya juzgados sin que se aplicara entonces además el delito
habitual, pero tales actos deben ser tenidos en cuenta para formar el delito habitual
cuando, en un momento posterior, se juzga al sujeto por aquél. La cuestión es si
podrán tenerse en cuenta unos hechos que ya fueron juzgados y que están
amparados por la santidad de la cosa juzgada. La Circular 1/98 de la Fiscalía
General del Estado entiende que ello no supone una doble incriminación, entre otras
razones, porque "si el art. 153 in fine permite el castigo separado tanto por las
concretas lesiones o resultados producidos cuanto por el delito del art. 153,
resultaría absurdo admitir la condena por ambas conductas si se produce en una
misma sentencia y no admitirla, sin embargo, cuando se sigan diferentes
procedimientos que desemboquen en tantas sentencias. Se estaría dejando en
manos de la suerte o de la estrategia procesal la decisión sobre la punición o no de
determinadas conductas. Si son conductas distintas y con diferente bien jurídico,...,
es indiferente para su respectiva punición que se hayan enjuiciado en el mismo
proceso, por haber actuado correctamente el mecanismo de la conexidad o por
haberse denunciado de una sola vez, o en procesos distintos". Por el contrario, la
jurisprudencia considera que si sobre alguno de los hechos singulares ha recaído
antes sentencia condenatoria, éste no puede ser computado ya para la habitualidad
(Ss.T.S. de 20 de mayo de 1997, 18 de noviembre de 1995 y 14 de octubre de
1994). La reforma introduce la posibilidad de computar los hechos juzgados para
constituir la habitualidad sin que ello suponga infracción alguna del principio de cosa
juzgada, pues ahora no se trata de juzgar de nuevo aquellos hechos, sino de juzgar
un hecho distinto, como es el ejercicio habitual de violencia y de aplicar una
consecuencia jurídica que nada tiene que ver con las que fueron aplicadas a tales
hechos ni con los supuestos de hecho específicos que fueron juzgados.

UNIDAD 4. TEMA 1.

LA PENA.

OBJETIVOS.

1.- Conceptos de Pena.


2.- Fines y características de la pena.
3.- Clasificación de la pena.
4.- La individualización de la pena.
5.- Sistemas de aplicación de la pena.
6.- Los beneficios de los sentenciados.

DESARROLLO.

1.- Concepto de Pena.

Para Bernaldo de Quirós, la pena significa la reacción social jurídicamente


organizada contra el delito.
Para Eugenio Cuello Calón, es el sufrimiento impuesto por el Estado, en ejecución
de una sentencia, al culpable de una infracción penal.

Para Franz Von Liszt, es el mal que el juez infringe al delincuente a causa de su
delito para expresar la reprobación social con respecto al acto y al autor.

Para Fernando Castellanos Tena, es el castigo legalmente impuesto por el Estado


al delincuente, para conservar el orden jurídico.
2.- Los fines y las características de la pena.

Cuello Calón, nos indica que la pena aspira a los siguientes fines: Obrar en el
delincuente, creando en el por el sufrimiento, motivos que le aparten del delito en lo
porvenir y reformarlo para readaptarse a la vida social, tratándose de inadaptables,
entonces la pena tiene como finalidad la eliminación del sujeto, además la pena
persigue la ejemplaridad patentizando a los ciudadanos pacíficos la necesidad de
respetar la ley.

Para salvaguardar el orden en la sociedad, la pena debe ser intimidatoria, esto es


evitar la delincuencia por el temor de su aplicación; ejemplar, en donde la pena
debe servir de ejemplo a los demás conciudadanos y no solo al delincuente;
correctiva, esto es que el sujeto a quien se le dicte la pena, se readapte a la vida
gregaria, mediante tratamientos curativos y educacionales adecuados, impidiendo
así la reincidencia; eliminatoria, en forma temporal o definitiva, esto en cuanto a
que el condenado pueda readaptarse a la vida social o tratándose de sujetos
incorregibles; y justa, ya que los ciudadanos esperan que las autoridades apliquen
el derecho en forma justa y de esta manera los valores de justicia, seguridad y
bienestar social emergen dentro de la sociedad..

Villalobos, nos señala como caracteres de la pena los siguientes:

a).- Aflictiva;
b).- Legal;
c).- Cierta;
d).- Pública;
e).- Educativa;
f).- Humana;
g).- Equivalente;
h).- Suficiente;
i).- Remisible;
j).- Reparable;
k).- Personal;
l).- Variada y
m).- Elástica.

3.- Clasificación de la Pena.

De acuerdo a su finalidad y su importancia las penas se clasifican en:

a).- Intimidatorios;
b).- Correctivas y
c).- Eliminatorias.
De acuerdo al bien jurídico que afectan son:

a).- Contra la vida (pena capital).


b).- Corporales (azotes, marcas, mutilación),
c).- Contra la Libertad (Confinamiento, prohibición a un lugar determinado),
d).- Pecuniarias (privan de algunos bienes patrimoniales, multa y reparación del
daño),
e).- Contra ciertos derechos (Destitución perdida o suspensión de la patria potestad
y la tutela).

De acuerdo al artículo 22 del Código Penal, para el Estado de México, en su inciso


A), establece las penas como son: La prisión, Multa, Reparación del Daño, Trabajo
a favor de la comunidad, Suspensión, Destitución, Inhabilitación o privación del
empleo, cargo o comisión, suspensión o privación de derechos, publicación de
sentencia, decomiso de bienes del enriquecimiento ilícito y decomiso de los
instrumentos, objetos y efectos del delito.

Al respecto diremos que el Código Penal para el Estado de México menciona.

La prisión consiste en la privación de la libertad, la que podrá ser de tres meses a


setenta años y se cumplirá en los términos y con las modalidades previstas en la
Ley de Ejecución de Penas Privativas y Restrictivas de la Libertad.

La multa consiste en el pago de una suma de dinero al Estado que se fijará por
días multa, los cuales podrán ser de treinta a cinco mil.

El día multa equivale a la percepción neta diaria del inculpado en el momento de


consumar el delito, tomando en cuenta todos sus ingresos, que en ningún caso
serán inferiores al salario mínimo general vigente en el lugar donde se consumó.

En los delitos continuados se atenderá al salario mínimo vigente en el momento


consumativo de la última conducta y para los permanentes el que esté en vigor en
el momento en que cesó la conducta delictiva.

En caso de insolvencia del sentenciado, la autoridad judicial la sustituirá, total o


parcialmente, por prestación de trabajo en favor de la comunidad, saldándose un
día multa por cada jornada de trabajo.

En caso de insolvencia e incapacidad física del sentenciado, la autoridad judicial


sustituirá la multa por el confinamiento, saldándose un día multa por cada día de
confinamiento.

Para los efectos de este capítulo y a falta de elementos específicos, se tomara como
base por día multa, salvo prueba en contrario:
I. Que los empleados, técnicos, profesionistas y similares, obtienen un ingreso diario
equivalente a por lo menos dos y medio veces el salario mínimo general vigente;

II. Que los jefes en mandos intermedios, patrones, empleadores y similares,


obtienen un ingreso diario equivalente a por lo menos cinco veces el salario mínimo
general vigente;

III. Que los de mayor jerarquía y capacidad económica que estos últimos, obtienen
ingresos diarios equivalentes a por lo menos diez veces el salario mínimo general
vigente; y

IV. Que las personas que vivan y se desarrollen en los más altos estratos
económico-sociales, obtienen ingresos diarios equivalentes a por lo menos
veinticinco veces el salario mínimo general vigente.

La reparación del daño comprende:

I. La restitución del bien obtenido por el delito, con sus frutos y accesiones, y el pago
en su caso del deterioro y menoscabo.

La restitución se hará aun en el caso de que el bien hubiere pasado a ser propiedad
de terceros; a menos que sea irreivindicable o se haya extinguido el derecho de
propiedad, los terceros serán oídos en un incidente tramitado en la forma que señala
el Código de Procedimientos Penales.

II. El pago de su precio si el bien se hubiere perdido, o incorporado a otro por


derecho de accesión, o por cualquier causa no pudiere ser restituido.

III. La indemnización del daño material y moral causado, incluyendo el pago de los
tratamientos que, como consecuencia del delito, sean necesarios para la
recuperación de la salud de la víctima.

El monto de la indemnización por el daño moral no podrá ser inferior a treinta ni


superior a mil días multa y será fijado considerando las circunstancias objetivas del
delito, las subjetivas del delincuente y las repercusiones del delito sobre el ofendido;
y

IV. El resarcimiento de los perjuicios ocasionados.

La reparación del daño se impondrá de oficio al responsable del delito, pero cuando sea
exigible a terceros tendrá el carácter de responsabilidad civil y se tramitará en forma
incidental en los términos que fija el Código de Procedimientos Penales.

Los comprendidos en el artículo 16, estarán obligados en todo caso a la reparación


del daño conforme a las disposiciones de este capítulo. Si fueren insolventes,
responderán de dicha reparación los que los tengan bajo su patria potestad, tutela
o guarda.

La reparación del daño proveniente del delito que deba cubrir el sentenciado tiene
el carácter de pena pública; se exigirá de oficio por el Ministerio Público, quien
deberá acreditar su procedencia y monto. Tratándose de delitos patrimoniales, será
siempre por la totalidad del daño. El ofendido o sus causahabientes podrán aportar
al Ministerio Público o al órgano jurisdiccional, en su caso, los datos y pruebas que
tengan para tal efecto, en los términos que prevenga el Código de Procedimientos
Penales.
Quien se considere con derecho a la reparación del daño y no pueda obtenerla ante
el órgano jurisdiccional penal en virtud de sobreseimiento o sentencia absolutoria,
o del no ejercicio de la acción penal por el Ministerio Público, podrá recurrir a la vía
civil en los términos de la legislación correspondiente.

En caso de lesiones y homicidio y a falta de pruebas específicas respecto al daño


causado, los jueces tomarán como base el doble de la tabulación de
indemnizaciones que fija la Ley Federal del Trabajo y el salario mínimo más alto del
Estado. Esta disposición se aplicará aun cuando el ofendido fuere menor de edad o
incapacitado. Si los delitos antes mencionados se cometen por la conducción de
vehículos de transporte de servicio público, el monto de la reparación del daño será
el triple de la tabulación de indemnizaciones que fija la Ley Federal del Trabajo, en
el supuesto antes señalado.

En caso de delitos contra el ambiente, el derecho a la reparación del daño se


instituye en beneficio de la comunidad y a favor del fondo financiero a que refiere la
ley de la materia.

El órgano jurisdiccional tomará en cuenta para la determinación del daño causado


en materia ambiental el dictamen técnico emitido por la autoridad estatal
correspondiente que precisará los elementos cuantificables del daño.

En orden de preferencia, tienen derecho a la reparación del daño:

I. La víctima;

II. El ofendido;

III. Las personas que dependieran económicamente de él;

IV. Sus descendientes, cónyuge o concubinario;

V. Sus ascendientes;

VI. Sus herederos; y


VII. El Estado a través de la institución encargada de la asistencia a las víctimas del
delito.

Son terceros obligados a la reparación del daño:

I. Los ascendientes por los delitos de sus descendientes que se hallaren bajo su
patria potestad;

II. Los tutores y los custodios por los delitos de los incapacitados que se hallen bajo
su autoridad;

III. Los directores de internados o talleres que reciban en su establecimiento


discípulos o aprendices, por los delitos que éstos ejecuten durante el tiempo que se
hallen bajo el cuidado y dirección de aquéllos;

IV. Las personas físicas o jurídicas colectivas por los delitos que cometan sus
obreros, jornaleros, empleados, domésticos o artesanos, con motivo y en el
desempeño de sus servicios;

V. Las personas jurídicas colectivas, por los delitos de sus socios, agentes, o
directores en los mismos términos en que, conforme a las leyes, sean responsables
de las demás obligaciones que aquéllas contraigan;

VI. En el caso de la fracción III inciso c) del artículo 15, la persona o personas
beneficiadas con la afectación del bien jurídico; y

VII. El Estado, los municipios y organismos descentralizados


subsidiariamente por sus servidores públicos, cuando el delito se cometa con
motivo o en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones.

Los responsables de un delito están obligados solidariamente a cubrir el importe de


la reparación del daño.

El sentenciado cubrirá de preferencia la reparación del daño y, en su caso, se


distribuirá proporcionalmente entre los ofendidos, por los daños que hubieren
sufrido; y una vez cubierto el importe de esta reparación se hará efectiva la multa.

Si las personas que tienen derecho a la reparación del daño no lo reclaman dentro de los
treinta días siguientes de haber sido requerido para ello, su importe se aplicará en forma
equitativa a la procuración y administración de justicia.

Cuando el procesado se sustraiga a la acción de la justicia, los depósitos que


garanticen la reparación del daño se entregarán al ofendido o a sus causahabientes
inmediatamente después del acuerdo de reaprehensión o de revocación de libertad
que corresponda.
Los objetos de uso lícito con que se cometa el delito y sean propiedad del inculpado
o de un tercero obligado a la reparación, se asegurarán de oficio por el Ministerio
Público o por la autoridad judicial para garantizar el pago de la reparación del daño
y solamente se levantará el aseguramiento si los propietarios otorgan fianza
bastante para garantizar ese pago.

El trabajo en favor de la comunidad consiste en la prestación de servicios no


remunerados, preferentemente en instituciones públicas educativas y de asistencia social
o en instituciones privadas asistenciales y se desarrollará en forma que no resulte
denigrante para el sentenciado, en jornadas de trabajo dentro de los períodos distintos al
horario normal de sus labores, sin que exceda de la jornada extraordinaria que determine
la ley laboral y bajo la orientación y vigilancia de la autoridad ejecutora.

La suspensión de funciones, inhabilitación, destitución o privación de empleos,


cargos o comisiones, es de dos clases:

I. La que por ministerio de ley es consecuencia necesaria de otra pena; y

II. La que se impone como pena independiente.

En el primer caso, la suspensión o la inhabilitación comienzan y concluyen con la pena de


que son consecuencia, salvo determinación de la ley.

En el segundo, la suspensión o la inhabilitación se imponen con otra privativa de libertad.


Comenzarán al quedar cumplida ésta. Si no van acompañadas de prisión, se empezará a
contar desde que cause ejecutoria la sentencia.

La pena de prisión inhabilita para desempeñar toda clase de funciones, empleos y


comisiones y suspende el ejercicio de las funciones y empleos que desempeñe el
inculpado, aunque se suspendiere la ejecución de la misma.

La destitución se impondrá siempre como pena independiente cuando esté señalada


expresamente por la ley al delito, o éste fuere cometido por el inculpado haciendo uso de
la autoridad, ocasión o medios que le proporcionare la función, empleo o comisión.

La suspensión de derechos es de dos clases:


I. La que por ministerio de ley es consecuencia necesaria de otra pena; y

II. La que se impone como pena independiente.

En el primer caso, la suspensión comienza y concluye con la pena de que es consecuencia.

En el segundo caso, si se impone con otra pena privativa de libertad, comenzará al quedar
compurgada ésta; si la suspensión no va acompañada de prisión, empezará a contar desde
que cause ejecutoria la sentencia.

La prisión suspende o interrumpe los derechos políticos y de tutela, curatela, apoderado,


defensor, albacea, perito, interventor de quiebra, árbitro y representante de ausentes.

Concluido el tiempo o causa de la suspensión de derechos, la rehabilitación operara sin


necesidad de declaratoria judicial.

Quienes concurran con las personas que estuvieran bajo su patria potestad, tutela, curatela,
guarda, o de un sujeto a interdicción, a la comisión de un delito o cometa alguno de ellos
contra bienes jurídicos de éstos, será privado definitivamente de los derechos inherentes a
la patria potestad, tutela, curatela o la guarda.

La publicación especial de sentencia consiste en la inserción total o parcial de


ella hasta en dos periódicos de mayor circulación en la localidad. El juez escogerá
los periódicos y resolverá la forma en que debe hacerse la publicación.

La publicación de sentencia se hará a costa del sentenciado, del ofendido o del


Estado a petición de cualquiera de ellos, si el órgano jurisdiccional lo estima
procedente.

La publicación de sentencia podrá ordenarse igualmente a petición del sentenciado


cuando éste fuere absuelto, el hecho imputado no constituya delito o aquél no lo
hubiere cometido.

Si el delito por el que se impuso la publicación de sentencia, fue cometido por medio
de la prensa, además de la publicación a que se refiere este artículo, se hará
también en el periódico empleado para cometer el delito, con el mismo tipo de letra,
igual color de tinta, la misma página, lugar y dimensiones.
El decomiso de los bienes producto del enriquecimiento ilícito consiste en la
pérdida de su propiedad o posesión, su importe se aplicará en forma equitativa a la
procuración y administración de justicia.

El decomiso consiste en la pérdida de la propiedad o posesión de los


instrumentos, objetos y efectos del delito, a favor y en forma equitativa de la
procuración y administración de justicia. Los de uso ilícito se decomisarán todos.
Los de uso lícito sólo los que deriven de delitos dolosos, salvo determinación de la
ley.

Tratándose de bienes inmuebles en el delito cometido por fraccionadores pasaran


a propiedad del organismo encargado del desarrollo urbano en el Estado de México
para la regularización o reserva territorial con el objeto del ordenamiento urbano de
los municipios, autorizándose las anotaciones necesarias en los registros agrario y
de la propiedad que correspondan.

4.- La individualización de la pena.

En todos los tiempos la pena se ha tratado de dictar de acuerdo a la gravedad y a


la naturaleza del delito, posteriormente se toma el aspecto subjetivo del delincuente
y más tarde la temibilidad o peligrosidad social en el Código de4 1871 de Martínez
de Castro, el juzgador para aplicar una pena se basaba en tres términos, mínimo,
medio y máximo, en razón al catalogo de atenuantes y agravantes.

En la legislación de 1929 se adopto el mismo sistema que el de Martínez de Castro,


en donde el juzgador tomaba en cuenta las agravantes y atenuantes no expresadas
en la ley, de acuerdo a la magnitud del delito y sus modalidades, como de las
peculiaridades del delincuente.

El actual Código Penal tanto del Distrito Federal como del Estado de México, para
que el Juzgador indique una pena tiene dos términos uno mínimo y otro máximo,
como puede observarse en los artículos 57 y 58 del Código Sustantivo para el
Estado, que nos indican lo siguiente:

Artículo 57.- El órgano jurisdiccional, al dictar sentencia, fijará la pena que estime
justa, dentro de los límites establecidos en el código para cada delito, considerando
la gravedad del delito y el grado de culpabilidad del sentenciado, teniendo en
cuenta:

I. La naturaleza de la acción u omisión y de los medios empleados para ejecutarla;

II. La magnitud del daño causado al bien jurídico y del peligro a que hubiere sido
expuesto el ofendido;
III. Las circunstancias de tiempo, lugar, modo u ocasión del hecho realizado;

IV. La forma y grado de intervención del agente en la comisión del delito, así como
su calidad y la de la víctima u ofendido;

V. La edad, la educación, la ilustración, las costumbres, las condiciones sociales y


económicas del sujeto, así como los motivos que lo impulsaron o determinaron a
delinquir. Cuando el procesado perteneciere a un grupo étnico, indígena se tomarán
en cuenta, además, sus usos y costumbres;

VI. El comportamiento posterior del sentenciado con relación al delito cometido;

VII. Las demás condiciones especiales y personales en que se encontraba el agente


en el momento de la comisión del delito, siempre y cuando sean relevantes para
determinar la posibilidad de haber ajustado su conducta a las exigencias de la
norma;

VIII. La calidad del activo como delincuente primario, reincidente o habitual;

En tratándose de delitos culposos, se considerará, además:

IX. La mayor o menor posibilidad de prever y de evitar el daño que resultó;

X. El deber de cuidado del sentenciado que le es exigible por las circunstancias y


condiciones personales que el oficio o actividad que desempeñe le impongan;

XI. Si el inculpado ha delinquido anteriormente en circunstancias semejantes;

XII. Si tuvo tiempo para desplegar el cuidado posible y adecuado para no producir
o evitar el daño que se produjo;

XIII. El estado y funcionamiento mecánico del objeto que manipulaba el agente; y

XIV. El estado del medio ambiente en el que actuaba.

Artículo 58.- Si se trata de un delincuente primario, de escaso desarrollo intelectual,


de indigente situación económica y de mínima peligrosidad, podrá el órgano
jurisdiccional, en el momento de dictar sentencia, reducir hasta la mitad de la pena
que le correspondería conforme a este código, siempre que no se trate de un delito
grave.

Si no se trata de un delito grave y el inculpado al rendir su declaración preparatoria


confiesa espontánea, lisa y llanamente los hechos que se le imputan, o en el mismo
acto ratifica la rendida en indagatoria, el juzgador reducirá en un tercio la pena que
le correspondería conforme a este código.
Si el inculpado de un delito patrimonial no agravado, paga espontáneamente la
reparación del daño antes o en la celebración de la primera audiencia de
ofrecimiento de pruebas, el órgano jurisdiccional podrá reducir la pena hasta en una
mitad.

La sentencia que reduzca la pena en términos del primero y segundo párrafo deberá
ser confirmada por el tribunal de alzada correspondiente, para que surta efectos.
Entretanto, la pena se entenderá impuesta sin la reducción autorizada por este
artículo.

POR LO CUAL LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA


DE LA NACIÓN, NOS REFIERE.

Octava Época
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER
CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 62, Febrero de 1993
Tesis: III.1o.P. J/6
Página: 31

PENA. INDIVIDUALIZACION DE LA. ARBITRIO JUDICIAL PARA APRECIAR LA


PELIGROSIDAD. (LEGISLACION DEL ESTADO DE COLIMA). Para estimar la
peligrosidad de un delincuente, el juzgador debe sujetarse sólo a lo que establecen
los artículos 63 y 64 del Código Penal del Estado de Colima, sin necesidad de
ordenar la práctica de prueba pericial para ello, puesto que no existe precepto legal
que así lo exija.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER CIRCUITO.

Amparo directo 507/90. Nicolás Miranda Hernández. 8 de noviembre de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: J. Guadalupe Torres Morales. Secretario: José
Alberto Montes Hernández.

Amparo directo 52/91. Arnulfo Verduzco Moreno. 23 de enero de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: Alfonso Núñez Salas. Secretario: Francisco Javier Ruvalcaba
Guerrero.

Amparo directo 388/91. Manuel Ramón Gómez Beltrán. 23 de junio de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Lucio Lira Martínez. Secretario: Humberto
Castañeda Martínez.

Amparo directo 28/92. Eliseo Mesina Ceballos. 6 de octubre de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: Lucio Lira Martínez. Secretario: Alberto Espinoza Márquez.
Amparo directo 44/92. Otoniel Rodríguez López. 29 de octubre de 1992.
Unanimidad de votos. Ponente: Alfonso Núñez Salas. Secretario: Jesús Rentería
Dávalos.

Octava Época
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 62, Febrero de 1993

Tesis: VI.1o. J/82


Página: 34

CUERPO DEL DELITO, RESPONSABILIDAD, O INDIVIDUALIZACION DE LA


SANCION, SI EL TRIBUNAL DE ALZADA HACE SUYAS LAS
CONSIDERACIONES DEL JUEZ, NO INCURRE EN VIOLACION DE
GARANTIAS. Cuando no hay expresión de agravios y el tribunal de segundo grado
no advierte alguno que suplir y se remite a los razonamientos del inferior, o recoge
propiamente las consideraciones expuestas por el juez de primera instancia, al tener
por comprobado el cuerpo del delito, la responsabilidad penal del acusado en su
comisión, o bien lo relativo a la individualización de la pena, no incurre en violación
de garantías si tales consideraciones se encuentran fundadas y motivadas, y
correctamente razonado el arbitrio judicial en la imposición de la sanción.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo directo 542/90. Alejandro Soto Treviño. 17 de enero de 1991. Unanimidad


de votos. Ponente: Eric Roberto Santos Partido. Secretario: Manuel Acosta
Tzintzun.

Amparo directo 196/91. Margarita Rosete Nava. 6 de junio de 1991. Unanimidad de


votos. Ponente: Carlos Gerardo Ramos Córdova. Secretaria: Paulina Negreros
Castillo.

Amparo directo 418/91. José Luis Mendoza Romero. 24 de octubre de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: Norma Fiallega Sánchez. Secretaria: Paulina
Negreros Castillo.

Amparo directo 464/91. Agustín Castillo Rodríguez y otros. 21 de noviembre de


1991. Unanimidad de votos. Ponente: Eric Roberto Santos Partido. Secretario:
Roberto Javier Sánchez Rosas.

Amparo directo 427/92. Antonio Navarro Elvira y otros. 10 de diciembre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Enrique Dueñas Sarabia. Secretaria: María Isabel
Moreno García.
Véase: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Epoca, Tomo VI,
octubre de 1997, página 224, tesis por contradicción 1a./J. 40/97 de rubro
"SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN LA APELACION EN MATERIA
PENAL.".

Octava Época
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Febrero de 1993
Página: 214

ASOCIACION DELICTUOSA EN LA MODALIDAD DE PANDILLERISMO.


CONSTITUYE UNA AGRAVANTE EN LA COMISION DE UN DIVERSO DELITO.
De conformidad con lo previsto por el artículo 133 del Código Penal del Estado de
Michoacán, tal ilícito constituye una agravante de el o los diversos delitos
acreditados en el proceso, lo que se corrobora de la lectura de ese precepto que
dice: "Cuando se ejecuten uno o más ilícitos se aplicará a los que intervengan en
su comisión, además de las penas que les correspondan por el o los delitos
cometidos...". Esto permite afirmar que la sanción corporal que el propio dispositivo
prevé, sólo es dable de aplicarse una vez acreditado el cuerpo del delito y la plena
responsabilidad del acusado en el otro ilícito, o sea, en la sentencia que concluya la
instrucción.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 551/92. Alfredo Hernández Yánez y otro. 12 de noviembre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Juan Díaz Ponce de León. Secretario: Moisés
Duarte Briz.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
SEPTIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Febrero de 1993
Página: 223

CONCURSO REAL DE DELITOS. PENA APLICABLE. (LEGISLACION DEL


ESTADO DE VERACRUZ). Ningún precepto de ley estatuye que a más de la
sanción correspondiente al delito mayor, que puede ser aumentada hasta por la
suma de las sanciones de los demás ilícitos según lo dispone el artículo 70 del
Código Penal para el Estado de Veracruz, pueda aplicarse otra sanción corporal
diversa "por el concurso de delitos".

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEPTIMO


CIRCUITO.
Amparo directo 354/92. Angel Martínez Sebastián y Alejo Rodríguez Santos. 21 de
octubre de 1992. Unanimidad de votos. Ponente: Luis Alfonso Pérez y Pérez.
Secretaria: María de Lourdes Juárez Sierra.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
TERCER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Febrero de 1993
Página: 296

PENA, IMPOSICION DE LA. CONCURSO REAL DE DELITOS. (LEGISLACION


DEL ESTADO DE COLIMA). El artículo 75 del Código punitivo del Estado de
Colima, establece las reglas para la imposición de sanciones en caso de concurso
de delitos, pues al respecto señala: "En tratándose de concurso real o concurso
ideal, se impondrá la sanción correspondiente al delito que merezca pena mayor, la
que podrá aumentarse en el primer caso hasta el total y en el segundo hasta la
mitad de la suma de las sanciones"; de la lectura del dispositivo transcrito, se
aprecia la obligación del juzgador, en el caso de concurso real de delitos, de imponer
la sanción que merezca pena mayor y la facultad de aumentarla hasta el total de la
suma de las sanciones correspondientes a los demás delitos; ahora bien, el espíritu
del legislador al permitir a la autoridad judicial aumentar las sanciones hasta el total
de la suma de las mismas, debe entenderse en el sentido de que dicho aumento
será proporcional al grado de peligrosidad en que la propia autoridad ubicó la
conducta del reo, por lo que si en el caso concreto fue ubicada más allá de la media,
es en razón de este parámetro que debió aumentar las sanciones aleatorias a la
principal y no hasta el total de las mismas, situación que operaría cuando el grado
de peligrosidad fuere ubicado en el máximo.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER


CIRCUITO.

Amparo directo 348/92. Gustavo Cárdenas Flores. 18 de noviembre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Oscar Vázquez Marín. Secretario: Oscar Naranjo
Ahumada.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 61, Enero de 1993
Tesis: V.2o. J/57
Página: 95

PENA. INDIVIDUALIZACION DE LA, EN LA APELACION. Aún cuando en la


sentencia de segundo grado no se hubiesen mencionado las circunstancias de
ejecución del delito y peculiares del inculpado que enumeran los artículos 52 y 53
del Código Penal del Estado de Sonora, sin embargo, tal resolución no es violatoria
de garantías, supuesto que, al confirmar en todas sus partes la de primer grado,
que sí razonó correctamente sobre tales circunstancias, debe considerarse que
aceptó e hizo suyos los razonamientos y las bases en que se apoyó el juez al
imponer las penas.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Amparo directo 261/90. Guadalupe Mendoza Ramírez. 11 de abril de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: Pablo Antonio Ibarra Fernández. Secretario:
Secundino López Dueñas.

Amparo directo 144/91. Isabel Ayala Valdéz. 30 de abril de 1991. Unanimidad de


votos. Ponente: Guillermo Antonio Muñoz Jiménez. Secretaria: María de los Angeles
Peregrino Uriarte.

Amparo directo 235/92. Mario Aguilar Escalante. 8 de julio de 1992. Unanimidad de


votos. Ponente: Adán Gilberto Villarreal Castro. Secretario: Arturo Ortegón Garza.

Amparo directo 335/92. Vicente Hernández Ortega. 17 de septiembre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Lucio Antonio Castillo González. Secretario: Ramón
Parra López.

Amparo directo 419/92. Rigoberto Valdéz Paredes. 21 de octubre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: José Nabor González Ruiz. Secretario: Rafael
Aguilar Hernández.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 61, Enero de 1993

Tesis: X. J/8
Página: 109

ANTECEDENTES PENALES. NO OPERA LA PRESCRIPCION RESPECTO DE


ELLOS. Para los efectos de la conmutación de la pena y de la condena condicional,
no puede estimarse prescrito el antecedente que reporta una causa penal instruida
al quejoso, porque la prescripción rige para la acción penal y la pena, mas no para
los antecedentes penales, por no estar considerados al respecto en la ley.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.

Amparo directo 545/88. Israel Pérez Pérez. 31 de marzo de 1989. Unanimidad de


votos. Ponente: Moisés Duarte Aguíñiga. Secretario: Ernesto Ruiz Pérez.
Amparo directo 92/90. Manuel Pérez Landero. 25 de mayo de 1990. Unanimidad de
votos. Ponente: Moisés Duarte Aguíñiga. Secretario: Juan García Orozco.

Amparo directo 681/89. Aurora Peralta Landero. 9 de noviembre de 1990.


Unanimidad de votos. Ponente: Moisés Duarte Aguíñiga. Secretario: Juan García
Orozco.

Amparo directo 625/90. Guadalupe Hernández May. 19 de abril de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: Moisés Duarte Aguíñiga. Secretario: Gilberto Díaz
Ortiz.

Amparo directo 562/92. Gustavo Jesús de la Fuente Rodríguez. 18 de agosto de


1992. Unanimidad de votos. Ponente: Miguel Romero Morrill. Secretario: Rafael
García Magaña.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEPTIMO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XI, Enero de 1993
Página: 235

CONCURSO IDEAL DE DELITOS. PENA APLICABLE. (LEGISLACION DE


VERACRUZ). Ningún precepto de ley estatuye que a más de la sanción
correspondiente al delito mayor, que puede ser aumentada hasta por la mitad del
máximo correspondiente a dicho ilícito según lo dispone el artículo 71 del Código
Penal para el Estado de Veracruz, pueda aplicarse otra sanción corporal diversa
"por el concurso de dichos delitos".

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo directo 339/92. Andrés Pérez Peralta y otros. 7 de octubre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Luis Alfonso Pérez y Pérez. Secretaria: María de
Lourdes Juárez Sierra.

Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: X, Diciembre de 1992
Página: 284

CONMUTACION DE PENA. NO ES EXCESIVA LA MULTA IMPUESTA POR. La


multa impuesta al quejoso en substitución de la pena de prisión, no puede
considerarse excesiva y, por ende, prohibida por el artículo 22 de la Constitución
General de la República, habida cuenta que de una interpretación al normativo
constitucional de referencia, se llega al conocimiento que para que la multa excesiva
sea considerada prohibida, debe ser inusitada y trascendental, al establecer que
quedan prohibidas las penas de mutilación y de infamia, la marca, los azotes, los
palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes
y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales, entendiéndose por lo
primero (inusitada) aquella que ha sido abolida por inhumana, cruel, infamante; y
por lo segundo (trascendental) la que antiguamente se imponía a los parientes más
próximos del delincuente con la finalidad de castigar a éste en su familia. En esa
virtud la multa impuesta en la especie, no puede ser excesiva por estar prevista en
la ley y, porque se hará efectiva en el patrimonio del propio sentenciado.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.

Amparo directo 255/92. Venancio García Salinas. 30 de septiembre de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Joaquín Dzib Núñez. Secretario: Alejandro Sergio
González Bernabé.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: X, Diciembre de 1992
Página: 318

INDIVIDUALIZACION DE LA PENA, DEBE SER PERSONAL PARA CADA


SENTENCIADO Y NO GENERAL PARA DOS O MAS. (LEGISLACION DEL
ESTADO DE MEXICO). Si la sentencia reclamada lleva a cabo la individualización
de la pena a la quejosa en forma conjunta con otro coacusado, ello infringe los
artículos 59 y 60 del Código Penal del Estado y las garantías consagradas en los
artículos 14, 16, 20, 21, 22 y 23 de la Constitución pues la individualización, como
su propio nombre lo indica y lo señala el primer precepto al decir "apreciando la
personalidad del delincuente" supone que el juez estudiando los hechos delictivos,
su forma de comisión y la personalidad específica y concreta del delincuente le
aplica una pena a éste y no a otro diferente, de acuerdo a esos lineamientos. Por
tanto si a la quejosa se le individualiza la pena junto con su coacusado, el fallo es
violatorio de las disposiciones legales citadas y debe ampararse para que se haga
la individualización correcta observando los demás lineamientos que al efecto
manda la ley.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 782/92. María del Pueblito Martínez Guerrero. 21 de octubre de


1992. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Solís Solís. Secretario: Pablo Rabanal
Arroyo.
Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: X, Diciembre de 1992
Página: 343

PENA. SU INDIVIDUALIZACION EN APELACION, AL ELIMINARSE UNA


MODALIDAD O UN DELITO DE LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA,
DEBE DISMINUIRSE. Al eliminarse por el Tribunal de Apelación un delito o alguna
modalidad del mismo, correlativamente debe disminuirse la pena impuesta en
primera instancia, pues dejar subsistente la misma es violatorio de garantías.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo directo 372/92. Gilberto López Flores. 29 de octubre de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: Eric Roberto Santos Partido. Secretario: Manuel Acosta
Tzintzun.

Véase:

Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1988, Tesis 1257, pág. 2029.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 59, Noviembre de 1992

Tesis: I.2o.P. J/45


Página: 43

CALIFICATIVAS Y PENAS ACCESORIAS. SANCION PROPORCIONAL A LA


PELIGROSIDAD PARA LAS. Tanto la pena de prisión como las accesorias o las
calificativas demostradas que se impongan por la comisión de un delito, deben ser
proporcionales a la peligrosidad social apreciada, esto es, el mismo criterio que el
juzgador haya tenido para aplicar, dentro de los máximos y mínimos la privativa de
libertad con base en la referida peligrosidad, servirá a la vez para calcular la que
deba imponerse al responsable por la calificativa demostrada, o por la multa o la
suspensión de derechos, etcétera.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo directo 482/88. Alejandro Valdespino Benítez. 29 de junio de 1988.


Unanimidad de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretaria: María del
Pilar Vargas Codina.
Amparo directo 1795/91. Moisés Baeza Vargas. 7 de enero de 1992. Unanimidad
de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretaria: María del Pilar Vargas
Codina.

Amparo directo 2155/91. Samuel Guzmán García. 13 de marzo de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretario: José Luis
González Cahuantzin.

Amparo directo 850/92. Rubén Pérez Garduño. 14 de agosto de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretario: José Luis González
Cahuantzin.

Amparo directo 1328/92. José de Jesús Galván López. 28 de agosto de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretario: José Luis
González Cahuantzin.

Nota: Esta tesis también aparece publicada en el Apéndice al Semanario Judicial


de la Federación 1917-1995, Tomo II, Materia Penal, Segunda Parte. tesis 448, pág.
262.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEGUNDO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: X, Noviembre de 1992
Página: 307

ROBO EN LUGAR CERRADO. PENA APLICABLE EN CASO DE QUE NO SE


DETERMINE EL MONTO DEL. (LEGISLACION DEL ESTADO DE SINALOA).
Según lo dispuesto por el artículo 360 fracción I, del Código Penal para el Estado
de Sinaloa, cuando el delito de robo se cometa en lugar cerrado deberá aplicarse
en contra del reo de seis meses hasta tres años de prisión de acuerdo al grado de
peligrosidad en que se le haya ubicado; sin embargo, dicha agravante deberá
aplicarse sin perjuicio de las sanciones que de acuerdo con los numerales 353 y
356 del referido código, deban imponerse, es decir, en caso de que el monto de lo
robado quede precisado (artículo 353) y, cuando se haya cometido el ilícito en forma
violenta (artículo 356). Establecido lo anterior, es claro que cuando el valor de lo
robado no se haya cuantificado y el delito se hubiere cometido en lugar cerrado,
corresponde aplicar la sanción prevista por el artículo 354 del código citado, por ser
este dispositivo el que sanciona el robo de cuantía indeterminada, sin que deba
agravarse la situación del reo, pues el precepto legal que refiere dicha agravante no
remite a esta última hipótesis; y considerar lo contrario, significa dar un sentido a la
ley que no aparece estrictamente consignado, lo que resulta violatorio de la garantía
prevista por el párrafo tercero del artículo 14 constitucional.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEGUNDO CIRCUITO.


Amparo directo 328/91. Jesús Abel Peñuelas Plascencia. 14 de noviembre de 1991.
Unanimidad de votos. Ponente: Darío Carlos Contreras Reyes. Secretario: José
Humberto Robles Erenas.

Octava Epoca
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 58, Octubre de 1992
Tesis: II.3o. J/34
Página: 43

PENA. REQUISITOS PARA SU INDIVIDUALIZACION. Para una correcta


individualización de la pena, no basta hacer una simple cita de los preceptos legales
que regulan el arbitrio judicial sobre el particular, ni es suficiente enumerar las
circunstancias con el mismo lenguaje general o abstracto de la ley; sino que es
menester razonar su pormenorización con las peculiaridades del reo y de los hechos
delictuosos, especificando la forma y manera como influyen en el ánimo del juzgador
para determinar la penalidad que corresponda.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 49/89. Martiniano Rivera Benítez. 20 de febrero de 1990.


Unanimidad de votos. Ponente: Fernando Narváez Barker. Secretaria: Xóchitl Guido
Guzmán.

Amparo directo 741/90. Paulino Patiño Ramírez. 16 de enero de 1991. Unanimidad


de votos. Ponente: José Angel Mandujano Gordillo. Secretaria: Julieta María Elena
Anguas Carrasco.

Amparo directo 275/92. Gabriel Pastrana Sánchez. 29 de abril de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: José Angel Mandujano Gordillo. Secretaria: Julieta María Elena
Anguas Carrasco.

Amparo directo 425/92. Catalina Enríquez Camacho. 24 de junio de 1992.


Unanimidad de votos. Ponente: José Angel Mandujano Gordillo. Secretaria: Julieta
María Elena Anguas Carrasco.

Amparo directo 303/92. Fernando Acosta Pereda. 30 de junio de 1992. Unanimidad


de votos. Ponente: Fernando Narváez Barker. Secretario: Isaac Gerardo Mora
Montero.

Nota: Esta tesis también aparece publicada en el Apéndice al Semanario Judicial


de la Federación 1917-1995, Tomo II, Materia Penal, Segunda Parte, tesis 645, pág.
402.
BASTE CITAR QUE EL LIC. DAVID NAVARRETE RODRÍGUEZ, REALIZA UNA
INVESTIGACIÓN EXAUSTIVA DE ESTE TEMA Y NOS INDICA LO SIGUIENTE:

APLICACIÓN DE LA PENA

I. La voz aplicación de la pena tiene diversas acepciones. Una es de tipo procesal


penal que indica el momento en que el juez al dictar una sentencia condenatoria
aplica una sanción penal. Otra es de tipo sustantivo penal y criminológico y está
vinculada a los criterios regulados en la ley penal para su aplicación, y que se
conocen también como individualización de la pena. La voz en el orden penitenciario
significa que un órgano administrativo, en el caso de México, se ocupa de hacerla
cumplir.

II. La individualización, según Saleilles tiene tres fases: la legal, la judicial y la


administrativa. La primera se encuentra formulada en la ley y se dice que es una
falsa individualización porque la ley no conoce de individuos. La individualización
judicial es la que hace la autoridad jurisdiccional al señalar en la sentencia la pena
correspondiente y de acuerdo al «CP», la sanción será establecida 'dentro de los
límites fijados por la ley... teniendo en cuenta las circunstancias exteriores de
ejecución y las peculiares del delincuente'. Para esa adecuación el juez está
obligado a tener en cuenta: 1) la naturaleza de la acción y omisión y de los medios
empleados para ejecutarla y la extensión del daño causado y del peligro corrido; 2)
la edad, la educación, la ilustración, las costumbres y la conducta precedente del
sujeto, los motivos que le impulsaron o determinaron a delinquir y sus condiciones
económicas; 3 ) las condiciones especiales en que se encontraba en el momento
de la comisión del delito y los demás antecedentes y condiciones personales que
puedan comprobarse, así como sus vínculos de parentesco, de amistad o nacidos
de otras relaciones sociales, la calidad de las personas ofendidas y las
circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor
temibilidad. El juez deberá tomar conocimiento directo del sujeto, de la víctima y de
las circunstancias del hecho requeridas para cada caso («a.» 52 «CP»). En los
casos de delitos de imprudencia, el juez deberá tener en cuenta: 1) la mayor o menor
facilidad de prever y evitar el daño que resulte, 2) si para esto bastaba una reflexión
o atención ordinarias y conocimientos comunes en algún arte o ciencia; 3) si los
acusados han delinquido anteriormente en circunstancias semejantes, y 4) si
tuvieron tiempo para obrar con la reflexión y el cuidado necesarios («a.» 60 «CP»).
Además los jueces pueden sustituir y conmutar sanciones, pero en ningún aso
podrán eximir de la reparación del daño («a.» 76 «CP»).

En cuanto a la aplicación de la pena en el orden administrativo la misma


corresponde, conforme a la moderna Ley de Normas Mínimas de Readaptación
Social a la Dirección General de Servicios Coordinados de Prevención y
Readaptación Social («aa.» 674, «fr.» V «CPP» y 3 de la Ley de Normas Mínimas
de Readaptación Social) dependiente de la Secretaría de Gobernación. La citada
dirección tendrá a su cargo aplicar las normas de ejecución penal en el Distrito y en
los reclusorios dependientes de la Federación. También las normas se aplicarán a
los sentenciados federales en toda la República y se promoverá su adopción por
parte de los Estados, que en líneas generales han reproducido los lineamientos de
la referida ley. La ley prevé la celebración de convenios entre el Poder Ejecutivo
Federal y los Estados.

III. El sistema de tratamiento es el denominado progresivo-técnico, porque consiste


en etapas de estudio, diagnóstico y tratamiento y dividido este último en fases de
tratamiento en clasificación y tratamiento preliberacional. El tratamiento se fundará
en los resultados de los estudios de personalidad que se practiquen a los
condenados y deberá ser actualizado periódicamente («a.» 7 Ley de Normas
Mínimas). En cuanto a lo de técnico es porque un personal especializado se ocupa
del tratamiento, que se integra por criminólogos, psicólogos, médicos, trabajadores
sociales, pedagogos y otros. El tratamiento preliberacional es el que ofrece mayor
interés por incluir ideas modernas de ir acercando paulatinamente al individuo a la
sociedad Él mismo comprende: a) información y orientación especiales y discusión
con el interno y sus familiares de los aspectos personales y prácticos de su vida en
libertad; b) métodos colectivos; c) concesión de mayor libertad dentro del
establecimiento; d) traslado a la institución abierta, y e) permiso de salida de fin de
semana o diaria con reclusión nocturna o bien salida en días hábiles con reclusión
de fin de semana («a.» 8 de la Ley de Normas Mínimas). El sistema de preliberación
ha sido aplicado pioneramente en el Estado de México, en la prisión de Almoloya
de Juárez donde existe una sección abierta, circundando a la prisión. Las salidas
de fines de semana se practican en la Cárcel de Santa Martha en el Distrito Federal.

POR OTRA PARTE LA DRA. KETIA MACHADO SÁNCHEZ CON RESPECTO DE


LA REGULACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES EN VARIAS
LEGISLACIONESPENALES REFIERE:

Introducción.

El Derecho Penal es un derecho normativo, valorativo y de una esencia


conservadora del orden social y jurídico, que tiene una naturaleza eminentemente
sancionadora. Pero un Estado que se fundamente en la dignidad humana tiene que
tener como objeto principal, y con más razón cuando se trata de la utilización del
Derecho Penal, la protección del individuo: no sólo de aquel cuyos bienes jurídicos
han sido vulnerados, sino también de quien ha llevado a cabo el acto delictivo.

Por tanto, el Derecho Penal no sólo debe defender a las personas contra los delitos,
sino que tiene también que garantizar los derechos individuales, que son entonces
límites al poder punitivo. En el ejercicio de la facultad punitiva del Estado, el
legislador debe propender a la realización de sus fines sociales y entre ellos, el de
asegurar la vigencia de un orden justo. Y qué mejor garantía para la nitidez de la
justicia que el establecimiento legal de la posibilidad de que la sanción se
individualice, de tal forma que su graduación guarde directa proporción con la
medida en que el hecho haya sido más o menos grave; lo cual está dado por las
circunstancias que en él hayan concurrido y que, en caso de que sean indicadoras
de menor gravedad, determinan que la sanción también pierda severidad, por lo que
son denominadas circunstancias atenuantes; las cuales son, precisamente, nuestro
objeto de estudio.

Ésta es un institución que aparece en respuesta a la racionalidad que exige el


ejercicio del poder sancionador. Su razón de ser y origen obedecen, sin duda, al
proceso de medición y modificación de la pena. De ahí que las circunstancias
atenuantes tengan una indiscutible trascendencia en cuanto a la medición justa y
equitativa de la pena. Sin embargo, a pesar de la importancia que revisten, a las
circunstancias atenuantes no se les da en la doctrina jurídica la relevancia que
realmente poseen; ya que en la bibliografía de esta rama jurídica no son tratadas
ampliamente, ni se les analiza con la misma profundidad que a las circunstancias
agravantes, y lo mismo ocurre al momento de aplicarlas.

En correspondencia con esto, es problema de este trabajo determinar cómo han


sido reguladas las circunstancias atenuantes en diversas legislaciones extranjeras,
efectuando un análisis comparativo de siete Códigos Penales, para cuyo examen
escogimos específicamente tres Títulos de sus respectivas partes especiales: de
los de mayor incidencia en la práctica, aquellos en los que es más usual incluir
circunstancias atenuantes en su descripción.

Para ello necesariamente partimos de la adecuación de la sanción, en virtud a que


las circunstancias atenuantes constituyen uno de sus elementos; para luego definir
el contenido y trascendencia jurídica de éstas y el fundamento que permite
asimilarlas dentro de los tipos penales, para lo cual recurrimos a la teoría del tipo
penal.

Las Circunstancias Atenuantes y la Adecuación de la Sanción.

La mayoría de las legislaciones penales del mundo occidental han adoptado el


sistema de conceder prioridad a la denominada individualización judicial, en virtud
de la cual es el juez quien, en cada caso concreto, determina la pena que se impone,
escogiéndola de entre la distancia comprendida del mínimo al máximo punitivo
establecido legalmente ante cada comportamiento ilícito.

Sin embargo, esa decisión afortunadamente no depende del simple arbitrio de


quienes tienen a su cargo la individualización judicial, sino que en el uso de tan
amplísimo poder debe de acatarse un conjunto de disposiciones orientadoras,
legalmente establecidas, que consisten en circunstancias y criterios para la
determinación de las penas. Para los individuos que infrinjan la Ley existen
sanciones cuya adecuación se realiza no sólo para reprimir eficazmente el acto
punible, sino principalmente con el objetivo de reeducar a los infractores y lograr su
reinserción social, conjuntamente con la protección de la sociedad. Pero el logro de
esos objetivos implica que se conozcan bien las características del infractor y las
condiciones y circunstancias en que realizó su acción u omisión, para dirigir el
trabajo que se debe hacer con ese individuo en el afán de reintegrarlo a la vida
social y, con tal propósito, imponerle la medida más justa: cosa ésta que sólo se
logra mediante una eficiente adecuación de la sanción. En este sentido, tal
determinación de la pena en el Derecho Penal se traduce en la adecuación de la
sanción, la cual supone que se tomen en cuenta las circunstancias concretas que
individualizan cada hecho delictivo.

Cuando esas circunstancias justifican que, al escoger la sanción, quien juzgue


tienda hacia su mínima cuantía, entonces estamos en presencia de circunstancias
atenuantes, institución que define uno de los aspectos a valorar para efectuar la
adecuación.

"Las circunstancias son los accidentes y particularidades de tiempo, lugar, modo,


condición, estado y demás que acompañan algún hecho. Ellas son causas de que
un mismo acto sea juzgado de diferentes maneras; y esta regla tiene lugar sobre
todo en los asuntos criminales, en los que las circunstancias aumentan o
disminuyen considerablemente la atrocidad de un delito, y por consiguiente, la pena
con que debe ser castigado el delincuente."1

"En derecho, se usa para designar aquellos hechos, por lo común accidentales, que
influyen en los efectos jurídicos de otros con los que aparecen íntimamente
relacionados."2 El estudio de las circunstancias debe hacerse al exponer la medida
penal. Sus efectos pertenecen de lleno a la aplicación y mesuración de las penas.

"Circunstancia es todo lo que modifica un hecho o un concepto sin alterar su


esencia. Circunstancias atenuantes y agravantes son las que modifican las
consecuencias de la responsabilidad, sin suprimir ésta."3

"Atenuante: lo que propende a minorar el mal del delito o de la pena."4

" Todo lo que disminuye la gravedad de una acusación o la culpabilidad por la


comisión de un delito, en cuyo sentido decimos circunstancia atenuante."5
" Dícese de la circunstancia que constituye un motivo legal para disminuir la pena
correspondiente a un delito."6

Como hemos visto, las circunstancias atenuantes son elementos de adecuación que
reciben este nombre por el efecto que causan sobre la punibilidad del hecho.
Atenuar, en sentido gramatical, es poner tenue o sutil una cosa, por ello,
penalmente, atenuar es aminorar o disminuir la sanción.

La atenuación significa entonces la disminución de la malicia de un delito; tal es, por


ejemplo, la provocación que mueve a un hombre a hacer mal, pero que sólo es
peligroso en este caso. El provocado, pues, que llega a excederse por esta razón,
no es tan criminal como el que comete el mismo delito serenamente, y no debe, por
tanto, ser castigado con tanto rigor como éste. Es lógico que la circunstancia que
disminuye la gravedad del delito, disminuya también la cuantía de la pena.

Las circunstancias atenuantes no afectan la sustancia del delito, pues éste existe,
se den o no, puesto que únicamente afectan la cuantía de la pena, o sea, se trata
de algo accesorio o accidental que únicamente repercute sobre la menor gravedad
de la reacción punitiva. Por consiguiente, su existencia o inexistencia repercute en
la consecuencia jurídica de la afirmación del delito, que no es otra que la pena, y
por tanto en relación a ella deben ser analizadas.

Estas circunstancias pueden ser reguladas en la Ley Penal de dos formas:


regulándolas independientemente, o sea, enumerándolas en un precepto de la parte
general del Código Penal, que las agrupe, en cuyo caso se denominan comunes o
genéricas; o incluyéndolas en algunos tipos penales, adquiriendo entonces el
calificativo de especiales o específicas, pues se refieren concretamente al delito
descrito en el tipo penal que las contiene. Ello explica que nos remitamos a la teoría
del tipo penal para comprender la posible incorporación a éste de las circunstancias
atenuantes.

La tipicidad es la adecuación de un hecho cometido a la descripción que de ese


hecho se hace en la Ley Penal, o sea, al tipo penal. " Tipo es, por tanto, la
descripción de la conducta prohibida que lleva a cabo el legislador en el supuesto
de hecho de una norma penal."7 Pero esa descripción, para ser completa, debe
incluir todos los elementos esenciales e indispensables para que el delito se
corporifique, lo que no excluye la posibilidad de que pueda incorporársele además,
otros elementos circunstanciales, que si bien no son imprescindibles en el delito, sin
duda lo particularizan aún más. Tal es el caso de las circunstancias atenuantes.

El fundamento de que los tipos penales admitan circunstancias atenuantes en su


redacción, obedece al propio concepto del tipo; que al recaer en una descripción del
hecho, entonces es perfectamente posible que incluya cada una de las
características que en él hayan concurrido; y solamente se incluyen las más
relevantes para evitar el alarmante casuismo que supondría que todos los tipos
penales regularan todos los elementos accidentales que se pueden asociar a la
conducta que describen. De ahí que sea necesaria la regulación de circunstancias
atenuantes comunes en la parte general del Código, porque es imposible describir
cada uno de los delitos en la infinidad de formas que pueden presentarse; pero si a
pesar de ello, alguna de esas atenuantes es incorporada a un tipo penal
determinado, sin duda el legislador ha obrado guiado por la posibilidad de que,
frecuentemente, ese delito se cometa asociado a esa atenuante que ha incluido en
su descripción, para que así sea imperativa su apreciación en caso de que concurra,
y de esta forma define más claramente la conducta a la que el tipo penal se refiere.

Regulación Jurídica de las Circunstancias Atenuantes en varias legislaciones


penales.

En el Derecho Penal anterior a la Revolución Francesa, en el que dominaba un


desmedido arbitrio judicial, éste hacía innecesaria la institución de las circunstancias
atenuantes; pues los jueces, no encontrándose ligados al texto legal, podían a su
grado atenuar la pena y admitir cuantas atenuantes quisieran. Al sobrevenir la
codificación revolucionaria para proteger los derechos del individuo contra los
posibles abusos de los jueces, se implantó con el Código Penal Francés de 1791,
un sistema de estricta legalidad, tan exagerado que las penas correspondientes a
todos los delitos estaban determinadas de una manera fija, sin que fuera posible a
los juzgadores atenuarlas o agravarlas. Más en el Código de 1810 se corrigió este
irracional criterio, estableciendo para cada delito penas variables entre un maximun
y un minimun, permitiendo así a los jueces, tanto su atenuación como su agravación.

Luego, este sistema se extendió a la mayoría de las codificaciones posteriores, que


lo acogieron, de modo que hoy en día es éste el criterio predominante.
Sin embargo en la actualidad, a pesar de que casi todas las legislaciones regulan
las causas o motivos de atenuación de la pena; los sistemas seguidos para dicha
regulación varían en los diversos países. Por ejemplo, el Código Francés se atiene
al sistema denominado de las atenuantes genéricas, que son causas de atenuación
dejadas a la libre apreciación de los jurados y de los jueces, los cuales al estimarlas
no están obligados a designar cuáles sean, limitándose a afirmar su existencia.8

Por otra parte, los Códigos Penales de algunos países contienen las llamadas
atenuantes específicas, sistema que consiste en la enumeración taxativa de cada
una de esas causas o circunstancias atenuantes, adicionada en algunos casos con
una fórmula de carácter general, que permite a los jueces la admisión de otras
atenuantes no especificadas en la Ley, pero que guardan cierta analogía.

O sea, podríamos hablar del sistema de atenuantes genéricas cuando éstas no se


recogen en la Ley Punitiva sino que pueden apreciarse libremente, y el otro sistema
sería el de las atenuantes específicas, cuando el Código Penal las enumera en su
parte general. Pero, como también se usan los calificativos de genéricas y
específicas, para las atenuantes enumeradas en la parte especial y que, por ende
son aplicables a todos los delitos ( comunes ); y para las atenuantes incorporadas
a un tipo penal específico ( especiales ), respectivamente; para evitar confusiones,
denominaremos al sistema de regulación que no enumera en un precepto de la
parte general a las atenuantes, aunque da la facultad a los jueces de apreciar las
que estimen concurrentes, "sistema atípico de regulación de las circunstancias
atenuantes"; y al sistema en que sí se enumera taxativamente en la parte general
del Código, el de "sistema típico".

Esta diversidad en cuanto a la regulación de las circunstancias atenuantes en las


distintas legislaciones, hacen necesario el estudio de algunas de ellas, para
comprender a través de su comparación, las líneas predominantes en dicha
regulación. Y precisamente a ese análisis dedicamos este Capítulo, en el que
tomamos los Códigos Penales de siete países ( seis de ellos americanos, que
guardan por tanto algunas semejanzas culturales; y el Código de España, que
merece ser analizado por haber sido este país nuestra metrópolis, lo que determina
que nos haya influido). Y dentro de estos Códigos exponemos los tipos penales que
contienen circunstancias atenuantes pertenecientes, específicamente, a tres
familias de delitos: las que equivalen a los Títulos de nuestro Código Penal
contentivos de los delitos contra la administración y la jurisdicción; contra la vida y
la integridad corporal; y contra los derechos patrimoniales. Estas familias delictivas
han sido escogidas porque, siendo de las que más se ven en la práctica, son las
que incorporan más frecuentemente circunstancias atenuantes a los tipos penales
que las definen.

Pero, previamente al análisis de los Códigos Penales escogidos, se impone aclarar


que las formas o modalidades atenuadas de los tipos penales, pueden asumir tal
carácter bien por la presencia de una circunstancia atenuante o bien por una
condición objetiva impropia de punibilidad del delito en cuestión. Es decir, un tipo
derivado en el que se atenúe la sanción respecto a la del tipo básico, puede que
añada a la descripción una circunstancia atenuante que determine tal reducción de
la pena, pero puede también deberse dicha reducción a una condición objetiva del
delito, que el legislador haya considerado merecedora de una pena más leve, y que
se les han llamado en la doctrina " condiciones objetivas impropias de punibilidad".

Se les da el calificativo de impropias por dos razones: primero, porque no


determinan la punibilidad o impunidad del hecho, sino la agravación o atenuación
de la pena; y segundo porque en realidad pertenecen a la figura delictiva, al
contrario de las circunstancias de adecuación, que son independientes de ella. " Las
impropias condiciones objetivas de punibilidad constituyen circunstancias
calificativas de atenuación o agravación incubiertas, pertenecientes con arreglo a
su esencia a la figura objetiva, pero formalmente configuradas como condiciones de
punibilidad; por cuanto la ley, en atención a razones político-penales, quiere
sustraerlas a la exigencia de dolo o imprudencia."

Luego de la anterior aclaración, pasemos a examinar cómo se regulan las


circunstancias atenuantes en los Códigos Penales de algunos países.

España.

Por ejemplo, en España la Ley Orgánica 10 de 1995 constituye el Código Penal


vigente. Este Código dedica su Libro I a las disposiciones generales. Dentro de éste,
el Título I trata la infracción penal, siendo el Capítulo III el que contiene las
circunstancias que atenúan la responsabilidad criminal. Al respecto, enumera
taxativamente las circunstancias atenuantes en su artículo 21, que dice:
" Art. 21 - Son circunstancias atenuantes:

Las causas expresadas en el capítulo anterior, cuando no concurrieren todos los


requisitos necesarios para eximir de responsabilidad en sus respectivos casos.
2- La de actuar el culpable a causa de su grave adicción a las sustancias
mencionadas en el número 2 del artículo anterior.
3- La de obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato,
obcecación u otro estado pasional de entidad semejante.
4- La de haber procedido el culpable, antes de conocer que el procedimiento judicial
se dirige contra él, a confesar la infracción a las autoridades.
5- La de haber procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víctima, o
disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad a
la celebración del acto del juicio oral.
6- Cualquier otra circunstancia de análoga significación que las anteriores."

