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EL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO

El líquido cefalorraquídeo (LCR), también denominado líquido cerebroespinal (LCE),


consiste en un líquido acuoso, transparente e incoloro que circula por el sistema
nervioso central. Está compuesto por potasio, sodio, cloro, calcio, sales inorgánicas
(fosfatos) y componentes orgánicos como glucosa. Posee varias funciones, como
proteger al cerebro contra los golpes y mantener un adecuado metabolismo. El líquido
cefalorraquídeo fluye por unas cavidades que existen en el cerebro llamadas
ventrículos cerebrales, por el espacio subaracnoideo, y por el conducto ependimario
(en la médula espinal). La cantidad de líquido cefalorraquídeo que circula en una
persona sana se encuentra entre los 100 y 150 ml. Éste se produce y se reabsorbe
continuamente. Cuando existe más producción que absorción, se eleva la presión del
líquido cefalorraquídeo; dando lugar a hidrocefalia. También puede suceder que se
obstruyan las vías que contienen este líquido, provocando su acumulación. Por el
contrario, también es posible que se dé una disminución por algún tipo de fuga o
extracción, lo que provocaría cefaleas (fuertes dolores de cabeza).

Si observamos un poco el pasado, se pensaba que el líquido cefalorraquídeo se


conocía desde los tiempos de Hipócrates, que lo definió como “agua que rodeaba el
cerebro” cuando trató de explicar la hidrocefalia congénita. Mientras que para Galeno
eran desechos provenientes de los ventrículos cerebrales que se expulsaban por la
nariz. Una aproximación más acertada fue la que escribió Emanuel Swedenborg entre
1741 y 1744. Afirmaba que era una “linfa espirituosa” que circulaba desde el cuarto
ventrículo hasta la médula espinal (Hajdu, 2003). Sevillano García, Cacabelos Pérez
y Cacho Gutiérrez (2011) destacan varios acontecimientos históricos importantes
asociados al líquido cefalorraquídeo: La primera descripción completa del líquido
cefalorraquídeo, así como su producción y reabsorción, la realizó el médico francés
François Magendie en 1827. De hecho, hay una estructura anatómica que lleva su
nombre: el agujero de Magendie. Se trata de un orificio que conecta el cuarto
ventrículo del cerebro con el espacio subaracnoideo.

En 1891 se llevó a cabo la primera punción lumbar (PL), un método de extracción de


líquido cefalorraquídeo para explorar sus posibles alteraciones. La realizó el médico
alemán Heinrich Quincke, que también estudió las variaciones y presión de este
líquido.
La composición química no se determinó hasta 1912 por Mestrezar, Sicard y Guillain.
Un poco más adelante, en 1920, el neurocirujano Walter Dandy realizó la primera
punción cisternal (en la parte posterior del cráneo). El líquido cefalorraquídeo fluye
por el sistema ventricular de nuestro cerebro. Éste consiste en una serie de cavidades
que se encuentran en el interior del encéfalo. Una vez segregado, este líquido circula
desde los ventrículos laterales hasta el tercer ventrículo a través del agujero
interventricular de Monro. Luego, el líquido cefalorraquídeo llega al cuarto ventrículo
por el acueducto de Silvio. El cuarto ventrículo es el que está situado en la parte
posterior del tronco cerebral.

Para entrar en el espacio subaracnoideo, el fluido debe atravesar tres aberturas: la


abertura mediana y las laterales. También se denominan el orificio de Magendie y los
orificios de Luschka. Al pasar por estos orificios, el líquido llega a la cisterna magna
y, posteriormente, al espacio subaracnoideo. Este espacio cubre todo el encéfalo y la
médula espinal. El líquido cefalorraquídeo llega a esta última a través del obex
cerebral. En cuanto a la reabsorción del líquido cefalorraquídeo, esta es directamente
proporcional a la presión del líquido. Es decir, si la presión va en aumento, la
reabsorción también.

