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1) INTRODUCCIÓN.
“Todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados
entre sí”, dispuso la Declaración adoptada por consenso de los 171 Estados reunidos en Viena en la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993). De allí que Remiro Brótons (1997: 1021)
afirme que universalidad, indivisibilidad e interdependencia sean los pilares conceptuales en que trata de
sustentarse el reconocimiento y protección internacional de los derechos humanos.
La universalidad es inherente a los derechos fundamentales del hombre, porque se trata de derechos que
son la expresión de la dignidad intrínseca de todo individuo, debiendo ser aceptados y respetados por todos
los Estados, con independencia de su sistema ideológico-político, económico y socio-cultural (Brótons,
1997: 1021)
Si bien la Conferencia Mundial de Derechos Humanos llamó la atención sobre las “particularidades
nacionales y regionales, así como de los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos”, salvaguarda
el carácter universal de los derechos humanos, sobre el que no admite dudas (pp. 1 y 5 de la Declaración de
Viena).
La universalidad se expresa en la existencia de un núcleo duro de derechos, que se han constituido en
normas de ius cogens, y que resultan en consecuencia aplicables erga omnes. Se trata de los derechos que no
admiten suspensión bajo ninguna circunstancia o condición, como el derecho a la vida y las garantías
contra las detenciones arbitrarias, la esclavitud, la tortura, el genocidio, etc. (Conf. art. 4 del PIDCyP, art. 27
del PSJCR).
La indivisibilidad y la interdependencia implican que todos los derechos y libertades fundamentales
constituyen en esencia una unidad, en tanto atributos que emanan de la dignidad humana. De tal modo, los
derechos civiles y políticos, los económicos, sociales y culturales y los derechos de solidaridad, están unidos
por vínculos indisolubles que forman un conjunto indivisible e interdependencia. Existe entre ellos una
confluencia final, pues el avance de unos facilita el florecimiento de los demás, y la vulneración de unos
marchita necesariamente al resto. Ningún derecho puede materializarse con aspiraciones de permanencia
si está aislado de los otros.
2) ANTECEDENTES[1].
La noción de derechos humanos es muy antigua y se remonta a viejas normas como las Leyes de Manu en la
India, el Código de Hammurabi, en la Mesopotamia y, en nuestra cultura a la Carta Magna Inglesa de 1215,
los fueros de España y la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Estas declaraciones fueron incluyéndose en normas constitucionales o fundamentales, y los derechos y
garantías contenidos en las mismas se positivizaron, iniciando la fase de afirmación interna por medio del
Derecho Constitucional.
Es así que, en esta etapa, los derechos individuales aparecen como un límite a la intervención de lo público,
con un único sujeto pasivo: El Estado y un único deber: la abstención. Es éste el concepto de laissez faire
laissez passer del Estado Liberal.
Gradualmente, el horizonte de derechos se fue desarrollando a medida que el estado liberal avanzaba hacia
el estado social (o estado social y democrático de derecho): En primer lugar, se amplía el sujeto pasivo,
incluyendo ahora también a los particulares, de ahí que se sostenga su carácter ambivalente o bifronte, en
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segundo lugar, “…los derechos ya no van a quedar satisfechos solamente con el deber de abstención u omisión
a cargo del sujeto pasivo (…) y el Estado no limitará su papel frente a los derechos en el reconocimiento, el
respeto y la tutela, sino que deberá además promoverlos, es decir, moverlos hacia adelante para hacer posible
su disponibilidad y su acceso a favor de todas las personas, especialmente las menos favorecidas.”[2] Son éstos
los derechos del Constitucionalismo social del Siglo XX, emanados de la Constitución Mexicana de 1917 y de
la alemana de Weimar de 1919.
Luego de este proceso, asistimos a otro fenómeno: la formación de mecanismos internacionales
institucionalizados y permanentes en materia de protección de derechos humanos y su posterior evolución
en la segunda mitad del siglo, como límite a las arbitrariedades que se sucedían en el ámbito interno de los
Estados. Es ésta la fase de consolidación de los derechos humanos.
El fin de la segunda guerra mundial, expuso sin piedad la brutalidad y las aberraciones a las que fueron
sometidos millones de individuos durante el conflicto armado. Al mismo tiempo, se descubrieron las
insuficiencias del Derecho Internacional Público para proteger a las personas que fueron víctimas de
violaciones masivas a los derechos humanos cometidas por los propios Estados a los que se encontraban
subordinados, y el fracaso, en particular, de la “Protección Diplomática”, para dar respuestas en estos
supuestos.
