Guía para seguir y orientar por el camino de la ORACIÓN CRISTIANA

DIOS
FUENTE DE TODA SANTIDAD

286 Año 2019 3

En este fascículo han intervenido, además de los autores citados,
el equipo de la revista dirigido por el P. Pedro Tomás Navajas, ocd. Dep. Leg. BU-213-1983 ISSN: 1336–1441

Dirección
Pedro Tomás Navajas
pedrotomas@montecarmelo.com
Diseño y composición
Germán Delgado
estudio@germandelgado.es
Edita Editorial MONTE CARMELO
Tel. +34 947 25 60 61 · Fax. +34 947 25 60 62 MONTE CARMELO

DIOS: FUENTE DE
TODA SANTIDAD
Amigos y amigas de ORAR
¡Feliz Pascua de Resurrección! Cuando recibáis la
revista, estaremos en el tiempo pascual y lo primero
que queremos compartir con vosotros es la alegría de
Jesús resucitado. ¡Aleluya!

La Pascua, como gracia nueva que empapa y fecunda

nuestra tierra, está íntimamente relacionada con la
santidad. Donde hay santidad, el rostro más bello de
la Iglesia, allí está la presencia pascual de Cristo. En
la Pascua, el Espíritu Santo, que derrama santidad por
todas partes, nos llama a ser santos. ¡Qué vocación
tan hermosa! La santidad se alcanza recorriendo el
camino del amor: "No quiero ser santa a medias"
(Santa Teresita).

Nos gusta mucho ver a Dios como una fuente, que

mana ese misterio que da vida. Así lo veía Juan de la
Cruz: «Dios es como la fuente, de la cual cada uno
coge como lleva el vaso» (2S 21, 2). Y así lo cantaba
el salmista: “En ti está la fuente viva” (Sal 36,10), que
calma toda sed. ¡Qué bonito entender la santidad como
la experiencia de beber de Dios! ¡Qué maravilla caer
en la cuenta de que llevamos dentro, por puro regalo,
una cristalina fuente donde están dibujados los ojos de
Cristo, el Amado! ¡Qué regalo tan grande descubrir,
en gozosa experiencia de fraternidad universal, que
“todas nuestras fuentes están en ti”! (Sal 87,7).

Como veréis al leer y orar el contenido de la revista, la

exhortación del papa Francisco Gaudete et Exsultate
está muy presente, como una fuente que salpica belleza.
¡Cuántas gracias le damos al papa por alentarnos de
una forma tan bella a ver la santidad por todas partes y a

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 LA SANTIDAD: TÚ ERES, SEÑOR, LA
COMPROMISO POR LA
4
FUENTE DE MI VIDA
pág. FRATERNIDAD UNIVERSAL
LA CAÑA DE BAMBÚ LA SANTIDAD ES EL
DIOS: FUENTE DE
TODA SANTIDAD
pág. 20 pág. 35 ADORNO DE TU CASA
(SALMO 92)
EN TI ESTÁ LA
TODOS LLAMADOS A LA FUENTE VIVA SANTOS DE LA GRACIAS CONSUELO
SANTIDAD PUERTA DE AL LADO
LAS MUJERES, CUANDO LAS CAMPANAS
AGUAS SIN FONDO PORTADORAS DE AROMAS, TODAS LAS SANTAS TOCAN A GLORIA
ANTE EL SEPULCRO PERSONAS
GOTAS DE SANTIDAD ME GUSTA VER LA
PARA IMPULSAR LA VIDA LA SANTIDAD LLEVA A LA MI AMADO HIJO DE OJOS SANTIDAD EN LOS
COTIDIANA ALABANZA (SALMO 147) OBLICUOS ENFERMOS

