El Perfil del

Siervo de Dios
 INTRODUCCIÓN
El Consistorio de Ancianos, ha elaborado el
presente material, “El perfil del Siervo de
Dios¨, pensando en la urgente necesidad
de la Iglesia del Señor en estos tiempos,
de contar con verdaderos hombres de
Dios, dispuestos a servir con ánimo pronto,
corazón diligente, y que comprendan qué
es tener vocación de siervo de Dios.
Hoy, cuando muchos ven el ministerio como
una oportunidad de tener una buena fuente
de ingresos y no como el llamamiento divino
a una vida de entrega, sacrificio y servicio
se hace indispensable observar bien el
principio y fundamento bíblico, que encierra
el sentir de Dios en cuanto a quienes deben
estar en este santo ministerio.
Debemos ser conscientes que muchos
llamados por Dios, a quienes Él ha usado en
bien de Su Obra, perdieron el rumbo como
el sacerdote Elí y sus hijos, de quienes Dios
había dicho que serían sacerdotes para
siempre; pero luego, Dios dice: “Nunca yo
tal haga, porque yo honraré a los que me
honran, y los que me desprecian serán
tenidos en poco” (1 Samuel 2:30).
El sentir es que tengamos claro el perfil que
debemos cumplir, y seamos conscientes que
debemos revisar continuamente nuestra
actitud frente al servicio a Dios, a fin de no
salirnos del molde o medida que debemos
tener como verdaderos siervos del altísimo;
2 porque si no cumplimos el perfil establecido
por el Maestro podríamos ser desechados
como Elí y sus hijos.
Con este material pretendemos también
dar herramientas de trabajo a los pastores
llamados a formar y postular a quienes
seguirán esta labor, después de nosotros,
a fin de establecer qué perfil debe tener el
siervo de Dios, a quien Él ha de usar para
continuar esta misión.
Al seleccionar los servidores podemos
cometer errores como el de Samuel, que
pensaba y miraba lo que estaba delante de
sus ojos, pero, Dios le dice: “…pero, jehová
mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Algunos
buscan servidores carismáticos, que tengan
don de gentes, que sean elocuentes,
populares, o buenos predicadores; otros
quizás, procuran ayudar a un familiar o ser
querido a ingresar al servicio a Dios; pero,
Dios mira el corazón, esto quiere decir que
el siervo a quien Dios ha de usar, debe
cumplir el perfil de Dios y no el del pastor.
Debemos tener claro qué tipo de siervo
necesita Dios.
Finalmente, esperamos, como parte del
plan de trabajo para el próximo Trienio
(2019-2021), que este material sea fuente
de enseñanza por parte de los directivos
en cada distrito, para que las próximas
generaciones de servidores que ha de tener
la Iglesia del Señor, tengan EL PERFIL DEL
SIERVO DE DIOS.
Consistorio de Ancianos vigencia 2016-
2018.
 FE, ESPÍRITU Y VALOR:
LA CONEXIÓN
“Porque ¿qué dice la Escritura?
Creyó Abraham a Dios, y le fue
contado por justicia” (Romanos
4:3). “Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que
vayas” (Josué 1:9).
Abraham fue llamado “amigo de Dios”.
La amistad demanda relación cercana,
confianza y lealtad. Creerle a Dios es un
asunto de máxima importancia. Creer
significa que confío, que comprendo que
el que prometió puede hacer aquello que
prometió. Para ser amigo hay que creer en
el otro. No es posible tener un verdadero
amigo y pensar que viéndome en necesidad
o dificultad me abandona. O que pueda
ser insensible a mi dolor o a mi angustia.
“Hay amigo más cercano que un hermano”
(Proverbios 18:24).
En Hebreos 2:11 dice: “Porque el que
santifica y los que son santificados, de uno
son todos; por lo cual no se avergüenza de
llamarlos hermano”. Jesús no se avergüenza
de sus “hermanos”.
Ser leales es ser apegados a la verdad y
practicar la fidelidad. Dios, y esto está claro en
la conversación de Jesús con la Samaritana,
busca hombres y mujeres leales. Jesús le
dijo: “Dios busca adoradores que le adoren
es espíritu y en verdad”. Para Dios es de
grande precio la transparencia, el ser de un
solo color y en cualquier circunstancia. Dios
busca hombres así.
El caso de José es uno de los más
sobresalientes: sin policías ni guardadores
él dice: “¿Cómo haría yo este grande mal y
pecaría contra mi Dios?”
La lealtad es una condición del alma de
los verdaderamente regenerados por la
gracia de Dios. Pero esta lealtad está
apalancada por la seguridad de que Dios
está con nosotros y no nos dejará, ni nos
desamparará como le dijo Dios a Josué.
La lealtad habla de nobleza. De aquel que
es consciente de que sin Dios no sería nada
y que es solo por su gracia que somos lo
que somos. Cuando Dios eligió a Josué Él
dijo por qué lo hacía: “varón en el cual hay
espíritu”; sí “espíritu” con minúscula. Dios
dice que este hombre es valiente, arrojado,
osado, se atreve.
No podemos olvidar que este Josué había
visto actuar a Dios desde su niñez. Conocía
de lo que Dios era capaz y tenía plena
confianza en su amor y cuidado por Israel.
Creo que Josué podía decir: “Aunque mi
padre y medre me dejaran, Jehová con todo
me recogerá”. Sabía en quién había creído,
como el apóstol Pablo: 2ªTimoteo 1:12:
“Por lo cual asimismo padezco esto; pero
no me avergüenzo, porque yo sé a quién
he creido, y estoy seguro que es poderoso
para guardar mi depósito para aquel día”.
3
Nuestra lealtad, nuestra fe y nuestro valor
tienen fundamento: Jesús el inmutable y
maravilloso Dios quien nos ha amado hasta
pagar lo impagable por nosotros.
Alvaro Torres Forero
Presidente
 EL PERFIL DEL SIERVO
LLAMADO POR DIOS
“Mientras ellos se iban, comenzó Jesús
a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis
a ver al desierto? ¿Una caña sacudida
por el viento? ¿O qué salisteis a ver?
¿A un hombre cubierto de vestiduras
delicadas? … ¿A un profeta? Sí, os
digo, y más que profeta… De cierto os
digo: Entre los que nacen de mujer no
se ha levantado otro mayor que Juan
el Bautista; pero el más pequeño en el
reino de los cielos, mayor es que él”.
(Mateo 11:7-11)
El fracaso de muchos hombres en llevar a
cabo su misión como siervos, pastores y
obreros radica sencillamente en que no son
enviados por Dios. Hoy, como ha ocurrido a
través de las edades, son muchos los que
han fracasado en este intento y muchos
serán los que fracasarán entre otros
asuntos porque se autoenvían, pensando
que el ministerio es una profesión para
subsistir economicamente.
Las razones que algunos dan: “es que para
esto estudié” o “Esto es lo que yo sé hacer”.
4 sentido de vocación cristiana le permitió
A otros los envían familiares solo por tener
un ministro en la familia, a otros los envía
las organizaciones a que pertenecen o
simplemente algunos superiores para
darles una oportunidad.
El ser enviado por Dios tiene unas
características:
Nadie interfiere en su llamamiento. Son
directamente enviados por Dios.
Podríamos, a la luz de la Biblia, enumerar
muchos hombres que trascendieron, porque
tuvieron un llamamiento directo de Dios.
El caso de Samuel: “Y Jehová volvió a llamar
otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel,
vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me
has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he
llamado; vuelve y acuéstate. Y Samuel no
había conocido aún a Jehová, ni la palabra
de Jehová le había sido revelada... Jehová,
pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él
se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí;
¿para qué me has llamado? Entonces
entendió Elí que Jehová llamaba al joven”
(1 Samuel 3:1-8).
De igual manera podríamos hablar de
Moisés, de Abraham, hombres del Antiguo
y Nuevo Testamento. Esto es evidente, el
hombre enviado por Dios es consciente de
su llamamiento.
