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I. Introducción.
La educación como ámbito donde se proyecta la formación del individuo, tiene diferente
profundidad dependiendo de quién esté a cargo de la especulación de ésta. Por ello creo que es
importante, antes de todo, identificar las diferentes dimensiones que permiten estructurar un proceso
pedagógico completo. Menester es la formación del profesorado, así como la presencia de un grupo
de estudiantes distribuidos en diferentes grados, también de un lugar determinado para que se dé el
proceso, y claro lo más importante, un conjunto de personas que vivan de la discusión sobre la
estructura, función y método sobre el cual se desarrollará todo este proceso educativo. Ante este
panorama, se puede realizar un análisis que haga hincapié en algunos de estos puntos en desmedro
de otros, pero pareciera que Darío Salas no pretende aquello en “El problema nacional”. En esta
obra de comienzos del siglo XX, el Dr. Salas desemboca toda su excelentísima instrucción
pedagógica en una obra completa y compleja a la vez, ya que se refiere a todas las variantes desde
las cuales se puede abordar la educación. El aspecto más singular del texto, desde mi punto de vista,
es aquello que en primera instancia me pareció una cuestión propia de la época, me refiero a la
perspectiva avasalladora e inocente acerca de la figura del Estado y los poderes económicos de la
nación que expresa Darío Salas a lo largo de sus planteamientos, lo que prefiero pensar como una
ignorancia acerca del tema.
En el texto se plantea una postura radicalmente acrítica con el papel que juegan aquellas dos
enormes figuras sociales en la conformación de la población que busca analizar Salas. No es
necesario hacer un examen crítico y detallado de la historia de la República de Chile, para
demostrar que los intereses económicos se habían complementado con el poder jurídico del Estado
chileno hacia el año 1879, estallando un conflicto bélico que traería un balance positivo de
proporciones desconocidas hasta entonces para las arcas estatales. Más aún, la figura del Estado ya
se había visto fuertemente convulsionada por este nuevo escenario, desde 1891. Pero esto es parte
de un debate que aquí no corresponde, lo importante es señalar la primordial importancia que tiene
el Estado de Chile, así como el empresariado chileno y extranjero, en la conformación del escenario
social que azotaba crudamente a la mayor parte de las trabajadoras y trabajadores de la nación. Es
una sociedad segmentada, dividida por aspectos muchos más profundos que el analfabetismo, la que
analiza Salas. Creo que la educación es el medio para evidenciar la situación de las clases
marginales, en lo que refiere a afectar los intereses sociales del Estado, pues tan sólo ahí se
demuestra lo poco que significa la especulación gubernamental para un vasto sector de la sociedad.
No quiero especular con que la humillante situación en que se mantenía a gran parte de las
trabajadoras y los trabajadores de la nación, se les hizo patente a la oligarquía chilena porque
estaban pensando una vez más en el sentimiento nacional y en la labor social del Estado, porque eso
hablaría de conductas cómplices durante mucho tiempo ante el ultraje vil que caía sobre el trabajo
cotidiano.
Es en el año 1917 cuando se publica esta extensa obra del pedagogo Darío Salas, para esta altura él
había pasado años sumergido en los estudios, desde sus inicios en su originaria Toltén. Además de
haber pasado por Chillán, hasta cursar por el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile la
carrera de profesor en castellano y francés. Darío Salas era miembro activo de una reforma
educativa que se venía articulando desde los círculos de funcionarios públicos, en especial del
grueso pedagógico. De esta manera es que se había fundado la Sociedad de Profesores de
Instrucción Primaria y la Asociación Nacional de Educación, instituciones que servirían para llevar
a cabo estos renovadores planteamientos educativos al plano político. Estas transformaciones
educacionales buscaban responder a problemáticas que iban más allá del plano pedagógico, puesto
que existía una preocupación estatal por reforzar su esfera social, con urgencia la República Liberal
buscaba estructurar el Estado de Bienestar.
