Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Luis Ugalde
1
desesperación socioeconómica en una población atrapada por la mayor inflación del
mundo, descenso dramático del PIB y de la productividad, desabastecimiento, ineficiencia
y corrupción en empresas y servicios públicos. Ahora con el decreto de “emergencia
económica”, quieren reforzar las causas que produjeron el desastre, bajo la dirección de
un ministro para quien no existe la inflación como hecho económico, sino como maldad
de los empresarios; bastaría la buena voluntad de estos para bajar la inflación de 200% al
2%. Para reparar el crimen económico que cometieron contra la agricultura venezolana, al
estatizar Agroisleña, ponen una ministra con la idea de sembrar un par de matas en
porrrones y latas del balcón urbano. Nadie sensato propone resolver el mal reforzando las
causas del desastre y con los mismos médicos. El Ejecutivo debe tomar en serio la crisis y
sus causas y dejar de repetir el cuento de la “guerra económica” con la idea de cambiar
sin tener que cambiar. No somos ni analfabetos, ni niños para que el Presidente, con
aparente seriedad, nos diga que no hay más alternativa a esta política económica de
desastre que el neoliberalismo. El mundo está lleno desde China a Uruguay, pasando por
Noruega, Canadá, Vietnam o Dinamarca, de notables éxitos que no son ni neoliberales, ni
perseguidores de la empresa privada. Hay que recordar que en el siglo XX Venezuela vivió
y disfrutó muchas políticas económico-sociales exitosas que no eran ni neoliberales, ni
maduristas y durante más de medio siglo logró, con diversos gobiernos, un impresionante
crecimiento sostenido, sin inflación y con avances sociales en salud, educación, empleo,
leyes sociales…
3-Nuevo espíritu. Para que las duras medidas y los exigentes cambios tengan éxito,
necesitamos el renacer de un nuevo espíritu. Gobierno y oposición deben sincerarse,
superarse a sí mismos y acordar soluciones con poca retórica y mucho realismo y
resultados. Nuevo espíritu que como fuerza arrolladora barrerá todo liderazgo que no esté
a la altura, si en las familias, asociaciones, iglesias, centros educativos… todos nos
convertimos en cultivadores del “nosotros”, del reconocimiento y solidaridad del otro, del
que es distinto, del que ayer era excluido por mí. Reconocimiento y convicción de que
nuestro bien pasa por su bien y que si a él le va mal, a la larga también a mí y a todos nos
irá mal.
Jorge Olavarría era un político inquieto y de extraordinario talento que contribuyó al
triunfo de Chávez, convencido de que con el militar llegaría el castigo de los culpables y el
cambio. A los pocos meses cayó en la cuenta de la siembra destructiva que con aires
mesiánicos se estaba haciendo desde la cúpula del poder. El 5 de julio de 1999 como
orador de orden en la solemne celebración de la Independencia, ante el Presidente de la
República y altos representantes de todos los poderes, Olavarría se atrevió a denunciar
con claridad, elocuencia y presentimiento la siembra antirrepublicana. Intentaron callarlo
y no pudieron. Completó su alerta concluyendo.”He dejado hablar al venezolano
angustiado que tengo dentro. Porque no somos pocos los venezolanos que estamos
2
angustiados por las tempestades que van a provocar los vientos de odio, de ilegalidad y
de violencia sin razón ni sentido que hoy están sembrando”. Aquella siembra -lo sabía
Olavarría- conducía inexorablemente a la actual ruinosa cosecha. Ahora hay que revertirla
por todos los medios y en todas las instancias por otra de reconocimiento, solidaridad e
inclusión. El papa Francisco en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este
comienzo de este año nos pide que enseñemos a gustar a niños y grandes la alegría que
brota de vivir día a día el amor, la solidaridad, la compasión por el prójimo y que
participemos activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna. Es
el renacer de Venezuela.