En el caso particular de Juan, él estaba
más que consciente de lo que él era, de
lo que hacía, de la misión que cumplía
y a lo que había sido llamado. “Hubo un
hombre enviado de Dios, el cual se llamaba
Juan. Este vino por testimonio, para que
diese testimonio de la luz, a fin de que
todos creyesen por él. No era él la luz,
sino para que diese testimonio de la luz”
(San Juan 1:6-8). Ante todo su profundo
vivir “sencillamente en el desierto y en la
soledad”. Ser menospreciado por muchos.
Pues su estilo de vida, y de ver la vida
misma, lo hacía diferente a los demás.
Era un hombre directo, en Mateo 3:7-10
dice la Biblia: “Al ver él que muchos de
los fariseos y de los saduceos venían a
su bautismo, les decía: !!Generación de
víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira
venidera? Haced, pues, frutos dignos de
arrepentimiento, y no penséis decir dentro
de vosotros mismos… Y ya también el
hacha está puesta a la raíz de los árboles;
por tanto, todo árbol que no da buen fruto
es cortado y echado en el fuego”
Juan fue un hombre con profunda
convicción, tenía un mensaje directo,
carente de elocuencia, un mensaje rudo,
pero sin duda concreto y profundo. En
otras palabras, la sencillez y simplicidad del
Evangelio “Porque Herodes había prendido
a Juan, y le había encadenado y metido en
la cárcel, por causa de Herodías, mujer de
Felipe su hermano” (Mateo 14:3). Todo lo
anterior, evidencia que Juan era un hombre
muy consciente de su misión; No era un
diplomático, no era un filósofo… ni siquiera
un teólogo. Podríamos decir de él como
dice el refrán de los que dicen: “Al pan: pan,
y al vino: vino”.
¿Se podría decir de nosotros lo mismo?
¿Tiene nuestro mensaje esa contundencia?
¿Actuamos a la luz del llamamiento? ¿Por
qué y para qué hacemos lo que hacemos?
De Juan se dice que era “la antorcha que
ardía y alumbraba” (Juan 5:35). El hombre
llamado por Dios es hombre antorcha,
un hombre tea, que quema y consume.
Algunos brillamos, pero no ardemos.
La antorcha que alumbra se consume.
El cristiano verdadero, además de vivir
prendido, debe estarse consumiendo en
el gemir y en el clamar. Es como una vela,
no sólo ilumina si no que se consume por
el fuego. ¿No es eso lo que dijo el profeta
de antaño? “Había dentro de mí un fuego
que no pude resistir”. El ministerio de Juan
fue corto pero efectivo, pues en esos pocos
años, él se realizó plenamente. Es decir, no
dejó inconclusa su obra.
Hizo lo que tenía que hacer. Dijo lo que
tenía que decir. Y vivió lo que tenía que
vivir. Se quemó de la manera que tenía que
quemarse… Total: una misión cumplida.
Antorcha que ardió y se consumió.
¿Qué tan profundo nos estamos empleando
en la obra de Dios? Podemos pensar
que la inmensa mayoría quiere brillar sin
arder, o arder sin gastarse, o aún más, sin
consumirse.
El hombre a quien Dios llama, deja de ser,
para que Cristo sea, “Y vinieron a Juan y
le dijeron: Rabí, mira que el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, de quien
tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen
a él. Respondió Juan y dijo: No puede el
hombre recibir nada, si no le fuere dado del
cielo. Vosotros mismos me sois testigos de
que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy
enviado delante de él… Es necesario que
él crezca, pero que yo mengue. El que de
arriba viene, es sobre todos; el que es de la
tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla;
el que viene del cielo, es sobre todos (Juan
3:26-33).
Cuando Juan estaba en la cúspide del
ministerio le dijeron los enviados: ¿Eres
tú el Cristo? ¿Eres tú Elías? ¿Eres tú el
profeta? NO, dijo: “Yo soy una voz”; Esto
es: yo soy solo un sonido… un sonido que
pasa, una expresión que desaparece, eso
soy yo. No se lleva la gente tras de sí. (No
hay trasteo de creyentes): “Y se fue de
nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde
primero había estado bautizando Juan; y se 5
quedó allí. Y muchos venían a él, y decían:
Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero
todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.
Y muchos creyeron en él allí”(Juan 10:40-
42). Juan llevó la gente al Señor Jesucristo.
Nuestro privilegio es que no nos vean, que
 no nos palpen a nosotros. Si no que vean y
palpen a nuestro Señor.
Hoy en día hay hombres y mujeres a
quienes Dios ha usado, pero se han llenado
de orgullo, de altivez y de soberbia; no
actuaron como Juan; se sintieron famosos,
fuertes, y poderosos. Cedieron a la tentación
de ser y sentir que merecían ciertos
privilegios, atenciones, consideraciones y
reconocimientos. Pero Él, que es celoso,
que no comparte con ninguno su gloria, a
muchos de ellos los ha desechado y a otros
desechará de su ministerio; hay muchos
que viviendo, Dios ya no los usa.
¡Qué bueno que de nosotros se diga como
se dijo de Juan: “Pedro, Orbein, Martha,
María: ¡Ninguna señal hicieron!, pero todo
lo que dijeron de Jesús, era verdad!
En conclusión, el hombre de Dios tiene
profunda convicción de su llamamiento, no
busca beneficios personales; no lleva la
gente tras de sí, la lleva a Cristo; todo lo que
le interesa es exaltar al Señor sobre todas
las cosas.
¿Se considera usted enviado de Dios? ¿Se
considera un sonido de Dios?
El Señor es el único digno de alabanza,
gloria, imperio y poder ¡Aleluya! Cuando
hayamos hecho algo, debemos decir:
“Siervos inútiles somos, pues lo que
debíamos hacer, hicimos”(Lucas 17:10).
Orbeyn Hermida
Drector General de Obra Social
6
EL PERFIL DEL SIERVO:
DE BUEN TESTIMONIO Y
LLENO DEL ESPÍRITU SANTO
“También es necesario que tenga buen
testimonio de los de afuera, para que
no caiga en descredito y en lazo del
diablo” (1Timoteo 3:7).
El testimonio del siervo de Dios se debe
reflejar: adentro (Iglesia) y afuera (el
mundo). El candidato a obrero o pastor
debe tener un testimonio favorable de los
dos grupos:
Los de adentro (esto es, los miembros
de la Iglesia); el obrero o pastor debe ser
irreprensible (“estar sobre el reproche” o
que no puede ser reprendido). No debe
pasar desapercibido de que esto describe
la relación de la persona con su familia.
Tiene que ver con la actitud del hombre
hacia la moral cristiana en general: debe
ser maritalmente puro, sobrio, dueño
de sí, virtuoso. Para con la Iglesia y en
conformidad con las normas de la justicia,
este hombre no solamente tiene una buena
reputación, sino que la merece.
Un ejemplo de un hombre irreprensible es
Simeón: “Y he aquí había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, y este hombre,
justo y piadoso, esperaba la consolación de
Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él”
(Lucas 2:25) otro fue Job: “Y Jehová dijo a
Satanás: ¿No has considerado a mi siervo
Job, que no hay otro como él en la tierra,
varón perfecto y recto, temeroso de Dios y
apartado del mal?” (Job 1:8).
Los de afuera (esto es, los que no son
de la Iglesia); Aun delante de ellos el
candidato, y también el pastor que ya está en
el cargo, debe tener una buena reputación.
La necesidad de sumar esta cualidad
viene del hecho de que con frecuencia “los
de afuera” conocen mejor al hombre en
cuestión que los miembros de la Iglesia.
Por ejemplo, frecuentemente ocurre que la
mayoría o todos los relacionados con él en
sus ocupaciones diarias son inconversos.
El juicio de ellos es de suma importancia.
Además, la Iglesia trata de ejercer una
influencia poderosa de evangelización
para bien sobre el mundo, llevando a los
pecadores a Cristo. La mala reputación
de un candidato u obrero o pastor ante el
mundo no es de ayuda en el logro de este
propósito.
Con el fin de ser un efectivo candidato,
obrero o pastor debe ser conocido aun
por la gente del mundo con quien está (o
ha estado) en contacto, como un hombre
de carácter, un hombre contra el cual no
es posible levantar ningún cargo justo de
infamia moral. Debiéramos decir referente
a él que se conduce correctamente: “a fin
de que os conduzcáis honradamente para
con los de afuera, y no tengáis necesidad
de nada” (1 Tesalonicenses 4:12), “Andad
sabiamente para con los de afuera,
redimiendo el tiempo” (Colosenses 4:5).
