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La concepción de las tecnologías libertarias en Murray Bookchin

En este escrito se realiza una indagación sobre la conexión entre teoría crítica de la tecnología y el
cuestionamiento del desarrollo tecnológico ilimitado orientado por la lógica capitalista y una
expansión de la técnica autoritaria. La hipótesis que orienta este trabajo es que dilucidar la
ambivalencia de la tecnología sin caer en reduccionismo es el modo más adecuado para
posicionarse políticamente y pensar la técnica en sus múltiples dimensiones sin caer en
reduccionismos, determinismos ni pesimismos u optimismos metafísicos. Siguiendo esta linea, y
retomando los aportes conceptuales de Murray Bookchin se propondrá una reflexión que cuestiona
tanto el optimismo tecnológico como el pesimismo ante el avance tecno-científico. También se
busca dilucidar los aportes e inconsistencias de posiciones teórico - políticas que expresan una
irreversible autonomización de la tecnociencia que hacen inconcebible una democratización y
transformación social. Por otro lado, se indaga el rol de los valores y la importancia de las
decisiones técnicas en la orientación de las sociedades. El examen de los valores presentes en los
diseños y en las elecciones técnicas permite politizar el complejo proceso de innovación y
desarrollo. En este punto profundizamos en la original perspectiva teórica orientada a la
reconstrucción de un proyecto socialista-democrático radical desarrollado por Feenberg, y en el de
una tecnología libertaria que favorezca la autogestión y des-centralización de Bookchin. En este
autor las categorías de matriz tecnológica, junto a la propuesta de creación de una ciencia,
tecnología y racionalidad libertaria orientada por un proyecto eco-anarquista van configurando un
proyecto político-tecnológico alternativo que valora la construcción de utopías (en la actualidad)
como herramienta para la emancipación. Cuestionando las distopias tecnológicas por sus
consecuencias en el avance de un nihilismo políticamente estéril y de actitudes cercanas a la fobia a
la tecnología.

Una dimensión fundamental del trabajo teórico de Bookchin es la distinción entre tecnologías
autoritarias y tecnologías ecológicas-libertarias (Que toma en parte y de forma crítica de
Mumford). La reflexión de Bookchin puede asociarse con una filosofía o sociología crítica de la
ciencia y tecnología. La tecnología se desarrolla dentro de una matriz social, las tecnologías no
están en oposición a la naturaleza, no tienen que forzar su alteración o necesariamente llevar a
que lo artificial destruya a lo natural. Esta es una falsa oposición o conflicto. No es inherente a la
tecnología destruir el entorno natural, sino que las tecnologías (o conocimientos aplicados)
pueden contribuir al desarrollo natural, a potenciar las fuerzas productivas que contiene la
naturaleza. (Ejemplifica con diversos métodos usados a lo largo de la historia en la agricultura y la
industria premoderna y algunos ejemplos modernos, también se puede pensar en la permacultura,
aunque él habla más de tecnologías agro-ecologícas).
Alteración del ambiente no es sinónimo de des-naturalización o destrucción. Se puede intervenir
en la naturaleza como seres naturales, con peculiaridades únicas entre todos los seres, que
participan de los ecosistemas estableciendo interacciones no destructivas. La devastación de la
naturaleza es producto de un tipo de tecnologías, y no efecto necesario del uso de tecnologías. A
la vez las tecnologías destructivas derivan de una matriz social jerárquica que tiene una relación
con la naturaleza de oposición, explotación y dominio. La multiplicación de tecnologías orientadas
por la eficiencia económica y que no tienen en cuenta la contaminación ni la destrucción que
generan, son típicas del desarrollo de las gran industria moderna y no es una característica de la
técnica en si.