Es entonces que a instancias de las organizaciones intergubernamentales que fueron naciendo durante la
segunda posguerra, “el derecho internacional comenzó a realizar un proceso incesante de estudio y revisión
de los temas concernientes a la determinación de las competencias nacionales e internacionales en materia de
derechos humanos, iniciando un proceso irreversible que empuja el concepto de soberanía de los estados a
una elastización y a una modificación progresiva”[3].
La protección de los derechos humanos, es actualmente, materia compartida por el derecho internacional y
el derecho interno. Aunque el principio de soberanía continúa plenamente vigente -circunstancia que se
expresa mediante el agotamiento de los recursos internos como requisito de admisibilidad de cualquier
planteo internacional en la materia-, una vez abierta la vía internacional, merced a la legitimación activa
que el individuo ha ganado paulatinamente, la competencia de los órganos creados mediante los tratados
internacionales específicos, deviene indeclinable.
“Esos mismos mecanismos, desarrollados en el orden internacional, deben ahora -necesariamente - adaptarse
con el mismo vigor al ámbito interno.
En ese sentido se expresaron los representantes de la Comunidad Internacional que asistieron a la II
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993 al expresar que, superada la fase
legislativa de elaboración de instrumentos internacionales de derechos humanos, se imponía ingresar en la
dimensión vertical, es decir, en la incorporación y aplicación en los ámbitos nacionales de las garantías
consagradas en los instrumentos internacionales. La situación actual nos enfrenta hoy ‘a una paradoja
histórica que nos muestra que si el desafío de la posguerra era la internacionalización de los derechos
humanos como única herramienta válida para un eventual destierro de los genocidas, el desafío de este fin
de siglo es la nacionalización de los derechos humanos universales, como la única forma de hacerlos
efectivos en el ámbito interno’”.[4]
En nuestro país, este proceso de incorporación de los derechos humanos universales al derecho interno, se
vio extraordinariamente alimentado por la reforma constitucional de 1994, que en su art. 75 inc. 22,
segundo párrafo, otorgó jerarquía constitucional a los principales instrumentos internacionales en la
materia que enumera taxativamente[5], a los que considera complementarios de los derechos y garantías
tutelados en la Constitución histórica, a la vez que estableció un mecanismo para que el Congreso de la
Nación otorgue idéntico rango a otros tratados tuitivos de los derechos fundamentales del individuo.[6]
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irreversibilidad que son sin lugar a dudas consecuencia de su inherencia a la dignidad de la persona
humana, como lo sostiene Pedro Nikken en su obra “La protección Internacional de los Derechos
Humanos. Su desarrollo progresivo”, 1987: “Como los derechos humanos son inherentes a la persona y su
existencia no depende del reconocimiento de un Estado, siempre es posible extender el ámbito de protección a
derechos que anteriormente no gozaban de la misma. Es así como han aparecido las sucesivas ‘generaciones’
de derechos humanos y como se han multiplicado los medios para su protección”[8]. Es por ello que una vez
que han quedado formalmente reconocidos no puede convalidarse su retroceso tornándose irrevocable.
Con finalidades pedagógicas se ha sustentado una división de los derechos humanos según pertenezcan a la
primera generación (derechos civiles y políticos), a la segunda generación (derechos económicos,
sociales y culturales) o a la tercera generación (derechos al desarrollo, a un medioambiente sano y a la
paz, también denominados derechos de la solidaridad). No compartimos ésta clasificación, en primer lugar,
porque no responde a un criterio histórico y, además, porque de ser utilizada como fundamento para
establecer jerarquizaciones llevaría a la incorrecta idea de creer que algunos derechos humanos son más
importantes que otros.
A criterio de Fabián Salvioli [9] la idea de las generaciones de derechos ha sido superada por la de
universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos, según este último concepto, ningún Estado puede
considerarse respetuoso de los derechos humanos si alguna de las “categorías” no se gozan en su país.
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5) LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS PACTOS INTERNACIONALES DE DERECHOS
HUMANOS.
La definición de un programa destinado a convertir las buenas intensiones de la Carta en obligaciones
jurídicas, se inicia formalmente en 1946 cuando el ECOSOC crea la Comisión de Derechos Humanos (CDH)
y le encomienda la preparación de un proyecto de Declaración de DDHH.
Pensada originalmente como un tratado, debió conformarse con el rango de declaración, con la disminución
jurídica que ello implicaba en el derecho internacional clásico.
El día 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AG) adoptó la Resolución 217-
III, mejor conocida por su título: “Declaración Universal de los Derechos Humanos” (DUDH), aprobada, tras
un larguísimo debate con 48 votos a favor, 8 abstenciones -URSS, Bielorrusia, Ucrania, Checoslovaquia,
Polonia, Yugoslavia, Sudáfrica (todas ellas fundadas en su carácter supuestamente liberal y no social y
porque no condenaba en forma explícita el nazismo) y Arabia Saudita (fundada en una en supuestas
incompatibilidades de algunas de sus normas con textos sagrados) y 2 ausentes –Honduras y Yemen-.