Un candidato al ministerio que no tiene este
testimonio favorable y que a pesar de ello es
elegido o llamado al ministerio en la Iglesia
podría fácilmente “caer en descredito”.
El candidato llamado al ministerio al tener
una buena reputación con los de afuera de la
Iglesia, bajo las condiciones más favorables
debe ser considerado una bendición.
Un ejemplo un hombre con buen testimonio
es Cornelio. “Ellos dijeron: Cornelio el
centurión, varón justo y temeroso de Dios, y
que tiene buen testimonio en toda la nación
de los judíos” (Hechos 10:22).
El testimonio de una persona tiene que ver
con su conversión al Señor Jesucristo, se
convierte en testigo de la obra de Cristo y
con su diario vivir demuestra que el Señor
con su obra cambio su vida de obras
muertas a la nueva creación en Jesucristo.
“Es apartarse del mal… “seguir la justicia,
piedad, fe, amor, paciencia…pelear la
buena batalla de la fe, echar mano de la
vida eterna”. (1 Timoteo 6:11-12). En estos
versos a Timoteo, al joven obrero se le
manda que guarde el mandamiento sin
mácula, ni reprensión hasta que aparezca
el Señor Jesucristo (1 Timoteo 6:14).
El buen testimonio y los diáconos
En este nombramiento se ordenó, se
requirió buen testimonio para con quienes
iban a servir a las mesas, cuánto más para
un hombre que se inicia en el ministerio
pastoral y su carrera como ministro (Hechos
6:3).
El hombre que anhela obispado, la Escritura
dice que buena cosa desea. Es necesario
que tenga BUEN TESTIMONIO de los de
afuera y por su puesto de los de adentro
(Hechos 16:1-2, 1 Timoteo 3:7).
En conclusión:
El siervo de Dios debe ser un hombre de
“buen testimonio, lleno del Espíritu Santo, y
de sabiduría, a quien encarguemos de este 7
trabajo” (El ministerio). (Hechos 6:3).
Héctor Ariel Campuzano
Director de Misiones Nacionales
 EL PERFIL DEL SIERVO:
LA MANSEDUMBRE
“Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas”
(Mateo 11:29);
Una de las cosas que el Señor pidió a
sus discípulos que aprendieran de Él fue
la mansedumbre, poniéndose como el
ejemplo a seguir. Él en cada una de sus
acciones mostró esa cualidad: fuerza,
bajo control, para dar a cada quien el trato
correspondiente, mesurado, prudente
y equilibrado, amable cuando tuvo que
hacerlo, contundente cuando fue necesario.
Si se hubiera excedido habría destruido de
un tajo a sus enemigos y contradictores.
Sin embargo no fue así, cumpliendo lo que
se había escrito de Él: “Angustiado él, y
afligido, no abrió su boca; como cordero
fue llevado al matadero; y como oveja
delante de sus trasquiladores, enmudeció,
y no abrió su boca”.
Es por eso que el siervo de Dios está
8 sabia mansedumbre» (Santiago 3:13).
llamado a dar fruto de Dios, dicho de otra
manera, a llevar una vida armónica con El
Señor, con los demás, y consigo mismo.
Esta característica es factible ya que uno de
los rasgos propios del fruto del Espíritu es
la mansedumbre: “Mas el fruto del Espíritu
es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley” (Gálatas
5:22-23).
Es pues inconcebible un siervo del Señor
iracundo, pendenciero y que no sea dueño
de sí mismo: “Porque es necesario que el
obispo sea irreprensible, como administrador
de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado
al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino hospedador,
amante de lo bueno, sobrio, justo, santo,
dueño de sí mismo” (Tito 1:7-8), “...No
dado al vino, no pendenciero, no codicioso
de ganancias deshonestas, sino amable,
apacible, no avaro” (Tito 1:7-8).
La metáfora que utiliza Pablo no puede
ser más elocuente cuando invita a los
escogidos, santos y amados a colocarse las
cinco prendas de un vestido, siendo una de
ellas la mansedumbre. “Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia”
(Colosenses 3:12).
Se requiere:
• Mansedumbre para presentar defensa
de nuestra fe: “Sino santificad a Dios
el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para presentar defensa
con mansedumbre y reverencia ante todo
el que os demande razón de la esperanza
que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).
• Mansedumbre para mostrar nuestra
buena conducta: “ Quién es sabio
y entendido entre vosotros? Muestre
por la buena conducta sus obras en
“Que a nadie difamen, que no sean
pendencieros, sino amables, mostrando
toda mansedumbre para con todos los
hombres” (Tito 3:2).
• Mansedumbre para recibir la palabra: EL PERFIL DEL SIERVO:
“Por lo cual, desechando toda inmundicia EL TEMOR Y LA OBEDIENCIA
y abundancia de malicia, recibid con
DIOS
mansedumbre la palabra implantada, la
cual puede salvar vuestras almas (Santiago
1:21).

• Mansedumbre para corregir a los que se

oponen: “Que con mansedumbre corrija
a los que se oponen, por si quizá Dios les
conceda que se arrepientan para conocer la
verdad” (2 Timoteo 2:25).

• Mansedumbre para andar como es digno

de nuestra vocación: Yo pues, preso en el
Señor, os ruego que andéis como es digno “La obediencia es mejor que los
de la vocación con que fuisteis llamados, sacrificios” y “con el temor de Jehová
con toda humildad y mansedumbre, los hombres se apartan del mal”.
soportándoos con paciencia los unos a los (1 Samuel 15:22; Proverbios 16:6).
otros en amor (Efesios 4:1-2).
El temor reverente es más que simple temor;
• Mansedumbre para restaurar al que
es la actitud con que una persona reconoce
ha fallado: “Hermanos, si alguno fuere
el poder y la condición de aquel a quien se
sorprendido en alguna falta, vosotros que
reverencia y se le rinde el debido respeto.
sois espirituales, restauradle con espíritu
Temor y obediencia a Dios siempre van
de mansedumbre, considerándote a ti
enlazados; si existe lo primero, lo segundo
mismo, no sea que tú también seas tentado”
es consecuente.
(Gálatas 6:1).
Abraham tenía temor de Dios, por lo tanto,
• Mansedumbre para mostrar su carácter:
su obediencia a Dios era incuestionable:
“Bienaventurados los mansos, porque ellos
“… porque ya conozco que temes a Dios,
recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).
por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu
único” (Génesis 22:12). Israel lo aprendió
Hoy más que nunca, se requieren siervos
“y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a
mansos para desarrollar la obra de Dios.
Jehová y a Moisés su siervo” (Éxodo14:31).

El temor de Dios es para no pecar:

Fernando López Pimiento
“Con el temor de Jehová los hombres se
Primer Vicepresidente
apartan del mal”(Proverbios16:6) “… que
su temor esté delante de vosotros, para 9
que no pequéis” (Éxodo 20:20) “…y aun sus
criados se enseñoreaban del pueblo; pero
yo no hice así, a causa del temor de Dios”
(Nehemías 5:15).
 El temor y la obediencia a Dios marcan
la diferencia entre el hijo de Dios y el
impío: “La iniquidad del impío me dice al
corazón: No hay temor de Dios delante
de sus ojos. Está en camino no bueno,
El mal no aborrece” (Salmos 36:1,4), “No
hay temor de Dios delante de sus ojos”
(Romanos 3:18). Para los hijos de Dios,
“el temor de Dios es el principio de la
sabiduría” (Salmos111:10); por lo tanto, el
obedecer hace que se entienda el temor de
Dios, “Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y
mis mandamientos guardares dentro de ti…
Entonces entenderás el temor de Jehová”
(Proverbios 2:1-5).
El temor de Dios y el obedecerle traen
beneficios:
· Aumentará los días (Proverbios 10:27).
· Brinda fuerte confianza y es manantial de
vida; (Proverbios 14:26-27).
· Dejar el temor de Dios y no obedecerle
trae turbación, “Tu maldad te castigará, y
tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y
ve cuán malo y amargo es el haber dejado
tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en
ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos”
(Jeremías 2:19).