Como ejemplo: “el desarrollo de nuevos sistemas automatizados cuesta invariablemente empleos a las
personas o intensifca su explotación. Ambos hechos son innegables, pero obedecen precisamente a las
relaciones sociales de explotación capitalista, no al progreso tecnológico en sí. Para decirlo sin rodeos: las
«reestructuraciones» actuales no se deben a las máquinas, sino a los burgueses avariciosos que utilizan las
máquinas para sustituir la mano de obra o explotarla más intensivamente 2. De hecho, las mismas máquinas
que los empresarios utilizan para reducir «los costes laborales» podrían, en una sociedad racional, liberar a
los seres humanos de penosos trabajos mecánicos para que pudieran dedicarse a actividades más
creativas y personalmente más gratificantes” (1995, 64)
Es necesario desde este enfoque pensar en expandir, crear y difundir las tecnologías libertarias
(ecológicas), y, a la vez, es absurdo oponerse a las tecnologías y defender una purificación
abstracta y metafísica de la intervención humana sobre la naturaleza. Modificar e intervenir sobre
el entorno no es sinónimo de destrucción ambiental1. Los neo-ludditas y primitivistas no ayudan al
cambio en un sentido libertario, sino que impiden su concreción.

Antes de esta etapa historica reconoce que se dieron numerosos casos de devastación
ambiental, pero sólo con el capitalismo de generaliza una economía basada en un trabajo de
apropiación de la naturaleza para transformarla y la idea de una escasez natural que obliga a
explotar e intervenir de formas cada vez más artificiales para satisfacer las necesidades humanas.
La aparición de nuevas necesidades y artefactos, inéditas en la historia humana, no es un indicio
de progreso en la civilización. En especial cuando lo superfluo se convierte en enemigo de lo

1 (...)en vez de explicar los orígenes de las patologías sociales y personales de hoy en día, la antitecnología nos
permite sustituir engañosamente el capitalismo por la tecnología —que
esencialmente facilita la acumulación capitalista y la explotación laboral— como la causa subyacente del crecimiento y
la destrucción del medio ambiente (…) Las relaciones sociales básicas de la explotación y dominación capitalista
quedan eclipsadas por unas generalizaciones metafísicas sobre el ego y
la técnica, empañando la comprensión del público de las causas esenciales de las crisis sociales y medioambientales

(...) ( 1995, 66)


necesario. A lo largo de la historia humana se ve la aparición de una segunda naturaleza que
difiere de la primera naturaleza. Esta segunda naturaleza se apoya en la primera, no es contraria.

Por otro lado, crítica al marxismo. La idea de dominar las fuerzas naturales y de transformar la
materia para hacerla útil o para crear valores de usos para satisfacer cualquier tipo de
necesidades humanas, no difiere demasiado del dominio autoritario de la naturaleza. El marxismo
también considera a la naturaleza como recursos o materias primas para producir objetos, y no ve
en esta una fuerza productiva con una riqueza propia a la que no hay que dominar ni modificar
radicalmente técnicamente para que no sea hostil o peligrosa. No identifica como el trabajo puede
ser antes que apropiación de la naturaleza, colaboración con su tendencia al desarrollo. La
naturaleza tiene un desarrollo activo, y no es materia pasiva e informe. La humanidad no
necesariamente se opone al despliegue de las potencialidades naturales, ya que puede darle
impulso con su intervención.

Bookchin esta lejos de un primitivismo ingenuo que reivindican las corrientes anti-civilización que
pregonan un retorno a comunidades de cazadores-recolectores como salida a la crisis actual 2 y
tampoco cree en la defensa de una naturaleza virgen (por eso cuestiona todo enfoque o v
perpectiva misántropa.
“La denuncia de la tecnología y la civilización como inherentemente opresivas de la humanidad sirve
en realidad para encubrir las relaciones sociales concretas que privilegian a los explotadores respecto
a los explotados y a los jefes respecto a sus subordinados ” (Bookchin, 1995, 65).
Menciona las características de las comunidades orgánicas no para un retorno a ellas, sino para
cuestionar como peculiaridad universal de la historia de la humanidad la existencia de jerarquías
junto con el dominio y explotación de la naturaleza; y esto lo hace para cuestionar al esencialismo
junto a la creencia en el carácter natural del dominio explotador sobre la naturaleza y las
jerarquías.
Construir una sociedad con un imaginario social e instituciones compatibles con una vida dentro
de la naturaleza, y no en oposición al entorno biológico, es una tarea de desarrollo creativo de una
nueva civilización, y no una negación de todo tipo de orden social. Los individuos no se oponen a
la sociedad ni a la naturaleza, pues son productos sociales y naturales a la vez. La creación e