Como vemos, este Código recoge como atenuante a las eximentes incompletas, en
el numeral 1, considerando que la conversión de eximentes en atenuantes se
produce, especialmente en aquellas que anulan la imputabilidad del sujeto, cuando
se dan situaciones de disminución de la capacidad intelectiva y volitiva, sin la
suficiente entidad como para llegar a anularla.
En el numeral 2 la atenuante se refiere a la semi-imputabilidad del sujeto que actúa
bajo los efectos de sustancias psicotrópicas, drogas tóxicas, estupefacientes,
bebidas alcohólicas u otras semejantes, siempre que la inconsciencia causada no
haya sido plena como para constituir una eximente, y si no se ha buscado con el
propósito de delinquir.

El tercer numeral suele interpretarse como un caso de disminución de la


imputabilidad producido por estímulos externos, que no alcanzan la intensidad del
trastorna mental transitorio; aunque, quizás de modo transitable, no se exige que el
estado pasional haya sido provocado por una conducta ilícita de la víctima.

Las atenuantes reguladas en los números 4 y 5 pertenecen al llamado


arrepentimiento eficaz. En estos casos se atenúa la pena por razones políticas, que
pretenden favorecer al sujeto que, posterior a la comisión del delito, disminuye sus
efectos o ayuda a las autoridades a esclarecerlo.

La atenuante del apartado 6 es una excepción al principio de exclusión de la


analogía, que caracteriza al Derecho Penal. Es expresión del aforismo que plantea
que " debe ampliarse lo favorable y restringirse lo perjudicial". Con este precepto se
establece una cláusula legal de analogía beneficiosa para el reo, permitiéndose
atenuar la pena en situaciones no previstas en los números anteriores pero similares
a ellas.

Más adelante, este cuerpo legal en su Título III, Capítulo II sobre la aplicación de
las penas, contiene en su Primera Sección las reglas generales para la aplicación
de las penas, que expresan lo siguiente:

" Art. 65...

1.- Las circunstancias agravantes o atenuantes que consistan en la disposición


moral del delincuente, en sus relaciones particulares con el ofendido o en otra causa
personal, servirán para agravar o atenuar la responsabilidad sólo de aquellos en
quienes concurren.
2- Las que consistan en la ejecución material del hecho o en los medios empleados
para realizarla, servirán únicamente para agravar o atenuar la responsabilidad de
los que hayan tenido conocimiento de ellas en el momento de la acción o de su
cooperación para el delito."
Como vemos, el legislador hizo una distinción de las atenuantes en personales y
materiales, para reglar su comunicabilidad a los partícipes del delito.

" Art. 66 - En la aplicación de la pena, los jueces o tribunales observarán, según


haya o no circunstancias atenuantes o agravantes, las siguientes reglas:

1.- Cuando no concurrieren circunstancias atenuantes ni agravantes o cuando


concurran una y otras, los jueces o tribunales individualizarán la pena imponiendo
la señalada por la Ley en la extensión adecuada a las circunstancias personales del
delincuente y a la mayor o menor gravedad del hecho, razonándolo en la sentencia.
2- Cuando concurra sólo alguna circunstancia atenuante, los jueces o tribunales no
podrán rebasar, en la aplicación de la pena, la mitad inferior de la que fije la Ley
para el delito.

(...)
4- Cuando sean dos o más las circunstancias atenuantes o una sola muy
cualificada, los jueces o tribunales, razonándolo en la sentencia, podrán imponer la
pena inferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley, aplicándolo en la
extensión que estimen pertinente, según la entidad y el número de dichas
circunstancias.
Art. 67- Las reglas del artículo anterior no se aplicaran a las circunstancias
agravantes o atenuantes que la Ley haya tenido en cuenta al describir o sancionar
una infracción, ni a las que sean de tal manera inherentes al delito que sin la
concurrencia de ellas no podría cometerse."

Los artículos anteriores resumen los efectos generales de las circunstancias de


adecuación. En el caso del apartado 4 del artículo 66, se posibilita la adecuación
extraordinaria, pues en estos casos que prevé, la atenuante o atenuantes que
concurren, se vuelven realmente modificativas de la responsabilidad penal al
trascender el límite mínimo de la pena señalada para el delito. Y el artículo 67 no
hace más que impedir que una misma atenuante sea doblemente apreciada, cundo
ha sido incorporada también a un tipo penal específico.

El Código Penal Español tiene un Libro II donde regula los delitos y sus penas. El
Titulo I trata el homicidio y sus formas.

" Art. 143

1.- El que induzca al suicidio a otro será castigado con la pena de prisión de cuatro
a ocho años.
2- Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos
necesarios al suicidio de una persona.
3- Será castigado con la prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta
el punto de ejecutar la muerte.
4- El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la
muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de
que la víctima sufriere una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su
muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar,
será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los
números 2 y 3 de éste artículo."

Como vemos, en el último apartado se atenúan las penas previstas en los apartados
2 y 3, para el caso en que el auxilio o cooperación al suicidio se haya realizado por
piedad, por tanto, esta atenuante atiende al posible móvil noble que haya motivado
la comisión de los delitos previstos en los apartados señalados, si se ha tratado de
evitar a la víctima una agonía lenta y más dolorosa.

En el Título III, de las lesiones, se da un supuesto distinto de atenuación.

" Art. 155- En los delitos de lesiones, si ha mediado el consentimiento válido, libre,
espontánea y expresamente emitido del ofendido, se impondrá la pena inferior en
uno o dos grados."

Este caso se refiere a que efectivamente se haya cometido un delito de lesiones,


pero se atenúa la pena si el ofendido ha estado de acuerdo en recibir la lesión; esto,
aunque no determina que el hecho deje de ser punible, al menos implica una
reducción de la punibilidad, independientemente de que se haya integrado la figura
delictiva.

El Título XIII de este Código Penal contiene los delitos contra el patrimonio y contra
el orden socioeconómico, pero en ninguno de sus artículos se recoge circunstancia
atenuante alguna. Lo mismo ocurre con el Título XIX que describe los delitos contra
la administración pública.

Sin embargo, el Título XX, de los delitos contra la administración de justicia, sí posee
algunas modalidades atenuadas.

" Art. 449...

1.- En la misma pena señalada en el artículo anterior incurrirá el juez, magistrado o


secretario judicial culpable de retardo malicioso en la administración de justicia. Se
entenderá por malicioso el retardo provocado para conseguir cualquier finalidad
ilegítima.
2- Cuando el retardo sea imputable a funcionario distinto de los mencionados en el
apartado anterior, se le impondrá la pena indicada, en su mitad inferior."

Estamos en presencia de una condición objetiva impropia de punibilidad, pues este


delito requiere de los sujetos especiales señalado en el primer apartado, pero
cuando es realizado por un sujeto distinto ( que sigue siendo especial porque se
exige que sea funcionario), esto implica menos rigor en la pena. Este mismo caso
se da en los artículos siguientes:

" Art. 465...


1.- El que, interviniendo en un proceso como abogado o procurador, con abuso de
su función, destruyere, inutilizare u ocultare documentos o actuaciones de los que
haya recibido traslado en aquella calidad, será castigado con la pena de prisión de
seis meses a dos años, multa de siete a doce meses e inhabilitación especial para
su profesión, empleo o cargo público de tres a seis años.

2- Si los hechos descritos en el apartado primero de este artículo fueran realizados


por un particular, la pena será de multa de tres a seis meses.
Art. 466- El abogado o procurador que revelare actuaciones procéseles declaradas
secretas por la autoridad judicial, será castigado con las penas de multa de doce a
veinticuatro meses e inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u
oficio de uno a cuatro años.
(...)
Si la conducta descrita en el apartado primero fuere realizada por cualquier otro
particular que intervenga en el proceso, la pena se impondrá en su mitad inferior."

Como puede apreciarse, en el apartado 2 del artículo 465 y en el apartado 3 del 466
se reduce la sanción por la misma condición de reducción de la punibilidad.

" Art. 470...

1.- El particular que proporcionare la evasión de un condenado, preso o detenido,


bien del lugar en que esté recluido, bien durante su conducción, será castigado con
la pena de prisión de seis meses a un año y multa de doce a veinticuatro meses.
(...)
3- Si se tratara de alguna de las personas citadas en el artículo 454, se les castigará
con la pena de multa de tres a seis meses, pudiendo en este caso el juez o tribunal
imponer tan solo las penas correspondientes a los daños causados o a las
amenazas o violencias ejercidas."

Las personas a las que se refiere el apartado 3 son: cónyuge, o personas a quien
se hallen ligados de forma estable por análoga relación de afectividad, los
ascendientes, descendientes, hermanos por naturaleza o adoptivos, o afines en los
mismos grados. Por tanto, en este caso se admite como atenuante la relación de
parentesco; porque es lógico que un pariente en los grados señalados, procure el
bienestar del reo.

Como hemos podido apreciar, en España la regulación de las circunstancias


atenuantes es bastante flexible; admite como atenuantes comunes a las eximentes
incompletas, deja abierta una fórmula para atenuantes análogas, y además, regula
atenuantes especiales en los tipos penales del Libro II.
Colombia.

Por su parte, el Código Penal de Colombia, vigente desde 1998, también enumera
taxativamente las circunstancias atenuantes, que denomina " de menor punibilidad",
en el Capítulo II del Libro I, donde regula:
" Art. 55- Son circunstancias de menor punibilidad:

1.- La carencia de antecedentes penales.


2- El obrar por motivos nobles y altruistas.
3- El obrar en estado de emoción, pasión excusables o de temor intenso.
4- La influencia de apremiantes circunstancias personales o familiares en la
ejecución de la conducta punible.
5- Procurar voluntariamente después de cometida la conducta, anular o disminuir
sus consecuencias. 6- Reparar el daño ocasionado aunque no sea en forma total.
7- Presentarse voluntariamente a las autoridades después de haber cometido la
conducta punible o evitar la injusta sindicación de terceros.

8- La indigencia o la falta de ilustración; en cuanto hayan influido a la ejecución de


la conducta punible. 9- Las condiciones de inferioridad psíquica determinadas por
la edad o por circunstancias orgánicas, en cuanto hayan influido en la ejecución de
la conducta punible.
10- Cualquier circunstancia de análoga significación a las anteriores."

Este artículo contiene las atenuantes comunes. El numeral primero favorece a los
delincuentes primarios con una atenuante, siendo esto una peculiaridad de esta
legislación; pues es frecuente que la reincidencia agrave la sanción, pero no suele
reducirse ésta por el hecho de que el agente no haya delinquido con anterioridad.

El numeral 3 se refiere a los estados pasionales o de ímpetu que, aunque no anulan


la imputabilidad, la afectan un tanto.

En el número 4 pueden considerarse las relaciones de parentesco, que de cierta


forma justifican cierta conducta, aunque no se la ha dado propiamente esa
redacción.

Las atenuantes de los números 5; 6 y 7 incluyen los supuestos del "arrepentimiento


eficaz", tan común en la doctrina.

La octava atenuante se refiere al desconocimiento de la Ley, que no admite como


eximente pero sí como atenuante.

El numeral 9 carece de elementos en su redacción, pues no especifica el límite de


edad que determina la inferioridad psíquica.

El apartado 10 establece la posibilidad de tener en cuenta situaciones atenuantes


que no aparezcan expresamente descritas, al igual que ocurre en España, siempre
que esas nuevas circunstancias sean análogas, es decir, se asemeje o tenga alguna
correspondencia con las descritas.

El Código Penal Colombiano sienta, en su artículo 60, las reglas para el manejo de
las circunstancias atenuantes, que han de atenderse al momento de graduar las
penas.

" Art. 60- Fundamentos para la individualización de la pena. Efectuado el


procedimiento anterior, el sentenciador dividirá el ámbito punitivo de movilidad
previsto en la Ley en tercios: uno mínimo, uno medio y uno máximo.

El sentenciador sólo podrá moverse dentro del tercio mínimo cuando no existan
atenuantes ni agravantes o concurran únicamente circunstancias de atenuación
punitiva, y dentro del tercio medio cuando concurran circunstancias atenuantes y
agravantes."

Como podemos ver, este artículo divide el ámbito de movilidad punitiva en tercios;
correspondiendo el primero a la situación en que solo se presenten circunstancias
atenuantes y el segundo, cuando se presenten éstas simultáneamente con
agravantes. Con ello se pretende reducir al máximo las facultadas discrecionales en
tal materia, haciendo de este proceso una tabulación mucho más objetiva y
equitativa en la aplicación de la pena.

En la parte especial del Código, consistente en el Libro II de los delitos en particular,


se incorporan circunstancias atenuantes, pero esta inclusión no ofrece dudas
porque se hace en artículos independientes a los que contengan los tipos penales
cuyas penas atenúen. Aunque algunos tipos penales sí incluyen en su redacción
algunas condiciones objetivas impropias de punibilidad.

Tal es el caso del artículo 105, del Título I, Capítulo II que trata sobre el homicidio.

" Art. 105- Homicidio por piedad: El que matare a otro por piedad, para poner fin a
intensos sufrimientos provenientes de lección corporal o enfermedad grave e
incurable, incurrirá en prisión de uno a tres años."

Este artículo atenúa la pena prevista para el homicidio en que no concurra la piedad,
que es de quince a veinticinco años de prisión. Como vemos, la reducción punitiva
es considerable, atendiendo al móvil de la conducta.

Este mismo Título sanciona, en su Capítulo V el aborto, y en su articulado contiene


las atenuantes especiales que disminuyen específicamente la pena de este delito.
" Art. 124- Aborto: La mujer que causare su aborto o permitiere que otro se lo cause,
incurrirá en prisión de uno a tres años.
A la misma sanción estará sujeto quien, con el consentimiento de la mujer, realice
la conducta prevista en el inciso anterior."
" Art. 126- Circunstancias de atenuación punitiva: La pena señalada para el delito
de aborto se disminuirá en las tres cuartas partes cuando concurra alguna de las
siguientes circunstancias:

1- Que el embarazo sea resultado de una conducta constitutiva de acceso carnal


sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o transferencia de óvulo
fecundado no consentidas.
2- Que se establezcan en el feto patologías médicas o genéticas de gravedad tal,
que sean incompatibles con la vida humana."
El Titulo VII de este Libro II de la Ley Penal de Colombia, también contiene
circunstancias atenuantes, en los delitos contra el patrimonio económico. El
Capítulo I trata el hurto.

" Art. 232- Hurto: El que se apodere de una cosa mueble ajena con el propósito de
obtener provecho para sí o para otro, incurrirá en prisión de uno a seis años. La
pena será de prisión de uno a dos años cuando la cuantía no exceda de diez salarios
mínimos legales mensuales vigentes."

En este segundo párrafo se contempla el poco valor de lo sustraído, como una


condición objetiva que reduce la punibilidad. Porque las atenuantes propiamente
dichas, que se pueden apreciar especialmente en el delito de hurto, han sido
reguladas en el artículo 235.

" Art. 235- Circunstancias de atenuación punitiva: La pena será de multa cuando:

1.- El apoderamiento se cometiere con el fin de hacer uso de la cosa y se restituyere


en término no mayor de veinticuatro horas.
Cuando la cosa se restituyere con daño o deterioro grave, la pena sólo se reducirá
hasta en una tercera parte, sin que pueda ser inferior a una unidad multa.
2- La conducta se cometiere por socio, o propietario, comunero o heredero, o sobre
cosa común indivisible, o común divisible excediendo su cuota parte."

Luego, en el Capítulo VII también podemos hallar una atenuante:

" Art. 255- Invasión de tierras o edificaciones: El que, con el propósito de obtener
para sí o para un tercero provecho ilícito, invada terreno o edificación ajenos,
incurrirá en prisión de dos a cinco años y multa de cincuenta a doscientos salarios
mínimos legales mensuales vigentes.
(...)
Parágrafo- Las penas señaladas en los incisos precedentes se rebajarán hasta en
las dos terceras partes cuando antes de pronunciarse sentencia de primera o única
instancia cesen los actos de invasión y se produzca el desalojo total de los terrenos
y edificaciones que hubieren sido invadidos."

En el parágrafo se ha incluido una circunstancia atenuante, equiparable por su


contenido a la atenuante común recogida en el apartado 5 del artículo 55 del Libro
I; pues al cesar la invasión o desalojar los terrenos se están anulando las
consecuencias del delito, tal como exige el apartado señalado.

Al final de ese Título VII se establecen, en el Capítulo IX, algunas disposiciones


comunes, entre las que se hallan algunas atenuantes especiales aplicables a todos
los tipos penales pertenecientes al Título referido.

" Art. 260- Circunstancia de atenuación punitiva: Las penas señaladas en los
capítulos anteriores se disminuirán de una tercera parte a la mitad, cuando la
conducta se cometa sobre cosa cuyo valor sea inferior a un salario mínimo legal
mensual, siempre que el agente no tenga antecedentes penales y que no haya
ocasionado grave daño a la víctima, atendida su situación económica."

En esta parte especial se encuentran otras circunstancias atenuantes en el Título


XVI de los delitos contra la eficaz y recta impartición de justicia. El Capitulo I trata
los delitos consistentes en falsas imputaciones, y para todos ellos es válida una
circunstancia atenuante especial preceptuada en el artículo 426.

" Art. 426- Circunstancia de atenuación: Las penas previstas en los artículos
anteriores se reducirán de una tercera parte a la mitad si antes de vencerse la última
oportunidad procesal para practicar pruebas, el autor se retracta de la falsa
denuncia."

La atenuante anterior es semejante a la reparación del daño, contenida en el


numeral 6 del artículo 55 y una situación similar es la que conforma la atenuante
prevista especialmente para los delitos tipificados en el Capítulo III, del falso
testimonio, y que se recoge en el artículo 429 perteneciente a dicho Capítulo.

" Art. 429- Circunstancia de atenuación: Si el responsable de las conductas descritas


en el artículo anterior, se retracta en el mismo asunto en el cual rindió la declaración,
antes de vencerse la última oportunidad procesal para practicar pruebas, la pena
imponible se disminuirá hasta en la mitad."
Y en ese mismo Título XVI, pero en el Capítulo VII donde se regulan los delitos
consistentes en la fuga de presos, también se prevén circunstancias atenuantes
especiales.

" Art. 437- Fuga de presos: El que se fugue estando privado de libertad, en centro
de reclusión o domiciliaria, en virtud de providencia o sentencia que le haya sido
notificada, incurrirá en prisión de uno a dos años.
Si la fuga se comete mediante empleo de violencia, artificio o engaño, la pena será
de prisión de dos a cinco años."

" Art. 440- Circunstancia de adecuación: Si dentro de los tres meses siguientes a la
fuga, el evadido se presentare voluntariamente, las penas previstas en el artículo
437 se disminuirán hasta en la mitad, sin perjuicio de las sanciones disciplinarias
que deban imponérsele.
En la misma proporción se disminuirá la pena al copartícipe de la fuga o al servidor
público que la hubiere facilitado que, dentro de los tres meses siguientes a la
evasión, facilite la captura del fugado o logre su presentación ante autoridad
competente."

En los dos casos, el artículo 440 admite como atenuante especial del delito de fuga
de presos, la presentación voluntaria a las autoridades, que constituye la atenuante
común del apartado 7 del artículo 55, sólo que al regularla específicamente en el
artículo 440, se fija un término de tres meses para dicha presentación.

Como se ha expuesto, el Código Penal Colombiano recoge circunstancias


atenuantes comunes en su parte general y otras especiales, que en ambos casos
tienen como efecto disminuir la cuantía punitiva, pero no tienen carácter modificativo
de la responsabilidad, porque no modifican las penas mínimas establecidas en la
correspondiente descripción legal. Además, este cuerpo legal señala expresamente
a las circunstancias como uno de los fundamentos en base a los cuales el juez
determinará la pena, al establecer claramente los criterios que reglan los efectos
disminuyentes dentro de los límites de la pena.

Brasil.

Brasil, por su parte, tiene el Decreto-Ley 2848 de fecha 7 de Diciembre de 1940 que
constituye, aún hoy, su Código Penal. Este país también sigue, como los dos
anteriormente analizado, el sistema de regulación típica de las atenuantes, o sea,
que las enumera en su parte general; exactamente en el Título V, Capítulo III sobre
la aplicación de las penas, en el artículo 65.
" Art. 65- Son circunstancias que siempre atenúan la pena:

Ser el agente menor de veintiún años o mayor de setenta años.


2- El desconocimiento de la Ley.
3- Haber el agente:
a) cometido el crimen por motivo de relevante valor social o moral;
b) procurado, por su espontánea voluntad y con eficiencia, luego de cometido el
crimen evitarle o minorarle sus consecuencias, o haber, antes de ser juzgado,
reparado el daño;
c) cometido el crimen bajo coacción que podía resistir; o en cumplimiento de orden
de autoridad superior; o bajo la influencia de violenta emoción, provocada por acto
injusto de la víctima;
d) confesado espontáneamente, ante la autoridad, la autoría del crimen;

e) cometido el crimen bajo la influencia de la multitud, en un tumulto que no haya


provocado.

Art. 66- La pena podrá ser, además, atenuada en razón de alguna circunstancia
relevante, anterior o posterior al crimen, que no esté prevista expresamente en la
Ley."
Como podemos ver, este cuerpo legal tiene en cuenta la edad como atenuante, en
el número 1 del artículo 65.

En el numeral 2 considera, al igual que en Colombia, al desconocimiento de la ley


como atenuante, pero aquí la redacción es más exacta.

El inciso a) del tercer apartado es similar a la atenuante del móvil noble, regulada
en el Código Penal Colombiano. Los incisos b) y d) del mismo apartado, integran
los elementos del arrepentimiento eficaz. Y la atenuante del inciso e) es muy
peculiar y poco frecuente.

Por su parte, el inciso 66 constituye una salvedad en cuanto a la exclusión de la


analogía, como mismo sucede en España y Colombia, pues establece la posibilidad
de las atenuantes análogas.

Este Código Penal Brasilero, dedica algunos artículos a las reglas de determinación
de las penas, en el concurso de circunstancias tanto atenuantes como agravantes.
Al respecto señala:

" Art. 67- En el concurso de agravantes y atenuantes, la pena debe aproximarse al


límite indicado por las circunstancias preponderantes, entendiéndose como tales las
que resultan de los motivos determinantes del crimen de la personalidad del agente
y de la reincidencia.

Art. 68- La pena básica será fijada atendiéndose al criterio del artículo 59 de este
Código, y seguidamente serán consideradas las circunstancias atenuantes y
agravantes; por último, las causas de disminución y de aumento.
Parágrafo único: En el concurso de causas de aumento o de disminución previstas
en la parte especial, puede el juez limitarse a un solo aumento o a una sola
disminución, prevaleciendo, toda vez, la causa que más aumente o disminuya."
Por la redacción de este último artículo se infiere que las causas de disminución
mencionadas, y que distingue de las circunstancias atenuantes, sean las
condiciones objetivas impropias de punibilidad que impliquen una reducción de la
sanción.

La parte especial de este Código tiene sus singularidades, pues los artículos
describen primero la conducta punible y debajo establecen la pena que le
corresponde; luego, en un apartado del propio artículo regula la atenuante especial
que puede concurrir en el delito, bajo la denominación de " causa de disminución
de la pena". Y también se recoge, en apartados independientes, las condiciones
objetivas impropias de punibilidad que puedan rebajar la pena.

El Título I contienen los crímenes contra la persona, y su Capítulo I trata los que
atenten contra la vida.

" Homicidio simple:


Art. 121- Matar a alguien.
Pena: reclusión de seis a veinte años.

-Causa de disminución de la pena:


Si el agente comete el crimen impelido por motivo de relevante valor social o moral,
o bajo el dominio de una violenta emoción, inmediatamente después de una injusta
provocación de la víctima; el juez puede reducir la pena de un sexto a un tercio."

En el apartado 1 se considera atenuante especial del homicidio simple, la


concurrencia de las atenuantes comunes de los incisos a) y c) del apartado 3 del
artículo 65.
El segundo Capítulo también incorpora estas mismas atenuantes, con igual
redacción, al delito de lesión corporal.
" Lesión corporal:
Art. 129- Ofender la integridad corporal o la salud de otros.
Pena: detención de tres meses a un año.
(...)
4. - Disminución de la pena:

SI el agente comete el crimen impedido por motivo de relevante valor social o moral
o bajo el dominio de violenta emoción, inmediatamente después de una injusta
provocación de la víctima, el juez puede reducir la pena de un sexto a un tercio."

El Título II de la parte especial regula los crímenes contra el patrimonio. En el


Capítulo I del hurto, no se ha incorporado ninguna circunstancia atenuante, pero en
cambio, se recoge una condición objetiva impropia que reduce la punibilidad del
hecho, si la cosa hurtada es de poco valor o si el criminal delinque por primera vez.

" Hurto:
Art. 155- Sustraer, para sí o para otro, ajena cosa mueble.
Pena: reclusión de uno a cuatro años y multa.
(...)
2. - SI el criminal es primario, y es de pequeño valor la cosa hurtada, el juez puede
sustituir la pena de reclusión por la de detención, disminuirla de uno a dos tercios,
o aplicar solamente la pena de multa."
En el Capítulo II sí aparece una atenuante especial, en el delito de extorsión.
" Extorsión mediante secuestro:

Art. 159- Secuestrar a una persona con el fin de obtener para sí o para otro,
cualquier ventaja, como condición o precio de rescate.
Pena: reclusión de ocho a quince años.
(...)
4. - Si el crimen es cometido en concurso, y el concurrente acude a denunciarlo a la
autoridad, facilitando la liberación del secuestrado, será su pena reducida de uno a
dos tercios."
Es decir, que se incorpora a este tipo penal la atenuante del inciso d) del apartado
3 del artículo 65.
En este mismo título pero en su Capítulo V sobre la apropiación indebida, vuelve a
atenuarse la pena por la presencia de la misma condición objetiva que recoge el
artículo 155 ya analizado; al cual remite cuando expresa:

" Art. 170- En los crímenes previstos en este capítulo, se aplica lo dispuesto en el
artículo 155.2; o sea, que puede disminuirse la pena de uno a dos tercios, sustituirse
la de reclusión por la de detención, o aplicar solamente la pena de multa, si el
delincuente es primario o es de pequeño valor la cosa hurtada."

Finalmente, para concluir el análisis del Código Penal de Brasil, se impone examinar
en su Título XI, de los crímenes contra la administración pública, la incorporación
de una circunstancia atenuante hecha al artículo 312 del Capítulo I.
" Peculato:

Art. 312

Apropiarse un funcionario público de dinero, valor o cualquier otro bien mueble,


público o particular, que tenga en su poder en razón de su cargo, o lo desvía en
provecho propio o ajeno.
Pena: reclusión de dos a doce años y multa.
2. - Si un funcionario contribuye culposamente al crimen de otro.
Pena: detención de tres meses a un año.
3. - En el caso del parágrafo anterior, la reparación del daño, si procede a la apertura
del proceso, extingue la punibilidad; y si le es posterior, reduce a la mitad la pena
impuesta."

En el último apartado se establece, como atenuante especial de este delito, la


reparación del daño, que ya ha sido incluida como uno de los supuestos de la
atenuante común del artículo 65.3 inciso b), aunque en este tipo penal establece la
atenuante si la reparación es posterior al inicio del proceso; porque si es anterior,
tiene efectos eximentes.

Y dentro del propio Título XI, en el Capítulo III de los crímenes contra la
administración de justicia, se prevé la reducción de la punibilidad, pero por un
elemento que forma parte de la figura delictiva y, por tanto, no es como tal una
circunstancia atenuante sino una condición objetiva impropia de punibilidad, que se
ha regulado en el artículo 339.

" Denuncia calumniosa:

Art. 339

Dar causa a la instauración de investigación policial o de proceso judicial contra


alguien, imputándole un crimen del que se le sabe inocente.
Pena: reclusión de dos a acho años y multa.
2. - La pena es disminuida a la mitad, si la imputación es de la práctica de una
contravención."
El delito consiste en la falsa denuncia de un hecho ilícito, que implique que se culpe
injustamente a una persona; por ello, si de lo que se le culpa es de una
contravención en vez de un delito, se supone que las consecuencias de la denuncia
falsa tengan menor magnitud, y por esta razón, se le reduce la pena al agente.

Como ha podido apreciarse, Brasil también recoge expresamente en la parte


general de su Código Penal, las atenuantes que considera comunes para todos los
delitos y, además; incorpora en la parte especial esas atenuantes a los tipos penales
donde deban apreciarse de modo especial, u otras situaciones que por las
características del delito en cuestión, disminuyen su punibilidad sin llegar a anularla.

Ecuador.

Pasando a analizar a Ecuador, este país sigue el sistema de regulación típica de las
atenuantes, pues en el Libro Primero del Código Penal de Ecuador, no solo se
enumeran las circunstancias atenuantes sino también las reglas que deberán
seguirse para adecuar las penas en los distintos supuestos en los que pueden
concurrir éstas.

Así, en el Capítulo I del Título I de esta Ley Penal, se definen expresamente las
atenuantes comunes en el artículo 29:

" Art. 29 - Son circunstancias atenuantes: todas las que; refiriéndose a las causas
impulsivas de la infracción, al estado y capacidad física e intelectual del delincuente,
a su conducta con respecto del acto y sus consecuencias, disminuyen la gravedad
de la infracción, o la alarma ocasionada en la sociedad, y dan a conocer la poca o
ninguna peligrosidad del autor, como en los casos siguientes:
1- Proceder de parte del acometido provocaciones, amenazas o injurias, no siendo
éstas de las calificadas como circunstancias de excusa;

Ser el culpable mayor de sesenta años de edad;


3- Haber el delincuente procurado reparar el mal que causó, o impedir las
consecuencias perniciosas del acontecimiento, con espontaneidad y celo;
4- Haber delinquido por el temor o bajo violencia superables;
5- Presentarse voluntariamente a la justicia, pudiendo haber eludido su acción con
la fuga o el ocultamiento;
6- Ejemplar conducta observada por el culpado con posterioridad a la infracción;

7- Conducta anterior del delincuente que revele claramente no tratarse de un


individuo peligroso;
8- Rusticidad del delincuente, de tal naturaleza que revele claramente que cometió
el acto punible por ignorancia;
9- Obrar impulsado por motivos de particular valor moral o social;
10- La confesión espontánea, cuando es verdadera;
11- En los delitos contra la propiedad, cuando la indigencia, la numerosa familia, o
la falta de trabajo han colocado al delincuente en una situación excepcional; o
cuando una calamidad pública le hizo muy difícil conseguir honradamente los
medios de subsistencia, en la época en que cometió la infracción; y,

12- en los delitos contra la propiedad, el pequeño valor del daño causado,
relativamente a las posibilidades del ofendido."

El número 1 se refiere a algunas causas que en una mayor entidad, hubiesen


excusado al agente, por tanto, constituyen eximentes incompletas, enmarcables en
las atenuantes similares del Código Español, y lo mismo sucede con el número 4;
que se refiere al temor, pero en este caso atenúa en vez de eximir porque el miedo
es superable.

Los numerales 3 y 5 integran la institución del arrepentimiento eficaz, contemplada


en las legislaciones ya examinadas, aunque en todas difiere la redacción con que
aparecen, por ejemplo, en el Código Penal del Ecuador se exige, para apreciar la
presentación voluntaria a las autoridades, que el agente haya tenido la posibilidad
de eludir la acción de la justicia, y aún así, se haya presentado.

El número 6 es muy peculiar, pues en otras legislaciones, como en Brasil, suele


atenderse a la conducta anterior del inculpado, pero esta atenuante consiste en la
ejemplaridad de la conducta posterior al hecho, y la conducta posterior en la
atenuante del número siguiente, esto es del número 7.

El numeral 8 tiene un contenido similar a la indigencia que contempla el Código


Colombiano y al desconocimiento de la ley del Brasilero, pues de lo que se trata e
de rebajar un poco la pena de quien irrespeta la ley por no conocerla.

El número 9 es muy similar a la atenuante de igual contenido que se regula en Brasil,


la cual, a su vez, se corresponde con los móviles nobles o altruistas apreciados en
Colombia.

La atenuante del número 10 resulta innecesaria después de haber enunciado la


número 5, que se supone que la subsuma en su contenido.

Los números 11 y 12 constituyen rasgos peculiares de la regulación de las


circunstancias atenuantes en este cuerpo legal, pues estas dos atenuantes son
especiales, apreciables específicamente en los delitos contra la propiedad, por lo
que rompe con la línea que tiende a contener en la parte general las circunstancias
atenuantes comunes o genéricas y regular las especiales en la parte especial,
incorporándolas al tipo penal cuya pena atenúen. En este caso esto no ocurre; pues
los diez primeros supuestos del artículo 29 sí resultan aplicables, de modo general,
a todos los delitos; pero las dos últimas especifican en cual familia delictiva pueden
concurrir; por lo que quedan recogidas en un mismo artículo que, como es obvio,
pertenece a la parte general, tanto las atenuantes comunes como las específicas.

Esto mismo determina que en la parte especial del Código de Ecuador no se


admitan circunstancias atenuantes específicas, pues las que admite, que son dos
solamente, las incorpora al artículo de la parte general que enumera las genéricas,
por lo que sería inicuo volverlas a repetir.

Este Código además, admite el parentesco como circunstancia atenuante, pero lo


hace de forma peculiar, en el artículo 31:

" Art. 31- Se reputará como circunstancia atenuante o agravante, según la


naturaleza y accidentes de la infracción, el hecho de ser agravado el cónyuge,
ascendiente o hermano del ofensor."

Como puede verse, esta circunstancia tiene un carácter dual, en el sentido de que
puede lo mismo atenuar que agravar la pena, en dependencia de la índole del delito
de que se trate.

Dentro del Libro Primero, se dedica el Capítulo II a la aplicación y modificación de


las penas, que norma el rango en el que serán reducidas las diversas penas, ante
la concurrencia de circunstancias atenuantes solamente. Al respecto expresa:
" Art. 72- Cuando haya dos o más circunstancias atenuantes y ninguna agravante
no constitutiva o modificatoria de infracción, las penas de reclusión serán reducidas
o modificadas de esta manera:

La reclusión mayor extraordinaria de doce a dieciséis años se sustituirá con


reclusión mayor ordinaria de ocho a doce años.
- La reclusión mayor ordinaria de ocho a doce años se reemplazará con reclusión
menor de seis a nueve años.
- La reclusión mayor ordinaria de cuatro a ocho años se sustituirá con reclusión
menor de tres a seis años.
- La reclusión menor extraordinaria de nueve a doce años se reemplazará con
reclusión menor ordinaria de seis a nueve años.

- La reclusión menor ordinaria de seis a nueve años se sustituirá con prisión


correccional de dos a cuatro años; y,
- La reclusión menor de tres a seis años quedará remplazada con prisión
correccional de uno a dos años.
La reclusión mayor especial no será susceptible de modificar por atenuantes."

Por la redacción del artículo entendemos que, de ser dos o más las circunstancias
atenuantes, tienen efectos realmente modificativos de la responsabilidad penal;
pues su apreciación no se limita a moverse dentro del marco penal del delito, sino
que la atenuación implica reducir ese marco previsto, en ambos límites y, aún más
que eso, también una disminución cualitativa de la pena, teniendo en cuenta la
escala de sanciones que establece el artículo. Además cabe señalar que la
reducción de la pena es preceptiva si han concurrido dos o más atenuantes, ya que
el artículo dice: " serán reducidas". O sea, constituye la institución de la atenuación
extraordinaria.
" Art. 73- Si hay dos o más circunstancias atenuantes y ninguna agravante no
constitutiva o modificatoria de infracción, las penas correccionales de prisión y multa
serán reducidas, respectivamente, hasta ocho días y cuarenta sucres, y podrán los
jueces aplicar una sola de estas penas, separadamente, o reemplazar la de prisión
con multa, hasta de ochenta sucres, si sólo aquélla está prevista por la Ley.

Art. 74- Cuando hubiere a favor del reo una sola atenuante de carácter trascendental
y se trate de un sujeto cuyos antecedentes no revelen peligrosidad, no habiendo
agravantes no constitutivas o modificatorias de infracción, podrán los jueces
apreciarlas para la modificación de la pena, conforme a las reglas de los artículos
anteriores."

Este artículo 74 da la posibilidad de atenuar extraordinariamente la sanción


habiendo sólo una atenuante, siempre que ésta sea relevante y no sean aplicables
circunstancias agravantes.

En el Libro Segundo se tipifican los delitos en particular. En el, se dedica a los delitos
contra la administración pública el Título III, a los delitos contra las personas el Titulo
VI, y a los que atenten contra la propiedad, el Título VIII; pero en ninguno de ellos
se admiten circunstancias atenuantes, como tampoco en ninguno de los Títulos
restantes, pues, como ya henos dicho, este Código establece sólo dos atenuantes
específicas, y las agrega, en el Libro Primero, al artículo de las circunstancias
atenuantes genéricas. No en vano se norma tan detalladamente, en los artículos 72
y 73, en que medida se debe disminuir la pena en cada caso; ya que los tipos
penales no admiten, en esta legislación, ninguna modalidad atenuada, al contrario
de lo que sucede con las modalidades agravadas, que son abundantes en el Libro
Segundo.

Bolivia.

Lo anterior no sucede en Bolivia. El Código Penal de la República de Bolivia consta


de dos Libros: el primero, que contiene la parte general; y el segundo, que conforma
la parte especial donde se definen los delitos.

En el Libro I, en el Titulo III que regula las penas, se enumeran las circunstancias
de adecuación, y en el caso de las atenuantes comunes o genéricas, se les
denomina atenuantes generales, conteniéndolas expresamente el artículo 40.

" Art. 38- ( Circunstancias ):

Para apreciar la personalidad del autor se tomará principalmente en cuenta:


a) La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente y posterior del
sujeto, los móviles que lo impulsaron a delinquir y su situación económica y social.
b) Las condiciones especiales en que se encontraba en el momento de la ejecución
del delito y los demás antecedentes y condiciones personales, así como sus
vínculos de parentesco, de amistad o nacidos de otras relaciones, la calidad de las
personas ofendidas y otras circunstancias de índole subjetiva.
Se tendrá en cuenta, asimismo: la premeditación, el motivo bajo antisocial, la
alevosía y el ensañamiento.
2- Para apreciar la gravedad del hecho, se tendrá en cuenta: la naturaleza de la
acción, de los medios empleados, la extensión del daño causado y del peligro
corrido.

Art. 39- ( Atenuantes Especiales):


En los casos en que este Código disponga expresamente una atenuación especial,
se procederá de la siguiente manera:

La pena de presidio de treinta años se reducirá a quince.


2- Cuando el delito sea conminado con pena de presidio con un mínimo superior a
un año, la pena impuesta podrá atenuarse hasta el mínimo legal de la escala penal
del presidio.
3- Cuando el delito sea conminado con pena de presidio cuyo mínimo sea de un
año o pena de reclusión con un mínimo superior a un mes, la pena impuesta podrá
atenuarse hasta el mínimo legal de la escala penal de la reclusión."

Ese artículo 39 establece la posibilidad de realizar una atenuación extraordinaria,


en los casos en que en la parte especial del Código se disponga la aplicación de
esta norma para disminuir la sanción; pues el mínimo legal del presidio, hasta el que
puede atenuarse las penas señaladas en el apartado 2, es de un año según el
artículo 27.1 de este cuerpo legal, por tanto se trascendería el límite mínimo del
marco penal de presidio con que se conmina el delito. Y lo mismo ocurriría de
aplicarse el apartado 3, teniendo en cuenta que en el artículo 27.2 se establece que
el límite mínimo de la escala penal de la reclusión es de un mes.

" Art. 40- (Atenuantes Generales):


Podrá también atenuarse la pena:
1- Cuando el autor ha obrado por un motivo honorable, o impulsado por la miseria,
o bajo la influencia de padecimientos morales graves e injustos, o bajo la impresión
de una amenaza grave, o por el ascendiente de una persona a la que deba
obediencia o de la cual dependa.

Cuando se ha distinguido en la vida anterior por un comportamiento particularmente


meritorio.
3- Cuando ha demostrado su arrepentimiento mediante actos, y especialmente
reparando los daños, en la medida en que le ha sido posible.
4- Cuando el agente sea un indígena carente de instrucción y se pueda comprobar
su ignorancia de la ley."

Al analizar el artículo anterior vemos que se reúnen, en el apartado 1, varias


atenuantes de contenido distinto, pero que tienen en común que todas atienden las
causas que motivaron la conducta. Aquí se recoge el móvil honorable, semejante al
móvil noble que considera Colombia como atenuante, y también al móvil de
relevante o particular valor social o moral a que se refieren los Códigos Penales de
Brasil y de Ecuador.

Este apartado, al referirse a " procedimientos morales graves e injusto" está


aceptando como circunstancia atenuante la alteración psíquica de la índole de la
obcecación o arrebato que se regula en España, y al exigir que sea injusto se
supone que tiene que haber sido provocado por un acto ilícito de la víctima.

También recoge el primer apartado el actuar bajo coacción o temor, claro que
deberán ser insuficientes o de poca magnitud, para que atenúen la pena en vez de
eximir de responsabilidad; y, en su última expresión supone actuar por la influencia
con quien se tenga una relación de dependencia, de modo que se le deba
obediencia.

El segundo apartado determina la valoración de la conducta anterior del agente,


aspecto este que también es considerado atenuante en la legislación penal de
Ecuador.

El apartado 3 regula el comúnmente apreciado arrepentimiento, que recae en este


caso en la reparación de los daños u otro acto que demuestre dicho arrepentimiento.

El cuarto apartado favorece a los indígenas como la persona cuyo analfabetismo y


desconocimiento puede ser tal, que ignoren completamente la ley. En ese caso, se
considera el desconocimiento de la ley como un elemento que reduce la punibilidad
del delito, al igual que en Colombia, Ecuador y Brasil.

En la parte especial, el Título II pertenece a los delitos contra la función pública y en


él aparecen regulada una modalidad atenuada del delito de concusión:

" Art. 151- ( Concusión )- El funcionario público o autoridad que, con abuso de su
condición o funciones, directa o indirectamente, exigiere u obtuviere dinero u otra
ventaja ilegítima o en proporción superior a la fijada legalmente, en beneficio propio
o de un tercero, será sancionado con presidio de dos a cinco años.

Art. 152- ( Exacciones )- El funcionario público que exigiere u obtuviere las


exacciones expresadas en el artículo anterior, para convertirlas en beneficio de la
administración pública, será sancionado con reclusión de un mes a dos años."

Es apreciable una disminución de la pena, atendiendo a que, en el artículo 152, se


ha realizado la conducta ilícita pero con una finalidad menos reprobable que el
propósito de enriquecerse o beneficiarse a sí mismo, sino que el móvil del delito ha
sido beneficiar a la administración pública, y esto determina la atenuación de la pena
prevista, de un modo extraordinario se prevé un nuevo marco penal con un límite
mínimo muy inferior al anterior.

Los delitos contra la función judicial se describen en el Título III, dentro del cual se
admite la disminución de la pena prevista para el delito de favorecimiento de la
evasión, si concurrieren las relaciones de parentesco que menciona en su segundo
párrafo.

" Art. 181- ( Favorecimiento de la evasión )- El que a sabiendas favoreciere, directa


o indirectamente, la evasión de un detenido o condenado, incurrirá en prestación de
trabajo de uno a seis meses.

La pena será disminuida en un tercio si el autor fuere ascendiente, descendiente,


cónyuge o hermano del evadido."

Esta atenuante ha sido prevista en correspondencia con el apartado 1, inciso b) del


artículo 38, que establece que se tomen en cuenta los vínculos de parentesco como
circunstancia personal del hecho que en este delito supone una disminución de la
punibilidad.

El Título que tipifica los delitos contra la vida y la integridad corporal es el VIII de la
parte especial del Código Boliviano. En él son reguladas varias circunstancias
atenuantes.
" Art. 251- ( Homicidio )- El que matare a otro, será sancionado con presidio de cinco
a veinte años."
" Art. 254- ( Homicidio por emoción violenta )- El que matare a otro en estado de
emoción violenta excusable, o impulsado por móviles honorables, será sancionado
con reclusión de uno a seis años.

(...)."

Esta atenuante, que disminuye visiblemente la pena, coincide con los móviles
honorables del artículo 40.1 y, en cuanto a la emoción violenta excusable, ésta
puede constituir un procedimiento moral grave e injusto, como también puede
concurrir la atenuante general del artículo 40.1.

" Art. 259- ( Homicidio en riña o en consecuencia de agresión )- El homicidio de que


no constare el autor, por haber tenido lugar en una riña o pelea de dos o más
personas, será sancionado con reclusión de uno a seis años."

En este tipo de homicidio la imputabilidad no queda clara, por ello, la condición


objetiva de que el delito haya tenido lugar en una riña entre más de dos personas,
determina que se rebaje la pena, porque la misma figura delictiva supone que no se
pueda identificar claramente cual de los partícipes de la riña es culpable del
homicidio.

Este Título VIII, en el artículo 263 describe el delito de aborto y fija para él una pena
de uno a tres años de presidio o de reclusión, según el caso, y luego prevé la
atenuación de esa pena ante la concurrencia de una circunstancia atenuante:
" Art. 265- ( Aborto Honoris Causa )- Si el delito fuere cometido para salvar el honor
de la mujer, sea para ella misma o para terceros, con consentimiento de aquélla, se
impondrá reclusión de seis meses a dos años,..."

La atenuante que concurre en tal caso, se corresponde con un motivo honorable,


ya que la misma denominación del delito indica que para el legislador Boliviano, es
una causa honorable cometer el delito de aborto, para salvar el honor de la mujer
cuyo feto fue preciso destruir.

Luego, en este mismo Título, se describen y penan los delitos de lesiones en los
artículos 170 y 171. Pero luego, se admiten, en el artículo 172, las causales de
atenuación ya analizadas en los artículos 254 y 259 del homicidio. Al respecto,
pronuncia el citado artículo:

"Art. 172- En los casos de los dos artículos anteriores, la sanción será disminuida
en la mitad, cuando mediaren las circunstancias que señalan los artículos 254 y
259."

En cuanto a los delitos contra la propiedad, el Código Penal Boliviano los trata en el
Título XII y de ellos, es la apropiación indebida, la que tiene prevista, expresamente
en el artículo 349, una atenuación especial.

Este delito se describe en el artículo 345, y sus figuras derivadas de: abuso de
confianza, y apropiación o venta de prenda, aparecen en los artículos 346 y 348
respectivamente. Sin embargo, en el artículo 349 se incorpora una circunstancia
atenuante especial para las tres figuras:

" Art. 349 ( Atenuación )- En los casos de los artículos 345; 346 y 348, la pena será
atenuada en un tercio, si el autor sólo hubiese hecho uso indebido de la cosa
recibida."

O sea, los delitos previstos en esos tres artículos ( 345; 346 y 348 ) consiste, de
forma general, en apropiarse de un bien que se tenga en poder, sin ser su
propietario. Pero la atenuante supone que la conducta no haya consistido en el
ánimo de hacer suyo el bien, sino que solamente se ha usado, cuando no debía
haberlo hecho, pero como la acción ha sido de un carácter menos culpable, merece
menor severidad en la pena.

Como ha podido constatarse, el Código Penal de Bolivia recoge en un artículo de


su parte general, las situaciones que considera atenuantes, y las define como tal,
enumerándolas taxativamente, de modo que también acoge el sistema de
regulación " genérica" o " típica", como le hemos llamado, de las atenuantes. Y
seguidamente, admite en su parte especial, circunstancias atenuantes especiales
para determinados delitos.

Puerto Rico.
Por otro lado, podemos señalar que Puerto Rico tiene un Código Penal muy peculiar
en varios sentidos. Su rasgo más característico, respecto a las circunstancias
atenuantes, es que sigue el sistema de regulación atípico; es decir, que no contiene
en su parte general ningún artículo que enumere las circunstancias atenuantes.

En la Sección Quinta de su parte general, el Capítulo V trata sobre la fijación de las


penas, para la cual establece que se tengan en cuenta las circunstancias
concurrentes en el hecho:

" Art. 60- Dentro de los límites establecidos por la Ley, las penas se fijarán de
acuerdo a la mayor o menor gravedad del hecho cometido y tomando en
consideración, entre otras, las siguientes circunstancias:
- La naturaleza de la acción u omisión delictuosa.

Los medios empleados.


- La importancia de los deberes transgredidos.
- La extensión del daño o del peligro causado.
- La edad, educación, historial social y reputación del autor.
- La conducta relacionada con el delito antes, durante y después de la comisión del
mismo.
- La calidad de los móviles del hecho.
- La conducta de la víctima relacionada con la transacción delictuosa.
Las relaciones, circunstancias y cualidades personales que aumenten o disminuyan
la pena, afectarán solamente a la persona a quien correspondan."

Es decir, este artículo 60 relaciona las circunstancias de adecuación, pero no dice


cuales de ellas son atenuantes ni en que sentido. Y en el segundo párrafo se limita
ha establecer la incomunicabilidad de las circunstancias atenuantes personales, así
como las agravantes, pero tampoco señala cuales son.

Cabe aclarar que en Puerto Rico existen reguladas Reglas de Procedimiento


Criminal, de las cuales la número 171 es la que enumera las circunstancias
atenuantes que deben ser consideradas al imponer la sentencia, viéndolas como un
aspecto meramente procesal.

La parte especial del Código Penal de Puerto Rico agrupa las familias delictivas en
Secciones. De ella la Sección Primera contiene los delitos contra la vida; la Sección
Décima trata los delitos contra la propiedad; y los delitos contra la función judicial
se recogen en la Sección Decimocuarta.

Sin embargo, no expondremos el articulado de esas secciones porque este Código


no contiene circunstancias atenuantes en ningún artículo de su parte especial, lo
que hace es describir la conducta delictiva en el tipo básico, establece la pena en
un termino fijo, para lo cual destina en ocasiones otro artículo, lo que constituye otra
peculiaridad, y finalmente le agrega al tipo la fijación de una nueva pena para el
caso de que concurran circunstancias atenuantes.
Usemos para ilustrar esto un solo artículo:

" Art. 85- Homicidio: Toda persona que matare a otra en ocasión de súbita
pendencia o arrebato de cólera será sancionado con la pena de reclusión por un
término fijo de diez años.
De mediar circunstancias atenuantes podrá ser reducida la pena hasta un mínimo
de seis años de reclusión."

O sea, la pena con que este Código conmina los delitos, se establece en un término
fijo y luego, la concurrencia de alguna circunstancia atenuante es la que determina
que haya un marco legal donde moverse, pues se da u mínimo hasta el cual puede
disminuirse el término fijo previsto.

Esta misma situación se da cuando se regula para la figura delictiva básica, alguna
modalidad agravada. Así, por ejemplo, sucede en el artículo 173, que describe la
conducta constitutiva de robo, para la cual establece como sanción la pena de
reclusión por un término fijo de doce años que según estipula el propio artículo,
podrá ser reducida hasta un mínimo de ocho años si mediaran circunstancias
atenuantes. Luego este artículo tiene un segundo párrafo donde se establece una
modalidad agravada del robo cuya sanción es la de treinta años de reclusión. Sin
embargo, el párrafo concluye diciendo que, aún en esta forma agravada, si
concurrieran circunstancias atenuantes la pena podrá reducirse hasta un mínimo de
veinte años.

Así mismo ocurre en cada una de las figuras delictivas de este Código, incluso en
las derivadas. Todas incluyen la regulación de la disminución que puede sufrir la
pena si mediaran circunstancias atenuantes en el delito en cuestión.

Por ello, puede afirmarse que a los tipos penales del Código Penal de Puerto Rico
no se les incorpora las atenuantes que específicamente pueden concurrir en ellos,
sino que lo que se hace es crear la posibilidad de que la pena se atenúe si
concurrieran, sin definir cuáles en especial podrían presentarse de acuerdo al hecho
de que se trate, ni siquiera teniendo en cuenta que tampoco se han enumerado en
la parte general, circunstancias atenuantes que resulten comunes para todos los
delitos.

Argentina.

Por otro lado, podemos analizar a Argentina, donde el Decreto 11.179 de 1984
constituye el Código Penal, que se halla dividido en dos libros o partes: el primero
contiene las disposiciones generales, y en el segundo se regulan los delitos.
Este Código se asemeja en su Libro Primero al Código Penal de Puerto Rico, ya
que tampoco enumera las circunstancias atenuantes, aunque dispone que se tomen
en cuenta al fijar la condena. Al respecto plantea en su Título 5 sobre la
imputabilidad:

"Art. 40- En las penas divisibles por razón de tiempo o de cantidad, los tribunales
fijarán la condenación de acuerdo con las circunstancias atenuantes o agravantes
particulares a cada caso y de conformidad a las reglas del artículo siguiente.
Art. 41- A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta:

La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión


del daño y del peligro causados.

2- La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la


calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o
la dificultad de ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos, la
participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que hubiera
incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos
personales, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo
y coacción que demuestren su mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar
conocimiento directo y de vista del sujeto, de la víctima y de las circunstancias del
hecho en la medida requerida para el caso."

Ésta es la única referencia que se hace en el Libro Primero del Código Penal
Argentino a las circunstancias atenuantes, pero no se enumera en ningún precepto
las situaciones que tienen ese efecto, por tanto sigue, como el de Puerto Rico, el
sistema de regulación atípica de las circunstancias atenuantes, ya que no las
enumera taxativamente sino que deja su regulación a una norma complementaria
de carácter procesal.

Aunque en el Libro II del Código Penal de Argentina sí existen tipos penales que
admiten circunstancias atenuantes específicas que disminuyen la pena prevista
para la figura básica.

Por ejemplo, el Titulo I en el que se regulan los delitos contra las personas, contiene
en su artículo algunas modalidades atenuadas que analizamos a continuación.
"Art. 79- Se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que matare a
otro, siempre que en este Código no se estableciera otra pena.
Art. 80- Se impondrá reclusión o prisión perpetua, al que matare:

A su ascendiente, descendiente o cónyuge, sabiendo que lo son;


(...)
Cuando en el caso del inciso primero de este artículo, mediaren circunstancias
extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión de ocho a
veinticinco años."
Como vemos, el párrafo segundo del artículo 80 prevé una atenuación
extraordinaria para la conducta delictuosa prevista en su apartado 1, que no es más
que una modalidad agravada del delito de homicidio, tipificado básicamente en el
artículo 79. Aunque el Código en ninguno de sus artículos define tampoco las
circunstancias extraordinarias de atenuación a las que se refiere el artículo 80.

Pero, tanto para la figura básica del homicidio como para la figura derivada agravada
del artículo 80.1, se regulan expresamente circunstancias atenuantes específicas,
en los artículos 81 y 82, respectivamente.

" Art. 81- Se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años:

Al que matare a otro, encontrándose en un estado de emoción violenta y que las


circunstancias hicieren excusables;
b) Al que, con el propósito de causar un daño en el cuerpo o en la salud, produjere
la muerte de alguna persona, cuando el medio empleado no debía razonablemente
ocasionar la muerte.

Art. 82- Cuando en el caso del inciso 1 del artículo 80 concurriere la circunstancia
del inciso a) del artículo anterior, la pena será de reclusión o prisión de diez a
veinticinco años."

En el inciso a) del artículo 81 se trata de un estado de arrebato, que constituye una


atenuante genérica o común en legislaciones como las de Colombia y España. Y el
inciso b) es un supuesto de preterintencionalidad, pues se ha querido un resultado
ilícito, pero no tan grave como el que se produjo.

El artículo 82 no hace más que extender la aplicabilidad de la atenuante específica


del homicidio, contenida en el inciso a) del artículo 81, al supuesto agravado previsto
en el artículo 80.1 .

Esto mismo sucede en el capítulo 2 de este Título 1, donde el artículo 93 hace


extensiva esta circunstancia atenuante a los delitos de lesiones descritos en los
artículos 89; 90 y 91.

" Art. 89- Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el
cuerpo o en la salud, un daño que no esté previsto en otra disposición de este
Código."

Esta es la figura básica del delito de lesiones; para el cual se prevén dos figuras
agravadas: una en el artículo 90, que fija una sanción de uno a seis años, pues en
ella se describe una lesión grave; y la otra en el artículo 91 que se refiere a las
lesiones aún más graves, y a la que corresponde una sanción de tres a diez años
de reclusión o prisión.
Para cada una de estas figuras, el artículo 93 establece una atenuación especial,
ante la presencia de la misma atenuante específica del estado de emoción violenta
excusable, regulada en el artículo 81. Con este fin expresa:

" Art. 91- Si concurriere la circunstancia enunciada en el inciso a) del artículo 81, la
pena será: en el caso del artículo 89, de quince días a seis meses; en el caso del
artículo 90, de seis meses a tres años; y en el caso del artículo 91, de uno a cuatro
años."

En los Títulos correspondientes a las otras dos familias de delitos, que son objeto
de este análisis, no son admitidas ninguna circunstancia atenuante especial. Ni el
Título 6, que trata los delitos contra la propiedad, ni el Título 11 de los delitos contra
la administración pública, incorporan circunstancias atenuantes a ninguno de sus
tipos penales que regula, de modo que no prevén modalidades penales de ningún
tipo.

Por lo que hemos expuesto, se puede apreciar que el Código Penal de Argentina
no regula las atenuantes comunes que han de valorarse al adecuar la sanción; sin
embargo ha incorporado, en su Libro Segundo, las circunstancias atenuantes
especiales que por la índole del delito específico de que se trate, le rebajan la pena,
aunque esa atenuación especial ha sido incorporada a escasos tipos penales.

Cuba.

Por su parte la legislación penal de Cuba regula las circunstancias atenuantes


viéndolas como circunstancias de adecuación, y enumera taxativamente nueve
atenuantes comunes en el artículo 52 de la Parte General de la Ley # 62, o sea, su
Código Penal, sin que el legislador haya hecho en él distinción alguna entre ellas en
cuanto a su naturaleza; aunque prevalecen las que tienen un fundamento personal,
pues la mayoría de ellas atiende elementos individuales del sujeto comisor. Además
la Ley Punitiva Cubana incluye algunas atenuantes específicas, en algunos tipos
penales dispersos en la Parte Especial.

No obstante a que las atenuantes comunes reguladas en la Parte General del


Código Penal Cubano son suficientes en cuanto a la variedad de casos que
abarcan, y se encuentran correctamente formuladas en la citada legislación
sustantiva; de las opiniones emitidas acerca del tema por especialistas cubanos en
la materia penal, resulta importante destacar que prima el criterio de que las
circunstancias atenuantes son escasamente utilizadas en la práctica jurídica, dado
el desconocimiento de algunas de ellas, o a la presencia de factores de índole
objetiva, respecto a la falta de articulación de diligencias de prueba que permitan su
posterior invocación por las partes.

COMPARACIÓN DE LA REGULACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS


ATENUANTES EN LAS LEGISLACIONES ANALIZADAS.
El análisis de cada una de las legislaciones vistas, permite compararlas, para así
entender qué tratamiento se les da, de forma general, a las circunstancias
atenuantes en la doctrina jurídica internacional.

El primer aspecto que inferimos de la comparación, es que la mayor parte de las


legislaciones penales enumeran taxativamente, en un precepto de la parte general,
las circunstancias atenuantes que, por poder concurrir generalmente en cualquier
delito, son denominadas " comunes"; y esto determina que sea éste el sistema típico
de regulación de esta institución; mientras que es menos frecuente el sistema de
regulación atípico, en el que las circunstancias atenuantes no se encuentran
expresamente en el Libro primero del Código Penal, aunque es seguido por algunos
países, como Puerto Rico y Argentina, que constituyen evidentemente la minoría, y
donde estas circunstancias se establecen en una norma procesal, de modo que esa
dispersión legislativa va en detrimento de su apreciación.

Partiendo de las circunstancias atenuantes genéricas contenidas en las leyes


penales que hemos analizado, se puede concluir que las instituciones que con más
frecuencia son asumidas como atenuantes por parte de la doctrina, son las
siguientes:

EL ARREPENTIMIENTO:

Esta institución incluye varios elementos, como son la confesión o presentación


voluntaria a las autoridades; la reparación del mal o daño causado, aunque no sea
total; y haber procurado, de forma espontánea, disminuir o anular los efectos o
consecuencia del delito, aunque no haya sido muy efectivo.
Esta institución constituye una circunstancia atenuante genérica de los cinco
Códigos examinados que la enumeran. En España, Brasil y Ecuador, implica la
confesión espontánea, la reparación del daño, e impedir o al menos disminuir las
consecuencias del delito.