Dios reclama que se le tenga temor: “…Y
si soy señor, ¿dónde está mi temor?...”
(Malaquías 1:6); Dios exige la obediencia
más que cualquier sacrificio. Es por ello
que la Iglesia y sus dirigentes deben
estar fundamentados en la obediencia y
en el temor a Dios; “Entonces las iglesias
tenían paz…; y eran edificadas, andando
en el temor del Señor, y se acrecentaban
10 fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos
9:31).
La obediencia y el temor a Dios llevan a
la limpieza y conducen a perfeccionar la
santidad: “Así que, amados, puesto que
tenemos tales promesas, limpiémonos de
toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de
Dios”. (2 Corintios 7:1).
El servicio a Dios debe hacerse bajo el
marco del temor: “Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor”. (Salmos 2:11)
“Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y
mediante ella sirvamos a Dios agradándole
con temor y reverencia” (Hebreos12:28).
“Por tanto, amados míos, como siempre
habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor” (Filipenses 2:12).
Hector Raul Betancur
Director General de Educación Cristiana
EL PERFIL DEL SIERVO:
REVERENTE
“Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y me-
diante ella sirvamos a Dios agradándole
con temor y reverencia” (Hebreos 12:28)
La reverencia es una actitud que debe ir
acompañando la vida del ser humano, ini-
cialmente como persona en cada etapa de
la que vive, pero principalmente en el min-
isterio como servidor; partiendo de que los
logros no se han conseguido por el nombre
o apellido, si no que precisamente las cosas
se han obtenido con la búsqueda de Dios y
el llamado que Él un día nos hizo.
Por esa razón, los hombres de la anti-
güedad se referían al Señor con respeto,
atención, cuidados, y decían: “¿Quién soy
yo para que Él se haya fijado en mi”? Esa
reverencia y respeto nos lleva a valorar más
las cosas en el correr de la vida para que la
monotonía no envuelva la responsabilidad
o el trabajo que Él nos ha entregado.
Esa reverencia la miramos en los hom-
bres que Él llamó; en su incapacidad, el-
los tenían para muchas cosas, pero el sólo
hecho de Dios haberse acordado de ellos o
haberlos llamado, ¡era algo muy grandioso,
algo maravilloso!, tanto hombres como mu-
jeres o niños, siempre guardaron gratitud y
reconocimiento para con Dios, acompaña-
do de reverencia y respeto.
En muestra de esa reverencia para con
Dios se arrodillaban, inclinaban la cabeza,
las manos, era una actitud personal o la
forma que ellos veían de cómo se podían
acercar a Dios, había un reconocimiento
para ese ser supremo que lo ha hecho todo
y que nos ha rescatado.
El salmo 103 nos llena de esperanza y se-
guridad acerca de lo que es la naturaleza,
todo lo que Dios ha hecho, la gratitud de
todo lo que nos ha dado, y lo que impar-
te cada día aún sin merecerlo (así como lo
decían los hombres de la antigüedad); este
hermoso capítulo de la Biblia dice: “Bendice
alma mía a Jehová y no olvide mi ser su
Santo Nombre, bendice alma mía a Jehová
y no olvides ninguno de sus beneficios”.
La gratitud para con Dios nos lleva a
olvidarnos de todas las cosas y a reconocer
que Dios es el único que lo ha hecho du-
rante muchos años, sin nosotros haberlo
conocido ya tenía misericordia de nosotros
y por su bondad nos prepara para cosas en
la vida que desconocíamos hasta cuando
nos llamó a formar parte de su ministerio.
Agradecer y tener la reverencia para con
Dios es también mirar detenidamente que
de su parte vienen juicios, los cuales deben
ponernos a pensar en la importancia de es-
tar siempre cerca de Él e implorar su favor
y misericordia, no sólo por nosotros sino
también por este mundo que va rumbo a la
perdición.
En el capítulo 100 de los Salmos dice:
“Reconoced que Jehová es Dios, Él nos
hizo y no nosotros a nosotros mismos,
pueblo suyo somos y ovejas de su prado”,
pero el necio dijo en su corazón: “¡no hay
Dios!”, fue así como se corrompió, tomó
decisiones indebidas e hizo toda clase de
abominaciones al desconocer la autoridad
divina que mira y conoce todo, “porque to-
das las cosas están descubiertas a los ojos
de aquel a quien tenemos que darle cuenta”
según Hebreos 4:12.
La reverencia con Dios nos enseña que
aún la forma de hablar, pensar, y actuar
tiene gran valor, pues esto declara que Él
forma parte de nuestra vida; llevamos una
reverencia que no solamente nos la han
ilustrado, la hemos visto, la hemos apren-
dido de nuestros padres o posiblemente de
algunas personas cercanas a nosotros; es
una reverencia, inédita, única, propia, que
nace también con el desarrollo de la fe y la
confianza, de tener respeto y reconocimien-
to a este ser supremo que ha dado su vida
por nosotros.
El salmo 100 también nos lleva a hacer un
análisis detenido, en los versículos 1 al 4
donde dice: “Cantad alegres a Dios, ha-
bitantes de toda la tierra, servid a Jehová
con alegría; Venid ante su presencia con
regocijo, reconoced que Jehová es Dios; Él
nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. 11
Entrad por sus puertas con acción de gra-
cias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle,
bendecid su nombre…” esto indica respeto,
reverencia, cuidado, atención, adoración,
que son las actitudes de una persona que
lo conoce, lo glorifica, y le rinde homenaje
 continuamente, por ver que Él es su Dios
y Salvador. Es necesario tener claridad de
este capítulo ya que en ocasiones lo lee-
mos con afán, sin hacer énfasis o prestar
la atención necesaria al significado de cada
frase.
Miremos el caso de Moisés, el mismo
Señor le exige que tenga reverencia: “Quita
la sandalia de tus pies” dando a entender
que debía tener una actitud reverente, que
debía inclinarse, caminar descalzo, acer-
carse hasta la presencia de Dios, no porque
en sí el lugar fuera santo, sino por aquel
personaje grandioso que está cerca, quien
merece que se le preste atención y respe-
to. Es interesante que el acercase a Dios
tiene que ir acompañado de una actitud de
atención, de cuidado, de respeto y también
de fe. Necesario es que en el transcurso
de la vida nunca olvidamos la importancia
de lo que es la reverencia ante Dios: prac-
ticarla, enseñarla, predicarla, y así esto nos
llevará también a tener respeto por todas
las cosas que nos rodean. “Mis días de re-
poso guardaréis, y mi santuario tendréis en
reverencia. Yo Jehová” (Levítico 19:30).
La reverencia y la doctrina
La doctrina es la base fundamental de lo
que creemos por medio de la enseñanza.
La reverencia por la doctrina consiste en,
el cuidado, amor, estudios, perseverancia y
sentido de pertenencia hacia lo que cree-
mos; tenemos la doctrina más completa:
“No os dejéis llevar de doctrinas diversas
y extrañas; porque buena cosa es afirmar
el corazón con la gracia, no con viandas,
que nunca aprovecharon a los que se han
12 ocupado de ellas” (Hebreos 13:9). En este
tiempo muchos quieren sacar algo nuevo,
diferente y tratan de confundir nuestros
principios y fundamentos de fe; muchos
quieren surgir como maestros y buscar ex-
positores de la Palabra; pero Dios no deja
en vergüenza cuando se está en la verdad,
pues nunca les fue bien a los que trataron
de sacar cosas nuevas. La predicación y la
interpretación dan resultado con la unción y
la inspiración divina y no debemos dejarnos
llevar por amistad, aprecio, o favores.
El apóstol dice que no dio resultado a los
que se ocuparon en falsa doctrina y seguir
personas: “Para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo
viento de doctrina, por estratagema de hom-
bres que para engañar emplean con astucia
las artimañas del error”. (Efesios 4:14).
Llama la atención la palabra “crezcamos”,
el verdadero crecimiento no es prematu-
ro sino que implica tiempo; así también la
formación, el crecimiento y el aprendizaje;
no podemos pretender saberlo todo: “Pues
mirad, hermanos, vuestra vocación, que
no sois muchos sabios según la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles” (1
Corintios 1:26), “Y ni mi palabra ni mi pred-
icación fue con palabras persuasivas de
humana sabiduría, sino con demostración
del Espíritu y de poder”(1 Corintios 2:4).