Como la DUDH es una Resolución de la AG, y ya dijimos que éstas tienen el carácter de “meras
recomendaciones”, carece de fuerza obligatoria per se, pero ha desempeñado y desempeña un rol tan
trascendente en materia de derechos humanos, que ha logrado el reconocimiento unánime como norma
consuetudinaria de Derecho Internacional General.
Frente al interrogante sobre su obligatoriedad jurídica, la Primer Conferencia Mundial de Derechos
Humanos, celebrada en Teherán en 1968 (DUDH+20), proclamó que la Declaración era obligatoria para
todos los miembros de la comunidad internacional, pero esta afirmación no resuelve el problema sino que
lo hace girar en redondo ya que en este caso estamos ante un documento –Declaración Final de la
Conferencia de Teherán- que en sí no tiene mayor valor vinculante que la Declaración misma.
El debate no obstante se resuelve por la práctica internacional, donde se verifican diversos factores que
determinan y confirman el valor jurídico de la DUDH.
Entre los directos podemos mencionar junto a Brótons (1997: 1026): 1) su contenido vocacionalmente
normativo, es decir, su intención de enunciar principios jurídicos; 2) su envoltorio formal de resolución-
declaración de la AGNU y 3) el apoyo recibido al tiempo de su adopción.
Entre los indirectos: 1) las enfáticas referencias preambulares que en torno a la obligatoriedad de la
Declaración hacen otras resoluciones de UN y los tratados sobre derechos humanos tanto universales como
regionales; 2) la invocación de sus disposiciones en orden a legitimar la actuación internacional sin base
convencional que tiene lugar ante la violación sistemática y flagrante de los derechos y libertades
fundamentales (procedimientos extraconvencionales); 3) su incuestionable incidencia en las Constituciones
estatales.
A partir de la DUDH, la labor de las Naciones Unidas ha seguido una doble línea de actuación: en primer
lugar, mediante la preparación de instrumentos convencionales de vocación universal; en segundo lugar, a
través de la acción extraconvencional, basada directamente en las atribuciones que la misma Carta y la
Declaración Universal confieren a las UN en la garantía y protección de los derechos humanos cuando son
vulnerados grave y sistemáticamente.
Actualmente la protección de los derechos humanos es definida y garantizada por un conjunto de
instrumentos jurídicos internacionales, especialmente en cinco de ellos a los que denominamos “Carta
Internacional de los Derechos Humanos” y son:
1. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948
2. El Pacto Internacional de Derechos Sociales Económicos y Culturales, 1966
3. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 1966
4. Y los dos Protocolos Facultativos de éste último pacto.
Junto a la DUDH y los Pactos conviven en la actualidad muchos otros tratados sobre DDHH dedicados a
materias particulares -ya sea que traten asuntos especialmente graves u otorguen especial protección a
grupos particularmente vulnerables-. Entre ellos se destacan:
La Convención sobre Derechos Políticos de la Mujer (1952);
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La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (1965);
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad (1968)
Convención sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid (1973);
Convención sobre la eliminación de todas las formas de Discriminación contra la mujer (1979)
Convención contra la Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (1984)
Convención sobre el Apartheid en los Deportes (1985)
Convención de los Derechos del Niño (1990)
Convención relativa a la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus
familiares (1990)
Convención sobre protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas (2002)
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (2006).
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discriminaciones de cualquier orden y proteger a las minorías raciales, religiosas y lingüísticas.
El gran mérito de la Sub Comisión es haber estado en el origen de prácticamente todas las declaraciones y
convenciones del sistema universal. Aprobadas por la Sub Comisión, esos instrumentos son luego debatidos
por la Comisión, refrendados por el ECOSOC, y finalmente adoptados por la Asamblea General.
Hasta 1999 la Sub Comisión analizaba también la situación de los países en materia de DDHH, pero la
resolución 2000/109 de la Comisión dispuso que ella puede “debatir” únicamente la situación de países que
no estuviesen siendo examinados por la Comisión, y en ningún caso adoptar resoluciones. La misma
resolución (cuyo título es “Manera de aumentar la eficacia de los mecanismos de la Comisión de Derechos
Humanos”) quita a la Sub Comisión prácticamente todo papel en el mecanismo de denuncias individuales
por el “Procedimiento 1503” (ver más adelante)
La Sub Comisión trabaja encargando estudios a sus propios miembros (se llaman “Relatores”) o a Grupos
de Trabajo. Ha habido relatores sobre impunidad, independencia de jueces y abogados, y sobre situaciones
de países (hasta 1999); Grupos de Trabajo sobre formas contemporáneas de esclavitud; derechos de las
personas detenidas, esclavitud sexual y prácticas análogas a la esclavitud en tiempo de conflicto armado,
incluido el conflicto armado interno; prácticas tradicionales que afectan a la salud de las mujeres y la niñas;
pueblos indígenas; etc.