En Colombia incluye también la reparación del daño y la anulación o disminución de


las consecuencias del delito, así como presentarse voluntariamente a las
autoridades.

Pero en Bolivia, se dice claramente que se debe demostrar el arrepentimiento con


actos, y señala la reparación de los daños como el ejemplo más feliz de esos actos.

Todos esos elementos del arrepentimiento no son acumulativos, o sea, no es


preciso que se den juntos, con uno solo de ellos se constituye la atenuante.

LOS ESTADOS EMOTIVOS O PASIONALES:

Comprenden los estados emocionales y psicológicos que tiendan a la violencia, por


la pérdida de control, como reacción ante una provocación, una ofensa o cualquier
otro acto cometido por la persona afectada por el delito y que sea injusto.
Esta atenuante atiende un estado de ánimo, de ofuscación de la mente, que haya
tenido una causa justificada y dé lugar a que se cometa el delito.

Aparece, aunque con redacciones diferentes, también en España, Colombia, Brasil,


Ecuador y Bolivia; donde se les denomina indistintamente: estado de arrebato u
obcecación, estado pasional excusable, estado de emoción violenta o
padecimientos morales graves e injustos; pero en todos los casos tienen un
contenido semejante.

EXIMENTES INCOMPLETAS:

Esta institución sólo aparece como tal en el Código Penal Español, donde
expresamente se plantea que serán atenuantes las eximentes que no hayan podido
aplicarse, aunque concurran, por faltarle alguno de sus requisitos.
No obstante, en el resto de los Códigos que enumeran las circunstancias atenuantes
comunes se prevén supuestos que se corresponden con algunas circunstancias que
considera eximentes, pero a la cual le falta algún elemento y, por tanto, en vez de
eximir de responsabilidad lo que hace es atenuar la pena imponible.

Por ejemplo, el Código Penal Colombiano considera atenuante obrar en estado de


temor intenso, pero si ese temor fuese de tal magnitud que fuese totalmente
imposible resistirse a cometer la infracción, entonces eximiría al agente.

En Brasil el Código dice: obrar el agente bajo coacción que podía resistir, pues de
ser irresistible la coacción constituiría una eximente.

Igualmente sucede con la impresión de una amenaza grave que conforma una
atenuante común en el Código Penal Boliviano; ya que si en vez de impresión
hubiese sido certeza de una amenaza realmente grave, entonces estaría presente
una circunstancia eximente.

Para el Código Penal de Ecuador, el temor insuperable es una eximente, al igual


que las provocaciones o amenazas de la víctima, que obliguen necesariamente al
agente a delinquir para protegerse a sí mismo, sin embargo, cuando estas mismas
circunstancias se dan sin alguno de sus requisitos, conforman la atenuante que
consiste en proceder provocación, injurias o amenazas por parte de la víctima, que
no sean circunstancias de excusa; o en delinquir por el temor o violencia superables.

EL DESCONOCIMIENTO DE LA LEY:

Es un principio del Derecho Penal que el desconocimiento de la ley no excuse de


su incumplimiento, para así evitar que se emplee excesivamente esa justificación.
Sin embargo, varias legislaciones de las analizadas consideran que existen
situaciones en que realmente es posible que se desconozca completamente la ley,
por carecer la persona de instrucción de cualquier tipo, por lo que es lógico que
tampoco conozca la Ley Penal.

Así ocurre en Colombia, donde se le atenúa la pena a los indigentes carentes de


ilustración, siempre que su poca instrucción haya influido en el hecho.

En Brasil la atenuante al respecto, consiste precisamente en el desconocimiento de


la ley.

Por su parte el Código de Ecuador exige, para que se vea la circunstancia


atenuante, la rusticidad del agente, de modo que revele que se actúo por ignorancia,

Y Bolivia, acepta como atenuante el hecho de que el agente comisor sea un


indígena sin instrucción, hasta el punto que pueda comprobarse su ignorancia de la
ley.
Es lógico que se admita esta atenuante en países como los cuatro señalados, donde
existen grupos de personas sumidas en tal estado de ignorancia y analfabetismo,
que ni siquiera saben leer, por lo que es lógico admitir que desconozcan la ley.

LOS MÓVILES O MOTIVOS ELEVADOS:

Atenúa la punibilidad del hecho, haberlo cometido por motivos morales o sociales
de elevada connotación, que por haber motivado al agente, lo hagan merecedor de
cierta benignidad.

La notoria importancia de los móviles, exigida por el legislador, comprende no sólo


los de índole social, sino también los de índole personal, pero en ambos casos
excluye aquellos que no traigan su origen de hechos de alta trascendencia.

De ahí que los Códigos Penales de Brasil y Ecuador definan como circunstancia
atenuante el actuar por motivos de relevante y peculiar valor social o moral.

Por su parte el Código Colombiano habla de motivos nobles y altruistas; refiriéndose


con los primeros a los motivos morales o personales de gran valor, y con los
segundos a motivos patrióticos e ideales de notoria validez.

Y el Código Penal de Bolivia conforma la circunstancia atenuante por motivos


honorables, o motivos de necesidad de sustento, cuando incluye dentro de esta
atenuante genérica el hecho de obrar impulsado por la miseria.

Es muy acertada la idea de disminuir la pena cuando la conducta ha sido


determinada por un móvil que así lo amerite.

LA CONDUCTA ANTERIOR AL HECHO:

Aunque con menos frecuencia que las anteriores esta institución es admitida como
circunstancia atenuante común.
En Colombia sólo se exige que el agente carezca de antecedentes penales, para
que se dé la atenuante, por lo que es bastante flexible al respecto.

En Ecuador la redacción conlleva a atenuar la pena si la conducta anterior al hecho


delictivo, revele que no se trata de un sujeto peligroso, por lo que es más exigente
que el Código Penal Colombiano, en este aspecto.

Pero esta misma circunstancia atenuante en el Código Penal de Bolivia, implica que
el comportamiento anterior haya sido particularmente meritorio; siendo ese carácter
de meritorio lo que determina que esa persona que se ha destacado por esa
conducta sea tratado con menor rigor y, en consecuencia, se le atenúe la pena por
el delito cometido.

LA EDAD:

Esta es otra institución que se usa para atenuar la pena, aproximadamente en la


misma medida o frecuencia que la circunstancia atenuante anterior. Es admitida en
tres de los países analizados.

En Colombia se admite la edad como condición de inferioridad psíquica que


determina la atenuación, sin embargo, al enumerar la atenuante no se define qué
edad concretamente constituye la atenuante.

Esto no ocurre en el Código Penal de Brasil, donde las circunstancia atenuante


consiste precisamente en ser el agente menor de veintiún años o mayor de setenta,
con lo que quedan bien claros los términos de edad que implicarán una disminución
de la pena. Esto obedece a que la madurez psíquica para decidir y comprender lo
que hacemos no se alcanza completamente hasta cierta edad, que en este caso,
es de veintiún años. Y además, con el avance de los años, la senectud va
acompañada del debilitamiento de las facultades mentales, por lo que se disminuye
también la pena a los ancianos con la edad señalada.

En el Código Penal de Ecuador, también se recoge esa atenuante, que en este caso
sólo se refiere a la vejez, pues se trata de ser el culpable mayor de sesenta años.

ATENUANTES ANÁLOGAS:

La aceptación de la analogía en cuanto a las atenuantes conlleva a que las


legislaciones que la admiten dejen abierta una fórmula general, para que se
aprecien como circunstancias atenuantes algunas situaciones presentes en el
delito, cuyo contenido sea similar al de las atenuantes legalmente descritas.
Esta institución se toma en los Códigos Penales de España, Colombia y Brasil, por
lo que, aunque no es de las atenuantes más comunes en la doctrina, ciertamente
es admitida como tal.

Independientemente de que las circunstancias atenuantes más admitidas son las


que hemos desglosado, existen otras que también son reguladas, aunque
aparezcan menos repetidas en las legislaciones. Dentro de éstas podemos
mencionar:

LOS VÍNCULOS DE PARENTESCO:

Esta institución tiene la particularidad de que puede ser entendida tanto como
circunstancia atenuante que como agravante, en dependencia de la índole del
delito. Por esta razón las legislaciones penales generalmente la incorporan a los
tipos penales en la parte especial, y allí disponen si su presencia atenuará o
agravará la pena.

No obstante, algunos Códigos Penales contemplan los vínculos de parentesco en


la parte general y establecen que su concurrencia podrá ser considerada como
circunstancia atenuante o como circunstancia agravante, según el delito de que se
trate. Así ocurre en el Código Penal de Ecuador, que plantea que podrá atenuar o
agravar la pena, según el caso, el ser cónyuge, ascendiente o hermano del sujeto
pasivo del delito.

En el caso del Código Penal Colombiano, se enumera como atenuante la existencia


de apremiantes circunstancias familiares o personales, y esta expresión incluye la
existencia de vínculos de parentesco.

RELACIÓN DE SUBORDINACIÓN:

El actuar movido por la influencia o presión de una persona de la que se es


subordinado, atenúa la sanción, pues se supone que se ha actuado en virtud de la
dependencia existente, aunque el hecho no deja por ello de ser punible.

Esta institución es enunciada como atenuante común en el Código de Brasil, donde


se establece para quien haya obrado en cumplimiento de orden de autoridad
superior.

También se regula como circunstancia atenuante en el Código Penal de Bolivia, que


la estipula para quien actúe por la influencia de una persona a quien deba
obediencia y de la cual dependa.

Luego de haber visto cuales instituciones se suelen admitir en las distintas


legislaciones como circunstancias atenuantes, queda referirse a la institución de la
atenuación extraordinaria.
El criterio general o más difundido es que las circunstancias atenuantes tengan
como efecto tender hacia el mínimo del marco penal establecido, al determinar la
pena, pero sin salir de ese marco previsto para el delito. Pero algunas legislaciones
penales establecen la posibilidad de que se trascienda ese marco cuando concurran
varias atenuantes en un mismo hecho, sin que medien circunstancias agravantes,
o cuando concurra solo una circunstancia atenuante pero de tal magnitud que haga
necesaria una atenuación más pronunciada.

Así lo establece el Código Penal Español en su artículo 66.4, disponiendo que en


ese caso, puede imponerse la pena inferior en uno o dos grados a la señalada y en
la extensión que el tribunal estime conveniente.

En el Código Penal de Ecuador se hace una escala de penas, estableciendo el


nuevo marco penal al que será disminuido el previsto para el delito, en caso de que
concurran dos o más circunstancias atenuantes, sin haber agravantes, en el hecho.
Esta atenuación extraordinaria de cada una de las penas, se regula en los artículos
72 y 73 de dicho Código.

También el Código de Bolivia establece la atenuación extraordinaria en su artículo


39.

Finalmente cabe señalar que al comparar los siete Códigos Penales examinados
puede verse que, por lo general, en los tipos penales en particular, suelen admitirse
circunstancias atenuantes como circunstancias especiales de atenuación para el
delito específico que las incorpora. De esta forma la mayoría de las legislaciones
establecen modalidades atenuadas de algunos de los tipos básicos por ellos
descritos.

Teniendo en cuenta que sólo fueron analizadas tres familias delictivas en todos los
Códigos vistos, apreciamos los siguientes resultados:

En los delitos contra las personas, que incluyen los que atenten contra la vida y los
que afecten la integridad corporal, se incorporan circunstancias atenuantes en los
Códigos Penales de España, Colombia, Brasil, Bolivia y Argentina, o sea, en cinco
de los siete analizados.

A los delitos contra el patrimonio o contra la propiedad, como también se les


denomina, se les prevé circunstancias atenuantes especiales en cuatro de dichos
Códigos: Colombia, Brasil, Bolivia y Ecuador; aunque en este último, la regulación
de las dos circunstancias atenuantes específicas que regula para estos delitos, se
efectúa en la Parte General, en el mismo precepto en que se enumeran
taxativamente las atenuantes genéricas o comunes, siendo esas dos atenuantes,
especiales para los delitos contra la propiedad, las únicas de tal naturaleza que este
Código admite.
Y para los delitos contra la administración pública y contra la administración de
justicia, son admitidas circunstancias atenuantes específicas, en los Códigos
Penales de España, Colombia, Brasil y Bolivia.

Es decir, que es frecuente la regulación de circunstancias atenuantes específicas,


sobre todo para los delitos pertenecientes a las familias delictivas que tomamos de
referencia. De los siete Códigos Penales analizados, únicamente el de Puerto Rico
deja de admitir atenuantes específicas, ya que se limita en su Parte Especial a
señalar hasta qué límite se podrá rebajar la sanción si mediara en el hecho alguna
circunstancia genérica, sin haber enumerado esas atenuantes genéricas,
previamente, en su parte general, ni señalar en ningún tipo penal, qué circunstancia
puede atenuarle especialmente la pena.

Incluso el Código Penal de Argentina, que es el otro que no enumera en su parte


general las circunstancias atenuantes comunes, admite la regulación de
circunstancias atenuantes especiales para algunos tipos penales, y así lo hace en
uno de los tres Títulos analizados en este Capítulo.
Todo ese empeño de los países de regular expresamente las circunstancias
atenuantes, y más aún, el señalamiento de cuales de ellas atenuarán especialmente
la sanción de algunos delitos, a través de adecuaciones legales efectuadas en las
modalidades atenuadas de los mismos; corrobora la importancia de esta institución,
tanto sustantiva, en el sentido de que su regulación constituye una garantía para la
plena individualización, imprescindible en la materia penal, como en el ámbito
procesal, donde se realiza la adecuación judicial para la cual es necesaria la
valoración de las circunstancias del hecho, determinantes de que la pena sea más
leve y benévola.

CONCLUSIONES.

Este estudio del tratamiento legislativo dado a las circunstancias atenuantes en


varios países americanos y en España nos ha permitido arribar, en cuanto a los
aspectos tratados, a las conclusiones siguientes:

Primera: Las circunstancias atenuantes constituyen uno de los elementos de la


adecuación judicial de la sanción, de más trascendencia; pues su apreciación
permite una mayor individualización de la conducta delictiva y, por consiguiente,
implican que se pueda determinar la sanción más apropiada, la que más se ajuste
a las peculiaridades del caso concreto, por lo que contribuyen a que la justicia
alcance su real magnitud.

Segunda: En virtud del ámbito de su aplicación, las circunstancias atenuantes


pueden asumir dos calificativos: comunes o genéricas, y especiales o específicas;
las que se establecen, respectivamente, en las partes General y Especial de las
Leyes Penales.

Tercera: La regulación de esta institución en las distintas legislaciones penales


sigue dos sistemas: uno que denominamos típico, que consiste en enumerar
taxativamente las circunstancias atenuantes en la Parte General de la Ley Punitiva;
y uno atípico, en el que el Código no establece las circunstancias que considera
atenuantes y, por tanto, su regulación queda a cargo de una norma procesal,
sumiendo la materia en una dispersión legislativa. Es el primero de estos sistemas
el que prevalece, pues la mayoría de las legislaciones penales analizadas,
incluyendo la cubana, contienen en un precepto de la Parte General las
circunstancias atenuantes que pueden concurrir comúnmente en todos los delitos;
e incluso, es usual la tendencia a que dichas circunstancias también se incluyan en
tipos penales específicos, de la Parte Especial.

Cuarta: En la enunciación de algunas atenuantes comunes, se emplean ciertos


términos de muy amplio significado, lo que crea dudas respecto a su interpretación,
atentando contra la equitatividad que debe reinar al momento de su apreciación por
los jueces. Por tanto, la necesidad de adaptar y actualizar constantemente el
Derecho Penal exige en cuanto a las circunstancias atenuantes, que los órganos
legislativos de los distintos estados realicen una labor de precisión judicial, que
permita definir algunos aspectos oscuros o ambiguos, que inciden de forma negativa
en la labor interpretativa del contenido de algunas de ellas; así como un estudio,
encaminado a incrementar su incorporación a algunos tipos penales, en los que
inciden con frecuencia.

5.- Sistemas de aplicación de la pena.

Sirven de fundamento para la aplicación de las penas, las teorías que se han
elaborado por los doctrinarios, para efecto de justificar la pena, siendo estas:

a).- Teorías absolutas;


b).- Teorías relativas; y
c).- Teorías Mixtas.

a).- La absoluta, en esta la pena carece de finalidad practica, pues se aplica por
exigencia de la justicia absoluta, si bien merece el mal, las cuales a su vez son
reparatorias y retribucionistas.

b).- La relativa, considera a la pena como un medio necesario para asegurar la


vida en sociedad.

c).- La Mixta, intenta la conciliación entre la absoluta con otras finalidades


preventivas.

6.- Los beneficios de los sentenciados.

Los beneficios para los sentenciados se encuentran regulados en los artículos 70,
71 a 78, 79, 80, 89 y 90 del Código Penal para el Estado de México, respecto de la
conmutación de la pena, suspensión condicional de la condena, remisión
judicial de la pena y el indulto. Artículos que a la letra indican:
Artículo 70.- La pena de prisión impuesta podrá ser conmutada por el órgano
jurisdiccional, por la de treinta a ciento cincuenta días multa o por igual número de
jornadas de trabajo en favor de la comunidad, cuando no exceda de tres años, y se
reúnan además los siguientes requisitos:

I. Que no se trate de delito grave;

II. Que sea delincuente primario;

III. Que haya demostrado buena conducta con anterioridad al delito;

IV. Que tenga modo honesto de vivir;

V. Que no se haya sustraído a la acción judicial durante el procedimiento;

VI. Que haya pagado la reparación del daño y la multa; y

VII. Que el sentenciado se adhiera al beneficio, dentro de los treinta días siguientes
al que cause ejecutoria la sentencia, salvo que se encuentre privado de la libertad,
en cuyo caso podrá hacerlo hasta antes de compurgar la pena de prisión impuesta.
El órgano jurisdiccional, discrecionalmente, a petición del sentenciado que se
encuentre en libertad y atendiendo sus condiciones personales, podrá prorrogar
este término hasta por treinta días.

AL RESPECTO LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA


DE LA NACIÓN NOS INDICA:

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: I, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1988
Página: 202

CONMUTACION DE SANCIONES, EL TRIBUNAL RESPONSABLE ESTA


OBLIGADO A RESOLVER LA PETICION SOBRE LA . Si de autos aparece que
el defensor del acusado, al contestar las conclusiones del fiscal federal en la
audiencia del procedimiento sumario relativa al proceso instruido en contra del
quejoso solicitó se le conmutara la sanción corporal por una multa, en términos de
lo que dispone el artículo 70 del Código Penal Federal, sin que el juzgado de la
causa ni el tribunal responsable hayan resuelto lo que al respecto procediere en
derecho, es claro que tal omisión resulta violatoria de garantías en perjuicio del
amparista y por ello, procede conceder a éste la protección constitucional solicitada
para el efecto de que el citado tribunal resuelva fundamentalmente lo que en
derecho proceda sobre la petición aludida.
TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER CIRCUITO.

Amparo directo 123/88. Rafael Navarro Sánchez. 17 de junio de 1988. Unanimidad


de votos. Ponente: J. Guadalupe Torres Morales. Secretario: José Montes Quintero.

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 133-138 Sexta Parte
Página: 33

CONDENA CONDICIONAL Y CONMUTACION DE LA PENA DE PRISION POR


MULTA. COEXISTENCIA. Es equivocado el planteamiento que pretende la
incoexistencia de la condena condicional y la conmutación de la pena de prisión por
multa, con base en que al conmutarse la pena de prisión por multa, desaparece la
de prisión y sólo subsiste la de multa y que por ello no puede suspenderse una pena
que ya no existe, pues el beneficio de la conmutación de la pena de prisión por multa
surte efectos cuando se paga la multa, quedando conmutada la pena de prisión;
pero si la multa de que se trata no se paga, necesariamente tendrá que ejecutarse
la pena de prisión, siendo por ello en beneficio del reo que pueda acogerse a la
condena condicional y no suprimírsela.

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 361/79. Filiberto Urbina Cornejo. 31 de enero de 1980. Unanimidad


de votos. Ponente: Guillermo Velasco Félix.

Nota: En el Informe de 1980, la tesis aparece bajo el rubro "CONDENA


CONDICIONAL Y CONMUTACION DE LA PENA DE PRISION POR MULTA. SI
COEXISTEN.".

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 30 Segunda Parte
Página: 15

CONMUTACION DE SANCIONES, NEGATIVA A LA. Si bien es cierto que el


artículo 74 del Código Penal Federal no establece expresamente como requisito
para la conmutación de sanciones la falta de antecedentes penales del acusado,
también lo es que la concesión de tal beneficio es potestativa para el juzgador y
queda a su prudente arbitrio; luego entonces, si la negativa se encuentra razonada
y basada en los antecedentes penales del acusado, no puede considerarse que esa
negativa razonada le agravie, puesto que el multicitado artículo establece que los
Jueces podrán conmutar la pena de prisión por la de multa, apreciando las
circunstancias personales del inculpado, los móviles de su conducta y las
circunstancias del hecho.

Amparo directo 5627/70. Toribio Torres Hinojosa. 14 de junio de 1971. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Ezequiel Burguete Farrera.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, CXXXV
Página: 24

CONMUTACION DE PRISION POR MULTA. De acuerdo con el artículo 74 del


Código Penal en vigor en el Distrito y Territorios Federales, tratándose de penas
cortas privativas de libertad, la conmutación de la prisión por multa no constituye un
imperativo para el órgano jurisdiccional, sino una facultad. Si en todo caso de penas
breves de prisión estuviere obligado el sentenciador a decretar la conmutación, ésta
dejaría de constituir una facultad y, como antes se ha dicho, el precepto relativo
establece como potestad y no como obligación la aludida concesión. Si el tribunal
razona debidamente los motivos por los cuales, a su juicio, no es pertinente otorgar
la conmutación, la resolución respectiva no entraña violación alguna de garantías.

Amparo directo 8159/67. José Merced Solís González o Gómez. 26 de septiembre


de 1968. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Mario G. Rebolledo Fernández.

Véase: Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1965, Segunda


Parte, Primera Sala, tesis 81, página 179, bajo el rubro "CONMUTACION DE
SANCIONES. ARBITRIO JUDICIAL.".

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXX
Página: 18

CONMUTACION DE SANCIONES (LEGISLACION DEL ESTADO DE BAJA


CALIFORNIA). El artículo 74 del Código Penal del Estado de Baja California dice:
"los Jueces apreciando las circunstancias personales del culpable, los móviles de
su conducta, así como las circunstancias del hecho, podrán, a su prudente arbitrio,
conmutar la pena de prisión que deberá imponerse, cuando ésta no exceda de seis
meses, por la de multa". Al respecto cabe decir que esta norma no es imperativa
para el juzgador, sino potestativa.
Amparo directo 2477/63. Francisco Barajas Ibarra. 7 de febrero de 1964. Cinco
votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

CONMUTACIÓN DE SANCIONES

I. Por lo que respecta a la pena se considera a la conmutación como el indulto parcial


que altera la naturaleza del castigo en favor del reo, o la sustitución de una sanción
por otra.

II. En el «CP», el poder ejecutivo, tratándose de delitos políticos podrá hacer la


conmutación de la sanción de prisión por la de confinamiento por un término igual
al de los dos tercios del que debía durar la prisión, y si fuere la de confinamiento se
conmutará en multa, a razón de un día de aquel por un día de multa («a.» 73).

También se prevé la conmutación a cargo del juez, conforme a su prudente arbitrio,


de la pena de prisión no mayor de un año por la de multa o trabajo en favor de la
comunidad, y cuando no exceda de tres años por tratamiento en libertad o
semilibertad. Para ello se requiere que sea la primera vez que el sentenciado incurra
en delito intencional, que haya tenido buena conducta antes y después de su
comisión, y que por sus antecedentes personales, así como por la naturaleza y el
móvil del delito, se presuma que no delinquirá nuevamente («a.» 70).

III. La conmutación tiene por objeto individualizar judicialmente las sanciones y


evitar las penas cortas de prisión por considerarse que son más contraproducentes
que útiles. También para impedir la contaminación criminógena. En algunos países
se sustituyen las penas cortas de prisión por las de trabajo sin reclusión (Egipto,
Argentina, Perú Rusia, Etiopía), El «CP» de Veracruz es él más moderno al respecto
y al introducir los sustitutivos penales señala que cuando la prisión no exceda de
tres años, el juez podrá sustituirla por la libertad bajo tratamiento o semilibertad
(«a.» 35).

IV. La jurisprudencia ha establecido que la conmutación de sanciones privativas de


libertad por la de multa es una facultad opcional del juzgador, quien para decretarla
o negarla debe atender a las premisas y circunstancias que para su posible
otorgamiento establece la ley (SJF, Apéndice 1975, segunda parte I, Primera Sala,
tesis 85, p. 185).

Artículo 71.- La pena de prisión impuesta podrá ser suspendida por el órgano
jurisdiccional, cuando no exceda de cuatro años, y se reúnan además los siguientes
requisitos:

I. Que no se trate de delito grave;


II. Que sea delincuente primario;

III. Que haya demostrado buena conducta con anterioridad al delito;

IV. Que tenga modo honesto de vivir;

V. Que no se haya sustraído a la acción judicial durante el procedimiento; y

VI. Que haya pagado la reparación del daño y la multa.

El sentenciado se podrá adherir al beneficio hasta antes de compurgar la pena de


prisión impuesta.

Artículo 72.- El plazo de suspensión de la ejecución de la pena será de uno a cuatro


años, que fijarán los tribunales a su prudente arbitrio, atendidas las circunstancias
objetivas del delito y subjetivas del inculpado.

Artículo 73.- El beneficiado con la suspensión condicional estará obligado a:

I. Observar buena conducta durante el término de suspensión;

II. Presentarse mensualmente ante las autoridades del órgano ejecutor de penas,
las que le otorgarán el salvoconducto respectivo;

III. Quedar sujeto a la vigilancia de la autoridad ejecutora;

IV. Presentarse ante las autoridades judiciales o del órgano ejecutor de penas
cuantas veces sea requerido para ello;

V. Comunicar a las autoridades del órgano ejecutor de penas sus cambios de


domicilio;

VI. No ausentarse del estado sin previo permiso de las autoridades del órgano
ejecutor de penas;

VII. Tener un modo honesto de vivir; y

VIII. No residir en el lugar en que se cometió el delito por un término igual al de la


pena.

Artículo 74.- La infracción a cualquiera de estas obligaciones será motivo de


revocación de la suspensión condicional de la pena.

Artículo 75.- Para lograr el cumplimiento de todas estas obligaciones, el beneficiado


con la suspensión condicional otorgará ante el órgano jurisdiccional una fianza que
éste señalará tomando en consideración las posibilidades económicas del
inculpado, la pena impuesta, la naturaleza del delito y las circunstancias de su
comisión. La fianza podrá ser sustituida parcial o totalmente por trabajo en favor de
la comunidad.

Artículo 76.- A los sentenciados a quienes se conceda el beneficio de la suspensión


condicional, se les harán saber las obligaciones que adquieren en los términos del
artículo 73, lo que se asentará en diligencia formal, sin que la falta de ésta impida
en su caso, la aplicación de lo previsto en el artículo 74.

Artículo 77.- El beneficiado debe cumplir durante el término de suspensión con las
demás condiciones que la Ley de Ejecución de Penas Privativas y Restrictivas de
la Libertad señale.

Artículo 78.- Si transcurrido el término de suspensión el sentenciado no ha


cometido un nuevo delito se extinguirá la pena suspendida y, en caso contrario, se
ejecutará.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 115-120 Sexta Parte
Página: 44

CONDENA CONDICIONAL. SU ESTUDIO NO ESTA SUPEDITADO A LA


SUSTITUCION DE LA SANCION PRIVATIVA DE LA LIBERTAD POR MULTA
(LEGISLACION DEL ESTADO DE TABASCO). La procedencia del beneficio de la
condena condicional, a que se refiere el artículo 81 del Código Penal para el Estado
de Tabasco, no está supeditada a la sustitución de la pena privativa de la libertad
por multa, pues el citado dispositivo impone a los tribunales del fuero común la
obligación de conceder, a petición de parte o de oficio, dicha medida, cuando se
surten los requisitos contenidos en las fracciones de ese precepto.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.

Amparo directo 285/78. Francisco Martínez Magaña. 27 de octubre de 1978.


Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Díaz Infante Aranda. Secretario: Leonardo
Rodríguez Bastar.

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 133-138 Sexta Parte
Página: 33

CONDENA CONDICIONAL Y CONMUTACION DE LA PENA DE PRISION POR


MULTA. COEXISTENCIA. Es equivocado el planteamiento que pretende la
incoexistencia de la condena condicional y la conmutación de la pena de prisión por
multa, con base en que al conmutarse la pena de prisión por multa, desaparece la
de prisión y sólo subsiste la de multa y que por ello no puede suspenderse una pena
que ya no existe, pues el beneficio de la conmutación de la pena de prisión por multa
surte efectos cuando se paga la multa, quedando conmutada la pena de prisión;
pero si la multa de que se trata no se paga, necesariamente tendrá que ejecutarse
la pena de prisión, siendo por ello en beneficio del reo que pueda acogerse a la
condena condicional y no suprimírsela.

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 361/79. Filiberto Urbina Cornejo. 31 de enero de 1980. Unanimidad


de votos. Ponente: Guillermo Velasco Félix.

Nota: En el Informe de 1980, la tesis aparece bajo el rubro "CONDENA


CONDICIONAL Y CONMUTACION DE LA PENA DE PRISION POR MULTA. SI
COEXISTEN.".

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, CI
Página: 23

CONDENA CONDICIONAL. ES ILEGAL LA NEGATIVA DEL BENEFICIO


FUNDADA EN LA SUSTITUCION DE LA PRISION POR MULTA (LEGISLACION
DEL ESTADO DE TABASCO). Conforme a la fracción I, del artículo 90 del Código
Penal del Estado de Tabasco, es requisito necesario para la condena condicional,
que se trate de la ejecución de las sanciones privativas de libertad que no excedan
de dos años; así es que si la pena impuesta con motivo de la sustitución es la
pecuniaria de multa, y sólo en su defecto la de prisión, como la primera puede
convertirse en la segunda, porque el reo, por sus condiciones económicas, no puede
pagar la multa, debe sostenerse que sí concurren los requisitos para conceder la
condena condicional. En tal virtud, cabe declarar que el hecho de que tal
sentenciador haya sustituido la pena corporal por multa, no es motivo jurídico
suficiente para negar la condena condicional.

Amparo directo 5562/65. Rafaela Zurita Pérez. 4 de noviembre de 1965. Cinco


votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.
Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, CI
Página: 27

CONDENA CONDICIONAL. FACULTAD DISCRECIONAL DEL SENTENCIADOR


PARA OTORGARLA (LEGISLACION DEL ESTADO DE TLAXCALA). Si en un
caso la autoridad responsable considera que de acuerdo con el artículo 80 del
Código Penal, queda al prudente arbitrio del Juez o tribunal suspender la ejecución
de las sanciones, y en uso de esta facultad niega el beneficio, aduciendo que se
aplicó al inculpado tres días de prisión y multa de cien pesos, y de otorgarse la
condena condicional quedaría sin sanción alguna, ya que al imponérsele tres días
de prisión, prácticamente el Juez dejaría de requerirlo para que se presentara ante
él mismo, y como la fracción III de la disposición mencionada ordena que la
suspensión comprenderá no sólo la sanción corporal sino las demás que se hayan
impuesto, el inculpado quedaría también relevado del pago de la multa de cien
pesos. Ahora bien, en este caso, la autoridad responsable no infringe en perjuicio
del acusado el artículo 80 del Código Penal, por haberle negado la condena
condicional, pues dicho precepto deja al prudente arbitrio del juzgador suspender la
ejecución de las sanciones y ésta facultad ha sido ejercitada correctamente.
Ciertamente, el uso de esta facultad no es arbitrario, sino que está regido por los
principios de la lógica, del buen sentido y de la sana crítica; pero en el caso el
juzgador ha razonado su arbitrio y sus argumentos no son notoriamente contrarios
a esos principios, puesto que se inspiran en una sana política criminal al determinar
que el acusado cumpla la pena impuesta.

Amparo directo 2199/64. Aristeo Zamora Sánchez. 12 de noviembre de 1965. Cinco


votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXIX
Página: 14

CONDENA CONDICIONAL. LA SUSPENSION COMPRENDE LA MULTA


(LEGISLACION DEL ESTADO DE TABASCO). La fracción III del artículo 97 del
Código Penal del Estado de Tabasco, que se refiere a la condena condicional,
extiende la suspensión de las sanciones a todas las que se hayan impuesto, y no
solamente a las corporales, con excepción de la obligación de reparar el daño y por
lo mismo, ya concedido el beneficio, debe abarcar a la sanción pecuniaria de multa.

Amparo directo 4843/62. Antonio Contreras Rivera. 22 de enero de 1964. Mayoría


de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXIX
Página: 14

CONDENA CONDICIONAL. LA SUSPENSION COMPRENDE LA MULTA


(LEGISLACION DEL ESTADO DE TABASCO). La fracción III del artículo 97 del
Código Penal del Estado de Tabasco, que se refiere a la condena condicional,
extiende la suspensión de las sanciones a todas las que se hayan impuesto, y no
solamente a las corporales, con excepción de la obligación de reparar el daño y por
lo mismo, ya concedido el beneficio, debe abarcar a la sanción pecuniaria de multa.

Amparo directo 4843/62. Antonio Contreras Rivera. 22 de enero de 1964. Mayoría


de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

CONDENA

I. Del latín condemna, expresión imperativa, empleada en las votaciones comiciales,


o judiciales, al emitirse un voto condenatorio del acusado.

II. En sentido instrumental testimonio del actuario, escribano o secretario del


juzgado, de la sentencia dictada, expedido a los efectos de dejar constancia de la
situación del reo sancionado o del contenido dispositivo de la resolución
desfavorable para el demandado.

III. En materia penal, resolución judicial impositiva de una sanción al procesado


como autor del delito por el que ha sido juzgado.

La condena condicional es una institución, de carácter jurídico-penal, cuya


finalidad es la suspensión de las sanciones, impuestas a los delincuentes, cuando
carezcan de antecedentes de mala conducta, sea la primera vez que delinquen, la
pena consista en prisión que no exceda de dos años (cumpliendo los demás
requisitos del «a.» 90 del «CP»), para intentar su reintegración a la convivencia
social.

IV. En materia civil, decisión judicial contraria al demandado y estimatoria, en todo


o en parte, de las pretensiones del actor o demandante.

Cabe distinguir:
1) Condena de reserva. Cuando la sentencia condena al demandado, pero le
reserva la facultad de reclamar -en otro juicio- los derechos que, en la misma, no le
fueron reconocidos.
2) Condena de futuro. Se da, en supuestos excepcionales, por razones de
economía procesal, o para la mejor protección de los derechos del acreedor y para
evitar conductas maliciosas del deudor, que hagan ineficaces los derechos de aquél.
Así, la condena de futuro viene referida a una obligación -todavía no exigible-, pero
que lo será después.

Ejemplos serían: cuando el juez condena al pago de prestaciones periódicas


(rentas, pensiones, etc.); cuando la pretensión del actor no es la exigibilidad
inmediata de una obligación sino el aseguramiento de su derecho en el porvenir, en
cuyo supuesto el juzgador, tras señalar el plazo para el cumplimiento, condena a la
satisfacción, oportuna y futura, de la obligación.

Artículo 79.- El órgano jurisdiccional, al pronunciar sentencia, podrá recomendar al


ejecutivo del Estado la remisión de la pena, si concurren las siguientes
circunstancias:

I. Que el sentenciado haya obrado por motivos excepcionales, o que considere el


órgano jurisdiccional que no es necesaria la pena por las circunstancias particulares
del caso;

II. Que no revele peligrosidad; y

La remisión de la pena no exime de la obligación de reparar el daño.

Artículo 80.- La recomendación deberá ser confirmada por el tribunal de alzada


correspondiente.

INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: IX, Abril de 1992
Página: 614

REMISION PARCIAL DE LA PENA DE PRISION. EL JUEZ DE AMPARO NO ES


COMPETENTE PARA DETERMINAR SU CONCESION O NEGATIVA. En base al
artículo 529 del Código Federal de Procedimientos Penales, no incumbe al órgano
jurisdiccional la ejecución de las sentencias irrevocables en materia penal, sino al
poder ejecutivo; en concreto, la remisión parcial de la pena prevista en el numeral
16 de la ley que establece las normas mínimas sobre readaptación social de
sentenciados, su cumplimentación es competencia de la Dirección General de
Servicios Coordinados de Prevención y Readaptación Social, porque incluso así lo
establece el precepto 3ro. de la ley en cita; por tal razón el juez de amparo está
imposibilitado para resolver sobre ese beneficio, pues de hacerlo, invadiría
atribuciones que le son ajenas.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo en revisión 338/91. Juan José Esparragoza Moreno. 14 de noviembre de


1991. Unanimidad de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretaria: María
del Pilar Vargas Codina.

Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEPTIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: IX, Enero de 1992
Página: 244

RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL EN BENEFICIO DEL REO. SI AL


PRONUNCIARSE LA SENTENCIA DEFINITIVA AUN NO ENTRABA EN VIGOR
LA NUEVA LEY, SU APLICACION NO DEBE RECLAMARSE EN LA VIA
CONSTITUCIONAL, SINO EN PROCEDIMIENTO DIVERSO ANTE LA
AUTORIDAD EJECUTORA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE CHIHUAHUA). No
es violatoria de garantías la sentencia de apelación que se ajusta a las leyes
ordinarias, sustantivas y adjetivas vigentes en la fecha en que fue pronunciada, aun
cuando la nueva ley beneficia al reo por haber reducido la penalidad del delito por
el que fue sentenciado, ya que si ésta entró en vigor con posterioridad al dictado de
la sentencia condenatoria, su aplicación retroactiva no debe reclamarse en la vía de
amparo, sino ante la autoridad ejecutora de dicha sentencia por ser a la que le
corresponde aplicar la ley vigente, una vez que lo solicita el sentenciado a través de
la remisión de la pena, atento a lo dispuesto por el artículo 567, fracción XI, del
Código de Procedimientos Penales para el Estado de Chihuahua. Lo anterior motiva
a este Tribunal Colegiado a modificar el criterio anterior, contenido en la tesis de
jurisprudencia número 24 publicada en la página 766, Tercera Parte, del informe de
labores rendido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación por su presidente al
terminar el año 1987, bajo el RUBRO: "RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL.
DEBEN APLICARSE LAS DISPOSICIONES DEL NUEVO CODIGO PENAL QUE
ABROGA AL ANTERIOR DE DEFENSA SOCIAL, CONFORME AL CUAL SE
DICTO LA SENTENCIA RECLAMADA, SI FAVORECEN AL QUEJOSO.
(LEGISLACION DEL ESTADO DE CHIHUAHUA).

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo directo 226/91. Carlos Hernández Carrasco. 7 de octubre de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: Marco Antonio Rivera Corella. Secretario: Salvador
Zárate Santiago.
Séptima Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 217-228 Sexta Parte
Página: 429

PENA, REMISION PARCIAL DE LA. De conformidad con el artículo 16


constitucional, todo acto debe emanar de autoridad competente, por lo que al
aplicarse en la sentencia reclamada el artículo 16 de la "Ley que establece las
normas mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados", invade la
competencia de la autoridad administrativa, pues mientras que a la autoridad judicial
corresponde la individualización de la pena, a la Dirección General de Servicios
Coordinados de Prevención y Readaptación Social, dependiente de la Secretaría
de Gobernación, corresponde vigilar la extinción de la pena impuesta, según lo
ordenado en el artículo 3o., de la mencionada ley, por lo que deberá tenerse por no
puesta la remisión parcial de la pena ordenada por el Juez sentenciador, que aceptó
como legal, tácitamente, el Tribunal Unitario señalado como autoridad responsable,
siendo antijurídica tal determinación, porque constituye exceso en las facultades del
sentenciador.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 113/87. Josefina Domínguez Corona. 30 de marzo de 1987.


Unanimidad de votos. Ponente: Guillermo Velasco Félix. Secretaria: Gloria Rangel
del Valle.

Séptima Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 121-126 Sexta Parte
Página: 149

PENA, REMISION PARCIAL DE LA. FALTA DE PAGO DE LA REPARACION DEL


DAÑO O DE UN CONVENIO SOBRE LOS TERMINOS EN QUE PUEDE
CUBRIRSE NO CONSTITUYE UN DATO QUE REVELE INDEFECTIBLEMENTE
INADAPTACION SOCIAL DEL SENTENCIADO. Es verdad que de conformidad
con el artículo 16 de la Ley de Normas Mínimas sobre Readaptación Social, para
concederse la remisión parcial de la pena, es necesario que el interno observe
buena conducta, participe regularmente en las actividades educativas que se
organice en el establecimiento y revele por otros datos efectiva readaptación social,
siendo esta última el factor determinante para la concesión o negativa de la remisión
parcial de la pena, sin que la concesión del beneficio pueda fundarse
exclusivamente en los días de trabajo, en la participación de actividades educativas
y en el buen comportamiento del sentenciado. También es cierto que corresponde
a la Dirección General de Servicios Coordinados de Prevención y Readaptación
Social de la Secretaría de Gobernación, la facultad de apreciar si por otros datos
revela el sentenciado que se ha readaptado socialmente, y es asimismo acertado el
criterio que sustenta dicha autoridad, en el sentido de que uno de los aspectos
fundamentales en el proceso de readaptación social de quien ha sido condenado
en su preocupación por atender a la reparación del daño que causó a la víctima de
la infracción penal, pues efectivamente resulta difícil considerar como socialmente
readaptado al delincuente cuya conducta constituye un menosprecio a la sociedad
a quien ha agraviado, cuando es manifiesta su voluntad de eludir el pago de la
reparación del daño que ocasionó al ofendido. Sin embargo, es importante destacar
que para llegar a esta conclusión, es menester apreciar mediante datos objetivos,
si en el ánimo del sentenciado existe ese menosprecio a la sociedad, ya que no
puede afirmarse en forma tajante que la falta de pago de la reparación del daño o
de un convenio sobre los términos en que pueda cubrirse constituye un dato que
revele indefectiblemente inadaptación social, puesto que pueden existir múltiples
circunstancias que impidan al recluso realizar ese pago o celebrar con el ofendido
dicho convenio o de alguna otra manera manifestar su preocupación por reparar el
daño causado. La propia autoridad responsable admite en sus agravios que no
inexorablemente la falta de pago de la reparación del daño revela ese estado de
inadaptación social, ni ineludiblemente hace improcedente el beneficio de la
remisión parcial de la pena, pues como antes se ha apuntado son diversos datos
objetivos los que deben constituir la base para apreciar si se ha desarrollado
cabalmente en el recluso el proceso de readaptación social. Es evidente que si el
sentenciado se encuentra privado de su libertad, sin recursos económicos y sin
oportunidad para poder hacer ese pago o concertar los convenios relativos, resulta
injustificado atribuirle el propósito de pretender eludir deliberadamente el referido
pago, pues son todas las circunstancias que giran en torno a la posibilidad del
cumplimiento de esa obligación las que deben servir a la autoridad para apreciar el
estado de readaptación social del recluso y resolver si procede o no la remisión
parcial de la pena que este ha solicitado.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 176/78. Jaime Antonio Romero Camacho. Unanimidad de votos.


Ponente: Víctor Manuel Franco.

Nota: En el Informe de 1979, la tesis aparece bajo el rubro "PENA. LA EFECTIVA


READAPTACION SOCIAL DEL SENTENCIADO ES EL FACTOR
DETERMINANTE PARA LA CONCESION DE LA REMISION PARCIAL DE LA.
AUN CUANDO UNO DE LOS ASPECTOS FUNDAMENTALES EN EL PROCESO
DE READAPTACION SOCIAL DE QUIEN HA SIDO CONDENADO ES SU
PREOCUPACION POR ATENDER A LA REPARACION DEL DAÑO QUE CAUSO
A LA VICTIMA DE LA INFRACCION PENAL, NO PUEDE AFIRMARSE EN
FORMA TAJANTE QUE LA FALTA DE PAGO DE LA REPARACION DAÑO O DE
UN CONVENIO SOBRE LOS TERMINOS EN QUE PUEDE CUBRIRSE
CONSTITUYE UN DATO QUE REVELE INDEFECTIBLEMENTE INADAPTACION
SOCIAL DEL SENTENCIADO.".

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 87 Sexta Parte
Página: 65

PENA, REMISION PARCIAL DE LA. READAPTACION SOCIAL, COMO


REQUISITO FUNDAMENTAL. La concesión de la remisión parcial de la pena no
podrá fundarse exclusivamente en los días de trabajo, en la participación de
actividades educativas y en el buen comportamiento, sino que fundamentalmente
deberá descansar sobre la consideración de que el sentenciado haya revelado, por
otros datos, efectiva readaptación social, según se desprende del artículo 16 de la
Ley que Establece las Normas Mínimas Sobre Readaptación Social de
Sentenciados.

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 17/76. Alicia Durán Monzón. 31 de marzo de 1976. Unanimidad


de votos. Ponente: Víctor Manuel Franco.

Nota: En el Informe de 1976, la tesis aparece bajo el rubro "PENA, REMISION


PARCIAL DE LA, READAPTACION SOCIAL, COMO REQUISITO FUNDAMENTAL
PARA LA.".

Quinta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XLVI
Página: 1224

ISLAS MARIAS, REMISION A LAS, ESTANDO PENDIENTE LA SOLICITUD DE


CONMUTACION DE PENA. La costumbre es una fuente de derecho y su fuerza
probatoria sólo emana de la ley, y mientras ésta no se la concede, no puede dársele
tal carácter; así es que si en el Departamento de Prevención Social, para tramitar
las solicitudes de conmutación de penas, se establece la costumbre de que los reos
permanezcan en la prisión que se encuentran, mientras se resuelve dicha solicitud,
costumbre que no tiene fuerza de ley, si se pasa por alto y se envía al reo a la
colonia penal de las Islas Marías para extinguir la pena de relegación que le fue
impuesta, no se violan los artículos 14 y 16 constitucionales.
Amparo penal en revisión 3145/33. Zepeda González Reynaldo. 16 de octubre de
1935. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. La publicación no
menciona el nombre del ponente.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

REMISIÓN DE LA PENA

I. Remisión es la acción y efecto de remitir o remitirse, Remitir, del latín remittere,


significa perdonar, alzar la pena, eximir o libertar de una obligación. Significa
también dejar, diferir o suspender; ceder, o perder una cosa parte de su intensidad.
En México el vocablo remisión se ha tomado en su sentido castizo, ya que es una
figura jurídica que consiste en perdonar una parte de la pena previas circunstancias
fácticas que fija la ley. También se le ha llamado a esta figura de otras formas, como
p. e.: redención de penas (España), reducción parcial de la pena (México).

Podemos diferenciar tres sistemas de remisión de la pena: el automático, el


condicionado (llamados por García Ramírez empírico y científico, respectivamente),
y el extraordinario.
El primero consiste en el perdón de una parte proporcional de la pena por un
determinado tiempo de trabajo; sigue un mecanismo puramente matemático (dos
días de trabajo, por uno de prisión, y tres por uno, tres por dos, etc.).
En el segundo, el sistema condicionado, no es suficiente el trabajo o la asistencia
a las actividades educativas, o la mera buena conducta, pues todo ello cuenta
siempre y cuando exista una efectiva adaptación social. Este requisito es, como dite
Rodríguez Manzanera, sine qua non en el sistema mexicano, que es, por lo tanto,
un sistema condicionado.

Y el tercero, que sólo funciona en pocos países -no en el nuestro-, consiste en


conceder la remisión en la cuantía (uno de trabajo por uno de prisión), como
beneficio para premiar la colaboración y ayuda que puede el recluso prestar en
momentos delicados, como en motín o evasión.
Se incorporó por primera vez la remisión en la legislación penal para el D. F., en
1971. En el «a.» 81 del «CP», hoy derogado, se establecía que toda sanción
privativa de la libertad se entendía impuesta con reducción de un día por cada dos
de trabajo, siempre que el recluso observara buena conducta, participara
regularmente en las actividades educativas y revelara por datos efectivos
readaptación social, ésta última absolutamente indispensable.

En el «a.» 16 de la Ley que Establece las Normas Mínimas sobre la Readaptación


Social de Sentenciados, se usa la denominación ''remisión parcial de la pena'' con
un contenido muy claro, esencialmente igual al texto ya mencionado del «CP». Este
a, 16, pfo. segundo, establece que la re. misión funcionará independientemente de
la libertad preparatoria.
II. El origen de la remisión lo encontramos en el Mark System, el régimen irlandés,
el régimen Obermayer y el régimen Montesinos.

Históricamente, los precedentes jurídicos más claros los encontramos en España,


en el Código Penal de 1834 y en el de 1928. Pero el vocablo con sentido
penitenciario surge a partir de un decreto del 28 de mayo de 1937, concedido para
paliar los efectos de la Guerra Civil Española aplicable a los prisioneros de guerra y
delincuentes políticos.
Otros antecedentes los tenemos en Bulgaria (1961) y Estados Unidos (en
California). En México existieron dos precedentes tomados de la redención de
penas por arrepentimiento y enmienda del reo de las ordenanzas españolas;
éstos son el bosquejo para el Código Penal del Estado de México de 1831 y
otro es el del Código Penal veracruzano de 1835.

En Puebla la remisión se adopta en el Código Penal de 1943, en Durango (194 B


y 1947), Zacatecas (1965), y Michoacán (1949). El «CP» vigente copia casi
exactamente la redacción de la Ley de Ejecución de Penas Privativas y Restrictivas
de Libertad del Estado de México (1966).

III. Los requisitos fundamentales para la remisión son cuatro: trabajo, buena
conducta, participación en las actividades y efectiva readaptación social.
La remisión es un derecho para todos los sentenciados del cual gozarán aunque
no lo mencione la sentencia, derecho que funciona con independencia de la libertad
preparatoria. Para el cómputo de la remisión se tomara en cuenta el tiempo que el
sujeto estuvo recluido en la prisión preventiva.

Es necesaria para la aplicación del sistema científico de remisión parcial de la


pena, la intervención decisiva que se da al Consejo Técnico, al amparo del «a.» 9 y
el «a.» 3e transitorio de la Ley que Establece las Normas Mínimas sobre
Readaptación Social de Sentenciados. Ya que de la eficacia de los consejos
técnicos depende el buen funcionamiento del sistema científico de remisión.

Artículo 89.- La amnistía extingue la pretensión punitiva y todas las consecuencias


jurídicas del delito, como si éste no se hubiere cometido, sin perjuicio de la
reparación del daño.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Séptima Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEPTIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 193-198 Sexta Parte
Página: 25
AMNISTIA, LEY DE, DEL ESTADO DE VERACRUZ. INTERPRETACION DE LA
FRACCION V DE SU ARTICULO 1o. Si bien la ley número 394 de 7 de enero de
1983, en vigor desde el día 20 del mismo mes y año, establece en su artículo
primero: "Se extingue la acción penal o la sanción en favor de las personas que:
...V.- Siendo campesinos, ejidatarios, comuneros o jornaleros, se hubiera ejercido
acción penal en su contra, hasta la fecha de entrar en vigor la presente ley, por
haber cometido individualmente o formando parte de grupos, impulsados por
móviles de posesión de tierras; robo de instrumentos o máquinas de labranza,
alambre utilizado para cercar, frutos cosechados o por cosechar, abigeato, despojo,
daños y encubrimiento por receptación, cuando lo adquirido, recibido u ocultado sea
producto de ilícitos de los que tipifican los artículos 178, 181, 194 y 198 del Código
Penal vigente, siempre y cuando no hubieran cometido delitos contra la vida, la
salud y la integridad corporal", no por el solo hecho de que se ejercite la acción
penal con posterioridad a la fecha en que entró en vigor dicha ley deja de ser
aplicable el beneficio que otorga, pues resulta evidente que la intención del
legislador no es otra sino la de favorecer a todas las personas que satisfaciendo los
demás requisitos señalados por dicha ley, hubiesen cometido el hecho delictuoso
con anterioridad a la vigencia de la misma; la circunstancia de que la ley hable de
ejercicio de la acción penal se debe a que lógicamente no puede haber amnistía si
no ha precedido el ejercicio de esa acción, por lo que, una interpretación de la ley
acorde con la intención protectora del legislador, lleva necesariamente a la
conclusión de que lo esencial para la obtención del beneficio lo es la fecha de
comisión de los hechos delictuosos, pues si el representante social a pesar de la ley
de amnistía consigna hechos cometidos con anterioridad a la misma, no sería justo
privar a los inculpados de los beneficios de ella por el solo hecho de que el Ministerio
Público haya dilatado en ejercitar dicha acción penal.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo en revisión 228/84. Aureliano Lobato Martínez y coagraviados. 12 de marzo


de 1985. Unanimidad de votos. Ponente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Secretario:
Agustín Romero Montalvo.

Nota: En el Informe de 1985, la tesis aparece bajo el rubro "LEY DE AMNISTIA DEL
ESTADO DE VERACRUZ, INTERPRETACION DE LA FRACCION V DEL
ARTICULO 1o. DE LA.".

Séptima Epoca
Instancia: Sala Auxiliar
Fuente: Semanario Judicial de la Federación

Tomo: 187-192 Séptima Parte


Página: 281

AMNISTIA, LEY DE. REQUISITOS DE PROCEDIBILIDAD PARA SU


APLICACION. El decreto de amnistía favorece a quienes por móviles políticos
incurrieron en la comisión de hechos sancionados por la ley penal y como quiera
que su aplicación corresponde a la autoridad judicial, es requisito esencial que
exista pedimento en tal sentido de la autoridad administrativa, concretamente el
procurador general de la República, pues así lo establece la exposición de motivos
que la propia ley en su artículo 4o., párrafo tercero (que se reproduce literalmente
en la ley de mérito), y si en relación a los procesados se impone el desistimiento de
la acción penal, es incuestionable que la realización de tal acto jurídico corresponde
al titular de la acción (y no a la autoridad judicial), o sea, al Ministerio Público
Federal, que se encuentra presidido por el procurador general de la República,
según lo previsto en los artículos 1o. y 2o., fracción IX, inciso b) de la Ley de la
Procuraduría General de la República; además el Ministerio Público es una
institución de buena fe y si la ley de referencia le otorga la facultad de cuidar de la
aplicación de sus beneficios, es lógico que presupone la posibilidad de que al
cumplir con sus funciones formule los desistimientos que estime pertinentes, para
que entonces proceda el órgano jurisdiccional a la aplicación de la multicitada ley.
Al no existir el desistimiento expreso de la acción incoada en contra de los
sentenciados en los términos previstos en la Ley de Amnistía, es claro que resulta
intrascendente dicha ley, pues la autoridad responsable queda imposibilitada
material y jurídicamente para proceder a su aplicación, y por consecuencia para
sobreseer en el proceso correspondiente.

Amparo directo 6583/80. Rubén Ramírez González y coagraviados. 12 de


septiembre de 1984. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Guillermo Guzmán Orozco.
Ponente: Salvador Martínez Rojas. Secretario: Lucio Antonio Castillo González.

Amparo directo 6276/80. Eduardo Manzano Muñoz. 12 de septiembre de 1984.


Mayoría de cuatro votos. Disidente: Guillermo Guzmán Orozco. Ponente: Salvador
Martínez Rojas.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación

Tomo: 169-174 Segunda Parte


Página: 15

AMNISTIA, APLICACION DE LA LEY DE. CORRESPONDE A LA AUTORIDAD


JUDICIAL (LEGISLACION DEL ESTADO DE NUEVO LEON). La aplicación de la
Ley de Amnistía del Estado de Nuevo León corresponde a la autoridad judicial, si la
causa se encuentra en la fase en que la mencionada autoridad esté conociendo;
como también tocará a la autoridad administrativa si el asunto se halla en la fase de
la averiguación. La amnistía extingue la acción penal, pero también la ejecución de
la pena (amnistía: olvido del delito; a-sin, mnemeo-recordar). No puede por tanto
confundirse con el indulto, que sólo es procedente en la fase de ejecución de la
sanción.
Amparo directo 4302/82. Miguel Angel Torres Enríquez. 7 de enero de 1983.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Raúl Cuevas Mantecón.

Amparo directo 4301/82. Elías Orozco Salazar. 7 de enero de 1983. Unanimidad de


cuatro votos. Ponente: Raúl Cuevas Mantecón.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 90 Segunda Parte
Página: 25

INDULTO Y CONDENA CONDICIONAL. DIFERENCIAS Y ALCANCES. LEY DE


INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL ESTADO DE DURANGO.
COMPETENCIA DE AMPARO. El indulto y la condena condicional o "condena de
ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en sus alcances, pues el
indulto nació cuando existía la creencia de que "toda facultad de justicia radicaba
en el Rey, quien la delegaba en los tribunales y podía retirarla para su ejercicio
directo", caracterizándolo el que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada por el derecho contra la creciente reincidencia; es individual, el reo
puede renunciar tácitamente a ella y sólo produce la suspensión de la ejecución de
las sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se
declaran extinguidas las sanciones cuando concurren ciertas condiciones
establecidas por la ley. Consecuentemente, si la sentencia reclamada fue dictada
por una autoridad judicial del orden común y comprende una pena corporal que,
debiendo ser mayor a cinco años, fue reducida en la propia sentencia a un término
que no excede de este tope, por aplicación de la Ley de Indulto, Amnistía y
Reducción de Penas del Estado de Durango, no compete a la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino al Tribunal Colegiado correspondiente,
conocer del respectivo juicio de garantías; puesto que para determinar la
competencia del juicio de amparo debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el
juzgador haya hecho la reducción correspondiente, habida cuenta de que ésta
obedece al imperativo de la Ley de Indulto y Reducción de Penas aplicable al caso,
sin que la jurisprudencia relativa a condena condicional sea aplicable en el caso.

Amparo directo 1322/76. Esteban Flores Correa. 11 de junio de 1976. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Abel Huitrón y Aguado. Secretario: Régulo Torres
Martínez.

Nota: En el Informe de 1976, la tesis aparece bajo el rubro "INDULTO Y CONDENA


CONDICIONAL. DIFERENCIAS.".

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 86 Sexta Parte
Página: 47

INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS, LEY DE, DEL ESTADO DE


DURANGO. COMPETENCIA EN AMPARO PARA CONOCER DE SENTENCIA
QUE LA APLICA. En acatamiento del criterio sustentado por la Primera Sala de la
H. Suprema Corte de Justicia en su jurisprudencia número 64, consultable en la
Segunda Parte del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1965
(tesis 67, página 150, Segunda Parte, Apéndice 1917-1975), es válido determinar
que si el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Durango impone a un reo una
pena superior a cinco años de prisión y por virtud de la aplicación de la Ley de
Indulto, Amnistía y Reducción de Penas, el propio tribunal reduce la sanción a
menos de cinco años de prisión, la competencia para conocer del amparo directo
contra la mencionada sentencia radica en la Primera Sala de la H. Suprema Corte
de Justicia y no en un Tribunal Colegiado de Circuito, conforme a lo dispuesto por
los artículos 107, fracción V, inciso a) de la Constitución Federal de la República, 7
bis fracción I), inciso a), del capítulo III bis, y 24 fracción III, inciso a), de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, pues para determinar la competencia
en el caso debe atenderse a la pena que, "en ejercicio de su función soberana como
órgano jurisdiccional", según expresa la jurisprudencia al principio invocada, impuso
el juzgador, y no a aquella que compurgará el sentenciado debido "a la gracia que
aplica en acatamiento de la ley especial de indulto", como termina diciendo la propia
tesis jurisprudencial.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO.