Es importante la opinión del apóstol Pab-
lo: “Pero esto, hermanos, lo he presenta-
do como ejemplo en mí y en Apolos por
amor de vosotros, para que en nosotros
aprendáis a no pensar más de lo que está
escrito, no sea que, por causa de uno, os
envanezcáis unos contra otros” (1 Corintios
4:6). El apóstol Santiago dice: “Hermanos
míos, no os hagáis maestros muchos de
vosotros, sabiendo que recibiremos mayor
condenación” (Santiago 3:1).
La reverencia en el culto
Al hablar del culto hablamos de algo mara-
villoso, teniendo en cuenta que en el trans-
curso de la historia las reuniones eran dife
rentes, se hacían en casas según: “Todos
los que habían creído estaban juntos, y
tenían en común todas las cosas… Y per-
severando unánimes cada día en el temp-
lo, y partiendo el pan en las casas, comían
juntos con alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios, y teniendo favor con todo
el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la
iglesia los que habían de ser salvos
(Hechos 2:44-47). Y como lo presenta
Hechos 5:42: “Y todos los días, en el tem-
plo y por las casas, no cesaban de en-
señar y predicar a Jesucristo”. Pablo pasó
sus últimos días teniendo cultos en casa,
y ahí predicaba la palabra del Señor: “Y
Pablo permaneció dos años enteros en
una casa alquilada, y recibía a todos los
que a él venían” (Hechos 28:30). En los ti-
empos primitivos se reunían en viviendas,
sinagogas, aire libre, fincas, y después se
fue estableciendo lugares exclusivos tipo
templo e iglesia, ahora tenemos muy bue-
nas estructuras como locales y edificios.
La reverencia en el culto consiste en la im-
portancia que le debemos a lo que hacemos
y practicamos; el por qué y para qué vamos
a ese lugar; el respeto y también la atención
e importancia a quien se va a rendir culto y
que se va a adorar; desprenderse de todas
las actividades materiales para dar atención
y cuidado con deseo de aprender. Esto
implica llegar con tiempo de orar, con dis-
posición y fe para oír la palabra de Dios, y
tener ese deseo de cantar, adorar, glorificar
a Dios y olvidarse de otros compromisos.
Llevar la familia, amigos, tomar interés de
estar en la iglesia según los siguientes tex-
tos que nos enseña la importancia de afir-
marnos en esas promesas o deseos:
“La palabra de Cristo more en abundancia
en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espiri-
tuales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra
o de hecho, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre
por medio de él” (Colosenses 3:16-17).
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta
buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová
todos los días de mi vida, para contemplar
la hermosura de Jehová, y para inquirir en
su templo” (Salmos 27:4). “Bienaventurado
el que tú escogieres y atrajeres a ti, para
que habite en tus atrios; seremos saciados
del bien de tu casa, de tu santo templo. Con
tremendas cosas nos responderás tú en
justicia, oh Dios de nuestra salvación, es-
peranza de todos los términos de la tierra,
Y de los más remotos confines del mar”
(Salmos 65:4-5).“ Venid, adoremos y
postrémonos; arrodillémonos delante de
Jehová nuestro h acedor” (Salmos 95:6).
Da la importancia y el valor de estar en
el templo: “Porque mejor es un día en tus
atrios que mil fuera de ellos. Escogería an-
tes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
que habitar en las moradas de maldad”
(Salmos 84:10).
En una ocasión escuché que al llegar a la
Iglesia tenemos que hablar con Dios, estan-
do en la Iglesia oír al Señor, y después de
la reunión, atender y escuchar a los her-
manos. “No dejando de congregarnos,
como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis
que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).
Son instrucciones para valorar el culto cada
día, y que lo valoren todos los que nos ro-
dean e inspiremos a los demás para ir a la
iglesia.
La reverencia y respeto conmigo mismo
Cuando yo me doy cuenta de lo que soy,
me valoro más que desconociendo quién
soy. “De modo que, si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corin- 13
tios 5:1). Nuestro cuerpo merece ser aten-
dido, cuidado, valorando que somos hijos
de Dios, pastores; comprendiendo la alta
dignidad que se tiene, esto implica tener
una ética ministerial en la vida: el compor-
tamiento con los hermanos, las damas, los
 niños, los matrimonios, los ancianos y tam- EL PERFIL DEL SIERVO:
bién con mi propia persona. La investidura SERVIDOR Y ATENTO AL
que me hace actuar le da valor a lo que soy
LLAMADO
y a no desprestigiar lo que practico, ni dañar
lo que hago. Valorar lo que soy me lleva a
corregir algunas cosas, palabras, conducta,
personalidad, abuso de autoridad, o maltra-
to a los que me rodean.

El pastor debe ser ejemplo pues es puesto

por Dios para una alta responsabilidad ante “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto
el mundo y también ante un rebaño que hubo en él otro espíritu, y decidió ir
tiene que conducir, respetando y valoran- en pos de mí…” (Números 14:24).
do a los demás, viendo la importancia de
la reverencia que hay en mí; practicada
En el siervo de Dios, en quien Dios ha
ante los ojos de los demás, así podemos
llamado, debe apreciarse “otro espíritu”,
hacer uso de este maravilloso trabajo pas-
que no se refiere al Espíritu Santo sino a
toral con efectividad, respetando y cum-
la actitud del servidor. Muchos a la hora de
pliendo a los demás con mi testimonio:
seleccionar los prospectos a servir en la
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
Obra se fijan en caracteristicas como que
asentada sobre un monte no se puede es-
sea buen predicador, animado, que tenga
conder. Ni se enciende una luz y se pone
elocuencia, que tenga don de gentes; pero
debajo de un almud, sino sobre el cande-
Dios busca que tenga “otro espíritu”, que
lero, y alumbra a todos los que están en
tenga una actitud de siervo, que ame el
casa. Así alumbre vuestra luz delante de
servir más que el púlpito o el cargo, que
los hombres, para que vean vuestras bue-
cumpla con un perfil de servidor.
nas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).
Cada siervo de Dios debe comprender y
descubrir cuál es la razón de su servicio; y
La reverencia comienza con, en y dentro
para ello debe entender el llamado divino
de nosotros, para presentarla al grupo de
y la forma en que se responde a este, la
personas a quien servimos, y también el
razón por la que se le sirve a Dios. Algunos
respeto con el que debemos tratarlos; Esa
lo harán por obligación, porque es un deber,
reverencia nace de nosotros, según el texto
otros por costumbre, y quizá otros por interés
bíblico que dice que “de la abundancia del
personal (prestigio, fama, egocentrismo,
corazón habla la boca”.
una forma de ganarse la vida, dinero entre
otras). pero, siempre habrá quienes lo harán
con amor y por gratitud a Dios, Su Iglesia,
Reinel Galvis Rueda
Su Obra; A estos hay que descubrirlos.
Director de Misiones Extrangeras
14
Para aquellos es verdaderamente
un llamado de Dios. Su Palabra, sus
mandamientos, los sufrimientos, y las
dificultades de la obra de Dios no son carga,
no se harán gravosos, sino que en medio
de las pruebas, estas le permitirán mostrar
con gozo, alegría y complacencia que servir
a Dios es una bendición, un privilegio, un
honor, tan grande que es possible dar hasta
la vida.
Un hombre con llamamiento debe ser
un hombre de Dios, cuyo estilo de vida
enmarca este título: “hombre de Dios” “Más
tú, oh hombre de Dios…” (1Timoteo 6:11).
Su vida debe reflejar que pertenece y sirve
a su Dios, que ha alcanzado madurez
espiritual, que conoce la palabra de Dios
y sus mandamientos, que está listo para
representar a Dios frente a los demás.
Un siervo atento al llamado de Dios,
aprende a huir de las cosas malas, “Mas tú,
oh hombre de Dios, huye de estas cosas,…”
Pablo advierte a Timoteo en los versos 3
al 10 de 1Timoteo 6 cuales son aquellas
cosas de las cuales el siervo llamado por
Dios, que está atento a este llamado, debe
huir:
• Falsos maestro, y falsas enseñanzas.
• Hombres envanecidos, cegados por el
orgullo, la altivez, la arrogancia.