Conforme a la resolución del Consejo de Derechos Humanos 5/1, ha sido creado el Comité Asesor del
Consejo de Derechos Humanos, (en adelante “el Comité Asesor”), integrado por 18 expertos, funcionará
como “grupo de reflexión” del Consejo y trabajará bajo su dirección. El Comité Asesor sustituye a la
Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos.
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A diferencia de la Comisión, las condiciones para ser candidato son explícitas en la Resolución 60/251 de la
Asamblea General por la que se crea el Consejo. Los Estados que deseen postularse como miembros del
Consejo deben presentar sus candidaturas públicamente y deben formular sus promesas y compromisos
voluntarios en materia de respeto de derechos humanos, que luego, en el nuevo mecanismo del examen
periódico universal, son tomados en consideración. Estas promesas y compromisos deben ser tenidos en
cuenta por el conjunto de Estados de la Asamblea General a la hora de emitir su voto. Para la elección de un
miembro del Consejo se requiere una mayoría de 2/3.
Los miembros del Consejo son examinados con arreglo al mecanismo de examen periódico universal
durante su período como miembro.
Otra diferencia respecto de la Comisión es que los Estados miembros del Consejo solo pueden desempeñar
dos mandatos consecutivos y después deben esperar al menos un año para volver a presentar su
candidatura, evitando así que algunos Estados, como sucedía antes, sean de facto miembros permanentes.
Igualmente, se establece un nuevo mecanismo de suspensión por medio del cual dos tercios de la Asamblea
General podrán suspender a un miembro del Consejo que viole gravemente los derechos humanos.
En su esquema actual, el Consejo de Derechos Humanos pasa a tener un mecanismo nuevo denominado
examen periódico universal (EPU), y tres órganos subsidiarios permanentes.
En primer lugar, el Comité Asesor que reemplaza a la antigua Subcomisión, compuesto por 18 expertos.
En segundo lugar, el Grupo de expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas que recoge todo el
trabajo realizado por el Grupo de Trabajo sobre las cuestiones indígenas de la antigua Comisión. Este será
un órgano de 5 expertos independientes con conocimientos temáticos especializados sobre los derechos
humanos de los pueblos indígenas.
Por último, se integra como órgano subsidiario el Foro Social establecido por la antigua Subcomisión como
una reunión de expertos y actores sobre cuestiones relacionadas con la pobreza, el desarrollo y el disfrute
de los derechos económicos, sociales y culturales.
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● Comité contra la Tortura (CAT)
● Subcomité para la Prevención de la Tortura (SPT)
● Comité de los Derechos del Niño (CRC)
● Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares
(CMW)
● Comité sobre los derechos de las personas con discapacidad (CRPD)
● Comité contra las Desapariciones Forzadas (CED)
La diversidad y heterogeneidad de órganos concebidos para la protección de los derechos humanos suscita
un problema de coordinación que ha dado lugar a duras críticas acerca de la “inflación institucional” que en
este pinto padece UN (Brótons, 1997: 1030). Ante esa situación la Declaración de Viena (1993) recomendó
evitar la proliferación excesiva de órganos e instrumentos convencionales, potenciando la participación en
los convenios ya vigentes, incluidos sus procedimientos de control facultativos.
7) MECANISMO EXTRACONVENCIONALES.
Los mecanismos de supervisión de los derechos humanos establecidos fuera del marco de los tratados por
órganos de las Naciones Unidas, en particular, aunque no exclusivamente, por la Comisión de Derechos
Humanos, se denominan mecanismos extraconvencionales. Estos mecanismos pueden ser específicos para
determinados países o de carácter temático. Comprenden a los relatores especiales nombrados por la
Comisión de Derechos Humanos y la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las
Minorías, los grupos de trabajo establecidos en el marco de estos órganos y los representantes especiales del
Secretario General.
Procedimiento 1503.
El procedimiento ante la Comisión de Derechos Humanos conocido como “procedimiento 1503” por la
resolución del Consejo Económico y Social de 1970 en virtud de la cual fue establecido, es el mecanismo de
denuncias sobre derechos humanos más antiguo del sistema de las Naciones Unidas. En virtud del mismo, la
Comisión, un órgano político compuesto por representantes de los Estados, se ocupa normalmente de
situaciones genéricas en los países en lugar de denuncias individuales.
En 2000 el Consejo Económico y Social realizó una reforma en profundidad del procedimiento para
hacerlo más eficaz, facilitar el diálogo con los gobiernos implicados y conseguir un debate de mayor
profundidad en las fases finales de las denuncias.