Amparo directo 676/75. Esteban Flores Correa. 13 de febrero de 1976. Unanimidad


de votos. Ponente: Carlos Villegas Vázquez.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, TERMINO PARA RECLAMAR LOS DERECHOS CONCEDIDOS POR


LA LEY DE. La Ley de Amnistía, aun cuando en principio establece una gracia
concedida por el poder público, en su fondo consagra derechos amplios, sin
condicionarlos a plazo alguno, dentro del cual deban ser reclamados por quienes
consideren estar comprendidos en las disposiciones que las contienen.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.
Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, APLICACION DE LA LEY DE. La Ley de Amnistía de 5 de febrero de


1937, concede esta gracia a los militares que con anterioridad a la fecha en que
entró en vigor, hayan cometido, en cualquiera de sus grados, el delito de rebelión,
ya sea como autores, cómplices o encubridores, independientemente de que los
agentes del Ministerio Público Federal y las autoridades del fuero militar, hayan
practicado diligencias o averiguaciones previas, y de que se hubiera dictado
sentencia definitiva.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.

Quinta Epoca

Instancia: Segunda Sala


Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, EFECTOS RETROACTIVOS DE LA. La amnistía que por sus


elementos etimológicos es el olvido de un delito político, produce efectos
retroactivos por ser una gracia concedida al presunto culpable, de conformidad con
los principios que rigen a la interpretación de las leyes, y hace que aquél readquiera
su anterior estado legal, con todos los derechos que le correspondían.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LX
Página: 1017

AMNISTIA, NATURALEZA JURIDICA Y EFECTOS DE LA. La amnistía, ley de


olvido, como acto del poder social, tiene por resultado que, olvidadas ciertas
infracciones, se den por terminados los procesos y si ya fueron fallados, queden sin
efecto las condenas impuestas con motivo de esas infracciones; produce sus
efectos antes o después de la condena; pero en los dos casos, borra los actos que
han pasado antes de ella, suprime la infracción, la persecución del delito, la
formación de los juicios, en una palabra, borra todo el pasado y sólo se detiene
delante de la imposibilidad de los hechos. Se justifica por la utilidad que puede tener
para la sociedad, que se den al olvido ciertos hechos y tiene como efectos extinguir
la acción pública de manera que el beneficio es irrenunciable y produciendo sus
efectos de pleno derecho, invalida la misma condena. Los sentenciados a penas
corporales, recobran su libertad, las multas y gastos pagados al erario deben ser
restituidas y si los amnistiados cometen nuevos delitos, no son considerados como
reincidentes; pero por excepción y por respeto al derecho de los terceros
perjudicados por el delito, subsisten las consecuencias civiles de la infracción, y la
parte civil perjudicada tiene derecho de demandar ante los tribunales, la reparación
de los daños y perjuicios causados. La amnistía tiene como característica, que a
diferencia del indulto, se concede a cuantos hayan cometido el mismo delito político
restableciéndoles en el goce de todos los derechos que por la sola comisión del
delito o por una condena, habían perdido. Por tanto, si la condición para el reingreso
al ejército, de un militar acusado de un delito, era el sobreseimiento en el proceso,
beneficiándole una ley de amnistía, tal condición ha quedado cumplida, y si no se
ha formado el expediente administrativo para darle de baja, no surte efectos, por lo
que la negativa para que tal militar reingrese al ejército, es violatoria de garantías.

Amparo administrativo en revisión 788/38. Celis Manuel J. 28 de abril de 1939.


Unanimidad de cinco votos. Relator: José María Truchuelo.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

AMNISTÍA

I. (Del griego amnestia, olvido). Acto del poder legislativo que ordena el olvido oficial
de una o varias categorías de delitos, aboliendo bien los procesos comenzados o
que han de comenzarse, bien las condenas pronunciadas.
Los atenienses dieron el nombre de amnistía a una 'ley' que el general Trasíbulo
hizo adoptar por el pueblo en 403 «a.C.», después de expulsar a los Treinta Tiranos,
y que prescribía el olvido de los hechos cometidos durante la rebelión. Esta medida
también se aplicó en Roma, principalmente en la Roma imperial que distinguía la
indulgencia especialis, la indulgencia generalis o comunis, y la general abolitio, que
correspondían respectivamente a la gracia, el indulto y la amnistía de nuestro
tiempo. En la Europa medieval, el olvido, el perdón de las conductas punibles era
atributo del monarca; más tarde, el derecho de gracia, el indulto, pasó a ser facultad
del jefe del Estado, y, bajo la influencia de la ciencia constitucional moderna, el
derecho de amnistiar fue declarado prerrogativa del poder legislativo.
La amnistía ha sido objeto de críticas por algunos tratadistas, como Bentham,
Beccaria, Kant, etc., así como por la escuela positivista o antropológica italiana, con
Ferri y Lombroso, por estimar que era contraria al principio de igualdad y por
favorecer las inclinaciones criminales de los amnistiados. Pese a los censores,
siempre ha prevalecido la corriente de opinión favorable a la amnistía. Montesquieu
y Cremani figuran entre sus defensores, por estimar que es un principio de
prudencia política; por su parte, Story y Mancini la fundamentan en la soberanía
misma 'la potestad de clemencia es un atributo de la soberanía'. Sin profundizar la
discusión, cabe recordar que, en determinadas circunstancias, 'es más útil perdonar
que castigar, más acertado olvidar que perseguir'. La amnistía aparece, pues, como
una medida de carácter político, tendiente a apaciguar los rencores y resentimientos
inseparables de las luchas sociales y políticas.

II. En México, la Comisión de Constitución propuso en el Congreso Constituyente


de 1856 que el indulto y la amnistía correspondieran al ejecutivo, a diferencia de los
precedentes que los concedían al legislativo; en efecto, el proyecto primitivo de la
Comisión consagraba la facultad del presidente de la República para 'conceder
amnistías e indultos por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los Tribunales de
la Federación'. Después de una larga discusión, se aprobó por la escasa mayoría
de 42 votos contra 41 el sistema todavía en vigor hoy en día, que atribuye la facultad
de indultar al presidente y la de amnistiar al Congreso.

En efecto, a ejemplo de la C de 1857, la de 1917 establece que 'el Congreso tiene


facultad:... para conceder amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los
Tribunales de la Federación' («a.» 73, «fr.» XXII). Cabe subrayar que la amnistía no
es atributo exclusivo de alguna de las cámaras, sino que figura entre las facultades
del Congreso de la Unión, o sea entre las que se ejercitan separada y
sucesivamente por la Cámara de diputados y la de senadores.
Conforme al «CP», la amnistía -que figura entre las causas de extinción de la
responsabilidad penal- 'extingue la acción penal y las sanciones impuestas, excepto
la reparación del daño...' («a.» 92). En resumidas palabras, a) la ley de amnistía
puede abarcar toda clase de delitos, aunque con frecuencia se aplica a los delitos
políticos (v. la 'Ley de Amnistía', publicada en el «DO» de 20 de mayo de 1976); b)
la amnistía es una disposición general que se aplica automáticamente a toda la
categoría de personas que la misma ley determine, mientras el indulto es una
medida e carácter individual; c) en fin, y a diferencia del indulto que reduce o suprime
la pena sin apagar los efectos accesorios de la condena, la amnistía extingue la
acción penal y hace cesar la condena y sus efectos, pero deja subsistir la acción
civil en reparación de los daños sufridos por terceros.

Artículo 90.- El indulto por gracia de la pena impuesta en la sentencia irrevocable,


la extingue por lo que respecta a su cumplimiento, pero no en sus efectos en cuanto
se refiere a la reincidencia ni a la obligación de reparar el daño.
El indultado no podrá habitar en el mismo lugar que el ofendido, su cónyuge,
ascendientes o descendientes por el tiempo que, a no mediar indulto, debería durar
la condena, quedando en caso contrario, sin efecto el indulto concedido.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 157-162 Segunda Parte
Página: 73

INDULTO NECESARIO Y DESISTIMIENTO. SUS DIFERENCIAS. No se está en


lo justo al pretender que el desistimiento de la acción penal opere a modo de indulto,
confundiendo ambas instituciones, las cuales, si bien tienen puntos de contacto,
también presentan caracteres de diversidad que las individualizan como entes
autónomos. En efecto, mientras el desistimiento produce el sobreseimiento del juicio
(artículo 298, fracción II, del Código Federal de Procedimientos Penales), por
implicar un desinterés en el logro de la pretensión punitiva estatal, fundado ya en
criterios de justicia absoluta, ya en razones de utilidad jurídica, el indulto, en cambio,
aunque con idéntica ratio, incide sobre la ejecución de la sentencia, sin afectar al
ejercicio de la acción penal, que, por suponer concluido el juicio, deviene
irreversible, inalterable en sí y en sus efectos. En segundo lugar, siguiendo el
anterior orden de ideas, el desistimiento debe entrar en juego antes de ser
pronunciada sentencia ejecutoria, pues resulta claro que el Ministerio Público,
agotada su función persecutoria, carece ya de toda facultad de actuación. Ahora
bien, independientemente del momento procedimental oportuno, y dada su índole
particular y concreta, el desistimiento de la acción penal en casos semejantes, de
ningún modo crea una situación jurídica general, equiparable a la ley, de aplicación
forzosa a otras situaciones análogas y con efectos constitutivos de algún derecho
en beneficio de algún solicitante. Como consecuencia, solamente el órgano
persecutor de los delitos debe resolver y determinar cuando, y en qué casos, ha
lugar al ejercicio de la acción penal o al desistimiento de ella, sin que Juez, ofendido
o sujeto activo tengan injerencia en su dinámica, pues, por imperativo constitucional,
es una facultad exclusiva del Ministerio Público, más no un derecho en favor de los
gobernados, susceptible de hacerse valer por vía pretoriana. Por último, aclarada la
confusión entre desistimiento e indulto necesario, hay que tomar en cuenta que éste
sólo se otorgará en los casos siguientes: 1. Cuando aparezca que el condenado es
inocente (artículo 96 del Código Penal y 560, fracciones I, II, III y IV, del Código
Federal de Procedimientos Penales). 2. Cuando una ley quite a un hecho u omisión
del carácter de delito, que, de acuerdo con otra anterior, tenía (artículo 560, fracción
VI, y 57 del Código Federal de Procedimientos Penales y del Código Penal,
respectivamente). 3. En virtud del principio non bis in ídem, y respecto de la segunda
sentencia, cuando el reo hubiere sido condenado por los mismos hechos en dos
juicios distintos (artículo 560, fracción V, del Código Federal de Procedimientos
Penales).
Indulto necesario 104/77. Juan Vargas Chequer. 12 de abril de 1982. Unanimidad
de cuatro votos. Ponente: Francisco Pavón Vasconcelos. Secretario: Tomás
Hernández Franco.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 90 Segunda Parte
Página: 25

INDULTO Y CONDENA CONDICIONAL. DIFERENCIAS Y ALCANCES. LEY DE


INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL ESTADO DE DURANGO.
COMPETENCIA DE AMPARO. El indulto y la condena condicional o "condena de
ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en sus alcances, pues el
indulto nació cuando existía la creencia de que "toda facultad de justicia radicaba
en el Rey, quien la delegaba en los tribunales y podía retirarla para su ejercicio
directo", caracterizándolo el que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada por el derecho contra la creciente reincidencia; es individual, el reo
puede renunciar tácitamente a ella y sólo produce la suspensión de la ejecución de
las sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se
declaran extinguidas las sanciones cuando concurren ciertas condiciones
establecidas por la ley. Consecuentemente, si la sentencia reclamada fue dictada
por una autoridad judicial del orden común y comprende una pena corporal que,
debiendo ser mayor a cinco años, fue reducida en la propia sentencia a un término
que no excede de este tope, por aplicación de la Ley de Indulto, Amnistía y
Reducción de Penas del Estado de Durango, no compete a la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino al Tribunal Colegiado correspondiente,
conocer del respectivo juicio de garantías; puesto que para determinar la
competencia del juicio de amparo debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el
juzgador haya hecho la reducción correspondiente, habida cuenta de que ésta
obedece al imperativo de la Ley de Indulto y Reducción de Penas aplicable al caso,
sin que la jurisprudencia relativa a condena condicional sea aplicable en el caso.

Amparo directo 1322/76. Esteban Flores Correa. 11 de junio de 1976. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Abel Huitrón y Aguado. Secretario: Régulo Torres
Martínez.

Nota: En el Informe de 1976, la tesis aparece bajo el rubro "INDULTO Y CONDENA


CONDICIONAL. DIFERENCIAS.".

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 86 Segunda Parte
Página: 75

PENA, REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE


PENAS DEL ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA. Tratándose del problema
de determinar la competencia en amparo directo para conocer de una sentencia en
que por aplicación de la Ley del Indulto, Amnistía y Reducción de Penas del Estado
de Durango, la sanción corporal originalmente mayor a cinco años ha sido
disminuida a un lapso menor a este límite, debe decirse que los criterios relativos a
"condena condicional" no son aplicables al caso. En efecto el indulto y la condena
condicional o "condena de ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en
sus alcances, pues el indulto nació cuando se creía "que toda facultad de justicia
radicaba en el Rey, quien la delegaba a los Tribunales y podía retirarla para su
ejercicio directo", caracterizándole que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada dentro del derecho contra la creciente reincidencia, es individual, el
reo puede renunciar tácitamente a ella y sólo se suspende la ejecución de las
sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se declaran
extinguidas las mismas cuando concurren ciertas condiciones. En tal virtud, al
determinar la competencia para conocer del juicio de amparo, en los casos de
aplicación de la Ley de Indulto citada, debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el Juez
o el tribunal haya hecho la reducción correspondiente, cuenta habida de que tal
reducción obedece al imperativo de la ley aludida. En tales condiciones, la
competencia en el supuesto de que se trata, corresponde a un Tribunal Colegiado
de Circuito.

Amparo directo 4829/75. Simón Romero Ramírez y otro. 24 de febrero de 1976.


Mayoría de tres votos. Disidentes: Abel Huitrón y A. y Ernesto Aguilar Alvarez. La
publicación no menciona el nombre del ponente.

Séptima Epoca, Segunda Parte:

Volumen 38, página 49. Amparo directo 7574/68. José Gallardo Hernández. 14 de
febrero de 1972. Mayoría de tres votos. Disidente: Ernesto Aguilar Alvarez. La
publicación no menciona el nombre del ponente.

Nota: En el Volumen 38, página 49, la tesis aparece bajo en rubro "PENA,
REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL
ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA.".

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 38 Segunda Parte
Página: 49
PENA, REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE
PENAS DEL ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA. La Ley de Indulto,
Amnistía y Reducción de Penas del Estado de Durango de 1968, creada con el
propósito de estimular la regeneración de los delincuentes para que sean útiles a la
sociedad, impone su observancia al Supremo Tribunal de Justicia, a los Jueces de
Primera Instancia y Jueces Municipales, en sus respectivas jurisdicciones no
facultad opcional reservada al juzgador, sino por el contrario, como indeclinable
obligación de reducir su facultad jurisdiccional al dictar la sentencia definitiva, en
tanto que la expresada ley de indulto le señala al Juez concretamente los casos en
que procede reducir la pena al reo, con la limitación de no beneficiar a aquellos
sentenciados que sean reincidentes o habituales que hayan sido procesados por
delitos, tales como homicidio calificado, lenocinio, violación, etcétera. En
consecuencia, si en aplicación de la citada ley la pena impuesta al quejoso se
reduce a menos de cinco años de prisión, la competencia en el amparo que se
promueva contra la sentencia que así lo establezca, corresponde a un Tribunal
Colegiado de Circuito. Debiendo hacerse hincapié en que en los casos de aplicación
de la ley de indulto no se trata de dos tipos de pena, a saber, la que ordinariamente
el juzgador dicta en el ejercicio de su función soberana y la otra, la derivada de la
ley de indulto, habida cuenta de que la primera de las penas citadas resulta ilusoria
por subsumirse dentro de la modificada por la ley de indulto en el acto jurisdiccional
de la sentencia.

Amparo directo 7574/68. José Gallardo Hernández. 14 de febrero de 1972. Mayoría


de tres votos. Disidente: Ernesto Aguilar Alvarez. La publicación no menciona el
nombre del ponente.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, L
Página: 35

INDULTO. DELINCUENTES PRIMARIOS, APLICACION DE LA LEY DE


INDULTOS DE DURANGO. Si las constancias procesales sólo acreditan que los
acusados estuvieron procesados con anterioridad por delitos de lesiones, sin que
aparezca probado que fueron sentenciados y menos el que tales sentencias hayan
causado ejecutoria, es evidente la inexistencia de prueba que excluye la posibilidad
de considerarlos como delincuentes primarios, pues el artículo 1o. de la Ley de
Indultos Amnistía y Reducción de Penas de 20 de diciembre de 1960, de Durango,
condiciona la aplicación de las disposiciones en ella sostenidas al hecho de que los
procesados no hayan delinquido con anterioridad.

Amparo directo 3178/61. Juan Francisco Soto Berumen y coagraviado. 31 de agosto


de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, XXX
Página: 61

INDULTO (LEGISLACION DE DURANGO). Si la acción penal se extingue por


causas limitativamente enumeradas por el legislador punitivo, como son: muerte del
acusado, amnistía, perdón o consentimiento del ofendido, prescripción (artículos 82
a 84 y 91 del Código Penal de la entidad) y por sentencia irrevocable (artículo 36
del Código de Procedimientos Penales) y el indulto en los delitos de orden común
se otorga a los reos por sentencia ejecutoria cuando han prestado trabajos
importantes al Estado (artículos 85 y 88 del Código Penal y 516 y siguientes del
procesal), consecuentemente no extingue la acción al haberse alcanzado su
objetivo, que es la pena, sino que por gracia el delincuente se libera de cumplirla.
De ahí que si la Ley de Indulto que se comenta, equivocando la dogmática de su
ejercicio, trazada en las normas técnicamente orientadas a aliviar la situación de los
reos cuando por error judicial (inocencia), vigencia de nuevas normas sustantivas
(retroactividad de las favorables) o desempeño de labores meritorias al Estado
(indulto por gracia), extiende el beneficio a los procesados apoyada en la sola
facultad del soberano, sin que a esta Suprema Corte le sea dable impugnarla por
favorecer a los acusados o sea por no vulneración de sus garantías individuales, sí
amerita que se puntualicen sus yerros, máxime que en el supuesto del artículo 6o.,
se invade la facultad decisoria reservada al juzgador (artículo 21 constitucional), por
conceder al Ministerio Público la potestad de emitir juicio con efectos extintivos no
de la pena, sino de la acción punitiva, creando de hecho un insólito "perdón
ministerial" irrevocable al no establecer que esta decisión la revise el superior
jerárquico.

Amparo directo 6964/57. Antonio Castañeda Pacheco. 10 de abril de 1958.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Luis Chico Goerne.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

INDULTO

I. (Del latín indultus, gracia por la cual el superior remite el todo o parte de una o la
conmuta.) El indulto es una medida de excepción, facultativa del supremo
representante del poder estatal, que debe contemplarse entre las reacciones
penales.
El indulto, la amnistía y la prescripción de la acción penal poseen una doble
naturaleza: son tanto causas de levantamiento de la pena como obstáculos
procesales. Tiene importancia el indulto para la rehabilitación del condenado, ya
que a través del perdón total o parcial y de la suspensión de la pena, puede
ayudarse a la reinserción del condenado en la sociedad, favoreciendo el
restablecimiento de su prestigio social.

Consiste en un acto del ejecutivo, por el que en un caso concreto se perdonan,


atenúan o suspenden condicionalmente las consecuencias jurídicas de una
condena penal ejecutoria. Los procesos penales aún pendientes de resolución no
pueden ser objeto del indulto.

II. El indulto es una manifestación del derecho de gracia, que como reminiscencia
histórica de los tiempos de la monarquía absoluta, aún subsiste en los actuales
estados de derecho.
En su origen se considero este derecho como elemento integrante de un poder
total superior a los tres poderes parciales. Actualmente se le considera como un
atributo de la soberanía de la justicia y se le entiende, en sentido amplio, como parte
de un poder punitivo estatal que abarca tanto el derecho como la gracia.

La finalidad para la que se utiliza el indulto puede ser distinta: el Estado puede
querer compensar con un acto de equidad el excesivo rigor jurídico, especialmente
cuando se ha producido un cambio posterior de las circunstancias generales o
personales. Puede intentar corregir por este medio defectos legislativos, sentencias
judiciales que quedaron obsoletas por una ulterior modificación de la ley, o errores,
judiciales. Sirve también para mantener la aplicación de la pena de prisión perpetua
dentro de límites razonables, compatibles con el principio de humanidad. Puede
emplearse, asimismo, para conseguir algún efecto de política-criminal. De hecho en
la práctica se utiliza por simples razones coyunturales de política general.

Pese a que la medida del indulto puede entenderse como arbitraria y contradictoria
a elementales principios del derecho penal, parece difícil que pueda desaparecer,
ya que como el derecho penal refleja una determinada concepción política, es
razonable que se modifiquen o anulen sus consecuencias cuando se cambian las
circunstancias sociales que condicionaron su aplicación.

III. El indulto en el derecho penal mexicano. 1) Naturaleza. a) La doctrina se


pronuncia por sostener una teoría mixta, que admite para este instrumento no sólo
importancia material, sino también procesal. Desde el punto de vista sustantivo se
apunta a la anulación del deber penal, al considerar los efectos que el acto tiene
para las autoridades encargada de la ejecución penal. Existe además una teoría
puramente procesal del indulto.

b) El indulto está previsto en el derecho penal mexicano como causa de extinción


de la responsabilidad penal («cfr.» c. IV, «tít.» V, libro primero del «CP»), debiendo
interpretárselo como de efectos respecto de la pena y no de la acción penal.
Según su alcance puede ser total o parcial. En el primer caso queda sin efecto la
ejecución de toda la pena no cumplida por el condenado, en el segundo se remite
sólo una parte de la misma.
2) Límites. El sistema vigente condicional la concesión de indulto en los siguientes
términos. a) Se exige en primer lugar que la sanción haya sido impuesta en
sentencia irrevocable («a.» 94 del «CP»), debiendo entenderse que no quede a
disposición del particular ningún recurso ordinario sin agotar.

b) En cuanto a las especies de penas, no procede el indulto respecto de la


inhabilitación para ejercer una profesión, derechos civiles o políticos, o desempeño
de cargos o empleos, a cuyo respecto resultan procedentes la amnistía o la
rehabilitación («a.» 95 del «CP»).
3) Clases. De acuerdo a lo previsto en el «CP», el indulto puede ser por gracia o
necesario.
A) El denominado indulto ''por gracia'' está contemplado en el «a.» 97 como
facultativo y comprende los siguientes casos a) Cuando el reo haya prestado
importantes servicios a la Nación, tratándose de delitos del orden común.

b) En los delitos políticos, el código deja a la prudencia y discreción del ejecutivo,


el otorgar indultos.
B) El indulto necesario procede, cualquiera sea la sanción impuesta, cuando
aparezca a que el condenado es inocente («cfr.» «a.» 96 del «CP»).
Este precepto permite concluir que lo que legitima la ejecución de penas no es la
cosa juzgada, sino la subsistencia de responsabilidad penal del condenado. El
surgimiento de prueba de inocencia con posterioridad a la sentencia obliga al Estado
a dictar el indulto, dejando sin efecto la decisión judicial.

4) Efectos, En todos los casos el indulto extingue la responsabilidad penal, con


excepción de la obligación de reparar el daño causado («cfr.» «a.» 98 del «CP»).
Sin embargo, también cesará la misma, en los casos de indulto necesario.
5) Órgano competente. La facultad de otorgar indultos a los reos sentenciados por
tribunales federales o del Distrito Federal corresponde al presidente de la República
(«cfr.» «a.» 89, «fr.» XIV de la C).
Pese a ello, cuando el indulto es necesario por haber quedado en evidencia un
error judicial, debe ser considerado un acto jurisdiccional, pues al ser ordenado por
el poder judicial debe ser concedido obligatoriamente por el ejecutivo.

INDULTO NECESARIO

I. Es el nombre con el cual se designaba en la legislación mexicana al recurso de


revisión contra las sentencias penales firmes y con autoridad de cosa juzgada,
cuando con posterioridad se descubren o producen determinados hechos o
elementos de convicción que hacen necesario un nuevo examen del proceso en el
cual se dictó el fallo respectivo.

II. La doctrina mexicana había señalado que dicha denominación era incorrecta,
puesto que el indulto constituye una concesión otorgada por el organismo ejecutivo,
y la institución que examinamos implica el nuevo examen judicial de un proceso ya
concluido. El legislador tomó en cuenta estos argumentos y en las reformas
promulgadas en diciembre de 1983 y 1984, al «CP» y al «CFPP» respectivamente,
se sustituyó dicha expresión incorrecta por la más adecuada de reconocimiento de
la inocencia del sentenciado, si bien los «CPP» y «CJM» conservan la terminología
anterior.

En efecto, el texto actual del «a.» 96 del «CP» dispone que cuando aparezca que
el sentenciado es inocente, se procederá al reconocimiento de su inocencia, en los
términos previstos por el «CPP» aplicable y de acuerdo a lo dispuesto por el «a.»
49 del propio código, que se refiere a la publicación de la sentencia a título de
reparación y a petición del interesado, cuando éste fuere absuelto.

III. Por lo que se refiere a los motivos por los cuales se puede solicitar el citado
reconocimiento de la inocencia del sentenciado, son muy semejantes los señalados
por los «CPP» y «CFPP», ya que coinciden en los tres siguientes: a) cuando la
sentencia se funde en documentos o declaraciones de testigos que después de
dictada, fueren declarados falsos en juicio; b) cuando después de la sentencia
aparecieron documentos que invalidan aquélla o los presentados al jurado, y que
sirvieron de base a la acusación o al veredicto; c) cuando sea condenada una
persona por el homicidio de otra que hubiese desaparecido, y se presentare ésta o
alguna prueba irrefutable de que vive, y cuando el reo hubiese sido juzgado por los
mismos hechos a que la sentencia se refiere, en otro juicio en que también hubiese
recaído sentencia irrevocable («aa.» 614 del «CPP» y 560 del «CFPP»), en la
inteligencia de que el código federal agrega, que en el ultimo supuesto mencionado
será nula la segunda sentencia.

El propio código federal consigna otras dos causas diferentes: a) que dos reos
hubiesen sido condenados por el mismo delito y se demuestre la imposibilidad de
que los dos lo hubiesen cometido, y b) que se presente el supuesto de la
retroactividad de la ley favorable en los términos del «a.» 57 del «CP».
En forma diversa, el «CJM» establece motivos distintos por los cuales puede
pedirse el indulto necesario y sólo uno de ellos, el último tiene similitud con una de
las causas del «CFPP»; en efecto, el «a.» 874 del citado ordenamiento castrense
dispone que el indulto procede cuando se alegue: a) que no existió el hecho material
que sirvió de base para la condena; b) que aun existiendo ese hecho y éste hubiera
sido ejecutado por la persona declarada culpable de él, no debió ser legalmente
castigada, y c) que dos o más personas hubiesen sido condenadas por el mismo
delito y sea imposible que todas ellas lo hubiesen cometido.

IV. La tramitación es semejante en los tres ordenamientos mencionados, en virtud


de que, la petición se presenta por escrito ante el Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, la «SCJ» o el Supremo Tribunal Militar, según el caso y en dicha
instancia el condenado debe aportar sus elementos de convicción o bien ofrecer su
presentación oportuna. El órgano revisor respectivo ordena la remisión de los autos
y señala un breve plazo para una audiencia de pruebas y alegatos («aa.» 615 y 616
«CPP», 562 y 563 del «CFPP» y 875 y 876 del «CJM»).

De acuerdo con lo establecido por el «CPP» y el «CFPP» («aa.» 615 y 561,


respectivamente), sólo es admisible la prueba documental, salvo en el caso de
homicidio en el cual se pretenda demostrar la existencia de la presunta víctima, en
el que pueden presentarse otros elementos de convicción, con la facultad para el
órgano revisor para otorgar un plazo prudente para la misma presentación y
realización de dichos medios de prueba («aa.» 616 y 563), pero en materia
castrense deben desahogarse precisamente en la audiencia («a.» 876 «CJM»).

En la propia audiencia debe escucharse al solicitante, a su defensor, y en el


supuesto de no tenerlo se le designa uno de oficio, y al MP en su calidad de órgano
acusador. De acuerdo con el código federal se pide al MP un dictamen previo a la
audiencia («a.» 564).
Con los elementos presentados en la vista, el tribunal respectivo debe declarar
fundada o infundada la petición dentro de un plazo también breve (diez días en el
caso de los «CPP» y «CFPP» y cinco en materia castrense). Si se considera que
es fundada dicha solicitud, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y la
«SCJ» deben comunicar el resultado al ejecutivo federal, y el Supremo Tribunal
Militar a la Secretaría de la Defensa Nacional, para que dichas autoridades otorguen
el indulto de manera inmediata, por lo que en realidad se notifica la resolución
judicial para su cumplimiento («aa.» 618 «CPP», 567 «CFPP» y 878 «CJM»). El
código federal agrega que todas las decisiones en que se conceda el indulto se
publicarán en el «DO» y se comunicarán al tribunal que hubiere dictado la sentencia
anterior para que se haga la anotación correspondiente en el proceso («a.» 568).

Si los órganos de revisión consideran que es infundada la petición, ordenarán el


archivo de las diligencias respectivas.

UNIDAD 4 TEMA 2.

LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD.

OBJETIVOS.

1.- Concepto de medidas de seguridad.


2.- Distinción entre medidas de seguridad y penas.
3.- Especies de medidas de seguridad.

DESARROLLO.

1.- Concepto de Medidas de seguridad.

Es la prevención legal encaminada a impedir la comisión de nuevos delitos por


quienes ya han sido autores de alguno o para la prevención de los que puedan
cometer, quienes sin haber cometido ninguno hasta el momento por sus
circunstancias personales es de temer que los realicen.

Hay confusión de los tratadistas entre lo que es una pena y una medida de
seguridad, pues ambas penas se les designa comúnmente como sanciones y la
mayoría de los Códigos de la República y del Distrito Federal, emplean dichos
vocablos como sinónimos.

En el Estado de México, actualmente en su artículo 22 inciso B, nos especifica las


medidas de seguridad y las penas.

Las medidas de seguridad según el concepto van encaminadas a impedir la


comisión de un nuevo delito, o bien el de prevenir que la persona que no ha
delinquido cometa un delito.

Mientras las penas llevan consigo la idea de padecer el castigo correspondiente al


delito cometido (expiación), como lo refería Platón cuando fundamentaba el castigo
que imponía el Estado a la persona que cometía el delito.

Las penas se fundan en la culpabilidad, pues las penas solo corresponde aplicarlas
postdelictum y por determinación de los tribunales.

cMientras las medidas de seguridad se funda en la peligrosidad y se aplican


exdelictum, correspondiendo su aplicación a la autoridad administrativa.

Por lo que las penas de prisión y las multas, así como las medidas de seguridad y
los demás medios de que se vale el Estado para sancionar la conducta desplegada
por el sujeto activo del delito.

3.- Especies de medidas de seguridad.

En el Distrito Federal en el artículo 24 del Código Penal, refiere un catalogo de penas


y medidas de seguridad sin clasificarlas tal y como se detallan en sus 18 numerales.

Al respecto se consideran medidas de seguridad las contenidas en los numerales


3 y 17, que contemplan el internamiento o tratamiento en libertad de inimputables y
de quienes tengan el habito o la necesidad de consumir estupefacientes o
psicotrópicos.
Así como las medidas tutelares para menores.

Tienen el carácter de mixto de penas y medidas de seguridad los numerales 4,


5, 8, 9, 10, 11, 15 y 16 referente el confinamiento, a la Prohibición de ir a un lugar
determinado, al decomiso de instrumentos, objetos y productos del delito, a la
amonestación, al apercibimiento, a la caución de no ofender, a la vigilancia de
autoridad, a la suspensión o disolución de sociedades.

Por consiguiente se consideran como penas a las que se encuentran en los


apartados 1, 6, 12, 13 y 14, referentes a la prisión, a la sanción pecuniaria, a la
suspensión o privación de derechos, a la inhabilitación, destitución o suspensión de
funciones o empleos y a la publicación especial de la sentencia.
Por otra parte el Código Penal para el Estado de México, en su inciso B) del Artículo
22, menciona como medidas de seguridad, a las siguientes:

B. Medidas de seguridad:

I. Confinamiento;

II. Prohibición de ir a lugar determinado;

III. Vigilancia de la autoridad;

IV. Tratamiento de inimputables;

V. Amonestación; y

VI. Caución de no ofender.

El confinamiento consiste en la obligación de residir en determinado lugar y no


salir de él.

El órgano jurisdiccional hará la designación del lugar y fijará el término de su


duración que no excederá de cinco años, conciliando las necesidades de la
tranquilidad pública y la del sentenciado.

La prohibición de ir a lugar determinado se extenderá únicamente a aquellos


lugares en los que el sentenciado haya cometido el delito y residiere el ofendido o
sus familiares. Será impuesta por el órgano jurisdiccional quien fijará en su
sentencia el término de la duración, que no excederá de cinco años, salvo
determinación de la ley.

La vigilancia de la autoridad tendrá un doble carácter:

I. La que se impone por disposición expresa de la ley; y

II. La que se podrá imponer, discrecionalmente, a los responsables de delitos de


robo, lesiones y homicidios dolosos, y a los reincidentes o habituales.
En el primer caso, la duración de la vigilancia será señalada en la sentencia.

En el segundo, la vigilancia comenzará a partir del momento en que el sentenciado


extinga la pena de prisión y no podrá exceder de un lapso de cinco años.

Cuando exista alguna de las causas de inimputabilidad a que se refiere el artículo


16, el inculpado, previa determinación pericial según sea el caso, será declarado en
estado de interdicción para efectos penales e internado en hospitales psiquiátricos
o establecimientos especiales por el término necesario para su tratamiento bajo la
vigilancia de la autoridad.
Si el órgano jurisdiccional lo estima prudente, los trastornados mentales o
sordomudos no peligrosos, serán confiados al cuidado de las personas que deban
hacerse cargo de ellos para que ejerciten la vigilancia y tratamiento necesario,
previo el otorgamiento de las garantías que el juez estime adecuadas.

La medida de tratamiento no podrá exceder en su duración del máximo de la


punibilidad privativa de la libertad que se aplicaría por ese mismo delito, a los sujetos
imputables. Si concluido ese tiempo, la autoridad ejecutora considera que el
internado continúa necesitando tratamiento o no tiene familiares o éstos se niegan
a recibirlo, será puesto a disposición de las autoridades de salud para que procedan
conforme a las leyes correspondientes.

La amonestación consiste en la advertencia que el órgano jurisdiccional hace al


inculpado, explicándole las consecuencias del delito que cometió, excitándole a la
enmienda y previniéndole de las penas que se imponen a los reincidentes. La
amonestación se hará en privado o públicamente a juicio del juez, y se impondrá en
toda sentencia condenatoria.

La caución de no ofender consiste en la garantía que el órgano jurisdiccional


puede exigir al sentenciado para que no repita el daño causado al ofendido. Si se
realiza el nuevo daño, la garantía se hará efectiva en forma equitativa a la
procuración y administración de justicia en la sentencia que se dicte por el nuevo
delito.

Si desde que causa ejecutoria la sentencia que impuso la caución transcurre un


lapso de tres años sin que el sentenciado haya repetido el daño, el órgano
jurisdiccional ordenará de oficio, o a solicitud de parte, la cancelación de la garantía.

Si el sentenciado no puede otorgar la garantía, ésta será substituida por vigilancia


de la autoridad durante un lapso que no excederá de tres años.

UNIDAD 4 TEMA 3.

LA EXTINSIÓN PENAL.

OBJETIVOS.

1.- Concepto de acción penal.


2.- Medios extintivos de la pena.

DESARROLLO.

1.- Concepto de acción penal.

Se entiende por acción penal a la actividad que realiza el Estado por intermedio del
Ministerio Público, para poner en conocimiento de los órganos jurisdiccionales
casos concretos, a fin que estos apliquen la ley punitiva, que previamente se
público, al respecto la Constitución General de la República Mexicana, en su artículo
21,nos refiere que dicho organismo es el titular de la acción penal, en la
Constitución Política del Estado Libre y Soberano de México, en su artículo 81,
menciona también al Ministerio Público, a quien le corresponde la investigación y
persecución de los delitos y el ejercicio de la acción penal, así como el Código de
Procedimientos Penales para el Estado de México en su artículo 157 en sus seis
fracciones, nos establece las facultades que tiene la institución del Ministerio Público
y en sus artículos posteriores (158 a 162), nos refiere cuando no se ejercita acción
penal, cuando puede desistirse de la acción penal y el derecho que tiene todo
ofendido o victima.

2.- Los Medios extintivos de la pena.

De acuerdo a la doctrina los medios extintivos son:

a).- Cumplimiento de pena;


b).- Muerte del delincuente;
c).- Amnistía.
d).- Indulto.
e).- Perdón del Ofendido;
f).,- Rehabilitación, y
g).- Prescripción.

Por cuanto hace al cumplimiento de pena el Código Penal para el Estado de México
dispone lo siguiente:

Artículo 84.- Las penas y medidas de seguridad se extinguen con todos sus
efectos, en el momento en que se agota su cumplimiento o por las que hayan sido
sustituidas o conmutadas. Asimismo, la que se hubiese suspendido se extinguirá
por el cumplimiento de los requisitos establecidos al otorgarla, en los términos y
dentro de los plazos legalmente aplicables.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Quinta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XCVII
Página: 1904

OBJETO DEL DELITO, DEVOLUCION DEL. El hecho de que la autoridad


responsable, en la resolución de sobreseimiento del proceso, no haya acordado que
se devolviera el objeto del delito, a quien en el proceso apareció como simple
detentador de la cosa y no como propietario, en modo alguno puede significar
violación, en perjuicio de esa persona, de las garantías que consagran los artículos
14 y 16 constitucionales, porque independientemente de que el sobreseimiento
aludido no le impida, en manera alguna, ocurrir ante el Juez de los autos a fin de
que se le reconozca algún derecho sobre el objeto, si es que lo tiene, tampoco existe
razón para que el Juez, al dictar el sobreseimiento del proceso, acordara medidas
tendientes a restituir las cosas al estado que guardaban en el momento en que se
hizo la denuncia del delito que motivó su incoación, en primer lugar, porque sólo
tenía la autoridad responsable que acordar lo pedido por el Ministerio Público, y éste
se refirió sólo a la prescripción de la acción penal, y en segundo, el sobreseimiento
resuelve que no debe seguir adelante el proceso penal, pero no tiene efectos
restitutorios, más que en lo concerniente a la privación de libertad, de modo que las
cosas retenidas como objeto del delito deben ser entregadas a quien acredite tener
derecho sobre ellas, no debiendo perderse de vista que si el ejercicio de la acción
penal y el aseguramiento se debieron a queja de una persona, por alegar ésta
derechos sobre el mueble, no puede informarse que sea bastante el sobreseimiento
por prescripción de la acción penal, para que el quejoso tenga derecho a que se le
devuelva el objeto oficiosamente, teniendo expeditos sus derechos para hacerlos
valer ante el Juez responsable.

Amparo penal en revisión 6767/46. Ortiz Bolan Felipe y coagraviados. 3 de


septiembre de 1948. Unanimidad de cinco votos. La publicación no menciona el
nombre del ponente.

Quinta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XCV
Página: 868

FIANZA PARA LA SUSPENSION EN MATERIA PENAL, MONTO DE LA.


La circunstancia de que el Juez de Distrito haya señalado determinada garantía al
conceder la suspensión provisional, no lo obliga, en manera alguna, a fijar la misma
garantía al otorgar la suspensión definitiva, sino que puede, con mejor conocimiento
del asunto, fijar la fianza que estime conveniente, como medida de aseguramiento,
teniendo en cuenta la gravedad del delito que se impute al quejoso y las demás
circunstancias inherentes a su persona.

Amparo penal. Revisión del incidente de suspensión 8337/47. Viveros Infanzón


Franco. 31 de enero de 1948. Unanimidad de cinco votos. La publicación no
menciona el nombre del ponente.

Quinta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XCIV
Página: 678

LIBERTAD PERSONAL, SUSPENSION TRATANDOSE DE RESTRICCION DE


LA (LIBERTAD CAUCIONAL Y MEDIDAS DE ASEGURAMIENTO). La suspensión
procede respecto de todo acto restrictivo de la libertad personal, cualesquiera que
sea la naturaleza y gravedad del delito que se imputa al quejoso, y para el efecto de
que éste quede a disposición del Juez de Distrito, en cuanto a su libertad, y a
disposición del Juez de causa, para la continuación del procedimiento criminal que
se le instruye, pudiendo el Juez de Distrito dictar las medidas de aseguramiento que
estime necesarias, según las circunstancias del caso, o conceder la libertad
caucional si procediere, pero no deben confundirse las medidas de aseguramiento
con las medidas de seguridad que toma también el Juez de Distrito, cuando concede
una suspensión respecto de un acto restrictivo de la libertad personal, pues éstas
no tienen por objeto como las otras, facilitar la devolución del acusado, a la autoridad
responsable, sino impedir que ésta consume atentados, vejaciones o maltratos que
afecten la dignidad o la integridad física de la persona del quejoso, para el caso de
que no sea posible concederle la libertad caucional. Así, pues, es necesario
establecer en forma sistemática; cuándo debe el Juez de Distrito conceder la
libertad caucional dentro de la suspensión, y cuando debe dictar medidas de
aseguramiento. Si la restricción de la libertad consiste en la detención del quejoso,
efectuada por autoridades administrativas o por la policía judicial, por considerarlo
responsable de algún delito, el párrafo segundo del artículo 136 de la Ley de Amparo
ordena que la suspensión se concederá si procediere, sin perjuicio de que se haga
la consignación que corresponda. En este caso, si ya tiene el carácter de acusado,
la libertad caucional puede decretarla el Juez de Distrito, conforme a las leyes
locales o federales aplicables al caso, dentro del espíritu que informa el artículo 20
constitucional, porque desde el momento en que fue detenido como presunto
responsable de un delito, goza de las garantías que señala la fracción I de ese
precepto, sin que pueda argüirse en contrario, que sólo el Juez del proceso tiene la
facultad de conceder la libertad caucional; en primer lugar, porque no solamente
este juicio puede considerarse del orden criminal, sino también el de garantías,
donde se discute y analiza constitucionalmente por el Juez Federal, la interpretación
y aplicación de la ley penal, porque siendo el efecto de la suspensión, que el
acusado quede a disposición de este Juez como acusado sigue gozando de esa
garantía, y no sólo el Juez del proceso, sino el de Distrito están obligados a
mantenerlo en el ejercicio de ella, tal como lo dispone el párrafo penúltimo del citado
artículo 136, en el cual textualmente dice: "En los casos de detención, por
mandamiento de autoridad judicial del orden penal, o de auto de prisión preventiva,
el quejoso podrá ser puesto en libertad bajo caución, conforme a las leyes federales
o locales aplicables al caso."; y el párrafo siguiente dice: "La libertad bajo caución
podrá ser revocada cuando aparezcan datos bastantes que hagan presumir,
fundadamente, que el quejoso trata de burlar la acción de la justicia.". En cambio,
las medidas de aseguramiento claramente se diferencian de la libertad caucional,
cuando el quejoso ha sido detenido arbitrariamente por autoridades administrativas,
pues en este caso la suspensión opera en términos generales, es decir, queda que
el quejoso a disposición del Juez de Distrito, quien lo pondrá desde luego en libertad
provisional, mediante las medidas de aseguramiento que estime necesarias, a
efecto de que pueda devolverlo a la autoridad responsable, si no se le concede el
amparo, pero no solamente en este caso pueden dictarse medidas de
aseguramiento, sino también en aquellos en que el quejoso pide la suspensión
contra una orden de detención o contra el auto de formal prisión que todavía no se
ha ejecutado. En otros términos, cuando todavía no ha sido privado el quejoso de
su libertad y la suspensión la pide con el objeto de que no sea restringida la misma,
el Juez de Distrito puede conceder la suspensión para que el quejoso quede a
disposición, y en tal caso, dictará las medidas de aseguramiento que crea
convenientes a fin de que el quejoso pueda ser devuelto a la autoridad responsable,
si no obtiene el amparo de la Justicia Federal, pero esas medidas de aseguramiento
no constituyen una libertad caucional, porque el agraviado todavía no ha sido
privado de su libertad, sino que la suspensión lo mantiene libre y en condiciones de
que fácilmente pueda ser aprehendido y entregado a la autoridad responsable,
haciendo uso de esas medidas de aseguramiento, las cuales pueden consistir en la
fijación de una garantía que no debe ajustarse a lo que dispone sobre la libertad
caucional el artículo 20 de nuestra Constitución, sino que el Juez a su arbitrio, y
tomando en cuenta las circunstancias personales del agraviado y la mayor o menor
gravedad del hecho delictuoso que se le imputa, la fijará discrecionalmente, o
simplemente, esas medidas de aseguramiento pueden consistir en que le imponga
al quejoso la obligación de comparecer las veces que estime necesario, bien sea al
Juzgado de Distrito o ante el Juez de proceso, respecto de éste, para la práctica de
diligencias judiciales, o vigilarlo por medio de la policía, o cualquiera otra medida de
aseguramiento que se juzgue necesaria.

Amparo penal. Revisión del incidente de suspensión 6219/47. Hernández Galarza


Albino. 25 de octubre de 1947. Mayoría de tres votos. Ausente: Carlos L. Angeles.
Disidente: José Rebolledo. La publicación no menciona el nombre del ponente.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXVII
Página: 11

CONDENA CONDICIONAL, CARACTER DE DELINCUENTE PRIMARIO PARA


LOS EFECTOS DE LA. Aun cuando haya transcurrido un lapso igual o superior al
plazo de la prescripción de la pena, el carácter de delincuente no se extingue por el
simple transcurso del tiempo, o en otras palabras, una vez perdida la calidad de
delincuente primario, no puede legalmente recuperarse por el transcurso del tiempo
e invocarse el beneficio de la condena condicional en un nuevo proceso.

Amparo directo 2360/63. Herón Márquez Aguilar. 21 de noviembre de 1963.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.
Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXVII
Página: 27

PENA, INDIVIDUALIZACION DE LA. La cuantificación de la pena corresponde en


forma privativa al Juez natural, quien por el contacto que tiene con el acusado y con
el medio en que se cometió el delito, está en aptitud de fijar la adecuada; si en el
fallo reclamado se observa que se hizo referencia pormenorizada a situaciones
procesalmente acreditadas, tanto en lo relativo al delito como el delincuente y la
sanción impuesta está dentro de los límites legales, no puede considerarse que se
hayan violando las normas que deben informar el arbitrio judicial.

Amparo directo 6340/63. José Angel Hernández Gómez. 7 de noviembre de 1963.


Cinco votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXVII
Página: 31

REINCIDENCIA, LA LEY NO DISTINGUE ENTRE LOS DELITOS


INTENCIONALES O POR IMPRUDENCIA (LEGISLACION DEL ESTADO DE
CHIHUAHUA). Tratándose de la reincidencia, la ley no distingue en cuanto a que
los delitos perpetrados por el acusado sean intencionales o por imprudencia, sino
que lo esencial es que al cometer el nuevo delito, ya hubiera sido condenado por
sentencia ejecutoria con anterioridad, por cualquier tribunal de la República o del
extranjero, si no ha transcurrido, desde el cumplimiento de la condena o desde el
indulto de la misma, un término igual al de la prescripción de la medida definitiva,
salvo las excepciones fijadas por la ley (artículo 66 del Código de Defensa Social);
de tal manera que el hecho de que el acusado hubiera delinquido con anterioridad
por otros delitos en los que se le impuso una pena diversa que causó ejecutoria al
tercer día hábil de su publicación, y hasta venía disfrutando del beneficio de la
condena condicional, dichas circunstancias fundan la reincidencia del acusado de
acuerdo con lo dispuesto por el precitado artículo 66 del Código de Defensa Social
del Estado de Chihuahua.

Amparo directo 8271/62. Librado Zubia Gerrales. 21 de noviembre de 1963.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Agustín Mercado Alarcón.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXVI
Página: 23

HOMICIDIO EN RIÑA, PENA APLICABLE AL. El artículo 308 del Código Penal
Federal, establece que el hecho de que el reo sea provocado en un homicidio en
riña, es una circunstancia que debe tomarse en cuenta para individualizar la pena;
mas no ordena que necesariamente se deba imponer el mínimo, pues con ello se
aniquilaría el arbitrio judicial.

Amparo directo 333/63. Francisco Solís Jaimes. 17 de octubre de 1963. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, LXXVI
Página: 33

PENA, INDIVIDUALIZACION DE LA. SEGUNDA INSTANCIA. Aun cuando en un


fallo de segunda instancia no consten todas y cada una de las prevenciones que
señalan los artículos 51 y 52 del Código Penal vigente en el Distrito y Territorios
Federales, basta que se haga relación al fallo de primer grado, para que si en éste
se individualizó la pena, se deseche el concepto de violación alegado al respecto.

Amparo directo 7297/60. Filemón Romero Ramos. 2 de octubre de 1963.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN

EXTINCIÓN PENAL

I. Del latín extinctio-onis, que es acción y efecto de extinguir o extinguirse, derivado


de extinguere, que significa cese el fuego o la luz o hacer que cese o se acabe del
todo una cosa o que desaparezca gradualmente algo, como un sentido, un efecto,
una vida, etc.
La última de las acepciones es la que debe usarse en el derecho en virtud de que
los aspectos determinantes de la extinción son los que hacen inaplicable la ley,
afectando la acción o la potestad de castigar del Estado.

II. La extinción penal, que es operante en torno a la acción y a la pena, obliga a


hacer referencia a los extremos fundamentales que deben tomarse en cuenta para
la mejor comprensión de las hipótesis que derivan de esta figura.
Así pues, partimos de la base de que la pretensión punitiva (extremo de gran
relevancia dentro de este vocablo), se ha entendido como el derecho subjetivo del
Estado a castigar, que se actualiza a partir del momento en el que un sujeto
delinque, lo que a su vez da origen a la relación jurídica material, que se manifiesta
con el derecho del Estado a imponer las sanciones al infractor de la ley penal y el
derecho propio imputado a que se juzgue y, como consecuencia de ello, se le
imponga sanción o se decrete absolución a su favor.

En el mismo ámbito de la pretensión punitiva, es dable la relación jurídico procesal,


que se integra por el procesado, el Ministerio Público y el juez, auxiliados éstos por
los sujetos accesorios como son el coadyuvante del Ministerio Público en su
carácter de ofendido, el tercero obligado a la reparación del daño y el defensor.
Colocados en el extremo señalado, afírmase de acuerdo con el pensamiento de
Giovanni Leone, que la acción penal se presenta como la actividad de un órgano
del Estado encaminado a obtener una decisión del juez penal en relación a un hecho
que constituye delito y que se supone cometido por alguien, o bien, al decir de
Florian, que es el poder jurídico de excitar y promover la decisión del órgano
jurisdiccional sobre una determinada relación de derecho penal. Se entiende por
pena el castigo que legalmente impone el Estado al infractor de la ley penal, o desde
el punto de vista sociológico y acorde con el pensamiento de Constancio Beraldo
de Quirós, es la reacción social jurídicamente organizada en contra del delito.

III. En el ámbito penal, la extinción ha venido a significar que en ciertos casos el


Estado se desarma de su ejercicio de ejecución, al renunciar a la persecución del
delito, o al anular y cancelar la pena impuesta.
A nivel enunciativo podemos indicar que las hipótesis de extinción penal son las
siguientes:
a) Cumplimiento de la condena impuesta. Que con toda claridad extingue la pena
al quedar satisfecha, por lo que es innecesario dar una explicación adicional.
b) Sentencia absolutoria firme. Que deriva de la garantía constitucional prevista en
el «a.» 23 de la C, que impide se juzgue a un mismo sujeto dos veces por el mismo
acontecer delictivo extinguiendo con claridad la acción penal.

c) El sobreseimiento. Que pone fin al ejercicio de la acción en virtud de que sus


efectos son los mismos que los de una sentencia absolutoria, que una vez
ejecutoriada posee la firmeza de ''cosa juzgada''. El «CFPP», señala como casos
de sobreseimiento los siguientes: I. Cuando el Procurador General de la República
confirme o formule conclusiones no acusatorias; II. Cuando el propio Ministerio
Público promueva el sobreseimiento y la libertad absoluta del inculpado, si durante
el proceso aparece que la conducta o hechos motivo del mismo no son constitutivos
de delito; que el inculpado no tuvo participación en el delito que se persigue; que la
pretensión punitiva esté legalmente extinguida o exista a favor del presunto
responsable una causa excluyente de responsabilidad; III. Cuando aparezca que la
responsabilidad penal se encuentra extinguida (esto, independientemente de la
solicitud que hiciere el Ministerio Público según se indicó en líneas anteriores); IV.
Cuando no se hubiere dictado auto de formal prisión o de sujeción a proceso y
aparezca que el hecho que motiva la averiguación no es delictuoso o, cuando
estando agotada ésta, se compruebe que no existió el hecho delictuoso que la
motivó; V. Cuando, habiéndose decretado la libertad por desvanecimiento de datos,
esté agotada la averiguación y no existan elementos posteriores para dictar nueva
orden de aprehensión; y VI. Cuando esté plenamente comprobado que en favor del
inculpado existe alguna causa eximente de responsabilidad.

d) El matrimonio del estuprador y raptor con la ofendida («aa.» 263 y 270 del
«CP»). Es entendible, porque supónese que el mismo matrimonio implica, en tales
casos, un perdón tácito.
e) La muerte del imputado. Que es regulada por el «a.» 91 del «CP» y que extingue
la acción y la pena impuesta y el decomiso de los instrumentos con que se cometió
el ilícito.
f) La amnistía. Que se ubica en la «fr.» XXII del «a.» 73 constitucional dentro de
las facultades del Congreso de la Unión y en el «a.» 92 del «CP». Esta figura viene
del prefijo a que significa privación, negación, falta de o sin, y de la palabra mnesis,
que es el recuerdo: olvido, perdón o desconocimiento de un delito determinado. Se
ha dicho que es sinónimo de ''amnesia'' que es la pérdida completa de la memoria
o de los recuerdos.

Según nuestra legislación, extingue la acción y las sanciones impuestas, salvo la


reparación del daño en los términos de la ley que se dictare concediéndola, y si no
se expresaren, se entenderá que la acción penal y las sanciones se extinguen con
todos sus efectos y con respecto a todos los responsables del delito.
g) El perdón del ofendido. Que es previsto por el «a.» 93 del «CP» y que procede
para los delitos que se persiguen por querella de parte y que extinguen por regla
general la pretensión punitiva.

h) El indulto. Que es regulado por la «fr.» XIV del «a.» 89 constitucional y por los
numerales 94 a 98 del «CP»; en la inteligencia de que sólo podrá concederse a
virtud de sanción impuesta por sentencia condenatoria irrevocable. Dice Maurach,
que es un acto del poder estatal que crea un impedimento para la punición del autor.
Es la remisión o atenuación de una pena ya pronunciada en contra de un culpable
individualmente determinado. Es un acto de perdón que aplica gracia en lugar de
derecho, perdona la culpabilidad del hecho, más no la peligrosidad como
expectativa de futuro.

i) Reconocimiento de inocencia. Está regulado por el «a.» 96 del «CP», cuando


aparece que el sentenciado por condena irrevocable es inocente, debiéndose hacer
la publicación a título de reparación, de conformidad con el «a.» 49 del mismo
ordenamiento legal. Esta hipótesis durante muchos año recibió la indebida
denominación de indulto necesario.
j) La rehabilitación. Que se contiene en el precepto 99 del «CP». Es poner a una
persona en la misma situación moral o legal en la que se encontraba y de la cual
había sido desposeída. Se manifiesta: 1) por el error en que se estuvo al imponer
censura o condena y 2) por la enmienda o corrección del inhabilitado, acreditada
con hechos bastantes o por el transcurso del tiempo sin reiterar las faltas o delitos.
En el caso del penado se presenta por el cumplimiento de la pena y la ejemplar
conducta posterior.
Es la reintegración legal del crédito y honra que por el delito, la condena y la
sanción penal se habían perdido y la recuperación de todos los derechos y
facultades cuyo ejercicio se había suspendido por causa de la infracción y la pena.
k) La prescripción. Que es contemplada en torno a la acción y a la pena a través
de los preceptos, 100 al 118 del «CP». La prescripción nos sitúa dentro de la pérdida
o adquisición de un derecho por el simple transcurso del tiempo.

Se estima justificada por consideraciones jurídico materiales y procesales. El


transcurso del tiempo no puede considerarse un hecho como no sucedido que
extingue la necesidad expiatoria limitada a un determinado ámbito temporal. Las
necesidades de prevención especial (enmienda), que serán dables cuando es
reciente la comisión del hecho, desaparecen o pierden su sentido al transcurrir el
tiempo. Quien es juzgado, afirma Maurach, por un acto distante y olvidado, no
sentirá la aplicación del nudum jus como intimidación sino como exasperación, de
ahí que la limitación temporal de la persiguibilidad estatal esté justificada, pues lo
distante del tiempo de ejecución del hecho dificulta la averiguación y aumenta el
error en las sentencias.

Es acertado -dice Maurach- el criterio puramente procesal mantenido por la


persecución penal corresponde sobreseer el proceso y, en la prescripción de la
ejecución de la pena, prohibir la ejecución.

QUEBRANTAMIENTO DE SANCIÓN

I. Es frecuente que los códigos penales modernos sujeten a pena el


quebrantamiento de sanción, esto es, el quebrantamiento de condena judicialmente
impuesta. El «CP» lo hace a propósito de los delitos contra la seguridad pública
(«aa.» 155-159), de un modo que no torna fácil la tarea de reconducir
coherentemente las diversas hipótesis de hecho a marcos conceptuales claros y
firmes.

II. Un ligero examen de la primera figura delictiva contemplada en este c. II, «tít.» IV
del libro II, deja ver ya algunas anomalías. Se previene, en efecto, en el «a.» 155,
que: ''Al reo que se fugue estando bajo alguna de las sanciones privativas de libertad
o en detención o prisión preventiva, no se le contará el tiempo que pase fuera del
lugar en que deba hacerla efectiva, ni se tendrá en cuenta la buena conducta que
haya tenido antes de la fuga''. Ni una ni otra consecuencia constituyen pena criminal,
de donde se sigue que esa acción de fugarse no es un delito. Ello guarda, por lo
demás, conformidad con lo dispuesto en el «a.» 154, de acuerdo con el cual, si por
sanción se entienden las penas y medidas de seguridad señaladas en el «a.» 24
del «CP». Agréguese a ello, como segunda anomalía, que quien se fuga hallándose
en detención o prisión preventiva no es reo y no podría propiamente cometer el
delito de quebrantamiento de sanción.

III. El «a.» 156 conforme una segunda hipótesis de hecho, relativa ''al extranjero
expulsado de la República que vuelva a ésta'', a quien se impone prisión, amén de
nueva expulsión. Ahora si se trata de un delito, pero no de un delito de
quebrantamiento de sanción. Y ello porque la expulsión de extranjeros no es una
pena criminal, sino una facultad discrecional del ejecutivo, conforme al «a.» 33 de
la C.

IV. El tercer tipo previsto en este c. II del «tít.» IV del libro II concierne ''al
sentenciado a confinamiento que salga del lugar que se le haya fijado para lugar de
su residencia antes de extinguirlo''. La pena es prisión por el tiempo, que falte para
extinguir el confinamiento. He aquí otra anomalía, hecha notar también por los
comentarios del «CP» de 1931. Esta consiste, nada menos, en que el precepto
resulta inaplicable, pues no hay previsión típica alguna en el código vigente
conminada con la pena de confinamiento, pese a hallarse ella indicada en el elenco
que figura en el «a.» 24 del propio «CP».

V. El «a.» 158 sanciona en sus dos «frs.» conductas consistentes, la primera en no


ministrar el reo sometido a la vigilancia de la policía los informes que se pidan sobre
su conducta, y la segunda en violar un reo la prohibición de ir a determinado lugar
o residir en él. Los comentaristas han dirigido también aguda critica a este articulo.
Se ha observado en efecto, respecto de la primera de las señaladas hipótesis de
hecho, que aunque la ''vigilancia de la policía'' se encuentre entre las penas y
medidas de seguridad del «a.» 24, no hay en el código precepto alguno que la regule
o indique su duración, lo que la torna inconstitucional. Parecida cosa se objeta a la
''prohibición de ir a lugar determinado'', que aunque impuesta en el «a.» 322 (para
las lesiones y el homicidio), no tiene en parte alguna señalada su duración, lo que
basta para tenerla también por contraria a la C.