“En la Iglesia, ser santos! ¡Y cuánto agradecemos a tantas hermanas y

santa y compuesta de pecadores,
encontrarás todo lo que necesitas
para crecer hacia la santidad.
El Señor la ha llenado de dones
con la Palabra,
los sacramentos,
los santuarios,
la vida de las comunidades,
el testimonio de sus santos,
y una múltiple belleza
que procede del AMOR
DEL SEÑOR”.
Gaudete et Exsultate (15)
PAPA FRANCISCO
hermanos nuestros, auténticos santos de la puerta de al
lado, que nos alientan en este camino! Afortunadamente
no estamos solos en este camino. A ellos nos unen lazos
de amor y de comunión. Estamos rodeados y conducidos
por muchos amigos de Dios. “Cada santo es un mensaje
que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y
regala a su pueblo” (GE 21).
Cuando hablamos de santidad no entendemos un
estilo de vida tan “perfecto” que no roza lo humano.
No. Entendemos la santidad como un perfume que
recorre nuestras imperfecciones y florece en nuestros
límites. Amamos nuestros límites, convivimos con
ellos. Cristo resucitado penetra hasta lo más hondo de
nuestra realidad y nos convoca a la vida, nos regala
la alegría, y nos desafía a soñar con la fraternidad
universal. “El sol se aloja, se cobija, por así decir, en
una gotita de rocío. Dios no hace ascos de nuestra
limitación. Lo infinito ha querido alojarse en lo finito,
que somos nosotros” (José Fernández Moratiel).
Os hacemos una triple invitación: Vivir en este tiem-
po de Pascua experiencias de silencio contemplativo
cura nuestras heridas; vivir experiencias de encuentro
celebrativo desvela la belleza y dignidad que llevamos
escondida en la interioridad; vivir experiencias de com-
promiso fraterno alienta tareas de bendición y paz para
el mundo. Con los pequeños gestos de cada día pode-
mos “reflejar a Jesucristo en el mundo de hoy” (GE 23).
El camino de la santidad lo hacemos con María, la
Señora de la Pascua, con san José, el hombre que se
dejó alcanzar por los sueños de Dios. ¡Feliz camino!
¡Feliz Pascua! .