El Estado chileno ya desde la primera década del siglo XX veía como un modelo a la estructura
política que estaba desarrollando el Estado de Estados Unidos de América. En aquel país, el Partido
Demócrata venía trabajando en la ascensión social correlacionada con un interés estatal por la
educación. En primera instancia había sido William James, un psicólogo de la segunda mitad del
siglo XIX, quién había desarrollado una conexión psicopedagógica entre un pragmatismo filosófico
y la educación, pero sin duda es el trabajo pedagógico de John Dewey el que más había repercutido
en la contingencia estadounidense. Este había desarrollado lo que habría de llamarse pedagogía
progresista, enfocando el carácter pragmático que tenían los conocimientos técnicos relativos a la
especialización del trabajo, con un adecuado respaldo político del Estado. Salas consiente de lo que
se vivía en Estados Unidos, terminaría por ser enviado por el Estado chileno a la Universidad de
Nueva York, institución de la cual se titularía en 1907 como el primer doctor en pedagogía en
América Latina. Una vez de vuelta en Chile, el status de Salas y su inminente capacidad pedagógica
tendría sus frutos rápidamente en el país, pues se veía eminente una reforma educacional que
apuntaría a la formación republicana y democrática, en función de una identidad nacional, y en
búsqueda de una prosperidad nacional, reforma que se enfocaba también en el fortalecimiento de la
higiene y la especialización del trabajo.
III. Crítica al planteamiento del problema nacional, expuesto por Darío Salas.
La crítica que yo realizo aquí no se basa en una postura política actual, sino en una perspectiva que
se venía formando incluso anteriormente a la propuesta de Salas, y que se veía fortalecido hacia
1917. Sin más, para comenzar la crítica es menester analizar la visión que tiene Darío Salas del
principal problema que afecta al Estado de Chile. Desde mi postura, creo que el analfabetismo está
lejos de ser el principal problema que vivían la mayoría de la población chilena hacia el año 1917,
que no se piense que la instrucción intelectual no es fundamental, porque es a través de la lectura
que el trabajador y la trabajadora tiene un medio importante para abrir su mundo, para solidificar
sus pensamientos y levantar establemente diferentes instancias que le permitan estructurar el debate
con sus pares. Por el contrario, la vida del trabajador no se encierra en el debate ni en la escuela,
está cotidianamente solventando su existencia, su prioridad no recae en la ilustración, sino que está
en la necesidad urgente de mantener a su familia. La dimensión de esta postura no se entiende si no
hay una conciencia de la grave situación que se vivía en los diferentes cordones industriales de las
principales urbes financieras del país. Es en Santiago, Valparaíso, en los poblados de la pampa
salitrera, en los sectores aledaños a la minería del carbón, en el inquilinaje del campo, donde más
sectores de la población se ven azotados por el impulso económico que impresionaba las arcas del
Estado chileno. Pero estas situaciones se alejan del análisis de Salas, pues es tan solo una de las
aristas en las que se enmarca el problema nacional, la del hogar de la niña y el niño. Al margen de
las dificultades administrativas presentes en el Estado chileno de la época, la formulación del
problema nacional se funda en una postura acrítica de las responsabilidades que tenía el Estado ante
la situación social que analiza el autor. Más aún, bajo la misma lógica paternalista sobre la sociedad
se busca la solución al problema, nada pasa con la estructura jerárquica y preponderante hacia la
reducción política del Estado, nada pasa con el aparataje económico que se confluye con la
oligarquía política, nada pasa con la cruda represión que sufrieron las trabajadoras y los
trabajadores en cada manifestación autogestionada por ellos mismos, nada pasa con la autocrítica.