VI. Tampoco desaparecen, por último, las dificultades en el último a. del c. el 159,
conforme al cual ''el reo suspenso en su profesión u oficio, o inhabilitado para
ejercerlos, que quebrante su condena, pagará una multa de veinte mil pesos. En
caso de reincidencia, se duplicará la multa y se aplicará prisión de uno a seis años''.
Las dificultades comienzan con que la ley dice ''inhabilitado para ejercerlos'' en lugar
de ''privado de ejercerlos'', para dejar incuestionablemente referido, el precepto sólo
a la pena de ''suspensión o privación de derechos'' del a. 24 núm. 12 y no también
a la pena de ''inhabilitación destitución o suspensión de funciones o empleos'' del
núm. 13 del tantas veces citado a. 24. Surge, en seguida, el problema de saber si
el a. 159 se contrae a la suspensión de derechos que por sentencia formal se
impone como sanción («a.» 45 «fr.» II) o se extiende a la que por ministerio de la
ley resulta de una sanción como consecuencia necesaria de ésta («a.» 45, «fr.» I).
Puesto que el a. 46, al describir la pena de suspensión de derechos no comprende
la suspensión de profesión u oficio entre las penas accesorias inherentes a la
prisión, falta la base legal para imponer accesoriamente a un reo la ''suspensión de
profesión u oficio'', que mal podría entonces ser quebrantada. El a. 159 se refiere,
pues sólo a la suspensión de derechos que por sentencia formal se impone como
sanción.

Con respecto a la muerte del delincuente el Código Penal para el Estado de


México dispone lo siguiente:
Artículo 88.- La muerte del inculpado extingue la pretensión punitiva, incluso la
pena impuesta, con excepción del decomiso de los instrumentos y efectos del delito.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Novena Epoca. Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA


PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XVII, Enero de 2003
Tesis: I.2o.P.68 P
Página: 1760

Novena Epoca. Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA


PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XVII, Enero de 2003
Tesis: I.2o.P.68 P
Página: 1760

DELINCUENTE SECUNDARIO. PARA QUE LA AUTORIDAD RESPONSABLE


PUEDA ATRIBUIRLE AL ACUSADO ESE CARÁCTER, DEBE ESTAR
DEMOSTRADO EN AUTOS QUE EN OTROS PROCESOS FUE CONDENADO
POR SENTENCIA QUE HAYA CAUSADO EJECUTORIA. Resulta violatorio de
garantías que la autoridad judicial, al individualizar las sanciones, estime que el
acusado tiene el carácter de delincuente secundario, porque aquél expresó que era
la segunda vez que estaba detenido y en la ficha signalética se anotó que tenía
ingresos a prisión, ya que estos datos son insuficientes para ello, por no existir
pruebas idóneas con las que se demuestre que en esos procesos éste fuera
condenado y las sentencias correspondientes hubieran causado ejecutoria, lo que
resultaba necesario acreditar para no estimarlo como primodelincuente y atribuirle
ese carácter; lo anterior se desprende de la interpretación sistemática y armónica
de lo dispuesto en el numeral 20 del Código Penal para el Distrito Federal, ya que
la reincidencia y la consideración de delincuente secundario son términos distintos,
pero participan de la misma naturaleza, ya que se refieren a que el incriminado fuera
sancionado con antelación, sólo discrepando que en el caso de la primera, su
constatación conduce a un incremento de la pena, en tanto que en la segunda, sólo
opera respecto del grado de culpabilidad que se asigna a aquél; de ahí que deba
atenderse al principio general de derecho de que en donde rige la misma razón,
debe aplicarse idéntica disposición; en consecuencia, para atribuirle el carácter de
delincuente secundario al justiciable es necesario que se colmen los aspectos
detallados.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER


CIRCUITO.
Amparo directo 802/2002. 10 de julio de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:
Enrique Escobar Ángeles. Secretario: José Cuitláhuac Salinas Martínez.

Novena Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XV, Marzo de 2002
Tesis: VI.1o.P.175 P
Página: 1354

HOMICIDIO. CUANDO ES CAUSA DE LAS LESIONES INFERIDAS. Si el delito


es una conducta humana que comprende en una parte la acción ejecutada y la
acción esperada o no, y de otra el resultado sobrevenido, para que éste pueda ser
incriminado precisa una relación de causalidad entre ese acto y el resultado
producido, que existe cuando no se puede suponer suprimido el acto de voluntad,
sin que deje de producirse el resultado concreto; por lo que si las lesiones inferidas
por el sujeto activo ocasionan el deceso del pasivo, como consecuencia le será
imputable dicho resultado, al aplicarse el principio jurídico que rige la causalidad,
que se enuncia diciendo que "lo que es causa de la causa, es causa del daño
causado".

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo directo 428/2001. 25 de octubre de 2001. Unanimidad de votos. Ponente:


José Manuel Vélez Barajas. Secretario: Juan Carlos Ramírez Benítez.

Véase: Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, Tomo II,


Materia Penal, página 468, tesis 582, de rubro: "LESIONES QUE
INDIRECTAMENTE OCASIONAN LA MUERTE. CAUSALIDAD.".

Novena Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL CUARTO
CIRCUITO.

Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta


Tomo: XVII, Febrero de 2003
Tesis: IV.1o.P. J/3
Página: 891

PENA, INDIVIDUALIZACIÓN DE LA. EL INFORME DE ANTECEDENTES


PENALES RENDIDO POR EL DIRECTOR DE UN CENTRO PENITENCIARIO,
TIENE VALOR PROBATORIO PLENO PARA ACREDITAR LA MALA
CONDUCTA ANTERIOR DEL INDICIADO, COMO REQUISITO PARA FIJAR SU
GRADO DE PELIGROSIDAD (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN).
El informe sobre antecedentes penales rendido por el director de un Centro de
Readaptación Social tiene pleno valor probatorio, conforme a lo dispuesto por los
artículos 313 y 314 del Código de Procedimientos Penales del Estado de Nuevo
León, toda vez que dicho funcionario público lo expide como tal en ejercicio de las
funciones que tiene encomendadas, entre otras, el registro de los antecedentes
penales de los procesados a su cargo. En consecuencia, dicho informe es apto para
acreditar la mala conducta anterior del indiciado, en términos de lo dispuesto por la
fracción V del artículo 47 del Código Penal de la propia entidad federativa, para
establecer su grado de peligrosidad y fijar la pena que le corresponda.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL CUARTO


CIRCUITO.

Amparo directo 172/2001. 16 de mayo de 2001. Unanimidad de votos. Ponente:


María Luisa Martínez Delgadillo. Secretario: Eduardo Torres Carrillo.

Amparo directo 497/2001. 25 de septiembre de 2001. Unanimidad de votos.


Ponente: Lucio Antonio Castillo González. Secretario: Ricardo Montoya Ramírez.

Amparo directo 674/2001. 15 de enero de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


María Luisa Martínez Delgadillo. Secretaria: María Guadalupe Briones Rodríguez.

Amparo directo 318/2001. 22 de enero de 2002. Mayoría de votos; unanimidad en


relación con el tema contenido en esta tesis. Disidente: María Luisa Martínez
Delgadillo. Ponente: Lucio Antonio Castillo González. Secretario: Ángel Torres
Zamarrón.

Amparo directo 13/2002. 15 de octubre de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


Lucio Antonio Castillo González. Secretario: Francisco Ángel Rangel Mendoza.

Novena Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
TERCER CIRCUITO.

Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta


Tomo: XII, Octubre de 2000
Tesis: III.2o.P.66 P
Página: 1301

INDIVIDUALIZACIÓN JUDICIAL DE LA PENA. LOS INGRESOS CARCELARIOS


DEL REO NO DEBEN TOMARSE EN CUENTA POR EL JUZGADOR COMO
EVIDENCIA DE MALA CONDUCTA. Para los efectos de inclinación delictiva o
antecedentes de mala conducta, es incorrecto el proceder del juzgador que, al
momento de individualizar la pena al acusado, haya tomado en consideración los
ingresos carcelarios con los que éste contaba, sin que de autos se adviertan las
constancias de cada uno de los procesos que hubieren culminado con sentencia
condenatoria; de lo contrario, se llegaría al absurdo de considerar, para esos
efectos, algunos que pudieran culminar en sentido absolutorio, precisamente
porque se ignora cuál sería la conclusión definitiva de esos procesos, lo cual
contraviene la garantía de seguridad jurídica de todo gobernado; no es óbice a lo
anterior, el hecho de que la responsable, después de tomar en cuenta los requisitos
que se establecen en los artículos 51 y 52 del Código Penal Federal, exprese que
dichos ingresos carcelarios no se toman en consideración como antecedentes
penales, sino como evidencia de la inclinación delictiva del reo en perjuicio de la
sociedad, porque ni el ordenamiento legal antes invocado ni alguna otra legislación
federal facultan al juzgador a actuar en los términos antes indicados.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER


CIRCUITO.

Amparo directo 153/2000. 15 de junio de 2000. Unanimidad de votos. Ponente:


Hugo Ricardo Ramos Carreón. Secretaria: María del Carmen Cabral Ibarra.

Novena Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
TERCER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: III, Enero de 1996
Tesis: III.2o.P. J/2
Página: 167

PENA SUBSTITUCION DE LA. PARA SU PROCEDENCIA NO SE DEBE TOMAR


EN CUENTA SI EL SENTENCIADO OBSERVO BUENA CONDUCTA ANTES Y
DESPUES DEL PROCEDER ANTIJURIDICO. Es incorrecto se niegue a los
quejosos el beneficio de la substitución de la pena, por el hecho de que observaron
mala conducta antes de la comisión de los eventos delictuosos, toda vez que por
Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el diez de enero de mil
novecientos noventa y cuatro, se derogó el último párrafo del artículo 70 del Código
Penal Federal, que establecía: "Para los efectos de la substitución se requerirá que
el reo satisfaga los requisitos señalados en la fracción I, incisos b) y c) del artículo
90", exigencias dentro de las cuales se encontraba precisamente la relativa a que
el sentenciado haya evidenciado buena conducta positiva, antes y después de la
realización de la infracción penal, de ahí que, en su caso, otro debe ser el
razonamiento.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL TERCER


CIRCUITO.

Amparo directo 48/95. Celestino Mata González y otro. 15 de marzo de 1995.


Unanimidad de votos. Ponente: Homero Ruiz Velázquez. Secretario: José
Guadalupe Hernández Torres.
Amparo directo 177/95. Ramón Hernández Curiel. 30 de agosto de 1995.
Unanimidad de votos. Ponente: Oscar Vázquez Marín. Secretario: Ernesto Antonio
Martínez Barba.

Amparo directo 201/95. José Arturo Mojica Medina. 28 de septiembre de 1995.


Unanimidad de votos. Ponente: Oscar Vázquez Marín. Secretario: Ernesto Antonio
Martínez Barba.

Amparo directo 210/95. Eduardo Andrade Ibarra o Guerra. 5 de octubre de 1995.


Unanimidad de votos. Ponente: Oscar Vázquez Marín. Secretario: Bernardo
Martínez Sandoval.

Recurso de revisión 154/95. Roberto Serna Carmona. 16 de noviembre de 1995.


Unanimidad de votos. Ponente: Oscar Vázquez Marín. Secretario: Ernesto Antonio
Martínez Barba.

Novena Epoca
Instancia: QUINTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO NOVENO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta

Tomo: XVII, Marzo de 2003


Tesis: XIX.5o. J/4
Página: 1571

PENAS, APLICACIÓN DE LAS, EN FUNCIÓN DE LA GRAVEDAD DEL DELITO


Y LA CULPABILIDAD DEL SUJETO ACTIVO. INTERPRETACIÓN DE LOS
ARTÍCULOS 51 Y 52 DEL CÓDIGO PENAL FEDERAL. Atendiendo a los bienes
jurídicos salvaguardados, así como a las repercusiones en la vida social que
emanan de su lesión o amenaza, las penalidades que el legislador tuvo a bien fijar
para quien cometa cada ilícito, varían en proporción a la trascendencia de dichos
bienes jurídicos protegidos, así como a la importancia y necesidad de que
permanezcan incólumes, por lo que la gravedad de un delito se encuentra
determinada por el legislador al fijar las penas a imponer, ya que precisó qué delitos
deben ser considerados como graves "por afectar de manera importante valores
fundamentales de la sociedad" (artículo 194 del ordenamiento adjetivo penal
federal); de manera que debe decirse que en todo delito, grave o no, el legislador
estableció un parámetro que parte de una pena mínima a una máxima, lo que es
acorde con el principio de adecuada individualización de la pena; congruente con
ello, no es válido afirmar que por el solo hecho de cometer un delito grave se debe
sancionar a una persona severamente (o al menos con una penalidad superior a la
mínima), pues de ser así, no tendría objeto que el legislador hubiese fijado la
posibilidad de sancionar con penalidad mínima; de ahí que si bien conforme a lo
dispuesto por los artículos 51 y 52 del Código Penal Federal, para la aplicación de
las sanciones se deben tomar en cuenta las circunstancias exteriores de ejecución
del delito, así como las peculiares del delincuente, es decir, que se debe analizar
tanto la gravedad del ilícito como el "grado de culpabilidad" del agente, también lo
es que ello no implica que deba ser sancionado bajo dos ópticas diferentes, una por
el grado de culpabilidad del sentenciado y, la otra, por la gravedad del ilícito
cometido, ya que para imponer una sanción justa y adecuada al delito consumado,
el tribunal debe examinar ambas cuestiones, no como aspectos autónomos, sino
complementarios, pues el juzgador, al momento de aplicar la sanción al reo, de
acuerdo con el ordinal señalado (artículo 52), debe realizar un estudio integral de
todas y cada una de las circunstancias que rodearon al evento delictivo, para lo cual
se atenderá a la gravedad del ilícito, misma que se obtiene analizando la magnitud
del daño causado al bien jurídico o el peligro al que hubiese sido expuesto; la
naturaleza de las acciones u omisiones y los medios empleados para ejecutarlas;
las circunstancias de tiempo, lugar, modo u ocasión de los hechos realizados; la
forma y grado de intervención del agente en la comisión del delito, así como su
calidad y la de la víctima u ofendido; la edad, educación, ilustración, costumbres,
condiciones sociales y económicas del activo, así como los motivos que le
impulsaron a delinquir; la pertenencia, en su caso, a un grupo étnico indígena, sus
usos y costumbres; el comportamiento posterior del acusado en relación con el
delito cometido; las demás condiciones especiales y personales en que se
encontraba el agente en el momento de la comisión del delito, en cuanto sean
relevantes para determinar la posibilidad de haber ajustado su conducta a las
exigencias de la norma (artículo 52, fracciones I a la VII, del ordenamiento sustantivo
penal federal); estos factores, esenciales para una adecuada individualización de la
pena, son, además, determinantes para fijar el grado de culpabilidad del activo
(verbigracia, la cantidad y especie de narcóticos poseídos es determinante para
fincar el peligro a que se expuso la salud pública, que es el bien jurídico tutelado en
los delitos contra la salud y, por ende, para fincar el grado de culpabilidad del
poseedor); es obvio que para una idónea individualización de la pena es necesario
adminicular todos estos factores; por tanto, para una correcta individualización de
la pena, el juzgador debe analizar todas y cada una de las circunstancias que se
han señalado líneas arriba, de las cuales obtendrá el grado de culpabilidad que
presenta el reo, en el cual se incluyen tanto las circunstancias peculiares del
delincuente (grado de culpabilidad) como la gravedad del ilícito que se cometió.

QUINTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO NOVENO CIRCUITO.

Amparo directo 291/2002. 20 de junio de 2002. Unanimidad de votos. Ponente: Juan


Pablo Hernández Garza. Secretario: Juan David Martínez Rodríguez.

Amparo directo 297/2002. 27 de junio de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


Inosencio del Prado Morales. Secretario: Ciro Alonso Rabanales Sevilla.

Amparo directo 329/2002. 9 de agosto de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


Inosencio del Prado Morales. Secretario: Alejandro García Núñez.

Amparo directo 705/2002. 11 de diciembre de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


Juan Pablo Hernández Garza. Secretario: Juan David Martínez Rodríguez.
Amparo directo 702/2002. 30 de enero de 2003. Unanimidad de votos. Ponente:
Inosencio del Prado Morales. Secretario: Alejandro García Núñez.

Véase: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XIV,


noviembre de 2001, página 525, tesis XIX.4o.4 P, de rubro: "PENAS, APLICACIÓN
DE LAS. INTERPRETACIÓN DE LOS ARTÍCULOS 51 Y 52 DEL CÓDIGO PENAL
FEDERAL.".

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN

TEORÍAS DE FRANCISCO CARRARA

Dr. Jorge W. German R.

ESTE MAESTRO SUPO MARCAR ORIENTACIONES definidas a la poderosa


corriente del pensamiento científico penal iniciada después de la aparición del libro
de Beccaria.
Sus doctrinas constituyen un verdadero sistema, la propia Escuela Clásica, como la
bautizo Ferri. Las expone con una claridad precisa y diáfana en todo el sentido de
la palabra, Enrique Ferri que fué su infatigable contradictor, fue también, un defensor
de sus méritos.

LA CIENCIA CRIMINAL

El Programa del CORSO DI DIRITTO CRIMINALE es la obra fundamental de


Carrara.
La Ciencia Criminal, tenía para Carrara, la misión de moderar los abusos de la
autoridad en esos tres grandes hechos:

a) en la prohibición;
b) en la represión; y,
c) en el juicio.

Entendía que en esa obra constituía la actividad sustancial y de la razón de ser de


la organización de la sociedad, se encuentra el complemento del orden, si existen
preceptos, o la fuente perenne de desórdenes, si queda librado el capricho y a las
pasiones del legislador.

"Los preceptos destinados a moderar en esta forma el poder legislativo deben


elevarse a un principio común y fundamental, y la fórmula que expresa tal principio
es el programa de la Ciencia Criminal".
EL DELITO ES UN ENTE JURÍDICO

Carrara considera que esa fórmula sacramental debe estar en la exacta noción del
delito, del que dice que no es un ente de hecho sino un ente jurídico.
Explica, después, el significado de esta fórmula: El delito es un ente jurídico, porque
su esencialidad debe consistir en la violación de un derecho.
Sostiene que el derecho es connatural en el hombre, porque Dios lo dio a la
humanidad desde su creación para que pueda cumplir sus deberes en la vida
terrena. Por ello, el Derecho debe tener una existencia y criterios preexistentes al
beneplácito de los legisladores humanos, criterios independientes del capricho de
los mismos y de la utilidad ávidamente anhelada por ellos.

Establece, así, como primer postulado, el que la ciencia del derecho criminal es un
orden de razones que emana de la Ley Moral Jurídica y que preexiste a todas las
leyes humanas.

LÍMITE DE LA PROHIBICIÓN

Definido el delito como ente jurídico, queda fijado según Carrara, el perfecto límite
de la prohibición, pues sólo serán consideradas delictuosas las acciones que
ofenden el derecho ajeno.
Esta ofensa supone, de modo necesario, una voluntad libre e inteligente.
El delito, pues, reconoce dos fuerzas especiales: una voluntad inteligente y libre, y
un hecho exterior, lesivo del derecho, peligroso para el mismo.

LEGITIMIDAD DE LA REPRESIÓN

De la fórmula comprensiva de la noción del delito deriva la legitimidad de la


represión y los límites que debe imponerse a la misma.
Si el delito es violación del derecho, la legitimidad de la represión se alcanza por el
concurso de dos verdaderos superiores:
1.- La primera es que todo derecho debe tener, necesariamente, la facultad de la
propia defensa; y,
2.- La segunda consiste en la imposibilidad de ejercitar, de una manera constante,
la Defensa Coactiva directa, suficiente para impedir la violación del derecho. Estas
dos verdades, combinadas, llevan a la necesidad de coacción moral que, mediante
la amenaza a infringir a los violadores del Derecho, sirva para alejarlos de la
violación y sea la protección de aquél.

El fundamento del Derecho Penal se encuentra por tanto en la tutela jurídica.

LA PENA
La pena, de tal modo justificada, no puede quedar librada al criterio arbitrario al o
del legislador: debe someterse a los criterios jurídicos impreteribles que regulan la
calidad y la cantidad en proporción al daño sufrido por el derecho o el peligro corrido
por el mismo.
La pena, con el mal que inflige al culpable, no debe exceder de las necesidades de
la tutela. Si excede, no es protección sino violación del derecho, es prepotencia, es
tiranía; y si no llena aquella necesidad, importa traición a la misión impuesta a la
autoridad.

Como consecuencia lógica del expresado concepto de la pena, el juicio debe


responder el derecho a la tutela, de la cual es el instrumento necesario.

EL PROCEDIMIENTO

El rito procesal no solamente sirve a los honestos en cuanto los ayuda a descubrir
los delincuentes; los ayuda así mismo, en cuanto los preserva de caer víctimas de
errores judiciales; y ayuda, además, a los mismos culpables, en cuanto impide que
se le irrogue un castigo que, en cuanto impide también que se exceda la justa
medida.
Termina Carrara la luminosa exposición con estas palabras: "un concepto único y
supremo, su misión y el camino que debe constantemente recorrer. Sustrayendo
sus preceptos, con indefectible celo, del peligro de las veleidades utilitarias y de la
tracción de la moral pública, ella debe velar a fin de que se consolide, en los órdenes
civiles, la soberanía del Derecho.

El Derecho Criminal es el complemento de la ley Moral Jurídica.


Con la prohibición, la confirma; le da aquella sanción eficaz, que, de otro modo, no
tendría en este mundo, con el juicio persigue, en cuanto es posible, su observancia
práctica. He ahí el pensamiento en el programa de Derecho Penal".

IMPUTABILIDAD

La imputabilidad en la doctrina de Carrara se funda en el principio del libre albedrío,


que acepta como verdad inconcusa; y así dice: "Yo no me ocupo de discusiones
filosóficas; presupongo aceptada la doctrina del libre albedrío y de la imputabilidad
moral del hombre y edificada sobre esta base la Ciencia Criminal que, sin ella, mal
se constituiría".

LAS TEORÍAS DE ENRIQUE PESSINA

La escuela clásica termina su ciclo histórico con este autor.


No se apartó de los postulados clásicos de la citada escuela, pero considero el
aspecto social del derecho, admitiendo su continua elaboración y
perfeccionamiento.
DERECHO PENAL

Sostuvo, así que el Derecho Penal, como la rama del organismo jurídico, se
encuentra en relación con todas las demás y formando parte integrante del derecho,
se halla también ligado con todas las manifestaciones de la vida individual y social
del hombre.

LOS POSTULADOS BÁSICOS DE LA ESCUELA CLÁSICA

Los principios difundidos por Carrara deben ser considerados en mérito a la razón
ya expuesta, como principios básicos de la Escuela Clásica del Derecho Penal.
Tales principios en síntesis, puede expresarse así:

El delito es un ente jurídico.


b) La Ciencia del Derecho Criminal es un orden de razones emanadas de la Ley
Moral Jurídica.
c) La tutela jurídica es el fundamento legítimo de la represión. Es también su fin.
d) La calidad y la cantidad de la pena, que es represiva, debe ser proporcionada al
daño que con el delito se ocasiona al derecho o al peligro corrido por éste.
e) La responsabilidad criminal se fundamenta en la imputabilidad moral, desde que
no hay agresión al derecho -es decir- delito, si no procede de una voluntad
inteligente y libre.

f) El libre albedrío no se discute. Se acepta como su dogma, porque, sin él, la


Ciencia Criminal carecería de base.

Es preocupación reiterada manifestada por el maestro Carrara la que el Derecho


Penal sea una garantía de la libertad, -como ya manifesté señores lectores en mi
artículo sobre el "Parte Policial" publicado en este mismo DIARIO-.
Le atribuye como misión suprema, la de moderar los abusos de la autoridad en el
ejercicio de la función punitiva.
La Ciencia Criminal es el Código de la Libertad.

MITIGACIÓN DE LAS PENAS

La escuela clásica por otra parte, libró ardientemente campaña por la mitigación de
las penas. Se advierte, en ello, la poderosa sugestión de Beccaria.
En cuanto el método deducido o seguido por esta escuela no fué otro que el
Deductivo.
Carrara procuró encontrar la formula comprensiva de una verdad fundamental, a la
que debía remontarse todo el inmenso encadenamiento de las reglas punitivas y
prohibitivas. Era necesario esa formula que "debía contener en sí el germen de
todas las verdades", para deducir de ellas todos los preceptos particulares. Ya se
sabe cuál fué la fórmula encontrada. El Delito no es un ente de hecho sino un ente
jurídico.

La personalidad del delincuente no aparece en el campo mental de los criminalistas


de la Escuela Clásica. No lo consideran. Su actividad fue lógica, porque juzgando
el delito como un simple episodio en la vida de su autor, cuya normalidad afirmaban,
ninguna razón exigían el estudio de su personalidad.

Con respecto a la Amnistía, el Código Penal para el Estado de México nos indica:

Artículo 89.- La amnistía extingue la pretensión punitiva y todas las consecuencias


jurídicas del delito, como si éste no se hubiere cometido, sin perjuicio de la
reparación del daño.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Séptima Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEPTIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 193-198 Sexta Parte
Página: 25

AMNISTIA, LEY DE, DEL ESTADO DE VERACRUZ. INTERPRETACION DE LA


FRACCION V DE SU ARTICULO 1o. Si bien la ley número 394 de 7 de enero de
1983, en vigor desde el día 20 del mismo mes y año, establece en su artículo
primero: "Se extingue la acción penal o la sanción en favor de las personas que:
...V.- Siendo campesinos, ejidatarios, comuneros o jornaleros, se hubiera ejercido
acción penal en su contra, hasta la fecha de entrar en vigor la presente ley, por
haber cometido individualmente o formando parte de grupos, impulsados por
móviles de posesión de tierras; robo de instrumentos o máquinas de labranza,
alambre utilizado para cercar, frutos cosechados o por cosechar, abigeato, despojo,
daños y encubrimiento por receptación, cuando lo adquirido, recibido u ocultado sea
producto de ilícitos de los que tipifican los artículos 178, 181, 194 y 198 del Código
Penal vigente, siempre y cuando no hubieran cometido delitos contra la vida, la
salud y la integridad corporal", no por el solo hecho de que se ejercite la acción
penal con posterioridad a la fecha en que entró en vigor dicha ley deja de ser
aplicable el beneficio que otorga, pues resulta evidente que la intención del
legislador no es otra sino la de favorecer a todas las personas que satisfaciendo los
demás requisitos señalados por dicha ley, hubiesen cometido el hecho delictuoso
con anterioridad a la vigencia de la misma; la circunstancia de que la ley hable de
ejercicio de la acción penal se debe a que lógicamente no puede haber amnistía si
no ha precedido el ejercicio de esa acción, por lo que, una interpretación de la ley
acorde con la intención protectora del legislador, lleva necesariamente a la
conclusión de que lo esencial para la obtención del beneficio lo es la fecha de
comisión de los hechos delictuosos, pues si el representante social a pesar de la ley
de amnistía consigna hechos cometidos con anterioridad a la misma, no sería justo
privar a los inculpados de los beneficios de ella por el solo hecho de que el Ministerio
Público haya dilatado en ejercitar dicha acción penal.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo en revisión 228/84. Aureliano Lobato Martínez y coagraviados. 12 de marzo


de 1985. Unanimidad de votos. Ponente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Secretario:
Agustín Romero Montalvo.

Nota: En el Informe de 1985, la tesis aparece bajo el rubro "LEY DE AMNISTIA DEL
ESTADO DE VERACRUZ, INTERPRETACION DE LA FRACCION V DEL
ARTICULO 1o. DE LA.".

Séptima Epoca
Instancia: Sala Auxiliar
Fuente: Semanario Judicial de la Federación

Tomo: 187-192 Séptima Parte


Página: 281

AMNISTIA, LEY DE. REQUISITOS DE PROCEDIBILIDAD PARA SU


APLICACION. El decreto de amnistía favorece a quienes por móviles políticos
incurrieron en la comisión de hechos sancionados por la ley penal y como quiera
que su aplicación corresponde a la autoridad judicial, es requisito esencial que
exista pedimento en tal sentido de la autoridad administrativa, concretamente el
procurador general de la República, pues así lo establece la exposición de motivos
que la propia ley en su artículo 4o., párrafo tercero (que se reproduce literalmente
en la ley de mérito), y si en relación a los procesados se impone el desistimiento de
la acción penal, es incuestionable que la realización de tal acto jurídico corresponde
al titular de la acción (y no a la autoridad judicial), o sea, al Ministerio Público
Federal, que se encuentra presidido por el procurador general de la República,
según lo previsto en los artículos 1o. y 2o., fracción IX, inciso b) de la Ley de la
Procuraduría General de la República; además el Ministerio Público es una
institución de buena fe y si la ley de referencia le otorga la facultad de cuidar de la
aplicación de sus beneficios, es lógico que presupone la posibilidad de que al
cumplir con sus funciones formule los desistimientos que estime pertinentes, para
que entonces proceda el órgano jurisdiccional a la aplicación de la multicitada ley.
Al no existir el desistimiento expreso de la acción incoada en contra de los
sentenciados en los términos previstos en la Ley de Amnistía, es claro que resulta
intrascendente dicha ley, pues la autoridad responsable queda imposibilitada
material y jurídicamente para proceder a su aplicación, y por consecuencia para
sobreseer en el proceso correspondiente.

Amparo directo 6583/80. Rubén Ramírez González y coagraviados. 12 de


septiembre de 1984. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Guillermo Guzmán Orozco.
Ponente: Salvador Martínez Rojas. Secretario: Lucio Antonio Castillo González.
Amparo directo 6276/80. Eduardo Manzano Muñoz. 12 de septiembre de 1984.
Mayoría de cuatro votos. Disidente: Guillermo Guzmán Orozco. Ponente: Salvador
Martínez Rojas.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación

Tomo: 169-174 Segunda Parte


Página: 15

AMNISTIA, APLICACION DE LA LEY DE. CORRESPONDE A LA AUTORIDAD


JUDICIAL (LEGISLACION DEL ESTADO DE NUEVO LEON). La aplicación de la
Ley de Amnistía del Estado de Nuevo León corresponde a la autoridad judicial, si la
causa se encuentra en la fase en que la mencionada autoridad esté conociendo;
como también tocará a la autoridad administrativa si el asunto se halla en la fase de
la averiguación. La amnistía extingue la acción penal, pero también la ejecución de
la pena (amnistía: olvido del delito; a-sin, mnemeo-recordar). No puede por tanto
confundirse con el indulto, que sólo es procedente en la fase de ejecución de la
sanción.

Amparo directo 4302/82. Miguel Angel Torres Enríquez. 7 de enero de 1983.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Raúl Cuevas Mantecón.

Amparo directo 4301/82. Elías Orozco Salazar. 7 de enero de 1983. Unanimidad de


cuatro votos. Ponente: Raúl Cuevas Mantecón.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 90 Segunda Parte
Página: 25

INDULTO Y CONDENA CONDICIONAL. DIFERENCIAS Y ALCANCES. LEY DE


INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL ESTADO DE DURANGO.
COMPETENCIA DE AMPARO. El indulto y la condena condicional o "condena de
ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en sus alcances, pues el
indulto nació cuando existía la creencia de que "toda facultad de justicia radicaba
en el Rey, quien la delegaba en los tribunales y podía retirarla para su ejercicio
directo", caracterizándolo el que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada por el derecho contra la creciente reincidencia; es individual, el reo
puede renunciar tácitamente a ella y sólo produce la suspensión de la ejecución de
las sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se
declaran extinguidas las sanciones cuando concurren ciertas condiciones
establecidas por la ley. Consecuentemente, si la sentencia reclamada fue dictada
por una autoridad judicial del orden común y comprende una pena corporal que,
debiendo ser mayor a cinco años, fue reducida en la propia sentencia a un término
que no excede de este tope, por aplicación de la Ley de Indulto, Amnistía y
Reducción de Penas del Estado de Durango, no compete a la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino al Tribunal Colegiado correspondiente,
conocer del respectivo juicio de garantías; puesto que para determinar la
competencia del juicio de amparo debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el
juzgador haya hecho la reducción correspondiente, habida cuenta de que ésta
obedece al imperativo de la Ley de Indulto y Reducción de Penas aplicable al caso,
sin que la jurisprudencia relativa a condena condicional sea aplicable en el caso.

Amparo directo 1322/76. Esteban Flores Correa. 11 de junio de 1976. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Abel Huitrón y Aguado. Secretario: Régulo Torres
Martínez.

Nota: En el Informe de 1976, la tesis aparece bajo el rubro "INDULTO Y CONDENA


CONDICIONAL. DIFERENCIAS.".

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 86 Sexta Parte
Página: 47

INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS, LEY DE, DEL ESTADO DE


DURANGO. COMPETENCIA EN AMPARO PARA CONOCER DE SENTENCIA
QUE LA APLICA. En acatamiento del criterio sustentado por la Primera Sala de la
H. Suprema Corte de Justicia en su jurisprudencia número 64, consultable en la
Segunda Parte del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1965
(tesis 67, página 150, Segunda Parte, Apéndice 1917-1975), es válido determinar
que si el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Durango impone a un reo una
pena superior a cinco años de prisión y por virtud de la aplicación de la Ley de
Indulto, Amnistía y Reducción de Penas, el propio tribunal reduce la sanción a
menos de cinco años de prisión, la competencia para conocer del amparo directo
contra la mencionada sentencia radica en la Primera Sala de la H. Suprema Corte
de Justicia y no en un Tribunal Colegiado de Circuito, conforme a lo dispuesto por
los artículos 107, fracción V, inciso a) de la Constitución Federal de la República, 7
bis fracción I), inciso a), del capítulo III bis, y 24 fracción III, inciso a), de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, pues para determinar la competencia
en el caso debe atenderse a la pena que, "en ejercicio de su función soberana como
órgano jurisdiccional", según expresa la jurisprudencia al principio invocada, impuso
el juzgador, y no a aquella que compurgará el sentenciado debido "a la gracia que
aplica en acatamiento de la ley especial de indulto", como termina diciendo la propia
tesis jurisprudencial.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO.

Amparo directo 676/75. Esteban Flores Correa. 13 de febrero de 1976. Unanimidad


de votos. Ponente: Carlos Villegas Vázquez.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, TERMINO PARA RECLAMAR LOS DERECHOS CONCEDIDOS POR


LA LEY DE. La Ley de Amnistía, aun cuando en principio establece una gracia
concedida por el poder público, en su fondo consagra derechos amplios, sin
condicionarlos a plazo alguno, dentro del cual deban ser reclamados por quienes
consideren estar comprendidos en las disposiciones que las contienen.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, APLICACION DE LA LEY DE. La Ley de Amnistía de 5 de febrero de


1937, concede esta gracia a los militares que con anterioridad a la fecha en que
entró en vigor, hayan cometido, en cualquiera de sus grados, el delito de rebelión,
ya sea como autores, cómplices o encubridores, independientemente de que los
agentes del Ministerio Público Federal y las autoridades del fuero militar, hayan
practicado diligencias o averiguaciones previas, y de que se hubiera dictado
sentencia definitiva.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LXVI
Página: 1275

AMNISTIA, EFECTOS RETROACTIVOS DE LA. La amnistía que por sus


elementos etimológicos es el olvido de un delito político, produce efectos
retroactivos por ser una gracia concedida al presunto culpable, de conformidad con
los principios que rigen a la interpretación de las leyes, y hace que aquél readquiera
su anterior estado legal, con todos los derechos que le correspondían.

Amparo administrativo en revisión 3124/40. Rabatté Estopier Leopoldo. 9 de


noviembre de 1940. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Relator:
José M. Truchuelo.

Quinta Epoca
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: LX
Página: 1017

AMNISTIA, NATURALEZA JURIDICA Y EFECTOS DE LA. La amnistía, ley de


olvido, como acto del poder social, tiene por resultado que, olvidadas ciertas
infracciones, se den por terminados los procesos y si ya fueron fallados, queden sin
efecto las condenas impuestas con motivo de esas infracciones; produce sus
efectos antes o después de la condena; pero en los dos casos, borra los actos que
han pasado antes de ella, suprime la infracción, la persecución del delito, la
formación de los juicios, en una palabra, borra todo el pasado y sólo se detiene
delante de la imposibilidad de los hechos. Se justifica por la utilidad que puede tener
para la sociedad, que se den al olvido ciertos hechos y tiene como efectos extinguir
la acción pública de manera que el beneficio es irrenunciable y produciendo sus
efectos de pleno derecho, invalida la misma condena. Los sentenciados a penas
corporales, recobran su libertad, las multas y gastos pagados al erario deben ser
restituidas y si los amnistiados cometen nuevos delitos, no son considerados como
reincidentes; pero por excepción y por respeto al derecho de los terceros
perjudicados por el delito, subsisten las consecuencias civiles de la infracción, y la
parte civil perjudicada tiene derecho de demandar ante los tribunales, la reparación
de los daños y perjuicios causados. La amnistía tiene como característica, que a
diferencia del indulto, se concede a cuantos hayan cometido el mismo delito político
restableciéndoles en el goce de todos los derechos que por la sola comisión del
delito o por una condena, habían perdido. Por tanto, si la condición para el reingreso
al ejército, de un militar acusado de un delito, era el sobreseimiento en el proceso,
beneficiándole una ley de amnistía, tal condición ha quedado cumplida, y si no se
ha formado el expediente administrativo para darle de baja, no surte efectos, por lo
que la negativa para que tal militar reingrese al ejército, es violatoria de garantías.
Amparo administrativo en revisión 788/38. Celis Manuel J. 28 de abril de 1939.
Unanimidad de cinco votos. Relator: José María Truchuelo.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

AMNISTÍA

I. (Del griego amnestia, olvido). Acto del poder legislativo que ordena el olvido oficial
de una o varias categorías de delitos, aboliendo bien los procesos comenzados o
que han de comenzarse, bien las condenas pronunciadas.
Los atenienses dieron el nombre de amnistía a una 'ley' que el general Trasíbulo
hizo adoptar por el pueblo en 403 «a.C.», después de expulsar a los Treinta Tiranos,
y que prescribía el olvido de los hechos cometidos durante la rebelión. Esta medida
también se aplicó en Roma, principalmente en la Roma imperial que distinguía la
indulgencia especialis, la indulgencia generalis o comunis, y la general abolitio, que
correspondían respectivamente a la gracia, el indulto y la amnistía de nuestro
tiempo. En la Europa medieval, el olvido, el perdón de las conductas punibles era
atributo del monarca; más tarde, el derecho de gracia, el indulto, pasó a ser facultad
del jefe del Estado, y, bajo la influencia de la ciencia constitucional moderna, el
derecho de amnistiar fue declarado prerrogativa del poder legislativo.

La amnistía ha sido objeto de críticas por algunos tratadistas, como Bentham,


Beccaria, Kant, etc., así como por la escuela positivista o antropológica italiana, con
Ferri y Lombroso, por estimar que era contraria al principio de igualdad y por
favorecer las inclinaciones criminales de los amnistiados. Pese a los censores,
siempre ha prevalecido la corriente de opinión favorable a la amnistía. Montesquieu
y Cremani figuran entre sus defensores, por estimar que es un principio de
prudencia política; por su parte, Story y Mancini la fundamentan en la soberanía
misma 'la potestad de clemencia es un atributo de la soberanía'. Sin profundizar la
discusión, cabe recordar que, en determinadas circunstancias, 'es más útil perdonar
que castigar, más acertado olvidar que perseguir'. La amnistía aparece, pues, como
una medida de carácter político, tendiente a apaciguar los rencores y resentimientos
inseparables de las luchas sociales y políticas.

II. En México, la Comisión de Constitución propuso en el Congreso Constituyente


de 1856 que el indulto y la amnistía correspondieran al ejecutivo, a diferencia de los
precedentes que los concedían al legislativo; en efecto, el proyecto primitivo de la
Comisión consagraba la facultad del presidente de la República para 'conceder
amnistías e indultos por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los Tribunales de
la Federación'. Después de una larga discusión, se aprobó por la escasa mayoría
de 42 votos contra 41 el sistema todavía en vigor hoy en día, que atribuye la facultad
de indultar al presidente y la de amnistiar al Congreso.
En efecto, a ejemplo de la C de 1857, la de 1917 establece que 'el Congreso tiene
facultad:... para conceder amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los
Tribunales de la Federación' («a.» 73, «fr.» XXII). Cabe subrayar que la amnistía no
es atributo exclusivo de alguna de las cámaras, sino que figura entre las facultades
del Congreso de la Unión, o sea entre las que se ejercitan separada y
sucesivamente por la Cámara de diputados y la de senadores.
Conforme al «CP», la amnistía -que figura entre las causas de extinción de la
responsabilidad penal- 'extingue la acción penal y las sanciones impuestas, excepto
la reparación del daño...' («a.» 92). En resumidas palabras, a) la ley de amnistía
puede abarcar toda clase de delitos, aunque con frecuencia se aplica a los delitos
políticos (v. la 'Ley de Amnistía', publicada en el «DO» de 20 de mayo de 1976); b)
la amnistía es una disposición general que se aplica automáticamente a toda la
categoría de personas que la misma ley determine, mientras el indulto es una
medida e carácter individual; c) en fin, y a diferencia del indulto que reduce o suprime
la pena sin apagar los efectos accesorios de la condena, la amnistía extingue la
acción penal y hace cesar la condena y sus efectos, pero deja subsistir la acción
civil en reparación de los daños sufridos por terceros.

Con respecto al indulto, el Código Penal para el Estado de México dispone lo


siguiente:

Artículo 90.- El indulto por gracia de la pena impuesta en la sentencia irrevocable,


la extingue por lo que respecta a su cumplimiento, pero no en sus efectos en cuanto
se refiere a la reincidencia ni a la obligación de reparar el daño.

El indultado no podrá habitar en el mismo lugar que el ofendido, su cónyuge,


ascendientes o descendientes por el tiempo que, a no mediar indulto, debería durar
la condena, quedando en caso contrario, sin efecto el indulto concedido.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 157-162 Segunda Parte
Página: 73

INDULTO NECESARIO Y DESISTIMIENTO. SUS DIFERENCIAS. No se está en


lo justo al pretender que el desistimiento de la acción penal opere a modo de indulto,
confundiendo ambas instituciones, las cuales, si bien tienen puntos de contacto,
también presentan caracteres de diversidad que las individualizan como entes
autónomos. En efecto, mientras el desistimiento produce el sobreseimiento del juicio
(artículo 298, fracción II, del Código Federal de Procedimientos Penales), por
implicar un desinterés en el logro de la pretensión punitiva estatal, fundado ya en
criterios de justicia absoluta, ya en razones de utilidad jurídica, el indulto, en cambio,
aunque con idéntica ratio, incide sobre la ejecución de la sentencia, sin afectar al
ejercicio de la acción penal, que, por suponer concluido el juicio, deviene
irreversible, inalterable en sí y en sus efectos. En segundo lugar, siguiendo el
anterior orden de ideas, el desistimiento debe entrar en juego antes de ser
pronunciada sentencia ejecutoria, pues resulta claro que el Ministerio Público,
agotada su función persecutoria, carece ya de toda facultad de actuación. Ahora
bien, independientemente del momento procedimental oportuno, y dada su índole
particular y concreta, el desistimiento de la acción penal en casos semejantes, de
ningún modo crea una situación jurídica general, equiparable a la ley, de aplicación
forzosa a otras situaciones análogas y con efectos constitutivos de algún derecho
en beneficio de algún solicitante. Como consecuencia, solamente el órgano
persecutor de los delitos debe resolver y determinar cuando, y en qué casos, ha
lugar al ejercicio de la acción penal o al desistimiento de ella, sin que Juez, ofendido
o sujeto activo tengan injerencia en su dinámica, pues, por imperativo constitucional,
es una facultad exclusiva del Ministerio Público, más no un derecho en favor de los
gobernados, susceptible de hacerse valer por vía pretoriana. Por último, aclarada la
confusión entre desistimiento e indulto necesario, hay que tomar en cuenta que éste
sólo se otorgará en los casos siguientes: 1. Cuando aparezca que el condenado es
inocente (artículo 96 del Código Penal y 560, fracciones I, II, III y IV, del Código
Federal de Procedimientos Penales). 2. Cuando una ley quite a un hecho u omisión
del carácter de delito, que, de acuerdo con otra anterior, tenía (artículo 560, fracción
VI, y 57 del Código Federal de Procedimientos Penales y del Código Penal,
respectivamente). 3. En virtud del principio non bis in ídem, y respecto de la segunda
sentencia, cuando el reo hubiere sido condenado por los mismos hechos en dos
juicios distintos (artículo 560, fracción V, del Código Federal de Procedimientos
Penales).

Indulto necesario 104/77. Juan Vargas Chequer. 12 de abril de 1982. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Francisco Pavón Vasconcelos. Secretario: Tomás
Hernández Franco.

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 90 Segunda Parte
Página: 25

INDULTO Y CONDENA CONDICIONAL. DIFERENCIAS Y ALCANCES. LEY DE


INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL ESTADO DE DURANGO.
COMPETENCIA DE AMPARO. El indulto y la condena condicional o "condena de
ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en sus alcances, pues el
indulto nació cuando existía la creencia de que "toda facultad de justicia radicaba
en el Rey, quien la delegaba en los tribunales y podía retirarla para su ejercicio
directo", caracterizándolo el que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada por el derecho contra la creciente reincidencia; es individual, el reo
puede renunciar tácitamente a ella y sólo produce la suspensión de la ejecución de
las sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se
declaran extinguidas las sanciones cuando concurren ciertas condiciones
establecidas por la ley. Consecuentemente, si la sentencia reclamada fue dictada
por una autoridad judicial del orden común y comprende una pena corporal que,
debiendo ser mayor a cinco años, fue reducida en la propia sentencia a un término
que no excede de este tope, por aplicación de la Ley de Indulto, Amnistía y
Reducción de Penas del Estado de Durango, no compete a la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino al Tribunal Colegiado correspondiente,
conocer del respectivo juicio de garantías; puesto que para determinar la
competencia del juicio de amparo debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el
juzgador haya hecho la reducción correspondiente, habida cuenta de que ésta
obedece al imperativo de la Ley de Indulto y Reducción de Penas aplicable al caso,
sin que la jurisprudencia relativa a condena condicional sea aplicable en el caso.

Amparo directo 1322/76. Esteban Flores Correa. 11 de junio de 1976. Unanimidad


de cuatro votos. Ponente: Abel Huitrón y Aguado. Secretario: Régulo Torres
Martínez.

Nota: En el Informe de 1976, la tesis aparece bajo el rubro "INDULTO Y CONDENA


CONDICIONAL. DIFERENCIAS.".

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 86 Segunda Parte
Página: 75

PENA, REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE


PENAS DEL ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA. Tratándose del problema
de determinar la competencia en amparo directo para conocer de una sentencia en
que por aplicación de la Ley del Indulto, Amnistía y Reducción de Penas del Estado
de Durango, la sanción corporal originalmente mayor a cinco años ha sido
disminuida a un lapso menor a este límite, debe decirse que los criterios relativos a
"condena condicional" no son aplicables al caso. En efecto el indulto y la condena
condicional o "condena de ejecución condicionada" son diferentes en su origen y en
sus alcances, pues el indulto nació cuando se creía "que toda facultad de justicia
radicaba en el Rey, quien la delegaba a los Tribunales y podía retirarla para su
ejercicio directo", caracterizándole que es general, no es renunciable y extingue las
sanciones (del todo o en parte); mientras que la condena condicional nació en la
lucha librada dentro del derecho contra la creciente reincidencia, es individual, el
reo puede renunciar tácitamente a ella y sólo se suspende la ejecución de las
sanciones (determinadas); el reo queda sujeto a vigilancia y únicamente se declaran
extinguidas las mismas cuando concurren ciertas condiciones. En tal virtud, al
determinar la competencia para conocer del juicio de amparo, en los casos de
aplicación de la Ley de Indulto citada, debe tomarse como base la pena que
efectivamente debe extinguir el reo, es decir, la que resulte después de que el Juez
o el tribunal haya hecho la reducción correspondiente, cuenta habida de que tal
reducción obedece al imperativo de la ley aludida. En tales condiciones, la
competencia en el supuesto de que se trata, corresponde a un Tribunal Colegiado
de Circuito.

Amparo directo 4829/75. Simón Romero Ramírez y otro. 24 de febrero de 1976.


Mayoría de tres votos. Disidentes: Abel Huitrón y A. y Ernesto Aguilar Alvarez. La
publicación no menciona el nombre del ponente.

Séptima Epoca, Segunda Parte:

Volumen 38, página 49. Amparo directo 7574/68. José Gallardo Hernández. 14 de
febrero de 1972. Mayoría de tres votos. Disidente: Ernesto Aguilar Alvarez. La
publicación no menciona el nombre del ponente.

Nota: En el Volumen 38, página 49, la tesis aparece bajo en rubro "PENA,
REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE PENAS DEL
ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA.".

Séptima Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 38 Segunda Parte
Página: 49

PENA, REDUCCION DE. LEY DE INDULTO, AMNISTIA Y REDUCCION DE


PENAS DEL ESTADO DE DURANGO. COMPETENCIA. La Ley de Indulto,
Amnistía y Reducción de Penas del Estado de Durango de 1968, creada con el
propósito de estimular la regeneración de los delincuentes para que sean útiles a la
sociedad, impone su observancia al Supremo Tribunal de Justicia, a los Jueces de
Primera Instancia y Jueces Municipales, en sus respectivas jurisdicciones no
facultad opcional reservada al juzgador, sino por el contrario, como indeclinable
obligación de reducir su facultad jurisdiccional al dictar la sentencia definitiva, en
tanto que la expresada ley de indulto le señala al Juez concretamente los casos en
que procede reducir la pena al reo, con la limitación de no beneficiar a aquellos
sentenciados que sean reincidentes o habituales que hayan sido procesados por
delitos, tales como homicidio calificado, lenocinio, violación, etcétera. En
consecuencia, si en aplicación de la citada ley la pena impuesta al quejoso se
reduce a menos de cinco años de prisión, la competencia en el amparo que se
promueva contra la sentencia que así lo establezca, corresponde a un Tribunal
Colegiado de Circuito. Debiendo hacerse hincapié en que en los casos de aplicación
de la ley de indulto no se trata de dos tipos de pena, a saber, la que ordinariamente
el juzgador dicta en el ejercicio de su función soberana y la otra, la derivada de la
ley de indulto, habida cuenta de que la primera de las penas citadas resulta ilusoria
por subsumirse dentro de la modificada por la ley de indulto en el acto jurisdiccional
de la sentencia.
Amparo directo 7574/68. José Gallardo Hernández. 14 de febrero de 1972. Mayoría
de tres votos. Disidente: Ernesto Aguilar Alvarez. La publicación no menciona el
nombre del ponente.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, L
Página: 35

INDULTO. DELINCUENTES PRIMARIOS, APLICACION DE LA LEY DE


INDULTOS DE DURANGO. Si las constancias procesales sólo acreditan que los
acusados estuvieron procesados con anterioridad por delitos de lesiones, sin que
aparezca probado que fueron sentenciados y menos el que tales sentencias hayan
causado ejecutoria, es evidente la inexistencia de prueba que excluye la posibilidad
de considerarlos como delincuentes primarios, pues el artículo 1o. de la Ley de
Indultos Amnistía y Reducción de Penas de 20 de diciembre de 1960, de Durango,
condiciona la aplicación de las disposiciones en ella sostenidas al hecho de que los
procesados no hayan delinquido con anterioridad.

Amparo directo 3178/61. Juan Francisco Soto Berumen y coagraviado. 31 de agosto


de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

Sexta Epoca
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Segunda Parte, XXX
Página: 61

INDULTO (LEGISLACION DE DURANGO). Si la acción penal se extingue por


causas limitativamente enumeradas por el legislador punitivo, como son: muerte del
acusado, amnistía, perdón o consentimiento del ofendido, prescripción (artículos 82
a 84 y 91 del Código Penal de la entidad) y por sentencia irrevocable (artículo 36
del Código de Procedimientos Penales) y el indulto en los delitos de orden común
se otorga a los reos por sentencia ejecutoria cuando han prestado trabajos
importantes al Estado (artículos 85 y 88 del Código Penal y 516 y siguientes del
procesal), consecuentemente no extingue la acción al haberse alcanzado su
objetivo, que es la pena, sino que por gracia el delincuente se libera de cumplirla.
De ahí que si la Ley de Indulto que se comenta, equivocando la dogmática de su
ejercicio, trazada en las normas técnicamente orientadas a aliviar la situación de los
reos cuando por error judicial (inocencia), vigencia de nuevas normas sustantivas
(retroactividad de las favorables) o desempeño de labores meritorias al Estado
(indulto por gracia), extiende el beneficio a los procesados apoyada en la sola
facultad del soberano, sin que a esta Suprema Corte le sea dable impugnarla por
favorecer a los acusados o sea por no vulneración de sus garantías individuales, sí
amerita que se puntualicen sus yerros, máxime que en el supuesto del artículo 6o.,
se invade la facultad decisoria reservada al juzgador (artículo 21 constitucional), por
conceder al Ministerio Público la potestad de emitir juicio con efectos extintivos no
de la pena, sino de la acción punitiva, creando de hecho un insólito "perdón
ministerial" irrevocable al no establecer que esta decisión la revise el superior
jerárquico.

Amparo directo 6964/57. Antonio Castañeda Pacheco. 10 de abril de 1958.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Luis Chico Goerne.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

INDULTO

I. (Del latín indultus, gracia por la cual el superior remite el todo o parte de una o la
conmuta.) El indulto es una medida de excepción, facultativa del supremo
representante del poder estatal, que debe contemplarse entre las reacciones
penales.
El indulto, la amnistía y la prescripción de la acción penal poseen una doble
naturaleza: son tanto causas de levantamiento de la pena como obstáculos
procesales. Tiene importancia el indulto para la rehabilitación del condenado, ya
que a través del perdón total o parcial y de la suspensión de la pena, puede
ayudarse a la reinserción del condenado en la sociedad, favoreciendo el
restablecimiento de su prestigio social.

Consiste en un acto del ejecutivo, por el que en un caso concreto se perdonan,


atenúan o suspenden condicionalmente las consecuencias jurídicas de una
condena penal ejecutoria. Los procesos penales aún pendientes de resolución no
pueden ser objeto del indulto.

II. El indulto es una manifestación del derecho de gracia, que como reminiscencia
histórica de los tiempos de la monarquía absoluta, aún subsiste en los actuales
estados de derecho.
En su origen se considero este derecho como elemento integrante de un poder
total superior a los tres poderes parciales. Actualmente se le considera como un
atributo de la soberanía de la justicia y se le entiende, en sentido amplio, como parte
de un poder punitivo estatal que abarca tanto el derecho como la gracia.

La finalidad para la que se utiliza el indulto puede ser distinta: el Estado puede
querer compensar con un acto de equidad el excesivo rigor jurídico, especialmente
cuando se ha producido un cambio posterior de las circunstancias generales o
personales. Puede intentar corregir por este medio defectos legislativos, sentencias
judiciales que quedaron obsoletas por una ulterior modificación de la ley, o errores,
judiciales. Sirve también para mantener la aplicación de la pena de prisión perpetua
dentro de límites razonables, compatibles con el principio de humanidad. Puede
emplearse, asimismo, para conseguir algún efecto de política-criminal. De hecho en
la práctica se utiliza por simples razones coyunturales de política general.

Pese a que la medida del indulto puede entenderse como arbitraria y contradictoria
a elementales principios del derecho penal, parece difícil que pueda desaparecer,
ya que como el derecho penal refleja una determinada concepción política, es
razonable que se modifiquen o anulen sus consecuencias cuando se cambian las
circunstancias sociales que condicionaron su aplicación.

III. El indulto en el derecho penal mexicano. 1) Naturaleza. a) La doctrina se


pronuncia por sostener una teoría mixta, que admite para este instrumento no sólo
importancia material, sino también procesal. Desde el punto de vista sustantivo se
apunta a la anulación del deber penal, al considerar los efectos que el acto tiene
para las autoridades encargada de la ejecución penal. Existe además una teoría
puramente procesal del indulto.

b) El indulto está previsto en el derecho penal mexicano como causa de extinción


de la responsabilidad penal («cfr.» c. IV, «tít.» V, libro primero del «CP»), debiendo
interpretárselo como de efectos respecto de la pena y no de la acción penal.
Según su alcance puede ser total o parcial. En el primer caso queda sin efecto la
ejecución de toda la pena no cumplida por el condenado, en el segundo se remite
sólo una parte de la misma.
2) Límites. El sistema vigente condicional la concesión de indulto en los siguientes
términos. a) Se exige en primer lugar que la sanción haya sido impuesta en
sentencia irrevocable («a.» 94 del «CP»), debiendo entenderse que no quede a
disposición del particular ningún recurso ordinario sin agotar.

b) En cuanto a las especies de penas, no procede el indulto respecto de la


inhabilitación para ejercer una profesión, derechos civiles o políticos, o desempeño
de cargos o empleos, a cuyo respecto resultan procedentes la amnistía o la
rehabilitación («a.» 95 del «CP»).
3) Clases. De acuerdo a lo previsto en el «CP», el indulto puede ser por gracia o
necesario.
A) El denominado indulto ''por gracia'' está contemplado en el «a.» 97 como
facultativo y comprende los siguientes casos a) Cuando el reo haya prestado
importantes servicios a la Nación, tratándose de delitos del orden común.

b) En los delitos políticos, el código deja a la prudencia y discreción del ejecutivo,


el otorgar indultos.
B) El indulto necesario procede, cualquiera sea la sanción impuesta, cuando
aparezca a que el condenado es inocente («cfr.» «a.» 96 del «CP»).
Este precepto permite concluir que lo que legitima la ejecución de penas no es la
cosa juzgada, sino la subsistencia de responsabilidad penal del condenado. El
surgimiento de prueba de inocencia con posterioridad a la sentencia obliga al Estado
a dictar el indulto, dejando sin efecto la decisión judicial.
4) Efectos, En todos los casos el indulto extingue la responsabilidad penal, con
excepción de la obligación de reparar el daño causado («cfr.» «a.» 98 del «CP»).
Sin embargo, también cesará la misma, en los casos de indulto necesario.
5) Órgano competente. La facultad de otorgar indultos a los reos sentenciados por
tribunales federales o del Distrito Federal corresponde al presidente de la República
(«cfr.» «a.» 89, «fr.» XIV de la C).
Pese a ello, cuando el indulto es necesario por haber quedado en evidencia un
error judicial, debe ser considerado un acto jurisdiccional, pues al ser ordenado por
el poder judicial debe ser concedido obligatoriamente por el ejecutivo.

INDULTO NECESARIO

I. Es el nombre con el cual se designaba en la legislación mexicana al recurso de


revisión contra las sentencias penales firmes y con autoridad de cosa juzgada,
cuando con posterioridad se descubren o producen determinados hechos o
elementos de convicción que hacen necesario un nuevo examen del proceso en el
cual se dictó el fallo respectivo.

II. La doctrina mexicana había señalado que dicha denominación era incorrecta,
puesto que el indulto constituye una concesión otorgada por el organismo ejecutivo,
y la institución que examinamos implica el nuevo examen judicial de un proceso ya
concluido. El legislador tomó en cuenta estos argumentos y en las reformas
promulgadas en diciembre de 1983 y 1984, al «CP» y al «CFPP» respectivamente,
se sustituyó dicha expresión incorrecta por la más adecuada de reconocimiento de
la inocencia del sentenciado, si bien los «CPP» y «CJM» conservan la terminología
anterior.

En efecto, el texto actual del «a.» 96 del «CP» dispone que cuando aparezca que
el sentenciado es inocente, se procederá al reconocimiento de su inocencia, en los
términos previstos por el «CPP» aplicable y de acuerdo a lo dispuesto por el «a.»
49 del propio código, que se refiere a la publicación de la sentencia a título de
reparación y a petición del interesado, cuando éste fuere absuelto.