Actualmente, extinguida la CDH, la tramitación se efectúa en el nuevo Consejo de Derechos Humanos.
En virtud del procedimiento 1503, se busca examinar los cuadros persistentes de violaciones manifiestas y
fehacientemente probadas de los derechos humanos y las libertades fundamentales en todos los países.
Cualquier individuo o grupo que afirme ser víctima de tales violaciones de los derechos humanos puede
presentar una denuncia, así como cualquier otra persona o grupo que tenga conocimiento directo y fiable
de esas violaciones.
La denuncia no puede ser anónima. Debe dirigir su denuncia a la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, preferiblemente especificando su deseo de que se tramite
según el procedimiento 1503. Debe indicar el propósito de la denuncia y los derechos supuestamente
vulnerados. Esta información se puede remitir por correo ordinario, fax o correo electrónico.
En cada denuncia se deben exponer con el mayor grado de detalle posible los hechos pertinentes,
proporcionando los nombres de las supuestas víctimas, las fechas, los lugares y cualquier otra prueba. No
puede fundarse sólo en informaciones de medios de difusión. Dado que con este procedimiento se
examinan fundamentalmente cuadros persistentes de violaciones en lugar de violaciones individuales
propiamente dichas, se aconseja que la denuncia no se centre en un caso concreto sino que, cuando sea
posible, se extienda a un conjunto o serie de casos similares.
En resumen, si bien la base del procedimiento son las denuncias individuales, debe acreditarse que hay
indicios razonables de que existe un cuadro persistente de violaciones manifiestas de los derechos
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humanos.
I. Examen inicial (Secretaría de la Subcomisión) junto con el Presidente del Grupo de Trabajo sobre
Comunicaciones. Rechaza las comunicaciones manifiestamente infundadas. Si pasan el examen inicial, se
acusa recibo y se corre traslado al estado denunciado, cuya respuesta es confidencial. Ello no implica un
pronunciamiento sobre la admisibilidad del caso.
II. Grupo de Trabajo sobre Comunicaciones. Examina las denuncias y las contestaciones recibidas de los
gobiernos, a fin de señalar a la atención del Grupo de Trabajo sobre Situaciones cualquier situación que
parezca revelar un cuadro persistente de violaciones manifiestas y fehacientemente probadas de los
derechos humanos y las libertades fundamentales. Sus actuaciones son confidenciales, la remisión del caso a
la siguiente etapa se notifica sólo a los Estados y no a las partes.
III. Grupo de Trabajo de Situaciones. Decide si, a la luz de todo el material de las fases anteriores del proceso,
la situación que se le somete parece revelar un cuadro persistente de violaciones manifiestas y
fehacientemente probadas de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Puede trasladar el caso a
la Comisión, suele formular recomendaciones específicas. También puede decidir dejar una situación
pendiente o archivar el expediente.
IV. Consejo de Derechos Humanos. El Consejo cuenta con diversas opciones para tratar las situaciones que
se le presentan. Puede decidir mantener una situación bajo examen a la luz de cualquier nueva información
recibida o puede mantenerla bajo examen y nombrar un experto independiente. También puede suspender
el procedimiento 1503 y ocuparse del caso conforme a un procedimiento público o bien poner fin al
procedimiento si entiende que no hay lugar a continuarlo. Si lo considera oportuno, también puede formular
recomendaciones al órgano del que depende, que es el Consejo Económico y Social. Una vez que la
Comisión ha estudiado las situaciones que tiene ante sí la presidencia anuncia en sesión pública los
nombres de los países examinados con arreglo al procedimiento 1503 y los de aquellos a los que ya no se
aplica dicho procedimiento.
El procedimiento 1503 es escasamente utilizado en la actualidad, principalmente en razón de su carácter
confidencial y de las diferentes condiciones necesarias para que entre en marcha. Son numerosas las voces
que lo consideran anacrónico y reclaman su eliminación.
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resolvió establecer un Grupo de Trabajo, compuesto por cinco expertos destinado a investigar esa
“situación” y presentar informes anuales. El mandato fue renovado todos los años, si bien desde 1979 se
sustituyó al Grupo por un Relator Especial. Desde ese año unos veintidós países y territorios han estado
afectos a estos procedimientos.
El concepto de “situaciones” excedió a los procedimiento “por país” en 1980, cuando se creó un Grupo de
trabajo sobre la cuestión de las desapariciones forzadas o involuntarias, dando origen a los procedimientos
llamados “temáticos”.