Entonces yo pregunto, ¿En qué nivel de abstracción se mueve esta persona que vive de la
especulación política, educativa y administrativa, para no ocupar ninguna línea en cuestionarse
siquiera su propia institución? Porque yo no puedo entender al Estado como un producto de la
población, sino como el reflejo de la dependencia política que surge a partir de la oligarquía
nacional. Pero el cuestionamiento al que yo apunto, es el de las bases filosóficas, de su hambre de
implementar e implementar leyes para solucionar problemáticas, pareciera que a través de la Ley se
acaban los problemas. Pero, ¿Quién les dio legitimidad para pensar por los demás? ¿Quién les
otorgo la responsabilidad para establecerse como institución?, si la figura del pueblo donde excusan
su vida no es más que la mirada abstracta hacia aquellos que solventan su economía. El desprecio,
la suposición inmediata de la incapacidad de la trabajadora y el trabajador para gobernar su vida,
esa es la legitimidad de su institución. La visión del ambiente del niño se expresa en este como en
otros pasajes “sin otra enseñanza que la que pueden dar el hogar miserable, la taberna ruin, la
calle inmunda, los camaradas corrompidos”1. La educación de la niña y el niño obrero no se puede
medir según sepa darle o no sentido a un par de letras, sino en la capacidad que adquiere para
solventarse, para ayudar a su familia a subsistir. No es raro que alguien que vive de la especulación
política no entienda esto, y se limite a llamar como ineficaces a quienes desarrollan su vida al
margen de la Ley y la educación estatal.
En esta visión es donde se solventa la propuesta de Darío Salas, y tal como él mismo expresa, todos
los planteamientos educativos responden a la concepción política que solventa esta reforma. La
libertad se encuentra en la participación democrática, en la república, y el que no lo respeta le cae el
peso de la Ley. El espectro estatal se convierte en límite de la deliberación, bienvenida la libertad
política, la especialización del trabajo y la higiene, siempre que se defienda a la nación, y se ponga
la vida en disposición de la prosperidad republicana. Obviando estas cuestiones, la propuesta de
Darío Salas debe ser uno de los aportes más importantes que ha tenido la discusión del problema
nacional.
La verdadera crítica que busco plasmar en este ensayo, la desarrollaré haciendo un paralelo con las
múltiples instancias educativas que surgieron en el seno de diferentes sociedades obreras, que si
bien en primera instancia habían surgido para el apoyo mutuo entre trabajadores de determinados
1
Salas, Darío. (1917) El problema nacional. Edición de Biblioteca Fundamentos de la construcción de Chile,
Chile. p.32.
sectores laborales, terminó por ser el sostén de las primeras experiencias educativas que se dieron
en el territorio gobernado por el Estado de Chile. Así el eje fundamental de la crítica es la
demostración de la inmensa capacidad obrera por desarrollar instancias autónomas de desarrollo
cultural, donde en el caso de la influencia anarquista, era requisito no aceptar financiamiento ni
estatal, ni de patrones, ni de la iglesia. Para comprender las dimensiones del trabajo pedagógico
anarquista, primero hay que señalar un cambio de lógica política con respecto a las propuestas
estatales, no existe el afán de educar al otro, no se le puede enseñar moralidad a un par, puesto que
su perspectiva es igualmente válida que la mía. La pedagogía libertaria se sustenta en la instrucción
sobre determinadas materias, pero no con un contenido político como tal, la proliferación del
movimiento anarquista se da en Chile, en tanto se comprende de esta forma la educación, como un
surgimiento autónomo por parte de quien participa del proceso. A causa de lo mismo, es que no se
comienza por establecer sociedades anarquistas para luego impartir una educación anarquista, sino
que son en instancias donde el movimiento obrero se había organizado para responder a sus
necesidades en conjunto, donde toma mayor peso los planteamientos políticos ácratas. Y más aún,
debido al nulo interés partidista, muchos de aquellos hombres y mujeres que se declaraban como
anarquistas, se dedicaban más que nada al fortalecimiento de espacios de trabajo común entre las
trabajadoras y los trabajadores, que un cegamiento político que les impedía abrir el espectro de
acción. No por eso, se habrían de tolerar conductas que tendían al personalismo y la decisión de un
compañero o un partido por sobre la asamblea, cuando el movimiento obrero paso a responder a las
lógicas partidistas que el Estado abrió para que ocupara un lugar en la discusión política estatal, el
movimiento anarquista comenzó a decaer.