Pedro Tomás Navajas. Director de ORAR

pedrotomas@montecarmelo.com

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 62:TODA
FUENTE DE
DIOS: SALMO SANTIDAD
TÚ ERES MI DIOS

TODOS
LLAMADOS A
LA SANTIDAD
SOR CARMEN HERRERO - FRATERNIDAD MONÁSTICA DE JERUSALÉN

“No tengáis miedo a ser santos

y dejad que Cristo reine en vuestros corazones”
San Juan Pablo II

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 62:TODA
FUENTE DE
DIOS: SALMO SANTIDAD
TÚ ERES MI DIOS
Todos estamos llamados a la santidad. La Palabra de Dios nos dice:
“Sed santos, porque yo, vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19,2). Y Jesús
en el Evangelio: “Vosotros, sed perfectos como vuestro Padre celestial
es perfecto” (Mt 5,48). Otras traducciones dicen: “Sed santos”. Este
imperativo “sed”, puede darnos cierto miedo, pero no hemos de tener
miedo ante tal mandato, al contrario, tiene que llenarnos de gozo, de
júbilo, porque la santidad es una aventura maravillosa, que no depende
de nuestras fuerzas, sino de un disponerse en todo momento, con
sencillez y determinación, a acoger la acción del Espíritu Santo en
nuestra vida. Decía un sacerdote en su homilía: “Ser santos es querer”.
Y es verdad, porque Dios nos llama a serlo, entonces de nosotros
depende la respuesta. En realidad, ¿queremos ser santos?
página 5
 SANTIDAD
TÚ ERES
62:TODA MI DIOS
San Pablo dice que debemos caminar en el Espíritu
FUENTE DE
Santo (Gal 4, 6-7; 5,16-26). La obra del Espíritu es:
DIOS: SALMO
hacernos a imagen y semejanza de Jesucristo; de-
jando las obras de la carne para revestirnos de la
nueva criatura. Ni la santidad ni la salvación vienen
por las obras de la ley, sino por pura gracia, por la
fe y el seguimiento de Jesucristo. “Nadie alcanzará
la salvación divina por el cumplimiento de la Ley”
(Rm 3,20). Es la gracia la que nos santifica y nos
salva. Es evidente que, de esta gracia recibida brota
la conversión, las obras y los frutos de santidad en
el Espíritu como respuesta a su acción santificadora;
pero tenemos que tener conciencia de que lo impor-
tante no es lo que la persona hace, sino lo que Dios
hace en la persona, si le dejamos obrar. Las siguientes
palabras del papa Benedicto XVI pueden ayudarnos
a comprender mejor qué es la santidad: “La santidad
es la unión y configuración con Cristo, un enraiza-
miento en la gracia bautismal y en el misterio pascual.
La santidad no es el fruto del esfuerzo, es Dios quien
santifica a través de la acción de su Espíritu Santo y el
don de la vida en Cristo resucitado”.
La santidad es un camino de vida que no se alcan-
za de una vez por todas; pues requiere un fuerte
deseo renovado cada día, en cada instante, deján-
donos santificar y modelar por la acción del alfa-
rero divino. La santidad es un proceso que nos va
perfeccionando y uniendo cada vez más a Cristo, y
en Cristo quedamos transformados en la perfecta
vasija que Dios ha soñado para su pueblo y para
cada uno de sus hijos.
Estando todos llamados a la santidad, no debemos
vivirla como algo únicamente personal e individual.
Si bien es cierto que la santidad es personal, tam-
bién lo es comunitaria. “La santidad es camino que
va de mí hacia mi hermano” glosará en su poesía
fray Luis de León. Por supuesto que cada uno es
único para Dios, y la santificación también es única
y personal; pero estando en comunión con Dios,
también estamos en comunión los unos con los
otros, y desde esta comunión todos participamos
de la santidad de todos; esta es la comunión de los
santos, los vasos comunicantes. De ahí, pues, que
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podamos hablar de una santidad eclesial y comu-
nitaria, de una santidad de comunión, porque esta
santidad la vivimos no solamente desde el “yo”,
sino también desde el “nosotros”. Es importante
vivir la llamada a la santidad desde esta dimensión
eclesial y comunitaria.
Los cristianos formamos un solo cuerpo en Cris-
to y todas nuestras acciones tienen una dimensión
comunitaria, más todavía incluso cósmica. Todos
aportamos nuestra piedra en la construcción de
la Iglesia y de la sociedad. Como decía Pablo VI:
“Embellezcamos con nuestras vidas a nuestra ma-
dre la Iglesia”. Caminar hacia la santidad desde esta
dimensión eclesial y comunitaria abre nuevos hori-
zontes y ayuda a salir de nuestros “capillismos indi-
vidualistas” para vivir lo comunitario.
En la historia de la Humanidad, en los momentos
más decadentes, siempre han surgido hombres y
mujeres de grandes valores que, con el ejemplo
de su vida y entrega generosa, han contribuido al
cambio de la sociedad y de la Iglesia. Desde esta
perspectiva, la llamada a la santidad nos convoca a
encarnar en el mundo, tan necesitado de santos, los
valores evangélicos. Desde la respuesta a la santidad
tenemos la certeza de que estamos colaborando
con el plan de Dios para su Iglesia y la humanidad.
Desde la santidad de vida, una Iglesia más evangéli-
ca, al estilo de Jesús, y un mundo mejor es posible.
La eucaristía es el centro y la cumbre de la vida cris-
tiana, de ella y en ella recibimos la gracia santifica-
dora que nos une a Cristo, a su Iglesia y a todos
los hombres nuestros hermanos, la eucaristía es la
comunión perfecta que nos conduce a la santidad
personal y comunitaria.
Nuestra vida es un camino de santidad que nos lleva
a Dios, a la Nueva Jerusalén, donde viviremos la san-
tidad en plenitud para la gloria de Dios Padre. Porque
la santidad no es para gloriarnos en ella. La santidad
es para que la gloria del Padre resplandezca en todo
su esplendor, ya aquí y ahora, en este mundo, y anun-
cie la nueva ciudad que nos aguarda: la Ciudad Santa,
la Nueva Jerusalén, la Ciudad de Dios.
 62:TODA
FUENTE DE
DIOS: SALMO SANTIDAD
TÚ ERES MI DIOS

“Que cuando Jesús nuestro Señor

vuelva acompañado de sus santos,
os presentéis santos e irreprochables
ante Dios, nuestro Señor”
(1Ts 3,13)

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