Si bien este procedimiento no apuntaba a conocer denuncias individuales, dos circunstancias parecen abrir
posibilidades en ese sentido:
La mayor parte de los mandatos pide al Relator o Representante Especial o Grupo de Trabajo, recibir
informaciones, entre otros, de organizaciones no gubernamentales, las que a veces toman la forma de
quejas individuales;
Los Relatores entienden que su función no es sólo presentar un informe anual a la CDH y, algunos además, a
la Asamblea General. Ante el conocimiento de una violación reconocida en su mandato, el Relator dirige una
acción urgente al Gobierno denunciado. La doctrina entiende que esto es una forma de atender quejas
individuales.
Dentro del desarrollo progresivo de los DDHH, vale destacar que el Grupo de Trabajo sobre la Detención
Arbitraria cuenta en su mandato con la facultad de pronunciarse sobre “casos” particulares, autorizando a
las víctimas y sus representantes a hacer presentaciones (se ha sostenido que el mandato de este grupo
puede considerarse como un “habeas corpus internacional”)
Los mecanismos por países y temáticos que no están basados en convenciones no tienen procedimientos
establecidos de denuncia, lo cual los diferencia de algunos órganos establecidos en virtud de tratados. Las
actividades de los mecanismos por países y temáticos están basadas en comunicaciones recibidas de
diversas fuentes (las víctimas o sus familiares, organizaciones locales o internacionales, etc.) que contienen
denuncias de violaciones de derechos humanos. Estas comunicaciones pueden presentarse en diversas
formas (por ejemplo, cartas, faxes, telegramas) y pueden referirse a casos particulares, así como a detalles
de situaciones de presuntas violaciones de derechos humanos.
En cuanto a la presentación de comunicaciones a los mecanismos que no se derivan de convenciones
internacionales, no hay diferencias entre los mecanismos de los países y los mecanismos temáticos; ambos
han de reunir los mismos requisitos mínimos, a saber:
-identificación de la presunta víctima (las presuntas víctimas);
-identificación de los autores de la violación;
-identificación de la persona (personas) u organización (organizaciones) que presentan la comunicación
(por consiguiente, las comunicaciones anónimas no son admisibles);
-descripción detallada de las circunstancias del incidente en que se produjo la presunta violación.
Algunos mecanismos temáticos pueden exigir otros detalles relacionados con la presunta violación (por
ejemplo, lugares pasados y presentes de detención de la víctima; certificados médicos expedidos a la víctima,
identificación de los testigos de la presunta violación; medidas adoptadas para obtener reparación en el
lugar de los hechos, etc.).
En principio, no se examinarán las comunicaciones que estén presentadas en virtud de la resolución 1503
del Consejo Económico y Social y/o del Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos.
Como regla general no se examinan las comunicaciones que contienen lenguaje insultante o que tienen una
base política evidente y patente. Las comunicaciones deben describir los hechos relacionados con el
incidente y los detalles pertinentes que se han mencionado de una forma clara y concisa.
Para facilitar el examen de las violaciones de que se informa, se redactó un cuestionario sobre varios
mecanismos temáticos que está a disposición de las personas que quieran denunciar ante esos
mecanismos los casos de presuntas violaciones. Además, algunos relatores para determinados países
también pueden utilizar cuestionarios para facilitar su labor, en particular en las misiones sobre el terreno.
Sin embargo, cabe observar que las comunicaciones se examinan incluso cuando no estén presentadas en
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forma de cuestionario.
Los procedimientos de las resoluciones 1503 y 1235 implementados por el Consejo Económico y Social
durante la existencia de la Comisión, subsisten con algunas modificaciones.
En el año 2006 el Consejo inicia un proceso de construcción institucional, el cual incluye un examen del
sistema de procedimientos especiales. De ese modo en el periodo de sesiones ordinarias del año 2007, el
Consejo aprobó la Resolución 5/1 denominada de “Construcción Institucional del Consejo de Derechos
Humanos”, en la que se estableció la revisión de todos los mandatos establecidos por los procedimientos
especiales.
En ese marco, por medio de la Resolución 5/2 del Consejo, se estableció un Código de Conducta para los
titulares de mandatos de los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos, tendiente a
ofrecer una mayor eficacia en la labor llevada a cabo por los relatores y expertos designados, como
asimismo al afianzamiento de las distintas practicas y métodos de trabajo empleados por los mismos.
Para situar correctamente los procedimientos especiales, su naturaleza y reforma actual conviene hacer dos
aportaciones de carácter general sobre el sistema de protección universal. En primer lugar, es importante
considerar que el sistema de Naciones Unidas no dispone de mecanismos judiciales de garantía, a diferencia
de los sistemas regionales. Ello significa que ni los órganos ni los procedimientos son jurisdiccionales y de
ahí que se hable de dictámenes o informes y no de sentencias. En segundo lugar, el objetivo del sistema
universal no es únicamente la condena de los Estados infractores y en caso de violaciones hacer que se
restituyan o reparen los derechos vulnerados, sino esencialmente promover el avance de los derechos
humanos ayudando y dialogando con los Estados para garantizar la efectividad de los derechos reconocidos.
