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Concepto de historia en la Edad

Media
Enrique Moradiellos
Caída del Imperio Romano de Occidente
El inicio del cristianismo en occidente.
La tradición historiográfica clásica sufrió una ruptura radical a
medida que se acentuó la desintegración política del Imperio
romano en el siglo IV y a la par que el monoteísmo cristiano
alcanzaba el rango de religión oficial del moribundo Estado
romano.

Conversión de Constantino y oficialización del cristianismo


como religión oficial en Roma.
Cambio en el registro histórico
El historiador entenderá ahora los hechos como «la contemplación alegórica de la
voluntad divina», como la realización del plan preparado por Dios para la salvación
de los hombres desde la Creación y hasta el Juicio Final, pasando por el momento
clave de la Encarnación del Hijo de Dios.

Surge también lo que se ha llamado «interpretación figural» característica de la


historiografía cristiana medieval, que se considera como la unidad dentro del plan
divino, cuyos miembros y reflejos son todos episodios; su unión terrenal inmediata y
recíproca tiene escasa significación, y su conocimiento es muchas veces ocioso para la
interpretación.
Las figuras del Antiguo Testamento se
convirtieron en anuncios y prefiguraciones de la
encarnación de Cristo y los hechos del Nuevo
Testamento.

El sacrificio de Isaac pasó a ser una figura o


profecía del sacrificio de Cristo, en tanto que la
creación de Eva a partir de la costilla de un Adán
dormido anunciaba la creación de la Iglesia.
Esta apertura del ámbito de las acciones humanas a la intervención y
dirección de lo sobrenatural, lo milagroso y lo maléfico significaba en la
práctica la mayor ruptura cristiana respecto a la tradición historiográfica
clásica.

No en vano reducía a la nada el principio de inmanencia genética y causal


racionalista que había surgido contra las interpretaciones míticas y
legendarias.
El gran sistematizador de la teología histórica fue San
Agustín (354-430), obispo de Hipona, en su
influyente obra La Ciudad de Dios. La misma fue
redactada después del saqueo de Roma por Alarico
(410) y estaba destinada a demostrar que el final del
Imperio ni podía achacarse a los cristianos ni suponía
un revés para una Iglesia que había sido integrada en
las estructuras burocráticas imperiales
Notas fundamentales sobre la historiografía medieval
1. La noción de que la Historia es un ente ordenado y orgánico, un desarrollo
lógico, con fases señaladas y fin previsto. Se elimina de su concepción todo
carácter de indeterminación e irracionalidad. Su proceso no es el de un
mecanismo ciego y fatal, sino un despliegue consciente que se verifica de
acuerdo con el esquema trazado en la mente divina: carmen pulcherrimus.
Organicidad y teleología son los predicados de esta condición.
2. El sentido único de estímulo o de consecuencia moral que tienen los hechos
mismos, ya como móviles de la acción divina, ya como instrumentos de su misma
justicia: determinando unas veces el premio o el castigo y siendo otras ejecución
de aquella o esta decisión del Señor.
Noción de tiempo lineal
Una de las consecuencias de la teología histórica cristiana fue la generalización de
una idea de tiempo lineal y secuencial, cuyos tres momentos esenciales venían dados
por la Creación, la Encarnación y la futura Segunda Venida de Jesucristo.

Había un gran interés por la cronología y los cómputos cronológicos que refleja toda
la historiografía medieval.

Se abandonó el relato clásico sobre temas contemporáneos en favor de la crónica


universal, extendida desde los tiempos de Adán y hasta el propio presente del
redactor.
Primeras crónicas cristianas
La Crónica de Eusebio de Cesárea estaba formada por dos libros
complementarios.

1. El primero contenía un resumen de toda la historia universal hasta el


triunfo del cristianismo bajo Constantino, empezando con el relato bíblico e
incorporando la historia mesopotámica, egipcia y grecorromana.
2. El segundo, llamado el Canon, proporcionaba unas tablas sincrónicas de
correspondencias entre las fechas bíblicas (a partir del nacimiento de
Abraham, «3184 años después de Adán, el primer hombre»: el 2016 a.C.) y
los sistemas cronológicos precristianos: las listas de reyes mesopotámicos y
egipcios, las olimpiadas griegas, la serie de cónsules romanos, etc. Y dentro
de las columnas de fechas paralelas así formadas, se recogían los
acontecimientos históricos más notables de la época
Eusebio fue también el iniciador de otros dos
géneros muy caros a la historiografía medieval,
tanto en su temática como en su estilo: la historia
eclesiástica y la hagiografía.

Su obra inauguró la práctica de reproducir por


extenso documentos pertinentes y citar textos de
autores previos reconociendo su procedencia, en
contraste con el procedimiento narrativo de los
clásicos.

Su Vida de Constantino significó la piedra


fundacional de la hagiografía: el relato de la vida de
los santos para perpetuar su memoria entre los fíeles
y servirles de inspiración y ejemplo.
Historia secular en la Edad Media
Los historiadores cristianos medievales no dejaron de practicar un tipo de relato más
«terrenal», político y vagamente inspirado por los clásicos.

El obispo Gregorio de Tours (530-594) compuso una Historia de los francos.

San Isidoro, redactó una Historia de los godos, vándalos y suevos.

Beda el Venerable (673-735), monje del monasterio de Jarrow escribió la Historia


de la Iglesia y el pueblo de Inglaterra.

Paulo, diácono del monasterio de Montecasino, publicó su Historia de los lombardos


a finales del siglo VIII.
Crónica Albeldense (881)
Primer texto histórico
redactado en la España
cristiana después de la
destrucción del reino
hispano-visigótico por la
invasión musulmana.
Historia secular
Las las transformaciones socio-económicas y políticas que se inician en el siglo
XII, la historiografía medieval tuvo enormes cambios con la aparición de nuevos
géneros históricos y en el creciente uso de lenguas vernáculas como medio
expresivo de la historiografía.

La crónica universal cristiana fue parcialmente reemplazada por crónicas sobre


los nacientes Estados monárquicos europeos. (Historia de los reyes de
Inglaterra, Crónica General de España, Grandes Chroniques de France, Crónica
Geral).

En todas estas obras, el moralismo ejemplarizante que había impregnado la


cronística alto-medieval se tiñó de un acentuado patriotismo identificado con la
lealtad dinástica y de un explícito sentido pragmático de tradición clásica.
Cisma de Aviñón (Cisma de Occidente)
Hubo dos papados, el
de Roma con Urbano
VI, y el de Aviñón
con Clemente VII.
El cisma y los conflictos religiosos hicieron que surgiera una
historiografía más secularizada y menos providencialista sobre
sucesos contemporáneos. Su exponente clave fueron las
Crónicas de Jean Froissart (circa 1337-1410) sobre la Guerra
de los Cien Años. Su obra constituye un celebrado retrato de
ese largo conflicto bélico entre los reyes de Francia y los
monarcas de Inglaterra escrito en una prosa rica y elaborada,
siempre muy atenta a los ideales caballerescos y a los estilos de
vida y conducta de la aristocracia europea del siglo XIV.
División de los imperios (1453)
Caída de Constantinopla
El imperio romano de Oriente, había sido abrigo y refugio para el
cultivo de una forma de Historia muy notoria y prestigiada durante la
Edad Media. En gran medida, la corte de Constantinopla fue
escenario desde el principio de una fructífera combinación y fusión de
la vieja tradición histórica grecorromana y de la nueva concepción
providencialista cristiana.

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