III. Por lo que se refiere a los motivos por los cuales se puede solicitar el citado
reconocimiento de la inocencia del sentenciado, son muy semejantes los señalados
por los «CPP» y «CFPP», ya que coinciden en los tres siguientes: a) cuando la
sentencia se funde en documentos o declaraciones de testigos que después de
dictada, fueren declarados falsos en juicio; b) cuando después de la sentencia
aparecieron documentos que invalidan aquélla o los presentados al jurado, y que
sirvieron de base a la acusación o al veredicto; c) cuando sea condenada una
persona por el homicidio de otra que hubiese desaparecido, y se presentare ésta o
alguna prueba irrefutable de que vive, y cuando el reo hubiese sido juzgado por los
mismos hechos a que la sentencia se refiere, en otro juicio en que también hubiese
recaído sentencia irrevocable («aa.» 614 del «CPP» y 560 del «CFPP»), en la
inteligencia de que el código federal agrega, que en el ultimo supuesto mencionado
será nula la segunda sentencia.
El propio código federal consigna otras dos causas diferentes: a) que dos reos
hubiesen sido condenados por el mismo delito y se demuestre la imposibilidad de
que los dos lo hubiesen cometido, y b) que se presente el supuesto de la
retroactividad de la ley favorable en los términos del «a.» 57 del «CP».
En forma diversa, el «CJM» establece motivos distintos por los cuales puede
pedirse el indulto necesario y sólo uno de ellos, el último tiene similitud con una de
las causas del «CFPP»; en efecto, el «a.» 874 del citado ordenamiento castrense
dispone que el indulto procede cuando se alegue: a) que no existió el hecho material
que sirvió de base para la condena; b) que aun existiendo ese hecho y éste hubiera
sido ejecutado por la persona declarada culpable de él, no debió ser legalmente
castigada, y c) que dos o más personas hubiesen sido condenadas por el mismo
delito y sea imposible que todas ellas lo hubiesen cometido.

IV. La tramitación es semejante en los tres ordenamientos mencionados, en virtud


de que, la petición se presenta por escrito ante el Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, la «SCJ» o el Supremo Tribunal Militar, según el caso y en dicha
instancia el condenado debe aportar sus elementos de convicción o bien ofrecer su
presentación oportuna. El órgano revisor respectivo ordena la remisión de los autos
y señala un breve plazo para una audiencia de pruebas y alegatos («aa.» 615 y 616
«CPP», 562 y 563 del «CFPP» y 875 y 876 del «CJM»).

De acuerdo con lo establecido por el «CPP» y el «CFPP» («aa.» 615 y 561,


respectivamente), sólo es admisible la prueba documental, salvo en el caso de
homicidio en el cual se pretenda demostrar la existencia de la presunta víctima, en
el que pueden presentarse otros elementos de convicción, con la facultad para el
órgano revisor para otorgar un plazo prudente para la misma presentación y
realización de dichos medios de prueba («aa.» 616 y 563), pero en materia
castrense deben desahogarse precisamente en la audiencia («a.» 876 «CJM»).

En la propia audiencia debe escucharse al solicitante, a su defensor, y en el


supuesto de no tenerlo se le designa uno de oficio, y al MP en su calidad de órgano
acusador. De acuerdo con el código federal se pide al MP un dictamen previo a la
audiencia («a.» 564).
Con los elementos presentados en la vista, el tribunal respectivo debe declarar
fundada o infundada la petición dentro de un plazo también breve (diez días en el
caso de los «CPP» y «CFPP» y cinco en materia castrense). Si se considera que
es fundada dicha solicitud, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y la
«SCJ» deben comunicar el resultado al ejecutivo federal, y el Supremo Tribunal
Militar a la Secretaría de la Defensa Nacional, para que dichas autoridades otorguen
el indulto de manera inmediata, por lo que en realidad se notifica la resolución
judicial para su cumplimiento («aa.» 618 «CPP», 567 «CFPP» y 878 «CJM»). El
código federal agrega que todas las decisiones en que se conceda el indulto se
publicarán en el «DO» y se comunicarán al tribunal que hubiere dictado la sentencia
anterior para que se haga la anotación correspondiente en el proceso («a.» 568).

Si los órganos de revisión consideran que es infundada la petición, ordenarán el


archivo de las diligencias respectivas.
Con respecto al Perdón del Ofendido, el Código Penal para el Estado de México
dispone lo siguiente:

Artículo 91.- El perdón del ofendido extingue la pretensión punitiva y la pena en su


caso, respecto de los delitos que se persiguen por querella necesaria. Otorgado el
perdón y no habiendo oposición a él, no podrá revocarse.

El perdón puede ser otorgado por el ofendido o por su representante legal, si aquél
fuese menor de edad o estuviera incapacitado; pero el órgano jurisdiccional o el
Ministerio Público, en este último caso, deberán a su prudente arbitrio, conceder o
no eficacia al otorgado por el representante y en caso de no aceptarlo, seguir el
procedimiento.

El perdón concedido a uno de los inculpados se extenderá a todos los demás.


Igualmente se extenderá al encubridor.

El perdón podrá ser otorgado en cualesquiera de las etapas del procedimiento


penal. Si la sentencia ha causado ejecutoria, el ofendido podrá otorgarlo ante el
tribunal de alzada, para los efectos de lo dispuesto en la fracción III del artículo 306
del Código de Procedimientos Penales para el Estado de México.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XV-II, Febrero de 1995
Tesis: VI.2o.230 P
Página: 504

QUERELLA, PODER CON CLAUSULA ESPECIAL PARA PRESENTARLA.


PUEDE OTORGARSE EN CUALQUIER MOMENTO (LEGISLACION DE
PUEBLA). Es inexacto que en la cláusula especial a que se refiere el artículo 62
fracción III del Código de Procedimientos en Materia de Defensa Social para el
Estado de Puebla, sea necesario especificar el delito exacto por el cual se ha de
querellar, el nombre correcto de la persona contra quien ha de formularse, e
inclusive detallar los datos de los hechos configurativos del o los delitos motivo de
la querella, ya que este precepto claramente establece que las querellas por medio
de apoderado se admitirán cuando éste tenga poder con cláusula especial o
instrucciones concretas de su mandante para el caso; por lo que, en esos términos,
se cumple con tal requisito cuando en el poder se faculta en general al apoderado
para formular querella a nombre del poderdante, o también, si en ese poder se
asientan las instrucciones concretas del mandante para el caso preciso, es decir, la
ley no obliga a que en el poder se incluya forzosamente como cláusula especial la
segunda hipótesis. En esas condiciones, es obvio que el poder de referencia puede
otorgarse anteriormente o con posterioridad a los hechos delictivos por los que se
haya de querellar.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 247/94. Carlos Demetrio Gaspar Cid. 10 de agosto de 1994.


Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo Rangel. Secretario: Humberto
Schettino Reyna.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XV, Febrero de 1995
Tesis: XXI.2o.38 P
Página: 205

QUERELLA FORMULADA POR UN DESCENDIENTE DEL OFENDIDO PENAL.


EL TENER CARACTER DE HIJO DE UN OFENDIDO PENAL, NO ES
LEGITIMACION PARA PRESENTAR UNA QUERELLA ANTE EL MINISTERIO
PUBLICO, POR TANTO, QUIEN LA HACE DEBE ACREDITAR SER
REPRESENTANTE LEGAL O MANDATARIO DEL OFENDIDO. (LEGISLACION
DEL ESTADO DE GUERRERO). Tratándose de delitos que legalmente sólo son
perseguibles a petición de parte ofendida, no basta para tener por satisfecho el
requisito de procedibilidad de la querella, que la persona que hace del conocimiento
del Ministerio Público los hechos delictivos, manifieste ser hijo del ofendido y que
formule querella a nombre de él, pues atento a lo dispuesto en el artículo 57 del
Código de Procedimientos Penales para el Estado de Guerrero, "Tratándose de
delitos perseguibles por querella, ésta podrá ser formulada en todo caso por el
ofendido, por sus representantes legales o por mandatario."; por consiguiente, quien
comparece ante la representación social a formular querella a nombre de otro, debe
justificar con documento idóneo que posee la calidad de representante legal o
mandatario de aquél en cuyo nombre dice actuar, en caso contrario, debe
considerarse no satisfecho ese requisito.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 358/94. Javier Torreblanca Magdaleno. 10 de noviembre de


1994. Unanimidad de votos. Ponente: Martiniano Bautista Espinosa. Secretario:
Javier Cardoso Chávez.

Octava Epoca
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL CUARTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIV, Diciembre de 1994
Tesis: IV. 3o. 135 C
Página: 429

QUERELLA, EL ENDOSATARIO EN PROCURACION CARECE DE FACULTAD


PARA FORMULAR LA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE NUEVO LEON). De
conformidad con lo establecido por el artículo 408 del Código Penal del estado, el
delito de abuso de confianza se perseguirá a instancia de parte ofendida, y si en el
caso la querella correspondiente fue formulada por el endosatario en procuración
en el juicio ejecutivo mercantil, argumentando que lo hacía por sus propios
derechos, tal actuar es incorrecto, por no tener el carácter de afectado en forma
directa, ya que como endosatario en procuración en ningún momento se le transfirió
la propiedad de los documentos endosados.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL CUARTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 72/93. Héctor Ranulfo García Patena. 9 de junio de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Ramiro Barajas Plasencia. Secretaria: Gloria Fuerte
Cortés.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIV, Noviembre de 1994
Tesis: XIX. 2o. 36 P
Página: 434

DAÑOS Y PERJUICIOS. QUERELLA. NO CONSTITUYE UN ACTO ILICITO LA


PRESENTACION DE LA. El hecho de presentar una querella ante el Ministerio
Público investigador, no constituye en sí mismo un acto ilícito ni contra las buenas
costumbres; por el contrario, el querellante está autorizado por la ley, para poner en
conocimiento de la autoridad competente aquellos hechos que pudieran
considerarse delictuosos y condujeran a establecer la responsabilidad del
denunciado; acto que no necesariamente implica el ejercicio de la acción penal
respectiva, pues ésta se encuentra conferida en exclusiva al Ministerio Público por
disposición del artículo 21 constitucional, por tanto, los daños que pudieran ser
ocasionados con motivo de la privación legal de la libertad del consignado no
pueden ser atribuidos al querellante; en tal virtud, aun cuando el denunciante
proporcione elementos de prueba, por conducto del órgano investigador, no por ello
obra ilícitamente ni contra las buenas costumbres, porque puede suceder que dicha
autoridad estime insuficientes los datos para presumir la responsabilidad penal del
denunciado y determine en consecuencia el no ejercicio la acción penal.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO CIRCUITO.


Amparo directo 171/94. Empresa Mercantil de Reynosa, S. A. de C. V. 18 de agosto
de 1994. Unanimidad de votos. Ponente: Roberto Terrazas Salgado. Secretario:
Sergio Arturo López Servín.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEPTIMO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIV, Octubre de 1994
Tesis: XVII. 2o. 24 P
Página: 354

QUERELLA NECESARIA. SI EL REPRESENTANTE DE LA PERSONA MORAL


OFENDIDA, COMPRUEBA SUS FACULTADES CON POSTERIORIDAD AL
EJERCICIO DE LA ACCION PENAL, LA ORDEN DE CAPTURA ES VIOLATORIA
DE GARANTIAS INDIVIDUALES. (LEGISLACION PARA EL ESTADO DE
CHIHUAHUA). Interpretando relacionadamente los artículos 112, 113, penúltimo
párrafo y 138 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Chihuahua,
se desprende que el Ministerio Público, a efecto de ejercitar la acción penal que le
compete, en tratándose de delitos perseguibles por querella de parte ofendida,
requiere necesariamente aquélla y siendo la ofendida una persona moral, dicha
querella deberá ser formulada por mandatario especial o general para pleitos y
cobranzas con cláusula expresa, carácter que deberá constar en instrumento
público o ante dos testigos, caso en el cual se ratificará ante notario público o quien
haga su vez. En esas condiciones, es contrario a lo dispuesto por los preceptos
legales referidos, el que, con posterioridad al ejercicio de la acción penal y ante el
juez de la causa, se pretenda acreditar que el representante legal de la ofendida, sí
estaba expresa y legalmente facultado para querellarse, en virtud de que tal
acreditamiento debió hacerse ante el Ministerio Público y con anterioridad al
ejercicio de la acción penal.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEPTIMO CIRCUITO.

Amparo en revisión 293/93. María de los Angeles García Guzmán. 6 de enero de


1994. Unanimidad de votos. Ponente: Víctor Manuel Campuzano Medina.
Secretaria: María de Lourdes Villagómez Guillón.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIV, Julio de 1994
Página: 686

OFENDIDO, PERDON DEL. NO EXTINGUE LA ACCION PERSECUTORIA


CUANDO POR IMPRUDENCIA SE COMETAN DOS ILICITOS. (LEGISLACION
DE PUEBLA). De conformidad con el artículo 87 del Código de Defensa Social
para el Estado de Puebla, cuando por imprudencia se cometan daño en propiedad
ajena y lesiones, no es necesario que exista querella de parte para su persecución,
pues para que así fuera se requeriría que se hubiese cometido sólo uno de esos
dos ilícitos, pues la conjunción disyuntiva "o" utilizada en dicho artículo, limita a la
comisión de sólo un delito. Por ello, si con motivo del tránsito de vehículos se
cometen ambos ilícitos, el perdón del ofendido no extingue la acción persecutoria,
puesto que no se cumple con el requisito previsto por la fracción II del artículo 116
del citado ordenamiento, consistente en que el delito se persiga previa querella.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 173/90. Raymundo Narváez Flores. 12 de junio de 1990.


Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo Rangel. Secretario: Humberto
Schettino Reyna.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIV, Julio de 1994
Página: 764

QUERELLA, USO DEL TERMINO. No es condición indispensable que en la


sentencia se mencione el término "querella", si es que se encuentran reunidas las
características esenciales de las condiciones de procedibilidad por lo que aun
cuando el juez emplee un término jurídico distinto al exactamente aplicable, como
es el de llamarle denuncia a la querella, tal situación de manera alguna irroga un
perjuicio al recurrente.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 275/89. Carlos Hugo Carrasco Saldivar. 31 de octubre de 1989.


Unanimidad de votos. Ponente: Arnoldo Nájera Virgen. Secretario: Enrique Crispín
Campos Rámirez.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Junio de 1994
Página: 552

DELITOS DE QUERELLA NECESARIA. PRESCRIPCION DE LA ACCION PENAL


DE LOS. (LEGISLACION DEL ESTADO DE TAMAULIPAS). El artículo 131 del
Código Penal para el Estado de Tamaulipas establece: "La acción penal que nazca
de un delito que sólo pueda perseguirse a instancia de parte ofendida, prescribirá
en un año, contando desde el día en que la parte ofendida tenga conocimiento del
delito y del delincuente, y en tres, independientemente de esa circunstancia.
Llenado el requisito inicial de la querella, se observarán las reglas señaladas por la
ley para los delitos que se persiguen de oficio"; por lo que, el término de un año a
que alude dicho numeral, corresponde al plazo que tiene el ofendido para presentar
querella y no propiamente al de prescripción de la acción penal, pues de
conformidad con la última parte de este precepto, satisfecho el requisito de la
querella se aplicarán las reglas que la ley establece para la prescripción de los
delitos perseguibles de oficio, por tanto el término de la prescripción de la acción
penal, cuenta a partir del momento en que el Ministerio Público haya recibido la
querella por parte del ofendido, por ser hasta entonces, cuando se encuentra
legitimado para realizar las diligencias de averiguación previa.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO CIRCUITO.

Amparo en revisión 279/93. Noé Lozano Rodríguez. 26 de enero de 1994.


Unanimidad de votos. Ponente: Roberto Terrazas Salgado. Secretario: José
Heriberto Pérez García.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Junio de 1994
Página: 642

QUERELLA. EL APODERADO DE LA PARTE OFENDIDA DEBE EXHIBIR


PODER CON CLAUSULA ESPECIAL (LEGISLACION DEL ESTADO DE
GUANAJUATO). Una correcta interpretación a lo dispuesto en el artículo 112 del
Código de Procedimientos Penales del Estado de Guanajuato, lleva a concluir que
cuando se formula querella en representación, el poder que para tal fin exhiba el
representante requiere cláusula especial, donde se le faculte para querellarse, luego
no basta la exhibición de un poder general para pleitos y cobranzas otorgado en
términos del artículo 2554 del Código Civil para el Distrito Federal o del correlativo
2064 del Código Civil para la entidad, porque el nombrado numeral 112 de la ley
adjetiva penal además de requerir que se cuente "con poder general", exige
categóricamente una "cláusula especial para querellarse"; de donde se sigue que,
cuando se exhiben poderes sin esta última cláusula expresa, no queda satisfecho
el requisito de procedibilidad consistente en la querella.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO SEXTO CIRCUITO.

Amparo directo 221/93. Gerardo Hernández Martínez. 8 de febrero de 1994.


Unanimidad de votos. Ponente: Froylán Guzmán Guzmán. Secretario: Ulises
Domínguez Olalde.
Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Mayo de 1994
Página: 511

QUERELLA. FALTA DE FIRMA DEL MINISTERIO PUBLICO EN LAS ACTAS DE


SU PRESENTACION Y RATIFICACION. CODIGO DE PROCEDIMIENTOS
PENALES DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA. El Código de Procedimientos
Penales del Estado de Baja California, señala en el título tercero, capítulo primero,
en "Disposiciones Comunes Actos Procesales", en su artículo 41: "Firmas de la
actas. Cada diligencia se asentará en acta por separado, que firmarán al calce y al
margen los que en ella intervinieron... si no quisieren o no pudieren firmar ni imprimir
la huella digital, se hará constar el motivo"; asimismo, en el capítulo VI, artículo 99,
se refiere a la nulidad de actuaciones, y establece lo siguiente: "Las actuaciones
serán nulas: I. Cuando carezcan de alguna de las formalidades esenciales que
prevenga la ley, si ello causa perjuicio a cualquiera de las partes...". Atento a lo
anterior, es evidente que si el artículo 217 del código penal del estado señala que
el delito de abuso de confianza, solamente se perseguirá a petición de parte
ofendida, es válido concluir que la "querella" no se acredita desde el momento en
que no se prueba la intervención del Ministerio Público en su recepción, ni en su
ratificación, al no firmar las actas respectivas, ni el secretario asentar la razón por la
que no pudo hacerlo.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO QUINTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 44/94. Agente del Ministerio Público Federal. 24 de febrero de


1994. Unanimidad de votos. Ponente: Pedro F. Reyes Colín. Secretario: Rubén D.
Aguilar Santibáñez.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Marzo de 1994
Página: 437

QUERELLA. NO ES NECESARIO QUE OBRE EN AUTOS EL ORIGINAL DEL


PODER QUE LA OFENDIDA OTORGA AL QUERELLANTE PARA QUE
PROCEDA LA. La circunstancia de que el querellante no haya anexado a la
averiguación previa el original o copia certificada del poder notarial exhibido con su
escrito de querella, para acreditar el carácter de apoderado general para pleitos y
cobranzas de la ofendida, no trae como consecuencia su falta de personalidad para
presentarla, si en autos obra razón ministerial en la que consta que exhibió el primer
testimonio del mandato, cuya copia simple fue cotejada por el representante social
en su función de autoridad investigadora de los delitos, al haber tenido a la vista de
donde fue reproducida, sin que ese actuar del Ministerio Público implique la
legalización del mandato, sino la certificación de que la copia del mismo es fiel
reproducción del original que obró en su poder.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.

Amparo en revisión 33/93. Víctor Manuel Cerecer González. 25 de febrero de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Joaquín Dzib Núñez. Secretaria: Mercedes
Montealegre López.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XIII, Enero de 1994
Página: 205

DENUNCIA O QUERELLA SOBRE HECHOS DELICTUOSOS. MIENTRAS NO


ESTE PRESCRITA LA ACCION PENAL CORRESPONDIENTE ES
PROCEDENTE LA. Resulta intrascendente la circunstancia de que la denuncia de
los hechos constitutivos del delito se haga dos meses después de que sucedieron,
supuesto que mientras no esté prescrita la acción penal correspondiente, toda
denuncia o querella sobre hechos delictuosos es procedente.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.

Amparo en revisión 507/93. Cleodoveo Victorio Villalobos. 28 de octubre de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Mariano Hernández Torres. Secretaria: Patricia
Esperanza Díaz Guzmán.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XII, Noviembre de 1993
Página: 400

PRESCRIPCION. EN LOS DELITOS DE QUERELLA NECESARIA SI YA SE


SATISFIZO ESE REQUISITO Y SE EJERCIO LA ACCION PENAL
CORRESPONDIENTE, LA PRESCRIPCION SE REGIRA CONFORME A LAS
REGLAS ESTABLECIDAS PARA LOS DELITOS QUE SE PERSIGUEN DE
OFICIO. En los casos de delitos que se persiguen por querella de parte, si ya se
satisfizo el requisito inicial de la querella y se ejerció la acción penal ante el órgano
jurisdiccional correspondiente, la prescripción penal se regirá conforme a las reglas
que la ley establece para los delitos que se persiguen de oficio.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGESIMO CIRCUITO.


Amparo en revisión 355/93. Julio Gilberto Vaillard Stivalet. 5 de agosto de 1993.
Unanimidad de votos. Ponente: Mariano Hernández Torres. Secretario: Noé
Gutiérrez Díaz.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XII, Noviembre de 1993
Página: 412

QUERELLA. ESTADO DE INCONSCIENCIA DE LA VICTIMA. CUANDO SE


TIENE POR PRESENTADA LA. (LEGISLACION DEL ESTADO DE
TAMAULIPAS). De conformidad con lo establecido en el último párrafo del artículo
105 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Tamaulipas: "La
persona que a consecuencia del delito estuviere inconsciente o imposibilitada para
formular su querella y no tuviere quién la represente legal o convencionalmente, se
entenderá que su deseo es el de querellarse"; por tanto, si el Ministerio Público
investigador, en las actuaciones relativas al esclarecimiento de los hechos, dio fe
del estado de inconsciencia en que se encontraba la ofendida y en términos del
precepto aludido, tuvo por legalmente presentada la querella, ello es suficiente para
tener por satisfecho el requisito de procedibilidad antes apuntado.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO NOVENO CIRCUITO.

Amparo directo 116/93. Alejandro Chavira Murillo. 11 de agosto de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Guadalupe Méndez Hernández. Secretario: Marco
Antonio Cepeda Anaya.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: XII, Noviembre de 1993
Página: 413

QUERELLA NECESARIA. BASTA LA COMPARECENCIA ANTE EL MINISTERIO


PUBLICO HACIENDO DE SU CONOCIMIENTO LA COMISION DE HECHOS
DELICTIVOS PARA QUE SE SATISFAGA EL REQUISITO LEGAL DE. La
exigencia de la ley en el sentido de que exista querella para la persecución de un
delito, queda debidamente cumplimentada cuando el ofendido ocurre ante el
Ministerio Público, y expone con claridad los hechos que constituyen el ilícito de que
se trata; por tanto, es suficiente que la víctima haga saber a la autoridad el evento
delictivo, para estimar satisfecho el requisito de la querella necesaria.
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 663/93. Isabel Badillo Campos. 1o. de septiembre de 1993.


Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Solís Solís. Secretario: Joel A. Sierra Palacios.

Octava Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL
PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: V, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1990
Página: 334

PERDON DEL OFENDIDO, EN DELITOS DE QUERELLA NECESARIA.


REQUISITOS. Para que el perdón judicial opere en los delitos que se persiguen
por querella necesaria de parte ofendida, que constituye el requisito de
procedibilidad de la acción persecutoria, es menester que el mismo se otorgue
conforme y dentro de los plazos que señala la ley, pero además, el mismo deberá
ser amplio, liso y llano e incondicional. De no reunir tales características, dicho
perdón carecerá de eficacia.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo directo 60/90. Héctor Treviño Aguilar. 14 de febrero de 1990. Unanimidad


de votos. Ponente: Gonzalo Ballesteros Tena. Secretaria: María del Pilar Vargas
Codina.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: III, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1989
Página: 243

DAÑO EN PROPIEDAD AJENA, CAUSADO CON MOTIVO DEL TRANSITO DE


VEHICULOS, PERDON DEL OFENDIDO. De conformidad con el artículo 70,
facción II, párrafo segundo, del Código Penal del Estado de Oaxaca, cuando por
culpa y con motivo del tránsito de vehículos se causa daño en propiedad ajena, sólo
se perseguirá a petición de parte, siempre que el presunto responsable no se
hubiere encontrado en estado de ebriedad, por lo que es inconcuso que si el
acusado se encontraba en estado de ebriedad cuando chocó con el automóvil del
ofendido, el delito se perseguirá de oficio y por ende, el perdón que le otorgó el
pasivo no impide el ejercicio de la acción penal, ni determina la ilegalidad de la orden
de aprehensión.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.


Amparo en revisión 94/88. Arturo Roque Rodríguez. 6 de abril de 1989. Unanimidad
de votos. Ponente: José Angel Morales Ibarra. Secretario: Jorge Valencia Méndez.

Octava Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: III, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1989
Página: 243

DAÑO EN PROPIEDAD AJENA NO CULPOSO. PERDON DEL OFENDIDO. Si el


daño en propiedad ajena no se causa por negligencia, imprevisión, impericia o falta
de reflexión o de cuidado, sino por una conducta querida o aceptada, no se requiere
la querella para la persecución del delito y no surte efectos el perdón del ofendido.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO.

Amparo en revisión 110/89. Tobías Chacón Vicente. 17 de marzo de 1989.


Unanimidad de votos. Ponente: Robustiano Ruiz Martínez. Secretaria: María Olivia
Luna Pérez.

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 139-144 Sexta Parte
Página: 97

MERCANCIA EXTRANJERA, TENENCIA ILEGAL DE. PERDON DE LA


OFENDIDA. Si la Secretaría de Hacienda y Crédito Público otorga el perdón, con
base en que la Cuarta Sala del Tribunal Fiscal de la Federación declaró nula la
resolución impugnada de la Dirección General de Aduanas, que había decidido, que
el quejoso se encontraba en posesión de mercancías de tráfico internacional
prohibido, debe otorgársele plena validez jurídica, pues el Código Fiscal de la
Federación vigente establece que tal delito sólo puede perseguirse por querella de
la mencionada secretaría, siendo de oficio la actividad jurisdiccional, en cuanto a la
tenencia de mercancías de tráfico nacionalmente prohibido, o sea, de mercancías
que ya se encuentran en territorio nacional, y que sólo pueden ser objeto de
comercio en determinadas zonas de la República. Por tanto, procede conceder el
amparo y protección de la Justicia de la Unión, para que se sobresea el proceso
penal respectivo.

TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER CIRCUITO.


Amparo en revisión 137/79. Moisés Jacobo Mizrahi V. 29 de agosto de 1980.
Unanimidad de votos. Ponente: Guillermo Velasco Félix.

Nota: En el Informe de 1980, la tesis aparece bajo el rubro "SOBRESEIMIENTO


DEL PROCESO PENAL, POR PERDON DE LA OFENDIDA.".

Séptima Epoca
Instancia: TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 19 Sexta Parte
Página: 45

PERDON DEL OFENDIDO CONDICIONADO, INEFICACIA LEGAL DEL


(LEGISLACION DEL ESTADO DE TLAXCALA). Si bien es verdad que el perdón
del ofendido, en los delitos que se persiguen por querella necesaria, constituye una
forma extintiva de la acción penal, siempre que se conceda antes de formularse
conclusiones por el Ministerio Público (artículo 142 del Código Penal del Estado de
Tlaxcala), el mismo no producirá efectos legales si se le subordina al cumplimiento
de alguna condición por parte del acusado, porque la correcta interpretación de la
ley precisa que el perdón se otorgue sin condición de ninguna especie y no que se
pueda supeditar al cumplimiento de alguna obligación.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.

R. 367/970. Dionisio Pérez Corte. 8 de julio de 1970. Ponente: Francisco H. Pavón


Vasconcelos.

Nota:

Enviada sin votación al Semanario Judicial de la Federación.

En el Informe de 1970, la tesis aparece bajo el rubro "PERDON CONDICIONADO,


INEFICACIA LEGAL DEL (CODIGO PENAL DEL ESTADO DE TLAXCALA).".

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

QUERELLA

I. Del latín querella, acusación ante juez o tribunal competente, con que se ejecutan
en forma solemne y como parte en el proceso la acción penal contra los
responsables de un delito.

II. Para la iniciación del procedimiento penal, y consecuentemente para que pueda
darse válidamente el proceso, en el plano doctrinal y en el estrictamente legal se ha
señalado la necesidad ineludible de ciertos elementos que le den vida; ello implicará
la consideración investigativa de los presupuestos procesales, de las condiciones
objetivas de punibilidad, de las cuestiones prejudiciales y de los requisitos de
procedibilidad.

El trámite normal, ordinario, en relación a la mayoría de los delitos contenidos en


la parte especial del ordenamiento jurídico punitivo, sería el de la denuncia, verbal
o por escrito, ante el Ministerio Público (MP) o ante cualquier funcionario o agente
de la policía judicial, situación que obliga a proceder de oficio a la investigación de
los delitos denunciados, pero hay algunas infracciones que requieren para su
persecución el cumplimiento de algún requisito de procedibilidad, o que quede
superado algún obstáculo procesal que impida la iniciación del procedimiento o la
prosecución del mismo («aa.» 262-263 del «CPP» y 113-114 del «CFPP»).

Manzini indica que los presupuestos procesales son condiciones de existencia,


requisitos esenciales para el nacimiento y la válida constitución de la relación
procesal, considerada en sí misma, y en sus distintas fases.
En este orden de cosas, conviene precisar la diferenciación de los presupuestos
referentes al contenido material del proceso, de los relativos a la esencia y a los
contenidos formales de él. Los primeros conciernen al derecho penal sustantivo,
con independencia de que tengan su reflejo obvio en el derecho penal adjetivo. Los
segundos atañen, directa e inmediatamente, a la propia existencia de la relación
jurídico procesal, ya que suponen la promoción de la acción penal.

En esta tesitura, los presupuestos procesales se sintetizarán en los siguientes: a)


la iniciativa del MP en el ejercicio de la acción penal; b) la legítima constitución del
juez, y c) la intervención, la asistencia y -eventualmente- la representación del
imputado en los casos y con las formalidades preceptuadas en la ley.
No obstante lo anterior, los presupuestos procesales sin cuya presencia no puede
darse un procedimiento penal auténtico, presuponen -a su vez- un elemento
material, o material-formal, indispensable para su consideración práctica.

Este elemento es el hecho jurídico de la noticia del delito, noticia que puede
vincularse a determinados actos jurídicos, que influyen en la constitución de la
relación procesal (denuncia, querella, requerimiento, etc.), o puede dimanar de otra
fuente, determinando la actividad del órgano competente para promover la
realización plena de la relación mencionada.
En dichas condiciones, para que se dé el proceso, resultan indispensables: a) un
órgano de la jurisdicción penal, legítimamente constituido; b) una ''jurisdicción penal
genérica'', sea o no competente para el concreto supuesto fáctico; c) una relación
jurídico penal de carácter sustantivo; d) la presencia del MP, y e) la intervención de
la defensa.

En función de todo lo anterior, cabe deducir la necesidad de todo un conjunto de


antecedentes jurídicos, previamente exigibles, para la realización del proceso. Así:
sin el acto o hecho material sustantivo penal, sin el órgano acusatorio, sin el
organismo jurisdiccional y sin la actuación de la defensa, no es dable la concepción
procesal, ya que, aunque se produzca el factum delictual, al no integrarse la relación
jurídico procesal no había proceso.

III. En cuanto a las condiciones objetivas de punibilidad, noción ésta de raigambre


inminentemente sustantiva penal, son exigencias específicas y concretas, que el
legislador establece, con carácter ocasional, para la punición de algunos eventos.
El caso típico de esta exigibilidad lo tenemos en el adulterio de los «aa.» 273276
del «CP».

Puede detectarse una cierta identidad entre dichas condiciones objetivas de


punibilidad y las denominadas cuestiones prejudiciales, que quedarían
conceptuadas como cuestiones de derecho, cuya resolución es presentada como
antecedente, lógico y jurídico, de la estricta problemática sustantiva penal, objeto
del proceso, y que atañen a una relación, de naturaleza particular y debatida, y
muestran su similitud con los requisitos de procedibilidad.
En sustancia, puede hablarse de aspectos diversos de una misma cuestión,
porque cuando nos referimos a las condiciones objetivas de punibilidad estamos
utilizando la perspectiva penal sustantiva en general, y cuando aludimos a las
cuestiones prejudiciales el enfoque se avoca al conocimiento del punto de vista
procesal stricto sensu, enlazando todo ello con los requisitos de procedibilidad como
condiciones que han de ser cumplidas, en cuanto trámite previo para proceder
contra quien ha infringido una específica norma penal sustantiva.

IV. El preámbulo expuesto resulta necesario, o al menos conveniente, para entrar,


directamente ya, a lo relativo a la querella.
Colín Sánchez afirma que, algunas veces, al referirse a la querella se la ubica
dentro de las condiciones objetivas de punibilidad, en otras ocasiones se le confiere
el carácter de verdadero instituto procesal. Persiste, por tanto, la doble vertiente de
significancia lingüística. Y -en el derecho mexicano- los requisitos de procedibilidad
son: la querella, la excitativa y la autorización.

Existen supuestos, en que -para iniciar el procedimiento- es necesario que se den


los requisitos mencionados, y aunque pudiera ocurrir que el MP, prescindiendo de
ellos, llevara a cabo la averiguación previa y la consignación de los hechos, no se
conseguiría el completo desarrollo del proceso.
La querella, entre los requisitos de procedibilidad, es uno de los más interesantes,
especialmente por su sugerente problemática. En una conceptuación
generalizadora, más que nada descriptiva, la querella es una facultad (derecho
potestativo, Colín), del ofendido por el delito para hacerlo llegar al conocimiento de
las autoridades y dar su consentimiento para que sea perseguido.

En los delitos perseguidos exclusivamente a instancia de parte, no solamente el


agraviado, sino también su representante legítimo, cuando lo consideren pertinente
harán conocer al MP la ejecución del evento delictivo, con la finalidad de que éste
sea perseguido, aunque siempre será necesaria la expresión de voluntad del titular
del derecho.
Sabido es que, en nuestro país, por imperativo del «a.» 21 de la C el MP tiene la
titularidad, concluyente y exclusiva, del ejercicio de la acción penal: ''La persecución
de los delitos incumbe al Ministerio Público y a la Policía Judicial, la cual estará bajo
la autoridad y mando inmediato de aquél'' («a.» reformado según decreto publicado
en el «DO» del 3 de febrero de 1983).

En el proceso penal mexicano, sólo el Ministerio Público, ya sea federal o local,


según su respectiva esfera jurídica, puede iniciar el juicio criminal propiamente
dicho, a través de la consignación, que equivale a la demanda en las restantes
ramas del enjuiciamiento.
En efecto, de acuerdo con una interpretación (sumamente discutida en el campo
doctrinal) del «a.» 21 constitucional, los códigos procesales mexicanos han
consagrado el principio del monopolio del ejercicio de la acción penal por parte del
propio MP, («aa.» 3-8, del «CPP» y 136-140 «CFPP», que son las normaciones
típicas para los restantes códigos de las entidades federativas).

Este principio esencial tiene varias consecuencias dentro del enjuiciamiento penal,
ya que por una parte, el ofendido por el delito carece de la calidad de parte, ni
siquiera de forma subsidiaria; así lo establece expresamente el «a.» 141 del
«CFPP», que sólo concede al ofendido la facultad de proporcionar elementos que
conduzcan a comprobar la existencia del delito y la responsabilidad del inculpado
(y, de análoga manera, lo preceptúa el «a.» 9 del «CPP»).
Sólo se admite la participación del ofendido o de sus causahabientes tratándose
de la reparación del daño y de la responsabilidad del propio inculpado
exclusivamente en cuanto otorga el perdón tratándose de los delitos perseguibles a
instancia de parte o de querella necesaria («a.» 93 del «CPP»).

El señalado principio del monopolio del ejercicio de la acción penal por parte del
MP, se ha llevado a extremos (que un considerable sector doctrinal ha estimado
inconveniente), tanto por la legislación como por la jurisprudencia, en cuanto el
propio MP puede negarse a ejercitar la acción penal, o bien, cuando ya se ha
iniciado el juicio, formular conclusiones no acusatorias o desistirse de la acción
penal, con efectos vinculatorios para el juez de la causa, a través de un simple
control interno del mismo MP, determinado el sobreseimiento definitivo y la libertad
del inculpado con idénticos efectos a los de una sentencia absolutoria («aa.» 323-
324 del «CPP» y 298, «frs.» I y II del «CFPP»).

Si el MP no realiza la consignación, desiste de la acción penal, o formula


conclusiones no acusatorias, el ofendido carece de legitimación para acudir al juicio
de amparo solicitando el examen judicial de estas decisiones del propio MP, de
conformidad con la jurisprudencia de la «SCJ» (Apéndice al «SJF» de 1917-1975,
segunda parte, Primera Sala, tesis núm. 198).
La situación es de considerable grave dad como resultado de lo dimanante tanto
de la normación legal como de la tesis jurisprudencia indicada, a lo que se une que
la policía judicial, a pesar de su denominación, depende de las órdenes del MP
(«aa.» 3 «fr.» I, del «CPP»; 3 «fr.» I, del «CFPP», y 21 de la C pfo, primero, segundo
lineamiento).
A todo lo expuesto, aplicando la conexión normativa de sentido, hay que añadir
que el MP (tanto federal como local), está jerárquicamente organizado y
encabezado por el pertinente procurador general, designado y libremente removido,
ya sea por el presidente de la República («aa.» 102 de la C, reglamentado por la ley
de la Procuraduría General de la República, 73, «fr.» VI, base 5a, de la C, así como
por las disposiciones reglamentarias correspondientes), en lo referente a los
procuradores de la República y del Distrito Federal, y por los gobernadores de los
atados en los demás casos.

Tras esta contextualización, ubicatoria de la especificidad del régimen mexicano,


se impone el terminar de perfilar todo lo restante en relación a la querella.

V. La querella, como ha quedado oportunamente indicado, tiene una doble


proyección: sustantiva (bajo el aspecto de condición objetiva de punibilidad), y
estrictamente procesal (donde toma la configuración de requisito de procedibilidad).
En el plano sustantivo, puede ser estimada como una manifestación de voluntad
del sujeto pasivo del delito dirigida a solicitar el castigo del mismo; bajo esta
conceptuación queda en estrecha conexión con el perdón, en cuanto derecho.

El fundamento de la institución jurídica de la querella reside en una doble


exigencia: a) en ciertos eventos típicos, por su escasa relevancia social y
comunitaria, la ley permite al sujeto pasivo del delito (es decir, al titular del bien o
bienes jurídicamente tutelados), una determinación volitiva en orden a la misma
ilicitud del factum, o de la oportunidad o no de poner en movimiento a la maquinaria
judicial, y b) en otros delitos, éstos si de mayor trascendencia socio-comunitaria
(estupro, «aa.» 262-264 del «CP»; abuso de con fianza, «aa.» 882-385 del «CP»),
la ley remite a la volición del sujeto pasivo del delito la elección o no de la vía judicial.

La razón, en este segundo supuesto, es que la utilización de la vía judicial podría


(por el cortejo, inevitable, del strepitus fori, que la acompaña, en frase de Giovanni
Leone), provocar al mismo ofendido un daño mayor que la posible reparación o
satisfacción judicial.
De todas formas, los dos supuestos vienen a desembocar en el principio de la
subordinación del interés público al particular, ''subordinación producida, o por la
conveniencia para el Estado de atender al interés particular frente a un interés
público..., o por lo tenue del interés público''.

Desde luego, la regla general es la persecución de oficio, mientras que la


perseguibilidad mediante la querella constituye la excepción, consecuentemente, la
querella solamente procede en los casos expresamente previstos por la ley; códigos
o leyes especiales.

VI. La doctrina se ha escindido en dos posiciones en cuanto a la naturaleza jurídica


de la querellas y su correspondiente ubicación dentro de la parcela penal.
Un grupo de distinguidos tratadistas entiende que la querella debe situarse en el
ámbito general de la materia punitiva; la estiman una condición objetiva de
punibilidad, y no un mero presupuesto procesal, ya que -con ella- no se promueve
la acción penal, por ser ésta una condición de derecho sustantivo para la punibilidad;
el evento delictuoso se hace punible y constituye, por consiguiente, delito sólo en
cuanto sea querellado. Manzini, Massari, Pannain, etc., la incluyen dentro del
derecho penal sustancial o material. El Estado ve limitado su poder de sancionar, al
quedar en manos del sujeto pasivo del delito la posibilidad de poner en movimiento
la acción penal.

Frente a esta postura, destacados especialistas actuales nos hablan de la querella


como de un requisito o condición de procedibilidad, así Florián, Attaglini, Riccio,
Ranieri, Vannini, Maggiore, Antolisei, entre otros, de los extranjeros y Villalobos,
González Bustamante, Franco Sodi, Rivera Silva, Piña y Palacios, Colín Sánchez
entre los nacionales.
El fundamento de esta posición reside en que se trata de un derecho potestativo
del ofendido por el delito, para hacerlo del conocimiento de las autoridades; la
actuación de la máquina judicial se encuentra condicionada a la manifestación de
voluntad del particular, sin la cual no es factible el proceder; la conclusión, tras este
razonamiento, se impone (para los particulares de esta postura doctrinal), la querella
es un verdadero requisito de procedibilidad.

En realidad, como se ha esbozado anteriormente, son dos caras de la misma


moneda. Cabe sostener la caracterización como condición objetiva de punibilidad,
sin desdoro de su conceptuación como instituto procesal.
Entendemos que se trata de un derecho subjetivo público. Y creemos que es así,
porque no queda al arbitrio del particular el decidir si la pena será o no aplicada (el
jus puniendi tiene un único titular: el Estado); por otra parte, aun interpuesta la
querella no se sigue indefectiblemente la llegada a la sentencia, ni tampoco que
ésta vaya a ser automáticamente condenatoria. Finalmente, la posibilidad del
desistimiento del particular no significa, en absoluto, que sea dejado a su decisión,
o a su capricho, la punición del hecho delictivo.

VII. En cuanto a la forma de la querella, en el derecho comparado, hay distintos


tratamientos. Países (nos referimos a hispanoparlantes) como España o la
República Argentina exigen requisitos muy específicos para su formulación legal. El
«a.» 176 del «CPP» argentino establece, cuando menos seis exigencias formales
en la redacción de la querella. Todos ellos conducen a una considerable similitud
con las demandas civiles. La Ley de Enjuiciamiento Criminal española, por su parte,
en el «a.» 277 eleva a siete los requisitos para su debida formulación. Entre ellos
cabe destacar la necesidad de su presentación mediante procurador, con poder
bastante, y bajo la dirección técnico jurídica de un profesional del derecho (abogado
en ejercicio), es decir, del letrado.

En la República mexicana, pueden diferenciarse los requisitos y el contenido. Su


formalismo es mucho menor que en los ordenamientos citados.
1) En cuanto a los requisitos, podrán presentarla: a) el ofendido («aa.» 115 del
«CFPP» y 264 del «CPP»); b) su representante legítimo, y c) el apoderado, siendo
suficiente la tenencia de un poder general para pleitos o cobranzas, con cláusula
especial, sin necesidad de acuerdo previo o ratificación del consejo de
administración o de la asamblea de socios o accionistas ni poder especial para el
caso concreto («a.» 264 del «CPP»).

2) En referencia al contenido, la querella contendrá: a) una relación verbal o por


escrito de los hechos, y b) la ratificación, ante la autoridad correspondiente, del
presentador de la misma.
El reiterado «a.» 264 del «CPP» señala que estará válidamente interpuesta,
debidamente formulada, cuando sea presentada por la parte ofendida
independientemente de que sea menor de edad. .
La querella presentada por los legítimos representantes será válida, porque la
normación procesal lo autoriza, sin embargo, en las querellas presentadas por
personas físicas será suficiente un poder semejante, con excepción de los casos de
rapto, estupro o adulterio, en los que sólo se tendrá por formulada directamente por
alguna de las personas referidas en la parte final del primer pfo. del «a.» 264 del
«CPP».

Chiovenda mantiene que la querella da nacimiento a una auténtica sustitución


procesal, porque quien la ejercita obra procesalmente en nombre propio para
ejercitar un derecho de otro, el jus puniendi que es patrimonio exclusivo del Estado.
Pero no es una sustitución procesal cualquiera sino muy especial, sui generis,
porque el sustituto no actúa sólo en el proceso, sino contemporánea, concurrente,
paralelamente con el sustituido representante del titular del derecho material.

VIII. Por último, el derecho de querella se extingue: a) por muerte del agraviado; b)
por perdón: c) por consentimiento; d) por muerte del responsable, y e) por
prescripción.

OFENDIDO

I. (Del latín offendere, participio pasado del verbo ''ofender''.) Ofendido es quien ha
recibido en su persona, bienes o, en general, en su status jurídico, una ofensa, daño,
ultraje, menoscabo, maltrato o injuria.

II. Dentro del proceso penal reciben el nombre de ofendido la víctima del hecho
delictivo, así como quienes, a causa de la muerte o de la incapacidad ocurrida a la
víctima a resultas del ilícito penal, le suceden legalmente en sus derechos o les
corresponde su representación legal.

Las funciones que al ofendido se asignan dentro del enjuiciamiento penal derivan,
fundamentalmente, del sistema que se adopte en materia de acusación. En México,
de modo claro a partir de la C de 1917, la facultad de acusar -ejercicio de la acción
penal- se ha reservado al Ministerio Público en su carácter de órgano estatal
encargado de la ''persecución de los delitos'' (C., «a.» 21). Dado que tal facultad
constituye un ''monopolio'', y que la reparación del daño se concibe como ''pena
pública'', el ofendido tiene en nuestro proceso penal un papel asaz limitado. No
reconociéndose hoy día la posibilidad de que el particular ofendido por un hecho
delictivo ejercite ante los tribunales competentes la pretensión punitiva, la ley le
asigna funciones procesales de carácter secundario. Suele justificarse lo reducido
de su papel aduciéndose que el otorgarle mayores facultades que las que hoy se le
asignan contribuiría a introducir en el proceso el afán de venganza.

A pesar de lo limitado de su función y de lo mal encuadrada que se encuentra la


figura dentro de nuestra legislación procesal penal, el ofendido es un interviniente
en el proceso a quien le corresponde ejercitar diferentes facultades en las varias
etapas en que se descompone el enjuiciamiento penal.

III. Por lo que hace a la fase de averiguación, el ofendido se encuentra facultado por
la ley para denunciar los delitos de que se estima víctima. Debe tenerse presente,
sin embargo, que esta facultad se le reconoce no en razón de haber sufrido en su
persona o en su patrimonio los efectos del hecho ilícito, sino en tanto que la facultad
de denunciar se reconoce a todo individuo que tiene conocimiento de tales hechos.
En la práctica debe reconocerse que son precisamente los ofendidos quienes más
frecuentemente intervienen ante las autoridades con el carácter de denunciantes
aportando la notitia criminis sobre la que habrá de realizarse la averiguación previa.

Además de poder presentar denuncias, nuestra legislación procesal penal confiere


al ofendido el ''monopolio de la querella'', cuando se exige el cumplimiento de tal
requisito de procedibilidad como una condición sine qua non para el ejercicio de la
acción penal por parte del Ministerio Público, tal y como sucede respecto a los
delitos de estupro, rapto, difamación, etc. Dentro de la propia averiguación previa el
ofendido, sea que intervenga como denunciante, como querellante o como simple
ofendido puede poner a disposición del Ministerio Público los datos que contribuyan
a establecer la culpabilidad -rectius: presunta responsabilidad- del indiciado, así
como aquellos que permitan al órgano de la acusación reclamar la reparación del
daño -moral y material- resultante de la conducta atribuida al presunto responsable
(«CPP» «a.» 9).

IV. Dentro de la instrucción el ofendido cuenta con una mayor cantidad de


atribuciones. De modo particular, en tratándose de la reparación del daño, la ley
procesal lo considera como coadyuvante del Ministerio Público en cuanto a la
responsabilidad civil directa; como tal, tiene derecho a que se le notifique por parte
del juzgador sobre las resoluciones que en materia de responsabilidad se dicten y
puede poner a disposición del juzgador cualesquiera elementos relevantes para la
determinación de la responsabilidad y de su monto. Si la reparación del daño
derivado del hecho ilícito se hace valer en contra de persona distinta del indiciado
en razón de estarse en alguno de los supuestos previstos por el «a.» 32 del «CP»,
el ofendido adquiere el carácter de actor, en el sentido pleno de la expresión, dentro
del incidente de reparación («CPP» «aa.» 532 y ss.). Al ofendido corresponde,
igualmente, el solicitar ante el juzgador el embargo precautorio de bienes del
presunto responsable a fin de asegurar la reparación del daño. Tal facultad se
confiere al ofendido y al propio Ministerio Público en forma indistinta, no existiendo,
por tanto, subsidiariedad («CPP» «a.» 35). Con independencia de que en el proceso
se reclame responsabilidad civil, el ofendido puede solicitar al juzgador que se le
restituya en el goce de sus derechos, cuando los mismos han sido menoscabados
por el hecho delictivo («CPP» «a.» 28). Finalmente, el «CPP» previene que el
ofendido puede solicitar, dentro de la instrucción, la acumulación de procesos en
cualquier caso en que se dé alguna de las hipótesis prevenidas por el «a.» 10 del
«CP».

V. De mayor relieve resultan las facultades atribuidas al ofendido dentro de la


audiencia. Tanto dentro del procedimiento ordinario, como en el sumario e, incluso,
en el seguido ante el jurado popular, la ley reconoce en favor del ofendido el derecho
de comparecer a la audiencia en que se tendrá por vista la causa, contando con la
facultad de formular en ella los alegatos que estime pertinentes («CPP» «aa.» 70,
360 y 379). Debe tenerse presente que no obstante que su facultad de intervención
se reconoce en términos análogos a la del defensor y del Ministerio Público, es solo
éste último quien puede hacer valer la pretensión punitiva; si se trata de un delito
perseguible sólo a instancia de parte agraviada (querella), el ofendido puede otorgar
su perdón en dicha audiencia, siempre y cuando lo haga antes de que el Ministerio
Público haya formulado conclusiones acusatorias. Nuestra legislación reconoce en
favor del ofendido dos facultades más: una primera consistente en la posibilidad de
solicitar la revocación de la libertad provisional del reo cuando este le amenaza
(«CPP» «a.» 568, «fr.» III), y una ultima relativa a la posibilidad de solicitar se tenga
por extinguida anticipadamente la pena impuesta al sentenciado, siempre y cuando
se trate de delitos perseguibles a instancia de parte agraviada (querella).

En términos generales, el sistema de monopolios acusador del Ministerio Público


por el que ha optado nuestra legislación procesal penal da origen a una muy
reducida intervención del ofendido dentro del proceso. Si se exceptúan las hipótesis
referidas a la reparación del daño y a la querella, el papel del ofendido es
esencialmente pasivo. Carece de facultades requirentes propias y su posibilidad de
aportar pruebas y formular alegatos depende en buena medida del grado de
coadyuvancia que en el caso concreto el Ministerio Público esté dispuesto a
otorgarle. De lege ferenda se ha venido insistentemente propugnando por una
mayor intervención del ofendido en el proceso; las propuestas van desde la de
otorgarle la facultad de acción en forma paralela a la hoy reconocida al Ministerio
Público -tal y como ocurrió entre nosotros durante la vigencia de la C de 1857- hasta
aquellas que se limitan a reforzar su posición de coadyuvante haciendo que ciertas
determinaciones y decisiones que el Ministerio Público toma durante el proceso
resulten inválidas si no se recaba el consentimiento del ofendido. De particular
importancia resultan los casos en los que el órgano acusador opta por el no ejercicio
de la acción penal, en los que al particular ofendido no se confiere recurso alguno
de modo que pueda iniciar por sí el proceso.

Con respecto a la Rehabilitación, el Código Penal para el Estado de México,


dispone lo siguiente:
Artículo 93.- La rehabilitación tiene por objeto reintegrar al sentenciado en el
ejercicio de los derechos políticos, civiles o de familia que hubiere perdido o
estuvieron en suspenso.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

REHABILITACIÓN DE DELINCUENTES

I. Es la recuperación de los derechos que se pierden por haber sufrido una condena
impuesta por la autoridad penal competente, La rehabilitación (res habitis) es una
institución que nació jurídica y, con el paso del tiempo, se han extendido a otros
ámbitos. Con ella originalmente se deseo restituir todos los derechos que se quitan
a la persona del delincuente, como castigo y retribución, por el hecho de haber
infringido el derecho penal. Es decir anular el estigma o marca, que el propio
derecho punitivo impone, y, además, extinguir de plano la responsabilidad nacida
de la omisión o comisión (cabe la preterintencionalidad) de la acción sancionada
penalmente.

II. Algunos autores -entre ellos Constancio Bernardo de Quirós- citan que el
nacimiento de esta institución tuvo lugar en el siglo VI A. C., en tiempos de Solón
que después pasó por lo que se conoce como ''restitutio in integrum'', con los
romanos; continuó con los salvoconductos expedidos por los monarcas, como
sucedió con las ''letters de rehabilitation des con. damnés aux biens et renommiée'',
para desembocar en el concepto que actualmente tenemos de la rehabilitación en
la ley del 1o de febrero de 1855, dentro del derecho francés, que después se
incorporó a la del 5 de agosto de 1899, también en Francia. En México, la figura
arranca del «CP» de 1871 y se proyecta a los de 1929 y 1931, en el Distrito
Federal, extendiéndose por asimilación a las entidades federativas en sus
respectivas legislaciones penales.

Independientemente de que la rehabilitación restituya derechos, es, en si misma,


un derecho del condenado que ha cubierto los requisitos y condiciones de la pena.
Desde este punto de vista va más allá que las figuras -también jurídicas- del indulto
o la amnistía que, generalmente, se otorgan como carisma de quien sustenta el
poder y, en cambio, la rehabilitación es una conquista del penado.

III. La rehabilitación presenta tres categorías típicas: la legal, la judicial y la


administrativa, La primera tiene lugar, específicamente en el texto respectivo: la
judicial en la declaración de la autoridad correspondiente y, la última, en ciertos
casos, ante el sector de autoridades respectivas.

En la práctica la figura advierte madurez y vigencia solo desde el punto de vista


legal. Es decir, sólo se presenta como una concepción teórica y complementaria de
una estructura dogmática con la que culmina, pero también termina, la ejecución
penal.
La rehabilitación, asimismo, ha estado estrechamente relacionada con la evolución
del sentido de la pena, nacido de las es cuelas positivistas del siglo XIX y como
resultado del nacimiento y evolución de la criminología, En este aspecto, el concepto
se ha nutrido y tiene una vigencia real, de mayor intensidad que el que se enclava
en el campo jurídico. Igualmente, su significación corre pareja con la criminología
crítica. En relación con la primera se encuentra aliada a los conceptos de
penareadaptación pena-resocialización, y pena. repersonalización, en
contraposición al sentido de pena-castigo, o pena-retribución del derecho penal
clásico. En el caso de la criminología crítica -como la pena es una expresión del
poder-la rehabilitación se constituye, por una parte, en la adecuación del penado a
los intereses del poder establecido, en los países capitalistas, y por otra, en los
socialistas, en la presión que el Estado ejerce para la disuasión de la realización de
los intereses individualistas del criminal.

En ambas concepciones -aun cuando por razones de estructura, lógicamente


estén en pugna- lo que se desea es hacer apto y productivo, en su tiempo y su
espacio, al infractor de la norma penal.
Es preciso destacar-como en cierto modo se ha hecho líneas arriba-que en virtud
a la evolución del derecho penal, a partir del siglo XIX, específicamente con el
crecimiento de la enciclopedia de las ciencias penales, pero en especial de la
criminología, el concepto de rehabilitación se ha nutrido y hermanado con otros,
como son readaptación, resocialización, restructuración social, repersonalización.

Con respecto a la figura de la Prescripción, el Código Penal para el Estado de


México, nos establece lo siguiente:

EXISTIENDO DENTRO DEL MISMO, REGLAS GENERALES DE LA


PRESCRIPCION

Artículo 94.- La prescripción extingue la pretensión punitiva y las penas.

Artículo 95.- La prescripción es personal y para ella bastará el simple transcurso


del tiempo señalado por la ley.

La prescripción producirá su efecto, aunque no la alegue en su defensa el inculpado.


El Ministerio Público y el órgano jurisdiccional la harán valer de oficio, sea cual fuere
el estado del proceso.

Debiéndose entender como extinción de la pretensión punitiva lo siguiente, tal y


como se desprende del propio Código.

PRESCRIPCION DE LA PRETENSION PUNITIVA

Artículo 96.- El término para la prescripción de la pretensión punitiva será continuo


y se contará a partir del día en que se cometió el delito, si fuere instantáneo; desde
que cesó, si fuere permanente; desde el día en que se hubiere realizado el último
acto de ejecución, si fuere continuado o en caso de tentativa.

Artículo 97.- La pretensión punitiva del delito que se persigue de oficio o de


querella, prescribirá en un lapso igual al término medio aritmético de la pena
privativa de libertad que le corresponde, pero en ningún caso será menor de tres
años, siempre que no se haya ejercitado acción penal, pues en caso contrario se
atenderá al delito señalado en el auto de formal prisión.

Si la pena asignada al delito no fue la de prisión, la pretensión punitiva prescribirá


en dos años.

Si se trata de delito grave o si el inculpado se sustrae de la justicia, el delito


prescribirá en un término igual a la pena máxima del ilícito de que se trate.

Artículo 98.- En el caso de concurso de delitos, las acciones penales que de ellos
resulten, prescribirán separadamente en el término señalado en cada uno.

Artículo 99.- Cuando para deducir una acción penal sea necesaria la terminación
de un juicio por sentencia ejecutoria o la declaración previa de alguna autoridad, la
prescripción no empezará a correr sino hasta que se hayan satisfecho estos
requisitos.

Artículo 100.- La prescripción de la acción penal se interrumpirá por las actuaciones


del Ministerio Público que se practiquen en averiguación del delito.

Si se dejare de actuar, la prescripción comenzará a contarse de nuevo desde el día


siguiente a la última actuación.

Respecto a la Prescripción de las penas, El Código Penal para el Estado de


México, nos establece lo siguiente:

PRESCRIPCION DE LAS PENAS

Artículo 101.- Los términos para la prescripción de las sanciones serán continuos
y correrán desde el día siguiente a aquél en que el inculpado las quebrante si fueren
privativas de libertad, y si no lo fueren desde la fecha en que cause ejecutoria la
sentencia.

Artículo 102.- Las penas privativas de libertad prescribirán por el transcurso de un


término igual al de su duración y una cuarta parte más, pero en ningún caso será
menor de cinco años ni mayor de treinta y cinco. Las demás sanciones prescribirán
en cinco años.

Artículo 103.- Cuando se haya cumplido parte de la pena privativa de la libertad,


se necesitará para la prescripción un tiempo igual al que falte para cumplir la
condena, y una cuarta parte más de dicho tiempo, sin que pueda exceder de veinte
años.

Artículo 104.- La prescripción de las penas privativas de libertad, sólo se


interrumpirá aprehendiendo al inculpado, aunque sea por diverso delito.

Artículo 105.- La reparación del daño prescribe en diez años contados a partir de
la fecha en que cause ejecutoria la sentencia.

Artículo 106.- La prescripción de las penas de multa y reparación del daño a favor
de la procuración y administración de justicia se interrumpirá, en el caso del artículo
36 por el inicio del procedimiento fiscal respectivo y, en cualquier otro por la
presentación de la demanda para hacerla efectiva.