Por tanto, son órganos y mecanismos de cooperación y diálogo y no tanto de condena.
Los relatores y expertos siempre han sido personas de elevada categoría y reputación y con un
conocimiento profundo de los derechos humanos. En el marco del Consejo, la Resolución 5/1 establece unos
criterios generales y unos requisitos técnicos y objetivos para los candidatos. Estas disposiciones son, en
gran medida, un reflejo de la práctica de todo el periodo anterior, sin embargo, persiguen aportar mayor
transparencia y objetividad en el nombramiento y selección del experto. Éstos son elementos decisivos
para la credibilidad del mandato y para que éste sea realmente un mecanismo eficaz de diálogo con los
Estados, en el que las críticas a los relatores no puedan centrarse, como había sucedido en el contexto de la
Comisión, en la falta de independencia o imparcialidad de algunos titulares de mandatos, sino en el
contenido de sus informes, en sus recomendaciones, que es lo que realmente hace avanzar en el respeto de
los derechos humanos.
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voluntariamente asumidos. El Estado examinado deberá indicar qué recomendaciones acepta y cuáles no.
3) Implementación de las recomendaciones asumidas por parte de los Estados examinados.
4) Los Estados examinados deben informar sobre la implementación de las recomendaciones aceptadas.
8) MECANISMOS CONVENCIONALES.
Cada uno de los tratados sobre derechos humanos del Sistema Universal, ofrece sus propios mecanismos de
protección. Sin embargo, el centro del sistema lo ocupan los pactos de 1966 (PIDESC/PIDCYP)
El primero de ellos que seguiremos de ejemplo para el desarrollo de los mecanismos convencionales tiene
dos protocolos facultativos, el primero, que establece un mecanismo de denuncias individuales y el segundo,
relativo a la abolición de la pena de muerte.
El PIDESC, tiene recientemente un Protocolo facultativo que establece un mecanismo de denuncias
individuales. El 5 de Febrero de 2013, gracias a la décima ratificación necesaria, hecha por Uruguay, el
Protocolo entró en vigencia.
El PIDCyP fue acompañado por la creación del Comité de Derechos Humanos, encargado de velar por su
cumplimiento y el de sus dos protocolos.
Informes periódicos.
Se trata del mecanismo de control más blando y respetuoso de la soberanía de los Estados miembros. Está
presente en todos los tratados de DDHH del sistema.
Es el único mecanismo para el que se atribuye competencia automática al Comité, bastando haber
ratificado o haberse adherido al Pacto.
El Comité de Derechos Humanos (PIDCyP) establece que en condiciones normales los informes se
presentarán en forma quinquenal, y en situaciones excepcionales, podrán ser requeridos cuando el Comité
lo juzgue oportuno.
Aunque la obligación de informar parece aparentemente fácil de cumplir, es creciente el número de Estados
que no presentan los informes, o lo hacen con demora o vaguedad. Entre los factores que se apuntan como
causa, se señala la carga acumulativa de cumplimentar informes en relación a tantos convenios sobre
derechos humanos. Frente a esto la Comisión de Derechos Humanos había recomendado: a) agruparlos en
un informe global referido a las obligaciones dispuestas en los distintos tratados; b) sustituir los informes
periódicos por informes específicos y temáticos; c) utilizar el asesoramiento técnico de los diversos
órganos de control.
La primera opción, es la adoptada por el Consejo de Derechos Humanos, mediante el mecanismo de
Examen Periódico Universal (EPU). Mientras que la coordinación y asesoramiento técnico son brindados
actualmente por la Oficina del Alto Comisionado.
Comunicaciones Interestatales.
Se trata de un procedimiento que permite al Comité entender en una denuncia presentada por un Estado
parte contra otro Estado parte, por la presunta violación de obligaciones impuestas en el Pacto. Se trata de
un mecanismo de naturaleza contenciosa, que profundiza el control.
El mecanismo de comunicaciones interestatales es facultativo para los Estados, dependiendo de una
declaración ad hoc, que sólo una minoría de Estados partes ha formulado sobre bases temporales y
acompañadas de reservas.
El único acuerdo que contempla este sistema como obligatorio para los Estados que la ratifican es la
Convención sobre la Eliminación de la Discriminación Racial.
El procedimiento se estructura en dos fases: En la primera, el Comité no interviene. Se otorga un plazo de
seis meses a los Estados para que de manera directa intenten solucionar la controversia.