El fluido circula desde el espacio subaracnoideo hasta la sangre para absorberse a


través de unas estructuras llamadas vellosidades aracnoideas. Ésta conecta con
senos venosos que posee una membrana que recubre el cerebro llamada la
duramadre. Dichos senos se vinculan directamente con el torrente sanguíneo. Sin
embargo, algunos autores han sugerido que el líquido también puede reabsorberse
en los nervios craneales a través de canales linfáticos. Parece que son fundamentales
sobre todo en los recién nacidos, en los que las vellosidades aracnoideas no están
muy bien distribuidas aún. Por otro lado, existe otra hipótesis que afirma que el líquido
cefalorraquídeo no fluye unidireccionalmente, sino que depende de más factores.

Además, podría producirse y absorberse continuamente debido a la filtración y


reabsorción de agua a través de las paredes capilares en el líquido intersticial del
tejido cerebral circundante.

El líquido cefalorraquídeo se puede obtener a través de tres métodos diferentes: la


punción lumbar, la punción cisternal y la punción ventricular. Las dos últimas
requieren una intervención quirúrgica y son mucho menos comunes. El motivo
principal de la extracción de líquido cefalorraquídeo es para la realización de
exámenes médicos. Los profesionales examinan características del líquido como su
color, presión, nivel de proteínas, nivel de glucosa, cantidad de glóbulos rojos o
blancos, nivel de gammaglobulina, etc. Con el fin de evaluar la existencia de
determinadas condiciones neurológicas. Algunas de las que se pueden detectar son
hidrocefalia, infecciones como meningitis, lesiones cerebrales, daños en la médula
espinal, esclerosis múltiple, síndrome de Guillain-Barré, encefalitis, epilepsia,
demencia metabólica, tumor en la hipófisis, síndrome de Reye, etc.

Por otra parte, la punción lumbar también puede tener un uso terapéutico. Se puede
realizar para inyectar otras sustancias como analgésicos, antibióticos,
antiinflamatorios, etc. Para la punción lumbar, se aplicará anestesia local y luego se
introducirá una aguja en una parte concreta de la zona lumbar. En la cisternal, se
extraerá el líquido existente en la cisterna magna introduciendo la aguja debajo del
hueso occipital (en la zona posterior del cráneo). En cuanto a la punción ventricular,
se lleva a cabo muy raramente y en personas en las que se sospeche la existencia
de una hernia cerebral. Para ello, se realiza una incisión en el cráneo y se coloca la
aguja en el interior de uno de los ventrículos cerebrales.

CONCLUSIÓN

Se supone que funciona como un regulador de la presión intracraneana, también


provee un ambiente químico óptimo para la transmisión de impulsos a nivel neuronal.
Su composición es relativamente estable, incluso cuando existen cambios notorios en
la estructura química del plasma.se ha sugerido que participa en la nutrición del tejido
nervioso, pero para ésta y otras posibles funciones se carece de evidencias
experimentales que las apoyen.

REFERENCIAS

¿QUÉ ES LA HIPERTENSIÓN INTRACRANEAL? (HIC). (s.f.). Recuperado el 21 de


noviembre de 2016, de Intracranial Hypertension Research Foundation.

Cerebral spinal fluid (CSF) collection. (s.f.). Recuperado el 21 de noviembre de 2016,


de MedlinePlus.
Cerebrospinal fluid. (s.f.). Recuperado el 21 de noviembre de 2016, de Wikipedia.

Chudler, E. (s.f.). The Ventricular System and CSF. Recuperado el 21 de noviembre


de 2016, de University of Washington.

Definition of Cerebrospinal fluid. (s.f.). Recuperado el 21 de noviembre de 2016, de


MedicineNet.

García, M. S., Pérez, P. C., & Gutiérrez, J. C. (2011). Alteraciones del líquido
cefalorraquídeo y de su circulación: hidrocefalia, pseudotumor cerebral y síndrome de
presión baja. Medicine-Programa de Formación Médica Continuada Acreditado,
10(71), 4814-4824.

Hajdu S.I. (2003). «A note from history: discovery of the cerebrospinal fluid». Annals
of Clinical and Laboratory Science. 33 (3): 334–6.

Noback, C.; Strominger, N. L.; Demarest R.J.; Ruggiero, D.A. (2005). The Human
Nervous System. Humana Press. p. 93.

Saladin, K. (2007). Anatomy and Physiology: The Unity of Form and Function.
McGraw Hill. p. 520.

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