2“Una ecocomunidad podría ser sostenida por una nueva clase de tecnología —o ecotecnología— una compuesta de maquinaria
flexible, versátil cuyas aplicaciones productivas deberían enfatizar la durabilidad y la calidad, no siendo construidas en la
obsolescencia, ni en la salida de una cantidad insensata de baratijas y en la rápida circulación de mercancías básicas. Déjenme
enfatizar aquí, que no estoy abogando por el abandono de la tecnología y el retorno a la recolección de alimentos del paleolítico. Más
bien lo contrario, insisto que nuestra tecnología no es suficientemente sofisticada en comparación con la ecotecnología de menor
escala y más versátil que puede desarrollarse y, que en gran medida, ya está disponible como piloto o en las mesas de diseño. Tal
ecotecnología utilizaría las capacidades energéticas inextinguibles de la naturaleza —el sol y el viento, las mareas y los ríos, las
temperaturas diferenciales de la tierra y la abundancia de hidrógeno a nuestro alrededor, como combustibles —para proveer a la
ecocomunidad con materiales no-contaminantes o desechos que serían fácilmente reciclados. Es más, la descentralización habría
posible evitar el problema de la concentración de desechos sólidos creado por nuestras ciudades gigantes; desechos que sólo pueden
ser quemados o arrojados en cantidades masivas en nuestros mares.
imaginación utópica de una sociedad ecológica y libertaria implica una reorientación del legado
histórico-cultural heredado, un uso de la diversa tradición humana con un sentido liberador basado
en la multiplicidad confederada (“unidad en la diversidad” como principio ecológico natural y
social ), la autonomía y el apoyo mutuo.

Bookchin le da mucha importancia a la meta de cambiar sensibilidades e instituciones a la vez , y


no sólo el modo de producción. Hace un fuerte cuestionamiento de todo reduccionismo económico
y determinismo tecnológico. Hace énfasis en un cambio de orientación de la tecnología , a través
de una concepción ampliada de la tecnología, que incluye a las instituciones o tecnologías
políticas, la matriz social, los valores y su función social.

Su propuesta política se llama municipalismo libertario o confederalismo democractico. Pero


considera que la democracia directa requiere una encarnación social-institucional, una mutación
radical en la educación junto con un tipo de tecnología especifico que se adecue a otro tipo de
sociedad que permita una toma de decisiones horizontal. (la educación científico tecnológica es
fundamental). Para eso propone la expansión de comunidades de dimensiones capaces de
posibilitar este tipo de toma de decisiones y participación. Es clave en su propuesta cuestionar las
dimensiones (megamáquinas), las formas en que se toman decisiones y la racionalidad
instrumental subyacente al desarrollo tecnológico en la actualidad. Destaca la posibilidad de
transformarlas en un sentido libertario. Su cuestionamiento del modelo tecnológico autoritario,
verticalista y antidemocrático lo lleva a articular un modelo del cambio tecnológico con una
revolución social. No hay des-centralización social posible sin des-centralización económica-
tecnológica. Y el proceso de democratización impulsado por fuerzas sociales tiene que lograr
cambiar al sistema técnico, a la matriz social en que se desarrollan las innovaciones, la
producción, el paso del avance en el conocimiento científico a la ciencia aplicada. Si cambian las
metas y los medios, pueden cambiar los resultados. El énfasis de este autor esta en tecnologías
ecológicas o libertarias que no se orienten a la explotación del medio ambiente ni social, sino en la
colaboración con el entorno basada en un nuevo tipo de racionalidad que potencie las fuerzas
productivas inherentes a la naturaleza, es decir, que busca apoyarse en la técnica para darle
impulso a una colaboración humana con la naturaleza.

