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A lo largo del tiempo se ha podido evidenciar que la vida en sí misma posee la facultad
de darnos cientos de posibilidades para explorar de todo, de distintas formas, en
distintos espacios, en diferentes circunstancias, con diferentes resultados. Pero… y
¿de qué sirve la vida para construir una voz en el actor?, muchos dirían que sirve
demasiado, porque es la vida la que nos permite ser actores, tener una voz, ser seres
representando a otros seres, o en su defecto a objetos; sin embargo esta opinión
termina siendo no más que una de las muchas respuestas a esta incógnita, pero para
que este juicio no se quede en algo inverosímil hablaremos de las razones por la
cuales se puede considerar que actuamos con la voz de la vida.
Otra de las formas en las que el actor trabaja con la voz de la vida es a través del
-monólogo interno-, esta es la tercera de las razones, una de bastante importancia
pues apela a la voz que todos tenemos internamente, a la que en ocasiones llamamos
pensamiento o subtexto, este proceso es uno de los caminos principales hacia una
pronunciación orgánica de la palabra en el escenario, pues los pensamientos son
auténticos y espontáneos, son parte de los conceptos internos que hemos creado
sobre vida, las personas, los sucesos y el accionar, con esta voz ya instalada adentro
de nuestra cabeza podemos empezar a trabajar para exteriorizarla y así poder construir
con el interlocutor una sinergia natural escénica, que permita que el espectador se
sumerja en una realidad.
Decía Ósipovna: “Por lo tanto, cuanto más complicada sea la parte interna de la “vida
del espíritu humano” del personaje representado, tanto más sutil, más viva, más
artística tiene que ser la encarnación” esto hace referencia a la –técnica y la lógica
del habla- este recurso de trabajo le sirve al actor para sumergirse más en la identidad
de la voz del personaje, en su tono, en la forma y el fondo de sus expresiones vocales,
y así mismo difuminando la costumbre de apelar constantemente a sí mismos, pues no
está mal recurrir a aquellas visualizaciones que tenemos sobre la vida, pero sí caemos
en un grave error al creer que los personajes son como nosotros, ya que cada
personaje tiene un vida propia, tiene costumbres propios, sentimientos propios,
pensamiento propios, deseos propios, y si esto no se ve reflejado en una voz propia,
genuina, real, de nada servirán las acciones corporales, pues en la naturalidad del
diario vivir conectamos nuestra voz a nuestro cuerpo y a la mente.
Para ir terminando con las razones del juicio de que actuamos con la voz de la vida
hablaremos de la –pausa psicológica- la quinta razón, un arma de comunicación
extraordinariamente importante, que cotidianamente usamos y no sabemos que se
llama así, y tampoco lo usamos intencionalmente, esta pausa consiste en ese vacío
comunicativo entre el actor y el interlocutor, en donde pareciera que va a tomar una
postura, pero su acción y su voz tomaron otra distinta, por otro lado poder ser una
forma de suavizar o agudizar una acción verbal del actor hacia el interlocutor.
Stanislavski: “valoraba altamente la pausa psicológica, considerando que el verdadero
arte del habla –la lógica del discurso-, aprende a descubrir y desvelar el subtexto a
través de la pausa psicológica.”
Finalmente tenemos la sexta razón –la adaptación-, este factor permite al actor tener
una gama de posibilidades al accionar frente a las circunstancia de su personaje, aquí
puede acudir al reconocimiento de sus diferentes formas de afrontar las situaciones en
su vida cotidiana, pues las adaptaciones nacen de forma inmediata dependiendo de las
circunstancias, en muchas ocasiones estas se ven reflejadas en los momentos de
elevación del sentimiento del actor, también puede ocurrir que los demás interlocutores
propongan al actor adaptaciones para el personaje, pero esto puede en algunas
ocasiones jugar en contra de la vida del personaje, pues se vuelve inverosímil, ya que
el actor no las siente auténticas.
Estás son a penas algunas de las razones por las que se puede considerar que
actuamos con la voz de la vida, pues como nos podemos dar cuenta la vida es la que
nos da la posibilidad de ponerle voz, palabra, comunicación y sentido a los personajes
que representamos, en otras palabras es poder transmitir todo lo que tenemos en
nuestro yo fisiológicamente y psicológicamente a esas otras vidas que están atrapadas
en el papel. Decía Stanislavski: “El actor debe crear la música de sus sentimientos
sobre el texto de la obra y aprender a cantar esa música de los sentimiento con la
palabras del papel.”