• Hombres ignorantes y corruptos de
entendimiento, que pretenden tener
conocimiento, que todo lo creen saber.
• Hombres enfermos por las contiendas,
los celos, el resentimiento, las
disensiones.
• Hombres que hacen comercio con la
verdad, piensan que el servicio es una
forma de ganarse la vida.
Pablo recomienda hasta apartarse de los
tales… El dinero, la posición, la fama o
reconocimiento no es la razón para servir
a Dios, debemos servir con “otro espíritu”.
La actitud (El espíritu diferente) del siervo
de Dios le lleva a entender que su ganancia
es espiritual, por ello demuestra, (se ocupa
en): “Más tú, oh hombre de Dios, huye de
estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre”
1Timoteo 6:11).
• La Justicia: Que es dar a Dios y a
los hombres el lugar y honra que les
corresponde.
La justicia del creyente debe ser mayor que
la del impío, y la del siervo de Dios mayor
que la del pueblo. Esta justicia se refleja
en todos sus actos y negocios. Dios quiere
y llama a hombres justos. Justos como
empleados o como patrones, justos como
padres y como hijos, justos como esposos,
justos como verdaderos hijos de Dios.
• La Piedad: Esto es, una vida de comunión
con Dios; es la práctica del cristianismo en
cada acción; es vivir lo que Jesús enseña
en Su Palabra.
• La Fe: Hace que el hombre de Dios se
sostenga en cada batalla, prueba, crisis,
o tentación, pues lo hace como viendo al
invisible. Sin fe es imposible agradar a Dios,
y la victoria que ha vencido al mundo es
nuestra fe.
• El Amor: Es el motor que impulsa a cada
siervo de Dios. De nada le sirve hacer
milagros, tener mucho conocimiento, o
ciencia, entender todos los misterios, o
hasta dar a los pobres, sino tiene amor
(1 Corintios 13:1-3).
De este amor se desprende el 15
contentamiento que sustenta a la piedad;
pues eleva al hombre de Dios, de las
circunstancias y ambiciones terrenales a un
sentimiento de realización, de satisfacción
pase lo pase. Es la razón del servicio
(Filipenses 4:11-13).
 • La Paciencia: Es la capacidad de soportar
aún lo más difícil. “Porque os necesaria
la paciencia, para que habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.
(Hebreos 10:36). “La prueba de vuestra fe
produce paciencia. Mas tenga la paciencia
su obra completa, para que seáis perfectos
y cabales, sin que os falte cosa alguna”
(Santiago 1:3-4).
• Mansedumbre. Es la docilidad que se
muestra tanto en el carácter, como en el
trato con los demás. “… y aprended de
mí, que soy mando y humilde de corazón;
y hallareis descanso para vuestras almas”
(Mateo 11: 29).
El siervo que Dios ha llamado ama el servir
y refleja estas cualidades, está atento a ese
llamado, y responde de manera oportuna y
con actitud que refleja ese “otro espíritu”.
Gildardo Gomez Ramirez
Secretario General
EL PÉRFIL DEL SIERVO
ACTIVO EN LA OBRA DE DIOS
“A fin de perfeccionar a los santos
16 para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo”
(Efesios 4:12)
El ministro es un siervo escogido por Dios
y dotado por Él para el servicio... para la
obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo”. Pablo dijo que su objetivo
era “presentar perfecto en Cristo Jesús a
todo hombre” (Colosenses 1:28); luego
dijo: “Para esto también trabajo (gr. kopiao,
agonizar), luchando según la fuerza de Él,
la cual actúa poderosamente en mí” (v. 29).
La Biblia usa figuras de la vida diaria para
describir la obra de los ministros:
1. Siervos: Cristo enseñó que servicio
y liderazgo van juntos. “…el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que de vosotros quiera ser el
primero, será siervo de todos. Porque el Hijo
del Hombre no vino para ser servido, sino
para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos” (Marcos 10:43-45). La actitud
no es “Aquí estoy para ser servido”; más
bien: “Aquí estoy para servir”; no se puede
ser colaborador en la Obra del Señor sino
es desde el servicio (1 Corintios 3:5).
En verdad, si los intereses de otro no están
sobre su corazón, si no está dispuesto a
sacrificar sus necesidades personales,
sus deseos y aspiraciones, su tiempo y su
dinero; si las necesidades de otro no son
más importantes que las suyas propias,
tal hombre no está en el sentir que hubo
en Cristo Jesús. El apóstol dijo:” Vosotros
bien sabéis cómo he sido con vosotros
todo el tiempo… sirviendo al Señor con
toda humildad, y con lágrimas… … Pero
de ninguna manera estimo mi vida como
valiosa para mí mismo a fin de terminar mi
carrera y el ministerio que recibí del Señor
Jesucristo” (Hechos 20:18-24).
2. Pastores: La tarea pastoral es una
metáfora bíblica. Consideremos entonces
el Salmo 23 y busquemos los principios
aplicables a la tarea de un pastor
contestando la pregunta ¿Qué hace el pastor
con sus ovejas? y ¿Cuál es el alimento que
suministra a la grey del Señor?, Según 1
Timoteo 3:2 y Tito 1:9 “Apacentar” quiere
decir literalmente “proveer pasto”, “Yo les
ruego que piensen en ustedes mismos,
y que velen por el rebaño sobre el cual el
Espíritu Santo os ha puesto…” (Hechos
20:28-31), esto involucra entonces guiar,
alimentar, cuidar, y proteger la grey de Dios.
(1 Pedro 5:1-3).
3. Gobernador. (Hebreos 13:7, 13 y 17),
Aunque los pastores son siervos esto no
niega su autoridad para gobernar a la
Iglesia, ( gr. “Proistemi”) = “Estar en pié,
conducir, ocuparse, gobernar. Se utiliza
este mismo verbo para gobernar la casa,
como para gobernar la Iglesia, porque el
gobierno de la casa es el que nos enseña
a gobernar la Iglesia (1 Timoteo 3:4-5 y
5:17). Así que ha de procurar el bienestar,
la santidad y la felicidad primero de los
miembros de su hogar, es decir que las
necesidades materiales, espirituales, y
sociales de cada miembro estén provistas.
Aunque nadie debe esperar que los hijos
del pastor sean perfectos, se puede
esperar que estén seguros en el amor
de sus padres, bien disciplinados, y en
sujeción. Somos responsables de criar a
nuestros hijos en el temor y amonestación
del Señor. El esposo es un líder amoroso
y servicial y como gobernante del hogar
no descuidará ni destruirá los talentos
de su esposa, la considerará como una
maravillosa bendición de Dios, que le
ayuda y le complementa. Su esposo debe
ayudarla a descubrir y desarrollar los dones
que Dios le ha dado con el fin de ministrar
en el Cuerpo de Cristo.
4. Administrador. (1 Corintios 4:1-3, Tito
1:7). Los ministros de Jesucristo somos
administradores de los bienes de Dios y
de las verdades reveladas que hallamos
en la Escritura, por lo tanto somos
administradores de Su Palabra y de Su
Iglesia, como evangelistas, pastores y
maestros (1 Corintios 4:1; Tito 1:7).
Mucha de nuestra tarea ministerial la
gente no la ve, pero es nuestra obra: el
tiempo dedicado a la oración, al estudio
de la Palabra, la educación en general, la
preparación de los sermones, el tiempo de
visitar a los enfermos, débiles y necesitados;
la preocupación por la condición espiritual
y física de las ovejas. El tiempo que
empleamos para organizar los ministerios de
la Iglesia; de las reuniones en el liderazgo.
La administración eclesial involucra un
marco funcional en el ministerio pastoral
que contiene el ganar, educar, formar y
estructurar al creyente, hasta que éste a
su vez pueda también manejar la Palabra
y ser un buen ayudante.No somos como
los profesionales. No podemos limitarnos
a decir: “Estoy aquí, hago mi trabajo y me
voy. (1 Pedro 4:10 y 5:4).
5. Evangelista. cuya palabra significa:
“Anunciador de buenas nuevas”, son los
que proclaman el mensaje de salvación
al mundo, en un sentido más preciso y
específico, como lo fue Felipe (Hechos
8:26), y los setenta (Lucas 10:1-20). Así
fue la exhortación de Pablo a Timoteo:
“haz obra de evangelista” (2 Ti 4:5). Este
ministerio está enfocado y dirigido hacia los
inconversos.