Busca tomar distancia del pesimismo y determinismo tecnológico de Jacques Ellul Y F, Junger.
Aborda las potencialidades liberadoras del desarrollo tecnológico. Considera que la creación de
tecnologías libertarias es una tarea fundamental en un proyecto ecológico emancipador y
sustentable. En Algunos puntos coincide con Marcuse al ver la ambivalencia de la técnica.
Por ultimo, las tecnologías libertarias requieren como precondición un proceso de transformación
radical de la matriz social en la que se da el desarrollo técnico. No pueden darse innovaciones y
proliferación de tecnologías alternativas (verdes”) de forma aislada, pues eso implicaría poner
parches o postergar el colapso. En una matriz social basada en la lógica productivista y jerárquica
capitalista las tecnologías alternativas tienden a ser absorbidas por las empresas, la búsqueda de
ganancia, el simulacro de protección del medio ambiente. Su postura crítica tiene similitudes con
pensadores como Feenberg, Mumford y Winner que van más allá del instrumentalismo o
concepción neutral de los artefactos técnicos y ven el carácter político de su configuración
(tecnologías que incorporan valores políticos). Pero sin caer en un pesimismo basada en un futuro
distopico inevitable.

Es por esto que tampoco cae en un optimismo tecnológico (tan de moda en la década del 80 como
en la actualidad) y ve que no es suficiente el cambio tecnológico sin el cambio social radical:

“No se trata nada más de tecnología, aún si el control tecnológico es muy importante. Es claro que necesitamos una
tecnología nueva. Necesitamos una tecnología basada en la energía solar y en la eólica, y necesitamos nuevas formas
de agricultura. Sobre esto, no hay dudas, estamos todos de acuerdo. Pero existen problemas de fondo mucho más
graves que aquellos creados por la tecnología y el desarrollo moderno. Tenemos que buscarlos en las raíces mismas
del desarrollo. Y primero que nada tenemos que buscarlos en los orígenes de una economía basada sobre el concepto
de ‘crecimiento’: la economía de mercado; una economía que promueve la competencia y no la colaboración, que se
basa en la explotación y no en el vivir en armonía. Y cuando digo vivir en armonía entiendo no solamente el hacerlo

con la naturaleza, sino entre la misma gente”. (Hacía una sociedad ecológica, 14)

Bibliografía:

__ Textos de:
Bookchin , Murray (1999), La ecología de la libertad, La emergencia y disolución de las jerarquías,
madre Tierra, edit. Nossa y Jara. Malaga.
__ Hacia una tecnología liberadora, 1975. Version digital de ANTORCHA.NET
__ Autogestion y nueva tecnología (disponible en virus editorial)
__ (1995) anarquismo social y personal.
__ Hacia una sociedad ecológica.
__Las políticas de la ecología social, Municipalismo libertario. Virus editorial.

___ Feenberg, Andrew (2012) Transformar la tecnología, una nueva visita a la teoría crítica.
__Parente, Diego (2010) Del órgano al artefacto . Acerca de la dimensión biocultural de la técnica.
__Taibo, Carlos (2009), En defensa del decrecimiento, Icaria, Madrid.
(2013), Repensar la anarquía. Acción directa , autogestion, autonomia., Ed. digital
en epub
__Winner, Langdon : (1987), “La ballena y el reactor nuclear. Una búsqueda de los límites en la era
de la alta tecnología. Edit. Gedisa, Barcelona ,España.
__Tecnología autónoma, (1979) Barcelona, Gustavo Gilli.
_ ¿Tienen política los artefactos?EDICIÓN DE HIPERSOCIOLOGÍA (
www.hipersociologia.org.ar ) Fuente Original: D. MacKenzie et al. (eds.) “Do artifacts have
politics?” (1983), The Social Shaping of Technology, Philadelphia. Open University Press 1985.
Traducción: Mario Francisco Villa. Cuidado editorial
de Hugo Ferpozzi para Hipersociología

_Edit Sergio Ceccheto: Miradas contemporáneas sobre la sociedad futura, 2008.

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