Las primeras influencias pedagógicas propiamente libertarias vienen de diferentes fuentes, donde
habría que señalar el impacto que tuvo en el movimiento chileno las obras de Francisco Ferrer i
Guardia, Paul Robin y Sebastián Faure. Así se estructuran diferentes tipos de escuelas influenciadas
por estas corrientes, en este espectro se posiciono fuertemente la educación racionalista de la
Escuela Moderna de Ferrer, ésta a su vez gozaba de cierta fama desde el asesinato del pensador
español en 1909. Se podría caracterizar a grandes rasgos, la pedagogía ferreriana como un método
basado en la laicización de los contenidos, ajenos al dogmatismo religioso, la educación igualitaria
entre sexos, pero ante todo la confianza en la capacidad de deliberar del alumno. Si bien hubo un
fuerte impacto por parte de la Escuela Moderna, sería un error reducir las prácticas educacionales
libertarias a un modelo, así corrientes similares se fueron construyendo con una mezcla de métodos
que variaban a la vez, según las trabajadoras, los trabajadores y simpatizantes que colaboraban en
los proyectos, dentro de estas influencias quizás también habría que mencionar la obra de León
Tolstoi. De este modo, se fue fortaleciendo este proyecto pedagógico que lejos de limitar sus
lineamientos iba tomando diferentes matices entre más avanzaba el tiempo.
Si bien los primeros espacios donde se fundaron estas prácticas educacionales eran en su mayoría
instanciadas levantadas para responder a necesidades de otras índoles, luego se comenzaría por el
surgimiento de espacios autónomos culturalmente, entre los que se podrían catalogar la fundación
de bibliotecas anarquistas, ateneos o escuelas de entidad de barrio, escuelas sindicales, colonias.
Todos estos espacios se venían a sumar a la importante fuerza que representaban las escuelas
nocturnas, y en el menor de los casos diurnos también, solventadas por los mismos integrantes de
sociedades de resistencia, consejos federales, sociedades mutualistas, mancomunales donde la
instrucción era en su mayoría para los mismos obreros. Pero sin duda un movimiento que vio su
fortalecimiento era el establecimiento de las Sociedades Feministas, que constituían un vasto
número en las múltiples ciudades del país, especialmente en Valparaíso y Santiago. Eran
esencialmente importantes estos espacios, porque llevaban la crítica más allá de la discusión política
y se planteaba una revisión a las conductas de sus mismos compañeros, ampliando el espectro de
revisión que se habría de solventar si es que se quería hablar de un proceso libertario.
Por último, me gustaría recalcar las perspectivas políticas sobre las cuales se fundaron estas
tempranas experiencias en múltiples ciudades del territorio gobernado por el Estado de Chile. El
surgimiento del anarquismo, no necesita en ningún caso de la enseñanza sistemática de las variadas
vertientes que lo sustentan como movimiento político, sino que el gran fruto que produjo este
inmenso esfuerzo de las trabajadoras y los trabajadores fue la formación individual de quienes se
instruían en la pedagogía libertaria, pero debido a su propia autonomía, de caso contrario no se
entiende de lo que se está hablando. En estricto rigor, el único dogma del anarquismo es la negación
a la autoridad jerárquica, lo cual necesita de personas que sean capaces de instruirse por sí mismos,
y tengan una conciencia de horizontalidad frente a sus pares. Aun así, el precio más caro que
habrían de pagar estos proyectos no se mostró tan sólo en el posterior fortalecimiento de la política
partidista, sino que se ve hoy en la formación del ciudadano actual. Pero antes de todo ese devenir,
sucedió un mar de acontecimientos que no van a este ensayo.
Bibliografía:
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