6. Consejero.. En Proverbios 6;23 se define
la consejería como un proceso en que una
persona ayuda a otra a ajustar su vida a
un rango de conducta saludable. Incluye el
ajuste a las normas bíblicas para agradar a
Dios y tener paz personal.
Alvaro Muñoz
Secretario de Actas
17
 EL PERFL DEL SIERVO:
NO CODICIOSO DE GANANCIAS
DESHONESTAS, NO AVARO
“Palabra fiel: Si alguno anhela
obispado, buena obra desea. Pero
es necesario que el obispo sea
irreprensible, marido de una sola
mujer, sobrio, prudente, decoroso,
hospedador, apto para enseñar; no
dado al vino, no pendenciero, no
codicioso de ganancias deshonestas,
sino amable, apacible, no avaro”
(1.Timoteo 3:3)
En esta escritura encontramos que en las
recomendaciones que el apóstol Pablo le
da, a su hijo en la fe, Timoteo, acerca de
que quien desea obispado aparte de las
buenas virtudes que debe poseer, no debe
ser codicioso de ganancias deshonestas ni
dado a la avaricia.
La deshonestidad es ausencia de integridad
al tratar de las cosas que pertenecen a otros.
En referencia a este punto, las personas
deshonestas engañan a otros con el fin
de conseguir algún beneficio y lograr su
objetivo; este tipo de actitud es muy notable
en el campo laboral entre los empleados
sobre todo para poder subir de escalón.
Es lo que caracteriza a una persona como
desleal, no confiable y suele estar muy ligado
18 con la mentira. Es un antivalor que va en
contra de la moral y las buenas costumbres.
La deshonestidad se puede observar en
diferentes relaciones como: en el ámbito de
pareja, en una amistad, y en nuestro caso a
quienes servimos al Señor. Crea una imagen
negativa de la persona que la practica, y por
consiguiente la desconfianza con quienes
la rodean. Una persona deshonesta no
posee una correcta moral y no guarda las
normas éticas y puede incurrir en otras
faltas como la mentira, falsedad, engaño,
lujuria, y el soborno. En general es usada
como sinónimo de indecencia, inmoralidad,
deslealtad, cinismo, desvergüenza.
AVARICIA: La Real Academia Española
define la avaricia en pocas palabras, pero de
mucho peso, como el “Afán desordenado de
poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”.
La enciclopeda de internet Wikipedia la
define como: “…una inclinación o deseo
desordenado de placeres o de posesiones”.
También la define como: “…el afán
desmedido de riquezas, sin necesidad de
querer atesorarlas.
La Biblia nos advierte que quienes
anhelamos servir al Señor debemos
alejarnos de estos pecados que empañan
nuestra vida y que no agradan a Dios.
Cuándo Moisés escogió jueces en Israel
debían ser personas de grandes virtudes
espirituales que fueran de la confianza del
pueblo y que garantizaran imparcialidad en
las decisiones que tenían que tomar como
jueces: “Además, escogerás de entre todo
el pueblo hombres capaces, temerosos de
Dios, hombres veraces que aborrezcan
las ganancias deshonestas, y los pondrás
sobre el pueblo como jefes de mil, de cien,
de cincuenta y de diez”. (Éxodo 18:21).
Los hijos de Samuel Joel y Abías, cuándo
fueron nombrados jueces se pervirtieron
cayendo en el pecado de la avaricia y el
soborno : “Pero sus hijos no anduvieron
en los caminos de su padre, sino que se
desviaron tras ganancias deshonestas,
aceptaron sobornos y pervirtieron el
derecho” (1.Samuel 8:3).
Pablo lo menciona como un requisito de
los diáconos en la Iglesia de Éfeso: “De la
misma manera, también los diáconos deben
ser dignos, de una sola palabra, no dados
al mucho vino, ni amantes de ganancias
deshonestas” (1.Timoteo 3:8).
El apóstol Pablo en su carta a Tito, hijo
verdadero de la común fe, le recomienda
que quienes anhelan puestos de
preeminencia en la Iglesia, es uno de los
requisitos que deben poseer : “Porque el
obispo (supervisor) debe ser irreprensible
como administrador de Dios, no obstinado,
no iracundo, no dado a la bebida, no
pendenciero, no amante de ganancias
deshonestas” (Tito 1:7).
De igual manera le advierte de creyentes
judíos (de la circuncisión) que contradecían
la enseñanza de la verdadera doctrina,
por ganancias deshonestas. “A quienes
es preciso tapar la boca, porque están
trastornando familias enteras, enseñando
por ganancias deshonestas, cosas que no
deben” (Tito 1:11).
El apóstol Pedro escribiéndoles a los
ancianos (Pastores) en su primera carta
ruega que nuestro ministerio no este
empañado por el desmedido anhelo del
dinero: “Apacentad la grey de Dios que
está entre vosotros, cuidando de ella, no
por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo
pronto” (1.Pedro 5:2).
En cuanto a la avaricia, el Señor Jesús nos
advierte de no caer en este pecado, cuándo
uno de la multitud, le pidió interviniera en
la partición de la herencia familiar: “Y les
dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;
porque la vida del hombre no consiste en
la abundancia de los bienes que posee”
(Lucas 12:15).
El Señor Jesús también enseñó que los
siervos no podemos servir a dos señores
a la misma vez: “Ningún siervo puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá
al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a
Dios y a las riquezas”. (Lucas 16:13).
El apóstol Pablo en su primera carta
pastoral a Timoteo, hace una declaración
muy importante sobre quienes toman
la piedad como fuente de ganancia,
apartándose del verdadero propósito de la
predicación del Evangelio, que es anunciar
a Cristo: “Disputas necias de hombres
corruptos de entendimiento y privados
de la verdad, que toman la piedad como
fuente de ganancia; apártate de los tales…
Porque los que quieren enriquecerse caen
en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición; porque
raíz de todos los males es el amor al dinero,
el cual codiciando algunos, se extraviaron
de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores”. (1Timoteo 6:5-10).
A los hermanos que Dios les ha bendecido
con riquezas, también Pablo les aconseja
a no poner su confianza en las riquezas
materiales: “A los ricos de este siglo manda
que no sean altivos, ni pongan la esperanza
en las riquezas, las cuales son inciertas, sino
en el Dios vivo, que nos da todas las cosas
en abundancia para que las disfrutemos.
Que hagan bien, que sean ricos en buenas
obras, dadivosos, generosos; atesorando
para sí buen fundamento para lo por
venir, que echen mano de la vida eterna”
(1Timoteo 6:7).
Como podemos observar, son muchos los 19
textos bíblicos que nos advierten de no caer
en el error de inmiscuirnos en ganancias
deshonestas o en la avaricia, que dañan
el buen nombre de quienes servimos al
Señor en tan grande privilegio der ser
administradores de Su Obra:
 “Tú, pues, sufre penalidades como buen
soldado de Jesucristo.
Ninguno que milita se enreda en los
negocios de la vida, a fin de agradar a aquel
que lo tomó por soldado” (2Timoteo 2:3-4).
Angelmiro Camacho Isaza
Tesorero General
EL PERFIL DEL SIERVO:
LIMPIA CONCIENCIA
“De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
La conciencia es la capacidad que tiene
el ser humano de mirarse a sí mismo
y enjuiciarse, de darse testimonio a sí
mismo. También tiene una connotación en
cuanto al sentido del deber, reflexiona sobre
la conducta y sobre los propios actos; tiene
un carácter ético, pues permite distinguir
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al individuo entre aquello que está bien y
lo que está mal, de modo que a la hora de
obrar pueda conducirse de acuerdo a sus
valores morales.