LA INTERPRETACIÓN DE LA SUPREMA CORTE DEJUSTICIA DE LA NACIÓN

Novena Epoca
Instancia: SÉPTIMO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XVII, Febrero de 2003
Tesis: I.7o.P.16 P
Página: 1114

PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL. DEBE ESTUDIARSE PREVIAMENTE


AL FONDO DEL ASUNTO (ALCANCES DE LA EXPRESIÓN "VIOLACIONES DE
FONDO" CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 183 DE LA LEY DE AMPARO). Cuando
en el amparo se argumenten cuestiones de prescripción, el Juez del conocimiento
se encuentra obligado a estudiar esta situación previamente al estudio de fondo del
asunto, de conformidad con lo que dispone el artículo 183 de la Ley de Amparo,
inclusive a cuestiones relativas a las violaciones del procedimiento y violaciones
formales en la sentencia, como lo es la falta de fundamentación y motivación, sin
que sea obstáculo para arribar a la anterior determinación, la expresión "violaciones
de fondo" contenida en el citado precepto, pues aun cuando en un primer momento
pareciera que se refiere únicamente a situaciones concernientes al delito (cuerpo
del delito y la responsabilidad penal), esto no es así, puesto que al referirse a
"asuntos del orden penal", implica considerar que también refiere a violaciones
concernientes al juicio penal y a las causas de extinción de la acción penal que son
un presupuesto del proceso, que se establecen en el Código Penal para el Distrito
Federal en los artículos 91 a 118 bis, como la muerte del delincuente, amnistía,
perdón del ofendido, reconocimiento de inocencia e indulto, prescripción,
cumplimiento de la pena o medida de seguridad, vigencia y aplicación de una ley
más favorable, existencia de una sentencia anterior dictada en un proceso seguido
por los mismos hechos y extinción de las medidas de tratamiento de inimputables.
Luego, constituyen temas de estudio preferente a cualquier otra violación de fondo
concerniente al proceso penal.

SÉPTIMO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo en revisión 1037/2002. 9 de septiembre de 2002. Unanimidad de votos.


Ponente: Ricardo Ojeda Bohórquez. Secretario: Alejandro Gómez Sánchez.

Novena Epoca
Instancia: SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XVI, Octubre de 2002
Tesis: VI.2o.P.38 P
Página: 1422

PRESCRIPCIÓN DE LAS INFRACCIONES DE LAS LEYES PENALES O DE


DEFENSA SOCIAL. SUBSISTE EN LA LEY DEL CONSEJO TUTELAR PARA
MENORES INFRACTORES DEL ESTADO DE PUEBLA. Es cierto que en esta
legislación no aparece disposición relativa a la prescripción, sin embargo, tomando
en consideración que una de las conductas de que puede conocer el consejo tutelar,
respecto de los menores de dieciséis años de edad, son las infracciones a las leyes
penales o de defensa social (artículo 2o., fracción I, de la propia ley), incluso, por el
injusto o injustos relativos señalados como tales en el Código de Defensa Social,
deriva su competencia, y se cita al menor, en su caso, entonces se está en
presencia de una laguna, dado que no sería posible desvincular la prescripción del
delito cuando se trate del caso en que del hecho deba conocer el consejo tutelar por
haberlo cometido un menor de dieciséis años, que cuando conocen de él los
tribunales ordinarios, porque ello llevaría al absurdo de que tratándose de
coacusados, en donde uno de ellos fuera imputable y el otro inimputable (por
minoría de dieciséis años), y el delito estuviera prescrito, el primero gozaría de la
libertad, mientras el segundo enfrentaría la represalia del aparato estatal, lo que
obviamente no corresponde a la política criminal que el Estado observa desde que
instituye la figura de la prescripción; de allí que la laguna anotada deba integrarse
conforme al artículo 14 constitucional, en el entendido de que este vacío radica en
la falta de regulación en la Ley del Consejo Tutelar acerca de la figura de la
prescripción, por lo que atendiendo al principio de analogía, conforme al cual donde
existe la misma razón debe aplicarse igual disposición, cabe concluir que la
prescripción debe operar en la forma que el legislador ha señalado en el Código de
Defensa Social para el hecho delictuoso, cuya competencia deriva en la intervención
del consejo tutelar.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO


CIRCUITO.
Amparo en revisión 173/2002. 23 de mayo de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:
Diógenes Cruz Figueroa. Secretaria: Yolanda Leticia Escandón Carrillo.

Novena Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XIV, Octubre de 2001
Tesis: X.1o.30 P
Página: 1176

REINCIDENCIA, PRESCRIPCIÓN DE LA (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE


TABASCO). El artículo 56, penúltimo párrafo, del Código Penal vigente en el
Estado de Tabasco, establece: "Para los efectos de este código se entiende por
reincidente el condenado por sentencia ejecutoriada dictada por cualquier tribunal
de la República o del extranjero, que comete un nuevo delito, si no ha transcurrido,
desde el cumplimiento de la condena o desde el indulto de la misma un término
igual a la prescripción de la pena. Cuando haya transcurrido dicho término sin que
vuelva a cometer delito, se considerarán prescritos los antecedentes penales.".
Ahora bien, si el artículo antes transcrito en su penúltimo párrafo establece que la
reincidencia prescribe en los plazos que el mismo numeral señala, y si el Juez
natural impuso el monto de la sanción basándose, entre otras cosas, en que el
sentenciado tiene antecedentes penales y la Sala responsable confirmó el monto
de la sanción impuesta por el Juez de la causa, omitiendo la aplicación del citado
penúltimo párrafo del artículo en mención, ya que debió de analizar si operaba o no
dicha prescripción, con tal omisión se viola la garantía de legalidad que la
Constitución consagra en beneficio del quejoso.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO CIRCUITO.

Amparo directo 1/2000. 19 de abril de 2001. Unanimidad de votos. Ponente: René


Silva de los Santos. Secretaria: Candelaria León Méndez.

Novena Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO
CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XV, Enero de 2002
Tesis: VI.1o.P.165 P
Página: 1333

PRESCRIPCIÓN DE LA FACULTAD DE EJECUTAR LAS SANCIONES


CORPORALES. MOMENTO A PARTIR DEL CUAL DEBE COMPUTARSE
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA). El artículo 139, fracción I, del Código
de Defensa Social dispone que los plazos para la prescripción de las sanciones
restrictivas de la libertad correrán desde el día siguiente a aquel en que el
sentenciado se sustraiga de la acción de la autoridad; de lo que se advierte que la
condición para que inicie el cómputo referido es que el inculpado se evada
materialmente de la acción de la justicia, y si en el caso, el condenado goza del
beneficio de la libertad caucional, será hasta que el Juez de la causa determine
revocar su libertad y ordene su reaprehensión, cuando se considere que se sustrajo
a la acción de la autoridad y, en consecuencia, inicie el cómputo del plazo para la
prescripción de la facultad de ejecutar la sanción privativa de la libertad.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA PENAL DEL SEXTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 295/2001. 20 de septiembre de 2001. Unanimidad de votos.


Ponente: José Manuel Vélez Barajas. Secretario: Víctor Vicente Martínez Sánchez.

Octava Epoca
Instancia: PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.
Fuente: Apéndice de 1995
Tomo: Tomo II, Parte TCC
Tesis: 685
Página: 432

REINCIDENCIA. PRESCRIPCION DE LA. APLICACION RETROACTIVA EN


BENEFICIO DEL REO. (LEGISLACION DEL ESTADO DE SONORA). El artículo
17 del Código Procesal Penal del Estado de Sonora, reformado mediante Decreto
publicado en el Boletín Oficial del Gobierno del Estado, el seis de agosto de mil
novecientos noventa, que entró en vigor quince días después de su publicación,
establece que los antecedentes penales prescriben con todos sus efectos, si el
condenado no incurre en un nuevo delito en un término igual al de la pena impuesta,
que no será menor de tres ni mayor de quince años, y contará a partir del
cumplimiento de la sanción o del otorgamiento de cualquier beneficio de libertad;
por lo que dicha reforma sí resulta aplicable en forma retroactiva, pues es en
beneficio del reo y no en su perjuicio.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL QUINTO CIRCUITO.

Octava Epoca:

Amparo directo 249/90. Ramón Martínez Domínguez. 5 de octubre de 1990.


Unanimidad de votos.

Amparo directo 260/90. Mauricio Acosta Anaya. 11 de octubre de 1990. Unanimidad


de votos.

Amparo directo 19/91. Sergio Espinoza Yucupicio. 31 de enero de 1991.


Unanimidad de votos.
Amparo directo 22/91. Marco Antonio García García. 31 de enero de 1991.
Unanimidad de votos.

Amparo directo 228/91. César Rodríguez Arredondo. 28 de junio de 1991.


Unanimidad de votos.

NOTA:
Tesis V.1o.J/13, Gaceta número 44, pág. 42; Semanario Judicial de la Federación,
tomo VIII-Agosto, pág. 133.

AL RESPECTO EL LIC DAVID NAVARRETE RODRIGUEZ REALIZA LA


SIGUIENTE APORTACION POR SU INVESTIGACIÓN EN DOCTRINA Y
COMPILACIÓN.

PRESCRIPCIÓN PENAL

I. En la voz extinción penal del Diccionario se ha expresado ya que ella puede


referirse tanto a la acción como a la pena y que la prescripción es un modo de
extinguir la responsabilidad penal por el simple transcurso del tiempo. Aquí se
tratará separadamente de la prescripción penal y de la prescripción de la pena.
Importa desde luego consignar que tanto la prescripción penal como la de la pena
tienen carácter personal; que sus plazos se duplican respecto de quienes se
encuentran fuera del territorio nacional, si por esta circunstancia no es posible
integrar una averiguación previa, concluir un proceso o ejecutar una sanción; y que
ambas producen su efecto aunque no los alegue como excepción el acusado,
debiendo el juez suplirlas de oficio en todo caso, tan luego como tenga conocimiento
de ellas, sea cual fuere el estado del proceso («a.» 101 «CP»).

II. Prescripción de la acción penal. a) la prescripción de la acción es la prescripción


de la pretensión punitiva. Su plazo empieza a correr desde que se cometió el delito,
que para estos efectos se considera con todas sus modalidades. La ley contempla,
sin embargo, dos casos de excepción, en que el término no se cuenta desde ese
momento. La primera concierne a los delitos perseguibles por querella del ofendido
o algún acto equivalente, en que el plazo silo empieza a transcurrir desde que los
que puedan entablarla tengan conocimiento del delito y del delincuente («a.» 107
«CP»). La segunda se refiere al caso en que para ejercitar o continuar 13 acción
penal sea necesaria una resolución previa de autoridad jurisdiccional, situación en
que el término empieza a correr desde que se dicte la Sentencia irrevocable («a.»
109 «CP»).

La ley determina cuidadosamente el momento en que debe entenderse cometido


el delito. Distingue, al efecto, el delito instantáneo, en que el plazo se cuenta desde
su consumación; el delito tentado, en que éste corre a partir del día en que se realizó
el último acto de ejecución o se omitió la conducta debida; el delito continuado, en
que el término se computa desde el día en que se realizó la última conducta, y, por
último, el delito permanente, en que el plazo transcurre desde que cesa la
consumación («a.» 102 «CP»).

b) Los plazos de prescripción de la acción penal son distintos según se trate de


delitos sancionados con multa, con pena privativa de libertad o con penas privativas
de derechos. La ley nada dispone en esta materia respecto de los delitos
sancionados con alguna de las demás penas señaladas en el «a.» 24. Fija, en
cambio, plazos especiales para la prescripción de la acción penal que nace de los
delitos perseguibles por querella del ofendido y para la hipótesis de concurso.

Tratándose de los delitos reprimidos con multa la acción penal prescribe en un


año. Si la pena conminada es privativa de la libertad, el plazo de prescripción de la
acción penal es igual al termino medio aritmético de la pena privativa de libertad que
señala la ley para el delito de que se trate, y no podrá en caso alguno ser menor de
tres años. Esta regla se aplica también al caso en que la pena privativa de libertad
acompañe copulativa o alternativamente a la de multa. En cuanto a las penas
privativas de derechos que merezca el delito, la acción penal prescribe en dos años.
En los delitos perseguibles por querella del ofendido u otro acto equivalente, el plazo
de prescripción de la acción penal es de un año, contado, como se ha dicho, desde
que el ofendido tuvo conocimiento del delito y del delincuente, pero en ningún caso
puede ejercitarse la acción penal después de tres años, contados desde que se
cometió el delito. En materia de cómputo de los plazos hay todavía, decíamos una
regla especial para el concurso de delitos, en que las acciones penales de ellos
resultantes prescriben al prescribir la del delito que merezca pena mayor.

c) La prescripción de la acción penal puede interrumpirse y su efecto es la pérdida


del tiempo transcurrido, sin perjuicio de que este pueda comenzar a correr de nuevo.
El hecho que interrumpe la prescripción está constituido por las actuaciones que
se practiquen en averiguación del delito y de los delincuentes,: mientras no dejen
de practicarse, pues entonces el plazo comienza a correr de nuevo desde el día
siguiente de la última diligencia.
Si la práctica de esas actuaciones re quiere previa resolución o declaración de
alguna autoridad, las gestiones tendientes a recabarla tienen el efecto interruptor de
aquella, siempre que esto ocurra antes del transcurso de la mitad del plazo.

Transcurrido un tiempo superior a la mitad de ese plazo, el sólo hecho que puede
interrumpir la prescripción es la aprehensión del inculpado.

III. Prescripción de la pena. a) Esta prescripción presupone, como es obvio, una


sentencia ejecutoria que impone una condena («a.» 103 «CP»). Ella empieza a
correr desde que la resolución cause ejecutoria, a menos que -como resulta de
armonizar los «aa.» 103 y 113- tratándose de penas privativas o restrictivas de la
libertad el reo se sustraiga a la acción de la justicia, pues en tal caso el plazo de
prescripción empieza a correr desde el día siguiente a este hecho.

b) En la fijación de los plazos, la ley distingue entre la pena privativa de libertad, la


pena de multa, las demás sanciones temporales, y finalmente, las que no tengan
temporalidad, Las primeras prescriben en un tiempo igual al fijado en la condena y
una cuarta parte más, sin que pueda ser inferior a tres años la segunda prescribe
en un año; las terceras prescriben en un plazo igual al que deberían durar y una
cuarta parte más, sin que pueda ser inferior a dos años, y las últimas prescriben en
dos años («a.» 113 «CP»).

Se da una regla especial para el caso en que el reo haya extinguido una parte de
la sanción impuesta, sin señalarse, sin embargo, la porción de la pena que ya ha
cumplido. En tal caso el tiempo requerido para la prescripción es el del tiempo que
falte de la condena, y una cuarta parte más, sin que pueda ser menor de un año
(«a.» 114 «CP»).
c) Por lo que concierne a la interrupción de la prescripción de la pena, ésta ocurre
al aprehenderse al reo, aunque sea por otro delito diverso, tratándose de la pena
privativa de libertad. Respecto de las demás penas, basta para la interrupción
cualquier acto de autoridad competente para hacerlas efectivas.

LA PRESCRIPCIÓN EN MATERIAPENAL

LA PRESCRIPCIÓN, IDEAS GENERALES

INTRODUCCIÓN

En las legislaciones penales contemporáneas existen normas que regulan la


actividad jurisdiccional que realiza el Estado, por las cuales éste, como titular del
derecho de perseguir y castigar los delitos, se impone a sí mismo o ciertas
limitaciones que lo obligan, en ciertos casos, a no perseguir a los autores de
determinados hechos, para buscar la declaración de existencia del delito y de
delincuente y, en otros, a no hacer efectivas las sanciones que se hayan impuesto
como consecuencia de la declaración judicial respecto del delito y del delincuente.

El fenómeno de la autolimitación que el Estado se impone corresponde a la


evolución misma del Derecho y en especial del Derecho Penal; dice con razón
Dekkers que "las costumbres primitivas son rudas, para disciplinarlas, y a veces
enderezarlas, es preciso usar sanciones impresionantes. Además, toda desviación
de conducta aparece como una ofensa par aquel que la sufre, o para el grupo todo
entero, o el rey, o los dioses. Así, las leyes comienzan por usar el rigor. La menor
falta se considera delito. Y sólo hay una sanción: la pena". Ello justifica, al decir de
propio Dekkers, el que se afirme que las Leyes de Dracón y, con más razón, las
aztecas, estaban escritas con sangre. La razón fundamental, aun cuando no la
única, era que las civilizaciones de esos pueblos calificados como primitivos es este
aspecto, no habían asimilado el fenómeno tan especial de la prescripción; según
ellos, no hay tiempo que borre una injuria y toda injuria debe ser motivo de una
sanción.
Estamos mencionando ya una de las formas de la autolimitación que el Estado se
impone para perseguir y sancionar a los delincuentes, esto es, la prescripción. Ella
va a ser motivo del presente trabajo, pero es conveniente precisar, desde luego,
que no es la prescripción la forma exclusiva en que el Estado se limita. Existen en
el Código Penal otras figuras diversas, y que se refieren a las limitaciones para la
persecución cuanto para la ejecución de las sanciones que se hayan impuesto y
que son: la muerte del delincuente, la amnistía, el perdón, el indulto, la rehabilitación
y la propia prescripción.

Puede hacerse un estudio de cada una de las diversas formas que la ley consigna
para producir el mismo efecto: la extinción de la posibilidad de perseguir el delito y
el delincuente o de hacer efectiva la sanción impuesta; sin embargo, pensando
solamente en una de dichas formas, que es la prescripción. En consecuencia, basta
por el momento reiterar que en la prescripción y en todos los otros casos
enunciados, se está ante la presencia de casos en los que el Estado, por medio y a
través del Derecho Penal, se impone la autolimitación para perseguir hechos
aparentemente delictuosos y a sus respectivos autores, o de limita, también, en la
ejecución de las consecuencias que debieran derivarse de la declaración cierta,
hecha por la autoridad judicial, de que un hecho determinado es constitutivo de
delito y un individuo, igualmente determinado, es responsable ante la Ley y la
sociedad por la comisión de ese delito.

RESEÑA HISTÓRICA DE LA PRESCRIPCIÓN

Existe una idea generalizada en el sentido de que el origen de la prescripción en el


Derecho Penal se encuentra en la llamada "lex Julia de adulteriis", que data del
tiempo de Augusto en Roma, hacia el año 18 A. C. La verdad es que, como lo
afirman entre otros autores Vera Barros, Cuello Calón y Pessina, afectivamente, la
primera construcción sistematizada que nos es conocida acerca de la prescripción
y sus efectos, se encuentra en la citada ley romana; en ella se consigna un término
de cinco años para la prescripción de ciertos delitos, como son el adulterio, el
entonces llamado "stuprum" y el lenocinio.

Parece indiscutible que ya los riesgos de la época de Demóstenes conocían el


fenómeno de la prescripción, aun cuando nosotros ignoremos en la actualidad los
alcances absolutos que la atribuían y las características que le eran propias.
Obviamente, si se hacía una invocación de la prescripción era porque ella existía y
era conocida por los atenienses que juzgaban el caso; más allá del efecto que
pudiera producir como impedimento para el enjuiciamiento, es poco o nada lo que
se conoce de ella en el ámbito de la cultura helénica, pero nada extraño tendría el
hecho de que se hubiera transmitido a la cultura romana, de donde resulta la lógica
fundada de que al asimilar Roma la tradición helénica, le haya dado la forma
institucional y sistemática que empieza a aparecer en la "ley Iulia de adulteriis". Lo
anterior significa que Roma edifica sobre los cimientos puestos por la Grecia eterna.

El derecho penal de los bárbaros, al decir de la mayoría de los autores,


prácticamente desconoció el instituto de la prescripción y sólo empezó a aceptarlo
conforme iba resultando influenciado por el Derecho Romano. Se afirma que el
único antecedente preciso lo constituye la ley de los visigodos, aun cuando en los
países germánicos estaba admitida en los casos de delitos perseguibles a instancia
de parte.

En este somero recorrido de la historia y desarrollo de la prescripción llegamos


ahora a la etapa de predominio en toda Europa del Derecho Canónico. Inspirado en
los principios teológicos que fundamentan la Iglesia Cristiana y con una indiscutible
asociación entre el delito y el pecado, lo que vuelve a aquél en algo esencialmente
espiritual, el Derecho Canónico no reconoció ni aceptó, al igual que lo había hecho
antes el Derecho de los Romanos, la prescripción de las sanciones impuestas, aún
cuando sí lo hacía respecto de la acción para perseguir los delitos.

En términos generales, puede decirse que todas las legislaciones penales de la


Edad Media que aceptaron las influencias decisivas del Derecho Romano,
incluyeron algunas disposiciones relativas a la prescripción de la acción
persecutoria; en cambio, el derecho inglés que rechazó tal influencia lo hizo también
respecto de la prescripción de la acción penal.

En México, el Presidente Benito Juárez promulgó el Decreto que instituyó el Código


Penal que luego sería conocido con el nombre del Presidente de la Comisión
Redactora, en el año de 1871. Este Código, llamado "de Martínez de Castro",
recogió las ideas más avanzadas de la época en la materia penal y en lo relativo a
la prescripción sostuvo la tesis de que todas las acciones derivadas de cualquier
delito son prescriptibles, desechando por absurda la imprescriptibilidad como
excepción, ya que, según se afirma en la Exposición de Motivos, las acciones y las
penas dejan de ser ejemplares cuando ha transcurrido cierto tiempo, puesto que el
escándalo y alarma que el delito produce se disipan por el simple curso del tiempo
y el eventual castigo o persecución, pasado ese lapso en el que perduran los efectos
del delito, son vistos por la propia sociedad como un acto de crueldad del Estado
contra el infractor. Bajo esta idea básica, la prescripción se reglamentó en función
de la gravedad del delito, pero siempre permitiendo que, alcanzando cierto límite,
se pudiera llegar a la declaración de prescripción, a lo que tenía que agregarse
como razón adicional un sentimiento piadoso hacia el infractor, quien durante un
tiempo había vista sobre sí la constante amenaza de ser encarcelado.

Es necesario apuntar que el Código que venimos citando es primero de la época


del México independiente; esto en razón de que las anteriores codificaciones eran
de origen español y en ellas existían los delitos imprescriptibles, o sea que el primer
Código Mexicano estableció la prescripción en la forma ya expuesta y se elimina la
imprescriptibilidad, herencia de la dominación ibérica.

En nuestro país, como se mencionó ya antes es el Código de Martínez de Castro el


primer que corresponde al ejercicio de la soberanía nacional en el aspecto penal.
Este Código establecía que entre las causas extintivas de la pena figuraba la
prescripción y precisa en uno de sus artículos que "la prescripción de una pena
extingue el derecho de ejecutarla y de conmutarla en otra"; el término ordinario para
que operase la prescripción lo determinaba la cuantía de la pena impuesta, a la que
debía agregarse una cuarta parte más, sin que pudiese rebasar los quince años; el
término considerado como máxima por el Código de que se trata, era de quince
años para aquellos casos en los que la pena impuesta fuerte la capital o la de prisión
extraordinaria.

Teniendo presente que sólo estamos haciendo referencias históricas, se puede


afirmar que actualmente, salvo casos de excepción, se ha incorporado a las
legislaciones penales el principio de la aceptación de la prescriptibilidad de las
sanciones impuestas por sentencia firme o ejecutoriada.

A la luz de lo anterior, podemos concluir que tanto la acción para perseguir los
hechos delictuosos, como el derecho para ejecutar las sanciones impuestas, son
susceptibles de extinción por el simple transcurso del tiempo, es decir, que son
prescriptibles.

FUNDAMENTOS DE LA PRESCRIPCION

Aspectos doctrinarios.- Habida cuenta de que es el tiempo que transcurre entre un


fenómeno (la realización del hecho punible) y al ejercicio del poder persecutor o
ejecutor del Estado lo que hace que la prescripción funcione o no como limitante del
poder del propio Estado, nos encontramos con que ese reconocimiento de los
efectos del transcurso del tiempo no ha sido aceptado con criterios unánimes o
uniformes por la doctrina, pues se difiere en cuanto a las razones por las que el
tiempo produce esos efectos y se las valora de manera tal que pueden incluirse en
alguna de las posturas doctrinarias siguientes:

a)Teoría de la intimidación inexistente

De acuerdo a la opinión de grandes tratadistas del tema, el único argumento sólido


sobre el cual encuentra apoyo la prescripción es el de que si transcurre un lapso
prolongado entre la realización del hecho y la ejecución de la condena impuesta,
ésta deja de servir de escarmiento para los demás e incluso llega a producir un
fenómeno inverso, como lo es el sentimiento de conmiseración hacia el delincuente
que sufre la condena.
Siendo la pena eminentemente finalista se ha dicho, con razón, que su fin primordial
es la realización de la justicia mediante la retribución al delincuente en función del
mal causado por su delito; pero que no sólo es la retribución cuantitativa lo que se
pretende alcanzar, sino también se busca la obtención de la intimidación, que suele
conocerse como prevención.

Ahora bien, llevando la cuestión de los fines de la pena al instituto de la prescripción,


es evidente que cuando por el paso de cierto tiempo el Estado no ha logrado
enjuiciar o ejecutar una pena impuesta sobre un delincuente particular, la
persecución de éste, pasado ese tiempo, se convierte ante la opinión pública en una
especie de malvada actitud del poderoso contra el débil y por una natural propensión
anímica, el sentimiento que debiera ser de rechazo al delincuente se invierte y
aparece una solidaridad espiritual que transforma la finalidad de la pena, de una
intimidación, a una conmiseración a lástima hacia el perseguido y rechazo hacia el
poder represivo del Estado.

La idea que aquí se expone no es la más técnica y jurídica, pero sí la más realista.
Constituye el reconocimiento de que el devenir natural del tiempo hace que el
pasado se olvide; para no desnaturalizar el Derecho Penal, se afirman los principios
de la prescriptibilidad de la acción persecutoria y de la pena impuesta, porque de
otra manera el Derecho Penal se consideraría siempre injusto y vengativo.

Resumiendo las líneas que anteceden, puede decirse que el simple transcurso del
tiempo hace que la actividad represiva del Estado pierda su función de servir como
medio adecuado para lograr la intimidación que equivale a una forma de prevención
y, en vista de ello, se impone el propio Estado la limitación para perseguir y
sancionar los hechos delictuosos, para evitar ese fenómeno inverso al que nos
hemos referido, consistente en volver víctima al quien fue victimario.

b)Teoría basada en la dificultad de prueba.

De acuerdo a lo que sostienen diversos tratadistas, esta tesis tiene su origen en el


pensamiento de Thomasius y ha sido aceptada por algunos autores estudiosos del
tema.

Sosteniendo un criterio más apegado al punto de vista del inculpado, consideraba


que por el transcurso del tiempo, más que deteriorarse aquellas pruebas que
eventualmente pueden servir para fundamentar una condena, desaparecen o se
diluyen las que acreditan la inocencia de los acusados, adicionándose a esto que al
cabo cierto tiempo el juicio que se realice respecto de un caso concreto, no posee
el contenido de certeza indispensable y ello redunda en efectos negativos en la
administración de justicia, al romper el equilibrio entre las partes, dejando en notoria
inferioridad al inculpado quien, sólo habrá de enfrentarse al aparato represivo del
Estado, que siempre cuenta con mejores condiciones o medios para la preservación
de la prueba.

Esta postura doctrinaria, a más de equilibrada, tiene una profunda connotación de


justicia, pues pretende colocar a las partes acusadora y acusada en un equilibrio
permanente ante el Juez, ya que, como dice Filangieri "nada hay más difícil que
defenderse de una acusación cuenta esta es, en año, posterior al delito. El tiempo
ha borrado la memoria de las circunstancias que lo acompañan y priva al acusado
de los medios de justificarse".

En resumen, respecto de la tesis basada en la dificultad de la prueba, esta tiene


validez por justa y equilibrada solamente respecto de una de las dos hipótesis de
prescripción a que nos hemos referido, es decir, en lo relativo a la prescripción de
la acción persecutoria para determinar si un hecho es o no constitutivo de delito y,
en todo caso, si un determinado sujeto es o no responsable, pues esta misma tesis
no tiene basamento suficiente en orden a la prescripción de la sanción impuesta en
sentencia firme.

c)Teoría basada en la seguridad jurídica

Existe una tercera teoría, que podemos considerar la más acertada, que va
fusionando gradualmente los argumentos que integran a las dos precedentes, para
concluir que por razón de la seguridad que todos los hombres deben recibir por
parte del poder del Estado, la prescripción, sea de la acción o de la sanción, está
plenamente justificada en los sistemas legales.

En esta es perceptible el doble efecto que el tiempo ejerce sobre el hecho


delictuoso; hace difícil, cuando no imposible, la prueba, y carece de significación
intimidatoria y por tanto resulta ineficaz, la persecución o, en su caso, el castigo.

Es evidente que el concepto puramente pragmático de la dificultad de la obtención


y conservación de pruebas y del olvido social del delito, va siendo cada vez menos
valorado; lo que comienza a tener forma es un concepto más profundo, porque es
el que coloca al hombre frente al aparato represivo del Estado y trata de darle una
cierta seguridad de que, a determinado tiempo, ya no habrá de ser objeto de una
persecución o de una sanción, en su caso.

En esta tarea de dotar al ciudadano de la seguridad jurídica indispensable,


participan elementos tales como la necesidad de la tranquilidad que da la limitación
de la actividad del Estado. No es posible que el ser humano esté indefinidamente
sujeto a la zozobra que implica el saber que en cualquier momento puede ser
privado de su libertad. Las consecuencias que tal zozobra produce pueden ser más
dañina inclusive que el delito cometido. Éste es un ángulo del problema desde el
punto de vista de el autor del hecho punible y, por ende, es natural que
aparentemente sea él el más beneficiado; no obstante, no puede soslayarse que
ese individuo, quiérase o no, es parte de un grupo o conjunto social y éste es el que
a la larga resulta favorecido cuando sus integrantes no ven en el sistema represivo
una constante causa de intranquilidad, sino como uno de los medios para lograr una
reintegración a la convivencia social. De ser el perseguido por el sistema, resulta
ser el favorecido por el mismo, ya que el Estado, por medio de la Ley, es quien se
autolimita en cuanto a la persecución de los delincuentes.

Con lo anterior se pone de relieve que si hay leyes generales que regulan el
fenómeno de la prescripción, estas mismas reglas están creando, además de una
limitación al poder estatal, una esfera de derechos favorables a los seres humanos
que tendrán, siempre, un derecho individual oponible al derecho general del Estado
a perseguir los delitos y a los delincuentes.

La Jurisprudencia y la Ley.- En cuanto a este tema, la Suprema Corte de Justicia de


la Nación ha sostenido en diversas tesis estos criterios: ""Prescripción de la acción
penal . . . Se considera que la prescripción implica la cesación de la potestad punitiva
del Estado, al transcurrir un período de tiempo determinado, en virtud de que el
propio Estado abdica de su potestad punitiva, por razón de que el tiempo anula el
interés represivo, apaga la alarma social y dificulta la adquisición de pruebas
respecto a la realización del evento delictivo. La prescripción penal, por la esencia
misma del ordenamiento punitivo, opera coactivamente. Es un mandato impuesto
por el Estado para que el órgano delegado específicamente, la institución del
Ministerio Público, conforme al artículo 21 constitucional, se abstenga de toda
acción represiva del delito y para que el órgano jurisdiccional decrete la extinción de
la pretensión punitiva"".

Aquí es observable la mezcla de razones que argumenta la Suprema Corte para


fundamentar la prescripción: por una parte se dice que el Estado desiste de su
potestad punitiva porque el transcurso del tiempo anula el interés represivo, que
viene a ser la esencia de la "teoría de la intimidación inexistente", que mencionamos
en el inciso a) del apartado 1 de este capítulo; por otra, también se dice que el simple
transcurso del tiempo dificulta la adquisición de pruebas respecto a la realización
del evento delictivo, lo que alude a la tesis que sostiene que la prescripción se ubica
en la dificultad de la conservación y obtención de las pruebas, que a la vez tratamos
en el inciso b) subsiguiente. Además, también se menciona que, por la esencia
misma del ordenamiento punitivo, la prescripción opera coactivamente, ya que se
trata de un mandato que el Estado dirige a su órgano represivo o Ministerio Público,
para que se abstenga de toda persecución del hecho delictuoso, al igual que indica
el órgano jurisdiccional que decrete la extinción de la pretensión punitiva estatal,
cuando ha transcurrido el lapso necesario para la prescripción de la sanción, y de
esa manera nos encontramos ante la tesis de la seguridad jurídica, derivada de la
norma preexistente, como fundamentación de la prescripción.
""Prescripción de la acción penal. Para que opere ésta es necesario que el acusado
o procesado se encuentre sustraído a la acción de la justicia, pues el legislador toma
en cuenta la zozobra, la agitación anímica por la que atraviesa al tener cuentas
pendientes con la justicia. Por tanto, no puede correr la prescripción cuando el
acusado, aún ignorándolo el juez de la causa, se encuentra sujeto a otro proceso e
incluso recluido en prisión con motivo de éste"".

Respecto a esta segunda tesis, advertimos que la Suprema Corte de Justicia aborda
la prescripción desde la óptica del autor del hecho punible, tomando en cuenta la
zozobra, la preocupación del acusado o procesado que tiene cuentas pendientes
con la justicia. Tal vez esta posición no sea la más acertada por desnaturalizar la
finalidad del Derecho Penal, pero se le menciona por abarcar o contener
precisamente aspectos relativos al autor del hecho.

DEFINICIÓN Y CONCEPTO DE PRESCRIPCIÓN

Definición de Prescripción.- Si se pretende definir la prescripción, se debe fijar


claramente la significación de la palabra, dando al mismo tiempo el conjunto de
características que la identifican. Siguiendo esta línea de pensamiento, habida
cuenta de que nuestro contexto es el del derecho punible, podemos decir que la
prescripción penal puede definirse así: es el fenómeno jurídico penal por el que, en
razón del simple transcurso del tiempo, se limita la facultad represiva del Estado, al
impedírsele el ejercicio de la acción persecutoria o la ejecución de las sanciones
impuestas.

Dicha definición está basada en estas consideraciones:

a) Se trata de un fenómeno jurídico penal.


b) La prescripción opera por el simple transcurso del tiempo.
c) La prescripción es limitativa del ejercicio de la facultad represiva del Estado.

Concepto de Prescripción.- Concretamente y de acuerdo al criterio compartido por


la mayoría de tratadistas, podemos decir que la prescripción es la autolimitación que
el Estado se impone para perseguir los hechos con apariencia de delitos, o ejecutar
las sanciones impuestas a los delincuentes, por razón del tiempo transcurrido.

En este concepto distinguimos los siguientes elementos:

1º Autolimitación del Estado. Es posible afirmar y sostener que en todas las


legislaciones donde se regula el fenómeno de la prescripción, es el mismo Estado
soberano el que, por medio y a través de su propio sistema legislativo, se impone
limitaciones a lo que es su derecho – deber de perseguir y sancionar las
transgresiones a las leyes penales.

2º Finalidades de la autolimitación. Cuando el Estado, en ejercicio de su soberanía,


regula el fenómeno de la prescripción, lo hace con referencia a dos hipótesis que
son absolutamente diferentes: limitándose en el ejercicio de la acción persecutoria,
que se refiere a los hechos, y en la ejecución de sanciones, que se vincula con los
sujetos calificados como delincuentes por la autoridad judicial.

a) Autolimitación para perseguir hechos. En este caso particular, la prescripción


implica una limitación que el Estado se ha impuesto para perseguir los hechos que
tiene la apariencia de ser delictuosos, por medio de las disposiciones legales
(artículo 21 Constitucional y las que reglamentan la facultad exclusiva de los
tribunales de declarar, en la forma y términos que la ley establece, cuando un hecho
es o no constitutivo de delito), privándose así de la posibilidad de obtener por medio
de los tribunales la calificación que, como "verdad legal", pudiera corresponderles
mediante la actividad jurisdiccional que culmina en una sentencia que resuelve en
definitiva si el hecho era o no constitutivo de delito.

b) Autolimitación para ejecutar sanciones. Hemos mencionado que en el caso de


la llamada prescripción de la sanción, lo que existe en el fondo, es una limitación
que el Estado mismo se ha impuesto para ejecutar las sanciones legalmente
impuestas y con referencia expresa a la persona del delincuente, fundamentando
ello también en el artículo 21 Constitucional, pues este precepto establece que "la
imposición de la penas es propia y exclusiva de la autoridad judicial", así como en
las respectivas Leyes que regulan dicha imposición de sanciones y la ejecución de
las mismas. Aquí notamos que es un caso de autolimitación del Estado, actuando
los tres poderes que lo integran, cuando por el simple transcurso del tiempo más la
satisfacción de otros requisitos consignados en la Ley, deja de cumplirse como
excepción, la función represiva que es propia y exclusiva del Estado Soberano.

3º El tiempo. La ley reconoce y acepta la medida del tiempo conforme a las leyes
naturales del movimiento en el Universo y de acuerdo con el criterio asimilado
culturalmente en nuestras sociedades; se basa en el concepto de día, mes, para
algunos aspectos de la caducidad y, además, en años, en materia de prescripción
y todo ello nos va llevando a la aceptación de un determinado concepto del tiempo,
con la base que dan las formas de medición universalmente convenidas. Esto es lo
que se entiende por curso natural del tiempo, para los efectos de la ley penal y, en
concreto, para el cómputo de los términos de la prescripción.
A este respecto poco importan las teorías físico- matemáticas de la relatividad del
tiempo, lo que cuenta es la existencia de un criterio uniforme, aceptado
universalmente acerca de la medición del tiempo. Este criterio es el de año, mes,
día, hora, minuto y segundo y a él se refiere nuestra legislación penal.

NATURALEZA JURÍDICA DE LA PRESCRIPCIÓN

Teorías diversas.- Las principales tesis a este respecto son tres: la que considera a
la prescripción como parte del Derecho Penal, la que la ubica dentro del Derecho
Procesal y la que puede denominarse como mixta.

a) Teoría de la prescripción como instituto del Derecho Penal. En síntesis,


consiste en que si la prescripción implica una limitación a la facultad del Estado para
perseguir los hechos con apariencia de delitos y ejecutar las sanciones legalmente
impuestas, afecta, en realidad, al ius puniendi y, como consecuencia, es un
fenómeno propio del Derecho Penal material, puesto que se circunscribe a la esfera
de una regulación normativa jurídica, inmersa en una legislación penal.

b) Teoría de la prescripción como instituto del Derecho Procesal Penal. El


argumento esencial para esta posición consiste en que la prescripción no es sino
un impedimento u obstáculo puesto para la iniciación o prosecución de un
procedimiento penal, sin anular o reprimir el derecho a castigar, que permanece
intocado como facultad propia del Estado, pero sin la posibilidad de actualizarse en
función del tiempo transcurrido. De acuerdo con esto, es claro que al aparecer la
barrera que el transcurso del tiempo levanta, el Estado se ve impedido para el
ejercicio de sus acciones represivas, aun cuando su derecho a sancionar
permanece ileso. La cuestión está referida, desde su planteamiento de origen, más
a la acción persecutoria que a la ejecución de las sanciones legalmente impuestas.

c) Teoría mixta, que considera a la prescripción como instituto de Derecho Penal


y de Derecho Procesal Penal. En esta teoría predomina la intención de separar las
dos clases de prescripción, dotando a cada una de ellas de una diferente naturaleza.
Es claro que la forma en que opera la prescripción es distinta, según cada caso, ya
que mientras en la prescripción de la acción se impide o paraliza el procedimiento
tendiente a la calificación del hecho determinado y su autor, en el otro caso, es decir,
en la prescripción de la ejecución de la sanción impuesta, el procedimiento penal ha
quedado previamente concluido con la sentencia ejecutoriada, y lo que se impide
por el fenómeno de la prescripción es la ejecución de la consecuencia de la
sentencia en la persona del delincuente.
Creemos que no debiera existir duda en cuanto a que la prescripción está
directamente relacionada con el ius puniendi, sea referida a la persecución de los
hechos con apariencia de delitos, o a la ejecución de las sanciones legalmente
impuestas, ya que la exclusión de una u otra tesis implica la imposibilidad legal de
alcanzar los fines del Derecho Penal.

TITULARES DE LA DECLARACIÓN EN ORDEN A LA PRESCRIPCIÓN

Introducción.- La prescripción funciona en razón del tiempo transcurrido y sus


efectos se producen de oficio, aun cuando no sea invocada o alegada como
excepción por el reo. Ya se ha visto que se trata en este caso de un fenómeno
jurídico en el que el Derecho penal echa mano de elementos extrajurídicos, como
son los provenientes del simple transcurrir del tiempo previsto para las diferentes
hipótesis que regula.

Como todo fenómeno jurídico relacionado con el delito, la prescripción es una en la


ley y otra en la práctica. La ley se ocupa de planteamientos genéricos, estableciendo
principios generales para regular hipótesis que estima deben ser motivo de
tratamiento especial; en la práctica, sin embargo, la prescripción tiene que ser
motivo de una declaración en la que se aborde un caso concreto para aplicarle las
normas reguladoras del fenómeno. Mientras no se haya hecho esta declaración, por
parte de quien tenga facultades para ello, puede decirse que existe una expectativa
de prescripción, pero sujeta siempre a la resolución que al respecto se formule.
Hasta que llega el momento de la declaración y ésta queda confirmada legalmente,
es cuando puede decirse que ha operado la prescripción.

Titular de la declaración de prescripción de la acción persecutoria. Reconociendo


que el titular monopólico de la acción penal es el Ministerio Público y que a él mismo
corresponde por mandamiento constitucional la investigación de los hechos con
apariencia de delitos y la persecución de ellos para efectos de su calificación final
por la autoridad judicial, es obvio que todo lo que exclusivamente le es propio a esa
Institución como entidad en esta etapa, sea motivo de titularidad de su parte para
realizar las declaraciones que procedan, salvo que la ley expresamente las haya
dado a otra autoridad.

Esto significa que durante la llamada etapa de investigación, o de averiguación


previa cuando aún no se ha ejercido la acción penal, el Ministerio Público es el titular
del derecho para declarar la prescripción de la acción persecutoria, sin violar ningún
derecho, ley o principio. Fundamento normativo expreso se encuentra en el artículo
137, fracción III, del Código de Procedimientos Penales de nuestra Entidad, que,
idénticamente, disponen: "El Ministerio Público no ejercitará la acción penal . . . III.
Cuando esté extinguida legalmente"; y ya sabemos que entre las causas de
extinción legalmente establecidas está, precisamente, la prescripción.
La facultad de los jueces para resolver en cuanto se refiere a la prescripción de la
acción persecutoria, cubre la etapa que se inicia a partir de que dichos jueces tienen
conocimiento de los hechos por la consignación que hace el Ministerio Público y
termina cuando cesa la jurisdicción del propio tribunal al dictar la sentencia
definitiva. La prescripción, dice la ley, funciona de oficio y los jueces pueden hacerla
valer en cuanto tengan conocimiento de ella; esto quiere decir que en el momento
mismo en que el juez se percata de que ha corrido el tiempo previsto para la
prescripción del caso concreto, debe decretar sus efectos extintivos, sin necesidad
de formalidad alguna o tramitación especial, ya que su obligación no está sujeta a
promoción de parte interesada, sin perjuicio de que algún interesado procesal la
haga notar o le invoque como excepción en caso determinado.

Titular de la declaración de prescripción de la sanción legalmente impuesta. Por


razones que no han sido precisadas, los legisladores nacionales no han erigido una
norma en la que se establezca precisamente cuál de los órganos de la
administración pública es el facultado para declarar la prescripción de la sanción
legalmente impuesta por la autoridad judicial. En la práctica, esta atribución se le
deja a la propia autoridad judicial pese a que, constitucionalmente, todo acto de
autoridad debe ser fundado y motivado y en este caso no existe fundamento legal
que conceda a dicha autoridad judicial para resolver en orden a la prescripción de
la sanción.

En este sentido, consideramos que si la prescripción de la sanción presupone la


sentencia ejecutoria, no puede pensarse en una facultad favorable a los jueces, en
cuanto a la jurisdicción en su manera primaria; pero si se le hace extensiva a la
jurisdicción de ejecución, es viable afirmar que el titular de la declaración de la
prescripción de la sanción legalmente impuesta es el propio juzgador, a quien
corresponde colaborar en la procuración del derecho del Estado para ejecutar la
sanción que se ha impuesto a un delincuente, aún cuando lo ideal es que existiera
una legislación precisa al respecto.

PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PERSECUTORIA

SISTEMÁTICA PARA EL ESTUDIO DE LA PRESCRIPCIÓN DELA ACCIÓN


PERSECUTORIA

Abordaremos ahora los fenómenos de la prescripción aplicados a los casos


concretos, sin omitir por su concreción los principios que fundamentan dicho instituto
jurídico. Para ellos adoptaremos un sistema que consideramos claro para hacer más
inteligible nuestro punto de vista.
Por ser la prescripción un instituto del Derecho Penal, es una materia que no puede
desligarse de la construcción teórica del delito y por lo tanto debe sujetarse a la
dogmática imperante, lo cual significa que el estudio de la prescripción de acción
persecutoria debe sujetarse también a los lineamientos de la teoría del delito.

El delito es, para los efectos que ahora nos interesan, un hecho humano previsto de
modo típico por una norma jurídica, cuya materialidad adquiere manifiesta
importancia para establecer la relación que da origen al derecho del Estado para la
persecución penal, vinculando al ser humano autor del propio hecho.

En sentido lato, el delito es "el acto u omisión que sancionan las leyes penales" y
en esta definición se reúnen los dos aspectos esenciales para el estudio de la
prescripción de la acción persecutoria, es decir, la existencia de un hecho que se
manifiesta bajo la forma de una conducta típica. Así, se va ubicando dicho estudio
dentro de las áreas de la conducta y de la tipicidad, que son las que comprenden al
hecho en sí mismo, sin valoraciones al margen de la materialidad del
acontecimiento, intrascendentes en el campo de la prescripción.

También atenderemos el hecho de que la conducta se manifiesta con diversas


características: como conducta agotada proveniente de un solo sujeto; como
pluralidad de manifestaciones exteriores de una voluntad encaminada a un mismo
objetivo, como en el delito continuado; o con pluralidad de sujetos activos y un solo
resultado; como conducta no agotada por impedirlo una causa ajena a la voluntad
del sujeto, en la tentativa; como conducta omisa que produce el resultado típico; y
la forma en que cada una de estas circunstancias influye en el fenómeno de la
prescripción.

Habremos de distinguir entre los hechos perseguibles sólo cuando la parte ofendida
así lo pide al órgano estatal titular del ejercicio de la acción persecutoria, en
contraposición al principio general de la perseguibilidad de oficio y, desde luego,
casos de prescripción relativos a la justicia militar y a la codificación fiscal.

EL TIEMPO DE LA CONDUCTA

Teorías Existentes.- Antes de ver con detalle las cuestiones relativas a la


prescripción de la acción persecutoria, conforme a lo manifestado en el capítulo
anterior, es necesario fijar una posición para valorar el momento en que la conducta
se manifiesta en el mundo exterior, ya que es precisamente el tiempo el factor que
hace funcionar el fenómeno de la prescripción y eso nos permitirá conocer el criterio
que sirve de base al estudio de los casos en particular.

Por ello, aludimos a las principales teorías existentes para determinar el tiempo de
la conducta y, así, conocer la que acepta la ley mexicana.
a) Teoría de la actividad
De conformidad con esta teoría, la conducta queda perfeccionada para el inicio del
curso de la prescripción, a partir del momento en que se realiza la actividad del
sujeto agente de ella.

b) Teoría del resultado


Esta teoría es la que considera como cometido el delito precisamente en el
momento en que se obtiene o realiza el resultado, y no en el que se lleva a cabo la
actividad o movimiento corporal.

c) Teoría unitaria o de la ubicuidad


Esta teoría, que también se ha denominado de conjunto o mixta, afirma que el delito
se comete tanto en el lugar y tiempo en los cuales ha tenido verificativo la actividad,
sea en forma total o parcial, como en los que se produce el resultado.

d) Teoría de la manifestación de la voluntad


Esta teoría sostiene que el tiempo del acto punible se determina en el momento de
la manifestación de la voluntad del agente para producirlo.

Posición de la ley mexicana. El criterio seguido por la ley mexicana al respecto, se


encuentra en el artículo 102 del Código Penal para el Distrito Federal, de aplicación
federal y que dice: "Los términos para la prescripción de la acción penal serán
continuos y se contarán desde el momento en que se cometió el delito, si fuere
consumado; desde que cesó, si fuere continuo; o desde que se cometió el último
acto de ejecución, si se tratare de tentativa.

Con algunas variantes, el Código Penal de Veracruz establece: "Los términos para
la prescripción de la acción penal serán continuos y se contarán a partir del
momento en que se cometió el delito, si fuese instantáneo, desde que cesó, si fuere
permanente; y desde el día en que se hubiese realizado el último acto de ejecución
si el delito fuese continuado o en tentativa". (Artículo 91).

Es evidente que la afiliación doctrinaria de nuestros Códigos se hace a favor de la


llamada teoría unitaria, aunque para mayor claridad en su estudio debemos
referirnos al momento de la conducta y no al de la actividad, de la manifestación de
la voluntad o del resultado, pues si entendemos la conducta como integrada por la
manifestación de la voluntad, el resultado acaecido y la imprescindible relación de
causalidad, debe ser a partir de que se surta la conducta en cada caso particular,
que se tenga por generada la acción para perseguir el hecho concreto y,
consecuentemente, a partir de ese mismo momento se iniciará el curso de la
prescripción.
LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PERSECUTORIAATENDIENDO A LA
CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS ENORDEN A LA CONDUCTA.

Observaciones previas

Habida cuenta de que el sistema represivo creado por el Estado para la


preservación de la paz y armonía sociales, sigue fundado en la manifestación de
una conducta y no ha alcanzado aún un grado de desarrollo que le permita
anticiparse al acto antisocial, bajo la valoración de un estado peligroso, es requisito
que alguien realice algo y que afecte intereses jurídicos protegidos por el tipo penal,
para que nazca el derecho estatal a perseguir al sujeto autor para la imposición de
las consecuencias legales previamente establecidas, aún cuando en algunos casos
se tome en cuenta la peligrosidad social del sujeto para hacer imprescriptibles las
acciones y sanciones en los casos en que, no obstante el tiempo transcurrido y
señalado para la transcripción, se encuentre el delincuente en estado peligroso.

La conducta puede manifestarse mediante haceres positivos o negativos; es decir,


por actos o abstenciones.

El acto o la acción, es todo hecho humano voluntario, todo movimiento voluntario


del organismo humano capaz de modificar el mundo exterior o de poner en peligro
dicho mundo.

La omisión, en cambio, radica en un abstenerse de obrar; en dejar de hacer lo que


se debe ejecutar. La omisión es una forma negativa de la acción.

Así, encontramos que la acción consta de los siguientes elementos: una


manifestación de voluntad, un resultado y una relación de causalidad.

En tanto que en la omisión vemos que sus elementos son: una voluntad y una
inactividad.

a) Los delitos de acción

Los delitos de acción se cometen mediante un comportamiento positivo, violándose


una ley prohibitiva, es decir, se hace lo que no está legalmente permitido.

En los delitos que se manifiestan activamente encontramos los siguientes


elementos:

1. Todos los delitos de acción implican un hacer algo, una actividad muscular que,
realizada voluntariamente, produce un resultado, que puede ser material o jurídico.
2. Cuando se ha realizado la conducta activa, integrada por los elementos ya
conocidos (actividad, voluntad y resultado), nace el derecho del Estado para
perseguir lo que se considera un hecho relevante para la materia penal.
3. El inicio del término necesario para que opere la prescripción, es coetáneo al
nacimiento del derecho a la persecución.

4. La relación conducta – tipo es la que da relevancia penal a un hecho concreto.


5. En este tipo de delitos, la prescripción de una acción penal funciona tomando en
cuenta el tipo básico que haya sido afectado al producirse el resultado,
independientemente de que pudieran haber concurrido circunstancias que hicieran
aparecer un tipo complementado cualificado o agravado.

b) Los delitos de omisión


La manifestación de la voluntad en los delitos de omisión tiene una estructuración
similar a la de los delitos de acción. En ella tiene que aparecer una voluntad libre y
una actuación derivada de la misma.

En los delitos de omisión el objeto prohibido es una abstención del agente,


consistente en la no ejecución de algo prohibido por la ley, es decir, los delitos de
omisión violan una ley dispositiva.

Los delitos de omisión se dividen en delitos de simple omisión y de comisión por


omisión, también conocidos como de omisión impropia.

Los de simple omisión o de omisión propiamente dicha, son los delitos que consisten
en la falta de una actividad jurídicamente ordenada, independientemente del
resultado material que produzcan.

Los delitos de comisión por omisión, o impropios delitos de omisión, son aquellos
en los que el agente decide no actuar y por ello, por la inacción, se produce el
resultado material.

En los delitos de simple omisión, hay una violación jurídica y un resultado puramente
federal, mientras en los de comisión por omisión, además de la violación jurídica,
se produce un resultado material. Por ello se dice que en los primeros se viola una
ley dispositiva y en los segundos se infringen una dispositiva y una prohibitiva.

En cuanto a la voluntad puede decirse que adquiere relevancia penal para la


integración de la conducta en los delitos de omisión siempre que el sujeto, pudiendo
optar entre hacer y dejar de hacer algo, omite el hacer al que está obligado, con una
finalidad consciente y como consecuencia de esa abstención siempre hay un
resultado, que es el que le da a la conducta omisiva su relevancia penal; por eso se
exceptúa a los que se encuentran en estado de sueño, inconsciencia y otros
(excepto las acciones libres en su causa) pues, por su mismo estado, no son
capaces de realizar una opción como ésta.

1. La prescripción de la acción persecutoria tratándose de omisiones simples.


En los delitos de omisión pura se tomará, para efectos de la prescripción, el
momento en que el no actuar se convierte en punible. Precisando, se dice que el
momento de la violación del deber de actuar hace que la omisión sea perseguible,
por ser típica; y es justamente en ese momento en que nace el derecho estatal a la
persecución, el que proporciona el momento de inicio del cómputo de la prescripción
de la acción persecutoria, porque se ha satisfecho la relevancia penal al integrarse
una conducta que, por medio de la omisión, produjo un resultado típico.

2. La prescripción de la acción persecutoria, tratándose de omisiones impropias o


comisión por omisión.
En los delitos de comisión por omisión, que siempre tienen un resultado material, el
inicio del curso de la prescripción se tiene que tomar a partir de la integración de la
conducta típica, es decir, de la producción del resultado que el sujeto estaba
obligado a impedir en razón de su posición de garante. Al violarse el deber jurídico
de acción, manifestándose la conducta omisiva y producirse el resultado que se
debía evitar, hay una conducta perseguible por parte del Estado y también, como
ya se dijo antes, se inicia el curso de la prescripción.

En otras palabras, un delito de comisión por omisión queda consumado en el


momento en que se produce el resultado que, de acuerdo a la posición del agente
garante, respecto del pasivo, se tenía la obligación jurídica de evitar y ese será, en
consecuencia, el momento inicial del curso de la prescripción de la acción
persecutoria.

c) Los Delitos Unisubsistentes


Se denominan delitos unisubsistentes aquellos en los que la conducta queda
agotada y consumada en un solo acto; ellos no permiten una división o
fraccionamiento en el tiempo de la conducta que los identifica.

En este tipo de delitos, la conducta, manifestada típicamente en un solo acto, sea


mediante acción u omisión, coincide con el nacimiento del derecho a la
perseguibilidad y en ese mismo se inicia el curso del tiempo necesario para la
operancia de la prescripción.

d) Los Delitos Plurisubsistentes

Esta clase de ilícitos penales han sido definidos como aquellos que son integrados
por una conducta que se manifiesta en actuaciones fraccionadas, y esto quiere decir
que el delito plurisubsistente es el que se consuma con varios actos.
En cuanto a la prescriptibilidad de este tipo de delitos, puede decirse que los hechos
o actos integrantes de una sola figura no constituyen, a su vez, un delito autónomo,
por lo que, cada acto, visto aisladamente, no es perseguible, sino sólo la reunión de
todos ellos, conformando el tipo particular y, en este orden de ideas, la
perseguibilidad de los delitos plurisubsistentes y, por ende, el principio de la
prescripción persecutoria, se presentará hasta que la reunión de actos integre la
conducta típica, exceptuándose los casos en que no se llega a la consumación, pero
que pueden significar una tentativa punible.

e) Los Delitos Complejos

El delito complejo es aquel que se integra con varios hechos que, si bien
considerados en forma aislada se califican como delictuosos, para efectos penales
no son sino elementos constitutivos o meras circunstancias de agravación de un
solo delito y en estos el inicio del curso de la prescripción es, necesariamente,
coincidente con la aparición de la figura compleja.

Vale consignar que en el delito clasificable como complejo, lo que interesa para
determinar el inicio del curso de la prescripción es el momento en que queda
típicamente satisfecha la figura compleja y nunca el momento de presentación de
sus partes integrantes (con apariencia delictuosa), ya que la figura toda corresponde
a una creación de la ley por razones de política criminológica.

f) Los Delitos Habituales

Los denominados delitos habituales se definen como aquellos cuya noción exige,
como elemento constitutivo, la reiteración habitual o profesional de hechos que,
tomados singularmente, no serían delitos.

Considerando que el delito habitual corresponde a una fusión de hechos, ligados


entre sí por la intención del sujeto agente, al igual que ocurre en las otras figuras
analizadas anteriormente, la perseguibilidad surge hasta el momento en que queda
satisfecha la tipicidad de la conducta de que se trate y, por esa misma razón, hasta
el idéntico momento será cuando inicie su curso la prescripción de la acción
persecutoria.

LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PERSECUTORIAATENDIENDO A LA


CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS ENORDEN AL RESULTADO

Observaciones previas

La clasificación de los delitos que se ha de tomar en cuenta como base para el


desarrollo de este capítulo, tiene su fundamento lógico en el hecho de que todos los
delitos implican la existencia de un resultado (sea material o jurídico) que da la
vinculación entre la conducta y el tipo.

Es inobjetable que mientras más se profundiza en el estudio de la fenomenología


de la prescripción de la acción persecutoria, más debe insistirse en la relación que
existe entre la conducta y el tipo y el eslabón vinculatorio entre ellos, que viene a
ser, precisamente, el resultado, que sólo puede entenderse asociado a una especial
figura de delito. De aquí que sea imprescindible en cualquier sistemática del estudio
de la prescripción de la acción persecutoria hacer referencia al resultado, pero
siempre asociado a una determinada figura de delito.

No habrá perseguibilidad de determinados hechos cuando no se presente una


consumación, lo que elimina a dichas figuras de los tratamientos normales en orden
a la prescripción, ya que la ley establece diferentes condiciones para la
perseguibilidad.

Es, pues, necesaria e indispensable la sistematización que vamos a realizar, con


base en la clasificación de los delitos en orden al resultado.

Los Delitos Instantáneos

Delitos instantáneos son aquellos cuya duración concluye en el momento mismo de


perpetrarse, porque consisten en actos que, en cuanto son ejecutados, cesan por
sí mismos, sin poder prolongarse, como el homicidio, las lesiones, el incendio,
etcétera. Este concepto requiere de la presencia de dos requisitos: una conducta y
una consumación o agotamiento de la misma, que deben ser instantáneos.

La relación de un concepto de delito instantáneo y la prescripción de la acción


persecutoria es evidente; si hemos establecido en todo momento que el curso de la
prescripción se inicia cuando nace la perseguibilidad de una conducta determinada,
en el caso de los delitos instantáneos la perseguibilidad habrá nacido cuando se
haya consumado y agotado la conducta típica (en un instante) y en ese preciso
momento se iniciará el curso de la prescripción de la acción persecutoria en el caso
particular.

El momento de la consumación junto con el del agotamiento, precisan el inicio del


curso de la prescripción, ya que en los delitos instantáneos consumación y
agotamiento se presentan contemporáneamente y como consecuencia, el curso de
la prescripción está inicialmente marcado por la satisfacción de la relación conducta
– tipo, con producción de un resultado instantáneo.

Los Delitos Instantáneos con Efectos Permanentes


El delito instantáneo con efectos permanentes se presenta en aquellos casos en los
que la duración de la conducta delictiva no puede considerarse como consumación,
sino que existe un proceso de agotamiento instantáneo, pero con perdurabilidad en
los efectos que se causan.

Este tipo de delitos corresponden, esencialmente, a los delitos instantáneos vistos


en el apartado anterior, como la salvedad de que los efectos que produce la
conducta perviven o perduran en el tiempo, más allá del acto de consumación y
agotamiento.