Fracasada esta instancia, cualquiera de los involucrados puede acudir ante el Comité respectivo que verifica
el agotamiento de la vía interna en el Estado denunciado y su propia competencia, para luego sí prestar sus
buenos oficios y transcurrido un año desde ese momento, si no se lograra una solución amistosa y siempre
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que cuente con el consentimiento de los Estados involucrados en la controversia, podrá formar una
comisión de conciliación que, de no lograr una solución, publicará un informe no vinculante para los
Estados que integrará el informe que el Comité en cuestión presenta a la AG.
Hasta la fecha, el mecanismo nunca ha tenido aplicación.
Comunicaciones individuales.
Establecido en el primer Protocolo Facultativo al PIDCyP, la competencia del Comité es opcional, y se aplica
únicamente a aquellos Estados que han ratificad tanto el pago como el protocolo,
Es un mecanismo de denuncias individuales, y es el que mayor protección ofrece al individuo, que puede
denunciar ante el Comité una presunta violación de alguno de los derechos humanos reconocidos en el
pacto.
La denuncia puede ser presentada por cualquier individuo, contra cualquier Estado parte, sin necesidad de
ser nacional del mismo, debiendo ser presentada por la víctima, no admitiendo la denuncia por terceros (a
diferencia del Pacto de San José).
Los requisitos de admisibilidad son los siguientes: a) la denuncia no puede ser anónima; b) ni contraria a
los principios de NNUU; c) no puede estar manifiestamente mal fundada; d) ni haber sido sometida con
anterioridad a otro sistema internacional de control: e) deberá acreditarse el agotamiento de los recursos
internos existentes en el ordenamiento del Estado infractor. No existe un plazo establecido.
Cuando la comunicación es admitida, el comité correspondiente da traslado al Estado denunciado, para que
formule sus observaciones y defensas. Luego trata el tema en sesiones confidenciales y adopta
recomendaciones y observaciones que se comunican privadamente al Estado y al peticionario, que pueden
también ser incluidas en el informe que regularmente el Comité presenta a la AG.
En casos de urgencia, el Comité puede adoptar medidas provisionales para evitar un daño irreparable a la
víctima de la violación alegada.
A pesar de no estar previsto en el Protocolo, el Comité hace públicas todas sus decisiones, aumentando así
la eficacia de un sistema de control que originalmente era muy precario.
[1] Este parágrafo está extraído del TIF de la Carrera de Especialización en Derecho Civil de la Abog. Lucía C. COLOMBATO, (2009).
[2] BIDART CAMPOS, Germán J., 1996 “Manual de la Constitución Reformada”, Ediar, La Plata, Tomo I, pág. 475.
[3] SALVIOLI, Fabián Omar, 1997, “El derecho internacional público y sus modificaciones a la luz de la protección internacional de los derechos
humanos”, en “Anuario de Derecho Público Nº3, Universidad Austral”, Editorial Abeledo Perrot, pág. 177 a 203, Buenos Aires.
[4] ABREGÚ, Martín, “La aplicación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos por los tribunales locales: una introducción”, CELS,
Editores del Puerto S.R.L., p. 5. citado por CARRIQUE, Martín, “La Aplicación de los Tratados Internacionales Sobre Derechos Humanos en el
Ámbito Interno”, s/d.
[5] Es ésta una excepción a la regla general de la supralegalidad/infraconstitucionalidad de los tratados, contemplada en el primer párrafo del
art. 75 inc. 22. En el segundo, se otorga jerarquía constitucional a los siguientes instrumentos: la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la
Convención sobre Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre los Derechos del Niño.
[6] Mediante este procedimiento, el Congreso otorgó dicho rango a la Convención Americana sobre Desaparición Forzada de Personas y a la
Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Delitos de lesa humanidad.
[7] Basado en: COLOMBATO, Lucía Carolina y TEJEDA, Marcela Andrea, 1999 “El Desarme en la construcción de Derecho Humano a la Paz. Un
caso: el Proceso de Ottawa”, Trabajo de Seminario de Grado para la carrera de Abogacía, Inédito.
[8] NIKKEN, Pedro, 1987, “La Protección Internacional de los Derechos Humanos. Su desarrollo progresivo”, Editorial Civitas / Instituto
Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), Madrid, pág. 25-27
[9] SALVIOLI, Fabián Omar, 1997, “Relaciones internacionales, Derechos Humanos y Educación para la Paz” en “Direitos Humanos: A promesa
do século XXI”, Portugal.
[10] SURASKY, Javier, 2005, Guía de lectura Sistema Universal de protección de los Derechos Humanos.
[11] Basado en LUCES Y SOMBRAS DEL NUEVO CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NNACIONES UNIDAS, Carlos Villán Durán (2006),
www.reei.org y LA REFORMA DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES DEL CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS: ¿UNA MEJORA DE LOS
MECANISMOS EXTRA CONVENCIONALES? Julia Gifra Durall (2009), www.reei.org
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