Вы находитесь на странице: 1из 5

PEDAGOGIA UNIVERSITARIA

¿CÓMO ROMPER EL CLAUSTRO?

José Alonso González S


j.alonso.gonzalez@hotmail.com
http://econvite.wixsite.com/eblog

Alguna vez preguntaba a un colega, profesor universitario de vieja data, si concebía o había tenido
en su amplia experiencia pedagógica una práctica regular con sus estudiantes donde no
estuviesen presentes los elementos que configuran un proceso tradicional de enseñanza-
aprendizaje: El salón de clase, el programa, las calificaciones, y la figura del profesor; la respuesta
fue además de contundente, fiel reflejo de lo que más tarde pude comprobar a través de mis
propias experiencias: la negación a cualquier posibilidad de que el estudiante sea el protagonista
de su propio proceso formativo.

Respondió aquel profesor: " No, una pedagogía sin docente, sin programa, sin calificaciones, sin
salón de clase, sería simplemente una experiencia sin sentido.....

Me di a la tarea de encontrarle sentido no a la pedagogía, sino a la respuesta de mi amigo y logre


entender después de muchas lecturas, consultas a personas de amplio recorrido educativo, e
incluso a través de mi propia experiencia que el estudiante que tenemos frente a nosotros es un
adolescente y el adolescente adolece de...... por lo tanto hay que proporcionárselo todo, inundar
su " caja negra " de información, de conceptos, de teorías, aunque no sepamos lo que en su
interior sucede, por eso pensar en una pedagogía sin todos esos elementos sonaba a
despropósito.

1
UNA NUEVA EXPERIENCIA

No es objeto del ensayo buscar responsables, ni causas de tal situación, debemos ser
conscientes que todos aquellos que intervenimos en procesos formativos tenemos un " granito "
de responsabilidad: los directivos por su limitada visión a la hora de estructurar sistemas
educativos más acordes a las nuevas realidades, a los nuevos paradigmas; los docentes por su
pasiva intervención, aceptando las reglas de juego aunque en el fondo no se compartan; los
estudiantes por su facilísimo, acomodo, y temor a plantear alternativas que le satisfagan mejor sus
necesidades formativas, tal y como haría un cliente ö un consumidor a la hora de adquirir
cualquier servicio, en el cual quiere encontrar la satisfacción plena de sus necesidades; tal parece
que el estudiante cuando llega a la institución no tiene certeza de lo que realmente quiere, por eso
su pasividad.

Afortunadamente existen en la amplia escena educativa Colombiana, experiencias pedagógicas


gratas y refrescantes, aun cuando muchas de ellas queden en el anonimato ó tan sólo en la
bitácora de clases del profesor o en el mejor de los casos en los registros de la institución; es decir,
no trascienden y nos quedamos sin conocer, sin disfrutar esos quehaceres educativos que tanto
beneficiarían la rutina de nuestras aulas de clase.

La experiencia de la que he tomado parte y que me invita a escribir estas líneas, estoy seguro, no
es la primera en su género en el medio universitario, en cuanto a su marco general como práctica
empresarial, más si lo es, en la forma en que se originó, como se ha venido desenvolviendo, y lo
que ha generado hacia el interior de una institución.

Empecemos manifestando, como una forma de ser consecuente con lo hasta ahora expresado,
que se trata de una experiencia sin sentido, para estar de acuerdo con mi amigo el profesor, en
ella no hay presencia de la figura omnipotente y reguladora del profesor; no existe el salón de clase
ni los elementos que lo caracterizan como: los escritorios debidamente ubicados, el estrado o
"territorio de dominio" del docente, la pizarra y la tiza, medios estos que facilitan no solo la
transmisión de unos conceptos sino su "pontificación", pues, si es escrito por el "profe" es verdad
y punto; ¿ será acaso por esto que nos cuesta tanto trabajo la utilización de la moderna tecnología
audiovisual?.
2
En esta relación no se debe olvidar el programa, el cual debe estar parcelado por semanas ó
por clase, tal y como si se tratara de un programa semanal ó mensual para producir camisas o
zapatos en cualquier taller a la usanza del Taylorismo; ni tampoco las calificaciones, las benditas
calificaciones, aquellas que nos permite tener el dominio absoluto de todo cuanto se hace o se
deja de hacer en la clase.

UN GRAN DESCUBRIMIENTO

Fue un llamado abierto, un día cualquiera, para que los estudiantes, aquellos jóvenes calificados
por muchos de indolentes, de insensibles, se acercaran a una realidad de la que todos hablaban y
aún hablan, de la que todos opinaban y aún opinan: la microempresa, ponderada por unos,
descalificada por otros, como alternativa económica; pero, de todas maneras haciendo parte de la
dinámica social y económica del país. Una buena alternativa para conocer esa realidad era permitir
que el estudiante se acercara a ella y a partir de ahí construyera su propia opinión sobre el tema.