Teológicamente la conciencia del ser
humano es vital para el desarrollo de la
vida Cristiana. El efecto del Evangelio se
produce directamente en la conciencia,
haciendo que este reflexione y entienda que
necesita un cambio de vida. Como lo dijo
el apóstol Pablo, que quien está en Cristo
tiene una nueva vida. Para entender más a
fondo el significado de la transformación del
ser humano y de su conciencia, miremos
los siguientes puntos:
Conciencias limpias por Jesucristo a
través de la redención:
Al llegar a los pies de Cristo y ser
bautizados, manifestamos frutos dignos de
arrepentimiento, iniciamos una nueva vida
con una conciencia limpia y en paz con
Dios.
a. La aspiración de una buena conciencia:
“El bautismo que corresponde a esto ahora
nos salva (no quitando las inmundicias
de la carne, sino como la aspiración de
una buena conciencia hacia Dios) por la
resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21)
“Quien nos justificó y ahora tenemos paz
para con Dios” (Romanos 5:1).
b. Conciencias en paz, sin acusaciones:
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras
conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).
Fuimos limpios de las obras muertas en
las que vivíamos antes, por lo tanto, hoy le
servimos al Señor con nuestra conciencia
en paz, sin que nada nos acuse.
c. Purificados los corazones de
mala conciencia: “Acerquémonos con
corazón sincero, en plena certidumbre
de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura” (Hebreos 10:22).
Vivíamos con conciencias
entenebrecidas
Cuando estábamos en el mundo, nuestra
conciencia estaba entenebrecida, sin luz,
cautiva, no la escuchábamos, estaba muerta
por las malas obras, sin conocimiento, sin
sensibilidad, no percibía el bien o el mal.
“Teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia
que en ellos hay, por la dureza de su
corazón; andábamos en tinieblas sin la luz
del evangelio de Cristo” (Efesios 4:18); “Que
con hipocresía hablarán mentira, teniendo
cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:2).
Existen personas que no sienten la
necesidad de arrepentirse, de cambiar la
actitud, no piden perdón cuando ofenden,
manifiestan estar bien, aunque no lo estén,
así le sucedió a Sansón quien creyó estar
bien, sin estarlo; él dijo: “esta vez me
escaparé como las otras veces”, sin sentir
que Dios ya no estaba con él. No escuchó
su conciencia que le decía: “Desobedeciste
violando el pacto que debías guardar, y tu
Dios se alejó de ti”.
En la carta del apóstol Pablo a Tito
encontramos una clara descripción acerca
de la influencia del pecado en la conciencia
del ser humano: “Todas las cosas son puras
para los puros, mas para los corrompidos e
incrédulos nada les es puro; pues hasta su
mente y su conciencia están corrompidas”
(Tito 1:15).
El apóstol Pablo, hablando de los pecadores,
consideraba que están influenciados y
dirigidos por la naturaleza pecaminosa,
heredada de Adán. Los resultados fueron
ruina, dolor, angustia y muerte eterna, con la
separación de Dios por la desobediencia. Y
nuestra conciencia se contaminó, y en esta
condición quedamos impedidos para juzgar
a otros. “¿O cómo dirás a tu hermano:
Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la
viga en el ojo tuyo? (Mateo 7:4).
Dios conoce nuestro estado interno, no
podemos esconder lo que somos y lo que
vivimos, todo nuestro ser es conocido por
él, por esto el salmista David expresa lo
siguiente: “Oh Jehová, tú me has examinado
y conocido. Tú has conocido mi sentarme y
mi levantarme; Has entendido desde lejos
mis pensamientos. Has escudriñado mi
andar y mi reposo, Y todos mis caminos te
son conocidos. Pues aún no está la palabra
en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la
sabes toda. ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia? (Salmos
139:1-4,7).
El ser humano, cuando se encuentra en
oscuridad, no entiende que quien juzga las
conciencias es el Señor Jesús: “Porque,
aunque de nada tengo mala conciencia,
no por eso soy justificado; pero el que me
juzga es el Señor. Así que, no juzguéis
nada antes de tiempo, hasta que venga el
Señor, el cual aclarará también lo oculto de
las tinieblas, y manifestará las intenciones
de los corazones; y entonces cada uno
recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios
4: 4-5).
La conciencia es un testigo
interno
La conciencia nos dice qué hemos
hecho bien o mal, haciéndonos ver que
somos culpables, generando temor y
angustia, dado que en algún momento
nos enfrentaremos a las consecuencias
por nuestras malas obras. Es lo que
experimentó Judas, cuando se dejó usar
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del enemigo para cometer el grave delito de
entregar al Señor Jesús: “Entonces Judas,
el que le había entregado, viendo que era
condenado, devolvió arrepentido las treinta
piezas de plata a los principales sacerdotes
y a los ancianos, diciendo:Yo he pecado
 entregando sangre inocente. Mas ellos
dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros?!!Allá
tú! (Mateo 27:3-4).
Encontramos en la Biblia otras referencias
donde podemos ver la conciencia actuando
como un testigo interno: “Mostrando la obra
de la ley escrita en sus corazones, dando
testimonio su conciencia, y cusándoles
o defendiéndoles sus razonamientos”
(Romanos 2:15). “ Aquel de ustedes que esté
libre de pecado, que tire la primera piedra.
Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando
desde los más viejos hasta los postreros; y
quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en
medio”(Juan 8:7-9).
La conciencia testifica que no es con la
sabiduría humana sino con la gracia de
Dios que sabemos cómo conducirnos en
el mundo:
“Porque nuestra gloria es esta: el testimonio
de nuestra conciencia, que, con sencillez
y sinceridad de Dios, no con sabiduría
humana, sino con la gracia de Dios, nos
hemos conducido en el mundo, y mucho
más con vosotros.( 2 Corintios 1:12).
La conciencia es un escudo ante las
calumnias:
“Teniendo buena conciencia, para que
en lo que murmuran de vosotros como
de malhechores, sean avergonzados los
que calumnian vuestra buena conducta
en Cristo” 1 Pedro 3:16). “ ¿No ve él mis
caminos, Y cuenta todos mis pasos?
Péseme Dios en balanzas de justicia, Y
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conocerá mi integridad (Job 31:4,6).
Conciencias culpables y sus
consecuencias.
Una conciencia culpable desespera y puede
arruinar a la persona, sometiéndola a una
vida de angustia, frustración, desilusión, y
en ocasiones hasta la muerte.
a. Los hermanos de José se sintieron
acusados por sus conciencias.
“Y decían el uno al otro: Verdaderamente
hemos pecado contra nuestro hermano,
pues vimos la angustia de su alma cuando
nos rogaba, y no le escuchamos; por eso
ha venido sobre nosotros esta angustia”
(Génesis 42:21).
b. Judas: La muerte de este discípulo
de Jesús fue consecuencia de una
conciencia culpable.
“Y arrojando las piezas de plata en el templo,
salió, y fue se ahorcó” (San Mateo 27:5).
c.El hijo pródigo fue redargüido por su
conciencia:
A diferencia de Judas, quien no quiso recibir
misericordia (aunque estuvo dispuesta para
él), el hijo pródigo en esta parábola de Jesús,
alcanzó misericordia porque tuvo en cuenta
el sentir de su conciencia: “Y volviendo en
sí, dijo:!Cuántos jornaleros en casa de mi
padre tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi
padre, y le diré: Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser
llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros” (Lucas 15:17-19).
d. David acusado por su conciencia
confesó su maldad ante Dios y pidió
limpieza.
David también alcanzó misericordia. “Ten
piedad de mí, oh Dios, conforme a tu
misericordia; Conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones. Lávame
más y más de mi maldad, Y límpiame de
mi pecado. Porque yo reconozco mis
rebeliones,Y mi pecado está siempre
delante de mí. Contra ti, contra ti solo he
pecado, Y he hecho lo malo delante de tus
ojos; Para que seas reconocido justo en
tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio”
(Salmos 51:1-4).

En conclusion, la conciencia del ser

humano es una alarma o una herramienta
que le ayuda a estar alerta ante sus errores
o pecados, y as poder tener la oportunidad
de pedir perdón y reconocer las faltas
que se han cometido. Si logramos vivir
con una conciencia limpia, disfrutaremos
de la verdadera paz, como la tranquilidad
que sintió el publicano al darse golpes en
el pecho y entregar al Señor su condición
pidiendo ser aceptado a través de la gracia
y misericordia de Dios, y así descendió a su
casa justificado y con su conciencia en paz.

Edilberto Ortiz Sanmartín

Segundo Vicepresidente

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