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La Torre del

Revista de Estudios Culturales


Virrey
Libros
317

C
on más de una centena de artículos científicos,
numerosos libros publicados y merecidos galar-

Serie 8.a
2011/1
dones públicos, el trabajo de Eduardo Viveiros
de Castro, etnólogo americanista y miembro del equipo
de investigación en etnología del Centre National de la
Recherche Scientifique de Francia, efectúa —como justi-
fica la sobrecubierta de la reciente edición publicada por
Katz editores—, desde una perspectiva confrontada entre
filosofía y antropología, una profunda reflexión sobre la
constitución de las colectividades amerindias. Metafísi-
cas caníbales. Líneas de antropología postestructural
es el primer libro, traducido al español, que nos llega de
este antropólogo brasileño; sintetiza éste largos años de
trabajo de campo con los indios tupi del Amazonas y ad-
quiere una estrecha relación tanto con las obras de los
filósofos franceses, Gilles Deleuze y Félix Guattari, como
con las influyentes teorías de antropólogos de la talla de
Roy Wagner, Marilyn Strathern o el famoso estructuralis-
ta Claude Lévi-Strauss.
El objetivo de Viveiros es analizar las tensiones concep-
tuales que sufre la antropología contemporánea; punto
que iba a ser estudiado por el autor en una obra cuyo tí-
tulo representaría un homenaje a las figuras de Deleu-
ze y Guattari, El Anti-Narciso: de la antropología como
ciencia menor, fiel recuerdo de El Antiedipo, pero que se
tornó parcialmente invisible, convirtiendo el presente ensayo en
Eduardo Viveiros de
una “tarjeta de presentación” sobre la teorizada obra. Narciso, al
Castro, Metafísicas
igual que Edipo, que constituyó el ideal clásico de la teoría psicoa-
Caníbales, traducción
nalítica, vendría a ser representado como el que hasta ahora ha
de Stella Mastrangelo,
sido patrón de la reflexión antropológica. ¿Qué conforma, dentro
Katz editores, Buenos
del estudio de la antropología, a esta figura representante de la
Aires y Madrid, 2010,
más basta egolatría? El estudio del Otro, a juicio de Viveiros, no
258 pp. ISBN: 978-84-
ha proporcionado una visión fidedigna de la alteridad, sino que
92946-25-9.
ha conformado, a lo largo de la historia, una re-visión del hom-
bre occidental, un auténtico narcisismo en la imagen de una alte-
ridad re-proyectada e imaginada. Viveiros pone en tela de juicio
esas concepciones e investigaciones —con intrínsecos aires etno-
céntricos— que la antropología social y cultural ha llevado a cabo
en la historia. Una verdadera antropología, en opinión de Viveiros,
debe devolvernos de nosotros, es decir, de la “humanidad occiden-
tal”, una imagen completamente a-típica, que no reconozcamos
en ninguna otra figura. Dicha alteridad debe permitirnos experi-
mentar nuestra propia cultura; debe permanecer abierta, “al aire
libre”, manteniéndose al margen del espíritu humano occidental.
El proyecto de El Anti-Narciso constituye un intento de mostrar
que el estudio del ser humano y sus múltiples teorías a lo largo de
la historia “son versiones de las prácticas de conocimiento indíge-
nas”, cuyos estilos de pensamiento configuran esta disciplina. Con
todo este trasfondo histórico-cultural y una minuciosa genealo-
gía, Metafísicas caníbales debe responder a la siguiente cuestión:
“¿Qué les debe conceptualmente la antropología a los pueblos que
estudia?” El objetivo por tanto de esta compleja disciplina, en ple-
no siglo XXI, será el de “ser la teoría-práctica de la descolonización 
del pensamiento”. A pesar de esto, el objetivo no sólo se queda 317
en este proceso descolonizador; parece que es, en gran medida,
bicéfalo: “Un doble trayecto, entonces: una lectura cruzada entre
la antropología y la filosofía […] y por otro, por el estructuralis-
mo “disidente” de Gilles Deleuze […]. También el destino es doble:
aproximarse al ideal de una antropología en cuanto ejercicio de
descolonización del pensamiento, y proponer otro modo de crea-
ción de conceptos distinto del modo filosófico”. La cuestión que se
le plantea a Viveiros no es saber si el antropólogo debe recuperar y
revitalizar un diálogo con la filosofía, sino con que teoría, corriente
o sistema filosófico podría llegar a conectarse. Desde el idealismo
platónico, pasando por el existencialismo heideggeriano o la filo-
sofía analítica wittgensteiniana podrían establecerse interconexio-
nes con el perspectivismo amerindio en cuanto éste se cuestiona
aspectos de carácter filosófico. Pero es Gilles Deleuze, sobre todo
en los volúmenes de Capitalismo y esquizofrenia, y entre ellos en
El Antiedipo o en el también analizado por Viveiros Mil mesetas,
quien aporta al pensamiento amerindio un punto de reflexión que,
como justifica Viveiros, “no suena a hueco”. Todos y cada uno de
los filósofos podrían (¡deberían!) ser leídos a la luz clarividente del
pensamiento salvaje ya que “toda experiencia de otro pensamien-
to es una experiencia sobre el nuestro”. La influencia deleuziana
sobre el ámbito de la antropología es tan significativa como la de
otros pensadores de la talla de Michel Foucault o Jacques Derri-
da. A lo largo de este gran recorrido establecido entre las obras
de Deleuze y las de Lévi-Strauss, Viveiros no trata de buscar un
intenso estudio sobre lo primitivo, ni siquiera una maniquea inter-
pretación de su mentalidad, sino que pretende experimentar con
el pensamiento indígena para poner a prueba continuamente el
nuestro. La imagen de la alteridad está masificada, estereotipada y
totalmente globalizada; de aquí que podamos atrevernos a justifi-
car, con ayuda de Viveiros, que lo que realmente le corresponde a
la antropología no es tratar de estudiar y ratificar el cómo piensan
los otros, sino el cómo podemos pensar “con ellos”. Si la unión
hace la fuerza, entonces deberíamos estar dispuestos a entrelazar
fronteras. Ellos piensan como nosotros, nosotros pensamos como
ellos; el problema reside en dar cuenta, de la misma forma, del
Virrey

mundo que vemos o de los propios conceptos que pensamos.


Una ardua y densa terminología filosófico-antropológica recorre
todo el ensayo. Sus páginas no son recomendables para un lector
aficionado, sino que sus consagrados seguidores, a mi juicio, debe-
rían poseer un amplio conocimiento de lo que implican las teorías
del

estructuralistas y postestructuralistas en el ámbito de la antro-


Revista de Estudios Culturales

pología, así como un no menos extenso conocimiento del aporte


de la obra de Deleuze, Guattari y Lévi-Strauss a la filosofía con-
Torre

tinental. De este modo, Viveiros parece respetar —y en ocasiones


aunar— “un matrimonio contra natura”: la herencia deleuziana y
levistraussiana; pero se olvida, en algunos puntos del ensayo, de
ofrecer una tesis clara que afiance la comprensión lectora y que
La

parcialmente allane el ambicioso camino que logra trazar. Final-


mente, si el nuevo panorama de la reflexión antropológica queda
—como opina Viveiros— descolonizado de nuestro pensamiento
y el derecho de la antropología se desliza, a fortiori, a la tarea de
“no explicar el mundo de los otros sino de multiplicar el nuestro”,
estimo que ya habrá comenzado, en pleno siglo XXI, a cumplir con
su cometido.

Sergio García Guillem

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