La participación debía ser voluntaria e implicaba viajar hasta el mismo escenario de los hechos y
una vez allí armados sólo de los conocimientos adquiridos a la fecha y de un inquebrantable
compromiso con la actividad, ser capaces de establecer una relación de intercambio de
conocimientos y experiencias con el empresario, de tal manera que el crecimiento fuera reciproco,
crecimiento patentado en una nueva estructura de conceptos y vivencias de la que él había sido
su principal gestor, solo él establecía los límites de esa estructura.

Era un grupo pequeño de aspirantes a ingenieros industriales, voluntarios, conquistadores de


espacios desconocidos, que al igual que los originales españoles iniciaron el recorrido con poco y
regresaron con mucho. Pero, ¿Qué fue lo que encontraron? El salón de clase, no; el profesor, no;
las calificaciones, tampoco; el programa, menos. Encontraron una casa - taller compartida,
desordenada, rica en vivencias; un empresario deseoso de compartir experiencias y problemas,
que no hacía uso de un estrado, ni de tablero, ni de tiza, pero que en cada frase y movimiento
dejaba entrever lo mucho que tenía para aportarle a una nueva generación de personas, con tal
vez muchas más oportunidades que las que encontró él.

3
Que incomodidad!!, No existían escritorios, buenas eran las butacas de las máquinas, los bultos ó
cajas de la materia prima ó incluso la misma silla del empresario, la cual cedía con la mayor
naturalidad, porque con ello no ponía en juego su posición, él simplemente ignoraba esto.

Ni que decir de las notas, de esas no se acordaba nadie, aquí lo importante era compartir, el
estudiante: sus conocimientos, su forma joven y ágil de ver una realidad, de afrontar los problemas
y el empresario: sus experiencias, su forma seca y descarnada de observar acontecimientos que a
él ya lo habían tocado y que le daban autoridad para hablar. Esto se repetía una vez por semana,
algunas veces cada quince días, en otras ocasiones la periodicidad era mayor, pero, eso no era lo
trascendental, pues, no existía el llamado a lista, sin embargo el cumplimiento siempre era alto.

Estaban viviendo unas experiencias que a opinión de ellos no habían imaginado hiciera parte de su
formación como ingenieros, lo único cierto es que ahí estaban, hablando de frente con alguien que
desconocía totalmente lo que es un proceso pedagógico, a cambio conocía, y muy bien, cómo
producir para generar bienestar económico y social; era un verdadero proceso de enseñanza-
aprendizaje, fuera del contexto regular y tradicional que todos concebíamos.

LA CONFRONTACION

A criterio de un pedagogo ésta sería una vivencia desarticulada del proceso mismo de formación,
aislada y sin retroalimentación, pero es que falta agregar lo que sucedía al regreso de los
estudiantes a sus " dominios ", a sus aulas, ellos sentían la necesidad de contarlo todo, de
retroalimentar la experiencia, lo cual hacían a través de una charla abierta - en tiempo y
metodología - conmigo, como coordinador de la actividad, ese intercambio de información se
extendía - y además era necesario – con sus otros profesores en la clase regular a la que
asistían; esto también lo hacían con otros compañeros, compañeros que más tarde engrosarían
la lista de los estudiantes aventureros que semestre tras semestre enriquecen la vida educativa de
una institución llamada a construir nuevos escenarios sociales y facilitar en ellos el
aprovechamiento de más oportunidades.

4
LOS ESPACIOS GANADOS

Como toda actividad humana ésta también debía tener un punto, no final, más bien de
encuentro, de un encuentro que permitiera confrontar lo realizado por cada cual, las diversas
intervenciones, las objeciones mismas al proceso, es decir todo lo bueno y lo malo en que se
había podido incurrir, como en un proceso de mejoramiento permanente; era un espacio también
para decir " hasta luego ", algunos regresaron al semestre siguiente, pero, sin llenar pre –
requisitos, de nuevo voluntariamente; otros culminaron ahí su experiencia e igual lograron ampliar
su perspectiva de la realidad.

Durante seis años ha sido un ir y venir de estudiantes que sin mayor recompensa académica que
la de aprender más, y sin recompensas económicas, se han apersonado de su propio proceso
formativo, ellos mismos han decidido hasta donde extender las fronteras de nuevos conocimientos
y experiencias.

La actividad ha ganado en adeptos, ahora son tres facultades las que intervienen, ha ganado un
espacio de discusión en los comités curriculares, ha ganado un reconocimiento como experiencia
pedagógica.

Pero, confieso que me asalta un interrogante, ¿será qué en la medida en que toma sentido,
puede llegar a perder todo aquello que la ha caracterizado y la hace diferente de otras
actividades?, Todos esperamos que no; para ello, todos seguimos comprometidos en hacer de
ésta un espacio amplio en vivencias, donde al final cada uno de los participantes pueda
manifestar con seguridad y satisfacción plena que hizo algo diferente a lo ya tradicional de la
academia, pero, igual ó aún más enriquecedor.

Вам также может понравиться