Los elementos del delito instantáneo con efectos permanentes son: a) una
conducta; b) una consumación y agotamiento instantáneo y c) perdurabilidad del
efecto producido.

Por cuanto hace el tema de la prescripción, los delitos instantáneos con efectos
permanentes no tienen la diferencia con los solamente instantáneos; para aclarar
este detalle, basta decir que la distinción entre unos y otros se encuentra en la
perdurabilidad de los efectos que, como es natural, son posteriores a la realización
de la conducta y a su consumación y agotamiento.

La permanencia de los efectos que causa la conducta no altera en forma alguna la


mecánica relativa a la perseguibilidad ni tampoco el principio del curso de la
prescripción de la acción persecutoria.

Es conveniente contar con una correcta ubicación mental al abordar el tema o


problema de la prescripción de la acción persecutoria tratándose de delitos
instantáneos con efectos permanentes: lo que rige es la conducta típica y por ello,
en materia de prescripción de la acción, la permanencia en los efectos queda
relegada a un segundo término, en situaciones normales, pues el inicio del curso de
la prescripción se computa a partir de que aparece la conducta típica.

Los Delitos Permanentes

Los doctrinariamente llamados delitos permanentes, son los mismos que la ley
denomina como delitos continuos y, así, tenemos que se considera, para los efectos
legales, delito continuo, aquel en que se prolonga sin interrupción, por más o menos
tiempo, la acción o la omisión que lo constituyen.

La ley contiene la noción del delito permanente al hablar de la prolongación en el


tiempo de la acción u omisión criminal, o sea, el que implica una persistencia en el
resultado durante el cual el sujeto activo mantiene su voluntad delictiva y, por ende,
la antijuridicidad que es su consecuencia. De aquí surgen los dos requisitos
necesarios para la aparición del delito permanente: duración en el tiempo de la
consumación y dependencia de tal consumación de la voluntad del autor de la
conducta.

Para el particular tema de la prescripción de la acción persecutoria de los delitos


permanentes, adquiere capital importancia la prolongación en el tiempo del
momento consumativo: si la ley dice que el término inicia su curso a partir de la
cesación de la conducta típica continua o permanente, resulta claro que el principio
de la actividad antijurídica (por ejemplo, la detención en la privación de la libertad ,
o el apoderamiento de la persona en el secuestro), es irrelevante para efectos
prescriptivos, lo que constituye la base del inicio del curso de la prescripción, lo es
la cesación de la comprensión antijurídica del bien jurídico afectado y en esto hay
correspondencia entre la ley y la doctrina.

En los delitos permanentes o continuos, el termino prescriptivo comienza a correr


cuando cesa el estado de consumación (al librarse a la persona privada ilegalmente
de su libertad o a la secuestrada).

Especies del Delito Permanente

Entre los delitos permanentes o continuos, existen aquellos en los que el período
consumativo se debe prolongar, por más o menos tiempo, y de esa determinada
prolongación depende la vida misma del tipo legal. Y también existen aquellos en
que, en algunas circunstancias, aparece la prolongación indefinida del estado
antijurídico producido por la conducta. Esta circunstancia ocasiona que la doctrina
que la doctrina trate a los delitos permanentes o continuos en dos especies, como
se verá a continuación.

a)- Los delitos necesariamente permanentes

Un delito es necesariamente permanente o continuo si la prolongación de la acción


ha sido supuesta por la ley como elemento esencial del delito. Lo que esto significa
es que el tipo, tal como aparece descrito en la ley, requiere para su integración una
conducta que debe ser, necesariamente, prolongada en la comprensión del bien
jurídico tutelado.

Se toma como base para efectos del inicio del curso de la prescripción, cuando se
trate de delitos necesariamente permanentes: la cesación del estado antijurídico
creado por el presunto delincuente.

b)- Los delitos eventualmente permanentes

Los delitos eventualmente permanentes o continuos, son aquellos en los cuales el


hecho previsto por la ley puede agotarse en el momento en que se concretan los
elementos constitutivos de la hipótesis típica del delito, pero puede también
prorrogarse con una ininterrumpida actividad positiva o negativa, que en cada
momento reproduce la hipótesis misma.

Lo anterior nos indica que la esencia de los delitos eventualmente permanentes se


encuentra en el hecho de la prolongación temporal del momento consumativo, que
no es requerida por el tipo, sino que, bajo determinadas circunstancias accidentales,
aparece en algunos casos.

En este orden de ideas, resulta que la perseguibilidad del hecho particular de que
se trate surge desde el momento del inicio de la satisfacción del tipo, pero continúa,
también, hasta que cesa la conducta típica continua o permanente. En
consecuencia, el principio aplicable para el inicio del curso de la prescripción es el
de la cesación de la conducta comprensiva del interés tutelado en el tipo de que se
trate.

Los Delitos de Simple Conducta o Formales

Delito formal es el que jurídicamente se consuma por el solo hecho de la acción o


de la omisión del culpable, sin que sea preciso la producción de un resultado
externo, es decir, que en este tipo de delitos llamados también de simple actividad,
se agota el tipo penal en el movimiento corporal del agente, no siendo necesario un
resultado externo.

Los delitos formales quedan consumados por la simple realización de la conducta


(activa u omisiva) descrita por el tipo, entonces es manifiesto que deben quedar
sometidos al tratamiento consecuente de su calidad de delitos consumados; en ellos
no tiene lugar la hipótesis de la permanencia o del delito continuo, por aquello de la
consumación coincidente con la realización de la conducta.

Lo que cuenta para determinar el inicio del curso de la prescripción de la acción


persecutoria en este tipo de delitos, es la integración de la conducta típica, misma
que ha sido prevista legislativamente como productora simplemente de un resultado
jurídico o formal; y es a partir de ese momento consumativo, contado a partir del día
en que el hecho ocurre, que inicia su curso la prescripción de la acción persecutoria.

Los Delitos de Resultado o Materiales

Los delitos de resultado o materiales, son para cuya consumación se requiere un


resultado distinto de la acción misma, o sea que el tipo exige, además del
movimiento corporal del agente, un resultado externo, en la inteligencia de que
previamente se ha definido el resultado como la total realización típica exterior,
comprendiendo tanto la conducta del agente como el resultado externo causado por
ella.
Este tipo de delitos permite la forma de presentación de la tentativa, aún cuando lo
verdaderamente característico de ellos está ubicado en la realización del resultado
material.

Por cuanto hace a la perseguibilidad e inicio del curso de la prescripción, no hay


duda en que ellas se originan en el momento mismo de la realización del resultado
típico, que es cuando se considera al delito como consumado.

Los delitos materiales o de resultado tiene una coincidencia temporal entre la


tipicidad y la consumación, ya que la producción del resultado material es lo que da
la nota característica al afectar el interés jurídico protegido por el tipo y este
resultado dará motivo para la perseguibilidad y base para el inicio del cómputo del
tiempo necesario para la prescripción de la acción persecutoria.

Los Delitos de Lesión

Esta clase de delitos, llamados también de daño, se define como aquella que
corresponde a los que requieren una efectiva lesión del bien jurídico protegido.

Los intereses jurídicamente protegidos por el tipo pueden afectarse, en algunos


casos, mediante una conducta activa u omisiva que los dañe en una forma directa
y efectiva.

En cuanto se refiere a la prescripción de la acción para perseguir esta clase de


delitos y, más exactamente, el inicio del cómputo del término necesario para la
prescripción, se toma a partir del momento consumativo.

Sin embargo, hay que entender que los tipos de lesión o de daño corresponden a
una forma especial de presentación de la conducta típica, lo que implica que
normalmente son tipos consumados, pero esto no impide la presentación de la
tentativa punible que, naturalmente estará regida por otro principio normativo, en el
que no se tome como punto de partida el momento de consumación, para efectos
de la prescripción.

Los Delitos de Peligro

Opuestamente a los delitos que se han llamado de lesión o daño, existen los delitos
de peligro, en donde se entiende al peligro como la posibilidad inmediata, la
probabilidad cognitiva de la producción de un determinado acontecimiento dañoso.
La simple puesta en peligro del interés jurídicamente tutelado es suficiente para dar
motivo a la clasificación del hecho como delictuoso.
Es necesario consignar que este tipo de delitos ha sido dividido en tres grupos,
atendiendo a la naturaleza del bien jurídico protegido que es colocado en peligro
por la conducta del actor, así como el alcance de ésta.

El primer grupo es el de los delitos de peligro concreto, en los que, para que pueda
hablarse de la realización típica, se exige la demostración, caso por caso, de que
efectivamente se ha producido el peligro.

El segundo grupo es el de los llamados delitos de peligro abstracto, que aparecen


cuando el delito, como tal, representa la específica puesta en peligro de bienes
jurídicos, pero la penalidad es indiferente de que se demuestre en el caso concreto
la especial situación de peligro.

El tercer grupo se encuentra en los delitos de peligro, según sean de peligro


individual o de peligro común, refiriéndose los primeros a la situación peligrosa en
que es colocado un sujeto particular y los segundos a la en que se coloca en tal
situación a una multiplicidad de sujetos.

En los delitos de peligro, sea cual fuere el grupo posible, no se presenta la forma de
la tentativa punible, ya que en estos ilícitos la conducta típica se perfecciona y
consuma al crearse el estado de peligro, lo cual excluye la figura de la tentativa,
porque de no ser así, equivaldría a peligro sobre peligro.

Al no existir tentativa punible en los delitos de peligro, queda solo la figura del delito
consumado y de ahí que la norma aplicable a la prescripción de la acción
persecutoria en estos delitos es la referente a que el inicio de dicha prescripción lo
determina el día en que el delito (conducta típica) se cometió o realizó, por tratarse
de delitos consumados.

En estos ilícitos, el momento consumativo y, por ende, el inicio del curso


prescripctivo, es contemporáneo a la realización de la conducta típica. Al realizarse
una conducta, sea activa u omisiva, que trae como consecuencia la desprotección
o peligro a un interés jurídicamente tutelado, se satisface la tipicidad y el hecho
realizado es perseguible.

LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PERSECUTORIAATENDIENDO A LA


CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS ENORDEN AL TIPO

Introducción

Los hechos que ocurren en el mundo de la Naturaleza adquieren interés para el


Derecho Penal en tanto son atribuibles como conducta a un sujeto que se encuentre
sometido al imperio de las normas penales. Sin embargo, no se agota la relevancia
del hecho por la circunstancia de que corresponda a una conducta ya que, como se
sabe, el hecho, para llegar a ser delictuoso, requiere de la conducta como sustantivo
y de los demás elementos reconocidos del delito como adjetivos; sólo cuando
respecto de un hecho determinado pueda obtenerse la determinación de que con él
concurren la conducta, la tipicidad, la antijuricidad y la punibilidad, podrá decirse
que existe un delito, entendido éste como fenómeno jurídico.

El mismo hecho, entendido en su materialidad, puede o no ser típico, según sea


subsumible o no lo sea en el marco legal.

Vemos aquí que un mismo hecho adquiere relevancia jurídico penal sólo cuando es
típico, lo que pone de manifiesto la importancia del tipo en la relación hecho –
persecución y si, como se ha visto en partes anteriores de este trabajo, del hecho
nace la posibilidad de la persecución, y la persecución estatal es susceptible de
prescripción, resulta de máximo interés para todo estudio de la prescripción de la
acción persecutoria referirse a los delitos según su clasificación en orden al tipo,
porque el tratamiento legal tiene que ser acorde con la naturaleza jurídica de cada
hecho en particular.

Clasificación de los Delitos en orden al Tiempo, atendiendo su Ordenación


Metódica

Los códigos penales son a menudo llamados catálogos de tipos, para hacer
referencia a que es en ellos donde encuentran su ubicación más precisa los tipos
que el legislador ha elaborado para erigirlos en figuras de delitos; no obstante, hay
en la actualidad una fuerte tendencia a tipificar también delitos en leyes especiales.

La creación legislativa tiene siempre un método, según el cual las figuras son
ordenadas atendiendo a la naturaleza del bien jurídico que el legislador ha estimado
como acreedor de la máxima tutela legal, como lo es la penal.

En cuanto a los tipos contenidos en leyes especiales, el agrupamiento en razón de


la identidad del bien jurídico puede decirse que es aún más claro, porque surgen de
la especialidad misma del cuerpo de leyes donde se encuentren.

La clasificación de los tipos que ahora mencionamos, se ha formulado en tres


grupos: tipos básicos, especiales y complementados.

a) Los tipos básicos


Tipo básico es aquel que en cualquier lesión que se cause al bien jurídicamente
tutelado basta, por sí sola, para integrar el delito.

En cada una de estas figuras típicas, al lesionarse el interés jurídicamente protegido


se integra el hecho que resulta relevante y que motiva la necesidad de su
determinación en orden a su calidad, o en su caso, a su falta de calidad delictuosa.

La prescripción de la acción persecutoria del tipo básico, que implica


necesariamente lesión al interés jurídicamente protegido, inicia su curso al
consumarse el delito, es decir, al ocurrir la lesión y consumarse el tipo, y para ello
se atiende a la noción específica de cada delito, prescindiéndose de todo elemento
extraño y no esencial para su integración.

Concretamente, en materia de tipos básicos, el inicio del curso de la prescripción,


salvo casos de excepción, se determina por el momento de la adecuación típica.

b) Los tipos especiales

Se consideran doctrinariamente como tipos especiales aquellos que tutelan un bien


jurídico ya protegido por un tipo básico, pero que por valoraciones legislativas
contienen ciertas características o circunstancias que producen la exclusión de
aplicación del tipo básico, trayendo, como consecuencia prevista en la ley, un
aumento o una disminución de la intensidad antijurídica de la conducta tipificada.

Atendiendo al enunciado precedente, pueden presentarse dos diferentes casos de


tipos especiales: uno que aparece cuando la ley en forma expresa establece un
tratamiento más grave en orden a la penalidad y que se denomina tipo especial
privilegiado. Lo anterior, tomando como base cierta una determinada penalidad que
es la que corresponde al tipo básico y que se aumenta o disminuye por la ley misma
ante la aparición de las peculiaridades o circunstancias que el legislador ha previsto.
De aquí que los tipos especiales se dividen en especiales agravados y especiales
privilegiados.

La aparición de un tipo especial, sea agravado o privilegiado, excluye la aplicación


del tipo básico, no obstante que en las hipótesis legislativas la tutela penal contenida
en el tipo se refiera a un mismo bien jurídico.

Para efectos de la prescripción de la acción persecutoria, debe estarse al tipo básico


que haya quedado satisfecho, para obtener de él el inicio del curso total del tiempo
necesario, con independencia de las circunstancias discrecionales, sean
agravantes o atenuantes, que se reservan a los jueces exclusivamente para efectos
de la individualización de la pena. Lo determinante es la sanción abstracta para
cada tipo.

De aquí se puede afirmar que para la prescripción de la acción persecutoria, se


requiere una base y ella es, conforme a lo transcrito, el término medio aritmético de
la sanción probable, según el delito de que en la especie se trate; esto significa una
previa fijación de bases, que establece la relación entre el hecho concreto y la pena
probable, sin tomar en cuenta la sanción individualizada.

b’) Los tipos especiales agravados

Para referirse a los tipos especiales agravados, es menester tener presente que el
carácter de especiales les resulta de la comparación con un tipo básico, ya que
ambos tutelan un mismo bien jurídico y que su consecuencia de agravados es
consecuencia de alguna valoración hecha por el legislador que hace que, ante un
mismo resultado lesivo, el tratamiento en orden a la penalidad sea más grave.

Entre las diversas consecuencias legales que derivan de la aparición del tipo
especial agravado, se encuentran los tratamientos en orden a la prescripción,
porque, como se ha expuesto, la acción persecutoria está sometida, para el
cómputo relativo a su prescripción, al término medio aritmético de la sanción
aplicable al delito de que se trate y, en el caso, la agravación es, precisamente, en
orden a la penalidad comparada con la correspondiente al tipo básico, un tipo
diferente de éste, aunque reúna todos sus elementos.

Toda vez que la media aritmética de la pena aplicable se eleva considerablemente,


es conveniente referirnos al problema de la coparticipación y, por ende, a la
comunicabilidad de las circunstancias agravantes que pueden dar nacimiento al tipo
especial agravado. Esto en aquellos casos como el del delito de parricidio en que,
según la ley, hay comunicabilidad de circunstancias entre el descendiente y el
copartícipe y de ella surge la aplicabilidad del tipo especial agravado, cuando el
partícipe conoce la circunstancia personal, en cuyo caso la prescripción de la acción
persecutoria tomará como base el tipo especial satisfecho, perjudicando a todos los
partícipes.

En el caso contrario, o sea cuando el partícipe ignora la circunstancia agravante y


por lo tanto no funciona al principio de comunicabilidad, la solución la da el principio
de que la prescripción es personal y para ello basta el simple transcurso del tiempo
señalado en la ley, por lo cual resulta lógico concluir que en los casos en que no
opere la comunicabilidad agravante respecto del partícipe en el hecho, queda
subsistente el tipo básico y, consecuentemente, es éste el que aporta la base para
el cómputo del término de la prescripción.
Esto quiere decir que en el caso del parricidio, si el copartícipe ignora el vínculo de
parentesco entre el autor y la víctima, no responderá por el tipo especial agravado,
sino por el básico, cuya penalidad dará la pauta para establecer la prescripción de
la acción persecutoria.

b’’) Los tipos especiales privilegiados

Los tipos llamados especiales privilegiados, son aquellos que, tratando un interés
jurídico ya protegido en un tipo básico, contienen alguno o algunos elementos
integrantes en su descripción, que hace que el tratamiento en orden a la penalidad
sea inferior al básico. Esto es, de acuerdo con esta clasificación, una idéntica lesión
al interés jurídicamente protegido trae como consecuencia una penalidad
privilegiada.

Como ya antes dijimos al referirnos a los tipos especiales, ya sea agravados o


privilegiados, la aparición de uno de ellos excluye la posibilidad de aplicación del
tipo básico.

Al surtirse un tipo especial privilegiado, para efectos de la prescripción de la acción


persecutoria originada por él, habrá que estar al término medio de la sanción, según
el delito de que se trate, con abstracción total del tipo básico.

c) Los tipos complementados

Son aquellos que tutelan un bien jurídico que ya se encuentra incluido, en cuanto a
su protección legal, por un tipo básico, pero que, por la presencia de alguna
circunstancia o peculiaridad valorada por el legislado, reciben un tratamiento
diferente por lo que hace a la penalidad, aumentándola o disminuyéndola. De
acuerdo con esto, estos tipos complementados se distinguen de los especiales en
que estos últimos excluyen, para su penalidad, al tipo básico, lo cual no se presenta
en aquellos.

En términos más simples, se puede decir que el tipo complementado es igual al tipo
básico más otra norma que puede significar aumento o disminución de la pena
aplicable, pero siempre con satisfacción previa de un tipo básico.

Aquí se distinguen dos clases: la de los tipos complementados agravados y la de


los tipos complementados privilegiados.

c’) Los tipos complementados agravados


Estos tipos tienen como característica esencial la presencia de una o varias
circunstancias concurrentes con el tipo básico de que se trate, por razón de las
cuales la penalidad puede ser motivo de aumento o agravación.

Respecto a la prescripción de la acción persecutoria, la solución en cuanto al curso


de la temporalidad necesaria para que ella surta sus efectos, nos la da el tipo básico
que haya quedado satisfecho, sin tomar en cuenta las circunstancias agravantes.

Son aquellos descritos en una norma básica en cuanto al tipo y a la cual se agrega
otra norma que disminuye la penalidad.

Al igual que con los tipos complementados agravados, cuya aparición no excluye la
aplicación del tipo básico, hay que estar a la penalidad consignada para este último
como elemento temporal rector para el cómputo del plazo, necesario para la
operancia del fenómeno de la prescripción.

c’’’) Los tipos complementados surtidos culposamente

Como su nombre lo indica, los tipos complementados surtidos culposamente son


aquellos en los que aparece un tipo básico, pero consumado a título de culpa.

En estos se distinguen, en primer lugar, aquellos que inicialmente se consideran


dolosos, pero que en la sentencia resultan culposos; en su prescripción no se altera
el principio general establecido en orden al cómputo del tiempo necesario para la
operancia de la prescripción de la acción persecutoria con respecto al tipo básico.

En segundo lugar, aquellos que, anticipadamente, atribuyen al resultado a título de


culpa, salvo prueba en contrario. Para computar la prescripción de la acción
persecutoria, se toma como base el tipo especialmente valorado en orden a la
culpabilidad, lo cual significa que el término medio aritmético de la pena probable
es diferente del normal, con notable reducción, de donde resulta un lapso inferior
para la operancia de la prescripción de la acción persecutoria.

Clasificación de los Delitos en orden al Tipo, atendiendo al Alcance y Sentido de la


Tutela Penal

Actualmente, en la teoría del tipo ocupa un lugar prominente la interpretación


conforme al bien jurídico protegido, ya que no existe la menor duda en cuanto a que,
inmerso en cada tipo penal creado por el legislador, hay un bien o interés jurídico
que la sociedad considera digno de la especial tutela que brinda el Derecho Penal.
Desde el momento mismo en que el tipo adquiere vida al entrar en vigor la ley que
lo contenga, un bien socialmente valioso es elevado al rango de interés jurídico
penal, al quedar incluido en el tipo de que se trate.

Los tipos, por otra parte, son portadores de una hipótesis general, que describe la
forma cómo la conducta del sometido al imperio de la norma puede afectar el interés
jurídico protegido por el propio tipo; es decir, que el legislador, consciente del valor
del principio "nullum crime sine lege", hace la descripción de la conducta punible en
forma tal que queden incluidos en el tipo todos los comportamientos que la ley no
desea que se produzcan.

a) La prescripción de la acción persecutoria, tratándose de tipos de daño.

Deben considerarse tipos de daño aquellos para cuya perfección jurídica es


menester que el bien jurídicamente tutelado sea destruido o en alguna forma
disminuido.

La afectación por daño al bien tutelado por el tipo es contemporánea con la


adecuación típica, es decir, cuando funciona el proceso de subsunción por el que
una conducta encuentra perfecta adecuación con la hipótesis plasmada en el tipo y
el bien tutelado se daña, se estará ante la presencia de un tipo de daño.

Los tipos de daño necesariamente son consumados, ya que la adecuación típica


aparece hasta que sobreviene el resultado de destrucción o disminución, lo cual
significa que, para los efectos de la prescripción de la acción persecutoria, el curso
se computará a partir de la fecha en que se cometió el delito.

b) La prescripción de la acción persecutoria, tratándose de tipos de peligro

En los delitos de peligro, el legislador transfiere el momento consumativo del delito,


de aquel de la lesión a aquel de la amenaza, y considera perfecto el delito en el
momento en que el bien o interés penalmente tutelado se encuentra en una
condición objetiva de probable lesión.

El delito se considera perfecto desde el momento en que el bien o interés jurídico


queda expuesto al peligro, por lo que el fenómeno de la prescripción es esta clase
de tipo se contará desde el día en que se cometió o consumó del delito.
La consumación coincide, temporalmente hablando, con la exposición al peligro, ya
que ese será, en todo caso, el momento de la adecuación entre la conducta y el tipo
de peligro, que dará nacimiento al derecho del Estado a la persecución,
excluyéndose la aparición de la tentativa punible, por las razones ya conocidas de
que no puede haber peligro de peligro.

Clasificación de los Delitos en orden al Tipo, atendiendo a la Unidad o Pluralidad de


Bienes Tutelados

Esta clasificación parte del principio de que todos los tipos llevan consigo la tutela
de bienes jurídicos, pero que en algunos casos el mismo tipo de que se trate
contiene dos ó más bienes, aun cuando lo normal es la tutela de uno solo de ellos.

Los delitos se pueden distinguir en simples y complejos y se llaman simples los que
lesionan un solo derecho o bien y complejos los que lesionan más de un derecho o
bien.

Las cuestiones relativas a la prescripción de la acción persecutoria, en estos tipos


de delito, atienden a la simplicidad o complejidad del tipo correspondiente. No
representa mayor problema la determinación del inicio del curso de la prescripción
de un tipo simple, ya que al afectarse el único bien jurídico protegido, habrá nacido
el derecho estatal a la persecución y, por ende, el inicio del curso de la prescripción.

No debemos confundir que los "delitos complejos" que analizamos anteriormente


en este trabajo, son diferentes de los que ahora se mencionan, ya que en el caso
anterior nos referimos a la complejidad que resulta de varios hechos que, vistos
aisladamente, pueden ser calificados como delictuosos, pero, en realidad, por
determinada valoración legislativa, son tan sólo elementos constitutivos o meras
circunstancias de agravación de un solo delito, mientras que los tipos llamados
complejos resultan de la inclusión, en un solo tipo, de dos ó más bienes jurídicos
tutelados por el Derecho Penal.

En estos tipos complejos, el mismo principio de nacimiento del derecho a la


persecución, nos proporciona el del inicio de la prescripción, debiendo tenerse
cuidado en que los bienes jurídicamente tutelados, en cada caso concreto, hayan
sido colocados por el sujeto actuante en la posición prevista por la norma.

EL CURSO TOTAL DEL TIEMPO NECESARIO PARA LAOPERANCIA DE LA


PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓNPERSECUTORIA

Introducción
Todos los fenómenos que encuentran su fundamento en el curso del tiempo se
hallan sometidos a un principio inalterable: tienen un inicio y tienen un final. La
prescripción no puede evadir este aserto, puesto que es una creación del Hombre
para que tenga validez en el mundo del Derecho, y el mismo Hombre, al crearle, ha
establecido sus límites temporales, en función de las normas jurídicas aplicables.

En el presente capítulo habremos de estudiar el curso completo de la prescripción


de la acción persecutoria, hasta que llega a producirse el efecto que caracteriza a
la propia prescripción, o sea, cuando el Estado se encuentra ya legalmente
impedido para perseguir un hecho determinado que tenía la apariencia de delictuoso
y, con ello, se ve imposibilitado de obtener la calificación definitiva en cuanto se
refiere así ese hecho, cierto y preciso, era o no delictuoso y si la persona o las
personas intervinientes n su realización eran o no delincuentes.

Lo que debe destacarse es que la prescripción de la acción persecutoria está


limitada a la calificación final y definitiva del hecho, en cuanto a si constituyó un
delito y, en su caso, respecto a su autor, pero que si por medio de un sistema
normativo diferente del penal puede obtenerse su calificación acerca de si es o no
un hecho ilícito, esto último no implica en forma alguna que se alteren los principios
de la prescripción en materia penal.

En efecto, lo delictuoso sólo puede ser resuelto conforme a normas penales y si la


prescripción ha operado, desaparece tal posibilidad; pero puede quedar expedida
la posibilidad de acudir a un sistema diferente, ajeno al penal y del que, si bien
pueden obtenerse consecuencias jurídicas, nunca podrá llegarse a la resolución en
orden al binomio delito – delincuente.

Presupuesto para el Inicio del Curso de la Prescripción

Hemos visto ampliamente que el inicio del curso de la prescripción de la acción


persecutoria surge contemporáneamente con el nacimiento del derecho del Estado
a la persecución, y esto ahora lo convertimos en un presupuesto lógico, ya que la
prescripción de la acción persecutoria requiere la determinación de su inicio y esto
nos es aportado por la satisfacción de la relación conducta – tipicidad referida a un
hecho particular.

Con la finalidad de que el cómputo que en cada caso tiene que realizarse sea
ajustado a la ley, es necesario precisar que el inicio del curso de la prescripción no
se toma a partir del momento en que nace el derecho a la persecución, sino del día
en que tal derecho es ejercitable por el Estado. Esto tiene como fundamento el
contenido de los artículos 102, 107 y 110, todos ellos en el Código Penal del Distrito
Federal, en los cuales se hace referencia clara a que el inicio del curso de la
prescripción de la acción persecutoria se toma a partir del día en que haya ocurrido
el acontecimiento previsto por la norma. Así, el 102 se refiere a que los términos
para la prescripción serán continuos y se contarán desde el día en que se cometió
el delito, si fuere consumado, desde que cesó, si fuere continuo o permanente o
desde el día en que se hubiere realizado el último acto de ejecución, cuando se trate
de tentativa; por su parte, el 107, que se refiere a la prescripción de la acción en
materia de delitos de querella, indica que el término será de un año, contado a partir
del día en que la parte ofendida haya tenido conocimiento del delito y del delincuente
y en tres años, independientemente de esa circunstancia. Finalmente, el 110, que
menciona las causas de interrupción del curso de la prescripción, concluye diciendo
que si dejare de actuar, la prescripción comenzará de nuevo desde el día siguiente
de la última diligencia.

Todas las hipótesis se refieren a la posibilidad de ejercer el derecho a la acción, y


encuentran sus correlativas en los artículos 91, 95 y 98 del Código Penal del Estado
de Veracruz.

No existe duda de que en los casos de prescripción, se está ante un término


computable por días naturales y nunca de momento a momento. Por ende, es
posible sostener que el inicio del curso de la prescripción, se toma a partir del día
en que el Estado adquiere el derecho a la persecución de un caso concreto.

Regla General para Determinar el Tiempo Necesario para la Operancia de la


Prescripción

El tiempo necesario para que la prescripción de la acción persecutoria produzca sus


efectos, lo determina la penalidad probable, según el delito de que se trate, esto es,
que para la prescripción de las acciones penales se tendrá como base el término
medio aritmético de las sanciones previstas para dicho delito.

Nuestras leyes penales establecen para determinados delitos sanciones que,


cuando son de privación de la libertad, son consignadas entre un mínimo y un
máximo de duración, correspondiendo al albedrío del juzgador la individualización
respectiva en caso de condena, sin posibilidad de extralimitarse.

Para los efectos de la prescripción de la acción persecutoria, el cálculo del tiempo


necesario se hace sumando el mínimo y el máximo de la pena probable y dividiendo
entre dos el resultado de dicha suma; lo que arroje tal división será lo que en tiempo
se requiere para la prescripción de la acción persecutoria, contado a partir del día
en que haya ocurrido el hecho típico o, lo que es igual, a partir del nacimiento del
derecho del Estado para perseguir un hecho determinado que satisfaga la relación
conducta – tipicidad.

Excepciones a la Regla General antes enunciada


La regla que proviene del término medio aritmético es útil para determinar, en
general, el lapso necesario para la operancia de la prescripción de la acción
persecutoria; sin embargo, existen algunas excepciones que a continuación
citamos:

1ª. Cuando la semisuma de la sanción probable establecida para el delito de que se


trate, arroje un resultado inferior a tres años, no se aplica la regla general, sino la
especial contenida en el artículo 105 del Código Penal del Distrito Federal
(correlativo: el artículo 92 del Código Penal de Veracruz), el cual establece que la
acción prescribirá en un plazo igual al tiempo de la sanción corporal que
corresponda al delito, pero en ningún caso bajará de tres años, es decir, nunca será
inferior a este plazo.

2ª. Esta excepción aparece cuando no hay posibilidad de aplicar los artículos 105 y
118 del Código Penal del Distrito Federal (correlativo: el artículo 92 del Código Penal
de Veracruz), porque para el delito de que se trate no existe, en abstracto o
formalmente, una sanción corporal o restrictiva de la libertad personal.

Como hemos visto, en general, el lapso necesario para que produzca sus efectos la
prescripción de la acción persecutoria lo determina el término medio aritmético de
la sanción o pena privativa de libertad. Ahora bien, el Código Penal contiene delitos
cuyas penas no son privativas de libertad, esto es, que implican, en principio, la
imposibilidad de determinar el curso de la prescripción en función del tiempo de la
pena probable.

Estos casos los resuelve el Código Penal del Distrito Federal (correlativo: artículo
93 del Ordenamiento Punitivo del Estado de Veracruz), de la siguiente manera: "La
acción penal prescribe en un año, si el delito solo mereciere multa. Si el delito
mereciere, además de esta sanción, la corporal o fuere alternativa, se atenderá en
todo caso a la prescripción de la pena corporal, y lo mismo se observará cuando
corresponda alguna otra sanción accesoria".

Analizando este precepto, vemos que en él la ley plantea dos hipótesis. En primer
lugar, aparecen lo casos de prescripción de la acción persecutoria tratándose de
delitos que tienen multa como única sanción. En este supuesto, el curso total de la
prescripción es de un año en el Distrito Federal (seis meses en el Estado de
Veracruz), plazo que comienza a contarse a partir de que el hecho de que se trate
sea perseguible por la satisfacción de la relación conducta – tipicidad. Al carecerse
de la base aportada en función del tiempo de la pena probable, la prescripción
produce sus efectos al cabo de un año posterior a que sea perseguible el hecho
(seis meses en el Estado de Veracruz).
En segundo lugar, tenemos los casos en que el delito de que se trate tenga
señalada, además de la sanción de multa, una corporal; entonces es claro que,
habiendo pena corporal, tales casos se regirán por la regla general relativa a la
media aritmética de la sanción prevista. Por otro lado, si ese término medio
aritmético de la pena probable es inferior a los tres años, el principio que se aplica
es el del artículo 105 del Código Penal del Distrito Federal (93 del de Veracruz),
atendiéndose a la prescripción de la privativa de libertad, que nunca será inferior a
tres años.

3ª. El artículo 106 del Código Penal del Distrito Federal (artículo 94 del correlativo
de Veracruz), contiene ciertos delitos que no tienen señalada pena corporal, lo que
imposibilita obtener una media aritmética de la aplicable, y tampoco contempla dicho
precepto la sanción de multa, o una alternativa (prisión o multa). Por ello, si el delito
de que se trate sólo mereciere como sanción destitución, suspensión, privación de
derechos o inhabilitación, la prescripción se consumará en el término de dos años.

Condiciones posteriores al hecho, que deben darse para que el Plazo de la


Prescripción siga su Curso

Una vez que el hecho punible ha ocurrido y que respecto de él puede funcionar la
perseguibilidad, la prescripción de la correspondiente acción persecutoria sólo
continuará su curso cuando se presenten una u otra de las siguientes condiciones:
que el Estado, pudiendo y debiendo ejercitar la acción penal, no lo haga dentro de
los límites temporales del caso particular; o bien, que habiendo realizado el acto
procesal de ejercicio de la acción persecutoria, no logre el propio Estado que el o
los sujetos queden sometidos a la jurisdicción de los tribunales.

a) Condición consistente en el no ejercicio de la acción persecutoria

El sistema procesal mexicano se rige por el principio, fundado a nivel constitucional,


del monopolio de la acción persecutoria a favor del Estado.

Esto quiere decir que mientras el Ministerio Público no haga uso de esa facultad
exclusiva de acudir ante los tribunales en ejercicio de la acción persecutoria, los
propios tribunales están impedidos para resolver acerca de si un hecho determinado
y quien o quienes en él hayan intervenido son, respectivamente, delito y delincuente.
Si el Ministerio Público no hace uso de su tal facultad, el inicio del curso de la
prescripción que había partido desde el nacimiento del derecho para ejercitar la
persecución correspondiente, continúa corriendo hasta su total agotamiento, lo cual
implica la actualización de los efectos extintivos que trae consigo la prescripción de
la acción persecutoria.

Existen varias causas por las que el Ministerio Público no ejercita la acción penal:
1ª. Cuando el hecho delictuoso no llega al conocimiento del Órgano Represivo
Estatal (falta de "notitia criminis").

2ª. Cuando, una vez integrada la averiguación previa iniciada con motivo de hecho
presuntamente delictuoso, no se acreditan el cuerpo del delito o la probable
responsabilidad penal (determinación de reserva o archivo, en su caso).

3ª. Por razones de benevolencia, mala fe o motivo político por parte del titular del
Ministerio Público que conozca del hecho delictuoso, lo cual puede ser motivo de la
responsabilidad en que incurra, pero sin que ello interfiera de modo alguno en la
prescripción de la acción no ejercitada.

b) Condición consistente en la falta de sometimiento de el o los imputados a


la jurisdicción de los tribunales.

Una condición indispensable, posterior al hecho, para que el curso de la prescripción


no se vea cortado, esto es, para que siga el curso temporal ya iniciado, es el
sometimiento del sujeto activo a la jurisdicción, lo cual equivale a decir que, en todo
caso en que no se logre tal sometimiento o que éste sea violado, la prescripción de
la acción persecutoria puede operar con todos sus efectos extintivos.

Son dos los casos que pueden presentarse en los que el factor común es la falta de
sometimiento del sujeto activo a la jurisdicción de los tribunales, con el mismo
resultado: la prescripción continúa su curso.

1º. Consignación de hechos, sin detenido.

Es frecuente el caso consistente en que el Ministerio Público satisfaga los requisitos


legales y envíe o consigne la Averiguación Previa ante un Juez, solicitándole el
libramiento de orden de aprehensión o comparecencia, según el delito de que se
trate, en contra de el o los sujetos activos, esto es, sin ponerlos disposición del Juez
competente, por estar sustraídos de la acción de la Justicia, circunstancia que
automáticamente hace que a su favor corra el término de la operancia de la
prescripción.

2º. Sustracción del sujeto a un procedimiento ya instaurado.

Este caso se presenta cuando ya se ha iniciado un procedimiento ante la autoridad


judicial, con el consiguiente sometimiento del sujeto a la jurisdicción, pero en el que
por circunstancias posteriores al inicial sometimiento, éste se ve roto o quebrantado
por parte del indicado o probable responsable, ya sea porque éste se fugue o,
disfrutando de libertad provisional bajo caución o protesta, deje de cumplir con la
obligación de presentarse a firmar periódicamente en el libro respectivo. Cuando
esto ocurre, se debe suspender el proceso, revocar la libertad provisional concedida
y, hasta en tanto el individuo no sea nuevamente sometido, está al margen de la
acción Judicial, por lo que, en cuanto a la prescripción se refiere, significa que ésta
ha reiniciado su curso.

LAS CAUSAS QUE INTERRUMPEN EL CURSO DEL TIEMPONECESARIO


PARA LA OPERANCIA DE LA PRESCRIPCIÓN DELA ACCIÓN PERSECUTORIA

Introducción

Una vez que ha ocurrido un hecho relevante por la satisfacción de la relación


conducta – tipicidad a la que se ha dotado de valor suficiente para dar nacimiento
al derecho del Estado a la persecución, se inicia el curso del tiempo para que, según
sea el delito de que se trate, pueda el fenómeno de la prescripción llegar a producir
sus efectos extintivos. Esta es una base que puede y debe ser considerada como
invariable para el tratamiento de las cuestiones relativas a la determinación del
inicio del curso de la prescripción.

Sin embargo, como la prescripción presupone la falta de ejercicio de la acción


persecutoria o el inoportuno ejercicio de la misma, es lógico pensar que la ley nos
proporciona las bases para la computación de los plazos, contenga una serie de
previsiones que impliquen que el Estado está realizando la actividad que le
corresponde como titular de la acción persecutoria y que deben traer como
ineludible consecuencia una afectación al curso de la prescripción. Nos referimos a
las llamadas causas de interrupción que, como su mismo nombre lo indica, propician
que el curso de la prescripción, iniciado a partir de la realización del hecho, se vea
interrumpido, diferido o impedido legalmente de operar en el tiempo, lo cual,
finalmente, tiene que repercutir en el fenómeno todo de la prescripción.

Texto de las disposiciones legales que regulan las causas de interrupción

Es conveniente transcribir los artículos del Código Penal del Distrito Federal que se
ocupan de las cuestiones relativas a la interrupción del curso de la prescripción, con
mención de los correlativos de los aplicables en diferentes Códigos Penales de la
República Mexicana, para una mejor comprensión del tema:

Artículo 110 (correlativo: el 98). La prescripción de las acciones se interrumpirá por


las actuaciones que se practiquen en averiguaciones del delito y delincuentes,
aunque, por ignorarse quiénes sean éstos, no se practiquen las diligencias contra
persona determinada.
Si de dejare de actuar, la prescripción comenzará de nuevo desde el día siguiente
a la última diligencia.

Artículo 111 (correlativo: el 99). Las prevenciones contenidas en el artículo anterior


no comprenden el caso en que las actuaciones se practiquen después de que haya
transcurrido la mitad del lapso necesario para la prescripción. Entonces ésta no se
interrumpirá sino con la aprehensión del inculpado.

El precepto de nuestro Estado sólo difiere con el transcrito en cuanto que estipula
que sólo es necesario que transcurra una tercera parte del lapso previsto para la
prescripción y no la mitad que aquel exige.

Principio General

Los artículos primeramente citados en el apartado anterior, contienen el principio


general que determina que los actos procedimentales son causas que interrumpen
el curso de la prescripción de la acción persecutoria.

No puede ni debe fenecer lo que está en movimiento por los cauces legales; en
consecuencia, la acción penal, que requiere de cierta actividad para su ejercicio,
permanece viva porque los actos de tal ejercicio son interruptores de la prescripción.

Naturaleza de los actos procedimentales idóneos para interrumpir el curso de la


prescripción

Nuestras leyes mexicanas son omisas en lo que se refiere a la titularidad de quien


puede realizar los actos interruptores. En efecto, el artículo 110 estudiado (98 del
Código Veracruzano), dice que hay interrupción "por las actuaciones que se
practiquen en averiguaciones del delito y delincuentes", sin especificar quien o
quienes pueden realizar tales averiguaciones. No obstante, viendo en su conjunto
el sistema procesal y procedimental nacional y las diferentes etapas que tiene,
resulta claro que pueden darse dos casos de autoridades con capacidad
investigatoria en materia de delitos: el Ministerio Público en la averiguación previa
o fase preparatoria del ejercicio de la acción persecutoria, y el juez después de que
ha recibido una consignación y no ha dictado sentencia; por ello, si de acuerdo con
la ley, la persecución de los delitos es facultad exclusiva del Ministerio Público, es
claro que sus actuaciones, orientadas finalísticamente en "averiguación del delito y
delincuentes", son causa de interrupción; por otro lado, en las actuaciones ante el
órgano jurisdiccional, competente como lo es para calificar de delictuoso o no
delictuoso un hecho y a su autor, es indudable que hay, coincidentemente, la misma
orientación final de averiguar la verdad, por lo que sus actuaciones son igualmente
idóneas para interrumpir el curso de la prescripción.
Consecuentemente, estimamos que sólo pueden tener efectos como causa de
interrupción del curso de la prescripción aquellos actos procedimentales que
realizan las autoridades competentes que tiene una tendencia final, orientada hacia
la averiguación del delito y de el o los delincuentes; esto, desde luego, dándole a
los términos "actuaciones" y "diligencias" que consignan los artículos en comentario,
una denominación común como actos procedimentales y con ello estimamos que
hay una idea más clara de lo que pretende significar nuestra ley en este aspecto.

Casos en los que las actuaciones (actos procedimentales) no interrumpen el curso


de la prescripción.

Estando establecido el principio general que determina la capacidad interruptora de


los actos procedimentales en el artículo 110 transcrito el 111 contiene la limitación
proveniente de la temporalidad en la que se efectúen tales actos, al disponer que
"las prevenciones contenidas en el artículo anterior no comprenden el caso en que
las actuaciones se practiquen después de que haya transcurrido la mitad del lapso
necesario para la prescripción. Entonces ésta no se interrumpirá sino con la
aprehensión del inculpado".

Debemos aclarar que "la mitad del lapso necesario" a la que se refiere la ley, sólo
es inteligible en atención "al delito de que se trate", como lo dice el artículo 118, o
sea que para saber cuál es la mitad del lapso necesario, hay que saber siempre que
características tiene el hecho perseguido; es dable pensar que la base nunca será
inferior a los 18 meses, porque el artículo 105 así lo establece, al referirse a un
mínimo de 3 años para la prescripción, excepto el caso especial de los delitos de
querella.

Correlacionando las anteriores disposiciones con las aplicables en el Estado de


Veracruz, nos encontramos con que en lugar de la mitad del lapso necesario para
la prescripción, en nuestra Entidad se necesita sólo la tercera parte del mismo y que
por ello la base nunca será inferior a 12 meses, sabedores de que el plazo mínimo
para prescripción es de 3 años (36 meses).

Existen ciertas bases que son útiles para saber cuándo las actuaciones o actos
procedimentales son interruptores del curso de la prescripción ya iniciada:

a) Tomar el artículo 102 del Código Penal de el Distrito Federal, para determinar
el inicio del curso de la prescripción, según la hipótesis que corresponda (delito
consumado, continuo, tentativa, etc.)
b) Determinado el momento de inicio del curso de la prescripción, saber cuál es
"el delito de que se trate", para conocer la pena probable.
c) Tomar siempre como pena probable la establecida en género y nunca la
individualización judicial y obtener la media aritmética como ordena la ley.

d) De la media aritmética que resulte, obtener la mitad, o la tercera parte, según


el caso, para saber a cual corresponde el lapso necesario para la prescripción.
e) Los actos procedimentales practicados durante la primera mitad o la tercera
parte del lapso que se obtenga conforme a la base d), si satisfacen el requisito de
orientación final, serán interruptores; en cambio, los que se practiquen habiendo
transcurrido ya esa primera mitad o esa primera tercera parte, no tendrán tal fuerza
interruptora.

f) Las bases anteriores rigen cuando la media aritmética sea superior a tres
años; si es de tres años o menos, se toma siempre una base de tres años, conforme
a los artículos que ya hemos visto.

Los delitos perseguibles a petición de parte o querella, tiene tratamiento diferente,


por se un caso especial.

¿La interrupción del curso de la prescripción es limitada o ilimitada?

En relación directa con las cuestiones relativas a la interrupción del curso de la


prescripción de la acción persecutoria se plantea constantemente si la posibilidad
de que opere la interrupción es limitada o ilimitada, en cuanto al tiempo. En efecto,
inquieta una posibilidad de interrupciones ilimitadas, porque ello daría al traste con
todo el instituto de la prescripción, al volver imprescriptible la acción persecutoria
por la constante práctica de actos interruptores.

Nuestras leyes son omisas en lo que se refiere a este particular, por lo que es
menester buscar doctrinalmente e interpretativamente, el verdadero contenido de
las normas rectoras.

Nuestras leyes son omisas en lo que se refiere a este particular, por lo que es
menester buscar doctrinalmente e interpretativamente, el verdadero contenido de
las normas rectoras.

Así, pueden distinguirse dos diferentes sistemas a este respecto: uno en el que, por
falta de disposición expresa de la ley la cuestión se deja a la interpretación de los
tribunales; y otro, en que la propia ley establece la limitación, con diferencias en
cuanto al tiempo según la entidad, pero siempre predeterminando las limitaciones,
como puede ser una actuación dentro de cierta temporalidad.

Opiniones sostenidas por la suprema corte de justicia de la nación en cuanto a la


interrupción del curso de la prescripción de la acción persecutoria.
En síntesis, podemos decir que, conforme a lo sostenido por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, todo acto procedimental (no necesariamente jurisdiccional),
realizando durante la primera mitad del lapso ( la primera tercera parte en Veracruz),
para la Operancia de la prescripción, interrumpe el curso de ésta; cuando ha
transcurrido más de la mitad del tiempo (o la tercera parte), sólo la detención
interrumpe el curso de la prescripción.

Cuando, por otro lado, se trata de actuaciones practicadas ante el órgano


jurisdiccional, es necesario siempre distinguir entre las que tienden a comprobar el
delito de su materialidad y las que se relacionan con la prueba de la responsabilidad
de alguien, sea probable o plena, porque en esta hipótesis, las diligencias o
actuaciones interruptoras son personalísimas, esto es, que interrumpen el curso de
la prescripción de la acción deducible contra cierta y determinada persona siempre
que hay referencia a la responsabilidad y a todos los que pudieran haber
intervenido, cuando lo que se pretende comprobar es el delito en su materialidad
corpórea.

LAS CAUSAS QUE SUSPENDEN EL CURSO DEL TIEMPO NECESARIO


PARALA OPERANCIA DE LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PERSECUTORIA

Introducción

Con anterioridad ya se dijo que hay una base que es de lógica esencial para la
interpretación del inicio del termino para el curso de la prescripción, misma que se
encuentra en la satisfacción de la relación conducta – tipicidad, que da la
importancia penalística a un determinado hecho: la lógica deviene de que del hecho
relevante nace el derecho del Estado a la persecución y es este derecho, en su
denominación de acción penal, lo que puede ser motivo de afectación por el curso
del tiempo, por su simple transcurso, que hace surgir el fenómeno de la prescripción.

Es necesario aclarar terminológicamente el significado de los vocablos interrupción


y suspensión. La diferencia entre suspensión e interrupción consiste en que, en la
suspensión, la prescripción duerme, descansa, dormit, quiescit, por un intervalo de
tiempo, por lo cual el tiempo anterior se computa y entra en el transcurrido después
de que ha cesado la causa suspensiva; en cambio, en la interrupción, el tiempo
anterior se pierde y sólo puede volver a empezar a correr un nuevo término de
prescripción.

Las causas de suspensión tienen que ser expresamente determinadas por la ley; y
su consistencia jurídica la toman exclusivamente de la ley, no en principios
doctrinarios.
Más precisamente, estimamos que conociendo origen, causa, efecto y
consecuencias, se puede definir a la suspensión del curso de la prescripción de la
acción persecutoria como la existencia de obstáculos de orden legal que impiden el
ejercicio de la pretensión punitiva del Estado mediante la acción persecutoria, a
pesar de la satisfacción de la relación conducta – tipicidad respecto de un hecho
determinado y que traen como consecuencia que el inicio del término necesario
para la operancia de la prescripción quede sujeto a la remoción o eliminación del
obstáculo de que se trate.

La suspensión debe entenderse en su sentido gramatical, o sea, acción y efecto de


detener una cosa o diferirla por algún tiempo; lo diferido es, precisamente, el inicio
del curso del tiempo necesario para la operancia de la prescripción y dura tanto
como permanece la obstaculización existente.

En síntesis, para diferenciar interrupción de suspensión, vale decir que la primera


se presenta cuando la prescripción ya ha iniciado su curso y se ve cortada en el
tiempo; en cambio, la segunda impide el inicio del curso del tiempo necesario para
la prescripción, que no puede llegar a producir sus efectos extintivos por falta de
satisfacción de la temporalidad necesaria.

Texto de las disposiciones legales del código penal del Distrito Federal que regulan
las causas de suspensión

Antes de transcribir las disposiciones a que hacemos referencia, vale mencionar


que las mismas no tienen correlativas en la legislación penal.

Artículo 109. Cuando para deducir una acción penal sea necesario que antes se
termine un juicio diverso, civil o criminal, no comenzará a correr la prescripción sino
hasta que en el juicio previo se haya pronunciado sentencia irrevocable.

Artículo 359. Cuando haya pendiente un juicio, en averiguación de un delito


imputado a alguien calumniosamente, se suspenderá el ejercicio de la acción de
calumnia hasta que dicho juicio termine. En este caso, la prescripción comenzará a
correr cuando termine el juicio.

Naturaleza jurídica de las causas de suspensión del curso de la prescripción

Puede decirse que las causas de suspensión a las que hacemos referencia han sido
tratadas en dos diferentes formas: como condiciones objetivas de punibilidad, que
en su ausencia impiden la integración del delito y como condiciones de
perseguibilidad, cuya ausencia sólo produce el efecto de impedir el ejercicio de la
acción persecutoria.
La diferencia sustancial entre una y otra posturas es manifiesta, puesto que no es
lo mismo que un hecho no sea delictuoso en principio, a que el tal hecho no pueda
ser motivo de persecución.

Los efectos en cuanto a la ilicitud o a la antijuridicidad y sus consecuencias en el


campo jurídico, son igualmente diversos, ya que el impedirse la calificación queda
abierta la puerta para otras ramas no penales de entre las ciencias jurídicas a nivel
normativo.

a) Condiciones objetivas de punibilidad

Las llamadas condiciones objetivas de punibilidad son aquellas de las que el


legislador hace depender, en determinados casos, la efectividad de la pena
conminada y que por ser extrínsecas e independientes del acto punible mismo no
han de ser abarcadas por la culpabilidad del agente.

Estas condiciones objetivas de punibilidad no son propias del concepto del delito,
sino circunstancias extrínsecas posteriores; sería mejor decir, tal vez, que son
circunstancias que surgen con posterioridad al hecho (post factum, no post
delictum), pero que en ciertos casos condicionan la validez jurídica total del
acontecimiento. No son un impedimento legal o tampoco un obstáculo para la
perseguibilidad; lo que ocurre es que el hecho, con su relevancia penalística, no se
surte hasta que aparece la satisfacción de la condición.

b) Condiciones de perseguibilidad

En términos absolutos, hay que reconocer que la persecución de los delitos o de los
hechos con apariencia delictuosa, es facultad exclusiva del Estado, por medio del
Ministerio Público, su órgano competente y con fundamento en el artículo 21
Constitucional. Esto implica la necesidad de establecer un principio general, que se
formula en el sentido de que ante la "notitia criminis", más la satisfacción de los
requisitos del artículo 16 de la Carta Magna, relativos a la prueba de la índole penal
del hecho que se investiga, de los elementos que básicamente lo constituyen y la
posibilidad de imputárselo razonablemente a alguien, debe ejercitarse la acción
persecutoria ante los tribunales.

Para nuestro caso particular resultan trascendentes los motivos de excepción


mencionados en el punto número 2 de este capítulo, es decir, aquellos casos en los
que la ley dispone que el ejercicio de la acción persecutoria queda supeditado a una
condición especial, consistente en la satisfacción de la terminación de un juicio en
los artículos 109 y 359.
En síntesis, conforme a nuestra opinión, los casos de suspensión del curso de la
prescripción de la acción persecutoria a que se refieren los artículos 109 y 359 del
Código Penal del Distrito Federal, son relativos a la ausencia de las condiciones
necesarias para la perseguibilidad de ciertos hechos o, en otras palabras,
obstáculos que la ley impone al ejercicio de la acción persecutoria, que traen, entre
otras consecuencias, el que no inicie su curso la prescripción de la acción
persecutoria.

Los limites de la suspensión del inicio del curso de la prescripción de la acción


persecutoria

Conforme a las ideas expuestas precedentemente y basados en los artículos 109 y


359 del Código Penal del Distrito Federal, se puede afirmar que la prescripción no
inicia su curso sino que lo ve suspendido, cuando se está ante la presencia de uno
de esos obstáculos legales a que nos hemos referido y que son los que dan
fundamento al fenómeno de la suspensión que tratamos; esto es lo que enseñan
todas las jurisprudencias, basándose en la razón de que cuando la ley ordena que
no se obre, no puede ordenar que se prescriba.

¿Tiene límite temporal la suspensión o carencia de él?

Desde nuestro punto de vista, el legislador mexicano no estableció límite a la


suspensión del inicio del curso de la prescripción de la acción persecutoria por su
deseo, natural y legítimo, de ser congruente con el legislador constituyente o, lo que
es lo mismo, nos parece que es correcto que no exista un límite señalado en una
ley secundaria como lo es el Código Penal.

CONCLUSIONES

La prescripción es la autolimitación que el Estado se impone para perseguir los


hechos con apariencia de delitos, por razón del tiempo transcurridos.

Se señalan, como teorías fundamentadoras de la prescripción, la de la intimidación


inexistente, la apoyada en la seguridad jurídica, considerando a esta última como la
más acertada, cuyo basamento se encuentra en a seguridad jurídica que el hombre
requiere frente al Estado y la certeza que éste habrá de darle de que toda situación
concreta que se plantee en materia de prescripción, se resolverá siempre en estricto
apego a las normas jurídicas relativas.

En cuanto a la titularidad de la declaración en cuanto a la prescripción, se estableció


que durante la etapa de averiguación previa, en preparación del ejercicio de la
acción persecutoria, el Ministerio Público es el titular del derecho a declarar la
prescripción y que la facultad de los jueces para resolver sobre el particular cubre
la etapa que se inicia a partir de la recepción de la consignación hecha por el
Ministerio Público y culmina cuando cesa la jurisdicción del propio órgano judicial al
dictarse la sentencia definitiva.

Siempre habrá algo más que pueda decirse en materia de prescripción y lo hacemos
insistiendo en que ese fenómeno es consecuencia de nuestra vida en sociedad
regida por el Derecho y requerida de seguridad jurídica. Es una limitación que el
Estado se impone y que se obliga a respetar, lo que significa que es, también, un
derecho esencial del ser humano que, en su grandeza individual, pero
insignificancia física, se ve frente al poder impresionante del Estado.

Llegamos a establecer el reconocimiento de que en ciertos casos el poder casi


absoluto del Estado se limita al hombre que, en su magnífica pequeñez, es titular
supremo de la seguridad jurídica.

El delito es el más brutal de los choques entre un hombre y el Estado, que hace que
ese organismo todopoderoso reaccione persiguiendo y sancionando el hecho, al
actualizarse la facultad coactiva del propio Estado. sin embargo, ante la prescripción
esto no ocurre, sino que contrariamente a lo que es el acontecimiento normal, la
maquinaria represiva estatal se inmoviliza, frena su impuso y deja sin persecución
o sin castigo un hecho que pudiera ser evidentemente antisocial. Si esto ocurre es
por excepción y debido al principio de la seguridad jurídica alcanzada en materia de
prescripción a lo largo de años de esfuerzo para garantizar al hombre cierta paz
ante el poderoso Estado.

No se trata del acto gracioso del superior, sino de la conquista paulatinamente


alcanzada por el débil. No hay un reconocimiento de enmienda para el delincuente
que no es detenido o que, procesado, se da a la fuga, sino una seguridad de que, a
cierto tiempo, la persecución cesa.

¿CUANDO SE INTERRUMPE EL PLAZO PARA LA PRESCRIPCION PENAL?,


¿EN QUE INSTANCIA SE HACE LAPRESCRIPCION?, ¿COMO SE COMPUTA
LA PRESCRIPCION?,

Si hablamos únicamente de la prescripción de la acción penal, ésta se consuma


cuando ha pasado el tiempo del término medio aritmético de la pena señalada para
cada delito en lo particular.

Por ejemplo, si la pena se encuentra comprendida entre uno y ocho años, se suman
ambas cantidades que dan nueve años, el término medio aritmético es cuatro años
y seis meses, por lo que si han pasado cuatro años y siete meses, la prescripción
de la acción penal se ha consumado. La prescripción de dicha acción se interrumpe
con la aprehensión del acusado. Esa es la regla general de la prescripción, pero
tiene sus salvedades dependiendo de cada Código Penal, pues en unos se
establece que así será pero nunca será inferior a tres años. Y en los delitos que se
persiguen por querella, nunca mayor a dos años, etc.

Se hace valer la prescripción ante el Juez de la causa, pues se supone que el tiempo
ha pasado sin que el reo se encuentre Subjudice.

Pues de otro modo no habría prescripción de la acción penal.

Para ello es necesario que el abogado defensor se cerciore que el tiempo de la


misma ha transcurrido en su integridad, que el acusado se presente voluntariamente
ante su Juez (pues el proceso penal se encuentra suspendido y no puede tener
impulso procesal), que una vez hecho lo cuál, en el momento de rendir su
declaración preparatoria haga uso de su derecho de no declarar, y acto seguido que
el defensor argumente la prescripción con referencia a los Autos para establecer las
fechas correspondientes.

El Juez penal, dictará dentro del término Constitucional el Auto que declare que
dicha prescripción ha operado y ordenará la libertad sin reservas del acusado.

También puede suceder que la misma se ha consumado, pero que el reo ha sido
capturado y puesto a disposición de su Juez, igual, se argumenta la prescripción en
los mismos términos.

La otra prescripción, y por ello las primeras líneas de esta respuesta, es que el
acusado haya sido capturado, juzgado y sentenciado. Pero en el cumplimiento de
la pena, por cualquier circunstancia se evade de la cárcel, entonces la prescripción
se cuenta desde ese momento y se consuma cuando ha transcurrido todo el tiempo
de la pena que debería compurgar.

Por ejemplo, el reo fué sentenciado a 9 años de prisión, pero cuando llevaba
cumplidos dos se evade, a partir de ese momento comienza a correr la prescripción
que será de nueve años en adelante. Cuando han pasado esos nueve años a partir
de su evasión, dicha prescripción se ha cumplido.

Entonces debe presentarse a su Juez penal original y lo demás que hemos dicho.

Esta segunda prescripción también se interrumpe con la captura del reo si no ha


transcurrido el plazo de la misma.

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